Está en la página 1de 3

Las miserias del historicismo popperiano niegan la construcción del futuro posible a partir de la

planificación

Como diría el Citizen desde su mayamera existencia ´´al final de día´´ no se qué subiré a las
redes este domingo, si lo que inicialmente me había planteado como tema desde la
multiplicidad de notas recopiladas esta semana que termina o, las ideas que la lectura de
Antonio Arraiz Lucca sobre Karl Popper, publicadas en la pá gina Proyecto Base, coloca frente
a mí.

En efecto, la afirmació n categó rica de Popper en cuanto al historicismo, en cita que tomo del
propio Arraiz Lucca 2020, señ alando su visió n de aquel en el contexto de las Ciencias Sociales,
me llevan a elucubrar acerca de la idea que he colocado como título a esta reflexió n:

“Entiendo por ‘historicismo’ un punto de vista sobre las ciencias sociales que
supone que la predicció n histó rica es el fin principal de éstas, y que supone que
este fin es alcanzable por medio del descubrimiento de los ‘ritmos’ o los
‘modelos’, de las ‘leyes’ o las ‘tendencias’ que yacen bajo la evolució n de la
historia.” (Popper, 2002:17).

Si como afirma Popper, es cuasi imposible predecir el futuro, vale preguntarnos si de manera
cierta será posible construirlo. Y viene a cuento en mi memoria debido a que en el ámbito de
la planificació n partimos de una idea sentada en la utopía deseada, lo que el habla comú n
considera el deber ser.

La planificació n tradicional fundamentada en el determinismo considera el estado inicial de la


realidad concreta y un estado o situació n final hacia donde se avanza mediante acciones
guiadas y presididas por la planificació n en la ejecució n de un recorrido en perspectiva. La
planificació n estratégica situacional llego en su momento para ir má s allá de la flexibilidad de
los planes e introducir la contingencia como un elemento que vendría a formar parte de lo
cotidiano en el arte de visualizar e intentar la concreció n de la realidad soñ ada.

La evaluació n de las condiciones de avance hacia el cumplimiento y logro de fines, objetivos y


metas adquieren en esos modelos sustitutivos de lo normativo e imperativo de la
planificació n, tal cual la conocíamos en la Venezuela democrá tica representativa, birretes de
senda ú nica cuyo trá nsito en cuanto ruta establecida nos ubicaría en segundo estadio de la
realidad cumplidos los lapsos establecidos. Ello, ló gico es pensarlo ahora, en tanto rémora del
positivismo mecanicista newtoniano que se había instalado en Venezuela desde las primeras
décadas del siglo XX.

Desde esa ló gica de la planificació n vieron luz los planes de Betancourt (1958 – 1963), Leoni
(1963 - 1968) y Caldera (I: 1968 - 1973), en sus planes quinquenales y nacionales. Cuando por
primera vez llega Pérez a la Presidencia de la Repú blica (1973 - 1978), viene con él un joven
imbuido de nuevas ideas respecto a dos cuestiones de interés para el desarrollo de un país
como el nuestro. La importancia de la ciencia y la tecnología en funció n del desarrollo y con
ello la socializació n del academicismo de los investigadores, cosa sobre la que ya Marcel
Roche se había expresado en cuanto la responsabilidad social de la investigació n científica y
tecnoló gica en esta Tierra de Gracia; la otra cuestió n en mente de Carlos Raú l Matos Azocar
eran los nuevos paradigmas de la planificació n y su aplicació n a las necesidades de cambio y
transformació n de la realidad venezolana.

Cuando estuvo al lado de Pérez, Carlos Raú l dio curso a la realizació n del Primer Congreso
Nacional de Ciencia y Tecnología y la creació n del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología
(CONICIT). Posteriormente, a Matos Azocar le correspondió actuar como Ministro de
Planificació n de Lusinchi (1983 - 1988) cuando este sustituyo en la presidencia a Herrera
Campins (1978 - 1983) y en cumplimiento de esas funciones, propone el primer plan nacional
con base en lo estratégico y situacional.

Carlos Andrés (II: 1988 - 1993) intenta ir má s allá de aquellos avances, los cuales finalmente
no logran concretarse ante la irresponsabilidad de sus compañ eros de partido que optan por
cerrar el paso a importantes reformas conducentes a un modelo de sociedad liberal y por
tanto má s abierto y fundado en la competitividad, logrando mantener el responso populista
que ya había dado muestras de naufragio desde su base sostenida en el modelo de renta de la
tierra del que Asdrú bal Baptista afirmara en su oportunidad, constituye ejemplo de modelos
que se agotan, má s aun sobre los lomos galeanicos de Las venas abiertas de América latina,
Venezuela no prosperaba, no cambiaba, no se transformaba sino de manera reactiva, nunca
proactiva.

Con Caldera (II: 1983 - 1988) se cierra el escenario de la democracia representativa sin que el
país hubiese iniciado el camino de despegue hacia y la procura de su propio destino dado que
no habiendo posibilidades de plan se opta sustituirlo por la Agenda Venezuela, listado de
acciones sin aterrizaje cierto, desde donde se liberó la encarnació n del mal en el peor parto
histó rico de la civilizació n humana en los tiempos de la contemporaneidad y la
postmodernidad que se bate sobre nuestro país desde 1998 y aun, en estas fechas, al inicio de
la tercera década del siglo XXI.

Y entonces, vuelvo sobre la pregunta que deriva de la reflexió n de Popper en la pluma de


Arraiz Lucca en cuanto a si es posible la construcción del futuro y el rol que en ello ha de
cumplir o cumple la planificación. Má s aú n cuando del camino de ida entre una y otra
realidad, la planificació n ha saltado al camino de vuelta mediante los modelos predictivos
cuya base es la futurología con sus futuribles y futurables mediante la construcció n de
escenarios en nota de lo posible y probable al amparo de los paradigmas empírico relativistas
de la ciencia, hoy afectados por el holismo y lo complejo, me atrevo a ver hacia las nuevas
vertientes del espaciotiempo que van emergiendo ante la sistematizació n del todo, sin que
aú n se perciban los primeros indicios de su superació n, como no sean las especulaciones
acerca de la creació n de un Nuevo Orden Global.

Saber y conocimiento no son sinó nimos, pero ambos son expresiones de la Hidra de Lerna y
sus mil cabezas en cuanto a la reproducció n y su afloramiento en los marcos de la civilizació n
humana. Pareciera que no teniendo otro oficio que pensar y por si fuese poco, una nueva
lectura difumina el deseo de saber, de conocer, y entonces buscamos nuevos derroteros para
evitar la muerte sú bita de nuestras neuronas. De allí que todo totalitarismo sea enemigo
acérrimo de la mayor virtud humana, el pensar, crear y recrear sobre lo pensado. Así va la
vida, de esa manera existo y aun Venezuela y los venezolanos no tomamos la responsabilidad
de construir nuestra propia y genuina realidad de cara al futuro, todo nos ha devenido desde
fuera.

También podría gustarte