La memoria. Algo incontrolable. Nadie es dueño de sus recuerdos, y sin embargo los recuerdos muchas veces consiguen adueñarse de uno mismo. La memoria. Tema presente en novelas, poesías, canciones... y, por fin, en la ley. Para todas aquellas personas de las que sus recuerdos se adueñaron; para los que sólo pueden recurrir a la memoria cuando quieren ver a la persona que han amado, a sus hijos, a sus padres. Para los que condenan las injusticias y las masacres de una época de terror, aunque no tuvieran que sufrirla. Para todas las personas contrarias a la opresión y el terrorismo institucional que se llevó a cabo en el país es necesaria una ley que dignifique la figura de las víctimas franquistas. Como dice en el mismo texto del proyecto “la presente Ley quiere contribuir a cerrar heridas todavía abiertas en los españoles y a dar satisfacción a los ciudadanos que sufrieron, directamente o en la persona de sus familiares, las consecuencias de la tragedia de la Guerra Civil o de la represión de la Dictadura.”
Muchos debates han surgido del texto que han acordado el
gobierno y algunos grupos parlamentarios, y ha sido objeto de debate tanto desde la derecha como desde la izquierda. Un análisis de algunos de los artículos podría ser de ayuda para comprender las intenciones del gobierno y del resto de grupos.
La ley de memoria Histórica:
Ya en el artículo n° 4 (Tramitación de la solicitud) encontramos un punto de discordia. La ley concede el derecho de solicitud de una Declaración de reparación y reconocimiento personal a personas afectadas o parientes de las mismas, así como a instituciones públicas. Sin embargo, el Partido Comunista pedía a IU, grupo parlamentario al que pertenece, que no aceptasen la ley por considerarla insuficiente, pues querían la anulación automática de los juicios franquistas. Las palabras de J. A. Martín Pallín, magistrado emérito del supremo, son muy claras: “La excusa del PSOE de que la nulidad no era posible porque supondría una injerencia del legislador sobre los jueces... ¡es un camelo político!”. Y no es que no se vayan a anular las sentencias, pero cada familia deberá pedir dicha nulidad. En este sentido la ley se queda un poco corta, ya que no facilita el proceso, como tendría que ser.
El siguiente asunto a comentar puede verse en el artículo
n° 7 (Contenido de la Declaración). En él, puede leerse lo siguiente: “2. En ningún caso la Declaración a que se refiere este artículo constituirá título para el reconocimiento de responsabilidad patrimonial del Estado ni de cualquier Administración Pública, ni dará lugar a efecto, reparación o indemnización de índole económica o profesional.”
Surgieron voces críticas de diversos lugares, pidiendo una ley
más “útil”, con mayores efectos para los damnificados, ya que, como continúa en el artículo 9, para poner un ejemplo, “2. A las pensiones de orfandad a que se refiere el presente artículo les será de aplicación el sistema de complementos económicos vigentes y experimentarán las revalorizaciones que establezcan las Leyes de Presupuestos Generales del Estado para cada año.”
Como se puede comprobar, este caso no sufre mayores
modificaciones. Un tema que preocupa a numerosas víctimas de desaparecidos es el de la localización e identificación de los cuerpos, lo cual está dispuesto en el artículo n°13: “1. Las Administraciones públicas, en el marco de sus competencias, facilitarán a los descendientes directos de las víctimas que así lo soliciten las actividades de indagación, localización e identificación de las personas desaparecidas violentamente durante la guerra civil o la represión política posterior y cuyo paradero se ignore.” Las fosas comunes donde se amontonaban los cuerpos de los “ajusticiados sin justicia” se pueden contar a cientos en el territorio nacional. En Andalucía, por poner un ejemplo, hay alrededor de 460 fosas con 35.000 muertos. Espeluznante, sin duda.
Para finalizar, el artículo 17 hace referencia a los símbolos
y monumentos públicos conmemorativos del régimen: “Los órganos que tengan atribuida la titularidad o conservación de los monumentos, edificios y lugares de titularidad estatal, tomarán las medidas oportunas para la retirada de los escudos, insignias, placas y otras menciones conmemorativas de la Guerra Civil, existentes en los mismos, cuando exalten a uno sólo de los bandos enfrentados en ella o se identifiquen con el régimen instaurado en España a su término [...] Lo previsto en el párrafo anterior no será de aplicación cuando concurran razones artísticas, arquitectónicas u otras de interés general que lo hagan improcedente.”
Tan sólo se trata de algunos artículos escogidos según el
interés que han generado en los medios por los debates que han suscitado, comentados aquí con el fin de conocer un poco mejor la Ley de Memoria Histórica, una ley que pretende cerrar heridas en aquellos que aún la tenían abierta, que son los damnificados por el franquismo. Por lo demás, la redacción se queda corta, pero es cierto que sienta unas bases sólidas para el futuro, es un punto de inflexión. En boca de Joan Herrera, portavoz de IU-ICV: “La ley no responde a nuestros sueños pero sí se compone de nuestros sueños”.