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EL

LLAMADO
AL

MINISTERIO
_______________________________________________
_
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”
Copyright © 2012 por Joel Perdomo

¡IMPORTANTE!
“Como reconocer el llamado divino”

ESTE LIBRO ES UNA OFRENDA A DIOS Y LOS


DERECHOS DE AUTOR HAN SIDO CEDIDOS A
LA IGLESIA DE CRISTO EN LA TIERRA.

POR TANTO:

• PUEDE SER COMPARTIDO GRATUITAMENTE


POR CUALQUIER MEDIO POSIBLE.

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• PUEDE SER TRADUCIDO A CUALQUIER


IDIOMA – SIN ALTERAR SU CONTENIDO
ORIGINAL.

• ES UN REGALO DEL HNO. JOEL PERDOMO A


LA AMADA IGLESIA DE CRISTO. DANDO POR
GRACIA, LO QUE POR GRACIA HA RECIBIDO.

¡DIOS TE BENDIGA!

JOEL PERDOMO

ÍNDICE

Capítulo - 1 - EL LLAMADO DIVINO


I. LLAMADOS A PROCLAMAR EL EVANGELIO…………...13
a. Dios anhela restablecer su comunión con la humanidad
b. Llamados a predicar el Evangelio de Jesucristo
c. Llamados al servicio del ministerio divino
II. LAS FASES DEL LLAMADO DIVINO………………….…..16
a. Dios es quién llama al servicio ministerial
2
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”

b. El ser humano puede aceptar o rechazar el llamado divino


c. Un llamado genuino puede pervertirse en el proceso
III. EVIDENCIAS DEL LLAMADO DIVINO………………….22
a. Señales del llamado divino
b. Los llamados tienen respaldo divino en el ministerio
c. Cualidades de los llamados
IV. EL PROCESO DEL LLAMADO DIVINO……………….…26
a. La promesa del llamado
b. La aceptación del llamado divino
c. La rendición al método divino
d. Sin fe… Es imposible agradar a Dios
e. La disposición del ser humano cuenta en el llamado

Capítulo 2 - EL DISEÑO DEL PLAN DIVINO


I. UNA VISIÓN PARA CUMPLIR CON LA MISIÓN………..33
a. Una visión espiritual
b. Dios deposita su visión en los llamados al ministerio
c. Dios transforma la vida de quién recibe la visión
d. El impacto de la visión divina
II. LA OPOSICIÓN AL PLAN DIVINO………………………...39
a. La oposición a la visión divina
b. Confrontando la oposición externa
c. Confrontando la lucha interna
III. TESOROS EN VASOS DE BARRO…………………………44
a. Toda gloria le pertenece a Dios
b. Sometiendo el carácter a la voluntad divina
c. Los enemigos gratuitos

Capítulo 3 - ABRAHAM: “Fe sin límites”


I. LA FE EN EL LLAMADO DIVINO…………………………...49
a. Las promesas divinas se alcanzan por medio de la fe
b. La fe es probada durante el llamado
c. Hay que creer… Antes de ver

Capítulo 4 - MOISÉS: “El llamado divino tiene su tiempo”


I. DIOS CUMPLE SUS PROMESAS A SU TIEMPO…………55
a. Moisés renunció a las glorias de Egipto
b. Moisés en la escuela del desierto
c. Moisés responde al llamado divino

Capítulo 5 - JOSÉ: “Implicaciones del llamado divino”


I. LOS EFECTOS DE LA VISIÓN………………………………..61
3
“Como reconocer el llamado divino”

a. José “El soñador”


b. La visión produce persecución
c. Dios torna todo para bien de los que le aman
II. LA FE SOSTIENE LA VISION………………………………..67
a. José mantuvo firme su fe
b. Sueños que matan y dan vida

Capítulo 6 - DAVID: El proceso del llamado divino


I. EL LLAMADO DE SAÚL Y DAVID…………………………..71
a. Saúl y David fueron llamados por Dios
b. El legítimo llamado de Saúl
c. Señales del llamado ministerial de Saúl
d. Dios demanda obediencia durante el ministerio
e. La envidia y el celo ministerial
II. EL LLAMADO DE DAVID……………………………………78
a. El llamado divino y sus implicaciones
b. David fue escogido por Dios como rey de Israel
c. David fue ungido como rey
d. David fue perseguido por envidia
III. EL DESPRECIO A CAUSA DEL LLAMADO DIVINO…..85
a. Dependencia total de Dios
b. David se finge loco para salvar su vida
c. El proceso del perdón
d. La confianza en la justicia divina
e. Cómo enfrentar los enemigos gratuitos
IV. LA JUSTICIA DIVINA EN EL LLAMADO………………..94
a. La confianza en la justicia divina
b. Dios convierte el lamento en gozo
c. La paciente espera en Jehová
V. LA RESTAURACIÓN EN EL LLAMADO…………………..98
a. El perdón es la máxima expresión del amor
b. Integridad a toda prueba
c. Cuando el pecado toca a la puerta de los llamados
d. Siembra amor y cosecharás perdón

Capítulo 7 - JEREMÍAS: Llamados a ser testigos


I. SIN APARENTES RESULTADOS EN EL MINISTERIO…103
a. El llamado de Jeremías
b. Cumple tu llamado y déjale el resultado al Señor

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“EL LLAMADO AL MINISTERIO”

Capítulo 8 - JUAN EL BAUTISTA: El costo de la verdad


I. LA GRANDEZA DE JUAN EL BAUTISTA………………...107
a. El profeta más grande entre los hombres
b. Características de Juan el bautista y Elías
c. La grandeza de Juan el bautista
d. La integridad de Juan el bautista

Capítulo 9 - LA OBEDIENCIA AL LLAMADO DIVINO


I. LA OBEDIENCIA DURANTE EL LLAMADO………………113
a. Tres principios de obediencia al llamado divino
b. El ejemplo de la obediencia absoluta de Cristo
c. La obediencia al llamado divino es incondicional
d. El llamado divino tiene su tiempo

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“Como reconocer el llamado divino”

DEDICATORIA

Dedico este libro a todos los santos alrededor del mundo que han
abrazado incondicionalmente el llamado divino para servir en los
diferentes ministerios de la iglesia, aun por encima de sus
propios intereses.
A quienes han tenido que abandonar su familia para seguir el
llamado divino llevando el Evangelio a lejanas tierras, en sincero
servicio a Dios y amor al prójimo.
A los que sufren persecución por causa del Evangelio de
Jesucristo y han ofrendado sus vidas al servicio del reino de
Dios, sin importar las consecuencias, con tal de obedecer el
llamado divino.
A los que han entendido que servir a Dios es un privilegio,
no una carga. Jesús dijo a sus seguidores que se gozaran y
alegraran cuando sufrieran por causa de su santo Nombre, pues
el galardón es grande en el reino de los cielos (Mt. 5:11-12).

El llamado divino se forja en la adversidad;


como el precioso metal se fragua en el fuego.
Joel Perdomo

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“EL LLAMADO AL MINISTERIO”

PRÓLOGO

Hay circunstancias típicas que suelen rodear a quienes son


llamados a servir en los diferentes ministerios de la Iglesia. Los
hombres y mujeres de Dios llamados al servicio ministerial, por
lo general deben renunciar a sus propios anhelos para seguir la
voluntad divina.

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“Como reconocer el llamado divino”

El llamado divino, implica que Dios separa ciertas personas


para desarrollar una función ministerial, específica, dirigida a la
predicación del Evangelio y la extensión del reino de Dios en la
tierra.
La vida de los llamados al servicio en el reino de Dios, está
rodeada de experiencias aleccionadoras y retos que deben
enfrentar para lograr las promesas divinas.
Algunas de estas experiencias están plasmadas en los relatos
de los personajes bíblicos, que sirven como espejo para poderse
reflejar1 y encontrar respuestas del porque la fe de los llamados
al servicio ministerial, comúnmente es probada.
Jesús mismo enseñó esta verdad a todos sus seguidores
diciendoles: “Si alguno quiere venir en pos de mi, niéguese
asimismo, y tome su cruz y sígame’’ (Mt. 16:24).
Los personajes bíblicos inspiran con las grandes victorias
que lograron por creer, aceptar y obedecer el llamado divino,
abriéndose paso en medio de las dificultades de la vida y
soslayando los retos del camino por medio de la fe.
No es extraño que los llamados por Dios a realizar una obra
en el reino experimenten circunstancias difíciles, a veces este
suele ser el medio que Dios utiliza para mostrar su gloria. Si no
hay un obstáculo que vencer, tampoco habrá victorias que
celebrar. Alguien dijo que: “Dios no llama a los capacitados,
sino que capacita a los llamados”.
La Biblia muestra que Dios endureció el corazón de Faraón
para que Moisés pudiera ver la gloria de Dios (Ro. 9:17). Job,
hablando acerca del trato amoroso de Dios con sus hijos señala:
Dios hace la llaga y Él la cura (Job, 5:18).
Dios permite las dificultades, pero también provee la salida
para poder vencer. El torna todas las cosas para el bien de los
que le aman. En especial de los que conforme a su propósito han
sido llamados (Ro. 8:28).
Si alguien es capaz de creerle a Dios en cualquier
circunstancia, Él no tardará en honrar su fe. Los retos que Dios le
hace a los seres humanos implican dar grandes pasos de fe. Dios

1
Vide., Romanos 15:4
8
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”

primero muestra la maqueta de sus planes para que los resultados


sean patentes por medio de la fe.
A Dios nada le toma por sorpresa. Toda obra que llama a
hacer está ya realizada, antes de que se lleve a cabo. Dios llama
las cosas que no son como si fuesen: “Él cual da vida a los
muertos, y llama las cosas que no son, como si fuesen” (Ro.
4:17b). No obstante, Dios obra por medio de la fe de sus hijos
para llevarla a cabo. Si bien, Dios es quien llama al servicio
ministerial, se requiere la disposición, fe y obediencia del ser
humano en respuesta al llamado divino.

Joel Perdomo

INTRODUCCIÓN

Dios es soberano en sus propósitos, pero no obliga a sus criaturas


a servirle, Él respeta la decisión de sus criaturas. Aun después de
la rebelión de la primera pareja, Dios sigue llamando al ser
humano a que le sirva voluntariamente. La Biblia muestra que
los seres creados por Dios gozan de libre albedrío. Aun las
personas que Dios llama al servicio ministerial lo hacen
voluntariamente en respuesta al llamado divino.
La rebelión de Satanás y los demás ángeles en el cielo
muestra que los seres creados por Dios gozan de libre voluntad,
de otra manera no se habrían rebelado (Ap. 12:7). El libre
albedrío para elegir se nota también en la primera pareja, a
quienes Dios les dio la capacidad de poder elegir entre el bien y
el mal (Gn. 2:16-17). Dios quiere una obediencia voluntaria y no
puede existir verdadera obediencia, si no existe la opción a
desobedecer.
En cuanto al servicio ministerial es igual, Dios no obliga a
sus hijos a que le sirvan en el ministerio, les da la oportunidad de
elegir. Dios como creador conoce a cada ser humano y prepara

9
“Como reconocer el llamado divino”

de antemano un plan para que sus hijos le sirvan, pero al final


cada cual decide lo que hará.
La Biblia señala que Dios llamó a Noé en medio de su
generación para que fuese su testigo fiel y advirtiera a la
humanidad del diluvio universal a causa del pecado (Gn. 6, 8).
Dios les dio oportunidad de arrepentirse de sus pecados a toda
esa generación, pero solo Noé y su familia fueron librados por su
obediencia a Dios.
Dios llamó a Abram siendo un pagano para que le sirviera.
El obedeció la voz divina sin titubeos (Gn. 12) y Dios cumplió
su promesa de hacer de él una gran nación.
Dios llamó a Moisés, audiblemente para liberar al pueblo judío,
cuando vivían bajo esclavitud en la tierra de Egipto y los liberó
con grandes señales de su poder (Éx. 3). Dios unge con su poder
a los que obedecen el llamado al servicio ministerial a fin de que
cumplan su misión.
Dios escogió a Aarón y su familia para el sacerdocio a fin de
ministrar en el culto del templo judío (Éx. 28:1, 43). Dios eligió
jueces en Israel, entre otros: Jefté (Jue. 6:12-14); Sansón (Jue.
13); Samuel (1 S. 3).
Dios escogió a los reyes que debían gobernar a Israel, entre
ellos: David (1 S. 16:12-13) y Saúl (1 S. 9:17). Sería
interminable la lista si se menciona las personas que Dios llamó
al servicio divino, incluyendo a todos los profetas.
Es indudable que Dios es quien llama al servicio ministerial
y espera una respuesta del ser humano.
Desde la perspectiva bíblica, Dios es quien escoge y llama al
servicio ministerial. Las personas solo se disponen a obedecer el
llamado divino. El cristiano debe tener consciencia de su propio
llamado al servicio ministerial, esto le producirá gozo y
seguridad en lo que emprenda.
Las vivencias de los personajes bíblicos que fueron llamados
al servicio ministerial son una fuente de ricas experiencias que
sirven hoy para entender mejor el llamado divino. También
ayuda a evitar los errores que otros cometieron en el pasado, si
se aprende de ellos.

10
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”

El llamado divino se obedece por la fe y se desarrolla dentro


de un proceso del que surgen muchas preguntas. Este libro está
dirigido a dar luz, para entender el llamado a servir en cualquier
ministerio de la Iglesia.

Capítulo 1

EL LLAMADO DIVINO
____________________________________________________

I. LLAMADOS A PROCLAMAR EL EVANGELIO

a.Dios anhela restablecer su comunión con la humanidad


La Biblia muestra que, en el principio, el ser humano gozaba de
perfecta armonía con Dios (Gn. 2:15-17), pero esta fue afectada
por la desobediencia humana.
Después del pecado de la primera pareja, Dios se ha
manifestado en diferentes maneras en su afán de restablecer su
comunión y revelar su gran amor a la humanidad. El escritor de
la carta a los Hebreos explica:
“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas
maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en
estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien
constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el
universo” (Hb. 1:1-2).
Dios escogió personas en diferentes épocas para ser portadores
de su mensaje de amor y deseo de comunión con la humanidad,
como Enoc, Noé, Abraham, Moisés y otros profetas. Luego, el
pueblo de Israel fue llamado por Dios para ser luz a las naciones,
pero fracasó en su misión (Éx. 19:5-6). Finalmente, Dios en su
amor infinito envió su Hijo amado Jesús a la tierra, a fin redimir
a la humanidad del pecado y de la muerte. Pero el conflicto de la
relación Dios-hombre no se remite solo al pecado de Adán y
Eva. El problema es de carácter individual, debido a la falta de
voluntad humana para ajustarse al carácter y a la voluntad
divina. Después de la caída, el ser humano está inclinado al mal
11
“Como reconocer el llamado divino”

y es Dios quien se acerca para revelar su mensaje de amor. Dios


es quien toma la iniciativa de salvar la humanidad.

b. Llamados a predicar el Evangelio de Jesucristo


Dios ha comunicado su voluntad a la humanidad por medio del
mensaje del santo Evangelio de Jesús y espera una respuesta de
cada individuo. Pero el reto de predicar el Evangelio al mundo o
servir en algún ministerio de la Iglesia es dado a los hijos de
Dios y es preciso que cada uno cumpla con su llamado. Ni a los
ángeles se les dio el privilegio de predicar el Evangelio (1 P.
1:12).
El profeta Isaías proclama la urgencia divina de llevar las
buenas nuevas de salvación, siendo imprescindible que alguien
acepte el reto de predicar el Evangelio. Pablo lo explica de la
siguiente manera:
¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído?
¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo
oirán sin haber quien les predique? ¿Y cómo predicarán si
no fueren enviados? Como está escrito: !Cuán hermosos son
los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian
buenas nuevas! (Ro. 10:14-15).
Los elegidos al servicio del ministerio deben responder el
llamado divino para que el mensaje sea predicado al mundo.

c. Llamados al servicio del ministerio divino


Jesús ascendió al cielo ante la vista de sus discípulos, pero antes
estableció diferentes ministerios en la Iglesia, con el objetivo de
darle un ordenamiento, con el propósito de capacitar a los
cristianos para la obra del ministerio, y que de manera ordenada
sean más efectivos en su labor evangelizadora en la tierra. Aquí
algunos de los ministerios relacionados a proclamar la Palabra de
Dios:
“Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas;
a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de
perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para
la edificación del cuerpo de Cristo” (Ef. 4:11-12).

12
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”

Si bien estos ministerios son los principales con relación a la


predicación del Evangelio, los ministerios de la Iglesia no se
remiten a estos cinco ministerios de la Palabra. Hay diversidad
de ministerios que Jesús le ha delegado a su Iglesia en la tierra
para que como un cuerpo ordenado pueda ser efectiva en su
misión evangelizadora:
”De manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia
que nos es dada, si el de profecía, úsese conforme a la
medida de la fe; o si de servicio, en servir; o el que enseña,
en la enseñanza; el que exhorta, en la exhortación; el que
reparte, con liberalidad; el que preside, con solicitud; el
que hace misericordia, con alegría” (Ro. 12:6-8).
En esta lista de dones los ministerios son sinónimos, haciendo
notar la diversidad en el servicio del ministerio, pero enfatizando
más la unidad por encima de la individualidad o importancia de
cada ministerio.
La iglesia es un solo cuerpo, pero cada ministerio tiene su
propia función y son asignados a cada persona por Dios, según
su voluntad, como a Él le place: ”Pero todas estas cosas las
hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en
particular como él quiere” (1 Co. 12:11).
En el Antiguo y Nuevo Testamento los ministerios son
asignados por Dios. Nadie sirve en el ministerio por antojo
personal, es un privilegio que procede de Dios.
II. LAS FASES DEL LLAMADO DIVINO

a. Dios es quien llama al servicio ministerial


Dios es todopoderoso y tiene ejércitos de ángeles a su
disposición (Sal. 103:20); pero, le dio a seres humanos el
privilegio de predicar su Palabra (1 P. 1:12). Dios llama,
capacita y envía individuos para realizar su obra en la tierra.
La Biblia muestra que Dios hace partícipe a sus hijos en su
misión de comunicar su mensaje a la humanidad (Ro. 10:15).
Dios elige personas de acuerdo a su voluntad para que cumplan
una misión específica relacionada a su reino. Dios llamó a
Abraham, Moisés, Noé, Samuel y otros con el fin de comunicar
su voluntad a la humanidad. Un ejemplo bíblico en la era de la

13
“Como reconocer el llamado divino”

Iglesia, son los apóstoles, que fueron escogidos por Jesús para el
servicio del Evangelio:
”Después subió al monte, y llamó a sí a los que él quiso; y
vinieron a él. Y estableció a doce, para que estuviesen con
él, y para enviarlos a predicar, y que tuviesen autoridad
para sanar enfermedades y para echar fuera demonios”
(Mr. 3:13-15).
Cuando Dios llama, el ser humano escucha y entiende sin duda
el llamado. Dios en su soberanía elige a quien Él quiere, para
servir en algún ministerio del reino. Aunque la forma en que
Dios llame sea diferente en cada caso, hay algo que no cambia,
siempre es Dios quien llama al servicio del ministerio. De alguna
manera, quien es llamado al servicio divino entenderá
claramente que Dios le escogió para realizar una labor específica
en el reino.
No se debe tomar un ministerio divino por voluntad propia.
Aunque la disposición humana es compulsoria para cumplir los
propósitos divinos, es Dios quien decide a quien elige, pues solo
Él conoce el corazón del ser humano.
Aunque Dios utiliza medios humanos para hacer efectivos
sus planes, como sus autoridades delegadas, asambleas, etc., al
final, el verdadero llamado al servicio ministerial depende
exclusivamente de Dios, no de los hombres. Dios honrará la fe
de los que, siendo legítimamente llamados, obedezcan su voz.
Los llamados no se pueden estereotipar. Dios puede llamar a
alguien a través de un rayo, pero no se debe esperar que en cada
llamado divino caiga un rayo.
Dios llama de diversas maneras al ministerio, a veces
directamente, a través de las circunstancias, etc. Lo importante es
tener seguridad de haber sido llamados por Dios a fin de evitar
un juicio (Jr. 48:102). El servicio ministerial no es una profesión
o una vocación personal, se desarrolla bajo una elección divina.

2
La Nueva Biblia Latinoamericana de Hoy, traduce:
“Maldito el que hace la obra del SEÑOR con engaño” (Jr. 48: 10a).
Vide, Nm. 16.
14
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”

Todo cristiano es llamado a servir en la obra de reino de


Dios; pero, los ministros llamados al servicio completo del
Evangelio son escogidos directamente por Dios.
Todo ministro llamado al servicio divino tendrá como
denominador común, el respaldo de Dios en lo que emprende.
Dios prosperará la visión de un ministro llamado legítimamente
al ministerio. No implica que deba ser inmediatamente. La
misión que Dios le asigna a sus ministros puede tomar tiempo,
pero, al final habrá resultados de dicha labor, no conforme al
deseo personal; sino de acuerdo al plan de Dios. El resultado
incluso, puede ser póstumo, si es legítimamente llamado por
Dios.
b. El ser humano puede aceptar o rechazar el llamado
Dios es soberano y puede hacer conforme a su voluntad con sus
criaturas. No obstante, Dios respeta el libre albedrio humano y
en su efecto diseña un plan para cada individuo, a fin de que
responda a su llamado.
La disposición del ser humano es tomada en cuenta por Dios
en sus planes, Dios respeta la decisión final de quien es llamado
al ministerio. Si Dios no obliga a sus criaturas a obedecerle,
menos podrá servir en el ministerio alguien que no haya sido
llamado. Desde la perspectiva divina el llamado divino es
irrevocable: “Porque irrevocables son los dones y el
llamamiento” (Ro. 11:29).
Dios no puede retractarse, pero de parte del ser humano el
llamado al servicio divino puede ser rechazado. El verso anterior
enfatiza la firmeza de los favores de Dios. Él no se retracta de su
elección y del llamado que ha dispuesto para un individuo. Él no
puede negarse a sí mismo:
“Si fuéremos infieles, Él permanece fiel;
Él no puede negarse a sí mismo” (2 Ti. 2:13).
No implica que, si Dios llama a alguien a realizar una obra,
como sea lo hará, sin importar su decisión. El llamado es
irrevocable porque Dios es soberano y no cambia, pero el ser
humano cambia y puede rechazar el llamado.
El verso anterior señala que, aunque fuésemos infieles, Dios
permanece fiel. Implica que el ser humano falla, pero Dios no. Si
la respuesta del ser humano es favorable Dios cumplirá sus

15
“Como reconocer el llamado divino”

promesas, pero si se resiste al llamado, Dios no está obligado a


bendecirle. Dios honrará a los que no le honren, pero los que
le desprecian serán tenidos en poco (1 S. 2:30).
Hay casos bíblicos en los que Dios ha usado medios para que
personas cumplan con su voluntad, cuando estos han estado
indecisos, pero Dios les ha obligado.
Jeremías fue seducido por el gran amor de Dios a continuar
su ministerio en un momento de decepción a causa de la rebeldía
del pueblo de Israel (Jr. 20:7-18). También sintió que era un
hombre que no tenía la capacidad de hablar de parte de Dios (Jr.
1: 4-10).
Moisés se sintió igualmente impotente y con miedo ante el
enorme reto de su llamado y Dios le ayudó, pero no rehusó a
cumplir su llamado (Éx. 4:10-17).
En un extremo peligroso están los que se dejan engañar por
el pecado. Estos piensan que si están destinados para un
ministerio o para salvación, Dios lo hará como sea; sin importar
su decisión o respuesta al llamado divino.
Ese grave error ha conducido a muchos a la herejía, pues
todas las promesas de Dios están sujetas a la obediencia
voluntaria del ser humano. De lo contrario, ni el sacrificio de
Cristo, ni la predicación del Evangelio tendrían sentido.
Si Dios obligara al ser humano a obedecerle, en vano se
predicaría un arrepentimiento para perdón de los pecados. Dios
simplemente obligaría a toda la humanidad a servirle. Pero no es
así, Dios respeta la decisión de cada persona.

c. Un llamado genuino puede pervertirse en el proceso


Hay llamados genuinos al ministerio que con el paso del tiempo
pueden ceder a la tentación y torcer la verdad de Dios. Esto
puede conducir a distintas herejías.
En la Biblia se encuentra el clásico ejemplo del sacerdote Elí
(descendiente de Aarón). A su familia Dios se le había
prometido el sacerdocio levítico para siempre (Éx. 29:7-9), pero
Dios se lo quitó por su desobediencia y lo cedió a otra familia
levita, a pesar de la promesa:

16
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”

“Por tanto, Jehová el Dios de Israel dice: Yo había dicho


que tu casa y la casa de tu padre andarían delante de mí
perpetuamente; mas ahora ha dicho Jehová: Nunca yo tal
haga, porque yo honraré a los que me honran, y los que me
desprecian serán tenidos en poco” (1 S. 2:30).
No existe contradicción alguna en el carácter de Dios. Él es
inmutable. En ninguna parte de la Biblia (referente al
sacerdocio) Dios prometió que respaldaría a los sacerdotes en
sus ministerios, aunque fueran pecadores. Al contrario, el pacto
que Dios hizo con los sacerdotes era explícito acerca de la vida
de santidad y separación para el ministerio que debían guardar
(Éx. 28:36-38).
La promesa de un sacerdocio eterno hecha a Aarón y sus
descendientes estaba sujeta a la obediencia del llamado santo.
Ninguna persona que sea llamada por Dios puede separarse de su
carácter santo y justo y a la vez pretender mantener la promesa.
Dios no es participe del pecado.
Elí y sus hijos fueron desechados del sacerdocio porque
quebrantaron el pacto divino. Los hijos de Elí se entregaron a
una vida de pecado y su padre lo consintió. No puede haber nada
más herético que pensar que Dios, que es santo, deba cumplir sus
promesas e incluso salvar a alguien que se desvía de la Verdad.
Quien piense así, debe arrepentirse antes que sea demasiado
tarde.
Alguien legítimamente llamado al ministerio puede pervertir
su llamado y conformarse voluntariamente al pecado, con la
excusa de que Dios es amor. Pero si no hay arrepentimiento
verdadero, el pecado posteriormente saldrá a la luz causando
mayores pérdidas (1 Ti. 5:24-25).
La Biblia relata el caso de Saúl y David, ambos fueron
llamados legítimamente por Dios (1 S. 9:16, 10:1 y 2 S. 12), pero
cada uno eligió su destino final. Mientras David se tornó a Dios
cuando pecó (2 S. 12); Saúl decidió permanecer en su pecado,
resultando en un final fatal (1 S. 31:2-4). Saúl y David habían
sido llamados legítimamente por Dios, ungidos con el mismo
aceite santo por el mismo profeta de Dios; pero sus caminos
fueron distintos por sus decisiones personales con relación a la
voluntad de Dios.

17
“Como reconocer el llamado divino”

Implica que un llamado legítimo puede ser pervertido


durante su proceso de desarrollo y se pueden perder las
bendiciones divinas.
Un líder que pervierte su ministerio puede fácilmente
arrastrar muchos seguidores con sus herejías, pues al principio se
ven muestras del respaldo divino y cuando pervierten sus
ministerios es difícil que sus seguidores logren entender la nueva
realidad que les embarga.
No obstante a los fracasos, se debe señalar que el
arrepentimiento genuino conduce a la plena restauración
ministerial. Dios da tiempo para el arrepentimiento aun a sus
ministros, porque su amor es inmensurable.

III. EVIDENCIAS DEL LLAMADO DIVINO

a. Señales del llamado divino


Hay señales que suceden alrededor de la vida de los llamados al
servicio divino que les confirma su legítimo llamado, aparte de
la prosperidad de su labor.
Aun antes que Dios le diera la promesa a David de que sería
rey, ya se manifestaba el poder Dios en su vida de forma
sobrenatural para enfrentar sus enemigos (1 S. 17:34-37).
Cuando Moisés fue llamado por Dios experimentó algo
sobrenatural al ver ante él, una zarza que ardía y no se consumía
(Éx. 3:2). Dios convirtió la vara de pastor de Moisés en una
culebra y su mano se tornó leprosa, para luego ser sanada como
señal del poder de Dios (Éx. 4). Dios inspiró la fe de Moisés con
estas señales, antes de comenzar su ministerio.

18
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”

La misión de Moisés fue monumental y aunque no todos los


llamados al servicio ministerial pueden esperar que Dios actúe
en el mismo nivel de los personajes bíblicos u otros ministros, lo
importante es estar convencido de haber sido llamado por Dios al
servicio divino.
Los llamados no deben estereotiparse, cada uno es distinto
del otro, pero Dios, en su sabiduría infinita y multiformes medios
se lo hará entender a quienes son llamados al servicio del
ministerio3.
Hay un principio que no cambia en la Biblia, a saber: Dios es
quien separa para el ministerio. Dios toma la iniciativa en el
llamado y espera una respuesta.
b. Los llamados tienen respaldo divino en el ministerio
Al aseverar que todo ministro debe tener un llamado legítimo al
servicio ministerial, implica que se pueden tomar posiciones
ministeriales que no corresponden o que no hayan sido asignadas
por Dios. Esta es una de las razones más importantes de entender
el llamado divino.
Son innumerables los casos bíblicos de personas que trataron
de usurpar ministerios que no les correspondían y fracasaron o
fueron puestos bajo el juicio de Dios.
Saúl en un momento de desesperación ofreció sacrificios a
Dios que no le eran permitidos hacer y eso le costó que su reino
fuera de poca duración, aun siendo llamado legítimamente por
Dios y confirmado por el profeta Samuel en su cargo (1 S. 13).
Otros personajes bíblicos recibieron juicios inmediatos por
usurpar ministerios que no les correspondían. Tal es el caso de
Coré y un séquito de personas que se levantaron contra Moisés e
hicieron sacrificios que no les correspondían, sino a los
sacerdotes levitas. Dios les consumió con fuego del cielo por su
rebelión (Nm. 16).
En el Nuevo Testamento se menciona a los hijos de Esceva,
quienes pretendieron echar fuera demonios como hacía Pablo
(sin vivir en santidad), pero los demonios no obedecieron y
3
Este llamado se refiere especialmente al servicio en los
diferentes ministerios y no a la predicación del Evangelio,
puesto que todo cristiano es llamado a ser un testigo de Cristo.
19
“Como reconocer el llamado divino”

fueron agredidos y avergonzados por usurpar una autoridad que


no les había sido conferida (Hch. 19:13-16). Hay personas que
por diversas razones o intereses personales se autodenominan
con un título ministerial, sin haber sido llamados legítimamente.
Dios no respalda a quienes no hayan recibido llamado al
ministerio.4 No significa que los llamados al servicio ministerial
no pasarán dificultades, pueden ser las mismas circunstancias de
cualquier ser humano. La diferencia será que al final, Dios le
dará la victoria a los llamados que luchen con paciencia y
mantengan firme su fe.

c. Cualidades de los llamados


Dios separa a sus ministros, sin importar su preparación
académica, posición social u otras cualidades individuales que a
la vista humana pudieran ser dignas de reputación. Dios conoce
el corazón de todo ser humano y el llamado al servicio divino
esta ajeno a los atributos que humanamente puedan contar. Dios
llama al servicio del ministerio a quien Él quiere, basado en su
omnisciencia (Él lo sabe todo).
David no llenaba los requisitos básicos de un guerrero para
pelear contra el gigante Goliat, ni siquiera podía manejar
correctamente las armas de guerra (1 S. 17:38-39). Inicialmente,
Saúl menospreció a David por su juventud y poca experiencia en
la guerra; pero David fue el único israelita que pudo derrotar al
gigante, porque su confianza estaba puesta en Dios, no en sus
propias fuerzas (1 S. 17:33). Desde la perspectiva humana,
David no estaba apto para gobernar Israel, pero para Dios era el
elegido.
Cuando Dios llamó al profeta Samuel para ungir al sucesor
del rey Saúl en el reino de Israel, le dirigió a la familia de Isaí.
Este hombre hizo desfilar delante del profeta siete de sus hijos y
Samuel fijó su mirada en Eliab, quien poseía unas condiciones

4
Aquí no se trata del servicio en general o la evangelización
a lo que todo cristiano ha sido llamado. Más bien, se trata de
ministrar en algún ministerio específico del reino.
20
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”

físicas típicas de un guerrero, pero Jehová le respondió al


profeta:
“Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a
lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque
Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre
mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el
corazón” (1 S. 16:7).
Los seres humanos se forman criterios por la impresión que les
causan los demás, pero Dios conoce el corazón de todo ser
humano y no se deja impresionar. Después que desfilaron los
siete hijos de Isaí, ninguno fue elegido por Dios. El profeta
preguntó si eran todos sus hijos e Isaí se acordó que su hijo
menor no había sido presentado al profeta. Era el más
insignificante de todos como candidato y estaba ausente porque
cuidaba las ovejas de su padre.
Nadie, ni aun el padre de David creía en su capacidad, pues no le
tomaron en cuenta, ni mencionaron su ausencia mientras se
elegía al escogido de Dios. David, pero cuando fue traído ante el
profeta Samuel, Dios le dijo:
“Levántate y úngelo, porque éste es” (1 S. 16:12b).
Dios no buscaba alguien con grandes atributos físicos que se
agenciara la gloria de las victorias que Él le daría a Israel, sino
alguien que reconociera la gloria de su poder.
David supo reconocer que Dios era su fuerza y de sus
debilidades aprendió a depender de Dios. No es que Dios busca
la gente más débil para que le sirvan, pero Dios juzga de manera
diferente a los seres humanos, porque Él conoce el corazón.
Jesús exhortó a los judíos, a no juzgar por apariencias (Jn. 7:24).
Los juicios basados en los propios significantes pueden ser
errados. El llamado al ministerio debe nacer primero en el
corazón de Dios y después debe ser confirmado por el ser
humano.
IV. EL PROCESO DEL LLAMADO DIVINO

a. La promesa del llamado


Dios elige y llama a una persona para que realice una obra
específica en su reino (visión) que usualmente va acompañada de
una promesa divina. En la Biblia se encuentran varios casos

21
“Como reconocer el llamado divino”

similares. Al llamado de Abraham se le unió una promesa de


bendición:
“Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de
tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te
mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y
engrandeceré tu nombre, y serás bendición” (Gn. 12:1-2).
Dios le dio promesa a Moisés, de sacar a Israel de la esclavitud
de Egipto y antes le mostró lo que sucedería:
“Ven, por tanto, ahora, y te enviaré a Faraón, para que
saques de Egipto a mi pueblo, los hijos de Israel. Y él
respondió: Ve, porque yo estaré contigo; y esto te será por
señal de que yo te he enviado: cuando hayas sacado de
Egipto al pueblo, serviréis a Dios sobre este monte” (Éx. 3:
10-12).
En el nuevo pacto Dios llamó a Saulo y a Bernabé para un
ministerio específico por medio del Espíritu Santo:
“Ministrando éstos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu
Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que
los he llamado” (Hch. 13: 2).
Es evidente en la Biblia que el llamado al ministerio va
acompañado de ciertas promesas divinas relacionadas al tipo de
ministerio o labor de cada persona en el reino.
Aunque el llamado y los dones divinos son irrevocables para
quien lo recibe: Porque irrevocables son los dones y el
llamamiento de Dios (Ro. 11:29), la promesa del llamado solo
será el puntal de fe para alcanzarla.
Para que un ministerio logre consolidar y realizar su ministerio
debe mantener la fe hasta el final, sin importar si se entiende o
no la forma en que Dios lo llevará a cabo.
El cumplimiento de la palabra verdadera de Dios con
relación al ministerio solo puede ser impedido por la persona que
ha sido llamada, si no obedece hasta el final. Aunque haya un
llamado legítimo, su cumplimiento está sujeto a la fe y
obediencia de quien ha sido llamado al ministerio. Eso implica
que un llamado legítimo, se puede menospreciar. En tal caso,
Dios siempre cumple sus propósitos utilizando a otra persona.

22
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”

b. La aceptación del llamado divino


De la experiencia del llamado del profeta Isaías, se pueden
extraer importantes principios relacionados al servicio divino (Is.
6). Isaías, fue trasladado a un escenario espiritual donde Dios le
hizo tener una experiencia sobrenatural. Isaías se humilló en la
presencia de Dios, reconociendo que era indigno de estar en
aquel lugar.
A pesar de ser trasladado a esta experiencia espiritual donde
pudo contemplar la gloria de Dios, Isaías no fue obligado de
inmediato a llevar el mensaje divino, aunque Dios lo llevó hasta
allí con ese propósito. Luego que Dios le santificara para estar en
su presencia, Isaías escuchó la voz audible del Señor que lanzaba
una pregunta al aire:
“¿A quién enviaré, y quién irá por Nosotros?” (Is. 6: 8a).
Dios lanzó una pregunta a quien la escuchara, aunque la alusión
era directa para Isaías. El respeto de Dios por el ser humano se
nota en esta experiencia. Dios prefirió que su pregunta quedara
abierta a la respuesta de algún candidato valiente y esperó que
Isaías respondiera, en vez de darle una orden.
Dios quería comunicar un mensaje a su pueblo y necesitaba
un mensajero. Aunque Dios mismo había preparado de antemano
aquel escenario y conocía la disposición del corazón de Isaías,
prefirió auscultar su corazón a través de este llamado. Al
escuchar el llamado divino, prontamente Isaías respondió:
“Heme aquí, envíame a mí” (Is. 6:8b).
Dios le permitió a Isaías elegir entre obedecer o negarse. Todo
servicio a Dios es voluntario, aunque el señale a alguien para
servirle, esperará una respuesta.
El llamado al ministerio se puede rechazar y esa
desobediencia puede causar consecuencias y pérdidas en quien lo
desprecia, aunque Dios siempre llevará a cabo sus planes con
otras personas que se dispongan y acepten el reto. En los planes
divinos nadie es especialmente indispensable. Dios solo cuenta
con los que se rinden voluntariamente a su servicio.
Dios puede tener un trato fuerte con aquellas personas que
resisten su llamado, pero sólo llevará al extremo de la obediencia
a los que en verdad lo desean en su corazón, pero no encuentran
las fuerzas para renunciar a lo que les impide obedecer. Para que

23
“Como reconocer el llamado divino”

el llamado divino sea consumado, es necesario que el ser


humano acepte y obedezca el plan divino, después de ser
llamado.

c. La rendición al método divino


Todo llamado divino a cualquier ministerio tiene sus propias
características e implicaciones particulares. La aceptación del
llamado divino es el primer paso hacia el pleno ministerio, pero a
veces, el método para conquistar las promesas divinas suelen ser
el más grande escollo que los llamados deben librar.
El llamado divino es incondicional, no depende de las
circunstancias y Dios llama a un rendimiento total a su voluntad
en el momento que Él lo pide:
“Y llamando a la gente y a los discípulos les dijo: Si alguno
quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su
cruz y sígame” (Mr. 8:34).
Jesús mandó a sus seguidores a negarse a sus propios deseos,
para seguir su voluntad y que le dieran prioridad a lo eterno, con
relación a lo temporal (Mt. 8:19-22).
Hay quien se queda en esta primera etapa. Aceptan el
llamado divino, pero no les agrada el método que Dios elige para
llevar a cabo su voluntad. Usualmente se tiene una idea
preconcebida de cómo Dios podría llevar a cabo su plan, pero los
modelos humanos pueden ser totalmente distintos y contrarios al
designio divino. Esto puede producir grandes frustraciones por
no entender el plan divino. Aunque la voluntad de Dios implique
pasar por ciertas dificultades; posteriormente se convertirán en
grandes victorias, a través de la fe. El método divino siempre
será el mejor.
La Biblia señala que las pruebas no causan gozo, sino
tristeza. Pero después se tornan en grandes lecciones que
servirán de edificación para la vida de los hijos de Dios (Hb.
12:11). Aunque el método divino sea diferente al que se tenga en
mente, sin duda será el más conveniente, confiable y seguro.
Dios es sabio y sus pensamientos son más elevados y profundos
que los humanos, porque Él conoce el futuro (Is. 55:8-9).

24
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”

d. Sin fe… Es imposible agradar a Dios


Hay principios divinos que rigen el reino de Dios que son
inherentes al carácter y la naturaleza divina, que determinan su
voluntad. La Biblia es clara en señalar que sin fe es imposible
agradar a Dios (Hb. 11:6). Eso implica que nadie puede
agradarle, sino es por medio de la fe. Dios mismo provee la fe
que necesitan sus hijos por medio de sus promesas en la Biblia.
Los llamados divinos siempre van acompañados de ciertas
promesas, como el caso de Abraham: “Y haré de ti una gran
nación”. A veces con ciertas advertencias: “Vete de tu tierra”
(Gn. 12:1-3). En ocasiones específicas con señales evidentes de
su poder (Éx. 4) o con autoridad delegada para actuar en Su
nombre (Mt. 10:8).
Dios presenta su plan al ser humano y espera que se ejecute
por medio de la fe. Abraham salió de su lugar de origen en
obediencia a Dios, sin saber a dónde iba.
Dios comienza su obra desde el final. En su presciencia, ya
vio todo realizado y luego llama a una persona para que realice
esa obra que físicamente no se ve:
“El cual da vida a los muertos, y llama las cosas que no
son, como si fuesen” (Ro. 4:17).
Dios, como arquitecto de la historia humana, primero presenta la
maqueta de sus planes y para ver la obra original realizada, hay
que creerle y actuar por la fe.
La fe deviene en obediencia. No se puede profesar creerle a
Dios, sin obedecerle. Abraham debió marcharse de su tierra
hacia un lugar desconocido en absoluta obediencia a Dios, y sin
saber específicamente a donde iba o lo que le esperaba. La fe fue
evidenciada por medio de su obediencia.
e. La disposición del ser humano cuenta en el llamado
La voluntad humana es respetada por Dios. La disposición de
cada individuo cuenta en el llamado divino.
Cuando Pablo tuvo su encuentro personal con Jesucristo y
escuchó su voz en la ruta hacia Damasco, sus primeras palabras
fueron de sumisión a su voluntad:
“El, temblando y temeroso, dijo:
Señor, ¿qué quieres que yo haga?” (Hch. 9:6).

25
“Como reconocer el llamado divino”

Pablo, convencido de que Jesús le había hablado, se rindió


inmediatamente para hacer su voluntad y le preguntó al Señor
qué debía hacer, en una actitud de obediencia al llamado de Jesús
y de renuncia a sus planes personales.
Jesús narró en una parábola, como la disposición del ser
humano a aceptar su voluntad influye en el servicio ministerial.
Comparando el reino de los cielos a un hombre que necesitaba
trabajadores para sus labores:
“Porque el reino de los cielos es semejante a un hombre,
padre de familia, que salió por la mañana a contratar
obreros para su viña. Y habiendo convenido con los
obreros en un denario al día, los envió a su viña. Saliendo
cerca de la hora tercera del día, vio a otros que estaban en
la plaza desocupados; y les dijo: Id también vosotros a mi
viña, y os daré lo que sea justo. Y ellos fueron. Salió otra
vez cerca de las horas sexta y novena, e hizo lo mismo. Y
saliendo cerca de la hora undécima, halló a otros que
estaban desocupados; y les dijo: ¿Por qué estáis aquí todo
el día desocupados? Le dijeron: Porque nadie nos ha
contratado. Él les dijo: Id también vosotros a la viña, y
recibiréis lo que sea justo” (Mt. 20: 1-7).
Este hombre de la historia fue al lugar donde los obreros estaban
esperando ser contratados para trabajar. Es el dueño de la viña
quien toma la iniciativa, porque tiene necesidad de trabajadores,
pero los obreros también estaban dispuestos a ser contratados,
por eso estaban en la plaza esperando una oportunidad.
Nadie que no estuviera dispuesto a trabajar estaría esperando
ser contratado. Dios es quien llama, pero la disposición humana
cuenta en la consumación del llamado. Dios no hace nada en
contra de la voluntad humana. Aunque puede usar la corrección
con sus hijos para que le obedezcan, cuando resisten el llamado,
no les obliga (Job 5:17-18; Pr. 3:11-12; Hb. 12:5-6).
La expresión: “Porque nadie nos ha contratado” explica
que los obreros en mención estaban dispuestos a trabajar, pero
nadie les había contratado. Lo mismo sucede en la viña del
Señor, Él está buscando obreros, dispuestos a servir en su reino
(Mt. 9:37-38).
26
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”

No se debe usar la excusa de no haber sido llamados por


Dios para no trabajar en su reino. No todos los cristianos son
llamados al pleno ministerio, pero todo discípulo de Jesús debe
ser un testigo, en fe, conducta y palabra. No se deben mal
interpretar estos dos conceptos.
Hay quienes enseñan como regla general que Dios solo
llama gente ocupada en lo secular, pero en el caso anterior los
llamados estaban desocupados, porque no había empleo y Jesús
les contrató para que le sirvieran.

Capítulo 2

EL DISEÑO DEL PLAN DIVINO


____________________________________________________

I. UNA VISIÓN PARA CUMPLIR CON LA MISIÓN

a. Una visión espiritual


Toda persona llamada por Dios a realizar una obra en su reino,
recibe una visión acerca de lo que debe hacer. Esta visión no se
refiere a un éxtasis. En realidad, es un proyecto del plan que
Dios anticipadamente, ha preparado para que se realice. A veces
Dios lo pone en el corazón (Fil. 2:13).
Dios llama al ministerio con un propósito específico y es
determinante conocerlo; de otra manera, será difícil tener éxito
ministerial. Este plan divino puede ser revelado antes o durante
el llamado; pero se debe orar diariamente para que Dios devele
la forma de ejecutarlo.
No se conocerán en su totalidad los detalles e implicaciones
de los proyectos divinos, pero se debe pedir sabiduría a Dios
para entender y obedecer sus directrices paso a paso sin
objeción, aunque no se entienda porque suceden todas las cosas
que Dios permita en el camino y las que escapan a nuestro
entendimiento. Dios obra por medio de la fe de sus hijos y
27
“Como reconocer el llamado divino”

cumple a su manera lo que promete, si se le cree y obedece hasta


el final.
Para que una visión sea efectiva debe proceder primero del
corazón de Dios. Los planes puramente humanos, por bien
intencionados que sean, no producirán los resultados deseados.
En cambio, una persona que ha sido genuinamente llamada por
Dios verá el resultado de su servicio, porque trabaja a base de la
visión que Dios ha puesto en su corazón, no de sí mismo.
Cuando Dios llamó a Zorobabel a hacer la obra monumental
de restaurar la ciudad destruida de Jerusalén, le dio una palabra
que hace eco a través de los siglos, para toda persona llamada al
servicio divino:
“Entonces respondió y me habló diciendo: Esta es palabra
de Jehová a Zorobabel, que dice: No con ejército, ni con
fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los
ejércitos” (Zc. 4:6).
Zorobabel necesitaba un gran ejército para sentirse
humanamente seguro ante la oposición de sus enemigos en su
tarea de reconstruir Jerusalén. Israel no tenía un ejército
formado, ni las armas necesarias para defenderse de sus
enemigos, pues los muros y la ciudad estaban derribados. Dios le
advirtió a Zorobabel, que no se apoyara en sus propias fuerzas,
que confiara en el poder del Espíritu Santo para realizar la obra.
La confianza en Dios es más importante que los mismos
recursos con que se cuente en el ministerio; la dependencia total
de Dios es algo de lo que todo llamado no debe prescindir o se
expone al fracaso.
Toda persona llamada al servicio divino debe ser dirigida por
el Espíritu de Dios para realizar la obra del ministerio. La sola
confianza en sí mismo (intelecto, influencias, poder, dinero,
profesión o capacidad propia) es inútil para hacer la voluntad de
Dios, se debe depender totalmente de Él, todo el tiempo, para no
perder el rumbo.

b. Dios deposita su visión en los llamados al ministerio


Dios revela sus planes directamente a la persona que Él llama al
ministerio y no se debe esperar que los demás entiendan o
28
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”

acepten dicho llamado, pues puede conducir a la frustración. La


visión ministerial legítima puede ser controversial, porque exige
cambios. Es de esperar la oposición porque se desarrolla en un
mundo hostil entregado al pecado.
Dios deposita su visión en personas que Él escoge, tengan o
no una posición social, económica o preparación académica.
Dios conoce el corazón de sus hijos y no espera que le
impresionen. Dios suele glorificarse en personas que no tienen
mucho en que confiar y a los que tienen a veces les despoja de
todo aquello en lo que pudiesen confiar para que aprendan a
depender totalmente de Él.
Cada visión posee un modelo único y no se debe parecer a la
de otro llamado. A veces los retos que Dios llama a emprender
son totalmente diferentes a los que ya están establecidos como
norma. Dios siempre sorprende con cosas nuevas, aunque sus
planes siempre se ajustan a lo establecido en la Biblia, nunca la
contradicen.
Cuando Dios dirige a sus hijos por medio de su Espíritu
Santo a hacer una obra en su reino, la victoria está garantizada,
porque Dios ya vio todo realizado de antemano, solo espera que
se le crea para verlo realizado. Todos los recursos necesarios han
sido preparados y suplidos de antemano por la providencia
divina (Ro. 4:17).

c. Dios transforma la vida de quien recibe la visión


Quien recibe el llamado al servicio divino es transformado a fin
de cambiar la vida de otros. Nadie que no haya sido tocado por el
poder divino podrá afectar positivamente la vida de otros.
La visión cambia y transforma a quien es llamado al servicio
ministerial, para elevarlo al nivel de fe y conocimiento que Dios
quiere llevarle a fin de impactar a los demás. Primero tiene que
haber una transformación en quien recibe la visión, para poder
impactar a otros.
Moisés usó como excusa muchos temores personales que le
impedían cumplir con el llamado divino. Pensó que no le
creerían porque carecía de poder militar para enfrentar a Faraón.
También trató de evadir el llamado divino con el pretexto de no

29
“Como reconocer el llamado divino”

ser un hombre elocuente para hablar. Dios confrontó a Moisés y


le hizo superar esas limitaciones (Éx. 3 y 4:1-17).
Quien es llamado al ministerio primero sufre una
transformación en su vida. Moisés no fue el mismo desde el día
que Dios le llamó y vio su poder manifestado (Éx. 3). David no
fue igual desde que la unción de Dios se manifestó en su vida y
podía vencer osos y leones por el poder de Dios (1 S. 17:34-37).
Saulo cambió el día en que Jesús se le apareció camino a
Damasco (Hch. 9:1-19).
Una persona transformada por el poder de Dios no puede
pensar como el común de los humanos. Cuando Moisés envió los
espías para observar la tierra de Canaán que Dios había
entregado en sus manos, la mayoría de los que fueron se
atemorizaron a causa de las ciudades fortificadas y los gigantes
de aquellas tierras. Pero, Caleb y Josué no se enfocaron en los
gigantes ni en los muros, ellos vieron lo que Dios quiso que
vieran, porque su visión había sido transformada por el poder
que Dios había mostrado a través de Moisés (Nm. 13, 14).
La visión puede causarles miedo a los incrédulos que pueden
causar el rechazo o el menosprecio del líder. A Josué y a Caleb
el pueblo les quiso apedrear por señalar que esos pueblos
cananeos serían como un bocado de pan para Israel. Pero fueron
librados por el poder de Dios de las manos del pueblo, siendo los
únicos de aquélla generación que posteriormente poseyeron la
tierra a causa de su fe (Nm. 14). Los demás perecieron en el
desierto.
Jesús impartió su visión a doce personas que Él escogió y
por medio de ellos transformó al mundo por el poder del
Evangelio. La visión divina transforma para bien la vida de
quien la recibe, para que pueda impactar a otros. El plan de Dios
no busca intereses mezquinos, no pretende crear famosos,
siempre persigue el objetivo de bendecir a toda la humanidad
(Hch. 3:25).

d. El impacto de la visión divina


La visión divina causará un impacto en la persona llamada, su
familia y comunidad. Es posible que alcance a toda una
30
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”

generación y hasta puede marcar la historia. Pero habrá


reacciones diferentes en los vecinos.
Es casi seguro que habrá imitadores de los verdaderos
llamados divinos, pero estarán destinados al fracaso. No tiene
nada de malo imitar lo bueno de un ministerio. Pablo señala:
“Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo” (1 Co. 11:1). Sin
embargo, cuando alguien consciente o inconscientemente trata
de usurpar un llamado divino, tomando posiciones ministeriales
que no han sido aprobadas por el Señor, puede causar gran
confusión alrededor de los llamados genuinos, pérdidas
personales, y hasta herejías destructivas. El peligro es inminente.
Se pueden imitar las buenas acciones y hasta las claves del éxito
de otros llamados al ministerio, pero no se puede imitar su
llamado per se. El llamado al servicio del ministerio solo
procede de Dios y es muy individual.
La persona llamada por Dios puede impactar la vida de los
que le conocen si obedece a Dios, de tal manera, que parecerá
que muchos se unen a la causa, pero con el paso del tiempo se
podrá notar que no todos están dispuestos a obedecer y seguir el
llamado al servicio divino.
Quienes reciben el llamado al servicio del ministerio y son
obedientes, pueden hacer cosas más grandes que sus propios
maestros. Jesús mismo, al finalizar su obra en la tierra les dijo a
sus discípulos que ellos verían cosas mayores de las que Él
manifestó, porque Él estaría a la diestra del Padre para interceder
por sus hijos (Jn. 14:12).
Pero se debe tener el cuidado de darle voluntariamente a
Dios toda la gloria. El Señor no obliga a los llamados a que le
atribuyan la gloria de sus victorias. Será deber de los llamados
reconocer quien les envió e inclinar totalmente el corazón de sus
discípulos al señorío de Cristo, no a la adoración del ser humano.
Los seres humanos pueden influenciar grandes masas de
gentes para bien o para mal. Generaciones completas han sido
influenciadas por los ideales de otras personas. Unos han sido
dirigidos a la perdición por falsos maestros; otros han sido
transformados para bien y dirigidos a eterna salvación por
hombres y mujeres llamados genuinamente por el Señor al
servicio del ministerio.

31
“Como reconocer el llamado divino”

II. LA OPOSICIÓN AL PLAN DIVINO

a. La oposición a la visión divina


Es típico que una persona llamada al servicio ministerial sufra
oposición, porque los ministros son delegados por Dios para
ejercer autoridad en la tierra, donde operan las fuerzas del mal.
Además, la maldad del corazón humano también se opondrá
férreamente a dichos propósitos. Los llamados deberán luchar
contra la oposición de Satanás, los seres humanos y aun contra
su propia voluntad.
La incomprensión de los llamados, aun de parte de las
personas más allegadas, suele ser una de las consecuencias más
comunes que sufre quien es llamado al servicio ministerial, pues
no todos gozarán del mismo nivel de fe y revelación que posee
quien ha recibido el llamado.
Jesús mismo fue incomprendido por Pedro, quien tenía unas
expectativas diferentes (un reino terrenal inmediato). Jesús tenía
el objetivo de salvar a la humanidad por medio de su sacrificio y
Pedro quería librarle de la cruz (Mr. 8:33).
Jesús fue tildado de endemoniado y loco por los judíos:
“Muchos de ellos decían: Demonio tiene, y está fuera de sí;
¿por qué le oís? (Jn. 10:20). Cuando Jesús declaró abiertamente
ser el Mesías de Israel, sus mismos familiares creyeron que se
había vuelto loco: “Cuando lo oyeron los suyos, vinieron para
prenderle; porque decían: Está fuera de sí” (Mr. 3:21). Aun los
hermanos de Jesús creyeron en el Él hasta después de su muerte
(Jn. 7:1-5).
Los llamados al ministerio deben prepararse para enfrentar la
oposición, no pueden esperar que todos entiendan o crean su
llamado al servicio ministerial. Solamente asegúrese que haya
sido Dios quien le llamó.
Cuando David, por inspiración divina, trató de luchar contra
Goliat fue criticado por sus hermanos de querer abandonar el
cuidado de las ovejitas de su padre para ser espectador de la
32
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”

batalla. Su decisión de enfrentar al gigante fue ridiculizada y


menospreciada como un acto descabellado y arrogante (1 S.
17:28). Sus propios hermanos no entendieron el llamado de
David.

b. Confrontando la oposición externa


La fe no está lejos de la razón en los que le creen a Dios. El
convencimiento propio acerca del poder de Dios brinda
seguridad en las promesas divinas a los llamados al ministerio.
La fe está íntimamente vinculada al llamado divino. Dios espera
que se den pasos de fe para alcanzar las promesas.
Dios llama al servicio ministerial sin condiciones e
independientemente de las circunstancias que rodean cada ser
humano. La obra de Dios depende totalmente de Él, no de la
condición de quien es llamado al ministerio. Se debe estar
preparado para enfrentar con sabiduría y valor los retos y la
oposición al plan divino. Los llamados al servicio ministerial
deben disponerse a obedecer a Dios por encima de las
circunstancias y obstáculos del camino.
Como Dios no obra de acuerdo a los cánones humanos, no se
debe esperar que los demás entiendan tan claro el plan de Dios
como lo percibirá quien ha recibido el llamado ministerial.
Desde la perspectiva bíblica pareciera que la lucha más enconada
de toda persona llamada al servicio ministerial, es la oposición
de los hombres.
Moisés debió enfrentar la oposición del Faraón. David
recibió férrea oposición del rey Saúl, antes de alcanzar las
promesas. En una ocasión David dijo que prefería que Dios le
castigara por sus errores, antes que caer en manos de sus
enemigos (2 S. 24:14). David entendía que el ser humano no
tiene misericordia, pues detrás de cada intención de maldad, está
Satanás.
La lucha contra los seres humanos puede ser muy hostil. No
obstante a las armas espirituales que Dios le ha proveído al
cristiano para vencer el mal; el amor será la más poderosa para
vencer a los enemigos físicos (1 P. 4:8).
Toda persona llamada al servicio ministerial debe estar
preparada para recibir oposición a su llamado o sufrirá grandes

33
“Como reconocer el llamado divino”

decepciones y hasta el fracaso en su ministerio. Los llamados al


ministerio deben tomar la firme decisión de obedecer a Dios por
encima de la voluntad humana, cuando haya que decidir entre
ambas.
Dios mostrará su voluntad divina, pero obedecer el llamado
es una decisión personal. Dios puede quitar los obstáculos del
camino y obrar en las circunstancias o personas que se oponen al
llamado; pero en ocasiones Dios usa estas circunstancias
adversas para formar el carácter de sus hijos y hay que estar
dispuestos a que Dios obre su propia justicia por encima de los
sentimientos personales (Ro. 12:19).

c. Confrontando la lucha interna


Si la oposición humana hiere el corazón de todo hijo de Dios, la
lucha interna entre la voluntad humana y la divina es la batalla
que más confusión y problemas causa a los llamados al servicio
ministerial.
La lucha interior es la batalla más grande, puesto que Cristo
derrotó a Satanás y la fe vence al mundo, pero quien controla la
voluntad humana sino el mismo ser humano. Mantener sometida
la voluntad personal a la de Dios constituye uno de los retos más
grandes de los llamados al servicio ministerial, pues el conflicto
original que desató el caos de la humanidad fue la falta de
obediencia a Dios. El problema número uno del ser humano es
que su carácter no se ajusta a la voluntad de Dios.
Anteriormente explicamos que Dios primero muestras sus
planes antes que se realicen (Ro. 4:17). Eso implica que la
persona llamada al ministerio recibirá una obra para realizar
durante su ministerio, pero la base sobre la que estará fundada
esa visión será la fe de quien la recibe. Durante el proceso en que
se devela el plan divino, la visión deberá sostenerse por la fe de
quien ha recibido el llamado ministerial.
Eso provocará una lucha constante, pero normal, entre lo que
Dios ha prometido y la razón humana. A veces la razón y la
lógica dirán todo lo contrario a las promesas divinas. Habrá
momentos como el de Cristo en la cruz, cuando parece que todo
se detiene en el plan divino y con la impresión de que Dios ha
34
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”

desaparecido del escenario y nos ha abandonado (Mt. 27:46). La


fe será probada antes de ver los resultados esperados en el
ministerio.
El verdadero reposo en las promesas divinas llega cuando se
deja de esperar que Dios aparezca en el camino y existe la
convicción de que Él está presente y presto a cumplir lo que ha
prometido, aunque no se vea nada. Aunque las circunstancias
sean adversas, no se debe permitir que la falta de fe llegue al
extremo de invalidar las promesas divinas, pues sin fe es
imposible agradar a Dios. Pero Dios es capaz de resucitar la fe
muerta.
Habrá momentos que la fe en las promesas puede faltar, pero
siempre se puede luchar y esperar que Dios restaure la fe. Dios
está presente en cada circunstancia de sus hijos, aunque no se
muestre de la misma manera todo el tiempo. Dios puede permitir
que se agote toda esperanza para glorificar su Nombre con un
milagro.
Desde la perspectiva humana quizá se perciba a un Dios
ausente o presente, porque a veces Dios muestra su poder y otras
veces guarda silencio. Pero desde la perspectiva divina siempre
está presente, pues las señales son manifestaciones de su poder,
no su esencia. Dios lo llena todo (Ef. 1:23).
Eso sería como pensar que si una persona no está presente
físicamente por eso no exista, aunque este en otro lugar.
Asimismo, Dios siempre está presente, no se puede pretender
que haga un milagro sobrenatural todos los días para evidenciar
su presencia. Él es, el que Es (Éx. 3:14).
La fe solo depende de la misma fe en las promesas de Dios.
En el transcurso del llamado se debe depender absolutamente de
Dios. La fe debe sobreponerse a las circunstancias, a lo que se
percibe, piensa o se cree individualmente. Es ver lo invisible
(Hb.11:37).

35
“Como reconocer el llamado divino”

III. TESOROS EN VASOS DE BARRO

a. Toda gloria le pertenece a Dios


Todo llamado debe tener cuidado con los comentarios buenos o
malos que sucedan a su alrededor. Muchos ministros han
fracasado por prestar su oído a las críticas. Los llamados deben
aprender a tener plena confianza en la protección divina durante
sus ministerios. Este es uno de los beneficios más importantes de
la seguridad de haber sido llamado por Dios al ministerio.
Todo ministro será atacado constantemente por las fuerzas
del mal y los seres humanos; pero, un ministro seguro de su
llamado no temerá las amenazas de los hombres, ni las de
Satanás, si mantiene firme su fe en Dios.
Por otro lado, existe el peligro de sucumbir a la tentación de
la fama y el orgullo. Todo ministro debe reconocer que todos sus
logros se los debe a Dios. Es peligroso tomar para sí mismo la
gloria y los méritos que le pertenecen solamente a Dios.
Las personas llamadas al ministerio deben tener sumo
cuidado con los halagos que reciben de los demás. Muchos se
confunden al no entender que solo son instrumentos en las
manos de Dios y administradores de los bienes del reino, no
dueños (1 Co. 3: 4-7 y 21-23, 4:1).
Las palabras de alabanza de las demás personas se deben
tomar con mucha mesura en el ministerio. Se debe mantener un
concepto bien equilibrado de sí mismos, para no caer en
condenación (Ro. 12:3). No se pueden evitar los halagos, pero se
puede llevar voluntariamente toda gloria y honor a Dios, a quien
le pertenecen.
Pablo le dio a Timoteo uno de los consejos más importantes para
los llamados al servicio ministerial:
“Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello,
pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te
oyen’’ (1 Tim.4:16).
36
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”

Pablo advierte que uno de los peores enemigos del ser humano
habita en su propia carne. Por eso le advierte a Timoteo, ‘’ten
cuidado de ti mismo’’. El cuidarse de sí mismo resultará en la
salvación de la propia vida y de los que oyen el mensaje. Quien
no se cuide de sí mismo puede tener grandes pérdidas y hasta
podría caer en condenación y consecuentemente perder a sus
seguidores.
Pablo señala que los dones y ministerios proceden y pertenecen
solamente a Dios:
‘’Porque ¿quién te distingue? ¿O que tienes que no hayas
recibido? Y si lo recibiste ¿Por qué te glorias como si no lo
hubieras recibido?’’ (1 Co. 4:7).
El ser humano es solo un recipiente temporal de los talentos
divinos que a Dios le place servirse de él para su uso, pero que es
inverosímil que se atribuya alguna gloria:
‘’Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la
excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros’’ (2 Co.
4:7).
La inteligencia, sabiduría, fuerza, habilidad y cualquier otro
talento o don espiritual proceden de Dios y los ministros deben
practicar y enseñar a sus discípulos a dar todo mérito a Dios.
Dios no obligará a nadie a que le reconozca. El da los dones y
los ministerios, pero llevar la gloria de ellos a Dios, es un deber
personal.
La idolatría de los ministros corre en dos vías peligrosas que
se deben evitar, la interna y la externa. La interna se vence
reconociendo a Dios en todo y dándole voluntariamente toda la
gloria. Ignorando los halagos y evitando la búsqueda de
reconocimiento de los hombres. La externa se vence por medio
de la enseñanza. El líder debe enseñarles a sus discípulos a
dirigir toda gloria a Dios, presentándose como un servidor de
Dios y rechazando la idolatría personal.

b. Sometiendo el carácter a la voluntad divina


El peor enemigo que tiene todo ser humano, es su propia
voluntad. Dios le dio la capacidad de decidir por sí mismo lo que
quiera hacer. Seguir a Jesús implica negarse a sí mismo, tomar la
cruz y seguirle voluntariamente (Mt. 16:14). Es rendir la

37
“Como reconocer el llamado divino”

voluntad propia para hacer la de Dios. Este es uno de los retos


más grande de los hijos de Dios.
Dios hace nacer de nuevo al cristiano por medio de su
Espíritu. Una nueva criatura se forma en el interior del ser
humano desde que se recibe a Jesús como salvador personal. No
obstante, Dios no inhibe la voluntad del sus hijos y el cristiano
sigue teniendo la capacidad de decidir por sí mismo. Eso implica
que voluntariamente toma su cruz cada día de su vida y sigue a
Cristo. Es a través de las circunstancias de la vida diaria que
Dios perfecciona el carácter de sus hijos, a veces por medio de la
adversidad o la prueba de nuestra obediencia.

c. Los enemigos gratuitos


En el principio, Caín mató a Abel solo por envidia. Esa reacción
de los primeros humanos después de la caída demuestra la
maldad del corazón humano. En el proceso del ministerio se
debe luchar contra enemigos gratuitos.
Saúl se hizo enemigo a muerte de David por celo ministerial.
Estos celos pueden venir de allegados, consiervos del ministerio
y del menos pensado.
Habrá personas que no soportarán el éxito de algún ministro
y le harán guerra sin razón para perjudicarles. Otros verán a un
ministro ya realizado, sin conocer su trayectoria. Estos le
juzgarán por su presente sin conocer todo el proceso que ha
pasado para llegar a obtener lo que Dios le ha regalado.
Las acusaciones en el ministerio son inevitables, pero se
debe aprender a manejarlas. Generalmente todo ministro debe
permitir que Dios le defienda de sus enemigos y de testimonio de
su vida. En ocasiones habrá que defenderse sabiamente o
adelantarse para advertir las falsas acusaciones y las mentiras de
Satanás.

38
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”

Capítulo 3

ABRAHAM: “Fe sin límites”


____________________________________________________

I. LA FE EN EL LLAMADO DIVINO

39
“Como reconocer el llamado divino”

a. Las promesas divinas se alcanzan por medio de la fe


Abraham marcó a su generación con su inquebrantable fe en
Dios y su asombrosa fe estaba destinada a servir de inspiración a
todos los llamados al servicio divino de todos los tiempos. Por
eso se le llama el padre de la fe.
Cuando Dios llamó a Abraham, le ordenó abandonar todo lo
que poseía (familia, tierra, cultura, etc.) para lanzarse a un reto
de fe. Aun procediendo de una familia de costumbres paganas,
Abraham se atrevió a creer en Dios sin titubear; pero durante el
proceso de su llamado su fe fue constantemente probada.
Usualmente, cuando Dios llama a alguien al servicio
ministerial le hace promesas de bendición. La Biblia señala que
Dios premia a los que le buscan con integridad de corazón (Hb.
11:6). Dios le prometió a Abraham que haría de él una gran
nación y le entregaría una tierra por herencia a su descendencia.
Abraham debía creer las promesas, antes de ver los resultados
reales:
“Pero Jehová había dicho a Abraham: vete de tu tierra y
de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te
mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y
engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los
que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y
serán benditas en ti todas las naciones de la tierra” (Gn.
12: 1-3).
Dios retó a Abraham a que abandonara su tierra y familiares para
poseer una tierra lejana y desconocida que le mostraría
posteriormente. Abraham debía confiar totalmente en las
palabras de Dios y explorar lugares desconocidos, hasta llegar a
dicha tierra. Lo único seguro que poseía Abraham era la promesa
de Dios y su fe tendría que sostener la visión.
La garantía del éxito de quien es llamado al servicio divino
no estriba en su propia capacidad, sino en la fe en las promesas
de Dios. Por eso es imperativo estar seguro del llamado divino,
antes de comenzar un ministerio.
El llamado de Abraham implicaba abandonar su tierra. Él
debía comenzar una nueva vida donde Dios le guiaría. Esto le
impedía mudarse a otro lugar o regresar a su tierra.
40
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”

Abraham pudo ser cuestionado por familiares y amistades


acerca de su decisión. Las promesas de Dios a veces van en
contra de la lógica. Pero, alguien dijo que: “Dios no ha llamado
a sus hijos a cuestionarle, sino a obedecerle’’. Y el justo por la
fe vivirá (Ro.1:17).
Abraham no tenía hijos cuando Dios le llamó, por eso tomó
a su sobrino Lot al salir de su tierra. Quizá con la esperanza de
que este le pudiera heredar. Pero Lot creció, enriqueció y se
separó de Abraham. La esperanza de Abraham de que su sobrino
le heredara se esfumó.
Después que Abraham conoció la tierra que Dios le
entregaría, el proceso de prueba de su fe continuó. Al no tener
hijos, la promesa de hacer de él una gran nación era irónica. Fue
cuando Abraham tenía cien años y su esposa noventa que Dios
les prometió darles un hijo (Gn. 17:17).
Abraham creyó fielmente a Dios, porque no miraba lo que se
podía palpar, sino a lo invisible (Hb. 11:8-19). Dios alentó a
Abraham prometiéndole que la tierra que habitaba sería para él y
su descendencia:
“Dijo también Abram: Señor Jehová, ¿Qué me darás,
siendo así que ando sin hijo, y el mayordomo de mi casa es
ese damasceno Eliezer? Dijo también Abraham: Mira que
no me has dado prole, y he aquí que será mi heredero un
esclavo nacido en mi casa. Luego vino a él palabra de
Jehová diciendo: No te heredará éste, sino un hijo tuyo será
el que te heredará. Y lo llevó fuera, y le dijo: Mira los cielos,
y cuenta las estrellas si las puedes contar. Y le dijo: Así será
tu descendencia. Y creyó a Jehová y le fue contado por
justicia” (Gn. 15: 3-6).
La grandeza de la fe de Abraham consistió en creerle a Dios por
encima de las limitaciones. La promesa de herederos no tenía
lógica, por el estado de climaterio en que habían entrado él y su
esposa. Es típico que Dios llame a sus hijos al servicio
ministerial en medio de circunstancias donde no hay recursos, ni
formas visibles para que la visión se realice, salvo por medio de
la fe.

b. La fe es probada durante el llamado

41
“Como reconocer el llamado divino”

Durante el proceso del cumplimiento de las promesas divinas


surgen pruebas de la fe. Abraham había dado grandes pasos de fe
en obediencia a Dios. Ya había visto cumplida la promesa del
nacimiento de su hijo Isaac, como Dios se lo había prometido
(Gn. 21). Pero Dios quería que mantuviera una fe viva y firme
hasta el final de su vida (Gn. 17:1).
La fe no es un ente estático, es activa y práctica. Como tal,
Dios la prueba constantemente. Este es un misterio divino. En
cierta ocasión el rey David expresó que Dios prueba la mente y
el corazón de sus hijos (Sal. 7:9). Job también se preguntaba
porque Dios siendo tan todopoderoso se preocupaba en probar el
corazón del ser humano (Job. 7:18). Dios no tienta a nadie, pero
es justo y prueba la fe de sus hijos, antes de bendecirles.
Dios le pidió a Abraham que sacrificara el único hijo que le
había dado en su vejez. El que había esperado para que le
heredara. Aun sabiendo que era su única esperanza para que
Dios cumpliera su promesa. Era como si su fe estuviera siendo
doblemente probada y ahora a mayor escala. Pero Abraham
accedió sin objeción alguna:
“Aconteció que después de estas cosas, que probó Dios a
Abraham, y le dijo: Abraham. Y él respondió: Heme aquí.
Y dijo: Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quién amas, y
vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre
uno de los montes que yo te diré” (Gn. 22: 1-2).
Esta es la máxima prueba de la fe de Abraham en Dios. Si el
trayecto de creerle a Dios por un hijo había sido largo y tedioso,
difícil era creer que Dios le pidiera el hijo de la promesa en
sacrificio. Esto contradecía la promesa para su descendencia y
truncaba el plan de Dios para Abraham.
Pero no es extraño que Abraham le creyera a Dios, pues ya
había demostrado en cada paso de su vida que su fe era
inquebrantable y se acrecentaba más con cada prueba. Abraham
estaba dispuesto a obedecer hasta lo imposible y su fe había
alcanzado el nivel de desarrollar una amistad con Dios (Stg.
2:23).
Abraham no renunció sacrificar su único hijo, porque estaba
seguro que para Dios nada es imposible:
42
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”

“Y cuando llegaron al lugar que Dios le había dicho,


edificó allí Abraham un altar, y compuso la leña, y ató a
Isaac su hijo, y lo puso en el altar sobre la leña. Y extendió
Abraham su mano para degollar a su hijo. Entonces el
ángel de Jehová le dio voces desde el cielo, y dijo:
Abraham, Abraham. Y él respondió: Heme aquí. Y dijo:
No extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada;
porque ya conozco que temes a Dios, por cuanto no me
rehusaste tu hijo, tu único” (Gn. 22: 9-12).
Esta prueba de fe para Abraham reveló su convicción en las
promesas de Dios. Dios no quería quitarle nada a Abraham, solo
quería que dependiera totalmente del poder divino.
Este acto de obediencia de Abraham se erige en las
Escrituras como un monumento de fe digno de emular y sirve de
estímulo a todas las generaciones posteriores a él, por lo que fue
capaz de hacer solo por medio de su fe.
Abraham se graduó con honores en la prueba de su fe y
creyó contra toda esperanza que Dios era capaz de hacer lo
imposible. Dios no pide más que sus hijos le crean para cumplir
sus promesas de bendición.

c. Hay que creer… Antes de ver


Abraham murió a la edad de 165 años (Gn. 25:7), y aunque
habitó la tierra prometida, no la recibió en posesión legal, pues la
promesa era para su descendencia. Pero por la fe vivió en tiendas
y no edificó casa, ni sus hijos:
“Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al
lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber
a dónde iba. Por la fe habitó como extranjero en la tierra
prometida como entierra ajena, morando en tiendas con
Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa. Porque
esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto
es Dios. Conforme a la fe murieron todos estos sin haber
recibido lo prometido, y saludándolo, y confesando que
eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra” (Hb. 11:
8:13).
Abraham no recibió en vida la tierra prometida como posesión
legal y murió creyéndole a Dios. Dios le prometió que su

43
“Como reconocer el llamado divino”

descendencia la poseería totalmente y fue más de 400 años


después que la promesa se hizo realidad, cuando el pueblo de
Israel regresó de la esclavitud egipcia.
Abraham no necesitaba tanta tierra para habitar, por eso Dios
le entregó la totalidad de la tierra a su descendencia cuando era
necesaria para albergar a todo el pueblo que descendió de
Egipto. Lo impresionante de le fe de Abraham es que murió
creyéndole a Dios, esperando el cumplimiento total de la
promesa, sin cuestionar a Dios por su forma de cumplir lo que
prometió.
El escritor señala que esta tierra que Abraham esperaba, era
simbólica de la ciudad y morada eterna de Dios, la cual Abraham
heredó por su fe al morir.
Toda la paciencia que el cristiano desarrolla en la tierra para
alcanzar las promesas divinas, sirve de ejercicio para heredar las
cosas eternas.
La vida de Abraham es aleccionadora acerca del valor de la
fe y como esta será probada antes de ver realizadas las promesas
divinas. Además, la vida de Abraham muestra que a Dios solo le
basta la fe de sus hijos para obrar milagros, pues Él es quien hace
posible todas las cosas.

Capítulo 4

MOISÉS: “El llamado divino tiene su tiempo”


____________________________________________________

I. DIOS CUMPLE SUS PROMESAS A SU TIEMPO

a. Moisés renunció a las riquezas de Egipto


Los judíos crecieron como un pueblo enclavado dentro del
imperio egipcio. Se habían trasladado allá a causa de una
hambruna, ayudados por José, hijo de Jacob. Moisés fue un judío
44
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”

que llegó a ser príncipe del imperio egipcio, al ser adoptado


como hijo por la hija de faraón. Moisés gozaba de todas las
prerrogativas de la realeza egipcia:
“Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de
la hija de Faraón. Escogiendo antes ser maltratado con el
pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del
pecado, teniendo por mayores riquezas el vituperio de
Cristo que los tesoros de los egipcios, porque tenía la
mirada en el galardón. Por la fe dejó Egipto, no temiendo
la ira del rey; porque se sostuvo como viendo al invisible”
(Hb. 11: 24-27).
Moisés renunció a los honores y privilegios que le eran
inherentes en virtud de ser un príncipe egipcio, a fin de defender
a su pueblo de la injusta esclavitud a la que eran sometidos.
Moisés, en su afán de hacer justicia por su propia cuenta, mató a
un egipcio:
“En aquellos días sucedió que crecido ya Moisés, salió a sus
hermanos, y los vio en duras tareas, y observó a un egipcio
que golpeaba a uno de los hebreos, sus hermanos. Entonces
miró a todas partes, y viendo que no parecía nadie, mató al
egipcio y lo escondió en la arena. Al día siguiente salió y vio
a dos hermanos que reñían; entonces dijo al que
maltrataba al otro: ¿Por qué golpeas a tu prójimo? Y él
respondió: ¿Quién te ha puesto a ti por príncipe y juez
sobre nosotros? ¿Piensas matarme como mataste al
egipcio? Entonces Moisés tuvo miedo, y dijo: ciertamente
esto ha sido descubierto. Oyendo Faraón acerca de este
hacho, procuró matar a Moisés; pero Moisés huyó delante
de Faraón, y habitó en la tierra de Madian” (Éx. 2: 11-15).
El asesinato del egipcio significaba para el Faraón la rebelión de
Moisés contra su reino, una traición para el imperio. Al saber
que el hecho había quedado al descubierto por el Rey; Moisés no
tuvo más alternativa que huir de la casa real, pues con su acto se
rebelaba contra el rey egipcio e implicaba la renuncia a sus
privilegios en el reino.
Moisés quiso hacer justicia por sus propios medios, pero más
tarde comprendería que en la vida no basta con tener buenas
intenciones. Se debe estar seguro de haber sido enviado por Dios

45
“Como reconocer el llamado divino”

y esperar el tiempo correcto para tener éxito en cualquier obra


que se emprenda (Éx. 33:15). Aunque la intención de ayudar a
sus hermanos era de genuino proceder en el corazón de Moisés,
debía esperar el tiempo del llamado divino para cumplir su
misión de libertador.
Dios tiene un tiempo determinado para ejecutar sus planes,
no puede ser antes, ni después. Nadie puede coaccionar la
voluntad de Dios. Moisés creyó que sus convicciones en un Dios
justo eran más importantes que todas las glorias de Egipto. Pero
su osada e ingenua decisión de defender su pueblo con sus
propias fuerzas fue el fin de todo lo que disfrutaba como nieto
del Faraón.
Pero Moisés prefirió ganarse el repudio del imperio antes de
vender a sus parientes, negociar sus convicciones y ser partícipe
de la injusticia. Moisés debió escapar por su vida, renunciando a
sus derechos temiendo morir a manos del Faraón. La sinceridad
e inexperiencia de Moisés (típicas de la juventud) serían
utilizadas más tarde por Dios para llevarlo a una escuela de
formación de su carácter para hacerle un gran juez y libertador
de su pueblo a su tiempo.

b. Moisés en la escuela del desierto


De la cuna noble de los faraones, Moisés pasó a ser un fugitivo.
De la alta alcurnia del imperio egipcio, Moisés descendió a ser
pastor de ovejas, un trabajo despreciable entre los egipcios (Gn.
46: 34). Finalmente, pudo más su convicción por la justicia y el
amor a su pueblo que era esclavizado injustamente.
Dios tenía un camino mejor para la vida de Moisés y la
sabiduría que había adquirido de los egipcios le serviría
posteriormente para liberar y gobernar a su nación.
En el plan de Dios, Moisés estaba prestado a Faraón para
que lo educaran a fin de realizar la obra que Dios le asignaría.
Pero, cuán difícil es para el ser humano entender las cosas desde
la perspectiva divina. Muchos llamados se fraguan en medio de
situaciones difíciles, desprecio, vejación, cárcel, destierro, etc.
Es casi inverosímil creer que Dios tornará esas malas

46
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”

experiencias para transformarlas en un bien personal, de otros y


de su reino (Ro. 8:28).
La vida de estos hombres de fe de la Biblia evidencia que en
Dios no hay pérdidas. Moisés pasó de una cuna de oro a la
inopia. Pero Dios estaba con él y su tiempo no fue perdido, sino
de formación para que Dios hiciera de él una persona de carácter
firme para enfrentar los retos que le deparaba su futuro
inmediato.

c. Moisés responde al llamado divino


Es evidente que los personajes bíblicos debieron pasar
situaciones difíciles, antes de lograr las promesas que les hiciera
el Señor. Moisés sentía la inquietud de ayudar a la liberación de
su pueblo, pero fue hasta cuarenta años después de haber huido
de Egipto que Dios lo llamó para liberar a Israel de la esclavitud.
Moisés ya no era guiado por un sentimiento totalmente
emocional o consanguíneo, sino por un llamado divino. Esa era
la diferencia del caso.
Aunque se tenga todo el deseo de servir a Dios, se debe
esperar el tiempo señalado por Dios para ejecutar su obra.
Adelantarse o atrasar los planes divinos puede causar grandes
pérdidas. Debe existir total armonía entre la voluntad de Dios y
los anhelos personales durante el llamado.
Dios usó la estadía de Moisés en el desierto para su
formación personal. Quizá Moisés había perdido toda esperanza
de liberar a su nación, ya que Egipto era el imperio más grande
de su época y Moisés sabía que no existía forma de vencerlos.
Era un sueño olvidado. Pero Dios puede permitir que los sueños
y toda esperanza mueran, para luego resucitarlos. El anhelo
inicial de Moisés de liberar a su pueblo fue confirmado como un
llamado divino excepcional, con evidencias del poder de Dios.
Esto debió haber tomado por sorpresa a Moisés:
“Apacentando Moisés las ovejas de Jetro su suegro,
sacerdote de Madián, llevó las ovejas a través del desierto,
llegó hasta Horeb, monte de Dios. Y se le apareció el ángel
de Jehová en una llama de fuego en medio de una zarza; y
miró y vio que la zarza ardía en fuego, y la zarza no se
consumía. Entonces Moisés dijo iré yo ahora y veré esta

47
“Como reconocer el llamado divino”

grande visión, porque causa la zarza no se quema. Viendo


Jehová que él iba a ver, lo llamó Dios de en medio de la
zarza, y dijo, ¡Moisés! ¡Moisés! Y él respondió heme aquí”
(Éx. 3: 1-4).
Los años en el desierto le sirvieron a Moisés para madurar su
carácter. Allí experimentó sentimientos de frustración, fracaso y
soledad que lo harían más fuerte en la vida.
Moisés fue una persona diferente cuando Dios le había
despojado del orgullo de su juventud. El respondió al llamado
divino diciendo: ¿Quién soy yo para ir contra Faraón? (Éx. 3:
11). Moisés ya no era aquel muchacho arrogante que deseaba
hacer justicia por su propia fuerza, sino un hombre maduro,
capaz de hacer un juicio correcto de la realidad de su entorno.
Posteriormente, la Biblia describe a Moisés como uno de los
hombres más mansos de su época (Éx. 12: 3). Eso hace alusión a
su carácter quebrantado a través de todas sus experiencias. Dios
había preparado a Moisés durante cuarenta años a fin de liberar a
Israel de la esclavitud.
Personas legítimamente llamadas por Dios fracasan en sus
primeros intentos de servicio ministerial y esto hace tanta mella
en sus vidas que al no entender que es parte del proceso,
terminan decepcionados y abandonan los planes divinos.
El éxito de la misión de Moisés es un hecho sin parangones
en la historia bíblica. Además, es aleccionador a fin de aprender
que Dios tiene un tiempo exacto para ejecutar sus planes, no
puede ser antes, ni después. Es cuando Él decide hacerlo que
todo obra para bien.5 Cuando Dios llama y envía el éxito está
garantizado. No basta con estar seguros del llamado divino, hay
que reconocer el tiempo correcto de ejecutar la obra de Dios.
Dios le dijo a Moisés que este era el tiempo perfecto para liberar
al pueblo, porque los que procuraban matarle en Egipto ya
habían muerto (Éx. 4:19).6
5
Jesús debió esperar la edad y el momento justo para darse
a conocer a la humanidad y manifestar su poder (Jn. 2:3-4).
6
En muchos imperios antiguos la sentencia de muerte de
un fugitivo duraba hasta la muerte del emperador en turno y
48
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”

En su llamado, Moisés experimentó una gran señal, una


zarza que ardía y no se consumía. Dios llamó a Moisés con voz
audible desde la zarza:
“Viendo Jehová que él iba a ver, lo llamó Dios de en medio
de la zarza, y dijo, ¡Moisés! ¡Moisés! Y él respondió: Heme
aquí” (Éx. 3: 4).
Al acercarse a la zarza, Dios llamó a Moisés por su nombre
diciéndole: ¡Moisés! ¡Moisés! La respuesta de Moisés al
llamado divino fue la de un siervo que se somete a la voz de su
Señor, “heme aquí”. El tiempo de formación de Moisés fue muy
largo, pero su posterior actitud de sumisión a la voz divina
demuestra que estaba dispuesto a ser obediente y preparado para
hacer la voluntad divina.

Capítulo 5

JOSÉ: “Implicaciones del llamado divino”


____________________________________________________

I. LOS EFECTOS DE LA VISIÓN

a. José “El Soñador”


José es conocido como “el soñador”, porque Dios le reveló a
través de sueños lo que sucedería en su futuro. Los sueños de
José no eran vanos, porque procedían del corazón de Dios. Pero
fue incomprendido a causa de ellos.
Con alegría, José quiso compartir sus sueños a sus padres y
hermanos, creyendo que su familia se alegraría al escucharlos.
Pero, pronto José descubriría que la oposición y la envidia sería
el precio a pagar por sus lindos sueños.

después quedaba libre de la condena.


49
“Como reconocer el llamado divino”

Los sueños que llenaron su corazón de alegría al pensar en


las maravillas que Dios haría en su vida, se convertirían
posteriormente en su pesadilla más horrenda. José no era
partícipe de las malas acciones de sus hermanos; y eso le
convertía en un obstáculo para sus planes y en el juez de sus
propias conciencias.
En los sueños de José, sus hermanos habían encontrado una
buena excusa para justificar su odio, exacerbando la molestia que
ya les causaba su buen comportamiento. Sus hermanos llegaron
al consenso de deshacerse de él, acusándole de pretender
gobernarlos y fue cuestión de tiempo para sacar a la luz el odio
que anidaban en su corazón.
José, quien recibió un hermoso llamado de Dios para ayudar
a su familia, irónicamente sería odiado y perseguido por sus
propios hermanos, sin causa alguna. Todo a causa de la visión
que Dios había depositado en él.
El ejemplo de José muestra que los llamados divinos pueden
causar envidia y odio en las personas, sin razón justificada.
Moisés estuvo a punto de morir recién nacido y Faraón quiso
darle muerte cuando era adulto (Éx. 2:1-25). Jesús mismo escapó
de la muerte cuando era niño y de adulto intentaron matarle,
antes que diera su vida en la cruz (Mt. 2:13-16; Mr. 11:18).
Los llamados al ministerio deben estar preparados para
enfrentar con sabiduría y valentía la oposición que se levanta
contra ellos. Dios ha prometido dar la salida a toda situación y
librarles de todo mal (Sal. 50:15; Is. 59:19; 1 Co. 10:13).

b. La visión produce persecución


Los llamados reciben una visión o un plan para realizar su
misión. A José Dios se lo reveló a través de sueños. Este es el
primer sueño que recibió José:
“He aquí que atábamos manojos en medio del campo, y he
aquí que mi manojo se levantaba y estaba derecho, y que
vuestros manojos estaban alrededor y se inclinaban al mío.
Y le respondieron sus hermanos: ¿Reinarás tú sobre
nosotros, o señorearás tú sobre nosotros? Y le aborrecieron

50
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”

aun más a causa de sus sueños y sus palabras” (Gn. 37: 7-


8).
José recibió una maravillosa visión de lo que Dios tenía
preparado para su futuro, pero al compartirlo con sus hermanos
desató un odio más enconado hacia él. José fue acusado
falsamente por sus hermanos de autoproclamarse Señor de ellos.
Quizá por la afinidad entre José y su padre pensaron que se le
daría toda la autoridad de la casa a José, desatando una lucha de
intereses familiares.
Los hermanos de José le envidiaban antes del sueño, pero el
verso señala que “le aborrecieron aun más” después que les
contara sus sueños. Esto le llevaría al borde de la muerte. Recibir
la visión al llamado divino puede desatar una tempestad de
dificultades, a veces sin aparentes razones que las justifiquen.
La lucha de quienes son llamados por Dios comienza cuando
la visión es develada. Es típico que los personajes bíblicos
comenzaran una etapa de prueba de su fe, después de ser
llamados al servicio divino.
El llamado de José fue nuevamente confirmado por Dios:
“Soñó aun otro sueño, y lo contó a sus hermanos, diciendo:
He aquí que he soñado otro sueño, y he aquí que el sol y la
luna y once estrellas se inclinaban a mí. Y lo contó a su
padre y a sus hermanos; y su padre lo reprendió y le dijo:
¿Qué sueño es este que soñaste? ¿Acaso vendremos yo y tu
madre y tus hermanos y nos postraremos en tierra ante ti?
Y sus hermanos le tenían envidia” (Gn. 37: 9-11a).
El primer sueño de José había provocado más odio hacia él. Esta
vez el sueño era más fuerte, porque insinuaba que aún sus padres
se inclinarían ante él, como si fuera a poseer poderes reales. Esto
era ofensivo para una sociedad donde los padres y los hermanos
mayores eran respetados y venerados.
Esta vez hasta su padre le reprimió a causa de su sueño. Pero
José no había planificado soñar y en su búsqueda de una
respuesta a sus extraños sueños los compartió con su familia,
solo para encontrar más rechazo y lo peor estaba por venir.
No todas las personas estarán alegres cuando les hables de lo que
Dios te ha prometido, habrá diferentes reacciones. Unos se
sentirán amenazados y pensarán que les quitarás lo que les

51
“Como reconocer el llamado divino”

pertenece. Otros se burlarán y no faltará quien piense que has


perdido la razón.
La gente reaccionará de diferentes maneras ante una persona
que le cree a Dios. Todo individuo legítimamente llamado a
realizar la obra de Dios debe estar dispuesto a enfrentar la crítica
y el menosprecio. Lo importante es centrarse en la visión que
Dios ha revelado y no en la oposición de los demás. Solo hay
que asegurarse de haber sido llamado y esperar el tiempo
correcto para actuar.

c. Dios torna todo para bien de los que le aman


La envidia de los hermanos de José fue evidentemente extrema y
se tornó enfermiza; esto les llevó a planificar la muerte de su
hermano. A quien le apodaban “el soñador”:
“Cuando ellos lo vieron de lejos, antes que llegara cerca de
ellos, conspiraron contra él para matarle. Y dijeron el uno
al otro: He aquí viene el soñador. Ahora pues, venid y
matémosle y echémosle en una cisterna, y diremos: Alguna
mala bestia lo devoró; y veremos qué será de sus sueños”
(Gn. 37: 18-20).
Dios libró milagrosamente a José de la muerte cuando sus
hermanos se disponían a matarle. Su hermano Rubén, en un
intento por salvarlo sugirió que lo metieran en una cisterna.
Finalmente, Judá (otro de sus hermanos) para librarle del pozo
sugirió venderlo como esclavo a los ismaelitas e hicieron así.
Los sueños de rey de José, contrastaban con la cruda realidad
de ser un esclavo echado al olvido, en una tierra extraña
(Egipto). De ser el hijo amado de su padre, pasó a ser un esclavo
despatriado.
No podremos medir jamás el dolor y horrendo sufrimiento
que José pudo haber experimentado por la traición de sus propios
hermanos. ¿En quién más podía confiar, si sus seres más
queridos le habían traicionado? José y su padre sufrían
mutuamente. Uno por creer que su hijo había muerto y el otro
por su impotencia de comunicarse con su padre.
En esos momentos de la vida, cuando todo parece oscuro
alrededor, surgen preguntas sin aparentes respuestas: ¿Por qué a
52
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”

mi Señor? ¿Qué pasó Señor con tus promesas? ¿Quizá me


equivoqué? ¿Qué hice mal para recibir este castigo? ¿Por qué
merezco tanto odio sin causa? ¿Dónde está la justicia divina?
¿Por qué me ha abandonado Dios cuando más lo necesito? ¿Se
ha olvidado Dios de mí? Estas preguntas y muchas más son
típicas en una situación de crisis como esta.
Desde la perspectiva humana se infiere que si Dios está con
sus hijos no se deben pasar dificultades en la vida cristiana, pero
eso no es lo que la Biblia enseña. Lo que Dios promete es que
estará todos los días con sus hijos y que al final les dará la salida,
que Él considere a las dificultades. Aunque no se entiendan los
propósitos divinos en los momentos de crisis, más adelante se
verá realizado el plan perfecto de Dios y todas las cosas
ayudarán para bien.
Los sueños de José debían morir humanamente, para que
Dios resucitaría su fe y esperanza de manera indescriptible,
jamás pensada (Is. 55: 8-9). La gran victoria que Dios le dio a
José, le haría olvidar el pasado y su corazón sería capaz de
perdonar a sus hermanos. Dios no pone una carga más pesada de
la que se pueda soportar.
Dios preservó la vida de José de una muerte segura. En tierra
extraña, lejos de su familia, sin conocer a nadie y esclavo, le
quedaba aun la esperanza de estar vivo para albergar el deseo de
algún día ver nuevamente a su padre.

53
“Como reconocer el llamado divino”

II. LA FE SOSTIENE LA VISIÓN

a. José mantuvo firme su fe


José tenía razones lógicas para dejar de creerle a Dios, pero su fe
lo sostuvo hasta el final. Siendo esclavo en una nación extraña y
lejos de su familia, se prestaba para señalar que su fe no había
sido recompensada por Dios. Pero en medio de la prueba, José
mantuvo inconmovible su convicción:
“Aconteció después de esto, que la mujer de su amo puso
sus ojos en José, y dijo: Duerme conmigo. Y él no quiso, y
dijo a la mujer de su amo: He aquí que mi Señor no se
preocupa conmigo de lo que hay en casa, y ha puesto en mi
mano todo lo que tiene. No hay otro mayor que yo en esta
casa, y ninguna cosa me ha reservado sino a ti, por cuanto
tú eres su mujer; ¿Cómo, pues, haría yo este grande mal, y
pecaría contra Dios?” (Gn. 39: 7-9).
José no estaba pasando tan malos días a pesar de su esclavitud,
su amo le había dado el mando de toda su casa. Todo marchaba
bien, pero pronto debería soslayar otro escollo difícil de sortear.
La esposa de su amo se enamoró obsesivamente de él y debía
mostrar su fidelidad a Dios.
Una de las razones que José le dio a la esposa de su amo,
para no acostarse con ella, fue que no era capaz de pecar contra
Dios. José no culpó a Dios de su situación, él seguía creyendo en
Él, aunque no viera los resultados que anhelaba. Su fe fue
inquebrantable a pesar de su condición. La Biblia señala que
54
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”

Dios no prueba la fe de sus hijos más de lo que sean capaces de


soportar y brinda la salida para poder vencer las dificultades (1
Co. 10:13).
José fue encarcelado por la falsa acusación de violación,
contra la mujer de su amo y prefiriendo ir preso injustamente,
antes que pecar contra Dios. No obstante, José prosperó en la
cárcel y halló gracia ante sus jefes, siendo jefe de los carceleros,
porque Dios estaba con él.
La humillación por la cual Dios permitió que José pasara en
la cárcel le ayudaría después, para tratar con gente difícil y tener
compasión por su prójimo. Todo era parte del plan divino de
preparación, que José debía pasar para lograr que se hicieran
realidad, los sueños que Dios había depositado en su corazón.
Cada circunstancia que Dios permite en sus hijos, tiene un
propósito. La virtud es mantener la fe para poderlo entender y
verlo realizado.

b. Sueños que matan y dan vida


José se ganó el odio de sus hermanos a causa de sus sueños, pero
los mismos sueños fueron el medio que Dios utilizó para
engrandecerlo. Estando en la cárcel, José logró interpretar los
sueños de dos reos y estos se cumplieron como José se los
explicó. Al copero le restituyeron en su cargo y al panadero lo
mataron. Estos sueños llegarían a oídos de Faraón y José sería
conocido en Egipto a través de ellos (Gn. 40).
Esta fama le llevó a presentarse ante Faraón, a fin de
interpretar sus sueños por recomendación del copero del rey (Gn.
41: 9). La interpretación de sueños fue el medio que Dios utilizó
para exaltar a José en Egipto. José entendió que el camino
escabroso por el que pasó, solo fue el medio divino para la
realización de sus sueños.
Trece años de espera, desde que fue vendido por sus
hermanos, rindieron su fruto para el joven soñador. El giro de la
historia de José es impresionante. Por medio de un sueño, Dios
engrandeció como gobernador a quien fue objeto de toda burla,
por haber creído en las promesas divinas. José entendió que su
deber era ser fiel a Dios en todo lo que debió enfrentar, antes de
ser exaltado. Dios le dio sabiduría a José para entender después,

55
“Como reconocer el llamado divino”

que el error de sus hermanos fue el medio que Dios utilizó, para
preservarle la vida a su familia:
“Y Dios me envió delante de vosotros, para preservaros
posteridad sobre la tierra, y para daros vida por medio de
gran liberación. Así, pues, no me enviasteis acá vosotros,
sino Dios, que me ha puesto por padre de Faraón y por
Señor de toda su casa, y por gobernador de toda la tierra
de Egipto” (Gn. 45: 7-8).
Las palabras de José son sabias, pues no mira las circunstancias,
sino en el plan de Dios para su vida. José advirtió a sus hermanos
que ellos no cometieron ningún error al venderlo. Todo fue parte
del plan perfecto de Dios para que la familia no pereciera de
hambre.
La madurez de José al entender los propósitos divinos,
muestra el conocimiento profundo que tenía de Dios. La
intrincada madeja se había desenredado y el propósito de Dios
estaba claro para José. No había tiempo para venganzas ni
resentimientos, lo que hacía falta era tiempo para compartir con
sus hermanos y su amado padre.
Los llamados al servicio divino deben aprender a ver a Dios
en todas las circunstancias de su vida, apartando un poco su vista
de las implicaciones humanas y sentimentales, para dar paso al
propósito divino. El caso de José es increíble, pues las personas
sueñan todos los días y de algo tan simple Dios se valió para
exaltarle. Además, José no fue avergonzado y Dios le honró por
medio de los sueños que le ganaron el odio de sus hermanos.

56
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”

Capítulo 6

DAVID: “El proceso del llamado divino”


____________________________________________________

I. EL LLAMADO DE SAÚL Y DAVID

a. Saúl y David fueron llamados por Dios


La historia bíblica ha hecho inseparable la vida de David y Saúl.
Sus llamados están ligados por los lazos del tiempo y la forma en
que ambos fueron llamados. Los dos fueron llamados
legítimamente por Dios, pero son la contraparte el uno del otro.
Mientras en Saúl se refleja el carácter ambivalente de un hombre
separado para el ministerio que pervierte su llamado, en David
resalta un hombre que se sobrepuso a grandes retos y aun a sus
propias debilidades, porque se esforzó por agradar a Dios con
todo su corazón.

57
“Como reconocer el llamado divino”

Ambos fueron llamados para reinar en Israel bajo una


teocracia. La diferencia de sus reinados es notoria y fue
determinada por las decisiones que ambos tomaron con relación
a su obediencia a voluntad de Dios.
Dios envió al profeta Samuel a ungir a estos dos primeros
reyes dentro de la monarquía israelita (1 S. 10:1; 16:13). Ambos
fueron elegidos y ungidos por Dios para ejercer sus reinados con
señales del poder divino, pero el camino que cada uno eligió fue
diferente.
El éxito de un ministerio, no lo determina solamente el
hecho de ser llamado genuinamente por Dios (ese es el primer
paso); sino la obediencia permanente a Dios hasta el final de la
vida. La carrera no la gana quien la comienza, sino el que la
termina.

b. El legítimo llamado de Saúl


El rey Saúl es un claro ejemplo de quienes son llamados por
Dios al ministerio, pero pervierten sus caminos durante el
proceso. Es evidente en las Escrituras que Saúl fue
legítimamente llamado y confirmado por Dios en su reinado,
pero el texto también revela que Saúl fue desobediente a la
voluntad de Dios y se ofuscó en hacer su propia voluntad. Entre
sus errores, se dedicó a perseguir injustamente a David,
solamente por envidia, ya que el pueblo amaba mucho a David.
Eso no significa que su llamado no haya sido genuino.
Saúl no entendió que tener un guerrero como David en las
filas de su ejército, era un gran respaldo para su gobierno.
Cuantas personas que son llamadas al ministerio aplastan sin
piedad y hacen sufrir a quienes de corazón sincero desean servir
en la obra de Dios. Creyendo que serán desbancados de sus
puestos, por envidia se lanzan en una cacería en contra de su
hermano y hunden los talentos de aquellos que Dios ha puesto a
su lado para bendecirles.
El mismo aceite de la santa unción que se derramaba sobre
los ungidos al ministerio fue puesto sobre la cabeza de David y
Saúl. El mismo llamado con el cual Dios separó a David también

58
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”

se lo hizo a Saúl. La diferencia estribó en la respuesta de ambos


al llamado divino.
En el siguiente verso se nota como Samuel unge a Saúl con
el aceite santo que, en el AT era símbolo del Espíritu Santo y se
derramaba sobre los separados para el ministerio (sacerdotes,
reyes y profetas):
“Tomando entonces Samuel una redoma de aceite, la
derramó sobre su cabeza, y lo besó, y le dijo: ¿No te ha
ungido Jehová por príncipe sobre su pueblo Israel?” (1 S.
10:1).
Samuel ungió a Saúl para ser rey. Esta fue una evidencia de la
legitimidad de su ministerio, pues Samuel era fiel profeta de
Dios, de quien la Biblia señala que ni una de sus palabras quedó
sin cumplimiento (1 S. 3:19). Saúl se sintió indigno de ser
elegido el rey de Israel. Fue tanta su timidez que el día que iba a
ser proclamado rey, se escondió y Dios declaró donde estaba
escondido (1 S. 10:22). Dios mismo dio testimonio de que Saúl
fue un hombre humilde al principio, pero a la vez desobediente
(1 S. 15:17-24).

c. Señales del llamado ministerial de Saúl


El llamado de Saúl estuvo marcado por señales del poder divino
(1 S. 9). Saúl fue dirigido providencialmente por Dios al lugar
donde se encontraría con el profeta Samuel. Dios le había
hablado a Samuel, que le enviaría un varón para que lo ungiera
como el rey en Israel (v.16).
Estas señales que Dios le dio a Samuel, para ungir a Saúl,
como rey hablan de la legitimidad del llamado de Saúl; pero el
llamado no determina el éxito de un ministerio; sino la
obediencia del que es ungido para desempeñar un ministerio.
Samuel, por el Espíritu, le dio respuesta acerca de las asnas
que Saúl buscaba, diciéndole que ya se habían encontrado y que
no se preocupara (v.20). Dios usó la pérdida de las asnas para
que Saúl, llegara a la cita que le había preparado para ser ungido
como rey de Israel.
Samuel, bajo la inspiración divina, había separado de
antemano un banquete especial para Saúl, aún sin conocerle.
Saúl, después de ser ungido como rey, recibió otras señales de

59
“Como reconocer el llamado divino”

parte del profeta Samuel acerca de lo que le sucedería al partir de


aquel lugar donde se encontraba: a) Encontraría dos hombres en
el camino que le darían razón de las asnas que buscaba. b)
Encontraría tres hombres de los que Samuel le dio detalles. c)
Sería lleno del Espíritu d) profetizaría. c) Su corazón sería
mudado en otro hombre (1 S. 10).
La última palabra de Samuel para Saúl, fue que esperara
siete días, hasta que él viniera y sacrificara un holocausto al
Señor. Aquí es donde cometió Saúl su primera desobediencia, al
no esperar conforme a la palabra que Dios le dio por el profeta
Samuel (1 S. 10:8, 13:8-13).

d. Dios demanda obediencia durante el ministerio


Saúl tenía guerra contra sus enemigos y sus soldados estaban
desertando ante la tardanza del profeta Samuel para el sacrificio
que había prometido hacer antes de la batalla. Saúl se apresuró a
ofrecer el sacrificio sacerdotal, que no estaba autorizado a
realizar, cometiendo sacrilegio y fue desechado como rey. En los
siguientes versos se narra la desobediencia de Saúl, Samuel le
dijo:
“Espera siete días, hasta que yo venga a ti y te enseñe lo
que has de hacer. Y él esperó siete días, conforme al plazo
que Samuel había dicho; pero Samuel no venía a Gilgal, y
el pueblo se le desertaba. Entonces dijo Saúl: traedme
holocausto y ofrendas de paz. Y ofreció el sacrificio. Y
cuando él acababa de ofrecer el holocausto, he aquí Samuel
que venía; y Saúl salió a recibirle, para saludarle. Entonces
Samuel dijo: ¿Que has hecho? Y Saúl respondió: Porque vi
que el pueblo se me desertaba, y que tú no venías dentro
del plazo señalado, y que los filisteos estaban reunidos en
Micmas, me dije: Ahora descenderán los filisteos contra mí
a Gilgal, y yo no he implorado el favor de Jehová. Me
esforcé pues y ofrecí el holocausto. Entonces Samuel dijo a
Saúl: locamente has hecho; no guardaste el mandamiento
de Jehová tú Dios que él te había ordenado; pues ahora
Jehová hubiera confirmado tu reino sobre Israel para

60
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”

siempre. Mas ahora tu reino no será duradero” (1 S. 10:


8b, 13: 8-14a).
Saúl se apresuró y desobedeció la orden divina de esperar que
Samuel llegara para invocar la bendición divina, antes de la
batalla y confirmarlo como rey de Israel.
Saúl esperó hasta la tarde del séptimo día, pero al tardar
Samuel tuvo miedo de perder la batalla porque los soldados se le
desertaban y lo dejaban solo. En su desesperación, el mismo se
atrevió a sacrificar el holocausto. De esa manera torpe pecó, al
usurpar un ministerio que no le correspondía. Por orden divina
eran estrictamente los sacerdotes quienes ofrecían los sacrificios.
Ante Dios cuenta más la obediencia que los sacrificios o las
obras bien intencionadas (1 S. 15:22).
Es importante el respeto por el ministerio ajeno. En Dios, no
se puede ejercer un servicio ministerial al que no se ha sido
llamado a realizar. Dios probó la fe de Saúl y este le falló. Dios
no hace algo sin que antes se le crea.
Saúl olvidó rápidamente que Dios, fue quien lo había elegido
como rey; su inexperiencia lo hizo dudar y confiar más en la
cantidad de soldados de su ejército, que en el poder del Dios que
lo había llamado.
Cuando el profeta Samuel llegó al lugar (justo después que
Saúl había sacrificado), le dijo que Dios lo había desechado
como rey y en su lugar había elegido a otro varón conforme a su
corazón:
“Jehová se ha buscado un varón conforme a su corazón, al
cual Jehová ha designado para que sea príncipe sobre su
pueblo, por cuanto tú no has guardado lo que Jehová te
mandó” (1 S. 13:14b).
Este es el primer señalamiento indirecto, a la elección de David
como futuro rey de Israel y sucesor de Saúl. A quién Samuel no
conocía todavía. La característica primordial de este nuevo rey
sería el conocimiento que tendría de la voluntad de Dios; en
contraposición al neófito Saúl que no conocía el secreto de la
obediencia.

e. La envidia y el celo ministerial

61
“Como reconocer el llamado divino”

Después de todas las desobediencias que Saúl cometió, comenzó


una lucha campal contra David, un soldado de su propio ejército.
Cuando se pierde la visión de lo que Dios ha llamado a hacer en
el ministerio, se lucha contra los objetivos equivocados. En este
caso contra los soldados del mismo ejército, por envidia o celo
ministerial.
Durante el reinado de Saúl, David dio grandes victorias a
Israel y aunque el reino de Saúl era quien tenía los méritos, eso
no le importaba a Saúl, quien estaba más empeñado en obtener
fama personal que en cumplir con su gobierno. La envidia de
Saúl hacia David fue tal, que dedicó mucho esfuerzo y tiempo en
perseguir a un soldado de su propio ejército.
Existe un proverbio cristiano que dice: “Los cristianos son el
único ejército que persigue a sus propios soldados”. Algunos
cristianos se pelean y persiguen entre si, cayendo en la trampa
del diablo de atacarse los unos a los otros.
Saúl fracasó como rey, debido a su obstinación por la
rebeldía. Su gobierno fue corto, aun siendo ungido por el Dios
altísimo como rey de Israel. La continua desobediencia de Saúl
demuestra que no decidió cambiar; sino que persistió en su
rebeldía hasta el final de su vida. Es indudable desde la
perspectiva bíblica que Dios es perdonador y restaurador de
quienes se arrepienten, pero Saúl no se dio la oportunidad de ser
restaurado.

62
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”

II. EL LLAMADO DE DAVID

a. El llamado divino y sus implicaciones


El llamado al servicio divino causa gozo y alegría para quien
recibe dicho privilegio, pero en los casos bíblicos se nota que a
raíz del llamado, comienza una lucha campal contra Satanás y
los hombres que se oponen a la realización de esa voluntad
divina.
Los llamados en la Biblia sufrieron persecución, envidia,
desprecio, odio, etc., y a veces sin razón alguna. La lucha es
férrea porque el llamado se da en un mundo en manos de Satanás
y de seres humanos que hacen su voluntad. Ambos se oponen a
la obra de Dios.
Este es uno de los grandes secretos que toda persona llamada
a servir a Dios debe conocer para no desmayar en el proceso de
alcanzar las promesas divinas. Estas dificultades que suceden en
el camino son medios de los que Dios se vale para que sus hijos
alcancen sus promesas, pero muchos naufragan al no entender
los planes de Dios.
El ejemplo de los hombres de Dios en la Biblia debería
servir como mapa para comparar experiencias que puedan servir
de consuelo y fortaleza espiritual, sabiendo que otros
experimentaron situaciones similares y difíciles por causa del
llamado al ministerio.
El proceso de formación que debe experimentar alguien, a
quien Dios está capacitando para un ministerio dentro de su
63
“Como reconocer el llamado divino”

reino, no debe ser extraña. El relato de los hombres de Dios en la


Biblia debe fortalecer y ayudar a renovar las fuerzas en el
servicio ministerial, sabiendo que sufrieron de antemano para
servir de ejemplo y sus relatos tienen el propósito de edificar al
cristiano (Ro. 15:4).
Dios endureció el corazón de Faraón para darle una victoria a
Moisés (Ex.14:17). Dios utilizó los acusadores de Daniel para
exaltarle (Dn. 6). Dios usó a los hermanos de José (al venderlo)
para preservar la vida de su familia (Gn. 37, 45:7-8). Job fue
probado para luego ser exaltado por Dios y avergonzó a Satanás
siendo fiel a Dios hasta el final (Job 1; 42: 10-17). Jesús sufrió el
oprobio de la cruz para ser exaltado hasta lo sumo con un
nombre que es sobre todo nombre (Fil. 2:8-9).

b. David fue escogido por Dios como rey de Israel


Después que Dios desechó a Saúl como rey de Israel a causa de
su constante desobediencia, le habló al profeta Samuel que
ungiera a un hijo de Isaí, como el nuevo rey de Israel. Samuel
invitó a Isaí, a un sacrificio con la idea de ungir de entre sus
hijos al nuevo rey de Israel. Si hubiese sido por designio humano
David no habría sido escogido, ya que ni siquiera fue invitado a
la ceremonia de elección. Allí estriba el valor de entender que
Dios es quien llama al servicio de su obra.
David, el dulce cantor de Israel, se encontraba apacentando
las ovejas de su padre y nadie se acordó de él, para que estuviera
entre los candidatos a gobernar. Quizá por su juventud ni era
considerado como un prospecto para el reinado. Pero Dios había
escuchado una melodía agradable a sus oídos que fluía desde el
arpa de David y que llegaba hasta a los cielos.
La fe y el servicio de David no habían pasado desapercibidos
en el cielo. Dios conoció a David en el anonimato y mientras su
familia se repartía el botín, él apacentaba las ovejas de su padre
con amor y esmero.
Uno a uno, Isaí hizo desfilar sus hijos delante del profeta
Samuel, para elegir al próximo rey, pero David no fue tomado en
cuenta. Después que Dios desechó a todos, el profeta preguntó a
Isaí, si esos eran todos sus hijos. Hasta entonces se acordaron
64
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”

que había uno que no estaba allí porque estaba ocupado en sus
tareas asignadas.
Nadie se preocupó en llamar a David, porque era de los más
pequeños. Además ¿Quién cuidaría las ovejas?
Dios tiene una forma peculiar de hacer las cosas y no se rige
por los cánones humanos para juzgar cada asunto. A Dios no le
impresionan los estereotipos. Él puede obrar con lo débil y
menospreciado, si así lo desea (1 Co. 1:28).
A pesar que David no fue tomado en cuenta en la lista de
candidatos al reinado, fue elegido por mandato divino como el
próximo rey de Israel. Los seres humanos no pueden estorbar
para siempre el llamado de un elegido. Los planes divinos se
cumplirán en su tiempo y voluntad.
La familia de David estaría preocupada pensando como
aquel joven sería capaz de gobernar Israel, pero Dios ya lo estaba
formando en la escuela de las ovejas de su padre, donde aprendió
a amar las ovejas, a curar sus heridas y a defenderlas de las fieras
bajo el poder de Dios.
Si David era fiel al cuidar con amor las ovejas de su padre, y
por eso se perdía el festín que había en su casa; también sería
responsable de cuidar al pueblo de Dios.
En David se cumple la palabra: “En lo poco fuiste fiel sobre
mucho te pondré” (Mt. 25:21). Los hombres de Dios no buscan
posiciones por si mismos, esperan ser llamados.

c. David fue ungido como rey


David fue llamado y ungido como el rey de Israel:
“Y Samuel tomó el cuerno del aceite, y lo ungió en medio
de sus hermanos; y desde aquel día en adelante el Espíritu
de Jehová vino sobre David” (1 S. 16:13).
Dios había prometido que otro rey gobernaría sobre Israel, en
vez de Saúl y aquí apareció David, por primera vez en la escena
del relato bíblico, escogido por Dios y ungido con el aceite de la
santa unción por el profeta Samuel y lleno del Espíritu de Dios
como fue Saúl en su momento.

65
“Como reconocer el llamado divino”

David comenzó experimentar manifestaciones del poder de


Dios en su vida, de tal manera que luchaba contra leones y osos
para defender las ovejas y los vencía, algo que humanamente era
imposible (1 S. 17: 34-35)
A causa del llamado, David no sólo experimentaría el poder
de Dios, también comenzó una cacería sin causa por su vida a
manos del desechado Saúl.
David había sido ungido y declarado como futuro rey de
Israel, pero en su vida y familia nada había cambiado, para ellos
David seguía siendo el hermanito menor y pasaría mucho tiempo
para que se convencieran de su llamado como el futuro rey de
Israel.
La primera oposición que a veces encontrará quien es
llamado por Dios al ministerio puede comenzar por los más
cercanos (familia, amigos, vecinos, etc.).
David fue enviado por su padre al frente de batalla, para
conocer la situación de sus hermanos, quienes luchaban contra
los filisteos. A su llegada, David vio con asombro como el
gigante Goliat, humillaba al pueblo de Israel. Él preguntó por la
situación y le respondieron que el rey llenaría de honra a quien
venciera a Goliat.
David habló que el Dios que le había dado poder para vencer
leones y osos le daría poder para vencer a Goliat y se ofreció
para enfrentarlo. Pero la idea no les agradó a sus hermanos,
quienes se enojaron contra él y quizá tenían la buena intención
de protegerlo de aquella muerte segura o que sirviera de mofa.
Eliab, el hermano mayor de David, le acusó de haber venido
como un espectador y de pretender deshacerse de su
responsabilidad de cuidar las ovejas de su padre:
“Y oyéndole hablar Eliab su hermano mayor con aquellos
hombres, se encendió en ira contra David y dijo: ¿Para qué
has descendido acá? ¿Y a quién has dejado aquellas pocas
ovejas en el desierto? Yo conozco tu soberbia y malicia de
tu corazón, que para ver la batalla has venido” (1 S. 17:
28).
Eliab no contaba que a partir de la visita del Espíritu Santo, la
vida de David había cambiado y él estaba acostumbrado a ver el
66
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”

poder de Dios manifestado en su vida. Ese mismo día David


venció a Goliat, y una vez más Dios honró la fe de un hombre
que decidió creerle a Dios por encima de sus circunstancias y
limitaciones.

d. David fue perseguido por envidia


David fue referido a Saúl para que le tocara el arpa como medio
de terapia a causa de un espíritu malo que atormentaba a Saúl.
Para Saúl era una manera de curarse y deleitarse con el talento y
la gracia que Dios había depositado en David. David quizá veía
en esto una oportunidad que Dios le daba de acercarse un poco a
la experiencia de estar cerca del palacio real y del trono del rey
que Dios le había prometido.
La visión se ampliaba y la promesa que Dios le había hecho a
David se veía más cerca, pero esta ilusión tendría un súbito giro,
debido al odio que Saúl sentía por David, que llegaría a una
persecución sin parangones.
De repente Saúl, se llenó de envidia contra David. ¿Qué
provocó, que David se ganara gratuitamente el odio de Saúl?
¿Por qué Dios permitía esa injusticia cuando todo iba muy bien y
de acuerdo a lo que le había prometido a David? David no había
hecho ningún mal, sólo arriesgó su vida para darle una gran
victoria a su pueblo ¿Qué culpa tenía David de que el pueblo lo
alabara?
Después de la victoria contra Goliat, David sufriría a causa de la
envidia de Saúl:
“Aconteció que cuando volvían ellos, cuando David volvió
de matar al filisteo, salieron las mujeres de todas las
ciudades de Israel cantando y danzando, para recibir al rey
Saúl, con panderos, con cánticos de alegría y con
instrumentos de música. Y cantaban las mujeres que
danzaban, y decían: Saúl hirió a sus miles, y David a sus
diez miles. Y se enojó Saúl en gran manera, y le desagradó
este dicho, y dijo: A David dieron diez miles, y a mí miles;
no le falta más que el reino. Y desde aquel día Saúl no miró
con buenos ojos a David” (1 S. 18: 6-9).
Ya Dios había llamado a David para gobernar a Israel y su visión
se palpaba más cerca. Se atisbaban unos hitos en el horizonte

67
“Como reconocer el llamado divino”

acerca de su reinado. David estaba ganando fama como guerrero


a causa del poder que se manifestaba en su vida bajo la unción
del Espíritu Santo.
Saúl hizo parte de su ejército a David y gracias a su entrega
por su pueblo se tornó muy amado en Israel, pero esto provocó
celo en Saúl, creyendo que David le quitaría el reino. Esta
historia se repite, cuando alguien surge con respaldo de Dios en
su vida, comienza una guerra casi instantánea de parte de los que
no tienen la visión para entender los llamados de otras personas
al servicio del reino. A veces esto conduce al trago amargo del
desprecio y la incomprensión de nuevos ministerios en
desarrollo.
David no hizo ninguna sedición o rebelión contra Saúl para
merecer su odio. Él no se atribuyó halago alguno. Según el
relato, fue el pueblo que lo puso en un lugar especial en su
corazón. David no procuró por un esfuerzo personal ser una
competencia para el rey Saúl.
El odio que mostró Saúl hacia David, fue el típico rechazo
que han experimentado la mayoría de personajes de la Biblia, a
causa del llamado divino y esa envidia es producto de la maldad
del corazón humano (Mr. 7:21-23).
Quienes han sido llamados por Dios al ministerio están
propensos a experimentar este tipo de persecución, aún dentro
del pueblo de Dios. La solución es confiar en la justicia divina,
como hizo David. Dios es quien debe demostrar con su respaldo
quien verdaderamente ha sido llamado al servicio ministerial. En
ese proceso de formación a veces hay que callar y sufrir
injusticias (Mt. 11-12), pero no hay que olvidar las palabras de
Jesús:
“El que se enaltece será humillado,
y el que se humilla será enaltecido” (Mt. 23:12).

68
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”

III. EL DESPRECIO A CAUSA DEL LLAMADO DIVINO

a. Dependencia total de Dios


David había recibido la promesa de ser el futuro rey de Israel y
saboreaba la experiencia linda del poder de Dios en su vida;
pero Dios pasaría a David por un proceso de formación muy
difícil antes de alcanzar la promesa. Aquel humilde pastorcillo
de ovejas se enfrentaría muy pronto a una de las más
despiadadas cacerías humanas de un justo, de parte de uno de su
mismo pueblo.
El rey Saúl, lleno de envidia contra David, utilizó todos sus
esfuerzos, soldados, armas, caballería, etc., para destruir a un
hombre cuyo armamento era la sombra de Jehová (sal.91:1) y
que ningún mal le había causado al rey.
La ilusión de ser rey súbitamente se había esfumado de la
vida de David. Los días de soñar con el reinado y sus planes de
hacer justicia como plan de gobierno se desvanecieron en la vida
de aquel joven cantor. Hasta la esperanza de vivir ahora era
incierta para David, con toda una nación en contra del indefenso
pastor de ovejas.
La hora del Dios que llama las cosas que no son como si
fuesen y que permite que los sueños mueran para luego
resucitarlos había llegado. Dios llama al servicio ministerial,
pero no da las explicaciones acerca del proceso de formación. Él
hará de sus llamados lo que considere sabio y por duro que sea,
todo le saldrá bien a los que obedezcan y confíen en su poder.
David le brindó respeto y cariño a Saúl, pero a cambio
recibió odio y rechazo, sin razón ni explicación alguna.
El proceso del odio sin causa es incomprensible para
aquellos que lo sufren. En ese momento, sólo existe un cielo
nublado y muchas preguntas sin respuesta. Pero una vez que se
supera la traición, da a luz un ser más humilde, comprensivo,
benevolente, y paciente con el prójimo. Dios puede permitir que
sus hijos pasen por el valle de sombra y de muerte para darles
una gran victoria (Sal. 23:4).
El carácter amoroso y apego a la justicia que mostró David
en su gobierno, lo aprendió a través de las experiencias. Si no

69
“Como reconocer el llamado divino”

hubiese pasado por la experiencia de ser humillado injustamente,


pudo ser un rey arrogante.
La convivencia de David con un ejército de gente humilde,
despreciados y afligidos del pueblo de Israel, que formó para
defenderse (1 S. 22:2), lo hizo apreciar y valorizar a cada
persona sin acepción. Hasta el soldado más insignificante tenía
un valor incalculable en el ejército de David.
Si se aprende a sacar lo positivo de las situaciones oscuras
que depara la vida, no habría ninguna pérdida en esta batalla de
la fe. Toda supuesta pérdida es traducida en ganancia en el reino
de Dios y las experiencias, aunque dolorosas, tienen su valor en
el crecimiento personal y ministerial de los hijos de Dios.
A los que aman a Dios todas las cosas les ayudan a bien y
más a los que conforme a su propósito han sido llamados (Ro.
8:28). Quien no entiende estas verdades sufrirá grandes pérdidas
y el resentimiento le puede llevar a perder no solo el ministerio;
sino su propia alma.
La vida de David dependía totalmente de Dios y debió
aprender a morir en vida y ponerse bajo sentencia de muerte,
para no temer a la muerte (2 Cor.1: 8-11).

b. David se finge loco para salvar su vida


La persecución que Saúl desató contra David llegó a niveles
paranoicos y David tuvo que alejarse cada día de la comunidad
de Israel, de su familia y de toda protección humana.
Abruptamente, David pasó de ser yerno del rey, a un fugitivo a
causa de la envidia de Saúl. En su huida al pueblo filisteo, David
se fingió loco a fin de preservar su vida, pues conocían sus
antecedentes como guerrero:
“Y los siervos de Aquis le dijeron: ¿No es éste David, el rey
de la tierra? ¿No es este de quién cantaban en las danzas,
diciendo: Hirió Saúl a sus miles, y David a sus diez miles?
Y David puso en su corazón estas palabras, tuvo gran
temor de Aquis rey de Gat. Y cambió su manera de
comportarse delante de ellos, y se fingió loco entre ellos, y

70
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”

escribía en las portadas de las puertas, y dejaba correr la


saliva por su barba” (1 S. 21: 11-13).
La vida de David es sorprendente y sus enseñanzas tienen
aplicación práctica para la vida de los creyentes. Aunque David
estaba marcado por Dios para gobernar a Israel, en las
circunstancias que lo rodeaban era absurdo creer que eso podía
suceder.
Cuando Dios quiere realizar una obra, nadie la puede
detener, salvo que el llamado resista obedecer o deje de creer. En
ese caso Dios busca otro que quiera hacerlo. Satanás puede
atrasar los planes de Dios, pero no los podrá detener, si se le
obedece a Dios.
El ejemplo de David valiéndose de astucia para fingirse loco
ante sus enemigos, muestra que a veces hay que pasar por loco o
ignorante a causa de la incomprensión y burla de los que no
creen. Pablo y Cristo, fueron tildados de locos (Jn. 10:20; Mr.
3:21; 2 Co. 11:16; Hch. 26:24).
c. El proceso del perdón
Se pueden sufrir heridas a raíz de cualquier ofensa recibida en el
proceso del llamado, pero la palabra y el amor de Dios son
muralla que protege el corazón de los resentimientos.
David evitó hacer daño a Saúl con sus propias manos, pero
también evitó ser dañado en su corazón depositando su confianza
en Dios. Esto se refleja en su capacidad de perdonar a su
enemigo:
“Cuando llegó a un redil de ovejas en el camino, donde
había una cueva, entró Saúl en ella para cubrir sus pies;
(hacer sus necesidades fisiológicas) y David y sus hombres
estaban sentados en los rincones de la cueva. Entonces los
hombres de David le dijeron: he aquí el día que te dijo
Jehová: He aquí que entrego a tu enemigo en tu mano, y
harás con él como te pareciere. Y se levantó David, y
calladamente cortó la orilla del manto de Saúl. Después de
esto se turbó el corazón de David, porque había cortado la
orilla del manto de Saúl. Y dijo a sus hombres: Jehová me
guarde de hacer tal cosa contra mi Señor, el ungido de
Jehová, que yo extienda mi mano contra él; porque es él
ungido de Jehová” (1 S. 24: 3-6).

71
“Como reconocer el llamado divino”

David renunció tomar la justicia en sus propias manos por temor


a Dios. Él tenía un gran respeto por la unción divina derramada
sobre Saúl, aunque estuviese en desobediencia.
David no dejó que la ambición por el poder le cegara.
Aunque Dios ya le había prometido el reino, David no trató de
lograr la promesa con trucos, pues podía justificar la muerte de
Saúl, alegando que Dios lo había puesto su enemigo en sus
manos, como era típico en la Ley7.
Las decisiones que se toman en el camino que conduce al
cumplimiento de las promesas divinas, influirán grandemente en
el éxito ministerial. La integridad es de las cosas más
importantes que se deben cultivar para agradar a Dios. La
sinceridad no sólo se demuestra siendo fiel; sino también,
reconociendo los errores cuando sea necesario.
El proceso de formación en el ministerio es tan importante como
el desarrollo pleno del mismo. El principio puede reflejar cómo
será el final.
David tenía temor y conocimiento de Dios. A pesar de que
Saúl estaba bajo influencia de espíritus malos, había sido ungido
con aceite santo, símbolo del Espíritu de Dios, por eso David lo
respetó.
El conocimiento del corazón de Dios que tenía David es
asombroso, por eso Dios le dijo a Samuel que se había buscado
un varón conforme a su corazón (1 S. 13:14). David mostró ser
un conocedor cercano de Dios y aún en su actitud de
arrepentimiento por sus pecados demostró que conocía bien la
misericordia de Dios. Saúl tuvo las mismas oportunidades que
David, pero no optó por el perdón, porque no dispuso su corazón
para entender la voluntad de Dios. Antes bien, se obstinó en
desobedecer.

d. La confianza en la justicia divina


A pesar que David fue perseguido injustamente por Saúl, en las
oportunidades que se enfrentó a él se nota su humildad y respeto

7
En la Ley el pecador debía morir por su pecado (Hb.10:28).
72
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”

que guardaba por Saúl. David perdonó la vida de Saúl muchas


veces y prefirió ser perseguido antes que matarle.
David respetaba la unción derramada sobre Saúl e hizo
promesa que si Dios no permitía la muerte de Saúl, él no le
mataría. David entendía que los esfuerzos puramente humanos
para hacer que se cumpliera el plan de Dios para su vida no era
el medio para lograr la promesa, si no por medio de la integridad
y la justicia divina.
Cuando Dios promete algo no es necesario recurrir a la
injusticia para lograrlo. En la batalla de la fe los medios que se
utilizan para llegar al fin deben ser los legítimos en apego a la
voluntad de Dios revelada en la Biblia.
Una de las tristezas de David en el destierro era el hecho de
no poder disfrutar del culto de Israel. Él estaba en tierra inmunda
donde se adoraba dioses paganos, fuera de la tierra prometida a
los judíos (1 S. 26:19). Posteriormente, y en recompensa a su
lealtad, David sería el gran restaurador del culto formal en Israel
y uno de los promotores más grandes de la alabanza en el templo
judío.
Abandonar nuestra causa en las manos divinas para que se
haga justicia, no es sinónimo de debilidad o falta de carácter.
Todo lo contrario, las personas que no son capaces de confiar en
la justicia divina y que frecuentemente se quejan y defienden por
todo, reflejan su falta de confianza en que Dios es el juez por
excelencia.
La ausencia de confianza en el juicio divino le puede causar
una vida de continuo dolor y molestia a quien no es capaz de
perdonar y confiar en Dios. Los que continuamente se defienden
a sí mismos y son amantes de usar la excusa de que deben
defender sus derechos, como evasiva para no perdonar a sus
enemigos; frecuentemente pondrán en ridículo el Evangelio y
por causa de ellos muchos no creerán en Cristo.
David no se atrevió a hacerle daño a su enemigo, aunque
tuvo en sus manos la oportunidad de eliminarlo. Esta confianza
que David mostró no fue una debilidad en sí mismo, sino su
confianza total en la justicia divina.
El cristiano que usualmente activa los recursos legales para
todos sus asuntos y no es capaz de confiar en Dios, hará que el

73
“Como reconocer el llamado divino”

nombre del Señor sea blasfemado. No implica que los cristianos


no tengan derechos, es que se debe dar oportunidad a la justicia
divina. David fue recompensado por su total confianza en la
justicia divina.

e. Cómo enfrentar los enemigos gratuitos


La vida de David es muy aleccionadora acerca de cómo se deben
enfrentar los enemigos gratuitos. Indudablemente, todo hijo de
Dios en alguna etapa de su vida deberá enfrentarse a las
acusaciones falsas y los detractores argüirán razones
aparentemente justas, para denigrar los ministros de Dios e
incluso podrían arrastrar a otras personas inocentes en sus
rebeliones.
Una de las características notables del Rey David es que fue
un hombre conforme al corazón de Dios, era capaz de entender y
conocer el corazón o la voluntad de Dios aun en medio de sus
propias crisis. Esta característica espiritual de David le convertía
en un hombre sabio, pues cualquier cristiano que sea capaz de
entender con más claridad la voluntad de Dios está en una
posición ventajosa, si se dispone a obedecer. No obstante a los
impulsos personales de David por imponer lo que creía justo, le
permitía a Dios obrar por encima de sus propios criterios. David
aprendió que la justicia divina es más perfecta que la humana.
Aunque por momentos no parezca serlo.
Tal es el caso en que debió confrontar a Simei, uno de sus
enemigos gratuitos. Simei, es la representación de aquellas
personas que siempre traman excusas y argumentos para
oponerse a los llamados por el Señor. Detrás de esos
cuestionamientos que a veces perecieran ser dignos de atención
se esconden rencores, orgullo y una extensa lista de problemas
de personalidad de quienes se rebelan contra los ministros de
Dios. Simei daba razones aparentemente justas, cuando David
estaba en crisis:
“Y decía Simei, maldiciéndole: ¡Fuera, fuera, hombre
sanguinario y perverso! Jehová te ha dado el pago de toda
la sangre de la casa de Saúl, en lugar del cual tú has
reinado, y Jehová ha entregado el reino en mano de tu hijo
74
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”

Absalón; y hete aquí sorprendido en tu maldad, porque


eres hombre sanguinario” (2 S. 16:7-8).
En esta ocasión Absalón, el hijo de David, se había revelado
contra el Rey David y le había despojado de su reino, fue una de
las peores crisis del rey David. Pero cuando Dios permite una
prueba en sus hijos no le permite a nadie que se burle, sino que
intercedan por ellos.
Simei aprovechó los momentos más difíciles de la vida de
David para ensañarse contra él con insultos, pero más que la
defensa de una causa justa, el rencor que Simei guardaba en su
corazón era producto de intereses políticos y familiares. Simei
era familiar del rey anterior (Saúl) quien había sido desechado
por Dios. Mientras David trataba de ver a Dios en todas las
circunstancias de su vida, Simei interponía sus sentimientos
familiares por encima de la voluntad de Dios. He aquí el
argumento de David:
“Entonces Abisai hijo de Sarvia dijo al rey: ¿Por qué
maldice este perro muerto a mi señor el rey? Te ruego que
me dejes pasar, y le quitaré la cabeza. Y el rey respondió:
¿Qué tengo yo con vosotros, hijos de Sarvia? Si él así
maldice, es porque Jehová le ha dicho que maldiga a David.
¿Quién, pues, le dirá: ¿Por qué lo haces así? Y dijo David a
Abisai y a todos sus siervos: He aquí, mi hijo que ha salido
de mis entrañas, acecha mi vida; ¿cuánto más ahora un hijo
de Benjamín? Dejadle que maldiga, pues Jehová se lo ha
dicho. Quizá mirará Jehová mi aflicción, y me dará Jehová
bien por sus maldiciones de hoy. Y mientras David y los
suyos iban por el camino, Simei iba por el lado del monte
delante de él, andando y maldiciendo, y arrojando piedras
delante de él, y esparciendo polvo” (2 S. 16:9-13).
David sabía que esa crisis estaba relacionada con sus
desobediencias y de alguna manera Dios las estaba permitiendo.
David fue sabio y trató de soportar todo con paciencia para que
Dios, quien es grande en misericordia, tuviera piedad de él.
Simei culpaba a David de todos los fracasos de la familia de
Saúl, siendo Dios mismo quien lo desechó. Mientras David
ignoraba los insultos de Simei, Dios tuvo misericordia de él y le

75
“Como reconocer el llamado divino”

restituyó su reino. Mientras que Simei terminó avergonzado y


pidiendo misericordia a David (1 S. 19:18-23).
Aunque David hizo misericordia con Simei y no quiso
vengarse por sí mismo, la justicia divina se ejecutó y Simei
murió a causa de un juramento hecho a Salomón, que quebrantó
(1 R. 2:36-46). Este es solo un pequeño relato de las múltiples
ocasiones en que Dios le enseñó a David a pelear las batallas no
solamente con sus armas carnales, sino por medio de la justicia
divina que es perfecta.
IV. LA JUSTICIA DIVINA EN EL LLAMADO

a. La confianza en la justicia divina


Cuando David huyó al desierto a causa de la persecución de
Saúl, le pidió a Nabal (un hombre rico, 1 S. 25) que compartiera
algunos alimentos para sus hombres cuando esquilaba su ganado.
David le había servido de protección a Nabal contra sus
enemigos. Pero Nabál estaba ebrio e insultó a los hombres que
David había enviado y acusó a David de ser un fugitivo del rey.
David decidió vengar la humillación de sus hombres. Pero la
esposa de Nabal le salió al encuentro y le convenció de no
hacerle daño. Diez días después Nabal murió del corazón cuando
su esposa le contó lo que David había planeado hacer contra él.
Dios libró a David de manchar sus manos con sangre:
“Luego que David oyó que Nabal había muerto, dijo:
Bendito sea Jehová, que juzgó la causa de mi afrenta
recibida de mano de Nabal, y ha preservado del mal a su
siervo; y Jehová ha vuelto la maldad de Nabal sobre su
propia cabeza” (1 S. 25: 39).
Ante las acusaciones injustas, Dios es el juez. Esta justicia la
verán aquellos que confían en Dios y no usan la venganza o el
escándalo, llevando siempre a sus enemigos ante las autoridades
seculares.
No es que sea malo defender los derechos propios, pero en
muchas ocasiones se debe aprender a confiar en la justicia divina
(1 Co. 6:1-8).
David fue librado muchas veces por Dios de tomar la justicia
en sus propias manos, para ver la justicia divina. Esta lección
76
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”

deben aprenderla los llamados al servicio del ministerio porque


estarán en constante guerra contra las falsas acusaciones de
Satanás y de personas malvadas.

b. Dios convierte el lamento en gozo


Cuando David vivía en tierra de los filisteos a causa de la
persecución de Saúl, Israel entró en batalla contra los filisteos,
David decidió pelear contra Israel (su pueblo, 1 S. 28:1-2), pero
Dios no se lo permitió para que viera la justicia divina. Quizá en
su desesperación David creía que lo razonable era hacer guerra
contra Israel y así vencería a Saúl para tomar el poder, pero el
pueblo filisteo no estuvo de acuerdo que David peleara contra
Israel pensando que les podía traicionar (1 S. 29).
David se enojó porque rechazaron su ayuda, pero pronto
sabría que Dios lo estaba librando de un error grave. Si David
peleaba ese día contra Saúl, hubiese sido culpable de su muerte,
pues los filisteos dieron muerte a Saúl en esa batalla. Los
Israelitas hubiesen acusado a David de traidor al dar muerte al
rey de Israel y desconfiarían de su lealtad. Dios permitió que los
filisteos no tomaran en cuenta a David en esa batalla.
David había esperado por mucho tiempo que la justicia
divina decidiera en su caso por las acusaciones falsas de Saúl en
su contra, pero estaba desesperado. David pidió a Dios que
pusiera su mano sobre Saúl y los filisteos le dieron muerte en esa
batalla. David no tuvo necesidad de matar a Saúl para sucederle
en el trono.
Si David hubiese peleado contra Saúl habría cometido un
gran error. A veces se culpa a los demás de las cosas que nos
suceden, sin entender que Dios permite algunas situaciones que
no nos agradan con un propósito especial. Dios permitió que los
filisteos rechazaran a David, para que peleara contra Israel.
Después de todas estas experiencias David expresó en un Salmo:
“Guarda silencio ante Jehová, y espera en Él” (Sal. 37:7).
David dejó la ciudad que le había asignado el rey de los filisteos
para unirse a la batalla, pero al ser rechazado regresó y encontró
que todo el pueblo había sido llevado cautivo. Por esa razón su
propio ejército le amenazó de muerte. Pero David persiguió a los
raptores y recuperó todo lo que le pertenecía. Una vez más Dios

77
“Como reconocer el llamado divino”

convertía su tribulación, en una victoria (1 S. 30). David dispuso


derrotar a Saúl, en sus propias fuerzas y eso le causó más
problemas de los que ya tenía; pero al día siguiente, tras la
muerte de Saúl, estaría a un paso de ser el próximo rey de Israel.
Cuando la tentación acecha al cristiano es cuando la victoria está
más cerca. David tenía promesa de ser rey, pero lo que veía a su
alrededor era lo contrario. Pero la paciente fe dio resultado y
llegó a ser el más amado rey de Israel. Bajo su reinado Dios
subyugó los enemigos de Israel.

c. La paciente espera en Jehová


La historia de David muestra que el camino para lograr las
promesas de Dios puede ser escabroso, pero al final Dios pelea la
batalla de los que confían en sus promesas, aunque estén al borde
de la muerte.
Después de la muerte de Saúl, David regresó de su exilio
entre los filisteos y Dios le ordenó subir a Judá, donde primero le
proclamaron rey (2 S. 2). Un día antes de ver la promesa
anhelada David sufrió gran tribulación. Dios prueba la fe de sus
hijos, antes de ver la victoria.
Es indescriptible el dolor que debió soportar David a causa de la
persecución de Saúl. No tenía un lugar seguro donde vivir, le
habían alejado de su familia, de la comunión con el culto y el
pueblo de Israel. Saúl le había quitado su esposa y se la había
dado a otro hombre.
La historia de David muestra que hay un final dichoso para
quienes confían en las promesas divinas, aunque deban esperar
con paciencia por algún tiempo (Sal.37:37). Los Salmos de
David nacen de sus experiencias y no en vano inspirado señala:
“Deléitate asimismo en Jehová y él te concederá las peticiones
de tu corazón. Encomienda a Jehová tu camino, y confía en él;
y él hará. Exhibirá tu justicia como la luz y tu derecho como el
mediodía. Guarda silencio ante Jehová y espera en él” (Sal.
37: 4-7a).
La vida de David enseña que todo tipo de menosprecio que se
pueda sufrir por causa del Señor, son solo un medio que Dios
utilizará para formar el carácter de sus hijos a fin de que realicen
78
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”

bien su obra. Sin una relación íntima con Dios, estas lecciones
quedan sin valor alguno, porque la reacción natural del ser
humano ante situaciones difíciles es de incomodidad, rechazo y
quedan sin provecho.
No es que el cristiano deba cultivar un espíritu estoico vano,
sin fundamento. Pero los ejemplos bíblicos muestran que la
paciencia es necesaria para lograr las metas en Dios. En Dios no
hay fracasos, solo situaciones adversas que Dios usa para
enseñar lecciones que servirán para realizar una labor de
excelencia en el reino de Dios.
Si no se entiende el propósito divino de formación del
carácter por medio de la prueba de la fe, se puede fracasar. Estos
ejemplos bíblicos Dios los dejó plasmados para aprender lo
positivo de ellos (Ro. 15: 4).
Saúl no fue capaz de entender la prueba de su paciencia y haber
actuado tercamente le costó que su reinado fuera corto, aunque
había recibido el mismo llamado que David.
V. LA RESTAURACIÓN EN EL LLAMADO

a. El perdón es la máxima expresión del amor


David luchó contra feroces enemigos, pero las batallas más
enconadas fueron contra sí mismo. Fue un proceso difícil antes y
durante su reinado, pero David echó mano de la misericordia
divina cuando falló y esto marcó la diferencia con relación a
Saúl, quien se ofuscó en pecar y no se arrepintió. David se
arrepintió y alcanzó perdón.
Si David no hubiese cultivado amor por el prójimo durante
su vida, tampoco habría cosechado perdón para sí mismo en los
momentos que lo necesitó. Si se muestra un corazón
misericordioso aún con los enemigos, esa misericordia será la
que se encontrará para echar mano en momentos de dificultad.
Jesús enseñó que con la medida que se mide a los demás,
seremos medidos (Lc. 6:37-38) y la Biblia señala que juicio sin
misericordia se hará a quien no muestre misericordia (Stg. 2:13).
Durante el proceso de su llamado y a causa de la persecución
injusta de Saúl, David mostró misericordia con Saúl al perdonar
su vida varias veces. Después el mismo necesitó beber de la
fuente del perdón.

79
“Como reconocer el llamado divino”

David estaba en su palacio disfrutando de gran victoria sobre


sus enemigos, pero pronto enfrentaría al enemigo más poderoso
que tiene un hijo de Dios; no es el diablo, a quién Cristo venció
en la cruz del calvario, es su propio corazón de donde salen los
deseos de la carne.
David se había enfrentado con osos, leones, gigantes y a
todos había vencido. Ahora debía usar otras armas para vencer a
los gigantes internos, sus propias pasiones.
David, al pasearse por el palacio real atisbó una mirada hacia una
mujer que se estaba bañando, que se podía divisar desde ese
lugar. No había nada de malo hasta allí, porque el ojo ve lo que
está de frente, salvo que David no retiró su mirada, si no que la
tentación fue más allá y llegó hasta la codicia y a la seducción en
su propio corazón.
David mandó llamar a esa mujer, aun sabiendo que era la
mujer de uno de sus guerreros que estaba al frente de la batalla
peleando por él y consumó su acto de adulterio.
Aparentemente todo estaba bien, nadie delataría al rey y
Urías, el marido de Betsabé, nunca sabría lo que pasó. Pero,
Betsabé resultó embarazada y se lo hizo saber al Rey. David
tuvo otra idea, para tapar su pecado mandó llamar a Urías del
frente de batalla para que viniera y se acostara con su mujer y así
cuando contaran los meses todos dirían que el hijo era de Urías y
no de David.

b. Integridad a toda prueba


David había demostrado ser un hombre íntegro en su vida y en
sus decisiones, pero cuando la tentación tocó las puertas de su
corazón, sucumbió. Lo único que le quedaba era agarrarse fuerte
de la mano del Señor y no dejar que su corazón se alejara más de
Dios e ir tras una falsa ilusión.
David encontró la horma de sus zapatos, pues Urías, el
esposo de Betsabé, era fiel a Dios, a Israel, a su rey, y a su mujer.
¡Enorme problema para la trama de David!
El primer día que David invitó a Urías al palacio real, lo
recibió con toda atención, no porque lo amaba, es que el corazón
de David se había equivocado. En su desesperación por salir de
80
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”

la situación no optó por reconocer su pecado, sino que buscó una


salida menos comprometedora para su imagen, embriagó a Urías
para se fuese a acostar con su mujer y así encubrir el adulterio.
Pero Urías no quiso llegarse a su mujer arguyendo que tenía
celo por su nación y no era justo que mientras el pueblo
batallaba, él estuviera con su mujer por eso prefirió dormir a la
puerta del palacio. Pero David lo convenció que se quedara un
día más y esta vez lo embriagó hasta la saciedad, pero la rectitud
de Urías era invencible, no quiso descender a su casa y ahora
David estaba en aprietos.
Urías era un hombre íntegro a prueba de rey, ni David lo
pudo convencer para que descendiera a su casa y se acostara con
su mujer. David quería deshacerse de su pecado y se le ocurrió
fingir el asesinato de Urías por parte de los enemigos de Israel,
en su afán de encubrir su pecado cometió otro peor. David envió
una carta a Joab, el capitán del ejército y así le dio muerte a
Urías. Irónicamente, Urías fue el portador de la misma carta, su
sentencia de muerte:
“Venida la mañana, escribió David a Joab una carta, la
cual envió por mano de Urías. Y escribió en la carta
diciendo: Poned a Urías al frente, en lo más recio de la
batalla, y retiraos de él, para que sea herido y muera” (2 S.
11: 14-15).
Urías murió en integridad e inocencia de lo sucedido y ahora
David tenia tremendo problema en el cielo.

c. Cuando el pecado toca a la puerta de los llamados


Natán, fue un profeta que Dios utilizó para dar palabras de
confirmación del reinado de David. Pero en esta ocasión el
profeta se presentó ante David con un mensaje fuerte de parte de
Dios. Le hizo un relato acerca de un hombre muy rico que le
había quitado la única ovejita que poseía un pobre hombre para
darle de comer a un amigo (2 S. 12). Natán presentó este hecho
como una historia real para que el rey le hiciera justicia, pero era
una metáfora acerca del pecado mismo de David contra Urías y
su mujer.
David que había demostrado amar la justicia divina se llenó
de ira contra el supuesto hombre rico de la historia y decretó con

81
“Como reconocer el llamado divino”

su autoridad real que ese hombre era digno de muerte, sin darse
cuenta que se trataba de él mismo. Natán le respondió que ese
hombre era él mismo, quien le había quitado la mujer a Urías y
también le había dado muerte.
Natán le profetizó a David de las consecuencias de su
pecado y esto se cumplió cuando su hijo Absalón, se reveló
contra él y violó sus mujeres ante del pueblo (2 S. 16:22). El
profeta advirtió que de la casa de David no se apartaría el mal y
esto se cumplió cuando Amnón, hijo de David se enamoró de
Tamar, su hermana, y la violó. Luego Absalón mató a su
hermano Amnon. Después, Absalón (hijo de David) se rebeló
contra su reino y también fue muerto. Aunque el pecado acarrea
consecuencias, siempre hay oportunidad de restauración para los
que lo reconocen y se arrepienten. Pecar es de necios, corregirlo
es de sabios.

d. Siembra amor y cosecharás perdón


A causa de su genuino arrepentimiento, Dios prometió a David
que no moriría por su pecado (adulterio y asesinato eran
penados con la muerte en la Ley).
David encontró ayuda en la angustia del pecado, porque lo
reconoció y se arrepintió. El Salmo 51 es muestra de su
arrepentimiento, aun siendo rey, tuvo escribió públicamente
acerca de esa experiencia.
La misericordia de Dios es infinita y la única limitación que
tiene es el nivel de fe del ser humano para reconocerla. Lo difícil
es reconocer los errores y pedir perdón. Los errores durante el
desarrollo de un ministerio tienen evidentes consecuencias, pero
existe oportunidad de restauración a través de un arrepentimiento
genuino. Dios no tardará en escuchar y levantar a quienes sean
honestos consigo mismos, reconozcan su pecado y se aparten de
él (Pr. 28:13).

82
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”

Capítulo 7

JEREMÍAS: “Llamados a ser testigos”


____________________________________________________

I. SIN APARENTE RESULTADO EN EL MINISTERIO

a. El llamado de Jeremías
Jeremías fue elegido para el ministerio, aun antes de nacer:
“Vino pues palabra de Jehová a mí diciendo: Antes que te
formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te
santifiqué, te di por profeta a las naciones” (Jr. 1: 4-5).
La explicación se encuentra en la presciencia divina. Dios
conoce el futuro y tiene la capacidad de saber que camino elegirá
cada ser humano, por eso prepara de antemano un plan

83
“Como reconocer el llamado divino”

específico para cada persona. No obstante, el llama al ser


humano a su debido tiempo y espera su respuesta.
A pesar de ser sacerdote, Jeremías no se consideraba digno
de ejercer la misión profética. Fue a través de un llamado que él
entendió el propósito para el que Dios, le había elegido. Jeremías
fue llamado a profetizar y exhortar a Israel en una de las crisis
más difíciles del pueblo. Ellos no tenían su corazón dispuesto
para obedecer a Dios. Jeremías no vio aparentes resultados en su
ministerio, solo confrontación con un pueblo que endureció su
corazón hasta el hastió, en oposición a las palabras que Dios
puso en su boca.
El ejemplo de Jeremías muestra que lo importante de un
llamado es la obediencia a Dios, no estrictamente los resultados
visibles que en ocasiones será difícil entenderlos en el presente,
sino hasta que el tiempo pase o estemos en la presencia del
Señor.
Desde la perspectiva humana, el ministerio de Jeremías fue un
fracaso. Sus palabras fueron rechazadas y su predicación parecía
vana. Como atalaya que advierte el peligro, Jeremías debía
cumplir su misión de predicar su mensaje. El resultado sería
determinado por la decisión del pueblo ante la Palabra divina,
pero el profeta libraría su responsabilidad delante de Dios.
Hay quien no entienda su labor evangelizadora en la tierra y
no se remiten a predicar el amoroso mensaje de salvación,
confrontado a los pecadores y no al pecado. El profeta solo
advierte, no obliga a obedecer. Tampoco es juez que condena. La
palabra predicada es el juez que al final le pedirá cuentas a cada
persona (Ez. 2:5; Jn. 12:48).
Toda persona llamada al ministerio debe cumplir su misión
de predicar, dejándole los resultados al Señor. Los ministros
deben enfocarse en su misión de ser testigos, más que en los
resultados visuales de su predicación. Esto evitará frustraciones,
pues no todos aceptarán el mensaje de la Palabra de Dios (Ro.
10:16), como fue el caso de Noé.
La misión más grande de los ministros es ser testigos de
Dios en la tierra (Hch. 1:8). Por encima del éxito o el prestigio
ministerial, lo importante delante de Dios es obedecer el llamado
84
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”

y hacer su voluntad con un corazón lleno de amor, por una


humanidad perdida en el pecado.
Dios le dijo al profeta Ezequiel que, si el pueblo no
escuchaba sus palabras, su trabajo no sería en vano.
Posteriormente él sería el juez de ellos (Ez. 33:33). Además, le
amonestó que si no le advertía el peligro al pecador, Dios le
pediría cuentas a él y sería castigado por su desobediencia (Ez.
3:16-21).
El propósito divino y el anhelo de todo ministro debe ser que
los pecadores se conviertan a Dios, pero el deber es predicar el
Evangelio, independientemente de la decisión de cada persona.
El mensaje divino tiene implicaciones eternas y cada ser humano
será juzgado por la palabra que se le haya predicado en vida. La
palabra de Dios es como una espada de dos filos que imparte
vida o muerte eterna y no retornará vacía, hará lo que Dios le
manda (Is. 55:11).

b. Cumple tu llamado y déjale el resultado al Señor


Cuando Dios llamó a Jeremías le advirtió que sus profecías no
serían escuchadas: “Y os envié todos los profetas mis siervos,
enviándolos desde temprano y sin cesar; pero no me oyeron
ni inclinaron su oído, sino que endurecieron su cerviz, e
hicieron peor que sus padres. Tú, pues, les dirás todas estas
palabras, pero no te oirán; los llamarás y no te responderán”
(Jr. 7: 25b, 27).
Todo predicador espera fruto de su mensaje. Pero Jeremías fue
enviado a un pueblo desobediente, advertido de que no le
escucharían. Jeremías fue la secuencia de muchos profetas que
Dios había enviado a Israel para advertirles los peligros del
pecado, pero no fueron escuchados.
Durante largos años Jeremías advirtió a Israel acerca de la
esclavitud que les esperaba si no obedecían a Dios. Pero su
mensaje fue ignorado y el pueblo fue finalmente esclavizado. El
caso de Jeremías fue frustrante y puede serlo para cualquier
ministro cuando son enviados a predicar y sus mensajes son
rechazados. Jeremías no quería seguir en un ministerio
aparentemente estéril. Él quería ver el fruto anhelado de su

85
“Como reconocer el llamado divino”

trabajo ministerial. En su estado de desánimo, Dios le exhortó y


Jeremías se volvió a Dios:
“Fueron halladas tus palabras, y yo las comí; y tu palabra
me fue por gozo y alegría de mi corazón; porque tu nombre
se invocó sobre mí, oh Jehová Dios de los ejércitos. ¿Por
qué fue perpetuo mi dolor, y mi herida desahuciada no
admitió curación? ¿Serás para mí como cosa ilusoria, como
aguas que no son estables? Por tanto, así dijo Jehová: Si te
convirtieres, yo te restauraré, y delante de mí estarás; y si
entresacares lo precioso de lo vil, serás como mi boca.
Conviértanse ellos a ti, y tú no te conviertas a ellos” (Jr.
15: 16, 18-19).
Jeremías comenzó su ministerio con mucho gozo, pero se
desanimó ante la realidad del rechazo de su mensaje. Era tan
honda su frustración que deseaba renunciar a su llamado, si Dios
no le hacía justicia de todo lo que estaba sufriendo. Por el texto
se deduce que Jeremías estaba decepcionado y no quería seguir
más en su ministerio.
Dios le advirtió que no siguiera la rebeldía del pueblo, que le
buscara y Él le daría la victoria sobre sus enemigos. Jeremías
debía volverse a Dios para mantener su protección y no perecer
junto a los rebeldes. Este lamento sería constante en la vida de
Jeremías, pero Dios siempre lo alentaría a continuar en su labor
de advertir al pueblo su pecado, aunque no obedecieran.
Jeremías no vio los resultados que algunos le llaman éxito; pero,
desde la perspectiva divina cumplió su misión, pues, aunque
fuese para testimonio todo lo que le profetizó al pueblo les
sucedió como Dios lo había advertido. Aquí hacen eco las
palabras que Dios le dio al profeta Ezequiel (contemporáneo de
Jeremías) señalándole que aunque el pueblo no le escuchara,
sabrían que hubo profeta entre ellos como testigo de la
advertencia divina (Ez. 33:32-33).
Capítulo 8

JUAN EL BAUTISTA: “El costo de la Verdad”


____________________________________________________

86
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”

I. LA GRANDEZA DE JUAN EL BAUTISTA

a. El profeta más grande entre los hombres


Juan el Bautista fue el último profeta del AT en anunciar la
llegada del Mesías a la tierra, pero Juan no es el típico profeta
que narra el AT. Existe una marcada diferencia entre Juan y los
demás profetas que le antecedieron.
La Biblia señala que Juan no hizo ningún milagro durante su
ministerio (Jn. 10:41). Algo típico en los profetas bíblicos. Pero
en contraste con esta observación, Jesús señaló que no había
existido otro profeta mayor que Juan el bautista, en todo Israel
(Mt. 11:11).
Desde la perspectiva divina, el hombre y la mujer de Dios no
se distingue por los milagros; si no por la comunión con Dios, su
valor para predicar y su entrega para vivir la verdad. Aspectos
relevantes del carácter de Juan el bautista.
Hay quien estereotipa a los hombres y mujeres de Dios por
los milagros que manifiestan en sus ministerios. Si bien, estas
pueden ser señales divinas en los ministros, el hombre y la mujer
de Dios se reconoce en la Biblia por su integridad, más que por
los milagros (Mt. 7:20).
Juan el bautista no hizo milagros, pero hizo temblar a los
gobernadores romanos con sus palabras y fue muy respetado en
Israel como un verdadero profeta de Dios, debido a su integridad
y comunión con Dios (Mr. 6:18-20; Lc. 20:6).
b. Características de Juan el bautista y Elías
La profecía acerca de Juan el bautista, dada a través del ángel
Gabriel, advertía que sería lleno del Espíritu Santo desde el
vientre de su madre y tendría características semejantes a las del
profeta Elías. Eso revela lo poderoso de su llamado.
Elías hizo temblar al sistema religioso perverso implantado
en Israel en su tiempo e hizo volver el corazón de Israel a Dios.
Juan, con su integridad, haría volver el corazón de Israel a
Cristo.
Juan vestía de ropas rústicas como lo hizo Elías, que de
cierta manera les daba una característica de poco acomodo a las
costumbres sociales de turno (2 R. 1:8; Mt. 3:8). Pero la

87
“Como reconocer el llamado divino”

similitud de ambos va más allá de aspectos externos o


manifestaciones del poder de Dios.
La Biblia señala que a Elías le consumía un celo por su Dios,
ante la idolatría que imperaba en Israel (1 R. 19:10). Juan
también se encontró con un pueblo dividido y rebelde a quienes
llamó generación de víboras (Mt. 3:7).
La profecía acerca de Juan señala que él haría volver el
corazón de los padres a los hijos y esa también fue la labor más
grande de Elías, quién hizo que Israel se volviera a Dios en
tiempos de decadencia religiosa. Su enfrentamiento contra reyes
y el depravado sistema religioso imperante fue la mayor
característica de Elías.
Los milagros fueron el resultado de la fe y el celo que Elías
sentía por Dios, pero en el carácter firme de enfrentarse contra
imperios perversos y el valor para decir la verdad, es donde se
nota su relación con Juan el bautista.
Si se compara a estos dos profetas por sus señales existiría una
brecha enorme, porque la Biblia señala que Elías hizo grandes
prodigios (1 R. 17, 19); mientras que Juan no hizo ninguna señal
(Jn. 10: 41).
Las señales pueden ser el resultado de una vida de
integridad; pero los milagros no salvan, porque es Dios quién los
hace. Lo más importante en la vida de un ministro es su relación
con Dios, no las señales.

c. La grandeza de Juan el Bautista


Jesús afirmó que Juan fue el más grande de todos los profetas
anteriores que él (Mt. 11:11). En contraste con esta afirmación
Juan no hizo ninguna señal:
“Y muchos venían a él, y decían: Juan, a la verdad,
ninguna señal hizo; pero todo lo que dijo de éste, era
verdad” (Jn. 10:41).
La verdadera grandeza de Juan consistía, en que guardaba su
integridad, en medio de una sociedad corrupta. A veces se trata
de matizar la verdad divina por temor a la censura de la sociedad
o los gobiernos corruptos. No se trata de ofender directamente a
las personas o gobernantes por su condición de pecado; sino de
88
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”

predicar la verdad en rechazo al pecado mismo, pues Dios ama al


pecador, pero rechaza el pecado.
Jesús dijo de Juan:
“De cierto os digo: Entre los que nacen de mujer no se ha
levantado otro mayor que Juan el bautista; pero el más
pequeño en el reino de los cielos, mayor es que él” (Mt.
11:11).
Jesús señaló que no había nacido hasta la época de Juan, otro
profeta más grande, a pesar de que no hizo milagros.
La grandeza de Juan consistía en su testimonio y verticalidad.
Herodes, un rey sanguinario y sin escrúpulos, no se atrevía a
matar a Juan porque el pueblo le reconocía como un verdadero
profeta de Dios.
Quizá Juan tenía el debido respeto hacia Herodes, por ser
emperador, pero eso no le impedía exhortarle acerca del pecado
de adulterio del Rey con la mujer de su hermano:
“Porque Herodes había prendido a Juan, y le había
encadenado y metido en la cárcel, por causa de Herodías,
mujer de Felipe su hermano; porque Juan le decía: no te es
lícito tenerla” (Mt. 14: 3-4).
Juan no tenía miedo de señalar el pecado del emperador romano,
como a cualquier persona. Él consideraba que su deber como
profeta era decirle la verdad, porque estaba comprometido con
Dios.
Juan no confundió el amor por el prójimo con la falta de
compromiso moral con la verdad divina. Consideraba que su
deber era advertir el peligro del pecado al prójimo, por encima
de cualquier interés mezquino de conservar posiciones sociales o
amistades.
El único delito que Juan cometió y que condujo a una
sociedad perversa a decapitarle fue su compromiso con la
verdad. Juan sabía con anterioridad que decirle la verdad a
Herodes le podía costar la vida, pero no le importaba morir. El
pagó con su vida, por decirle la verdad a una sociedad que se
deleitaba en el pecado.
La escuela de Juan fue el desierto. Quizá los líderes
religiosos de Jerusalén, no estaban dispuestos a confrontar el
pecado con la verdad, pues les importaba más el poder político.

89
“Como reconocer el llamado divino”

Por eso Dios levantó a un hombre del desierto, sin compromisos


ni ataduras sociales que le cerraran la boca para llamar el pecado
por su nombre.
La Biblia señala:
“Porque Herodes había prendido a Juan, y le había
encadenado y metido en la cárcel, por causa de Herodías,
mujer de Felipe su hermano; porque Juan le decía: No te es
lícito tenerla. Y Herodes quería matarle, pero temía al
pueblo; porque tenían a Juan por profeta. Pero cuando se
celebraba el cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías
danzó en medio, y agradó a Herodes. Por lo cual éste le
prometió con juramento darle todo lo que pidiese. Ella,
instruida, primero por su madre, dijo: Dame aquí en un
plato la cabeza de Juan el Bautista. Entonces el rey se
entristeció; pero a causa del juramento, y de los que
estaban con él a la mesa, mandó a que se la diesen, y
ordenó decapitar a Juan en la cárcel. Y fue traída su
cabeza en un plato, y dada a la muchacha; y ella la
presento a su madre” (Mt. 14: 3-11).
Las palabras de Juan: “Herodes, deja esa mujer porque no te es
lícito tenerla”, demuestran su valentía para confrontar señalar el
pecado y la razón por la que Dios le comparó con Elías, quién
también se enfrentó a un sistema político y religioso corrupto.
Juan tenía comunicación con el emperador y quizá era
invitado al palacio, pero no vendió sus convicciones por un
paseo en el palacio real, ni se dejaba impresionar por los
manjares que le servían los cortesanos del rey. Juan le advirtió su
pecado a Herodes y eso le costó la vida.

d. La integridad de Juan el bautista


Juan representa el llamado de quienes no se acomodan a un
sistema pecaminoso, ni a la cultura, cuando estas entran en
contradicción con los principios bíblicos. Juan no calló la verdad
de Dios ante Herodes. Como atalaya, consideró que era su deber
advertirle acerca de su pecado. Juan tenía un compromiso con la
verdad y acerca de esa grandeza fue que Cristo habló de Juan el
Bautista.
90
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”

Para que Dios escogiera a Juan para ser el testigo que


anunciaría y confirmaría a Jesús como el Mesías de Israel, debía
ser un hombre intachable.
Predicar la verdad del Evangelio de Cristo no representa
falta de amor en el cristiano. El amor de Dios no es alcahuete,
tampoco se acomoda al pecado.
El amor y la justicia son parte del carácter de Dios y una
cosa no niega la otra. Tanto en el AT como en el NT se presenta
a Dios como fuego que consume (Dt. 4:24; Hb. 12:29). La
tolerancia al pecado no es inherente al carácter divino. Dios es
misericordioso con el pecador y le da oportunidad de
arrepentimiento toda una vida, pero no tendrá por inocente a
quien deliberadamente practica el pecado con la excusa de que
Dios es amor.
Un ministro de Dios tiene la responsabilidad de advertir sin
acepciones el pecado a la gente, aunque se gane el desprecio de
algunos o de todos. Dios ama incondicionalmente al pecador,
pero no ama el pecado y el amor corrige porque es justo (Hb.
12:4-8; Pr. 3:11-12).
Juan el bautista es un ejemplo del valor y la responsabilidad
que debe caracterizar a los líderes cristianos para advertir las
consecuencias del pecado, aún a expensas de perder algunos
privilegios, posiciones sociales o la vida misma, si ese fuese el
caso.

Capítulo 9

LA OBEDIENCIA AL LLAMADO DIVINO


____________________________________________________

I. LA OBEDIENCIA DURANTE EL LLAMADO

a. Tres principios de la obediencia al llamado divino


La obediencia a la voz de Dios es el reto más importante de los
llamados al servicio divino. No basta con haber aceptado el
llamado; hay que mantenerse en obediencia como un estilo de
vida, para seguir cosechando frutos durante el ministerio.

91
“Como reconocer el llamado divino”

Jesús enseñó tres pasos ineludibles de obediencia que deben


seguir todos sus discípulos. Estos atañen a toda la vida cristiana,
incluyendo el llamado al servicio divino, a saber: Negarse a sí
mismo, tomar la cruz, y seguirle:
“Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere
venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y
sígame” (Mt. 16:24).
Pedro, en sus sanas intenciones quiso detener a Jesús de morir en
la cruenta cruz, rogándole que tuviera compasión de sí mismo
(v.23). Después de haberlo reprendido, Jesús se dirigió a sus
discípulos y de forma categórica les advirtió las implicaciones de
ser su discípulo.
Aunque el deseo de Jesús es que toda la humanidad le siga,
apela a la voluntad de cada individuo para tomar dicha decisión,
señalando: “Si alguno quiere venir en pos de mí”. La invitación
está abierta a toda persona, pero los que quieran seguirle deben
obedecerle, siguiendo sus pasos cada día.
Pedro, sin entenderlo, con sus sanas intenciones estaba
estorbando a Jesús en su camino a la cruz, donde en obediencia
al Padre, debía ir para salvar a la humanidad.
En respuesta Jesús establece un primer paso que sus
seguidores deben dar: “Niéguese a sí mismo”.
Dios no despersonaliza a los seres humanos, en cambio les
invita a tomar la decisión radical de renunciar a sus ambiciones
egocéntricas para seguir su voluntad.
Negarse a sí mismo no solo implica renunciar a la voluntad
propia, también es la aceptación de la voluntad divina.
El segundo paso es: “tome su cruz”. Los discípulos de Jesús
conocían bien el concepto aberrante de la crucifixión. Ellos
sabían que todo condenado a la cruz debía cargar su propia cruz
al lugar de la crucifixión.
Jesús les dijo que si Él, siendo Dios se había humillado a tan
vil sacrificio en obediencia al Padre (Fil. 2:5-8), todo seguidor
debe ser partícipe de cargar su propia cruz. Especialmente los
discípulos quienes debían pasar el trago amargo de ver morir a
su Mesías, en una vergonzosa cruz. Esta cruz literal para Cristo
y algunos de sus discípulos, es ahora simbólica de la muerte a las
92
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”

demandas naturales de la carne y la aceptación de la voluntad de


Dios.
El tercer paso es: “Sígame”. No se puede confesar ser
seguidor de Cristo, si no se hace su voluntad. Seguirle, implica
poner en práctica sus enseñanzas todos los días.
En conclusión, el primer paso (negarse a sí mismo) tiene
que ver con la renuncia a las demandas egoístas del ser humano,
para dar paso a la voluntad de Dios.
El segundo pasó (tomar la cruz), implica no sólo la negación
a la voluntad propia, es también la aceptación de la voluntad
divina. Tomar la cruz es sinónimo de sobreponerse a las pruebas
de la vida cristiana por medio de la fe.
Una vez que se ha rendido la voluntad propia y se ha
aceptado la divina (con sus implicaciones diarias) se debe
caminar (seguirle) en constante comunión y obediencia al plan
que Dios haya trazado para cada uno de sus hijos, que es el tercer
paso.

b. El ejemplo de la obediencia absoluta de Cristo


La vida de obediencia de Cristo es el ejemplo más digno de
admirar para toda la cristiandad, por eso Pablo explica:
“Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en
Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el
ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se
despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho
semejante a los hombres; y estando en la condición de
hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta
la muerte, y muerte de cruz” (Fil. 2:5-8).
Pablo expone la vida de humildad de Jesús, partiendo desde su
misma gloria, donde estaba antes de manifestarse al mundo. El
hecho de que Jesús se vistiera de un ropaje humano para
identificarse con la humanidad, al encarnarse, fue un acto de
humildad y obediencia.
La humillación de Cristo y su obediencia al plan eterno del
Padre, fue más allá de hacerse hombre; pues si esto era ya
degradante para Él, por lo menos debió ser alguien importante en
medio de la humanidad, pero no fue así. Estando en esa

93
“Como reconocer el llamado divino”

condición humana vino a servir a la humanidad y se hizo esclavo


del Padre para someterse a sus designios.
Si de Dios pasó a ser hombre y de hombre degradado a siervo
entre los hombres, su muerte fue la peor de un ser humano, pues
sólo los hombres más perversos y malos de la sociedad eran
llevados a una muerte tan vil como la de una cruz. Pablo puso
como ejemplo de obediencia absoluta a Cristo, pues en
obediencia al Padre, voluntariamente dio su vida en rescate por
la humanidad:
“Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para
volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que yo de mí
mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder
para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi
Padre” (Jn. 10:17-18).
Jesús explicó claramente que nadie le quitó su vida, Él la ofreció
en un acto voluntario de obediencia al plan salvífico divino para
la humanidad. Así lo explica el escritor del libro a los Hebreos:
“Diciendo primero: Sacrificio y ofrenda y holocaustos y
expiaciones por el pecado no quisiste, ni te agradaron (las
cuales cosas se ofrecen según la ley), y diciendo luego: He
aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad; quita lo
primero, para establecer esto último (Hb. 10:8-9).
Ese espíritu voluntario de sumisión a la voluntad del Padre
mostrado por Cristo, es el que el apóstol Pablo señala que todo
creyente debe imitar.
Jesús aprendió la obediencia a través de una vida de
sumisión a la voluntad del Padre:
“Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la
obediencia” (Hb. 5:8).
El deseo de agradar al Padre es notorio durante la vida de Jesús.
Aún antes de su muerte reveló el deseo de hacer la voluntad
perfecta del Padre que sirve de ejemplo para sus seguidores.
Jesús oró dos veces al Padre pidiéndole que, si en su plan lo
permitía, le evitara el trago amargo de la cruz; aunque siempre
oraba que se hiciera su voluntad:

94
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”

“Otra vez fue, y oró por segunda vez, diciendo: Padre mío,
si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba,
hágase tu voluntad” (Mt. 26:42).
Jesús hizo el sacrificio de ir a la cruz por obediencia, no porque
le agradaba una muerte tan morbosa. La vida de Cristo se
convierte en el ejemplo más sublime de obediencia para los hijos
de Dios.

c. La obediencia al llamado divino es incondicional


El llamado divino no puede ser condicionado a las circunstancias
de la vida de los llamados al servicio del ministerio. En un
llamado genuino no se puede esperar que las circunstancias sean
favorables para cumplirlo.
A Dios no lo limitan las circunstancias, ni está sujeto a las
leyes naturales para ejecutar su plan. Jesús hizo un llamado a una
entrega de total sumisión a su voluntad:
“Y vino un escriba y le dijo: Maestro, te seguiré
adondequiera que vayas. Jesús le dijo: Las zorras tienen
guaridas, y las aves del cielo nidos; mas el Hijo del Hombre
no tiene dónde recostar su cabeza. Otro de sus discípulos le
dijo: Señor, permíteme que vaya primero y entierre a mi
padre. Jesús le dijo: Sígueme; deja que los muertos
entierren a sus muertos” (Mt. 8:19-22).
Nadie puede poner condiciones al llamado divino. Jesús fue
radical en su respuesta a quienes querían seguirle bajo ciertas
condiciones. Dios no tarda, ni adelanta sus planes por antojo
humano. Dios tiene su forma y su tiempo para llevar a cabo su
obra, al que el ser humano debe sujetarse.
El verso anterior no implica que se deba ser indiferente a la
familia. Lo que plantea es un asunto de prioridades y lo eterno es
prioridad, ante lo temporal.
Los personajes bíblicos fueron llamados a seguir la voluntad
divina en medio de sus propias circunstancias. Eliseo le pidió a
Elías, que le permitiera despedirse de sus padres y luego le
siguió:
“Partiendo él de allí, halló a Eliseo hijo de Safat, que araba
con doce yuntas delante de sí, y él tenía la última. Y pasando
Elías por delante de él, echó sobre él su manto. Entonces

95
“Como reconocer el llamado divino”

dejando él los bueyes, vino corriendo en pos de Elías, y dijo:


Te ruego que me dejes besar a mi padre y a mi madre, y
luego te seguiré. Y él le dijo: Ve, vuelve; ¿qué te he hecho
yo? Y se volvió, y tomó un par de bueyes y los mató, y con el
arado de los bueyes coció la carne, y la dio al pueblo para
que comiesen. Después se levantó y fue tras Elías, y le
servía” (1 R. 19: 19-21).
Cuando Jesús llamó a Pedro, Andrés, Jacobo y Juan para que le
siguieran, al instante abandonaron las redes, los barcos e incluso
a sus padres y le siguieron (Mt. 4:18-22).
Seguir el llamado divino implica poner a Dios por encima de
todas las cosas:
“Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y
mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su
propia vida, no puede ser mi discípulo” (Lc. 14:26).
El sentido de este verso no es motivar el odio entre los
familiares, lo que Jesús pretende explicar es que en un momento
decisivo en que se debe obedecer a Dios, aunque la familia
resista el llamado, ese amor no puede estar por encima del amor
a Dios. Él tiene cuidado de sus hijos y sabe lo que les conviene,
Dios nunca guiará por el camino errado, aunque este sea difícil y
escabroso.
Lo cierto es que se debe amar a Dios sobre todas las cosas y
no hay mejor manera de expresarlo, sino a través de una
obediencia absoluta a sus planes.

d. El llamado divino tiene su tiempo


Dios tiene un tiempo señalado para realizar su obra y quien es
llamado al servicio ministerial no puede condicionar la voluntad
divina para atrasar o adelantar sus planes.
Es común que Dios primero llame a alguien al servicio
ministerial, antes que inicie el trabajo asignado. Pero
seguramente, cuando el tiempo llega Dios no esperará por el ser
humano, sus planes deben cumplirse.
Jesús, en su naturaleza humana, debió nacer y crecer hasta
llegar cerca de los treinta años, cuando se manifestó a la
humanidad como el Mesías Salvador.
96
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”

Aunque había un caos en Israel y en el mundo entero durante


la vida de Jesús, Él se manifestó a su debido tiempo, cuando el
Padre así lo dispuso.
Jesús no agradó ni a su propia mamá. En cierta ocasión,
María quiso apresurar a Jesús para que manifestara su poder al
mundo, pero nadie puede coaccionar la voluntad de Dios. Jesús
le respondió:
“Jesús le dijo: ¿Qué tienes conmigo, mujer?
Aún no ha venido mi hora” (Jn. 2:4).
Dios no obra conforme a la voluntad humana para realizar la
obra de su reino en la tierra. El solo espera una respuesta firme
cuando llama al servicio del ministerio.

97
“Como reconocer el llamado divino”

CONCLUSIÓN

DIOS ES QUIEN LLAMA AL SERVICIO MINISTERIAL

 Evidencias del llamado divino en el Antiguo


Testamento

• Noé fue llamado por Dios como profeta a su generación


(Gn. 6).
• Abraham fue llamado directamente por Dios (Gn. 12: 1-
3).
• Moisés fue llamado audiblemente por Dios desde una
zarza en fuego (Ex. 3: 1-4).
• Aarón fue escogido y separado directamente por Dios
para ejercer el sacerdocio (Ex. 28, 29, 40:11-15).
• Josué fue escogido por Dios para suceder a Moisés (Js.
1).
• Gedeón fue llamado por Dios para ser juez de Israel
(Jue. 6).
• Sansón fue escogido por Dios antes de nacer para salvar
a Israel (Jue. 13:5).
• Samuel fue llamado por Dios con voz audible para ser
juez de Israel (1 S. 3).
• David y Saúl fueron llamados por Dios y ungidos por el
profeta Samuel para ejercer sus reinados en Israel (1 S. 16:13,
1 S. 10:1).
• Salomón fue escogido por Dios antes de ser rey (2 S.
7:12-15; 1 Cr. 22:6-10).

98
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”

• Dios llamó audiblemente al profeta Isaías durante una


visión celestial (Is. 6).
• El profeta Jeremías fue escogido por Dios antes de
nacer, para ejercer el ministerio profético (Jr. 1: 5-6).

 Evidencias del llamado divino en el Nuevo


Testamento

• Los ministerios de la Iglesia fueron establecidos por Jesús y


repartidos a cada cual, según su designio. La Biblia señala:
“Y el mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros profetas;
a otros evangelistas; a otros pastores y maestros, a fin de
perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para
la edificación del cuerpo de Cristo” (Ef. 4: 11-12).
“Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles,
luego profetas, o tercero maestros, luego los que hacen
milagros, después los que sanan, los que ayudan, los que
administran, los que tienen don de lenguas” (1 Co. 12: 28).
En estos versos se mencionan algunos de los ministerios que
Cristo estableció para edificación de la Iglesia. Estos pasajes
son explícitos en señalar que fue Jesús quien constituyó cada
ministerio y quien también elige a los ministros, según su
voluntad.
• Jesús mismo escogió a doce personas entre sus discípulos para
constituirlos como apóstoles y columnas de la Iglesia:
“Después subió al monte, y llamo así a los que Él quiso; y
vinieron a Él. Y estableció a doce, para que estuviesen con
Él, y para enviarlos a predicar, y que tuviesen autoridad
para sanar enfermedades y echar fuera demonios” (Mr.
3:13-15).

• Pablo exhortó a Timoteo a mantenerse firme como un soldado


en la milicia de la fe, confortado por medio de algunas
profecías que se habían hecho con relación a su llamado:
“Este mandamiento, hijo Timoteo, te encargo, para que
conforme a las profecías que se hicieron antes en cuanto a
ti, milites por ellas la buena milicia” (1 Ti. 1:18).

99
“Como reconocer el llamado divino”

• Pablo fue llamado al ministerio directamente por Cristo y se lo


confirmó a través de un sueño, por medio de un cristiano
llamado Ananías:
“Había entonces en Damasco un discípulo llamado
Ananías, a quien el Señor dijo en visión: Ananías. Y él
respondió: Heme aquí, Señor. El Señor le dijo: Ve, porque
instrumento escogido me es éste, para llevar mi nombre en
presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel;
porque yo le mostraré cuánto le es necesario padecer por
mi nombre” (Hch. 9:10, 15-16).
• Pablo también recibió confirmación de su llamado por medio
de profetas de Antioquía:
“Había entonces en la iglesia que estaba en Antioquia,
profetas y maestros. Ministrando estos al Señor, y
ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y
a Saulo para la obra que los he llamado” (Hch. 13: 1a, 2).
Jesucristo escogió a Saulo para llevar su Evangelio a los gentiles.
En esta oportunidad se lo confirmó nuevamente por medio del
Espíritu Santo, usando a los profetas de Antioquía. Todos estos
ejemplos demuestran que el servicio ministerial se debe realizar
en obediencia a un llamado divino.

 ALGUNOS LLAMADOS DE LA BIBLIA

• EL LLAMADO DE ABRAHAM:
“Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al
lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber
a dónde iba (Hb. 11:8).

• EL LLAMADO DE MOISES:
“Viendo Jehová que él iba a ver, lo llamó Dios de en medio
de la zarza, y dijo: !Moisés, Moisés! Y él respondió: Heme
aquí” (Éx. 3:4).

• EL LLAMADO DE LOS SACERDOTES LEVITAS:

100
“EL LLAMADO AL MINISTERIO”

“Y la cámara que mira hacia el norte es de los sacerdotes que


hacen la guardia del altar; estos son los hijos de Sadoc, los
cuales son llamados de los hijos de Leví para ministrar a
Jehová” (Ez. 40: 46).
“Y nadie toma para sí esta honra, sino el que es llamado por
Dios, como lo fue Aarón” (Hb. 5:4).

• LLAMADO DE JESUS COMO EL SIERVO DE DIOS:


“Yo Jehová te he llamado en justicia, y te sostendré por la
mano; te guardaré y te pondré por pacto al pueblo, por luz
de las naciones” (Is. 42-6).

• EL LLAMADO DEL APOSTOL PABLO:


“Ministrando éstos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu
Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que
los he llamado” (Hch. 13:2).

“Pablo, siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol, apartado


para el evangelio de Dios” (Ro. 1: 1).

LIBROS CRISTIANOS ESCRITOS POR


JOEL PERDOMO

1. NO HAY MALDICIÓN PARA LOS CRISTIANOS


2. EL DIEZMO DESDE ABRAHAM A CRISTO
3. LA PROFECIA COMO MINISTERIO DE LA IGLESIA
4. LA ORACIÓN EFICAZ
5. LA LEY Y LA GRACIA
6. EL LLAMADO AL MINISTERIO
7. LOS MINISTERIOS DE LA IGLESIA
8. ADORADODES EN ESPÍRITU Y EN VERDAD
9. FE SIN LÍMITES
10. SIN SANTIDAD, NADIE VERÁ AL SEÑOR
11. VIDA Y MINISTERIO (autobiografía).

101
“Como reconocer el llamado divino”

12. LA IGLESIA E ISRAEL COMO SEÑALES DEL FIN


13. LA AUTORIDAD – El desafío cristiano
14. HUMILLACIÓN Y EXALTACIÓN DEL CRISTIANO
15. RESPUESTAS A PREGUNTAS DIFÍCILES DE LA
BIBLIA
16. TEMAS INTERESANTES DE LA BIBLIA
17. EL ESPÍRITU SANTO EN LA IGLESIA

(Búsquelos en internet).

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