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SEGUNDA PARTE

BIOGEOGRAFíA

Las relaciones entre ecología y' biogeografía quedan


a menudo confusas; pero siempre han sido evidentes.
Uno de los libros que han tenido mayor influencia
en el desarrollo de la ecología se titula «Zoogeografía
ecológica)); (<<Tiergeographie auf okologischer Grund-
lage», de Hesse 37, 1924). Darlington 19 (1957), autor
de un texto reciente de zoogeografía, escribe que
es bueno llevar a los ecólogos al terreno de la zoogeo-
grafía; pero que la zoo- o biogeografía no es ecología.
La verdad es que no es común incluir la biogeografía
dentro de la ecología, aunque muchos textos de eco-
logía dedican buen espacio (el 18 % de su extensión
el libro de Allee y colaboradores 1, 1949) a comentar
las relaciones entre ecología y evolución y, principal-
mente, la forma cónlo los distintos «factores» ecológicos
determinan o influyen sobre el curso de la evolución,
cuya correspondencia tiene siempre una proyección
geográfica.
La recíproca es igualmente cierta: se reconoce la
influencia de las distribuciones del pasado sobre las
características del ecosistema actual. La presencia
de determinada especie en un ecosistema, no sólo
requiere una explicación «autoecológica», que suele con-
sistir en una interpretación en términos de adaptación
de las características nlorfológicas y fisiológicas de la
especie, que le permiten sobrevivir bajo las condiciones
locales de aquel ambiente, sino también una explicación
de tipo «histórico)), relativa a la concatenación de
acontecimientos que han hecho posible la llegada allí
de aquella estirpe, o la evolución de una forma
de organización preexistente hasta conducir
a la observada.
No se puede profundizar demasiado en la pretensión
de distinguir lo «ecológico» de lo «biogeográfico» sin
incurrir en contradicciones. En el campo de la ecología
este tema recuerda los intentos de precisar, contras-
tándolos, los conceptos de analogía y homología
en el estudio de los organismos. La analogía significa
convergencia de adaptación, esencialmente ecológica.
la homología corresponde a descendencia de antepa-
sados comunes, un hecho histórico expresado en la
biogeografía. Pero semejanzas o diferencias ecológicas,
relacionadas con diferentes combinaciones de factores
ambientales, encauzan la evolución y cristalizan en una
historia convergente o divergente.
7

Configuración de las áreas

ALGUNAS GENERALIDADES SOBRE BIOGEOGRAFIA

Al hablar de fenómenos o factores de tipo geográfico histórico se


hace referencia a una clase muy extensa de hechos, que no sólo incluye
las grandes diferencias que son resultado de una evolución casi inde-
pendiente, como las que se observan al comparar ecosistemas situa-
dos en distintos continentes bajo latitudes semejantes, sino también
fenómenos históricos de menor escala, como todos los relacionados
con los azares de la colonización, es decir, las secuelas de si los pri-
meros ocupantes de un espacio «vacío» son de una u otra especie, la
preexistencia o adquisición de heterogeneidad genética y procesos evo-
lutivos subsiguientes, la escisión de una especie en grupos de población
aislados, etc.
También se han de incluir fenómenos que se deducen necesaria-
mente de un hecho tan elemental como es el que un ecosistema ocupa
un espacio. En ecología es usual estudiar las relaciones entre las densi-
dades de población de determinada especie y la intensidad de factores
del ambiente que, presumiblemente, condicionan la presencia y abun-
dancia de la especie en cuestión. Generalmente se procede por medio
de regresiones estadísticas, simples o múltiples (pág. 405). Pero rara-
mente la distribución queda explicada y, si pasamos a un mapa los
valores de las discrepancias entre las densidades observadas y las que
han sido calculadas para cada punto de acuerdo con una fórmula de
regresión y las condiciones locales, estos residuos no se distribuyen
irregularmente al azar, sino que las desviaciones positivas se acumulan
sistemáticamente en unos puntos, y las negativas en otros. Lo mismo
ocurre en relación con el tiempo: la abundancia de una especie no sólo
se puede poner en relación con las circunstancias reinantes, sino que
depende también, más o menos, de la abundancia de la propia especie
en el pasado. Cuando calculamos una correlación o regresión entre la
abundancia de una especie y, por ejemplo, la temperatura media o la
humedad de una región, en realidad sacamos a los datos de su contexto
espaciotemporal y los dejamos reducidos a pares o tripletes de valores
desconectados unos de otros, es decir, la técnica empleada no es con-
mesurada con las necesidades de la ecología.
Al introducir la noción de «contaminación», o aumento de las pro-
babilidades de ocurrencia por contigüidad espacial con otras áreas en

237
que está ]a especie, penetramos en e] campo de subespecies o especies vicarias, que se reemplazan
]a expresión geográfica de] fenómeno ecológico. y, precisamente, explicar por qué las mayores
Las distribuciones que no se explican simp]e- discontinuidades entre unas y otras formas se
mente por factores ambientales se escalonan en hallan precisamente donde están.
una larga serie de dimensiones: e] aspecto geo- En el desarrollo de la biogeografía pesó mucho
gráfico, si se quiere, se manifiesta en ]a forma- la observación de que bajo climas equivalentes,
ción de rodales de cierta planta en un campo, en en distintos continentes, se podían encontrar eco-
]a aglomeración del plancton en manchas o en- sistemas diferentes por estar formados por espe-
jambres; pero parece que no estamos dispuestos cies taxonómicamente distintas, a pesar de tener
a hablar propiamente de «geografía» hasta que una fisonomía general que se correspondía. Los
]a dimensión de las estructuras que deben expli- europeos lo vieron así en América y aplicaron
carse supera, por ejemplo, unas decenas de km. nombres europeos, con o sin calificativo de modi-
En realidad, la dimensión que estemos dispuestos ficación, a los seres equivalentes que encontraban
a aceptar como límite donde empieza lo geográ- más allá de los mares. Los conquistadores espa-
fico ha de depender de los organismos que esta- ilo]es de América hablan de zorros, liebres, aves-
mos estudiando; pero, en e] fondo, es la simple truces, leones, etc. Más tarde se relacionó este
extensión en el espacio de los sistemas, orgánicos aspecto meramente comparativo con la evolución,
o no, ]a que crea los problemas de índole topo- a] considerar, por ejemplo, que las diferencias en-
lógica que están en la raíz de cualquier considera- tre las faunas y floras de África y Sudamérica,
ción geográfico histórica. eran mayores que las existentes entre las respecti-
Se ha dicho que mientras que los aspectos pu- vas de Europa y Norteamérica, sugiriendo un
ramente ecológicos pueden estudiarse con un mé- tiempo más largo invertido en su diferenciación o,
todo rigurosamente experimental, los aspectos geo- según otra explicación, la existencia de potentes
gráficos, en el sentido indicado, necesitan métodos agentes uniformizadores en el hemisferio boreal, o
parecidos a los de las ciencias históricas y que una combinación de las dos causas. De esta forma,
esta diferencia metodológica es susceptible de la consideración de afinidades y diferencias entre
crear dificultades en la organización del pensa- faunas y floras totales, o entre ciertos grupos
miento y en ]a organización de los libros. Sin taxonómicos, o la comparación de ecosistemas
pretensiones de una lógica muy rigurosa, basta enteros, condujo a la elaboración de un sistema
indicar que una de las formas convenientes de jerarquizado de semejanzas y diferencias entre
avanzar en ecología es por medio de una cons- áreas continentales distintas, con el desarrollo de
trucción progresiva de modelos cada vez más am- diversos conceptos, entre los cuales los de tiempo
plios y generalizados, siguiendo un proceso apro- de aislamiento, direcciones de colonización y cen-
ximadamente cíclico. De manera que será bueno tros de creación, ocupan un lugar muy importante
que el lector retorne a este capítulo después de en la biogeografía clásica 15, 19,25.35, 37,44,48,52,
haber leído los capítulos 25 y 26 sobre las carac- 61,86,90. Con referencia a una región determinada,
terísticas espaciales en la organización de los eco- se da el nombre de flora al conjunto de las espe-
sistemas. cies de plantas, y el de fauna al de especies de
Podemos aceptar que ]a biogeografía es el es- animales. La flora más la fauna es la biota.
tudio de los fenómenos biológicos en su manifes- Un punto de vista apenas más dinámico tiende
tación espacial, considerando un espacio de di- a ver las distribuciones geográficas como el re-
mensión no muy pequeña. Fundamentalmente, se sultado de un equilibrio entre velocidad de dis-
trata de estudiar las áreas de distribución de persiqn o dilatación de las áreas y velocidad de
plantas y animales. En los textos clásicos de bio- especiación, teniendo en cuenta que ambos pro-
geografía se estudian algunas áreas cuya deter- cesos se desarrollan sobre un espacio heterogéneo.
minación no requiere factores más allá de 10 Los procesos de colonización, evolución y extin-
genuinamente ecológico. La separación de faunas ción se manifiestan más claramente en medios
de agua dulce, de agua salobre y marinas a 10 insulares, sean verdaderas islas en el mar o bien
largo de un litoral, las provincias planctónicas lagos en la superficie de los continentes. Mac-
definidas por características térmicas, de turbu- Arthur y Wilson 53 muestran cómo es posible
lencia y de nutrientes, la distribución zonal de construir una teoría rigurosa y genuinamente bio-
tipos de suelos y de vegetación, apenas requieren geográfica del poblamiento de las islas, q~e puede
consideraciones de tipo histórico. Éstas ya pesan ser el fundamento de una biogeografía dinámica.
más cuando se trata de explicar por qué encontra- De la misma manera que Sancho Panza creía en
mos especies distintas en tierras de características la existencia de ínsulas en tierra firme, el ecólogo
similares situadas a ambos lados de un brazo de ha de saber ver un sistema de islas, dando a ]a
mar, o la fragmentación de una especie, que se voz isla un sentido amplio, en el mosaico com-
extiende a 10 largo de un meridiano, en varias plicado de la biosfera.

238 Biogeografía
Areas cumentación, como para poder aceptarlas como
base de una biogeografía. Sin embargo, para otros
Los datos fundamentales se refieren a la distri- grupos de organismos menos vistosos los conoci-
bución geográfica de los individuos de cada es- mientos son muy incompletos, hasta el punto que,
pecie. La biogeografía ha de sistematizar esta in- para algunos de ellos, de amplia distribución,
formación y tratar de explicarla. El área es la las localidades en que han sido registrados coin-
representación sobre un mapa del conjunto de ciden prácticamente con la distribución geográfica
localidades donde ha sido identificada una espe- de sus investigadores o de las regiones explora-
cie. En el caso de los océanos sería más correcto das. No es posible sacar gran cosa en limpio de
hablar de volumen, pues ciertas especies están los mapas de distribución de desmidiáceas, o del
limitadas a determinados estratos y no ocurren fitoplancton marino 80. Es lamentable la escasez
en otros; pero siempre es posible proyectar dicho de datos sobre la distribución de muchas especies
volumen sobre un área. Si las áreas de muchas que se consideran «vulgares» y, por tanto, no
especies coinciden aproximadamente, se supone merecedoras de un registro preciso. Los estudios
que ciertos agentes han actuado o actúan de ma- ecológicos, cuando obligan a levantar inventarios
nera paralela sobre todas ellas. completos, contribuyen muy eficazmente al cono-
El estudio de las áreas, denominado también cimiento de la distribución de las mencionadas
corología y geonemia, es la parte más necesaria especies vulgares.
de la biogeografía, aunque parezca la de menor La representación elegida depende de la escala
atractivo intelectual. Las áreas de distribución del mapa. En su forma más completa se tendría
de las plantas superiores, mariposas, moluscos y que poner un punto para cada localidad; pero
vertebrados terrestres y de agua dulce están sufi- según sea la escala, esto equivale prácticamente
cientemente respaldadas por una abundante do- a cubrir un área extensa de un color o de un

....• ' /
~,\
.- ----'--,~'C'?/ 500 m / /

\
//

\ 20 km
,.
\
\

500 Km

Figura 7-1 Distribución de una


especie vista a diferentes escalas.
Dentro de lo que se considera su
área geográfica, la especie se en-
cuentra solo en algunas localidades,
formando manchas más o menos
continuas, en el interior de las cuales
la distribución de los individuos
puede ser altamente irregular.

Configuración de las áreas 239


agrisado. En mapas de distribución geográfica de menos, a áreas aún menores. A veces se establece
las especies, para ciertos países bien estudiados, una distinción, apoyada en otras pruebas, entre
como Inglaterra y Holanda, se ha adoptado el especies neoendémicas que serían de origen recien-
criterio de indicar simplemente la presencia o la te, y que no ocupan un área más extensa porque
ausencia dentro de cada una de las aréolas en no han dispuesto de tiempo suficiente para difun-
que se considera dividido el territorio, aréolas dirse y paleondémicas o epibióticas 11, cuando el
que pueden corresponder a un retículo métrico o área en que viven es lo que queda de un área
a divisiones políticas. Como es natural, ninguna que antaño fue más extensa. En este último caso
especie ocupa un área totalmente continua. Debe es frecuente que se puedan considerar como reli-
considerarse que, dentro del área tal como se quias, es decir, especies cuya presencia en ciertos
represente a pequeña escala, existe un mosaico, puntos (en las llamadas localidades reliquias o
de acuerdo con la heterogeneidad de ambiente, relictas) no se puede explicar por las condiciones
con pequeñas extensiones ocupadas por la espe- actuales, sino porque la ocupación debió realizar-
cie, que está ausente de otras. Es claro que una se bajo condiciones diferentes que reinaron en un
especie de agua dulce se hallará en ríos y lagos; pasado más o menos remoto. Bajo la acción del
pero no en la parte emergida del suelo que los hombre, las áreas de muchas especies se están re-
separa, y tampoco en todos los ríos y lagos, sino duciendo progresiva y rápidamente y hoy han
sólo en algunos de ellos. Una especie de bosque pasado ya a la categoría de paleoendemismos.
aparecerá, como máximo, en las manchas ocupa- La noción de especies neoendémicas se rela-
das por la vegetación arbórea. Debe entenderse ciona con una hipótesis que tuvo cierta boga,
que una especie vive solamente en una parte de acerca de la existencia de una correlación posi-
los ambientes adecuados dentro del fino mosaico tiva entre la edad de una especie y el área geográ-
incluido dentro del área total (fig. 7-1). En esta fica que ocupa 97, 98, hipótesis que no es genera-
microdistribución pueden distinguirse ambientes lizable. En la mente de los naturalistas, dicha
de grano fino y otros de grano grueso, conceptos hipótesis ha ido ligada, más o menos tácitamente,
que no requieren mayor explicación y debe re- con un postulado según el cual, en el curso de
cordarse que el grado de movilidad de los ani- la evolución, los cambios (por mutación) han dis-
males fija ciertos límites por debajo de los cuales minuido progresivamente en importancia y han
tiene poco interés precisar exactamente su distri- aumentado en frecuencia 8. Este postulado es,
bución. La densidad de ocupación y disposición hasta cierto punto, inherente a todo proceso his-
relativa de los diferentes elementos del mosaico tórico que consiste en cambios progresivos que se
sobre el que se distribuye una especie, tienen gran introducen en una organización que en parte
importancia en la definición de las propiedades persiste.
dinámicas y genéticas de la población entera., Si la especie ocupa todos los ambientes en los
Tipos de áreas. Las áreas de las especies va- que encuentra realizadas sus condiciones (ecoló-
rían extraordinariamente en amplitud. Las espe- gicas) de vida dentro del área total, esta área
cies cosmopolitas viven en todos los países del se califica de continua. Si el área total está for-
globo donde encuentran condiciones propicias a mada por varias áreas parciales, separadas por
su desarrollo; en su distribución no existen limi- extensiones en las que la especie no vive, a pesar
taciones de tipo histórico, sino sólo las que se de existir allí ambientes que parecen apropiados
pueden llamar estrictamente ecológicas. A este para ella, el área se califica de disyunta. Las dis-
propósito debe recordarse que es inútil empe- tintas áreas parciales han de estar ocupadas al
ñarse en una separación estricta entre lo histórico mismo tiempo; es decir, el concepto de disyun-
y lo ecológico. Como es de suponer, en estos ción no se aplica a aves o peces migrantes, que se
casos, la extensión del área ocupada depende de pueden hallar en un área de cría y en un área
la laxitud ecológica o adaptabilidad de la especie. trófica y, entre ambas, solamente de paso. Ordina-
El hombre, la mosca, muchos organismos planc- riamente no se es muy riguroso en la aplicación
tónicos se hallan en la situación indicada. Tien- del concepto y basta que un área de distribución
den también al cosmopolitismo algunas especies aparezca fragmentada en varias manchas, separa-
de ambientes antiguos y conservativos, como son das unas de otras sobre el mapa, para calificar
ciertos componentes de la fauna intersticial de las al conjunto de disyunto. El estudio de las disyun-
playas. ciones tiene mucho interés en biogeografía. Algu-
De una manera general, se usan los calificativos nas disyunciones que se repiten en muchas espe-
de eurícora y estenócora para referirse a especies cies llevan nombres especiales, como la disyunción
que se extienden, respectivamente, sobre áreas bipolar o antitropical (especies presentes en ambas
amplias o pequeñas. A las estenócoras se las llama regiones polares, faltando entre ellas), la boreo-
también endémicas y pueden estar limitadas a alpina (el extremo norte y las montañas centro-
territorios de pocos km 2 y, teóricamente por lo europeas), la de Keilhack (Penínsulas Ibérica y

240 Biogeograffa
Balcánica), etc. Puesto que la distribución de las
especies de área disyunta se explica generalmente
partiendo de la continuidad de su área en el pa-
sado, se considera que una o varias de las áreas
parciales actuales tienen el carácter de reliquias
(fig. 7-2).
A efectos descriptivos el área de distribución
se puede considerar estática; pero su interpreta-
ción ha de ser forzosamente dinámica. El área se
expande, retrae, divide y traslada continuamente y
la configuración de las áreas actuales es difícil
de poner en relación con la edad de las especies;
todos los testimonios del pasado señalan que, en
general, las áreas actuales son considerablemente
distintas de aquellas que ocuparon las mismas
especies en algún momento de máxima expansión
después de su aparición. Los límites del área de
la especie, sus fronteras, ofrecen interesantes ca-
racterísticas ecológicas, genéticas y evolutivas que
se examinarán más adelante; conviene evitar des-
de ahora el prejuicio de asimilarlas a barreras
espectaculares (ríos, cordilleras), lo cual no quiere
decir que no puedan coincidir con ellas.
Desde el punto de vista descriptivo puede ser
difícil representar las fronteras de manera precisa, Plebejus pylaon Erebis pandrose

pues la especie puede ir haciéndose progresiva-


mente rara hasta desaparecer del todo. Si se usan Figura 7-2 Distribución de dos mariposas, una
Erebia boreoalpina, y una Plebejus con área
mapas, en vez de limitar el área con una simple transversalmente disyunta, donde las distintas
línea, se puede preferir un agrisado o manchado 82 subáreas están ocupadas por lo que se consideraon
para indicar la desaparición gradual. No es raro subespecies diferentes. (Según L. G. Higgins
que se pueda considerar un área marginal de y N. D. Rile y, A Field guide to the Butterflies
of Britain and Europe, Co/lins, London, 1970
expatriación, a la que periódicamente o con gran y de Lattin 48.)
regularidad llegan individuos de una especie, pero
donde no se reproducen. Varias mariposas del
mediodía de Europa (Acherontia atropos, eolias
croceus) migran repetida e insistentemente hacia caliza, agua que alcanza elevada temperatura. Se
Centroeuropa; pero no consiguen establecerse trata obviamente de la combinación entre ciertas
allí con carácter persistente. Danaus plexippus, exigencias ambientales y una frecuencia notable
la mariposa monarca, ha sido repetidamente de oportunidades para el transporte. Otras intro-
transportada de América a Irlanda, Inglaterra, ducciones más accidentales, por causa de una tor-
Francia y Península Ibérica, donde no ha asen- menta, un tronco flotante, u otros accidentes
tado; pero ha logrado instalarse en Azores y -hoy día el hombre es el factor más importan-
Canarias. Existen también muchos ejemplos de te- pueden ser el inicio de poblaciones pequeñas
tal expatriación en el mar: las corrientes ma- que persisten por un tiempo o de manera indefi-
rinas llevan a latitudes altas a muchos anima- nida. El estudio de casos semejantes es intere-
les que proceden de aguas más cálidas: en peces sante porque muestra la insospechada densidad
mictófidos se ha comprobado hjstológicamente de las experiencias de introducción que continua-
su esterilidad a medida que pasan a las áreas mente se realizan en la Naturaleza, con la consi-
marginales de expatriación 64. En otros casos exis- guiente posibilidad de ampliar las áreas si los
ten pequeñas áreas separadas y periféricas con nuevos ambientes resultan propicios.
respecto al área principal, ocupadas casi perma-
nentemente. Se trata de avanzadillas, a modo de
pequeñas islas disyuntas y a considerable distan- Síntesis corológica
cia del área principal. Aedes vittatus es un mos-
quito tropical de África y también de la India, La corología descriptiva trabaja a base de la
con avanzadas en Norte de África, Península Ibé- información recogida en mapas de distribución.
rica, Baleares y Cerdeña, donde cría en el agua Se acepta que los tipos de áreas no son infinita
que se recoge en cavidades superficiales de la roca e irregularmente variables en extensión y contor-

16 Configuración de las áreas 241


no, sino que permiten cierta sistematización, que geográfica. Es innecesario añadir que se pueden
adquiere sentido solamente cuando se apoya sobre estudiar las áreas de grupos de categoría diferente
una base científica (consideración de vías de mi- a la especie, superior (géneros, familias, etc.) o
gración, aislamiento, evolución, etc.). En ocasio- inferior (subespecies). Acontece que una escala
nes puede ser útil intentar provisionalmente dicha de diferenciación a nivel subespecífico de un gru-
sistematización sobre una base empírica. La ex- po corresponde a la de nivel distinto, por ejemplo,
plicación podrá venir más adelante. Pero la difi- genérico, en otro, lo cual se interpreta como con-
cultad mayor estriba en el desconocimiento de las secuencia de distintas relaciones entre movilidad y
áreas de muchas especies y en la desorientación velocidad de evolución en los grupos que se con-
acerca de los métodos más adecuados para clasi- sideran. Animales muy móviles y de vida indivi-
ficar tipos de áreas. dual larga pueden mostrar una diferenciación geo-
Por otra parte, cada grupo taxonómico puede gráfica similar, aunque taxonómicamente de gra-
conducir a una diferente síntesis de distribución do muy inferior a la que manifiestan organismos
menores. Razas o subespecies de mamíferos cu-
bren áreas que, a nivel de los coleópteros, están
ocupadas por especies diferentes.
En biogeografía es importante el concepto de
formas vicarias. Son las que pertenecen a un
mismo grupo taxonómico, tienen semejantes ca-
racterísticas de adaptación o pertenecen a un mis-
mo tipo ecológico o nicho, pero sus áreas no se
superponen. Este concepto queda más claro cuan-
do se trata de especies que ocupan áreas geográ-
ficas vecinas, caso en el que son muy útiles en
corología descriptiva. Las subespecies de una es-
pecie suelen ser vicarias, lo mismo en linces que
en mejillones; pero el fenómeno se manifiesta
también entre entidades más diferenciadas, por
ejemplo a nivel de especie o de género (1os anfí-
podos Echinogammarus lusital1us y E. berilloni en
España septentrional, fig. 7-16).
En lugar de estudiar las áreas con la preocupa-
ción fundamental de su carácter de superficies,
puede ser más interesante estudiar el trazado de
sus fronteras, en especial de las fronteras entre
formas vicarias y averiguar si hay regiones en la
superficie de la Tierra en las cuales se acumulan
especialmente dichas fronteras. Pueden servir de
ejemplos de esta manera de ver las distribuciones,
la acumulación de límites de especies de plantas
terrestres en una zona bien definida de Wisconsin
(fig. 7-3) 16; o la distribución de los límites de
las áreas de especies de algas marinas en el ma-
cizo armoricano 21, o en el occidente de Europa
en general 40, o bien los límites hasta donde llegan
las Daphnia nórdicas ciclomorfóticas que desarro-
llan yelmo y que, en Europa occidental, se hacen
ya muy raras en la Península Ibérica. Semejantes
coincidencias encuentran su explicación en el pa-
sado. Algunas de las zonas de acumulación de
fronteras coinciden, por ejemplo, con los límites
hasta donde llegan los efectos de la5 distintas
glaciaciones.
La información existente se podría utilizar tam-
bién de manera más rigurosa, apoyándose en la
Figura 7-3 Acumulación en una faja relativa- utilización de métodos de cálculo moderno. Pero
mente estrecha, en Wisconsin, de los límites de adviértase que no se trata simplemente de buscar
las áreas de distribución de 13 especies diferentes
de plantas. (Según Curtis 16.) distancias entre diferentes localidades, basándose

242 Biogeografla
1,1
ALTIPLANO

1,2

Figura 7-4 Distritos biogeográficos que se pueden reconocer en Texas, basados en la


distribución de los reptiles. El mapa se basa en la comparación entre listas de especies
que corresponden a una red de localidades distribuidas por todo el estado. Las cifras
y líneas del mapa expresan la distribución del cociente número total de especies / número
de especies comunes, calculado para cada par de localidades adyacentes. Los valores más
bajos corresponden a extensiones de gran uniformidad faunística; los valores más altos,
a las discontinuidades más notables. (Según Webb,95.)

en las afinidades bióticas, de modo parecido a que ello requeriría el desarrollo de métodos nue-
como se hace en la sistematización de ecosiste- vos, para representar adecuadamente el contorno
mas (pág. 401)24,42,74,75,81.85,89.95, ni de tratar de las áreas. Sin embargo, el estudio cuantitativo
de explicar la distribución de cada especie por de las áreas todavía no se ha acometido seriamen-
medio de una función establecida de intento y te. Hoy no existe siquiera un método de uso
basada en las variables climáticas o de otro tipo general para expresar cuantitativamente la seme-
de que se disponga 39. janza entre áreas (podría usarse, por ejemplo,
La esencia del problema biogeográfico se halla como índice de afinidad, la raíz cuadrada de la
un poco más allá. Se podría encontrar en la com- superficie en la que coexisten las dos especies
paración global entre distancias métricas y dis- cuyas áreas se comparan, dividida por la suma de
tancias de afinidad biótica, lo que lleva a la idea los cuadrados de las superficies en las que solo
de proyección -en un sentido genuinamente geo- se encuentra una de ellas).
gráfico- de unas estructuras sobre otras, con
una transformación necesaria que encierra en sí
la esencia del fenómeno. Por ejemplo, las distan- REGIONES BIOGEOGRAFICAS
cias de afinidad biótica menores que las métricas
indicarían mayor dispersabilidad y uniformidad La meta básica e inmediata de la corología
en ciertas áreas, y la relación inversa con grandes parece que todavía consiste en delimitar regiones,
diferencias bióticas sobre espacios breves, indi- provincias, distritos, etc. biogeográficos. Aunque
caría diferenciación rápida o una convergencia se ha polemizado y aún se polemiza sobre el tra-
secundaria en el espacio de conjuntos que estaban zado preciso de las divisorias, es cuestión que
muy diferenciados (fig. 7-4). También se podría puede mirarse con cierta indiferencia, pues todas
sacar más provecho del análisis de componentes las clasificaciones son provisionales y, en el mejor
principales en la configuración de las áreas, aun- de los casos, válidas para uno o para pocos gru-

Configuración de las áreas 243


. ~.
~ 11 11¡t
~1O

10

~ 9
:e"""':m""~1¡
:l¡li
"I1if!,,"
'¡!f'

~ 8

~ 7

~ 6

~ 5

~ 4

~ 3

~ 2

~ 1

Figura 7-5 Distribución comparada de algas macroscópicas marinas en las costas


atlánticas europeas, basada en los datos de 11 floras locales estudiadas en los segmentos
de costa indicados a la derecha. Cada curva centrada en una localidad, indica su número
total de especies y cuantas de estas especies se siguen encontrando en las localidades
restantes. La mayor discontinuidad se observa entre las localidades 6 y 7. (A partir de
datos recopilados por van den Hoek y Donce 40.)

pos taxonómicos. Lo importante es ver en la peciales (Ekman) y, por lo que se refiere a la


adopción de cualquier sistema de regiones la ma- fauna costera, se pueden distinguir, por lo menos,
nifestación, en grado diverso, de un modelo diná- las siguientes regiones: 1) tropical, 2) mediterrá-
mico aceptable (pág. 295). Como referencia se da neo-atlántica, 3) boreoatlántica, 4) ártica, 5) bo-
el mapa de la figura 7-6, que representa una dis- reopacífica, 6) templada austral y 7) antiboreal y
tribución por regiones basada fundamentalmente antártica.
en la distribución de los vertebrados superiores,
según líneas que ya trazaron los fundadores de la
biogeografía (Wal1ace, 1876). Es más o menos DISEMINACION O DISPERSION
aplicable, también, a animales inferiores, e inclu-
so a las plantas; pero, en todo caso, puede ser La idea elemental de comparar el área ocupada
útil como término de referencia y corresponde a por una especie con el espacio ocupado por las
una nomenclatura de uso muy común. Básica- moléculas de un gas o con una mancha de aceite,
mente, se distinguen las regiones holártica (paleár- es demasiado tosca; pero es una imagen plástica
tica y neártica), oriental, etiópica, neotropical y de la presión de avance o dispersión que existe
australiana. Algunos autores reconocen además, en la periferia del área de cada especie, donde
una región de transición, sonorana, en México, el número de individuos que se mueven de las
la región malgache e incluso a veces una antártica. subáreas de mayor densidad a las de menor den-
La vida de las aguas dulces, bien o mal, se hace sidad es probabilísticamente mayor que el de los
encajar en la misma distribución por regiones bio- que se mueven en sentido inverso. En realidad,
geográficas. Los océanos presentan problemas es- las áreas de las especies no se amplían continua-

244 Biogeografla
Tabla 7-1
Velocidad de avance del margen del área en especies en rápida expansión.

Especie Origen Área de expansión Velocidad, km año- I

Popillia japonica Japón Estados Unidos 10-20


(coleóptero)
Leptinotarsa decemlineata 75 Norteamérica Europa 70
(coleóptero, escarabajo
de la patata)
Solenopsis saevissima 100 Sudamérica Estados Unidos 10
(hormiga)
Elminius modestus 5.14 Australasia Costas europeas 20-50
(cirrípedo, fig. 7-9)
Eriocheir sinensis 41 Extremo Oriente Aguas dulces de Europa 30 (hasta 300)
(decápodo) (y desde 1960
en Norteamérica)
Sturnus vulgaris 75 Europa Norteamérica 43
(estornino)
Serinus serinus 88 SW de Europa Hacia el Este de Europa 10-23
(verdecillo)
Ondatra zibethica América Checoslovaquia (1905) 10-15 (hasta 25)
(roedor) Francia (1932)
España (- 1970)

mente como sería de esperar si fuera válida la de la velocidad con que pueden dispersarse los
analogía indicada, sino que sus límites quedan organismos cuando las condiciones de vida no
definidos por otras razones. Son pocos los casos representan un obstáculo mayor.
identificados de especies que, por algún «acci- Este es el caso de plagas u otros organismos
dente», se diseminan sin más limitaciones que que se expanden rápidamente en el paisaje huma-
las inherentes a sus medios propios de dispersión. nizado, o bien lo hacen con la ayuda de los me-
Pero estos casos, aunque constituyen monstruosi- dios de transporte humano, que los ha introducido
dades ecológicas, son interesantes por darnos idea en lugares alejados de su origen; en las nuevas

Figura 7-6 Las grandes regiones (R) y subregiones (SR) biogeográficas continentales
más generalmente aceptadas. El rayado vertical señala algunas áreas interesantes de con-
tacto (Sonora, Mediterráneo, Tibet).

Configuración de las áreas 245


áreas se dispersan luego sin encontrar el freno de
especies competidoras y vicarias. En semejantes
casos se observan velocidades muy grandes de
avance en los límites del área de distribución
(tabla 7-l). Los ejemplos indicados se podrían
multiplicar fácilmente.
Es más difícil asignar velocidades en el caso
de introducciones múltiples y un tanto a voleo,
como ocurre en el caso del cangrejo americano
Callineetes sapidus en Europa y países próximos
(fig. 7-7) 43 o las expansiones casi explosivas de
especies, de las que se comentan más adelante
algunos ejemplos. Muchas de estas especies for-
man poblaciones más numerosas en las nuevas
áreas que en su patria original, como el escara-
bajo de la patata y Chiraeanthium mildei. J:.sta
es una araña de la región mediterránea, donde es
rara y no entra en contacto con el hombre. Hacia Figura '-8 Expansión de la mariposa europea
1940 se introdujo en Estados Unidos, donde se ha Lymantria dispar, en el NE de Estados Unidos,
convertido en una de las arañas domésticas más entre 1900 y 1925. A partir de la última fecha
su área ha quedado más o menos estabilizada.
comunes y molesta por sus picaduras. Otro ejem- (Según 8rown y Shesls, en de Lattin 48.)
plo similar lo oírece un pez silúrido del género
C/arias, de agua dulce pero capaz de salir del
agua. Procedente del SE de Asia, en estos últimos
años está invadiendo rápidamente Florida. La rata los coleccionistas, suele existir documentación su-
parda, la filoxera, la ardilla gris en Europa cons- ficiente para atestiguar la ampliación del área
tituyen otros tantos ejemplos comparables; pero (fig. 7-8); pero hay muchos otros casos en que la
los cambios en las áreas de éstas y otras especies expansión ha sido casi explosiva, no ha dejado
no sólo representan una invasión, sino que proba- testigos y es muy difícil de reconstruir. En cier-
blemente han sido favorecidos o regulados por tos casos probablemente no ha existido expansión
ligeros cambios climáticos. Es decir, la capacidad alguna y lo único que se ha propagado ha sido
de ampliar el área se realiza o no, según las otras el tener conciencia de la presencia de la especie,
circunstancias. En relación con las plantas se como en la diatomea Biddulphia sinensis en los
podrían presentar ejemplos igualmente instrua- mares europeos o el cladócero Penilia avirostris
tivos. en los mares de casi todo el mundo. La medusa
En especies llamativas, nocivas o de interés para de agua dulce Craspedaeusta sowerbyi, de origen
posiblemente chino, está encontrándose en em-
balses y otras aguas estancadas en comunicación
con aguas corrientes de lugares dispersos en gran
parte del mundo, y va apareciendo súbitamente en
embalses de nueva creación (en los de la Sierra
Chica, de Córdoba, Argentina, que se llenaron
entre 1907 y 1930; en el de Sau, Gerona, España,
llenado en 1963, apareció la medusa en 1968). Cor-
dylophora easpia (hidrozoo), Dreissensia polymor-
pha (lamelibranquio), Mercierella enigmatiea (po-
liqueto) y Potamopyrgus jenkinsi (gasterópodo)
son especies de agua más o menos salobre, que
se supone vivían antiguamente en un área res-
tringida pero que recientemente se han dispersado
con rapidez fantástica. El anfípodo Gammarus
tigrinus, de Norteamérica, fue descrito por pri-
mera vez de Inglaterra, donde había sido intro-
ducido procedente del otro lado del Atlántico;
posteriormente la misma especie ha sido introdu-
Figura ,-, Localidades europeas y mediterrá- cida de intento en Europa continental 72. El tur-
neas donde se ha encontrado el crustáceo belario Dugesia tigrina, originario de Norteamé-
decápodo de procedencia americana Callinectes
sapidus. (Según Holthuis 43, completado.) ric~, se introdujo en Europa continental en 1925

246 Biogeografla
y se ha extendido hasta alcanzar Gran Bretaña. des tienen un poder propio de locomoción mayor;
Polonia, Rumania, Israel y los Pirineos 31. En su pero las barreras efectivas para ellos son muy
expansión se ha manifestado diferenciación cro- numerosas. Un elefante, por ejemplo, necesita
mosómica. tierra por donde cruzar y no puede viajar sobre
Las aguas salobres dan un contingente numero- un tronco flotante. La experiencia con animales
so de especies muy vágiles. Se supone sin muchas domésticos, en pastos, muestra la efectividad de
razones, que Mercierella procede de la India y muchas barreras más etológicas o psicológicas que
que ha sido dispersada por los buques; en el mar reales.
puede vivir, pero no se reproduce. El caso es
que hoy día se la encuentra en aguas salobres de
prácticamente todo el mundo 27. Potamopyrgus Medios de dispersión
jenkinsi 2, 6, 9. 23, 94 es un hidrobíido partenogené-
tico de origen no precisado, quizá de Australasia, No puede hablarse de una adaptación especial
donde viven formas próximas, con una gran va- a ampliar el área de distribución, porque tal apti-
riabilidad genética, unida a una notable plastici- tud en los organismos aparece como un carácter
dad fenogenética, en la forma más o menos aqui- accesorio o acompañante, de características rela-
llada de las vueltas de la concha; vive en agua cionadas básicamente con la ocupación o coloni-
salobre yagua dulce próxima a la costa y resiste zación de nuevas extensiones, dentro del mosaico
24 horas una salinidad del 18 por mil. Aparece ecológico en el que se distribuye la especie. La
en Londres en 1859, en Portugal y Marruecos en velocidad de ampliación de un área no sólo de-
1869, en el norte de Francia en 1912, en las pende del gradiente de la densidad de población
Islas Anglonormandas en 1922, en los Bajos Piri- en la periferia y de la movilidad de gérmenes,
neos y sus estanques litorales en 1948-50; también propágulos o diásporas, sino también del número
se ha citado de Italia. En España se ha encon- de dichos elementos que están en disposición de
trado en el litoral catalán y en diversas localida- ser trasladados. El transporte pocas veces es autó-
des del interior del valle del Ebro y hay ejempla- nomo y cuando es importante se suele hallar liga-
res recolectados cerca de Barcelona desde 1935
(Gasull). Se ha detectado asimismo a lo largo
de la costa cantábrica, hasta cerca de La Coru-
ña 52a y en numerosas localidades de Alicante y
Murcia 30a. En los moluscos, de los que suelen exis-
tir colecciones, resulta más fácil preferir la expli-
cación de una rápida dispersión a suponer' que lo
que ha ocurrido ha sido simplemente darse cuenta
de algo que ya existía. Pero siempre es sospechosa
la tendencia a situar en países lejanos el origen de
especies cuya aparición resulta misteriosa.
La velocidad y aún la realización de la expan-
sión de una especie, si los demás factores son
favorables a ella, guarda relación con su capaci-
dad real de movimiento o de transporte.
Pero esto no es todo. En aves y mamíferos
existen otras complicaciones 45. Estos animales.
pueden mostrar gran fidelidad local, basada en '- ........
su integración social y en el territorialismo, y su ............. _-, ............,
'''-,.,-
distribución puede aparecer como cristalizada,
por no aprovechar todas las condiciones favora-
bles que se les ofrecen de ensanchar el área. Las
aves, especialmente las que migran, tienen una
enorme capacidad de expansión que en realidad
no se refleja totalmente en su distribución ni en
su evolución, y en ellas pesan indudablemente
los factores de fidelidad local señalados. La dife-
renciación de la población aviar en las Antillas Figura 7-9 Distribución del cirrípedo austra-
ofrece un buen ejemplo de que no se puede exa- liano Elminius modestus en las costas de Francia,
España y Portugal, con indicación de la fecha
gerar la propensión de las aves a salvar barreras de las primeras observaciones en cada punto.
marinas, aunque indudablemente podrían disemi- Los circulitos indican localidades estudiadas en
narse más de lo que lo hacen. Los animales gran- 1963. (Según Barnes y Barnes 5,)

Configuración de las áreas 247


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pre-1850

Figura 7-10 Expansión del área del armadillo Dasypus novemcinctus en el SE de Estados
Unidos, dentro del último siglo. En la parte occidental se trata de una dilatación periférica
del área mexicana de la especie; en el Este, el armadillo fue introducido en Florida por
el hombre, en 1949. (Según G. D. Buchanan y R. V. Talmadge, Texas J. Sci.,
6:142-150, 1954.)

do a mOVImIentos del medio o a las actividades podo Myxodiaptomus laciniatus, 300 000 huevos
de otras especies del mismo ecosistema. Como desecables por metro cúbico. La producción de
consecuencia de todo ello, la capacidad de expan- tales gérmenes desecabIes o su recíproca, la falta
sión de una especie está íntimamente relacionada de aptitud para ello, se relaciona con el género
con su significado dentro de la estructura del de vida, con la persistencia del agua o de las
ecosistema, y en particular con su posición en la condiciones apropiadas. Los cladóceros adaptados
sucesión ecológica. a vivir en los grandes lagos no producen efipios.
Las especies denominadas pródigas, oportunis- Esto no depende solamente de que se trata de
tas, fugaces, cinetófilas o pioneras (pág. 265), son razas exclusivamente partenogenéticas y que los
propias de las primeras etapas de la sucesión y su efipios presupongan la reproducción sexual; por-
evolución ha sido tal que su éxito consiste en, la que pueden aparecer efipios asexuales, es decir,
fácil colonización de ambientes vacíos adecuados, sin necesidad de machos, en razas propias de
no siempre en continuidad espacial con las pobla- aguas árticas sometidas a grandes cambios pe-
ciones preexistentes, sino más bien separadas de riódicos. Las esponjas de agua dulce de la
ellas, por consistir en áreas «nuevas» que se abren familia Spongillidae producen gémulas desecables
de manera irregular y son de duración limitada. que sirven de diásporas; pero las esponjas que
Como parte de una adaptación total a este género viven en aguas dulces de una gran permanencia,
de vida, han desarrollado la capacidad de produ- como son las Lubomirskiidae del lago Baical, la
cir un gran número de unidades de dispersión, Ochridaspongia peculiar del lago de Ocrida en
cuyas características se relacionan con la utiliza- Yugoslavia, y las Potamolepis de ríos y lagos afri-
ción de ciertos medios de transporte. Las unida- canos, no las producen. En resumen, la produc-
des de dispersión se denominan diásporas, cual- ción de efipios y gémulas está relacionada con la
quiera que sea su naturaleza (esporas, zigotos, vida en aguas más o menos persistentes y con la
semillas, propágulos, gémulas, podocistos, esta- dispersión, y no representa una propiedad de im-
toblastos). portancia filogenética. A este respecto, se hallan
Los pobladores de las aguas dulces temporales en análoga posición a la de los frutos (pág. 253).
muestran adaptaciones extremas en el sentido Desde luego, la producción de gérmenes en un
indicado, de facilitar la dispersión de la especie; número muy elevado no es característica exclusiva
pero son las mismas adaptaciones que garantizan de los organismos acuáticos. Un cuerpo fructífero
su supervivencia, cuando el agua se evapora. Una de Fomes applanatus (hongo) pued~ producir
población del alga Sphaeroplea puede formar 5,46 X 10 12 esporas 10.
1000 millones de zigotos resistentes a la deseca- La actual influencia del hombre sobre la dis-
ción en un volumen de agua de un metro cúbico; persión de especies se ejerce principalmente en
poblaciones del cladócero Daphnia magna, tres el sentido de que el hombre degrada los ecosis-
millones de efipios por metro cúbico; del copé- temas originales y favorece la dispersión de espe-

248 Biogeografla
cies de tipo oportunista y cinetófilo, cuya disper- gradas a ecosistemas maduros. De hecho, la ac-
sión, por otra parte, él mismo asegura con sus ción progresiva del hombre sobre la Naturaleza ha
viajes y medios de transporte, por si no fuera ído confinando a un gran número de especies a
bastante la capacidad intrínseca de expansión que unas pocas áreas de supervivencia y ha extinguido
tienen aquellas especies. En algunos casos, el pro- totalmente a muchas otras (pág. 817).
ceso toma la forma de una irrupción masiva de Los medios de dispersión muy eficientes como
elementos procedentes de determinadas áreas geo- tales, capaces de alcanzar largas distancias, son,
gráficas en otras, y es particularmente visible a la vez, muy dispendiosos, porque implican una
cuando existía cierta inferioridad, difícil de defi- pérdida mayor de diásporas en el camino. En la
nir, de los ecosistemas indígenas frente a los ele- estrategia de la evolución este costo suplemen-
mentos importados. En Sudamérica y Australia la tario no es muy grande para una especie que, de
invasión de elementos extraños ha sido impresio- todas formas, es explotada. La mortalidad de
nante. En las tierras andinas de Argentina y Chile, diásporas es un precio que paga la especie; las
no sólo se han introducido muchos árboles euro- diásporas perdidas son vehículo de energía hacia
peos (álamos, manzanos) y plantas cultivadas, otros niveles tróficos, pero si van a parar lejos
sino también plantas silvestres (Ulex europaeus, y se consumen lejos, puede decirse que llevan
Rosa eglanteria, ]uniperus, etc.) y un gran nú- energía fuera del ecosistema propio. En realidad
mero de especies animales: Salvelinus fontil1alis se puede considerar como uno de tantos ejemplos
o trucha de arroyo, zorzales, liebres, jabalíes, va- de la explotación por un ecosistema más maduro
rios ciervos, etc. Algo parecido ha ocurrido en (pág. 865) de un ecosistema menos maduro, del
Nueva Zelanda, donde las plantas europeas se que forman parte las especies cuyas diásporas
han expandido como si el espacio hubiera estado sirven en parte de alimento a seres componentes
vacío (Ulex europaeus, Sarothamnus scoparius, del otro sistema.
Rubus fruticosus, Lupinus arboreus, Alnus, Salix).
Debe repetirse que, quizás en la mayoría de los
casos, la expansión de las especies se debe más ANEMOCORIA
a las perturbaciones introducidas por el hombre
en las características de las comunidades origina- En las plantas se puede comparar la disper-
rias, que abren la posibilidad de iniciar sucesio- sión del polen con la dispersión de diásporas
nes con nuevos elementos, que al transporte propiamente dichas; pero no existe una corres-
material de diásporas. Es en estos términos que la pondencia total, pues las dperáceas, por ejem-
asociación del hombre con las malas hierbas, o plo, son anemófilas (polinizadas por el viento),
las plagas en general, cobra su verdadero sentido. pero pocas de ellas son anemócoras (dispersa-
Son muchas las especies cuya área ha aumen- das por el viento), mientras que las compuestas
tado considerablemente por la acción humana son en gran parte anemócoras, pero no anemó-
(figs. 7-7 a 7-10). La apertura de canales ha facili- filas. Aparte de esta falta de superposición, la
tado la dispersión: el canal de Suez ha permitido dispersión de polen por las plantas tiene caracte-
el paso hacia el Mediterráneo de cierto número de rísticas similares a la dispersión de diásporas, y
especies (no muy grande, entre los peces aproxi- también el polen en este caso, representa una
madamente dos docenas de especies, etc.) y existe transferencia de energía y materiales entre unos
cierta preocupación sobre las consecuencias bio- y otros ecosistemas, no despreciable en algunos
geográficas que pueda tener la apertura de un casos (pág. 469).
nuevo canal marino, sin esclusas, junto al de La dispersión a través del aire es rápida y de
Panamá. Otro aspecto es importante dentro del gran alcance. En el polvo atmosférico se encuen-
mismo tema: la rotura, por el hombre, de muchas tran células vivas de numerosos organismos: a
barreras naturales, 10 cual ha promovido la hibri- pocos metros sobre las superficies líquidas se
dación de maneras muy diversas (pág. 285, in- pueden recoger constantemente algas marinas y
trogresión). de agua dulce vivas, y numerosas bacterias igual-
La explotación por parte del hombre u otros mente activas 56, 76, 84. La película superficial de
cambios que derivan, de manera general, de la las aguas contiene gran densidad de bacterias,
intervención humana, conducen a una simplifica- las olas la rompen y desprenden gotitas muy
ción de los ecosistemas y a una reducción en el pequeñas con gran densidad de gérmenes 7. Las
número de especies. De manera que si bien el diatomeas Hantzschia amphioxys y Melosira gra-
hombre favorece la expansión de unas pocas nulata se han cultivado a partir de muestras de
especies, de un tipo ecológico muy definido, al aire tomadas a 300 m sobre el suelo. Organismos
mismo tiempo conduce a la extinción de un nú- de menos de 0,1 mm, en general, ascienden con-
mero mucho mayor de especies de tipo ecológico tinuamente por las corrientes de aire de tipo local
precisamente opuesto, es decir, especies muy inte- y más tarde la lluvia los precipita. En la atmósfera

Configuración de las áreas 249


suelen hallarse, en estado de vida latente o ana- de plantas, escamas de mariposas, brocosomas,
biosis, conidios de hongos, esporas de hongos y que son partículas muy pequeñas (media micra)
helechos, algas, cistes de ciliados, etc. y un solo producidas en cantidad por los tubos de Malpighi
germen basta para iniciar una población. De aquí de los homópteros, etc.
la amplia dispersión y el gran flujo genético entre En las formas de dispersión que tienen poco
las poblaciones de las especies en cuestión. En que ver con la organización de los ecosistemas,
tiempo húmedo la diseminación es más favorable, por depender de factores puramente externos,
más por la menor intensidad de la radiación ultra- como es la anemocoria, se suele encontrar una
violada que por otra cosa. Las diásporas de di- regularidad notable entre el número de gérmenes
versas fanerógamas, especialmente de especies que llegan a un punto determinado y la distancia
parásitas, saprófitas o micófitas, entran en esta del mismo al centro de dispersión. Según Wolfen-
misma categoría, dado su pequeño tamaño. Las barger 101. 102 el número de gérmenes se relaciona
semillas de orquidáceas, orobancáceas y pirolá- con el logaritmo de la distancia al origen. Pare-
ceas pesan solamente 0,001 a 0,003 mg o poco cería más lógico hallar una relación lineal entre
más. El viento lleva regularmente semillas de or- el logaritmo del número de gérmenes y la raíz
quídeas centroamericanas y antillanas hasta Flori- cuadrada de la distancia, que es lo que encuentra
da, donde las plantas se desarrollan; pero quedan Wallace 93 en el caso de la dispersión de drosó-
estériles por la falta de polinizadores apropiados, filas. Esta distribución concéntrica sólo es válida
constituyendo otro ejemplo de áreas de expatria- si no hay vientos dominantes en cierta dirección.
ción a añadir a las señaladas (pág. 241) 67. En otro caso, el tipo de circulación atmosférica
El transporte de diásporas de dimensiones ma- influye sobre la dispersión y probablemente ha
yores, entre los límites de 0,1 a varios mm, es condicionado las áreas geográficas de algunas es-
menos regular y presupone un movimiento intenso pecies; haciendo, por ejemplo, más fácil la dis-
del aire. La velocidad de caída libre de los persión hacia el Este que hacia el Oeste. A este
organismos en el seno del aire guarda relación respecto conviene recordar que el tipo de circula-
con la distancia al origen que alcanza una frac- ción atmosférica ha experimentado cambios con-
ción dada de la población inicia+-de diásporas. siderables en el curso del pleistoceno y tiempos
Los dispositivos que retardan la velocidad de más recientes.
caída tienen valor de selección positivo. En las
diásporas de las plantas son especialmente fre-
cuentes alas o vilanos, de origen muy diverso. ANEMOHIDROCORIA
Muchas arañas se diseminan colgadas de sendos
hilos de seda, que ofrecen una gran superficie y La deriva sobre el agua, bajo el impulso del
retardan la caída, y no sólo las jóvenes, pues los viento, tiene importancia en insectos y faneróga-
linifíidos adultos se dispersan de la misma mane- mas (anemohidrocoria) 65. El viento proyecta a
ra durante el invierno 22. El viento puede conducir los organismos a la superficie del mar o de los
a orugas a distancias de 32 a 50 km y, desde un lagos, donde flotan y son impulsados hasta la
avión, con redes apropiadas, se captura un gran orilla opuesta. De 4000 especies de coleópteros
número de artrópodos, principalmente dípteros y de Fenoscandia, 900 especies se han hallado en
coleópteros, pero también ácaros e insectos de las condiciones dichas: los insectos resisten sin
grupos diversos. Se estima que una columna de at- morir hasta unos 5 días en el agua y el trans-
mósfera de 4200 metros de altura y 1 km2 de porte afecta frecuentemente a varios ejemplares
sección contiene hasta unos 10 millones de ani- de una misma especie, de forma que pueden ini-
males. El viento aumenta enormemente las posi- ciar con éxito la colonización de nuevas áreas.
bilidades de diseminación de los animales vola- Se ha comprobado la eficacia de este procedi-
dores; bajo su acción, recorren distancias que miento de transporte del sur al norte del Golfo
exceden en mucho su capacidad de dispersión de Finlandia. La anemohidrocoria implica cierta
normal (pág. 180). No sólo viajan así los animales selección: en las especies polimorfas de insectos,
voladores, sino que también animales de hasta las formas macrópteras son transportadas más
unos 10 cm de tamaño, sin alas, pueden ser trans- lejos que las micrópteras. Esto explica que en
portados por huracanes. Hasta los peces pueden coríxidos, notonéctidos y otros insectos con poli-
viajar de este modo y llegar con vida a otros morfismo alar 103, las aguas temporales tengan
ambientes (lluvias de peces); en ocasiones los poblaciones de macrópteros. Pero no sólo se trata
ejemplares quedan incluidos en piedras de gra- de dispersión pasiva, y es obvio que las formas
nizo. macrópteras tienen más facilidad para colonizar
En la atmósfera, además de organismos vivos nuevas charcas. Ciperáceas, gramíneas y Aster
y gérmenes viables se halla mucho material de- tripolium se dispersan frecuentemente por anemo-
trítico; del «aeroseston» forman parte tricomas hidrocoria.

250 Biogeografla
HIDROCORIA dor, basados en asimetrías en la distribución de
fósiles de grupos de especies emparentadas.
La dispersión por el movimiento del agua es El decrecimiento de la probabilidad de coloni-
general en los organismos acuáticos y especial- zación con la distancia, siguiendo cierta dirección
mente en los planctónicos. La migración vertical, predominante, se percibe con igual claridad en
en relación con las características de estratifica- la colonización de las islas oceánicas australes.
ción del agua y las respectivas corrientes de Los grandes fondos marinos constituyen barreras
las distintas capas, ofrece enormes posibilidades para las especies litorales. En las diversas islas
de migración regular (pág. 715). Migración de de los mares del Sur (Príncipe Eduardo, Marion,
amplitud limitada, o muy regular, conduce al Crozet, Nueva Zelanda, Tristán de Acuña, Gough,
aislamiento de las poblaciones 20, Y estas cir- Bouvet, San Pablo y Amsterdam) se encuentran
cunstancias se dan con mayor frecuencia en los equinodermos que han debido salvar distancias
océanos tropicales que en los mares templados y de 1350 a 2400 km desde el continente más próxi-
fríos. mo y se ve cómo el número de sus especies de-
La fauna bentónica costera está mucho más crece progresivamente al alejarse del foco de ori-
diferenciada localmente que la pelágica, y una gen 25.
de las causás es la menor dispersabilidad de sus Organismos marinos de gran capacidad de mo-
gérmenes. Pero, de todas formas, la mayoría de vimiento combinan éste con la utilización de las
los seres bentónicos producen formas juveniles corrientes marinas y consiguen así una dispersión
que nadan libremente o son arrastradas por los verdaderamente universal. La amplia distribución
movimientos del agua. También las algas bentó- de especies como Trigla lucerna (teleósteo), Ceto-
nicas poseen formas propagativas nadadoras. La rhinus maximus (selacio), Thysanoessa gregaria
existencia de un período larvario planctónico es (eufausiáceo), Lamna cornubica (selacio), Rossia
característica de gran número de especies bentó- glaLlcopis (cefalópodo) y diversos cetáceos no
nicas y la duración de dicho período es crítica, plantea problemas especiales. Más de cien espe-
porque de ella depende la distancia adonde pue- cies de peces han sido ci tadas de todos los océa-
den llegar las larvas con el movimiento del agua, nos. Pero a veces, la dispersión lleva a las especies
o por su natación propia. La duración de la vida a áreas donde no pueden reproducirse (áreas de
larvaria varía mucho según los grupos, según las expatriación, página 241), como en el ejemplo,
especies de un grupo e incluso está sujeto a cierta tan repetido, de los cirrípedos del género Lepas,
variación en una determinada especie. Esto último que viajan sobre trozos flotEltltes de madera (o
quiere decir que las larvas de ciertas especies terrones de hidrocarburos en bruto, Lepas pecti-
pueden retrasar algo su metamorfosis y prolongar nata), hasta áreas muy alejadas de su punto de
su existencia nadadora, hasta alcanzar ambientes origen.
favorables. La duración de la vida larvaria es El canal de Suez fue abierto en 1869, tiene
suficiente para recorrer largas distancias durante 162 km de longitud, y durante el primer medio
dicha fase. Por selección local se alcanza un ajuste siglo de su existencia no ha servido de vía de
entre la fecha de producción de larvas y las con- paso a muchas especies, porque los lagos salados
diciones más propicias de la hidrografía. Las con- situados en su trayecto constituían una barrera
diciones de producción de larvas nadadoras, sus hipersalina. En 1869 existía un espesor de 13,4 m
migraciones y los requerimientos para su meta- de sal en el fondo de dichos lagos; dicha sal se
morfosis y fijación constituyen el fundamento ha ido lavando de modo que hoy apenas queda,
para interpretar la dispersión 4, 63 de las especies y se comprende que durante los últimos 40 años
bentónicas. ha atravesado el canal un número de especies
La tendencia principal en la dispersión sigue de animales 9 veces superior al de los que lo
la circulación predominante del agua. El número cruzaron durante los 60 primeros años de su
de especies se va reduciendo a medida que nos existencia. 24 especies de peces del Mar Rojo se
alejamos de los supuestos centros de origen de han establecido ya en el Mediterráneo 87. Pero
un grupo taxonómico. Fell 29 distingue abanicos hay que añadir que no todos los animales de afi-
de dispersión y de especiación hacia sotavento, nidades cálidas que se van descubriendo en el
que se extienden principalmente en la dirección Mediterráneo han tenido que venir por Suez; el
de los paralelos. En las latitudes templadas se lamelibranquio Pinctada, por ejemplo, ya en 1870
dirigen hacia el Este 28 (equinodermos), pero en se había encontrado en Túnez y no es muy pro-
el Ecuador hacia el Oeste. Si se acepta este prin- bable que viniera por el canal.
cipio, es claro que se puede aplicar a la interpre- Las corrientes marinas contribuyen también a
tación de distribuciones del pasado (ammonites), la dispersión de plantas terrestres. La drupa gi-
e incluso puede suministrar argumentos para con- gante del cocotero (Cocos nucilera) está perfec-
firmar supuestos cambios en la posición del Ecua- tamente adaptada a esta modalidad de disper-

Configuración de las áreas 251


sión 67. El endocarpo es una protección muy efec- dípteros, alguna mariposa, y coleópteros (del ca-
tiva, el mesocarpo fibroso sirve de flotador y la rábido Amara, polimorfo, tan solo se presentó
«leche» constituye una reserva de agua que per- la forma macróptera). Se observó un trozo de ma-
mite establecerse en una costa pobre en agua dera con oribátidos vivos, de una especie que
dulce, lo cual justifica el considerar a la especie vive en las Feroes. Es de esperar que sucesivas
como «vivípara» (fig. 23-9). De manera análoga investigaciones completen la imagen.
se dispersan Cakile maritima, Crambe maritima y Las aguas dulces fluyentes transportan muchas
muchas especies tropicales. plantas, algunas sumergidas, pero otras flotantes.
La colonización de islas cuya vida quedó ani- Matas de Eichhornia (jacinto de agua) se encuen-
quilada por algún cataclismo proporciona otra tran en el Golfo de México a gran distancia de
ilustración excelente. El ejemplo más repetido es tierra. Células de la diatomea Asterionella formo-
el de la isla Krakatoa, entre Sumatra y Java, des- sa, procedentes de los embalses del NE de Espa-
truida por una erupción volcánica en 1883, que ña, se reconocen en aguas mediterráneas a 50 km
sepultó toda forma de vida bajo una capa de del Ebro. Los embalsados o islas flotantes de los
cenizas de varios metros de espesor. Krakatoa grandes ríos, además de las plantas que los cons-
dista 41 km de la tierra de donde podía partir una tituyen, transportan plantas diferentes y animales
nueva colonización 49 y la marcha de ésta queda adventicios y multitud de diásporas de unas y
reflejada en algunas cifras (tabla 7-2). El acceso otros. Los embalsados se suelen desarrollar en
de las diferentes especies se basa en mecanismos lagunas aisladas y se evacúan en momentos de
diversos, con predominio de hidrocoria y anemo- inundación, con lo que se tiene un mecanismo
coria. irregular de importantes consecuencias, a la vez
en la dispersión y la evolución, que opera sobre
largos trayectos fluviales, hasta el mar (fig. 23·7).
Tabla 7·2
Número de algunas especies de distintos grupos
taxonómicos en la isla Krakatoa. ZOOCORIA
La flora y la fauna fueron aniquiladas en 1883.
En un gran número de casos, la dispersión
Número de especies censadas en de diásporas se hace conjuntamente para varias
Grupo taxonómico 1908 1921 1933 especies, o bien las diásporas de una especie
son transportadas por individuos activos de otra
Criptógamas 12 61 71 especie. Se considera que la especie que, sepa-
Fanerógamas 103 142 219 radamente, no tendría tantas facilidades de dis-
Oligoquetos 2 3 ,4 persión sale beneficiada, y se ha dado el nom-
Moluscos terrestres 2 5 9 bre de foresia a este particular tipo de relación
Insectos más de 150 492 720
(pág. 526). Van der Pijl 66, 67 ha hecho notar que
Otros artrópodos más de 29 69 ?
Reptiles 2 4 4
los botánicos habían atribuido mucha importancia
Aves 16 36 41 a las características de los frutos en la clasifica-
Mamíferos O 3 4 ción de las plantas; pero que, ciertas diferencias,
a las que se había dado sentido filogenético,
representan más bien adaptaciones a las distintas
etapas de la sucesión ecológica y son paralelas
El 14 de noviembre de 1963 se inició una erup- al paso de la anemocoria, o dispersión por el
ción volcánica submarina a unos 30 km de la viento, a la zoocoria, o dispersión por animales.
costa meridional de Islandia que persistió varios Formas de fruto que se supusieron primitivas co-
años y dio origen a una nueva isla, Surtsey. Los rresponden más bien a la vegetación inicial o pio-
primeros materiales eran movedizos, pero en 1967 nera, o al bosque secundario, es decir, a plantas
la isla adquirió características más persistentes, que, para sobrevivir, deben poder pasar de unas
con una superficie de 2,7 km 2• Era una magnífica a otras áreas discontinuas. Las formas de fruto
oportunidad para estudiar la iniciación y el desa- que parecen más evolucionadas son, en realidad,
rrollo del poblamiento de una isla 52. En 1967 las de aquellas plantas que unen su destino y con-
habían llegado cuatro fanerógamas, todas hidró- fían su dispersión a animales que se mueven
coras (Cakile edentula, Elymus arenarius, Ammo- exclusivamente en un ámbito que es favorable
denia peploides, Mertensia maritima), y, en vera- también para la planta. Como en tantos otros
no de 1968, se reconoció un número muy elevado fenómenos, la observación de la flora europea
de especies de agua dulce (más de 50 formas de había introducido puntos de vista que no son
diatomeas). Los primeros representantes de la generalizables en una ecología mundial. Los pesos
fauna consistieron en quironómidos y otros varios de las diásporas (tabla 7·3) permiten sacar con·

252 Biogeografía
c1usiones en relación con los mecanismos de su Guinea dispersan plantas diversas por endozooco-
dispersión (véase también pág. 250, orquídeas). ria, entre otras la nuez moscada; mientras que
otras palomas del género Caloenas rompen la
cubierta de las semillas con su poderoso estómago
Tabla 7-3 muscular y digieren su contenido. La evolución
Peso de las diásporas de algunas fanerógamas. de las adaptaciones mutuas en el fenómeno de la
endozoocoria es muy interesante. Ciertas plantas
Especie Peso de la diáspora pueden ser endozoócoras, pero más frecuentemen-
te se dispersan pegadas al pico, como el muér-
Goodyera repens (orquídea) 0,002 rng dago (Viscum). Ciertos tipos de fruto, principal-
Agrostis 0,09 rng mente los oleaginosos, representan una tentación
Primula 0,85 rng para aves que son ordinariamente insectívoras,
Luzula 1,04 rng induciéndolas a actuar como agentes de trans-
Fagus sylvatica 0,225 g porte. Aunque la tendencia predominante en la
Iris 0,48 g
evolución de las plantas ha sido de la anemocoria
Corylus avellana 0,8 g
Quercus robur 3,85 g
a la zoocoria, no faltan ejemplos opuestos: entre
Aesculus hippocastanum 11,5 g las oleáceas zoócoras, los fresnos son anemócoros
Lodoicea maldivica 25 kg y otros ejemplos análogos existen entre las legu-
minosas.
En el barro de las patas de las aves o en el
contenido de sus respectivos buches se han encon-
El número de diásporas producidas guarda, trado gérmenes vivos de numerosos organismos
por lo general, una relación inversa con su peso. acuáticos, que luego dejan o regurgitan a distan-
El espectro de cómo se distribuyen las especies cias muy grandes. Lavando las patas de diversas
de una flora en relación con su medio de dis- aves, y no sólo de aves sino también de insectos
persión es muy significativo. La vegetación que (Notonecta y Gerris) , se recuperan en cultivo
invade áreas nuevas contiene una gran proporción una cantidad enorme de especies de diatomeas,
de anemócoras y anemófilas 18, 62, 73. También desmidiáceas, otras algas y protozoos 30, 60, 77. Efi-
hay una proporción elevada de anemócoras en pios de cladóceros, estatoblastos de briozoos y
la vegetación alpina y de garriga; pero en las gémulas de esponjas poseen dispositivos de suje-
comunidades clímax asciende rápidamente la pro- ción que favorecen su transporte. Personalmente
porción de ornitócoras (pág. 749, Quercetum) quedé convencido de su eficacia al capturar en
cuya dispersión queda vinculada a las aves del vuelo, y lejos del agua, a un hidrofílido que lle-
ecosistema del bosque, que, entonces, extiende su vaba un efipio de Daphnia magna pegado a una
área como un todo, muy a diferencia de las eta- pata. Los ácaros son acarreados por insectos de
pas iniciales o de degradación, con especies opor- diversas especies y las especies acuáticas de ácaros
tunistas de dispersión independiente. van de unas aguas a otras sobre libélulas y otros
Las semillas pequeñas se trasladan pegadas con insectos. Los ácaros pueden practicar una verda-
fango a las patas de las aves, o adheridas al pelo, dera endozoocoria; incluso especies no parásitas,
pezuñas o plumas. Arctium, Xanthium, Medicago, como Carpoglyphys lactis y Thyreophagus ento-
son ejemplos de plantas cuyas diásporas se trans- mophagus atraviesan en perfecta vitalidad el tubo
portan adheridas al pelaje de animales grandes. digestivo de ratones y gorriones 13. Los lameli-
Tribulus y algunas otras parecen más adaptadas a branquios de la zona templada producen larvas
ser diseminadas entre las pezuñas. El transporte que se dispersan sobre peces, asegurando de este
se debe, a veces, a la costumbre que tienen mu- modo que su difusión no se haga exclusivamente
chos animales de establecer reservas, como las aguas abajo (págs. 208 y 730). En el buche de
hormigas, chinchillas y ardillas. Otras semillas las aves acuáticas se encuentran gérmenes viables
viajan dentro del tubo digestivo, 10 cual exige de distintas especies, incluyendo pequeños lameli-
semillas particularmente resistentes y no siempre branquios. Los huevos de diversos crustáceos re-
pequeñas. Las plantas típicamente endozoócoras, sisten el paso a través del conducto digestivo de
es decir, dispersadas dentro del tubo digestivo, patos 69,70, Y en los excrementos de dichas aves
tienen semillas indigestibles con protección dura se han encontrado huevos vivos de Cypridopsis
o amarga, envueltas en frutos nutritivos y atrac- vidua, Macrothrix laticornis y Artemia salina. La
tivos; otras características frecuentes consisten en distribución en Estados Unidos de la fanerógama
una protección frente a una ingestión prematura, acuática Naias minor, cuyos frutos se utilizan por
consistente en destacar poco -verdes- o ser los patos, aparece tan relacionada con las trayec-
amargos o ácidos antes de la madurez. Las palo- torias seguidas por estas aves que se puede con-
mas del género Carpophaga en Indonesia y Nueva siderar que existe una relación causal 59. Una de

Configuración de las áreas 253


las razones para explicar la diferencia de distri- Allopauropus cuenoti, Talitroides alluaudi y otros,
bución entre Gammarus pulex y Gammarus la- más diversas plantas superiores que pueden per-
custris (fig. 7-16) consiste en que la segunda espe- sistir por más o menos tiempo al aire libre. Otros
cie se transporta mejor sobre el plumaje de patos animales acuáticos han sido introducidos inicial·
y otras aves acuáticas, en 'parte porque vive en mente de intento, como el pez Gambusia holbroo-
tipos de aguas frecuentadas por dichas aves y en ki alfinis, usado para destruir larvas de mosquito
parte por las características mecánicas de la super- en la lucha antipalúdica; la aviación, en un
ficie del cuerpo y de los apéndices que adhieren sentido contrario, ha servido de agente de disper-
mejor sobre las plumas 78. Las golondrinas de mar sión a los vectores, por ejemplo, el peligroso
(Sterna) migran entre ambos hemisferios y a estas Anopheles gambiae fue introducido por dicha vía
aves se han atribuido distribuciones bipolares pe- en el Brasil, procedente de África, en 1938-40.
culiares, como el hallazgo en Finlandia del ostrá- Afortunadamente pudo ser extinguido.
codo sudafricano Cyprilla humilis 71 o la distri- Igualmente grandes han sido las facilidades de
bución del quironómido Podonomus kiejjeri, que dispersión ofrecidas a las plantas. Los puertos tie·
vive en Canadá y Estados Unidos de una parte nen una flora adventicia variada, formada por
y en el extremo meridional de Sudamérica por plantas de origen muy diverso, algunas de las
la otra, en la ruta de migración de las Sterna 86. cuales. han dado lugar a problemas taxonómicos,
La distribución de los parásitos por sus hospeda- y a falsas determinaciones. El musgo americano
dores puede ser aun más complicada que en los Trichostomopsis umbrosa se ha extendido rápida-
simples casos de foresia reseñados: basta recor- mente por la ciudad de Barcelona en unos pocos
dar el ejemplo del díptero Dermatobia hominis, años 12. Con la extensión del cultivo del arroz,
cuya hembra captura un mosquito y lo suelta la flora de Cataluña se ha enriquecido con nume-
después de haberle confiado un huevo, que el rosas especies 55, Y estas especies forman una
mosquito conducirá hasta el hombre. parte importante de un nuevo tipo de vegetación,
El hombre transporta directamente muchos gér- porque la flora local contaba con pocas especies
menes. Hoy día, él y sus vehículos son el medio adaptadas al ambiente especial de cultivo de di-
de dispersión más eficaz para un gran número de cha planta. Análogamente todos los cultivos llevan
especies. Con cargamentos, o sobre el casco de consigo su cortejo característico de «malas hier-
embarcaciones, o en el lastre, se han transportado bas».
muchos animales marinos costeros, como los crus-
táceos Neptunus pelagicus y Callinectes sapidus
hasta el Mediterráneo (fig. 7-7), el gasterópodo Especies invasoras
Crepidula jornicata de América al NW de Europa
(pág. 494) Y otros ejemplos ya señalados. La ex~ Com9 ya se ha indicado anteriormente, la
pansión se inicia a partir de los puertos, no sólo acción humana ha abierto amplias extensiones a
para especies marinas, sino también para anima- las especies que se pueden llamar invasoras 26 y
les terrestres, como caracoles pulmonados u hor- que son típicamente especies oportunistas o pio-
migas. La hormiga argentina 1ridomyrmex humi- neras, con todas las características dispersivas aso-
lis 79 fue reconocida en el puerto de Buenos Aires ciadas a esta condición, frecuente anemocoria, etc.
en 1868, en Nueva Orleáns en 1891, entre 1905 Cualquier nuevo elemento añadido a un ecosiste-
y 1910 aparece en Madera, Portugal, California, ma pone en marcha procesos de reestructuración
El Cabo y Chile, en 1920 en la Riviera; en Mel- del equilibrio y de amortiguamiento de la inva-
bourne, Hawaii y Australia se presenta entre 1940 sión: el paso de una enfermedad a un parasitismo
y 1950, en 1936 en Nápoles y en 1953 en Mallor- equilibrado es del mismo tipo y el mismo fenó-
ca. Este ejemplo es una ilustración de lo que pudo meno se encuentra en todos los niveles de orga-
pasar en siglos anteriores con las cucarachas y nización, sin excluir el social.
otros insectos que se nutren de productos almace- Se puede esperar pues, que un proceso de in-
nados y que hoy se hallan extendidos por todo vasión no sea indiferente para la naturaleza de la
el mundo; pero cuya dispersión irradió a partir especie invasora. La rápida expansión de una
de los puertos. La lista de especies es muy larga 96. población sobre un área nueva conduce a siste-
Muchos de los animales originarios de países cáli- mas genéticos que pueden ser algo diferentes de
dos se han diseminado en los recintos mantenidos los propios de especies que han variado muy
caldeados por el hombre y ésto no sólo es apli- poco el área ocupada durante mucho tiempo 3.
cable a insectos terrestres. En invernaderos de Ciertamente que se puede argüir que lo que hace
países templados son hoy día frecuentes especies a una especie expansiva son sus propiedades gené-
de procedencia tropical, como las algas Compso- ticas, de las que resulta su adaptabilidad a eco-
pogon y Pythophora, los turbelarios Rynchodes- sistemas iniciales o poco maduros y, por ello, de
mus y Pelmatoplana, los artrópodos Koenenia, modo especial a áreas perturbadas por el hombre.

254 Biogeografía
Pero es posible que las propiedades genéticas más que todo biólogo debe hacerse es por qué el
interesantes no sean las que condicionan caracte- 99,999 % de las especies que han existido se han
res concretos, sino el conjunto del sistema gené- extinguido ya. Dado un tiempo suficiente, la pro-
tico y sean tanto una consecuencia como la causa babilidad de extinción de una especie alcanza la
de la expansividad. En realidad, no se pueden unidad; tarde o temprano todas se van. Después
encontrar características genéticas propias de las de un tiempo indefinido, la situación más pro-
especies invasoras en general y tal vez la única bable es que todas las especies se hayan extingui-
que se señala sea la reducción del polimorfismo do. Sin embargo la vida continúa, requiriendo
cromosómico. una hipótesis complementaria sobre la probabili-
Hay que suponer que existen ciertos rasgos ge- dad de aparición de nuevas especies. El riesgo de
nerales en la forma de realizarse la selección en extinción no se relaciona de manera estricta ni
aquellas especies cuyas poblaciones se caracteri- con el número de individuos ni con la tasa posible
zan por rápidas proliferaciones seguidas de gran- de reproducción.
des mortandades. Al aumentar la población, la El ejemplo de la isla Krakatoa, considerado
selección debe hacerse menos rigurosa y orientarse unas páginas atrás, nos ilustra cómo se coloniza
más bien a aumentar la tasa de aumento; en el progresivamente una porción limitada de tierra
máximo tendrán importancia factores dependien- por sucesivas introducciones. El número de espe-
tes de la densidad de población, luego la extinción cies crece según una función asintótica, cuyo
afecta desigualmente a la especie y deja pequeños límite superior depende mucho de la proximidad
grupos. de tierras que pueden servir de puntos de partida
No se sabe gran cosa sobre posibles cambios ge- de posibles inmigrantes y también de la extensión
néticos en el curso de la rápida expansión geogra- y diversidad de la isla que, si son grandes, ofre-
fica de una especie; pero es seguro que existen, cen acomodo a un mayor número de especies.
por lo menos en especies como el gorrión, las Con frecuencia se han establecido relaciones entre
gambusias y Daucus, y el ejemplo suministrado la extensión de la isla y el número de especies
por las distintas frecuencias de formas macrópte- de un grupo que la habitan, comparación que es
ras en insectos polimorfos es igualmente ilustra- especialmente efectiva en el caso de archipiélagos
tivo (pág. 280). Es probable que algunos de estos formados por islas de distintos tamaños, como
cambios lleven a una mayor adaptación local y en el ejemplo de las aves de las islas Canarias,
pérdida de la expansividad a las subpoblaciones ilustrado en la figura 7-11 36,91. La probabilidad
a medida que van quedando confinadas a espacios de inmigración de nuevas e~pecies disminuye a
restringidos. La escisión de una especie en formas medida que pasa el tiempo y ocurre que todas las
genéticamente distintas, después de todo, es un especies que podían llegar ya han ensayado efec-
proceso natural, cuando la supervivencia no es
ya exclusiva de las formas más generalistas.
En el extremo opuesto, la dispersión de las
especies que forman parte de sistemas más ma- TENERIFE
duros es más ordenada y de menor alcance. El 2000 FUERTEVENTURA
modelado de los sistemas genéticos de estas espe-
cies refleja el aislamiento de las poblaciones y la
1800
1600
1400
• GRA

ANARIA

interacción con otras especies. Deben ser poco 1200


frecuentes cambios genéticos que les permitan ex-
pansionarse desgajadas del resto del ecosistema. ] 1000 LANZAROTE
900

MAD/:~A
eQ)
Mas bien avanzan en la periferia, por sucesión del 800
ecosistema entero sobre comunidades limítrofes e 700
-o
que representaban una etapa precedente de la
sucesión. j 600
500
450
400
350
EXTINCION 300 HIERRO
250
En cualquier consideración del número de es-
200
pecies presentes en un área, o de la forma del 26 28 30 32 34 36 38 40 42 44 46
área de cada una de las especies, al concepto Número de especies de aves terrestres
positivo de expansión se opone otro concepto,
Figura 7-11 Relación entre la extensión su-
negativo, el de extinción. La extinción es un factor perficial de cada isla y el número de especies
importante en biogeografía. Y no sólo en biogeo- de aves terrestres presentes en ella, en el archi-
grafía. Como escribe Lewontin 50, una pregunta piélago de las Canarias. (Datos de Vólsoe 36, 91.)

Configuración de las áreas 255


Alta , . . . - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - , 520; Salomon, 126; Santa Cruz, 29; Nuevas Hé-
pequeña bridas, 51; Lealtad, 35; Fiji, 54; Samoa, 33; So-
ciedad, 17; Marquesas, 11; Henderson, 4. Estas
cifras resultan lnás elocuentes si se toman en con-
sideración la superficie de las ishis y archipié-
lagos mencionados.
En otros casos, el número de especies parece
depender más del área y diversidad ambiental de
la isla que de su proximidad al continente. AsÍ,
por ejemplo, el número de especies de murciéla-
gos en las islas del Norte de Venezuela, es mayor
en islas más apartadas, cuando ecológicamente
son más diversificadas (Granada y Tobago, por
ejemplo) que en islas más próximas al continente
Número de especies presentes
y de vegetación más pobre (Margarita y Cura<;ao).
Los números de especies son: Aruba, 3; Cura<;ao,
Figura 7-12 Esquema del equilibrio entre inmi- 6; Bonaire, 3; Margarita, 7; Grenada, 11; Toba-
gración y extinción de especies en un área go, 16, y Trinidad, 53 47.
confinada. El número de especies es proporcional
a la distancia entre el origen (base del gráfico)
y la intersección de las respectivas curvas de
inmigración y de extinción. El mayor número de
especies se da cuando la tasa de emigración
es alta, por estar la isla próxima a otras tierras,
y la tasa de extinción es pequeña. (Según Mac-
Arthur y Wilson 53.)
2,8
• •
2,6

2,4
Colonización
2,2
tivamente SU introducción. Pero algunas de las
especies se extinguen y ello puede favorecer nue- 2,0 •
vas introducciones. ' C'll 1,8
:o
La probabilidad de extinción de algún ele-
mento de una biota es una función, probable- oa. 1,6

mente poco complicada, del número de especies en

• •
Q)

presentes. Prosiguiendo este razonamiento, Mac- "oQ) 1,4


a.
Arthur y Wilson 53 (fig. 7-12) desarrollan un mo- en
UJ 1,2
delo que puede ayudar a comprender por qué

~
1,0 4-
el número de especies es distinto en diversos
territorios. Observaciones empíricas llevan a acep- 0,8

tar que si A es el área de una isla y S el número Extinción
de especies de un grupo determinado, se puede 0,6
escribir aproximadamente S = c· A Z, donde e y z
0,4
son constantes y z, para islas, tiene un valor com-
prendido generalmente entre 0,20 y 0,35 53 • En 0,2
el ejemplo de las aves de Canarias vale 0,25 33.
34. 36. 99.

o 14 21 28 35 42 49 56 63 70
El valor de z expresaría el equilibrio entre inmi- Días
gración y extinción a que se llega en las condi-
Figura 7-13 Equilibrio entre los procesos de
ciones insulares. Pero este equilibrio se configura colonización y extinción de especies, en sustratos
de manera distinta según los casos, lo que expli- flotantes inmersos en un rlo de Virginia. Los
caría la variabilidad de z. Las aves actuales de círculos indican las observaciones de coloniza-
las islas del Pacífico suministran un ejemplo de ción; los triángulos las extinciones. Al cabo de
mes y medio se alcanza una situación de equili-
rarefacción a partir del centro de origen 57 com- brio con una tasa aproximada de renovación
parable al mencionado en relación con la fauna de 1,3 especie por dla. En esta situación el nú-
marina (pág. 251). El número de especies terrestres mero total de especies es alrededor de 20. Este
decrece con la distancia al lugar presumible de estudio se refiere únicamente a especies de
invertebrados visibles a simple vista. (Según
origen. Por ejemplo, de Oeste a Este tenemos los K. L. Dickson y J. Cairns, Amer. Midl. Natur,
siguientes números de especies: Nueva Guinea, 88:68-75, 1972.)

256 Biogeografla
N

Frlo

Riesgo de extinción
en época fria

Riesgo de extinción
en época cálida

Frlo

~:~ Cálido

Figura 7-14 Esquema de la función de refugio que desempeñan cadenas montañosas


de distinta orientación. Distribución teórica de una especie de necesidades térmicas
constantes en una época cálida y en otra fr/a. Arriba, en el supuesto de cordilleras dirigi-
das en el sentido de los meridianos: abajo, cuando las cordilleras están alineadas según
los paralelos.

Cuando el clima fluctúa, la extinción depende américa, cuya consecuencia ha sido un grado de
de la facilidad de migración o de la posibilidad extinción mucho mayor en el Antiguo Mundo.
de encontrar refugios. Las fluctuaciones climáticas Al naturalista no puede dejar de llamarle la aten-
son particularmente destructivas en una isla pe- ción la gran riqueza de especies en Norteamérica,
queña, aunque en parte, dichas fluctuaciones que- manifiesta en todos los grupos, y en algunos de
den allí mitigadas por la proximidad del mar. manera extraordinaria, como en los lamelibran-
Así, por ejemplo, en las costas mediterráneas, di- quios de agua dulce. La diversidad de árboles
versas especies termófilas aparecen localizadas en los bosques americanos, por ejemplo, en las
en rocas calizas, al mediodía y cerca del mar, en Smoky Mountains, es muy superior a la de los
condiciones microclimáticas notablemente cons- bosques del Antiguo Mundo situados a la misma
tantes y favorables, condiciones que se dan tam- latitud.
bién en islitas. Si se trata de un continente, las La visión de la extinción como un simple pro-
especies pueden correr sus áreas hacia el Norte ceso aleatorio ha de complementarse tomando en
o hacia el Sur, sin extinguirse. Este mecanismo consideración otros aspectos que permiten descu-
de conservación es favorecido por la existencia de brir regularidades. La extinción es la consecuencia
cadenas montañosas extendidas en el sentido de de cambios ambientales demasiado rápidos para
los meridianos (fig. 7-14), mientras que las cordi- poder ser seguidos por los procesos normales de
lleras alargadas en el sentido de los paralelos migración y evolución. La amenaza de extinción
representan barreras frente a las cuales las extin- no es tan grave para las especies de caracterís-
ciones se repiten. ticas oportunistas y pioneras, capaces de moverse
Existe una considerable diferencia en la orien- rápidamente y de reconstruir fácilmente poblacio-
tación de las cordilleras entre Eurasia y Norte- nes numerosas. Los urganismos muy especializa-

17 Configuración de las áreas 257


dos o integrados en sistemas complicados no pue- la coaCClon de otras especies. Se han hallado
den cambiar, ni los sistemas dichos correrse con restos de Triops del Triásico, de una forma prácti-
rapidez sobre los continentes, y para ellos han camente indistinguible de la actual. Los mistaco-
sido particularmente destructivas las grandes fluc- cáridos y sincáridos de las aguas subterráneas
tuaciones climáticas que empezaron ya en el Ter- intersticiales constituyen otro ejemplo de larga
ciario. En otros términos: es más fácil la extin- persistencia filogenética, unida a la dependencia
ción de especies que han evolucionado al compás respecto a un ambiente cuyas características han
de la sucesión, hasta situarse en comunidades muy variado muy poco en el curso de la historia de la
maduras, que la de especies oportunistas poco Tierra.
especializadas. ~stas ni han evolucionado morfo- Las fluctuaciones en las condiciones del medio
lógicamente ni se han extinguido sobre largos que afectan a extensiones muy vastas, como las
períodos de tiempo (Triops, Limulus. ortópteros, glaciaciones del Pleistoceno y el impacto actual
etcétera). Muchas de ellas han permanecido acan- de la civilización tecnológica, actúan sobre
tonadas en situaciones ecológicas que han perma- una biosfera en la que hay muchas más especies
necido esencialmente iguales (Nautilus, Lingula, de tipo especialista o adaptadas a condiciones es-
organismos del suelo o de la fauna intersticial). trictas, que especies oportunistas o generalistas.
Triops es un ejemplo de organismo oportunista y Toda fluctuación del tipo indicado lleva consigo
fugitivo, que debe su persistencia a su aptitud la expansión de un pequeño número de especies
para desarrollarse rápidamente en charcos efíme- (oportunistas); pero el número de especies que
ros, antes de que acudan competidores, con lo se extinguen es mucho mayor. Por estar más cerca
que su evolución se ha hecho independiente de de nosotros, las extinciones acaecidas durante el

Actual
20 15 10
Mili ares de ar'los
lO·

-~
Yacimientos de
edad conocida TJ 7

Mammut

Mammuthus·1

Equus

Tapirus
Camelops
Ul
o Tanupolama I
o
> Nothrotheriumi
~
I Megalonyx I
Paramylodon I
Platygonus
Mylohyus
Tetrameryx I
Capromery x I
Castoroides I
Ul
o { Aenocyon I
o Felis atrox
> I
·E Smilodon I
Ü
Figura 7-15 Fechas de ex-
tinci6n de cierto número de
mamlferos pleistocenos en
Templado
Norteamérica, en relaci6n
CI;ma {
Frío
/ con la densidad de yaci-
mientos en los que se hallan
I i I indicios de actividad humana.
20 15 10 Escala en millares de años.
(Según P. S. Martin 54.)

258 8iogeografla
Pleistoceno han despertado un interés conside- junto de su ecosistema, o que están ligadas a
rable 54. Es realmente impresionante el número de tcrritorios por razones de comportamiento, se di·
grandes vertebrados que se extinguen dentro de funden en realidad mucho menos de lo que sus
un período relativamente corto (fig. 7-15). Se posibilidades de dispersión consentirían. Ordina-
comprende que, vistos a mayor distancia en la riamente, el área de una especie está estabilizada
perspectiva del tiempo, episodios semejantes hi- o muestra fluctuaciones pequeñas, al compás de
cieran pensar en catústrofes o cataclismos genera- los cambios de clima, erosión, etc., y sólo se apro-
lizados (Cuvier). No se puede valorar exactamente vecha una fracción mínima de su capacidad de
la parte que tuvo el clima y la parte del hombre expansión. Un área vacía «atrae» más a las es-
en las mencionadas extinciones de edad pleisto- pecies que un área ocupada. La velocidad con
cena. El hombre, indudablemente, aceleró la extin- que se sucedieron las introducciones en la isla
ción de muchas especies, hasta el punto que se Krakatoa, por ejemplo, es impensable en una isla
le puede considerar responsable de la suerte fatal poblada con su complemento normal de especies.
de buen nllmero de estirpes; sin embargo, la po- La conclusión a que se llega es que los límites
blación humana no era entonces muy densa y no del área de una especie no tienen mucho que ver
pudo tener efectos dcstructores comparables, por con la capacidad potencial de expansión de aqué-
ejemplo, con los que ticne la población humana lla. Tenemos aquí una analogía con lo que ocurre
actual. en la reproducción; las especies que dejan más
En época más rcciente, el hombre es respon- descendientes no son precisamente ni siempre las
sable de la extinción de un gran número de espe- más numerosas. Debemos estar dispuestos a acep-
cies. Las listas que recientemente se han publi- tar que los límites de las áreas se definen a me-
cado, en relación con la propaganda a favor de la nudo, pero no siempre, por razones biológicas,
conservación de la Naturaleza, de especies extintas ajenas a la simple mecánica del transporte de
o a punto de extinguirse, son impresionantes, y diásporas.
estas listas gcneralmente no incluyen ni inverte-
brados ni plantas. A la extinción directa por
caza, o indirecta, por destrucción de los ecosis- Barreras
temas ante los avances del paisaje humanizado,
se ha añadido una acción más solapada y sutil, En biogeografía se habla de barreras, en el
a través de distintos pesticidas (pág. 805), prin- sentido de límites notorios que se oponen a la
cipalmente compuestos clorados de carbono que expansión de una especie. AltJS cordilleras. bra-
se difunden a través de la biosfera, y que, por los zos de mar, incluso grandes ríos, se oponen cierta·
mecanismos de concentración naturales alcanzan mente a la dispersión de muchas especies. Un
dosis letales en el cuerpo de determinadas espe- vertebrado terrestre de gran tamaño no puede cru-
cies, principalmente de las que ocupan niveles zar un amplio brazo de mar. Pero los insectos y
tróficos altos o son de régimen de vida muy espe- plantas tienen muchas facilidades de dispersión,
cializado. Para mencionar un solo ejemplo famo- y no digamos los animales voladores. El estrecho
so, la decadencia de las poblaciones mundiales entre África y Madagascar, por ejemplo, ha po-
del halcón común (Falco peregrinus) , una especie dido ser salvado por muchas especies, incluyendo
de amplia dispersión geográfica (en sus diversas mamíferos.
razas abarca casi todo el mundo), se atribuye a Los desiertos y las cadenas de montañas cons-
una perturbación, por los citados pesticidas, del tituyen verdaderas barreras, especialmente si son
metabolismo del calcio y de la endocrinología de gran amplitud. A veces consienten una migra-
sexual, que reduce enormemente la producción y ción muy restringida, por ejemplo, a través de
posibilidad de supervivencia de los individuos de pasos de las montañas, en el caso de una cordi-
nuevas generaciones 38. Una de las manifestaciones llera, o bien a base de relevos o fines de etapa
más visibles de los trastornos es la delgadez y localizados según una serie de oasis, tratándose
fragilidad de las cáscaras de los huevos. de un desierto. Más o menos, todas las barreras
poseen cierta permeabilidad parcial, cuya efecti-
vidad varía, naturalmente, al paso del tiempo y
FRONTERAS según los organismos que se consideren. Por esta
razón, toda barrera actúa más o menos como un
La capacidad de dispersión de las especies su- filtro, pues deja pasar a ciertas especies y a otras
pera a su dispersión real y efectiva. Las especies no. Los Pirineos, el Sahara, etc., han funcionado
oportunistas o pioneras pueden difundirse a velo- como filtros en muchas épocas, frenando en grado
cidad muy grande y prácticamente podrían hacer- variable, según los grupos, la expansión de las
se cosmopolitas en un tiempo relativamente breve. especies. Un criterio análogo se puede aplicar a
Aquéllas cuya propagación va unida a la del con- la interpretación de los archipiélagos formados

Configuración de las áreas 259


por una cadena de islas, de extensión y separación terísticas más eurioicas, mientras que, en el Sur,
variable en función de las fluctuaciones del nivel su distribución queda frenada ante la presencia
del mar. Con un nivel del mar bajo, la migración de otras especies. El turbelario Otomesostoma
ha sido más fácil que cuando sólo emergían las auditivum en el mediodía de Europa se considera
tierras más altas. La migración de especies a lo exclusivo de aguas frías y oxigenadas; pero en
largo de los archipiélagos ha sido selectiva y de Islandia se puede encontrar en agua de hasta
características variables según las épocas. Todo 27°C y en agua que huele a sulfhídrico, además.
esto vale igualmente para los istmos estrechos y Algo parecido ocurre con el filópodo Branchinecta
más o menos interrumpidos temporalmente, per- paludosa, con los copépodos del género Cyclops
sistiendo rutas de migración formadas por cadenas y grupo abyssorum y con muchas otras especies
de islas como Panamá y Behring. de agua dulce, cuya distribución aparece más res-
El concepto de barrera en biogeografía se apo- tringida en las regiones ricas en otras especies
yaba en que los límites de las áreas de muchas posibles competidoras. No es ello exclusivo de
especies coinciden con accidentes geográficos im- animales acuáticos, sino que también se observa
portantes. Si un brazo de mar constituía una en animales terrestres, como en el curculiónido
barrera que se oponía a la dispersión de seres Otiorhynchus arcticus y en otros boreoalpinos 83.
terrestres, se podían explicar las distribuciones Diversos detalles de la distribución de los anfí-
disyuntas, separadas por espacios de mar, postu- podos de agua dulce de Europa permiten recono-
lando conexiones continentales en el pasado. Una cer la importancia, variable según las regiones, de
adherencia muy estricta a la importancia de las la competencia con otras especies. Las formas an-
barreras lleva asociada la creencia en «puentes tiguas Gammarus duebeni, en el NW de Europa e
continentales» que existieron en el pasado, y, or- Islas Británicas, y G. pungens, en el mediodía de
dinariamente, a suponer que el trazado de dichos Europa, no han podido resistir la presión de otras
puentes se puede deducir a partir de la observa- especies dispersadas recientemente, como son G.
ción de las áreas actuales de distribución de las pulex en el Norte y G. berilloni en el Sur y apa-
especies. Pero el número de puentes necesarios recen fragmentadas en distintos enclaves residua-
para explicar las distribuciones actuales, con las les o reliquias, generalmente a favor de condicio-
premisas dichas, es tan grande y resultan de tra- nes muy especiales -aguas cársticas muy mine-
zados tan contradictorios que su conjunto es un ralizadas en el caso de G. pungens, por ejemplo;
verdadero castillo de naipes y resulta mucho más o cierta concentración de cloruros en G. duebe-
simple basar la biogeografía terrestre en la deriva l1i-; pero en otras zonas, que han permanecido
de bloques continentales (tectónica de placas, libres de la invasión de aquellas especies expan-
pág. 290). sivas, las especies viejas se extienden hasta el
límite de sus posibilidades fisiológicas: por ejem-
plo, en Irlanda G. duebeni ocupa toda la isla, y
Competencia con especies vicarias en las Baleares mayores (Mallorca y Menorca),
G. pungens, o una forma derivada de ella, es la
No solo la facilidad de dispersión, o el empeo- única común 68. La distribución se complica por
ramiento progresivo de las condiciones de vida las consecuencias de la subdivisión en especies
en una dirección determinada, determinan el bor- alopátricas, en grado diferente según los grupos
de del área de una especie, sino que las fronteras (fig. 7-16). Especies que normalmente son de
tienen mucho que ver con la integración de cada agua salobre, suben río arriba en aquellos lugares
especie en un ecosistema y con la posible compe- donde la fauna de agua dulce es pobre y no
tencia con especies vicarias. Cuando el rango de ofrece competidores idóneos: el comportamiento
vida de dos especies es tal que sus posibles ~reas de los crustáceos de agua salobre Sphaeroma
se superponen en parte, y dichas especies compi- hookeri, Gammarus aequicauda y Onychocamptus
ten, la posible superposición queda reducida al mohammed en varios cursos de agua españoles
mínimo (pág. 668), en una manifestación geográ- (Guadalquivir, río de Santa Eulalia en Ibiza) pue-
fica del fenómeno general de segregación ecoló- de servir de ejemplo.
gica. De forma que si, en ciertas regiones del En tierra se encuentran muchos ejemplos com-
borde de su área, la especie no confina con posi- parables. El pájaro Troglodytes aedon, de Norte-
bles competidores, allí se extiende más y su fron- américa, en la época de cría se distribuye en la
tera tiene características diferentes. Varios ejem- región de los bosques de haya y arces. El límite
plos pueden ilustrar tal heterogeneidad en las septentrional está definido por las bajas tempe-
características de las fronteras. raturas nocturnas; pero el límite meridional no
Son bastantes las especies acuáticas, supuestas solamente por la alta temperatura estival, sino
estenotermas de agua fría, que en el norte de su también por competencia con otra especie, Thryo-
área, en regiones de fauna pobre, muestran carac- manes bewicki 46.

260 Biogeografía

Echinogammarus berilloni

o "
~
mino""n,i,

eisenlraul;

Figura 7-16 Distribución de diferentes anfípodos de agua dulce en la Península Ibérica.


Las especies difundidas sobre áreas más extensas pertenecen al género Echinogammarus
(que se puede considerar como un subgénero de Gammarus). Otras especies, así como
E. pungens en el continente, ocupan localidades más aisladas. El crustáceo dibujado es
E. berilloni; recientemente se considera que este nombre corresp:mde en realidad a varias
especies, generalmente acantonadas en distintos valles. (Según datos principalmente de
S. Pinkster y J. H. Stock, Bul!. Zool. Mus. Univ. Amsterdam, 2:85-115, 1972: S. Pinkster
Bijdr. t. Dierk., 43:1-38, 1973.)

Las salamandras americanas del género Pletho- melaventris, P. glutinosus sube hasta alturas supe-
don ofrecen un bonito ejemplo de heterogeneidad riores a las habituales, dilatándose la faja de su-
de límites altitudinales. En las partes bajas de los perposición entre las dos especies.
Apalaches se halla P. glutinosus, sustituida en las
alturas por sendas subespecies de P. ¡ordani. Pues-
Heterogeneidad de la especie
to que las cumbres están aisladas unas de otras, la y de sus fronteras
diferenciación subespecífica en ¡ordani es mayor
que en glutinosus. El límite entre las poblaciones Si la especie no tiene propiedades uniformes en
de ambas especies comporta una estrecha faja en toda el área que ocupa (pág. 140, en relación con
la que las dos coexisten, pero la zona de coexis- la temperatura), lo cual depende del grado de di-
tencia no se extiende a más de 60 metros de des- ferenciación genética que la especie haya experi-
nivel dentro de la región forestada y esta estre- mentado, y si la frontera de la especie no tiene
chez se atribuye a la competencia. Hairston 32 ha propiedades uniformes en toda su extensión, pues
hecho ver que una de las diferencias que existen en cada punto depende del tipo de relaciones en-
entre las subespecies de P~ ¡ordani es su aptitud tre la especie que consideramos y sus posibles
para competir con P. glutinosus.. En ·las cumbres competidoras, que no tienen por qué ser siempre
de las Balsam Mountains, ocupadas por P. ¡ordani las mismas, comprenderemos que existe un límite

Configuración de las áreas 261


en la simplificación con que podemos tratar las Las poblaciones situadas junto a los límites del
áreas geográficas. No son manchas uniformes, sino área de una especie quedan sometidas a un flujo
organizaciones con una interacción distinta y pe- e intercambio unilateral de genes 58 de forma que
culiar en cada punto. Tampoco es posible pre- su adaptación a condiciones locales puede quedar
decir, si no es de manera muy ligeramente apro- retardada por la «dilución» genética. De esta
ximada, el área posible de extensión de una espe- forma aparece un freno sobre la posible disper-
cie a base de datos experimentales conseguidos sión de la especie a lo largo de un gradiente
con unos cuantos ejemplares de una población ecológico, cuando el cruzarlo requeriría una dife-
local de la especie. renciación genética local de la especie.
Desde el punto de vista genético, una barrera Se puede trazar una analogía entre este fenó'
representa una restricción del flujo genético, que meno y la tensión superficial en la periferia de
puede ir hasta su anulación. Cualquier rarefac- una gota de líquido, donde las moléculas están
ción de la especie reduce el flujo genético. Los solicitadas por la atracción de otras moléculas
gradientes ecológicos (temperatura, humedad, etc.) solamente a un lado. Así también la especie, por
en el pasado y en el. presente constituyen o han la participación en un «pool» genético de indivi-
podido constituir barreras, especialmente en la duos que viven en condiciones más «normales»,
zona donde los gradientes son más fuertes. La tiene restringida una variabilidad que, en otras cir-
comparación entre los organismos de las costas cunstancias, podría servirle para colonizar nuevas
atlánticas de Europa, de gradientes más suaves, áreas. Todo ello sería, además, función de la
y los de más al Oeste, donde la diferencia entre movilidad de los individuos y de otros factores
el Norte y el Sur es más violenta, es bastante ilus- que influyen sobre el flujo génico. Aunque es muy
trativa; en los primeros la diferenciación es me- razonable que se den realmente estas situaciones,
nor, un menor número de especies se sustituyen en realidad la base empírica para aceptarlas es
a lo largo de los meridianos. más bien indirecta.

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