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Antropológica.
Acorde a Mélich (1998), “el ser humano encuentra sentido a su existencia a través de
esquemas culturales, que son simbólicos”, se entienden por esquemas o modelos culturales
al sistema de símbolos cuyas relaciones entre sí.
Hoy en día, la falta de estos símbolos, niega la naturaleza del hombre, conducen
irremediablemente a una sociedad al caos: a una falta de identidad y a una pérdida de
sentido de pertenencia y de comunidad, que desata problemas sociales de toda índole.
Esta indiferencia contextual, señalada por Augé (2002) como no lugar conlleva procesos
antropológicos que los espacios carentes de significados generan, porque nadie siente
ningún apego por él, consecuencia lógica de las características de la supermodernidad
(Ibelings, 1998). En este espacio supermoderno se han eliminado las características de
espacios identificatorios, relacionales e históricos. El objeto no es ya un significante, sino
se ha reducido a un fetiche, sin historia ni contexto.
Un lugar será lugar, si existe la capacidad de mirar al sujeto y su historia, lo que le confiere
significación en términos de la otredad.
La dimensión lógica se ocupa de la manera como el hombre ordena los objetos sobre el
territorio, las relaciones de uso que concede a cada uno de ellos, así como las proximidades
y la distancia que guardan entre sí.
1. El intercambio simbólico,
2. La seducción, concebida como un desafío, una intención clara de desconcertar al
destinatario, intenta encarnar al espectador a un nivel puramente visual para
impedir un nivel de apreciación más profundo.
7. El caos, que no se opone a la racionalidad, sino que se refiere al duelo entre sujeto
y objeto
14. Conveniencia, son "convenientes" las cosas que, acercándose una a otra, se unen,
sus bordes se tocan, sus franjas se mezclan, la extremidad de una traza el principio
de la otra
16. Analogía, las similitudes de las que trata no son las visibles y macizas de las cosas
mismas; basta con que sean las semejanzas más sutiles de las relaciones
17. Simpatía, es atracción, por lo que implica un principio de movilidad, donde las
formas de lo semejante se identifican entre sí y se convierten en una misma
la arquitectura contemporánea
(posmodernidad, supermodernidad,
etcétera) como un resultado de la
globalización y “que ha traído
consigo una hibridación de
costumbres, gustos, estilos de vida,
etcétera”; la comunicativa y la
expresiva, sentando evidencia que,
dentro del mismo espacio temporal,
no existe una propuesta
arquitectónica única, sino un
abanico de ellas.
Entre esta multiplicidad de ideas, la postura supermoderna rompe con los ambiguos
lineamientos impuestos por el posmoderno, y aboga por la recuperación de valores propios
de la modernidad. Retoma la simpleza, la uniformidad y la falta de identidad como una
reacción a la acentuada globalización de principios del siglo XXI.
b) Inmediatez formal. -La sensación inmediata a través de: la forma, espacio y luz,
transparencia y liviandad, resultan prioritarios la comunicación (Pliegues, fachadas
acristaladas y traslúcidas, formas retorcidas).
h) Arquitectura de Pliegues y Twister. En los primeros años del siglo XXI están
sobresaliendo nuevas y variadas formas inspiradas en la complejidad de mutaciones y
transformaciones como reflejo del pensamiento del caos: degradación y desorden que
lleva a desequilibrio
Los cruces de modelos políticos sociales y culturales han existido desde el inicio de la
historia y han contribuido a un enriquecimiento mutuo. En arquitectura se explica
claramente con la existencia de estilos, escuelas y tipologías regionales e internacionales
que representan una muestra de esta relación arquitectónica concomitante a la globalidad.
Las culturas globales ya no están vinculadas a ningún lugar ni a ningún tiempo (Beck,
1998), ajenas a todo contexto que termina por tener una significación inocua. Ello repercute
en cambios en la conformación de las ciudades: fragmentación del espacio urbano,
disminución y desaparición del espacio público, disgregación de la comunidad urbana, así
como la separación y segregación de grupos de población (Bauman Z., 1999). El
predominio de formas seductoras acompañadas de muestras tecnológicas estructurales en
todo el mundo, edificios que rompen con los principios de la ingeniería convencional
(Dubai, Abu Dabi, etcétera), difundiendo vanguardias que nada tienen que ver con el
contexto cultural ni económico de muchas ciudades, pero que son foco de admiración por
sus logros tecnológicos y alcances económicos.
Esta arquitectura supermoderna privilegia el despliegue de tecnologías, materiales y formas
atrevidas, o bien en una interpretación antagónica, opta por una reivindicación del “dentro”
como fundamento del aislamiento que la inseguridad y diferencias sociales han promovido.
Considero Toluca como escenario de estudio, porque en esta ciudad resulta perceptible el
fenómeno de la Supermodernidad, de manera similar al resto de las ciudades de México:
una Supermodernidad emergente, es decir “glocal”.
La crítica constituye
un ejercicio de
reflexión personal,
pero por su principio
mismo, no puede
apartarse del marco
epistémico del que se
desprende.
Tras la revisión de
estado del arte, así
como el panorama
contextual, se hace
necesario revertir el
carácter de auto
interpretación de la
crítica arquitectónica.
Deja claro que una
visión transdiciplinaria
enriquece el discurso de dicha crítica pues permite encontrar nuevos conceptos liminales de
análisis no explorados, que apoyados en la hermenéutica analógica icónica vinculen
conceptos ajenos en principio, pero esclarecedores en su lato carácter interpretativo.