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Criptozoología de género: Interpretaciones monstruosas del género y las

corporalidades desde el arte contemporáneo

Felipe Osornio Panini

“Hay que activar políticamente la


noción de tullido, porque, de algún modo,
la presión de los distintos regímenes
somatopolíticos que operan sobre
nuestros cuerpos y nuestras
subjetividades, nos convierte a todxs en
tullidxs potenciales”.(Preciado, 2010, pp.-
45)

“Poco tardaremos en comprobar


para nuestra sorpresa que muchos de
esos seres, más originales e
impresionantes que cualquier criatura de
leyenda, tal vez existan en el mundo real
y esperen todavía que los reconozcamos
como miembros de pleno derecho en el
inventario de los seres vivos” (Alemañ,
2010, pp.49)

Resumen

La criptozoología de género tiene como finalidad el apostar por todas aquellas


corporalidades limítrofes que se encuentran entre lo considerado como “normalidad” y
“anormalidad”, aquellos cuerpos monstruosos que han ganado dicho apelativo a partir
de las características que los componen y que ponen en duda la legitimidad de los
estándares hegemónicos: cuerpos marginalizados a partir de sus diferencias físicas y
fisiológicas, pero sobre todo genéricas. A través del análisis de ciertos fenómenos
culturales, como lo son los llamados fenómenos de circo o freaks, las sexualidades
intersex, los cuerpos con capacidades diferentes o tullidos y las prácticas artísticas que
desestabilizan los conceptos de hombre y mujer, se realizará una reinterpretación de lo
monstruoso, proponiéndolo como un posible proceso de deconstrucción identitario,
corporal y genérico, que encuentra en el arte contemporáneo el mejor espacio para
desplegar sus representaciones: artistas como Stelarc, Ron Athey o Genesis P. Orridge
hallan en la modificación corporal una herramienta para desestabilizar las categorías
cerradas y monolíticas de hombre y mujer, normal y anormal.
Palabras clave: estudios de género, arte contemporáneo, modificación corporal,
pandroginia.

La criptozoología se encarga de la investigación y búsqueda de animales


considerados desconocidos para la ciencia contemporánea, mientras que con la
criptozoología de género se buscarán aquellos cuerpos monstruosos y sexualidades
periféricas y no legitimadas, cuerpos y representaciones que permanecen fuera de lo
hegemónico, que han prevalecido ocultos en las sociedades occidentales debido a sus
supuestas cualidades abyectas y perniciosas que amenazan el “correcto” desarrollo de
las personas, protegiéndolos de lo desconocido y de lo diferente.
Para ello es necesario que analicemos ciertos fenómenos culturales, como lo
son los llamados fenómenos de circo o freaks, las sexualidades intersex, los cuerpos con
capacidades diferentes o tullidos y las prácticas artísticas que desestabilizan los
conceptos de hombre y mujer, una reinterpretación de lo “monstruoso” que propone un
proceso de deconstrucción identitario y corporal.
El biopoder teledirigido, extendido por los dispositivos de control, nos recuerda
que los cuerpos no son de los sujetos sino que pertenecen a un tercero; se convierten
en espacios ocupados y determinaciones dicotómicas: hombre, mujer, masculino,
femenino, etcétera. Partiendo desde la perspectiva de las sociedades de control
desarrollada por Michel Foucault, dónde los cuerpos y las corporalidades se encuentran
medicados, restringidos y acondicionados a seguir una línea marcada por el discurso
oficialista heteropatriarcal, podemos decir que los sujetos mantienen una relación
higiénica y estéril con sus cuerpos.
Por otra parte, la figura del monstruo juega un papel cultural fundamental,
encarnando los miedos de un grupo social, el lado oscuro de la naturaleza humana y las
necesidades y deseos no legitimados y ocultos. Es indispensable resaltar la estrecha
relación entre lo monstruoso y lo marginal: hablamos de sujetos abyectos, al margen de
lo permitido, debido a que son ilegibles y por su supuesto carácter pernicioso, culpables
de poner en riesgo la estabilidad de los demás sujetos controlados; cuerpos
domesticados para la reproducción y repetición estandarizada de los mecanismos de
opresión hegemónicos.
En este breve trabajo se analizará el papel que juega el género como categoría
de análisis para las corporalidades denominadas como monstruosas y sus posibilidades
de agenciamiento en la representación visual desde el mundo del arte.

Freaks y monstruos famosos

Describamos a continuación un ejemplo de análisis: la película paradigmática


Freaks (Fénomenos) de Tod Browning, filmada en 1932, cuenta la historia de un parade
de monstruos que viaja de ciudad en ciudad mostrando los más sorprendentes
ejemplares: seres vivientes que “sufren” la condición de ser diferentes, adaptándose al
mundo que los deyecta a partir de los mecanismos del espectáculo y de la explotación
de sus cuerpos deformes.
En la película aparecen personajes como: Johnny Eck conocido como Half-Boy,
quién poseía sólo la parte superior de su cuerpo; Daisy y Violet Hillton, genuinas
hermanas siamesas que comparten el mismo sistema circulatorio y que aprendieron a
tocar melodías en flauta para dos; The Little Doll Brothers, tres hermanos con enanismo;
o Prince Randian, el legendario Worm-Man, quien no poseía extremidades sino
únicamente el torso y su cabeza.
Al mismo tiempo que en el celuloide, existieron otros “fenómenos” famosos
como Stephan Bibrowski, conocido como Lionel the Lion-Faced Man, quien padecía
hipertricosis en rostro, manos y cuerpo; Jacob Rheuben Ehrlich, acromegálico conocido
como El Gigante de El Paso Texas, o Stiles Franklin Jr., a quien se le identificaba como
El Niño Langosta, debido a la ectrodactilia que le unía los dedos en forma de garra, y un
largo y extenso etcétera que tejen el entramado de un amplio imaginario de tipo side-
show trasminado en la cultura popular estadounidense.
Todo este recuento es una mezcla de patologías concretas, condiciones
mitológicas, sintomatologías y dramatizaciones escénicas, que describen una forma
particular de entender a los cuerpos diferentes, aquellos que fueron escogidos
justamente por sus diferencias para formar parte del menú de lo monstruoso, y dejan
entrever el propósito del marco de representación sobre sus protagonistas, sea el cine,
la televisión o cualquier otro contexto en el que se les represente.
En el escaparate que presenta la película Freaks se invierte en sus
protagonistas principalmente como un atractivo visual, debido a que todo cuerpo que no
se ajuste a lo que se supone como aceptable es automáticamente entendido como un
espécimen exótico para convertir a los sujetos en objeto de consumo, suponiendo la
conformación simétrica de los cuerpos sexuados como el único orden legítimo que puede
y debe alzarse sobre los demás subórdenes, a consigna de considerarlos defectuosos e
insanos, tanto a nivel sexual como corporal, pues así como la diferenciación que ocurre
entre lo masculino y lo femenino se sitúa en la genitalidad, también ocurrirá de la misma
forma entre lo que es considerado normal y anormal, ubicándose en otras partes del
cuerpo que determinan una diferencia: tener dos cabezas, tres piernas, ser más grande
o más pequeño, etcétera.
Las corporalidades que no sólo presentan sus diferencia a partir de elementos
físicos sino también genéricos son visibles en casos como el de Simon Metz Jane Barnell,
conocido como Schlitze Surtees o La Niña Pájaro, quién además de presentar
microcefalia también aparecía travestido, o bien el caso de Olga, La Mujer Barbuda, y
Josephine Joseph, quién se suponía hermafrodita o “mitad hombre, mitad mujer” y que
mostraba una identidad trans o de género ambiguo, representada por dos seres que
comparten el mismo cuerpo, dividiendo a la mitad su cuerpo por indumentaria masculina
a la derecha y femenina a la izquierda, etcétera.
Las corporalidades monstruosas, que resultan abyectas para el modelo
hegemónico, también parecieran ser la única forma de confrontación con el otro, el deseo
de conocer la otredad, descubrir el diferente-de-mí. Aquello que regularmente se
encuentra fuera de los márgenes genera un efecto de atracción-repulsión que consiste
en considerar lo indecente e impuro de estas corporalidades fisuradas como el motor de
todo espectáculo de la “desgracia humana”, un proceso de espectacularización de las
corporalidades monstruosas.
En Freaks nos encontramos con cuerpos que son reconocidos y retomados
como ícono de lo que salió mal, una explotación a los sectores desfavorecidos a través
del espectáculo, que nos propone una lectura unilateral de las corporalidades
monstruosas, emparentándolas y asociándolas con conceptos como fealdad,
marginación o violencia. Pero, entonces, ¿cuál es el papel que juegan el género y la
sexualidad al interior de las corporalidades monstruosas?

Género y corporalidad monstruosa: Intersexualidad y cuerpos tullidos

Herculine Barbin fue tratado como mujer y desarrolló la feminidad a lo largo de


su adolescencia y parte de su edad adulta, rasurándose la barba y bigote, sin pechos
prominentes y sin menstruación. En 1860, tras una revisión médica, se descubrió que
Barbin era intersexual: poseía una vagina pequeña, un cuerpo masculinizado, un
diminuto pene y dos testículos en el interior de su cuerpo. Cambió entonces su nombre
a Abel, renunció a la vida que hasta entonces había construido, y ocho años más tarde
decidió suicidarse, dejando abierta la llave del gas de su apartamento. El conserje del
edificio encontró el cuerpo inerte.
Este personaje emblemático de la intersexualidad del siglo pasado es retomado
por Michael Foucault (2001) y Judith Buttler (2007), debido al peso que tiene un cuerpo
que existe, late y respira, pero que no se ajusta a la norma de lo que el discurso
hegemónico del Estado y de instituciones como la Iglesia, la escuela y los sistemas de
salud de su época ha dado en llamar natural: “Herculine introduce una serie de
discontinuidades irreparables en esa cadena causal de producción de sexo, que la
llevarán a convertirse no únicamente en un espectáculo médico, sino también en una
monstruosidad moral” (Preciado, 2008), Herculine Barbin habita su cuerpo como un
espacio simbólico violentado, invadido e intervenido por la presión médica de ajuste
normativo. La decisión que toma al convertirse en Abel es un cambio originado por la
presión de dichas instituciones en pleno siglo XVII, entendiendo bajo la necesidad
rigurosa de mantener la relación entre genitalidad, identidad sexual y género.
El cuerpo de Herculine es un campo de batalla, pero al mismo tiempo es un
cuerpo que sobrevive a sus supuestos defectos; a pesar de ser pensado como un error
de la naturaleza, su organismo es completamente funcional, dentro de los límites de la
intersexualidad a nivel de salud. Lo que mató a Herculine no fueron los fuertes dolores
que le sobrevenían por su condición fisiológica intersexual, sino la presión ejercida por
dispositivos de control y mecanismos coercitivos.
Gracias a las memorias de Herculine –que no fueron publicadas hasta 1874
como parte de un tratado médico-legal– podemos acceder a uno de los pocos
documentos escritos por un “hermafrodita” en primera persona; sin embargo,
prácticamente la totalidad de textos escritos durante el siglo XIX sobre hermafroditismo
provienen de manos de los doctores, quienes veían al hermafrodita como una amenaza.
La investigadora Alice Dreger desarrolla a profundidad el tema en su obra de 2003
titulada Hermafroditas y la invención médica del sexo y agrega:

Los inusuales cuerpos de los hermafroditas presentaban retos


extremadamente poderosos para las afirmaciones biomédicas acerca de lo
natural y las distinciones inviolables entre hombre y mujer. Los
hermafroditas no buscaban conscientemente destruir las fronteras
sexuales, pero cualquiera que no se ajuste claramente en las estereotípicas
categorías de hombre y mujer necesariamente plantea preguntas sobre la
integridad, naturaleza y límites de dichas categorías (p. 28).

En 1836, el zoólogo francés Isidore Geoffroy Saint Hilaire acuñó un neologismo


conocido como teratología en la obra Histoire gènèrale et particulière des anomalíes de
l´hombre et les animaux (Historia general y particular de las anomalías del hombre y los
animales), definido como el estudio de todos aquellos seres que exceden los límites
naturales, especialmente enfocado en las malformaciones congénitas de los animales,
plantas y, por supuesto, seres humanos.
Referencias

Alemañ, R. (2010). Criptozoología. Madrid: Melusina.


Buttler, J. (2007). El género en disputa. Madrid: Paidós.
Dreger, A. (2003). Hermafroditas y la invención médica del sexo. Massachussets,
Estados Unidos: Harvard University Press.
Foucault, M. (2001). Los anormales: Curso del College de France. Madrid: Akal.
Geoffroy, I. (1836). Histoire gènèrale et particulière des anomalíes de l´hombre et les
animaux. Paris: Libraire de L'Académie Royale de Medecine.
Preciado, B. (2007). Cuerpos insumisos. La Vanguardia. Recuperado de
https://www.almendron.com/tribuna/cuerpos-insumisos/
Preciado, B. (2008 20 de mayo). Biopolítica del género. Paris: Universidad de Princenton.
Recuperado de http://capacitacioncontinua.sociales.uba.ar/wp-
content/uploads/sites/25/2016/10/PRECIADO-Biopolitica-del-genero.pdf
Preciado, B. (2010). Manifiesto contra-sexual. Barcelona: Opera Prima.
Preciado, B. (2011, 4 de noviembre). Debate público. Sesión 2 - Despatologización y no
binarismo. Beatriz Preciado y Sandra Fernández. Andalucía: Universidad
Internacional de Andalucía: Arte y Pensamiento. Recuperado de
http://ayp.unia.es/index.php?option=com_content&task=view&id=648
Sedeño, A. (2010). Cuerpo, dolor y rito en la performance: Las prácticas artísticas de Ron
Athey. Madrid: Nómadas/Universidad Complutense de Madrid.

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