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Introducción

Examinar las diferentes variaciones que se llevan a cabo en las prescripciones


oficiales sobre el lugar que debería ocupar la literatura nos permite entender, por un lado, el
carácter arbitrario en la constitución de una disciplina escolar y, por otro, desnaturalizar
nuestra percepción sobre la organización de la enseñanza literaria específicamente.

A través de la historia del currículum y de las diferentes posturas sobre qué enseñar
y a quiénes se les enseña, podemos rastrear las idas y vueltas en cuanto a los contenidos que
se establecen como prioritarios y cuáles se dejan fuera. De la misma forma, nos permite
esgrimir algunas hipótesis sobre los sujetos de enseñanza a los que interpela y quiénes son
las voces autorizadas para determinar qué es literatura.

Para dar cuenta de estos temas hemos seleccionado como fuente el manual de
1
Gregorio Uriarte ​Elementos de la literatura del año 1883 y nos detendremos en algunas
partes del libro para ejemplificar cómo se pone en escena la enseñanza de la literatura en
ese momento histórico y cuáles son los contenidos seleccionados por el autor en este
manual.

Recorrido histórico y análisis de la fuente

La enseñanza literaria se erige sobre una doble lógica: enseñar literatura desde el
abordaje de la producción estético cultural de un momento dado y a su vez, un recorte
específico como objeto de conocimiento escolar. Estas dos ideas se encuentran en tensión

1
Uriarte, G. (1883). ​Elementos de Literatura.​ Igon Hermanos Editores.
http://www.bnm.me.gov.ar/giga1/libros/00002159/00002159.pdf
constante y sobre esta tensión podemos construir el relato de la historia de la enseñanza
literaria.

En nuestro caso vamos a trabajar con un manual de fines del siglo XIX. La fuente
seleccionada nos aporta una gran cantidad de datos y controversias sobre qué enseñar en la
clase de literatura, así como quiénes serán los que realicen la selección de los contenidos y
quiénes será los receptores de estos.

Con la organización de la República en la segunda mitad del siglo XIX se


comienzan a diseñar las instituciones propias del Estado moderno y entre ellas el sistema
educativo en todos sus niveles. A partir de esto, podemos encontrar las diferentes ideas
sobre qué enseñar y específicamente los discursos sociales que circulan sobre la enseñanza
literaria en Argentina.

En 1863 la Ley Mitre establece la creación de Colegios Nacionales en todas las


capitales de las provincias argentinas con la intención de formar en ellos los cuadros
políticos que habrán de regir los destinos de la población. Esta idea elitista de la escuela
secundaria en su origen se pondrá en jaque a lo largo del siglo XX, en el que se comenzará
a debatir acerca de la importancia de incluir a las mayorías en la formación que propone la
escuela secundaria.

Los debates sobre a la enseñanza secundaria giraron en torno a las orientaciones que
esta debía tener y los propósitos que debía cumplir: formar bachilleres con orientación
humanística y conocimientos de cultura general amplios o formar ciudadanos para
participar en el mundo laboral. Más allá de las controversias y tensiones propias, lo que
siempre primó fue la ​función nacionalizadora que debía cumplir la escuela secundaria. La
enseñanza de la lengua y la literatura tendrá un carácter importante ya que, por un lado,
disciplina la lengua, en tanto se intenta evitar usos contaminantes provenientes de las
diversas migraciones e inmigraciones que vivía el país a fines del siglo XIX y comienzos
del XX y, por otro, la enseñanza de la literatura tendrá como función fundamental la
imposición de un nacionalismo en clave literaria y cultural. Se propondrán autores
nacionales y se impondrá un canon escolar que presente a ciertas obras como representantes
de los atributos nacionales.

Se pueden determinar dos grandes momentos en esta operación nacionalizadora: un


primer momento que va desde las últimas décadas del siglo XIX hasta 1910 y el segundo de
1910 a 1930, momento en el cual se dará una transformación importante en los programas
de estudio.

La fuente con la que estamos trabajando data de 1883, periodo en el cual se está
pensando una escuela secundaria que forma a las elites ilustradas. En los programas que se
piensan en esta época hay una clara tendencia hacia la nacionalización del currículum, que
encuentra en la literatura la vía para inculcar los valores de la moral nacional. No solo los
programas oficiales, sino también los manuales y otros materiales contribuyen a este
proyecto ​nacionalizador de la enseñanza literaria ​al construir una propuesta
historiográfica, un canon ajustado a ella, un aparato interpretativo orientador y un método
consecuente (Bombini, 2004, p. 43). Como vemos en la fuente, ya desde su subtítulo nos
marca la importancia de la incorporación de la literatura nacional en la enseñanza literaria:
Los ejemplos que propone tomar este manual en el cual se desarrollarán contenidos
que servirán como herramientas de análisis literario (nociones de gramática, figuras
retóricas, composición y estilo) y nociones de crítica literaria son en su gran mayoría de
autores argentinos. El manual tiene, a su vez, un último capítulo sobre la literatura nacional
en la que se desarrollarán las características principales y su importancia.

En la advertencia a la segunda edición que encontramos en la Biblioteca Nacional


del Maestro, se vuelve a poner en escena la importancia de dar a conocer “buenos autores”
de la literatura argentina y despertar en los alumnos el gusto por su lectura y estudio.

En todos los capítulos donde se trabajan conceptos literarios se realiza una síntesis
del concepto con ejemplos generalmente extraídos de autores argentinos contemporáneos a
la escritura del manual como Estrada, Ricardo y Juan M. Gutierrez, Esteban Echeverría,
Rafael Obligado, José Mármol, etc.

Lo que Uriarte propone en sus primeras páginas y sostiene durante todo el manual se apoya
en las transformaciones del “gusto sancionado por la sociedad”. La tarea del profesor
preceptista se presenta como subordinada a la del productor de literatura pues, para
Uriarte, su tarea no es “otra cosa que recibir en estas páginas las inspiraciones de los
maestros y presentarlas metódicamente a juicio del lector”​ (Bombini, 2004, p. 95).

Es importante destacar que la primera publicación del libro de Uriarte se realiza en 1878 y
pone en escena un momento en el que ​las intervenciones de profesores se constituyen en
gestos anticipatorios de lo que será la cuestión de la nacionalización de la enseñanza
literaria (Bombini 2004, p. 94). Hay un marcado interés preceptivo que permitirá, no solo
fundar, sino también reproducir una matriz ideológica a través de las manifestaciones
literarias consideradas como “buenas obras” de la literatura nacional.

En las consideraciones generales el autor pone de manifiesto sus expectativas y puntos de


partida sobre los que construye este manual de estudio literario:

Como existen vínculos en todas las manifestaciones de la actividad intelectual, bien


se puede relacionar el aspecto filosófico con la teoría literaria. Ocuparse de la forma y de
los preceptos que sirvan para modelarla, supone buscar la medida del gusto sancionada
por la sociedad; por consiguiente, cabe en nuestro plan investigar los rumbos que sigue la
literatura nacional en nuestro tiempo, de acuerdo con el espíritu que anima a las
costumbres.​ (Uriarte, 1883, p. 2.)

Ante las modificaciones que se proponen en el libro se esgrime que ​no serán sino el
resultado del aleccionamiento recibido por los escritores cuyas dotes le habilitan a servir
de modelo​ (Uriarte, 1883, p. 3.)

¿De qué sociedad nos está hablando Uriarte y a quiénes debe moldearse? ¿Cuáles
son los modelos a seguir y quiénes lo determinan? Como hemos advertido desde la
introducción, el ​proyecto nacionalizador se encuentra en un primer momento, en el cual
se piensa una escuela secundaria para las elites gobernantes y serán estás las que serán
moldeadas según los valores estéticos de la literatura nacional seleccionada por las elites de
ese momento histórico. Tanto los que determinan qué es lo canónico y lo que debe ser
enseñado como aquellos sujetos que están aprendiendo, pertenecen al mismo grupo o
estrato social. Otras serán las discusiones que se darán a partir de los desafíos que
enfrentará la escuela secundaria cuando aparezcan otros sujetos en sus aulas.

Lo que intenta hacer Uriarte con sus ​Elementos de la literatura es eliminar el


conflicto que nota en la enseñanza de la literatura, en ese momento, en los establecimientos
educativos: por una parte, se les da a los alumnos materiales de escritores nacionales y por
otra, se enseñan contenidos que permiten el análisis literario con literaturas extrañas a los
estudiantes.

​En estos Elementos de la literatura trataremos de corregir la deficiencia que


acabamos de apuntar. Nos ocuparemos primeramente de los preceptos comunes a la buena
elocución, y estudiaremos en seguida los principios sobre que descansa actualmente la
literatura. (…) ilustraremos la parte didáctica, en cuanto fuere posible, con ejemplos
tomados de escritores Sud-Americanos, especialmente Argentinos.​ (Uriarte, 1883, pp. 3-4.)

Como vemos desde las primeras páginas hasta el último capítulo del manual hay un
marcado interés en formar a los alumnos en y a partir de la literatura nacional.

En el último capítulo sobre la literatura nacional, Uriarte sostiene que esta ha tenido
desde sus orígenes un carácter propio porque ha ​asimilado los elementos vitales de la
2
sociedad y que, si bien hubo algunos momentos donde los escritores ​apuntaron su vista de
3
los asuntos que pudieran servirles de fecunda inspiración ; desde que se inició lo que él
denomina la ​nueva era literaria cuyo primer exponente es Esteban Echeverría; la literatura
nacional se consolidó. Esto, según Uriarte, puede ser confirmado por los ​distinguidos
publicistas americanos ​que darán cuenta de las características propias de la literatura
Argentina. Por último, lo que marca como importante de la literatura es que ​impulsa a la
sociedad hacia la realización de su ideal​, por lo que la enseñanza de una literatura nacional
permite que los ideales sobre los que se construyen estos textos literarios, permanezcan.

Conclusiones

2
P. 121
3
P. 122
Antes de la organización del sistema de enseñanza secundaria, se estudiaba la lengua y la
literatura latina. A partir del periodo de organización nacional que inicia a mediados del
siglo XIX, se comienza a pensar en la educación y en la diferenciación de niveles, lo que
sin lugar a duda revolucionó y significó un cambio en la concepción de la enseñanza en
general y las disciplinas específicas. Las discusiones sobre qué enseñar y a quiénes no solo
tuvieron eje en los contenidos generales -una formación humanística o una formación para
el trabajo- sino también en los distintos programas propuestos para el campo específico
literario, como por ejemplo los programas que incluían Literatura preceptiva, Literatura
española y de los estados iberoamericanos y Estética y literaturas extranjeras; programas de
tercero a quinto año, propuestos por Oyuela en 1884. Como señala Bombini (2004)​, Son los
programas de 1884 los que, de alguna manera, inician el proceso de constitución de la
disciplina perfilando lo que serán, ya entrando el siglo, los principales ejes de discusión en
torno a la especificidad de su objeto, un canon escolar posible, los saberes establecidos
para ser enseñados y los métodos a aplicar.​ (Pág. 41)

Podemos ver en la fuente en la que analizamos, que las discusiones sobre qué
enseñar y a quiénes, no solo recorren los programas oficiales, sino también lo materiales
que se utilizaban para enseñar lengua y literatura. La preocupación sobre “la identidad
4
nacional ” es una disputa que se da en todos los órdenes y que tiene vigencia no solo en la
educación en el sentido general sino en los desarrollos de las distintas disciplinas escolares.

Es interesante ver cómo estas disputas y tensiones que se dan en el ámbito


intelectual y político se trasladan a los criterios de selección de los contenidos a enseñar en

4
Notase entre nosotros una tendencia marcada a nacionalizar la literatura. Se ha llegado a comprender que la naturaleza
de nuestro suelo (…), los acontecimientos de la Historia Patria, la índole de las costumbres modeladas por instituciones
republicanas y encaminadas hacia un porvenir halagüeño, suministran al poeta colorido para su imaginación, alentadoras
lecciones al historiador, cuadros animados y llenos de movimiento dramático al novelista (…) (Uriarte, 1883, p. 3.)
los distintos momentos históricos. En igual sentido, cómo la necesidad de generar una
identidad nacional -ya sea la formación del Estado Nacional como en los momentos en los
que el país tuvo grandes oleadas inmigratorias- va de la mano con la imposición de una
lengua y la construcción de un canon literario nacional.

Bibliografía

Bombini, G. (2004), ​Los arrabales de la literatura. La historia de la enseñanza


literaria en la escuela secundaria argentina (1860-1960),​ Capítulos 1 y 2, pág. 35 a 132.
Buenos Aires, UBA / Miño & Dávila.

Uriarte, G. (1883). ​Elementos de Literatura​. Igon Hermanos Editores.


http://www.bnm.me.gov.ar/giga1/libros/00002159/00002159.pdf

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