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SANTIAGO 1: 2-4

Tened por sumo gozo, hermanos míos, el que os halléis en diversas pruebas, 3 sabiendo que la prueba de
vuestra fe produce paciencia, 4 y que la paciencia tenga su perfecto resultado, para que seáis perfectos y
completos, sin que os falte nada.
PATRIARCAS Y PROFETAS: José en Egipto

Mientras tanto, José y sus amos iban en camino a Egipto. Cuando la caravana marchaba hacia el sur, hacia
las fronteras de Canaán, el joven pudo divisar a lo lejos las colinas entre las cuales se hallaban las tiendas de
su padre. Lloró amargamente al pensar en la soledad y el dolor de aquel padre amoroso. Nuevamente recordó
la escena de Dotán. Vió a sus airados hermanos y sintió sus miradas furiosas dirigidas hacia él. Las punzantes
e injuriosas palabras con que habían contestado a sus súplicas angustiosas resonaban aún en sus oídos. …
¡Qué cambio de condición! ¡De hijo tiernamente querido había pasado a ser esclavo menospreciado y
desamparado! Solo y sin amigos, ¿cuál sería su suerte en la extraña tierra adonde iba? Durante algún tiempo
José se entregó al terror y al dolor sin poder dominarse. …………

Pero, en la providencia de Dios, aun esto había de ser una bendición para él. Aprendió en pocas horas, lo que
de otra manera le hubiera requerido muchos años. Por fuerte y tierno que hubiera sido el cariño de su padre…
Sus efectos se manifestaban también en su propio carácter. En él se habían fomentado defectos que ahora
debía corregir. Estaba comenzando a confiar en sí mismo y a ser exigente. Acostumbrado al tierno cuidado de
su padre, no se sintió preparado para afrontar las dificultades que surgían ante él en la amarga y
desamparada vida de extranjero y esclavo.
Entonces sus pensamientos se dirigieron al Dios de su padre. En su niñez se le había enseñado a amarle y
temerle. A menudo, en la tienda de su padre, había escuchado la historia de la visión que Jacob había
presenciado cuando huyó de su casa desterrado y fugitivo. …
Ahora, todas estas lecciones preciosas se presentaron vivamente ante él. José creyó que el Dios de sus
padres sería su Dios. Entonces, allí mismo, se entregó por completo al Señor, y oró para pedir que el Guardián
de Israel estuviese con él en el país adonde iba desterrado. …………………

La notable prosperidad que acompañaba a todo lo que se encargara a José no era resultado de un milagro
directo, sino que su industria, su interés y su energía fueron coronados con la bendición divina. José atribuyó
su
éxito al favor de Dios, y hasta su amo idólatra aceptó eso como el secreto de su sin igual prosperidad. Sin
embargo,
sin sus esfuerzo constantes y bien dirigidos, nunca habría podido alcanzar tal éxito. Dios fue glorificado por la
fidelidad de su siervo. Era el propósito divino que por la pureza y la rectitud, el creyente en Dios apareciera en
marcado contraste con los idólatras, para que así la luz de la gracia celestial brillase en medio de las tinieblas
del
paganismo…

Si abrigáramos habitualmente la idea de que Dios ve y oye todo lo que hacemos y decimos, y que conserva un
fiel registro de nuestras palabras y acciones, a las que deberemos hacer frente en el día final, temeríamos
pecar. Recuerden siempre los jóvenes que dondequiera que estén, y no importa lo que hagan, están en la
presencia de Dios. Ninguna parte de nuestra conducta escapa a su observación. No podemos esconder
nuestros caminos al Altísimo. Las leyes humanas, aunque algunas veces son severas, a menudo se violan sin
que tal cosa se descubra; y por lo tanto, las transgresiones quedan sin castigo. Pero no sucede así con la ley
de Dios. La más profunda medianoche no es cortina para el culpable. Puede creer que está solo; pero para
cada acto hay un testigo invisible. Los motivos mismos del corazón están abiertos a la divina inspección. Todo
acto, toda palabra, todo pensamiento están tan exactamente anotados como si hubiera una sola persona en
todo el mundo, y como si la atención del Cielo estuviera concentrada sobre ella…………

Poco a poco José ganó la confianza del carcelero, y se le confió por fin el cuidado de todos los presos. Fue la
obra que ejecutó en la prisión, la integridad de su vida diaria, y su simpatía hacia los que estaban en dificultad
y congoja, lo que le abrió paso hacia la prosperidad y los honores futuros. Cada rayo de luz que derramamos
sobre los demás se refleja sobre nosotros mismos. Toda palabra bondadosa y compasiva que se diga a los
angustiados, todo acto que tienda a aliviar a los oprimidos, y toda dádiva que se otorgue a los necesitados, si
son impulsados por motivos sanos, resultarán en bendiciones para el dador.

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