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Bandera Trigarante

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Bandera Trigarante

El 24 de febrero de 1821, Agustín de Iturbide promulgó el plan de Iguala con el cual declaró independiente a la
Nueva España y, unido a los viejos insurgentes encabezados por Vicente Guerrero, comenzó el proceso de
consumación de la Independencia.

En su artículo 16, el plan de Iguala establecía: “Se formará, un ejército protector que se denominará de las Tres
Garantías, porque bajo su protección toma, lo primero, la conservación de la religión católica, apostólica,
romana, cooperando por todos los medios que estén a su alcance, para que no haya mezcla alguna de otra secta
y se ataquen oportunamente los enemigos que puedan dañarla; lo segundo, la independencia bajo el sistema
manifestado; lo tercero, la unión, íntima de americanos y europeos; pues garantizando bases tan fundamentales
de la felicidad de Nueva España, antes que consentir la infracción de ellas, se sacrificará dando la vida del
primero al último de sus individuos”.

Iturbide decidió darle a cada una de las garantías un color distintivo y ordenó al sastre José Magdaleno Ocampo
que confeccionara una bandera con franjas dispuestas en forma diagonal y con una estrella en cada una. En
primer lugar aparecía el blanco que simbolizaba la pureza de la religión católica; al centro, se encontraba el
verde que representaba la independencia, y al final el rojo, símbolo de unión entre criollos, españoles, indios,
africanos, mulatos, asiáticos y todo tipo de castas surgidas de la mezcla racial que se dio en los tres siglos de
dominación española.

No fue la primera vez que se utilizaban los colores verde, blanco y rojo en una enseña. Entre 1812 y 1817, las
tropas insurgentes al mando de Guadalupe Victoria los utilizaron en un pabellón rectangular, dividido en tres
franjas. Sobre el blanco descansaba un arco con un sable cruzado y la leyenda “Siera” –término con el que los
indígenas se referían a Zongolica, en el territorio del actual estado de Veracruz.

Sin embargo, en 1821 Iturbide le dio un significado político a los colores y la bandera trigarante se ganó de
inmediato la aceptación de la sociedad. Por vez primera, la idea de igualdad recorrió todos los estratos sociales
novohispanos, como lo estipulaba el artículo 12 del plan de Iguala: “Todos los habitantes de la Nueva España, sin
distinción, alguna de europeos, africanos ni indios, son ciudadanos de esta monarquía con opción a todo empleo,
según su mérito y virtudes”. La bandera sirvió para aglutinar, para unir; a nadie resultó extraño que siete meses
después de su creación, la ciudad de México se vistiera de verde, blanco y rojo para recibir a Iturbide.
Sobre el día que desfiló triunfante el ejército trigarante, Lucas Alamán, testigo de la época, escribió: “Las casas
estaban adornadas con arcos de flores y colgaduras en que se presentaban, en mil formas caprichosas, los
colores trigarantes que las mujeres llevaban también en las cintas y moños de sus vestidos y peinados. La alegría
era universal. Puede decirse que el 27 de septiembre de 1821 ha sido el único día de puro entusiasmo y de gozo
que han disfrutado los mexicanos”.

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