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The Redemption of Callie and Kayden #2 - Jessica Sorensen PDF
The Redemption of Callie and Kayden #2 - Jessica Sorensen PDF
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Staff
Moderadora:
Annabelle
Traductoras:
Annabelle Adriana Tate Joss
Moni Juli CoralDone
Lalu♥ Mitzi.C Vanessa VR
Amy Ivashkov Karlamirandar CrisCras
Sofí Fullbuster Mel Cipriano Kary_ksk
Maca Delos Kass :) Katita
Mel Markham lunnanotte Issel
Chachii Aimetz14 Blaire2015
Anelynn aa.tesares Fiioreee
Mary Haynes Julieyrr Hermanaoscura
Noelle Zöe..
Correctoras:
Melii Daenerys Vanessa
CrisCras Maca Joss
Sofi Aimetz Alessa
Alaska Tsuki Cami
kukyalujas meliizza mterx
Andreina karool Nnancyc
Daniela Mel M
Lectura Final:
Mery St. Clair
Diseño:
Sofí Fullbuster
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Sinopsis
Índice Capítulo 12
Capítulo 1 Capítulo 13
Capítulo 2 Capítulo 14
Capítulo 3 Capítulo 15
Capítulo 4 Capítulo 16
Capítulo 5 Capítulo 17
Capítulo 6 Capítulo 18
Capítulo 7 Capítulo 19
Capítulo 8 Capítulo 20
Capítulo 9 Epílogo
Capítulo 10 Agradecimientos
Capítulo 11 Sobre el autor
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Sinopsis
l oscuro secreto que Kayden ha mantenido oculto por años, es
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Prólogo Traducido por Mary Haynes
Corregido por Melii
Callie
Quiero respirar.
Quiero sentirme viva otra vez.
No quiero sentir dolor.
Lo quiero todo de vuelta, pero se ha ido.
He oído cada sonido, cada risa, cada llanto. Gente moviéndose por
la habitación frenéticamente, pero no puedo apartar mis ojos de las
puertas corredizas de cristal. Hay una tormenta violenta afuera y la lluvia
está cayendo contra el hormigón, tierra y hojas secas. La luz se prende
cuando las ambulancias se acercan y la sirena se refleja contra la lluvia en
el suelo, rojo, como la sangre. Como la sangre de Kayden. Como la sangre
de Kayden por todo el piso. Tanta sangre.
Mi estómago está vacío. Mi corazón está sufriendo. No me puedo
mover.
—Callie—dice Seth—. Callie, mírame.
Aparto la mirada de la puerta y miro hacia unos ojos marrones llenos
de preocupación. —¿Eh?
Toma mi mano en la suya y su piel está caliente y reconfortante.
—Va a estar bien.
Lo miro, obligando a las lágrimas retirarse, porque tengo que ser
fuerte.
—Está bien.
Deja escapar un suspiro y me da palmaditas en la mano. — ¿Sabes
qué? Iré a ver si puede recibir visitas. Ha pasado casi una jodida semana.
Deberían permitirles visitarte por ahora. —Se levanta de la silla y camina a
través de la concurrida sala de espera, hacia el escritorio de la
recepcionista.
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Él va a estar bien.
Él tiene que estarlo.
Pero en mi corazón, sé que no va a estar bien. Claro, sus heridas y
huesos rotos pueden sanar en el exterior. En el interior, sin embargo, la
curación necesitará más tiempo, y me pregunto qué Kayden será cuando
lo vea de nuevo. ¿Quién será?
Seth comienza a hablar con la recepcionista detrás del mostrador,
que apenas le presta atención mientras está ocupada entre llamadas de
teléfono y el ordenador. Sin embargo, no importa. Sé lo que va a decir, lo
mismo que ha estado repitiendo. Que no puede recibir visitas, a excepción
de la familia. Su familia, las personas que lo lastimaron. Él no necesita su
familia.
—Callie. —La voz de Maci Owens se desgarra para sacarme de mi
aturdimiento. Parpadeo hacia la madre de Kayden con el ceño fruncido
en la cara. Está vestida con una estrecha falda a rayas, sus uñas están
impecables, y su pelo esta acomodado en un gran moño. —¿Por qué
estás aquí? —pregunta.
Casi le pregunto lo mismo. —Vine a ver Kayden.
Me siento más recta en el asiento.
—Callie, cariño. —Habla como si yo fuera un niño pequeño,
frunciendo el ceño mientras me mira—. Kayden no puede recibir visitas. Te
lo dije hace unos días.
—Pero tengo que volver pronto a la escuela —digo, agarrando los
brazos de la silla—. Tengo que verlo antes de irme.
Sacude la cabeza y se sienta en la silla junto a mí, cruzando las
piernas. —No va a ser posible.
—¿Por qué no? —Mi voz sale más aguda de lo que nunca lo ha
hecho.
Ella mira a su alrededor, preocupada de que estoy haciendo una
escena. —Por favor, mantén la voz baja, cariño.
—Lo siento, pero necesito saber que él está bien —digo. Hay tanta
ira dentro de mí. Nunca he estado tan enojada antes y no me gusta—. Y
tengo que saber lo que pasó.
—Lo que pasó es que Kayden está enfermo —responde en voz
baja y luego comienza a levantarse.
—Espere. —Me levanto con ella—. ¿Qué quiere decir que está
enfermo?
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Ladea la cabeza y me da su mejor cara triste, pero en lo único que
puedo pensar es en cómo esta mujer ha permitido que Kayden sea
golpeado por su padre durante todos esos años.
—Cariño, no sé cómo decirte esto, pero Kayden se hiere a sí mismo.
Sacudo la cabeza mientras me alejo de ella. —No, no lo hizo.
Su cara se vuelve más triste y parece una muñeca de plástico
con ojos vidriosos y una sonrisa pintada. —Cariño, Kayden ha tenido
un problema con los cortes desde hace mucho tiempo y...
bueno, pensábamos que estaba mejorando, pero supongo que nos
equivocamos.
—No, no lo hace—grito. Realmente grito. Estoy sorprendida.
Ella está sorprendida. Todo el mundo en la sala de espera se sorprende—.
Y mi nombre es Callie, no cariño.
Seth se apresura hacia mí, los ojos muy abiertos y llenos de
preocupación. —Callie, ¿estás bien?
Lo miro, y luego a la gente alrededor de la habitación. Están
callados y me están mirando. —Yo... yo no sé lo que me pasa. —Me
tambaleo sobre mis talones y corro para la puerta corrediza de cristal,
golpeando los codos sobre el vidrio cuando no se abren con la suficiente
rapidez. Sigo corriendo hasta que encuentro un grupo de
arbustos alrededor de la parte frontal del hospital, y luego me caigo de
rodillas y vomito sobre el lodo. Mis hombros se sacuden, mi estómago
da tirones, y las lágrimas en mis ojos pican. Cuando mi estómago está
vacío, me dejo caer sobre los talones y me siento en la tierra húmeda.
De ninguna manera Kayden se hizo esto. Pero en el fondo, en el
centro de mi corazón, no dejo de pensar en todas las cicatrices en su
cuerpo y no puedo evitar preguntarme: ¿Y si él se la hizo?
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Kayden
Abro los ojos y lo primero que veo es la luz. Quema mis ojos y hace
que mi entorno distorsionado. No sé dónde estoy. ¿Qué ha pasado?
Entonces oigo las voces profundas y rechinantes, el caos.
Hay un pitido de la máquina y parece coincidir con el latido de
mi corazón cuando golpea en mi pecho, pero suena demasiado lento y
desigual. Mi cuerpo está frío-insensible, como el mi interior.
—Kayden, ¿puedes oírme?—Escucho la voz de mi madre, pero no
puedo verla a través de la luz brillante.
—Kayden Owens, abre los ojos—repite hasta que su voz se convierte
en un zumbido dentro de mi cabeza.
Abro y cierro los párpados varias veces y luego ruedo mis ojos de
nuevo en mi cabeza. Parpadeo de nuevo y la luz se convierte en manchas
y finalmente, en las caras de la gente que no conozco, cada una de
sus expresiones llenas de miedo. Busco a través de ellos, en busca de una
sola persona, pero no la veo por ninguna parte.
Desengancho la mandíbula y fuerzo a labios que se muevan. —
Callie.
Mi madre aparece por encima de mí. Sus ojos son más fríos de lo
que esperaba y sus labios se fruncieron. —¿Tienes alguna idea de lo que
hiciste pasar a esta familia? ¿Qué es lo que te pasa? ¿No valoras tu vida?
Echo un vistazo a los médicos y enfermeras alrededor de mi cama
y me doy cuenta de que no es miedo lo que estoy viendo, solo lástima y
enojo. —Qué...
Mi garganta está seca como la arena y obligo a mis músculos del
cuello moverse mientras trago varias veces. —¿Qué pasó?—Empiezo a
recordar: sangre, dolor de la violencia ... querer que todos termine.
Mi mamá se lleva las manos al lado de mi cabeza y se inclina sobre mí.
—Pensé que habíamos pasado este problema. Pensé que te habías
detenido.
Pongo la cabeza a un lado y miro hacia abajo en mi brazo.
Mi muñeca vendada y mi piel esta blanca y marcada con el azul venas.
Hay una vía intravenosa en la pared posterior de la mano y un clip en
Al final de mi dedo. Recuerdo. Todo. Me encuentro con sus ojos.
—¿Dónde está papá?
Sus ojos rasgados y su voz baja a medida que ella se apoya incluso
más cerca. —En un viaje de negocios.
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La miro boquiabierto. Ella nunca había hecho nada acerca de la
violencia cuando yo era pequeño, pero supongo que tenía la esperanza
de que tal vez esto la hubiera empujado para terminar con su secreto y su
necesidad de defenderlo siempre. —Está en un viaje de negocios?—le
digo lentamente.
Un hombre con una bata blanca con una pluma en su bolsillo, gafas
y pelo canoso le dice algo a mi mamá y luego él sale de la habitación con
un sujetapapeles. Una enfermera se acerca a la máquina de al lado de mi
cama y comienza a escribir cosas en mi historial.
Mi madre se inclina más cerca, proyectando una sombra sobre mí,
y susurra en voz baja que transmite un montón de advertencia—: Tu padre
no va a ser parte de esto. Los médicos saben que cortaste tus propias
muñecas y el pueblo sabe que le diste una paliza a Caleb. No estás en
un buen lugar en este momento y vas a estar en un lugar peor si intentas
meter a tu padre en esto. —Ella se inclina un poco hacia atrás y por
primera vez me doy cuenta de lo grande que sus pupilas son. Apenas
queda algo de color a excepción de un pequeño anillo alrededor del
borde. Ella se ve poseída por el demonio, tal vez, o mi padre, pero son una
especie lo mismo.
—Vas a estar bien —dice—. Ninguna lesión dio con algo nada
importante. Has perdido mucha sangre, pero te dieron una transfusión de
sangre.
Aprieto mis manos a la cama, tratando de incorporarse, pero mi
cuerpo es pesado y mis extremidades débiles. —¿Cuánto tiempo he
estado en coma?
—Has estado dentro y fuera durante un par de días. Pero los
médicos dicen que es normal. —Coloca la manta a mí alrededor, como si
de repente fuera su hijo—. Por lo que ellos están más preocupados es
porque te cortas.
Podría haber clamado-gritarle al mundo que no había sido yo. Había
sido mi padre, que él y yo habíamos hecho lo daños. Pero mirando
alrededor de la habitación, me di cuenta de que no hay nadie aquí al que
realmente le importe. Estoy solo. Yo me corté. Y por un segundo como que
esperaba que fuera mi fin. Que todo el dolor y el odio y los sentimientos de
ser inútil finalmente, después de diecinueve años, se habrían ido.
Da una palmada en mi pierna. —Está bien, voy a estar de vuelta
mañana.
No digo nada. Acabo de rodar sobre la cama y sello los ojos y boca
y dejo llevarme de vuelta a la comodidad de la oscuridad de la que
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recién había despertado. Porque en este momento, es mejor que estar
en la luz.
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#61 No te derrumbes
Callie
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aso mucho tiempo escribiendo en mi diario. Es casi como
terapia para mí. Es extremadamente tarde y estoy muy
despierta, temiendo volver al campus mañana temprano y
dejar a Kayden atrás. ¿Cómo voy a dejarlo salir del problema, salir
adelante? Todos siguen diciéndome que tengo que hacerlo, como si
fuera tan simple como escoger ropa. Sin embargo, nunca fui buena
escogiendo ropa.
Estoy en la habitación sobre el garaje, sola, escondida en la soledad
con mi lapicero y mi diario como compañía. Suspiro mientras miro la luna y
luego dejo que mi mano se mueva a través del papel casi a su propio
ritmo.
No puedo sacar la imagen de mi mente, no importa cuánto lo
intento. Cada vez que cierro los ojos, veo a Kayden tendido en el suelo. La
sangre cubre su cuerpo, el suelo, las grietas en el suelo, y los cuchillos que
lo rodean. Él está roto, sangrando, roto en pedazos. Para algunas personas
probablemente parece que él no se puede reparar. Pero yo no puedo
pensar eso.
Una vez estuve rota en pedazos, destruida por la mano de otro, pero
ahora siento que estoy comenzando a reunir las piezas. O al menos me
sentía de esa manera. Pero cuando encontré a Kayden en el suelo, se
sintió como si una parte de mí se dividiera de nuevo. Y más de mí se rompió
cuando su madre me dijo que él se lo hizo a sí mismo. Él se cortó, y
probablemente ha estado haciéndolo por años.
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No lo creo.
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No puedo creerlo. No cuando sé sobre su padre.
No puedo.
Mi mano se detiene y espero a que surja más. Pero eso es todo lo
que parece que necesito escribir. Me acuesto en la cama y miro la luna,
preguntándome cómo se supone que voy a continuar con mi vida cuando
todo lo importante para mí está inmóvil.
***
***
uso a menudo. Fue el día que aprendí a manejar. Mi mamá siempre había
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sido muy extraña sobre dejarme a mí y a mi hermano estar cerca del
volante de un auto hasta que fuéramos lo suficientemente mayores para
manejar. Decía que era para protegernos de nosotros mismos y de otros
conductores. Recuerdo pensar lo rara que era ella queriendo protegernos,
porque había tantas cosas —enormes, cosas que cambiaban la vida— de
las que nunca nos protegió. Como el hecho de que mi hermano había
estado fumando mariguana desde que tenía catorce años. O el hecho de
que Caleb me violó en mi propia habitación cuando tenía doce. En el
fondo, sabía que no era su culpa, pero la idea siempre cruzaba mi mente:
¿Por qué ella no me había protegido?
Entonces, a los dieciséis años, por fin pude sentarme en el asiento del
conductor por primera vez. Estaba aterrada y mis palmas sudaban tanto
que apenas podía sostener el volante. Mi papá tenía una camioneta muy
alta y apenas podía ver por encima del tablero.
—¿No podemos conducir el auto de mamá? —le pregunté a papá
mientras le daba la vuelta a la llave para encenderlo.
Se abrochó el cinturón de seguridad y negó con la cabeza. —Es
mejor aprender con el gran perro primero, de esa manera, conducir el
auto será muy fácil.
Abroché mi cinturón de seguridad y limpié mis palmas sudorosas
sobre mis vaqueros. —Sí, pero apenas puedo ver por encima del volante.
Me sonrió y me dio una palmada en el hombro. —Callie, sé que
conducir da miedo, como la vida. Pero eres perfectamente capaz de
manejar esto; de otra manera no te dejaría.
Casi me derrumbo y le digo lo que me pasó en mi duodécimo
cumpleaños. Casi le cuento que no pude manejarlo. Que no podía
manejar nada. Pero el miedo se apoderó de mí y presioné el acelerador y
maneje la camioneta hacia delante.
Terminé atropellando el buzón del vecino y probándole a mi papá
que estaba equivocado. No se me permitió conducir por los próximos
meses y me alegré. Porque para mí conducir significaba crecer y no quería
crecer. Quería ser una niña. Quería tener doce años y tener emoción por la
vida, y los chicos, y los besos, y las citas que me esperaban.
—Mierda, hace mucho frío aquí afuera.
Mi cabeza se vuelve hacia el sonido de la voz de Luke y
rápidamente cierro mi diario. Está de pie a unos metros de mí con sus
manos metidas en los bolsillos de sus vaqueros y la capucha de su
chaqueta color azul oscuro por encima de su cabeza.
—¿Qué estás haciendo aquí? —Le pregunto, deslizando mi lapicero
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#22 Tomar una decisión que asusta.
Kayden
C
ada vez que cierro los ojos, todo lo que veo es a Callie. Callie.
Callie. Callie. Casi puedo sentir la suavidad de su pelo y su
piel, su sabor, oler el aroma de su champú. La extraño tan
jodidamente tanto que no puedo respirar a veces. Si pudiera dormir para
siempre, lo haría, sólo para aferrarme a lo único que me hace feliz. Pero
con el tiempo, tengo que abrir los ojos y enfrentar la realidad en la que me
puse.
A la tortura.
A estar roto.
Lo que queda de mi vida.
Probablemente no merezco pensar Callie, no después de lo que
hice, después de que me encontrara a mí… así. Sabe mi secreto más
oscuro ahora, el que he escondido dentro de mí desde que era un niño, el
que es la parte más grande de mí. Lo peor de todo es que no lo oyó de mí.
Lo escuchó de mi madre.
Sin embargo, es lo mejor. Callie puede seguir viviendo su vida y
puede ser feliz sin tener que lidiar con mis problemas. Me quedaré aquí y
cerraré mis ojos para que se aferren a su memoria todo el tiempo que
pueda, porque eso es lo que me mantiene respirando.
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Nunca le había tenido miedo a la muerte. Mi padre empezó a
golpearme cuando era joven y una muerte temprana siempre parecía del
tipo inevitable. Luego, Callie entró en mi vida y mi aceptación de una
muerte temprana naufragó. Ahora le tengo miedo a la muerte, algo que
descubrí después de que me corté los brazos. Recuerdo viendo el goteo
de sangre en el suelo y después mirando el cuchillo ensangrentado en mi
mano. Toda esta duda y miedo me recorrieron y me lamenté. Pero ya
estaba hecho. Mientras yacía en el suelo, lo único que podía ver era el
triste rostro de Callie cuando oía la noticia de que estaba muerto. No
habría nadie para protegerla del mundo si yo no estaba. Y necesitaba ser
protegida, lo merecía más que nadie. Y yo estaba jodido de tal manera
que ni siquiera podía darle eso.
Unas dos semanas después del incidente, fui trasladado a las
instalaciones de Brayman, que no es mucho mejor que el hospital. Está
ubicado en las afueras de la ciudad, cerca del vertedero de basura y un
viejo parque de casas rodantes. La habitación está vacía, con paredes
blancas lisas, sin adornos y un suelo de linóleo manchado. El aire huele un
poco menos esterilizado, pero el olor a vertedero se desplaza a mi cuarto a
veces. Hay tanta muerte flotando sobre las cabezas de todos, pero a la
gente no le gusta hablar de ello. He estado aquí por unos pocos días y no
estoy seguro de cuándo voy a estar listo para salir aún. No estoy seguro de
un montón de cosas.
Estoy acostado en la cama, lo cual hago mucho, mirando por la
ventana, preguntándome qué estará haciendo Callie en estos momentos.
Espero que algo divertido, algo que la haga feliz y sonría.
Es casi la hora para mi chequeo, así que poco a poco me siento en
la cama, colocando mi mano sobre mi lado donde me cosieron. El cuchillo
milagrosamente no tocó mis órganos y fue la menos severa de mis lesiones.
Tuve suerte. Eso es lo que todo el mundo me dice. También tuve suerte de
no cortar las arterias principales en mi muñeca. Suerte. Suerte. Suerte. La
palabra sigue siendo arrojada sobre mí, así como todo el mundo está
tratando de recordarme cuán preciosa es la vida. Sin embargo, no creo en
la suerte, y ya ni siquiera estoy seguro de que sobrevivir significa que soy
afortunado.
Varias veces, mientras me encontraba en el hospital, pensé en
decirle a alguien lo que realmente sucedió, pero estaba tan drogado con
analgésicos que no era capaz. Cuando la niebla en mi cerebro finalmente
se aclaró, vi la situación por lo que era. Acababa de patear el culo de
Caleb, me consideraban inestable y las cicatrices en mi cuerpo expresaron
su preocupación por la automutilación. Había ido en contra de mi padre y
perdí, como siempre lo he hecho. No tenía sentido decirle a nadie lo que
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lo saca, lo tira a un lado y extiende sus pies. —No crees eso, ¿cierto?
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Parte de mí lo hace, cada vez que pienso en esa noche cuando
Kayden y yo tuvimos sexo, tenía todas esas heridas frescas en sus brazos.
No pensé en ello en ese momento, pero podría haber sido un seguimiento
de marcas de lesiones auto-infligidas. Pero no creo que se haya
apuñalado.
—Creo que podría haber sido su padre. —Decirlo en voz alta cambia
todo, lo hace real, verdadero. Estoy sin aliento, no sólo por la idea del
padre de Kayden apuñalándolo, sino también porque Kayden no ha dicho
nada y me duele pensar en lo que su silencio pueda significar. Sé
demasiado bien que el dolor causa ese tipo de silencio.
Luke saca su otro patín, luego se relaja de nuevo en el banquillo y
cruza los brazos. —Sabes, recuerdo cuando éramos niños y Kayden solía
dormir en mi casa todo el tiempo. Siempre pensé que era raro que quisiera
quedarse en mi casa y no en la de él. La mía era una mierda y mi madre
estaba loca. No lo entendía, hasta la primera vez que me quedé en su
casa.
Quiero saber por qué piensa que su madre está loca, pero la tensión
en su mandíbula es un indicador para no preguntar. —¿Qué pasó?
Se quita los guantes, los hace una bola y los pone en el bolsillo de su
chaqueta. La intensidad de sus ojos marrones lleva la gravedad de lo que
está a punto de decirme. —Rompí una taza. No a propósito, pero la puta
taza se rompió y eso es todo lo que importaba. Recuerdo que cuando
sucedió, Kayden enloqueció. Teníamos como diez años y no lo entendía.
Era una maldita taza, ¿no? —Exhala en voz alta y me doy cuenta que sus
manos tienen un ligero temblor—. De todos modos, Kayden entró en
pánico y me gritaba para que sacara la escoba del armario del
almacenamiento. Así que fui a buscarla, pero no estaba en el armario de
almacenamiento. Por lo que empecé a buscar por todas partes y
finalmente lo encontré en el armario del pasillo. En este punto, pude
escuchar los gritos procedentes de la cocina. —Hace una pausa, y los
músculos de su garganta se mueven cuando traga saliva.
Me doy cuenta que mis manos están temblando y mi corazón
golpea en mi pecho. —¿Qué pasó? ¿Cuándo volviste a la cocina?
Se queda mirando el otro lado de la pista. —Kayden estaba en el
piso y su padre estaba encima de él, con su rodilla doblada como si se
estuviera preparando para darle una patada. Kayden tenía sangre en sus
manos porque se arrastraba encima de los fragmentos al intentar
recogerlos. Tenía una enorme herida en la cara y había un pedazo de
copa en la mano de su padre. —Hace una pausa—. Kayden negó que su
padre le hiciera algo, pero pude entender lo que pasó.
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Respiro por la nariz una y otra vez, luchando contra las lágrimas. —
¿Alguna vez te dijo la verdad?
—¿Sobre ese día? —Sacude la cabeza—. Pero hubo una vez que
estuve allí y se metió en una gran pelea con su padre y su padre lo golpeó
en frente de mí, así que el gato ya estaba un poco fuera de la bolsa1.
Saco mi pie del patín, cierro mis ojos y dejo que mis pulmones se
expandan con el aire frío. —¿Te sientes culpable por no decir nada?
Está callado por un largo tiempo y cuando abro los ojos, me está
mirando. —Dios, todo el puto maldito tiempo —dice con fuego en sus ojos.
Hay un momento en el que Luke y yo estamos unidos por una pieza
de hilo que está deshilachado, delgado y muy frágil. Luego el momento se
acaba y desaparece, recoge sus patines por los cordones y se dirige al
casillero que tiene nuestros zapatos. Lo sigo, agarrando mis patines antes
de rodear el banquillo. Nos ponemos los zapatos y caminamos hasta la
camioneta, sin hablar, permitiendo que la culpa se filtre en nuestros ya fríos
cuerpos. Pone en marcha su camioneta pero cuando está a punto de
empujar la palanca de cambios se detiene.
—Quizás deberíamos ir a verlo —dice y empuja la palanca de
cambios para avanzar. Maniobra el volante hacia la derecha y aprieta el
botón de la calefacción antes de presionar el acelerador y salir del
estacionamiento—. Tengo sólo una clase antes de las vacaciones de
Navidad, pero puedo saltarla. Ya tomé el final.
—Pero no dejarán que nadie lo vea, excepto por su familia —le
recuerdo mientras doblo mi brazo y me ajusto el cinturón—. Al menos eso
es lo que mi mamá me dijo ayer cuando la llamé. Dijo que Maci le dijo,
que no está aceptando visitas excepto por ella y ni siquiera puede hablar
por teléfono.
Su mirada me corta cuando detiene la camioneta en la salida y mira
a ambos lados de la calle vacía. —¿Le crees?
Me coloco el cinturón y bajo la hebilla, luego subo y bajo mis ojos. —
No lo sé. Maci Owens es un montón de cosas pero, ¿por qué iba a mentir
acerca de eso?
—Para ocultar lo que realmente pasó. —La camioneta derrapa
cuando sale de la calle principal que está resbaladiza por la nieve. Es
tarde, el cielo es gris y las farolas que bordean la calle destacan los copos
que caen del cielo.
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1 Forma figurativa para decir que un secreto fue revelado por accidente.
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Estoy a punto de decirle que sí, cuando pasamos cerca por la
carretera que conduce hacia Afton. De todos modos, estaba pensando
en regresar unos días, pero mi teléfono comienza a sonar Hate Me de Blue
October.
Frunzo el ceño. —Es mi mamá. —Tomo el teléfono de mi bolsillo y miro
la pantalla brillante. Considero brevemente dejar el correo de voz para
que pudiera decir lo mal que piensa de que Kayden haya golpeado a
Caleb. Pero dejarle la puerta abierta a una conversación unilateral es
como una mañana de Navidad para ella y no quiero escucharla con la
esperanza de oír algo importante.
Presiono el botón de responder y coloco el teléfono en mi oreja. —
Hola.
—Hola, cariño —canta y mi cara se hunde inmediatamente—.
¿Cómo estás?
—Bien. —Ignoro la mirada cuestionadora de Luke y veo el camino.
—No suenas bien —responde y luego suspira—. Callie, no vas a
volver a estar deprimida otra vez, ¿verdad? Porque pensé que la
universidad estaba sanando eso.
—Nunca me deprimí —respondo secamente—. Sólo estaba callada.
Suspira exageradamente y aprieto mis dientes. —Mira, cariño, sólo
quería decirte que Caleb probablemente presentará cargos contra
Kayden por lo que hizo.
—¿¡Qué!? —exclamo, sorprendiendo suficientemente a Luke que
salta y desvía un poco la camioneta hacia un lado y los neumáticos
suenan en la acera, provocando que la camioneta se estaque.
Rápidamente recupera el control, reduzco mi voz y coloco el dedo en la
oreja para oír mejor—. ¿Qué mierda quieres decir con que está
presentando cargos?
—Callie Lawrence, no utilices ese tipo de lenguaje en el teléfono
conmigo, señorita —advierte—. Sabes lo mucho que no me gusta la
palabra con M.
—Lo siento —me disculpo—. Pero, ¿por qué Caleb va a presentar
cargos? Ambos se golpearon.
—No, Kayden golpeó a Caleb sin razón —dice—. Caleb estaba
defendiéndose.
—No lo golpeó sin razón. Lo hizo por mí. —Lo que digo se desliza
como un vapor venenoso y me ahogo con cada saliva.
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Hay una extensa pausa. —Callie, ¿qué quieres decir que él golpeó a
Caleb por ti? ¿Por qué haría eso?
Mis hombros se curvan con vergüenza y la suciedad inunda mi
cuerpo y me acuerdo de su limitada capacidad para entender cosas. —
No es nada. Estoy enojada y digo cosas. No significa nada.
Hace una pausa otra vez y me pregunto si por una fracción de
segundo, está contemplando mis palabras en un nivel más profundo. —
Callie, ¿hay algo que quieras decirme?
Cuando respiro otra vez, es ensordecedor y juro que todo el mundo
puede oír y saber mi secreto. —No, mamá.
—Está bien, entonces. —Suena decepcionada, como si estuviera a
punto de tener la llave secreta a la caja dentro de mí. Pero sólo Kayden
tiene la llave—. Bueno, sólo quería decírtelo en caso de que surja. Sé que
su mejor amigo va a la escuela contigo y no quiero que lo escuches por
chismes.
Sacudo la cabeza. —Bien.
—Hablaré contigo más tarde, Callie.
—Está bien, adiós.
Colgamos y aprieto el teléfono con la mano, estrangulándolo. Mis
manos comienzan a sudar y no puedo dejar de pensar en Kayden. Él lo
hizo por mí. Necesito salvarlo. —Creo que deberíamos ir a Afton.
Cuando Luke me mira, hay líneas en su frente y sus manos están
agarrando el volante. —¿En serio?
—Seh. —Levanto mis caderas y deslizo el teléfono en el bolsillo de mis
vaqueros—. Mi mamá dijo que Caleb va a presentar cargos en contra de
Kayden.
Mantiene parte de su atención en la carretera mientras gira la
camioneta en el estacionamiento frente a mi dormitorio. —¿Me estás
jodiendo?
Subo la cremallera de mi abrigo y coloco mis guantes. —No, y tengo
que arreglarlo… de alguna manera. Es mi culpa que esto empezara.
Estaciona la camioneta en la parte delantera, pone su mano sobre
la palanca de cambios y la empuja. La radio sigue y el motor se corta. Me
pregunto si él sabe por qué Kayden golpeó a Caleb esa noche, si alguna
vez se lo dijo.
—Está bien, es un trato. —Luke mira el pasillo de la residencia
Mclntyre frente a nosotros. Es el más alto de las residencias de la
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Universidad de Wyoming y se ve solo, encima de los otros—. ¿Quieres irte
esta noche o en la mañana?
Agarro la manilla de la puerta y la tiro. —En la mañana. Me gustaría
que Seth también viniera si eso está bien.
Asiente y agarra su paquete de cigarros en el salpicadero. —Eso está
bien, mientras no le importe ir con la camioneta. Es un pedazo de mierda,
pero el auto de Seth nunca llegará a Afton con toda la nieve.
Abro la puerta. —Estará bien con eso, estoy segura. —Columpio mis
pies en el borde del asiento, a punto de saltar.
—Callie —me llama Luke—. ¿Hay alguna forma de arreglar esto?
¿Detener que Caleb presente cargos? Ya sabes, si lo hace, Kayden va a
ser suspendido del equipo. Probablemente nunca jugará de nuevo. Y
probablemente será suspendido de la universidad. Además, podría irse a la
cárcel o pagar una enorme mierda que no puede permitirse sin la ayuda
de su padre. —Hace una pausa, deliberando, con su frente arrugada—.
Realmente quiero estar seguro que todo está bien con él… A veces,
cuando las personas tocan fondo, se dan por vencidos… —Su voz se hace
más suave, como el peso de una hoja de otoño—. Como mi hermana.
La gravedad de la situación se empuja sobre mi pecho mientras me
bajo, agarrando la puerta por ayuda. Recuerdo que Luke tenía una
hermana. Nunca dijo cómo murió, pero después de lo que dijo, me
pregunto si fue un suicidio.
Presionando mi mano para calmar el dolor persistente en el centro
de mi corazón, me giro hacia la cabina. —Lo intentaré. Sólo tengo que
averiguar cómo. —Ya sé cómo. La gran pregunta es, ¿puedo hacerlo?
¿Puedo finalmente decirlo en voz alta, enfrentarlo, amenazarlo, hacer que
él se asuste tanto que se aleje? ¿Puedo decirle a mi madre, padre, y
hermano? ¿Puedo confiar en ellos para que me crean y estén de mi lado?
¿Tengo tanto poder? ¿Tengo tanto valor?
Al final, sé que voy a tener que responder todas estas preguntas y
tomar una decisión que me ha asustado durante los últimos seis años de mi
vida, pero tal vez es hora de hacerle frente.
Tal vez es hora de dejar de estar tan asustada.
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#46 Transfórmate a ti mismo
Kayden
H
e estado aquí seis días, casi una semana, pero parece mucho
más tiempo. Apenas almuerzo y estoy en medio de mi sesión
de terapia individual diaria, lo que es mejor que grupal (no me
molesto hablando en esa). Me siento en mi habitación en una incómoda
silla de metal plegable. Mi costado duele infernalmente y no puedo parar
de tocar las heridas debajo del vendaje en mi muñeca. Está nublado
afuera, truenos y rayos se mantienen crujiendo y retumbando, iluminando
la habitación con un resplandor plateado.
—Dime cómo te sientes —dice el terapista.
Dice eso cada maldita hora.
Y cada maldita hora le doy la misma respuesta.
—Me siento bien —respondo y golpeo la bandita elástica en mi
muñeca una y otra vez hasta que la piel en el interior de ella arde. Esto es
por lo que me la dieron, para evitar mi autolesión, como si un pequeño
ardor pudiera reemplazar una vida de cortes, puñaladas, huesos rotos, el
crudo dolor de vivir.
El nombre de mi terapista es Dr. Montergrey, pero me dijo que lo
llamara Doug, porque usar su nombre profesional le hace sentir viejo. Pero
él es viejo, bien, está en sus sesentas, con escaso cabello gris y un montón
de arrugas alrededor de sus ojos.
Doug pone su dedo en el puente de su nariz y ajusta sus lentes de
marco cuadrado mientras lee las notas que tiene de mí. Puedo imaginar lo
que dicen: “Una amenaza para sí mismo, enfadado, irracional, poco
cooperativo, auto dañino”. Anota algunas notas y luego me ve. —Mira,
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preocupas?
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—Por supuesto. —Sacudo la cabeza, estoy cabreado. Mi corazón
aún está latiendo demasiado alto y apenas puedo pensar lógicamente.
Arquea sus cejas. —¿Alguien que amas?
Mi pulso se acelera aún más, errático y con un nítido latido. Lo siento
pulsando debajo de cada herida y cicatriz en mi cuerpo. ¿Amar? ¿Amo a
Callie? ¿Puedo amarla? —No creo que incluso sepa qué es el amor
Luce como si hubiera dado en el blanco y hubiera visto un destello
de lo que estaba encerrado en mi alma. —¿Puedes responder sólo una
pregunta más para mí?
Lanzo mis manos al aire, exasperado. —Haz lo que jodidamente
quieras. Ya lo estás haciendo.
—¿Crees que mereces amor?
—Ya te dije que no sé siquiera lo que es —murmuro, y él espera a
que revele más información. ¿Qué quiere de mí? ¿Qué mi padre me
golpea? ¿Qué mi madre es un zombi drogadicto? ¿Qué el único
intercambio de amor que he recibido fue de Daisy y que se sentía como el
plástico, tan falso como las cosas pueden ser?
Escribe unas pocas notas, luego le da clic al bolígrafo y lo guarda en
su bolsillo antes de cerrar el cuaderno de nuevo. —Creo que podríamos
haber hecho algún progreso hoy. —Revisa su reloj y luego se pone de pie,
tomando su gabardina de la parte trasera de la silla—. Sigue así, y tal vez
puedas tener visitas que no sean familia.
Me desplomo en la silla. —No estoy seguro de si quiero visitas —
murmuro.
No parece oírme. Cuando alcanza la puerta, desliza su brazo a
través de la manga de su chaqueta, abrochando el cinturón alrededor de
su cintura y metiendo su mano en el bolsillo. —Y Kayden, sigue usando esto,
no importa cuántas veces se rompa. Siempre podemos conseguirte uno
nuevo. —Me lanza una bandita elástica y la atrapo fácilmente.
Por un segundo, estoy de regreso en el campo, corriendo y
atrapando la pelota, despreocupado de vivir.
Deseo regresar allí, inalterable y aliviado. Pero a diferencia de la
bandita elástica, no estoy seguro de que pueda ser reparado tan
fácilmente.
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Callie
—No puedo creer que tu camioneta no tenga un reproductor de CD
—dice Seth con su brazo extendido delante de mí mientras juguetea con el
volumen del estéreo. Lleva una chaqueta, con las mangas subidas y
delgados vaqueros—. O una conexión de iPod. Juro que estoy teniendo
recuerdos de mullets2, trajes de licra y cabello rizado.
—Creo que estás retrocediendo un poco demasiado lejos. —Luke
tiene su capucha sobre su cabeza y una cinta de cuero en su muñeca que
tenía la palabra “Redención” en ella. Me pregunto si significa algo para él
o si cree en la redención. Me pregunto si yo creo en eso. Estira su brazo
delante de mí y abre la guantera—. Regresando hacia la era del Estéreo 8.
Me encojo debido a su cercanía, pero luego me relajo, rehusán-
dome a regresar a ese lugar. Subo la cremallera de mi chaqueta porque
está frío dentro, debido a que mantienen las ventanas abajo para fumar.
Es temprano por la mañana, el sol está besando la tierra helada, y la
autopista es un peligro debido a la tormenta de ayer por la noche, así que
tenemos que conducir lentamente. Hay unos pocos autos atascados en las
colinas de nieve en la franja de tierra en el centro del tráfico opuesto y las
personas tienen que salirse de autopista por las rampas, porque están
demasiado asustados para conducir.
Aunque Luke y yo estamos acostumbrados a ello. Debido a que
crecimos aquí.
Seth saca de golpe su mano de la guantera y Luke me mira con
incredulidad, pero sólo me río. —No, el Estéreo 8 aún era una novedad en
los ochentas.
—Antes de los ochentas —corrige Luke—. Pasaron de moda a mitad
de década.
Me río, porque ellos están discutiendo sobre algo tan ridículo y estoy
cansada y nerviosa y mi cabeza está en un lugar demasiado extraño. —
Chicos, están peleando como un viejo matrimonio.
Tan pronto como lo digo, quiero tragarme las palabras, porque no
estoy segura de cómo lo tomará Luke.
Cuando lo miro, parece perfectamente bien. Se encoge de hombros
y luego mete su mano en la guantera y saca una cinta etiquetada
con “Let’s Get High” de Dr. Dre. —Lo que sea —dice y lo pone en el
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2 Peinados cortos por delante y largos por detrás utilizados en los 80’s.
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reproductor de casetes—. Siempre y cuando sea el chico de la relación,
todo está bien.
Seth rueda sus ojos. —Lo que sea, serás totalmente mi perra y lo
sabes.
Esto es todo. Ya no puedo contenerlo más tiempo. Mi cuerpo cae
hacia delante cuando cubro mi boca con mi mano y mis hombros
comienzan a sacudirse mientras río contra ella. —Oh, Dios mío, no puedo
creer que dijeran eso.
—Sí, sí puedes. —Seth palmea mi espalda—. No sería yo si no dijera la
primera cosa que explotara en mi cabeza.
Tiene razón. Seth es directo y divertido y dice lo que sea que
malditamente quiera. Y lo amo por eso. Me reacomodo, limpiando las
lágrimas de mis ojos, y luego le doy un rápido beso en la mejilla. —Gracias
por hacerme sonreír —digo.
Sonríe. —Cuando sea, cariño.
Luke sacude su cabeza, pero hay una sonrisa en su rostro, así que sé
que no está herido. Me gusta Luke. No está criticando y parece aceptarlo.
Casi me inclino para abrazarlo y luego me doy cuenta de lo raro que es
que no me asuste. ¿Qué significa eso? Mierda. ¿Qué significa eso?
“Come on Eileen” de los Dexys Midnight Runnersresuena desde los
altavoces.
—Esto es muy de los ochentas —dice Seth y comienza a golpear sus
dedos y balancear su cabeza. Realmente empieza a entenderlo,
sacudiendo sus caderas, contoneándolas hacia delante y hacia atrás—.
Vamos, Callie, sabes que quieres bailar. Eso te hará sonreír aún más.
Sonrío de oreja a oreja. —De ninguna manera.
Frío aire llena el auto cuando Luke abre la ventana. El encendedor
se mueve rápidamente y entonces el olor a humo de cigarro fluye a través
del aire.
Seth sigue bailando cuando alcanza el bolsillo de su sudadera y saca
un paquete de cigarrillos. Por el rabillo del ojo, veo a Luke balancear su
cabeza mientras aspira el suyo. Toma una larga calada y luego frunce sus
labios y un fino rastro de humo blanco sale de su boca.
Seth comienza a empujar sus caderas descontroladamente mientras
prende su encendedor y lo pone en la punta de su cigarrillo. El papel se
enrosca y se vuelve negro cuando toma una larga calada. El auto
comienza a balancearse cuando llega el estribillo y ambos realmente
empiezan a pillarlo. El humo quema mis pulmones y el frío provoca que piel
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de gallina se extienda por mis brazos. Siento casi cada sencillo detalle del
momento y decido sentirlo todo.
—Oh, demonios, ¿por qué no? —Comienzo a mover mis hombros de
arriba abajo con el ritmo y Seth me sonríe.
—Esa es mi chica —dice y sopla una nube de humo con sus labios
fruncidos.
Ambos comenzamos a hacer este divertido baile con nuestras
manos y Luke ríe mientras sube el volumen de la música. Por un segundo,
me transformo en una bailarina. Cuando el estribillo empieza de nuevo,
todos respiramos profundamente y cantamos gritando la letra a todo
pulmón. Levanto las manos sobre mi cabeza y cierro mis ojos. Todo estará
bien. Todo estará bien. Kayden estará bien.
Porque estoy aquí, bailando, sonriendo, y sentada entre dos chicos, y
si eso puede pasar, entonces cualquier cosa es posible.
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Kayden
He estado en la clínica desde hace una semana y hoy debería ser
una muy buena mañana. Doug me ha informado que puedo tener
visitantes fuera de la familia y que puedo hacer un par de llamadas
durante el día. Aunque cuando me da tiempo para hacer la llamada, no
sé a quién llamar. Mi primer instinto es llamar a Callie, pero no he hablado
con ella desde lo que sucedió y no estoy seguro de que quiera hablar
conmigo después de encontrarme de aquella manera. La idea de saberlo
me asusta demasiado. Además, estoy tratando de mantener mi distancia y
protegerla de mí, porque lo último que necesita es mi inestabilidad y mi
jodida cabeza.
Marco el número de Luke y me reclino en la cama, viendo la
tormenta fuera de mi ventana mientras el teléfono suena y suena.
—¿Kayden? —contesta, sonando confundido. Hay una canción
ochentera reproduciéndose en el fondo y puedo escuchar un montón de
risas.
—¿Qué hay? —Sueno tan estúpido después de decirlo. Hay una
larga pausa y luego alguien comienza a cantar muy fuerte y muy fuera de
tono—. ¿Está Seth por ahí?
—Sí. —Duda de nuevo—. ¿Estás bien? —Tiro de la banda elástica
con el dedo. Vuelve su lugar, golpeando mi muñeca, y enviando una
punzada por mi brazo.
—Un poco… ¿Por qué estás con Seth?
—Porque... estamos en la camioneta. —Parece en conflicto—. En
realidad, nos dirigimos a Afton para verte.
Chasqueo la banda elástica contra mi muñeca un par de veces
más, pero no está calmando la ansiedad dentro de mí. —Cuando dices
“nos”, te refieres…
—Quiero decir, Seth, yo y... —se calla—. Y Callie.
El canto se detiene y lo mismo ocurre con la música.
—¿Con quién estás hablando? —pregunta Callie.
Cuando oigo su voz, juro por Dios que mi corazón se detiene. Agarro
la banda y la envuelvo alrededor de mi muñeca hasta que está apretada
y corta la circulación. Miro afuera, al fango en el suelo y los bancos de
nieve en el estacionamiento mayormente vacío.
—Umm… —Luke lucha por palabras.
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—Puedes decirle —digo, porque si se dirigen hacia aquí, entonces
voy a tener que enfrentarme a ella pronto.
—Es Kayden —le dice y luego se calla.
—Oh… —Está perpleja y no la culpo—. ¿Puedo… puedo hablar con
él?
—Espera —dice Luke y luego me pregunta—: ¿Quieres hablar con
Callie?
—Yo… —No sé qué responder, y es una mierda, porque estoy
muriendo por saber de ella. Mi respuesta habría revelado la verdad acerca
de mi miedo y lo malo que va a ser cuando llegue. Pero como siempre, mi
madre entra justo en el momento adecuado y me roba todo.
—Necesitamos hablar. —Su barbilla se inclina alta como si fuera
mejor que todos en el edificio y lleva un bolso alrededor del hombro—.
Ahora.
—Debo irme. —Cuelgo, sabiendo que estoy siendo un cobarde y
esquivando mis sentimientos. Desenredo el cable de mi mano y me
recuesto en la cama, poniendo los pies sobre ella. Visto un par de
pantalones de pijama a cuadros y una vieja camiseta azul que tiene
agujeros en ella. He usado el atuendo cinco veces desde que he estado
aquí y se está haciendo viejo.
Deja la bolsa de lona en el pie de la cama y luego coloca las manos
en sus caderas. —Necesitas trabajar en tu recuperación y salir de aquí.
Estás haciendo quedar mal a nuestra familia.
Me encorvo cuidadosamente hacia adelante, porque al moverme
demasiado deprisa todavía me duele mi costado.
—Y qué sugieres que haga, madre, porque los médicos parecen
pensar de forma diferente. Creen que tengo que quedarme aquí y sanar.
—Me importa una mierda lo que piensen los médicos. —Abre la
cremallera de la bolsa con un tirón—. Lo que me importa es que te vistas
con ropa normal, hagas pensar a todos que te sientes mejor, y luego
vuelvas a casa para que podamos comenzar a planificar lo que vamos a
hacer si Caleb Miller presenta cargos.
—Siempre podría alegar demencia mental. —Gotea sarcasmo de mi
voz—. Tal vez sólo me mantendrían aquí en vez de mandarme a la cárcel.
Su rostro se pone rojo y vuelve a colocar el bolso en su hombro. —
¿Crees que esto es gracioso? Tal vez debería hacer que tu padre venga
aquí a hablarte y hacerte entrar en razón.
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No importa cuánto lo intento, regreso directamente a aquel lugar en
el que estoy tirado en el suelo sangrando a muerte y completamente listo
para aceptarlo. Froto una mano en mi cara y luego digo con los dientes
apretados—: Veré lo que puedo hacer.
Ella sonríe y se ve fuera de lugar, como si fuera la malvada villana a
punto de ejecutar su plan maligno. Besa mi mejilla y puedo oler el vino en
su aliento. Luego se mueve hacia atrás y frota su pulgar por mi mejilla.
—Te manché con lápiz labial. —Saca la mano y sonríe de nuevo—.
Intentaremos sacarte de aquí. —Palmea mi pierna y luego sale de la
habitación, dejando la puerta abierta. La escucho decirle algo a uno de
los médicos y luego una enfermera cierra la puerta.
Tomo una camisa de manga larga térmica de la bolsa, que está
llena con vaqueros, camisetas y calcetines, y la deslizo en mi cabeza.
Después alcanzo un par de vaqueros, listo para ponerme el traje completo
e irle a mentir al mundo, al igual que lo he estado haciendo toda mi vida.
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#67 Reúnete con algo que creías haber perdido
Callie
L
legamos a Afton en la noche, cuando la luna es una esfera
descomunal en el cielo de color carbón, y la ventisca está
creando un velo delante de la camioneta, haciendo que ver
sea tenebroso. Habríamos llegado aquí para la hora de la cena, pero Seth
nos hizo parar a almorzar y pasar por la sala de juegos de McDonald's. Pero
también fue culpa de ambos, por entusiasmarnos tanto que nos quedamos
hasta meternos en problemas con el gerente.
Creo que estábamos evitando algo. Pero qué era, aún estoy
intentando descifrarlo. Luego de un viaje largo y exhaustivo, Seth y yo nos
metemos en el garaje y caemos rendidos en la cama sin poder hablar con
mi madre. El lugar mantiene uno de los recuerdos más fuertes en mi
cabeza, y cuando entro, al principio casi me caigo al recordar cómo se
sintió cuando Kayden me tocó, me besó, se convirtió en parte de mí.
—Estoy triste —declara Seth, acostados cara a cara en la cama, con
nuestros pijamas puestos. El calefactor tararea en el fondo, y su brillo y el
de la lámpara resaltan los espacios de masilla en las paredes. Él finge un
puchero—. Deseaba con ansias conocer a tu madre.
Le pellizco el brazo suavemente. —Mentiroso. Estás totalmente feliz
de que esté dormida.
Ríe y luego se pone de costado, apoyándose en su codo mientras se
levanta un poco. —Lo sé. Desearía estar triste, pero por lo que me dices
sobre ella, no va a apreciar tanto mi extravagante personalidad.
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Me siento en la cama, saco el elástico de mi cabello, y luego vuelvo
a armar mi coleta. Dejo que mis brazos caigan en mi regazo y me muerdo
el labio, pensando en mañana y en ver a Kayden.
Seth toca mi labio inferior y mi reacción inicial es estremecerme, pero
me las arreglo y me mantengo bajo control. —¿Un centavo por tus
pensamientos?
—No es nada —suspiro y caigo a la cama de costado—. Sólo estoy
preguntándome cómo será... verlo otra vez.
Él lo considera mientras se saca el flequillo de su rostro. —Será como
la primera vez que decidí que iba a hablarte. Tienes que pensar en Kayden
como un gato asustadizo. Si dices algo erróneo, puede que se ponga
como loco.
—¿Pensaste en mí como un gato asustadizo?
—Un gatito asustadizo —sonríe y me guiña el ojo—. Lucías como si
fueras a sacarme los ojos de un arañazo en cuanto me acercara a ti.
Ahueco la almohada y pongo las manos debajo de mi cabeza. —¿Y
qué pasa si digo algo incorrecto, entonces, y se molesta?
Él se saca su reloj y se mueve de costado para dejarlo a un lado de
la cama. Luego se gira de caderas y me enfrenta. —No lo harás.
Levanto las piernas y las meto debajo de las sábanas.
—¿Cómo puedes estar tan seguro?
Él sonríe y toca la punta de mi nariz con la yema de su dedo. —
Porque él se sinceró contigo la primera vez, lo cual significa que ya has
dicho las cosas correctas. Así que todo lo que tendrás que hacer allí
mañana, será ser tu misma.
—Espero que tengas razón —Apago la lámpara y la habitación se
sume en la oscuridad. El brillo pálido de la luz de la luna se filtra por la
ventana—. En serio, espero que la tengas.
—Siempre tengo razón, querida —dice él, y luego aprieta mi mano—.
Sólo no pienses demasiado en ello.
Cierro los ojos y me aferro al pensamiento de que mañana lo veré,
vivo, y no sangrando en el suelo. Tal vez entonces me sacaré finalmente
esa horrible imagen de la cabeza.
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Kayden
Es mediados de diciembre, el comienzo de las vacaciones de
invierno. Si no estuviera aquí, me estaría dirigiendo a casa desde la
escuela, probablemente con Callie y Luke. Es extraño saber que ella
probablemente está manejando hacia la ciudad justo ahora, volviendo a
casa, tan cerca mío en distancia, pero todavía parece tan lejos, casi
inalcanzable, ya que estoy atascado aquí dentro y ella allá afuera.
Estuve coleccionando secretamente bandas elásticas y tengo cinco
en mi muñeca. No quiero que Doug lo sepa. Seguí fingiendo romperlas
hasta tener una colección. El grosor proporciona más de un pinchazo y eso
se asienta en mi interior cada vez que las azoto. Necesito un montón de
ese asentamiento porque mi madre apareció esta noche y ha estado aquí
por casi una hora, tratando de solucionar las cosas con el doctor y Doug
para que me den el alta.
Están cerca del marco de la puerta, teniendo una conversación
sobre mí como si yo no estuviera aquí. En realidad, es más una discusión
que una conversación.
—Pero lo hemos estado observando todo el tiempo. —Mi madre
habla demasiado con sus manos y tiene las uñas largas. Cada vez que
dice algo mueve su brazos animadamente y casi le clava una uña en el
ojo al doctor.
Doug pasa por las hojas amarillas de su anotador y lee a través de
sus notas. —Mire, Sra. Owens, sé que esto debe ser duro para usted, pero
no creo que sea saludable para Kayden dejar la institución por ahora. De
hecho, le aconsejo lo contrario.
Mi madre golpetea su pie en el suelo y se cruza de brazos mientras
mira fijamente a Doug como si fuera una pequeña e insignificante pieza
de mierda. —Mire, entiendo lo que aconseja, pero prefiero no tomar el
consejo de un doctor que obtuvo su doctorado en una universidad de
bajo presupuesto.
—Obtuve ni doctorado en Berkley. —dice él, sacando una lapicera
de su bolsillo.
Su mirada barre a través de él y ella levanta una ceja. —¿En serio?
¿Entonces, por qué está aquí?
Doug permanece calmado mientras balancea su cuaderno en su
brazo y anota algo. —Podría estar preguntándole lo mismo.
Creo que me gusta Doug por el momento y sonrío mientras
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Callie
Me levanto temprano por la mañana, antes de que el sol se alzase
por completo sobre las montañas. Dormí fatal por la noche, dando vueltas,
incapaz de sentirme cómoda. Seguía teniendo este sueño donde corro
dentro de la casa de Kayden y encuentro sangre en el suelo y los cuchillos,
pero él no está allí. Busco en toda la casa, pero todo lo sigo encontrando
son montones y montones de hojas. Desperté sudorosa y acabé vomitando
en el cuarto de baño.
Estoy acostada despierta en la cama, y Seth está roncando a mi
lado, tranquilo en su sueño. Escucho su respiración hasta que no puedo
estar quieta por más tiempo, me levanto y agarro mi cuaderno de mi
bolso. Tomo asiento en el alféizar de la ventana improvisada, que se
asoma en el camino cubierto de nieve. El auto de mi mamá está enterrado
en unos treinta centímetros de nieve y la camioneta de mi papá tiene
cadenas en las llantas.
Tiro mis rodillas arriba y coloco el cuaderno sobre ellas antes de
presionar la punta del lápiz sobre el papel.
Sueño que llego a tener el pastel antes de que Caleb me lleve a mi
habitación. Al soplar las velas y pedir un deseo, deseo tener el cumpleaños
más feliz y mejor en el mundo y el deseo se hace realidad. Caleb nunca
aparece ese día para pasar el rato con mi hermano, y me pongo a jugar al
escondite afuera con los otros niños. Rasgo papel y sonrío a mis regalos.
Últimamente, en el sueño, en vez de pedir un deseo para mí mismo,
hago un deseo para Kayden. Desearía que nunca me hubiese conocido y
que nunca se hubiera enterado de mi secreto. Desearía que nunca tuviese
alguna razón para golpear a Caleb y que nunca terminase en el suelo,
desangrándose.
Deseo la felicidad en un mundo lleno de dolor.
Siempre hay tanto dolor y deseo que todo eso se vaya.
Por supuesto, los deseos son solamente deseos, sólo esperanza,
como un punto de luz en un campo oscuro.
Cuando analizo mi deseo para Kayden, me aterra lo que significa. Si
estoy dispuesta a aceptar la destrucción y el dolor de mi infancia, a
cambio de la suya, ¿entonces como de profundos son mis sentimientos
hacia él? Y ¿estoy lista para manejarlos?
Me detengo a pensar en lo que he escrito y descubro a mi madre
caminando por la puerta lateral de la casa mientras ella tropieza en la
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en el equipo.
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—Dudo que papá dijese eso —afirmo—, siempre le ha gustado
Kayden y además has hablado con la madre de Kayden.
—No por elección propia. —Hay juicio en los ojos de mi madre como
si estuviese culpando a Maci Owens por el error de Kayden. Si ese es el
caso, ¿se culparía a si misma si le dijese lo que me paso?
Escondo mis manos en las mangas y meto la barbilla en el cuello de
mi chaqueta. Llevo un par de pantalones de pijama y la tela es delgada y
el aire frío se cuela fácilmente por ella.
—¿Podemos entrar y hablar de esto? Hace frío.
Ella mira a la puerta de la habitación sobre el garaje de nuevo y
vuelve a dirigir su atención hacia mí.
—¿Está tu amigo allí? ¿El que…es? —Baja su voz y los copos de nieve
bailan sobre sus pestañas—. ¿Al que le gustan los chicos?
Suspiro, y me dirijo dentro sin pronunciar una respuesta. Gracias a
Dios, me sigue y Seth está fuera de la conversación. Al menos por ahora.
Cuando entro en la cocina, esa noche golpea en mi pecho, la
noche en la que Jackson se sentó a la mesa comiendo tarta y Caleb me
atormentaba con mi secreto. La noche en la que Kayden supo lo que me
destruyo. La noche en la que me dejó llorar y luego se deslizó fuera de mi
vida con la misma facilidad como si estuviese hecho de arena.
Me acerco al armario y saco un tazón y una caja de cereal. Pongo
el tazón sobre el mostrador y abro la caja cuando mi madre entra,
dejando que el aire frío y la nieve entre. Ella cierra la puerta y luego se
desliza fuera de sus botas al lado de la puerta, da vuelta alrededor de la
mesa, en dirección al otro extremo de la cocina hacia mí.
—Iba a hacer el desayuno. —Mira en el cajón encima del horno
buscando los moldes.
Sacudo la cabeza mientras me sirvo cereales en el tazón. —Esto está
bien. No estoy lo suficientemente hambrienta para un gran desayuno.
Deja caer el brazo a un lado y explora mi pequeño cuerpo.
—Parece que has estado perdiendo peso de nuevo.
Miro mis piernas cortas y mi pequeña cintura escondidas bajo mi
pijama. —Solo estoy estresada.
—¿Estresada por qué? —pregunta—. ¿Por la escuela? ¿O por lo que
paso con tu amigo?
No puede soportarlo. Ya era demasiado y me estaba enojando.—
Oh, ahora es mi amigo, pero la primera vez que lo supiste estabas tan
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contenta de que fuésemos una pareja. De hecho, creo que le dijiste a
todo el mundo en todo el maldito pueblo.
—Cuida tu lenguaje —Se retira el pelo de la cara—. Callie Owens, no
me hables de esa forma —Se gira y extiende su brazo hacia el armario que
tiene todas las prescripciones médicas—. Ésta es mi casa y mientras estés
aquí seguirás mis reglas.
Cierro la caja de cereales, revolviéndome en furia. —Tengo
dieciocho años y puedo ser amiga de quien yo quiera.
Coge una de las botellas más grandes y poco a poco de vuelve
hacia mí con la mano sobre la tapa. —Incluso de quien golpeó al mejor
amigo de tu hermano.
Cavo mis uñas en las encimeras de granito mientras el dolor de los
últimos seis años aparta el oxígeno lejos de mí.
—¿Eso es todo lo que te importa? ¿Caleb?—Su nombre sabe tóxico
en mi boca.
Ella lucha para desenroscar la tapa de la botella, presionando la
parte inferior contra su mano mientras aprieta la tapa con los dedos.
—Callie, Caleb ha sido parte de esta familia desde que tenía seis
años. Tú sabes que sus padres apenas le hablan. Somos la única familia
que tiene.
—Caleb me importa una mierda —grito con mis pulmones casi en
combustión. Pero se siente bien. Muy, muy bien. Presiono mi mano en mi
pecho, con calma suelto la encimera, y enderezo los hombros—. Saldré
fuera a desayunar con Seth.
Sus ojos de agrandar y sus labios se abren en protesta, pero la
mirada en mi cara la mantiene callada. Mantiene la boca cerrada
cuando consigue abrir la botella. —Bien, diviértanse.
Las píldoras suenan mientras se vierte un par en la palma de su
mano.
Pongo la caja de cereales en el armario, el tazón en el fregadero y
salgo deprisa por la puerta. Corro por la entrada hacia las escaleras del
garaje de dos pisos. Cuando abro la puerta, me sorprendo al ver a Seth
sentado al borde de la cama, despierto y vestido con una camiseta roja y
un par de vaqueros oscuros.
—Estás despierto —digo mientras cierro la puerta.
Peina su pelo con los dedos. —Me levante en cuanto saliste de aquí
corriendo como si hubiese fuego. ¿Qué paso?
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Me quito la chaqueta, y la tiro sobre la cama. —Vi a mi madre
viniendo hacia aquí y no quería que lidiases con ella.
Se engancha el reloj en su muñeca mientras vaga hacia los zapatos
que están a los pies de la cama.
—Callie, no importa cuántas bromas hagamos, puedo manejar a tu
madre —dice poniéndose las botas—. Confía en mí, si puedo manejar a la
mía, entonces, definitivamente puedo manejar a la tuya.
Frunzo el ceño cuando me siento en el borde de la cama. —Pero tú
no has hablado con tu madre desde que le dijiste sobre Greyson.
Se encoge de hombros mientras se ata los cordones. —Lo superará.
Simplemente le tomará algo de tiempo, al igual que lo hizo cuando le dije
que era gay.
Caigo en la cama y coloco mi brazo sobre la frente. —¿Cómo
decides que vale la pena decir a tus padres y que no?
Se calla por un rato y luego oigo sus pasos mientras camina a mi lado
de la cama. Levanta el brazo de mi cara y me mira.
—Si me preguntas sí creo que debes decirle a tus padres lo que paso
con Caleb, entonces la respuesta es sí. Creo que deberías hacerlo.
Suelta mi brazo y me apoyo en mis codos. —¿Cómo puedes estar
tan seguro? —Mi boca se hunde en un ceño fruncido—. Ella podría
enfadarse conmigo. O se podría odiar a si misma tanto como yo me... me
odio a mi mima.
Seth peina el pelo sobre mis ojos con sus dedos.
—Callie, si se odia a si misma por un rato entonces se odia por un
rato. Tú has estado cargando con esto por los últimos seis años y ya es hora
de que alguien más quite un poco del peso que llevas encima.
—No estoy segura de sí puedo —susurro, apretando el dolor sordo en
mi pecho—. Hay tantas cosas…tanta aceptación en decirle la verdad.
—¿Cómo si pudieses aceptar que eso fue real?
Asiento y miro al cielo despejado afuera. La luz del sol está brillando
sobre las casas del otro lado de la calle. La luz solar es un hecho raro en
Afton, pero tal vez es una señal de que no todo tiene oscuridad. Esa luz
existe, incluso en el más oscuro de los rincones.
Él se mueve hacia atrás mientras me siento y me dirijo a mi bolso en
una silla plegable junto a la puerta. —Estaba pensando que podríamos ir a
desayunar esta mañana. Hay una cafetería en la ciudad que tiene las
mejores tortitas del mundo. —Tomo una camisa purpura de mi bolsa y un
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par de vaqueros.
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—Estaba pensando en que podríamos ir a ver a Kayden primero. —
dice Seth mientras textea con alguien en su teléfono.
—Pero no se le permite tener visitantes —Sostengo la ropa contra mi
pecho y giro hacia el baño para cambiarme.
—Sí, ya puede —Seth pone su teléfono en la rodilla y toma una
profunda respiración—. Acabo de recibir un mensaje de Luke diciendo que
no solo permiten visitas a Kayden, sino que también deja las instalaciones
hoy.
Me detengo en medio de la habitación cuando la realidad,
finalmente me alcanza. A pesar de que nunca lo había admitido en voz
alta, me preguntaba si alguna vez vería a Kayden de nuevo. Que tal vez él
ni siquiera existe y que todo lo que había sucedido entre nosotros era sólo
mi imaginación tratando de obligar a mi mente a prosperar de nuevo. —
¿Deberíamos esperar a que saliera y luego ir a verlo? —me quedo mirando
la puerta abierta del baño.
El colchón chirria cuando Seth se levanta de la cama y se para en mi
línea de visión. —Creo que hay que ir a buscarlo. Luke dice que se supone
que su madre lo recogerá y lo llevará a su casa, pero él piensa que
deberíamos ir a recogerlo y llevarlo a algún lado.
Levanto la barbilla y me encuentro con su mirada. —¿Cómo
secuestrarlo?
Seth se ríe de mí y su cara se pone roja y suelta unas cuantas
lágrimas. —Tiene diecinueve años, Callie. No podemos secuestrarlo si él
quiere venir con nosotros.
—¿Pero no se supone que está vigilado?
—¿Qué? ¿En la casa de sus padres? ¿Con su padre?
Libero un aliento inestable de mis pulmones. —Pero me preocupa
que pudiésemos hacer más daño que bien…salir corriendo.
Seth se acerca a mí, coloca sus manos sobre mis hombros y fija sus
ojos en los míos. —¿Quieres saber qué es lo que pienso? Creo que tienes
miedo.
Aprieto la ropa contra mi pecho porque tengo que aferrarme a algo.
—¿De qué?
—De oír toda la historia de lo que paso esa noche. Creo que tienes
miedo de la verdad.
—¿Pero cuál es la verdad exactamente? —pregunto.
Seth me da una sonrisa torcida y sacude suavemente mis hombros.
57
Kayden
M
i mamá viene a recogerme a la mañana siguiente, justo
como prometió. Se detuvieron dándome mis medicinas por
lo que me siento drenado y perforado en el interior, como
fragmentos de vidrio que están vagando a través de mi sangre.
—¿Estás listo para ir a casa? —pregunta mientras entra a mi cuarto.
Hay algo en su tono que no me gusta, una advertencia quizás, de lo que
me espera en casa.
Hay un instante en el que pienso en contarle a Doug lo que en
realidad ocurrió. Al menos estaré finalmente sacándolo de mi pecho. Pero
entonces pienso en lo que eso significa, lo que tendría que admitir y
enfrentar. Cada golpe, cada patada, una infancia llena de tortuosos
recuerdos. Voy a tener que sentirlo y no tengo un cuchillo o navaja para
apagarlo.
—Sí —respondo finalmente, mientras doblo un par de vaqueros y los
pongo en la bolsa.
Ella luce aliviada y horrorizada. —Bien.
Pasa unos minutos hablando con el doctor cerca de la puerta,
recogiendo los papeles que ellos le dan con una mirada medianamente
tolerante en su rostro. Recojo mis últimas cosas del cajón del vestidor junto
a mi cama. Mis puntos están fuera, pero todavía hay un poco de dolor
cuando giro mi abdomen, sin embargo, los doctores me aseguraron que
eventualmente me recuperaré completamente y probablemente seré
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61
Página
Callie
Estoy parada fuera de su habitación, jugueteando nerviosamente
mientras espero para entrar y ver a Kayden. Su mamá está con él y no
quiero entrar hasta que ella se vaya. No estoy segura de qué decir o si
hay algo que pueda decir cuando logre entrar. No hay una palabra
mágica que lo haga más fácil, y eso es aterrador.
El pasillo está lleno de gente y conversaciones, el caos es
desconcertante y añade fuego a mis agitados nervios. Por días he estado
escribiendo en mi diario acerca de qué le diría cuando lo viera por primera
vez. Estoy feliz de que estés bien. Lo siento. Gracias. Del último comentario
siempre me sentí culpable, pero no puedo sacármelo de la cabeza.
—Tienes aspecto de querer vomitar, Callie. —La voz de Seth
interrumpe mis pensamientos. Está parado al otro lado del pasillo, junto a
Luke, con los brazos cruzados mientras me mira preocupadamente—.
¿Deberíamos buscarte una cubeta o algo?
Sacudo la cabeza. —No, estoy bien. Además, ¿dónde buscarías una
cubeta?
Las comisuras de sus labios se elevan y en tres grandes pasos que
atraviesan el pasillo, se detiene frente a mí. —Sabes que él está bien, ¿no
es así? Sigue siendo Kayden, sólo que uno jodido que probablemente te
necesita ahora más que a nada.
—Sí, supongo. —Me cruzo de brazos, y luego los suelto de nuevo,
incapaz de quedarme quieta.
Él abre sus brazos y me empuja en un abrazo. —Solamente inhala
profundamente y exhala.
Asiento y succiono aire por mi nariz antes de dejarlo escapar por mis
labios, tal y como me instruyó. Pero mientras la puerta se abre, mi pecho se
contrae junto con mi corazón mientras Maci Owens sale. Ella está vestida
como si fuera a una cena de lujo y eso me parece ridículo. Su cabello está
atado en un moño y usa un intenso delineador y lápiz labial, un vestido azul
y tacones negros. Mis sentimientos oscuros hacia su vestimenta y
apariencia pueden ser derivados del hecho de que ella está aquí y no se
ve para nada molesta.
Sus tacones altos suenan mientras sale junto a una de las enfermeras.
Tiene su teléfono en una mano y un par de guantes en la otra. Pasa junto a
mí y la mujer que antes me había recibido con una amigable sonrisa,
apenas me reconoce. Probablemente sigue enojada por cómo reaccioné
cuando ella trató de decirme que Kayden se hirió a sí mismo.
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Yo mantengo mi mirada fija en ella mientras va por el pasillo, y
entonces Seth me codea, haciendo que aparte la mirada y me fije en él.
—¿Eh?
Asiente en dirección a la puerta. —Deja de preocuparte por ella y
entra.
Miro a Luke. —Tal vez tú deberías ir primero.
Rápidamente sacude la cabeza. —Creo que él preferiría verte a ti
primero.
No estoy segura de que tenga razón, pero decido entrar. Inhalo otra
bocanada de aire para prepararme y entonces entro. Siempre he
pensado que las habitaciones de hospital son los lugares más depresivos
que existen, pero ésta en particular es mucho peor. Las paredes no tienen
adornos, el piso está manchado y la cama se encuentra perfectamente
hecha para el siguiente paciente.
Kayden está parado en medio de la habitación con una mochila
sobre su hombro. En mi cabeza había estado imaginando que él estaría
acostado en una cama, viéndose impotente y asustado. Es más alto de lo
que recuerdo e instantáneamente levanto mi cabeza para encontrarme
con sus ojos esmeraldas. Su cabello castaño está un poco más largo y
tosco, colgando sobre sus orejas y ojos, además de que parece no
haberse afeitado en un largo tiempo, dejando su rostro algo desalineado.
Hay otra cicatriz en su mejilla y un vendaje en su muñeca, junto a una serie
de bandas de goma. Su cuerpo parece sólido, pero su expresión se ve
débil y frágil.
—Callie —dice, viéndose sorprendido y un poco enojado de verme.
Su mochila cae de su brazo y golpea el suelo.
—Hola. —Parece que es la cosa más tonta que podría decir, pero es
la primera palabra que salta en mi cabeza.
Las comisuras de sus labios comienzan a elevarse, pero entonces eso
desaparece y yo me pregunto si alguna vez realmente las vi. —No deberías
estar aquí —dice él.
Mi corazón se contrae y forma nudos atados tan fuertemente que
todo comienza a romperse en pedazos. No sé qué hacer o qué decir, así
que le hablo de mi viaje por carretera. Él no está feliz y de repente se
marcha, pasando junto a mí con apenas una mirada. Entonces estoy sola,
incapaz de moverme o respirar. Todo en lo que puedo pensar es que éste
es el final. El final de mi felicidad.
Después de estar parada en medio de la habitación por una
eternidad, Seth finalmente entra. Se acerca a mí como si yo fuera un gato
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asustadizo y yo me miro las uñas, preguntándome si él piensa que lo voy a
rasguñar.
—Oye. —Mete las manos en sus bolsillos y da pasos cautelosos hasta
que queda parado frente a mí—. ¿Quieres ir por ese desayuno? La primera
tanda de panqueques me llama.
Amo que no me pregunte qué ocurrió. Si tuviera que hablar,
probablemente me desmoronaría en pequeños pedacitos que se
quedarían atascados en las grietas del sucio piso. Asiento y él me abraza,
sacándome de la habitación y manteniéndome a su lado.
***
Comienza diciendo foodgams (Comida + Orgasmo), “gams” sin la or, por tanto después
3
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#35 Camina, no corras
Callie
S
eth y yo hemos estado pasando un montón de tiempo en la
cafetería, en parte porque él cree que necesitamos comer
panqueques todo el tiempo, y también porque estamos
evitando desayunar en mí casa, como resultado del primer encuentro
entre Seth y mi mamá. No fue nada más que pura incomodidad desde el
comienzo.
—Un placer conocerte, Seth. —Mi mamá estiró su mano y Seth la
tomó educadamente. Ella usaba un delantal blanco encima de un vestido
floral, con un aspecto muy de los años sesenta. La cocina olía a canela y
los sartenes siseaban encima del horno.
—Un placer conocerla, también. —Seth dejó escapar su mano y
tomó nota de la excesiva cantidad de luces Navideñas que cuelgan en lo
alto de las paredes, el Papá Noel y los figurines de renos que llenaban
todos los estantes y mostradores—. Le gusta decorar, ¿eh?
Mamá volteó los huevos en el sartén, luego tomó un bol para
mezclar de la encimera y comenzó a batir la mantequilla.
—Oh, sí, amo las fiestas. Son tan divertidas. ¿Qué hay de ti?
Seth levantó las cejas y sacó una silla de la mesa. —¿Si me gustan las
fiestas? No, en realidad no. —Se sienta y yo me reúno con él, leyendo el
mensaje que tenía de Luke.
Luke: ¿Has oído de él?
Yo: No... ¿Y tú?
Luke: No, aunque hice una parada en su casa.
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***
aire invernal. Tan pronto como cierro la puerta, los neumáticos giran en la
Página
nieve mientras él se aleja sin mirar atrás. Aunque tengo ganas de seguirlo,
me doy la vuelta y camino hacia la cafetería con la cabeza gacha.
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Kayden
Oficialmente, soy el idiota más grande del planeta mientras salgo del
estacionamiento. He desairado a la chica más triste del mundo no una,
sino dos veces, y por encima de eso, la besé. Soy un maldito idiota. Puedo
verla mirando el auto mientras salgo hacia la carretera, su cabeza gacha,
probablemente se siente como la mierda.
Pero es por su propio bien. Eso es lo que me sigo diciendo. Un día ella
mirará hacia atrás, hacia todo esto, y estará feliz de no tener que lidiar con
esto durante el resto de su vida. Mis cargas y problemas deben ser míos y
sólo míos.
Aun así… besarla de nuevo ha sido un gran problema. Estoy
conduciendo lejos de la cafetería, el fango del camino azotando contra
el parabrisas mientras voy por la carretera principal en el auto de mamá.
Mi corazón está actuando estúpidamente, palpitando casi tan rápido
como el auto y mis labios están ardiendo por la sensación de los suyos. El
interior del coche también huele a ella, y no puedo dejar de pensar en lo
bien que huele cuando estoy a su lado y cómo se siente tocarla.
Nunca debí dejar la casa. Mi mamá estaba ebria, sin embargo yo
quería algo para comer. No quería que ella manejara borracha, así que
me ofrecí para ir. Pero salir en público no fue una buena idea. Demasiada
gente que conozco, y demasiadas opiniones. Y entonces Callie… estando
ahí… verla…
Lágrimas amenazan con salir de mis ojos mientras la dejo atrás, en el
café, el dolor y la tristeza haciéndome querer detenerme. No puedo dejar
que los sentimientos salgan a la superficie, no cuando no tengo forma de
detenerlos después. Tendría que lidiar con ellos y no puedo. Pero mis ojos
se siguen llenando de agua y se está volviendo malditamente difícil ver.
Todo parece blanco, opaco, y no puedo concentrarme en la carretera.
Tengo que evitar que el nudo en mi pecho se apriete todavía más.
Sosteniendo el volante, me estiro para alcanzar la guantera,
esperando que mi mamá tenga un destornillador o algo afilado ahí dentro.
Sólo necesito una solución rápida para apagar esto temporalmente. Sigo
mirando la carretera mientras busco en la guantera. Hay un montón de
papeles, un lápiz labial, y un paquete de ambientadores.
—¡Mierda! —No hay nada filoso. Cierro la consola y me enderezo
justo a tiempo para ver un pequeño auto azul deteniéndose en medio de
la calle, con el tubo de escape soplando una oscura nube de humo negro.
Golpeo el pedal y mi auto chilla tratando frenar. La nieve y el fango
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7
#2 No pienses demasiado tantas cosas.
Kayden
H
a pasado una semana y media de que fui dado de alta y
estoy jodidamente cabreado. E impactado. Y un montón de
otras cosas que no puedo ordenar. La última vez que vi a
Callie fue cuando la dejé en la cafetería. Ella trató de llamarme y
textearme unas veces, ya que huí de ella, pero nunca contesté.
Sin embargo, estar atascado en la casa es duro, y un poco
deprimente, especialmente cuando el día de navidad fue ayer y pasó
inadvertido. Pero siempre ha sido un poco así, supongo. Mi madre ha
limpiado los cuchillos y las maquinillas de afeitar y cada objeto afilado en
la casa. Si es para beneficio de mi padre o para el mío, no estoy seguro. Mi
hermano mayor, Tyler, todavía está afuera pasando el rato. Supongo que
perdió su trabajo y su casa, así que está de colado en el cuarto debajo de
las escaleras, donde solíamos escondernos cuando éramos niños. También
está bebiendo más o menos como mi madre. Mi padre no ha estado en
casa desde que regresé. Mi madre dice que está en un viaje de negocios,
pero en secreto me pregunto si se está escondiendo hasta que pueda
asegurarse de que no voy a hablar sobre los que pasó esa noche.
—Buenas noticias —dice mi mamá cuando entro en la cocina. Es
temprano en la mañana pero ella ya está vestida, su cabello está hecho y
ya tiene puesto su maquillaje. Está sentada en la mesa sorbiendo un café
con una revista frente de ella y una botella de vino media vacía.
Me dirijo hacia la alacena.
—¿Ah, sí?
Levanta la taza de café.
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—Sí, si consideras no ir a la cárcel como buenas noticias —Le da un
sorbo a su café y pone la taza otra vez en la mesa—. Creo que Caleb y tu
padre han llegado a un acuerdo. Le daremos diez mil dólares a cambio de
que no presente cargos.
—¿Eso es siquiera legal?
Abro la alacena y saco una caja Pop-tarts.
—¿Importa si no lo es?
—Además, ¿cómo sabes que no tomará el dinero y todavía presenta
cargos? Él no es un tipo bueno y honesto.
—No, es el tipo a quien golpeaste —Levanta la leche en polvo y sirve
algo en su café—.Ahora deja de discutir. Así es como tu padre lo está
arreglando. Y agradécele por lo que está haciendo.
Sin intención resoplé con una risa.
—Agradecerse —Hago un ademán a mi costado, el cual está
comenzando a cicatrizar—, ¿por qué? ¿Por esto?
Ella levanta la taza a su boca y me frunce el ceño sobre el borde.
—¿Qué? ¿Las heridas que te hiciste tú mismo?
Cierro de un portazo la alacena y eso la hace brincar.
—Sabes que eso no es verdad… y desearía… desearía que… —
Desearía que por una vez admitiera que lo sabe, pero no le importa. Sería
mejor que ella pretendiendo que nada de esto existe.
Pone la taza en la mesa y hojea una página de su revista,
encogiéndose de hombros despreocupadamente.
—Todo lo que sé es que te cortaste a ti mismo y tu padre ni siquiera
estaba aquí esa noche.
—Mamá, estás tan llena de...
Golpea su mano abajo en la mesa y su cuerpo está temblando.
—Kayden Owens, ya no vamos a hablar de esto. Se ha ocupado de
eso y estamos continuando porque eso es lo que hacemos.
Me reclino contra el rincón, doblo mis brazos detrás de mi espalda y
agarro la encimera.
—¿Por qué siempre lo estás protegiendo? Deberías estar protegiendo
a tus hijos…pero ni siquiera admitirás que las cosas están pasando.
Retrocede bruscamente de la mesa, agarra su revista y café, y se
apresura hacia la entrada.
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—¿Sabes cómo es crecer tan pobre que tu madre tiene que
venderse a sí misma en la esquina, que todo lo que puedes tener son un
par de zapatos usados de la tienda local de segunda mano?
Mi madre nunca ha hablado sobre su niñez o de su madre, así que
estoy impactado.
—No…pero preferiría crecer sin buenos zapatos a crecer sin palizas
todos los días.
Ella balancea su brazo hacia atrás y me lanza la taza. Pasa volando
mi cabeza y se hace añicos contra la pared. Afilados fragmentos se
esparcen sobre todo el piso y se atoran en las grietas del embaldosado.
—Tu ingrata cabrón. No tienes idea de lo afortunado que eres.
Está temblando de su ira y sus ojos están saltones.
Echo un vistazo de ella a los fragmentos rotos en el piso y entonces
de vuelta a ella con mi boca colgando abierta. Nunca ha estado así de
molesta antes. Normalmente es sumisa. Pero tan rápido como el fuego
incontrolado viene, se ha ido y las flamas y la rabia en sus ojos se disipan.
Pasa sus manos hacia abajo por su cabello, peinándolo hacia atrás en su
lugar antes de salir de la habitación y me deja para limpiar el desastre.
Consigo una escoba del armario y lo barro, observando los pedazos rotos
caer en el bote de la basura mientras vacío el recogedor. Noto que algo
del itinerario del viaje a París y también a Puerto Rico en la basura y me
pregunto si es a donde mi papá fue. Esos lugares parecen más como unas
vacaciones, que un viaje de negocios.
Mientras guardo la escoba en su sitio, me pierdo en la noche, la
incontrolable ira en los ojos de mi padre, y la sensación de no conocer las
superficies en mi pecho. ¿Qué me va a pasar? ¿Cómo me preparo para
encajar otra vez en la vida cuando pensé que había caído en la muerte?
¿Y, siquiera alguna vez, tendré una vida para encajar en ella otra vez?
Mi mamá puede pretender que quiere eso y que se solucionara
perfectamente—que ellos podrán pagarle a Caleb y mantenerle la boca
cerrada—pero tengo mis dudas y no estaré ni un poco sorprendido si toma
el dinero y todavía presenta cargos.
Continúo analizando mis planes mientras bajo a la habitación en el
sótano y me siento en el silencio. Saco mi teléfono de bolsillo y miro
fijamente la pantalla con mi dedo cerniéndose sobre el botón HABLAR.
Quiero llamar a Callie demasiado. Porque se siente como que ella podría
ayudarme, hacerme saber algunas respuestas, darme una razón para
resucitar otra vez.
—Hola, hombre —Tayler entra a trompicones en la habitación y
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azota la puerta cerrándola con su codo. Tiene una bolsa de papel café en
Página
su mano e inclina su cabeza atrás y toma un trago de lo que sea que esté
adentro y entonces limpia su cara con la manga de su camisa y dirige su
bolsa hacia mí.
Sacudo mi cabeza y guardo mi teléfono, tomando la interrupción de
Tyler como una señal para no hablarle a Callie.
—No gracias, hombre.
Se encoge de hombros y toma otro trago antes de tumbarse en el
sofá de piel frente al mío. Se ve más como que está a finales de sus treintas
que de sus veintes y sus ropas están andrajosas y raídas.
Le falta uno de sus dientes, dice que es por una pelea, pero me
pregunto si es un adicto del crack o algo por todas las llagas de su rostro.
Su cabello marrón es corto y se está quedando calvo, y apesta a humo y
alcohol.
—¿Por cuánto tiempo te quedarás aquí? —Levanta sus pies en la
mesa y hay un agujero en la suela de sus zapatos.
—No tengo idea —Tomo el control remoto de la mesita del café y lo
apunto a la pantalla de la televisión—. Supongo que depende con lo que
pase con esta cosa de Caleb.
Quita la bolsa de papel de la botella de vodka y levanta la punta de
la botella en su boca.
—Sí, ¿por qué fue eso?
Bebe un trago y entonces azota la botella abajo en la mesa. Hay un
círculo rojo alrededor de su boca por presionar la botella alrededor de ella
y me pregunto si duele o si incluso lo siente.
Me giro hacia la tele y comienzo a cambiar los canales. No quiero
hablar con él cuando está tan borracho que no recordará una palabra.
Aunque esté probablemente mal, todavía tengo un sentimiento amargo
hacia él por dejarme tirado cuando era un niño y así que podría
convertirse a esto.
—Se le llama vida.
Ríe incrédulo.
—¿Se le llama “vida” moler a golpes a alguien?
—Fue nuestra vida por un rato —digo y se mueve nerviosamente
incómodo. Golpeo mis nudillos en mi cuello, resistiendo la urgencia de
embestir mi puño en la mesa enfrente de mí—. Ni siquiera lo molí a golpes.
Rompí su nariz, le saqué unos dientes, y le hice moretones en su cara. Eso es
todo.
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Página
—Sí, pero ¿qué te hizo Caleb Miller? —presiona—. La última vez que
estuve aquí, parecía un buen tipo.
Hago reventar mis nudillos otra vez, presionándolos tan fuerte como
puedo, hasta que la piel se siente como que se va a romper.
—Es un jodido idiota quien se escapó de algo que debería estar en
la cárcel. Lo que le hice fue algo menor comparado con lo que se le
debería hacer —Me pongo de pie porque ya no quiero hablar de eso.
Se gira en la silla, siguiéndome con sus ojos inyectados en sangre.
—¿No lo golpeaste y dejaste inconsciente?
Sacudo mi cabeza mientras abro la puerta de un tirón.
—Nop —Pensé que lo hice, pero resultó que sólo estaba fingiendo. Sí,
su cara se veía como un jodido arándano con grumos, pero para cuando
la policía me puso en la parte de atrás del auto, él estaba de pie y
haciéndose la víctima.
Camino afuera, terminando con la conversación. No tengo puesto
un abrigo, solo una sudadera con capucha, pero le doy la bienvenida al
frío mientras camino cruzando el congelado jardín delantero, pisoteando
la nieve, con mis brazos a mis costados. Ambos autos se han ido de la
entrada, pero la motocicleta está en la cochera con la llave en ella. Paso
mi mano a través del asiento de piel, pensando sobre la última vez que la
monté y cómo la destrocé tratando de brincar por encima de la colina. Es
negra, brillante, y no está hecha para brincar, pero estaba fanfarroneando
para un montón de chicas y terminé derrapando en la suciedad y
dándome un raspón brutal de carretera. Eso fue algo menor comparado
con algunas de las cosas que mi padre me ha hecho e incluso algunas de
las cosas que me he hecho yo mismo.
Haciendo girar mi muñeca y sintiendo un ligero dolor dentro del
músculo de mis cortadas, balanceo mi pierna sobre el asiento, giro la llave,
y piso el acelerador mientras mantengo el freno. El motor y los agotados
tubos de escape vuelven a la vida y por medio segundo me siento vivo.
Levanto mis pies, suelto el freno y salgo rápidamente de la cochera hacia
la carretera. Hace mucho frío, pero podría ser peor. Es de hecho un día
cálido para Afton y las calles están despejadas. Puedo lidiar con eso
mientras maneje lentamente. Solo necesito ir a algún lugar.
A cualquier lugar, menos aquí.
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Página
Callie
Ha pasado un poco menos de una semana desde que vi a Kayden
en la cafetería. Le envié un mensaje y le llamé un par de veces y siempre
termino llorando porque no va a responder. No puedo dejar de pensar en
el vacío en sus ojos y la ira en ellos cuando se apartó. Seth le ha mandado
mensajes unas veces, pero siempre quedan sin respuesta. Me mata que no
ha habido ningún contacto con él y que está en esa casa, a solas con su
terrible familia, guardando silencio sobre su vida. Silencio. Silencio. ¿Por qué
es siempre sobre el silencio? Deseo tanto que podamos decirle al mundo y
ser libre de las cadenas que arrastramos.
Seth y yo hemos estado pasado mucho tiempo fuera de mi casa,
saliendo a la cafetería, comiendo demasiados panqueques, y paseando
por los caminos sin rumbo alguno, cualquier cosa que me mantenga lejos
de mi madre. No es que ella haya sido terrible, pero sigue recordándome
de mi obligación con mi hermano y con Caleb, ya que son un “paquete”.
Pero ayer era Navidad y ella nos obligó a quedarnos en la casa todo el
día. Eso no fue bien y acabamos de entrando en una discusión cuando
ella me apartó y me dijo que piensa que no debería salir más con Seth.
—Tiene una gran boca —dijo—. Y no me gusta su actitud.
—No tiene por qué gustarte, mamá —le respondí—. Pero él es mi
amigo y seguirá siendo mi amigo.
Eso no pasó muy bien y empezó a darme lecciones sobre la niña que
perdió, la que no dejo de ser impertinente.
—¿Qué estás pensando? —pregunta Seth. Estamos en la habitación
encima del garaje. Es un muy buen día, la luz del sol se derrama por toda
la nieve y el hielo, derritiéndolo. He estado analizando durante un rato,
viendo su reflejo contra el hielo, luciendo tan perfecto, pero sé que si doy
un paso fuera, el frío y lo resbaloso no podrían sostener la perfección—.
Tienes esta extraña expresión en la cara... como si estuvieras pensando en
matar a alguien.
Estoy de pie junto a la ventana, golpeando un saco de boxeo con
el puño desnudo. Mi padre lo colocó en la habitación hace unos días,
después de que mi madre se lo dio en Navidad como una forma de
“ponerse en forma”.
—Sólo estoy pensando en cosas.
Voltea una página de la revista que está mirando mientras descansa
sobre su estómago en la cama.
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—¿Cómo qué?
Página
Niego con la cabeza y golpeo con fuerza mi puño en la bolsa,
apenas moviéndola. Hay perlas de sudor en mi cuello y mi cola de caballo
se está soltando de la elástica.
—Nada. No es nada... sólo el clima.
Ladea una ceja mientras echa un vistazo desde la revista. Tiene un
par de pantalones vaqueros y una camisa a rayas y este collar de cordón
de cuero alrededor de su cuello.
—¿El clima?
Me encojo de hombros, giro la cadera hacia un lado, y luego lanzo
la rodilla hacia arriba, aplastando el pie contra la bolsa una vez más. Sin
aliento, me acomodo en la cama, el piso frío de concreto contra mis pies
descalzos, me apuro y salto sobre el colchón.
—Sí, a veces me gusta analizarlo y lo que todo ello podría significar
en relación con la vida.
Vuelve una página mientras me mira boquiabierto.
—Eres una chica muy extraña. ¿Lo sabías?
Asiento mientras meto mis pies debajo de la manta.
—Me lo han dicho un par de veces.
Suspira y mira mi ropa. Todavía tengo puesta mi pijama, sin
maquillaje, y huelo a sudor.
—¿Estás pensando en quedarte vestida así todo el día? Tenía la
esperanza de salir.
Me apoyo contra la pared, abanicándome con mi mano delante de
la cara para tratar de refrescarme.
—¿A dónde?
—Donde sea menos aquí.
—Este lugar ya te está desgastando, ¿no?
Sacude la cabeza y empieza a leer la página que tiene en frente.
—No, pero esta habitación sí y el hecho de que te mantengas
atontada en el mundo de Callie. Me estás haciendo un holgazán... te has
vuelto floja desde ese día que corriste hacia Kayden en el café.
Me mira a escondidas a través de sus largas pestañas negras. Un
mechón de su pelo cae en sus ojos, pero no se molesta en apartarlo.
Parece que está esperando que le diga algo.
—¿Qué pasa? —le pregunto, poniendo mi brazo sobre el estómago.
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Página
Frunce el ceño cuando voltea enérgicamente otra página y, por
accidente, rompe la esquina—. Estás ocultándome lo que ocurrió en el
café... cuando corriste hacia afuera.
—No, no lo hago —Miento porque tengo miedo de hablar de eso,
miedo de lo que Seth me dirá que eso significa.
Me señala con el dedo con los ojos entrecerrados.
—No me mientas, Callie. Sólo dime que no quieres decirme. No
mientas.
Mi cara se hunde mientras frunzo el ceño.
—Lo siento. No quiero hablar de ello. Va a ser muy duro... saber lo
que significa... saber cómo me siento.
Hace una pausa mientras me valora y luego desliza su mirada hacia
la ventana donde mi cuaderno se encuentra.
—¿Has escrito al respecto?
Niego con la cabeza y limpio un poco el sudor de mi cara con el
dorso de la mano.
—No quiero.
—¿Alguna vez has escrito acerca de cómo te sentiste esa noche...
sobre Kayden?
—No lo he hecho —le digo—. Y, como he dicho, la verdad es que no
quiero.
Endereza sus brazos y se empuja hacia arriba de la cama. Se
arrodilla y se escabulle cerca de mí hasta que esté a mi lado.
—Tal vez deberías. Tal vez debería escribirle a Kayden una carta,
diciéndole cómo te sientes, no sólo por lo que pasó, sino de cómo te
sientes acerca de él.
—Seth, no creo que pueda —Ruedo sobre la espalda y miro hacia
las manchas en el techo—. Tengo miedo de lo que voy a terminar
escribiendo... Tengo miedo de lo que realmente siento y cómo va a
reaccionará él —Me temo que lo que estoy forzando a permanecer
encerrado dentro de mi corazón se liberare y voy a tener que lidiar con
eso.
Toma mi mano en la suya y un lado de sus labios se levanta.
—Callie, cariño, creo que si los dos hemos aprendido algo en
nuestras vidas es que vivir con miedo no es una buena manera de vivir.
—Lo sé —digo en voz baja, al darme cuenta de lo mucho que he
86
***
Una hora más tarde, salgo del garaje, sintiéndome más ligera, casi
como si estuviera volando. Seth tenía razón. Escribir todo lo que siento es
una buena idea. Me siento mucho mejor. Es extraño, ya escribo sobre
Kayden todo el tiempo, pero es diferente escribirle porque sé que algún
día, si alguna vez tengo el coraje, él podría leerlo.
Me dirijo a la entrada donde Luke me está esperando en su
camioneta, listo para llevarnos a Seth y a mí afuera un rato, Seth baja antes
que yo, y mientras yo bajo por las escaleras se ríe sobre algo y eso me
hace sonreír. Es un día ventoso, las nubes pesadas. No está nevando
todavía, pero probablemente será por el final del día.
Estoy a mitad de camino por el sendero, ansiosa por alejarme de la
casa por un tiempo, cuando la puerta de la casa se abre y Jackson sale.
Su cabello castaño esta húmedo y tiene un grueso abrigo verde,
pantalones vaqueros, y un par de botas con los cordones desabrochados
y arrastrando por la nieve.
—Oye, necesito hablar contigo —Trota por la escalera, poniendo la
mano en la barandilla.
87
Página
Me detengo y espero por él cerca de la escalera, colocándome la
capucha de mi abrigo sobre la cabeza y metiendo las manos en los
bolsillos.
—¿Por qué?
Se detiene en el último escalón y estiro el cuello para mirarlo.
—Acerca de tu lealtad a la familia —dice.
La brisa helada pellizca mis mejillas.
—Ya soy leal a esta familia.
Sacude la cabeza y señala con el dedo hacia el camión oxidado
de Luke estacionado al final de la entrada.
—No, si estás saliendo con él.
—¿Con Luke?
—Con el mejor amigo de Kayden.
Empiezo a caminar, pero sus dedos se enganchan en mi brazo y
entierra sus uñas agresivamente en el tejido de mi chaqueta mientras me
jala de nuevo hacia él.
—¿Sabes que él estaba allí esa noche? —gruñe—. Luke estaba allí
cuando Kayden golpeo a Caleb y él ni siquiera trato de detenerlo.
Tiro de mi brazo, pero él constriñe su agarre.
—Jackson, déjame ir —Jalo mi codo y tuerzo mi brazo de nuevo y el
tira de él, pero no deja que me vaya—. Por favor, me estás haciendo
daño.
Sus ojos son tan gélidos como la nieve bajo mis pies y sus dedos se
desenvuelven de mi brazo. Me tropiezo a un lado y presiono mi mano a un
lado de la casa para equilibrarme.
—He sido el mejor amigo de Caleb desde que tenía seis años, Callie,
y tu solías ser su amiga también.
Camino por el camino alejándome de él, temblando por la
confrontación.
—No quiero hablar más de esto.
—Nunca quieres hablar de nada, Callie —Inclina su rodilla y da un
paso hasta el siguiente escalón sin darse la vuelta—. Solo te cierras y te vas
a tu pequeño lugar extraño.
—¡Porque tengo que hacerlo! —Me doy la vuelta y corro por el
camino. Ese pequeño lugar extraño al que se está refiriendo es más un
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hogar de lo que este lugar será nunca. Este lugar tiene recuerdos que me
apuñalan cada vez que pongo un pie dentro de ella.
Me subo a la camioneta y el aire caliente que sale de los orificios de
ventilación me consuela. Subo sobre el regazo de Seth, porque se niega a
“sentarse como una chica” y colocarse en el centro. Una vez que me
coloco allí y con el cinturón de seguridad abrochado, Luke pone la
camioneta en reversa y retrocede por el camino. Mi hermano está de pie
en las escaleras, viéndonos con las manos en los bolsillos.
—¿Cuál es su problema? —pregunta Seth, asintiendo hacia Jackson.
—Él está molesto por cosas —Coloco mis manos delante de la
ventanilla de calefacción para calentarlas. Puedo sentir las miradas de
Luke y Seth en mí, pero yo no quiero verlos. Con la cabeza gacha, respiro
por la nariz para obligar a irse a las lágrimas calientes que quieren salirse.
El camión pasa por baches mientras que Luke pasa sobre el
pequeño banco de nieve al final del camino de entrada, luego embiste la
dirección y bajamos la velocidad por la carretera nevada. La radio se
reproduce tranquilamente en el fondo y el motor hace esos ruidos
tintineantes. A mitad de camino por la ciudad, Seth y Luke sacan sus
cigarrillos y bajan las ventanas para que puedan fumar. Hace frío y lleno
de humo y mi cabeza cae a un lugar muy oscuro.
Me gustaría poder hacerlo. Me gustaría poder entrar en la casa,
cuando mi madre y mi padre y Jackson estén sentados alrededor de la
mesa.
Tendría una voz firme, no una inestable, y por fin les diría.
Ellos me abrazarían, me consolarían y me dirían que todo estaría
bien.
Pero sé que eso no es lo que pasaría. Ya han pasado seis años desde
que ocurrió y cada año que paso en la sombra del silencio es otro peso
sobre mi hombro. Esto hace que sea más difícil de decir la verdad y el
tiempo hace que sea más difícil que la gente entienda.
Seth y Luke lanzan sus cigarrillos por la ventana mientras damos
vuelta por el camino de Luke. Copos de ceniza gris golpean de nuevo en
la cabina y aterrizan en mi ropa. He visto su casa antes, cuando mi madre
me llevaba a la escuela, pero nunca he estado allí, ni sé mucho acerca de
su madre y su padre, aparte de que se divorciaron cuando él era
pequeño. Es una casa más pequeña, con revestimiento verde que
necesita desesperada de algo de pintura. Hay unos pocos centímetros de
nieve en el patio y un árbol en el centro cerca de un camino que conduce
hasta el pórtico.
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Luke mete el camión en el estacionamiento y gira la llave,
silenciando el motor. Mira fijamente a su casa mientras quita la llave del
encendido y lo mete en el bolsillo de su sudadera negra.
—Mi mamá no está aquí —explica—. Y sugiero que nos vayamos
antes de que vuelva.
—¿Qué es exactamente lo que haremos aquí? —pregunta Seth
mientras empuja su dedo pulgar en la hebilla para desbloquear el cinturón
de seguridad. Luego empuja el botón en la mía, liberando mi cintura de la
correa.
—Estamos haciendo un plan —afirma con una mirada pensativa en
su rostro mientras se pasa la mano por su cabello corto.
Seth y yo damos un vistazo.
—¿Un plan? —decimos al mismo tiempo.
—Para salir de este lugar —Voltea el mango y empuja la puerta
abierta—. Yo no sé ustedes, pero estoy harto de estar aquí. Es deprimente.
—¿A dónde nos iríamos? —me pregunto mientras Seth abre la puerta
del camión y salta hacia la ligera capa de hielo que cubre el camino
delgado.
Luke salta y mira atrás dentro de la cabina hacia mí con la mano
apoyada en la parte superior de la puerta.
—Donde sea menos aquí.
Echo un vistazo a su casa, preguntándose qué hay de malo en ello.
Me deslizo en el asiento hacia la puerta abierta donde Seth me está
esperando con la mano extendida para que yo la tome.
—¿Alguna idea exacta de a dónde iríamos? —Deslizando mis dedos
en los suyos, doy un salto y se resbalo sobre el hielo, pero Seth me atrapa
por el brazo y me salva de una caída muy dolorosa.
—A algún lugar barato —dice Seth mientras me ayuda a conseguir el
equilibrio—. Yo no sé ustedes, pero estoy casi en banca rota después de
comprar todos los regalos de Navidad.
—Todavía no puedo creer que hayas comprado todos los regalos de
Navidad en el Mini súper —le digo mientras cierra la puerta. Juego con la
pulsera de la máquina de cincuenta centavos que me dio y que tiene una
medalla de oro de un oso de peluche en ella que me recuerdan “tiempos
mejores”, me dijo cuándo me lo dio. Se refería a la feria donde Kayden y
yo nos besamos por primera vez y donde también ganó un oso de peluche
para mí, que vestimos y dejamos un letrero de Llévame a casa escrito en
él.
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Página
—Oh, ya sabes que amas la tuya —me sonríe y engancha su brazo
con el mío y vamos después de Luke por el sendero hasta la puerta
principal de su casa.
Luke empuja la puerta y da un paso a un lado para sostenerla para
Seth y para mí. Nos volteamos hacia un lado para poder pasar por la
puerta sin soltarnos el uno del otro, Luke nos sigue y cierra la puerta.
Me da la sensación de que algo anda mal en el momento que doy un
paso al interior. Hay cortinas pesadas y rayadas bloqueando las ventanas,
así que es muy oscura y húmeda. Los sofás de color naranja y marrón a
cuadros están cubiertos de plástico y hay una alfombra de plástico
esparcida en la mayor parte de la alfombra peluda de color marrón. Hay
estantes construidos en las paredes y cada uno está lleno de hileras de
figuras de animales que son coordinadas por la raza. Plantas decoran las
ventanas y se alinean de menor a mayor, pero todas son de color marrón y
moribundas. También es demasiado fría y puedo ver mi aliento resoplando
en frente de mi cara, mezclándose con el polvo.
—¿Qué pasa con todo el plástico? —pregunta Seth mientras Luke
hace su camino hacia el pasillo en el rincón trasero de la habitación.
Luke se encoge de hombros mientras da un golpe al termostato con sus
dedos—. Mi mamá está loca.
No pronunciamos una palabra más. Abandonamos la sala de estar y
nos dirigimos abajo al pasillo. Noto como de desnudas están las paredes,
no hay fotos, no hay imágenes, no hay decoración y se vuelve más frío a
medida que avanzamos hacia el final de la casa. Me estoy poniendo un
poco nerviosa, especialmente porque el aire está realmente sucio y se está
haciendo difícil respirar. Sin embargo, cuando alcanzamos el final del
pasillo, Luke abre la puerta y camino dentro de la habitación, y el aire se
aclara.
—Esta es mi habitación —dice Luke incómodamente y luego dice
una broma—: Ustedes dos son las únicas personas, además de Kayden,
que se han atrevido a caminar dentro de este agujero de mierda.
Camino en círculos mientras me doy cuenta de la cama hecha, los posters
de bandas clavados en las paredes, y el escritorio con una computadora
encima que luce como de los noventa. Todo luce muy limpio y ordenado,
no en un modo inusual como la sala de estar—. No es un agujero de
mierda —le aseguro—. Es tu habitación.
Luce feliz con mi respuesta y sus rígidos hombros se relajan un poco.
—Bueno, estoy agradecido que pienses eso porque carajo, yo no lo
hago —acaricia el bolsillo delantero de su chaqueta y saca su paquete de
cigarrillos—. Oh, y por cierto, es jodidamente hilarante cuando maldices —
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No enciende su cigarrillo; sólo sostiene el paquete como si fuera su manta
de seguridad.
Seth se sienta en su cama y rebota arriba y abajo un poco y el
colchón chilla.
—Entonces, ¿cuál es tu brillante plan? —pregunta, cruzando una
pierna sobre su rodilla.
Sin soltar sus cigarrillos, Luke se enrolla las mangas y se acerca a una
silla que está frente a la computadora. Presiona el botón de encendido de
la torre y luego se sienta en la silla, esperando que el ordenador arranque.
Levanta el dedo y toma un iPod al lado de la computadora. Él tararea en
voz baja mientras se desplaza a través de las canciones y le doy a Seth una
mirada inquisitiva.
Seth levanta las cejas e inclina la cabeza hacia Luke.
—Así que, ¿vas a decirnos, o vamos a tener que adivinar?
—Van a tener que adivinar —Luke pone el iPod hacia abajo y hace
clic en una canción: "Running Away" de Hoobastank.
—¿Estamos adivinando por esta canción? —El rostro de Seth se
ilumina con entusiasmo mientras endereza su postura.
Luke asiente mientras abre un buscador y presiona sus dedos en el
teclado.
—Sí.
Seth da golpecitos con el dedo en su barbilla, disfrutando del juego.
—¿Estamos huyendo?
Luke pone un cigarrillo en su boca y luego aplaude.
—Bravo. Muy bien hecho.
Le doy a Seth una mirada confusa y él se encoge de hombros.
—¿Qué? Me encantan los juegos.
Suspiro.
—¿Soy la única a la que parece importarle que estemos hablando
de huir?
Ambos se encogen de hombros y dan vueltas por la habitación
mirando a todos los posters de Luke y los pequeños adornos esparcidos.
Seth toma su teléfono y empieza a enviar mensajes de texto mientras Luke
tipea en el teclado y hace clic con el ratón. Hay fotos en toda su
habitación, algunos de él con una mujer que se le parece mucho, y creo
que es su madre. También hay otra mujer que está con él en un par de
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Página
fotos que es mucho mayor que Luke, y tiene los mismos ojos marrones. Tal
vez es su tía o su hermana, pero yo pensaba que era mucho más joven.
Hay algunas de fotos de él con chicas al azar y un puñado que está con
Kayden. Ellos están de pie al lado de una moto negra y sonriendo y se ven
felices. La moto tiene una gran mella y el brazo de Kayden está raspado y
sangrando.
—La destrozó —aclara Luke. Cuando me doy la vuelta, me está
mirando desde el escritorio de la computadora mientras se recuesta en la
silla—. Estaba tratando de saltar por encima de una colina y la destrozó.
—Creo que lo recuerdo —Le echo un vistazo a la foto de nuevo—.
Ese fue el año en que no pudo jugar por un par de semanas, porque se
lastimo su brazo, ¿no?
—Sí, nos fue mal. Perdimos tres partidos consecutivos.
—Mi padre estaba tan enojado —Me doy la vuelta para mirarlo—.
Solía discutir con todos durante la cena.
—Oh, lo apuesto —La boca de Luke gira hacia arriba y me doy
cuenta de que no sonríe mucho—. Solía regañarnos todo el tiempo en la
práctica.
Pensar en Kayden hace doler mi corazón.
—Tal vez deberíamos ir a verlo —sugiero.
—Estaba pensando en eso —Hace clic con el ratón en el botón de
imprimir en la pantalla y la impresora al lado de la torre se ilumina—. Justo
después de eso planeo nuestra huida.
—¿No somos un poco demasiado grandes para huir? —pregunta
Seth, levantando la vista de su teléfono—. ¿No es más bien un viaje por
carretera, que es algo que yo propuse hace unos días?
—Suena más aventurero cuando dices huir —admito—. Como si
estuviéramos haciendo algo escandaloso.
Los hombros de Seth se sacuden hacia adelante mientras suelta una
aguda carcajada.
—Oh Dios mío, soy una mala influencia para ti.
Mi cara cae en un ceño fruncido.
—¿Qué dije?
Se pone de pie para empujar su teléfono en el bolsillo.
—Escandaloso. Eso es algo que yo diría —Rebota en la cama.
Me encojo de hombros y arrastro un dedo del pie sobre la alfombra
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Callie
P
ensé que estaría más asustada de lo que estoy. Las carreteras
están heladas y no hay nada más que dos ruedas y una
pequeña cantidad de metal entre el suelo y mi cuerpo. Pero
estoy abrazando a Kayden y mi cabeza está descansando sobre su
espalda, y estoy más feliz de lo que he estado en el último mes. Dejo que el
aire frío circule en mí mientras él va de un lado a otro, siguiendo las curvas
de la carretera. Pasamos a la gente en coches y en las aceras frente a las
tiendas que bordean la calle principal de la ciudad. Nos miran como si
estuviéramos locos. Pero está bien. Podemos estar locos juntos.
Cierro los ojos y bloqueo todo, respirando el olor del aire fresco de
invierno mientras aprieto mis brazos alrededor de la cintura de Kayden.
Siento su pecho contraerse, como si hubiera jadeado, pero la calma del
motor es todo lo que escucho.
Cuando la motocicleta empieza a desacelerar, abro los ojos.
Estamos estacionando en frente de la cafetería donde Seth y yo
desayunamos panqueques casi todas las mañanas. No me muevo de
inmediato. En serio, no quiero hacerlo.
Kayden aparca la moto en la parte delantera, cerca de las puertas
de entrada. Las centelleantes luces rojas y verdes parpadean y se reflejan
a través de la nieve. El aire huele a salchicha y café, y eso hace gruñir a mi
estómago.
—¿Estás viva ahí atrás? —pregunta Kayden, volviendo la cabeza y
mirándome por encima del hombro.
99
Página
Asiento, pero no aparto mi rostro de su espalda. Tengo miedo de que
si lo hago, desaparecerá.
—¿Callie? —dice Kayden—. ¿Estás bien?
Mis hombros bajan mientras dejo escapar un suspiro y luego me
obligo a apartarme de él. Me echo hacia atrás y lo miro a los ojos. —Sí,
estoy bien.
Frunce el ceño y traza una línea a través de mi mejilla con su dedo.
—Te ves congelada.
Toco mis pómulos y están entumecidas, o mis dedos lo están. —Tal
vez deberíamos entrar.
Kayden balancea su pierna sobre la moto y se pone de pie. Empiezo
a bajarme cuando mi teléfono vibra dentro de mi bolsillo. Lo saco, y
compruebo mis mensajes.
siento que me da una salida fácil, porque tal vez quiere unos minutos
conmigo.
Página
Asiento. —Sí, lo es, pero no sería Seth si no fuera raro.
Devuelve mi sonrisa y luego mueve la mano hacia la mía, vacilando
un instante antes de entrelazar los dedos, deslizando los suyos largos a
través de los míos, chiquitos. Lo miro y su pecho se hincha como si liberara
una respiración tensa de sus pulmones. No decimos nada. Sólo nos
aferramos al otro mientras nos dirigimos hacia la puerta de la cafetería,
que está decorada con el dibujo de Santa con una bolsa de juguetes.
Cuando entro, me doy cuenta de lo congelada que estoy. La
comodidad del aire caliente me envuelve y mi piel fría hormiguea. Hoy no
está muy lleno de gente la cafetería, pero aún así, elijo una cabina de la
esquina, escondida en la parte trasera, para conseguir la mayor
privacidad posible. Canciones de Navidad se reproducen en los altavoces
del techo y en cada mesa hay velas blancas. Es esa época del año donde
la gente es feliz y tratan de espolvorear las cosas con magia. Me gustaría
que espolvorearan un poco en nosotros.
Una vez que estoy en la cabina, saco mis brazos de la chaqueta de
Seth, lanzándola a un lado, y luego quito mi propia chaqueta que estaba
debajo de ella. Estoy un poco decepcionada de que Kayden eligiera
sentarse frente a mí, pero me recuerdo a mí misma: gato asustadizo, gato
asustadizo.
Instantáneamente, agarra el salero y lo gira entre sus manos,
canalizando su energía nerviosa. Está silencioso, excepto por el flujo de la
charla y el tintineo de vasos y cacerolas proveniente del interior de la
cocina. Me cuesta pensar en algo que decir mientras Kayden mira el
salero en la mano. Recupero un menú de la pila en la mesa, cerca del
dispensador de servilletas, y empiezo a leerlo otra vez.
La camarera viene a tomar nuestros pedidos. Es la misma que
coqueteó con Seth y me da esa mirada de complicidad, como si yo fuera
una puta. Su pelo está trenzado a un lado y la etiqueta con su nombre
dice “Jenna”. Creo que la recuerdo de la escuela. Era de un curso menor
que yo y amiga de Daisy McMillian.
—Hola, Kayden —dice, agregando una risita al final.
Él levanta la mirada y luego empuja el salero a un lado. —Hola,
Jenna.
—¿Cómo estás? —Le toca el brazo con los dedos bien cuidados,
acariciando sus músculos como si fuera un perro. Tengo este impulso loco
de golpear su mano para que la aparte. No me gusta porque no soy yo la
que lo toca—. Escuché que tuviste un accidente de coche o algo así.
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siquiera imaginar lo difícil que debió haber sido entrar en mi casa cuando
yo estaba así.
Página
Niego con la cabeza y me concentro en el ritmo desigual del pulso
en su mano. Todo es real, y es complicado mantener el ritmo. —Sólo fue
difícil porque... porque pensé que habías muerto.
Luce como si estuviera a punto de desmoronarse y yo estoy
acercándome al mismo lugar. Quiero aferrarme a él. Quiero que él se
aferre a mí, porque sé que si podemos sostenernos el uno al otro, podemos
superar esto. Pero de repente está alejándose y poniéndose de pie y no sé
qué hacer ni qué decir.
—Necesito marcharme —dice, sin mirarme a mí, sólo a la puerta en
la parte delantera de la cafetería—. Es lo mejor para ti... No te mereces
esto... no te merezco.
Tan rápidamente como lo volví a encontrar, está saliendo de mi vida.
Lo veo deslizarse alrededor de las mesas y luego sale por la puerta,
dejándome. Tengo que hacerle entender que lo entiendo. Tengo que
hacerle ver que merece ser feliz y que no me daña. Me levanto y me
apresuro hacia la entrada, sin importarme que todo el mundo me mire
como si estuviera loca. Golpeo mi mano contra la puerta de cristal y me
lanzo al frío, completamente indefensa sin mi chaqueta.
—A veces me provoco el vómito —tartamudeo mientras corro hasta
la moto con los zapatos deslizándose sobre la nieve.
Él se queda congelado sobre un pie y gira la cabeza. Sus ojos se
desplazan a través de mi cuerpo y me siento desnuda y expuesta. —
¿Haces, qué?
Aprieto las puntas de mis dedos en mi nariz y niego con la cabeza,
porque no puedo mirarlo cuando lo diga otra vez. —A veces me provoco
el vómito. —Le doy un momento y luego dejo caer mis manos a mi lado—.
Y no porque piense que estoy gorda. Es porque... —Doy un paso hacia él,
luego echo mi cabeza hacia atrás, mirando sus ojos esmeralda. Puedo ver
el reflejo de mí misma en ellos y luzco tan asustada como me siento—. Es
porque intento deshacerme de todos los sentimientos viles y repugnantes
dentro de mí. Con los que no puedo lidiar.
Me mira, y quiero decir, realmente me mira, y ahí esta esa conexión,
la comprensión de que somos dos personas que han sido destruidas, no por
nosotros mismos, sino por alguien más y estamos haciendo todo lo posible
para no rompernos en pedazos.
Espero a que reaccione y cuando no se mueve, decido hacerlo por
él. Me acerco, tanto que puedo sentir el calor saliendo de su cuerpo.
Entonces me pongo de puntillas, echo mis brazos alrededor de su cuello y
lo abrazo, rogando a Dios que me devuelva el gesto, porque a pesar de
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Página
Kayden
Estoy pasmado por lo que Callie me dice y al principio no le
entiendo. Se provoca el vómito. La pequeña y frágil Callie, se provoca el
vómito. Pero entonces explica por qué y tiene más sentido para mí que
cualquier otra cosa en mi vida. Me doy cuenta lo perfectos que somos el
uno para el otro y cuan desastroso podríamos acabar. Porque aunque
podamos ayudarnos entre nosotros a levantar los pedazos de nuestras
vidas, también podríamos romperlas al mismo tiempo y entonces nada
quedaría mientras nos desmoronamos.
—Tal vez deberíamos entrar —digo finalmente, aunque no quiero
hacerlo. Quiero quedarme este preciso lugar y aferrarme al momento para
siempre, pero nos congelaríamos hasta morir.
Pone un pequeño espacio entre nosotros mientras se inclina,
alejándose y levanta su barbilla para mirarme, su cabello cayendo hacia
atrás, lejos de sus ojos y su frente. —No estoy segura de querer entrar otra
vez después de salir corriendo así.
Meto un mechón de su pelo detrás de su oreja mientras sus palmas
viajan hacia arriba por mis brazos. —¿Qué tal si entro y busco tu chaqueta
mientras tú llamas a Seth? Porque no quiero que te montes en esa moto.
—¿Pero, qué es lo que harás?
Acuno su mejilla con mi mano, desesperadamente necesitando
tocar tanto de ella como pueda. —Puedo poner la moto en la parte
trasera de la camioneta y luego podemos ir a dar un paseo o algo.
Hay un rastro de una sonrisa en sus labios. —¿A dónde iremos?
Le sonrío de regreso mientras dibujo con mi dedo a lo largo de su
tierno labio inferior. —A donde sea que quieras.
Una astuta mirada aparece en ella y entonces se pone de puntillas y
besa mi mejilla. —¿Qué tal a la playa?
Levanto mi ceja y le doy una mirada divertida mientras ella
retrocede, y entonces echo un vistazo a los montículos de nieve en el
estacionamiento, cerca de la línea de la cerca, y debajo del techo donde
la nieve resbala. —¿A la playa?
Desliza su mano hacia abajo por mi brazo y la pone en la mía. —Sí, lo
explicaré cuando Seth y Luke lleguen aquí.
No sé qué trae entre manos y tengo miedo de descubrirlo. Tenía un
plan. Iba a mantenerme alejado de ella, pero ahora está aquí, de pie
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sonreído así, los músculos alrededor de mis labios duelen un poco. Se gira
Página
para deslizarse y escabullir su brazo a través de la manga, entonces voltea
al otro lado y pone su otro brazo adentro.
Suelto la chaqueta y desplazo mis palmas hacia abajo en su cintura.
Presionando las puntas de mis dedos en ella, la volteo para que me mire y
sus ojos se amplían de golpe. Muevo lentamente mis dedos alrededor de
su estómago, nunca quitando mis ojos de ella mientras jalo hacia arriba la
cremallera, hasta su barbilla, y su respiración sale con cuidado en una
débil neblina. Mis dedos tiemblan mientras los alejo, y entonces me inclino
y beso su frente, cerrando mis ojos mientras la inhalo, luchando por
mantener mis ojos abiertos. He extrañado la sensación de su piel por el
último mes y tocarla en vez de soñarla es irreal. Pero también está mal. No
soy lo mejor para ella y debería tener lo mejor. Más que eso. Debería
tenerlo todo, y yo estoy lejos de ser todo. Entumecimiento se drena a través
de mi cuerpo mientras me doy cuenta que al final voy a tener que dejarla
ir.
—Seth y Luke estarán aquí en un minuto —susurra, aferrándose en al
final de mi camisa, con su cara presionada en mi cuello.
No puedo sentir mis dedos, mis brazos, mi corazón. —Bien. —Me
siento jodidamente sin esperanzas, pero todo lo que puedo hacer es estar
de pie y temblar y pretender que es sólo del frío.
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9
# 6 Corre—Escápate a la playa
Callie
E
stoy confundida. Sé que Kayden quiere abrazarme, pero sigue
alejándose, luchando con la urgencia de tocarme. Lo que
necesitamos es una larga plática para que yo pueda entender
lo que está pensando y lo que quiere y así él pueda entender lo que yo
quiero, porque no creo que sepa. Tenemos una semana en una casa en la
playa con mucho tiempo a solas, que es lo que Seth y Luke están tratando
de darnos.
Más tarde ese día, estamos en la camioneta de Luke, que está
estacionado en una tienda de comestibles. Está oscureciendo, pero las
farolas iluminan la nieve bailando del cielo. Es el día después de Navidad,
pero todavía se ve y se siente como Navidad. Los edificios alrededor de
nosotros están decorados con varias luces de colores parpadeando y la
acera tiene brillantes bastones de caramelo y coronas en el borde.
—Pensé que Callie bromeaba—dice Kayden. Estoy sentada en su
regazo con mi espalda apoyada contra la puerta. La ventana está
mojada y mi cabello se mantiene pegado al vidrio—. Pero por la mirada en
sus caras, chicos, supongo que me equivocaba.
Seth retuerce sus hombros hacia adelante y se aprieta lejos de
Kayden y Luke. Llega al frente de Luke, tira la colilla de su cigarrillo por la
ventana y la ceniza cae sobre la nieve. —¿Por qué bromearíamos sobre ir
a la playa? —Se da la vuelta y se apoya contra el tablero, echa su cabeza
hacia atrás y mira el cielo nublado—. ¿Siempre cae nieve aquí? Juro que
no he visto que se detenga desde que llegué.
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—De diciembre a abril —aclaro mientras los dedos de Kayden
avanzan lentamente por mi rostro y suaviza su mano sobre mi cabeza. No
puedo evitar que mis ojos se cierren y un casi silencioso pero vergonzoso
suspiro sale. Mis mejillas se empiezan a calentar, por lo que sigo hablando
para distraer a todos—. Entonces, ¿Qué vamos a hacerlo?
—¿Ir a la playa? ¿A San Diego? —pregunta Kayden con duda en su
voz. Asiento y absorbo la cómoda sensación de su mano en mi mejilla—.
No creo que yo pueda.
Mis ojos se abren y él está mirándome. —¿Por qué no?
Sacude la mano. —Hay cosas… cosas con las que tengo que lidiar.
—¿No puedes lidiar con ellas en la playa? —Seth se sienta hacia
adelante en el asiento y baja sus pies de nuevo en el piso, y luego señala
con la cabeza en mi dirección—. ¿Con esta hermosa chica por aquí?
Kayden parece desgarrado mientras mira de mí a Seth y luego fuera
de la ventana delantera, hacia a la noche. —Tengo planes el lunes, así
que tengo que estar aquí.
—Podemos regresar el lunes —Interviene Luke, girando el dispositivo
anti vaho por la niebla en las ventanas—. Eso nos da cuatro días de
libertad y esos son cuatro días que no tenemos que pasar aquí.
Miro a los ojos de Kayden y veo algo que no me gusta —miedo
abrumador.—No tenemos que ir —le digo, porque es el único que importa
en este momento y noto que hay algo mal.
Frota la yema de su pulgar por mi labio inferior, moviéndolo de un
tirón un poco hacia abajo. —¿Quieres ir?
—Sólo si tú quieres ir —respondo, y para darle énfasis me inclino y
susurro—: y quiero que vayas.
Me mira con una expresión extraña, como si fuera una increíble
criatura única de la que nadie conoce y luego su boca se curva hacia
arriba en una pequeña pero impresionante sonrisa.—Puedo ir hasta el
lunes.
Seth chilla, aplaude con sus manos y patea sus pies contra el suelo
mientras grita—: ¡Viaje por carretera, allá vamos!
—Gracias jodido Dios —suspira Luke con alivio. Maniobra la
calefacción y luego voltea la palanca al lado del volante, encendiendo
los limpiaparabrisas. Se mueven hacia atrás y adelante y hacia atrás y
adelante, limpiando la nieve del cristal y haciéndolo rocío—. Ahora sólo
tenemos que ir a conseguir la mierda de todos.
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—Estoy bien —dice Kayden mientras me incorporo y pongo mis pies
en el suelo. Sus dedos pasan por mi cabello, mirando por la ventana con
las cejas fruncidas—. Compraré algo de ropa y cosas cuando lleguemos
allí.
Ninguno de nosotros lo presiona, ya que es obvio que no quiere ir a
su casa. —¿Qué pasa con tu moto? —Luke se da la vuelta y pone su brazo
en el respaldo del asiento, mirando la motocicleta de Kayden oscurecida
por una capa de esponjosos copos de nieve atrás en el auto—. ¿Quieres
llevarla?
Kayden se encoge de hombros. —Todo lo que quiero es no tener
que ir a casa aun. —Sus dedos dejan mi cabello y se fijan en mi cadera,
donde se adentran en la piel justo debajo del dobladillo de mi blusa—.
Podemos llevarla o abandonarla en cualquier parte.
Luke gira de vuelta en el asiento y empuja la palanca de cambio
hacia delante, los engranajes rechinan un poco antes de deslizarse.
—Vamos a llevarla. —Presiona el acelerador, avanzando lentamente
el camión hacia adelante—. ¿Qué hay de ti? —Me mira y luego a Seth—.
¿Necesitan ir a buscar sus cosas?
Empiezo a abrir la boca para decir que no, pero Seth interrumpe—:
No iré a ninguna parte sin mi equipaje.
Luke ni siquiera se molesta en preguntar. Sólo rueda los ojos y dirige la
camioneta en la dirección de mi casa. Miro las casas postales mientras
estoy sentada en el regazo de Kayden, esperando no estar haciendo
nada malo, esperando no estar haciendo más daño que bien. En serio, no
sé qué es lo que estoy haciendo y todo lo que puedo esperar es lo mejor.
Es la peor sensación en el mundo, porque la esperanza nunca ha sido para
mí.
***
116
Página
Kayden
Sé que está preocupada por mí y estoy bastante seguro de que si
estuviéramos solos, me diría que no deberíamos ir en el viaje. Piensa que
voy a romperme, pero el único momento en el que no estoy
completamente roto es cuando estoy cerca de ella. Al menos, eso es lo
que pienso mientras que Luke y yo esperamos a Seth y a ella salir del
garaje.
Luke enciende un cigarrillo mientras esperamos. Ninguno de los dos
habla mientras inhala y exhala bocanada tras bocanada y el calentador
ahoga el frío en el aire cuando baja la ventanilla.
—De acuerdo—dice mientras apoya su brazo en la ventanilla abierta
y deja caer la ceniza del cigarrillo—. Sólo quiero saber una cosa.
Me quedo mirando al garaje en frente de nosotros y los faros que
iluminan las huellas de neumáticos en la nieve. —¿Y qué es? —pregunto,
sin saber si quiero oír su respuesta.
Pone el extremo del cigarrillo de nuevo en su boca mientras lanza el
paquete en el tablero. Inhala una respiración profunda y exhala el humo
mientras se relaja en el asiento. —¿Valió la pena?
—¿Golpear a Caleb? —Compruebo sin mirarlo.
El olor a humo se hace más fuerte mientras inhala otra bocanada. —
Sí.
Mi mirada se eleva más allá de la escalera, arriba del garaje. La luz
está encendida en el interior de la pequeña habitación y puedo ver las
figuras de Callie y de Seth moviéndose de un lado a otro delante de la
ventana. Recuerdo lo que Callie y yo hicimos la última vez que estuvimos
allí, cómo se sentía cuando estaba dentro de ella… lo que sentía.
—Sí. —Es una pequeña palabra que en realidad no significa nada,
pero lo hace. De hecho, creo que significa algo más de lo que estoy
dispuesto a admitir ante mí mismo.
Coloca el cigarrillo en su boca y la punta del papel brilla naranja
mientras aspira una calada profunda. —Así que... ¿estás llevando bien
todo esto?
Mis dedos repiquetean en la parte superior de la manija de la
puerta. —Sí, estoy bien.
Envuelve sus dedos alrededor del cigarrillo y lo quita de la boca,
exhalando el humo y la cabina se llena. —¿Estás seguro? Porque… si
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***
***
4
Chevelle es una banda de metal alternativo de Chicago, Illinois Estados Unidos formada
en 1995.
Página
terminaba horriblemente, con alguien cabreado, y el viaje
interrumpiéndose.
—¿Desde cuándo llegamos? —Bostezo, pongo mis pies en el suelo y
salgo, estirando los brazos por encima de mi cabeza.
Luke se recuesta en la cabina, agarra la bolsa de lona, y cierra la
puerta, balanceando las llaves alrededor de su dedo. —Como diez
minutos. Callie me dijo que te dejará dormir, pero esto era más divertido.
Me alegro de que este siendo un idiota y no me trate como a un
loco suicida. —Bueno, gracias, supongo.
Levanta las cejas mientras se dirige a la parte delantera del
camión. —No hay problema.
La casa de la playa pertenece al padre de Luke, es lo que sé. Lo que
no sé es cómo su padre se lo puede permitir, y sin embargo, no puede
permitirse el lujo de pagar la matrícula de Luke para la escuela, entre otras
cosas. Le pregunté una vez pero lo único que Luke hizo fue encogerse de
hombros. No le gusta hablar de su padre, incluso antes de que sus padres
se divorciaran. Lo vi sólo una vez, cuando tenía seis años, justo cuando
Luke y yo nos hicimos amigos. Parecía un poco apagado, como si no
supiera qué hacer con él o con Luke. Una semana después de haberlo
conocido, empacó sus cosas y se fue. Luke probablemente lo visitó, como,
diez veces desde entonces, y cada vez que volvía, nunca hablaba de su
viaje.
Y nunca pregunté.
El pórtico de madera rebota ligeramente cuando camino sobre él,
dirigiéndome hacia la puerta lateral de la casa. La mosquitera está
cerrada, pero la puerta está abierta, para que el aire caliente pueda fluir.
Oigo las olas del océano rodando sobre la arena y la música que se
reproduce desde el interior que se mezcla con el sonido de la risa de
Callie.
—Aviso —dice Luke mientras abre la mosquitera—. Seth ya ha
reclamado una de las dos habitaciones que tiene una cama. Callie dice
que va a dormir con él, pero no hay una jodida manera de que yo duerma
contigo.
Camino dentro y la puerta se cierra detrás de mí. —Estoy bien con
dormir en el sofá. —Por mucho que me encantaría compartir una cama
con Callie, abrazarla, pasar la noche con ella, probablemente es mejor si
no lo hago, porque no estoy seguro de qué tan cerca quiero estar de ella
todavía.
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Tie-dye. Son diseños que se le hacen a las playeras. Generalmente son clasificados como
5
diseños hippies.
Página
—Tal vez no deberías jugar a la pelota. —Mi mamá me decía todo el
tiempo. Pero me reusaba a escucharla porque me encantaba sentirme
con una princesa que podía jugar deportes. Podía correr de arriba para
abajo en el campo de futbol, dejando que mis pequeñas piernas me
cargaran mientras mi vestido y mi cabello volaban en el viento. Era tan feliz
y comprendí que fue de las últimas veces que me sentí tan liberal.
La cajera se ríe mientras dice algo al teléfono. —De ninguna manera.
¿Estás jodidamente bromeando? Él no lo hizo.
—Sí hay manera, lo hizo—murmura Seth en tono burlón y deja caer
una pila de ropa en el mostrador. La cajera lo mira mientras enrolla el
cable del teléfono en su dedo. Seth le hace una cara y ella pone su
espalda hacia nosotros.
—Ahora estaremos aquí para siempre. —Veo entre una selección de
collares en un estante pequeño cerca de la caja registradora. La mayoría
tiene conchas de mar en ellos e incluso uno tiene una botella diminuta de
arena.
—Bueno, voy a poner una queja con su gerente—dice Seth lo
suficientemente alto para que la cajera lo oiga.
Recojo el artículo de la cima que Seth puso en el mostrador: un par
de shorts de mezclilla. —¿Estas planeando usar estos? —digo
sarcásticamente.
—Ja-ja. Debes de estas sintiéndote mejor si el sarcasmo está
saliendo. —Coloca una camisa sin mangas en el mostrador—. Y no, esos
son para ti.
Recojo la camisa sin mangas. —Estoy bien con esto. —Tomo un par
de bragas de encaje y luego las suelto como si estuvieran envenenados—.
Pero esto es demasiado.
Muevo mis manos hacia la pila para sacarlos y ponerlos en otro lado,
pero presiona su mano en la cima de ellos. —Solo por si acaso—dice y
luego una sonrisa socarrona curva su boca—. Por si de pronto te sientes
atrevida.
Mis mejillas están tan llameantes como el asfalto negro brillando en
la luz del sol a las afueras de la tienda. Pero estoy sonriendo y
momentáneamente me rindo. Parece que me llevaré esta ropa y luego
discutiré con él cuando regresemos a la casa fuera de la vista de los
demás.
—Bien—digo y luego sonrío mientras apunto a un hombre
caminando por la calle con un par de mini shorts rosas y una playera. Trato
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#14 Que la bondad sea.
Kayden
E
l sol es brillante. Jodidamente brillante. Tal vez es porque he
estado encerrado estás últimas semanas. O quizá es porque
siento tanta oscuridad dentro de mí. Quién mierdas lo sabe. Estoy
tratando de no pensar mucho en ello, porque luego pensaré en el dolor—
en sentirlo— y no quiero eso todavía. Tal vez nunca.
Luke y yo estamos paseando por la acera bajo el sol. Nos detuvimos y
compramos un poco de ropa en una tienda local, y también terminamos
comprando algo para Callie. No estoy seguro de cuándo —o si— yo alguna
vez se lo daré, pero era demasiado perfecto para no pasarlo por alto. Un
día, quizás, lo haga.
Como Callie y Seth todavía no han aparecido, decidimos caminar
hasta la playa. Luke mantiene el ojo puesto en cada chica que pasa por
allí. Está actuando raro, incluso para ser él. Pero se comporta así siempre
que algo malo está pasando en casa.
—¿Estás bien?—Le digo al cruzar la esquina de la calle donde los dos
caminos convergen.
Me mira frunciendo sus cejas. —Sí, ¿por qué no habría de estarlo? —
Cuando llegamos al otro lado de la calle, me pregunta—: ¿Está todo bien?
—Estoy bien —Le miento, esquivando una mujer que pasa dando
empujones entre la multitud mientras habla muy alto por su móvil. Él se
aleja de ella también, ladeando la cabeza para poder verla hasta que
desaparece en la esquina—. Estoy un poco cansado —Es la excusa más
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pondrá feliz.
Página
Termino la conversación, porque sé que lo está incomodando.
Dejando las pocas bolsas de ropa en el suelo, me agacho para sentarme
en la arena, doblando mis rodillas y descansando los brazos sobre ellas.
Luke se deja caer también y simplemente se sienta allí, dejando que el
silencio aleje el dolor como el agua lo hace con la arena.
Probablemente me hubiese quedado así, si mi teléfono no hubiese
empezado a pitar. Quito los brazos de mis rodillas y tomo el teléfono de mi
bolsillo.
Callie:¿Dónde estás?
Yo: Estamos en la playa. ¿Dónde están ustedes?
Callie: En el centro comercial, buscándolos.
Yo: Vayan hasta el final de la calle y diríjanse hacia la playa.
Estamos allí mismo, en la primera apertura.
Callie: Vale.
Guardo el teléfono y descanso de nuevo mis manos. —Vienen hacia
aquí.
Luke menea su cabeza de arriba a abajo mientras mira fijamente al
horizonte. —¿Qué haremos ésta noche? Yo no quiero quedarme sentado
sin moverme. Vine aquí para hacer... algo.
—Creo que me quedaré —Extiendo mis piernas—. No tengo ganas
de salir.
Él reflexiona lo que dije con sus ojos marrones entrecerrados por la luz.
—Mira —dice—, sé que has pasado por muchas cosas, pero... creo que la
última cosa que necesitas es sentarte y pensar en ello.
—No tenemos por qué salir —La voz de Callie flota sobre mi hombro y
mi cuerpo se pone inmediatamente tan rígido como una tabla por las
emociones que corren a través de mí.
Vuelvo la cabeza y la miro. El sol se refleja en sus grandes ojos azules que
están protegidos por sus largas pestañas. Su cabello esta de forma informal
y su piel brilla por el calor. Tiene una bolsa en la mano y una mirada
escéptica en su rostro. Seth está a su lado, llevando una gran cantidad de
bolsas de papel con el logo de una flor morada en ellas. Él está mirando al
mar, con una mirada de asombro en su rostro.
Me pongo de pie. —¿Qué compraste? —Asiento hacia la bolsa y
fuerzo una sonrisa en mis labios—. ¿Algo bueno?
Ella frunce el ceño mientras baja la mirada a la bolsa que está en su mano
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Página
Callie
Me olvido de quien soy, de mis miedos, me pierdo en la maravilla de
su toque, su olor, sus brazos que me permiten alejarlo del dolor. Al principio,
no tengo idea de lo que está pasando. Un minuto estamos hablando de
sushi y al siguiente me está arrastrando lejos de la playa. Empiezo a
preguntarle porque, pero silencia mi pregunta con un roce de sus labios y
todos los pensamientos sobre la vida —sobre todo— se desvanecen. Él está
besándome y no alejándome, y eso tiene que significar algo, que hemos
avanzado de nuestro punto muerto.
Sabe a menta y necesidad mientras me domina con su lengua. Su
desaliñado rostro es como una lija contra mi piel mientras me aferro a él,
queriendo que me toque por todas partes y asustada por el pensamiento
de que él nunca se deje llevar. Me aferraría a él infinitamente si pudiera, yo
sé que él estará bien, ambos estaremos bien.
Él debe de estar pensando lo mismo también, porque me alza y me
presiona cerca de su cuerpo. Mis piernas son como imanes y se adhieren a
su espalda. Deja escapar un profundo gemido gutural y estoy
conmocionada por las imágenes que parpadean en mi mente, de vuelta
en el garaje, nerviosa, pero impaciente de estar con él de todas las
maneras posibles. Quiero respirar, estar viva de nuevo.
Abro más mi boca y su lengua busca cada parte de mi boca. Estoy
temblado de la cabeza a los pies y solo se pone peor cuando mordisquea
mi labio, arrastrando sus dientes a lo largo de la parte interior.
—Kayden —gimo y envuelvo mis brazos alrededor de su cuello. Lo
arrastro hacia mí y él nos aplasta en contra de un lado del edificio. Sus
manos empiezan a divagar por mi cuerpo y mis caderas se curvan en su
búsqueda. Sofocando el ardor de nuestros cuerpos mientras nuestras
lenguas se funden y se enroscan juntas. Una oleada de éxtasis se dispara
entre mis piernas mientras siento su erección presionarse contra mí y la
sensación se amplifica cuando su mano ahueca mi pezón. Me olvido de
donde estamos y lo difícil que es a veces existir. Solo lo quiero a él.
Desesperadamente. Quiero que me sostenga por siempre.
Entonces, sus labios se alejan y me pone abajo tan rápido como me
alzó. Volvemos al punto muerto y yo trato de no desmoronarme. Mis labios
se sienten hinchados, mis pulmones están agitados vorazmente y en cada
lugar que sus manos me tocaron y rozaron siento un hormigueo. En todo lo
que puedo pensar es en hacer más cosas con él.
Sus ojos esmeraldas están brillantes y su pantalón tiene un bulto
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***
asiento, mis mejillas están ardiendo por el beso. No quiero salir y no por las
razones que piensa Seth. Estoy preocupada por Kayden. No hemos
Página
hablado sobre lo que pasó y tenemos que hablar de eso. Porque no
entiendo nada de ello. Todo lo que deseo es ir algún lugar y hablar, así
puedo hacer todas las preguntas que tengo reprimidas en mi cabeza
durante los últimos meses.
Seth levanta un vaso al aire para hacer un brindis. —Yo digo, que de
ahora en adelante, o por lo menos por el próximo par de días, dejemos
que lo agradable suceda.
Luke suelta un suspiro pesado y, tolerantemente, extiende su brazo
colocando su vaso contra el de Seth. —Siempre y cuando no nos
quedemos sentados en la casa, estoy a favor de lo agradable.
Kayden todavía mantiene su agarre en mi mano y usando su mano
libre, levanta su vaso. —Estoy dentro.
Todos me miran y me siento más pequeña de lo que ya soy.
Envolviendo mis dedos en mi vaso húmedo, suspiro y choco mi bebida en
contra de la de ellos. —Bien, pero sin problemas.
Seth suelta una risita. —Cariño, mi segundo nombre es problema, así
que adáptate.
Luke resopla y Kayden esboza una sonrisa. Pero yo sigo frunciendo el
ceño porque se siente como si estuviéramos huyendo de nuestros
problemas. Si algo he aprendido en mi vida es que si huyes de ellos, solo le
permites que te persigan.
—Por lo agradable —dice Seth y choca su vaso en contra los
nuestros, derramando un poco de soda sobre la mesa.
—Por lo agradable —murmuramos los tres y chocamos nuestros vasos,
haciendo una promesa que no estoy segura si somos capaces de cumplir.
Aunque me gustaría creer que los próximos días estarán llenos de
carcajadas, risitas y sol, me preocupa que una tormenta pueda llegar.
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#45 No dejes que nadie te derrumbe
Callie
S
eth, no creo que pueda hacer esto. —Estoy súper inquieta
mientras noto mi reflejo en el espejo. Mi piel esta pálida y
aunque el vestido llega a mis rodillas, me siento desnuda. Los
tirantes apenas cubren mis hombros y estoy mostrando más piel de lo que
he mostrado en los últimos seis años. Las pecas de mi piel están expuestas,
junto con mi huesuda clavícula y algo de mi plano pecho. Incluso las
sandalias en mis pies me hacen sentir desnuda. Mi cabello esta suelto, del
cual nunca he sido gran fan.
—Me veo rara —digo, tirando de la parte baja del vestido.
—Y… desnuda.
Seth mueve su cabeza mientras retrocede para examinarme. Su
cabello está colocado de lado, con un ligero mechón al frente. Tiene un
par de pantalones cortos color canela y una camisa gris de botones con
las mangas arremangadas. —Te ves hermosa.
Cruzo mis brazos sobre mi pecho. —No creo que pueda hacerlo.
—Claro que puedes —dice, volviéndose hacia el espejo.
Agito mi cabeza. —Seth, ¿por qué te empeñas tanto en esto?
Está jugando con su cabello y se detiene. Con una mirada
determinada en su rostro, se aleja del espejo y me mira.
—Callie, estoy empeñado en esto por la misma razón por la que tú
no lo estas. Tienes que dejarlo ir. Sé que es difícil, pero necesitas seguir
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estoy.
Página
Parpadeo y ajusto mí vestido lo más abajo como sea posible y luego
salto de la encimera. Paso las manos por mi cabello, tratando de ponerlo
en su lugar y me esfuerzo por no llorar, por la sensación punzante en mi
corazón.
Seth arquea las cejas hacia mí. —Ves, los vestidos no son tan malos.
Presiono mis labios, porque no es divertido y sin embargo lo es. —
Supongo que no. —Mi boca se reduce a una arruga. Duele en cada parte
de mi cuerpo. Todo lo que quiero es estar con él en una situación libre de
estrés para que podemos disfrutar el uno del otro, siendo reales, siendo
nosotros.
Sus hombros se mueven hacia arriba mientras suelta una carcajada y
luego extiende su mano hacia mí. —Vamos, pequeña. —Toca mi labio
inferior que está hacia fuera—. No dejes que el hombre te desanime.
Vamos a tener un poco de diversión.
Asiento y lo sigo por la cocina, nos paramos junto a la pequeña
mesa de mimbre. Seth está llevando la botella de Jack en la mano y
balancea su brazo volviéndose hacia mí, ofreciéndomela. —Toma, esto te
relajará.
Miro alrededor, a Luke y Kayden esperando en la protección de
puerta y a continuación de nuevo a Seth. —Así estoy bien. Alguien tiene
que conducir.
Luke niega con la cabeza, sonriendo mientras se frota la mano por el
corto pelo castaño. Tiene una camisa roja suelta y un par de gastados
vaqueros. —Tengo una extraña sensación de déjàvu, porque estoy
bastante seguro de que dijiste lo mismo la noche que fuimos al club.
—Lo hice —admito, acomodando mi cabello fuera de mis hombros.
No sé si es el calor de la noche o el beso, pero de repente estoy muy
caliente—. Pero, ¿qué vamos a hacer? ¿Tomar un taxi a todas partes?
Luke asiente, mientras toma su teléfono y se levanta de la silla. —Ya
me ocupe de eso. Uno debería estar aquí en, como, cinco.
Seth menea la botella en frente de mi cara y el líquido dentro se
estrella contra el cristal. —Sólo un trago, relájate —Se inclina, bajando la
voz—. Tienes que relajarte, Callie. Haz estado muy estresada últimamente.
Tiene razón. He estado estresada y quiero relajarme, olvidarme por
un segundo del peso insoportable sobre mis hombros. Agarro la botella y
sin ninguna preparación pongo la punta sobre mis labios y muevo la
cabeza hacia atrás, bebiendo demasiado como para tragar. Mis nauseas
al instante entran en juego y suelto la botella mientras me agarro el pecho.
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Los brazos de Kayden se lanzan hacia delante y agarra la botella
antes de que toque el suelo. —Mierda —dice y luego da unos pasos hacía
mi lado para acariciar mi espalda—. Tómalo con calma.
Toso y peleo contra el impulso de vomitar. No soy una gran
bebedora y suelo tomar en pequeñas dosis. —Tomé de más —digo
tosiendo, con la mano presionada en mi pecho.
Me alisa el pelo hacia atrás con la mano y su palma sigue en mi
mejilla. Continúa tocándome, pero actúa como si no debiera. Estoy
confundida y asfixiada, y sólo quiero ser libre de nuevo. —Callie, no
necesitas beber si no quieres —dice, en voz tan baja para que solo yo
pueda oírlo.
Me quedo atrás y enderezo los hombros. —Lo sé. Y eso va para ti
también.
Me mira y luego sus músculos de la garganta trabajan para tragar
duro. —Aquí. —Le da la botella a Seth y corre hacia la puerta, abriéndola.
Da un paso fuera y la puerta se cierra de golpe, dejándonos a los tres
perdidos y confundidos. No sé qué hacer o si debería seguirlo. No tengo
idea de lo que necesita.
De repente, comprendo que no sé mucho sobre él en absoluto.
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Página
Kayden
Callie cree que estoy enojado con ella, pero no es así. Estoy enojado
conmigo mismo. Por venir aquí. Por besarla. Por tocarla de la manera en
que lo he hecho. Se merece algo mejor. Ni siquiera soy fuerte o lo
suficientemente bueno para estar lejos de ella.
Estratégicamente, hago que Luke y yo nos sentemos en la parte
delantera del taxi, por lo que Seth y Callie tienen que sentarse en la parte
de atrás. De esa manera, puedo refrescarme y dejar de pensar en ella y
ese maldito vestido. Todo lo que quiero hacer es llevarla de vuelta a la
casa, arrancárselo y hacerle el amor. Pero tengo que dejar de pensar en
eso. Y tengo que dejar de beber, ya que pone de manifiesto los
sentimientos que estoy tratando de mantener bajo llave dentro de mi
corazón de acero.
Luke y Seth siguen pasándose la botella de Jack de un lado a otro, y
tomando tragos con la cabeza escondida, para que el conductor del taxi,
un hombre joven con el pelo largo y barba de chivo, no los vea. Seth se la
ofrece a Callie un par de veces, pero ella niega con la cabeza y rechaza
cada oferta. No me ha mirado desde que salimos de la casa y sigue
jugando con los tirantes de su vestido mientras mira por la ventana. El cielo
está oscuro y las luces de Navidad que iluminan la calle brillan en el taxi y
en sus ojos. Sus ojos se ven más tristes de lo que lo estaban cuando la vi por
primera vez, si eso es posible.
Una canción cursi reproduciéndose en el equipo de música. Un tipo
cantando sobre el amor y me encuentro queriendo apuñalar mis tímpanos,
o al menos hacer algunos cortes en mi piel. No quiero pensar en el amor o
en lo que significa para mí. No quiero pensar en nada.
Estoy a punto de pedirle a Luke que me pase la botella, cuando el
taxi se detiene frente a un alto edificio de ladrillo, situado entre otros dos
similares. Hay una multitud en fila frente a él y la música puede escucharse
desde el interior, aun estando en la acera.
Luke tiene algo de dinero en su cartera, se lo entrega al conductor
del taxi y luego abre la puerta. —Ustedes pagaran las bebidas. —Salta
fuera y yo sacudo mi cabeza mientras Seth se desliza y sale del auto.
Espero a Callie, pero ella no se mueve. Cuando por fin me atrevo a
mirarla por encima de mi hombro, la encuentro mirándome. Descanso mi
brazo sobre el respaldo del asiento y me giro para enfrentarla.
—¿Está todo bien? —pregunto.
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No te contengas. Déjalo salir todo.
Callie
D
e acuerdo, creo que metí la pata. —Es lo primero que Seth me
dice mientras la puerta del baño se balancea al cerrarse. Hay
pocas mujeres dentro, pero todas sostienen cervezas y no
parece importarles que Seth esté aquí. Es eso o están tan borrachas que lo
confunden por una mujer.
—¿Qué sucedió?—Me apoyo contra el lavabo del baño—. Algo con
Greyson, supongo.
Mueve la cabeza arriba y abajo. —Entré en pánico.
—Me familiarizo con el término —le digo—. Pero, ¿Qué te hizo entrar
en pánico?
—Se trata... —Baja su voz y se mueve a un lado cuando la puerta se
abre y un grupo de mujeres entran. Una le lanza una mirada asesina y él le
devuelve el gesto con la misma animosidad—. Sobre nuestra relación.
—¿La tuya y de Greyson?
—Sí, creo que estoy teniendo dudas.
Las mujeres que repletan el baño escuchan atentamente, por lo que
agarra mi brazo y me lleva dentro del servicio para minusválidos. Cerrando
la puerta, me suelta ir y pasa sus dedos a través de su cabello. Parece
incómodo, lo cual es raro ya que él raramente lo hace.
—Seth, sea lo que sea, por favor sólo dímelo —digo, recargándome
contra la pared—. Sabes que puedes decirme cualquier cosa.
Me mira con recelo. —Es algo íntimo.
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Me retuerzo ante esa palabra, como si fuera un reflejo inculcado
dentro de mi cuerpo.
—Puedo manejarlo.
Sacude su cabeza. —¿Segura?
Doy un paso hacia adelante, enderezando mis hombros. —Sí, soy tu
mejor amiga y puedes decirme cualquier cosa.
Suspira y comienza a tratar de caminar en la pequeña cantidad de
espacio. —No puedo seguir adelante con esto… Y no porque me
preocupe de haber llegado muy lejos en la relación. Es porque sigo
teniendo recuerdos.
—¿Sobre qué? —Mantengo mi voz tranquila.
Se detiene paseando y su brazo cae a un lado. —De Braiden.
Braiden fue el primer novio de Seth, el tipo quien fue únicamente
responsable de que el culo de Seth fuera golpeado por el equipo de futbol
para evitar enfrentar los rumores que circulaban acerca de su relación.
—¿Sigues sintiendo algo por él? —pregunto, meneando el pestillo de
la puerta del baño con mi uña del meñique.
—No, no es eso… —titubea—, es… es sobre tener mi corazón roto.
Todo este tiempo Seth ha parecido tan fuerte, pero como todo
mundo, él tiene sus propios miedos y yo necesito estar ahí como él siempre
se encuentra para mí. Me pongo en sus zapatos por un minuto y me
convierto en la mejor amiga quien intenta ayudarle a aliviar el dolor.
—Vas a estar bien. —Doy un paso adelante y pongo mi mano sobre
su brazo—. Greyson no es Braiden.
—Lo sé. —Suspira y pone su mano en la mía—. Pero a veces me
encuentro volviendo a ese lugar, cuando estoy acostado en el suelo y ellos
me patean hasta el cansancio.
Envuelvo mis brazos a su alrededor y lo abrazo, notando cuan segura
me siento con la cercanía. —Entiendo, pero en ocasiones, continuar es la
única forma en que logramos escapar de nuestro pasado, ¿Verdad? Por lo
menos, eso es lo que siempre me dices.
—Lo sé. —Susurra y envuelve sus brazos alrededor de mí. Me tira más
cerca—. Y sé que nada ocurrirá. Greyson no es Braiden y me ama, pero
sigo pensando en ese maldito día. Estaba tan jodidamente feliz, pensando
que la vida era perfecta, y de repente, todos aparecen en una fila como
un grupo de robots imitando todo lo que el otro hace. Y… —Se detiene y
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Kayden
Cuando me doy cuenta de que llora, me muevo hacia ella,
empujando a cualquiera que se interponga en mi camino. Ver las lágrimas
salir de esos impresionantes ojos azules rasga mi corazón por la mitad y ya
no importa nada excepto hacerla sentir mejor.
Al verme, sus ojos se agrandan y extiende su mano para secar las
lágrimas de sus mejillas. Seth se da vuelta, me mira y luego deja ir su cintura
y se aleja.
—¿Te harás cargo? —me pregunta y asiento. Se mueve a través de
la multitud y tomo su lugar, posesionándome frente a Callie
Sus dedos empiezan a deslizarse por sus mejillas de color rosa para
limpiar las lágrimas, pero agarro su mano y la aparto. Llevando la mano
libre a su mejilla, trazo con mi pulgar cada lágrima y las borro.
—¿Qué ocurre? —le pregunto, acercándola más—. ¿Ha pasado
algo?
Niega con la cabeza, sus ojos parpadeando ferozmente mientras
más lágrimas amenazan con salir. —Estoy bien, sólo un poco cansada.
—Callie, por favor, dime que está mal para que pueda tratar de
solucionarlo.
Niega con la cabeza y su garganta se sacude cuando se atraganta.
—Es ciertamente... nada. —Comienza a llorar, sus hombros temblando con
cada lágrima.
Mis brazos se envuelven alrededor de ella y la tiro contra mi pecho.
Entierra su cara en mi camisa, aferrándose a la parte inferior, y sus lágrimas
empapan la tela. No me atrevo a moverme, aunque todo el mundo que
nos rodea está bailando. Paso la mano por su espalda y su cabello.
—Shh... —le digo, mientras me esfuerzo por no llorar. No sé por qué,
pero siento su dolor, aunque no tengo ni idea de lo que está causando.
Intento contener las lágrimas. Me concentro en la herida abierta en mi
muñeca y en el persistente ardor. Pero no funciona y de pronto sé que voy
a desmoronarme—ambos lo haremos.
La recojo y ni siquiera me mira ni parece sorprendida. Sus piernas se
enganchan alrededor de mi espalda y sus brazos se deslizan hasta mi
pecho y los asegura alrededor de mi cuello. La gente nos mira con
asombro mientras me abro paso entre la multitud, asegurándome de
sostener la parte de atrás de su vestido hacia abajo y mantenerla cubierta.
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Cuando salgo, se mueve para bajarse, pero aprieto mis brazos y la obligo a
permanecer en mi contra. Ahora que la tengo, no dejaría que se vaya.
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Sosteniéndola, detengo un taxi. El conductor me observa divertido
cuando inclino mi cabeza hacia dentro, aún con ella, y me siento en el
asiento trasero. —Main Beach Drive 552 —le digo mientras me estiro hacia
adelante, subiendo un poco, y deslizo la puerta hasta cerrarla.
Es un hombre mayor, y lo pillo mirándonos un par de veces a través
del espejo retrovisor. Extiendo una de mis manos y acaricio la parte
posterior de su cabeza, y la otra manteniéndola en su cintura. Sigue
llorando y sus lágrimas hacen que mi camisa se humedezca.
El taxi avanza y el medidor comienza a marcar. Permanezco lo más
quieto posible y froto su espalda con mi mejilla presionada contra el
costado de su cabeza. A mitad de camino a casa, cuando las farolas de
la calle principal se convierten en las luces del pórtico, levanta la cabeza y
descansa su barbilla en mi hombro, mirando por la ventana trasera. No le
pregunto qué le sucede y no me dice. Sólo observa las luces
parpadeantes mientras nos dirigimos hacia adelante, a la noche, sabiendo
que eventualmente llegaremos al final y uno de nosotros finalmente tendrá
que romper el silencio.
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#89 Admitir la verdad y aceptar lo que
significa
Callie
L
a canción que suena en la radio del taxi es alegre y el cantante
está profesando su amor a una chica que huía de él.
Lo envidio porque puede admitirlo al mundo. Yo, por otro lado,
acabo de darme cuenta que podría estar enamorada de Kayden y que
de ninguna manera seré capaz de decirle. Nunca lo comprendí. Pero me
doy cuenta ahora que la preocupación y la angustia que estoy llevando
dentro de mi podrían ser amor.
Lo abrazo fuerte, sintiendo su pecho subir y bajar debajo de mí
mientras veo las luces de Navidad desdibujarse en vetas de oro, plata, rojo
y verde. Es una época del año tan bonita, pero nunca he sido un fan de
ella. Recuerdo un tiempo en que solía emocionarme y salía corriendo al
árbol para abrir los regalos. Sin embargo, la Navidad en la que tenía doce
años, los regalos sólo me recordaban mi cumpleaños y el terror que
acompaña este recuerdo siempre sería superficial.
Recuerdo la primera Navidad después de lo ocurrido. Me acosté en
mi cama toda la noche con los ojos abiertos y mi mirada fija en el cielo
raso, deseando oír a los renos en el techo, como me imaginaba cuando
era pequeña. Pero no había quedado ninguna imaginación ni magia
dentro de mí y todo lo que escuché fue el silencio de la noche y los
secretos ocultos en mi corazón.
Cuando escuché que mi madre entraba en mi habitación esa
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Kayden
No tengo idea de por qué se lo estoy contando. Eso no estaba en
mis planes. Planeaba mantenerlo en secreto por siempre como todo lo
demás. Pero ella se encuentra aquí, esperando por mí, confiando lo
suficiente en mí para que la sostenga y la mantenga cerca. Quiere verdad,
y eso es lo que quiero darle. Quiero darle todo.
—Mi padre me apuñaló. —Y justo así es como quiebro la caja dentro
de mi corazón en millones de pequeñas astillitas.
Sus ojos se abren y su respiración queda atascada en su garganta.
Está a punto de llorar otra vez, así que envuelvo mis brazos a su alrededor y
la jalo contra mí. —Relájate, estoy bien ahora.
Su piel se siente como hielo. Froto mis manos arriba y abajo por sus
brazos, intentado calentarla. Tiembla, no por el frío, sino por mi toque. O
quizá sea por el shock que acabo de provocarle. Súbitamente, deseo
poder retroceder el tiempo y no haber dicho nada, porque nunca debí
poner tanto peso sobre sus hombros.
—Lo lamento —me disculpo—. No debí haberte lanzado todo eso.
Sus manos se remueven entre nuestros cuerpos hasta que descansa
una de ellas contra mi pecho. Me mira directo a los ojos, apartándose de
mí. —Sí, debiste hacerlo… Debiste habérmelo dicho antes.
Sacudo la cabeza, poniendo mi mano en su espalda baja para
mantenerla cerca. —Callie, no necesitas saber este tipo de cosas… Tú
tienes tus propios problemas.
De pronto parece molesta, sus ojos brillan enojados, así que me
inclino hacia atrás, preocupado de que me golpee o algo así. —Kayden…
Yo no… —No consigue las palabras adecuadas. Mueve su cuerpo,
doblando las rodillas hasta que todo su peso se encuentra sobre mis
piernas. Coloca sus manos sobre mis hombros y con una mirada obstinada
en su rostro, dice—: Todo esto es mi culpa. —Comienzo a protestar, pero
calla mi boca con su mano—. Nunca debiste golpear a Caleb… Nunca
debí permitir que te enteraras sobre lo que me había hecho. Si no te
hubieses enterado, nada de esto hubiese sucedido. Estaríamos en mi casa,
tendidos en mi cama.
—Eso no es verdad —digo, mis labios se mueven contra su mano—.
Es bueno que me hayas dicho. No puede simplemente ir caminando por el
mundo, viviendo su vida cuando te robó la tuya.
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Deja caer la mano sobre sus piernas y suspira. —Eso es lo que tu
padre está haciendo. —Suelta otro suspiro lleno de rabia—. ¿Al menos lo
sabe alguien?
Sacudo la cabeza y me encojo de hombros. —Mi mamá, pero ella
siempre lo ha sabido todo… las golpizas, los puños, las patadas…
Simplemente no le importa.
Su mirada vuela hacia el océano. —Esto no está bien —murmura y
gira su cabeza en mi dirección—. Debemos decirle a alguien. —Comienza
a levantarse, pero entierro mis dedos en su costado y la mantengo en su
lugar.
—Callie, no tiene sentido que le digamos a nadie… y tú… necesitas
dejar de preocuparte por mí. —Mi respiración comienza a temblar en mis
labios. Maldición. Esto es lo más difícil que alguna vez haya tenido que
decir. Pero debo hacerlo. Necesito hacerla entender quién soy, bien
profundo en mi interior—. Lo arruiné. Enormemente. Lo que dije en el
restaurante sobre… sobre cortarme… estoy roto. No sé si alguna vez llegue
a ser capaz de dejar de… dejar de cortarme. Necesitas mantenerte lejos
de mí. Por favor, aléjate.
Su mirada se mantiene fija en mí mientras toma mi rostro y me hace
sentir inquieto por dentro. —No.
Sacudo la cabeza. —Callie, no quieres hacer esto.
—Sí, sí quiero. —Coloca su mano sobre mi mano, frunce los labios y
desliza un dedo por debajo de las bandas en mis muñecas—. Kayden, tú
crees que me adentro en esto a ciegas, pero no es así. Creo que he sabido
desde hace tiempo que te… que te cortabas, incluso antes de que me lo
hubieses dicho.
Mi corazón se arruga hasta quedar hecho nada cuando aparta su
mano de mi boca. —¿Cómo?
Las lágrimas se acumulan en las esquinas de sus ojos. —Esa noche
cuando… cuando tú y yo… —Su respiración es errática—. Cuando tuvimos
sexo, vi todos esos cortes en tus brazos y pensé… Por mi mente pasó que
quizá puede que hubieses puesto algunos de esos cortes allí tú mismo.
—¿Por qué no dijiste nada?
—¿Qué se supone que debía decir? “¿Te cortas?” Además, no
quería creerlo.
Mi corazón arrugado se ha convertido es una jodida pila de nada. —
¿Porque es demasiado?
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Rápidamente sacude la cabeza. —No, porque no quiero creer que
tengas todo ese dolor atrapado dentro de ti… Sé cuánto dolor se requiere
para llegar tan lejos… para querer lastimarte a ti mismo.
De pronto, ocurre este alucinante momento donde me doy cuenta
de algo. Alguien me comprende. Callie me comprende. Ella lo entiende y
no tiene miedo de mí o de lo que se encuentra dentro de mí. Y aunque yo
mismo no lo comprenda, quiero hacerlo—la quiero a ella. ¿Cómo es
jodidamente posible que haya estado caminando por ahí durante años,
años y años, con ella en el mismo pueblo—la misma escuela—y nunca la
haya visto en verdad? ¿Qué hubiese sucedido si no hubiese sido así?
—Estoy muy jodido —insisto de nuevo, queriendo que entienda por
completo lo que le estoy diciendo—. Me lastimo a mí mismo, y permito que
otros me lastimen, y no le digo a nadie.
—Pero necesitas hacerlo. Tienes que decirle a alguien sobre tu
padre. Aunque piensen que te lastimaste a ti mismo, la gente necesita
saberlo.
—Nadie nunca me creerá. Fui arrestado por patearle el trasero a
Caleb y también tengo las jodidas cicatrices, que yo mismo puse en mi
cuerpo. Nadie lo entenderá.
—No me importa —responde y sus dedos se entierran en mis hombros
mientras se aferra a mí—. Haremos que lo entiendan.
Me detengo y la miro. ¿Cómo alguien como ella puede existir? Es
imposible, y aún así se encuentra frente a mí, luciendo tan hermosa como
siempre debajo del suave resplandor de la luna. —Callie… pero, ¿qué hay
de Caleb? No le has dicho a nadie sobre eso. —Me siento como un idiota
al decirlo, pero parece ser algo que necesita ser dicho.
—Trabajo en ello —murmura, y puedo escuchar un temblor en su
voz—. Tú y yo, ambos trabajaremos en ello… Ya no permitiremos que otras
personas rijan nuestras vidas. —Parece más bien como si dijera todo eso
para ella misma más que para mí, pero está bien. Quiero que le diga a
alguien para que así ese pedazo de mierda pueda dejar de caminar por el
mundo poseyendo su alma.
Me mira y puedo darme cuenta que está a punto de llorar. No
quiero que llore. Quiero que sea feliz. —Callie, dime lo que necesitas —digo
y aparto un mechón de cabello detrás de su oreja.
—Necesito que el mundo deje de ser un lugar tan feo lleno de dolor.
—Lágrimas se derraman de sus ojos—. Necesito despertar y creer en
verdad que todo estará bien en vez de simplemente tener fe de que así
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será. Quiero ser una de esas personas suertudas que tienen una buena
vida.
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Asiento, porque eso es lo que también quiero para ella. —Aún
puedes tener eso. Sólo dime lo que necesitas para ser feliz.
Me mira fijo a los ojos con lágrimas cayendo por sus mejillas. —A ti.
Hago una mueca de dolor, porque acaba de lanzarse a sí misma a
una persona que se encuentra vacía y rota. No sé qué hacer. No sé si
pueda darle lo que quiere. No comprendo la necesidad o el amor. No
entiendo lo que hace completa la vida de las personas. Mis labios se
separan y honestamente no tengo ni idea de lo que está por salir de ellos,
pero nunca lo averiguo, ya que presiona sus labios contra los míos y me
calla.
Quizá sabía que no diría lo que quería escuchar o quizá simplemente
quería besarme, de igual manera, me separo. Tomando su rostro, digo—:
Callie, tú no me quieres. Créeme. No llegarás a ningún lado conmigo.
Todo lo que hace es sacudir la cabeza y besarme de nuevo,
aferrándose a mis hombros como si de eso dependiese su vida. Esta vez no
puedo detenerme. Se encuentra temblando en mis brazos, y quiero
aliviarla, así que la beso de vuelta, lento al principio, pero luego una
necesidad se apodera de mí y comienzo a besarla con fiereza y con toda
la pasión que he mantenido atrapada dentro de mí.
Caemos de espalda contra la arena. Se recuesta sobre mí y nuestros
cuerpos se unen así como nuestras lenguas se enredan una con la otra. El
calor de su cuerpo es alucinante y olvido dónde estoy. Somos sólo yo y
ella, tumbados en la arena, y juro por un jodido momento que todo estará
bien. Que ésta será mi vida. Sólo ella y yo.
Por siempre.
Y por un segundo, ese pensamiento no me aterra en lo más mínimo.
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Callie
Les puedo decir que lo estoy asustando y empiezo a alejarme,
temiendo el rechazo. Pero entonces veo algo en sus ojos, puesto allí por
años de palizas y Dios sabe qué más. De repente, lo entiendo. Kayden no
puede amarme porque no entiende el amor. Él entiende el dolor, heridas y
la decepción, pero no el amor. Sé que en ese momento que no puedo
decirle cómo me siento, pero le puedo mostrar.
Necesitando de estar cerca de él, reúno cada grano de valor que
tengo dentro de mí y lo beso. Me besa de vuelta, pero luego se aleja. Mis
entrañas se vuelven nudos, pero no retrocedo. Presiono mis labios en los
suyos una vez más, justo así, en la segunda oportunidad, él me devuelve el
beso.
Al principio es suave, su lengua suave contra la mía mientras me
sostiene en su regazo. Pero de repente la bondad resulta desesperada y lo
siguiente que sé que estamos cayendo hacia atrás. Yo aterrizo encima de
él, con nuestras bocas selladas y nuestros cuerpos perfectamente
alineados. Tiene las manos por todo mi cuerpo, en mi cuello, mi espalda. Se
deslizan hacia abajo de mi espalda y están deslizándose por debajo de mi
vestido, cavando toscamente en mi piel.
Me pongo tensa ante el toque íntimo, pero entonces recuerdo con
quien estoy y la tensión sale de mí. Me relajo, dejando que sus manos
exploren mi cuerpo. Sin previo aviso, nos gira hacia un lado y tira mi pierna
por encima de su cadera. Su mano sube, dejando un camino de calor a
lo largo de mi piel, y estoy a punto de estallar en llamas mientras él avanza
poco a poco, sus dedos por debajo de mi ropa interior.
Me pongo a temblar, de los nervios, del frío, de la anticipación, pero
cada sentimiento me deja cuando desliza sus dedos dentro de mí. Dejo
escapar un vergonzoso gemido y mi cuerpo se arquea hacia él. Empieza a
mover los dedos y causa que pequeños gemidos salgan de mis labios. Me
siento cerca del borde, a punto de romperme y ser libre. Pero de repente
se detiene y entonces se está retirando de nuevo. El momento empieza a
disiparse y caigo en la arena mientras se sienta, moviéndome con él.
—¿Qué estás haciendo?—tartamudeo, sintiéndose sonrojada—.
¿Está algo mal?
Sus dedos se introducen en mi cintura y me mantiene firme mientras
está de pie. La arena se pega en nuestros cuerpos mientras envuelve sus
brazos debajo de mí y me abraza contra él. Camina a través de la playa y
hacia la casa, conmigo pegado a su frente.
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—Te voy a llevar en adentro —dice en voz baja, me besa y luego se
echa hacia atrás—. Antes de que las cosas se salgan de control.—Presiona
sus labios a los míos y me da un beso delicado—. No queremos estar en la
playa... a la intemperie. —Trae sus labios a los míos mientras sus zapatos se
arrastran en la grava del camino de entrada. Me pellizca en el trasero y
tiemblo incontrolablemente. Cuando se tira hacia atrás, sus labios sueltan
una ocurrencia—. No queremos estar en la arena... puede causar
problemas.
Trato de no sonrojarme, pero nunca he sido bueno en la supresión de
mi vergüenza, y mis mejillas están ardiendo en llamas.
Camina alrededor de la camioneta de Luke y trota por las escaleras,
trayéndonos a la luz del pórtico. Sonríe y me lleva adentro, luego mueve el
brazo hacia mí para tocar con un dedo mi mejilla.—He echado de menos
eso, ya sabes… el rubor. Es adorable.
Me sonrojo aún más, pero lo dejé ser, no hay nada que pueda hacer
al respecto. Sonriendo, cambia mi peso hacia un lado, y llevo mis dedos
detrás de su cuello mientras que se las ingenia para abrir la puerta sin
bajarme. Nos tropezamos en la cocina y sus labios vienen sobre los míos
tan pronto como sus pies pisan el umbral.
Su mano se desplaza hacia arriba en mi cabello mientras me besa y
cruza la casa, tropezando con la esquina de la encimera y golpeándose
el codo contra la pared del pasillo. Está oscuro, pero hay una lámpara
encendida en el salón y en el dormitorio y un rastro suave de halos de luz
de la luna se cuelan a través de las ventanas.
Las manos de Kayden corren por mi espalda y se deslizan por debajo
de mi vestido mientras me gira y se tropieza por la puerta del cuarto
donde Seth y yo estamos durmiendo.
—¿Y si vuelven?—le pregunto sin aliento, y siento mis labios
magullados por tantos besos.
Kayden ajusta su brazo, por lo que está bajo mi espalda y puedo
sentir su erección presionando contra mí. Todo lo que hay entre nosotros
son los vaqueros y mis bragas. —Vamos a cerrar la puerta... a menos que...
a menos que no quieras hacer esto.—Sin dejar que me vaya, estira hacia
atrás un brazo, cierra la puerta, y empuja el seguro.
Me encanta que pregunte. Me encanta aún más que yo quiera
hacerlo. Quiero estar con él. Puedo estar con él. Hace sólo unos meses, la
idea parecía fuera de alcance, inexistente, imposible. Pero ahora, con él,
ha cambiado todo dentro de mí, y mi corazón y mi alma no están tan
oscuros. Él es mi luz y espero que un día yo pueda ser la suya.
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173
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Kayden
No tengo el control cuando se trata de ella. Aprendo eso
rápidamente. Cada vez que me mira, juro que roba otro pedazo de mi
alma. A diferencia de la mayoría de las personas, no le importa si estoy
dañado. Y cuando nos besamos, me quedo en blanco. El quebrado, frío y
vacío Kayden que ha existido desde la primera vez que su padre lo
golpeó, desaparece. Me tiene y no quiero nada más que estar con ella.
La levanto y la llevo a la habitación, porque las cosas que quiero
hacerle no pueden ser hechas en el sofá sin que todo termine mal. La beso
mientras puedo, frotándome contra ella, y observándola con fascinación
cuando estalla. Necesito más, así que me levanto y la llevo conmigo,
desnudándola. Luego se estira para desvestirme y puedo decir que está
observando las cicatrices, pensando en qué las causo. Cuando saco mi
camisa, su mirada cae sobre la extensa cicatriz en el centro de mi pecho.
—Me caí sobre un rastrillo cuando mi padre me golpeó —le digo, y ni
siquiera sé por qué. Odio hablar sobre eso, pero de pronto, quiero que lo
sepa porque me haría sentir mejor y haría que el peso en mis hombros
disminuyera un poco.
Me mira como si estuviera a punto de decir algo que podría arruinar
el momento, así que estrello mis labios con los suyos, robando nuestras
respiraciones y voces. Caigo sobre ella, aguantando mi peso y notando
cuán pequeña e indefensa se ve debajo de mí.
Termino de sacar nuestras ropas y luego está acostada debajo de
mí, luciendo tan aterrorizada como me siento, sus ojos intensos, y siento un
pequeño temblor deslizarse por su cuerpo cada vez que respira.
—Ya sabes, si alguna vez necesitas algo de mí… tanto si es
detenerme, disminuir la velocidad o simplemente hablar, estoy aquí —digo,
tratando de calmarla. Y es verdad. Me detendría si me lo pidiera. Haría
cualquier cosa por ella.
No dice nada y me deslizo en su interior, sintiendo su calor, deseando
poder sólo quedarme allí y sentirla. Es tranquilizante, aterrorizante,
perfecto… tantas malditas cosas que no me dejo sentir excepto cuando
estoy con ella, y cuando estoy con ella, sentirlas no es tan difícil.
Descanso los brazos a cada lado de su cabeza y me muevo en su
interior.
Sus piernas se extienden y sus manos tensándose a mí alrededor
mientras me empujo profundamente dentro de ella, sabiendo que nada
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más podría compararse con esto. Empujando más allá, observo con
asombro mientras sus vidriosos ojos miran hacia arriba y su cabeza se
Página
inclina hacia atrás. Su cuerpo comienza a arquearse hacia mí y chocamos
el uno con el otro mientras la llevo más lejos. Muerde su labio inferior y su
cuello se inclina hacia delante, sus uñas perforando mi piel. Detesto cuán
jodidamente amo esto, pero no puedo evitarlo. Incluso con ella debajo de
mí, aún está allí, escondiéndose en mi interior, el deseo de dolor en lugar
de los sentimientos.
—Kayden —gime, y se pierde a sí misma en mis movimientos.
Me sostiene, ambos con la piel húmeda y nuestras respiraciones
irregulares. Sigo en su interior. Inclino la cabeza hacia delante, y su
respiración está golpeando mi mejilla mientras desliza sus dedos de arriba
abajo en mi espalda. Cuando tengo el control sobre mí mismo de nuevo,
beso su mejilla y luego comienzo a salirme, pero aprieta sus piernas
alrededor de mi cintura, manteniéndome dentro de ella, rehusándose a
permitirme salir de su interior.
Me reclino y la miro a los ojos, buscando lo que está mal. —¿Estás
bien?
Asiente con una divertida mirada en su rostro. —Es sólo que aún no
estoy lista para dejarte ir.
Una sonrisa se extiende en mis labios. Y es una genuina, no como la
mayoría de las sonrisas que muestro. La beso con cada onza de pasión
que tengo dentro de mí. —Dame unos pocos minutos —digo, moviendo
mis caderas—. Y estaré de regreso en el juego.
Esta vez me suelta y me recuesto sobre mi espalda, con un brazo
detrás de la cabeza mientras miro hacia el techo. Estoy demasiado
consciente de las cicatrices en este momento, y cómo cada una se siente
más que pequeña de alguna manera. Estoy comenzando a darme cuenta
de algo… algo de lo que no estoy seguro de querer darme cuenta. Ella me
hace sentir mejor y me pregunto si eso significa que tengo que estar con
ella. Aunque no quiero decir eso. La quiero sin restricciones.
Empujando las sábanas sobre su cuerpo, rueda sobre sus caderas y
saca el cabello de mi rostro. —¿En qué estás pensando? —pregunta,
frotando un dedo entre mis cejas, borrando la línea de preocupación.
Inclino la cabeza hacia un lado y la observo. —¿Realmente quieres
saber?
Asiente, bajando su mano hasta sus caderas. Mis ojos trazan su
pequeña figura. —Sí.
Giro sobre mí costado así estamos frente a frente. —Estoy pensando
en que tal vez deberías dejarme.
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177
Página
14
#10 Enfrenta la verdad y déjala ir.
Callie
H
acemos el amor innumerables veces a lo largo de la noche y
luego finalmente me pongo la camisa de Kayden y él se pone
su bóxer de nuevo. Luego nos acostamos en la cama y
dormimos. En algún lugar bien entrada la madrugada, Luke y Seth
tropezaron dentro de la casa, completamente borrachos y haciendo
mucho ruido. Segundos después, Seth comienza a agitar el pomo de la
puerta y lo sacude.
—Oh, Callie Lawrence, déjame entrar —dice, golpeando la puerta.
Luego escucho a Luke decir—: Ni loco te dejaré pasar6.
Esto es seguido por un montón de risas y luego el sonido de un cristal
rompiéndose.
Miro a Kayden, quien tiene su brazo alrededor mío, y está jugando
con mi cabello. Me sonríe mientras descanso mi cara sobre su pecho.
—Están ebrios —dice—. Y supongo que Luke dejó caer una botella
al suelo al clásico estilo de él.
—¿Hace eso mucho?
—En el pasado, sí. Es como si olvidara como usar sus manos o algo.
Me río contra su pecho y besa mi coronilla.—¿Debería dejarlo entrar?
—Pregunto.
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6
Ni loco te dejaré pasar: Frase del cuento de los tres cerditos.
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—No —contesta—. Déjalos que se queden afuera y se molesten
hasta no poder más uno al otro.
Me río mientras Seth continua golpeando la puerta. Lo hace por un
buen rato antes de que se dé por vencido y la casa quede tranquila. A
pesar de que las últimas horas han sido asombrosas, todavía tengo un
montón de preguntas en la punta de mi lengua, pero estoy preocupada
por las consecuencias si se las hago.
—¿Dime lo que estás pensando? —repite mis palabras de antes
mientras retuerce un mechón de mi cabello alrededor de su dedo.
Lo miro, notando las pequeñas cicatrices en su rostro, y no puedo
creer la cantidad de gente que no lo nota. —Estoy pensando que
deberías decirle a alguien sobre tu padre.
Se congela y el mechón de mi cabello cae de su dedo. —Callie, no
puedo hacer eso. Nadie va a creerme.
Con mis manos sobre su pecho, me empujó hacia arriba y giro la
pierna sobre él. —Sí, lo harán. Solo tenemos que encontrar a la persona
correcta.
Niega con la cabeza mientras traga duro y mira fijamente la luna a
través de la ventana. —No puedo.
Pongo mis manos sobre sus hombros y lo sujeto. —Sí, tú puedes… y tú
además… —Me voy apagando porque lo que estoy a punto de decir es
probablemente la segunda cosa más difícil que alguna vez tendré que
decir. Siendo la primera lo que realmente tengo que decirle a alguien
más—,yo voy a decirle a alguien también.
Sus ojos se ajustan a los míos y evalúa mi rostro con gran
preocupación.—¿Vas a decirle a alguien sobre Caleb?
Mi corazón está tratando de matarme desde el interior mientras
golpea contra mi pecho. —Lo haré, si tú lo haces.
Es así de simple, al menos la teoría dentro de mi cabeza lo es.
Prometo decirle a mi familia, siempre y cuando él le diga a alguien acerca
de su padre… alguien que vaya a hacer algo al respecto. A pesar de que,
ciertamente esto se reduce a divulgar esas palabras al mundo, será
complejo, complicado, duro, hiriente, desgarrador, doloroso, vergonzoso…
podría escribir una lista en mi cuaderno de todo lo que será y no habrá
suficientes páginas.
—Callie, creo que eso es bueno —Me alienta—. Deberías decírselo a
tus padres.
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Página
—Pero sólo voy a decirles, si tú le dices a alguien sobre tu padre. —Sé
que esto es chantaje, pero es todo lo que tengo en este momento—.
Necesitas decirlo… necesitamos decirlo.
Sus cejas se juntan. —¿En serio me chantajearías para hacer eso?
Mis hombros se desploman hacia dentro mientras me encorvo,
sintiéndome como la persona más terrible del mundo. —Solo lo estoy
haciendo porque te a… me preocupo por ti.—Mis ojos se ensanchan ante
la palabra que casi escapa.
Sé que lo nota, pero finge que no lo hace. Se queda tranquilo
debajo de mí. —Y, ¿Qué crees que obtendremos diciéndole a alguien?
Lágrimas están formándose en mis ojos y una rueda por mi mejilla,
goteando de mi mandíbula y cayendo sobre él. —Libertad. —Trato de
contener el resto de lágrimas, pero el muro a mí alrededor se está
desmoronando rápidamente y pronto pierdo todo control sobre las
emociones. Empiezo a sollozar, de nuevo. Probablemente comenzará a
pensar que eso es todo lo que hago.
Me tira hacia abajo contra él y entierro mi rostro en su pecho con mis
manos sobre sus hombros. Lágrimas tapan mi visión mientras me quedo
mirando a la pared a mi lado.
—Bien, lo haré… se lo diré a alguien… supongo. —dice, en voz muy
baja, el sonido de mis lágrimas cayendo casi ahogándolo—. Pero solo por
ti. Solo lo hago por ti.
No estoy segura que me guste su respuesta. No quiero que lo haga
por mí. Quiero que lo haga por sí mismo porque quiero que se dé cuenta
que es una grandiosa persona. Que sale con la chica gótica-bicho raro-
adoradora de Satanás de quien todo el mundo siempre se burlaba. Quien
puede romper paredes indestructibles. El tipo de persona que puede volver
a unir a una persona de nuevo.
La persona de la que estoy enamorada.
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Página
Kayden
No puedo creer lo que estoy escuchando. Quiere que le digamos a
alguien. Que confesemos juntos. Decirle nuestros oscuros secretos al
mundo y dejar que todos hagan lo que quieran con ellos. Esto me
confunde más que nada de lo que he oído nunca, hasta que casi dice
que me ama.
Se detiene abruptamente, como si temiera decirlo, pero es suficiente
para que pueda interpretar lo que quiere decir. Y esto significará algo
para mí. Eso lo sé. No es como antes, cuando Daisy y yo solíamos decirlo.
Era solo una palabra entre ella y yo que no significaba nada más que una
parte del guion. Si Callie lo dice, entonces sé que significa que me ama y
no sé cómo lidiar con eso. Amor… Amor… Amor. ¿Qué diablos significa esa
palabra?
No tengo una maldita idea y no me gusta cómo se entusiasmó mi
corazón cuando las palabras casi dejaron sus labios, como si hubiera
estado esperando silenciosamente porque ella dijera esa palabra para
impulsarse a la vida otra vez. Sin embargo, no importa cómo me siento. Me
dijo que lo dirá si yo lo digo y no importa lo mucho que no quiera
jodidamente decirlo, fue un hecho una vez que ella lo dijo. Porque
expondría mi dolor y vergüenza con tal de alejarla de ella. Me apuñalaría
el corazón si eso significara que su vida sería más fácil.
Nos tumbamos en la cama por un rato, escuchando el sonido del
océano al chocar en la orilla. Hay pájaros graznando justo afuera de la
ventana y alguien roncando en la sala. Me aferro a ella mientras se queda
dormida, deseando que las cosas siempre fueran de esta forma. Que
pudiera tan solo quedarme ahí con ella y estar en paz conmigo mismo y
con la vida.
Pero cada terminación nerviosa de mi cuerpo está alborotada y la
adrenalina corre a través de mí más poderosamente que las olas en el
exterior. Estoy deseoso de una navaja o algo afilado, así que me quito las
jodidas bandas elásticas de mis muñecas. Trato de pellizcarme un millón de
veces, y luego finalmente me entierro las uñas en la piel. El dolor y los
sentimientos que vienen con esto se mantienen creciendo como las olas
afuera. Y continuo pensando cómo usé la navaja de Luke para finalmente
rasurarme la barba incipiente y a pesar que quería, resistí la urgencia de
cortarme la piel porque no podía parar de pensar en los besos con Callie
en el callejón.
Aunque esta vez, no puedo apagarlo. Me está consumiendo, la
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inquietante.
Página
Todavía tengo el borde de la navaja alineado con mi piel y cada
musculo y vena debajo de esta se retuerce y complica en nudos. —Callie,
tan solo sal y cierra la puerta. Estaré afuera en un minuto.
Hay una larga pausa y pienso que quizás está considerándolo.
—No —dice firmemente—. No lo haré.
Mi mano tiembla y mi corazón late salvajemente dentro de mi
pecho. No quiero estallar contra ella, pero estoy entrando en pánico y mis
sentimientos están controlándome. —Callie, juro por Dios que si te
preocupas un poco por mí, te darás la vuelta y volverás al cuarto.
Da otro pequeño paso, reduciendo el ya limitado espacio entre
nosotros. —Me preocupo por ti y es por eso por lo que no voy a salir.
Mi cabeza se mueve bruscamente hacia arriba y la rabia estalla
dentro de mí, flamas rasgando a través de mi cuerpo. Estoy a punto de
arruinar todo y no puedo detenerlo. —¡Solo lárgate!
—No. —La determinación quema en sus ojos. Ni siquiera se ve como
la Callie que conozco. Luce fuerte y confiada—. No voy a dejarte hacerlo.
Me inclino hacia ella con la navaja aun presionada contra mi piel y
me doy cuenta que su mirada vuela hacia ella. —Si supieras lo que te
conviene, te irías. No lo comprendes… no te necesito. Ahora vete.
Su mano se mueve rápidamente y agarra con fuerza mi muñeca, sus
delgados dedos rodeándola firmemente. —Lo entiendo. Quieres detener
cualquier mierda que estás sintiendo y esta es la única forma en que sabes
cómo hacerlo. Y porque entiendo eso, no me voy a ir. Si tú me descubrieras
mientras estuviera… Cuando estuviera tratando de… Cuando estuviera
tratando de hacerme vomitar, querría que me detuvieras incluso cuando
sé que trataría de discutir y justificarlo contigo. —Sus dedos levantan los
míos mientras trata de robar la navaja de mis manos—. ¡Te tengo!
Por un breve segundo, sus palabras detienen la incontrolable
urgencia de enterrar la navaja profundamente en mi piel, pero luego entro
en pánico de nuevo. Jalo mi brazo de su agarre, listo para gritarle y
probablemente decirle palabras que la herirían de por vida. Pero cuando
muevo mi brazo, se estremece y retira precipitadamente su mano hacia
ella. Sus dedos rozaron la navaja y su sangre está goteando sobre el suelo
al lado de sus pies.
Ya no me importa una mierda la navaja o liberarme de mis
emociones. Arrojo la hoja dentro del lavamanos. —Callie, lo siento tanto.
No quería hacer eso. —Había jodido las cosas de nuevo.
Está apretándose su dedo, la sangre está derramándose y su cara
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184
Página
Callie
Tuve uno de esos momentos en que yo sabía que cada cosa que
hiciera importaba, desde la manera en que respiraba, hasta el tono de mi
voz. Honestamente, estoy aterrorizada de mi mente. Lo sentí despertar,
pero no pensé demasiado en ello, hasta que de pronto lo hice. Me sacó
de mi sueño y me fui de allí, sabiendo que estaba a punto de entrar en
algo que posiblemente me podría romper, como cuando tenía doce años.
Esta vez las cosas terminarían de manera diferente, porque sería fuerte y lo
salvaría, justo como él me ha salvado.
Se molestó por esto, lo cual es comprensible, pero eso no significa
que me daría por vencida y, finalmente, terminó bien. Bueno, aparte del
hecho de que corté mi dedo, algo que dolorosamente recordé cuando
abro los ojos.
El sol está brillando a través de la ventana y pinta el cielo en
contrastantes tonos de rosa y naranja. Mi dedo está palpitando y me doy
cuenta que nunca lo limpié. Hay sangre en mi mano, en mi brazo, en la
cama y en el pecho de Kayden donde estoy descansando mi mano.
Me incorporo, sosteniéndome en la otra mano, y abriendo y
cerrando los ojos hasta que la habitación está enfocada. Todavía estoy
vistiendo la camiseta de Kayden y huele a su colonia. Balanceando mis
pies de la cama, lo dejo dormir mientras me dirijo al baño.
Mi cabello es un lío enredado y hay círculos oscuros bajo mis ojos. Me
siento exhausta mientras abro la llave del agua y hago una mueca de
dolor cuando el agua caliente corre sobre la herida, lavando la sangre y
parte de la noche anterior. Descanso los codos sobre el mostrador y dejo a
mi cabeza caer hacia adelante mientras mantengo mi mano bajo el
agua.
—¿Estás bien? —pregunta Kayden y levanto la cabeza, sorprendida.
Está de pie en la puerta, con su bóxer puesto, y en la luz brillante de
la mañana todas sus cicatrices son muy distintivas contra el contorno de su
pecho y sus músculos abdominales.
—Estoy bien —Cierro el grifo y alcanzo una toalla, luego presiono mi
dedo contra ella—. Me olvidé de lavarlo anoche. Eso es todo.
Da un paso al baño y me pongo tensa mientras extiende su mano
hacia la toalla. Me la quita y lleva el dedo cerca de su rostro,
examinándolo. —Lo siento, te hice daño —dice.
Niego con la cabeza. —No me hiciste daño. Fue mi culpa… y valió la
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pena.
Página
Cuando me mira, se ve horrorizado, pero luego la mirada
desaparece y levanta mi mano a sus labios. Presiona un tierno beso en mi
dedo y luego mueve su boca hacia abajo para besar mi mano. Continua
haciendo un camino de besos en todo el antebrazo y todo el camino
hasta el hueco de mi brazo, y luego gira hacia arriba, bañando mi piel en
suculentos besos hasta llegar a la parte superior de mi hombro. Lo succiona
cariñosamente y su lengua se despliega a lo largo de mi piel. La sensación
de su aliento entusiasta arrastra un escalofrío que recorre mi cuerpo y
coloco una mano en su hombro para evitar caerme.
—Eres la persona más maravillosa —susurra contra mi cuello—.
Realmente lo eres.
Casi me pongo a llorar. —Tú también.
Sus labios se separan de nuevo y succiona en mi cuello, su lengua
degustando el sabor de la piel y el borde de sus dientes rozándola
suavemente. Mi cabeza cae distraídamente a un lado porque se siente tan
bien y mis dedos se sumergen hacia abajo, aferrándose a él y tratando de
mantener mis piernas ayudándome. Su boca empieza a avanzar hacia
arriba en el arco de mi cuello, hasta el lugar donde mi pulso late, y luego a
la línea de mi mandíbula, la esquina de mi boca. Sus labios húmedos
humedecen mi piel y sacan el aliento de mi pecho en voraces jadeos de
aire.
Es como si estuviéramos encerrados en una caja, protegidos del
mundo y nuestros miedos. No podemos mantener nuestras manos lejos del
otro. Hay tantos problemas que nos rodean pero en lo único que puedo
pensar es en él. Cuando nuestros labios se unen, se gira a un lado y nos
regresa a la cama.
Tal vez sea una locura, con todo lo que está sucediendo, estar tan
absortos el uno en el otro, en lugar de trabajar en nuestros problemas. Tal
vez algún día veremos hacia atrás y nos preguntaremos lo que estábamos
pensando. O tal vez sólo recordaremos el día que decidimos escapar del
dolor en los brazos del otro.
Caemos sobre la cama, nuestras piernas entrelazadas juntas como
una ajustada enredadera. Está encima de mí, su camisa está fuera, y
recorro con mis dedos su pecho firme, sintiendo el calor de su piel y la
danza de su corazón debajo de su pecho. Se escabulle entre mis piernas y
la camisa que llevo puesta sube a lo largo de mi estómago. Sus dedos
acarician mi piel justo debajo de mi ombligo y me hace cosquillas pero se
siente tan abrumadoramente bien al mismo tiempo. Mis rodillas se
levantan, mientras espirales de calor descienden entre mis muslos y
contemplo cuán lejos he llegado en poco tiempo y lo mucho que estoy
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187
Página
Kayden
—Si pudieras tener un deseo, ¿qué sería? —pregunta Callie,
moviendo su dedos en círculos por la palma de mi mano.
Es tarde y el sol está arriba y calentando la habitación. Seth y Luke
no se han levantado todavía… al menos eso es lo creo debido al silencio
en la casa. Su cabeza está relajada en mi brazo, su pierna enganchada
sobre mi estómago, y su mano descansando en mi corazón.
—Sería que podamos quedarnos así por siempre —respondo
sinceramente.
Su cabeza se levanta y encuentra mis ojos. —¿Eso es lo que
realmente deseas?
Asiento, corriendo mis dedos por su suave cabello que huele como
fresas. —Absolutamente. Esto es tranquilo.
Sus mejillas se empiezan a ruborizar y me pregunto lo que está
pensando. —¿Qué haríamos si nos quedáramos aquí por siempre?
Es malditamente tierno que sus pensamientos sucios la hagan
ruborizarse. —Lo que sea que quieras —digo con un dejo de risa en la voz.
Baja su cabeza en mi pecho y le da un beso a mi piel, deslizando
fuera su lengua. —Quiero quedarme justo así.
Me río por lo bajo y lastima mis pulmones porque mis músculos no se
movieron el mes pasado. —¿Eso es todo lo que quieres hacer? Porque tus
mejillas rosadas sugieren lo contrario. —Paso mi dedo por sus mejillas y
tiembla. Amo que haga eso, y sin embargo, al mismo tiempo lo odio
porque muestra cuanto la afecto—. ¿O tienes algo más en mente?
Está en silencio por un tiempo y luego levanta la mirada a mí, sus
grandes ojos azules. Sus mejillas todavía están rosadas y su cabello
enmarca su rostro y sus hombros. —No tengo nada más en mente —dice—.
Solo me preguntaba.
Está mintiendo, pero no la molestaré. Quitando algunos cabellos de
su rostro, lo muevo detrás de su oreja. Estoy a punto de decirle que
deberíamos levantarnos cuando hay un golpe en la puerta.
—Um… esperé tanto como pude —dice Seth a través de la puerta—.
Pero en algún momento tendré que entrar y buscar mis cosas.
Callie se levanta y comienza a arrodillarse, con la sábana apretada
contra su pecho. Agarro un extremo de la sábana y la empujo hacia
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como sea posible, sólo en caso de que las cosas no terminen bien, porque
en mi mundo, normalmente no lo hacen. Es doloroso pensar en ello, pero
Página
es la realidad, y esto podría terminar siendo insensato y dañino si no lo veía
de esa forma—. Lo que sucedió una y otra vez… —Deslizo mi dedo en su
interior y su cuerpo se inclina hacia el mío—, no fue malo en absoluto. —
Beso su mejilla mientras sus ojos se cierran—. Fue maravilloso.
Comienzo a mover el dedo hasta que la conduzco al borde y grita
mi nombre. Luego me deslizo fuera del empapado bóxer y me deslizo en su
interior, deseando cada parte de ella, sabiendo que en cualquier
momento las cosas pueden salir mal. Pero por una vez en mi vida, espero
que no sea así. Espero que todo salga bien. ¿Qué significa?
No estoy seguro, pero quiero descubrirlo.
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#26 Enfrenta lo inevitable, lo que sea que sea.
Traducido por aa.tesares
Corregido por Joss
Callie
L
as bañeras no son tan asquerosas como pensaba. Nunca he
sido fanática del agua. La idea de sentarse en el agua y
sumergirse en la propia suciedad me da asco. Pero después del
baño con Kayden, creo que he tenido un cambio de corazón. Después
salimos, nos vestimos y luego nos prepararnos para salir a la cocina. Da un
poco de miedo salir de la habitación. Hemos vivido en esta burbuja
mágica segura por las últimas quince horas y siento que tan pronto como
pasemos el umbral explotara, sobre todo cuando le digamos a Seth y Luke
que tenemos que ir casa temprano.
Me pongo un par de pantalones y una camiseta, tiro de mi pelo en
una cola de caballo, y me deslizo en mis zapatos. Kayden tiene puesta una
camisa de cuadros, pantalones y botas. Su pelo está un poco húmedo y
tuvo que quitarse el vendaje porque se mojó en la bañera. Las heridas
debajo de este no están curadas y una de ellas se ve fresca. Se da cuenta
de que las miraba, recoge sus mangas hasta cubrirlas.
—Voy a trabajar en eso —dice con la cabeza hacia abajo mientras
abotona la manga. Mechones de su cabello cuelgan en sus ojos y, al
cubrirle la mirada, los retiros.
—No puedo perderte. —No estoy cien por ciento segura de por qué
lo dije. Además de que no puedo dejar de pensar en él en el suelo y lo
que sentí cuando pensé que no iba a lograrlo—. Te necesito.
Parece estar incómodo con mi declaración, jugueteando con el
botón de su camisa. Sin embargo, no importa. Necesita saberlo. De hecho,
creo que voy a decirle que lo necesito y la gran persona que es, porque
no creo que lo haya oído mucho.
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—¿Estás lista? —pregunta, por fin levanta la vista de su camisa.
Alcanza una banda de goma en la parte superior de la cómoda y la
desliza en su muñeca.
Asiento y abro la puerta. —Seth no va a estar feliz porque nos
vayamos.
—Sí, Luke tampoco lo estará. —Se envuelve alrededor de mí.
—Pero bueno.
Lo sigo por la puerta y por el pasillo hacia la cocina.
Seth y Luke están sentados en la mesa, luciendo agotados: bolsas
debajo de sus ojos, los cuales están inyectadas en sangre, piel pálida, y se
ven con resaca. Seth está vestido con pantalones cortos y un polo gris, y
su pelo está elegantemente despeinado. Luke tiene un par de pijama de
rayas de fondo y sin camisa. Me siento incómoda de inmediato ante la
visión de su pecho desnudo con tatuajes por todas partes. Algunos de mis
viejos sentimientos de vergüenza y culpa empiezan a aparecer, así que
engancho el dedo en una pretina trasera de los vaqueros de Kayden. No
sé por qué lo hago, aparte de aferrarme a él, parece tener un efecto
sereno en mí.
Mira por encima del hombro hacia mí, sus ojos de esmeralda brillan
mientras me mira con preocupación.—¿Estás bien ?
Asiento, evitando mirar en la dirección de Luke, mordiéndome las
uñas.
—Sí, estoy bien.
Mira a mi dedo en su cinturón, y luego se encoge de hombros. Lo
amo aún más en ese momento, sobre todo cuando balancea su brazo
alrededor de mi hombro y me tira a su lado mientras nos detenemos cerca
del mostrador, que está llena de botellas de cerveza, cenizas y colillas de
cigarrillos.
Se inclina hacia adelante y roza sus labios en mi frente, antes de
anunciar—: Entonces, tenemos que regresar hoy.
Luke comienza a escarbar en la nevera y luego se mueve de
espalda con un galón de leche en la mano, golpeando la puerta con sus
pies descalzos. —¿Me estás jodiendo? Acabamos de llegar ayer por la
mañana.
—Lo sé —dice Kayden mirando hacia mí con una pizca de miedo en
sus ojos—. Pero... pero hay algunas cosas que Callie y yo tenemos que
atender en casa.
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Seth pone un cigarrillo en su boca, acuna su mano al final, y
enciende el encendedor. —¿Cómo qué? —Deja caer el encendedor en la
mesa y se echa hacia atrás, tomando una larga calada y luego deja una
fina estela de humo escapar de su boca.
—Algo realmente importante —digo con los ojos apremiantes, con la
esperanza de que lo capte.
Y como el buen amigo que es, se da cuenta. —Oh, está bien.
Luke le lanza una mirada dura mientras gira la tapa de la leche.—De
ninguna manera. Soy el conductor. Por lo tanto, tengo la última palabra.
Kayden exhala con fuerza y aparta su brazo de mi hombro. Se
acerca a Luke y pone su mano sobre el mostrador, de pie justo en frente
de Luke. —Mira, yo sé por qué no quieres volver, realmente no quiero
hacerte hacerlo, pero hay algo de lo que he estado huyendo y necesito
regresar.
No sé si Luke entiende el significado completo de lo que dijo Kayden,
pero creo que sí. Asiente con un gruñido, a pesar de que parece
molesto. —Está bien, si es importante, entonces es importante.
—Gracias. —Kayden vuelve a mi lado—. ¿Quieres ir a empacar tus
cosas?
Asiento y luego le hago señas a Seth para que venga conmigo. Pone
su cigarrillo en un cenicero con forma de hoja que está en el centro de la
mesa y luego empuja la silla hacia atrás. Se pone de pie, mirando a
Kayden mientras pasa, y luego se une a mí. Caminamos al lado del otro
hasta la habitación. Tan pronto como la puerta se cierra, se da la vuelta y
pone sus manos en sus caderas.
—Muy bien, al grano —reclama—. ¿Qué está pasando?
Sacudo la cabeza y la agacho para recoger un par de pantalones
cortos y una de mis camisas del suelo.—No te puedo decir.
Abre la boca hacia mí con las manos a los lados.—¿Por qué?
—Porque no puedo todavía. —Hago una pelota de ropa y la meto
en mi bolsa, que está cerca de los pies de la cama en el suelo—. En parte
es que no estoy preparada para ello y en parte es porque no es mi asunto,
es de Kayden.
No presiona más. Empieza a empacar sus cosas mientras recojo mi
ropa. Mientras limpio un poco, gano tiempo, sabiendo que tan pronto
como salgamos de la casa, Kayden y yo estaremos pisando de nuevo la
realidad y lo único que puedo esperar es que sea bueno para nosotros.
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#15 Deja de torturarte
Callie
T
engo miedo de ir a casa y enfrentar a mi madre, incluso con
Kayden a mi lado. A mitad de camino enciendo mi teléfono
para encontrar que tengo treinta y siete nuevos mensajes de voz
y cincuenta y ocho mensajes de texto. Todos son de ella, es increíble y sin
embargo creíble al mismo tiempo. Nunca ha sido buena manejando las
cosas que no encajan en su mundo. Y la Callie rebelde-fugitiva encaja tan
bien como la Callie gótica.
—Podríamos conseguir una habitación de hotel. —Sugiere Seth a
medida que entramos en la ciudad—. Y continuar con las vacaciones.
—O por lo menos, evitar ir a casa —murmura Luke,
malhumoradamente.
Es tarde, los árboles en el parque parpadean con vívidas luces
centelleantes de color rojo y hay un enorme Santa inflable en la entrada,
dándonos la bienvenida a la ciudad. Kayden ha estado muy callado todo
el camino, mirando por la ventana, absorto en sus pensamientos, y eso me
entristece. Luke también ha estado silencioso, fumando todo el viaje y Seth
ha estado igual de mal.
Le doy un vistazo a Kayden, preguntándome qué piensa de la idea
del hotel, pero todo lo que hace es mirar por la ventana. —Siento como
que si voy a un hotel estoy huyendo de mis problemas —digo—.
Probablemente debería ir a casa y enfrentar la ira de mi madre.
—¿Por qué? —pregunta Seth, sorprendiéndome. Lo miro
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mensaje.
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Oye, donde stas… Estoy preocupada. Simplemente te fuiste.
Espero, pero no hay respuesta. Sorbo las lágrimas que
desesperadamente quieren escapar, deseando poder hacerme un ovillo y
llorar hasta quedarme dormida. Me duele todo. Y tengo miedo. No por mí,
sino por Kayden y lo que está haciendo. No puedo sacar de mi cabeza la
imagen de él tratando de cortarse. ¿Y si termina lastimándose en verdad
gravemente?
Finalmente, Luke se dirige de nuevo hacia nosotros con una mirada
desconcertada en el rostro. Justo antes de que nos alcance, mi teléfono
suena.
Estoy bien.
¿Él está bien?
¿Dónde stas?
—Me contacté con él —dice Luke mientras mi teléfono suena de
nuevo—. Me dijo que te dijera que está bien, pero hay algo de lo que se
tiene que ocupar.
Echo un vistazo a la pantalla, tratando de sostener el teléfono en mi
mano temblorosa.
Hay alguien con quien tengo que hablar y esto no puede esperar…
con mi terapeuta… mira, te lo explicaré todo más tarde. Volveré y
entonces hablaremos. Y Callie, te prometo que estoy bien.
No entiendo. Mis manos tiemblan mientras escribo.
Creí que iba a ir contigo… y es tarde. La oficina ni siquiera está
abierta.
Cuando no responde, no sé qué pensar. ¿Realmente lo está viendo?
¿O está mintiendo?
Me pongo de pie, sacudiendo la nieve de la parte de atrás de mis
vaqueros. —Debemos ir a buscarlo.
Luke sacude la cabeza, presionándonos y subiendo las escaleras. —
Callie, estoy seguro de que está bien… y dijo que regresaría pronto, así que
creo que deberíamos esperarlo aquí.
Miro a Seth, preguntándome qué debo hacer. Suspirando, balancea
su brazo alrededor de mí y me conduce por las escaleras. —Estoy seguro
de que está bien —dice en voz baja.
Me aferro a él, esperando con todo lo que tengo que esté en lo
cierto.
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Kayden
Estoy obsesionado acerca de decir la verdad y, finalmente, sacar
abiertamente todos mis secretos con toda la casa. Cuanto más pensaba
en ello, me ponía más ansioso hasta que sentí que iba a estallar.
Había pasado toda mi vida conteniendo mis emociones y secretos y
de repente tenía que contárselos a todos. Ahora.
A pesar de que era tarde, sabía que si me acostaba en la cama,
cerraba los ojos, y me iba a dormir, mi mente probablemente cambiará
por la mañana. Era una de esas cosas de las que si me sentaba, seguro
sacaba todo fuera de mí. Así que tan pronto como Callie fue al baño, salí
de la habitación, murmurando algo sobre sacar mi maleta de la
camioneta.
Sabía que estaría molesta porque me fui sin decir nada, pero tenía
que hacerlo, de lo contrario me miraría con esos ojos tristes de cachorro,
con ganas de ir conmigo, como lo hablamos y tengo cierta dificultad para
decir no. A pesar de que dije que haríamos esto juntos, me di cuenta en el
camino a casa que es algo que tengo que hacer por mi cuenta. De lo
contrario me contendría, y quiero… no, necesito dejarlo salir. Todo eso.
Salgo de la habitación y corro hacia el parque a pocas cuadras
abajo, luego me detengo y saco mi teléfono y la tarjeta que Doug me dio.
Cuando me dio la tarjeta me dijo que podía llamarlo en cualquier
momento y espero que lo dijera en serio.
Es tarde y más frío que el infierno, el aire escoce en mi piel como
agujas. Dejo que mi teléfono suene, camino de un lado a otro en la acera,
pensando en lo que esto significa. Durante el tiempo que puedo recordar,
siempre ha sido acerca de hacer lo que mi padre quería, con el deporte,
con las reglas, con la vida. Siempre me sentí obligado a volver a esa casa,
no importaba qué. No sé por qué y tal vez nunca lo haré. Pero estoy
esperando a que esto sea el primer paso para cortar los lazos con los que
Dios embrujó a esa maldita casa con nada más que recuerdos terribles y el
monstruo sin alma que los puso allí.
Es gratificante pensarlo.
Estoy a punto de colgar después de que suena el teléfono por quinta
vez, pero entonces alguien dice—: Hola.
—Umm... —No puedo decir si es él o no—. Soy Kayden... ¿Eres Doug?
—Oh, sí, Kayden. —El fondo se escucha agitado por unas voces.
Luego se queda en silencio—. ¿Estás bien?
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—Sí, bueno, no. —Estoy luchando y se siente como si alguien tuviera
sus manos alrededor de mi cuello. Pero mentalmente las retiro, cierro los
ojos e imagino a Callie—. Sé que es tarde, pero tengo que hablar sobre lo
que pasó esa noche.
Hay una pausa. —La oficina está cerrada pero puedo verte en el
restaurante de veinticuatro horas de Larry en una media hora.
Tomo una respiración profunda y el aire frío manda alivio a mis
pulmones. —Muy bien.
Colgamos y así me dirijo hacia la línea de partida de mi
recuperación.
El restaurante no está demasiado lejos y decido caminar aunque me
estoy congelando y mis dedos se están poniendo azules. Llego antes que
Doug y pido una taza de café. Es bastante tarde, no hay nadie, a
excepción de un par de tipos con sombreros de camionero y grasa en sus
pantalones vaqueros, la cocinera y camarera. Selecciono una cabina de
la esquina lejos de ellos, de la barra, de la cocina. No quiero que nadie
más escuche lo que voy a decir, ya es bastante difícil conseguir que las
palabras salgan de mi boca.
Comienzo a sacudir la goma elástica, deseando que Callie estuviera
aquí sosteniendo mi mano, como habíamos planeado, pero sé que es
mejor hacer lo solo y dejarla fuera de este problema. La camarera me trae
el café cuando la campana de la puerta delantera suena. Una brisa
helada entra cuando Doug camina dentro, pero no pasa nada. Es algo
que hace que sea real y me obliga a sentir todo.
Descanso mis brazos sobre la mesa mientras se dirige hacia mí y
apuñalo mis uñas en la parte superior de mis antebrazos. Tiene puesta una
chaqueta y un par de pantalones vaqueros, junto con un gorro. Es un poco
fuera de lo normal para él, ya que estoy acostumbrado a verlo en trajes,
pero por otra parte es de noche.
—Hola, Kayden —dice con voz agotada mientras se sienta enfrente
de mí, quitándose su gorro. Su delgado cabella se levanta en varias
direcciones.
—Siento despertarte —digo, y tomo un sorbo de café, sintiendo
quemazón hasta el fondo de mi estómago—. Estaba preocupado de que
si no llamaba... me arrepentiría después o algo así.
—Me alegro de que me despertaras —responde y desliza sus brazos
fuera de su chaqueta—. Es mejor no esperar en estas cosas.
Me pregunto qué dirá cuando le diga todo. Dejó la taza y cruzó los
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Página
Callie
Seth y yo nos preparamos para ir a la cama sin decirnos mucho el
uno al otro y Luke salió afuera a fumar y a llenar el cubo de hielo. Ha
pasado una hora desde que Kayden se marchó y no puedo dejar de
pensar en él y en lo que está haciendo; si él realmente está hablando con
su terapista como dijo… y si es así, si todo está yendo bien.
Seth sale del baño mientras yo me estoy poniendo debajo de los
cobertores. Él tiene puesto un pantalón de pijama a cuadros verde y azul
marino y una camisa blanca y se está cepillando los dientes.
Por un segundo solo me mira. —Llamé a Grayson —anunció, su voz
un poco confusa porque tiene la boca llena de pasta de dientes.
Sacudí la almohada llena de grumos y luego me puse de lado. —
¿Arreglaste todo? —Por debajo de la manta cruzo todos mis dedos
esperando que lo hiciera.
Él asiente, volviendo al baño para escupir la pasta de dientes.
Enjuaga su cepillo de dientes, lo deja en el mostrador y luego se mete en la
cama conmigo. Se pone de lado, prende la televisión y apaga la lámpara.
—Le dije que lo amaba —dice inaudible y le toma un minuto a sus
palabras para registrarse dentro de mi cabeza.
—¿Lo amas? Nunca me dijiste eso.
—Lo hago. Mucho.
Descruzo mis dedos. —¿Y qué te dijo él?
—Yo también te amo —dice, y escucho la sonrisa a través de su voz.
Él está feliz, lo que me hace feliz, incluso bajo las circunstancias.
Siento un poco de envidia de él, por ser capaz de decir la verdad y
sacarlo todo incondicionalmente afuera para alguien. —Seth… estoy muy
feliz por ti.
Risa fluye de él. —Estoy muy feliz por mí, también.
La habitación se calma y un poco más tarde Luke entra y sube a la
cama. Se me hace un poco incómodo con él durmiendo en la misma
habitación que yo, pero no es tan malo como pensé cuando ellos por
primera vez mencionaron compartir habitación y dividir los costos una vez
estuviéramos de vuelta en la camioneta.
Me sacudo y doy vueltas por una hora más o menos. El reloj está
brillando contra la oscuridad y copos de nieve comienzan a golpear la
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Kayden
Doug y yo estamos todavía en el restaurante cuando el sol comienza
a ascender por detrás de las montañas nevadas. La camarera empieza a
bajar las persianas de las ventanas cuando la luz del sol brilla en el
restaurante. Ella apaga ambos letreros de neón el de adentro y el de
afuera, preparándose para otra mañana.
Me siento frente a Doug, terminando una historia muy larga y
preparándome para dejar la comodidad de la mesa. No le he dicho ni de
cerca todo, especialmente en las etapas más oscuras que están
profundamente encerradas detrás de mi cabeza, esos que no me
permiten pensar. Doug dijo que está bien y que tengo tiempo. Eso me
desconcierta. Realmente nunca pensé acerca de mi tiempo. Tomé las
cosas día a día y estaba básicamente viviendo la vida que mi padre
quería vivir. A medio camino, cuando estoy diciéndole acerca de cómo mi
padre me sofocó hasta que me desmayé, empecé a llorar.
Él lo hizo porque perdí el control remoto. Después de horas de
búsqueda, finalmente me rendí. Y se supone que yo nunca me daría por
vencido. Ni siquiera luché con él. Empezó a gritar y me quedé mirándolo, lo
que pareció enojarlo solamente más. Su rostro estaba rojo brillante, lanzó
un gritó y luego corrió hacia mí. Y yo sólo me quedé allí mientras me
derribaba y envolvía sus brazos alrededor de mi cuello.
Recuerdo mirarlo y pensar, por favor solo mátame, así esto habrá
terminado. Y cuando me desperté de mi desmayo, me encontraba un
poco decepcionado.
—¿Qué sigue? —pregunto, después de que Doug paga la factura,
tratando de secar mis ojos con mis mangas tan discretamente como fuese
posible.
Coloca su billetera nuevamente en su chaqueta y desliza los platos
vacíos a un lado. —Eso depende de ti.
Acomodo el tenedor y la cuchara en la pila de platos, y luego miro
las heridas curadas en forma de media luna en mis brazos con sangre seca
sobre ellos. —Este terapeuta en Laramie que tú conoces, es él... ¿es tan
comprensivo como tú? —No me gusta la idea de abrirme a alguien más.
—Incluso puede ser mejor. —Sonríe Doug—. Pero Kayden, puedes
llamarme cuando quieras. Y asegúrate de acudir a tu cita para la próxima
semana.
Asiento, arrastrándome al borde de la cabina. —De acuerdo.
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Doug arroja unos cuantos dólares sobre la mesa. —Kayden, siento
como que tengo que decir una cosa más... sobre tu padre.
Hago una mueca de dolor. En las últimas horas dije muchas cosas
terribles sobre mi padre y aunque quisiera que no fuera así, sentimientos de
culpa y traición se ocultan dentro de mí. Tal vez un día, sin embargo, van a
irse. —¿Qué?
Toma su tiempo en responder. —Creo que debes considerar
presentar cargos contra él. Lo que hizo esa noche... hay mucho que
puedes hacer con él.
Niego con mi cabeza. —No puedo… especialmente cuando alguien
más podría presentar cargos contra mí.
—No tienes que hacerlo ahora. —Me asegura—. Hay un marco de
tiempo un poco largo para estas cosas... tal vez sea algo de lo que
podemos hablar la próxima semana. Si te sientes bien con eso. Pero esa es
la clave aquí. No quiero presionarte hasta que estés listo.
¿Presentar cargos contra mi padre? Quiero hacerlo. La idea de
gritarlo al mundo es malditamente atractiva. Pero cada fibra de miedo
que ha estado dentro de mí se levanta. —Está bien, podemos hablar de
ello la próxima semana.
Asiente y luego se levanta de la cabina. Lo sigo afuera, subiendo mi
chaqueta y tirando de mi capucha sobre la cabeza. Cuelgo mi mochila
por encima de mi hombro mientras se mete en su auto y aleja. Estoy bajo
el cobijo de la marquesina viendo el amanecer y el cambio del cielo a un
naranja rosado brillante. Está cegándome, al mirarlo pero parece que no
le puedo dar la espalda. Sigo mirándolo hasta que veo puntos y luego
deslizo mi mano en el bolsillo para llamar a Luke, pensando que podría
brincarme el frío, la entumecedora caminata a cambio de un aventón.
Enciendo mi teléfono y al instante me siento como un idiota. Callie me ha
llamado y mensajeado varias veces, preguntando si estoy bien. He estado
fuera toda la noche y probablemente está enferma de la preocupación.
Mi correo de voz está parpadeando así que lo marco y contengo mi
aliento, temiendo lo que va a decir, temiendo que dirá que se acabó y
darme cuenta de que no quiero que se acabe, la sensación se amplifica al
primer sonido de su voz.
Kayden…
Seth pensó que sería una buena idea escribir todo lo que me tiene
triste y por favor, por favorcito, ten en cuenta que lo escribí antes de la
playa, pero estoy segura de que todavía me siento de la misma manera.
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#1 Vencer tu peor temor
Callie
¿ Has oído algo de él? —me pregunta Seth. Recostándose en la
cama, con el mando a distancia apuntando al televisor
mientras navega por los canales. Kayden ha estado fuera toda
la noche, y estoy extremadamente preocupada por él. Le envío mensajes
un par de veces, pero no me responde. Todos me han asegurado que
todo está bien, pero Luke se marchó realmente temprano, diciendo que
necesitaba café, cuando realmente creo que fue a buscar a Kayden. Al
menos, espero que lo hiciera.
Sacudo la cabeza y pongo el cepillo sobre la encimera. —No, aún
no.
Me pregunto si ha escuchado mis mensajes de voz, si me ha
escuchado abrir mi corazón y alma. Si lo hizo, probablemente está
alterado, o enfado, o quizás incluso con miedo. Pero necesitaba decírselo.
No más esconderlo. Amo a Kayden, y él necesitaba saberlo.
Dejo mi cabello suelto y camino de vuelta a la habitación. Me dejo
caer encima de la cama, tumbada sobre mi estómago, y me extiendo. —
Necesito cafeína —digo en medio de un bostezo—. No dormí muy bien.
Arroja el mando de distancia al pie de la cama. —Tal vez porque te
pasaste la mitad de la noche hablándole al buzón de voz.
Me apoyo sobre mis hombros. —¿Me escuchaste?
Asiente. —Te escuché llorando, también. —Se inclina hacia delante,
apartando el cabello fuera de mi cara—. ¿Quieres hablar de eso?
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Sacudo la cabeza y me volteo. —No realmente. Hablé sobre eso
anoche.
Arquea su ceja. —Al buzón de voz.
Asiento. —Lo escuchará y eso es todo lo que importa.
—¿Y entonces, qué?
—Y entonces lo escuchará.
Seth espera por una explicación. —Y...
Delineo el estampado de flores de la descolorida colcha. —Y
entonces nada... No le dije porque no esperaba algo. Simplemente quería
que supiera lo que sentía por él... Se lo merece.
Presiona sus labios juntos, reflexionando. —¿Le dijiste que lo amas?
Levanto la vista de la colcha. —S-sí.
—Callie, yo... —Hay una pizca de pena en sus ojos. No cree que esto
termine bien.
Me siento y meto mi pie debajo de mí. —Seth, te prometo que todo
estará bien. El hecho de que pudiera decirle que lo amaba significa algo
para mí... Significa que estoy madurando. ¿Desearía que me
correspondiera? Sí. Pero de todas formas, estoy contenta de haberlo
hecho.
Me da una media sonrisa y roza la punta de mi nariz con la de su
dedo. —Eso es bueno. —Se incorpora y balancea sus pies por el borde de
la cama—. Pero Callie, si no te lo dice de vuelta, como tu amigo y
protector de tipos malos que quieren lastimarte, voy a tener que patear su
trasero.
Contengo una carcajada y me tapo la boca. —Sí, vale.
Se pone de pie y presiona su puño contra su mano, haciendo crujir
sus nudillos. —No estoy bromeando. Voy a hacerle daño por estar
lastimándote.
La risa chisporrotea de mis labios por la vista del alto, flaco Seth
tratando de patear el trasero de Kayden. —Bueno, gracias, protector.
Aprecio que estés yendo a patear traseros.
Su nariz se arruga mientras alza una almohada y me la tira. Me
agacho y pasa volando por encima de mi cabeza, aterrizando en el suelo.
Empiezo a reírme de él, agarrando mi estómago mientras ruedo sobre mi
espalda.
213
Página
—¿Qué demonios es tan divertido? —Seth suena ofendido y sube las
mangas de su camisa gris. Flexiona sus músculos y casi muero de la risa—.
Bueno, me alegro de poder entretenerte.
—Lo siento —digo, quitando las lágrimas de las comisuras de mis
ojos—. Es que es tan divertido de imaginarlo.
Me fulmina con la mirada, pero desaparece cuando alguien llama a
la puerta. —Ah, bien, ahí está mi desayuno. —Se dirige hacia la puerta,
recogiendo la cartera de la mesita de noche—. Si es muy divertida la
imagen entonces para de imaginártelo. —Me sonríe mientras agarra el
pomo de la puerta—. Sabes que vamos a tener que encontrar una
solución para el dilema de estar sin coche... —Se calla cuando abre la
puerta y su mandíbula se descuelga hasta las rodillas.
Kayden está de pie al otro lado de la misma, con una fina chaqueta
y la parte inferior de sus pantalones mojada con agua turbia y también sus
botas. Tiene copos de nieve en su cabello húmedo y gotas de agua al final
de cada hebra. Sus labios están purpura, sus ojos rojos como si hubiera
estado llorando y sus manos escondidas en sus mangas.
—No, no es mi desayuno —dice, mirándome a mí—. Creo que esto
es lo que tú ordenaste.
Está haciendo bromas, pero nada de esto es gracioso. Kayden está
aquí, después que se fuera y luego le dijera que lo amaba y lloré por
teléfono mientras le contaba mi historia. No sé qué significa o si soy lo
suficientemente estable para averiguarlo. Quiero creer que estoy bien, que
no soy la chica débil de antes. Que puedo manejar cualquier cosa.
Kayden se pasa la mano por su cabeza, despeinando su cabello y
enviando copos de nieve al suelo. —Hola.
—Hola —dice Seth, mirándome por encima del hombro.
Kayden mantiene su mirada fija en mí, sus ojos esmeraldas brillando
con la luz del sol volando al exterior. La nieve cae desde el cielo
acariciado por el sol, algo que ocurre ocasionalmente cuando una
pequeña porción de cielo está nublado pero el sol aún puede pasar a
través.
Kayden baja su mano a su lado y solamente me quedo mirándolo
mientras permanezco sobre mi espalda, dejando que la brisa fresca se
hunda en mi cuerpo. No puedo decir si ha escuchado mi mensaje aún,
pero espero que sí.
—Um... —Seth tose contra su mano—. Creo que voy a ver porque
tarda tanto tiempo el servicio de habitaciones. —Pasa por delante de
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modo.
Página
Estudio su expresión y me doy cuenta de que sus ojos se ven un poco
más verdes, con los hombros menos rígidos, como si algunas de las tinieblas
embotelladas que guarda en su interior se hubiesen reducido y aligerado.
—¿Qué dijo tu terapeuta que puedes hacer?
Mirándome fijamente, su mano viene a mi cara. Comienza girando
un mechón de mi cabello entre sus dedos, y no creo que sea consciente
de lo que está haciendo. —Dijo que debería pensar sobre presentar
cargos.
—¿Y vas a hacerlo?
—¿Pensar en eso?
—No, presentar.
—Todavía lo estoy pensando —murmura. Desenreda mi cabello de
su dedo y me mira con la profundidad de sus ojos—. Quiero, pero es duro.
Solo necesito algo de tiempo —murmura, confundido—. Desearía haber
tenido algo de ayuda... Lo que realmente deseo es que mis hermanos
estén de mi lado, así al menos no luzco como un completo mentiroso.
—Tal vez ellos lo estarían —digo alentadoramente—. Dijiste que era lo
mismo para ellos, ¿cierto? Tal vez ellos quieran enfrentarse a él, también.
Niega con su cabeza, su mirada nunca vacilando con la mía. —No,
Tyler es un drogadicto alcohólico, por lo que tendría que esperar a estar
sobrio primero, y Dylan ha estado ausente siempre. Bueno, faltando en el
sentido de que no va a hablar con nadie de la familia.
—¿Sabes dónde está? —pregunto, trazando mi dedo por debajo de
su ojos a lo largo de las líneas rojas de su piel. Ha estado llorando. Puedo
sentir las lágrimas secas.
Se encoge de hombros, moviendo mi mano hacia su boca y
cerrando los ojos. —Nunca he intentado encontrarlo. —Abre los ojos e
inclina su cabeza—. A lo mejor... podría intentarlo.
Asiento, brincando sobre mis pies y envolviendo mis brazos alrededor
de su cintura sin ninguna vacilación. —Deberías. Al menos pienso que
deberías.
Besa la parte superior de mi cabeza e inhala mi aroma. —Sé que lo
haces. No esperaría menos de ti. —Arrastra sus labios a través de mi
cabeza de nuevo, luego inclina su rostro a un lado y traslada sus labios a mi
sien. La besa delicadamente antes de ir hacia abajo a mi mejilla y a mi
mandíbula, chupando mi piel. Mi hombro se estremece hacia arriba
cuando su respiración choca contra mi cuello. Me besa allí también,
deslizando su lengua fuera y dándole a mi piel una pequeña marca.
216
Página
—Gracias —susurra contra mi cuello mientras sus brazos abarcan mi
cintura. Sus dedos se presionan contra mi espalda mientras me acerca,
alineando nuestros cuerpos.
Trato de inclinar la cabeza hacia un lado para mirarlo, pero una de
sus manos ahueca un lado de mi cuello y me asegura en mi lugar. —¿Por
qué? —Respiro mientras acaricia mi clavícula con sus labios, ligeramente
raspando sus dientes a lo largo de la piel.
—Por decirlo. —Su voz no es espontánea y se mantiene
salpicándome con besos todo el camino de mi hombro. Tengo una
camiseta sin mangas y unos pantalones de pijama y mi piel está sensible a
su hambriento toque.
—Era la verdad. —La última parte sale más como un gemido
mientras desliza el tirante hacia abajo y la otra mano la desliza a la parte
delantera de mi camiseta, su fría piel mezclándose con el calor que estoy
emitiendo.
Me apoya a la cama, con la mano descansando en el exterior de mi
sujetador. Cuando la parte de atrás de mis piernas golpean el borde de la
cama, me levanta por la cintura y me acuesta en ella. Se echa hacia atrás
durante un minuto, mirándome, y me siento desnuda bajo su penetrante
mirada. Pero no estoy nerviosa. Sé que no me va a herir. Y creo que sé que
en el fondo, incluso aunque él no lo pueda decir, me ama.
Abre la boca para hablar y contengo la respiración en anticipación.
—Eres hermosa. E increíble.
Mis mejillas se calientan por su cumplido y por la conexión
desgarradora de mis recuerdos que tienen la palabra "hermosa", porque el
único hombre que alguna vez me lo dijo es Caleb. —Kayden, no, no lo soy.
Soy solo una chica normal, y estoy feliz con eso.
Sacudiendo su cabeza, traza su dedo por el arco de mi cuello. —No,
estás de alguna forma más allá de lo corriente, Callie.
Me retuerzo bajo su efusividad. —No soy tan fantástica.
—No, eres increíble y perfecta y cariñosa y hermosa.
Le ofrezco una pequeña sonrisa. —Tú también.
Se arrodilla en la cama, así está sentado a horcajadas en mis
caderas. —Aquellas cosas que dijiste por teléfono... tuvo que ser duro
decirlas.
Presionando mis labios juntos, sacudo mi cabeza. —No tan duro
como pensé. —Su rostro se enmascara y se ve perplejo por la lucha de
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palabras que teme decir, así que digo—: No tienes que decirlas de vuelta.
Solo quería que supieras cómo me sentía.
Página
Sus labios comienzan a separarse y me pongo sobre mis codos,
agarrando la parte superior de su camisa y aplastando su boca contra la
mía, así no tiene que lidiar con eso todavía. Poniendo sus manos fuera, sus
palmas golpean el colchón y apoya su peso en sus manos, deteniéndose a
sí mismo de estrellarse contra mí. Su lengua empuja entre mis labios y se
desliza fuertemente en mi boca. Sabe cómo a sirope y tortitas y huele a
café y copos de nieve. Respiro por la nariz, inhalando el olor mientras lo
beso. Chupa mi labio inferior en su boca y lo muerde un poco, enviando
una ola abrasadora al centro de mi estómago. Hay libertad en sus
movimientos, la manera en que me besa como la manera en que agarra
mi pecho. Su felicidad me hace feliz y eso es todo lo que realmente
necesito en este momento.
Aleja sus labios, pero antes de poder protestar, me sienta y agarra la
parte inferior de mi camisa, tirándola por encima de mi cabeza, y mi
cabello cae por mis hombros. Con una necesitada mirada en sus ojos que
envía una corriente por mis piernas, alcanza la parte de detrás de mí y tira
con un movimiento rápido las hebillas de mi sujetador abierto. Me doy
cuenta de que hay unas pulseras de goma en su muñeca y me pregunto si
su terapeuta se las dio.
Se da cuenta de que las estoy viendo y baja la mirada. Desliza un
dedo por debajo de una de ellas y, agitándola, me mira. —Se supone que
ayudarán a curarme.
Asiento, mirando a sus ojos. —Lo sé.
Un momento pasa entre nosotros y luego me está besando otra vez,
doblando su fuerte cuerpo sobre el mío mientras me sujeta en la parte baja
de mi espalda. Empuja su rodilla entre mis piernas y roza sus dedos sobre mi
muslo interno, impulsando mi cuerpo a un frenesí incontrolable. Abro mis
piernas y dejo que frote su rodilla contra mí, hundiendo las puntas de los
dedos en sus hombros mientras lo siento en mi cuello con su lengua.
Pequeños gemidos se mantiene huyendo de mis labios mientras mi cuerpo
se arquea, e inesperadamente mueve sus piernas lejos de mí.
—No pares —Le ruego, e inclina la cabeza para mirarme. Me siento
mortificada por estar rogando. Me sorprendo a mí misma—. Lo siento —
Pido disculpas, avergonzada.
—No lo sientas —dice con voz ronca. Agarra mi cadera y nos gira
hacia un lado. Llevando su mano por la pretina de mis pantalones de
pijama, desliza sus dedos dentro de mí y de mis labios sale un gemido
mientras mi cuerpo se aferra a él. Ahueca la parte posterior de mi cuello y
atrae mis labios a los suyos, besándome ferozmente mientras mueve sus
dedos dentro de mí, y termino gritando su nombre.
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Página
Una vez que bajo de lo cielo, me siento avergonzada por mi
estallido. Mis mejillas se están calentando y sé que puede verlo.
—¿Sabes que eres adorable cuando te sonrojas? —dice, delineando
mis mejillas con su dedo.
Me muerdo el labio. —Perdón por haber implorado así... y gritar.
Sacude la cabeza y mechones de su cabello castaño cuelgan de su
frente y oscurecen. —No estés apenada por decirme qué quieres. Te daré
lo que sea que pidas, Callie.
¿Lo que quiera? Quiero que diga que me ama, pero él nunca será
capaz de darme eso. Así que, en su lugar, hago algo que está tan fuera de
lugar para mí que nos escandaliza a ambos. Levanto mis caderas y
comienzo deslizándome fuera de mis pantalones, porque lo que quiero es
que esté dentro de mí.
Observa mis movimientos con esa mirada animal en sus ojos que
nunca había visto antes, y estoy bastante segura de que cada partícula
de mi piel se baña en calor. Tomo mi ropa interior también y entonces
simplemente me quedo allí desnuda mientras él está completamente
vestido aún. A pesar de que me estoy sonrojando, esto es un gran paso
para mí, y eso dice que estoy avanzando en mi vida. Comienza trazando
sus dedos por mi mejilla, y luego dibuja una línea por mi cuello, su piel
abrasándome cuando llega a mi pecho. Sus ojos permanecen en mí todo
el tiempo mientras acaricia con su dedo mi pezón y mi respiración
instantáneamente se detiene. Se mueve al otro y luego se dirige hacia
abajo, rozando sus dedos a través de mis costillas, sintiendo cada bache
hasta que llega a mi cadera. Me hace cosquillas, pero en una buena
manera, y la parte interior de mis muslos están quemando tan fuerte que
tengo que juntar las piernas para contener el calor.
Mantiene sus dedos en mi cadera mientras balancea la pierna por
encima de mí, sus ojos nunca dejando los míos. Una vez que tiene su pierna
a cada lado, utiliza su mano libre para llegar alrededor y tirar de la camisa.
Me siento un poco mejor ahora que no está vestido por completo y no soy
la única desnuda. Tan pronto como mis dedos entran en contacto con las
líneas de sus músculos del pecho, sus dedos van hacia abajo a la deriva de
mi cuerpo. En lugar de ponerlos dentro de mí de nuevo, dirige su mano a la
parte superior de la parte interna de mi muslo.
Mantiene mi mirada, como si tuviera miedo de que si mirara hacia
otro lado, podría entrar en pánico. —Puedes decirme si quieres que pare.
¿Sabes eso, verdad?
Asiento. —Lo sé. Confío en ti.
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Sonriendo, mueve su pulgar hacia atrás y adelante y mi cuerpo
comienza a temblar. Continúa haciendo lo mismo, moviendo su pulgar
hacia arriba a través de la parte interna de mi muslo, haciendo un
recorrido a través del centro de mis piernas, y a continuación pasando al
otro muslo. De ida y vuelta, los dedos nunca entrando, como si me
estuviera tomando el pelo. Y me está volviendo loca, hasta el punto que
me he avergonzado suplicando con ruidos que se mantienen saliendo de
mis labios y de la forma en que mis dedos del pie se doblan cada vez que
está a punto de resbalar sus dedos dentro de mí y luego los retira.
Finalmente, mueve sus dedos fuera de mi piel, y entonces me mira,
jadeando, sus ojos ardiendo con algo que nunca antes he visto.
No sé lo que quiere de mí, pero no puedo soportarlo más. —Kayden,
por favor, por favor, no pares.
Aparentemente eso era lo que quería, porque una sonrisa curva sus
labios. Desabrocha el botón de sus vaqueros, sonriendo todo el tiempo
mientras se los arranca. Es extraño verlo tan feliz, pero también agradable.
Cuando regresa a la cama, se pone sobre mí.
Estudia mi rostro por una eternidad, como si lo estuviera
memorizando.
—¿Qué? —pregunto cohibida.
Niega con la cabeza, aún estudiándome. Me preocupa que
empiece a comenzar con lo hermosa y maravillosa que soy, pero la curva
de sus labios está quieta. —Estaba pensando en que nunca hubiera
llegado hasta aquí de no haber sido por ti.
Muevo mi brazo libre por mi lado y recorro mi dedo a lo largo del
contorno de su mandíbula. —Eso no es cierto. Ni siquiera hice algo,
realmente.
Gira la cabeza y presiona sus labios contra mi palma. —Sí, lo que
hiciste —susurra contra mi piel—. Me salvaste incontables veces. No solo de
tener mi trasero pateado o llamando a la ambulancia, pero sí me
demostraste que te importaba. —Se encoge de hombros y mueve su boca
por mi mano, un poco avergonzado—. Me demostraste que valgo la pena.
—Sus cejas se juntas al instante—. Pero quiero que sepas que no tienes que
quedarte. Todavía tengo un montón de mierda por la que trabajar, y tú
tienes la tuya. No quiero poner esto sobre ti.
Digo lo primero que me viene a la mente. —Kayden, te amo. —
Luego presiono dos dedos sobre su boca, por lo que sabe que no tiene
que decirlo de vuelta. El temblor en mi corazón coincide con el de mi
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Página
Kayden
Me deslizo fuera de ella y ruedo sobre mi espalda, sintiendo más de
mi escudo romperse. Tan loco como suena, estoy de alguna manera
sintiéndome completo otra vez… O sintiéndome por completo por
primera vez en mi vida. Quiero seguir adelante, juntándome a mí mismo de
nuevo y ayudarle a sanar a ella también. Decido tomar un pequeño paso
en esa dirección y levantarme de la cama. Me mira caminar desnudo por
la habitación y sus mejillas se están calentando, lo que me hace sonreír.
—¿Qué estás haciendo? —pregunta, tirando de las sábanas sobre su
cuerpo mientras se sienta.
Bajo la cremallera de mi mochila, que dejé caer en el suelo cerca de
la puerta, y hurgo en la ropa hasta que lo encuentro. El frío metal se
presiona contra mi palma mientras doy vuelta al pie de la cama y me
acuesto a su lado.
—¿Qué hay en tu mano? —pregunta mientras alcanza mis dedos.
La dejo abrirla y luego miro cómo su rostro se tuerce al mirar el collar
en mi mano. —Lo encontré cuando Luke y yo estábamos por San Diego.
Me hizo pensar en ti —explico.
Ella mira con fijeza hacia mí a través de sus pestañas, mordiéndose el
labio inferior. —¿Por qué?
Vuelvo la mano hacia un lado y dejo caer la cadena y cuelga de
mis dedos. Al final es un trébol de cuatro hojas, teñido de un brillo metálico.
—Porque no me has traído más que suerte, Callie Lawrence.
Ella inmediatamente frunce el ceño. Sentándose, trae sus rodillas a su
pecho y envuelve sus brazos alrededor de sus piernas. —No te he traído
nada más que mala suerte. Casi terminas muerto por mi culpa.
Niego con la cabeza, entonces me muevo detrás de ella, poniendo
una pierna a cada lado y barriendo el pelo fuera de su hombro. —Cada
único segundo que he pasado contigo ha valido la pena. Además,
probablemente habría terminado muerto de todos modos. —Empieza a
girar la cabeza en estado de shock, pero pongo mis manos en sus hombros
para que no pueda ver más allá de mis brazos. No puede estar mirándome
cuando digo esto—. Antes, solo había dolor y vacío y la verdad es que no
me importaba si vivía o moría. Yo estaba allí, existiendo en la superficie del
agua, no ahogándome, pero sin ser capaz de respirar. Y luego solo viniste y
al fin pude respirar. Sin ti, probablemente habría seguido cortándome
hasta salir de mi cuerpo.
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—Pero tantas cosas malas han sucedido desde que llegué a tu vida
—dice, sonando como si tuviera nudo en la garganta.
—Esas cosas malas eran a causa de mis propias decisiones y de los
problemas que existían mucho antes de que llegaras. —Pongo mis labios
junto a su oído—: Pero tú me mostraste algo que nunca había visto antes.
—Beso la punta de su oreja y se estremece, su hombro moviéndose hacia
arriba contra mi mejilla—. Me diste el bien... nunca lo he tenido antes. —
Deposito un suave beso en su cuello y le susurro—: Me mostraste que
estaba bien sentir lo bueno y lo malo. Solo me tomó un tiempo para
conseguir equilibrado.
Chupo el lóbulo de su oreja en mi boca, pensando en cómo me
entregó su corazón y alma en el teléfono. Quiero decirle, hacerle saber
que me siento de la misma manera, pero las palabras no saldrán de mi
lengua, así que, en vez de eso, digo—: Quiero estar contigo, Callie, más
que nada.
Su cabeza cae en sus rodillas, y comienza a llorar, su cuerpo agitado.
Deslizo mis brazos por debajo de ella y luego la llevo conmigo mientras me
apoyo contra la cabecera. La escucho llorar y se combina con el ritmo de
mi corazón. Siento lo mucho que la quiero, que la necesito. Siento lo
mucho que significa para mí. Siento el dolor que coexiste con mis
sentimientos por ella. Siento lo mucho que quiero correr una cuchilla por mi
brazo, siento la piel partiéndose, y veo la sangre derramándose, y luego
siento lo mucho que no quiero hacer eso por ella. Siento lo mucho que
quiero vivir y estar con ella.
Mi corazón se abre y siento todo. Cada emoción que hay dentro de
mí empieza a bombear a través de mis venas: lo bueno, lo malo, el dolor,
la angustia, la soledad, la felicidad, la necesidad, el conocimiento de que
hay más por ahí en la vida que con lo que yo crecí.
Y, por primera vez en mi vida, siento todo y me digo a mí mismo que,
al final, todavía voy a estar bien.
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Callie
Lloro al dormir y cuando me despierto me siento diferente. Kayden
está apretado contra mí, su brazo alrededor mío, aferrándose sobre mí
como si fuera la cosa más importante para él en el mundo mientras
duerme cansado de su día abrumador. Tengo un collar alrededor de mi
cuello que me dio porque piensa que soy de buena suerte. Seth aún está
desaparecido y otra vez me pregunto si tiene cámaras espías por todos
lados, porque es como si supiera que no debía volver a la habitación.
También me siento más ligera, más valiente. Quiero ser libre de lo
que todavía me empuja hacia abajo. Quiero decirle a mi familia sobre
Caleb, no solo porque quiero que sepan, sino porque quiero que Kayden
sea libre de la responsabilidad de permitir que su padre le pague a Caleb.
Si le digo a mi familia, entonces van a estar de mi lado, y el de
Kayden, una vez que entiendan por qué golpeó a Caleb. Al menos eso es
lo que espero. Honestamente, no tengo idea de cómo va a resultar todo.
Quizá me destrozarán y decidan no creerme. Pero cualquiera que sea el
resultado, es el momento para enfrentar mi peor miedo y no dejar que me
posea más. Entonces, tal vez Kayden y yo podamos seguir adelante, juntos,
con un poco menos de peso sobre nuestros hombros.
Decido revisar mi correo de voz, pero renuncio después del quinto
mensaje repetitivo, y cambio a los textos. Echando una ojeada a través de
ellos, encuentro uno que me llama la atención. Después de numerosas
amenazas de mi madre, finalmente encuentra mi punto débil, aunque no
estoy segura de cómo ella sabe que existe.
Mamá: Callie, ni siquiera sé quién eres ahora. Huiste con esos chicos
que no son más que problemas. No voy a dejar que te arruinen y tampoco
lo hará tu hermano o Caleb. Todos nosotros hemos decidido que Caleb
debe presentar cargos. Necesitas volver a casa al lado de tu familia.
Vamos a estar allí para él.
Dejo caer el teléfono y salgo de la cama. Me visto con vaqueros,
una camiseta térmica de manga larga, y el abrigo. Escribo a Kayden una
nota y la dejo sobre la almohada.
Por favor, no te asustes cuando despiertes, pero tuve que contarles
yo sola y sé que lo entenderás. Regresaré pronto. Lo prometo.
Con amor,
Callie
Me pongo mis zapatos y luego salgo a hurtadillas por la puerta,
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***
hizo. Y esa fue... fue la única forma que pudo pensar para hacerlo.
Página
Se pone de pie y su sombra se cierne sobre mí. No es un hombre tan
grande, contextura y altura promedio, pero ahora mismo parece enorme.
—Oh, él va a pagar. Voy a llamar a la policía.
Me levanto de un salto y agarro su brazo, envolviendo mis dedos
firmemente alrededor de sus codos. —No puedes... No va a hacer ningún
bien… Ha pasado demasiado tiempo, papá.
Mi madre empieza a chillar, tomando respiraciones histéricas
mientras entierra su rostro en sus manos. —Esto es tan malo... Esto no puede
estar pasando... Oh, Dios mío...
—Pero lo está —le digo, y me mira fijamente a través de sus
lágrimas—. Lo siento, pero es la verdad.
—¿Cómo puedes estar tan tranquila? —Su voz es temblorosa—. No lo
puedo entender.
—No estoy tan tranquila —La corrijo, mientras mi mano suelta el
brazo de papá—. Estoy... Estoy tratando de seguir adelante. Además... —
Mis cejas se unen mientras me doy cuenta de lo fuerte que estoy siendo en
este momento—. He sido débil por demasiado tiempo y no quiero
desmoronarme nunca más.
Saca su teléfono del bolsillo y comienza a presionar los botones. —
Esto es tan ridículo. Esto no está sucediendo. No, no puede ser... no
puede...
—Mamá, ¿qué estás haciendo? —le pregunto, y cuando no
responde, intercambio una mirada inquisitiva con mi padre. Se seca las
lágrimas de los ojos con el dorso de la mano.
—Cariño, creo que los mensajes de texto se pueden poner en espera
por un momento.
Ella niega con la cabeza y presiona el último botón. —Le estoy
diciendo a Jackson que venga a casa.
—¿Por qué? —pregunto cautelosamente.
—Porque es parte de este... este... este... ni siquiera sé qué es esto. —
Las lágrimas fluyen de sus ojos y gotean a su regazo, manchando sus
pantalones. Sus ojos están hinchados, y, si sigue llorando, no será capaz de
ver.
Miro a mi padre. —Ella no tiene que llorar, papá... Ayúdala a parar.
Él palmea mi brazo en un gesto reconfortante. —Está molesta. —Su
mandíbula está tensa y me mira. Me pregunto lo que ve—. Y así estoy yo,
no, estoy jodidamente cabreado. Esto es una mierda. Durante todo este
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Página
18
#65 Ver los fuegos artificiales con alguien que
amas
Kayden
M
e hubiese gustado estar allí contigo —le digo. Han pasado
un par de días desde que ella le dijo a sus padres y parece
estar bien, más fuerte, más segura. Pero a pesar de que me
alegro de que lo hiciera, me gustaría haber estado con ella, para
apoyarla, consolarla, hacer lo que fuera necesario.
Estamos sentados al aire libre en el capó de la camioneta de su
padre que está aparcada cerca del lago. Hay una fiesta de víspera de
Año Nuevo en el camino que dirige hacia abajo y puedo ver la hoguera
entre los árboles. Las estrellas están fuera y el cielo está un poco nublado,
pero la luna llena brilla. Estamos por debajo de los cero grados, y el capó
de los camiones está lleno de nieve, pero tenemos una manta extendida
sobre nosotros y el calor de nuestro cuerpo para mantenernos calientes. —
Yo quería estar allí por ti.
—Pero tenía que hacerlo sola —dice, mirando al cielo—. Además, ya
se acabó y estoy lista para seguir adelante.
Cuando me desperté en la habitación del hotel por mi cuenta, me
entró el pánico y la sensación casi se multiplica cuando leí su nota. Ella
había ido a decirle a sus padres lo que pasó. La idea de que Callie estaba
allí diciéndoles me aplastó. Yo quería estar allí con ella, ayudarla,
consolarla, pero en cierto modo, creo que entendí por qué lo hizo sola.
Creo que Seth siempre ha estado en lo cierto. Ella es mucho más fuerte de
lo que parece.
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Página
Callie
Estoy teniendo un momento. He tenido un montón de ellos
últimamente. Del tipo donde todo se conecta: piezas de rompecabezas
juntas, estrellas que brillan en sincronización, corazones latiendo
rítmicamente. Todo es perfecto, y aunque de ninguna manera creemos
que vaya a durar, voy a apreciar el momento para siempre.
—Feliz Año Nuevo —susurra Kayden con un aliento, mientras los
fuegos artificiales explotan y caen en el agua frente a nosotros.
—Feliz Año Nuevo —respondo, aunque estoy bastante segura de
que él sólo está pensando en voz alta. Apoyo mi barbilla en su pecho
mientras los fuegos artificiales siguen—. ¿Cuál es tu propósito de Año
Nuevo?
Él retuerce sus labios al contemplar mi pregunta. Uno de sus brazos
delgados está escondido detrás de su cabeza, su mano en la mía. —No
pensar en el pasado.
—Es una buena —le digo con una sonrisa—. ¿Puedo hacerla mía
también?
Una sonrisa se forma en sus labios y mueve su brazo, pasando la
mano por detrás de la cabeza. Pone un puño delante de él. —Chócalo.
Contengo la risa mientras quito mi mano de la suya y me muevo
para chocar los puños, pero él saca su mano en el último segundo y frunce
el ceño. —¿Qué pasa?
Se muerde el labio mientras se sienta, y mi cabeza se desliza hacia su
regazo.
Sus ojos reflejan los fuegos artificiales de colores mientras me levanta
de su pecho y luego empuja mi hombro hasta que estoy tendida sobre mi
espalda, contra el parabrisas. El metal helado en un lugar de mi espalda
baja, tocando mi piel, donde la camisa se ha arrugado, pero no me
muevo mientras se inclina sobre mí, apoyando un brazo a cada lado de
mí. Acerca su boca hacia la mía, y espero que me bese, pero justo
cuando está allí, justo cuando nuestros labios están a punto de hacer
contacto, hace una pausa.
—Esto es lindo, ¿no? —pregunta, y yo asiento, resistiendo el impulso
de agarrar el cuello de su camisa y tirarlo hacia mí—. Debemos hacer que
sea una tradición para el próximo año.
Mi estómago se agita con un millón de mariposas entusiastas cuando
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pienso en estar con él durante todo un año. —Está bien. —Cruzo los tobillos,
Página
tratando de contener la energía nerviosa creada por el calor de nuestros
cuerpos.
—Así que estaremos el próximo año —comprueba, y yo asiento sin
ninguna contemplación. Sé lo que quiero y no tengo miedo de decirlo. No
más vivir con miedo—. Bien —dice, y luego se inclina para besarme,
susurrando—: Gracias por salvarme.
—Gracias por salvarme también —contesto, y segundos después, su
boca devora la mía.
Los fuegos artificiales estallan y se expanden por encima de nuestras
cabezas, vívidos y coloridos contra el cielo oscuro, pero no puedo pensar
en nada más que en él.
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#11 Di adiós y sigue adelante
Callie
L
as siguientes dos semanas pasan sin incidentes. Entre el viaje en
carretera, la recuperación y las confesiones, Kayden y yo
estamos cansados y pasamos el resto de nuestras vacaciones de
invierno evitando nuestras casas y pasando el tiempo en la habitación del
hotel, en el comedor, o en la cafetería tanto como es posible. Seth y Luke
pasan mucho tiempo con nosotros también. Ha estado nevando un poco,
pero el aire se siente caliente. Mi mamá me llama cada mañana y cada
noche. Al principio no iba a decirle dónde me quedaba, porque no quería
que me localizara, pero finalmente le confesé que me quedaba con
Kayden y Seth en una habitación de hotel.
No está muy feliz respecto a eso, pero tengo casi diecinueve años,
que es lo que le digo.
—Callie Lawrence —dice después que finalmente se lo cuento. Estoy
sentada en la cama de la habitación en pantalones cortos y una
camiseta, y Kayden está acostado a mi lado, haciendo figuras en la parte
baja de mi espalada con sus dedos. De vez en cuando, toca un punto
delicado y suelto risitas.
—Esto no es gracioso —dice mamá, sonando irritada.
Me cubro la boca con la mano para ahogar la incontrolable risa.
Una vez calmada, bajo la mano a mi regazo. —Lo sé, mamá.
—Tienes que venir a casa… necesitamos hablar de lo que pasó. —
Suspira—. Callie, la policía dijo que no pueden hacer nada al respecto, e
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incluso si pudieran, Caleb… él… Nadie sabe dónde está. Jackson cree que
podría haberse marchado.
Página
—Ya sabía que la policía no podría hacer nada —le digo,
recostándome en la cama junto a Kayden. Lleva puestos su bóxer sin su
camisa, y cuando se acurruca contra mí, el calor y la solidez de su pecho
me tranquilizan—. Y no estoy sorprendida acerca de Caleb.
—Pero… —Está frustrada y escucho algo estrellarse en el suelo—
.Mierda —maldice; ha estado maldiciendo un montón últimamente—.
Rompí una maldita taza.
—Lo siento —digo, arqueando la espalda mientras Kayden dibuja
corazones en mi columna, su mano subiendo mi camisa hasta la zona
entre mis hombros.
—No tienes por qué disculparte, cariño —dice y luego suspira—. Es
sólo una taza.
Por mucho que mi madre y yo nunca nos hayamos llevado bien,
tengo que reconocer lo agradable que está siendo a través de todo esto.
Después de su crisis, ha estado llorando menos, y ni una sola vez ha
intentado echarme la culpa. A veces mis pensamientos divagan de vuelta
a mi doceavo cumpleaños, y mi cabeza se llena de qué pasaría si. ¿Y si le
hubiera contado entonces? ¿Y si nunca hubiera tenido que sufrir en
silencio durante los últimos seis años? ¿Y si mi vida hubiese sido diferente?
Pero siempre expulso esos pensamientos de mi cabeza. Los qué pasaría si
nos son importantes. No puedo retroceder el tiempo y cambiar las cosas,
pero puedo seguir adelante y crear la vida que quiero.
—Callie, ¿me escuchaste? —pregunta sonando un poco molesta.
Parpadeo para alejar los pensamientos. —Sí… no… ¿uh?
Kayden ahoga una risa detrás de mí mientras traza una línea a lo
largo de mi columna. —Te vas a meter en problemas. —Pone una voz de
cabeza hueca al decirlo.
Llego atrás, le pellizco el brazo y se ríe incluso más fuerte. —¿Qué,
mamá?
Suspira de forma exhaustiva. —Dije, ¿has pensado en ir a ese
terapeuta amigo mío en Laramie cuando regreses a la escuela? Creo que
será bueno para ti.
—No estoy segura… estoy preocupada por lo que podría sacar a
relucir si lo hago.
—Callie, creo que es importante… después de todas las cosas que
me dijiste… creo que necesitas algo de ayuda. Realmente deseo que
consideres quedarte aquí con nosotros y tomarte el semestre libre.
238
***
7Serie de televisión de 1950 que refleja la vida de una perfecta familia americana,
concretamente el personaje de la feliz ama de casa.
Página
torno a historias llenas de suicidio, intento de asesinato, y cada cargo de
delito inimaginable.
Nos dirigimos hacia la camioneta cuando el coche de Jackson
estaciona en el camino. Mi reacción inicial es huir de él, porque
usualmente tenía a Caleb unido a su cadera. Pero no hay nadie sentado
en el asiento del pasajero por lo que me relajo y dejo salir un ruidoso
suspiro.
—¿Vienes? —pregunta Kayden, y me doy cuenta que estoy parada
en medio del camino de entrada, mirando a mi hermano.
Alzo un dedo, indicando que necesito un minuto. —Sólo un segundo.
Me observa con preocupación en sus ojos verdes. —¿Estás segura?
Asiento mientras mi hermano sale del coche. Está mirándome y no
puedo leer su estoica expresión en absoluto. —Seh, simplemente necesito
hablar con él.
Kayden asiente y después se dirige a la camioneta, pasando a
Jackson en el camino. Murmuran un hola, y después Kayden entra. Nunca
aparta los ojos de mí cuando deambulo hacia las escaleras y tomo asiento
en el primer peldaño, la ligera capa de escarcha en el cemento se filtra a
través de la parte trasera de mis pantalones.
Jackson se acerca a mí con las manos metidas en su chaqueta a
cuadros con capucha. Su cabello castaño cuelga sobre sus orejas y sus
patillas lucen como si pudieran necesitar un corte. Se balancea sobre los
talones, pareciendo preocupado al mirarme.
—Mira, Callie, ni siquiera sé qué decir —empieza—. Supongo…
supongo que lo siento.
Estoy un poco sorprendida por su declaración y mi mirada se lanza al
suelo, mi frente arrugándose. —No tienes que pedir perdón. No es tu culpa.
Se deja caer en las escaleras, estira las piernas delante de él y cruza
los tobillos. Huele a humo de cigarrillos y a alcohol. Ni siquiera sabía que
fumaba, pero de nuevo, en realidad no lo conozco, no mucho. Incluso
cuando éramos niños, estábamos en una especie de competencia, y
luego cuando la cosa con Caleb sucedió, cualquier esperanza de una
unión fraternal se hizo añicos.
—Le entregué —revela finalmente. Sus mejillas se encogen mientras
inhala y luego se inflan de vuelta liberando un suspiro.
—Gracias —digo—. Pero la policía no hará nada. En verdad, no
pueden. Ha pasado demasiado tiempo y es básicamente sólo su palabra
243
contra la mía.
Página
Sacude la cabeza y se frota la mano por su mandíbula sin afeitar. —
No por eso… ya sabía que no iba a servir para nada. —Su mano cae en su
regazo—. Lo entregué por cultivar marihuana en el sótano de sus padres.
Incluso le dije a la policía dónde guardaba su propia provisión.
Estoy estupefacta. Sin palabras. Insegura. Feliz. Asombrada.
Agradecida. —Así que él… ¿así que está en la cárcel?
—No, no todavía. —Suspira fuertemente—. Cuando mamá me contó
acerca de… —Se aclara la garganta ante el inquietante tema—. Acerca
de lo que te sucedió, me encontraba en una fiesta con él. Tan pronto
como lo enfrente, escapó por completo de mí antes de que le pudiera
propinar un buen gancho. Ni siquiera trato de negarlo. —Sus ojos se ponen
vidriosos mientras recuerda—. De todos modos, él ha estado traficando por
algún tiempo, aquí y de regreso a casa, así que pensé que yo podría
meterlo en problemas por algo. Si alguna vez se presenta, va a estar en
una gran mierda. Además de cultivar, tenía, aproximadamente como dos
kilos y medio escondidos bajo sus tarimas, que es considerado tráfico de
drogas. —El fantasma de una sonrisa crece en su rostro ante la idea.
—¿Cómo sabías que estaba ahí? ¿La marihuana?
—Sólo vamos a decir que tuve suerte adivinando.
—¿La policía no te interrogó?
—Llamé en una denuncia anónima.
Estoy agradecida, pero también muy triste. Lágrimas calientes
fuerzan su camino fuera de mis ojos y giro la cabeza para que no pueda
verlas. Kayden empieza a abrir la puerta, sin embargo niego con la cabeza
y después cierro los ojos mientras las lágrimas se derraman. Si Caleb alguna
vez regresa, estará en problemas. Si no, va a andar libre. A pesar de todo,
mi hermano hizo esto por mí, y estaré eternamente agradecida.
—Gracias —susurro, limpiando las lágrimas con la manga de mi
abrigo.
—No me agradezcas —murmura y detecto un indicio de culpa en su
tono—. No arreglé nada.
—No es tu culpa —digo, secando la última lágrima y después le
miro—. No lo es.
No responde, en su lugar se pone de pie. —Pero en cierto modo lo
es, lo sabes. Me siento como si todos nosotros hubiéramos visto lo que
queríamos ver y te culpé todo este tiempo por hacer que todos en la
familia se estresaran.
244
Página
Me pongo de pie también y me quito la nieve de los pantalones. —
La gente generalmente ve lo que quieren ver, pero no los convierte en
malos.
Aprieta los labios con fuerza y después se pasa los dedos por su largo
cabello. —Bien, supongo. —Suelta una respiración y luego parpadea
mientras me mira, cambiando de tema—. Entonces, ¿te diriges de regreso
a la escuela?
Asiento y camino hacia atrás a la camioneta, permaneciendo en mis
huellas para no hundirme en la nieve. —Sí, la escuela empieza el lunes.
Da una mirada a las personas en la camioneta. —¿Estás
conduciendo con ellos?
Sonriendo, asiento. —Sí.
—¿Con un grupo de tipos?
—Sí.
—¿Eso es seguro?
Mi sonrisa se extiende en una sonrisa consume-rostro.—Estoy más
segura en ese vehículo que en cualquier otro lugar.
Me curva las cejas con escepticismo. —Bueno, entonces está bien.
—Me despido con la mano empezando a dar la vuelta, cuando él dice—:
Te haré saber qué pasa.
Mirando por sobre mi hombro, asiento de nuevo, sabiendo que todo
lo que puedo hacer es esperar que todo funcione, que obtendré un poco
de justicia y Caleb tendrá que pagar. Pero no importa lo que suceda,
levanté la voz, me expresé por mí misma, liberé los dolorosos recuerdos que
me han poseído todos los días durante los últimos seis años. Encontré mi
coraje.
245
Página
Kayden
—Jodidamente no lo entiendo. —Son las primeras palabras que salen
de mis labios cuando entro en mi casa. Está vacía. Despejada de todos los
muebles, cuadros, libros, platos y alimentos, y los coches no están siquiera
en el camino de entrada. El suelo está desnudo de las alfombras y los
pocos tocadores que están a la izquierda han sido vaciados también,
incluyendo mi ropa. Mis padres las llevaron también, probablemente para
castigarme por existir.
—Ni siquiera bajaron las persianas —digo, atónito, girando en un
círculo en la sala de estar—. ¿Por qué harían eso? Quiero decir, no hay
ningún cartel de en venta, no hay nada.
Callie camina hasta mi lado debajo de la araña y justo en frente de
la chimenea de mármol voluminoso y entrelaza los dedos con los míos,
dando a mi mano un apretón. —¿Nunca mencionaron que se mudaban?
Niego con la cabeza lentamente, su mano se siente tan minúscula
junto a la mía, sin embargo enormemente reconfortante. —Ni siquiera he
visto a mi padre desde que me golpeó hasta casi matarme. —Pienso en los
documentos de itinerario en la basura—. ¿Simplemente se largaron?
—¿Y qué hay de tu hermano? —pregunta—. ¿Podría estar aquí
todavía? Tal vez sabe adónde fueron.
Niego con la cabeza, la arrastro conmigo mientras me precipito
hacia la puerta principal abierta. Troto por las escaleras y alrededor de la
esquina de la casa hasta el sótano. Pateando la nieve del camino de la
puerta del frente, agarro el picaporte.
No es como si estuviera molesto de que nunca los volveré a ver.
Estoy enojado porque comenzaba a animarme la idea de presentar
cargos y ahora... —No tengo idea de lo que está pasando —murmuro
mientras abro la puerta del sótano y encuentro que la habitación está
vacía también. El sofá de cuero donde Callie, Luke y yo jugamos verdad es
lo único que permanece. La mini-nevera, la televisión, y el futón están
desaparecidos. Entro, todavía aferrándome a la mano de Callie y eso
alivia la soledad y los sentimientos de abandono creciendo en mi cuerpo.
Me paro en la entrada boquiabierto, sólo mirando fijamente la
habitación donde pasé incontables días escondido. —¿Qué mierda? —No
me muevo ni respiro. Ni siquiera puedo pensar con claridad cuando mis
ideas se revuelven. Hay una grieta en la pared justo fuera del último rincón
donde mi papá chocó mi cabeza a través de la placa de yeso y luego no
246
Un mes después…
Kayden
¡ Oh, Dios mío! ¡Oh, Dios mío! ¡Oh, Dios mío! —Seth viene corriendo
hacia mí, gritando como un psicópata. La biblioteca está
bastante vacía, pero la bibliotecaria, una mujer joven con gafas
de montura cuadrada y el cabello marrón esponjoso, nos frunce el ceño
desde detrás del mostrador. Hay corazones de papel en todos los estantes,
en las paredes e incluso colgando del techo. San Valentín es en unos
pocos días y todavía estoy intentando averiguar qué regalarle a Callie,
quiero que sea algo especial, algo perfecto, algo que lo represente.
—Seth. —Inclinando la barbilla, asiento con la cabeza hacia
mostrador—. Controla los gritos.
Él está sosteniendo un papel arrugado en la mano. He estado en la
biblioteca durante aproximadamente una hora, buscando un libro sobre el
darwinismo. Normalmente usaría un ordenador, pero el profesor Milany es
de la vieja escuela y siempre requiere un libro como referencia.
250
Página
—¿A quién le importa? —dice, y luego arruga la cara en dirección a
la bibliotecaria, que le chista en respuesta. Él desdobla el papel y lo
extiende, tratando de deshacerse de las arrugas—. Tengo noticias
jodidamente fantásticas.
Dejo el libro que había estado sosteniendo en el estante. —No, no
hay manera de que le hayas encontrado todavía… Mierda. Tú has… no…
—Estoy de algún modo sin palabras porque es increíble. No puede ser
posible. Pero la mirada en su rostro dice otra cosa—. Mierda.
Sonriendo, me entrega el papel. Ha sido imprimido desde un
ordenador y tiene un artículo debajo. Por debajo del artículo hay una cara
que se parece a una versión más mayor del hermano que dejó mi casa
hace años: cabello oscuro que ha disminuido un poco, los mismos ojos
verdes que los míos, y una nariz aún torcida de cuando se la partió al
estrellarse contra una pared. Estoy sorprendido más allá de las palabras
mientras miro fijamente su foto.
No había esperado que esto sucediera tan pronto. Volví del
terapeuta solamente ayer por la noche y le dije a Callie que creía que ya
estaba listo para iniciar la búsqueda. Mi terapeuta, Jerry, un hombre mayor
que lleva muchas camisas con estampados hawaianos y mocasines,
sugirió que podría ser el momento para que empezara a buscar a Dylan.
Expuse un buen argumento sobre por qué no debería, incluyendo el hecho
de que me equivoqué el otro día y como que estrellé mi puño contra la
puerta en un ataque de rabia cuando recibí una llamada del antiguo jefe
de mi padre, quien estaba buscándole. Nadie sabe dónde están, por qué
se marcharon, y es sorprendente lo poco que le importa a la gente. El jefe
de mi padre estaba buscándole solo porque decía que mi padre tenía
algo suyo. Ni siquiera sé cómo consiguió mi número, y la llamada me
recordó todo lo malo fuera de mi mundo de Callie-Seth-Luke-escuela. Metí
la pata, pero se lo dije al terapeuta. Y a Callie. Y de algún modo, Jerry
pensó que sería una buena idea que empezara a buscar a Dylan, incluso
aunque yo estaba preocupado de lo que él podría ser, o lo que podría no
ser.
—Estarás bien —dijo, masticando un Altoids, lo cual siempre tenía
con él—. Será bueno tener a alguien con quien hablar sobre lo que estás
pasando, y tal vez él pueda ayudarte con los problemas de abandono
con los que estás tratando.
—¿Qué problemas de abandono? —Me hice el tonto—. Me alegro
de que se hayan ido.
—Sí, sé que lo haces —respondió, y rebuscó entre algunas notas un
trozo de papel comercial amarillo—. Pero creo que también te sientes
251
Página
abandonado. Incluso aunque te han hecho cosas terribles, todavía son tu
familia y creo que te sientes conectado a ellos.
—O pegado a ellos —murmuré en respuesta, cayendo de nuevo en
el sillón de cuero lleno de bultos en el que siempre tenía que sentarme.
Él escribió algo más y luego cerró la carpeta de manila y la empujó a
un lado con una pila en la esquina de su escritorio. —¿Qué tal esto? —
Colocó las manos sobre su escritorio—. ¿Qué tal si simplemente tratamos
de buscar a tu hermano? No hace daño intentarlo, ¿verdad?
Giré mi muñeca hasta que dolió y me dio una sensación de ardor,
algo que había estado sucediendo desde que me la corté. —¿Y si le
encontramos?
Él abrió la lata de Altoids que había sobre su escritorio y se metió uno
en la boca, reclinándose en la silla. —Bueno, eso realmente depende de ti.
Después de sentarme en silencio durante quince minutos,
escuchando el reloj de pared marcar la hora y el tráfico en el exterior,
estuve de acuerdo. Cuando salí a cenar esa noche con Callie, Seth y Luke,
ellos decidieron encargarse de buscarlo.
Simplemente no esperé que Seth lo encontrara tan rápido.
—Él luce igual —Noto, asimilando sus ojos verdes, que se asemejan a
los míos de una manera extraña e incómoda de algún modo.
—Está casado—dice Seth, dando golpecitos con el dedo al papel—.
Y es profesor.
Lo miro boquiabierto. —¿Un profesor? Mierda, ¿en serio?
Las cejas de Seth se alzan. —¿Por qué estás tan sorprendido?
Me encojo de hombros y luego me encamino hacia la salida,
serpenteando alrededor del carro de libros que bloquea el camino. —No
lo sé… Es solo que parece tan jodidamente normal. —Estrello la mano
contra la puerta y la abro. La zona de alrededor y debajo de mis cicatrices
duele un poco y la masajeo con mi pulgar mientras salgo a la luz del sol
con el papel en la mano. El sol está brillando y derrite la nieve del césped y
los caminos. Es agradable de ver, pero hace que todo sea un acuoso
lodazal. Los canales cerca de las calles están inundando las aceras, y la
hierba parece un estanque.
—Entonces, ¿qué vas a hacer? —pregunta, saltando en un charco y
luego dándole una patada a una piedra para sacarla de su camino.
Niego con la cabeza y esquivo un gran agujero lleno de agua turbia
que hay en la acerca. —No lo sé.
252
—¿No lo sabes?
Página
—No.
Él no lo entiende y no espero que lo haga. Pero hay una persona que
lo hará. —¿Está Callie en su habitación? —pregunto.
Seth asiente mientras nos desviamos por el lateral del edificio de
humanidades y caminamos en diagonal atravesando el césped hacia la
acera que limita con la calle. De los árboles caen gotas de agua y
aterrizan en mi camiseta y en el papel. Hay una ligera brisa de primavera
que sopla contra mi espalda. —Está trabajando en algún documento que
tiene que entregar para final de año, pero ha entrado —hace comillas en
el aire mientras camina hacia atrás—, “en modo escritor”.
Sonrío ante el pensamiento de ella encerrada en su habitación,
garabateando en su diario, desnuda. Aunque estoy bastante seguro de
que la última parte no es verdad. Pero si realmente quiero que lo sea,
probablemente podría desnudarla y que escriba desnuda para mí. Ella
confía en mí mucho últimamente y nuestra relación se ha calentado
muchísimo. Pero nunca la presiono —no quiero hacerlo jamás.
—Voy a ir a hablar con ella. —Rodeo a un corredor estirando cerca
de un árbol—. ¿Vas a venir?
Él niega con la cabeza, metiendo las manos en los bolsillos de sus
pantalones color canela. —Nah, tengo una cita. —Se marcha
rápidamente, con pasos apresurados, hacia el aparcamiento que hay en
el lado opuesto de la oficina principal, los charcos salpicando debajo de
él. Cuando llega a su coche, hay un tipo esperándole con un gran oso de
peluche en su mano. Me hace sonreír, pensando en Callie y el osito de
peluche en el carnaval.
Retomo el paso, dando zancadas tan largas como sea posible,
dejando que el viento me lleve a donde necesito ir.
***
pareció divertido de algún modo. Sin embargo, Violet no lo tomó así, y nos
Página
regañó, diciendo que teníamos que colgar un pañuelo en el picaporte la
próxima vez. Yo estaba un poco sorprendido por su reacción. Violet tiene
una reputación en torno al campus y parecía un poco impropio para ella
que se alterara tanto respecto al sexo.
—Tú no eres Jess —dice con una mano en el picaporte, frunciendo el
ceño. Me revisa con los ojos y luego juega con el diamante que tiene
sobre su labio superior—. ¿Ustedes dos no se toman un descanso jamás?
Enrollo el papel en mi mano, haciendo un cilindro mientras sacudo la
cabeza y me encojo de hombros. —Nop, no realmente.
Rueda los ojos y luego retrocede para dejarme entrar. Me limpio las
botas en la alfombra frente a la puerta y luego me coloco en el centro de
la estrecha habitación entre sus camas. En vez de cerrar la puerta detrás
de nosotros, Violet se inclina y agarra su chaqueta y bolso de una silla junto
a su cama y luego se dirige a la puerta para salir.
—No tienes que marcharte —le digo—. Solo necesito hablar con ella.
Alza una ceja, mirándome a mí y luego a Callie, quien está dormida
en su cama. —Sí, tengo que hacerlo… ustedes dos son demasiado para mí.
—Sale y cierra la puerta. La pizarra que hay en ella se cae a la alfombra y
yo la recojo. Es la lista de Callie y Seth de cosas que tienen que hacer antes
de morir.
Estoy sorprendido por la cantidad de cosas que están tachadas,
especialmente el número once: hacer un baile en ropa interior. Riendo
entre dientes, la cuelgo de nuevo en la puerta y luego me quedo junto a la
cama de Callie. Ella está tumbada de espaldas, con el brazo sobre su
estómago y su camiseta levantada, de modo que puedo ver una franja de
su suave y pálida piel. Lleva el collar que le di —siempre lo lleva— y me
hace sonreír cada vez que lo veo porque me hace sentir que ella es mía.
Su diario yace abierto junto a su cabeza y hay una caja de bombones a su
lado. De algún modo, se las ha arreglado para quedarse dormida con un
bombón en la mano. Ha ganado un poco de peso desde las vacaciones
de navidad y me parece que lo está haciendo mejor. Creo que podría ser
su terapeuta. Ella siempre está un poco más feliz cuando vuelve de sus
sesiones. Duele, sin embargo, a veces, pensar acerca de lo que se le hizo y
en todos esos años que pasó en soledad. Es, probablemente, el mayor
lamento de mi vida. Que no viera quién era ella realmente cuando éramos
niños. Tal vez, si yo lo hubiera hecho, entonces su vida no habría sido tan
difícil.
Doy golpecitos con mis dedos en el lateral de mi pierna, decidiendo
la mejor forma de despertarla. Hay un montón de maneras, desde usar mis
254
dedos, hasta mi lengua, pero sé que tengo que ser cuidadoso. Ella todavía
tiene pesadillas a veces, y si la sorprendo en su sueño, podría molestarla.
Página
Me arrodillo sobre la cama, el colchón se hunde debajo de mí. Dejo el
papel en la mesilla de noche que hay junto a la cama y me inclino sobre
ella, descansando uno de mis brazos junto a su cabeza. Con mi otra mano,
acaricio su sien, la de la marca de nacimiento, un pequeño punto marrón
al lado de su ojo que la hace incluso más perfecta.
Sus párpados se agitan y deja escapar un lindo y pequeño gemido
que me excita un poco. Sonriendo, me inclino más sobre ella y paso mis
labios por su frente.
—Kayden —murmura, no del todo despierta, y de algún modo sabe
que soy yo.
Estoy disfrutando de esta manera, demasiado, mi polla se endurece
instantáneamente. Pero bueno. Moviendo mis labios descendiendo por su
sien, beso ligeramente su marca de nacimiento, que solo había estado
trazando con mi dedo, y luego me muevo hacia un lado y coloco un
suave beso en sus agitados párpados. Su cuerpo se estremece debajo de
mí, y alza su pecho y lo presiona contra el mío. Mi boca desciende desde
su nariz hasta su boca, donde separo sus labios con mi lengua,
profundizando en su boca y lamiendo mientras hago un camino hacia el
interior. Sus párpados se abren y sus grandes ojos azules capturan la luz que
fluye en la habitación, brillando. Aspira aire con fuerza por la nariz y
enderezo mi brazo, poniendo un poco de distancia entre nuestros cuerpos
para que pueda recuperar la respiración.
Mira alrededor de la habitación y luego dirige su atención de nuevo
a mí, la somnolencia en sus ojos empieza a disiparse mientras parpadea
hacia mí. —¿Cómo has entrado aquí?
—Violet me dejó entrar —digo, y me inclino para besarla. Ella
responde al instante, abriendo su mandíbula y permitiendo que mi lengua
profundice en su boca. Sabe a chocolate y huele a fresas mientras mi
lengua explora cada centímetro de su boca.
Para cuando me alejo, ambos estamos jadeando, con el fuego
ardiendo en nuestros ojos, y tengo una mano subiendo por su camisa.
Mantengo mis dedos cerca del broche de su sujetador, ruedo
apartándome de ella y me tumbo a su lado. Ella baja la mirada hacia el
trozo de chocolate derritiéndose en su mano y luego su cara se
contorsiona con disgusto. Lo pone en la mesita de noche y se limpia la
palma en el lateral de sus vaqueros.
—Está bien, eso es embarazoso —dice con una tímida sonrisa.
Extiende la mano hacia la caja de bombones a medio comer y empieza a
ponerlos a un lado.
255
Página
Agarro su brazo y la detengo, mirando cada trozo al que le falta un
mordisco. —Está bien, tengo que preguntar. ¿Te comes uno entero o solo
los pruebas todos?
Ella suspira y tira la caja junto a la lámpara, y luego presiona su
cuerpo sobre mi pecho, con su barbilla sobre mi corazón. —No me gusta
ninguno de los sabores excepto el de fresa.
—Supongo que eso funciona, entonces. —Le sonrío—. ¿Quién te los
dio, , ya de paso? Está haciéndome quedar mal.
Sus ojos brillan con un ligero rastro de soberbia que sale a la luz solo
en muy raras ocasiones. —¿Qué pasa si te dijera que fue un chico?
¿Estarías celoso?
—Sí —digo con sinceridad—. De hecho, creo que tendría que patear
algunos traseros.
—Nada de patear traseros.
—Está bien, pero solo porque tú lo has dicho.
Ella sonríe y luego su lengua se desliza fuera de su boca para
humedecer sus labios. —Greyson me los dio anoche.
Me quedo mirando fijamente sus deliciosos labios, brillantes por el
rastro de su lengua, y son tan jodidamente atractivos que están volviendo
loco a mi cuerpo. —¿El Greyson de Seth?
Ella asiente. —Los tres salimos anoche. Él es realmente agradable.
Frunzo el ceño, recordando por qué vine aquí en primer lugar. —En
realidad, acabo de encontrarme con Seth.
—¿Dónde? —pregunta—. Pensé que tenía una cita.
Suspirando, cojo el papel de encima de la mesita de noche.
Desenrollándolo, se lo tiendo. Debe de haber una muy estrecha semejanza
porque ella sabe quién es de inmediato.
—¿Dónde conseguiste esto? —pregunta, sentándose y leyendo el
papel.
Me empujo para sentarme frente a ella, cruzando las piernas. —Seth
entró corriendo en la biblioteca hoy como un lunático con él. Supongo
que fue bastante fácil encontrarlo, lo cual me hace preguntarme si mi
mamá o mi papá siquiera intentaron buscarlo realmente.
Se muerde el labio mientras estudia meticulosamente el papel. —
Dice que vive en Virginia.
256
Página
Asiento, trazando las blanquecinas cicatrices de mi muñeca. Están
desapareciendo rápidamente, pero todavía están allí como pequeños
recordatorios de todo lo que pasó. —Lo sé.
—Eso está lejos.
—Lo sé.
Baja el papel hasta su regazo y me estudia durante un momento. —
¿Vas a intentar ponerte en contacto con él?
Niego con la cabeza y me encojo de hombros, pensando sobre el
pasado. Nunca tuve una relación estelar con Dylan, y además, huyó y
nunca intentó ponerse en contacto conmigo. —¿Qué pasa si no quiere
que me ponga en contacto con él? Quiero decir, hay una razón por la que
no he hablado con él ni le he visto en años. Y parece que tiene una familia
y todo. Al menos eso es lo que el artículo dice.
Callie está en silencio durante un rato y luego extiende una mano y
coloca un dedo debajo de mi barbilla, alzando mi cabeza de forma que
estoy mirándola. —Pero, ¿qué pasa si… qué pasa si él quiere verte? ¿Qué
pasa si solo se estaba manteniendo alejado de tus padres y de la casa?
¿O qué pasa si intentó ponerse en contacto contigo y tus padres no se lo
permitieron?
Recuerdo cuando Dylan dejó la casa. Acababa de graduarse y de
renunciar a una beca de fútbol, en parte debido a mi padre y en parte
porque no quería jugar al fútbol. Mi padre estaba malditamente enojado y
le había dicho que no regresara nunca. Jamás.
—Sí, tal vez. —No estoy totalmente convencido todavía, pero si fuera
a hablar con mi terapeuta en este momento, él diría que dudo de mí
mismo más que de Dylan. Él dice eso mucho. Dice que tengo la
autoestima baja. Me hace sentir débil y como un jodido marica, y de algún
modo prueba su punto.
—Le llamaré por ti —dice Callie, arrastrándose sobre sus rodillas para
acercarse más a mí—. Si quieres que lo haga.
Extiendo mis dedos en la parte superior de sus piernas y le frunzo el
ceño. —¿Harías eso por mí? ¿Llamar a un completo desconocido?
—Haría cualquier cosa por ti. —Coloca sus manos sobre la mía—.
Porque te amo.
—Sé que lo harías —respondo, odiando y amando que me diga que
me ama. Yo todavía no se lo he dicho. No sé por qué. Lo he intentado mil
malditas veces, pero no puedo conseguir que salgan de mi boca. Ella
nunca dice nada sobre ello, tampoco, lo cual me hace sentir como una
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Página
persona de mierda todavía más. Ella es tan feliz teniéndolo de un solo
lado—. Debería ser yo quien lo llame.
Sus hombros se elevan con entusiasmo. —¿Así que vas a llamarle,
entonces?
Asiento, decidiendo dar un salto de fe y ver qué sucede. —Sí, le
llamaré esta noche después de que haya terminado contigo.
Lleva su labio inferior entre sus dientes, mordiéndolo nerviosamente.
—¿Cuándo hayas terminado conmigo?
Asintiendo, me inclino hacia su boca, pero luego me desvío y respiro
cálidamente sobre su cuello. —Sí, quiero trabajar en el número cuarenta
seis de tu lista.
—Cuarenta… y seis… —Está respirando profundamente mientras mi
boca traza un camino húmedo por el costado de su cuello. Con cada
pasada de mi lengua, mordisqueo suavemente su piel, llevándola entre mis
dientes y luego lamiéndola.
—Comer chocolates… tener mucho sexo —digo, recordándole lo
que dice mientras alcanzo su clavícula y deslizo mi mano por debajo de su
sujetador.
Ella deja salir un gemido. —Ese es el del día de San Valentín…
Paso mi pulgar por su pezón e instantáneamente salta. Dándole un
suave pellizco, empiezo a masajear su pecho. —¿Y qué? Lo celebraremos
antes… —La distraigo mientras su cabeza cae hacia atrás y ella es
consumida por mi toque. Deslizo mi brazo alrededor de su cintura y nos
guío hasta descender sobre la cama, colocándola debajo de mí—. Y
luego lo celebraremos otra vez el día de San Valentín.
—Está bien —dice con una mirada de éxtasis en su cara, y luego sus
ojos se cierran—. Lo que tú quieras.
Y lo dice en serio. Ella haría cualquier cosa por mí —ya lo hace.
Renunció a su secreto, se entregó a mí, me dio su amor. E incluso aunque
no puedo decírselo todavía, me siento del mismo modo respecto a ella.
Me posee completa, incontrolable e irreversiblemente.
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Página
Callie
Estoy muy feliz por él, y preocupada al mismo tiempo. Encontró a su
hermano y yo solo le rezo a Dios que todo le vaya bien, que su hermano
sea mejor persona que el resto de su familia.
Las cosas han ido grandiosas para ambos. Hemos estado viendo a
un terapista y yo no he vomitado desde antes del accidente del hospital
como tres meses atrás. Estoy feliz y la sensación es maravillosa y
sorprendente y aterradora.
No es siempre fácil. Algunas veces tengo pesadillas, especialmente
cuando el terapeuta me hace buscar profundo en mis pensamientos
escondidos. También hubo un instante en el que enloquecí cuando
Kayden decidió probar algo nuevo en mí mientras estábamos teniendo
sexo y eso momentáneamente arrojo mis pensamientos de nuevo a ese
horrible día. Él fue maravilloso sobre eso y me sostuvo mientras lloraba.
También he estado hablando más con mi mamá, lo que no ha sido
tan malo. Mi papá y Jackson incluso me llamaban. Caleb sigue
desaparecido y tengo el presentimiento de que él podría estar
desaparecido por siempre. Todavía no estoy segura como me siento
acerca de eso. Hay mucha conflictividad; parte de mi quiere que sufra en
prisión pero parte de mi esta agradecida de que él no está más en mi vida.
Después que Kayden me habló acerca de su hermano, hablamos un
poco de lo que iba a hacer y luego empezó a desnudarme. Después de
que pasa su lengua sobre casi todos los lugares de mi cuerpo mientras yo
me aferraba a él, se desliza dentro de mí y mueve sus caderas contra las
mías.
—Te amo —Sigo susurrando a través de mis gemidos mientras enredo
mis dedos en su suave pelo.
Él mordisquea mi cuello y masajea mi pecho con sus manos mientras
se empuja dentro de mí. —Lo sé.
Es todo lo que siempre dice. O algunas veces no dice nada. Es una
conversación de un solo lado por ahora, pero yo sigo diciéndolo porque él
lo necesita escuchar, necesita saber que es amado. Yo lo escuche de mis
padres, mis abuelos, Seth y algunas veces incluso Jackson. Soy afortunada
y quiero que él se sienta afortunado también.
Nuestras caderas se retuercen armoniosamente juntas hasta que
estamos cayendo sobre el borde. Ambos gemimos y yo dejo escapar un
gemido que siempre consigue excitarlo. Después de que terminamos, se
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Epílogo Traducido por Julieyrr & Annabelle
Corregido por Mel Markham
Kayden
V
irginia es un lugar muy bonito, verde, con muchos árboles y
animales deambulando. Es un poco más cálido que en
Wyoming. Al menos, por lo que he visto. Solo he estado aquí
durante aproximadamente una hora y la mayoría del tiempo estuve
atrapado en el aeropuerto. Volé sólo, a pesar de que Callie quería venir
conmigo. Por mucho que la quería, no necesitaba interrumpir su vida y su
progreso. —Solo estaré fuera por una semana. —Le dije—. Y creo que es
algo que tengo que hacer sólo. —Parecía un poco herida, pero entendió y
me dejó ir sin más discusión.
Después de una muy extraña reunión un tanto incómoda con mi
hermano al recoger el equipaje, nos fuimos en su SUV de tamaño mediano
y nos dirigimos a la autopista. Se parece mucho a mí, sólo más viejo con
cabello más delgado y menos cicatrices en la cara. Está vestido con unos
pantalones y una camisa polo y el interior de su coche huele a comida
rápida.
Mantenemos la conversación ligera durante los primeros diez
minutos, hablando acerca de la escuela y su familia, y de repente tengo
que saber.
—¿Por qué nunca llamaste? —le pregunto, sosteniendo la manija de
la puerta por apoyo.
Me mira con los mismos ojos verdes como los míos. —Lo intenté, pero
mamá y papá cambiaron el número cuando me fui. Y luego, cuando lo
conseguí, nunca contestaban y si lo hacían colgaban. Quería ponerme en
contacto contigo después de que me mude… pero no sé… la vida solo se
puso en el camino. —Hace una pausa y sus manos agarran el volante y
obliga a pasar un nudo en su garganta—. ¿Qué tan malo fue?
Me encojo de hombros, mirando hacia el depósito al costado de la
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Callie
Tengo una sonrisita tonta en el rostro cuando regreso a las gradas.
Acabo de terminar de hablar con Kayden por teléfono, y me dijo que me
amaba. No estuve muy de acuerdo con que se fuera solo a Virginia. Me
preocupaba que conociera otro miembro de su familia que lo defraudara
y lo lastimara de nuevo. Pero todo debe estar saliendo bien, porque me
dijo que me ama. Me ama. Prácticamente doy saltitos de la emoción.
Greyson, Seth, Luke y yo nos encontramos en un juego de
básquetbol. La multitud es muy ruidosa, y los silbidos y gritos llenan el
estadio, junto con los sonidos de los zapatos chirriando en la cancha. El
ambiente huele a maní, palomitas de maíz y sudor.
—¿Dónde están Greyson y Luke? —pregunto al sentarme junto a
Seth.
Él me señala hacia abajo en nuestra sección, donde Luke y Greyson
se encuentran de pie junto al rejado, conversando sobre algo. Greyson
mueve las manos con entusiasmo al hablar y Luke sacude la cabeza en
desacuerdo.
Los ojos de Seth examinan mi rostro mientras mete la mano en su
cubo de palomitas. —¿Y esa sonrisita tonta, mi hermosa Callie?
Mi sonrisa se hace aún más grande mientras tomo un puñado de
palomitas. —Kayden me acaba de decir que me ama.
Casi deja caer el cubo de palomitas cuando se inclina para lanzar
sus brazos a mí alrededor. —Estoy tan feliz por ti —dice, abrazándome.
Le devuelvo el abrazo, riéndome mientras apretujamos el cubo de
palomitas entre nuestros cuerpos. —Estoy muy feliz por mí, también.
Se separa con una sonrisa y sacude las palomitas derramadas en sus
piernas. —Sé que lo estás, lo cual es bueno. En serio, no quería tener que
patearle el trasero a Kayden.
Me río un poco ante la idea. —Estoy segura de que a Kayden
también le alegra eso.
Un hombre enorme detrás de nosotros comienza a gritarle a Luke y a
Greyson para que “¡sienten sus jodidos traseros!”
—Cierra tu maldita boca —interviene Seth, dándole una mala
mirada por encima de su hombro mientras Luke le muestra su dedo medio.
Contengo el aliento hasta que la tensión disminuye y Luke y Greyson
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Fin
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The Destiny of Violet and Luke
El precio de la vida de Luke siempre ha
sido el orden, el control y ser duro en el
exterior. Utiliza las relaciones sin sentido
como una distracción y una manera de
sintonizar los recuerdos retorcidos de su
infancia. En secreto, desea algún día
poder encontrar una persona perfecta,
pero en el fondo no cree que la
perfección exista realmente.
Violet Hayes ha tenido una vida dura,
rodeada por las drogas, el abandono y
padres irresponsables. Pensaba que
podría escapar de ese tipo de vida
yendo a la universidad, pero su pasado
se pone al día con ella. Para protegerse
de ser herida, se hace la dura y mantiene
su distancia de todo el mundo. Pero
entonces conoce a Luke. Los dos
chocan, sin embargo, parece que no
pueden mantenerse alejados el uno del
otro. Cuanto más se conocen, más se dan cuenta de lo similares que son
sus vidas, y que tal vez la perfección que siempre han estado buscando se
encuentra en el otro.
Sobre el autor
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Jessica Sorensen vive con su esposo y tres hijos en las
montañas nevadas de Wyoming, donde pasa la
mayor parte de su tiempo leyendo, escribiendo y
estando con su familia.
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Traducido, Corregido y
Diseñado en:
http://www.librosdelcielo.net
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