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“Sobre nosotros mismos”
Se dice que el ser humano tiene al menos tres tipos de relaciones: con las cosas, con el
otro y con uno mismo. Estas interacciones conforman lo que somos. Con respecto a las
relaciones con las cosas se puede notar el efecto en cómo las nuevas generaciones, que
poseen más interacción con la tecnología, tienen distintas habilidades, lenguaje y costumbre
que las anteriores. Tienden a permanecer más tiempo despierto debido al uso de la
tecnología que los sobre estimula, también tienen menos relaciones con sus familiares y
amigos de manera presencial. Nótese que incluso este concepto ha ido cambiando, ¿cuántos
amigos tenemos? ¿El mismo número que tenemos en Facebook o un poco más o un poco
menos? Otro de los muchos ejemplos de cómo las cosas afectan a las personas es que ahora
es mucho más fácil aprender un idioma, en internet podemos encontrar mucha información
que es expresada en otros idiomas que no son el materno: el anime, el k-pop, doramas,
películas y canciones, juegos y también un cúmulo de herramientas de las cuales nos
podemos aprovechar para aprender un idioma, facilitan al cerebro aprender un idioma ya
que es constantemente bombardeado por ese tipo de información. Por lo tanto, la generación
de hoy en día tiende a ser más bilingüe, no tanto por el esfuerzo del profesor, que vale
bastante, sino que también la constante relación con las cosas que están en otro idioma.
La relación con el otro es tal vez la primera relación que tenemos. A diferencia de la
relación con la cosa en este caso hablamos de un sujeto, no de un objeto. Esa es la principal
diferencia entre una y otra, mientras estamos en una computadora que no tiene voluntad
será una relación sujeto-objeto. Pero si hablamos de un contacto como el primero que
tenemos al nacer con nuestra madre, se podría hablar de una relación sujeto-sujeto. Y digo
“se podría” porque aún se está debatiendo sobre la voluntad de un recién nacido. Sin
embargo, existe un reconocimiento de algo que tiene vida, que se mueve por sí solo, pero
sobre todo que tiene un cúmulo de potencialidades indeterminables, es decir, es
impredecible. Los sujetos, a diferencia de los objetos no se pueden predecir, por eso es que
las relaciones son mucho más complejas, y tal vez por eso para muchos es más fácil tratar
con un objeto ya que se puede manipular como queremos y lo podemos predecir. Lo malo es
que los objetos pocas veces te van a impresionar o a decepcionar, dependerá de cuánto lo
conozcamos. Pero un sujeto es algo difícil de determinar, aunque se intente, pocas veces lo
podemos manipular a nuestro antojo, pocas veces el otro hace lo que queremos pero
definitivamente nos sorprende mucho más y claro también cuando tenemos expectativas
erróneas nos puede decepcionar. Aun así se ha intentado investigar estas fascinantes
relaciones y cómo funcionan: la política, la sociología y la economía son una de las muchas
ramas que se dedican a estudiar las relaciones sociales.
Ahora bien, estas dos relaciones son bastante difusas, a veces tratamos a los objetos
como si fueran sujetos. ¿Quién no ha defendido un objeto de un golpe “porque le duele” y
“pobrecito el celular”? ¿O se ha puesto a conversar con un objeto como si este escuchara y
diera una respuesta de alguna u otra forma? ¿O se ha enojado contra el objeto y decimos
palabras como esperando a que el objeto de alguna u otra forma reaccione a ellas? También
ocurre que a los sujetos los buscamos tratar como objetos y no tomamos en cuenta sus
voluntades o pensamientos. A veces las personas son tratadas como si fueran un número o
los tratamos de predecir diciendo lo que harán y lo que no harán o lo que pueden hacer y lo
que no. También pasa que a los sujetos se les ve como si tuviera una única función y que si
se salen de esa función entonces está mal. Por esa razón es tan normal sorprenderse cuando
tratamos con otra persona.
Ciertamente el ser humano es un objeto, es decir, tiene materia, se puede tocar, ver,
sentir, se puede mover debido a un conjunto de músculos y huesos que funcionan de manera
orgánica, tiene un cerebro, un corazón, venas, etc. Pero también tiene este algo que no se
sabe muy bien qué es pero que muchos le han puesto el nombre de “consciencia”. Y esa es
tal vez la más fascinante pero también la menos estudiada de las relaciones. La relación con
nosotros mismos se podría decir que consiste en tratarnos como un objeto que también es
un sujeto. Como objeto porque somos materia dependemos de nuestras hormonas, de la
condición de nuestro cerebro, de nuestra alimentación, y que tiene un conjunto de sistemas
que no podemos manipular solo con el pensamiento pero también tenemos voluntad y las
acciones que tomamos en nuestra vida dependerán de esas dos cosas. Por lo tanto,
conocernos a nosotros mismos es de suma importancia pues de allí es que podemos saber el
porqué de nuestras decisiones inconscientes y tomar consciencia de ello también significa
tomar control de tu vida, ser un sujeto que se construye a sí mismo.
El primer lapso del tercer año consistirá en conocernos a nosotros mismos. Cómo
ocurren los procesos bioquímicos que nos hacen movernos, qué nos inclina hacia un gusto
o hacia otro, en dónde se encuentra la memoria, por qué me gusta tal o cuál persona, dónde
está “la inteligencia”, cómo es posible que recuerde lo que pasó hace 10 años pero no me
acuerdo lo que pasó el mes pasado, por qué olvido las clases apenas salgo del colegio, por
qué saqué tan baja nota si estudié tanto entre otras cosas. Todas estas preguntas trataremos
de responderlas este lapso, y digo “trataremos” porque realmente los seres humanos
sabemos muy poco, con respecto a lo que sabemos del mundo, sobre nosotros mismos.
A continuación se presenta el plan de evaluación:
Opcional:
Cuestionario
sobre la
evolución del ser
humano.