Considerando que el desconocimiento y el menosprecio de los derechos humanos,
han originado actos de barbarie ultrajante para la conciencia de la humanidad, y que se ha proclamado como la aspiración más elevada del hombre, el advenimiento de un mundo en que los seres humanos, liberados del temor y la miseria, disfruten de la libertad de palabra y de la libertad de creencias. Como rescatar la esencia, y el concepto puro de los derechos humanos, desde una perspectiva equilibrada y profundamente valórica, sin caer en referentes comunes y egoístas, que desvirtúen los objetivos de su estructura y concepción, apelando por el contrario, a una sensibilidad plena de dignidad y reconocimiento para la humanidad, tantas veces atropellada en su patrimonio más universal, el respeto a la vida y a la integridad a las personas, como testimoniar la vergüenza y el dolor de las victimas desde el respeto a su dignidad y la reparación de vida, como, en definitiva, transferir la dura experiencia de esta historia a las nuevas generaciones, enseñándole desde el amor a mirar confiados el horizonte, sin temor al desquiciamiento y a la locura del terror, como remplazar el odio para derramar una lagrima por la humanidad y las dignidades de los seres humanos, como hacer del nunca más, un compromiso valiente con la búsqueda de la verdad y la exigencia de la justicia por los crímenes cometidos, como hacer de esta ofrenda un legado y un compromiso para nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos, un compromiso donde los jóvenes se pronuncien y lo conviertan en cultura de la vida y de respeto a los derechos humanos. Cuando miramos la historia con la perspectiva de los años, nos sorprendemos al pesar, en cuantos siglos, cuantas guerras y dolores debieron pasar para que la humanidad, fuera capaz de establecer un conceso, un acuerdo que permitiera asegurar el fin de la barbarie y el respeto mínimo a la dignidad de cada persona, la infinidad de guerras y de capítulos obscuros que arrastramos como humanidad, son innumerables, el orden económico y la conquistas de tierras, basados en la esclavitud y la explotación de los seres humanos, las guerras por motivos religiosos, la férrea división de clases sociales que condeno a millones de seres humanos a la pobreza, y dignidad en favor del bienestar de unos pocos, son entre otros, capítulos larguísimos en más cinco mil años de historia, asumidos como parte de la historia natural de la humanidad, y sellados con frases terribles como así es la vida….Solo a mediados del siglo XX, al finalizar la segunda guerra mundial y cuando la crueldad adquirió proporciones demenciales conocidas en todo el mundo, cuyos saldos parciales hablaban de la muerte de más veinte millones de personas, la persecución tortura y exterminio de diez millones de judíos, gitanos, homosexuales, discapacitados y protestantes, la destrucción total de las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki, mediante el uso de la bomba atómica, solo en este momento, es en que los gobiernos del mundo, asumen la urgente necesidad de oponer la razón a la fuerza, la esperanza en la humanidad al egoísmo y al miedo, y proclaman en diciembre de 1948, a través de la asamblea de las Naciones Unidas, la carta fundamental de defensa de los derechos y libertades humanas, comprometiendo a todos sus miembros a suscribirla, y hacerla respetar en sus naciones, esta proclamación será entendida como un acuerdo universal que consagra el respeto a la dignidad y a la vida de todas las personas del mundo, independiente de su edad, raza, sexo o credo religioso como un derecho inalienable y un derecho a su ser………