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SIRANUS SVEN La Sanacion Cuantica Superf
SIRANUS SVEN La Sanacion Cuantica Superf
La sanación cuántica
¡Superfácil!
ISBN: 978-84-9777-985-2
Depósito Legal: B-13.543-2013
Printed in Spain
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Índice
Prólogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
Conocerse a sí mismo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 27
El caso de Marcel . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 28
Adquirir conocimiento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 29
La comprensión lleva a la trasformación . . . . . . . . . . . . 31
Ejercicio: toma de contacto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 32
La prueba kinesiológica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 34
¿Y ahora qué? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 87
La sanación cuántica en la vida cotidiana . . . . . . . . . . . 88
Configurar activamente el futuro . . . . . . . . . . . . . . . . . 89
Para terminar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 89
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ámbito de la vida trabajara yo con estas personas, siempre se
producían cambios positivos. Cuando acto seguido también
me ocupé de las nuevas ciencias, que confirman estos méto-
dos, me di cuenta de que era mi deber contribuir a divulgar
este conocimiento por todas partes. Era necesario que toda
persona oyera hablar de este increíble método. Al final desa-
rrollé mi propio método, llamado «Quantum Energy» (ener-
gía cuántica).
Desde entonces han trascurrido dieciocho meses y segura-
mente en todo el mundo ya son centenares de miles las per-
sonas que han asistido a un seminario sobre los nuevos méto-
dos de sanación; además, ya existen numerosos libros sobre la
«sanación cuántica». Con este librito pretendo mostrar todas
las posibilidades que se nos ofrecen. Lo más asombroso es que
cuando hayas terminado de leerlo, tú mismo serás capaz de apli-
car la sanación cuántica para una vida plena, feliz y sana en la
abundancia.
Te deseo una lectura provechosa y sobre todo mucho éxito
con la aplicación del método.
Cordialmente
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¿Qué es la sanación cuántica?
«La sanación en el plano cuántico
suele ser tan rápida como sencilla».
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A pesar de esta diferencia, en última instancia todo es lo
mismo. Todo está formado por vibraciones electromagnéti-
cas. Cuando todo está «en su sitio», todo vibra armoniosa-
mente. La armonía es, por tanto, el estado natural de las co-
sas, el orden natural. Sin embargo, pueden producirse acon-
tecimientos que rompan la armonía de las vibraciones. En
la naturaleza, por ejemplo, un aumento de la presión en el
interior del planeta puede provocar la erupción de un volcán.
Asimismo, cada población animal está organizada de manera
que crece «armoniosamente», pero si por ejemplo se produce
una intervención humana en esta armonía, puede ocurrir que
una especie animal se extinga o que aumente desmesurada-
mente por falta de enemigos naturales.
Algo parecido ocurre con los seres humanos. Si su vibra-
ción es armoniosa, diremos que una persona está sana y satis-
fecha. Éste es su orden natural. Así nacen todas las personas,
salvo contadas excepciones.
En determinadas circunstancias, esta armonía se tamba-
lea, pero con ayuda de la sanación cuántica es posible res-
tablecerla. Si por ejemplo una persona ha tenido una mala
experiencia y siente miedo, este hecho ha perturbado su orden
natural; si le duele algo o está enferma, algún acontecimiento
habrá alterado su vibración.
Normalmente, el cuerpo consigue, con ayuda de sus pro-
pias fuerzas autocurativas, restablecer la armonía, como por
ejemplo cuando un rasguño en el brazo se cura por sí solo.
Sin embargo, muy pocas veces le damos la oportunidad de
sanarse a sí mismo, pues no le concedemos el sosiego nece-
sario o echamos mano de inmediato de la aspirina u otro
medicamento.
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La sanación cuántica hace que nuestras fuerzas autocura-
tivas latentes despierten y se ocupen de mantener el orden en
el «sistema».
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de la gripe, de modo que el señor Franken puede seguir yendo
a la oficina. Aunque no está tan concentrado como es habitual
y además le duelen la cabeza y las articulaciones, peores cosas se
han visto. La gripe desaparece al cabo de una semana.
Medio año después contrae directamente una pulmonía,
aparentemente sin motivo. El señor Franken está molesto por-
que tiene que permanecer durante una semana en el hospital y
dejar «aparcado» el proyecto sobre el que estaba trabajando. Los
médicos y los antibióticos cumplen su tarea, el señor Franken se
cura y dedica todo el fin de semana a su proyecto para entregar-
lo puntualmente. Vuelve a estar en plena forma, aunque no del
todo, pues de vez en cuando nota un pinchazo en la zona del
corazón cuando sube escaleras. Lo atribuye a su mala condición
física y al hecho de que desde hace un año ya no practica nin-
gún deporte. Tres meses después, el señor Franken se desmaya
de repente cuando está sacando una cerveza del frigorífico.
Cuando vuelve en sí, está en la clínica; su médico le co-
munica que ha tenido un infarto de miocardio. Durante las
dos semanas siguientes tiene tiempo para reflexionar sobre su
vida. Por fin entiende qué es lo que estaba tratando de comu-
nicarle su organismo, a saber, que se lo tome todo con más
calma. El señor Franken es uno de los 300.000 alemanes que
sufren cada año un ataque al corazón.
Nuestro organismo es un comunicador perfecto: tan pronto
hay algo que no funciona en nuestro «sistema», nos lo hace sa-
ber. Dado que originalmente estaba programado para curarse a
sí mismo, envía señales al cerebro, que al principio son suaves,
como en el caso del señor Franken con su resfriado. Si ha-
cemos caso omiso de estos mensajes, el cuerpo envía señales
cada vez más fuertes. En casos extremos pueden llevar incluso
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a la muerte, pero no hace falta llegar tan lejos si prestamos
oído al organismo, que no pretende otra cosa que llamarnos la
atención sobre algo que no va bien.
Éste es uno de los principales aspectos si queremos que la sa-
nación cuántica tenga un efecto profundo: si entendemos qué
es lo que quiere comunicarnos nuestro cuerpo, habremos dado
el primer paso para la sanación. Por tanto, cualquier enferme-
dad, cualquier dolor, cualquier bloqueo o cualquier temor en-
cierra un aspecto positivo. Aunque al principio no lo logremos
ver o no lo queramos admitir, el fenómeno en cuestión quiere
llamarnos la atención sobre algo. Volveremos sobre ello.
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pendientemente uno de otro. Después de sumar un éxito tras
otro, ambos se propusieron, por separado, divulgar el método
de los dos puntos lo más ampliamente posible.
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El fundamento de la sanación cuántica
«La nada es todo».
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ca. Los científicos llevan investigando mucho tiempo sobre lo
que es el llamado «vacío», es decir, el espacio que no contiene
nada. El universo, por ejemplo, está formado en su mayor
parte de «nada», al igual que nuestra atmósfera, o al menos
eso parece. Pero a pesar de las apariencias, contiene oxígeno,
que nos mantiene con vida, y está repleto de «ondas de móvi-
les» y radioeléctricas, etc. Así que ¿acaso la «nada» sí es algo?
Sí, porque la nada es lo más maravilloso que existe.
Esta nada es el campo que lo une todo. Max Planck, el
padre de la física cuántica, ya la identificó en 1944, dándole el
nombre de «matrix». Este campo es el mayor tesoro y al mis-
mo tiempo el mayor enigma que existe, del que hasta ahora
sólo se ha estudiado una parte muy pequeña. Los usuarios de
la sanación cuántica hablan de la «conciencia pura» o de la
«percepción pura», pues este campo electromagnético relacio-
na todas las cosas entre sí. Este hecho es el motivo, por ejem-
plo, de que una persona en la que hayamos estado pensando
intensamente hace un momento nos llame de pronto por te-
léfono: nos hemos comunicado a través del campo. Nuestro
pensamiento emite una onda y la otra persona entra en reso-
nancia. A este campo lo llamo conciencia fuente, porque es el
manantial del que la sanación cuántica extrae la energía.
Pero basta de teoría. Si la conciencia fuente constituye
la base de la sanación cuántica, es hora de experimentarla y
aprovecharla. Comprobarás que es muy fácil adquirir esta
conciencia.
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samientos que tienes cada día. Observa este pensamiento,
cómo aparece, permanece un instante en tu memoria y lue-
go sigue su camino para dejar sitio a otro pensamiento. ¿O
se enquista el pensamiento en tu cerebro para producirte
quebraderos de cabeza? En este caso, deséchalo y percibe
como poco después aparece el siguiente.
¡Alto ahí! ¿No ha habido un pequeño intervalo entre
ambos pensamientos? Sí, ha habido una breve pausa. ¿La
has notado? ¿No? Pues repitamos la operación. Surge un
pensamiento, saluda brevemente y se va. Ahora aparece el
intervalo, ¿no? ¿Lo has percibido esta vez? Repite el ejerci-
cio varias veces para aprender a percibirlo.
Este breve instante, este intervalo, es la conciencia fuen-
te, la nada, que es capaz de provocar grandes trasformacio-
nes y sanaciones. Nada espectacular, ¿no te parece? Precisa-
mente. Ahora ampliemos el ejercicio. Imagina cómo puedes
alargar el intervalo entre pensamientos, como si separaras
con las manos, como una cortina, el pensamiento que se va
y el que viene. Fíjate ahora un poco en el intervalo. ¿Cómo
lo sientes? Trata de sentir directamente la nada. Cuando
entro en la conciencia fuente, siempre tengo una sensación
de felicidad. Así es como me doy cuenta de que estoy en
ella.
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Cuando entré en contacto por primera vez con la concien-
cia fuente, pensé que me estaban tomando el pelo.
Sumergirse en la nada
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todo. Lo único que queda entonces es el espacio vacío. La
nada. Permanece en esa nada. Te hallas en la conciencia
fuente. Si apareciera –cosa que no creo que suceda– otra
frase o una imagen, deja que esa frase o imagen también
se desvanezca.
La pregunta
Deja volar tus pensamientos libremente. Acto seguido,
pregúntate: «¿De qué color es un agujero?». O bien: «¿A
qué sabe el primero de octubre?». Preguntas de esta clase
son tan irracionales que dejan de aparecer otras palabras o
imágenes, al menos ésa es mi experiencia.
Percibir la sincronización
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Busca antes que nada con la primera mano algún lugar
del cuerpo de la persona que quieras tratar (incluido tú
mismo). Lo mejor es elegir uno que sea cómodo de alcan-
zar. Puede ser el punto doloroso, pero también cualquier
otra parte del cuerpo. Una vez hallado el punto, desliza la
otra mano sobre todo el cuerpo, pero sin tocarlo, eligiendo
también en este caso una región que se pueda alcanzar con
comodidad. Por ejemplo, si pongo la primera mano sobre
la espalda, comienzo a pasar la otra mano sobre el pecho
o el vientre. No hace falta que hagamos contorsiones. Al
deslizar la segunda mano a lo largo del cuerpo sin tocarlo
notaremos una diferencia en algún lugar. Es un punto que
simplemente se percibe de modo distinto que el resto de
la zona. Es posible que tu mano también se detenga por sí
sola: déjate sorprender. En todo caso, se trata del segundo
punto y sobre él debes colocar la mano. Ahora concentras
toda tu atención en los dos puntos que estás tocando con
las manos. Es el instante en que se produce la sincroniza-
ción. Se produce el entrelazamiento.
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sólo se activan las fuerzas autocurativas. El organismo sabe
exactamente qué es bueno en este preciso instante y qué no lo
es. Así, puede suceder que no haya llegado el momento para
la trasformación o la sanación. Las expectativas incrementan
la presión sobre el sanador y la persona tratada.
¿Es mejor, entonces, dejar todo en manos del azar? ¡No!
Es cierto que en este punto se dividen las opiniones. Muchos
usuarios de la sanación cuántica consideran que el campo
desde el que se produce la sanación es el que mejor sabe qué
es bueno para la persona. Esto, desde luego, es cierto, pero al
mismo tiempo hay que tener en cuenta la ley de la resonancia:
cuando centro mi atención en algo, lo estoy creando. ¿Por qué
no aprovechar esta ley natural para orientar el camino de la
sanación en una dirección determinada?
Estoy convencido de que un propósito firme permite con-
centrar adecuadamente la energía necesaria para la sanación.
Es una experiencia que he tenido cientos de veces.
Por consiguiente, cuando quieras inducir un cambio o una
sanación, formula un propósito concreto. Ahora es posible que
te preguntes cuál es la diferencia entre propósito y expectativa.
Muy sencillo: un propósito marca un rumbo, pero no un re-
sultado fijo. Una expectativa exige un resultado determinado.
Veamos un ejemplo: supongamos que te dan miedo las
arañas. Tu propósito podría consistir entonces en percibir a las
arañas tranquilamente como animales inofensivos, por ejem-
plo como moscas o hámsteres.
Una vez realizado el ejercicio, puede ocurrir que el mie-
do haya desaparecido, que haya disminuido o incluso que no
haya cambiado nada. Sin embargo, tu expectativa sería segu-
ramente que el miedo desapareciera por completo. Ésta es la
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diferencia. Por tanto, deja de lado las expectativas y formula
un propósito.
¿Qué conviene tener en cuenta al formular un propósito?
En todo caso, la ley de la resonancia o de la atracción, por-
que si tu propósito es «que ya no me duela nada», ¿en qué
centras tu atención? Efectivamente: en el dolor. Por tanto, es
probable que éste aumente en vez de disminuir. También la
expresión «indoloro» dirige tu atención sobre el dolor. Así que
lo mejor es formular el propósito en positivo: no digas lo que
no quieres, sino lo que deseas. Lo más sencillo es imaginar
cómo te gustaría encontrarse al final.
Volvamos al ejemplo del miedo a las arañas. La situación
de llegada podría ser ésta: «Me gustan las arañas». O bien:
«Cuando veo una araña me siento bien». Además, conviene
formular siempre el estado deseado en tiempo presente, es
decir, «me gustan las arañas», no «me gustarán», pues de lo
contrario aplazas tu propósito a un futuro indeterminado.
Cuanto más simple y sobre todo breve sea la formulación de
tu propósito, tanto más fácilmente se producirá la trasforma-
ción. La formulación más simple de todos los propósitos es
«trasformado», porque eso es lo que deseas, un cambio en
sentido positivo.
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ca en tu propio cuerpo. En realidad ya la has experimentado,
porque no hace falta mucho más de lo que ya has hecho hasta
ahora. Ya dije al comienzo del libro que la sanación cuántica
es un juego de niños y que es muy fácil de aprender para todo
el mundo.
Muchas personas tensan todo el rato la nuca o tienen la
musculatura de los hombros endurecida. Tal vez también tú,
aunque en caso contrario seguro que conoces a otra persona
que le ocurre esto. O es posible que tengas molestias en otra
parte del cuerpo. No empieces de inmediato con algún pin-
zamiento vertebral u otros dolores fuertes, porque sin duda
después querrás ir a más, ¿no? Además, conviene proceder
como en el salto de altura: pongamos primero el listón en un
nivel que podamos superar con facilidad, subiéndolo luego
paso a paso.
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Acto seguido, retira las manos, espera un instante y tra-
ta de percibir el dolor que sentías. Si estás tratando a otra
persona, pregúntale cómo percibe ahora el dolor. ¿Se ha
producido un cambio a mejor, como espero? ¡Enhorabue-
na, se ha producido el milagro! Si el dolor no ha disminui-
do, pruébalo inmediatamente otra vez.
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