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El Poder de Dar – Academia de Lideres Vástago

Debemos empezar, partiendo de la siguiente premisa:


 Dios es el dueño de todas las cosas.
 Todas las cosas vienen de Dios.
 Nosotros y todo lo que tenemos pertenecemos a Dios.

La Biblia dice que somos los “administradores” de Dios. Un administrador es uno que maneja el dinero o las
propiedades que pertenecen a otra persona. Como administradores de Dios somos responsables ante Él por la forma
en que manejamos lo que Él nos ha encomendado. En esta lección aprenderemos cómo podemos ser buenos
administradores, especialmente en el asunto de ofrendar. Aprenderemos como podemos usar el dinero para hacer
“amistades eternas”.

La Enseñanza del Antiguo Testamento Respecto a Ofrendar y diezmar


Cuando Dios sacó a Su pueblo de la esclavitud de Egipto y lo trajo a Canaán, les dio una tierra rica y fértil. De todo lo
que cosechaban en esta buena tierra, Dios pedía que le dieran la primera décima parte. Esto se llamaba “el diezmo”.
La palabra diezmo significa “la décima parte”.

El propósito del diezmo era recordar a la gente que todas las cosas son propiedad de Dios y enseñarles a poner a
Dios primero en sus vidas. Dios es sumamente generoso. Les permitió quedarse con nueve décimos de todo lo que
cosechaban, pero el diezmo, la primera décima parte, pertenecía a Él. La Biblia dice:

Y el diezmo de la tierra, así de la simiente de la tierra como del fruto de los árboles, de Jehová es; es cosa dedicada a
Jehová (Levítico 27:30).

Además de sus diezmos, el pueblo de Dios daba ofrendas voluntarias. Los diezmos y las ofrendas se entregaban a los
sacerdotes de Dios. Este fue su modo de ganar la vida, ya que no tenían tierra propia. Dios dijo a Su pueblo que
trajeran sus diezmos y ofrendas cuando vinieran a adorarle. Dios dijo:

Y ninguno se presentará delante de Jehová con las manos vacías; cada uno con la ofrenda de su mano, conforme a la
bendición que Jehová tu Dios te hubiere dado (Deuteronomio 16:16–17).

Dios estaba enseñando a Su pueblo a ofrendar. Cuando ellos daban libremente a Dios, Dios les daba cosechas
abundantes. La Biblia dice:

Honra a Jehová con tus bienes, Y con las primicias de todos tus frutos; Y serán llenos tus graneros con abundancia
(Proverbios 3:9–10).

¿Fue el pueblo de Dios en el Antiguo Testamento siempre fiel para entregar sus diezmos y ofrendas a Él? No, no lo
fue. Dios dijo:

¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros me habéis robado. Y dijisteis: ¿En qué te hemos robado? En vuestros
diezmos y ofrendas (Malaquías 3:8).

¿Qué sucedió cuando robaron a Dios? Quedaron bajo la mano castigadora de Él. Dios dijo:

Malditos sois con maldición, porque vosotros, la nación toda, me habéis robado (Malaquías 3:9).

Cuando el pueblo de Dios se arrepintió de su desobediencia y empezó una vez más a obedecerle respecto a los
diezmos y a las ofrendas, Dios derramó Sus bendiciones sobre ellos. Dios dijo:
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Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos,
si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde (Malaquías
3:10).

La Enseñanza del Nuevo Testamento Respecto a Ofrendar


Un gran principio en la Biblia respecto a ofrendar, es éste: cuando nosotros damos a Dios, Dios nos da a nosotros. El
Señor Jesucristo dijo:

Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo (Lucas 6:38).

Cuando Dios da, El da abundantemente. Es muy generoso. En la era de Cristo, la gente compraba a bulto su grano.
Muchos vendedores vaciaban el grano en una medida, sin permitir que el comprador lo remeciera para asentarlo
bien. No es así con el Señor. Él da “medida buena, apretada, remecida y rebosando”.

Él ofrendar facilita a que Dios nos dé. Mientras más damos, más nos da Dios a nosotros; mientras menos damos,
menos nos da Dios. Jesús dijo:

Porque con la misma medida con que medís (dan), os volverán a medir (a dar) (Lucas 6:38b).

Tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento establecen la misma enseñanza: Cuando nosotros damos a Dios, Dios
nos da a nosotros. Dios no es pobre; tampoco es tacaño. Le gusta darles a Sus hijos, pero debemos cumplir Sus
condiciones: “Dad y se os dará”.

Dios no pide que le ofrendemos porque Él esté en necesidad de lo que tenemos. Él dice:

Si yo tuviese hambre, no te lo diría a ti; Porque mío es el mundo y su plenitud (Salmo 50:12).

Dios quiere que le ofrendemos porque Él desea que Sus hijos sean como Él. Dios es generoso y desea que nosotros
seamos generosos. Otra razón por qué Dios nos pide ofrendar es para que podamos  “hacernos tesoros en el cielo”.
No podemos enviar al Cielo nuestro dinero, pero podemos ofrendarlo para ganar a otros para Cristo. Esto es hacerse
tesoros en el Cielo.

Principios Sobre el Ofrendar


La Palabra de Dios nos presenta varios principios respecto al ofrendar:

1: Primeramente, entrégate a ti mismo a Dios.


La primera ofrenda que Dios quiere de nosotros somos nosotros mismos. Él orden es: primero, entrégate a Dios y en
seguida, da una porción de lo que recibes de Dios. Los cristianos de Macedonia hicieron justamente eso y el Apóstol
Pablo los alabó por ello. Pablo escribió: A sí mismos se dieron primeramente al Señor, y luego a nosotros por la
voluntad de Dios (2 Corintios 8:5).

2. Da como Dios te haya prosperado a ti.


En el Antiguo Testamento, Dios mandó a Su pueblo que le entregaran la décima parte de todo lo que ganaban. En el
Nuevo Testamento, Dios no estableció una regla sobre cuanto debemos ofrendar. En vez de eso, la Palabra de Dios
dice:

Cada uno de vosotros ponga aparte algo, según (Dios le) haya prosperado (1 Corintios 16:2).
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¿Qué porcentaje de nuestras entradas debemos dar? Podemos tomar el diezmo (el diez por ciento) como
el mínimo de lo que debemos ofrendar, pero podríamos dar mucho más que eso. Esto depende de cuán agradecidos
estemos por las bendiciones de Dios y cuán fuerte sea nuestro deseo de “hacernos tesoros en el cielo”.

3. Da sistemáticamente.
El ofrendar es un acto de adoración y no debe ser un proyecto casual. Debemos ofrendar sistemáticamente  “cada
primer día de la semana”, que es el día cuando vamos a la iglesia. La Biblia dice:

Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado… (1 Corintios 16:2).

Nadie queda excluido. Ancianos y jóvenes, pobres y ricos; todos debemos participar en diezmar y ofrendar. La Biblia
dice:

“Cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado”.

4. Da alegremente y con liberalidad.


Sea lo que fuere nuestra ofrenda, El Señor desea que se la demos voluntariamente y de todo corazón. Dios no quiere
que ofrendemos con tristeza. La Biblia dice:

Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre (2
Corintios 9:7).

5. Da con sabiduría.
El Señor Jesús dijo que teníamos que ser “buenos y sabios administradores”. Algunos cristianos ofrendan con
liberalidad, pero no son sabios al ofrendar. El dar a una iglesia u organización que NO esté predicando fielmente la
Palabra de Dios, no es ofrendar con sabiduría. Debemos tener tanto cuidado al invertir nuestro dinero para Dios,
como lo tenemos al invertir en un negocio. Debemos poner el dinero donde produzca los mayores intereses
espirituales.

Como Mide Dios Nuestro Ofrendar: No tienes que poseer grandes sumas de dinero para ser un gran dador a los ojos
de Dios. Dios no mide nuestro dar por el tamaño de nuestras ofrendas. Él lo mide por la cantidad que damos en
relación a lo que tenemos. Dios mira cuánto sacrificamos cuando ofrendamos. Según este modo de medir nuestro
ofrendar, una persona pobre puede dar igual o aún más que una persona rica.

Nuestro ofrendar debe costarnos algo. En una ocasión el Señor Jesús se sentó en el templo mirando a la gente
presentar sus dádivas. Algunos eran ricos y daban mucho. Entonces vino una viuda pobre y echó dos pequeñas
monedas de cobre. Estas monedas tenían muy poco valor monetario; sin embargo, a los ojos de Dios, esta mujer
había dado mucho más que todos los que habían ofrendado aquel día. ¿Por qué? Porque ella había dado todo lo que
tenía, todo su sustento. Jesús dijo:

De cierto os digo que esta viuda pobre echó más que todos los que han echado en el arca; porque todos han echado
de lo que les sobra; pero ésta, de su pobreza, echó todo lo que tenía, todo su sustento (Marcos 12:43–44).

¿A Quién Debemos Ofrendar y diezmar?


En Su Palabra, Dios nos dice a quién debemos ofrendar:

1. Debemos ofrendar y diezmar a nuestra iglesia local.


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Por lo común, la mayor parte de nuestras dádivas debemos dar a nuestra iglesia local si es una iglesia donde se
enseña fielmente la Biblia y donde Cristo es exaltado. Dios ha ordenado que Su iglesia y Sus ministros vivan de las
dádivas de Su pueblo. La Biblia dice:

Así también ordenó el Señor a los que anuncian el evangelio, que vivan del evangelio (1 Corintios 9:14).

2. Debemos ofrendar a aquellos que nos han ayudado espiritualmente.

En la Palabra de Dios se nos dan instrucciones de compartir nuestro dinero con aquellos que nos han enseñado la
Palabra de Dios y nos han ayudado espiritualmente. La Biblia dice:

El que es enseñado en la palabra, haga partícipe de toda cosa buena al que lo instruye (Gálatas 6:6).

3. Debemos dar a los necesitados.

Debemos dar a los necesitados, especialmente a los que son creyentes. Ésta es una forma con la cual podemos
demostrar que tenemos el amor de Dios en nuestro corazón. La Biblia dice:

Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo
mora el amor de Dios en él? (1 Juan 3:17).

Por regla general, nuestro ofrendar para los necesitados debe ser a través de la iglesia local. Toda ofrenda debe ser
con sencillez y sin atraer ninguna atención a nosotros mismos. La Biblia nos enseña que el que da, debe hacerlo con
sencillez y sin interés propio. (Romanos 12:8).

4. Debemos ofrendar a quienes están llevando el evangelio a los inconversos.

Cada cristiano tiene la responsabilidad de llevar el evangelio a los inconversos. El mandamiento de Dios para
nosotros es: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura (Marcos 16:15). Si no podemos ir nosotros,
debemos tomar como privilegio el ayudar a sostener misioneros que están llevando el evangelio a quienes nunca han
aceptado a Cristo.

Ofrendar es Sembrar
Ofrendar no es tirar el dinero a la calle, es sembrar. Cuando sembramos semillas, no las estamos tirando; sino las
estamos sembrando para poder cosecharlas más tarde. La cantidad de la cosecha depende de cuanto hayamos
sembrado. Esto es cierto también respecto a ofrendar. Escribiendo a la iglesia de Corinto respecto a las ofrendas,
Pablo dijo:

El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente
también segará (2 Corintios 9:6).

Dios quiere proveer dinero para el mantenimiento de Sus iglesias y para enviar a Sus siervos a predicar a los
inconversos del mundo. ¿Cómo hace Dios esto? Él nos da dinero para que podamos ofrendar para Su obra. El quiere
ayudarnos a ser generosos. La Biblia dice:

Poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas
todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra (2 Corintios 9:8).

El Señor Jesucristo mismo es nuestro ejemplo en este asunto de ofrendar. La Biblia dice:
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Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para
que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos (2 Corintios 8:9).

Haciendo Amistades Eternas


El Señor Jesús enseñó a menudo a Sus discípulos por medio de parábolas. Una parábola es una historia corta que
contiene una o más verdades espirituales.

En San Lucas 12:16–21, el Señor Jesús cuenta de un hombre rico que tenía muchos bienes. Sus tierras dieron una
cosecha tan grande que no tenía dónde guardarla. Se dijo: “Ya sé lo que voy a hacer. Voy a derribar mis graneros y
hacer otros más grandes y allí guardaré toda mi cosecha y todo lo que tengo".

Entonces diré a mi alma: “Alma mía, tienes muchos bienes guardados para muchos años; descansa, come, bebe,
alégrate”.

Pero Dios le dijo: “Necio, esta misma noche vas a morir; y lo que tienes guardado, ¿de quién será?”

Jesús dijo, Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios (Lucas 12:21). Si deseamos ser ricos para con
Dios, debemos ser buenos mayordomos de todo lo que Dios nos ha dado. Debemos siempre tener presente que:

1. La vida es una administración, no una propiedad.


Todo lo que tenemos pertenece a Dios. No somos dueños de nada. Somos sencillamente administradores de Dios,
usando lo que Él nos ha encargado. La Biblia nos enseña que, si no podemos ser fieles en las cosas pequeñas, no se
nos darán responsabilidades grandes. Si no somos fieles en administrar un poco de dinero, ¿cómo podemos esperar
que Dios nos entregue mucho dinero?

El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel; y el que en lo muy poco es injusto (no tiene honradez),
también en lo más es injusto (Lucas 16:10, ver también los versículos 11–13).

2. Un día tendremos que dar cuenta de nuestra mayordomía.


Dios nos ha dado vida, salud, talentos, habilidades, dinero y muchas cosas más. Un día tendremos que darle cuenta
de todo lo que Él nos ha entregado. El oír Su voz diciéndonos, “Bien hecho, buen siervo y fiel”, valdrá mucho más que
cualquier otra cosa que este mundo nos pueda ofrecer.

3. Ganar a otros para Cristo es el más sabio y mejor uso que se le puede dar al dinero.
En San Lucas 16:9, el Señor Jesucristo dijo:

Ganad amigos por medio de las riquezas injustas (el dinero), para que cuando éstas (las riquezas) falten, os reciban
(los amigos que has ganado) en las moradas eternas.

Lo que el Señor está diciendo aquí, es que debemos usar nuestro dinero para hacernos amigos eternos, para que
estos amigos, los que hemos ayudado a aceptar a Cristo, puedan estar allá para recibirnos cuando lleguemos al Cielo.

Llegará un día en que nuestro dinero será inútil y sin significado. El día llegará en que nuestra
mayordomía habrá terminado. En el poco tiempo que nos queda, debemos usar nuestro dinero para
ganar a otros para Cristo y hacer así amistades eternas. Ésta es la mejor y más sabia manera de usar el
dinero.

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