Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Si bien el trabajador concebido como una única entidad es clave para los
resultados de negocio, todavía lo es más en el marco de un equipo de trabajo con
el que se integre adecuadamente. Un punto que también debe valorarse en las
entrevistas y que resulta fundamental en el día a día.
Cada uno de esos individuos, por sí mismos, aportarán ideas distintas. Pero lo
realmente interesante en un equipo de trabajo será la cohesión y el
compañerismo; un factor que incide directamente en el rendimiento de sus
miembros.
Como en cualquier otro colectivo, los grupos de trabajo deberán regirse por unas
normas bien definidas y establecer la figura de un líder que dirija los procesos.
Pero no es el único perfil imprescindible para los resultados de negocio.
3 tipos de roles en un equipo de trabajo
Los equipos de trabajo están compuestos por personas muy diferentes. Tienen
características, actitudes y aptitudes que les definen y que pueden ser muy
dispares pero que al unirse marcan la diferencia.
La Real Academia Española de la Lengua define el rol como: “el papel o la función
que desempeña alguien”. Conocer los tipos de roles con los que contamos en la
empresa es necesario para formar los equipos de trabajo, pero también para saber
motivar a cada trabajador, para segmentarles adecuadamente y evitar la fuga de
talento.
El primero es el que motiva a los demás compañeros del grupo para avanzar en el
trabajo y no desistir ante los contratiempos que se produzcan en los proyectos. Se
caracteriza por su valor e iniciativa en la toma de decisiones y en la resolución de
problemas.
El implementador es el ejecutor. Es decir, es la persona capaz de poner en
práctica las ideas acordadas por el grupo. Disciplinado, eficaz y a veces
intolerante a los cambios, son las características que mejor le definen.
Por último, encontramos al finalizador. Perfeccionista y minucioso, su función es
asegurarse de que se cumplen los objetivos al 100% y en los periodos de tiempo
marcados.
Roles de equipo sociales
Son aquellos definidos por sus características personales, es decir, por su carácter
y por cómo esto motiva de una manera muy concreta la resolución de conflictos.
En los roles sociales encontraríamos a: el investigador, el cohesionador y el
coordinador.
El investigador es aquel que busca todas las opciones posibles antes de empezar
a analizar las soluciones. Es sociable y colaborativo.
El cohesionador es fundamental en todo equipo de trabajo porque es quien
mediará en caso de que se produzca algún conflicto. Es el perfil de personas
pacíficas y tranquilas.
El coordinador se caracteriza por su tolerancia. Además, escucha a todos los
participantes sin ningún tipo de prejuicio y organiza las ideas para lograr los
objetivos finales.
Roles de equipo mentales
Son los que están orientados a la búsqueda de ideas. Existen tres tipos de roles
mentales: el especialista, el evaluador y el cerebro.
¿Qué es un rol? Son las conductas específicas que se esperan de cada persona,
en función de los rasgos que definen su personalidad. Su manera de comportarse
determinará qué rol le define mejor. Los expertos señalan que hay siete roles
esenciales en un equipo de trabajo:
El coordinador
Es la persona que descarga de trabajo al líder ya que, cuando el jefe de equipo no
puede abarcar todas las tareas, las asume el coordinador. Es otro de los
referentes para el resto de roles de un equipo de trabajo.
Al igual que el líder, es necesario que sea alguien capaz de estimular a los demás
y al que le apasione su trabajo. Además, sus actitudes deben generar confianza y
seguridad. En realidad, este puesto es, junto con el anterior, el primer eslabón
para definir los objetivos, tomar decisiones y establecer plazos. Un rol muy
organizativo.
Son personas flexibles, que se adaptan bien a los cambios y que encajan
correctamente las críticas. No obstante, suelen ser introvertidas por lo que es
conveniente pedirles reportes semanales para que puedan expresarse y no se
pierdan ninguna de sus propuestas.
El investigador
Su mayor arma es la lógica. Su capacidad para analizar las situaciones a través
de estudios, estadísticas, etcétera, es extraordinaria. Por eso es un rol muy
necesario en la detección de deficiencias y en los controles de calidad.
Su debilidad tiene que ver con las dificultades que suele presentar para
relacionarse. Prefiere trabajar solo y le cuesta participar en tareas de equipo. Su
manera de expresarse, en ocasiones, resulta demasiado crítica por lo que puede
desmotivar a sus compañeros y ralentizar la obtención de los objetivos.
El motivador del grupo de trabajo
Es la persona capaz de apoyar a cada uno de los miembros del equipo de manera
individual y unir a todos los integrantes para que se sientan parte indispensable
del grupo de trabajo.
El rematador
Es el perfil encargado de hacer un seguimiento sobre cuáles eran las tareas
diseñadas, en qué proceso están y cuándo las acabará el equipo de trabajo. En
definitiva, comprueba cómo se está llevando a cabo todo el proceso para vigilar
que no falla nada.
Las relaciones interpersonales o las decepciones con los responsables del equipo
o de la empresa puede provocar que un equipo que, a priori, tenía todos los
ingredientes necesarios para funcionar, no lo haga. ¿Por qué? Por actitudes de
disconformidad o negatividad que si se prolongan en el tiempo constituyen un rol
en sí.
Como todo comportamiento, es posible reconducirlo. Para ello, hay que potenciar
su toma de decisiones en los asuntos para los que están realmente preparados y
mostrarles el reconocimiento en esas áreas que controlan. A veces su mayor
problema es una autoestima baja.
Rol obstructor en el equipo de trabajo
El rol del obstructor es un perfil muy tóxico en un equipo de trabajo porque
prolonga innecesariamente la toma de decisiones, perdiendo el tiempo en
aspectos que no son relevantes. Esto desvía la atención y eterniza la consecución
de objetivos.
Son personas a las que les cuesta asumir responsabilidades y asumir errores. Por
eso ante cualquier fracaso culpan a los demás y no son claros en sus
informaciones.
Para que no obstaculice el trabajo de los demás lo ideal es que, a este tipo de
individuos, se les den unas directrices muy concretas de las tareas que se quieren
obtener de ellos, con una planificación marcada y con documentación por escrito
en la que queden claras todas las acciones y decisiones tomadas por el grupo.
Rol parasitario
Es el típico de los perfiles pasivos que al mostrarse apático y desganado,
desmotiva a todo aquel que tiene alrededor. El problema, en este caso, no es lo
que dice sino lo que no hace. Huye del compromiso y de las tareas laboriosas.
Tampoco quiere asumir responsabilidades y no le preocupa la repercusión que
pueden tener sus comportamientos en el resto de compañeros.
Lo ideal es que personas con este tipo de perfil no formen parte del grupo de
trabajo. En algunos casos se pueden reconducir, pero no siempre es así. De
hecho, dedican buena parte de su jornada laboral a navegar por Internet, visitar
redes sociales, etcétera. Está predispuesto al absentismo laboral –no acudir al
puesto de trabajo con cualquier excusa– y también al presentismo laboral.
El jefe de equipo debe hacerles sentir parte del grupo, es decir, que perciban que
se les valora y escucha. No obstante, debe explicarles, sin ningún tipo de reparo,
que no todas sus propuestas pueden llevarse a cabo.
Los miembros del grupo tienen que saber y querer trabajar en equipo, dejando a
un lado sus deseos individuales.
La empresa debe invertir en aspectos fundamentales como facilitar la formación
de sus empleados y tecnología adecuada, que les permita ejecutar el trabajo con
la mayor calidad y rapidez posible.
El responsable debe saber identificar las debilidades y fortalezas de cada uno de
los miembros. De esta manera se optimizará el trabajo.
Crear un buen ambiente dentro del grupo para que la motivación no descienda. El
líder, como cara visible, debe tratar a los demás con humildad y buenas actitudes.
Tratar con respeto y agradecer la implicación y el esfuerzo de los empleados
regularmente permite generar un buen clima y obtener los resultados deseados.
Fijar las normas, los objetivos y el respeto a la jerarquía desde el principio.
VER VIDEO: TODO SOBRE LAS COMPETENCIAS DIGITALES EN LOS
EQUIPOS
La transformación digital ¿ha cambiado las reglas del juego? ¡Descúbrelo!
El tamaño del grupo de trabajo
Elegir el tamaño adecuado para formar los grupos de trabajo es, también,
sustancial para lograr los objetivos empresariales. Trabajar en grupos pequeños
resulta más productivo porque el ser humano tiende a relajarse cuando comparte
funciones con muchas personas.
Piensa que si él no hace su parte como debería, alguien suplirá sus carencias. En
cambio, cuando el grupo es pequeño las personas se exigen más porque tienen
que dar lo máximo si quieren triunfar. Esta es la teoría, pero ¿cuántas personas
deben formar el grupo ideal? Se estima que debe estar entre cinco y seis
integrantes.
Por lo tanto, deben conformarlo uno o varios roles sociales, uno o varios de acción
y uno o varios mentales. ¿Por qué? Si faltan personas de acción se complica la
finalización de los procesos, si no hay individuos con un rol social empeoraría la
unión del equipo y, si prescindiéramos del perfil mental empeorarían la calidad de
los resultados porque escasearían las ideas.
Estas últimas nos servirán para detectar, entre otros, "picos" en la productividad.
El primer paso para investigar qué está pasando. Además y si contamos con un
sistema que nos permita automatizarlas como el software de evaluaciones de
desempeño desarrollado por Bizneo HR podremos analizar los datos con mayor
profundidad y generar analíticas.