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LA INFORMACIÓN, EL MUNDO Y LA MENTE

Manuel Liz
manuliz@ull.es

Quiero plantear una serie de problemas y propuestas relacionadas con la noción de


información. Son bastante independientes del concepto particular de información que
queramos emplear, pero creo que en todos los casos tanto los problemas como las
propuestas resultarían relevantes. Deliberadamente seré muy arriesgado en mis
posiciones. Aunque sin duda cometeré múltiples errores, espero favorecer así la
discusión.

En el primer apartado intentaré hacer lo más explícito posible el marco conceptual


general en el que creo que debería situarse la noción de información, planteando
también tres problemas de tipo “ontológico” que me parecen especialmente importantes.
Estos tres problemas son, dicho de manera muy directa, 1) si toda la realidad puede ser
sólo información, 2) si nuestra mente puede ser sólo información y 3) si existe alguna
relación importante entre las anteriores preguntas 1 y 2.

En los apartados siguientes, intento dar una respuesta a tales problemas.

Por el camino, en el apartado 3, presentaré también una serie de ideas acerca de cómo
podrían seleccionarse contenidos informacionales específicos, del tipo que a sea F, sin
apelar en ningún momento a la existencia de algún tipo de “funciones”.

1. Aspectos generales de la información

1. Los portadores de información son siempre entidades (objetos, eventos, estados de


cosas, etc.) capaces de tener también propiedades físicas.

2. La información es una propiedad de segundo orden. El tener otras propiedades (o


relaciones) hace que se tenga cierta información. Y si se considera que la información es
una propiedad física, entonces deberemos decir que la información es una propiedad
física de segundo orden.

(Se podría también intentar caracterizar la información como una propiedad funcional.
Toda propiedad funcional sería de segundo orden, aunque no toda propiedad de segundo
orden sea funcional. Ser una propiedad de segundo orden es ser una propiedad tal cuya
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definición requiere cuantificar, en sentido lógico, sobre otras propiedades. Ser una
propiedad funcional es ser una propiedad cuya definición requiere no sólo cuantificar
sobre otras propiedades, sino que esas propiedades satisfagan un determinado tipo de
estructura funcional. Hemos optado por la definición más permisiva)

3. La información sobreviene a otras propiedades físicas en el siguiente sentido. Si se


tienen determinadas propiedades físicas (incluyendo aquí propiedades físicas
relacionales), necesariamente se tiene cierta información. Y si varía la información,
necesariamente deberán variar esas propiedades físicas.

4. Sin embargo, no ocurre necesariamente a la inversa. Sobre todo respecto a las


propiedades físicas constitutivas de los portadores de información. Si varían las
propiedades físicas, no varía necesariamente la información. Especialmente, la
información no determina unas propiedades constitutivas particulares para sus
portadores.

5. Las relaciones entre información y causalidad tampoco son demasiado directas.


Aunque los portadores de información sean efectos causales (de otros objetos, eventos,
estados de cosas, etc.), el tener cierta información no determina unas relaciones causales
particulares. La información no determina unas propiedades físicas particulares para los
portadores de esa información (ya sean propiedades constitutivas o relacionales en
cualquier sentido lo amplio que se quiera). Ni determina, tampoco, el que hayan sido
causalmente producidos tales portadores de un modo u otro.

6. En síntesis, podríamos decir que la información es 1) una propiedad, acaso física, de


segundo orden, 2) una propiedad determinada por las (otras) propiedades físicas que
tengan los portadores de esa información, aunque 3) es una propiedad que no determina
las propiedades físicas de los portadores (ya sean propiedades físicas constitutivas o
relacionales) ni 4) tampoco determina unas propiedades causales.

7. Muchos de los anteriores rasgos de la información se conectan estrechamente con el


significado de la raíz “forma”. Las formas de los objetos (incluyendo aquí, en ese
sentido genérico de “forma”, también el tamaño del objeto) son propiedades de segundo
orden. Las podemos considerar físicas. Y sobrevienen a (otras) propiedades físicas de
primer orden. La forma de un objeto está determinada por ellas. Pero, a su vez, que un
objeto tenga una determinada forma (triangular, cuadrada, ovoide, alargada, etc.) no
determina sus propiedades físicas, constitutivas o relacionales, ni tampoco las
propiedades causales que puedan tener de los objetos con esa forma.

(Esa indeterminación es compatible con el hecho de que los objetos con esa forma
tengan de hecho unas determinadas propiedades constitutivas y con el hecho de que
sean efectos causales de otras cosas. Y también es compatible con el hecho de que el
tener cierta forma limite también, a su vez, qué cosas pueden ser efectos causales suyos)

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8. La información puede medirse. La información se mide en cantidades de información
(bits, entropía, qubits, etc.). La cantidad de información mide la capacidad de tener
información.

En este sentido, la información sería una cierta propiedad cuantificable en función de


cosas como cierta probabilidad estadística del portador de esa información, la mayor o
menor entropía de ese portador, cierta probabilidad asociada a los estados cuánticos del
portador --en los que podríamos tener o bien unos determinados valores, o bien otros
determinados valores, o bien una superposición de ambas clases de valores--, etc.

Lo que obtendríamos en las anteriores opciones sería, respectivamente, 1) un concepto


matemático de información basado en la probabilidad, 2) un concepto físico de
información basado en la entropía y 3) un concepto de información cuántica.

(Más adelante nos referiremos a la información en biología)

9. Medir la información es como medir la capacidad de una vasija de cierta forma (y


tamaño) para contener cierto volumen de líquido. La vasija puede contener ½ litro, 1
litro, 5 litros, etc.

Al decir esto, no sabemos de qué material es la vasija. Como hemos dicho, el que pueda
contener, dada su forma (y tamaño), un volumen de ½ litro, o de 1 litro, o de 5 litros,
etc., no determina ni las propiedades, constitutivas o relacionales, de la vasija. Ni
tampoco sus propiedades causales. Y tampoco sabemos qué clase de líquido contiene la
vasija (si es que contiene alguno).

10. Una respuesta a la última cuestión (qué contiene la vasija), en el caso de la


información, la tenemos al responder a la pregunta acerca de cuál es la información
concreta que contiene el portador.

En otras palabras, la información también puede tener un peculiar contenido semántico.

En los casos más simples, podemos pensar en contenidos semánticos proposicionales, o


en proposiciones, del tipo consistente en que a sea F. Describiríamos el contenido
semántico de una información diciendo que consiste en que a es F. Describir el
contenido semántico es como decir qué es lo que contiene nuestra vasija: ½ litro de
agua, 1 litro de leche, 5 litros de cerveza, etc.

11. Pero el saber qué cantidad de información puede contener un portador, deja
indeterminadas tanto las propiedades físicas del portador (constitutivas, relacionales,
causales, etc.) de tal cantidad de información como el contenido semántico concreto que
ese portador puede contener dada su capacidad para contener esa “cantidad de
información”.

(Podemos entender las propiedades físicas de primer order del portador como las
propiedades no informacionales con las que describimos la realidad desde el punto de

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vista de las ciencias más básicas. El contenido semántico sería la clase de información
que resulta cognitivamente relevante desde un punto de vista psicológico.)

12. La doble indeterminación anterior plantea numerosos problemas. Pero quisiera


discutir especialmente tres de ellos:

1. ¿Puede ser, en el fondo, toda la realidad sólo información?


2. ¿Puede ser, en el fondo, la mente sólo información?
3. ¿Hay alguna conexión importante entre las preguntas 1 y 2?

Vayamos por partes.

1. ¿Qué sentido puede tener la idea de que, en el fondo, toda la realidad es sólo
información?

13. Tal idea está hoy día presente en ciertos ambientes. Pero de acuerdo a nuestra
anterior noción de portador de información, y de sobreveniencia de la información a
(otras) propiedades físicas, estrictamente no puede existir sólo información.

Sería como decir que puede existir la capacidad de contener un volumen de ½ litro, de 1
litro, de 5 litros, etc., sin que exista ninguna clase de “vasija”.

14. Tal vez la idea de que, en el fondo, toda la realidad no es sino información tenga un
sentido sólo epistemológico. Por “realidad” se entendería entonces “realidad
epistémicamente accesible”.

Aunque si lo que se quiere decir es que de la realidad sólo podemos conocer cantidades
de información, y relaciones entre cantidades de información, entonces la realidad
accesible se convierte en algo ciertamente bastante pobre.

Nunca podríamos afirmar que consiste en algo como que a sea F, para ningún a y F que
no fueran cantidades de información.

Sin embargo, abundan las afirmaciones de ese tipo. Y a menos que se muestre cómo
podrían ser traducibles a otras afirmaciones involucrando tan sólo cantidades de
información, lo cual es dudoso, deberemos concluir que el problema es más bien
explicar cómo podemos tener esos contenidos semánticos del tipo consistente en que a
sea F (siendo a y F otras cosas aparte de cantidades de información).

15. Explicar los contenidos semánticos es una tarea realmente complicada. Pero un
planteamiento muy influyente en los últimos años ha sido el de Fred Dretske
(Knowledge and the Flow of Information, 1981). Y a través de él, podemos hacer
explícitos tres grandes problemas.

Dretske define el contenido semántico de una señal particular asÍ:

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La señal s, recibida en el receptor r y procedente de una fuente a, tiene el
contenido semántico consistente en que a es F syss la probabilidad condicional
de que la fuente a sea F es 1, dada la señal s y dado cierto conocimiento K que el
receptor tiene acerca de las posililidades de ser F de la fuente a.

Si, por ejemplo, la fuente a puede ser o bien F, o bien G, o bien H, y K consiste
en que la fuente no es H, entonces la señal s tendrá el contenido semántico
disyuntivo que a es FvG, si es 1 la probabilidad de que a sea o bien F o bien G
dado s.

Si el receptor no tiene ningún conocimiento K, entonces s tendrá el contenido


semántico consistente en que a es F si tiene de probabilidad 1 el que a sea F
dado s.

Esta simplificación de la posición de Dretske nos sitúa frente a tres problemas:

1. El problema de contar con K: El necesitar contar con K supone una serie de


contenidos semánticos que a su vez deberían ser explicados. Y esto puede llevar
a situaciones de regreso o circularidad. Desde luego, este problema no será
grave en la medida en que podamos suponer que, en último término (o en
principio), podría prescindirse de K. Pero, de no ser así, nos veremos envueltos
en una regresión o circularidad a la hora de explicar los contenidos semánticos.

(Dejaremos al margen este problema. Los dos siguientes son más graves.)

2. El problema de cómo cortar el pastel: En general, s tendrá como contenido


semántico todo aquellos rasgos de a que tengan de probabilidad 1 dado s y dado
K. Pero incluidos en esos rasgos estarán todos los hechos relativos a que a
registre señales de otras fuentes, que a su vez podrán registrar señales de otras
fuentes, etc. Esto hace que el contenido semántico de cualquier señal sea
sumamente amplio. En cualquier señal se produce (y prácticamente todo puede
ser una señal) una especie de explosión de contenido semántico. Y se requiere
seleccionar el contenido semántico relevante de algún modo que, de nuevo, no
sea regresivo ni circular.

3. El problema del error: Tal como se ha definido el contenido semántico de una


señal, no es posible el error. Si una señal tiene de contenido semántico que a es
F, entonces necesariamente a es F.

Puede parecer que el problema está en la exigencia de que la probabilidad de que


a sea F, dada la señal s y el conocimiento K, sea 1. Y sin duda, esto es una gran
idealización. Todo canal hace que puedan perderse y añadirse cosas al trasmitirse
cualquier información. Pero el problema no está ahí. El problema es que la
corrección del contenido va demasiado estrechamente ligada a tener ese
contenido. Si para tener el contenido de que a sea F bastara con alguna otra

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probabilidad p menor que 1, entonces justo en esa misma medida ese contenido
sería correcto. En otras palabras, ese contenido tendría una probabilidad de error
de 1-p, que es justamente la probabilidad que tiene el que s no tenga como
contenido que a sea F. Lo que en cualquier caso se requeriría es alguna distancia
entre tener el contenido que consiste en que a es F y que sea correcto tener ese
contenido.

Se necesita algo que explique cómo puede ser tenido no erróneamente un


contenido con alguna probabilidad inferior a la probabilidad de tener tal
contenido. Ahora bien, esa explicación no podría apelar a un contenido respecto
al cual quede pendiente el problema de hacer cabida al error. Esto sería
regresivo. Ni tampoco sería adecuado simplemente postular un contenido que
pueda ser tenido erróneamente. Esto sería circular.

(Los dos últimos problemas son ampliamente discutidos por Fodor en A theory
of Content, 1980. Y son problemas realmente viejos. Especialmente el problema
del error aparece ya planteado con asombroso detalle en el Crátilo de Platón)

16. Así pues, no existe sólo información. Y tampoco conocemos sólo cantidades de
información. Pero quedaría pendiente la pregunta: ¿Conoceremos sólo aquello que
puede llegar a expresarse mediante contenidos semánticos del tipo “que a es F”?

¿Conocemos sólo información en un sentido que incluye no exclusivamente cantidades


de información sino, también, contenidos semánticos? Según estamos viendo, una
respuesta afirmativa obliga a explicar, frente a los tres problemas arriba expuestos, y de
una forma no regresiva ni circular. cómo podemos tener unos contenidos semánticos
particulares.

17. Por simplicidad, vamos a considerar esa parte de nuestra mente que consiste en
estados epistémicos que, de un modo u otro, tienen que ver con el conocimiento.

Mi tesis en este punto sería que no es posible una explicación, no regresiva ni circular,
del conocimiento basado en contenidos semánticos sin recurrir a un conocimiento que
no sea únicamente un conocimiento basado en contenidos semánticos.

Para ser más precisos, por “conocimiento basado en contenidos semánticos”


podemos entender un conocimiento con la forma “Conozco (o sé, etc.) que a es
F”. Lo que conozco es que a es F. Ese es el contenido semántico de mi
conocimiento.

Ejemplos: “Conozco que Madrid es la capital de España”, “Sé que Ulises volvió
a Ítaca”, “Sé que la pasión ciega el entendimiento”, etc.

Y por “conocimiento no basado en contenidos semánticos” podemos entender un


conocimiento con la forma “Conozco a a”. Lo que conozco aquí no es que a es

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de cierta forma. Conozco directamente a a. El contenido de mi conocimiento
(parcial o no) es ahora a mismo.

Con independencia de los conceptos que tenga, de los lenguajes que utilice, del
nombre o nombres con los que reconozca a a, de la poca o mucha información
que tenga sobre a, etc., si conozco a a, entonces conozco directamente al propio
y auténtico a. Si realmente conozco a a, no podría ser de otro modo.

Ejemplos: “Conozco Madrid”, “Conozco a Ulises”, “Conozco la pasión”, etc.

Mi tesis afirmaría que no se puede explicar cómo nuestro conocimiento puede basarse
en contenidos semánticos, contenidos del tipo que a sea F, sin suponerse que también
tenemos conocimientos que no se basan en contenidos semánticos, conocimientos del
tipo “conozco a a”.

(Que se han de ejemplificar en la realidad otras propiedades diferentes del tener


contenidos semánticos ya quedó establecido antes. El problema ahora es explicar cómo
podemos conocer en base a ciertos contenidos semánticos. Y lo que estoy sugiriendo –
en clave más o menos Russelliana-- es que no podríamos a menos que nuestro
conocimiento también pueda basarse no sólo en contenidos semánticos sino también en
algún tipo de “acceso directo” a esas otras propiedades.)

2. ¿Qué sentido puede tener la idea de que, en el fondo, la mente es sólo


información?

18. El que no sea posible conocer en base a contenidos semánticos sin conocer algo de
manera diferente, sin conocer algo que no esté elaborado en el formato de unos
contenidos semánticos, implica que no todo en la realidad que nos es accesible es
información.

Y también implica que nuestra mente no puede ser sólo información.

De alguna manera, nuestra mente ha de tener “acceso directo” a rasgos no


informacionales de la realidad. Esto es, ha de tener acceso a tales rasgos sin que ese
acceso se lleve a cabo a través de la información que pueda ser recibida, codificada y
transmitida mediante un contenido semántico.

La realidad no puede ser para nuestra mente una simple “fuente de cantidades de
información”. Ni tampoco, una simple “fuente de contenidos semánticos”. De algún
modo, nuestra mente ha de “tocar la realidad”.

19. ¿Qué más puede haber en nuestra mente? ¿Qué más puede haber aparte de
cantidades de información y de contenidos semánticos particulares? Para muchos
autores (incluyendo al propio Dretske), ese “algo más”, que no es sólo una serie de
cantidades de información y que tampoco consiste sólo en contenidos semánticos

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particulares, ese “algo más” capaz de seleccionar unos contenidos semánticos
particulares, es una serie de “funciones”, “fines”, “mecanismos de control”, etc.

Una perspectiva muy extendida a la hora de explicar cómo nuestra mente selecciona
unos determinados contenidos semánticos apela a nociones como “funciones”,
“finalidad”, “control”, etc. Y esta perspectiva puede aplicarse también a otros sistemas
receptores de información aparte de nuestra mente.

La idea crucial es la siguiente:

No todo contenido semántico del tipo consistente en que a es F, que puede ser
transmitido por una señal, es igualmente relevante para el sistema (para su
supervivencia, para su funcionamiento eficiente, etc.). Y el contenido semántico
propio de una señal puede seleccionarse en relación a esa relevancia diferencial.
Será un contenido semántico seleccionado sólo aquel contenido semántico que
desempeñe un papel funcional relevante en la economía informacional del
sistema. Sólo aquel contenido semántico que desempeñe una función al
satisfacer determinados objetivos, al servir para controlar determinados
procesos, etc.

Al poder tener acceso epistémico a esas funciones, fines, parámetros de control, etc., de
manera acaso consciente, ¡nuestra mente accedería con ello directamente a ciertos
rasgos de la realidad sin pasar por ningún contenido semántico!

Con ello, se respondería al problema de cómo cortar el pastel (2 arriba). Y podríamos


enfrentarnos también al problema del error (3 arriba). Al poder existir una función sin
que se lleve a cabo adecuadamente tal función (como cuando, por ejemplo, unas tijeras
no nos sirven para cortar algo que “deberían” poder cortar), se podría tener un
determinado contenido semántico, funcionalmente seleccionado, sin que sea un
contenido semántico correcto. Simplemente, existiría una función que no llega a
realizarse adecuadamente.

20. Esta perspectiva nos sitúa frente a la noción biológica de información. Se trata aquí
de una información no sólo medida, sino descrita a través de ciertos contenidos
semánticos que son seleccionados funcionalmente.

Así, por ejemplo, podría hablarse de que ciertos movimientos de la cola de algunos
animales son los encargados de transmitir información sobre la presencia de peligro
(depredadores, etc.) en el entorno. O de que ciertos colores o gestos indican una buena
disposición reproductiva. O de que cierta información genética es la encargada de
ordenar la producción de determinadas proteínas o ciertos órganos, y que otra
información genética es simplemente “residual”, etc.

Hay una inmensa literatura en Biología y en Filosofía de la Biología sobre este tema. Y
sobre todo hay dos maneras de entender las funciones: 1) en un sentido histórico, en
relación a la noción de “adaptación”, y 2) en un sentido sistemático y sincrónico,

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conectado con el sentido en el que, por ejemplo, pueden identificarse las funciones de
diferentes partes de una “máquina”.

21. Pero, como se ha señalado repetidamente, esas dos maneras, de hecho muy
diferentes, de entender las funciones llevaría a conclusiones distintas respecto a cuáles
son los contenidos semánticos relevantes seleccionados. La noción de “función” está
llena de problemas. Tanto, o más, que la propia noción de “información.

22. Y aún hay otro enorme problema añadido. Las funciones, se entiendan como se
entiendan, son también propiedades de segundo orden (en este caso, obviamente, serían
también propiedades funcionales). Y su condición como propiedades “físicas” se ve en
mucho más grave peligro de exclusión (de exclusión del mundo físico) que la propia
información.

El problema aquí es que la información nos parece una propiedad mucho más básica
que las funciones. En otras palabras, estrictamente en el mundo físico sólo quisiéramos
admitir propiedades (y relaciones) físicas de primer orden y, acaso, información. Y las
funciones deberían ser reducibles a los anteriores elementos.

Estrictamente, no nos parece que en el mundo físico puedan aparecer las funciones
como propiedades primitivas (ni siquiera las que puedan llegar a llamarse “funciones
naturales” desde un punto de vista biológico evolutivo).

El lenguaje sobre “funciones” parece tener sólo un valor heurístico y expositivo. Lo


cual, en cualquier caso, no sería poco. Pero sería muy diferente a tener un valor
ontológico.

(Las acusaciones de mala “teleología encubierta” y de mero “panglosianismo”, en el


caso de las funciones biológicas entendidas en relación al valor adaptativo, son muy
frecuentes.)

23. ¿Hay alguna otra manera de seleccionar contenidos semánticos? ¿Hay alguna forma
de hacerlo sin apelar a la noción de “función” (o a nociones equivalentes)? A
continuación, voy a presentar de manera muy arriesgada una posible alternativa.

3. Señales y sistemas señalizadores

24. Pensemos en un proceso de señalización que consista en lo siguiente:

1. Hay un conjunto de objetos particulares y concretos: o1, o2, …, on.


2. También hay otro conjunto de objetos particulares y concretos que sirven para
“señalizar” o “marcar” los primeros. Los llamaremos “señales”: s1, s2, …, sn.
3. Un objeto oi puede quedar señalizado con una señal si, o con varias señales
diferentes si, sj, ….

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4. Una señal si puede servir para señalizar un objeto oi, o varios objetos diferentes
oi, oj, ….

Un sistema señalizador será cualquier sistema capaz de realizar un proceso señalizador


como el anterior (un proceso consistente simplemente en “registrar marcas” o en “poner
marcas”).

25. Un contenido semántico consistente en que a sea F podemos entenderlo como una
propiedad adscrita a ciertas combinaciones peculiares de señales que el sistema es capaz
de producir. La propuesta es la siguiente:

Sea R(si,sj) una determinada combinación de las señales si y sj producida por el


sistema.

Definimos S(si) como el conjunto de los objetos señalizados por la señal si.
Definimos S(sj) como el conjunto de los objetos señalizados por la señal sj.

Establecemos el siguiente tipo general de condiciones de corrección C1 sobre la


combinación R(si,sj) de señales si y sj:

(C1) R(si,sj) es una combinación correcta syss S(si)⊆S(sj).

En otras palabras, R(si,Sj) es una combinación correcta syss los objetos


señalizados por si son también objetos señalizados por sj.

Suponemos ahora un sistema señalizador más complejo, capaz de señalizar y capaz


también de producir combinaciones de señales del tipo R(si,sj).

Sobre las combinaciones de señales producidas, podemos establecer la siguiente


condición de reidentificación C2:

(C2) Si hay señales F’, F’’, etc., tales que 1) el sistema pueda producir las
combinaciones R(a,F’), R(a,F’’), etc., y 2) se satisfacen para estas
combinaciones ciertas condiciones de corrección del tipo C1, diremos que el
sistema es capaz de reidentificar los objetos señalizados por a.

También diremos que la señal a se convierte en una señal con valor


identificador.

Asimismo, podemos establecer la siguiente condición de generalización C3:

Si hay señales a’, a’’, etc., tales que 1) el sistema pueda producir las
combinaciones R(a’,F), R(a’’,F), etc., y 2) se satisfacen para estas
combinaciones ciertas condiciones de corrección del tipo C1, diremos que el
sistema es capaz de generalizar sobre los objetos señalizados por F.

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También diremos que la señal F se convierte en una señal con valor
generalizador.

Con todo esto, el contenido semántico podría entenderse así:

Si un sistema

1) es capaz de señalizar (de registrar o poner señales) de la manera antes


descrita,
2) es capaz de producir la combinación de señales R(a,F),
3) respecto a otras combinaciones de señales, esto es, exceptuando R(a,F), la
señal a tiene para el sistema un valor identificador, y
4) respecto a otras combinaciones de señales, esto es, exceptuando R(a,F), la
señal F tiene para el sistema un valor generalizador,

entonces

al producir de hecho la combinación de señales R(a,F), tal combinación de


señales, en tal sistema y en esa producción, tendrá el contenido semántico
consistente en que a es F, con la condición de corrección asociada de que
S(a)⊆S(F).

Dicho de otro modo, R(a,F) tendrá el contenido semántico de que a es F cuando una
señal a con valor identificador se combine con una señal F con valor generalizador,
teniendo como condición de corrección que S(a)⊆S(F).

(Obsérvese que la señal F no intervendría al establecer la condición de reidentificación


para la señal a. Y que la señal a tampoco intervendría al establecer la condición de
generalización para la señal F.)

26. El contenido semántico de una combinación de señales como R(a,F) estaría


crucialmente determinado por 1) el hecho de que, en el sistema en cuestión, la señal a
tenga un valor identificador, 2) por el hecho de que la señal F tenga un valor
generalizador y 3) por el hecho de que la combinación de señales R(a,F) tenga como
condición de corrección que S(a)⊆S(F).

Los valores identificadores y generalizadores se obtendrían en virtud de que otras


combinaciones de señales que el sistema puede producir satisfagan determinadas
condiciones de corrección. Y la condición de corrección propia de R(a,F) resultaría de
la definición de contenido semántico introducida más arriba.

El planteamiento puede parecer llevar de nuevo a una situación regresiva o circular.


Pero no es necesariamente así.

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No sería necesariamente así si los conjuntos de posibles condiciones de corrección que
podrían ser aplicables a un sistema señalizador complejo fueran convergiendo a medida
en que aumente la propia complejidad de dichos sistemas.

Y una hipótesis importante a tener muy en cuenta es que tal vez sea esto lo que
justamente ocurra.

De ser así, la propia dinámica de los sistemas señalizadotes, y su creciente complejidad,


iría progresivamente seleccionando unos determinados contenidos semánticos. O al
menos, un conjunto de variaciones simplemente lógicas de unos determinados
contenidos semánticos. Sin ningún regreso ni circularidad. Y también, sin ninguna
apelación a las “funciones”.

(Observación: Esta hipótesis es independiente de que la “referencia” esté o no


determinada. La noción de referencia, aplicada a las señales, no ha estado nunca
presente. Aunque la referencia esté indeterminada, o aunque sea inescrutable, como
mantenía Quine, nuestras condiciones de corrección, muy parecidas por lo demás a unas
condiciones de verdad, podrían converger. Podrían estar determinadas por los hechos
físicos relativos al “señalizar”. Al fin y al cabo, esa convergencia sólo tiene que ver con
ciertas relaciones entre los conjuntos S(si) y S(j). Y tales conjuntos son conjuntos de
cosas físicas: objetos físicos, eventos físicos, estados físicos, etc.)

28. Señalizar sería un proceso, o una operación, mucho más básica que nombrar.

Señalizar es algo que puede llevarse a cabo “privadamente”. En el “diario privado de


mis sensaciones” (las de cada uno), descrito por Wittgenstein (Investigaciones
filosóficas), hay señalización. Incluso puede haber combinaciones de señales que
satisfagan condiciones de corrección del tipo C1.

Pero sólo hay esto. Y los argumentos de Wittgenstein mostrarían que no puede haber
contenidos semánticos por no existir criterios “privados” que aseguren la satisfacción de
la condición de reidentificación C2 ni, tampoco, la condición de generalización C3.

En la medida en que nombrar requiera satisfacer (y tener criterios para saber que se
satisface) la condición de reidentificación C2, tampoco podrá haber un nombrar en el
“diario privado de mis sensaciones” (las de cada uno).

29. He sugerido una estrategia para seleccionar contenidos semánticos de manera que 1)
se resuelva el problema de cómo cortar el pastel y de manera que 2) esos contenidos
semánticos puedan ser erróneos (en tal caso, simplemente no se satisfacerla su
condición de corrección del tipo C1).

Y como hemos dicho, aún involucrando aspectos dinámicos y posibles aumentos en la


complejidad de los sistemas señalizadores, tal selección se llevaría además a cabo 3) sin
hacer intervenir para nada a la problemática noción de “función”.

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Las señales tendrían una determinada cantidad de información. Y esa cantidad de
información podría “llenarse” de contenidos semánticos particulares a través de
procesos de señalización y de procesos de producción de combinaciones de señales
satisfaciendo las anteriores condiciones C1, C2 y C3.

30. La selección de contenidos semánticos que hemos introducido no sería ni regresiva


ni circular en la medida en que, en último término, los procesos de señalización
consistan simplemente en poner señales a objetos del mundo.

Y para ello, debe haber alguna forma de “acceso directo” a esos objetos del mundo que
se señalizan (objetos, eventos, estados de cosas, etc.). ¿Podemos concretar más? Creo
que sí. Al menos un poco más. Tal forma de acceso directo nos la podría proporcionar la
“atención”.

“Estar atento” es una actitud psicológica muy básica (realmente es una familia de
actitudes). Y es una actitud que no admite “mediaciones”. Estar atento a un objeto, que
acaso “llama” nuestra atención, es estar pendiente de él de un modo muy directo. Las
“mediaciones” (utilizar un monitor, un microscopio, unas gafas, etc.) sólo tienen un
valor instrumental. En absoluto son “velos”.

Podríamos hablar aquí del contenido cualitativo de la atención (de los “qualia”), de
cómo hay en nuestra mente contenidos no semánticos de este tipo, de cómo los
contenidos cualitativos quedan indeterminados por los contenidos semánticos (espectros
invertidos, zombies, etc.), y también de cómo los contenidos semánticos podrían
consistir en una progresiva modulación de estos otros contenidos. Pero no lo haremos. A
propósito hemos querido evitar estos componentes.

Creo que para los propósitos presentes, bastaría con definir (de una manera tan genérica
como sugerente) la atención del siguiente modo:

Estar atento es registrar señales o poner señales.

El sistema señalizador puede registrar señales, o también ponerlas. En ambos casos,


serían procesos físicos de primer orden no dependientes de la información. Son algo
mucho más primitivo y básico.

Y tal vez sean estos procesos, junto con otros procesos de combinación de señales, los
que permitan explicar cómo la información se llena de los contenidos semánticos
concretos que en cada caso tiene.

(Estos procesos serían los que permitirían explicar cómo una vasija con capacidad de
contener ½ litro de “algo” resulta contener de hecho ½ litro de agua, en lugar de ½ litro
de leche o de cerveza).

Cualquier sistema señalizador sería un sistema con capacidad de estar de algún modo
“atento” a la realidad. Y esto no sería ya una propiedad meramente informacional.

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(En una terminología más “cualitativa”, que como dije hemos querido evitar, podríamos
decir que cualquier sistema señalizador tendría capacidad de “sentir” o “tocar” de
algún modo la realidad. Desde luego, esto no sería tampoco una propiedad
informacional. Y es un problema apasionante el de si la atención en este sentido más
cualitativo puede ser, o no. una propiedad física.)

4. ¿Habrá alguna conexión importante entre las preguntas 1 y 2? (las preguntas


acerca de si, en el fondo, la realidad y la mente no son sólo información)

31. Hemos dado una respuesta negativa a esas preguntas. La realidad no puede ser, en el
fondo, sólo información. Y tampoco nuestra mente puede ser, en el fondo, sólo
información.

La conexión entre estas dos respuestas sí es muy estrecha e importante. En la realidad


ha de existir algo que no sea sólo información y que, de algún modo, nos sea accesible.
Y en nuestra mente ha de haber algo que haga posible tal accesibilidad.

− Por un lado, conocer la información no puede consistir sólo en conocer cantidades de


información. Es preciso conocer también qué contenidos semánticos pueden estar
contenidos en esa información. Y fijar unos contenidos semánticos implica que deben
sernos accesibles algunas de las propiedades físicas no informacionales de las cosas
(objetos, eventos, estados de cosas, etc.) que intervienen en los procesos
informacionales. No hay otra forma de fijar contenidos semánticos. Esas propiedades
han de existir en la realidad y también deben sernos accesibles.

Hablando en términos de estados de conocimiento, podríamos decir que sin acudir a


alguna clase de conocimiento no basado en contenidos semánticos, no podemos
escapar de la situación de regresión o circularidad a la que nos conducen los
problemas que hemos examinado (el problema de contar con k, el problema de cómo
cortar el pastel y el problema del error). Y esos conocimientos no basados en
contenidos semánticos son conocimientos de propiedades no informacionales.

− Por otro lado, si no queremos apelar a la noción de “función” a la hora de explicar


cómo se fijan de esa manera en nuestra mente contenidos semánticos, deberemos
apelar también al acceso que nuestra mente tiene a algunas de esas propiedades
físicas no informacionales.

Una vez desplazada la noción de “función”, sólo registrando señales o poniendo


señales en algo no informacional (objetos, eventos, estados de cosas, etc.), y
haciéndolo de cierta manera especial, podría un sistema (nosotros mismos o, en
general, cualquier sistema señalizador con cierta complejidad) llegar a tener
contenidos semánticos determinados.

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32. O mejor dicho, contenidos semánticos ¡progresivamente determinables! Pues, en
ninguna parte está escrito que todos los contenidos semánticos deban estar siempre
completamente determinados.

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