Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
HÁBITOS SALUDABLES
Extracto I del capítulo 6 (Creación de hábitos saludables: de trabajo, higiénicos, posturales y alimenticios) de:
Delgado-Fernández, M. y Tercedor, P. (2002). Estrategias de intervención en educación
para la salud desde la educación física. Ed. Inde. Barcelona.
1. INTRODUCCIÓN.
La adquisición de buenos hábitos de vida deberían desarrollarse en la edad escolar, dado que
es en esta fase de la vida del ser humano cuando se adquieren la mayoría de los hábitos de vida
saludables (Kelder y cols., 1994), tal y como se indico en el capítulo 3. Un adecuado trabajo por
parte de padres, educadores y otros profesionales afines al mundo del niño, harán posible que los
hábitos de vida, incluida la práctica físico-deportiva, sean los correctos. Si el niño adquiere un
hábito que le produce bienestar será difícil que lo abandone (Sánchez Bañuelos, 1996): hacer
adquirir este hábito es cuestión de todos nosotros. En otro sentido, se sabe lo difícil que resulta
abandonar un hábito adquirido con el tiempo y más aún cuando éste se reitera tanto como ocurre en
los casos de comer mal, sentarse inadecuadamente o no realizar actividad física, entre otros. En
estos casos, la teoría de Bayes (1982, 1985) analizada por Costa y López (1986: 162-3), no deja a
duda sobre el valor placentero que debe predecir la adquisición y el mantenimiento de hábitos de
vida, que puede ser resumido en tres elementos:
1. El carácter placentero –reforzante- de la mayor parte de los estímulos antecedentes de
comportamientos no saludables. Así, por ejemplo, las copas de vino antes de comer.
2. Lo dilatado del tiempo que, normalmente, separa la adopción de estos comportamientos
insaludables y la aparición de consecuencias nocivas o aversivas inherentes a los mismos. Así,
por ejemplo se podría indicar la adopción de posturas sedantes incorrectas y la aparición de
problemas de columna vertebral, o el consumo de grasas saturadas y el desarrollo de
enfermedades cardiovasculares o el cáncer.
3. Los comportamientos no saludables proporcionan, siempre o casi siempre una satisfacción real
e inmediata. En cambio los efectos nocivos son remotos y probables, como se indicaba en el
punto anterior. Pongamos por caso la satisfacción de la mayoría de las personas que fuman al
realizar dicha conducta y el efecto nocivo a tan largo plazo.
Los hábitos de vida sí son factores modificables y deben requerir especial atención por parte
de aquellas personas que de alguna manera tengan posibilidad de influir sobre el niño. Entre estos
1
hábitos destaca la alimentación y la actividad física (Cohen y cols., 1990; Parcel y cols., 1989).
Atendiendo al grado de adecuación de unos y otros se conseguirá un beneficio o un perjuicio sobre
la salud inmediata del niño, así como sobre la salud futura de la persona adulta (Delgado y cols.,
1997). Por último, es evidente que las enfermedades y lesiones, bien agudas o crónicas condicionan,
además del estado de la salud, la práctica de actividad físico-deportiva de la persona. Un
diagnóstico precoz, un adecuado tratamiento y, sobre todo, una prevención efectiva son de
fundamental importancia.
Lo curioso es que a pesar de que hace más de dos décadas en el informe Lalonde sobre
promoción de salud, en cuanto al análisis de porcentajes estimados de cómo afectan diferentes
factores a la salud y de la distribución de recursos hacia ellos, se recomendara aplicar más fondos
económicos a los estilos de vida, poco se ha modificado. Así, se calculó que el estilo de vida es
responsable de la salud en un 42%, la biología en un 26%, el entorno medio ambiental en un 20% y
los sistemas de atención a la salud en un 12%. Frente a ello, el porcentaje de distribución de los
recursos económicos a los mismos son del 87% a los sistemas de atención a la salud, 9% a la biología
humana y un 4% a los estilos de vida y el medio ambiente. En este sentido, es incomprensible la
desorbitada distribución existente entre la necesidad de promocionar estilos de vida y los recursos
dedicados, así como la relativamente baja importancia de los sistemas de atención sanitaria y el
altísimo coste que los mismos suponen.
2
Durante la sesión el trabajo debe ser estructurado en tres fases:
• Parte introductoria, de animación o calentamiento. La intensidad debe crecer gradualmente. Su
finalidad es la de preparar al organismo para la práctica y evitar lesiones. Realizar ejercicios
suaves de tipo aeróbico y estiramientos dinámicos-estáticos, así como juegos que introduzcan a
la actividad principal de la sesión. De duración no inferior a los 10 minutos.
• Parte principal. Desarrollo de los objetivos establecidos en el proyecto de clase a través de
situaciones lúdicas, placenteras y significativas para el alumno, con el fin de crear actitudes y
motivaciones positivas hacia la práctica de actividad físico-deportiva.
• Parte final, reflexiva o de vuelta a la calma: Intensidad va descendiendo hasta llegar a la fase de
descanso. Recuperación activa, con discusión y debate sobre lo realizado en clase, para intentar
incrementar la significatividad del contenido desarrollado, haciendo el mismo más funcional
para la vida cotidiana.
A veces los profesores estiman que el tiempo de clase es poco para respetar estas fases y
omiten alguna de ellas. Esto es un grave error, dado que las clases han de ser seguras y efectivas
(McGeorge, 1992). La partes inicial y final no deben tratarse como secciones aparte, sino que son
partes integrales de cada sesión y deben cumplir con su cometido, tanto procedimental, como
conceptual y actitudinal.
Las finalidades del conocimiento de dichas acciones articulares y, por tanto, de todos los
ejercicios, actividades y tareas que los incluyen son:
- Realizar ejercicios físicos beneficiosos para la salud del alumnado.
- Habituar al alumnado a realizar ejercicios correctos en la clase de EF, ya que éstos serán los que
memorizarán y posteriormente practicarán en su actividad física y deportiva autónoma.
- Favorecer el espíritu crítico del alumnado ante ejercicios, actividades, tareas, hábitos o
conductas deportivas erróneas a los que se tengan que enfrentar en diferentes contextos y
situaciones.
Siguiendo a López Miñarro (2000: 17), por ejercicio desaconsejado se puede entender el
sumatorio de movimientos monótonos, forzados y sobrecargados para las estructuras articulares
que se repiten de forma sistemática. Fundamentalmente se refieren a ejercicios de fuerza y amplitud
de movimiento (en sus diferentes acepciones de movilidad articular, elasticidad muscular y
elongación musculoligamentosa y de otros tejidos articulares blandos). En referencia a estos
últimos, Rodríguez García y Moreno (1997b) indican que no se debe superar el rango de
deformación elástica de los tejidos, para que los mismos tengan capacidad para recuperar su
longitud inicial y no sufrir daños irreparables. Se ha de tener en cuenta, tal y como apuntan Colado
(1996) y López Miñarro (2000), que el grado de amplitud de movimiento en la vida cotidiana no es
necesario que sea máximo y, por tanto, consiguiendo valores compatibles con la funcionalidad para
el desempeño de las actividades cotidianas sería más que suficiente, evitando de esta manera tener
que trabajar en rango de amplitud incompatibles con la integridad de dichos tejidos. Retomando
otra definición que hace este último autor (op.cit 21) sobre ejercicio desaconsejado es referirse a los
3
que hacen trabajar a una articulación fuera del radio de acción de ésta. Por ejemplo sería
desaconsejado cualquier movimiento excesivo en articulaciones, o excursión articular frenada por
cápsula articular, estructura ligamentosa, así como aquellos ejercicios que se realizan de forma
forzada. Tales ejercicios pueden conducir a lesiones si ejercen excesiva tensión y son repetidos
frecuentemente (McGeorge, 1992). Como indica este autor, los ejercicios en sí mismos no son ni
aconsejados ni desaconsejados, sino que es la forma de llevarlos a cabo los que condicionan dicha
calificación. Por ello y bajo una perspectiva biomecánica, se considerará un ejercicio desaconsejado
cuando incluya una acción articular, dentro de los diferentes movimientos que lo compongan, que
predispone a un riesgo elevado de daño sobre los tejidos corporales. A esta acción articular la
denomina López Miñarro (2000) desaconsejada (AAD) y es la que delimita la relación coste-
beneficio previamente referida. Por otra parte, la ausencia de dolor durante la realización de un
ejercicio no prueba que sea idóneo. Los daños pueden ser graduales y no materializarse hasta
pasados unos años.
Existen núcleos articulares que son más propensos al daño degenerativo, destacando
claramente las rodillas y la columna vertebral (en todas sus localizaciones: cervical, dorsal y
lumbar). Esta última, por los riesgos neurológicos que pueden condicionar su lesión, debe ser
tratada con especial esmero, por lo cual dedicaremos un apartado completo en este capítulo.
4
Determinar el objetivo de salud
relacionado con la condición física
SI
INCLUIR EL EJERCICIO EN CLASE
CRITERIOS DE ANÁLISIS
EFECTO GENERAL DE
ACCIÓN ARTICULAR
ARTICULACIÓN SU PRÁCTICA
DESACONSEJADA
SISTEMÁTICA
Hiperflexión
RODILLA Hiperextensión Inestabilidad de la rodilla
Rotación forzada
Hiperextensión Degeneración de estructuras
COLUMNA LUMBAR
Hiperflexión vertebrales lumbares
Sobrecarga dorsal
COLUMNA DORSAL Hipercifosis mantenidas
Alteraciones posturales
Hiperflexión
COLUMNA CERVICAL Hiperextensión Daño estructuras cervicales
Circunducción
Gran estrés discos
COLUMNA VERTEBRAL Flexión lateral máxima
intervertebrales (anillo
EN CONJUNTO Rotación vertebral máxima
fibroso)
Rotación + flexión
vertebral
EJERCICIOS
Rotación + hiperextensión Efectos combinados
COMBINADOS
vertebral
Otras
Tomado de P.A. López Miñarro (2000). Ejercicios desaconsejados en la actividad física. Detección y alternativas.
Barcelona: Inde. Pg. 29.
5
2.2.1. EJERCICIOS DESACONSEJADOS. ANÁLISIS Y VALORACIÓN
El análisis y la valoración de los ejercicios, con el fin de detectar aquellos que puedan ser
potencialmente peligrosos y, por tanto, desaconsejados, con el fin de buscar las alternativas
oportunas para conseguir los objetivos propuestos de condición física orientada a la salud, se
pueden realizar atendiendo al sistema propuesto por López Miñarro (2000):
a. Posición inicial.
Tanto en los ejercicios de fuerza como de amplitud de movimiento, la posición inicial
condiciona las características de seguridad y efectividad en la ejecución de los mismos. Así,
posiciones inestables ocasionan falta de control de los movimientos, pudiendo someter a los tejidos
a cargas excesivas. En este sentido, se hace imprescindible conocer como afecta a la cinética de
movimiento la posición inicial. Dejando el conocimiento exhaustivo de la misma para obras de
texto ubicada en la kinesiología y en la biomecánica, comentamos brevemente algunas
particularidades, siguiendo las sugerencias dadas por este autor y refrendadas por otros.
- En ejercicios en sedentación es aconsejable que se disponga de respaldo y que éste ofrezca una
inclinación de 105-110 grados, para descargar la tensión lumbar y evitar un incremento de la
presión a nivel del disco intervertebral. Además, como indica Colado (1995), los pies deben
estar apoyados completamente en el suelo (si no es posible apoyarlo en una superficie elevada),
para que las rodillas queden como mínimo a la altura de las caderas. Por otra parte, debe
evitarse flexionar el tronco adelante para evitar que se aumente la presión en los discos
intervertebrales lumbares (Arteaga y cols. 1995).
- En decúbito supino lo más habitual es disponer las extremidades inferiores extendidas, tanto
para el reposo como para la realización de ejercicios, aunque ello condiciona un incremento de
la lordosis lumbar por tracción del psoas (Kapandji, 1980). Para evitarlo se debe flexionar las
caderas, lo cual origina una relajación de dicho músculo y, por tanto, una retroversión de la
pelvis, haciendo desaparecer la lordosis lumbar y relajando, además, los músculos espinales y
abdominales (Ibañez y cols., 1993).
- En decúbito prono se incrementa la lordosis lumbar, apareciendo además dificultades
respiratorias, por la compresión del diafragma condicionada por la masa abdominal. Para
evitarlo Brenke y cols. (1991) e Ibañez y cols. (1993) han mostrado la utilidad de colocar un
apoyo bajo la cresta iliaca.
b. Núcleo articular.
Se debe diferenciar las articulaciones que intervienen en los diferentes movimientos que
compongan un ejercicio, analizando en qué sentido lo hacen y cuáles son los músculos
responsables, tanto en la acción agonista, como en las antagonista y sinergista. Además se debe
conocer los rangos de movimiento que se ejecutan. Para todo ello es clave conocer la anatomía
funcional de la musculatura.
A lo largo de los años, muchos autores han demostrado la importancia de una buena
alineación corporal y su relación con la eficacia funcional y con la prevención de ciertas anomalías
en el aparato locomotor. El tema ha sido estudiado desde varios puntos de vista, incluyendo el
fisiológico, el mecánico, el psicológico y el estético. Su importancia para prevenir las incapacidades
crónicas es determinante, y es en este sentido en el que se ha de tener en cuenta que numerosos
estudios y autores coinciden en señalar que la postura del adulto aparece influenciada por tres
factores fundamentales: la herencia, la enfermedad y el hábito. En este último es donde se ha de
centrar la acción de los profesores de Enseñanza Primaria y Secundaria, puesto que los hábitos de
vida en general se consolidan fundamentalmente a lo largo de la infancia y adolescencia. Si cuando
se estudia cualquier conducta relacionada con la salud se debe hacer bajo una perspectiva
tridimensional psico-socio-biológica, en el caso de la postura corporal la evidencia de esta triple
influencia parece ser muy significativa, pudiéndose afirmar que la postura está influenciada por
factores de tipo psicológico, como el estado de ánimo (p.e. cabizbajo ante estado depresivo, postura
del "pasota"), por factores de tipo sociológico, como la presencia de determinados modismos (p.e.
postura asociada a la moda grunge, postura propia del personaje idolatrado), y por supuesto, por
factores de tipo biológico, como la propia disposición de los segmentos corporales (p.e. postura
escoliótica, postura cifótica). Esta última perspectiva es la que ha prevalecido tradicionalmente en el
estudio de la postura corporal, al igual que en el estudio de la salud en general, tal y como quedó
expuesto en el capítulo primero.
Cuando se presenta una patología el tratamiento ha de ser competencia del fisioterapeuta o
del médico, quienes deberán prescribir la terapia oportuna coordinándola con la labor del profesor
de EF. De esto se desprende la idea de que, lógicamente, no es función del profesor el tratamiento
de determinados problemas o disfunciones posturales, pero sí debe ser su competencia detectar en la
medida de sus posibilidades la existencia de posibles anomalías y, en consecuencia, orientar al
alumno hacia un reconocimiento médico (Corbella, 1993) donde se llevaría a cabo la evaluación
oportuna, el diagnóstico y la terapia en caso de que fuera necesario. En este sentido, la función
principal del profesor de EF es prevenir la aparición de ciertas patologías mediante el planteamiento
en sus clases de una adecuada Educación Postural.
En cualquier caso, para entender los presupuestos sobre los que se cimienta la Educación
Postural, se han de aclarar una serie de términos subyacentes. Así, según la Real Académica de la
7
Lengua Española (1992:1648), la postura, en su primera acepción se define como planta, acción,
figura, situación o modo en que está puesta una persona, animal o cosa. Según esta definición, el
concepto de postura corporal, es un concepto muy amplio, que abarca desde posturas adoptadas en
el desarrollo de la vida cotidiana hasta cualquier gesto realizado en el ámbito de la actividad física-
deportiva (sucesión de posturas corporales). Por tanto, para comprender bajo qué perspectiva ha de
ser entendido el término de postura corporal en el ámbito de esta obra, se ha de definir
primeramente lo que se denomina como higiene postural, entendiéndose ésta como las posturas
correctas del cuerpo, tanto en movimiento como en reposo, de todas las actividades de la vida
cotidiana (Tercedor, 1995). Es por tanto, este último, un concepto muy amplio que abarca todas las
manifestaciones de postura corporal, pero cuando éstas son las que se han adoptado de manera
correcta, es decir, aquí no se incluyen aquellas posturas que no se realizan conforme a unos
parámetros que las hagan saludables y por tanto que puedan causar algún perjuicio a aquel que las
adopta.
La mayoría de las alteraciones poseen una naturaleza postural, siendo conocidas como
actitudes posturales no estructuradas, funcionales o actitudes, en las cuales no existe alteración
estructural ósea y pueden ser corregidas espontáneamente por el individuo (Stagnara, 1987), aunque
requieren una adecuada Educación Postural para corregirlas de forma definitiva. Por otro lado, se
encuentran las deformidades denominadas estructuradas o verdaderas, que son de menor frecuencia
de aparición y que se caracterizan por la persistencia de la posición anómala que no permite su
corrección activa ni pasiva, acompañada de deformación estructural de vértebras y discos
intervertebrales fundamentalmente (Rodriguez García y cols, 1999b).
En cuanto a los hábitos posturales de los escolares, Casimiro (1999) indica que desde el final
de la Educación Primaria al final de la Educación Secundaria, hay más escolares que llevan el
material escolar colgado sobre un hombro o en una mano, duermen en posición supina o prona, se
sientan en clase en posición cifótica, cogen material pesado del suelo con las piernas extendidas y
desconocen y no perciben correctamente la situación del raquis.
Ante los argumentos expuestos, parece evidente que una adecuada Educación Postural ha de
abordarse bajo una perspectiva multidisciplinar e integral. Para intentar clarificar algunas de las
posibles propuestas de intervención planteadas en esta obra o bien creadas por el propio profesional,
exponemos en el siguiente apartado algunos de los factores que pueden inducir desajustes
posturales y sobre los que deberá intervenir el equipo docente en general y de forma particular el
profesorado de cada una de las áreas curriculares en función de las posibilidades concretas de
actuación.
Por otro lado, entre los factores que acontecen durante el crecimiento y desarrollo de los
escolares y que pueden inducir desajustes posturales cabe destacar: Las propias características
fisiológicas del crecimiento durante la etapa a nivel del aparato locomotor. Desde el inicio de la
pubertad y durante la adolescencia se producen una serie de cambios bruscos a nivel fisiológico que
pueden terminar desencadenando una serie de desajustes posturales. Así, inicialmente se produce un
gran crecimiento óseo que no se ve acompañado por el desarrollo de la masa muscular, lo que se
traduce en el crecimiento en altura del alumno pero sin que su sistema muscular se haya adaptado a
estos nuevos cambios (Prados y cols, 2000).
El hecho de que la masa muscular no se desarrolle en conjunción con las palancas óseas,
convierte al aparato locomotor del adolescente en un sistema muy lábil que en consecuencia es
proclive a la aparición tanto de lesiones como de actitudes posturales inadecuadas.
En esta parcela del conocimiento, se hace necesario definir una serie de términos y
conceptos que van a ser tratados frecuentemente y que, a veces, son mal utilizados o parcialmente
tratados en el campo de la dietética y nutrición (Rojas, 1985). Por alimentación se entiende el acto
de dar o recibir alimentos, sea por vía fisiológica (oral) o por vías alternativas (enteral,
8
parenteral,...etc). Nutrición, por su parte, se entiende como el proceso de asimilación y
metabolización de los alimentos ingeridos o administrados. En este sentido, dieta sería la
alimentación habitual u ordinaria, tanto de tipo sólido como líquido, que realiza cada persona para
mantenerse y régimen la regulación metódica de la dieta con objeto de conservar o restablecer la
salud. De estas definiciones se obtiene la idea de que existe unas conductas o comportamientos
voluntarios, que son los educables y, por tanto, modificables, que corresponden a los hábitos
alimenticios o dietéticos, que por prescripción médica (o de forma inadecuada, principalmente
autoadministrada) se pueden convertir en régimen, y unos procesos involuntarios y, por tanto, no
modificables, que son los nutritivos. Por ello, el proceso educativo en etapa escolar irá dirigido a la
mejora de los hábitos alimenticios con el fin de mejorar la nutrición del niño.
Los objetivos que una correcta alimentación debe cumplir para la edad escolar y más
particularmente para la actividad físico-deportiva del niño, podrían ser (Delgado y cols, 1997):
1. Posibilitar un estado fisiológico correcto, que permita el adecuado funcionamiento de los
diferentes órganos y sistemas que integran el organismo humano.
2. Permitir una evolución estaturo-ponderal de acuerdo con los estándares de crecimiento
establecidos.
3. Conseguir un bienester psíquico y social que permita al niño desenvolverse adecuadamente
en el medio donde desarrolle su vida.
4. Desarrollar un nivel de aptitud y condición física adecuados.
5. Permitir un rendimiento escolar y físico-deportivo satisfactorio.
En cualquier caso, y como premisa fundamental para la edad infantil, la alimentación para la
salud primará sobre la alimentación específica para el rendimiento deportivo, siendo necesario que
la dieta realizada por un niño cumpla primero los requisitos que permitan procesos correctos de
maduración, crecimiento y desarrollo y, de forma secundaria, que ayuden a conseguir una mayor
performance física y deportiva. En la etapa adulta, el alto precio del éxito deportivo puede hacer
9
variar esta premisa, ocasionando la realización de manipulaciones dietéticas, que a veces no
resultan del todo aconsejables bajo el punto de vista de la salud (Delgado y cols., 1997).
Se puede destacar una clara laguna en la formación dietética de los escolares, basada en los
siguientes aspectos:
Conocidos estos hechos se plantea la necesidad de detallar de manera concreta cuáles son
los hábitos erróneos de la dieta habitual de la población infantil, la cual como decíamos
previamente, es un claro reflejo de la dieta del adulto. Los hábitos que se van a referir a
continuación hacen referencia a personas que viven en sociedades industrializadas y
tecnológicamente avanzadas y que siguen un patrón de dieta referido como dieta occidental (James
y cols., 1994) Este patrón es claramente diferente al que presentan países tercermundistas,
sociedades y culturas primitivas que siguen existiendo en nuestros días, y a patrones dietéticos de
culturas actuales y zonas geográficas específicas que obligatoriamente tienen que desarrollar un tipo
de dieta concreta por necesidad. En el caso de España, podemos decir que en las últimas décadas se
ha producido un retroceso en cuanto a alimentación saludable, por las influencias introducidas por
países más mercantilistas (Mataix y Carazo, 1995), que han conseguido introducir en nuestro
mercado alimentos originales suyos, además de hábitos de comer propios, como puede ser la
famosa hamburguesa con patatas, acompañadas de la lata de bebida, que se come rápidamente y con
10
poco esfuerzo. Nuestro país no debería perder su elevada riqueza gastronómica y seguir
conservando lo que siempre ha sido nuestro, con las pequeñas rectificaciones pertinentes para
conseguir una dieta saludable. Es penoso, por ejemplo que se pierda la característica de la dieta
mediterránea de consumir un alto porcentaje de alimentos crudos en ensalada.
En nuestro caso, atendiendo a lo expuesto en otras publicaciones previas (Delgado, 1996; 1999ª-
b), creemos conveniente considerar los siguientes hábitos para desarrollar una adecuada actuación
educativa, formadora para la vida:
Ante esta panorámica general y dado que muchos de los mitos de una alimentación milagrosa se
unen a la práctica de actividad física, el profesional en ciencias de la actividad física y el deporte,
desde cualesquiera de los ámbitos laborales, debe adoptar una actitud de intervención para intentar
paliar algunos de los problemas que puede condicionar estos hábitos alimenticios insaludables. Casi
siempre esta intervención, al menos en los casos en que se ha dado a conocer, ha tenido un carácter
eminentemente informativo, realizado durante la propia práctica de actividad físico-deportiva, o con
charlas puntuales sobre temas específicos. En la actualidad, atendiendo a propuestas más globales
12
del tratamiento de la alimentación en la escuela, se ha comprobado que este tipo de estrategia tiene
un valor muy limitado, por lo que consideramos adecuado analizar algunas de ellas para poder
dilucidar hacia donde debería ir un tratamiento coherente de dichos hábitos alimenticios.
En una sociedad en la que las situaciones estresantes parecen impregnar con demasiada
frecuencia el estilo de vida de las personas, y en la que los fármacos suelen ser utilizados bajo el
criterio de la automedicación con la intención de controlar todos los males derivados de un exceso
de estrés, entendemos que hay que reivindicar técnicas y situaciones que propicien un equilibrio
psico-físico en la vida cotidiana. Si se analizan las rutinas diarias del ciudadano medio encontramos
como aparecen demasiadas situaciones estresantes y pocas que puedan compensarlo, entre ellas ya
destacamos en el capítulo 3 el bajo nivel de actividad física de la población en general, a lo que
debemos añadir ahora la abundancia de situaciones cotidianas que provocan unos elevados niveles
de activación. Hace ya más de una década que el profesor Marcos Becerro afirmaba (1989b: 22):
"la vida moderna se caracteriza por la existencia de "cinco demasiados y un poco: demasiado
tabaco, demasiado alcohol, demasiado estrés, demasiadas drogas, demasiada comida y poco
ejercicio". En la última década, el estilo de vida de nuestros conciudadanos parece haber
incrementado aún más ese "demasiado" estrés. Así, hoy más que nunca, parecen ser
extremadamente útiles y significativos aquellos contenidos instrumentales que sirvan al alumnado
para controlar la ansiedad y compensar las situaciones de estrés cotidiano.
El presentar la respiración y la relajación como contenidos dentro del modelo de EFS,
propuesto en el capítulo 5, queda justificado ya que se ha demostrado como ciertos estados
emocionales como la ansiedad o la depresión pueden influir sobre parámetros fisiológicos. Al
respecto y de manera muy gráfica Payne (1996: 201) manifiesta: "imagine por unos pocos
momentos una situación que le haga sentir incómodo... A continuación, imagine una en que se
siente a gusto... ¿Ha notado usted algún cambio en su modelo de respiración al pasar de imaginar
una situación a imaginar la otra?". Ante esta evidencia han surgido métodos que intentan conseguir
una serie de modificaciones orgánicas como la disminución del tono muscular, de la frecuencia
cardíaca, de la tensión arterial, o de la frecuencia respiratoria y amplitud torácica y abdominal
(Contreras, 1998), todos ellos como posibles indicadores de un estado emocional sosegado.
Así, presentamos la relajación y la respiración como dos contenidos con una gran relación
entre sí y cuyo desarrollo reporta un gran beneficio para la salud y bienestar de las personas, tal y
como podemos comprobar en la tabla adjunta.
13
Tabla 6.2.- Cambios en el organismo con efecto en la relajación. Tomado de Martínez García
(1993: 67).
Para abordar la relajación y la respiración abogamos por un tratamiento llevado a cabo bajo
una triple perspectiva, integral y globalizada. En este sentido, cuando se aprecian los estados de
tensión en las personas, la profundidad de la respiración, su ritmo, el grado de tensión muscular, etc.
hemos de ser conscientes de que están asociados al estado emocional del individuo (Narganes,
2000). Así, en la depresión, por ejemplo, el cuerpo presenta un bajo nivel de activación y disminuye
la amplitud respiratoria; el suspiro se muestra así como una manera de ampliar la respiración
contenida.
A continuación vamos a exponer los criterios esenciales para aplicar tanto el entrenamiento
autógeno de Schultz como el método de relajación progresiva de Jacobson.
Para poder iniciar una sesión de relajación con buenas expectativas de éxito Martinez García
(1993) y Vacas (1981) recomiendan las siguientes normas básicas:
- para lograr la relajación es esencial la concentración;
- se eliminará en lo posible toda contracción o sensación de estar agarrotado;
- el lugar donde se practique ha de ser tranquilo;
- evitar los ambientes cargados, muy calurosos o excesivamente fríos;
- la luz debe ser tamizada;
- la ropa con suficiente holgura y adecuada a las condiciones ambientales;
- la posición será tendido o sentado. En el primer caso el alumno se situará tendido supino sobre
una colchoneta que no sea demasiado blanda, con los brazos ligeramente flexionados y a ambos
lados del cuerpo, con los antebrazos paralelos y las palmas de la mano mirando hacia abajo, los
pies ligeramente separados con las puntas de los dedos hacia fuera. La cabeza reposando
cómodamente sobre la colchoneta. Los ojos permanecerán cerrados o semicerrados. En el
segundo caso el alumno se sitúa sentado sobre una silla, con la espalda encorvada, los
antebrazos descansando sobre los muslos, la cabeza cayendo sobre el pecho en completa
distensión;
- intentar asumir una actitud de "estoy totalmente tranquilo".
14