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INTEGRACIÓN: MÚSICAS DEL PACÍFICO COLOMBIANO

HERENCIA, CULTURA Y MÚSICA

María Adelaida Villa Rodas

Si bien es cierto que las prácticas artísticas nacen y se transforman gracias a la adaptación
de una realidad y los acontecimientos que se desligan a la par con ella, también es bien
entendida como la capacidad de reflejar la naturaleza humana presta a esta realidad.

La música; manifestación artística de la cual habla este documento, aparte de tratarse de un


elemento clave para el análisis histórico de una sociedad, se rige bajo parámetros que se
establecen con el paso de esta y evoluciona, al igual que el resto de las artes.

Pero existen músicas que no son concebidas dentro del ámbito universal de la música
académica o “culta”; músicas tradicionales que no entran a jugar ningún papel fundamental
en los estudios sobre teoría musical previos a este tiempo, entre otras cuestiones porque las
sociedades musicales, en este caso comunidades occidentales, poseen una serie de pautas y
reglas que hacen inservible la participación de estas músicas en estudios específicos.

Colombia es uno de los países con la mayor diversidad de ritmos autóctonos, que conjugan
un pasado ancestral indígena y africano con las costumbres españolas.

Según el plan nacional de música para la convivencia:

Las músicas tradicionales de Colombia suenan con su propio ritmo y carácter en cada
una de las regiones que componen el territorio nacional. Al norte, los músicos emplean
las gaitas y el acordeón para adueñarse del viento y encontrar los sonidos que le
imponen una marcha cálida y vibrante a la vida. Al sur, la zona de frontera en la que se
encuentran Colombia, Perú y Brasil, se agita con los colores de una música que va y
viene a lo largo del río Amazonas, demostrando que su identidad se alimenta de la
diferencia.

La misma “diferencia”, que nace de la integración de las diferentes costumbres y el


diario de grupos étnicos, que se han adaptado y reinventando a los aspectos
culturales actuales. La unión de todos estos componentes genera una cultura más
diversa y amplia forjando así la identidad cultural de un país.
La música tradicional del pacifico colombiano al día de hoy no sólo ha logrado mantenerse
como distintivo único de esta amplia región del país sino que ha logrado transformarse,
reinventarse y expandirse sin perder su esencia, pero la “recuperación” de esta tradición ha
tenido lugar en las principales ciudades del país y no, en los pueblos autóctonos de la
tradición en cuestión, hecho que de entrada ha alterado el rumbo de la creación de estas
músicas que nacen más desde la espiritualidad y la cotidianidad, y no desde el comercio y
la venta.

El siguiente escrito habla de cómo la inclusión de las músicas e instrumentos musicales


tradicionales de la zona del pacífico sur a espacios ajenos a su contexto original, genera
reacciones y sensaciones únicas y diferentes en un público para el cuál el disfrute de estas
músicas es desconocido.

En los últimos años, las músicas tradicionales del pacifico colombiano han generado
diferentes espacios culturales que buscan traer al público, un acercamiento a la cultura de la
Región del Pacífico y una muestra de la identidad tanto étnica como urbana que ondea este
territorio; esto con el fin de promulgar en el país la interacción cultural; en todo el sentido
de la palabra, entre las diferentes regiones.

En lo que respecta a la relación de la región del pacífico con los otros territorios del país, se
visibilizan festivales en los que se expone en totalidad una cultura marcada por raíces afro e
indígenas, desde la gastronomía hasta la música y la danza. Uno de los festivales de mayor
relevancia es el titulado "Petronio Álvarez", realizado en la ciudad de Cali, y que juega un
papel indispensable en la salvaguarda de la cultura del pacífico colombiano, de la mano de
otros festivales como “Noches del Pacífico”, realizado en la ciudad de Medellín y
organizado por la Fundación Afrocolombiana Casa Tumac, una organización sin ánimo de
lucro integrada por un grupo de jóvenes artistas y gestores apasionados por la promoción y
conservación de la cultura del pacífico.
“Integración” es tal vez el término más adecuado para explicar claramente cómo la música
del Pacífico Sur; tanto en el mercado con grupos artísticos claramente posicionados, como
en diferentes entidades que promueven esta cultura, logran a través de sus expresiones
preservar de una manera auténtica sus raíces culturales y musicales, tomando de ejemplo
grupos como Herencia de Timbiquí, Grupo bahía, Chocquibtown, que logran adaptarse a
los contextos actuales; en este caso musicales, conservando los bienes culturales de su
pasado, pero de igual manera haciendo contacto con otros y variados ritmos, reflejando en
sus productos diversidad e integración cultural.
Este tipo de propuestas, también promueven la integración de los músicos, enriqueciendo
su experiencia interpretativa y de esta manera, su tradición se expandirse y comienza a ser
vista desde diferentes perspectivas. Respecto a los músicos de la ciudad que se interesan
por conformar este tipo de agrupaciones, Francisco Tenorio, referente de la música del
pacífico en la ciudad de Medellín y director Artístico de la Fundación Casa Tumac, explica
en palabras muy personales:

[…] les cuesta sentir el viaje, les cuesta entender el tipo de afinación que nosotros
buscamos, entonces por ejemplo a ellos les cuesta entender que no se dice tapado sino
tapao’, pescado sino que pescao’, quitar las eses, cambiar la ere por jota.  Ese tipo de
cosas si les ha costado a algunos de los músicos y la forma de tocar el cununo que el
apagao’ o el quemao’ es diferente en la costa atlántica que en la pacífica, cosas como
esas se les cuesta […]

Allí se refleja que más que hablar de encuentro de culturas se habla de choque cultural, y de
cómo este choque cultural, al ser ajeno a lo común para las nuevas generaciones o muchas
personas del interior del país, se entiende como algo que no gusta, que no está bien, que no
está dentro de lo corriente, y al no saber cómo explicarlo ni entenderlo, tratan de
“moldearlo” a ritmos y conceptos que sean comunes para ellos.

Podríamos estar hablando de un “blanqueamiento” sonoro, donde las músicas tradicionales


y la práctica de estas, entran en una discusión de si están bien o están mal, de si gustan o no
gustan, precisamente partiendo del desconocimiento que se ve en gran parte, por las
personas del interior del país, donde cuando se habla de música de la costa, por lo general
se piensa en algunos de los géneros populares de la costa Atlántica, no de la costa Pacífica,
entendiendo que las músicas del pacífico aún se pueden describir como un “universo por
explorar”.

La reacción del público general se inclina más hacia el disfrute de ritmos más comerciales,
como el pop, el reggaetón, entre otros, antes que la escucha y aprendizaje de las músicas
propias- por las fronteras que dividen de una manera indiscriminada el país- y que solo son
escuchadas por personas, en cierta medida por fortuna o destino, gracias a agrupaciones que
impactan comunidades que no estaba en sus planes impactar.

En este sentido, se debe entender como es la manifestación del público en cuanto al gusto
por la música del Pacífico Sur, y cuanta afinidad se genera por parte de dos tipos de
formato, uno netamente tradicional conformado por los instrumentos autóctonos de la
región, y otro conformado por instrumentos “cotidianos”, es decir, que vemos en cualquier
tipo de agrupación e incluso en agrupaciones sinfónicas como lo son el violín, el saxofón,
el clarinete, el piano y la batería, fusionados con la marimba y las percusiones tradicionales;
instrumentos temperados de maneras artesanales y que pueden ser ajenas para cierto tipo de
público, entendiendo de qué manera una marimba de chonta y otros instrumentos
artesanales pueden entrar en perfecta amalgama en una puesta en escena.

Otra transformación relacionada con lo anteriormente descrito, tiene que ver con la
separación de los artistas con el público - las personas atentas a dicho espectáculo- puesto
que no participan de igual forma en la producción del ritmo, es decir, las músicas del
pacífico, en tiempos anteriores a este, se concebían desde la espiritualidad, se componían
en torno a la participación de todos los factores presentes en aquel momento; la naturaleza,
la familia, los sentimientos; “una música artesanal con interpretes artesanos”, personas con
poco o nada de formación musical, donde el ritmo, las alturas, la armonía, eran más un
valor añadido a factores que predominaban más: las letras, las emociones y el
acontecimiento para el cual se interpretaba.

De ahí que los intérpretes autóctonos de esta música deban migrar de sus lugares de origen
para completar una formación formal, en conservatorios y facultades de música, para así
entrar a competir en mercado laboral donde se busca una mano de obra formada. Lo que
conlleva a que la música tradicional se separe de sus condiciones tradicionales de
interpretación, pero ¿quién dice que para ser artista se debe tener una formación? ¿Se debe
estar dentro de los parámetros de afinación, ritmo, color, entre otros establecidos por las
sociedades de músicas occidentales para ser considerado músico? ¿Las músicas
tradicionales no están consideradas dentro de los conceptos estéticos?

En conclusión, en la región del pacifico, los géneros muestran grandeza y contundencia en


los escenarios, que se engalana con la presencia de grandes artistas, gracias a la
representación de muchos talentos jóvenes que reconocen sus raíces musicales y las
fusionan con otros ritmos, ya sea por la competencia en el mercado o por el simple hecho
de exigirse como profesionales, nutriendo conocimientos y cultura a partir de la música, en
donde una vez aprendida y entendida su raíz, se nutren de ella para generar espacios de
integración.

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