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Lc 15,1-3.

11-32
Parábola del hijo pródigo

Esta es la parábola del Hijo Pródigo1. Junto a la parábola de La oveja perdida y hallada y el de
La monedita de la viuda, forman lo que se ha llamado: Parábolas de la misericordia de Dios.

Las tres parábolas fueron dadas en una ocasión especial: publicanos y pecadores buscaban a
Jesús; fariseos y escribas murmuraban contra Jesús porque Este acoge a los pecadores y come
con ellos.

Para publicanos y pecadores, las parábolas de la misericordia fueron un gran consuelo: se les
llenaba el alma de esperanzas al oír hablar de un Dios bueno y perdonador. De modo particular, la
parábola del Hijo pródigo: Dios es Padre tierno y compasivo para con el hombre que quiere
volver a la casa paterna arrepentido de los pecados.

Para los fariseos y escribas, fue la parábola una lección: como Dios es misericordioso así
debemos ser para con el prójimo pecador.

La parábola del hijo pródigo guarda una gran revelación: Dios es el Padre; más aún, es mi
Padre… es tú Padre… es nuestro Padre y Padre de todos los hombres que quieran acogerse a su
ternura.

Debemos reconocer que todos somos pecadores, todos necesitamos volver como el hijo pródigo.

Pero se engañan aquellos que piensan y dicen:


- “Dios no castiga, porque Dios es amor”. Sed contra: No te tardes en volver al Señor, no
lo difieras de un día para otro, pues de pronto salta la ira del Señor, y perecerás al tiempo del
castigo (Si 5,7).
- “Dios no condena a nadie porque es bueno y perdona”. Sed contra: Entonces dirá
también a los de su izquierda: “Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el
Diablo y sus ángeles” (Mt 25,41).
- “Bueno, si peco después me confieso”. Sed contra: Pues con las demás naciones el
Soberano, para castigarlas, aguarda pacientemente a que lleguen a colmar la medida de sus
pecados; pero con nosotros ha decidido no proceder así (2 Mc 6,14).
- “No hace falta confesarme, Dios me conoce y yo le digo mis pecados en la oración y me
siento perdonado”. Sed contra: Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: Recibid el Espíritu Santo.
A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan
retenidos (Jn 20,22.23).

Pensar y hablar así es temerario:

1
Pródigo: “Dícese de la persona que desperdicia y consume su hacienda en gastos inútiles, sin medida ni razón” (DRAE).

1
- Porque es contrario a lo que nos enseña la Biblia.
- Es cierto: Dios es buenísimo… pero no tonto!
- Abusar de la bondad de Dios es malicia.
- Estamos de acuerdo: Dios no condena a nadie al infierno… es uno mismo que por amor
de sus pecados se autoexcluye de la bondad de Dios.

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