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RESUMEN
La fundamentación y el razonamiento del principio de la diversidad humana es una
cuestión ineludible a la hora de plantearnos el respeto a las diferencias individuales.
Más allá de compromisos éticos y morales, entender la diversidad, la
multiculturalidad y la interculturalidad supone la puesta en marcha de un modo de
vida personal y de reflexión siempre basado en principios éticos de carácter moral,
por supuesto, pero de también de carácter ético, los cuales viven en simbiosis
como si de otra forma de entender el mundo se tratara.
Más allá de histerias sociales y colectivas también acerca de la benevolencia de
pensar en el respeto a las diferencias, en esta comunicación nos planteamos por
qué debemos aproximarnos conceptualmente a ese valor de la “diferencia” como
fuente de enriquecimiento y desarrollo más que como una fuente de racismo y
xenofobia que en nuestra sociedad afloran con demasiada frecuencia.
LA DIVERSIDAD HUMANA
Podemos hablar, por tanto, de dos formas de “hominización”. Una de ellas es la que
se denomina “biológica” y que posibilita la cultura, con la adquisición de los rasgos
propios de cada especie y el desarrollo del psiquismo, la conciencia reflexiva y la
inteligencia individual. Esta hominización es fruto de la herencia genética, supone
comportamientos innatos y constituye la base de la hominización cultural.
A pesar de que desde el punto de vista de la sociología puede parecer que las
personas responden a muy pocos patrones determinados, sin embargo la realidad
es muy compleja, heterogénea y diversa, siendo una característica fundamental de
la antropología actual en su discurso el considerar los conceptos de “diferencia” y
“diversidad”.
Para hablar de diversidad es necesario hacer una diferencia entre lo que significa la
uniformidad y la diversidad. En la vida cotidiana cuando hablamos de uniformidad
estamos refiriéndonos actualmente a un concepto negativo o peyorativo, el cual
anula, por ende, la personalidad y la identidad de quienes “padecen” esta etiqueta,
refiriéndose tanto a individuos aislados como a comunidades. Sin embargo, cuando
hablamos utilizando el término diversidad nos estamos refiriendo a una forma de
enriquecimiento con un fuerte componente positivo por el contrario, lo que viene
dado por razón del pensamiento democrático en el que nos encontramos inmersos
en la actualidad.
Por otra parte, Perez de Lara (1996) señala que el “discurso humanista de la
igualdad” es aquel que propone los valores de “libertad, igualdad y fraternidad”, lo
que implica ofrecer a toda la población escolar, evidentemente plural dadas las
variables de raza, sexo, origen social y características individuales, los valores
propios de la cultura occidental. Este logro supondría la consecución del respeto a
la diversidad en la igualdad.
Las diferencias individuales las representa Braga (1996; véase Figura 1.) en forma
de árbol ordenado alrededor del sujeto que pertenece a la sociedad aquí y ahora y
por tanto influenciado por una serie de microculturas tales como la región a la que
pertenece, el género, la clase social y la raza, así como la religión, el grupo étnico o
la pertenencia a algún grupo con handicap.
Región Raza
El individuo
Para esta autora existen una serie de diferencias o aspectos diferentes que pueden
ser identificados en cada individuo debido a que en cada uno de ellos coexisten un
gran número de microculturas que afectan a las características de cada uno, siendo
esto lo que Hallahan & Kauffman denominan el “dilema de la diferencia” (1991; en
Braga, 1996), entendida ésta a nivel intragrupal y extragrupal. De esta forma si
hacemos caso omiso de las diferencias inherentes a cada alumno, probablemente
no les estaremos ofreciendo a nivel educativo aquello que necesite en particular
cada uno de ellos. Los profesores deben planificar atendiendo a las diferencias,
tanto individuales como grupales para ofrecer a cada alumno aquellas experiencias
basadas en la diversidad social y cultural y, en definitiva, en las diferencias
individuales.
Estos factores son los que se han utilizado para situar a los sujetos dentro de una
visión tradicional, centrada en el análisis de los resultados de los tests o los
resultados de las pruebas de rendimiento. Actualmente y desde el punto de vista de
la psicología cognitiva y la investigación de los procesos que se producen en el aula
han hecho cambiar estos “factores” mencionados anteriormente y, por tanto, han
cambiado “el punto de vista respecto al papel que juegan en el sujeto las
diferencias individuales” .
LAS DIFERENCIAS
INDIVIDUALES Y
COLECTIVAS GENERAN
DIVERSIDAD DESIGUALDAD
EDUCACIÓN EN LA
DIVERSIDAD COMPENSACIÓN DE LAS
Estimular DESIGUALDADES
Compartir Compensar y suprimir
Respetar
En la escuela el término “diversidad” tiene que ver con las diferencias que
anteriormente hemos analizado, esto es, las individuales y las colectivas. Las
individuales tienen que ver con las diferencias físicas, personales, sociales, dando
lugar a un estilo o ritmo de aprendizaje distinto, a unas diferencias físicas distintas,
a unas capacidades personales distintas, etc. Si la diversidad, en estos casos, va
unida a la desigualdad en el trato y en la consideración por parte de los demás,
estaríamos hablando de la “desigualdad” propiamente dicha y no de “diversidad”.
Por otra parte, al analizar el término “diversidad” nos planteamos que, como dice
Etxeberría (1996), la “diversidad social y educativa tienen una connotación positiva,
significando una variación, un pluralismo o una manera distinta y al mismo tiempo
enriquecedora de vivir la realidad, sin que ello lleve consigo algún tipo de
desventaja o dificultad”. La desigualdad social y educativa llevaría a una situación
de “desfavorecimiento, de inferioridad, de menor estatus, poder o prestigio ... La
desigualdad es todo aquello que establece jerarquías entre las personas o los
colectivos ... La desigualdad hace referencia a factores sociales, económicos y
políticos” .
En este sentido señala Muñoz (1995) que entendemos por diversidad “todo aquello
que hace a las personas y a los colectivos diferentes”, y por desigualdad “todo
aquello que establece jerarquías en el saber, el poder o la riqueza de las personas
o colectivos ... La diversidad se referirá a factores físicos, genéticos, personales y
culturales ... La desigualdad se referirá sobre todo a factores sociales, económicos,
políticos ... En educación hablaremos de personas diferentes en cuanto a
capacidades, estilos, ritmos, motivaciones, valores culturales ... y hablaremos de
desigualdad en situaciones que habremos definido convencionalmente que son
desventaja o de carencia en relación a otras personas o colectivos ... Así pues,
todos y todas somos diferentes (diversos) y todos y todas padecemos de alguna
situación de desventaja o carencia, independientemente de que decidamos
compensarla o no”.
La acción educativa desde una opción democrática se regirá por dos líneas
estratégicas: respetar/compartir las diferencias y compensar/superar las
desigualdades. La educación en la diversidad se basa, por tanto, en unos
fundamentos socioculturales y psicopedagógicos y se propone la finalidad de
desarrollar al ser humano en su diversidad personal y grupal. Las estrategias que
se utilizan para tales fines deben servir para compensar/suprimir, así como
compartir/estimular/respetar las diferencias y las desigualdades que se generan en
la escuela. Todo ello propicia la implicación de/en todos los ámbitos de la acción
educativa a nivel de centro, de equipo docente y de aula.
Maruny & Muñoz (1993) señalan que el principal problema para desarrollar una
pedagogía de la diversidad no se centra tanto en instrumentos teóricos tales como
las convicciones sociales, culturales y pedagógicas del profesorado, del alumnado y
de los mismos padres y madres. La verdadera pedagogía de la diversidad deberá
bsarse en el clima del centro y por tanto en el reconocimiento y respeto de esta
diversidad y no “perseguir” la jerarquización y selección de los sujetos, sino el
desarrollo y la promoción de todos los alumnos dentro de la escuela.
En ocasiones, por tanto, la desigualdad va unida a la diversidad y viceversa, de
forma que los distintos ritmos de aprendizaje, las distintas capacidades, los distintos
estilos, etc., llevan a diferentes niveles en la consecución de las tareas y a
diferentes niveles de éxito social. Muñoz (1995) señala, en este sentido, que en
estos últimos años se está desarrollando más la estrategia de respetar y compartir
la diferencia. La orientación que se ha desarrollado hasta este momento es la
concepción de la diversidad basada en considerar cualquier diferencia como un
problema y orientada a identificar necesidades educativas especiales, no
reconociéndose en positivo sus posibilidades, capacidades, habilidades e intereses.
Por ello, es necesario señalar junto con García Carrasco (1992) que hay que
trabajar desde la perspectiva de la “antropología de la diferencia”, ya que esto no
es ninguna panacea. Esta nueva perspectiva tiene que resolver el límite difuso
entre la insolidaridad y la diferencia; como también la medida en la que las
diferencias de los unos se encuentran en el origen de las diferencias de los otros.
Estos hechos manifiestan la necesidad de replantear para la educación en la
diversidad su auténtico espacio, no solamente el espacio de la individualidad, sino
el espacio público y para todos.
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