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NOTAS DE PIZARNIK EN ERASO BELALZACAZAR

-enlaza con otra de Alejandra Pizarnik (su primer comentario sobre Juarroz) en la

reseña al primer número de Poesía=Poesía: “La poesía de Juarroz presenta un mundo abierto

que descubre sus entrañas palpitantes: «Y los dedos se nos quedan prendidos / a un grito más

antiguo que su boca». Es posible que el primer libro de Juarroz sea desesperado. Aquí la

desesperación es tan remota como próxima; la palabra no está en ningún texto de este primer

libro. García lo vincula a un lugar común (“mundo desesperado”); Pizarnik, más aguda, señala

aspectos en que la crítica habrá de detenerse: el rigor, la concentración. Hay lucidez

desesperada. Y una belleza tensa”. p.8-9

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La Gaceta, Tucumán, 11 de abril de 1959. El poema al que se refiere Pizarnik no figura en Poesía vertical; es uno de los

diez poemas que Juarroz publicó únicamente en Poesía=Poesía.

-Se debe a Octavio Paz la primera mención de Juarroz en el ámbito de la poesía

mexicana. En 1960, la Revista Mexicana de Literatura —dirigida por Juan García Ponce y

Tomás Segovia— dedica un número especial (10-11, abril-mayo) a los “Nuevos poetas

argentinos”; pero entre esos “nuevos poetas” no estaban Juarroz ni Alejandra Pizarnik p.20

Nota mía: Dicen los poetas, y también Eraso B. que la poesía moderna es una

experiencia del silencio. En parte es cierto, toda la poesía lo es en cuanto necesita del poeta ser

silencioso para poder oír y sentir la vida. Pero en cuanto escribe, en cuanto pone hablar no es la

voz, como tal del silencio, sino el sonido de lo que no se escuchado: es voz, es sonido, y

nombrarlo silencio, creo yo, cae en el oximoron, esta vez no en la apradoja.

Porchia, Pizarnik, Juarroz escribieron, desde perspectivas diferentes, poesía que tiene
impronta moral. Pero agregaron algo más extremo: los tres prefirieron, incluso, desprenderse de
la moral de su tiempo (pues la poesía no da nada, no obliga a nada); Pizarnik, suicidándose;
Porchia y Juarroz, precipitados en la soledad, resignados a estar fuera de los centros de poder
literarios. Sin estar limitada por la moral (“la única ética del ser es la intensidad” dice
Juarroz)137, la poesía (despojada, subversiva) da su propia batalla por ser experiencia
inexplicable, cumpliendo así con lo que, en definitiva, será la meta hacia donde camina, o sea,
crear realidad:
p.111-112

-Ese buscar, ese ir al encuentro de las palabras la haría sentirse “vencida, resistida,

derrotada, ultimada a garrotazos, a tiros, a puñaladas” 155, hasta encarnar (como piden Morales y

Juarroz) “la perspectiva total y trágica” de la existencia. Su suicidio a los treinta y seis años es

el corolario: “Leo la Historia del surrealismo. Al llegar al capítulo dieciocho dedicado al

marxismo y a la situación social, económica, etc., de nuestra época, cierro violentamente el

libro y lo guardo. Me horrorizo de mi falta de interés. ¡No puedo remediarlo! ¡Denme al

Hombre, no a las masas!”. 156 155 Diarios, 28 de julio de 1962, ed. de Ana Becciu, Lumen,

Barcelona, 2003, p. 241.

p.122

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