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“De mujeres y semblantes”

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Por Jacques-Alain Miller


Publicado en Lectura Lacaniana: 2 abril, 2013
Jacques-Alain Miller

Cuadernos del Pasador


Segunda Edición 1994
Buenos Aires-Argentina

Comenta: Andrea F. Amendola

Texto sugerido para el Seminario de la Escuela de


Orientación Lacaniana:

“Los nudos del amor-goce-deseo en las neurosis-


psicosis”

dictado por Carlos García

Inicia: Martes 9 de abril, 17.45hs

Año 2013

En este libro Miller nos presenta tres conferencias cuyo hilo temático conductor gira en
torno de la elaboración del concepto de semblante.

El concepto de semblante se ubica en un momento avanzado en la enseñanza de Lacan,


el título del Seminario XVIII, concepto que permite considerar con mayor precisión lo
real y adentrarnos en los pasos que llevaron a Lacan hacia la topología del nudo
borromeo, temas que conciernen a los rasgos de una lectura lacaniana.
Una primera conferencia impregnada de las voces acuciantes que consentían la
creación en Buenos Aires de una Escuela de Orientación Lacaniana, en el sentido de
Lacan, al mismo tiempo que Miller en ese mismo sentido elabora que en la experiencia
analítica el analista hace semblante de saber.
Miller puntualiza que en la enseñanza de Lacan la noción de semblante sirve para
emplear lo simbólico y lo imaginario conjuntamente en oposición a lo real y no en
oposición al ser.
El psicoanalista hace semblante de saber en la experiencia analítica para aprender así
algo del paciente, un hacer que refiere a un hecho de estructura pues el paciente
cuando es invitado a la asociación libre hace él también semblante de saber de qué se
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trata, cuando ni siquiera tiene la menor idea.
Miller destaca la importancia de tomar como referencia la clínica de las psicosis porque
las psicosis desnudan los semblantes.
Introduce el concepto de sujeto supuesto saber como efecto de la asociación libre, como
significación de significación, como semblante. Lo diferencia del concepto de Nombre
del Padre cuya función como semblante detiene el desencadenamiento delirante del
sujeto supuesto saber y reintroduce en la experiencia un no sentido que pone un límite
al todo sentido.
Por lo tanto, de la diferenciación del sujeto supuesto saber y el nombre del padre
descubre debajo de la metáfora el vacío del saber.
Alerta a los analistas de creerse el sujeto que sabe que lleva hacia la infautación y la
contrapone al deseo de saber.
Habla de la fundación de la Escuela y plantea como soporte lo que Lacan llamó de modo
velado la transferencia de trabajo, y dice Miller que si hay una suerte para un sujeto esa
es la de poder trabajar en la transmisión de la enseñanza del psicoanálisis, situando a
la Escuela como el lugar hecho propiamente para que los analistas se reúnan alrededor
de esa misma hiancia que estructura al acto analítico.
El objeto a es planteado como semblante, como el arco iris del goce como tal luego de la
lluvia significante, reubicando de este modo al objeto a en su lugar y tratar lo real a
partir de la consideración de Lacan del concepto de los nudos.
En su segunda conferencia define a las mujeres más amigas de lo real dado que no
tienen la misma relación a la castración que los hombres.
La posición femenina queda emparentada a la posición del analista, ambas contienen la
intuición de que lo real escapa al orden simbólico.
Miller ejemplifica el cinismo femenino a partir de la creación literaria de R. Queneau,
“Zazie en el metro”, para mostrarnos cómo Zazie ejerce su denuncia lógica al mundo de
los semblantes en toda su extensión. Nos recuerda que Freud no duda en transformar a
las mujeres en enemigas de los semblantes de la civilización.
Respecto de la afinidad entre el Psicoanálisis y el principio femenino, en su tercera
conferencia define al semblante como aquello que tiene la función de velar la nada y en
eso el velo es el primer semblante. Se cubre a las mujeres porque La Mujer no se puede
descubrir, por lo tanto, hay que inventarla.
La castración en la mujer, a partir de la puntualización del menos, puede ubicarse en la
clínica “femenina” por ejemplo del lugar que toma el sentimiento de injusticia, o de un
sentimiento de desprecio. El no tener se sublima en un no tener derecho, o sea, una
ilegitimidad que no se encuentra en la clínica masculina con ese peso.
Frente a la posición femenina el ser madre es una solución del lado del tener. Hay otra
solución, del lado del ser y consiste en ser el agujero, es decir, fabricarse un ser con la
nada.
Es palpable en la clínica “femenina” testimonios de dolor psíquico ligado a un afecto de
no ser, de ser nada.
Lacan habla de verdaderas mujeres y toma como ejemplo a Medea, en donde el acto de
una verdadera mujer para Lacan es el sacrificio de lo que tiene de más precioso para
abrir en el hombre el agujero que no se podrá colmar. Logra hacer del menos su arma
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propia en estricta relación a un hombre. Otra modalidad que Lacan conoce es sobre un
sin límites a las concesiones, en el sentido del ceder, que una mujer puede hacer por un
hombre, de su cuerpo, de su alma, de sus bienes.
Diferencia la mujer fálica como la mujer que tiene y que se constituye del lado del tener,
la mujer con postizo, a diferencia de la mujer que se constituye del lado de ser el falo, la
cual asume su falta de tener.
Una “mujer verdadera” en el sentido de Lacan hace ver al hombre que el tener es
ridículo, (lo cual a veces para él puede ser su perdición) le permite manifestarse como
deseante pues ella asume el menos, pero lo mujer con postizo denuncia al hombre como
castrado y no exige de él que sea deseante.
Miller finalmente analiza la función del fantasma en hombres y mujeres hasta llegar al
procedimiento del pase, diferenciando allí que para algunos el testimonio de que el
psicoanálisis les ha curado de la falta de ser ha sido por la vía de la identificación al
síntoma y para otros por la travesía del fantasma.
Para los primeros es por un sentimiento de necesidad que se connota el acceso a lo
imposible, para los segundos hay un afecto de libertad que da acceso a la contingencia.
El pase enseña que hay una incidencia de la diferencia sexual en cuanto al fantasma.

3/3

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