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CHARLIE Y EL GRAN ASCENSOR DE CRISTAL

Personajes:

Charlie
Sr. Wonka.
Padres de Charlie: Bucket.
Abuelos paternos de Charlie: Joe y Josephine
Abuelos maternos de Charlie: George y Georgina
Los astronautas Shuckworth, Shanks y Showler.
Toda la tripulación de la Cápsula Conmutadora que contiene al personal completo
del Hotel Espacial «U. S. A».
Sr. Walter W. Wall
Todo el gabinete en La Casa Blanca, junto al presidente.

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Transliteración dramatúrgica elaborada por Mario Sánchez Vanegas
ESCENA I

Van volando (300 metros de altura) camino hacia la fábrica de chocolate recién
regalada a Charlie en el Gran Ascensor de Cristal.
A la abuela Josephine, junto a la abuela Georgina y el abuelo George, los suben al
Ascensor, abrigados y en la cama.

Josephine. — ¿Qué es lo que mantiene en el aire a este endemoniado aparato?


Sr. Wonka. — Esto ya no es un ascensor. Los ascensores suben y bajan sólo
dentro de los edificios. Pero ahora que nos ha hecho subir hasta el cielo, se ha
convertido en el Gran Ascensor de Cristal.
Josephine. — ¿Y qué es lo que lo mantiene en el aire?
Sr. Wonka. — Ganchos celestiales.
Josephine. —Me asombra usted.
Sr. Wonka. — Querida señora, todo esto es nuevo para usted. Cuando lleve un
poco de tiempo con nosotros, nada le asombrará.
Josephine. —Esos ganchos celestiales, supongo que dos de sus extremos están
enganchados a este aparato, ¿verdad?
Sr. Wonka. —Exacto.
Josephine. — ¿Y dónde están enganchados los otros dos extremos?
Sr. Wonka. — Cada día me vuelvo más sordo. Por favor, recuérdenme que tengo
que llamar a mi médico en cuanto volvamos.
Josephine (A Charlie). —Charlie, creo que no me fío demasiado de este
caballero.
Georgina. — Ni yo (Pausa). Es muy evasivo.
Charlie (En secreto a Josephine y a Georgina). — Por favor, no lo arruinéis todo.
El señor Wonka es un hombre fantástico. Es mi amigo. Yo le quiero.
Joe. — Charlie tiene razón. (A Josephine) Cállate, Josie, y no nos crees
problemas.
Sr. Wonka. — ¡Debemos darnos prisa! ¡Tenemos tanto tiempo y tan poco que
hacer! ¡No! ¡Esperen! ¡Borren eso! ¡Denle la vuelta! ¡Gracias! Y ahora, ¡volvamos
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Transliteración dramatúrgica elaborada por Mario Sánchez Vanegas
a la fábrica! (En un salto gira sobre sí mismo) ¡Volvamos volando a la fábrica! Pero
antes de bajar, debemos subir. ¡Debemos subir cada vez más arriba!
Josephine. —¿Qué os dije? ¡Este hombre está loco!
Joe. —Cállate, Josie. El señor Wonka sabe exactamente lo que está haciendo.
Georgina. — ¡Está más loco que una cabra!
Sr. Wonka. — ¡Tenemos que ir más alto! ¡Tenemos que ir mucho más alto!
¡Sujetaos el estómago! (Oprime un botón que acelera la velocidad del ascensor.
Todos gritan)
Josephine. —¡Deténgalo! ¡Joe, oblígale a detenerlo! ¡Quiero bajarme!
Georgina. —¡Sálvanos!
George. —¡Baje!
Sr. Wonka. —¡No, no! ¡Tenemos que subir!
Todos gritan. — Pero ¿por qué? ¿Por qué subir y no bajar?
Sr. Wonka. — ¡Porque cuanto más alto estemos cuando empecemos a bajar, más
de prisa iremos cuando choquemos! Debemos ir absolutamente echando chispas
de rápidos cuando choquemos.
Todos gritan. — ¿Cuando choquemos contra qué?
Sr. Wonka. —Contra la fábrica, por supuesto.
Josephine. —¡Usted debe estar trastornado! ¡Nos haremos pedazos!
Georgina. — ¡Nos estrellaremos como huevos!
Sr. Wonka. —Ese es un riesgo que tenemos que correr.
Josephine (Ocultándose entre las sábanas). —Bromea usted. Díganos que está
bromeando.
Sr. Wonka. — Señora, yo nunca bromeo.
Georgina. — ¡Oh, queridos! ¡Nos lixiviaremos, todos y cada uno de nosotros!
Sr. Wonka. — Es lo más seguro.

Pausa larga. Sólo se escucha el ensordecedor crujido del Gran Ascensor que
asciende a gran velocidad. Excepto Joe y Charlie, todos están muy muy
asustados.

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Transliteración dramatúrgica elaborada por Mario Sánchez Vanegas
Charlie. — ¡Señor Wonka! Lo que no comprendo es por qué tenemos que bajar a
una velocidad tan tremenda.
Sr. Wonka. —Mi querido muchacho, si no bajamos a una gran velocidad, jamás
conseguiremos atravesar el tejado de la fábrica. No es fácil hacer un agujero en un
tejado tan resistente como ése.
Charlie. — Pero en el tejado ya hay un agujero. Lo hicimos al salir.
Sr. Wonka. — Entonces haremos otro. Dos agujeros son mejor que uno.
Cualquiera puede decírtelo.

El Gran ascensor está tan alto que ya se divisa la tierra como un mapa a sus pies.

Charlie (A Joe). — Tengo miedo, abuelo.


Joe (Abraza a Charlie). — Yo también, Charlie.
Charlie (A Sr. Wonka). — ¡Señor Wonka! ¿No cree que ya hemos subido lo
suficiente?
Sr. Wonka. — Casi, casi. Pero no del todo. No me hablen ahora, por favor. No me
molesten. Ahora tengo que vigilarlo todo con mucha atención. Coordinación
absoluta, muchacho, eso es lo que necesitamos. ¿Ves este botón verde? Debo
apretarlo exactamente en el momento preciso. Si lo hago con un segundo de
retraso, subiremos demasiado alto.
Joe. — ¿Qué ocurre si subimos demasiado alto?
Sr. Wonka. —¡Por favor, cállense y dejen que me concentre!
Josephine (Asomada entre las sábanas). — Alguien tiene que detener a este
maníaco. (Agarra al Sr. Wonka por su frac y lo lanza a la cama)
Sr. Wonka. — ¡No, no! ¡Suélteme! ¡Tengo cosas que hacer! ¡No moleste al piloto!
Josephine. — ¡Usted está loco! (Sacudiendo al Sr. Wonka) ¡Devuélvanos a casa
inmediatamente!
Sr. Wonka. — ¡Suélteme! ¡Tengo que apretar ese botón o subiremos demasiado!
¡Suélteme! ¡Suélteme! (A Charlie. Grita) ¡Charlie! ¡Aprieta el botón! ¡El verde! ¡De
prisa, de prisa! (Charlie aprieta el botón. El Ascensor expulsa un gemido
estruendoso y se pone de lado. Silencio) ¡Demasiado tarde! ¡Oh, Dios mío,

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Transliteración dramatúrgica elaborada por Mario Sánchez Vanegas
¡estamos listos! (Todo con todos comienzan a flotar) ¡Y ahora mire lo que ha
hecho!
Josephine. —¿Qué ha pasado?
Charlie. —¿Hemos ido demasiado lejos?
Sr. Wonka (Grita). —¿Demasiado lejos? ¡Ya lo creo que hemos ido demasiado
lejos! ¿Saben lo que ha pasado, amigos míos? ¡Hemos entrado en órbita! (Ante la
mirada atónita de todos) En este momento estamos girando alrededor de la Tierra
a diecisiete mil millas por hora. ¿Qué les parece?
Josephine. —¡Me ahogo! ¡No puedo respirar!
Sr. Wonka. —Claro que no puede. Aquí arriba no hay aire (Nada en el aire. Se
acerca a un botón que dice OXÍGENO. Lo presiona). Ahora ya no tendrán
problemas. Respiren.
Charlie. — Es una sensación muy extraña. Me siento como una burbuja.
Joe. — ¡Es fantástico! Me siento como si no pesara nada.
Sr. Wonka. — Así es. Ninguno de nosotros pesa nada. Ni siquiera una onza.
Georgina. — ¡Qué tontería! Yo peso setenta y dos quilos exactamente.
Sr. Wonka. — Ahora no. No pesa usted absolutamente nada.

Flotando, George, Georgina y Josephine, tratan infructuosamente de regresar a la


cama que también flota.

Josephine—¿Dónde está el chiste?


Joe. — Por fin hemos conseguido que salgáis de la cama.
Josephine. —¡Callaos y ayudadnos a volver!
Sr. Wonka. —Olvídenlo. Nunca lo conseguirán. Confórmense con flotar.
Georgina (Grita). — ¡Este hombre está loco! ¡Tened cuidado, o nos lixiviará a
todos!

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Transliteración dramatúrgica elaborada por Mario Sánchez Vanegas
ESCENA II

En la enorme Cápsula Conmutadora que contenía al personal completo del Hotel


Espacial «U. S. A.».

Shuckworth (Por el altavoz a los pasajeros). —Dentro de una hora exactamente


nos acoplaremos con el Hotel Espacial «U. S. A.», que será su hogar durante los
próximos diez años. Y en cualquier momento a partir de ahora, si miran hacia
adelante, podrán distinguir esta magnífica nave espacial. ¡Aja! ¡Ya veo algo! ¡Esta
debe ser, señores! ¡Sin duda ninguna, allí hay algo, justo delante nuestro!

Todos los tripulantes se dirigen a las ventanas.

Showler (Grita). — ¡Eh! Ese no es nuestro Hotel Espacial.


Shanks. — ¡Santo cielo! En nombre de Nabucodonosor, ¿qué es eso?
Shuckworth. —¡Rápido! ¡Dadme el telescopio! (Mientras mira por el telescopio
habla a la radio) ¡Llamando a Houston! (Grita a la radio) Aquí arriba está
ocurriendo algo extraño. Hay algo que está orbitando delante nuestro, y no se
parece a ninguna nave espacial que yo haya visto nunca, ¡puedo asegurárselo!
Voz radio. — Descríbanlo inmediatamente
Shuckworth. —Es..., es todo de cristal, tiene una forma cuadrada, ¡y está lleno de
gente! ¡Todos están flotando como peces en una pecera!
Voz radio. — ¿Cuántos astronautas a bordo?
Shuckworth. —Ninguno. ¡Es imposible que sean astronautas!
Voz radio. — ¿Por qué dice eso?
Shuckworth. — ¡Porque al menos tres de ellos están en camisón!
Voz radio. — ¡No sea estúpido, Shuckworth! ¡Contrólese, hombre! ¡Esto es cosa
seria!
Shuckworth. — ¡Se lo juro! ¡Tres de ellos llevan camisón! ¡Dos ancianas y un
anciano! ¡Puedo verlos claramente! ¡Caray, son más viejos que Moisés! ¡Deben
tener como noventa años!
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Transliteración dramatúrgica elaborada por Mario Sánchez Vanegas
Voz radio. — ¡Usted se ha vuelto loco, Shuckworth! ¡Queda despedido! ¡Póngame
con Shanks!
Shanks. — Aquí Shanks (Pausa) Escuchen bien, Houston. Podemos ver a tres
viejos flotando dentro de esa absurda caja de cristal, y a un hombrecillo extraño
con una barba puntiaguda que lleva un sombrero de copa negro y una chaqueta
de terciopelo color ciruela, y pantalones verde botella...
Voz radio. — ¡Basta!
Shanks. —Un momento (Pausa). También hay un niño de unos diez años.
Voz radio. — ¡Ese no es un niño, idiota! ¡Es un astronauta disfrazado! ¡Es un
astronauta enano disfrazado de niño! ¡Y esos viejos también son astronautas!
¡Todos están disfrazados!
Shanks. — Pero ¿quiénes son?
Voz radio. — ¿Cómo diablos vamos a saberlo? (Pausa) ¿Se dirigen a nuestro
Hotel Espacial?
Shanks. — ¡Allí es exactamente adonde se dirigen!
Voz radio (Grita) —¡Lo harán estallar! ¡Esta es una situación desesperada! Esto
es... (La voz se interrumpe. Pausa. Cambia a otra voz) Yo me encargaré de esto.
¿Está usted allí, Shanks?
Shanks. — Claro que estoy aquí. Pero ¿cómo se atreve a interrumpirnos? No
meta sus narizotas en esto. De todos modos, ¿quién es usted?
Otra voz radio. — Soy el presidente de los Estados Unidos.
Shanks. —Y yo soy el Mago de Oz (Pausa) ¿A quién quiere engañar?
Otra voz radio. — ¡Déjese de estupideces, Shanks! ¡Esto es una emergencia
nacional!
Shanks. —Dios santo (A Shuckworth y Showler) Realmente es el presidente. ¡Es
el presidente Gilligrass en persona! ¡Hola, señor presidente! ¿Cómo está usted?
Otra voz radio. — ¿Cuántas personas hay en esa cápsula de cristal?
Shanks. —Ocho. Todas flotando.
Otra voz radio. — ¿Flotando?

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Transliteración dramatúrgica elaborada por Mario Sánchez Vanegas
Shanks. — Aquí estamos fuera de la influencia de la gravedad, señor presidente.
Todo flota. Nosotros mismos estaríamos flotando si no estuviésemos sujetos. ¿No
lo sabía?
Otra voz radio. — Claro que lo sabía. ¿Qué más puede decirme acerca de la
cápsula de cristal?
Shanks. — Hay una cama dentro. Una gran cama de matrimonio, y también está
flotando.
Otra voz radio. —¿Una cama? ¿Quién ha oído hablar de una cama en una nave
espacial?
Shanks. — ¡Le juro que es una cama!
Otra voz radio. — Usted debe estar loco, Shanks. Loco de atar. ¡Déjeme hablar
con Showler!
Showler (Arrebatando la radio a Shanks). — Aquí Showler, señor presidente. Es
un gran honor hablar con usted, señor presidente.
Otra voz radio. — ¡Oh, cállese! Limítese a decirme lo que ve.
Showler. — Pues sí, señor presidente, es una cama. Puedo verla con mi
telescopio. Tiene sábanas, y mantas, y un colchón...
Otra voz radio. — ¡Eso no es una cama, imbécil! ¿Es que no comprenden que se
trata de una trampa? ¡Es una bomba! ¡Es una bomba que parece una cama! ¡Van
a hacer estallar nuestro magnífico Hotel Espacial!
Showler. — ¿Quiénes, señor presidente?
Otra voz radio. — ¡No hable tanto y déjeme pensar!
Un largo silencio se apodera de la escena por la expectativa que tiene toda la
tripulación en las próximas palabras del presidente.

Otra voz radio. — Se me acaba de ocurrir una cosa. ¿No tienen una cámara de
televisión en la parte delantera de su nave espacial, Showler?
Showler. — Ya lo creo, señor presidente.
Otra voz radio. — ¡Entonces enciéndala, zopenco, y deje que todos nosotros
podamos ver ese objeto!
Showler. — No se me había ocurrido. No me extraña que sea usted el presidente.

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Transliteración dramatúrgica elaborada por Mario Sánchez Vanegas
Showler enciende la cámara que está en la parte delantera de la nave espacial y
vemos la caja de cristal y a su tripulación siniestra. Se escucha aleatoriamente que
preguntan: ¿quiénes serán? ¿de dónde vendrán? ¿qué es ese objeto que parece
una cama?

Otra voz radio. — ¡Manténgase alejado de ellos, Showler!


Showler. — ¡Ya lo creo que lo haré, señor presidente! ¡Puede estar seguro!

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Transliteración dramatúrgica elaborada por Mario Sánchez Vanegas
ESCENA III
En el Gran Ascensor de Cristal frente a La Operación Hotel Espacial, el
acontecimiento del siglo.

Sr. Wonka. — ¡Qué suerte hemos tenido! ¡Nos hemos metido en medio de la
operación espacial más importante de todos los tiempos!
Josephine. — ¡Donde nos hemos metido es en un buen lío!
Charlie. — No, abuela. Ahora tenemos que quedarnos a verlo. ¡Tenemos que ver
cómo la Cápsula Conmutadora se acopla al Hotel Espacial!
Sr. Wonka (Flotando a Charlie). — Vamos a ganarles por la mano, Charlie.
¡Llegaremos allí antes que ellos y subiremos a bordo del Hotel Espacial!
Charlie (En voz baja a Sr. Wonka) — Es imposible. Es necesario tener toda clase
de aparatos especiales para acoplarse a una nave espacial, señor Wonka.
Sr. Wonka. — Mi Ascensor podría acoplarse a un cocodrilo, si tuviera que hacerlo
(Pausa) Déjalo en mis manos, muchacho.
Charlie. — ¡Abuelo Joe! ¿Has oído eso? ¡Vamos a acoplarnos al Hotel Espacial y
subir a bordo!
Joe (Tomando la mano del Sr. Wonka). —¡Yiiipiii! ¡Qué idea más brillante, señor!
¡Qué idea más asombrosa!
Josephine — ¡Cállate, pedazo de loco! Ya tenemos bastantes problemas. ¡Yo
quiero volver a casa!
Georgina. — ¡Yo también! (Pausa)
Sr. Bucket. — ¿Qué ocurrirá si deciden perseguirnos?
Sra. Bucket. — ¿Qué ocurrirá si nos capturan?
Georgina. — ¿Qué ocurrirá si disparan contra nosotros?
Sr. Wonka. — ¿Qué ocurriría si mi barba fuera de espinaca verde? (Pausa)
¡Estupideces y tonterías! Nunca llegarán a ninguna parte si empiezan a ponerle
peros a todo. ¿Habría descubierto América Colón si hubiera dicho «¿Qué ocurrirá
si me hundo antes de llegar? ¿Qué ocurrirá si me encuentro con piratas? ¿Qué
ocurrirá si no regreso nunca?» ¡Ni siquiera hubiera zarpado! No queremos
aguafiestas aquí, ¿verdad, Charlie? ¡Allá vamos, entonces! Pero esperen... Esta
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Transliteración dramatúrgica elaborada por Mario Sánchez Vanegas
es una maniobra muy difícil y voy a necesitar ayuda. Tenemos que apretar toda
clase de botones en diferentes partes del Ascensor. (Nada por el aire) Yo me
ocuparé de esos dos de allí, el blanco y el negro. (A Joe) Abuelo Joe, hágame el
favor de colocarse junto a ese botón plateado de allí... Sí, ése mismo. Y tú,
Charlie, sube y mantente flotando junto a ese pequeño botón dorado que está
junto al techo. (Pausa) Debo decirles que cada uno de estos botones dispara
cohetes de impulsión desde diferentes lugares del exterior del Ascensor. Así es
como cambiamos de dirección. El cohete del abuelo Joe nos hace girar a estribor,
a la derecha. El botón de Charlie nos hace girar a babor, a la izquierda. Los míos
nos hacen ir más alto o más bajo, o más de prisa o más despacio. ¿Todo listo?
Charlie. — ¡No! ¡Espere! (Intenta flotar hacia arriba) ¿Cómo hago para subir? ¡No
puedo subir hasta el techo!
Sr. Wonka. — Mi querido muchacho, no puedes nadar en este elemento. Esto no
es agua, ¿sabes? Es aire, y un aire muy liviano, además. No puedes impulsarte.
Tienes que valer te de la propulsión a chorro. Mírame. Primero tomas un profundo
aliento, luego haces un pequeño círculo con tus labios y soplas con todas tus
fuerzas. Si soplas hacia abajo, te impulsas hacia arriba. Si soplas hacia la
izquierda, te impulsas hacia la derecha, y así sucesivamente. Maniobras tu cuerpo
como si fuera una nave espacial, pero utilizando tu boca como cohete de
propulsión.

Todos al interior del Ascensor comienzan a practicar lo que el Sr. Wonka acaba de
explicar a Charlie.

Georgina (Resoplando y flotando). — ¡Fuera de mi camino! ¡Fuera de mi camino!


(Se estrella contra algo o alguien, y así todos)

Otra voz radio. — ¿Qué demonios están haciendo?


Showler. — Parece una especie de danza de guerra, señor presidente
Otra voz radio. — ¿Quiere usted decir que son indios?
Showler. — Yo no he dicho eso, señor.

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Transliteración dramatúrgica elaborada por Mario Sánchez Vanegas
Otra voz radio. — Sí que lo ha dicho, Showler.
Showler. — No, no lo he dicho, señor presidente.
Otra voz radio. — ¡Silencio! Me está usted confundiendo.

Sr. Wonka. — ¡Por favor! ¡Por favor! ¡Dejen ya de volar! ¡Quédense quietos para
que podamos seguir adelante con el atraque!
Georgina. — ¡Viejo miserable! ¡Justo cuando empezamos a divertirnos un poco,
nos dice que lo dejemos!
Josephine — ¡Miradme, miradme todos! ¡Estoy volando! ¡Soy un águila dorada!
George. — ¡Yo puedo volar más rápido que cualquiera de vosotros!
Charlie. — ¡Abuelo George! Por favor, cálmate. Si no nos damos prisa, esos
astronautas llegarán antes que nosotros. ¿Es que no queréis ver el interior del
Hotel Espacial?
Georgina. — ¡Fuera de mi camino! ¡Soy un avión Jumbo!
Sr. Wonka. — ¡Es usted una vieja loca!

Después de un momento todos vuelven a sus lugares.

Sr. Wonka. — ¿Todo listo, Charlie y abuelo Joe?


Charlie. — Todo listo, señor Wonka.
Sr. Wonka. — Yo daré las órdenes. Soy el piloto. No disparen sus cohetes hasta
que yo lo diga. Y no olviden quién es quién. Charlie, tú eres babor. Abuelo Joe,
usted es estribor.

El Sr. Wonka presiona uno de sus botones. El Ascensor se estremece y gira hacia
la derecha.

Sr. Wonka. — ¡Todo a babor! (Charlie presiona su botón. El Ascensor se


equilibra) ¡Mantengan el rumbo! ¡A estribor, diez grados!... ¡Adelante! ¡Siempre
adelante! ¡Manténganlo allí!

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Transliteración dramatúrgica elaborada por Mario Sánchez Vanegas
El Ascensor se sitúa a la cola del enorme Hotel Espacial

Sr. Wonka. — ¿Ven esa pequeña puerta cuadrada con tuercas? Esa es la entrada
de atraque. Ya no falta mucho. A babor una fracción... Eso es... Un poco a
estribor... Bien... Bien... Cuidado... Ya estamos casi allí...
Charlie (En off. Para sí). — No veo el momento de entrar y ver cómo es.

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Transliteración dramatúrgica elaborada por Mario Sánchez Vanegas
ESCENA IV

En el despacho del presidente de la Casa Blanca y frente a una gigantesca


pantalla de un televisor como millones de personas en el mundo, el presidente (en
medio de muchos teléfonos) y su gabinete presidencial completo: El jefe del
Ejército junto a cuatro generales. El comandante de la Marina y el comandante de
las Fuerzas Aéreas. Un tragador de espadas de Afganistán, el mejor amigo del
presidente. El principal consejero económico del presidente equilibrando el
presupuesto, quieto y de pie como una estatua en medio del salón. La
vicepresidente, señorita Tibbs, una enorme señora de ochenta y nueve años con
pelos en la barbilla, quien fuere niñera del presidente. Y la señora Taubsypuss, la
famosa gata del presidente.
Luego de un silencio largo, espeso y expectante…

Presidente. —¡Van a acoplarse! ¡Van a subir a bordo de nuestro Hotel Espacial!


Jefe de las Fuerzas Armadas. — ¡Van a hacerlo estallar! ¡Hagámosles estallar a
ellos primero, crash, bang, bum, bang, bang, bang! (Pausa) Vamos, señor P.
¡Hagamos unas cuantas explosiones!
Srta. Tibbs. — Silencio, tontaina.
Presidente. — Escuchen. La cuestión es ésta. ¿Quiénes son? ¿Y de dónde
vienen? ¿Dónde está mi jefe de espías?
Jefe de espías (Ocultando la voz en un falsete). — Aquí estoy, señor presidente.
Presidente (Ídem). — Knock, knock.
Jefe de espías (Ídem)—¿Quién es?
Presidente (Ídem) — Hadescu.
Jefe de espías (Ídem) — ¿Hadescu qué?
Presidente. — ¿Ha descubierto ya a alguno?
Silencio
Srta. Tibbs (Fría). —El Presidente le ha hecho una pregunta. ¿Ha descubierto ya
a alguno?
Jefe de espías (Titubeante)—No, señora, todavía no.
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Transliteración dramatúrgica elaborada por Mario Sánchez Vanegas
Srta. Tibbs. —Bien, pues ésta es su oportunidad.
Presidente. — Exactamente. Dígame inmediatamente quiénes son los que van
dentro de esa cápsula de cristal.
Jefe de espías. — Ajá. (Juega con su bigote falso) Esa es una pregunta muy
difícil.
Presidente. — ¿Quiere decir que no lo sabe?
Jefe de espías. — Sí, lo sé, señor presidente. Al menos creo que lo sé. Escuche.
Acabamos de inaugurar el mejor hotel del mundo, ¿verdad?
Presidente. — Verdad.
Jefe de espías. — ¿Y quién puede estar tan envidioso de este maravilloso hotel
como para querer hacerlo estallar?
Presidente. — La señorita Tibbs.
Jefe de espías. — ¡No! Intente otra vez.
Presidente (Después de un corto y profundo silencio) —Bueno, en ese caso, ¿no
podría ser quizá otro propietario de hoteles que siente envidia de nuestro
magnífico hotel?
Jefe de espías. — ¡Brillante! ¡Siga, señor! ¡Va por buen camino!
Presidente. — Es el señor Savoy.
Jefe de espías. — ¡Caliente, caliente, señor presidente!
Presidente. — ¡El señor Ritz!
Jefe de espías. — ¡Se quema, señor! ¡Se está quemando! ¡Siga!
Presidente (Victorioso) —¡Ya lo tengo! ¡Es el señor Hilton!
Jefe de espías. — ¡Muy bien, señor!
Presidente. — ¿Está seguro de que es él?
Jefe de espías. — Seguro, seguro, no, pero existe una gran posibilidad, señor
presidente. Después de todo, el señor Hilton tiene hoteles en casi todos los países
del mundo, pero no tiene uno en el espacio. Y nosotros sí. ¡Debe estar hecho un
tigre!
Presidente. — ¡Pues pronto arreglaremos esto! (Suena uno de los teléfonos.
Contesta) ¿Diga?... ¡Diga, diga! ¿Dónde está la operadora? (Presiona botones
furiosamente) Operadora, ¿dónde está?

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Transliteración dramatúrgica elaborada por Mario Sánchez Vanegas
Srta. Tibbs. — Ahora no te contestarán. Están todas mirando la televisión.
Presidente. — ¡Pues éste sí que contestará! (Toma un teléfono un rojo) Esta es la
línea de emergencia que comunica directamente con el primer ministro soviético
en Moscú. Siempre está abierta y sólo se utiliza en caso de extrema urgencia. (Al
Jefe de espías) Es tan probable que sean los rusos como el señor Hilton, ¿no
estás de acuerdo, Nanny?
Srta. Tibbs. —Seguramente son los rusos.
Ministro Yugetoff (En el teléfono). — El primer ministro Yugetoff al habla. (Pausa)
¿Qué ocurre, señor presidente?
Presidente. —Knock, knock.
Ministro Yugetoff. — ¿Quién es?
Presidente. —Guerray.
Ministro Yugetoff —¿Guerray qué?
Presidente. —Guerra y Paz de León Tolstoy. (Pausa) Escúcheme, Yugetoff.
¡Retire a sus astronautas de nuestro Hotel Espacial inmediatamente! ¡De otro
modo, me temo que tendrá que escuchar unas cuantas palabras mías, Yugetoff!
Ministro Yugetoff. — Esos astronautas no son rusos, señor Presidente.
Srta. Tibbs. — Miente.
Presidente (Al teléfono). — Miente usted.
Ministro Yugetoff. — No miento, señor. ¿Ha examinado de cerca a esos
astronautas en la caja de cristal? Yo no puedo verlos con demasiada claridad en la
pantalla de mi televisor, pero uno de ellos, el pequeño de la barba puntiaguda y el
sombrero de copa, tiene aspecto de ser chino. De hecho, me recuerda mucho a mi
amigo el primer ministro de la China.
Presidente (Cuelga el teléfono rojo) ¡Maldición! (Toma un teléfono de porcelana)
¿Diga, diga?
El señol Wing (En el teléfono. Voz delgada y chillona). — Pescadería y verdulería
de Wing en Shangai. Al habla el señor Wing.
Presidente (Cuelga rápidamente). —¡Nanny! ¡Creí que esta era una línea directa
con el primer ministro!
Srta. Tibbs. — Lo es. Inténtalo otra vez.

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Transliteración dramatúrgica elaborada por Mario Sánchez Vanegas
Presidente (Vuelve a marcar). — ¡Diga!
El señol Wong. — Al habla el señol Wong.
Presidente. — ¿El señor qué?
El señol Wong. — El señol Wong, ayudante de jefe de estación en Chunking. Y si
quiele sabel lo que ha pasado con el tlen de las diez, el tlen de las diez no pásala
hoy. Ha estallado una caldela.
Presidente (Lanza el teléfono contra el director general de Correos y
Telecomunicaciones). —¿Qué pasa con esto?
Director general de Correos y Telecomunicaciones. — Es muy difícil hablar por
teléfono con China, señor presidente. El país está tan lleno de Wings y de Wongs
que cada vez que uno llama da con un número equivocado.
Presidente. —Ya lo creo.
Director general de Correos y Telecomunicaciones (Poniendo el teléfono en su
lugar). —Inténtelo una vez más, señor presidente, por favor. He ajustado los
tornillos que lleva debajo.
Ayudante del plimel ministlo (Se escucha una voz delgada en el teléfono) —
Saludos, honolable plesidente. Habla el Ayudante del plimel ministlo, Chu-On-Dat.
¿Qué puedo hacel pol usted?
Presidente. —Knock, knock.
Ayudante del plimel ministlo —¿Quién es?
Presidente. —Sehizo.
Ayudante del plimel ministlo —¿Sehizo qué?
Presidente. —¿Se hizo mucho daño cuando se cayó de la Gran Muralla China?
(Pausa) Bien, Chu-On-Dat. Déjeme hablar con el primer ministro How-Yu-Bin.
Ayudante del plimel ministlo. — Lamento comunicarle que el plimel ministlo
How-Yu-Bin no está aquí en este momento, señol plesidente.
Presidente. —¿Dónde está?
Ayudante del plimel ministlo. —Está fuela, aleglando una lueda pinchada en su
bicicleta.

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Transliteración dramatúrgica elaborada por Mario Sánchez Vanegas
Presidente. — Nada de eso. ¡No puede engañarme, astuto mandarín! ¡En este
mismísimo momento está subiendo a bordo de nuestro magnífico Hotel Espacial
con siete de sus secuaces para hacerlo estallar!
Ayudante del plimel ministlo. —Peldone, pol favol, señol plesidente. Usted
comete glan elol.
Presidente. — ¡Ningún error! Y si no les ordena volverse atrás inmediatamente, le
diré a mi jefe de las Fuerzas Armadas que los haga saltar por los aires. ¡Piénselo
bien, Chu-On-Dat!
Jefe de las Fuerzas Armadas. — ¡Bravo! ¡Hagámoslos saltar a todos! ¡Bang!
¡Bang!
Srta. Tibbs —¡Silencio!
Consejero económico (Moviéndose de su posición de estatua). —¡Lo he
conseguido! ¡Mírenme todos! ¡He equilibrado el presupuesto! ¡Doscientos billones
de dólares perfectamente equilibrados! (Todos aplauden)
Voz de Shuckworth en el receptor. —¡Se han acoplado y han subido a bordo!
(Grita) Y también han hecho subir la cama... ¡Digo la bomba!
Presidente (Después de ahogarse, toser y tragarse una mosca). —¡No quiero
moscas en mi despacho! ¡Es algo que no puedo soportar! (Toma lápiz y papel,
dibuja) ¡Aquí tienen! ¡Esta es la Trampa para Moscas Gilligrass!
Todos. — ¡Es un gran invento! ¡Es todavía mejor que el sacacorchos para zurdos!
¡Siempre tiene grandes ideas!
Presidente (Rodeado por todos. Pedagógico). — La mosca sube por la escalera
de la izquierda. Camina a lo largo de la tabla. Se detiene. Olfatea. Huele algo que
le gusta. Se asoma al borde de la tabla y ve el terrón de azúcar. (Grita) «¡Ajá!
¡Azúcar!» Está a punto de bajar por la cuerda para alcanzarla cuando ve el cubo
de agua que hay debajo. (Falsea la voz de una mosca) «¡Jo, Jo! ¡Es una trampa!
¡Quieren que me caiga dentro!» Entonces sigue caminando, creyéndose una
mosca muy lista. Pero, como pueden ver, a la escalera de la derecha le falta uno
de los escalones, de modo que la mosca se cae y se parte la cabeza.
Todos. — ¡Magnífico, señor presidente! ¡Fantástico! ¡Un golpe de genio!

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Transliteración dramatúrgica elaborada por Mario Sánchez Vanegas
Jefe de las Fuerzas Armadas. — Quiero encargar cien mil para el Ejército
inmediatamente.
Presidente (Apunta el pedido). —Gracias.
Voz de Shuckworth en el receptor. —¡Repito! ¡Han subido a bordo y llevan la
bomba con ellos!
Presidente. — No se acerque a ellos, Shuckworth. No tiene sentido que sus
muchachos estallen junto con ellos.

En la pantalla de los televisores de todo el mundo, incluyendo la gigantesca


pantalla del despacho presidencial, se ve como la caja de cristal está conectada a
la parte inferior del gigantesco Hotel Espacial. No se ve a nadie en su interior, ni la
cama – bomba.

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Transliteración dramatúrgica elaborada por Mario Sánchez Vanegas
ESCENA V

Ahora, dentro del Hotel Espacial, el señor Wonka, Charlie, el abuelo Joe y el señor
y la señora Bucket, caminan libremente, gracias a la máquina de la gravedad. El
abuelo George, la abuela Georgina y la abuela Josephine, volvieron a su cama, y
van empujados por El Hotel.
El Hotel está cubierto por una espesa alfombra verde, del techo cuelgan veinte
arañas de cristal. Las paredes están cubiertas por cuadros muy valiosos y los
muebles son grandes y confortables.
Todo está en silencio. Si hablan, pueden ser grabados por el Control Espacial en
Houston.

Sr. Wonka (Escribe y luego les muestra lo que ha escrito). — ¿ALGUNO TIENE
HAMBRE? (George, Georgina y Josephine, desde la cama, agitan sus manos
respondiendo que sí. El Sr. Wonka, escribe luego) LAS COCINAS DE ESTE
HOTEL ESTÁN REPLETAS DE DELICIOSA COMIDA, LANGOSTAS, FILETES,
HELADOS. TENDREMOS UN BANQUETE QUE SUPERARA A TODOS LOS
BANQUETES.
Voz de trueno por el altoparlante. — ¡ATENCIÓN! (Todos se sobresaltan)
¡ATENCIÓN, LOS OCHO ASTRONAUTAS EXTRANJEROS! LES HABLA
CONTROL ESPACIAL DESDE HOUSTON, TEXAS, ¡ESTADOS UNIDOS!
¡ESTÁN INVADIENDO PROPIEDAD AMERICANA! ¡SE LES ORDENA
IDENTIFICARSE INMEDIATAMENTE! ¡HABLEN AHORA MISMO!
Sr. Wonka. —¡Ssshhhh!
Voz de trueno por el altoparlante. — ¿QUIÉNES... SON... USTEDES? (Pausa)
REPITO... ¿QUIÉNES... SON... USTEDES? (Silencio largo de expectativa y
espectadores, incluyendo a Shuckworth, Shanks y Showler) ¡HABLEN! (En un
alarido) ¡HABLEN! ¡HABLEN! ¡HABLEN! (Después de un silencio estremecedor)
¡ESTA ES SU ÚLTIMA OPORTUNIDAD! SE LO PREGUNTAREMOS UNA VEZ
MÁS... ¿QUIÉNES... SON? ¡CONTESTEN INMEDIATAMENTE! SI NO
CONTESTAN NOS VEREMOS OBLIGADOS A CONSIDERARLES ENEMIGOS
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Transliteración dramatúrgica elaborada por Mario Sánchez Vanegas
PELIGROSOS. ACTIVAREMOS ENTONCES EL PULSADOR DE
CONGELACIÓN Y LA TEMPERATURA EN EL HOTEL ESPACIAL
DESCENDERÁ A CIEN GRADOS BAJO CERO. TODOS USTEDES QUEDARÁN
INSTANTÁNEAMENTE CONGELADOS. TIENEN QUINCE SEGUNDOS PARA
HABLAR, DE LO CONTRARIO SE CONVERTIRÁN EN ESTALACTITAS... UNO...
DOS... TRES...
Charlie. —Abuelo, tenemos que hacer algo. ¡Es necesario! ¡De prisa!
Voz de trueno por el altoparlante. —¡SEIS! ¡SIETE!... ¡OCHO!... ¡NUEVE!...
Sr. Wonka (Dando un salto). —¡FIMBO FEEZ!

El Universo se queda quieto y en silencio.

Sr. Wonka. — ¡BUNGO BUNI! (Flotando en la punta de los pies) ¡BUNGO BUNI
DAFU DUNI YUBEE LUNI! (Rápido) ¡ZOONK, ZOONK, ZOONK, ZOONK,
ZOONK! (Desacelerando) ¡KIRASUKU MALIBUKU WEEBEE WIZE UN YUBEE
KUKU! ¡ALIPENDA KAKAMENDA PANTZ FORLDUN IFNO SUSPENDA!
¡FUNIKIKA KANDERIKA WEEBEE STRONGA YUBEE WEEKA! ¡POPOKOTA
BORUMOKA VERI RISKI YU PROVOKA! ¡KATIKATI MOONS UN STARS
FANFANISHA VENUS MARTE! (Pausa) ¡KITIMBIBI ZOONK! ¡FIMBOLEEZI
ZOONK! ¡GUGUMIZA ZOONK! ¡FUMIKAKA ZOONK! ¡ANAPOLALA ZOONK
ZOONK ZOONK!

El Universo entero se estremece de miedo, incluyendo a todos los que están en La


Casa Blanca.

Todos (En La Casa Blanca). – ¿Quiénes son? ¿Qué idioma era ése? ¿De dónde
vienen?
Presidente. —¡Nanny! Oh, Nanny, ¿qué hacemos ahora?
Srta. Tibbs. —Te traeré un vaso de leche templada.
Presidente. — Detesto la leche templada. Por favor, no me obligues a tomármela.
Srta. Tibbs. — Entonces llama al jefe de intérpretes

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Transliteración dramatúrgica elaborada por Mario Sánchez Vanegas
Presidente. — ¡Que llamen al jefe de intérpretes! (Pausa muy corta) ¿Dónde
está?
Jefe de intérpretes. — Aquí estoy, señor presidente.
Presidente. — ¿Qué idioma era el que hablaba esa criatura en el Hotel Espacial?
¡Conteste rápido! ¿Era esquimal?
Jefe de intérpretes. — Esquimal, no, señor presidente.
Presidente. — ¡Ah! Entonces era tagalo. ¡O tagalo o ugro!
Jefe de intérpretes. —Tagalo, no, señor presidente. Y tampoco era ugro.
Presidente. — ¿Era tulu, entonces? ¿O tungus, o tupi?
Jefe de intérpretes. — Definitivamente, no era tulu, señor presidente. Y estoy
seguro de que no era tungus o tupi.
Srta. Tibbs. — ¡No se quede ahí diciendo lo que no era, idiota! (Otra pausa muy
corta) ¡Dígale lo que era!
Jefe de intérpretes. — Sí, señorita vicepresidenta (Al Presidente) Créame, señor
presidente, era un idioma que yo no he oído hasta ahora.
Presidente. —Pero yo creí que usted sabía todos los idiomas del mundo.
Jefe de intérpretes. — Así es, señor presidente.
Presidente. — No me mienta, jefe de intérpretes. ¿Cómo puede saber todos los
idiomas del mundo si no conoce éste?
Jefe de intérpretes. — Es que no es un idioma de este mundo, señor presidente.
Srta. Tibbs. — ¡Tonterías! ¡Hasta yo comprendí algunas de las palabras!
Jefe de intérpretes. — Es evidente, señorita vicepresidenta, que esta gente ha
intentado aprender algunas de nuestras palabras más fáciles, ¡pero el resto
pertenece a un lenguaje que nunca se ha oído en la tierra!
Presidente (Grita) — ¡Santo cielo! ¿Quiere usted decir que quizá sean de... de
otro planeta?
Jefe de intérpretes. — Precisamente, señor presidente.
Presidente. — ¿De dónde?
Jefe de intérpretes. — ¿Quién sabe? (Pausa corta) ¿Pero no se dio cuenta,
señor presidente, de que utilizaron las palabras Venus y Marte?

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Transliteración dramatúrgica elaborada por Mario Sánchez Vanegas
Presidente. — Claro que me di cuenta… Pero ¿qué tiene que ver eso? ¡Ajá! Ya
sé, lo que usted quiere decir. ¡Dios mío! ¡Son hombres de Marte!
Jefe de intérpretes. — Y de Venus.
Presidente. — Eso podría traernos problemas.
Jefe de intérpretes. — ¡Ya lo creo que sí!
Srta. Tibbs. — El Presidente no hablaba con usted.
Presidente. — ¿Qué hacemos ahora, general?
Jefe de las Fuerzas Armadas. — ¡Hacerles volar por el aire!
Presidente (Enojado). — Usted siempre quiere hacer volar todo por el aire. ¿No
se le ocurre otra cosa?
Jefe de las Fuerzas Armadas. — Me gustan las explosiones. ¡Hacen un ruido tan
bonito! ¡Buuum buuuum!
Srta. Tibbs. — ¡No sea estúpido! Si hace volar a esta gente, Marte nos declarará
la guerra. ¡Y también Venus!
Presidente. — Tienes razón, Nanny. ¡Nos trocularían como a pavos! ¡Nos harían
puré de patatas!
Jefe de las Fuerzas Armadas. — ¡Yo me encargaré de ellos!
Srta. Tibbs. — ¡Cállese! ¡Queda despedido!
Gritan todos los demás generales. — ¡Hurra! ¡Bien hecho, señorita
vicepresidenta!
Srta. Tibbs. — Tenemos que tratar amablemente a esta gente. El que acaba de
hablar parecía estar muy enfadado. Tenemos que ser amables con ellos,
halagarles, hacerles sentirse cómodos. Lo último que queremos es que nos
invadan hombres de Marte. Tiene que hablar con ellos, señor presidente. Diga a
Houston que queremos otra conexión directa por radio con el Hotel Espacial. ¡De
prisa!

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Transliteración dramatúrgica elaborada por Mario Sánchez Vanegas
ESCENA VI
En el vestíbulo del Hotel Espacial

Voz del vestíbulo. — ¡El Presidente de los Estados Unidos se dirigirá ahora a
ustedes!
Charlie. — ¿Quiere decir que de verdad va a hablar con nosotros?
Sr. Wonka. — ¡Sssshhh! Escuchen.
Voz del presidente. — Queridos amigos. ¡Queridos, queridísimos amigos!
Bienvenidos al Hotel Espacial «U. S. A.». Saludos a los valientes astronautas de
Marte y Venus...
Charlie. —¡Marte y Venus! ¿Quiere decir que cree que somos de...?
Sr. Wonka (Retorciéndose de risa). — ¡Sssshhhh-ssshhh-ssshhhh!
Voz del presidente. — Habéis venido desde muy lejos. Así que ¿por qué no
viajáis un poquito más y nos hacéis una visita a nuestro humilde planeta Tierra?
Os invito a todos a venir a Washington como huéspedes míos. Podríais aterrizar
con vuestra maravillosa nave de cristal en el jardín de la Casa Blanca. Tendremos
la alfombra roja dispuesta. Espero que sepáis lo bastante de nuestro idioma corno
para comprenderme. Espero con ansiedad vuestra respuesta.
Joe. — ¡Qué cosa más fantástica! ¡La Casa Blanca, Charlie! ¡Estamos invitados a
la Casa Blanca como huéspedes suyos!

Charlie y el abuelo Joe, bailan.

Sr. Wonka (Indicándoles que se acerquen sin ser escuchados). —Están


asustadísimos. Ya no nos molestarán más. De modo que dediquémonos a ese
banquete del que estábamos hablando, y luego podemos explorar el hotel.
Josephine. — ¿No vamos a ir a la Casa Blanca? Yo quiero ir a la Casa Blanca
como invitada del presidente.
Sr. Wonka. — Mi queridísima señora. ¡Usted se parece tanto a un marciano como
a una jirafa! Sabrían inmediatamente que les hemos engañado. Nos arrestarían
antes de que pudiéramos decir hola.
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Transliteración dramatúrgica elaborada por Mario Sánchez Vanegas
Charlie. — Pero tenemos que decirle algo. Debe estar sentado ahora mismo en
su despacho de la Casa Blanca esperando una respuesta.
Sr. Bucket. — Invente alguna excusa.
Sra. Bucket. — Dígale que tenemos otro compromiso.
Joe. — Dígale que lo deje para otra vez.
Sr. Wonka. — Tienen razón. Es de mala educación ignorar una invitación.

El Sr. Wonka habla en palabras regurgitantes, profundas y malignas. Pegajosas,


viscosas y sibilantes.

Desde fétidos pantanos,


por el cieno, por el lodo,
a la hora de las brujas
vuelven a casa los grobos.
Arrastrándose en el barro,
pegajosos y viscosos,
se oye el reptar sibilante de sus cuerpos aceitosos.
¡Huid! ¡Corred! ¡Haceros humo!
¡Salvad distancias, qué vienen!
¡Poned tierra de por medio! ¡Los grobos no se detienen!

Presidente (En su despacho). —¡Santísimo cielo! ¡Creo que vienen a por


nosotros!
Ex Jefe de las Fuerzas Armadas. —¡Por favor, déjeme hacerles saltar por el aire!
Srta. Tibbs. — ¡Silencio! ¡Váyase al rincón!

Desde la cama, la abuela grita mientras señala hacia los ascensores de la


izquierda que se abren lentamente y deja ver “algo” con piel viscosa y grandes
ojos, saliendo del ascensor.

ESCENA VII
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Transliteración dramatúrgica elaborada por Mario Sánchez Vanegas
Escena en la que los KNIDOS VERMICIOSOS retuercen sus cuerpos hasta
convertirse en las letras F U E R A, y echan del vestíbulo al Sr. Wonka y a Charlie
y al abuelo Joe, al Sr. y a la Sra. Bucket y a los tres ancianos metidos en la cama
con cama y todo, hacia el Gran Ascensor de Cristal que, al final, sale flotando en
el aire.

ESCENA VIII

Sobre los Knidos Vermiciosos.

Sr. Wonka (Flotando, opera el Ascensor). — ¡Oh, Dios mío! ¡Oh, cielo santo!
¡Espero no volver a ver nunca nada como eso!
Charlie. — Pero ¿quiénes eran esas espantosas criaturas?
Sr. Wonka. — ¿Quieres decir que no lo sabías? Pues es mejor así. Si hubieras
tenido la más ligera idea de los horrores con los que podías haberte enfrentado se
te hubiera helado la sangre en las venas. ¡Te hubieras fosilizado de miedo y te
habrías quedado pegado al suelo! ¡Entonces te hubieran cogido! ¡Habrían
acabado contigo! ¡Te habrían descuartizado en miles de trocitos, te habrían rallado
como queso, te habrían floculado vivo! ¡Habrían hecho collares con los huesos de
tus nudillos y pulseras con tus dientes! ¡Porque esas criaturas, mi querido e
ignorante muchacho, son las bestias más brutales, vengativas, venenosas y
asesinas de todo el universo! (Pausa para generar expectativa. Grita) ¡KNIDOS
VERMICIOSOS! ¡Eso es lo que eran!
Charlie. — Yo creí que eran grubos. Esos grubos viscosos y pegajosos de los que
le hablaba al presidente.
Sr. Wonka. — Oh, no, ésos me los inventé para asustar a la Casa Blanca. Pero
los Knidos Vermiciosos no son inventados, créeme. Viven, como todo el mundo
sabe, en el planeta Vermes, que está a dieciocho mil cuatrocientos veintisiete
millones de millas de distancia, y son unos animalejos muy listos. El Knido
Vermicioso puede adaptar la forma que quiera. No tiene huesos. Su cuerpo es en
26
Transliteración dramatúrgica elaborada por Mario Sánchez Vanegas
realidad un enorme músculo, terriblemente fuerte, pero muy flexible y amoldable,
como una mezcla de goma y masilla con alambres de acero dentro. Normalmente
tiene forma de huevo, pero puede sacar fácilmente dos piernas, como un hombre,
o cuatro, como un caballo. Puede hacerse redondo como una pelota o largo como
el hilo de una cometa. ¡A cincuenta metros de distancia, un Knido Vermicioso
adulto puede alargar el cuello y arrancarte la cabeza de un mordisco sin
levantarse siquiera!
Georgina. — ¿Arrancar la cabeza de un mordisco con qué? No vi que tuvieran
boca.
Sr. Wonka. — Tienen otras cosas con las que morder.
Georgina. — ¿Cómo qué?
Sr. Wonka. — Basta ya. Se le ha acabado el tiempo. Pero escúchenme todos.
Acaba de ocurrírseme una cosa. Yo estaba allí burlándome del presidente y
fingiendo que éramos seres de otro planeta, ¡y de pronto resulta que sí había
seres de otro planeta a bordo!
Charlie. — ¿Cree que habría muchos? ¿Más de los cinco que vimos nosotros?
Sr. Wonka. — ¡Miles! ¡Hay quinientas habitaciones en ese Hotel Espacial, y lo
más probable es que haya una familia entera de Knidos Vermiciosos en cada una
de ellas!
Joe. — ¡Alguien se va a dar un buen susto cuando suba a bordo!
Sr. Wonka. — Se los comerán como a cacahuetes. Se los comerán a todos.
Charlie. — No estará hablando en serio, ¿verdad, señor Wonka?
Sr. Wonka. — Claro que estoy hablando en serio. Estos Knidos Vermiciosos son
el terror del universo. Viajan por el espacio en enormes bandadas, aterrizando en
estrellas y planetas y destruyendo todo lo que encuentran a su paso. Hace mucho
tiempo vivían en la Luna unas criaturas bastante simpáticas. Se llamaban Poozas.
Pero los Knidos Vermiciosos se los comieron a todos. Hicieron lo mismo en Venus
y en Marte y en otros muchos planetas.
Charlie. — ¿Y por qué no han bajado a la tierra a comernos a nosotros?
Sr. Wonka. — Lo han intentado muchas veces, Charlie, pero nunca lo
consiguieron. Verás, alrededor de nuestra Tierra hay una vasta capa de aire y gas,

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Transliteración dramatúrgica elaborada por Mario Sánchez Vanegas
y cualquier cosa que penetre esa capa a gran velocidad entra en estado de
incandescencia. Las cápsulas espaciales están hechas de un metal especial a
prueba de calor, y cuando vuelven a penetrar esa capa de aire y gas en su viaje
de vuelta, reducen su velocidad a unas dos mil millas por hora, primero por medio
de cohetes de retropropulsión y luego gracias a algo llamado «fricción». Así y
todo, el calor las afecta bastante. Los Knidos, que no están protegidos contra el
calor y no tienen cohetes de retropropulsión, se achicharran por completo antes de
llegar. ¿Has visto alguna vez una estrella fugaz?
Charlie. — Sí, muchas
Sr. Wonka. — En realidad, no son estrellas fugaces. Son Knidos fugaces. Son
Knidos que están intentando entrar en la atmósfera de la Tierra a gran velocidad y
se incendian en el intento.
Georgina. — Qué tontería.
Sr. Wonka. — Esperen. Puede que lleguen a verlo antes de que acabe el día.
Charlie. — Pero si son tan feroces y tan peligrosos, ¿por qué no nos comieron
enseguida en el Hotel Espacial? ¿Por qué perdieron el tiempo retorciéndose y
estirándose para convertirse en la palabra FUERA?
Sr. Wonka. — Porque les gusta presumir. Están tremendamente orgullosos de
poder escribir de esa manera.
Charlie. — Pero ¿por qué iban a decir FUERA, cuando lo que querían era
cogernos y comernos?
Sr. Wonka. — Es la única palabra que conocen.
Josephine (Señala hacia afuera del cristal). — ¡Mirad! ¡Allí!

Un Knido Vermicioso con toda su potencia monstruosa, viene hacia ellos.

Georgina (Grita). — ¡Esto es el fin!


Sra. Bucket. — ¡Nos comerá a todos!
Sr. Bucket. —De un solo bocado
Joe. — Estamos condenados, Charlie. (Charlie asiente, atragantado de miedo)
Sr. Wonka (En admirable calma) — Pronto nos libraremos de eso.

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Transliteración dramatúrgica elaborada por Mario Sánchez Vanegas
El Sr. Wonka activa los cohetes propulsores al mismo tiempo y el Ascensor es
disparado a gran velocidad, seguido por el Knido, sin esfuerzo alguno.

Georgina. — ¡Haced que se vaya! ¡No puedo soportar que me mire así!
Sr. Wonka. — Querida señora, es imposible que entre aquí. Debo admitir que me
alarmé un poco en el Hotel Espacial, y con razón. Pero aquí no tenemos nada que
temer. El Gran Ascensor de Cristal es a prueba de choques, a prueba de agua, a
prueba de bombas, a prueba de balas y a prueba de Knidos. Así que tranquilícese
y disfrute del viaje.
(El Sr. Wonka comienza a recitar, haciendo que el Knido se aleje)
Oh, Knido, eres vil y vermicioso.
Eres húmedo, blando y untuoso,
pero poco nos puede importar
ya que aquí nunca podrás entrar
así que no seas ambicioso
(Grita el Sr. Wonka. Triunfante)
Ahí tienen. ¡Me ha oído! ¡Se vuelve a casa!
(El Knido, engañándoles, después de tomar distancia se vuelve hacia el Ascensor
y lo golpea con fuerza, rebotando como una pelota de goma)
¿Qué les dije? ¡Aquí estamos completamente a salvo!
Joe. — Tendrá un terrible dolor de cabeza después de ese golpe
Charlie. — No es su cabeza; es su cola. (Pausa) ¡Mira, abuelo, le está saliendo un
enorme chichón en la parte con que nos golpeó! ¡Y se le está poniendo morado!
Sr. Wonka (Grita) —¡Hola, asqueroso animal! (Recita)
¡Hola, horrible Knido! Dinos, ¿cómo estás?
Encuentro que tienes hoy muy mal color.
Tienes el trasero violeta y azul.
¿No crees que su aspecto podría ser mejor?
¿No te encuentras bien? ¿Vas a desmayarte?
¿O prefieres del tema no hablar?

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Transliteración dramatúrgica elaborada por Mario Sánchez Vanegas
Será grave, pues tienes las pompas
como un globo a punto de estallar.
Te buscaré un médico. Sé a quién recurrir.
Es casi seguro que él podrá curarte.
Es un carnicero de oficio, y no creo
que te cobre mucho por examinarte.
¡Ah! Helo aquí. Doctor, quiero agradecerle
por el largo viaje que ha realizado.
Su paciente, el Knido del trasero azul,
¿cree usted que es un caso muy desesperado?
¡Cielos! Ya comprendo su horrible color,
dijo el médico, y sé lo que tengo que hacer.
Esa especie de globo que lleva en la cola
habrá que pincharlo con un alfiler.
Y sacó un objeto, como una lanza india
cubierta de plumas, con la que pinchó
el trasero del Knido con todas sus fuerzas,
pero éste, ¡qué penal, no se reventó.
El Knido gritaba: «¿Qué puedo yo hacer
con este gran bulto que llevo detrás?
¡No puedo pasarme el verano de pie,
más tampoco me puedo sentar!»

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Transliteración dramatúrgica elaborada por Mario Sánchez Vanegas
ESCENA IX
El despacho de la Casa Blanca está inundado de telegramas que felicitan al
presidente. Se ve a un cocinero (espía) francés, asomado por la cerradura

Presidente (Masca y juega con un chicle sentado en su escritorio). — ¿Creen que


los marcianos habrán aceptado mi invitación a la Casa Blanca?
Secretario de Asuntos Exteriores. — Claro que sí. El suyo fue un brillante
discurso, señor.
Srta. Tibbs. — Lo más probable es que en este momento se dirijan aquí. (Al
presidente con disimulo) Vaya a lavarse esos pegotes de chicle que tiene en los
dedos. Podrían llegar en cualquier momento.
Presidente. — Cantemos primero una canción. Por favor, Nanny, canta otra
canción sobre mí.

Canta la Srta. Tibbs:


LA CANCIÓN DE LA NIÑERA
El hombre del que voy a hablar,
el gran hombre del año,
no fue una vez más que un bebé
de muy poco tamaño.
Como era su nodriza
yo le ponía a dormir
le cambiaba los pañales
cuando había hecho pipí.
Solía bañarlo por la noche
y darle el biberón,
y lo acunaba si lloraba
porque era un niño muy llorón.
Y así, como todos los niños,
sano y feliz creció.
Le castigaba si era malo,
31
Transliteración dramatúrgica elaborada por Mario Sánchez Vanegas
y si era bueno, no.
Muy pronto pude darme cuenta
de que algo había que hacer,
porque a los veinte años
aún no sabía leer.
Sus pobres padres no podían
ocultar su dolor.
¡El chico ni siquiera servía
como repartidor!
«¡Ajá! —me dije—. ¡Este zopenco
podría ser político!»
Y así solucioné el problema
en el momento crítico.
«De acuerdo —dije—, estudiaremos
el don de la política.
Te enseñaré a tergiversar
y a no encajar las críticas.
A hacer un discurso por día
en la televisión,
sin que la gente sepa nunca
cuál es tu intención.»
Y aunque nunca es muy tarde
para quien se arrepiente,
ahora lo estoy, ¡pues el tunante
llegó a ser presidente!»

Presidente. — ¡Bravo, Nanny!


Todos. — ¡Hurra! ¡Muy bien, señorita vicepresidenta! ¡Estupendo! ¡Magnífico!
Presidente. — ¡Dios mío! ¡Esos hombres de Marte llegarán en cualquier
momento! ¿Qué vamos a darles para almorzar? ¿Dónde está mi cocinero jefe?

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Transliteración dramatúrgica elaborada por Mario Sánchez Vanegas
Cocinero (espía) francés (Interrumpiendo en la habitación) — ¡Ici, Monsieur le
Président!
Presidente. — Cocinero jefe, ¿qué comen para el almuerzo los hombres de
Marte?
Cocinero (espía) francés — Chocolatina
Presidente. — ¿Asadas o cocidas?
Cocinero (espía) francés — Oh, asadas, por supuesto, señor presidente. ¡Cocer
una chocolatina sería arruinarla!
Voz de Shuckworth en el receptor. — Solicito permiso para acoplar y subir a
bordo del Hotel Espacial.
Presidente. — Permiso concedido. Adelante, Shuckworth. Ahora ya no hay
peligro... gracias a mí.

Vemos la Cápsula Conmutadora, pilotada por Shuckworth, Shanks y Showler, con


los directores y los asistentes de directores y los conserjes y los reposteros y los
botones y las criadas y las camareras a bordo, avanzando suavemente, hasta
acoplar al gigantesco Hotel Espacial.

Presidente. — ¡Eh! Hemos perdido la imagen en nuestros televisores.


Voz de Shuckworth en el receptor. —Me temo que la cámara ha chocado contra
uno de los lados del Hotel Espacial, señor presidente (El presidente maldice.
Pausa) Los astronautas y los ciento cincuenta miembros del personal del hotel se
encuentran a bordo del Hotel Espacial. Nos encontramos ahora en el vestíbulo.
Presidente (Vanidoso). — ¿Y qué les parece todo?
Voz de Shuckworth en el receptor. — ¡Oh, señor presidente, es sensacional! ¡Es
increíble! ¡Y es enorme! Y tan..., es difícil encontrar palabras para describirlo. Todo
es tan lujoso... ¡Especialmente las arañas y las alfombras! El director jefe del
Hotel, el señor Walter W. Wall, está aquí a mi lado, y quisiera tener el honor de
decirle unas palabras, señor presidente.
Presidente. — Que se ponga.

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Transliteración dramatúrgica elaborada por Mario Sánchez Vanegas
Director W.W.W. — Señor presidente, le habla Walter Wall. ¡Qué hotel más
suntuoso es éste! ¡La decoración es soberbia!
Presidente. —¿Se ha dado cuenta de que toda la moqueta va de pared a pared,
señor Walter Wall?
Director W.W.W. —Ya lo creo, señor presidente.
Presidente. — Y el papel de las paredes también va de pared a pared, señor
Walter Wall.
Director W.W.W. —Sí, señor presidente. ¡Es extraordinario! ¡Será un verdadero
placer dirigir un hotel como éste! ¡Eh! ¿Qué está pasando allí? ¡Algo está saliendo
de los ascensores! ¡Socorro!

A través de los altavoces del despacho del presidente se escuchan gritos


aterradores y llamados de auxilio.

Presidente. — ¿Qué demonios está ocurriendo? ¡Shuckworth! ¿Está usted ahí,


Shuckworth? ¡Shanks! ¡Showler! ¡Señor Walter Wall! ¿Dónde se han metido?
¿Qué está ocurriendo?

Los gritos son cada vez más agudos y desesperantes, junto a gruñidos, jadeos y
crujidos. El presidente se tapa los oídos con sus dedos. Súbitamente un silencio
profundo abraza el despacho.

Presidente (Al micrófono). — ¡Houston, Houston, tenemos problema! (Largo


silencio) Algo terrible ha sucedido.
Ex jefe de las Fuerzas Armadas. —Son esos hombres de Marte. Le dije que me
dejase hacerles volar por los aires.
Presidente. — ¡Silencio! Tengo que pensar (El altavoz empieza a emitir ruidos).
Por el Altavoz. — ¡Hola! ¡Hola, hola, hola! ¿Me escucha, Control Espacial en
Houston?
Presidente (Grita al micrófono)—¡Déjemelo a mí, Houston! (Pausa) Aquí el
presidente Gilligrass. Los oigo perfectamente. ¡Adelante!

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Transliteración dramatúrgica elaborada por Mario Sánchez Vanegas
Voz de Shuckworth en el receptor. —Aquí el astronauta Shuckworth, señor
presidente, de nuevo a bordo de la Cápsula Conmutadora. ¡Gracias a Dios!
Presidente. — ¿Qué ha sucedido, Shuckworth? ¿Quién está con usted?
Voz de Shuckworth en el receptor. — La mayoría de nosotros está aquí, señor
presidente, por fortuna. Shanks y Showler están conmigo, y también muchos
otros. Creo que hemos perdido unas dos docenas de personas en total,
reposteros, conserjes, etcétera. ¡Ha sido una hazaña salir de allí con vida!
Presidente (Grita). — ¿Qué quiere decir con eso de que ha perdido dos docenas
de personas? ¿Cómo las ha perdido?
Voz de Shuckworth en el receptor — ¡Engullidos! ¡Un bocado, y se acabó! ¡Vi
cómo se tragaban a un asistente de director de un metro ochenta de altura como
si fuese un trozo de helado, señor presidente! ¡Sin masticar! ¡Sin nada! ¡Se lo
tragaron sin más!
Presidente. — Pero ¿quiénes? ¿De quién está hablando? ¿Quién se lo tragó?
Voz de Shuckworth en el receptor. — ¡Un momento! Oh, Dios mío, ¡aquí vienen
otra vez! ¡Nos persiguen! ¡Están saliendo del Hotel Espacial! ¡Vienen hacia
nosotros en bandadas! Tendrá que perdonarme por el momento, señor presidente.
¡Ahora no hay tiempo de hablar!

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Transliteración dramatúrgica elaborada por Mario Sánchez Vanegas
ESCENA X
Vemos que Shuckworth, Shanks y Showler son desalojados del Hotel Espacial por
los Knidos.
Mientras el Gran Ascensor de Cristal del señor Wonka, lleva cuarenta y cinco
minutos girando alrededor de la tierra a una velocidad de treinta y cuatro mil millas
por hora, y perseguidos por el enorme Knido Vernicioso con el trasero morado.
Cuando rápidamente…

Charlie (Flotando. A Joe). — ¡Hay algo ahí delante! ¿Lo ves, abuelo? ¡Justo
delante de nosotros!
Joe. — ¡Sí que puedo verlo, Charlie! ¡Dios mío! ¡Es el Hotel Espacial!
Charlie. — No puede ser, abuelo. Lo dejamos atrás hace mucho tiempo.
Sr. Wonka. — Ajá. Hemos estado yendo tan de prisa que hemos dado una vuelta
completa a la Tierra y ahora volvemos al punto de partida. ¡Un espléndido
esfuerzo! Charlie. — ¡Y allí está la Cápsula Conmutadora! ¿La ves, abuelo?
¡Justo detrás del Hotel Espacial!
Joe. — ¡También hay algo más allí, Charlie, si no me equivoco!
Josephine (Grita). — ¡Ya sé lo que son! ¡Son Knidos Vermiciosos! ¡Retrocedamos
ahora mismo!
Georgina. — ¡Retroceda! ¡Vuelva atrás!
Sr. Wonka. — Querida señora, esto no es un automóvil en una autopista. Cuando
se está en órbita, no se puede parar, y no se puede retroceder.
Josephine. — ¡Eso no me importa! ¡Ponga los frenos! ¡Deténgase! ¡Vuelva atrás!
¡Los Knidos nos atraparán!
Sr. Wonka (Severo) — Bueno, dejémonos de una vez por todas de decir tonterías.
Saben muy bien que mi Ascensor es a prueba de Knidos. No hay nada que temer.

Vemos a los Knidos pegados como avispas a la Cápsula Conmutadora y


escuchamos cómo la golpean y tratan de penetrar en ella, formados en
escuadrones.

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Transliteración dramatúrgica elaborada por Mario Sánchez Vanegas
Charlie. — ¡Están atacándola! ¡Están atacando la Cápsula Conmutadora!
Josephine. — ¡Sáquenos de aquí, insensato! ¿A qué está esperando?
Georgina. — ¡Ahora se volverán contra nosotros! ¡En nombre del cielo, volvamos
atrás!
Sr. Wonka. —Dudo mucho que esa cápsula sea a prueba de Knidos.
Charlie. — ¡Entonces tenemos que ayudarles! ¡Tenemos que hacer algo! ¡Hay
ciento cincuenta personas dentro de esa cápsula!

Mientras en el despacho de la Casa Blanca se enteran de todo por el sonido que


transmiten los alto parlantes y la radio.

Voz de Shuckworth en el receptor. —¡Vienen a por nosotros en manadas! ¡Nos


están destrozando!
Presidente. — Pero ¿quiénes? ¡Ni siquiera nos han dicho quiénes son los que les
atacan!
Voz de Shanks en el receptor. — ¡Unos enormes monstruos color verde -
pardusco con ojos rojos! Tienen forma de inmensos huevos y vienen hacia
nosotros marcha atrás.
Presidente. — ¿Marcha atrás? ¿Por qué marcha atrás?
Voz de Shuckworth en el receptor. — ¡Porque sus traseros son más
puntiagudos que sus cabezas! ¡Cuidado! ¡Aquí viene otro escuadrón! (Se escucha
explosiones) ¡No podremos seguir soportando esto durante mucho tiempo, señor
presidente! Las camareras están gritando y las criadas se han vuelto histéricas, y
los botones están vomitando y los conserjes están rezando. ¿Qué hacemos, señor
presidente? ¿Qué podemos hacer?
Presidente (Grita) — ¡Dispare sus cohetes, idiota, y regrese a la atmósfera!
¡Vuelva a la Tierra inmediatamente!
Voz de Showler en el receptor. — ¡Eso es imposible! ¡Nos han destrozado los
cohetes! ¡Los han roto en mil pedazos!
Voz de Shanks en el receptor. — ¡Estamos perdidos, presidente! ¡Estamos
condenados! Porque aun cuando no consigan destruir la cápsula, ¡tendremos que

37
Transliteración dramatúrgica elaborada por Mario Sánchez Vanegas
quedarnos en órbita el resto de nuestra vida! ¡No podemos volver a Tierra sin
cohetes! (El presidente suda y empapa toda su camisa) ¡Señor presidente, en
cualquier momento perderemos contacto con usted! Otro grupo se aproxima a
nosotros por la izquierda y se dirige directamente a nuestra antena de radio. ¡Aquí
vienen! No creo que podamos... (Se interrumpe la voz de Shanks. La radio queda
en silencio)
Presidente (Grita) — ¡Shanks! ¿Dónde está, Shanks? ¡Shuckworth! ¡Shanks!
¡Showler!... ¡Showlworth! ¡Shicks! ¡Shankler!... ¡Shankworth! ¡Showl! ¡Shuckler!
¿Por qué no me contestan?

En el Gran Ascensor de Cristal…

Charlie. — Sin duda, su única esperanza es volver a entrar en la atmósfera y


dirigirse a la Tierra inmediatamente.
Sr. Wonka. — Sí. Pero para poder volver a entrar en la atmósfera de la Tierra
tienen que salir de órbita. Tienen que cambiar de curso y dirigirse hacia abajo, ¡y
para hacerlo necesitan cohetes! ¡Pero los tubos de sus cohetes están abollados y
torcidos! ¡Eso puedes verlo desde aquí! ¡Están averiados!
Charlie. — ¿Por qué no podemos arrastrarles nosotros?
Sr. Wonka (Salta y da vueltas en el aire) — ¡Charlie! ¡Es una magnífica idea! ¡Eso
es! ¡Los arrastraremos fuera de órbita! ¡A los botones, de prisa!
Joe. — ¿Y con qué los arrastraremos? ¿Con nuestras corbatas?
Sr. Wonka. — ¡No se preocupe por un detalle como ése! ¡Mi Gran Ascensor de
Cristal está preparado para cualquier cosa! ¡Allá vamos! ¡Al asalto, queridos
amigos, al asalto!
Josephine. — ¡Detenedlo!
Joe. — Cállate, Josie. Allí hay gente que necesita ayuda y es nuestro deber
dársela. Si tienes miedo, lo mejor será que cierres los ojos y te tapes los oídos.

38
Transliteración dramatúrgica elaborada por Mario Sánchez Vanegas
ESCENA XI
Sr. Wonka. — ¡Abuelo Joe! ¡Hágame el favor de propulsarse hacia ese extremo
del Ascensor y haga girar esa manija! ¡Bajará la cuerda!
Joe. — ¡Una cuerda no sirve, señor Wonka! ¡Los Knidos la romperán con los
dientes en un segundo!
Sr. Wonka. — Es una cuerda de acero. Está hecha de acero reforzado. ¡Si
intentasen morderla, los dientes se les astillarían como palillos! ¡A los botones,
Charlie! Tienes que ayudarme a maniobrar. ¡Pasaremos por encima de la Cápsula
Conmutadora y luego intentaremos engancharla en algún sitio y asegurarnos de
que esté bien afianzada!

Vemos el Gran Ascensor de Cristal convertido en un barco de guerra con sus


cohetes propulsores funcionando, que se dirige a la enorme Cápsula
Conmutadora hasta situarse encima de ella, enfrentando los Knidos. En el interior
del Gran Ascensor advertimos que todos flotando, agitan los brazos y piden
socorro, mientras el Sr. Wonka, Charlie y el abuelo Joe, manipulan y controlan la
nave de cristal.

Joe. — ¡Un poco a estribor, Charlie! ¡Ahora estamos justo encima de la Cápsula!
Avante unas dos yardas, señor Wonka... ¡Estoy intentando insertar el gancho en
esa protuberancia que tiene ahí delante!... ¡Alto! ¡Ya lo tengo! ¡Eso es!... ¡Avante
un poco más, veamos si se mantiene!... ¡Más!... ¡Más!...

La Cápsula Conmutadora comienza a ser arrastrada por la nave de cristal, que va


acelerando.

Joe. — ¡Avante a toda marcha! ¡Se mantiene! ¡Se mantiene! ¡Se mantiene muy
bien!
Sr. Wonka. — ¡Todos los cohetes en acción! (A Joe) ¡Buen trabajo, señor! ¡Ha
hecho usted un magnífico trabajo bajo fuego cerrado!

39
Transliteración dramatúrgica elaborada por Mario Sánchez Vanegas
Vemos que, en el interior de la Cápsula Conmutadora, están asombrados
Shuckworth, Shanks y Showler. Charlie les saluda con la mano y les hace una
señal con el pulgar hacia arriba. Ellos no contestan al saludo. Se limitan a mirarle.

Joe (Flotando emocionado) — Charlie, muchacho, últimamente hemos hecho


juntos cosas muy extrañas, ¡pero nunca nada como esto!
Charlie. — Abuelo, ¿dónde están los Knidos? ¡Han desaparecido de pronto!
Josephine (Señala una nube de Knidos girando). — ¡Un momento! ¿Qué es eso
que veo allí?
Georgina. — ¡Si cree que ya estamos fuera de peligro, está loco!
Sr. Wonka. — ¡Yo no les tengo miedo a los Knidos! ¡Ahora ya les hemos
derrotado!
Josephine. — ¡Pamplinas y tonterías! ¡En cualquier momento volverán a echarse
sobre nosotros! ¡Mírelos! ¡Allá vienen! ¡Se acercan cada vez más!
Charlie. — ¡Está cambiando de forma! ¡El que está más cerca! ¿Qué es lo que va
a hacer? ¡Se está haciendo cada vez más largo!
Josephine (Viendo como el Knido envuelve su cuerpo en el Gran Ascensor,
convertido en una cuerda) — ¡Nos está atando como a un paquete!
Sr. Wonka. — ¡Pamplinas!
Georgina. — ¡Nos aplastará como un tentáculo!
Sr. Wonka. — ¡Nunca!
Josephine. — ¡Oh, oh, oh! ¡Alejen de aquí a ese horrible animal!

El Knido, después de anudar la nave de cristal con mucha fuerza, se convierte en


una especie de gancho como todos los demás Knidos, alrededor del Gran
Ascensor de Cristal.

Charlie. — ¡Señor Wonka! ¡Mire a los demás! ¿Qué están haciendo?


Joe. — ¡Eh! ¡Van a engancharse a este monstruo que está abrazado a nosotros!
Charlie. — ¡Y van a arrastrarnos!

40
Transliteración dramatúrgica elaborada por Mario Sánchez Vanegas
Josephine. — Al planeta Vermes ¡A dieciocho mil cuatrocientos veintisiete
millones de millas de aquí!
Sr. Wonka. — ¡No pueden hacer eso! ¡Aquí somos nosotros los que arrastramos!
Charlie. — ¡Van a acoplarse, señor Wonka! ¡De verdad! ¿No podemos
impedírselo? ¡Van a arrastrarnos con ellos, y también arrastrarán a los que
estamos arrastrando nosotros!
Georgina. — ¡Haga algo, viejo loco! ¡No se quede ahí flotando!
Sr. Wonka. — Debo admitir que por primera vez en mi vida me encuentro sin
saber qué hacer.

Silencio profundo y corto, mirando a los Knidos…

Josephine (Gime). — ¡Quiero irme a mi casa! ¿Por qué no podemos irnos todos a
casa?
Sr. Wonka. — ¡Por todos los santos! ¡Claro que nos iremos a casa! ¿En qué
puedo haber estado pensando? ¡Vamos, Charlie! ¡De prisa! ¡REENTRADA!
¡Encárgate del botón amarillo! ¡Apriétalo con todas tus fuerzas! ¡Yo me ocuparé de
éstos! (Pausa. Grita) ¡Sujétense los sombreros! ¡Prepárense! ¡Vamos a bajar!

El Ascensor se precipita a una velocidad colosal en dirección hacia la atmósfera


de la Tierra.

Sr. Wonka (Presiona botones como tocaría un piano). — ¡Retro-cohetes! ¡No


debo olvidar disparar los retro-cohetes!
Georgina (De cabezas) — ¡Socorro! ¡Toda la sangre se me está subiendo a la
cabeza!
Sr. Wonka. — ¡Entonces dése la vuelta! Eso es bastante fácil, ¿no? (Mientras
todos flotan y van controlando sus cuerpos) ¿Qué tal se mantiene la cuerda de
arrastre, abuelo?
Joe. — ¡Aún siguen con nosotros, señor Wonka! ¡La cuerda se mantiene muy
bien! La Cápsula Conmutadora viene con nosotros… y lo Knidos…

41
Transliteración dramatúrgica elaborada por Mario Sánchez Vanegas
Georgina. — ¡Es demasiado tarde! ¡Van a acoplarse a nosotros y arrastrarnos de
vuelta!
Sr. Wonka. — Me parece que no. ¿No recuerdan lo que ocurre cuando un Knido
penetra en la atmósfera de la Tierra a gran velocidad? Se pone al rojo vivo. Arde,
dejando una estela de llamas. Se convierte en un Knido fugaz. ¡Pronto estos
sucios animales empezarán a estallar como palomitas de maíz!

Vemos como, precisamente, el Gran Ascensor se pone rojo y los Knidos arden
como si fueran palomitas de maíz o papas fritas en la sartén, hasta convertirse en
una luz blanca.

Charlie. — ¡Son Knidos fugaces!


Sr. Wonka. — ¡Qué espectáculo más espléndido! ¡Es mejor que los fuegos
artificiales! (Después de un gran estallido) ¡Lo hemos conseguido! ¡Los hemos
asado! ¡Los hemos frito! ¡Estamos salvados!
Josephine. — ¿Cómo que estamos salvados? Nosotros también nos freiremos
como esto siga mucho tiempo. ¡Nos coceremos como filetes! ¡Mire ese cristal!
¡Está más caliente que una parrilla!
Sr. Wonka. — No tema, mi querida señora. Mi Ascensor tiene aire acondicionado,
está ventilado, aireado y automatizado en todo sentido. Ahora no puede ocurrirnos
nada.
Sra. Bucket. — No tengo la menor idea de lo que está ocurriendo. Pero sea lo
que sea, no me gusta.
Charlie. — ¿No lo estás pasando bien, mamá?
Sra. Bucket. — No, no lo estoy pasando bien. Ni tu padre tampoco.
Sr. Wonka. — ¡Qué gran espectáculo es éste! ¡Mira la Tierra allá abajo, Charlie,
haciéndose cada vez más grande!
Georgina. — ¡Y nosotros vamos a su encuentro a dos mil millas por hora! En
nombre del cielo, ¿cómo va aminorar la velocidad? No ha pensado en eso,
¿verdad?

42
Transliteración dramatúrgica elaborada por Mario Sánchez Vanegas
Charlie. — Tiene paracaídas. Apuesto a que tiene unos grandes paracaídas que
se abrirán antes de llegar.
Sr. Wonka. — ¡Paracaídas! ¡Los paracaídas sólo son para los astronautas y los
miedicas! Y, de todos modos, no queremos disminuir la velocidad. ¡Queremos
aumentarla! Ya les he dicho que debemos ir a una tremenda velocidad cuando
aterricemos. De otro modo, jamás conseguiremos atravesar el techo de la Fábrica
de Chocolate.
Charlie. — ¿Y qué pasará con la Cápsula Conmutadora?
Sr. Wonka. — La soltaremos dentro de unos segundos. Ellos sí tienen
paracaídas, tres paracaídas, para reducir la velocidad en el último tramo.
Josephine. — ¿Cómo sabe que no aterrizaremos en el océano Pacífico?
Sr. Wonka. — No lo sé. Pero todos sabemos nadar, ¿no?
Josephine. — ¡Este hombre está más loco que una cabra!
Georgina. — ¡Está loco perdido!

Vemos como la Tierra se va haciendo más grande…

Sr. Wonka. — ¡Abuelo Joe, señor! ¡Tire la cuerda! Déjela ir. Ahora ya no tendrán
problema, siempre que sus paracaídas funcionen.
Joe (Suelta la Cápsula Conmutadora. Charlie se despide). — ¡Ya he soltado la
cuerda!
Sr. Wonka (Presionando botones). — Ya falta poco. Pronto sabremos si
saldremos de ésta con vida. Cállense todos, por favor, para esta parte final. Tengo
que concentrarme mucho, o si no nos equivocaremos de sitio.

Más o menos 10 o 15 segundos de tenso silencio, sumergidos entre las nubes


hasta que irrumpe un pueblo pequeño.

Sr. Wonka (Grita). — ¡Allí está! ¡Mi Fábrica de Chocolate! ¡Mi amada Fábrica de
Chocolate!
Joe. — Querrá usted decir la Fábrica de Chocolate de Charlie.

43
Transliteración dramatúrgica elaborada por Mario Sánchez Vanegas
Sr. Wonka. — ¡Es verdad! (A Charlie) ¡Me había olvidado! ¡Te pido disculpas, mi
querido muchacho! ¡Por supuesto que es tuya! ¡Y allá vamos! (Dirigiéndose por
sobre chimeneas hacia la fábrica) ¡Retengan el aliento! ¡Tápense la nariz!
¡Abróchense los cinturones y recen sus oraciones! ¡Vamos a atravesar el tejado!

44
Transliteración dramatúrgica elaborada por Mario Sánchez Vanegas
ESCENA XII

El regreso a la Fábrica de Chocolate tras el aparatoso, estruendoso, ruidoso y


espantoso aterrizaje del Ascensor. Charlie se da cuenta que todos han dejado de
flotar y que, como siempre, la abuela Georgina y el abuelo George, están bajo las
mantas que están sobre la cama que también ha dejado de flotar.

Sr. Wonka. — ¡Ya está! ¡Lo hemos conseguido! ¡Hemos llegado!


Joe (Toma al Sr. Wonka de la mano). — ¡Bien hecho, señor! ¡Espléndido! ¡Un
magnífico trabajo!
Sra. Bucket. — ¿Dónde estamos ahora?
Charlie. — ¡Estamos de vuelta, mamá! ¡Estamos en la Fábrica de Chocolate!
Sra. Bucket. — Me alegro mucho de oírlo. Pero ¿no hemos venido por un camino
demasiado largo?
Sr. Wonka. — Tuvimos que hacerlo para evitar el tráfico.
Georgina. — ¡Nunca he conocido a un hombre que dijera tantas tonterías!
Sr. Wonka. — Una tontería de vez en cuando le gusta al hombre más inteligente.
Josephine. — ¿Por qué no cuida un poco de adonde se dirige este absurdo
ascensor? ¡Y deje ya de dar saltitos!
Sr. Wonka. — Unos saltitos de vez en cuando ayudan a conservar la juventud.
Georgina. — ¿Qué les dije? ¡Se ha vuelto loco! ¡Está más loco que una cabra!
¡Está como una regadera! ¡Tiene grillos en la cabeza! ¡Quiero irme a casa!
Sr. Wonka. — Demasiado tarde. Ya hemos llegado.

El Ascensor se detiene. Se abren las puertas. Vemos la gran Sala de Chocolate


con su río y su catarata de chocolate, donde todo es comestible: las hojas de los
árboles y los árboles, la hierba y las piedras que yacen sobre la piedra y las rocas
junto a estas.

45
Transliteración dramatúrgica elaborada por Mario Sánchez Vanegas
De pronto, comienzan a aparecer cientos y cientos de Oompa-Loompas1 gritando
y agitando sus manos.

Georgina (Con visible desconcierto). — ¿Quiénes son esos hombrecillos tan


peculiares?
Charlie. — Son Oompa-Loompas. Son maravillosos. Te encantarán.
Joe. — Ssshhh… Escucha, Charlie. Empiezan a sonar los tambores. Van a
cantar. Oompa-Loompas (Cantan). — ¡Aleluia! ¡Aleluia! ¡Qué alegría! ¡Willy Wonka
ha vuelto! ¡Viva! ¡Te creíamos extraviado, pensamos que nos habías dejado! ¡Mas
has vuelto! ¡Menos mal! ¡Creímos que un monstruo espacial había hecho de ti su
cena y nos daba mucha pena!
Sr. Wonka. — ¡Está bien! Gracias por vuestra bienvenida. ¿Quiere alguno de
vosotros ayudarme a sacar de aquí esta cama? (Digamos que cincuenta Oompa-
Loompas comenzaron a empujar la cama hacia afuera del Ascensor y, detrás de
ellos, el Sr. y la Sra. Bucket, George y Georgina y Josephine) Y ahora salgan
todos de esa cama y nos pondremos a trabajar. Estoy seguro de que todos
querrán ayudar a llevar la fábrica.
Josephine. — ¿Quiénes, nosotros?
Sr. Wonka. — Sí, ustedes
Georgina. — Debe estar bromeando
Sr. Wonka. — Yo nunca bromeo.
George. — Escúcheme bien, señor. ¡Ya nos ha metido usted en suficientes líos
por un día!
Sr. Wonka. — Y también les he sacado de ellos (Pausa). Y también voy a
sacarles de esa cama. Ya lo verán.

1Para comprender quiénes son los Oompa-Loompas, no olvides volver a leer Charlie y la fábrica de
chocolate.
46
Transliteración dramatúrgica elaborada por Mario Sánchez Vanegas
ESCENA XIII
Invención del Vita-Wonka

Josephine. — No he salido de esta cama en veinte años, y no pienso hacerlo por


nadie.
Georgina. — Ni yo.
Sr. Wonka. — Pues hace un momento estaban todos fuera de ella.
George. — Estábamos flotando. No podíamos remediarlo.
Josephine. — Nunca pusimos los pies en el suelo.
Sr. Wonka. — Inténtenlo. Podrían quedarse sorprendidos.
Joe. — Vamos, Josie. Haz la prueba. Yo lo hice. Fue fácil.
Josephine. — Estamos perfectamente cómodos donde estamos, muchas gracias.
Sr. Wonka (Pensativo). — Bueno, qué le vamos a hacer.
Charlie (Para sí. Viendo cómo al Sr. Wonka le brillan los ojos). — Ajá. ¿Qué
pasará ahora?
Sr. Wonka. — Supongo…, supongo que ya que este es un caso muy especial...
Supongo que podría darles un trocito de... (se interrumpe agitando la cabeza)
Josephine. — ¿Un trocito de qué?
Sr. Wonka (Alejándose). — No. No servirá de nada. Ustedes parecen haber
decidido quedarse en la cama pase lo que pase. Y, de todas formas, eso es
demasiado valioso como para desperdiciarlo. Siento haberlo mencionado.
Georgina (Lo detiene de un grito) —¡Eh! No puede empezar algo para no seguir
después. ¿Qué es demasiado valioso como para desperdiciarlo?

Tenso silencio en el que todos y los Oompa-Loompas, se quedan inmóviles, a la


expectativa.

Georgina. — ¿Qué es eso de lo que está hablando?


Josephine. — ¡Díganoslo, en nombre de Dios!

47
Transliteración dramatúrgica elaborada por Mario Sánchez Vanegas
Sr. Wonka. — Muy bien. Se lo diré. Y escuchen con atención, porque esto podría
cambiarles la vida entera. Hasta podría cambiarles a ustedes.
Georgina. — ¡Yo no quiero cambiar!
Sr. Wonka. — ¿Me permite proseguir, señora? Gracias. No hace mucho tiempo,
estaba yo en mi Sala de Invenciones, revolviendo potingues y mezclando cosas,
cuando de pronto me di cuenta de que había hecho algo que parecía muy
peculiar. Lo que había hecho cambiaba de color y de vez en cuando daba un
saltito; realmente saltaba en el aire como si estuviera vivo. «¿Qué tenemos
aquí?», grité, y me lo llevé rápidamente a la Sala de Pruebas, y le di un poco al
Oompa-Loompa que estaba de turno allí en ese momento. ¡El resultado fue
inmediato! ¡Fue asombroso! ¡Fue increíble! Y también bastante desafortunado.
Georgina. — ¿Qué ocurrió?
Sr. Wonka. — Qué, ciertamente…
Josephine. — Conteste a la pregunta. ¿Qué le ocurrió al Oompa-Loompa?
Sr. Wonka. — Ah… Sí... Bueno... No hay motivo para lamentarse por lo inevitable,
¿verdad? Verán, me di cuenta de que había descubierto una nueva y potentísima
vitamina, y supe también que, si conseguía hacerla inofensiva, conseguía evitar
que le hiciera a los demás lo que le hizo a ese Oompa-Loompa...
Georgina. — ¿Qué le hizo a ese Oompa-Loompa?
Sr. Wonka. — Cuanto más viejo soy, más sordo me vuelvo. Por favor, la próxima
vez levante un poco más la voz. Muchas gracias (Pausa) Pues bien, yo tenía que
encontrar una manera de hacer que esta vitamina fuese inofensiva, para que la
gente pudiese tomarla sin...
Georgina. — ¿Sin qué?
Sr. Wonka. — Sin dificultades. De modo que me arremangué y empecé a trabajar
una vez más en la Sala de Invenciones. Hice mezclas y más mezclas. Debo haber
intentado todas las mezclas posibles (Pausa) Por cierto, hay un pequeño agujero
en una de las paredes de la Sala de Invenciones que conecta directamente con la
Sala de Pruebas contigua, de modo que podía ir pasando mezclas para que las
probara cualquier valiente voluntario que estuviese de turno. Bueno, las primeras
semanas fueron bastante deprimentes, de modo que no hablaremos de ellas. En

48
Transliteración dramatúrgica elaborada por Mario Sánchez Vanegas
cambio, déjenme decirles lo que ocurrió a los ciento treinta y dos días de trabajo.
Esa mañana había cambiado drásticamente la mezcla, y esta vez la pequeña
píldora que produje no era tan activa ni parecía estar tan viva como las demás.
Cambiaba de color, sí, pero sólo del amarillo limón al azul y luego de vuelta al
amarillo. Y cuando la puse en la palma de mi mano, no empezó a saltar como una
langosta. Sólo se agitó un poco, pero muy ligeramente (Pausa) Corrí hacia el
agujero de la pared que conectaba con la Sala de Pruebas. Aquella mañana, un
Oompa-Loompa muy viejo estaba de turno. Era un anciano calvo, arrugado y sin
dientes. Estaba en una silla de ruedas. Llevaba por lo menos quince años en esa
silla de ruedas. "¡Esta es la prueba número ciento treinta y dos!", dije,
escribiéndolo en la pizarra. Y le entregué la píldora. Él la miró nerviosamente. No
podía reprocharle que se sintiera un poco nervioso después de lo que había
ocurrido a los otros ciento treinta y un voluntarios.
Georgina. — ¿Qué les había pasado? ¿Por qué no responde a la pregunta, en
lugar de saltársela a la torera?
Sr. Wonka. — ¿Quién sabe cómo salir de una rosa? (Pausa) De modo que este
valeroso Oompa-Loompa cogió la píldora y, con ayuda de un poco de agua, se la
tragó. De pronto, ocurrió una cosa asombrosa. Ante mis propios ojos, su aspecto
empezó a cambiar poco a poco. Un momento antes había sido prácticamente
calvo, con sólo una franja de pelo blanco como la nieve a los lados de la cabeza.
Pero ahora la franja de pelo blanco se estaba volviendo dorada, y por toda su
cabeza empezaba a crecerle, como hierba, pelo rubio. En menos de medio minuto
le había crecido una espléndida melena dorada. Al mismo tiempo, muchas de las
arrugas empezaron a desaparecer de su rostro, no todas ellas, pero
aproximadamente la mitad, lo suficiente como para darle un aspecto mucho más
joven. Y todo esto debe haberle producido una sensación muy agradable, porque
empezó a sonreírme, y luego a reírse, y en cuanto abrió la boca, vi la cosa más
extraña de todas. Le estaban creciendo dientes en sus viejas encías antes
desdentadas, dientes blancos y fuertes, y le estaban creciendo tan de prisa que
podía verlos volverse cada vez más grandes (Pausa) Yo estaba demasiado
asombrado para hablar. Me quedé allí, con la cabeza asomando por el agujero en

49
Transliteración dramatúrgica elaborada por Mario Sánchez Vanegas
la pared, mirando fijamente al pequeño Oompa-Loompa. Le vi levantarse
lentamente de su silla de ruedas. Probó sus piernas en el suelo. Se puso de pie.
Dio unos pasos. Luego me miró con el rostro brillante. Sus ojos centelleaban como
dos estrellas.

Aquí se sugiere que sea un Oompa-Loompa el que haga el papel de Oompa-


Loompa.

Oompa-Loompa. — Mírame ¡Estoy caminando! ¡Es un milagro!


Sr. Wonka (Al Oompa-Loompa). — ¡Es el Vita-Wonka! ¡El gran rejuvenecedor! ¡Te
devuelve la juventud! ¿Qué edad te parece tener ahora? (A los demás) Le
pregunté y se quedó pensativo…
Oompa-Loompa (Pensativo). — Me siento casi exactamente como me sentía
cuando tenía cincuenta años.
Sr. Wonka (Al Oompa-Loompa). — ¿Qué edad tenías ahora mismo, cuando
tomaste el Vita-Wonka? (A los demás) Y entonces contestó…
Oompa-Loompa. — Setenta en mi último cumpleaños.
Sr. Wonka (Al Oompa-Loompa). Eso significa (A los demás) Le dije yo. (Al
Oompa-Loompa, mirando a los demás) que te ha rejuvenecido veinte años.
Oompa-Loompa. — ¡Sí, sí! ¡Me siento tan saltarín como una rana!
Sr. Wonka (Al Oompa-Loompa). No lo bastante. Cincuenta años es aún bastante
viejo. Veamos si no podemos ayudarte un poco más. Quédate donde estás.
Volveré dentro de un momento (A los demás) Corrí a mi mesa de trabajo y preparé
rápidamente otra píldora de Vita-Wonka, empleando exactamente los mismos
ingredientes que antes. (Al Oompa-Loompa) Tómate esto. (A los demás) Esta vez
el Oompa-Loompa no lo dudó. Se la metió apresuradamente en la boca y se la
tomó con un trago de agua. Y hete aquí que, al cabo de medio minuto, otros veinte
años habían desaparecido de su cara y de su cuerpo, y se había convertido en un
ágil y delgado joven Oompa-Loompa de treinta años. Dio un salto de alegría y
empezó a bailar por la habitación, brincando muy alto y aterrizando sobre las
puntas de sus pies. "¿Estás contento?", le pregunté.

50
Transliteración dramatúrgica elaborada por Mario Sánchez Vanegas
Oompa-Loompa (Salta, corre, piruetea por toda la Sala como un caballo). —
¡Estoy feliz! ¡Tan feliz como un caballo en un campo de heno!

Pausa

Sr. Wonka. — Y así fue inventado el Vita-Wonka. Y así fue como lo hice apto para
que lo pudiese tomar cualquiera.
Georgina. — ¿Entonces por qué no lo toma usted mismo? Usted le dijo a Charlie
que se estaba volviendo demasiado viejo para dirigir la fábrica, así que ¿por qué
no se toma un par de esas píldoras y se vuelve cuarenta años más joven?
Dígamelo.
Sr. Wonka. — Cualquiera puede hacer preguntas. Son las respuestas las que
cuentan. Bien, si alguno de los que está en la cama quiere tomar una dosis...
Josephine. — ¡Un momento! Primero me gustaría ver a ese Oompa-Loompa de
setenta años que ahora tiene treinta.
Sr. Wonka (Después de hacer llamar al Oompa-Loompa que entra bailando) —
Hace dos semanas tenía setenta años y estaba en una silla de ruedas. ¡Y mírenlo
ahora!
Joe. — ¡Los tambores, Charlie! ¡Escucha! ¡Vuelven a empezar!

Vemos como, lentamente, se arma una orquesta de Oompa-Loompas por diez,


luego 100, ahora mil… y cantan, balanceándose, en una especie de trance:
Si ya estás viejo y acabado,
si eres un ser malhumorado
porque te duelen los riñones,
crujen tus articulaciones,
las piernas ya no te sostienen,
y nada en la vida te entretiene,
entonces hazme caso a mí:
¡el Vita-Wonka es para ti!
¡Te sentirás fortalecido,

51
Transliteración dramatúrgica elaborada por Mario Sánchez Vanegas
feliz y rejuvenecido!
Tu piel se volverá rosada,
y lisa en vez de arrugada,
tus ojos se harán más brillantes
y volverás a ver como antes.
Tus labios, ahora tan marchitos,
se volverán más bonitos.
Tu pelo volverá a crecer
tan sano y fuerte como ayer.
Y aunque tu aspecto sea ideal,
eso no es lo principal.
¡Lo principal es que tendrás
para vivir veinte años más!
Así que, amigos, adelante,
no lo dudéis ni un solo instante.
¡Tomad ahora una pastilla,
y ya veréis qué maravilla!

52
Transliteración dramatúrgica elaborada por Mario Sánchez Vanegas
ESCENA XIV
La receta del Vita-Wonka…

Sr. Wonka (Que sostiene un pequeño frasco en el que se logra ver, a través del
cristal, unas píldoras que vibran de color amarillo brillante). — ¡Aquí está! ¡El
frasco de píldoras más valioso del mundo! Y, por cierto (Mira significativamente a
Georgina) por eso yo no he tomado ninguna. Son demasiado valiosas como para
desperdiciarlas conmigo.

En la etiqueta se lee:

WONKA-VITE
Cada píldora le vuelve exactamente
20 años más joven
PRECAUCIÓN
No tomar más que bajo prescripción
del
Sr. Wonka

Georgina. — Se están moviendo. No me gustan las cosas que se mueven.


¿Cómo sabemos que no seguirán moviéndose dentro de nosotros una vez que
nos las hayamos tragado? Como esos fríjoles saltarines de Charlie que me tragué
yo hace dos años. ¿Lo recuerdas, Charlie?
Charlie. — Yo te dije que no te los comieras, abuela.
Georgina. — Siguieron saltando dentro de mí durante un mes. No podía estarme
quieta.
Josephine. — Si voy a tomarme una de esas píldoras, quiero saber antes de qué
están hechas.
Sr. Wonka. — No se lo reprocho. Pero la receta es extremadamente complicada.
Esperen un momento. La tengo escrita en alguna parte... (Busca en todos sus
bolsillos) Sé que la debo tener por aquí. No puedo haberla perdido. Guardo todas
mis cosas más importantes en estos bolsillos. El problema es que hay tantos...
53
Transliteración dramatúrgica elaborada por Mario Sánchez Vanegas
(Vacía todos los bolsillos) Debe estar aquí. Debe estar aquí. La he guardado tan
cuidadosamente... (Saca de uno de sus dos mil o tres bolsillos una hoja de papel
arrugada) ¡Ah! ¡Aquí está! (Después de alisarla, lee):

RECETA PARA PREPARAR VITA-WONKA


Tómese un bloque del chocolate más fino de una tonelada de peso (o veinte sacos de
chocolate en trozos; lo que resulte más fácil). Póngase el chocolate en un gran caldero y
derrítase en una hornalla muy caliente. Una vez derretido, bájese el fuego para no
quemar el chocolate, pero manténgase hirviendo. Luego añádanse los siguientes
ingredientes, exactamente en el orden en que se enumeran más abajo, revolviendo todo el
tiempo y dejando que cada uno de los ingredientes se derrita antes de añadir el
siguiente:
LA PEZUÑA DE UNA MANTICORA.
LA TROMPA (Y LA TROMPETA) DE UN ELEFANTE
LAS YEMAS DE TRES HUEVOS DE UN PAJARO LOCO.
LA VERRUGA DE UN CERDO SALVAJE.
EL CUERNO DE UNA VACA (DEBE SER UN CUERNO MUY SONORO).
LA COLA FRONTAL DE UNA CACATÚA.
SEIS ONZAS DE PATAS DE CIEMPIÉS.
DOS PELOS DE LA CABEZA DE UN HIPOCAMPO.
EL PICO DE UN ALBATROS DE PECHO ROJO.
EL CALLO DE UNA PATA DE UNICORNIO.
LOS CUATRO TENTÁCULOS DE UN PULPO.
EL HIPO (Y LA POTA) DE UN HIPOPÓTAMO.
EL HOCICO DE UN CANGURO.
UN LUNAR DE TOPO.
LA PIEL DE UN GATO MANCHADO.
LAS CLARAS DE UNA DOCENA DE HUEVOS DE AVESTRUZ.

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Transliteración dramatúrgica elaborada por Mario Sánchez Vanegas
LOS TRES PIES DE UN CALENDOPULO. (SI NO SE PUEDEN CONSEGUIR TRES
PIES, UNA YARDA SERVIRÁ.)
LA RAÍZ CUADRADA DE UN ABACO SUDAMERICANO.
LOS COLMILLOS DE UNA VÍBORA.
LA PECHUGA DE UNA PERDIZ SALVAJE.

Cuando se hayan disuelto todos estos ingredientes, hiérvase durante veintisiete días,
pero sin revolver. Al cabo de este tiempo, todo el líquido se habrá evaporado, y en el fondo
del caldero sólo quedará un trozo de sustancia color marrón del tamaño de una pelota de
fútbol. Rómpase esto con un martillo y en el centro se encontrará una pequeña píldora
redonda. Esta píldora es Vita-Wonka.

55
Transliteración dramatúrgica elaborada por Mario Sánchez Vanegas
ESCENA XV
Adiós, Georgina.

Sr. Wonka (Dobla y guarda el papel de la receta) —Una mezcla muy, muy
complicada. (Agitando el frasco) ¿Les extraña ahora que me llevara tanto tiempo
conseguirla? (A George) Y ahora, señor, ¿quiere tomar una o dos píldoras?
George. — ¿Me jura solemnemente que hará el efecto que usted dice que hace, y
nada más?
Sr. Wonka. — Lo juro.
Charlie. — Perdone que le pregunte esto, pero ¿está seguro de que la fórmula es
correcta?
Sr. Wonka. — ¿Por qué me haces una pregunta tan extraña?
Charlie. — Estaba pensando en el chicle que dio a Violet Beauregarde.
Sr. Wonka. — Ah, ¿de modo que es eso lo que te preocupa? ¿Pero no
comprendes, mi querido muchacho, que yo nunca le di ese chicle a Violet? Ella me
lo quitó sin permiso. Y yo le grité: «¡Alto! ¡No! ¡Escúpelo!» Pero esa tonta de chica
no me hizo ningún caso2. El Vita-Wonka es muy diferente. Yo les estoy ofreciendo
estas píldoras a tus abuelos. Se las estoy recomendando. Y si se las toman de
acuerdo con mis instrucciones, ¡son tan inofensivas como un caramelo!
Sr. Bucket (En un cambio súbito de actitud por efecto de estar en la Sala de
Chocolate). — ¡Claro que sí! ¿A qué están esperando? ¡Escuchen! ¡El señor
Wonka les está ofreciendo una nueva vida! ¡Aprovéchenla mientras puedan!
Sr. Wonka. — Es una sensación deliciosa. Y es muy rápida. Se pierde un año por
segundo. Por cada segundo que pasa, uno rejuvenece un año exactamente.
(Volviendo a exhibir el frasco, poniéndolo sobre la cama) De modo que aquí las
tienen, amigos míos. ¡Sírvanse!
Todos los Oompa-Loompas, cantan:
¡Vamos, amigos, hacedlo enseguida! ¡Esta pildorita os cambiará la vida!
Tomad una dosis de esta maravilla

2
Situación que recordamos de Charlie y la fábrica de chocolate.
56
Transliteración dramatúrgica elaborada por Mario Sánchez Vanegas
con un trago de agua. La cosa es sencilla.
¡Qué descubrimiento! ¡Es como una bomba!
ES DE WILLY WONKA y es el... ¡VITA-WONKA!

Los tres ancianos, antes acostados, se lanzan hacia el frasco, derramando sobre
la cama las píldoras. Georgina, las cubre con sus manos…

Georgina (Cuenta las píldoras). — ¡Muy bien! Aquí hay doce píldoras. ¡Seis para
mí y tres para cada uno de vosotros!
Josephine. — ¡Eh! ¡Eso no es justo! ¡Son cuatro para cada uno!
George. — ¡Cuatro cada uno es lo correcto! ¡Vamos, Georgina! ¡Dame mi parte!

Vemos al Sr. Wonka alejarse hacia el río de chocolate, decepcionado por la pelea.

Georgina. — ¡Yo las cogí primero! ¡Seré yo quien se las dé!


Josephine. — ¡Oh, no, nada de eso! ¡Él no te las ha dado a ti! ¡Nos las ha dado a
los tres!
George. — ¡Yo quiero mi parte, y nadie va a impedirme cogerla! ¡Vamos, mujer!
¡Dámelas!
Joe. — ¡Cállense ahora mismo! ¡Los tres! ¡Se están comportando como salvajes!
Josephine. — ¡Tú no te metas en esto, Joe, y cuídate de tus propios asuntos!
Joe. — Ten cuidado, Josie. De todas maneras, cuatro píldoras son demasiadas
para una persona.
Charlie. — Es cierto. Por favor, abuela, ¿por qué no tomáis una o dos cada uno,
como dijo el señor Wonka, y eso dejará algunas para el abuelo Joe, y para papá y
mamá.
Sr. Bucket. — ¡Sí! ¡A mí me encantaría tomar una!
Sra. Bucket. — Oh, ¿no sería maravilloso tener veinte, y que no le duelan a uno
más los pies? ¿No podrías darnos una a cada uno, mamá?
Georgina. — Me temo que no. Estas píldoras están especialmente reservadas
para los que estamos en la cama. Lo ha dicho el señor Wonka.

57
Transliteración dramatúrgica elaborada por Mario Sánchez Vanegas
George. — ¡Yo quiero mi parte! ¡Vamos, Georgina! ¡Empieza a repartirlas!
Georgina. — ¡Eh, déjame, bruto! ¡Me estás haciendo daño! ¡Au!... Está bien. ¡Está
bien! Las compartiré si dejas de retorcerme el brazo... Así está mejor... Aquí hay
cuatro para Josephine..., cuatro para George... y cuatro para mí.
George. — Bien. Y ahora, ¿quién tiene un poco de agua? (Tres Oompa-Loompa,
les llevan los vasos de agua)
George. — Bueno, allá va.
Josephine. — ¡Joven y guapa, eso es lo que seré!
Georgina. — ¡Adiós, vejez! ¡Ahora todos a la vez! ¡Tomaros la pildora!

Silencio de expectativa.

Charlie. — ¡Caray! ¡Miren eso! ¡Es fantástico! ¡Es... es increíble!


Joe. — ¡No puedo creerlo! ¡Se están volviendo cada vez más jóvenes! ¡De veras!
¡Mira el pelo del abuelo George!
Charlie. — ¡Y sus dientes! ¡Eh, abuelo! ¡Te están volviendo a salir unos hermosos
dientes blancos!
Sra. Bucket. — ¡Mamá! ¡Oh, mamá! ¡Estás guapísima! ¡Y tan joven! (A George)
¡Y mira a papá! ¿No está guapísimo?
Joe. — ¿Qué se siente, Josie? ¡Dinos qué se siente al volver a tener treinta años!
¡Espera un momento! ¡Pareces más joven de treinta años! ¡Ahora no puedes tener
más de veinte años! Pero ya es suficiente, ¿no crees?... Yo que tú me detendría.
¡Veinte años ya es bastante joven!
Sr. Wonka (Para sí). — Oh, vaya, vaya, ya empezamos otra vez...
Sra. Bucket. — ¡Mamá! (Pausa tensa) ¿Por qué no lo dejas, mamá? ¡Estás yendo
demasiado lejos! ¡Tienes mucho menos de veinte años! ¡No puedes tener más de
quince! ¡Tienes... tienes... tienes diez! ¡Te estás volviendo más pequeña, mamá!
Joe. — ¡Josie! ¡Eh, Josie! ¡No lo hagas, Josie! ¡Te estás encogiendo! ¡Eres una
niña pequeña! ¡Que alguien la detenga! ¡De prisa!
Charlie. — ¡Están yendo todos demasiado lejos!
Sr. Bucket. — Han tomado demasiado.

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Transliteración dramatúrgica elaborada por Mario Sánchez Vanegas
Sra. Bucket. — Mamá se está encogiendo más de prisa que los demás. ¡Mamá!
¿No me oyes, mamá? ¿No puedes pararte?
Sr. Bucket (Divertido). — Dios mío, ¡qué rápido es! ¡Realmente es un año por
segundo!
Joe. — ¡Pero si apenas les quedan años!
Sra. Bucket. — Mamá tiene apenas cuatro años ahora… Tiene tres... dos... uno...
¡Dios mío! ¿Qué le está ocurriendo? ¿Dónde se ha ido? ¡Mamá! ¡Georgina!
¿Dónde están? ¡Señor Wonka, venga, de prisa! ¡Venga aquí, señor Wonka! ¡Algo
terrible ha sucedido! Algo ha salido mal. ¡Mi madre ha desaparecido! (El Sr.
Wonka se acerca a la cama. Solloza la Sra. Bucket) ¿Dónde está mi madre?
Joe (Grita). — ¡Mirad a Josephine! ¡Miradla, por favor!
Josephine (Como un bebé, llora) —¡Gua! ¡Gua! ¡Gua! ¡Gua! ¡Gua! ¡Gua! ¡Gua!
Joe. — ¡Es un bebé llorón! ¡Mi mujer es un bebé llorón!
Sr. Bucket (Contiene la risa). — ¡El otro es el abuelo George! El que es un poco
más grande, y gatea, es el padre de mi mujer.
Sra. Bucket. — Eso es. ¡Es mi padre! ¿Y dónde está Georgina, mi madre? ¡Ha
desaparecido! ¡No está en ninguna parte, señor Wonka! ¡Absolutamente en
ninguna parte! La vi hacerse cada vez más pequeña, y al final se hizo tan pequeña
que desapareció en el aire. ¡Lo que quiero saber es adonde ha ido! ¿Y qué vamos
a hacer para recuperarla?
Sr. Wonka. — Señoras y señores. ¡Por favor, se lo ruego, no se inquieten! No hay
por qué preocuparse.
Sra. Bucket (Grita) — ¡Dice que no hay por qué preocuparse! Cuando mi madre
ha desaparecido y mi padre es un bebé llorón...
Sr. Wonka. — Un hermoso bebé…
Sr. Bucket. — Estoy de acuerdo.
Joe. — ¿Y qué hay de mi Josie?
Sr. Wonka. —¿Qué, por cierto?
Joe. — Bueno...
Sr. Wonka. — Una gran mejoría, señor. ¿No está de acuerdo?
Joe. — ¡Oh, sí! ¡Quiero decir, NO! ¿Qué estoy diciendo? ¡Es un bebé llorón!

59
Transliteración dramatúrgica elaborada por Mario Sánchez Vanegas
Sr. Wonka. — Pero en perfecta salud. ¿Puedo preguntarle, señor, cuántas
píldoras tomó?
Joe. — Cuatro. Todos tomaron cuatro.
El señor Wonka hizo un ruido sibilante con la garganta y en su cara se reflejó una
expresión de gran pesadumbre.
Sr. Wonka (Desconcertado) — ¿Por qué, oh, por qué no puede la gente tener
más sentido común? ¿Por qué no me escuchan cuando les digo algo? Les
expliqué muy cuidadosamente de antemano que cada píldora hace a quien la
toma exactamente veinte años más joven. De modo que, si la abuela Josephine se
ha tomado cuatro, automáticamente ha rejuvenecido cuatro veces veinte años, lo
que hace... Vamos a ver... Cuatro por dos son ocho..., más un cero... son
ochenta... De modo que automáticamente ha rejuvenecido ochenta años. ¿Qué
edad tenía su mujer, señor, si me permite preguntárselo, antes de que ocurriera
esto?
Joe. — Cumplió ochenta años en su último cumpleaños. Tenía ochenta años y
tres meses.
Sr. Wonka. — Pues ahí lo tiene. El Vita-Wonka ha funcionado perfectamente.
¡Ahora tiene exactamente tres meses! ¡Y nunca he visto un bebé más hermoso y
sonrosado!
Sr. Bucket. — Ni yo. Ganaría un premio en cualquier concurso de bebés.
Sr. Wonka. — El primer premio.
Charlie. — Anímate, abuelo. No estés triste. Es un bebé precioso.
Sr. Wonka (A la Sra. Bucket) — Señora, permítame preguntarle qué edad tenía el
abuelo George, su padre.
Sra. Bucket. — Ochenta y uno. Tenía ochenta y un años exactamente.
Sr. Wonka. — Lo que hace que ahora sea un saludable bebé de un año.
Sr. Bucket. — ¡Qué espléndido! ¡Serás la primera persona en el mundo que le
cambie los pañales a su padre!
Sra. Bucket. — ¡Se puede cambiar él mismo sus malditos pañales! Lo que quiero
saber es dónde está mi madre. ¿Dónde está la abuela Georgina?

60
Transliteración dramatúrgica elaborada por Mario Sánchez Vanegas
Sr. Wonka. — Ajá. Oh, oh, ... Sí, por cierto, ¿dónde?, ¿dónde está la abuela
Georgina? ¿Qué edad tenía la dama en cuestión, por favor?
Sr. Bucket. — Setenta y ocho.
Sr. Wonka. — ¡Pero claro! ¡Eso lo explica todo!
Sra. Bucket. — ¿Qué es lo que explica?
Sr. Wonka. — Mi querida señora, si sólo tenía setenta y ocho años y tomó el
suficiente Vita-Wonka como para rejuvenecer ochenta años, es natural que haya
desaparecido. ¡Ha mordido más de lo que podía masticar! ¡Se ha quitado más
años de los que tenía!
Sra. Bucket. — Explíquese.
Sr. Wonka. — Simple aritmética. Reste ochenta de setenta y ocho, ¿y qué es lo
que obtiene?
Charlie. — ¡Menos dos!
Sr. Bucket. — ¡Hurra! ¡Mi suegra tiene menos dos años!
Sra. Bucket. — ¡Imposible!
Sr. Wonka. — Es verdad.
Sra. Bucket. — ¿Y dónde está ahora, si me permite preguntárselo?
Sr. Wonka. — Esa es una buena pregunta. Una pregunta muy buena. Sí, señor.
¿Dónde está ahora?
Sra. Bucket. — No tiene usted la más mínima idea, ¿verdad?
Sr. Wonka. — Claro que la tengo. Sé exactamente dónde está.
Sra. Bucket. — ¡Entonces dígamelo!
Sr. Wonka. — Debe intentar comprender que, si ahora tiene menos dos años,
tiene que añadirse dos años más antes de poder empezar de nuevo por el
principio. Tendrá que esperar.
Sra. Bucket. — ¿Y dónde espera?
Sr. Wonka. — En la Sala de Espera, por supuesto.

¡BOOOM BOOOM BOOOM!, se escuchan los tambores de la orquesta de los


Oompa-Loompas. ¡BOOOM-BOOOM! ¡BOOOM-BOOOM! Y cientos de Oompa-
Loompas, en la Sala de Chocolate, comienzan a mecerse, a bailar y cantar:

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Transliteración dramatúrgica elaborada por Mario Sánchez Vanegas
Sí, sí. Su abuela, pobrecita,
jamás dijo a su nietecita
que todas esas medicinas
eran nefastas. ¡Asesinas!
La niña empezó a encontrarse muy mal,
y el dolor de su tripa era tal
que Mimosa, aterrada, no supo qué hacer.
¡Además, su abuelita tardaba en volver!
Sentía en el estómago unas cosas rarísimas,
ruidos, estallidos, explosiones fuertísimas.
Así, lentamente, los minutos pasan,
y por fin la abuela regresa a la casa.
Al ver a la niña en tan mal estado,
con la cara pálida, los ojos cerrados,
dice: «Esta pequeña se ha puesto muy mal.»
Y sin perder tiempo llama al hospital.
Allí, muchas cosas horribles suceden,
que de tan horribles contar no se pueden.
Mas por suerte Mimosa consigue salvarse
y vuelve a su casa a recuperarse.
Mas no creáis que aquí la historia se acaba.
¡No! La pobre Mimosa, que tan mal estaba,
aunque por suerte su vida salvó,
de su travesura jamás se olvidó.
Ya que cuando alguien ingiere una dosis
muy alta de algo que afecte el sistema,
por más que lo intente, siempre queda un resto
en el organismo que causa problemas.
Mimosa vivió en sobresaltos constantes,
pues con tan tremenda dosis de laxante,

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Transliteración dramatúrgica elaborada por Mario Sánchez Vanegas
tuvo que pasar, durante muchos años,
¡casi todo el tiempo en el cuarto de baño!
Y esa es la historia. Prestadle atención.
Espero que a todos sirva de lección.
Con las medicinas nunca hay que jugar:
son muy peligrosas y os pueden matar.
¡Atención, por favor! ¡Atención, por favor!
No queremos oír ni siquiera un rumor.
Que nadie se mueva. Callad, os lo ruego.
Vuestra vida misma puede estar en juego.
Hablo muy en serio. Y si no me creéis,
prestad atención. Escuchad y veréis.
¿Alguno de vosotros ha oído hablar
de una niña llamada Mimosa Villar?
Pues bien, esta niña, al cumplir siete años,
fue a pasar el día de su cumpleaños
en casa de su abuela, una viejecita
que quedó encantada con esta visita.
La buena señora, no obstante, tenía
que ir a la compra ese mismo día,
y pidió a su nieta, con toda inocencia,
que fuera muy buena durante su ausencia.
Cuando hubo salido la abuela, Mimosa,
tras verla alejarse, corrió presurosa
al cuarto de baño, donde ésta guardaba
unas medicinas que a veces tomaba.
Cuando abrió la puerta de su botiquín
encontró la niña traviesa un sinfín
de frascos de píldoras, verdes y rosadas,
azules, marrones y anaranjadas.
«¡Qué bien! —se dijo, llena de emoción—,

63
Transliteración dramatúrgica elaborada por Mario Sánchez Vanegas
voy a probar una marrón.»
Cogió una, la tragó,
y cuando lo hubo hecho exclamó:
«¡Qué buena está!» Y así siguió
hasta que el frasco se acabó.
Cuando las hubo terminado
sintió el estómago estragado.
Porque, ¿cómo iba ella a saber
lo que esas píldoras podían hacer?
¡Las fue a coger en mal momento!
¡Curaban el estreñimiento!
«Es un caso muy grave —afirmó el doctor—,
y no creo que pueda curarte.
¡Me temo que tendrás que hacerlo
sobre la cabeza si quieres sentarte!»

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Transliteración dramatúrgica elaborada por Mario Sánchez Vanegas
ESCENA XVI

Wonka-Vita y Menoslandia…

Sr. Wonka. — Tú debes decidirlo, Charlie. La fábrica es tuya. ¿Dejamos que tu


abuela Georgina espere los próximos dos años, o intentamos traerla de vuelta
ahora mismo?
Charlie. — ¿No querrá decir que de verdad puede hacer que vuelva?
Sr. Wonka. — No se pierde nada con intentarlo, ¿verdad? Si es eso lo que tú
quieres...
Charlie. — ¡Oh, sí, claro que sí! Especialmente por mamá. ¿No ve lo triste que
está?
Sra. Bucket (Para sí. Inundada en llanto) — Mi pobre madre. Tiene menos dos
años, y no volveré a verla hasta dentro de meses y meses y meses, si es que la
vuelvo a ver algún día.

Vemos como el abuelo Joe, con la ayuda de un Oompa-Loompa, da biberón a la


abuela Josephine, de tres meses.

Sr. Bucket (Mientras da compota al abuelo George) — Vaya faena. ¡Esto sí que
es una mala suerte! Me dicen que voy a ir a la fábrica de chocolate para
divertirme, y acabo siendo una madre para mi suegro.
Sr. Wonka. — Todo está en orden, Charlie. Lo están haciendo muy bien. Aquí no
nos necesitan. ¡Ven conmigo! ¡Nos vamos a buscar a la abuela! (Cruzando una de
las puertas del Gran Ascensor) ¡Date prisa, mi querido muchacho, date prisa!
Tenemos que apresurarnos si queremos llegar antes allí.
Charlie. — ¿Antes de qué, señor Wonka?
Sr. Wonka. — ¡Antes de que la resten, por supuesto! ¡Todos los Menos se restan!
¿Es que no sabes aritmética? (En el interior del Ascensor, buscando entre
botones) ¡Aquí está! (Presiona un botón que dice MENOSLANDIA. Una
turbulencia hace que el Ascensor salga disparado y Charlie se prenda a las
65
Transliteración dramatúrgica elaborada por Mario Sánchez Vanegas
piernas del Sr. Wonka) ¡Siéntate, Charlie, de prisa, y átate bien! ¡Este viaje va a
ser muy movido! (Abrochándose el cinturón) Vamos a bajar muy abajo. ¡Oh,
vamos a bajar tan abajo! (El Ascensor sufre una fuerte turbulencia) Lo único que
espero es que los Oompa-Loompas no estén utilizando hoy el otro Ascensor.
Charlie. — ¿Qué otro ascensor?
Sr. Wonka. — El que va en sentido contrario sobre los mismos raíles que éste.
Charlie. — ¡Santo cielo, señor Wonka! ¿Quiere usted decir que podríamos
chocar?
Sr. Wonka. — Hasta ahora siempre he tenido suerte, mi querido muchacho. ¡Eh!
¡Mira allí fuera! ¡De prisa! (Charlie ve una cantera con cientos de Oompa-Loompa
trabajando con picos y picanas eléctricas) Caramelo duro. Ese es el depósito más
rico del mundo de caramelo duro. (Pausa. El Ascensor toma mucha más
velocidad) Seguimos bajando, Charlie. Estamos cada vez más abajo. Ya hemos
bajado alrededor de unos doscientos mil pies. (A través de la ventana, Charlie
parece ver casitas diminutas en forma de tazas al revés, y calles por la que
transitan Oompa-Loompas. El Sr. Wonka, grita y aplaude) ¡Un pozo! ¡Un
maravilloso pozo! ¡Qué espléndido! ¡Justo cuando lo necesitábamos!
Charlie. — ¿Un qué?
Sr. Wonka. — Hemos vuelto a encontrar chocolate, muchacho. Ese será un nuevo
campo muy rico. ¡Oh, qué pozo más estupendo! ¡Mira cómo sale! (Charlie ve, a
través de la ventana, toda una ciudad de Oompa-Loompas) Te darás cuenta que
lo que viste antes cuando hiciste la gira por la fábrica, con todos esos niños tan
traviesos, era sólo una pequeña parte del establecimiento. Esto se continúa hacia
abajo a lo largo de muchas millas. Y en cuanto nos sea posible te lo enseñaré todo
con tranquilidad. Pero eso nos llevará tres semanas. Ahora tenemos otras cosas
en que pensar, y tengo cosas importantes que decirte. Escúchame con atención,
Charlie. Tengo que hablar de prisa, porque llegaremos en un par de minutos.
(Pausa) Supongo que habrás adivinado lo que les ocurrió a todos aquellos
Oompa-Loompas en la Sala de Pruebas cuando yo estaba haciendo experimentos
con el Vita-Wonka. Claro que lo has adivinado. Desaparecieron y se convirtieron

66
Transliteración dramatúrgica elaborada por Mario Sánchez Vanegas
en Menos, igual que tu abuela Georgina. La receta era demasiado fuerte. ¡Uno de
ellos llegó a tener menos ochenta y siete años! ¡Imagínatelo!
Charlie. — ¿Quiere usted decir que tiene que esperar ochenta y siete años antes
de volver?
Sr. Wonka. — Eso es lo que me preocupaba, muchacho. ¡Después de todo, uno
no puede permitir que sus mejores amigos tengan que esperar como miserables
Menos durante ochenta y siete años!
Charlie. — Y que sean restados, además. Eso sería horrible.
Sr. Wonka. — Claro que sí, Charlie. Entonces, ¿qué hice yo? Willy Wonka, me
dije, si puedes inventar Vita-Wonka para hacer que la gente se vuelva más joven,
¡entonces lo más seguro es que puedas inventar otra cosa para hacer que la
gente se vuelva más vieja!
Charlie. — ¡Ajá! Ya veo adonde quiere llegar. Entonces podría convertir
rápidamente a los Menos en Más, y hacer que vuelvan a casa.
Sr. Wonka. — Precisamente, mi querido muchacho, precisamente. ¡Suponiendo
siempre, por supuesto, que pudiera averiguar adonde habían ido a parar los
Menos! (El Ascensor va cada vez más rápido y profundo) Así que una vez más me
arremangué y empecé a trabajar. Una vez más me exprimí los sesos buscando
una nueva receta. Tenía que crear edad... Para hacer que la gente se hiciera
vieja..., cada vez más vieja... «¡Aja! —grité, porque ya empezaban a ocurrírseme
ideas—. ¿Cuál es la cosa viviente más vieja del mundo? ¿Qué es lo que vive más
años que cualquier otra cosa?»
Charlie. — Un árbol.
Sr. Wonka. — ¡Exactamente, Charlie! Pero ¿qué clase de árbol? El abeto
Douglas, no. Tampoco el pino gigante de California. Y tampoco la sequoia. No,
muchacho. Es un árbol llamado pino Bristlecone que crece en las colinas del Pico
Wheeler, en Nevada, Estados Unidos. ¡Actualmente, pueden encontrarse pinos
Bristlecone en el Pico Wheeler que tienen más de cuatro mil años! Esto es un
hecho, Charlie. Pregúntaselo a cualquier dendrocronólogo (y busca esa palabra
en tu diccionario cuando llegues a casa, ¿quieres?). De modo que eso me dio un

67
Transliteración dramatúrgica elaborada por Mario Sánchez Vanegas
punto de partida. Me monté en el Gran Ascensor de Cristal y me fui por todo el
mundo recogiendo cosas que pertenecieran a los seres más viejos del mundo...
UN CUARTILLO DE SAVIA DE UN PINO BRISTLECONE DE 4.000 AÑOS.
LOS RECORTES DE UÑAS DE UN GRANJERO RUSO DE 168 AÑOS LLAMADO
PETROVITCH GREGOROVITCH.
UN HUEVO PUESTO POR UNA TORTUGA DE 200 AÑOS PERTENECIENTE AL
REY DE TONGA.
LA COLA DE UN CABALLO DE 51 AÑOS EN ARABIA.
LOS BIGOTES DE UN GATO DE 36 AÑOS LLAMADO CRUMPETS.
UNA VIEJA PULGA QUE HABÍA VIVIDO SOBRE CRUMPETS DURANTE 36
AÑOS.
LA COLA DE UNA RATA GIGANTE DE 207 AÑOS DEL TIBET.
LAS MUELAS DE UN GRIMALKIN DE 97 AÑOS QUE VIVÍA EN UNA CUEVA EN
EL MONTE POPOCATEPETL.
LOS NUDILLOS DE UN CATALU DE 700 AÑOS DEL PERÚ...
Por todo el mundo, Charlie, busqué los animales más viejos y les quité algo a cada
uno... Un pelo, o una ceja, y a veces nada más que una o dos onzas de
mermelada de pies que les quitaba de entre los dedos de los pies mientras
dormían. Busqué al CERDO SILBANTE, AL BOBO LINGO, AL CURACO, A LA
POLIRANA, AL CURLICO GIGANTE, AL BUREJO Y AL CHORRILLO
VENENOSO, que puede escupirte veneno en un ojo a cincuenta yardas de
distancia. Pero ahora no hay tiempo para hablarte de todos ellos, Charlie. Déjame
decirte rápidamente que, al fin, después de mucho mezclar y hervir y probar en mi
Sala de Pruebas, produje una diminuta tacita de un líquido negro y aceitoso y le di
cuatro gotas del mismo a un valiente voluntario Oompa-Loompa de veinte años
para ver lo que ocurría.
Charlie. — ¿Y qué ocurrió?
Sr. Wonka. — ¡Fue fantástico! ¡En el momento en que lo tomó, empezó a
arrugarse y a encogerse y empezó a caérsele el pelo y los dientes, y antes de que
pudiera darme cuenta de lo que estaba ocurriendo se había convertido en un

68
Transliteración dramatúrgica elaborada por Mario Sánchez Vanegas
hombre de setenta y cinco años! Y así, mi querido Charlie, fue inventado el
Wonka-Vita.
Charlie. — ¿Rescató usted a todos los Oompa-Loompas Menos, señor Wonka?
Sr. Wonka. — ¡A todos y cada uno de ellos, muchacho! ¡Ciento treinta y uno en
total! Claro que no fue tan fácil como parece. Tuvimos muchas complicaciones
durante el proceso. (Pausa) ¡Dios santo! Casi hemos llegado. Ahora debo dejar de
hablar y fijarme por dónde vamos. (El Ascensor, ahora, se desliza lentamente)
Desabróchate el cinturón. Tenemos que prepararnos para la acción. (Se abren las
puertas del Ascensor) ¡Atrás! ¡Hagás lo que hagas, Charlie, no te caigas fuera!

Vemos algo escalofriante. El Ascensor flota en medio de una niebla densa, oscura,
casi negra, en remolinos. Un olor rancio y mohoso invade el Ascensor y un silencio
impresionante. Están en medio del vacío inhumano…

Sr. Wonka (Susurra). — Menoslandia. Aquí es, Charlie. El problema ahora es


encontrarla. Puede que tengamos suerte. Y, por otro lado, puede que no la
tengamos.

69
Transliteración dramatúrgica elaborada por Mario Sánchez Vanegas
ESCENA XVII
¡Al rescate!... mientras el Ascensor se balancea y patina en medio de la niebla
negruzca y aceitosa a su alrededor.

Charlie (Susurra). — Este sitio no me gusta nada. Me da escalofríos.


Sr. Wonka (Susurra) — A mí también. Pero tenemos un trabajo que hacer,
Charlie, y debemos llevarlo a cabo.
Charlie. — ¿Viven aquí algunos otros seres, señor Wonka?
Sr. Wonka. — Muchos Gnoolis.
Charlie. — ¿Son peligrosos?
Sr. Wonka. — Si te pican, lo son. Como te pique un Gnooli, muchacho, estás listo.
Charlie. — ¿Qué aspecto tiene un Gnooli, señor Wonka?
Sr. Wonka. — No tienen aspecto de nada, Charlie. No pueden tenerlo.
Charlie. — ¿Quiere usted decir que nunca ha visto a uno?
Sr. Wonka. — Los Gnoolis no pueden verse, muchacho. No pueden siquiera
sentirse..., hasta que te pican. Entonces es demasiado tarde. Ya te tienen.
Charlie. — ¿Quiere usted decir que podría haber nubes de ellos a nuestro
alrededor en este mismo momento?
Sr. Wonka. — Es posible.
Charlie (Con piel de gallina). — ¿Uno muere enseguida?
Sr. Wonka. — Primero quedas restado... Un poco más tarde, quedas dividido...,
pero muy lentamente. Lleva mucho tiempo... Es una división larga, y muy dolo-
rosa. Después, te conviertes en uno de ellos.
Charlie. — ¿No podríamos cerrar las puertas?
Sr. Wonka. — Me temo que no, muchacho. No veríamos nada a través del cristal.
Hay demasiada niebla y humedad. De todas maneras, no será fácil encontrar a tu
abuela.
Charlie (Para sí). — Así es como debe ser el infierno, pero sin fuego. El infierno
sin fuego. Todo esto tiene algo de corrupto, de diabólico. (Cree sentir un pinchazo.
Brinca casi fuera del Ascensor)
Sr. Wonka. — Perdona. He sido yo.
70
Transliteración dramatúrgica elaborada por Mario Sánchez Vanegas
Charlie (Aliviado) —¡Oohhh! Por un momento, pensé...
Sr. Wonka. — Ya sé lo que pensaste, Charlie... Y, por cierto, me alegro mucho de
que estés conmigo. ¿Qué te parecería venir aquí solo, como he hecho yo..., como
he tenido que hacer muchas veces?
Charlie. — No me gustaría nada.
Sr. Wonka. — Allí está. Ah, no, no. ¡Qué pena! Podría haber jurado que la vi por
un momento al borde de esa zona más oscura. Sigue mirando, Charlie.
Charlie. — ¡Allí! ¡Allí está! ¡Mire!
Sr. Wonka. — ¿Dónde? ¡Señálala con el dedo, Charlie!
Charlie. — Ha.… ha vuelto a desaparecer. Es como si se hubiera desvanecido.
(Pausa larga y llena de niebla aceitosa. Grita) ¡Allí! ¡De prisa! ¡Allí está! ¿Puede
verla?
Sr. Wonka (Presionando botones). — ¡Sí, Charlie! ¡Ya la veo! Voy a acercarme.
Charlie (Grita) — ¡Abuela! ¡Hemos venido a buscarte, abuela!
(Vemos que la abuela Georgina flota en medio del vapor, casi trasparente. El
Ascensor se va a acercando a ella. Susurra) ¿Por qué está recostada?
Sr. Wonka. — Porque es una Menos, Charlie. Ya sabes cómo es el signo de la
resta... Así.
Charlie (Saca su brazo y al tocarla, le atraviesa el cuerpo, transparente) —
¡Abuela! (Ella empieza a alejarse)
Sr. Wonka (Sacando un pulverizador del interior de su frac). — ¡Retrocede!
(Apunta con el pulverizador a la abuela Georgina disparándole una fina nube
negra, una… dos… tres veces. La abuela Georgina desaparece. Grita
emocionado) ¡He dado en el blanco! Le he dado con los dos cañones. Ahora ya es
una Más. ¡Ahí tienes el resultado del Wonka-Vita!
Charlie. — ¿Dónde se ha ido?
Sr. Wonka (Aprieta botones. Se cierran las puertas. El Ascensor asciende hacia la
Fábrica de Chocolate). —De vuelta al sitio de donde había venido, por supuesto. A
la fábrica. Ya ha dejado de ser una Menos, muchacho. ¡Ahora es una perfecta
Más! Bien, vámonos. ¡Salgamos rápidamente de aquí, antes de que los Gnoolis
nos encuentren! (Pausa) Siéntate y abróchate otra vez el cinturón, Charlie. Esta

71
Transliteración dramatúrgica elaborada por Mario Sánchez Vanegas
vez subiremos directamente en línea recta. (El Ascensor sube rugiendo. El Sr.
Wonka guarda su pulverizador) Es una pena que tenga que utilizarse una cosa tan
burda como ésta. Pero no hay otra manera de hacerlo. Lo ideal, por supuesto,
sería poder medir la dosis adecuada en una cucharilla y administrarla
directamente por la boca. Pero es imposible darle algo de comer a un Menos. Es
como si uno intentase darle de comer a su propia sombra. Por eso tengo que
utilizar un pulverizador. ¡Hay que pulverizarles, muchacho! ¡Es la única manera!
Charlie. — Pero dio resultado, ¿verdad?
Sr. Wonka. — Oh, claro que dio resultado, Charlie. ¡Un resultado magnífico! Lo
único que digo es que es muy probable que le haya administrado una ligera
sobredosis...
Charlie. — No comprendo lo que quiere decir, señor Wonka.
Sr. Wonka. — Mi querido muchacho, sólo se necesitan cuatro gotas de Wonka-
Vita para convertir en un viejo a un joven Oompa-Loompa...
Charlie (Angustiado). — ¿Quiere usted decir que la abuela Georgina podría haber
tomado demasiado?
Sr. Wonka. — Me temo que sí.
Charlie. — Pero, entonces, ¿por qué le ha dado tanto? ¿Por qué la roció tres
veces? ¡Debe haberle dado varias pintas de ese líquido!
Sr. Wonka. — ¡Galones! (Se golpe la cabeza de testarudo) ¡Galones y galones!
Pero no dejes que eso te preocupe, mi querido Charlie. ¡Lo importante es que la
hayamos traído de vuelta! Ya ha dejado de ser una Menos. ¡Ahora es una Más!
Ella es tan Más como puede ser.
Ella es aún Más que yo y que usted.
Y la cuestión es ahora:
¿qué edad tiene esta señora?
¿Pasará de ciento tres?

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Transliteración dramatúrgica elaborada por Mario Sánchez Vanegas
ESCENA XVIII

La persona más vieja del mundo…

Sr. Wonka (Mientras el Ascensor se detiene). — ¡Regresamos triunfantes,


Charlie! ¡Una vez más tu querida familia volverá a estar toda junta!

Vemos que todos, junto a los Oompa-Loompas, esperan en la Sala de Chocolate


que queda junto al río de chocolate. En medio, la cama…

Joe. — ¡Charlie! ¡Gracias a Dios que has vuelto!


Charlie. — ¿Está aquí la abuela Georgina?

Silencio largo, profundo e incómodo, hasta que el abuelo Joe señala con su dedo
hacia la cama en la que yacen los dos bebés, Josephine y George, una especie de
antiquísimo fósil con tantas arrugas que la boca, los ojos y hasta la nariz estaban
hundidas hasta hacerse casi invisibles, además, regurgita como una rana, si una
rana hablara…

Sr. Wonka. — No te alarmes, Charlie. Es lógico que haya envejecido demasiado.


Ya te lo había advertido.
Sra. Bucket. — ¿Qué le ha hecho? ¡Mi pobre madre!
Georgina (Con voz de rana, croó) —Vaya, vaya, vaya. Si es mi querido Charlie.
Charlie. — ¡Abuela! ¡Abuela Georgina! ¡Oh... Oh... Oh!
Sr. Wonka. — ¡Mi querida señora! ¡Bienvenida a casa! ¿Cómo se encuentra en
este brillante y hermoso día?
Georgina. — Bastante bien. Bastante bien, considerando mi edad.
Sr. Wonka. — ¡Bien dicho! ¡Así me gusta! ¡Lo único que tenemos que hacer ahora
es averiguar exactamente cuántos años tiene usted ahora! ¡Entonces podremos
tomar nuevas medidas!

73
Transliteración dramatúrgica elaborada por Mario Sánchez Vanegas
Sra. Bucket. — Usted no tomará ninguna nueva medida. ¡Ya ha causado
bastantes daños!
Sr. Wonka. — Pero mi querida y confundida señora, ¿qué importa que la anciana
se haya vuelto un poco demasiado vieja? ¡Podemos corregir eso en un santiamén!
¿Ha olvidado la Vita-Wonka? ¿Ha olvidado que cada tableta la vuelve veinte años
más joven? ¡La recuperaremos! ¡La transformaremos en una sonrosada damisela
en menos que canta un gallo!
Sra. Bucket. — ¿Y de qué servirá eso cuando su marido aún lleva pañales?
Sr. Wonka. — Señora, hagamos una cosa a la vez.
Sra. Bucket. — ¡Le prohíbo que le dé esa horrible Vita-Wonka! ¡Lo más seguro es
que vuelva a convertirla en una Menos!
Georgina. — No quiero ser una Menos. Si alguna vez tengo que volver a esa
espantosa Menoslandia, los Gnoolis me devorarán.
Sr. Wonka. — No tema. Esta vez yo mismo supervisaré la administración del
medicamento. Me encargaré personalmente de que se le dé la dosis adecuada.
¡Pero escúcheme con atención! No podré decidir cuántas píldoras debo darle
hasta que no sepa exactamente la edad que tiene. Eso es evidente, ¿verdad?
Sra. Bucket. — No es para nada evidente. ¿Por qué no puede darle una píldora a
la vez sin correr ningún riesgo?
Sr. Wonka. — Imposible, señora. En casos tan serios como éstos, el Vita-Wonka
no surte efecto ninguno si se administra en pequeñas dosis. Hay que dárselo todo
de golpe. Hay que darle una dosis muy fuerte. Una sola píldora no le haría
absolutamente nada. Está demasiado vieja para eso. Es todo o nada.
Sra. Bucket (Firme) — No.
Sr. Wonka. — Sí. Querida señora, escúcheme, por favor. Si tiene usted un fuerte
dolor de cabeza y necesita tres aspirinas para curárselo, no le servirá de nada
tomarse una a la vez y esperar cuatro horas entre cada una. De ese modo no se le
quitará nunca. Tiene que tomárselas todas de golpe. Lo mismo ocurre con el Vita-
Wonka. ¿Me permite proceder?
Sra. Bucket. — Oh, está bien. Supongo que no hay más remedio.

74
Transliteración dramatúrgica elaborada por Mario Sánchez Vanegas
Sr. Wonka. — Bien. Veamos, ¿qué edad tiene usted, mi querida abuela
Georgina?
Georgina. — No lo sé (Croó) Perdí la cuenta de ello hace muchos, muchos años.
Sr. Wonka. — ¿No tiene ni siquiera una idea?
Georgina. — Claro que no. Tampoco usted la tendría si fuera tan viejo como yo.
Sr. Wonka. — ¡Piense! ¡Tiene que concentrarse! (Pausa de expectativa) ¿Tiene
usted, por ejemplo, cien años? ¿O ciento diez? ¿O ciento veinte?
Georgina. — ¡No sirve de nada! ¡Mi cabeza nunca ha sido buena para los
números!
Sr. Wonka. — ¡Esto es una catástrofe! ¡Si no puede decirme la edad que tiene, no
puedo ayudarla! ¡No puedo arriesgarme a darle una sobredosis!
Sra. Bucket. — Esta vez sí que la ha hecho buena, ¿eh?
Charlie. — Abuela, escucha, abuela, no te preocupes pensando en qué edad
puedas tener exactamente. Intenta pensar en algún acontecimiento. Piensa en
algo que te haya ocurrido a ti. Lo que sea..., algo que sea lo más antiguo posible.
Eso podría ayudarnos.
Georgina. — Me han ocurrido muchas cosas, Charlie. Me han ocurrido tantas
cosas...
Charlie. — ¿Pero puedes recordar alguna de ellas, abuela?
Georgina. — Oh, no lo sé, cariño. Supongo que podría recordar una o dos si me
esforzara lo suficiente.
Charlie. — ¡Bien, abuela! ¡Bien! Dime, ¿qué es lo primero que recuerdas de toda
tu vida?
Georgina. — Oh, mi querido muchacho, eso significa retroceder muchos años,
¿verdad?
Charlie. — Cuando eras pequeña, abuela, como yo. ¿No recuerdas algo de lo que
hacías cuando eras pequeña?
Georgina. — Había un barco. Me acuerdo de un barco. Nunca podría olvidar a
ese barco...
Charlie. — ¡Sigue, abuela! ¿Un barco? ¿Qué clase de barco? ¿Tú viajaste en él?
Georgina. — Claro que viajé en él, cariño. Todos viajamos en él.

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Transliteración dramatúrgica elaborada por Mario Sánchez Vanegas
Charlie. — ¿Desde dónde? ¿Hacia dónde?
Georgina. — Oh, no, eso no podría decírtelo. Yo era sólo una niña muy pequeña.
(Parece dormirse) Ese barco tenía un nombre muy bonito. Había algo tan
hermoso, tan hermoso acerca de ese nombre. Pero me sería imposible
recordarlo...
Charlie. — ¿Si te dijera el nombre, abuela, lo recordarías?
Georgina. — Puede ser, Charlie... Sí, quizá pudiera...
Charlie. — ¡El MAYFLOWER!
Georgina (Abre los ojos y eleva la cabeza. Croa) — ¡Eso es! ¡Tú lo has dicho,
Charlie! El Mayflower... Qué nombre más bonito...
Charlie. — ¡Abuelo! ¿En qué año zarpó el Mayflower?
Joe. — El Mayflower zarpó del puerto de Plymouth el 6 de septiembre de 1620.
Georgina. — Plymouth. Sí, eso me suena. Sí, estoy segura de que era Plymouth.
Charlie. — ¡Mil seiscientos veinte! ¡Oh, Dios mío! Eso significa que tienes... Haz tú
la cuenta, abuelo.
Joe. — Veamos. Si restamos mil seiscientos veinte de mil novecientos setenta y
dos, nos quedan... No me apures, Charlie. Nos quedan trescientos cincuenta y
dos.
Charlie. — Tiene más. ¿Qué edad has dicho que tenías cuando viajaste en el
Mayflower, abuela? ¿Unos ocho años?
Georgina. — Creo que era aún más pequeña, cariño. Era una niña muy
pequeñita. Probablemente no tendría más de seis.
Charlie. — ¡Entonces tiene trescientos cincuenta y ocho años!
Sr. Wonka. — ¡Eso es el Wonka-Vita! Ya les dije que era muy potente.
Sr. Bucket. — Trescientos cincuenta y ocho años. ¡Es increíble!
Joe. — ¡Imaginaos las cosas que debe haber visto durante su vida!
Sra. Bucket. — ¡Mi pobre madre! ¿Qué va a.…?
Sr. Wonka. — Paciencia, querida señora. Ahora viene la parte interesante. ¡Que
traigan el Vita-Wonka! (Un Oompa-Loompa se adelanta corriendo con un gran
frasco y se lo da al Sr. Wonka que, a su vez, lo pone sobre la cama) ¿Qué edad
quiere tener?

76
Transliteración dramatúrgica elaborada por Mario Sánchez Vanegas
Sra. Bucket (Firme) — Setenta y ocho. Exactamente la edad que tenía antes de
que empezara todo esto.
Sr. Bucket. — ¿Pero no le gustaría ser un poco más joven?
Sra. Bucket. — ¡Claro que no! ¡Es demasiado arriesgado!
Georgina. — ¡Demasiado arriesgado, demasiado arriesgado! Volverá a
convertirme en una Menos como intente pasarse de listo.
Sr. Wonka. — Como usted quiera. Bueno, veamos. Tengo que hacer unas
cuentas.
Escribe sobre una pizarra que le ha traído un Oompa-Loompa:

Edad actual de la persona… 358


Edad que quiere tener… 78
(restar de la anterior)
N° de años que debe hacerse
más joven… 280
Si cada píldora Wonka-Vite vuelve
20 años más joven, debemos dividir
280 entre 20 para saber cuántas
píldoras se han de tomar:
280:20= 14

Sr. Wonka. — Catorce píldoras de Vita-Wonka exactamente (Los Oompa-Loompa


se llevan la pizarra) ¡Agua! (Otro Oompa-Loompa corre hacia él con un vaso de
agua. El señor Wonka echa las catorce píldoras en el vaso. El agua empieza a
burbujear) Bébaselo mientras esté burbujeando. Todo de un trago. (La abuela
Georgina, se lo bebe. Sacando un reloj de su bolsillo) ¡No olviden que es un año
por segundo! ¡Tiene que perder doscientos ochenta años! ¡Eso le llevará cuatro
minutos y cuarenta segundos! ¡Observen cómo pasan los siglos! (Silencio
profundo y lleno de expectativa) ¡Ha pasado un minuto! Tiene sesenta años
menos.
Sr. Bucket. — A mí me parece que está igual.
Sr. Wonka. — Claro que lo está. ¿Qué son sesenta años cuando se tienen más
de trescientos?
Sra. Bucket. — ¿Te encuentras bien, mamá? ¡Dime algo, mamá!
77
Transliteración dramatúrgica elaborada por Mario Sánchez Vanegas
Sr. Wonka. — ¡Han pasado dos minutos! ¡Ahora tiene ciento veinte años menos!

Vemos como, lentamente, la abuela Georgina va pasando de fósil a anciana…

Sra. Bucket. — ¡Mamá! ¿Te encuentras bien? ¡Háblame mamá, por favor!
Georgina (Súbitamente se para en la cama) — ¿Escuchen las noticias! ¿El
almirante Nelson ha derrotado a los franceses en Trafalgar!
Sr. Bucket. — ¡Se está volviendo loca!
Sr. Wonka. — Nada de eso. Está pasando por el siglo dieciocho. (Mira su reloj)
Han pasado tres minutos.
Georgina. — ¡Gettysburg! ¡El general Lee ha huido! (Angustiada) ¡Está muerto,
está muerto, está muerto!
Sr. Bucket. — ¿Quién está muerto?
Georgina. — ¡Lincoln! Allá va el tren...
Charlie. — ¡Debe haberlo visto! ¡Debe haber estado allí!
Sr. Wonka. — Está allí. Al menos lo estaba hace unos segundos.
Sra. Bucket. — ¿Quiere alguien explicarme, por favor, lo que está ocurriendo...?
Sr. Wonka. — ¡Han pasado cuatro minutos! ¡Sólo quedan cuarenta segundos!
¡Sólo tiene que perder cuarenta años!
Charlie. — ¡Abuela! ¡Tienes casi el mismo aspecto de siempre! ¡Oh, qué contento
estoy!
Sra. Bucket. — Siempre que se detenga en el momento apropiado.
Sr. Bucket. — Apuesto a que no. Siempre hay algo que sale mal.
Sr. Wonka. — No, cuando yo me encargo de ello, señor. Se ha acabado el
tiempo. ¡Ahora tiene setenta y ocho años! ¿Cómo se siente, querida señora?
¿Todo va bien?
Georgina. — Me siento tolerablemente bien. Pero sólo tolerablemente. ¡Y eso no
es gracias a usted, viejo mamarracho! (Después de que todos le abrazan,
pregunta gruñona) ¿Puedo preguntar qué hacen sobre la cama esos dos bebés?
Sr. Bucket. — Uno de ellos es tu marido.
Georgina. — ¡Tonterías! ¿Dónde está George?

78
Transliteración dramatúrgica elaborada por Mario Sánchez Vanegas
Sra. Bucket. — Me temo que es verdad, mamá. Él es el de la izquierda. La otra es
Josephine.
Georgina (Al Sr. Wonka). — ¡Usted...! ¡Usted es un viejo entrometido! ¿Qué
significa todo esto...?
Sr. Wonka. — ¡Vamos, vamos, vamos! Por favor, no tengamos otra pelea a estas
alturas del día. ¡Si todo el mundo conserva la calma y deja esto en manos de
Charlie y mías, los devolveremos a su edad normal en menos que canta un gallo!

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Transliteración dramatúrgica elaborada por Mario Sánchez Vanegas
ESCENA XIX

Crecen los bebés…

Sr. Wonka. — ¡Traedme el Wonka-Vita! Pronto arreglaremos a estos dos bebés.


(Un Oompa-Loompa se adelanta corriendo con un pequeño frasco y dos
cucharillas de plata)
Georgina. — ¡Espere un momento! ¿Qué es lo que está tramando ahora?
Charlie. — No es nada, abuela. Te aseguro que no es nada. El Wonka-Vita hace
lo contrario que el Vita-Wonka. Te vuelve más viejo. Es lo que te dimos a ti cuando
eras una Menos. ¡Es lo que te salvó!
Georgina. — ¡Me disteis demasiado!
Charlie. — Tuvimos que hacerlo, abuela.
Georgina. — ¡Y ahora queréis hacer lo mismo con el abuelo George!
Charlie. — Claro que no.
Georgina. — Acabé teniendo trescientos cincuenta y ocho años. ¿Por qué no
ibais a cometer otro pequeño error y darle cincuenta veces más de lo que me
disteis a mí? Entonces me encontraría de pronto con que tengo un hombre de las
cavernas de veinte mil años a mi lado en la cama. ¡Imagináoslo! Un hombre con
un garrote en la mano que me arrastre por los pelos. ¡No, gracias!
Charlie. — Abuela, contigo tuvimos que utilizar un pulverizador porque eras una
Menos. Eras un fantasma. Pero en este caso, el señor Wonka puede...
Georgina (Grita). — ¡No me hables de ese hombre! ¡Está más loco que una
cabra!
Charlie. — ¡No, abuela, no lo está! En este caso, puede medir la dosis
exactamente, gota a gota, y dársela por la boca. ¿Verdad, señor Wonka?
Sr. Wonka. — Charlie, veo que la fábrica va a quedar en buenas manos cuando
yo me retire. Aprendes muy rápido. ¡Estoy tan contento de haberte elegido a ti, mi
querido muchacho! Muy contento. Bien, ¿cuál es el veredicto? ¿Les dejamos
como bebés, o les hacemos crecer con el Wonka-Vita?

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Transliteración dramatúrgica elaborada por Mario Sánchez Vanegas
Joe. — Adelante, señor Wonka. Me gustaría que hiciera crecer a mi Josie para
que volviera a tener la edad que tenía antes. Ochenta años.
Sr. Wonka. — Gracias, señor. Le agradezco la confianza que deposita en mí.
Pero ¿y el otro? ¿Y el abuelo George?
Georgina (A regaña dientes) — Oh, está bien. ¡Pero si acaba como un hombre de
las cavernas, ya no lo quiero en esta cama!
Sr. Wonka. — Entonces ya está decidido. Vamos, Charlie. Lo haremos con los
dos a la vez. Tú coge una cucharilla y yo cogeré la otra. Mediré cuatro gotas, sólo
cuatro gotas, en cada una de ellas, y luego los despertaremos y se las daremos
por la boca.
Charlie. — ¿De cuál de ellos me ocupo yo, señor Wonka?
Sr. Wonka. — De la abuela Josephine, que es la más pequeña. Yo me encargo
del abuelo George, el de un año. Aquí tienes tu cucharilla.
Joe. — ¿No tendría alguien que sostener a los bebés mientras se lo dan? Yo
sostendré a la abuela Josephine.
Sr. Wonka. — ¿Está loco? ¿No se da cuenta de que el Wonka-Vita actúa
instantáneamente? No es un año por segundo, como con el Vita-Wonka. ¡El
Wonka-Vita es rápido como un rayo! ¡En el momento en que se traga la medicina
¡Ping! ¡Ocurre todo! Se vuelven más grandes y se hacen más viejos en un
segundo. ¿No comprende, mi querido señor, que en un momento estará
sosteniendo a un pequeño bebé en los brazos, y un segundo más tarde se
encontrará con una mujer de ochenta años? ¡La dejará caer como un saco de
patatas!
Joe. — Comprendo lo que quiere decir.
Sr. Wonka. — ¿Estás listo, Charlie?
Charlie. — Estoy listo, señor Wonka.
Sr. Wonka. — ¡Los dos a la vez, Charlie! ¡Una, dos y tres! ¡Dáselo!
(Cada uno sostiene la cabeza de un bebé con su mano, mientras con la otra dan
las gotas) ¡Asegúrate de que se lo trague! ¡No hará efecto hasta que no les llegue
al estómago!

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Transliteración dramatúrgica elaborada por Mario Sánchez Vanegas
Un segundo, sólo un segundo, y ¡Ping! vemos como los dos bebés cambian a la
abuela Josephine y al abuelo George.

Josephine. — Hola, cariño. ¿De dónde vienes tú?


Joe. — ¡Josie! ¡Qué maravilla! ¡Has vuelto!
Josephine. — No sabía que me había ido.
Georgina (A George) — Eras más guapo como bebé. Pero me alegro de que
hayas vuelto a crecer, George..., por una razón.
George. — ¿Cuál?
Georgina. — Ya no volverás a mojar la cama.

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Transliteración dramatúrgica elaborada por Mario Sánchez Vanegas
ESCENA XX

Cómo sacar a alguien de la cama…

Sr. Wonka. — Estoy seguro, completamente seguro de que los tres, después de
lo que han pasado, querrán salir de la cama y ayudarnos a dirigir la Fábrica de
Chocolate.
Josephine. — ¿Quiénes, nosotros?
Sr. Wonka. — Sí, ustedes.
Georgina. — ¿Está usted loco? ¡Yo pienso quedarme donde estoy, en esta
cómoda cama, muchas gracias!
George. — ¡Yo también!

Tras una algarabía de los Oompa-Loompas, uno de ellos irrumpe en la Sala de


Chocolate con un gran sobre y le susurra al oído al Sr. Wonka…

Sr. Wonka (Grita). — ¿A las puertas de la fábrica? ¡Hombres! ¿Qué clase de


hombres?... Sí, pero ¿parecen peligrosos? ¿ACTÚAN amenazadoramente?... ¿Y
un qué?... ¡UN HELICÓPTERO!... ¿Y estos hombres vinieron en él?... ¿Te dieron
esto?

Silencio de expectativa, mientras el Sr. Wonka abre el sobre y lee lo que hay en su
interior. El sonido del helicóptero, no ayuda para nada a distensionar el ambiente.
Grita el Sr. Wonka…

Sr. Wonka. — ¡Por las barbas de Mustafá! (Brinca emocionado) ¡Por los bigotes
de Nabucodonosor! Escuchen esto. ¡Escuchen esto!

Lee en voz alta:

83
Transliteración dramatúrgica elaborada por Mario Sánchez Vanegas
La Casa Blanca Washington, d.c.
al Sr. Willy Wonka
Señor:
Hoy, el país entero o mejor dicho, el mundo entero,
celebra el retorno del espacio de nuestra cápsula
conmutadora con 136 personas a bordo. De no haber sido
por la ayuda que recibieron de una nave espacial
desconocida, estas 136 personas no hubieran podido
volver. Se me ha informado que el valor demostrado por
los ocho astronautas a bordo de la nave fue
extraordinario. Nuestras estaciones de radar, que
siguieron a esta nave espacial en su retorno a la
tierra, descubrieron que aterrizó en un lugar conocido
como la Fábrica de Chocolate del señor Wonka. es por
eso, señor, que le hago entrega de esta carta.
Quisiera manifestarle la gratitud de la Nación invitando
a esos ocho astronautas increíblemente valientes a
visitar la Casa Blanca y permanecer en ella unos días
como mis honorables huéspedes. Esta noche celebraré una
fiesta en la Sala Azul, durante la cual yo mismo
impondré medallas al valor a los ocho intrépidos
pilotos. Las personalidades más importantes del país
estarán presentes en esta reunión para saludar a los
héroes cuyas asombrosas hazañas quedarán inscritas para
siempre en la historia de la Nación. Entre los
asistentes se encontrarán la vicepresidenta, señorita
Elvira Tibes; todos los miembros de mi gabinete, los
comandantes en jefe del ejército, la marina y las
fuerzas aéreas, todos los miembros del congreso, un
famoso tragador de espadas de Afganistán que me está
enseñando a tragarme mil palabras (con un poco de salsa
de tomate no saben tan mal). ¿Y quién más va a venir?
Ah, sí, mi jefe de intérpretes, los gobernadores de
todos los estados de la unión y, por supuesto, mi gata,
la Sra. Taubsy-puss.
Un helicóptero les espera fuera a todos ustedes y yo
mismo aguardo su llegada a la Casa Blanca con el mayor
placer e impaciencia.
Queda suyo atentamente,
Lancelot R. Gilligrass
PRESIDENTE DE LOS ESTADOS UNIDOS

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Transliteración dramatúrgica elaborada por Mario Sánchez Vanegas
PD. Por favor, ¿podría traerme unas cuantas chocolatinas
wonka? Me encantan, y todo el mundo me las roba
constantemente del cajón de mi escritorio. y no se lo
diga a Nanny.

Después de un silencio desconcertante…

Joe. — ¡Yiiiipiiíi! (Canta) ¡Iremos, Charlie! ¡Iremos a la Casa Blanca después de


todo!
Sr. Wonka (Después de brincar y abrazarse con todos) — ¡Vamos, vamos! ¡No
debemos demorarnos! Vamos, Charlie. ¡Y usted, abuelo Joe! ¡Y ustedes, señor y
señora Bucket! ¡El helicóptero está en la puerta! ¡No podemos hacerle esperar!
Georgina. — ¡Eh! ¿Y nosotros? ¡A nosotros también nos invitaron, no lo olvide!
Josephine. — ¡Decía que los ocho estábamos invitados!
George. — ¡Y eso me incluye a mí!
Sr. Wonka. — Por supuesto que les incluye. Pero no podemos meter esa cama en
el helicóptero. No entraría por la puerta.
Georgina. — ¿Quiere usted decir..., quiere usted decir que si no nos levantamos
de la cama no podemos ir?
Sr. Wonka. — Eso es exactamente lo que quiero decir. Sigue caminando, Charlie.
Sigue caminando hacia la puerta.
Georgina, George y Josephine (Lanzan sábanas por los aires)—¡Espérenos!
¡Espérenos!
Josephine. — ¡Esperen! ¡Debemos estar locos! ¡No podemos ir a una fiesta de la
Casa Blanca en camisón! ¡No podemos presentarnos prácticamente desnudos
ante toda esa gente mientras el presidente nos entrega las medallas!
Georgina. — ¡Ohhhh! Oh, ¿qué vamos a hacer?
Sr. Wonka. — ¿No tienen ninguna ropa que ponerse?
Josephine. — ¡Claro que no! ¡No hemos salido de esa cama en veinte años!
Georgina. — ¡No podemos ir! ¡Tendremos que quedarnos!
George. — ¿No podríamos comprar algo en alguna tienda?
Josephine. — ¿Con qué? ¡No tenemos dinero!

85
Transliteración dramatúrgica elaborada por Mario Sánchez Vanegas
Sr. Wonka. — ¡Dinero! ¡Por favor, no se preocupen por eso! ¡Yo tengo muchísimo
dinero!
Charlie. — Escuchen. ¿Por qué no le pedimos al piloto del helicóptero que
aterrice en el techo de unos grandes almacenes por el camino? ¡Pueden bajar y
comprar exactamente lo que quieran!
Sr. Wonka. — ¡Charlie! ¿Qué haríamos sin ti? ¡Eres listísimo! ¡Adelante, todo el
mundo! ¡Nos vamos a la Casa Blanca!

Salen todos bailando de la Sala de Chocolate hacia el helicóptero, donde les


esperan señores muy importantes y que se inclinan ante ellos saludándoles.

Joe. — Bueno, Charlie, ha sido un día muy movido.


Charlie (Sonriendo). — Aún no ha terminado. Ni siquiera ha empezado todavía.

FIN

86
Transliteración dramatúrgica elaborada por Mario Sánchez Vanegas

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