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UNIVERSIDAD POPULAR DEL CESAR

FACULTAD DE INGENIERIAS Y TECNOLOGICAS


ASIGNATURA BIOQUIMICA
DOCENTE ALVARO HERNAN CHARRY QUINTERO

BIOELEMENTOS
La bioquímica estudia la composición química de los seres vivos, la base química que hace
posible el soporte de la vida; es decir, las moléculas que componen las células y los tejidos,
y que, con sus reacciones, catalizan el metabolismo celular permitiendo funciones
fundamentales como la digestión, la fotosíntesis, la inmunidad, la protección, la reparación,
etc. En fin, es estudio de biomoléculas y biosistemas.

El entendido de que todo ser vivo contiene carbono es base conceptual y existencial para
la bioquímica dado que es su campo de ejercicio y estudio. Significa que hay una química
de la vida, que existen moléculas y composiciones que imprescindiblemente forman parte
estructural de cualquier especie de vida conocida. Véase:

De los 92 elementos naturales conocidos, solamente 25 elementos forman parte de la


materia viviente. De estos 25 elementos, el Carbono, el Oxígeno, el Hidrógeno y el
Nitrógeno están presentes en el 96 % de las moléculas de la vida. Los elementos restantes
llegan a formar parte del 4 % de la materia viva, siendo los más importantes el Fósforo, el
Potasio, el Calcio y el Azufre. (1)

Existen, luego, moléculas de la vida, primordialmente de carbono, más apropiadamente


conocidas como “biomoléculas”. O de otro modo: existen elementos primordiales y
constantes en la composición de la materia viva llamados “bioelementos”, los cuales son,
como se dijo en la cita, carbono, oxígeno, hidrógeno y nitrógeno.

El hecho de que la bioquímica estudie la composición de la vida, es decir, la materia que


contiene carbono, delimita su objeto y acción básicamente sobre los denominados
compuestos orgánicos, que son las moléculas contentivas de carbono.

Tales compuestos orgánicos pueden clasificarse de variadas maneras, atendiendo a su


origen, estructura, peso molecular, etc. Según su origen (origen natural y no sintético), por
ejemplo, pueden desglosarse en carbohidratos, lípidos, proteínas, ácidos nucleicos y
moléculas pequeñas,

biosintetizados o presentes en los seres vivos, a diferencia de otros también orgánicos

pero generados “sin la intervención de ningún ser vivo, en ambientes extracelulares y


extravirales” (2), como los de origen geológico cual el benceno (presente en el petróleo) o
de síntesis planetaria cual el ácido fórmico.

Según su origen, los hay también sintéticos, obtenidos mediante procesos artificiales, como
la úrea sintetizada por Wöhler.
De entre los compuestos naturales, biosintetizados, la bioquímica se centra especialmente
en los siguientes tres grupos: carbohidratos, lípidos y proteínas, sobremanera sobre éste
último. Las proteínas, muchas de ellas enzimas, históricamente han acaparado la atención
del estudio bioquímico, de modo intenso en tanto el metabolismo celular y el enigma vital
han sido los cometidos científicos de mayor vigor investigativo: Proyecto Genoma Humano,
ADN, ARN, membrana celular, ciclos energéticos.

El metabolismo, con sus complejos e interrelacionados procesos bioquímicos y físico-


químicos, es el soporte basal de la vida de la célula a escalamolecular, regulando
actividades como crecimiento, reproducción, nutrición, estímulos, mantenimiento de
estructuras, etc. De modo que hay una química fundamental de la vida, un conjunto básico
de reacciones, del mismo modo que existen también procesos físico-químicos primordiales.

La célula, en su escala molecular, en su bioquímica, es una expresión replicada en macro


por el ser vivo que la porta: intercambia materia y energía con el medio para sostener
funciones de crecimiento, reproductivas o de nutrición, entre tantas otras. En fin, para
sostener su propia vida.

Para ello, como ser vivo, se aboca a convertir permanentemente energía de una forma a
otra para subsistir, comprendiéndose esto emblemáticamente en la observación del
proceso de nutrición. Algunos alimentos, algunos químicos o cuotas de energía son
generados de modo autónomo, así como otros no y deben ser tomados del medio.

Tal es el metabolismo de la vida. “El organismo consigue que sustancias activas se


transformen en no activas” (3), autofabricándolas o incorporándolas. En el ámbito
molecular bien puede ocurrir que, a través de reacciones anabólicas, la célula construya
proteínas; como lo inverso, que a través de reacciones catabólicas, las proteínas (y
polisacáridos, por ejemplo) sean degradadas a sustancias más simples.

Se trata de un constante proceso de intercambio, liberación, utilización, degradación y


conversión energética con propósito de mantenimiento vital (crecimiento, reproducción,
etc.).

El siguiente es un extracto de un trabajo on line que ilustra una minúscula porción de lo que
ocurre en el plano metabólico celular cuando, en virtud de procesos físico-químico
(bioquímica), acaece el trabajo generador o tratante tanto de la materia como de la energía
para sus propios requerimientos:

La glucosa y la fructosa se unen, enlazándose a través de un átomo de oxígeno. Y forman


la sacarosa. Esta es una reacción anabólica y como se elimina agua, a esta reacción se le
conoce como síntesis por deshidratación

Los polisacáridos y las proteínas se sintetizan por la reacción de síntesis por deshidratación.

El disacárido maltosa al agregarle agua se descompone en dos moléculas de glucosa. Esto


forma parte del proceso llamado catabolismo y la reacción específica se le conoce con el
nombre de hidrólisis.

Mediante la hidrólisis, se degradan las moléculas grandes que se encuentran en las células
vivas. Los hidratos de carbono, los lípidos y las proteínas se degradan por hidrólisis en
moléculas más pequeñas y útiles. (4)
En el ínterin de esta fenomenología de la vida, eminentemente bioquímica y física, donde
“la materia es una forma de energía que posee substancia y masa, y ocupa espacio”, y los
compuestos orgánicos tienen el rol estelar (hablamos de bioquímica y presencia de
carbono, básicamente), ocurre multitud de procesos energéticos que no tan solo se
conforman con tales biomoléculas o bioelementos ya mencionados, es decir, con
carbohidratos, lípidos y proteínas, con carbono, hidrógeno, oxígeno y nitrógeno,
respectivamente.

Otros factores, como los minerales y las vitaminas, coadyuvan al sostenimiento exitoso del
hecho vida. Los minerales, substancias naturales inorgánicas, son esenciales en muchos
procesos vitales y las vitaminas, más gravemente, son compuestos heterogéneos nutritivos
imprescindibles. En general entrambos actúan como catalizadores de todos los procesos
fisiológicos, directa o indirectamente.

Minerales y vitaminas

Para efectos pedagógicos de claridad, ordénese lógicamente el rompecabezas del discurso


bioquímico hasta ahora esbozado hasta acá.

De los 92 elementos conocidos, 25 están presentes en las formas de vida. De estos,


apenas 4 (carbono, oxígeno, nitrógeno e hidrógeno) están presentes en el 96% de las
moléculas de la vida. A la totalidad de tales elementos se le llama bioelementos,
bioelementos primarios al grupo de los cuatro y bioelementos secundarios al resto. Entre
estos últimos a su vez hay unos bioelementos secundarios indispensables (presentes en
todos los seres vivos: fósforo, azufre, calcio, sodio, potasio, magnesio, cloro, hierro, yodo)
y otros bioelementos secundarios variables (presentes en algunos seres vivos: boro,
bromo, cobre, flúor, manganeso, silicio)

Los bioelementos primarios son indispensables para formar las biomoléculas o compuestos
orgánicos ya mencionados, primordialmente carbohidratos, lípidos y proteínas. Moléculas
de carbono (biomoléculas) que, por su protagonismo vital, constituyen el campo de enfoque
de la bioquímica como disciplina científica.

Pero también son bioelementos, y por ende objeto de enfoque de la bioquímica, aquellos
secundarios mencionados que, si es cierto que no son estrictamente necesarios para la
configuración molecular de la vida, realizan un trabajo imprescindible para su conservación
y perpetuación. Ilustrando su importancia en el ámbito de la vida animal, véase lo que dice
Harold A. Harper:

El organismo animal requiere 7 minerales principales que son: calcio, magnesio, sodio,
potasio, fósforo, azufre y cloro [bioelementos secundarios indispensables, como se lleva
dicho]. Estos minerales constituyen del 60 al 80% de todo el material inorgánico del cuerpo.
Además, por lo menos otros 7 minerales son utilizados por el organismo en cantidades
sumamente pequeñas; ellos son: hierro, cobre, yodo, manganeso, cobalto, zinc y
molibdeno.

Aunque forman un pequeño porcentaje de la constitución total de los tejidos animales, los
minerales son esenciales en cantidad de procesos vitales. Más ampliamente, el sodio,
potasio, magnesio y calcio están presentes en todos los seres vivos. El magnesio, por
ejemplo, es un componente de la clorofila y de muchas enzimas. En el ámbito celular:
Los iones sodio, potasio y cloruro intervienen en el mantenimiento del grado de salinidad
del medio interno y en el equilibrio de cargas a ambos lados de la membrana . Los iones
sodio y potasio son fundamentales en la transmisión del impulso nervioso (7)

Algunas precisiones en general:

· El calcio juega un papel importante en la excitabilidad neuromuscular, en la coagulación


sanguínea, en la permeabilidad de la membrana celular.

· Junto con el fósforo, en una relación apropiada, interviene en la normal osificación de los
organismos

· Junto al potasio, en una relación apropiada, contribuye a la normal actividad muscular

· El sodio y el potasio son importantes en el proceso osmótico del metabolismo del agua

· Ciertos minerales integran compuestos fisiológicos importantes: yodo en la tiroxina, hierro


en la hemoglobina, zinc en la insulina, cobalto en la vitamina B12, azufre en la tiamina,
biotina, coenzima A y ácido lipoico.

Otros elementos, como el flúor (resistencia dental ante bacterias), el aluminio (se sabe que
interfiere en la absorción de fosfatos), el boro (metabolismo del calcio, cobre y magnesio, y
crecimiento en las plantas), el selenio (antioxidante, micronutriente, respiración tisular), el
cadmio (elemento muy tóxico, con función en los sistemas biológicos) y el cromo (al parecer
participa en el metabolismo de los lípidos e hidratos de carbono) están presentes en los
tejidos orgánicos, pero con función incierta o, dígase, de menor preponderancia.

Tales minerales, en esta su condición bioelemental, son los componentes inorgánicos de la


alimentación, imprescindibles para el normal funcionamiento metabólico, que deben
incorporarse al ser vivo tomados de la naturaleza. Su función final es constituir estructuras
y metabolizarse en funciones.

Del mismo modo, las vitaminas, que son sustancias orgánicas complejas (poseen carbono)
no biosintetizables en el organismo o producidas en insignificantes cantidades, deben
incorporarse a través de la ingesta alimentaria. Pero a diferencia de los minerales, que
constituyen estructuras en los tejidos y poseen importancia en los procesos metabólicos,
las vitaminas son nutrientes esenciales imprescindibles en tales procesos, esto es,
imprescindibles para la vida.

Refiere Harper lo que sigue que “Cuando los animales de experimentación son alimentados
con una dieta químicamente definida que contiene sólo proteínas, carbohidratos y grasas
purificados, así como los minerales necesarios, los animales mueren.”

Es decir, pueden bioquímicamente existir las circunstancias elementales y fundadoras de


la vida (carbono, oxígeno, hidrógeno y nitrógeno) para la eventualidad de ella misma, pero
sin la presencia de estas sustancias “accesorias” (las vitaminas), aunque sea en
pequeñísimas cantidades, no hay mantenimiento o sostenimiento vital en el plano del
tiempo.

Las vitaminas son sustancias orgánicas […] imprescindibles en los procesos metabólicos
que tienen lugar en la nutrición de los seres vivos. No aportan energía, son acalóricas,
puesto que no se utilizan como combustible, pero sin ellas el organismo no sería capaz de
aprovechar los elementos constructivos y energéticos suministrados por la alimentación,
por esta razón, también se las considera nutrientes (9)

Pero ya este punto escapa a la cobertura de las presentes líneas, cuyo propósito final ha
sido contextualizar, bioquímicamente, el tema que sigue sobre los minerales: los
oligoelementos.

III. Los oligoelementos

Se dijo en la introducción que los minerales constituyen una cantidad relativamente


pequeña de los tejidos del organismo completo, pero que, no por ello, dejan de ser
esenciales en muchos fenómenos vitales. De hecho, hablando de los organismos animales,
se precisó que 7 minerales son requeridos de manera primordial: calcio, magnesio, sodio,
potasio, fósforo, azufre y cloro; y que otros 7 son requeridos en cantidades muy ínfimas.
En este contexto sobre las cantidades necesarias de determinados minerales en las
funciones fisiológicas, cabe la consideración sobre los oligoelementos (“oligo” es un prefijo
que significa “poco”).

En efecto, los oligoelementos son minerales que se requieren en muy baja cantidad para el
correcto funcionamiento de casi todos los procesos fisiológicos que mantienen la salud y
energía en los seres vivos. Son sustancias imprescindibles para la vida que no se sintetizan
en el organismo y que deben incorporarse a través de la alimentación. Regulan e
intervienen en funciones respiratorias, digestivas, neurovegetativas y musculares, y tienen
incidencia en las defensas inmunitarias del organismo. Trabajan estrechamente ligados a
enzimas (proteínas biocatalizadoras elaboradas por el organismo) para, químicamente,
eventualizar el metabolismo celular: formar estructuras, regular las respuestas fisiológicas,
la transmisión nerviosa, la asimilación alimentaria y la eliminación de desechos.

Por poner un ejemplo para destacar la importancia de tales minerales (oligoelementos o no)
sobre el hecho vital, considérese el efecto perjudicial de los radicales libres sobre la salud
celular y la posibilidad que tiene el organismo de combatirlos a través de un trabajo
enzimático que incorpora cobre, manganeso, zinc o selenio, por un lado, y vitamina C y E
por el otro.

O este otro ejemplo: el cromo, que es un oligoelemento requerido en ínfimas cantidades,


ayuda a metabolizar la glucosa. Cuando el mineral escasea, el organismo se hace
intolerante a la glucosa y puede luego sobrevenir un falso diagnóstico de diabetes. La
“diabetes” entonces podría ser curada con una ingesta suficiente de cromo.

Así también (para seguir con los ejemplos) una deficiencia de magnesio (que no es
propiamente un oligoelemento, sino un macroelemento) podría acarrear descalcificación,
calambres, nerviosismo, falta de apetito, convulsiones, arritmias cardíacas y enfermedades
degenerativas.

En general, una carencia biomineral podría degenerar en una paralización o inhibición de


algunos sistemas enzimáticos.

los oligoelementos son minerales que se requieren en muy baja cantidad para el correcto
funcionamiento de casi todos los procesos fisiológicos que mantienen la salud y energía en
los seres vivos. Son sustancias imprescindibles para la vida que no se sintetizan en el
organismo y que deben incorporarse a través de la alimentación. Regulan e intervienen en
funciones respiratorias, digestivas, neurovegetativas y musculares, y tienen incidencia en
las defensas inmunitarias del organismo. Trabajan estrechamente ligados a enzimas
(proteínas biocatalizadoras elaboradas por el organismo) para, químicamente, eventualizar
el metabolismo celular: formar estructuras, regular las respuestas fisiológicas, la
transmisión nerviosa, la asimilación alimentaria y la eliminación de desechos.

Por poner un ejemplo para destacar la importancia de tales minerales (oligoelementos o no)
sobre el hecho vital, considérese el efecto perjudicial de los radicales libres sobre la salud
celular y la posibilidad que tiene el organismo de combatirlos a través de un trabajo
enzimático que incorpora cobre, manganeso, zinc o selenio, por un lado, y vitamina C y E
por el otro.

O este otro ejemplo: el cromo, que es un oligoelemento requerido en ínfimas cantidades,


ayuda a metabolizar la glucosa. Cuando el mineral escasea, el organismo se hace
intolerante a la glucosa y puede luego sobrevenir un falso diagnóstico de diabetes. La
“diabetes” entonces podría ser curada con una ingesta suficiente de cromo.

Así también (para seguir con los ejemplos) una deficiencia de magnesio (que no es
propiamente un oligoelemento, sino un macroelemento) podría acarrear descalcificación,
calambres, nerviosismo, falta de apetito, convulsiones, arritmias cardíacas y enfermedades
degenerativas.

Clasificación

Como sustancias de imprescindible participación en el metabolismo de la vida (enfoque


bioelemental), de acuerdo a su necesaria o apropiada cantidad en los organismos vivos,
los minerales se pueden dividir en macroelementos (medibles en gramos: sodio, potasio,
calcio, fósforo, magnesio, cloro y azufre), microelementos (medibles en miligramos: hierro,
flúor, yodo, manganeso, cobre y zinc) y oligoelementos (medibles en microgramos: cobalto,
silicio, níquel, cromo, litio, molibdeno, selenio, vanadio y arsénico). Por supuesto, existen
otras clasificaciones, atendiendo ya a otros criterios físico-químicos y de estructura de los
minerales, como la de Strunz y Kostov. En el transcurso mismo de la introducción se
expuso grosso modo una clasificación que comprendía a estos minerales vitales junto a
otros elementos de comportamiento bioquímico (carbono, oxígeno, etc.), cuando se habló
de bioelementos primarios y secundarios.

Pero para efectos de la imprescindibilidad bioquímica, esto es, su condición indispensable


de vida, conviene la clasificación mineral primera presentada: macroelementos,
microelementos y oligoelementos. De hecho, como elementos imprescindibles para la vida,
en la tabla periódica de los elementos se señalan en color aguamarina, morado y verde
claro los elementos esenciales, mayoritarios los del grupo primero y de pequeña y muy
pequeña presencia en los organismos los de los otros dos grupos. En todo caso, su
esencialidad para la vida queda expresada en atención a los siguientes criterios

◦Su ingesta insuficiente produce deficiencias funcionales, que pueden revertirse cuando el
elemento recupera su nivel fisiológico óptimo.

◦El organismo no puede crecer ni completar su ciclo vital sin ese elemento

◦El elemento debe poseer una influencia directa sobre el organismo y estar involucrado en
sus procesos metabólicos
◦El efecto de un elemento esencial no puede ser logrado totalmente por ningún otro
elemento. (1)

Entre los dos últimos grupos, a saber, entre los elementos de traza y de esencialidad
discutida, se ubican los oligoelementos, esas sustancias protagonistas en ínfimas
cantidades dentro del metabolismo de los seres vivos, varias de ellas (con excepción de los
de “Esencialidad discutida”) con fundamentales funciones de sostén vital . Tales son: hierro
(Fe), yodo (I), zinc (Zn), cobre (Cu), manganeso (Mn), flúor (F), silicio (Si), cromo (Cr),
cobalto (Co), vanadio (V), molibdeno (Mo), níquel (Ni) y arsénico (As), todos ellos
respondiendo al criterio clasificatorio de que son requeridos en el organismo en cantidades
menores a 100 mg. (Se incluye el selenio [Se], un oligoelemento que no está reseñado
como esencial, pero que, no por ello, deja de cumplir un rol importantísimo como regulador
hormonal y antioxidante celular).

Sin embargo, si se asume el criterio de marras de considerar que oligoelemento es aquel


que es requerido en el organismo en cantidades inferiores a 100 mg, no parecería estarse
respetando el criterio anteriormente expuesto de que microelemento es aquel expresable
cómodamente en mg y oligoelemento en mcg (por supuesto, aparte del criterio definidor
biológico). Por ejemplo, fácilmente podríase considerar oligoelemento al silicio, requerible
por el organismo en cantidades diarias comprendidas entre 5 a 20 mcg (20 microgramos =
20 mcg); no así el hierro, cuya cantidad requerida por el organismo es 15 mg (por debajo
de los 100 mg dichos de la regla), pero excesivamente expresable en mcg así: 15000 mcg.
Para que se entienda, véase la siguiente tabla, que resume las confusiones en que incurre
la literatura al englobar como oligoelementos a los microelementos y a veces hasta los
macroelementos (se ordenan los elementos de mayor a menor, según la cantidad por la
cual es requerida en el organismo):

Elemento

expresión en mg

expresión en mcg

Hierro

18

18000

Zinc

15
15000

Manganeso

9000

Flúor

4000

Cobre

3000

Molibdeno

0.25

250

Cromo

0.2

200

Yodo

0.15

150

Níquel

0.15
150

Selenio

0.07

70

Silicio

0.02

20

Venadio

0.02

20

Arsénico

0.015

15

Cobalto
0.0022
A golpe de vista resaltan dos grupos de elementos, el primero mejormente expresable en
mg: hierro, zinc, manganeso, flúor y cobre; y el segundo, mejormente expresable en mcg:
molibdeno, cromo, yodo, níquel, selenio, silicio vanadio, arsénico y cobalto. Nótese que la
diferencia entre un grupo y otro es realmente tajante, precisamente en el corte entre el cobre
y el molibdeno.

De tal modo que, para no seguir incurriendo en errores frecuentes en la literatura, que toma
lo chico como grande y viceversa, y llega al grado de tratar al cobalto como microelemento
(expresándolo en mg), para el presente trabajo se asumen como oligoelementos los
mencionados en el segundo grupo: molibdeno, cromo, yodo, níquel, selenio, silicio vanadio,
arsénico y cobalto, elementos minerales que realmente son requeridos por el organismo en
las cantidades más ínfimas y a la vez comportan la condición de esenciales.
Como se dijo, se incluye el selenio, que no está identificado como esencial en la tabla, pero
que tiene una importancia significativa en procesos metabólicos; se excluye el wolframio,
elemento esencial para algunos microorganismos, pero de incidencia no determinada en el
humano; también se excluyen el litio, el boro y el cadmio, en discusión el primero y
esenciales los segundos, pero sin determinación aun de sus niveles de participación
bioquímica. De todos modos, se reseñan en la lista del apéndice (“Macro, micro y
oligoelementos”). El estaño, tampoco listado como esencial (como selenio, pero con escasa
información), se reseña en el apéndice.

A continuación, la exposición del comportamiento de cada uno de ellos en el organismo,


así como las fuentes donde se consiguen, los problemas por exceso o defecto y las dosis
de requerimiento. Se colocan en el apéndice las especificaciones de los otros elementos
(macro, micro y dudosos elementos) a fin de cubrir la posible disconformidad del lector con
el criterio aquí utilizado.

Molibdeno

Comportamiento: previene la anemia y las caries. Al liberar hierro, su función es transferir


átomos de oxígeno al agua. Es componente esencia de la coenzima pterina, clave en la
actividad de otros enzimas importantes para el organismo como sulfito oxidasa, aldehído
oxidasa y xantina oxidasa. Previene la gota y la concentración de ácido úrico. Hace posible
que el desecho celular de la utilización de proteínas se transforme en ácido úrico para ser
excretado. Evita la formación de cristales ácidos en articulaciones, cápsulas cenobiales y
tendones. Activa enzimas hepáticas para degradar el alcohol. Por su efecto neutralizante,
fortalece el sistema inmunológico ante infecciones y alergias. Decisivo en el metabolismo
del azufre en el organismo y en la formación de nuevas células cutáneas. Al trabajar con
el flúor, mantiene la fijación del calcio en los huesos. De importancia en la producción de
ADN. Ayuda a la unión de hormonas esteroideas con sus receptores. Cofactor de la
hemoglobina. Protector hepático.

Carencia: desconocida

Exceso: elevación del ácido úrico. Diarrea.

Fuentes: lácteos y derivados; agua de mar, germen de trigo, legumbres, cereales integrales
y vegetales de hoja oscura, leguminosas.

Dosis necesaria: 75-250 mcg/día; lactantes: 15-40 mcg/día.

Cromo

Comportamiento: participa en el transporte proteínico y en el metabolismo del azúcar,


previniendo la diabetes al potenciar la acción de la insulina (mantiene los niveles normales
de azúcar en la sangre). Interviene en el crecimiento del feto. Necesario en la formación
de la córnea celular. Activa el metabolismo de las grasas, de los carbohidratos.

Carencia: intolerancia a la glucosa, neuropatía periférica, adelgazamiento. Su contenido


en el cuerpo baja con la edad.

Exceso: Es raro el exceso. Insuficiencia renal crónica.

Fuentes: carnes, hígado, riñones, algas, lácteos, pescados; aceites vegetales, cebolla,
levadura de cerveza, lechuga, batata, berro, cereales integrales, aceitunas, cítricos,
Dosis necesaria: 50-200 mcg/día; lactantes: 10-60 mcg/día.

Yodo

Comportamiento: es necesario en la síntesis de la hormona tiroidea (tiroxina) y la


triiodothironina. Previene la gota. Antioxidante. De importancia en la autoinmunidad.
Crecimiento mental y físico, funcionamiento de los tejidos nerviosos y musculares. Agilidad
mental. Afecta la piel, el pelo, las uñas, los dientes y los huesos.

Carencia: bocio

Exceso: yodismo

Fuentes: pescados, moluscos, mariscos, sal marina, algas y frutos del mar, carne magra,
huevos, leche; ajo, cebolla, limón, naranja, piña, hortalizas de hojas verdes

Dosis necesaria: 100-150 mcg/día; lactantes: 40-50 mcg/día.

Níquel

Comportamiento: Necesario para el funcionamiento óptimo del páncreas. Biocatalizador


en metabolismo de los glúcidos, incrementa la acción de las hormonas, como la insulina (es
esencial para la síntesis de ésta hormona). Apoya la absorción del hierro. Estabiliza el
ADN y ARN. Estabiliza la coagulación sanguínea. Disminuye la acción de la adrenalina y,
por consiguiente, regula el estrés. Recomendable para combatir la anemia y enfermedades
infecciosas.

Carencia: disminución en el crecimiento. Anemia. Dermatitis. Deformidad de los huesos


largos.

Exceso: toxicidad. Alergias.

Fuentes: moluscos; legumbres, cereales integrales (arroz integral), espinacas, cebolla,


perejil, tomate, té, cacao, levadura de cerveza, nueces.

Dosis necesaria: 60-150 mcg/día.

Selenio

Comportamiento: desintoxicante. Poderosos antioxidante (actividad de la enzimas


glutatión y peroxidasa) actividad sinérgica con la vitamina E. Regulador de la hormona
tiroidea. Previene el cáncer y el envejecimiento de los tejidos. Protege contra
enfermedades cardiovasculares. Estimula el sistema inmunológico. Retrasa la miopía.
Incide en la tonificación de la piel. Garantiza el buen funcionamiento de los músculos.
Previene las cataratas. Previene el malestar del climaterio. Tratamiento de la caspa, la
seborrea y la caída del cabello. Esencial en la respiración tisular (protege contra necrosis).

Carencia: Debilidad y pérdida del cabello y uñas. Caries, calvicie, desnutrición.

Exceso: seleniosis. Pérdida de pelo, uñas y dientes. Lesiones cutáneas. Náuseas,


diarrea, fatigas, pérdida del apetito.
Fuentes: alimentos marinos, salmón, mariscos, carnes, carnes de aves, leche, queso,
yogurt; germen de trigo, cebolla, ajo, tomate, brócoli, levadura de cerveza, cereales
integrales, limón, hongos, verduras, leguminosas,

Dosis necesaria: 40-70 mcg/día; lactantes: 10-15 mcg/día.

Silicio

Comportamiento: se encuentra en el organismo en una proporción de 7 gramos, presente


en los tejidos, timo, paredes vasculares, glándulas suprarrenales, hígado, bazo, páncreas.
En la sangre está presente en 5 mg/litro. Imprescindible en la asimilación del calcio,
formación y nutrición de los tejidos. Fortalece los huesos, interviene en la rápida
regeneración ósea de las fracturas. Vigoriza el tejido conjuntivo. Opone resistencia a la
celulitis. Interviene en la formación de tejidos elásticos (arterias y ligamentos), previniendo
la arteriosclerosis. En niños corrige problemas de asimilación mineral. Actúa frente a la
osteoporosis al contribuir a la fijación de calcio. Fortalece el sistema inmunológico. Imprime
rapidez a la cicatrización de heridas con tendencia a no dejar cicatriz. Actúa contra
procesos inflamatorios internos. Retrasa el envejecimiento. Beneficioso para el sistema
nervioso. Interviene en la síntesis de colágeno y en la formación de tejidos, cartílagos,
como de huesos.

Carencia:

Exceso: cálculos renales.

Fuentes: agua potable; vegetales, cereales integrales, levaduras de cerveza, maíz,


calabaza, sandía o patilla, cola de caballo, tubérculos, hortalizas.

Dosis necesaria: 5-20 mcg/día.

Vanadio

Comportamiento: esencial en algunos organismo y, en humanos, de importancia en la


actividad de la insulina. Interviene en la mineralización de huesos y dientes (previene las
caries). Estimula y metaboliza la glucosa y el hierro, respectivamente.

Carencia: malformaciones óseas.

Exceso: es neurotóxico. Hemorragias. Nefrotóxico. Retardo en el crecimiento. Pérdida


del apetito. Trastorno maníaco-depresivo. Muerte.

Fuentes: perejil, semillas de eneldo, pimienta negra, champiñones, frutas verdes y


verduras.

Dosis necesaria: 6-20 mcg/día.

Arsénico

Comportamiento: extremadamente tóxico, pero en consideración de estudio como esencial


para la vida. El organismo lo asimila a través de la dieta en forma de arsenobetaina, en vez
de la forma inorgánica, de mucha toxicidad. En el 2010 se descubrió una forma de vida
que sustituye el fósforo (elemento que hasta entonces se consideraba imprescindible para
la vida) por el arsénico, al menos de modo casi completo.

Carencia:

Exceso: cancerígeno.

Fuentes: carnes, pescados, crustáceos; vegetales, cereales

Dosis necesaria: 12-15 mcg/día

Cobalto

Comportamiento: contribuye a la formación de los glóbulos rojos. Es el componente central


de vitamina B12 (cuyo núcleo está formado por cobalto), la cual es utilizada durante por
todas las células durante la reproducción celular. Favorece la absorción intestinal del
hierro. Interviene en la síntesis de proteína. Ayuda en la tiroides a la absorción del yodo.
Activa la combustión de los azúcares y favorece la fijación de glucosa en los tejidos. Regula
el sistema nervioso. Antiespasmódico (contra cólicos) y contra el espasmo arterial.
Migrañas. Aliado al magnesio aplica para combatir problemas circulatorios e hipertensión.
Junto al zinc y el níquel, se usa en los problemas hepato-pancreáticos (diabetes) y retención
de agua. Unido al manganeso, es útil contra estados depresivos y reglas dolorosas e
irregulares. Previene la osteoartritis. Antianémico. Baja la presión arterial y dilata los vasos
sanguíneos. Su uso es favorable contra las anemias infantiles.

Carencia: su deficiencia se relaciona con la carencia de vitamina B12. Anemia, problemas


neurológicos y problemas de crecimiento. Talasemia, anemia de células de hoz.

Exceso: cardiomiopatía, policitemia (aumento de la proporción de glóbulos rojos). No se


debe consumir en su forma de sal inorgánica.

Fuentes: carnes, hígados, pescados, sardina, arenque, , huevo, queso, ostras, crustáceos,
productos lácteos, yogurt; lentejas, cebolla, higo, rábano, cebolla, coliflor, hongos,
legumbres, cereales integrales, cáscaras de arroz, ajo, ajonjolí (sésamo), ginseng, alfalfa.

Dosis necesaria: 1-2 mcg/día.

Los oligoelementos pasan como bioelementos (como elementos bioquímicos, como


sustancias esenciales para la vida) según su imprescindibilidad para el reino vegetal o
animal, como se acaba de ver. El boro es bioelemental porque es esencial para la vida de
las plantas, no así para los organismos animales, hasta donde se ha determinado. Otro
tanto puede decirse del litio o el cadmio, cuya presunta “imprescindibilidad” vital está en
estudio.

De todos lo oligoelementos citados, los menos corrientes o de menor presencia dentro de


la materia viviente son, en orden creciente: cobalto, arsénico, vanadio, silicio y selenio.

Macro, micro y oligoelementos

En el presente anexo se asume la clasificación de oligoelementos utilizada por el Dr. Ramón


Rosales Duno, Universidad de los andes, con toda la imprecisión comentada en el
desarrollo de este trabajo (tomar como oligoelemento lo que es microelemento o, peor,
macroelemento). Vaya la clasificación por el interés que tiene de dividir en categorías a los
oligoelementos y por complementar de cerca el capítulo central de este escrito.

A continuación la lista, los elementos de importancia bioquímica :

· Oligoelementos esenciales: hierro, yodo, zinc, magnesio

· Oligoelementos importantes: selenio, cobre, manganeso, azufre, flúor, cromo, molibdeno


y cobalto

· Oligoelementos en estudio: Níquel, estaño, vanadio, silicio

· Oligoelementos contaminantes ambientales: cadmio, plomo, mercurio, arsénico, boro,


litio, aluminio

· Oligoelementos tóxicos: plomo, mercurio, aluminio, [wolframio].

· Electrolitos minerales y vitales: potasio, fósforo, sodio y calcio.

Por razones obvias, por ser gases, no se listan como bioelementos minerales el oxígeno,
el nitrógeno e hidrógeno. Como se dijo, la importancia de estos otros bioelementos es
fundamental en la materia orgánica, estando presentes en 96% en las formas de vida
conocidas.

El molibdeno, el wolframio y el cloro no son mencionados en la lista anterior, pero, según


sus propiedades (aparece en categorías de la tabla de los elementos esenciales), se
encasillarán en alguno de los grupos clasificatorios presentados por Rosales Duno. Y el
cadmio, aunque no está reseñado en la tabla de los elementos esenciales (sino en los
elementos en discusión), se incluirá como se incluye en el listado de Rosales Duno, al igual
que el estaño, el arsénico y el litio.

El plomo, el mercurio y el aluminio no están en ninguna categoría pertinente de la tabla de


los elementos, pero aparece en la clasificación de Rosales Duno y serán abordados.

Oligoelementos esenciales

Hierro

Comportamiento: interviene en la síntesis de hemoglobina y en formación de glóbulos rojos


y tejidos musculares. Forma parte de la hemoglobina, constituyéndola en un 75%. En los
pulmones permite captar el oxígeno y transportarlo a todas las células a través de la sangre;
de hecho, su papel en el organismo “se halla casi exclusivamente confinado a los procesos
de respiración celular” (2). Contribuye al metabolismo de las vitaminas del complejo B.
Interviene en la síntesis del ADN y ribonucleasas. Optimiza los mecanismos defensivos
inmunológicos. Mejora la actividad física.

Carencia: anemia, freno en la producción de glóbulos rojos, fatiga y deficiencia respiratoria

Exceso: hemocromatosis. Fomenta la generación de radicales libres. Irritación intestinal,


insuficiencia hepática, diabetes, incremento del riesgo de cáncer.
Fuentes: hígado, ostras, yemas de huevo, salchicha, mortadela, moluscos, carnes rojas,
pollo, pescado, pepitonas, almejas, solomo, lamparosa, chigüire seco, catalinas; cereales y
frijoles, legumbres secas, cacao, quinchoncho, avena, cerveza, espinacas, perejil, soya,
germen de trigo, melaza, caraotas negras, garbanzos, melocotón.

Dosis necesaria: 10-18 mg/día; lactantes: 6-15 mg/día

Zinc

Comportamiento: forma parte del hueso y de numerosas enzimas. Interviene en el


metabolismo de los lifoncitos y en la síntesis de proteínas y formación de insulina. Mejora
el sistema autoinmunitario. Favorece el crecimiento del feto. Participa en la formación de
colágeno. Optimiza el funcionamiento de la próstata y de los ovarios. Mejora funciones
mentales y psicológicas. Antioxidante. Mejor la homeostasis tisular, el desarrollo y
crecimiento de la piel. Protege el ADN. Anticancerígeno. Aumenta la fertilidad. Junto al
cobalto y el níquel, combate la retención de agua.

Carencia: retraso en el crecimiento. Retraso en el crecimiento de los órganos genitales.


Anemia. Pérdida de apetito. Incapacidad de cicatrización. El café, el tabaco y el alcohol
disminuyen sus índices. Anomalías congénitas. Aborto. Esterilidad. Deficiencia de
crecimiento infantil. Hiperplasia prostática.

Exceso: toxicidad por zinc. Irritación gastrointestinal, vómitos, anemia, depresión de la


función inmunológica.

Fuentes: crustáceos, ostras, mariscos, hígado de pato, carnes, pollo, lácteos, huevos,
quesos; levadura de cerveza, germen de trigo, legumbres secas, frijoles, nueces, pan
integral, verduras, semillas de auyama,

Dosis necesaria: 10-15 mg/día; lactantes: 5-10 mg/día.

Magnesio

Comportamiento: esencial para la asimilación del calcio y de la vitamina C. El 70% de él


se encuentra en los huesos combinado con calcio y fósforo. Interviene en la activación de
numerosas enzimas y vitaminas del grupo B. Síntesis de proteínas. Liberación de energía
(procesamiento del ATP). Equilibra el sistema nervioso central. Aumenta la secreción de
bilis e insulina. Efecto sobre el sistema nervioso y circulatorio. Posee un efecto positivo en
el combate de alergias. Disminuye la ansiedad por azúcares. Drena el agua. Aplaca la
irritabilidad, el cansancio, los calambres, las palpitaciones y posee un efecto benéfico para
la tonicidad de la piel. Mantiene el equilibrio del cloro, potasio, sodio y calcio. Es el quinto
elemento en abundancia en el organismo y el segundo catión después del potasio más
importante en el ámbito intracelular; el cuerpo humano lo contiene en cantidades de 21 g.
Esencial para el funcionamiento neuromuscular. Interviene en el metabolismo de los
carbohidratos. Disminuye la mortalidad por infartos. Combate la depresión, el coma
diabético y es necesario en el tratamiento de la hiperglisemia.

Carencia: hipomagnesemia. Escasea en ancianos y mujeres en menstruación. El alcohol,


los diuréticos, las enfermedades renales y las cirugías bajan sus índices. Coma. Espasmos
musculares. Disfunción miocárdica. Trastornos de personalidad. Depresión. Resistencia
a la insulina. Alzheimer.
Exceso: hipermagnesemia. Disminución de los reflejos tendinosos y respiratorios.
Narcosis. Diarrea.

Fuentes: carnes, leche; cacao, frutos secos, soya, avena, maíz, ciertas verduras, nueces,
almendras, maní.

Dosis necesaria: 300-400 mg/día; lactantes: 40-60 mg/día.

Cobre

Comportamiento: Está presente en el plasma. Convierte el hierro en hemoglobina y asimila


el hierro de los organismos; junto con el hierro es necesario para la síntesis de la
hemoglobina. Participa en la asimilación y metabolismo de la vitamina C. Primordial en la
formación de huesos, tejido conectivo, tendones y sistema vascular. Favorece la formación
de colágeno. Forma parte de las enzimas encargadas de transformar el oxígeno molecular
en agua. Posee efecto antiinflamatorio ideal para combatir el reumatismo. Forma parte de
las enzimas antioxidantes. Estructuralmente está presente en los tejidos del hígado,
cerebro, riñones y corazón. Previene infecciones de las vías respiratorias y reumatismo.
En un acelerador en la síntesis de la queratina. Estimula el sistema inmunológico. Como
del hierro, interviene en el metabolismo del selenio. Participa en la mielinización del sistema
nervioso. El cuerpo humano contiene de 100 a 150 mg de cobre, de los que 64 esos
encuentran en los músculos. 23 en los huesos y 18 en el hígado (este órgano es el que
posee la mayor cantidad de cobre en el organismo). Junto al magnesio, para estados
depresivos; y junto al manganeso, contra el cansancio.

Carencia: anemia, desmineralización ósea, anorexia y vulnerabilidad ante infecciones.

Exceso: anemia. Lesiones cerebrales y hepáticas. Enfermedad de Wilson (genética).


Disminuye el zinc. Insomnio. Caída del cabello. Menstruación irregular.

Fuentes: carne, conejo, hígado, pollo, pescado, moluscos, crustáceos, mejillones, vísceras,
queso parmesano; cacao, cereales integrales, legumbres, pimienta, frijoles, frutas,
vegetales verdes, guisantes, lentejas, levadura de cerveza, melaza, brócoli, avena,
aguacate, cebada, albaricoque seco, arroz integral, germen de trigo, arvejas, alfalfa, coco,
aceituna, higo, jugo de manzana.

Dosis necesaria: 1.3-3.0 mg/día; lactantes: 0.4-0.7 mg/día.

Manganeso

Comportamiento: participa en la asimilación de las vitaminas C, B1 y H (vitamina B7 o


biotina) y en la síntesis de proteínas. Forma los huesos, desarrolla los tejidos y coagula la
sangre. Activa enzimas que intervienen en la síntesis de las grasas, carbohidratos y
glucoproteínas. Tiene un papel estructural y enzimático (es parte de ciertas enzimas
antioxidantes). Modular del sistema inmunológico. Combinado con azufre rinde buenos
resultados contra alergias respiratorias (asma). Efectivo contra migrañas y afecciones
digestivas. En el organismo está principalmente en el hígado, riñón, huesos , páncreas e
hipófisis, en una cantidad de 10 mg aproximadamente. De importancia en las funciones
reproductoras. Interviene en la coordinación y reflejos neuromusculares, y en el trabajo de
la tiroides. Interviene en la coagulación y el crecimiento. Junto al cobalto o cobre aplica
contra estados depresivos, y unido al cobalto solamente resulta útil contra menstruaciones
dolorosas o irregulares. Aliado al cobre, contra el cansancio.

Carencia: crecimiento lento de las uñas y del cabello, deficiente formación ósea,
intolerancia a la glucosa, alteración del metabolismo de la insulina. Hígado graso. Ataxia
(incapacidad de coordinación muscular) Pérdida de peso, dermatitis, náuseas.

Exceso: magnanismo. Disminución de la absorción férrica. Alteración del sistema


nervioso. Psicopatías, párkinson. Problemas reproductores e inmunológicos. Nefritis.
Carcinogenesis.

Fuentes: pescado, caracol, yema de huevo, carne, leche y derivados, crustáceos; cereales
integrales, legumbres, verduras de hojas verdes, almendras, soya, hortalizas, frutos secos,
avena, avellana, castaña, aguacate, alfalfa, arveja, frijol, cebada, maní, hojas de nabo,
coco, bulbo y hojas de remolacha, pan de centeno, arroz integral, piña, perejil, espinaca,
lechuga, casabe (tapioca).

Dosis necesaria: 2-9 mg/día; lactantes: 0.3-1.0 mg/día.

Azufre

Comportamiento: forma parte de la insulina, la heparina y de vitaminas como la biotina (H)


y la tiamina (B1). Está presente en todos los tejidos, piel, uñas, cabello y cartílagos,
principalmente. Neutraliza los tóxicos y apoya al hígado en la secreción de bilis. Asociado
al magnesio, regula las propiedades antialérgicas. Optimiza la defensa de las vías aéreas
superiores contra infecciones (amigdalitis, rinofaringitis, otitis). Junto a la vitamina B,
contribuye a mantener los niveles de oxígeno para el sistema nervioso central. Interviene
en la construcción de tejidos aportando aminoácidos sulfurosos. Anticancerígeno.
Embellecedor del cutis y el cabello. Se encuentra en los aminoácidos cistina y metionina.
Por poseer mayor cantidad de pelo, los animales como la rata y el perro tienen mayores
requerimientos que el hombre.

Carencia: retraso en el crecimiento.

Exceso: Su exceso es eliminado a través de la orina (el contenido en los alimentos)

Fuentes: pescado, mejillón, salmón, arenque, queso, yema de huevos, queso parmesano,
carnes, bacalao, hígado de cerdo; legumbres, coles, espárragos, puerro, ajo, cebolla, maíz
tostado, duraznos secos, avena, avellana, perejil, albaricoque, nuez, brócoli, lentejas, arroz
integral.

Dosis necesaria: no hay especificación.

Flúor

Comportamiento: forma parte de la estructura y dientes. Aumenta la resistencia del


esmalte dental a los ácidos de la placa bacteriana, previniendo las caries. Estabiliza los
huesos e influye en su crecimiento. Se aplica para tratamiento en la osteoporosis (la
previene) debido a su efecto formador de nueva materia ósea. Interviene en la formación
de músculos, ligamento, tejidos conjuntivos, piel, cabello. Coadyuva en la absorción del
hierro. Además del esmalte dental, participa en la fijación del calcio en los huesos.

Carencia: caries dental, osteoporosis.


Exceso: fluorosis. Presuntamente está relacionado con la aparición del Alzheimer (en
estudio). Hipomineralización del esmalte. Muerte. Moteado del esmalte dental.

Fuentes: pescado, mariscos; agua, té, verduras, hortalizas, cereales integrales, cebolla,
legumbres.

Dosis necesaria: 1-4 mg/día; lactantes: 0.1-1.0 mg/día

Cloro

Comportamiento: mineral presente en forma iónica. Junto al sodio y el potasio son los
electrolitos orgánicos más abundantes, y ayudan a mantener el equilibrio ácido-base.
Apoya al hígado en su trabajo desintoxicante. Interviene de modo esencial en el
mantenimiento del balance hídrico (equilibrio acuoso y regulación osmótica). Necesario en
la producción del ácido clorhídrico gástrico, de modo que favorece la digestión. Baja la
tensión arterial. Con el calcio, magnesio y potasio colabora en la transmisión del impulso
nervioso.

Carencia: hipocloremia. Caída de cabellos y dientes. Hipotensión arterial.

Exceso: hipercloremia. Daños fisiológicos, lesión a mucosas. Destrucción de bacterias


intestinales, alcaliniza el plasma.

Fuentes: sal común, algas, leche; aceitunas, melaza, higo, perejil, coco.

Dosis necesaria: 1500-5010 mg/día; lactantes: 275-1200 mg/día.

Oligoelementos en estudio

Estaño

Comportamiento: al igual que el litio o el cadmio, su esencialidad no está aún determinada.


De hecho no figura señalado como un elemento esencial para la vida en la tabla de los
elementos (como el cadmio o el litio, que al menos están resaltados como en discusión),
pero es indiscutible su presencia en bajos niveles en los seres vivos. “Es importante para
muchas funciones bio-eléctricas y para el crecimiento capilar. Mejora el funcionamiento del
sistema inmunológico y de los reflejos” (3).

Carencia: pérdida de capacidad auditiva, alopecia (hombres).

Exceso:

Fuente:

Dosis necesaria: no determinada.

Oligoelementos contaminantes ambientales

Cadmio

Comportamiento: su esencialidad no está totalmente demostrada. Es un elemento tóxico.


Se parece al zinc en sus características químicas. Existe en pequeñas cantidades en los
tejidos, siendo mayor en la zona renal. Se presume desempeña un papel en los sistemas
biológicos.

Carencia:

Exceso: por vía oral (agua o alimentos contaminados) y por inhalación (humo de los
cigarrillos. Una vez presente, tiene una vida biológica de 13 a 40 años. Irrita pulmones y
estómago, generando vómito y diarrea. Riesgo de cáncer pulmonar. Daño en los riñones
(cálculos), hígado, testículos, sistema inmunológico y nervioso, sangre. Problemas óseos
(dolor y debilidad). Cáncer de mama. Daño al ADN. Desórdenes psicológicos. La vitamina
E aliada al selenio lo elimina del organismo.

Fuentes: agua, alimentos (pescados, mariscos, champiñones, mejillones, cacao, algas


secas).

Dosis necesaria: no determinado

Boro

Comportamiento: mantiene la estructura y la pared celular en los vegetales, siendo un


nutriente esencial. En animales no se ha demostrado su importancia esencial dietaria,
como en los vegetales. Algunas literaturas lo señalan como esencial para el metabolismo
de calcio, cobre, magnesio y la fijación de nitrógeno. Por cada kilo, el cuerpo humano
contiene 0.7 mg de boro procedente principalmente de vegetales y agua.

Carencia: no determinada

Exceso: más de 5 g/día provoca náuseas, diarreas, vómitos. Presuntamente artritis.

Fuentes: agua y vegetales

Dosis necesaria: no determinada

Litio

Comportamiento: ión fundamental para la regulación del sistema nervioso central. Inhibe
la liberación de noradrenalina y serotonina. Se eliminan del organismo por vía renal. .
Regula el ciclo del sueño. Alteraciones cardíacas. Incrementa la permeabilidad celular y
actúa sobre los neurotransmisores, de allí su importancia para el tratamiento de la fase
maníaca de la enfermedad bipolar y los estados de ánimo.

Carencia:

Exceso: confusión, temblor, delirio, alucinaciones, convulsiones, coma, problemas de la


memoria. Altera riñones y corazón.

Fuentes: pescados, crustáceos; vegetales, papas, cereales integrales, legumbres, tomate,


nabo, pimiento, fresa, frambuesa, soya.

Dosis necesaria: desconocida.

Oligoelementos tóxicos

Wolframio
Comportamiento: es esencial para algunos microorganismos. Es el elemento más pesado
utilizado por cualquier ser vivo y el de mayor punto de fusión conocido.

Carencia:

Exceso: tóxico letal: por encima de 500 mg/kg genera insuficiencia renal con necrosis
aguda. Convulsiones.

Fuente: metal escaso en la naturaleza y que nunca está libre, sino en forma de sales
combinadas con wolframita y la sheelita.

Dosis necesaria: no determinada

Electrolitos minerales y vitales

Fósforo

Comportamiento: interviene en la mineralización y estructuración de los huesos (apatita) y


dientes, en la transmisión de los impulsos nerviosos, contracción muscular y metabolismo
de los azúcares, grasas y proteínas. En el organismo se encuentra mayoritariamente unido
al calcio y está vinculado al él al grado tal que la falta de uno afecta la absorción del otro
(está en todas las células, pero el 80% se encuentra en los huesos y dientes en combinación
con el calcio). En los organismos vivos está presente en forma de fosfato (sales minerales).
En los huesos está unido al calcio y el magnesio por medio del manganeso. Primordial
para el sistema nervioso (fosfolípidos). Aplaca estados de nerviosismo y fatiga mental. .
Desencadena reacciones energéticas con aportes fundamentales en la formación de
proteínas. Junto al calcio y la vitamina D ayudan al metabolismo del sistema neuromuscular
estriado y liso. Necesario en el tratamiento del coma diabético. Se recomienda la relación
1:1 respecto del cal

Carencia: hipofosfatemia. Raquitismo, piorrea, osteomalacia, osteoporosis.

Exceso: hiperfosfatemia. Calcificación ósea, interferencia con la absorción del calcio.


Pérdida ósea. Obstrucción en la absorción del calcio.

Fuentes: carnes, carne de paloma, pulpa roja, quesos, queso de año, yema de huevo,
pescados, sardina en lata, lácteos; frutos secos, legumbres, cereales, levadura de cerveza,
germen de trigo, soya, caraota negra, blanca y roja, almendra, maní tostado, levadura de
pan, avena, cebada, nuez, lenteja, avellana, habas

Dosis necesaria: 800 mg/día; embarazo y vejez: 1500 mg/día; lactancia: 300-500 mg/día.

Sodio

Comportamiento: presente en forma iónica, en el líquido extracelular. Con el potasio y el


cloro, es el electrolito más abundante del organismo. Regula el balance hídrico (junto con
el potasio) e interviene en la transmisión del impulso nervioso hacia los músculos (su
excitabilidad). Mantiene la presión osmótica de los líquidos del cuerpo y protege contra la
pérdida de líquidos. Junto al potasio, regula el ATP orgánico. Es el tercer elemento de
mayor abundancia en el organismo (azufre, potasio, sodio, cloro, magnesio). Equilibrio
ácido básico. Homeostasis del calcio. Es parte del jugo gástrico, pancreático e intestinal.
Conserva la estructura ósea.

Carencia: calambres. Hipotensión arterial. Coma, convulsiones.


Exceso: hipertensión arterial. Lesión de las mucosas, edemas, sed.

Fuentes: conservas, embutidos, quesos, jamón, margarina, suero de leche, pescado, atún,
mariscos, salmón en lata, langosta, riñón, leche; sal, aceitunas, pan, harina de trigo, salsa
de tomate, galleta de soda, pan de trigo integral, pan de centeno, acelga, apio.

Dosis necesaria: 1100-3300 mg/día; lactantes: 115-750 mg/día.

Calcio

Comportamiento: el mineral más abundante del cuerpo y representa un 2% del peso total;
es, también, el cuarto componente del organismo después del agua, las proteínas y las
grasas. Está en los huesos, dientes, sangre y en la materia extracelular. En los huesos y
dientes realiza un trabajo de sostén; en el plasma, regula la coagulación y permeabilidad
de la membrana celular. Favorece la secreción y absorción intestinal y participa en la
liberación hormonal. Su relación con el fósforo es proporcional: sin uno falta, falta el otro.
El calcio tiene gran importancia en la coagulación sanguínea, en el funcionamiento del
corazón, de los músculos y de los nervios y en la permeabilidad de la membrana celular.
En los huesos está unido al magnesio y fósforo a través del manganeso. Previene la
osteoporosis. Participa en la coagulación sanguínea, la contracción muscular, en la
transmisión nerviosa.

Carencia: hipocalcemia. Retraso de crecimiento y malformación ósea. Osteoporosis.


Raquitismo. Osteoporosis. Osteomalacia.

Exceso: hipercalcemia. Cálculos renales. Insuficiencia renal. Nefrocalcinosis.

Fuentes: leche y productos lácteos, leche de cabra, queso, queso de año, queso de mano,
queso de cabra, cuajada, pescado, roncador, sardina enlatada, salmón, arenque; nueces,
semillas, vegetales, aguas duras, brócoli, verduras, avena, avellana, almendra, soya,
perejil, berro, higo, caraota, garbanzo, quinchoncho.

Dosis necesaria: 800-1200 mg/día; embarazo y vejez: 1500 mg/día; lactantes: 400-600
mg/día.

Potasio

Comportamiento: junto con el sodio y el cloro son los electrolitos más importantes del
organismo. 97% del potasio se localiza intracelularmente. Regula el balance hídrico (junto
con el sodio) y participa en la contracción del músculo cardíaco. Junto al sodio regula el
ATP. El eliminado por el sudor. Mantiene el equilibrio ácido-básico y la permeabilidad de
las membranas (presión osmótica). Tiene función nerviosa, neuromuscular. Es el principal
catión intracelular

Carencia: hipopotasemia. Debilidad muscular, parálisis, edema, confusión mental,


hipoglicemia. El café, alcohol y diuréticos disminuyen sus niveles.

Exceso: hipopotasemia. Bradicardia, paro cardíaco. Úlcera. Depresión nerviosa. La


ingestión de poco líquido puede generar aumento de potasio en la sangre. Muerte.

Fuentes: carnes, leche; frutas, verduras, batatas, legumbres, tomates, plátano, zanahoria,
espinaca, cereales, levadura de cerveza, leguminosas, avena, perejil, uva,

Dosis necesaria: 4 g/día.

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