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CIUDADANÍA

APROXIMACIONES METODOLÓGICAS
 APROXIMACIONES METODOLÓGICAS A UN
ESTUDIO ACERCA DE LA CIUDADANÍA

Lejos de ser un concepto extraño, huraño o ajeno, la ciudadanía ha pasado a ser un fenómeno
constitutivo de nuestro mundo social moderno. Esta es la idea que pensamos sostener a lo largo de este
curso. Es decir, pretendemos justificar que la ciudadanía no es solo un concepto del cual debemos
aprender su significado, sino a la vez entender toda su relevancia en el mundo de hoy.

Efectivamente, nos encontramos con que a diario múltiples hechos están relacionados con este
concepto: manifestaciones de personas que exigen sus derechos en pro de su ciudadanía, elecciones a
cargos públicos, revueltas sociales, movimientos sociales de diversa índole, etc. A simple vista parece
que la ciudadanía se encuentra relacionada con una suerte de despertar social y político de las personas
que dejan su pasividad para actuar en pro de un propósito específico. La ciudadanía, aproximándonos
preliminarmente, parecería ser una suerte de estatus jurídico, político y social, del cual se revisten las
personas, un poder que se le otorga a los sujetos en contextos democráticos sin lugar a duda. Pero ¿de
donde procede esta suerte de poder? ¿siempre ha existido? ¿En qué contexto social, político e histórico
surgió? ¿A que transformaciones se ha visto sujeto? Estas y muchas otras preguntas serán el objeto de
este curso, pero antes de iniciarnos en este estudio conviene que realicemos unas aclaraciones
metodológicas sobre nuestro abordaje del concepto de ciudadanía.

¿Por qué emprender un estudio acerca de la ciudadanía?

Hoy día se habla mucho acerca de la ciudadanía. En medios de comunicación, en libros de texto, en
discursos públicos, se hace una referencia constante a este concepto. En los colegios se habla de una
educación para la ciudadanía, incluso en las universidades, por mandato constitucional, se exige que
todos los futuros profesionales se formen en una materia denominada Constitución e Instrucción cívica,
en pro de la formación de ciudadanos. Así mismo, es frecuente que escuchemos a políticos, líderes
sociales y diversos analistas, hablar de ciudadanía: el actual alcalde de Bogotá, Gustavo Petro, habla de la
formación de nuevas ciudadanías, así como al parecer hay ciudadanos que quieren revocar su mandato
y otros defenderlo. Incluso, las personas del común hablan de una ausencia de valores ciudadanos
cuando identifican una despreocupación por valores cívicos o urbanos de comportamiento: botar basura
en sitios públicos, hacer grafitis, no dar la silla de los autobuses de servicio público a personas adultas o
mayores, etc.

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Pero no se trata solo de un fenómeno social de carácter local, pues en la actualidad hemos visto como
miles de personas alrededor del mundo y de distintas nacionalidades, se unen para luchar contra el
calentamiento global, el capitalismo, la guerra, etc. Basta recordar las marchas de los denominados
indignados en Madrid o New York protestando contra el capitalismo rampante. Al parecer, entonces,
efectivamente la ciudadanía ha pasado a ser un fenómeno social y político de altísima relevancia en la
actualidad, razón por la cual la comprensión de nuestras sociedades pasa necesariamente por este
concepto.

No obstante, a pesar de que encontramos que el concepto de ciudadanía se usa con frecuencia,
podemos constatar a la vez que existe un halo de oscuridad sobre el mencionado concepto: no sabemos
bien de que se trata, de donde proviene, cual es su importancia, etc. Ahora bien, máximo, se da la
situación de que identifiquemos la ciudadanía con la mayoría de edad que por ley en los distintos países
se reconoce a las personas cuando alcanzan una edad en la que se presume se ha logrado una
responsabilidad suficiente: en Colombia se trata de los diez y ocho años de edad. Sin embargo, es claro
que la ciudadanía excede por completo a la mayoría de edad. En ese sentido, el desconocimiento
existente respecto a lo que es la ciudadanía puede llegar a ser una primera justificación para emprender
este estudio.

Sin embargo, el hecho de que se haga un uso frecuente de un determinado concepto y a la vez se
desconozca por completo su significado, no es razón suficiente para emprender una investigación en
torno a él, máximo señalaría que el concepto es relevante al interior de la sociedad y que es necesario
clarificarlo. Un estudio que simplemente pretendiera clarificar el concepto de ciudadanía máximo
ofrecería una definición que reduciría del todo la relevancia de este concepto en nuestro entorno social.

Ahora bien, también se ha vuelto frecuente la idea de educar hoy en la ciudadanía, por eso podría
pensarse que el propósito de este módulo es formar ciudadanos y ciudadanas. Como lo señalamos ya,
muchos programas y políticas públicas de educación persiguen actualmente el propósito de formar
ciudadanos y ciudadanas. Ese fue el caso de las políticas públicas impulsadas por Antanas Mockus como
Alcalde Mayor de Bogotá: a través de diversos ejercicios pedagógicos pretendió formar valores cívicos
como el respeto a la vida, la valoración de lo público, la cooperación mutua, la transparencia, el respeto
de las normas, etc. No es nada desdeñable perseguir el propósito pedagógico de formar ciudadanos y
ciudadanas, de inculcar valores cívicos al servicio de la sociedad. No obstante, el propósito de este
estudio no es ciertamente formativo en el sentido de pretender, en primer lugar, la transformación de
las actitudes de los individuos a partir de valores relacionados con la ciudadanía. A pesar de que ese es
un propósito loable no deja de estar fuera del alcance de este módulo. Una educación para la ciudadanía
que pretenda transformar las actitudes de los individuos debe incluir un conjunto de ejercicios que
lleven a una modificación real del actuar de las personas. Solo en esa dirección podría dejar de hablarse
nominalmente de ciudadanía e incursionar en lo que sería una ciudadanía real, pasar de una ciudadanía
conceptual a una ciudadanía en acción.

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Antes de justificar un estudio del concepto de ciudadanía basados en la idea de que este es de uso
frecuente al interior de la sociedad y que a pesar de esto se desconoce, o fundados en el propósito
pedagógico de formar en valores ciudadanos, creemos que el concepto de ciudadanía es absolutamente
relevante y clave dentro de las Ciencias Sociales para la comprensión de la sociedad actual. Luego,
sostendremos en este estudio que difícilmente podrían comprenderse diversos fenómenos
contemporáneos con independencia de este concepto, pues una multiplicidad de hechos actuales se
encuentran relacionados con él: movilizaciones sociales, marchas, protestas, la globalización, diversos
programas educativos, crisis económicas, la participación política en distintas sociedades, éticas públicas,
programas de gobierno, etc., En ese sentido, emprender una investigación sobre lo que es la ciudadanía
resulta una tarea necesaria si pretendemos tener un acercamiento más profundo a la comprensión de
diversos fenómenos sociales que acontecen hoy en día pues, como señalamos ya, la ciudadanía se ha
constituido actualmente en un concepto central al interior de nuestras sociedades occidentales
precisamente porque en este concepto confluyen las características, así como las prácticas más
significativas de nuestra moderna sociedad actual. Así mismo, plantearemos que es desde la ciudadanía
y sus transformaciones como podremos comprender las transiciones que se están efectuando en la
sociedad actual, hacia lo que muchos han denominado postmodernidad.

Para entender un poco más acerca de la relevancia del concepto de ciudadanía citemos el siguiente
ejemplo. A partir del año pasado, 2012, se propuso una reforma educativa en España pretendiendo
mejorar la educación enfocándola hacia el sector productivo del país. Dicha reforma fue llamada “Ley
orgánica para la mejora de la Calidad Educativa”, o LOMCE, o Ley Wert, pues fue propuesta por el
ministro de educación José Ignacio Wert. Desde que se socializó esta reforma diversos sectores sociales
mostraron su rechazo a la misma, pues al parecer la educación de los niños entraba en detrimento en
pro de una formación para el trabajo o para la cualificación profesional. Algunos cambios propuestas por
la mencionada ley son los siguientes:

Determinación del currículum de las asignaturas troncales y de las asignaturas de especialización de


carácter opcional: El gobierno central se reserva el establecimiento del currículum de las asignaturas
troncales: (Matemáticas, Ciencias, Castellano, Historia e Idioma Extranjero), para acabar con las
insostenibles diferencias entre comunidades. Los contenidos del resto de las asignaturas llamadas
asignaturas de especialización de carácter opcional serán elaborados por las comunidades autónomas,
aunque los objetivos y los criterios de evaluación los fijará el ministerio. En cuanto a las lenguas
cooficiales, que pierden la consideración de asignaturas troncales, el currículum correrá a cargo de la
comunidad correspondiente”. Tomado de
http://es.wikipedia.org/wiki/Ley_Orgánica_para_la_Mejora_de_la_Calidad_Educativa

Desde muchos puntos de vista críticos esta reforma educativa estaba destinada a formar personas
hábiles para el trabajo, pero no para formar ciudadanos. En ese sentido se inició en España un gran
debate respecto al sentido de la educación, pues a pesar de que uno de los fines de la educación es

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formar habilidades para la productividad, para el trabajo, la educación no se puede reducir a esta
finalidad. Entonces se comenzó a hablar de la finalidad pedagógica de la educación en pro de la
ciudadanía: formar hombres y mujeres conscientes del respeto a los demás, respetuosos de la ley, que
trabajan por su comunidad y su nación.
Ahora bien, una vez hemos señalado que el objeto de nuestro estudio no es en ningún sentido el de
formar ciudadanos y ciudadanas, sino en cambio reflexionar en torno al concepto de ciudadanía en aras
a la comprensión de las modernas sociedades occidentales, se hace necesario hacer algunas aclaraciones
metodológicas. En primer lugar, nos parece relevante señalar que nuestro análisis obedece a un criterio
de actualidad. Entendemos que es absolutamente actual nuestro análisis del concepto de ciudadanía en
tanto se trata de un concepto que interviene en nuestra cotidianidad cultural, social y política. Sin duda
el concepto de ciudadanía resulta fundamental para entender hoy una multiplicidad de fenómenos
sociales, políticos y culturales.

En ese sentido no se trata de un concepto anacrónico del cual estamos haciendo historia simplemente,
sino en cambio, de un concepto relevante para la actualidad histórica que nos compete. Basta con citar
algunos ejemplos. A finales de 2012, Francois Hollande, presidente electo de Francia, implementó un
conjunto de medidas fiscales para grabar con nuevos impuestos a los grandes capitales. Para su sorpresa,
muchos de sus compatriotas prefirieron renunciar a su nacionalidad y así emigrar hacia otras naciones
que no grabaran sus fortunas. Ese fue el caso del actor francés Gerard Depardieu, que emigró hacia Rusia
con su dinero renunciando a su ciudadanía francesa. Para muchos estos casos, por ejemplo, señaló una
crisis de la ciudadanía como identidad política nacional.

También se ha hecho común hoy que nos refiramos al concepto de ciudadanía cuando exigimos que
exista una intervención real por parte de la sociedad civil en el ejercicio del poder. Reclamamos que debe
existir una mayor intervención por parte de los ciudadanos en al administración de los dineros públicos
para evitar así el saqueo del erario. Luego, se explica de esta manera que la lucha contra la corrupción en
la administración pública exige el fomento de unos valores ciudadanos que empoderados controlen y
vigilen a quienes administran lo público. Se demanda hoy así un fomento de la ciudadanía y sus valores
en los sujetos que habitan el entorno social para evitar y combatir la corrupción. Se habla mucho
también de ciudadanía cuando se analiza la participación política al interior de las sociedades. Se exige
actualmente una ciudadanía mucho más activa, que trascienda el ejercicio del sufragio para intervenir
más directamente en la formulación de políticas, el ejercicio del gobierno, la exigencia de derechos y el
cumplimiento de deberes, etc. Se trata simplemente de algunos ejemplos que señalan que la ciudadanía
lejos de ser un concepto estéril y estático tiene en cambio mucha relevancia hoy dentro de nuestras
sociedades y que por eso de su comprensión depende en gran medida la aproximación que hacemos a
los distintos fenómenos sociales que vivimos.

Ahora bien, a pesar de que la ciudadanía es un fenómeno completamente actual, exige a la vez ser
analizado desde una perspectiva histórica, compleja y multidisciplinar. La ciudadanía a pesar de ser un
concepto frecuentemente usado está lejos de ser un concepto absolutamente claro. No solo porque no

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es un concepto simple y unívoco, es decir que admita una definición como las que encontramos
frecuentemente en el diccionario, sino porque se trata a la vez de un concepto que trasciende a todas
las esferas humanas y se encuentra hoy en una situación paradójica y en constante transformación. Es
decir, a pesar de que muchos sitúan la ciudadanía en una esfera exclusivamente política, pues al parecer
esta tuvo un origen eminentemente político, ella tiene implicaciones en el ámbito del derecho, la
cultura, la identidad, etc.
Luego, se trata de un concepto eminentemente complejo, compuesto por múltiples elementos, que
tiene relevancia en múltiples ámbitos de la vida humana y que lejos de ser unívoco, se encuentra sujeto
a transformaciones constantes. Entonces, se trata de un concepto que en su complejidad puede ser
abordado desde la ciencia política, la historia, los estudios culturales, el derecho, etc., es decir desde una
perspectiva multidisciplinar.

La ciudadanía no solo es un estatuto legal que garantizan los distintos Estados a las personas que hacen
parte de su nación a través de derechos y garantías jurídicas. También la ciudadanía tiene que ver con la
identidad de las personas, con su vinculación a la sociedad, con sus derechos políticos y con su
intervención en el destino de los pueblos a los que pertenecen. En ese sentido es que la ciudadanía debe
ser estudiada desde una perspectiva histórica que nos señale como se originó, como se ha transformado,
desde el derecho, señalándonos que tipo de garantías jurídicas otorga a los individuos, y por supuesto
desde una perspectiva política que nos muestre cual es su rol al interior de los distintos sistemas
políticos, en el régimen de partidos políticos, etc.

Ahora bien, no solo hemos señalado que es un concepto que debe ser aprehendido
multidisciplinarmente, sino a la vez que debe ser comprendido desde una perspectiva histórica que
aprehenda todas las transformaciones a las que se ha visto sujeto. Este aspecto es absolutamente
relevante pues determinará el carácter de este estudio acerca de la ciudadanía. Expliquémoslo de una
manera más puntual pues se trata de un enfoque epistemológico que determinará el carácter de este
estudio. A diferencia de las ciencias naturales las ciencias sociales abordan sus distintos objetos de
estudio desde una perspectiva histórica por la misma naturaleza de sus objetos de estudio.
Estanislao Zuleta, celebre pensador colombiano, señala en su texto Sobre la naturaleza de las ciencias
sociales, que una de las características de las Ciencias Sociales más significativa es que la objetividad que
se produce en ellas dista de asemejarse a la objetividad que se puede producir en los estudios propios de
las Ciencias Naturales. Si en la estructura de toda ciencia se supone que hay una relación entre el sujeto
y el objeto de estudio, entre quien conoce y lo conocido, entendemos por objetividad una propiedad que
tiene el conocimiento cuando se ajusta en realidad a la cosa estudiada, cuando el conocimiento es
totalmente lo contrario a lo subjetivo. Luego, en las Ciencias Naturales hablamos de objetividad cuando
podemos acceder a un conocimiento que sea relativo al objeto de investigación sin intervención del
sujeto que conoce. En esa dirección, afirmamos que en las Ciencias Sociales hay una patente paradoja:
en ellas lo conocido se encuentra en una íntima relación con quien conoce, la objetividad en las ciencias
sociales no es del todo objetiva como sí podría pensarse en las Ciencias naturales. En las Ciencias Sociales
no hay objetividad pura pues sus objetos de estudio se encuentran siempre vinculados con los sujetos de

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investigación. En la medida que los objetos de estudio de las Ciencias Sociales se caracterizan porque no
son objetos naturales, sino en cambio objetos que tienen una relación intima con lo humano, con las
sociedades, etc., no podemos establecer con dichos objetos una distancia que nos permita una
objetividad como la que se podría alcanzar en las Ciencias Naturales. Luego, la objetividad que
pretendemos alcanzar en este estudio sobre la ciudadanía como fenómeno social dista de ser absoluta.
El asunto puede explicarse de una manera muy sencilla, piénsese que en una Ciencia Natural como la
astronomía el objeto de estudio evidentemente es algo distinto a la naturaleza del ser humano que
investiga. Es decir, el sujeto de estudio, quien investiga, es un ser humano, mientras que el objeto de
estudio; los planetas, estrellas, astros, etc., son algo naturalmente no humano, frente a lo cual el
investigador o sujeto de estudio puede establecer un distanciamiento objetivo. Palabras más, palabras
menos, ese distanciamiento ente el sujeto y el objeto de estudio en las Ciencias Naturales produce un
grado de objetividad que no existe en las Ciencias Sociales pues su objeto de estudio es lo humano, o por
lo menos todo aquello que tiene que ver con la actividad del ser humano como tal en tanto ser social.

Los objetos propios de las Ciencias Sociales al encontrarse relacionados con la actividad humana y con lo
humano en sí mismo, se encuentran sujetos a dinámicas históricas y sociales que no permiten obtener
una objetividad de la misma naturaleza que en las ciencias naturales. Los objetos de estudio de las
Ciencias Sociales, como es el caso de la ciudadanía, son objetos que se encuentran fundamentalmente
relacionados con las realidades humanas, y por lo tanto objetos de estudio sujetos a las mismas
transformaciones y coyunturas históricas a las que están sujetos los mismos seres humanos y las
sociedades. En síntesis, los objetos de las Ciencias Sociales, como la ciudadanía, no son objetos naturales
sino creaciones sociales. Luego, no podremos determinar de manera definitiva una definición absoluta
del concepto de ciudadanía, y por lo tanto nos veremos avocados a un análisis histórico que de cuenta
de su origen, así como de las transformaciones históricas a las que se ha visto sujeto.

Concretemos. Al igual que en el concepto de cultura, en el concepto de ciudadanía podemos establecer


una definición general, no obstante debemos tener siempre en cuenta que para hablar en un sentido
completo de lo que es la cultura o la ciudadanía debemos aterrizar nuestro discurso en un tiempo y
espacio puntual. Así como no existe realmente una cultura general, pues ella se aterriza en tiempos y
lugares específicos, tampoco podemos hablar de manera general de la ciudadanía. La ciudadanía es un
fenómeno histórico sujeto a las contingencias de las sociedades, a las transformaciones sociales, a los
distintos tiempos y espacios. Como lo señalamos ya, la ciudadanía al ser un fenómeno social debe ser
estudiada en sus contingencias históricas y espaciales, luego nuestro estudio necesariamente requerirá
un abordaje histórico del concepto.

La reflexión que venimos realizando hasta este momento, bastante teórica por cierto, tiene por objetivo
señalar que la naturaleza de nuestro objeto de estudio es bien particular. La ciudadanía lejos de ser un
objeto natural, un objeto que existe como creación de la naturaleza, es un producto social. Al ser un
producto social, la ciudadanía se encuentra sujeta a distintas dinámicas históricas y sociales. Afirmamos
entonces que la ciudadanía no ha existido siempre, ella surge en un momento histórico específico y a

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partir de condiciones sociales particulares. Así mismo, ella lejos de permanecer inmutable al paso del
tiempo se transforma, varía su contenido, se vacía, incluso llegando a un momento como el actual en
donde se declara su muerte. Revisaremos con mucho más cuidado esta última afirmación, la de la
muerte de la ciudadanía, quizás sosteniendo mejor que ella se ha transformado y hemos pasado de una
ciudadanía ligada a la identidad política del Estado-Nación, a una ciudadanía cosmopolita y cultural que
no se ha afirmado del todo.

Insisto, estas afirmaciones las argumentaremos mejor a lo largo de este escrito, por ahora nos interesa
afirmar que la naturaleza del estudio que emprenderemos acerca de la ciudadanía es absolutamente
contingente, pues se sitúa en un discurso acerca del devenir de este concepto en las sociedades
occidentales y como emergió este concepto en un momento especifico de la historia y como se ha ido
transformando paulatinamente. Luego, a modo de conclusión preliminar es necesario afirmar que no hay
un concepto definitivo, como una definición absoluta de lo que es la ciudadanía, pues en tanto no
podemos objetivamente y de manera definitiva circunscribir este concepto a un significado absoluto, lo
máximo que podemos es discurrir acerca del devenir histórico que ha tenido el mencionado concepto,
problematizarlo, relacionarlo con otros conceptos, tratar de aclararlo en toda su relevancia.

Ciudadanía y subjetividad política

La primera pregunta que hay que responder respecto a la ciudadanía es de qué tipo de concepto se
trata. Efectivamente, a diferencia de otros conceptos, la ciudadanía no denomina un objeto o una cosa
específica de este mundo. Es decir, cuando hablamos de ciudadanía no estamos hablando de un objeto
natural sino de un artificio social. Entendemos por artificio lo que es producto de la creación humana, lo
que es producto de la sociedad por efecto de sus distintas dinámicas.

Thomas Hobbes, teórico político inglés, en su introducción al Leviatán, elaboró una conceptualización del
Estado como artificio social que nos puede ser útil para entender en qué sentido la ciudadanía también
es un artificio. Afirma Hobbes:
"La Naturaleza (el arte con que Dios ha hecho y gobierna el mundo) está imitada de tal modo, como en
muchas otras cosas, por el arte del hombre, [...] gracias al arte se crea ese gran Leviatán que llamamos
república o Estado (en latín civitas) que no es sino un hombre artificial, aunque de mayor estatura y
robustez que el natural para cuya protección y defensa fue instituido y en el cual la soberanía es un alma
artificial que da vida y movimiento al cuerpo entero; [...]” Prólogo, Leviatán.

Lo que señala Hobbes en este prólogo a su obra es que existen muchos objetos naturales que desde su
punto de vista son objetos creados por Dios, o si se quiere, se pueden entender como objetos creados
por la Naturaleza. Así mismo, señala que el arte, o la actividad que realiza el hombre, en muchos
sentidos imitan a la naturaleza en su actividad creadora, creando productos u objetos al interior de la
sociedad con una finalidad específica, esos son los artificios. Si nos damos cuenta, muchos de los entes u
objetos existentes en el mundo no son solamente naturales sino que proceden de la creación específica

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de los seres humanos o las sociedades. De hecho, a pesar de que muchos artificios, o creaciones
humanas o sociales, son objetos existentes realmente en el mundo de forma material otros no tienen
una existencia objetiva.

Expliquémoslo a partir de un ejemplo. Efectivamente las plantas son seres u objetos de existencia
natural, el hombre no los creo y tienen efectivamente una existencia objetiva. Sin embargo plantas como
la coca no solo son seres naturales pues la significación social que los hombres hemos hecho de ella es
una construcción social. La coca posee una significación distinta en las sociedades del sur de Perú o
Bolivia, en medio de las comunidades indígenas, que la conciben como una planta medicinal, a diferencia
de las sociedades europeas o de Norte América. En estas últimas sociedades la planta es asociada a un
problema de salud pública, al tráfico de drogas, la criminalidad, el caos social. En este caso se trata
efectivamente de un artificio social, de una creación no material que las distintas sociedades han creado
de la significación de esta planta. La coca es efectivamente como planta un objeto natural, una creación
de la naturaleza con existencia objetiva, no obstante, las distintas sociedades crean una significación
artificiosa de esta dependiendo de sus dinámicas sociales como tal.

En el caso de las Ciencias Sociales, la mayoría de los objetos a los que se dedican estos saberes son
artificios sociales, o creaciones humanas que se dan en momentos específicos de la historia y de las
sociedades. Piénsese, por ejemplo, que ciencias que pertenecen a las Ciencias Sociales como la Historia,
la Antropología, la Política, se dedican a objetos de estudio que son artificios sociales: cultura, hechos
históricos, instituciones políticas, religiones, etc. Las Ciencias Sociales en ningún sentido se dedican a
objetos naturales sino a artificios sociales, ese es el caso de objetos de estudio específicos como el
Estado, la cultura, la identidad, y por supuesto la ciudadanía.

Ahora bien, ¿qué tipo de artificio es la ciudadanía? Para responder a esta pregunta resulta relevante
hacer uso del concepto de subjetividad política o social. Entendemos por subjetividad el artificio o
creación social que señala quién o quienes son sujetos de la acción o de la actividad al interior de una
sociedad o una comunidad política. El sujeto es entendido gramaticalmente quien actúa, o en su defecto
quien padece la acción que otros agencian o desarrollan. Si hablamos de una acción específica como:
votar, reclamar, movilizarse, pelear, estudiar, etc., tiene que existir un sujeto que realice como tal la
acción específica. Ahora bien, no necesariamente el sujeto debe ser singular pues hay sujetos que en el
mudo social agencian acciones colectivamente o en conjunto con otros. Por eso si preguntáramos quién
desarrolla tal o cual acción, como movilizarse o protestar, podríamos responder a dicha pregunta
señalando a un sujeto colectivo específico: los trabajadores, los indígenas, los estudiantes, los
empresarios, los militares, etc., distintos sujetos colectivos que actúan en conjunto agenciando una
acción. En ese sentido, en Ciencias Sociales cuando se piensa en actores sociales, o en sujetos, no
siempre se piensa en hombres singulares sino también en comunidades, grupos, naciones, etc.

Es claro que cuando hablamos de subjetividad política no siempre nos estamos refiriendo a los hombres
singulares en tanto sujetos naturales. A lo largo de la historia encontramos que en muchos casos los

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sujetos de diversas acciones sociales no solamente son individuos, sino también comunidades, grupos
humanos, etc.

En conclusión, el sujeto social, o la subjetividad política, en ningún caso remite directamente a la


singularidad de los individuos naturales. Cuantitativamente la singularidad social o política en ningún
caso remite a la unidad del sujeto natural, del hombre individual. El sujeto social o político también
puede ser grupal, filial, gremial, etc.

Ahora bien, no se trata de un criterio de número exclusivamente. Si a lo largo de la historia han existido
en las distintas sociedades distintas concepciones de la subjetividad social o política ello obedece
también a un criterio cualitativo. Las distintas sociedades han concebido de distintas maneras la
subjetividad política: bien podríamos pensar en el ciudadano griego del siglo V a.C., en el súbdito de las
monarquías medievales, o en el concepto de clase social que elaboró el marxismo en el siglo XIX, o en el
ciudadano autónomo de las sociedades modernas. Se trata de distintas conceptualizaciones de la
subjetividad política y social que involucran un conjunto diverso de valores y cualidades y a la vez
inciden de manera distinta en las diversas sociedades.

Piénsese que el ciudadano griego involucra valores distintos a la ciudadanía moderna, ser un sujeto en el
siglo V a. C en Grecia Antigua no es lo mismo que serloen Francia en el contexto de las revoluciones
sociales del siglo XIX, cualitativamente estos dos tipos de individuo distintos comportan una serie de
artificios sociales distintos. Por ejemplo, el ciudadano como individuo autónomo va a ser una cualidad
exclusiva de la sociedad moderna, de tal manera que resulta impensable pensar que la autonomía tenga
lugar en la ciudadanía clásica antigua. Mientras el hombre griego solo se concibe como libre si posee
propiedades y no está sujeto a la esclavitud de nadie, el hombre del siglo XIX es libre por el simple hecho
de ser hombre. Así mismo, cuando Marx conceptualiza la subjetividad política como clase social, se
distancia tajantemente del individuo-sujeto que entiende el liberalismo en su apuesta política.
Efectivamente tanto el comunismo como el liberalismo realizan distintas construcciones o artificios de lo
que es un actor social.

Sin extenderme en la explicación de cada uno de estos conceptos, pues es una tarea que realizaremos a
lo largo de este; lo que pretendemos señalar es que la ciudadanía como tal es una conceptualización de
la subjetividad política, un artificio, que emerge en un momento específico de la historia y a la vez posee
unas cualidades o unos atributos concomitantes a la sociedad en la que emergió.

En ese sentido es que este módulo abordará inicialmente el concepto de ciudadanía desde una
perspectiva histórica. En la medida que se trata de un artificio social que han construido distintas
sociedades con el paso del tiempo, se hará para nosotros relevante volver, inicialmente, hasta la antigua
Grecia, en donde se habló por primera vez del concepto de ciudadano. Señalaremos allí qué se entendía
por ciudadano, cuáles eran sus atributos sociales y políticos, así como también pretenderemos explicar
como esta incipiente ciudadanía fue opacada una vez se dio la transición al mundo Medieval.

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Posteriormente, describiremos el conjunto de transformaciones políticas y sociales que se dieron en la
modernidad y que generaron el concepto moderno de ciudadanía, tratando de señalar las diferencias
con el concepto antiguo. Posteriormente, teniendo en cuenta la perspectiva histórica que hemos
adoptado, expondremos la serie de desafíos que cuestionan en la actualidad a la ciudadanía moderna
como la Globalización, las críticas de parte del Feminismo, así como de los grupos subalternos o
minoritarios de la sociedad.

Sin abandonar la perspectiva de actualidad, que hemos señalado es uno de los enfoques de este curso,
los últimos capítulos versarán acerca del papel de la ciudadanía en Colombia: su génesis, su papel en el
rol de la sociedad y en la construcción de la nación, Por supuesto, no podremos dejar de lado una
interpretación del conflicto social, político y armado que atraviesa el país, desde la perspectiva de la
ciudadanía y la participación política.

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