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Dirección Nacional de Defensoría Pública


Justicia Especial
para la Paz


Paz
“ Justicia Especial para la
Preguntas y Respuestas

Preguntas y Respuestas

Calle 55 No. 10-32


Tel. 57+1 314 4000
57+1 314 7300
Bogotá, D. C., Colombia

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“JUSTICIA ESPECIAL
PARA LA PAZ”
PREGUNTAS Y RESPUESTAS
DEFENSORES PÚBLICOS DEL PROGRAMA DE JUSTICIA Y PAZ

“JUSTICIA ESPECIAL
PARA LA PAZ”
PREGUNTAS Y RESPUESTAS

DIRECCIÓN Y COORDINACIÓN
CARLOS ARTURO GÓMEZ PAVAJEAU

DEFENSORÍA DEL PUEBLO


DIRECCIÓN NACIONAL DE DEFENSORÍA PÚBLICA

Junio 2016
ISBN: 978-958-8895-25-3
Diagramacion e Impresión
Imprenta Nacional de Colombia

DEFENSORIA DEL PUEBLO


Calle 55 No. 10 – 32
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Tels: 3144000 – 3147300
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Portada:
Estamos rodeados de restos romanos. Nuestras casas son, en buena medida, casas romanas.
Nuestras leyes son, por lo menos en parte, leyes romanas. Nuestras diversiones son, significa-
tivamente, diversiones romanas. De acuerdo, nuestro idioma romano está un poco echado a
perder; pero eso también les pasaba a los romanos. En fin, no hace falta viajar mucho para ver
ruinas romanas: solamente tenemos que buscar un espejo.

Lo expuesto en los artículos de esta edición es responsabilidad exclusiva


de sus autores.

Publicacion editada en Bogotá D.C. Colombia Junio de 2016.

Defensoria del Pueblo. Calle 55 No. 10-32 Tel. 3147300, Bogotá, D.C.,
Colombia.
ALFONSO CAJIAO CABRERA
Vicedefensor del Pueblo, encargado
de las Funciones de Defensor del Pueblo

FELIPE VARGAS RODRÍGUEZ


Secretario General

ALEXANDRA CÁRDENAS CASTAÑEDA


Directora Nacional de Defensoría Pública

CARLOS ARTURO GÓMEZ PAVAJEAU


Director y Coordinador

ABOGADOS ADSCRITOS A LA UNIDAD DE JUSTICIA Y PAZ


Autores
Dedicatoria

“Para César Nicolás Zamudio Casallas, nuestro compañero de lucha


en la Barra de Justicia y Paz, quien muy a pesar de las adversidades y de
sus personales batallas día a día, sin tregua ni amilanamiento, continua
su ardua labor defensorial en pro de los que para algunos, dejaron de
merecer el derecho a un proceso justo y rodeado de garantías”
9

Tabla de Contenido

PRESENTACIÓN
ALFONSO CAJIAO CABRERA....................................................................... 13

PROLOGO
ALEXANDRA CÁRDENAS CASTAÑEDA................................................. 15

ESTUDIO INTRODUCTORIO I
LA JUSTICIA ESPECIAL PARA LA PAZ: MODELO DE JUSTICIA
TRANSICIONAL ACORDE CON LAS ORIENTACIONES Y TEN-
DENCIAS MODERNAS DEL DERECHO Y DE LA JUSTICIA
CARLOS ARTURO GÓMEZ PAVAJEAU..................................................... 17

ESTUDIO INTRODUCTORIO II
LOS ACUERDOS DE PAZ Y LA RELATIVIZACIÓN DE LAS FUN-
CIONES DE LA PENA DE LOS DELITOS COMETIDOS EN EL
CONTEXTO DEL CONFLICTO ARMADO
JUAN CARLOS ARIAS DUQUE..................................................................... 59

ESTUDIO INTRODUCTORIO III


RECLUTADOS PARA LA GUERRA Y REINSERTADOS A LA SOCIE-
DAD ¿CÓMO SE PUEDE DEJAR DE SER UN EX?
MILCIADES VIZCAINO GUTIÉRREZ....................................................... 79

ESTUDIO INTRODUCTORIO IV
LA CONSTRUCCIÓN SOCIAL DE LOS MEDIOS DE COMUNICA-
CIÓN SOBRE LA HABANA. ¿SE MANTIENEN FIELES A UNA ÉTI-
CA PERIODÍSTICA?
GINA PAOLA VIZCAINO GUTIÉRREZ...................................................111
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

PRIMERA PARTE
COMPONENTE PAZ

CAPÍTULO I
¿PAZ CON DIGNIDAD?
ÁNGELA YANETH GALVIS ARDILA.......................................................141

CAPÍTULO II
LA JUSTICIA TRANSICIONAL EN COLOMBIA: ¿DE LAS COMISIO-
NES DE LA VERDAD Y LA JUSTICIA RETRIBUTIVA A UN SISTEMA
TRANSICIONAL MIXTO?
ANDRÉS MAURICIO VELA CORREA......................................................161

CAPÍTULO III
¿SE AJUSTAN LOS ACUERDOS DE PAZ EN COLOMBIA A LOS ES-
TÁNDARES INTERNACIONALES DEL ESTATUTO DE ROMA?
ANA MERCEDES ARANGUREN BAUTISTA.........................................185

CAPÍTULO IV
¿PAZ Y/O JUSTICIA?
JUAN CARLOS ROJAS AMOROCHO.........................................................209

SEGUNDA PARTE
COMPONENTE JUSTICIA

CAPÍTULO I
¿EN QUÉ CONSISTE EL COMPONENTE DE JUSTICIA EN LOS
ACUERDOS DE LA HABANA?
MARIO IGNACIO DÍAZ GÓNGORA........................................................233

CAPÍTULO II
JUSTICIA TRANSICIONAL Y PROSPECTIVA: ¿ES SUFICIENTE
UNA JUSTICIA TRANSICIONAL CON UN EXCLUSIVO ENFOQUE
PRO-VÍCTIMAS PARA LA CONSOLIDACIÓN DE LA PAZ ESTABLE
Y DURADERA SIN CONSIDERACIÓN A UNA VISIÓN INCLUYEN-
TE DE CIUDADANOS Y OTROS GRUPOS SOCIALES?
10 HEYDI PATRICIA BALDOSEA PEREA....................................................293
CAPÍTULO III 11
LA FÓRMULA DE LA JUSTICIA EN LA JURISDICCIÓN ESPECIAL
PARA LA PAZ. ¿PARADOJA O ANTINOMIA?
BEATRIZ DEL PILAR CUERVO CRIALES..............................................341

CAPÍTULO IV
¿AMNISTÍA E INDULTO O IMPUNIDAD?
WENCESLAO SÁRATE RAMÍREZ............................................................383

TERCERA PARTE
COMPONENTE JURISDICCIÓN ESPECIAL PARA
LA PAZ

CAPÍTULO I
¿ES POSIBLE LA CREACIÓN DE UNA PAZ ESTABLE Y DURADERA
A PARTIR DE LA JUSTICIA TRANSICIONAL EN LA FORMA COMO
SE IMPLEMENTÓ Y SE ESTÁ DESARROLLANDO EN LA LEY 975
DE 2005?
DARÍO FERNANDO PABÓN BUITRAGO..............................................405

CAPÍTULO II
¿QUÉ SIGNIFICA LA CREACIÓN DE UNA JURISDICCIÓN ESPE-
CIAL PARA LA PAZ EN EL ÁMBITO DE LA JUSTICIA TRANSICIO-
NAL? ¿ES UNA JUSTICIA TRANSICIONAL DIFERENTE A LA CON-
TENIDA EN LA LEY 975 DE 2005?
GERMÁN VALENCIA MORALES...............................................................425

CAPÍTULO III
¿CÓMO SE TRANSFORMA LA PENA ALTERNATIVA DE LA LEY
975 DE 2005, EN PENA ALTERNATIVA ESPECIAL, EN LOS ACUER-
DOS DE LA HABANA?
ÓMAR MARTÍNEZ ÁLVAREZ.....................................................................449

CAPÍTULO IV
¿CUÁL SERÍA EL PAPEL DE LA DEFENSA TÉCNICA EN LA JURIS-
DICCIÓN ESPECIAL PARA LA PAZ?
FRANCISCO EDUARDO IBARRA PINTOR............................................471
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

CAPÍTULO V
¿LA JURISDICCIÓN ESPECIAL PARA LA PAZ ES APLICABLE A
PROCESADOS DE LA LEY DE JUSTICIA Y PAZ (LEY 975 DE 2005 Y
LEY 1592 DE 2012)?
CÉSAR NICOLÁS ZAMUDIO CASALLAS................................................513

CAPÍTULO VI
HITOS DE LA JUSTICIA TRANCISIONAL. ¿HACIA UNA REFORMA
RURAL Y AGRARIA, REPARADORA Y/0 RESTAURADORA ? UN
ACERCAMIENTO A LA LEY 1448 DE 2011
CARLOS ALFONSO NAVARRETE BARRETO.......................................581

ADDENDA
EL ENGAÑO QUE SE ESCONDE EN LA SELVA
LUIS EDUARDO ORTIZ HERNÁNDEZ .................................................613

12
13

Presentación

Alguna vez el célebre abogado, pensador y político indio Mahatma Gandhi

Alfonso Cajiao Cabrera


señaló que: “No hay camino para la paz, la paz es el camino”. En estos mo-
mentos en los cuales Colombia parece haber tomado la decisión, probable-
mente como nunca antes en su historia, de caminar por la senda de la paz para
construir una sociedad mejor, resulta realmente importante que se establezca
un marco jurídico adecuado que sirva de guía para andar por ese derrotero
sin tropiezos.

En ese orden de ideas, es verdaderamente plausible que, bajo la dirección y


coordinación del profesor Carlos Arturo Gómez Pavajeau, los defensores
públicos de la barra de justicia y paz y otros distinguidos autores entreguen a
la luz pública el segundo tomo de una obra dedicada al estudio de la justicia
transicional, titulado Justicia especial para la paz - preguntas y respuestas.

El título resulta muy adecuado, pues la justicia transicional es precisamente


una justicia especial para el logro de la paz, una justicia sui generis para alcanzar
el objetivo de dar por finalizado un conflicto armado, bien sea internacional o
interno, que en el caso de Colombia ya completa más de 50 años, pero garan-
tizando, de igual modo, los derechos a la verdad, a la justicia y a la reparación
integral de las víctimas.

La obra se compone de tres partes: una primera, titulada “Componente paz”;


una segunda, denominada “Componente justicia”; y, finalmente, una tercera
designada “Componente jurisdicción especial para la paz”. En cada una de
ellas se abordan temáticas de mucho interés y que con seguridad serán de uti-
lidad para la determinación y precisión del marco jurídico del proceso de paz
que se encuentra en marcha y que parece no tener, por fortuna, marcha atrás.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

Celebramos entonces la aparición de esta importante obra y esperamos que


sigan surgiendo muchas otras iniciativas académicas como esta, llamadas no
solo a enriquecer la literatura jurídica sino también a brindar herramientas
prácticas para darle respuestas adecuadas al contexto social en el cual nos
desenvolvemos.

ALFONSO CAJIAO CABRERA


Vicedefensor del Pueblo, encargado de las
funciones de Defensor del Pueblo

14
15

Prólogo

Alexandra Cárdenas Castañeda


Nada en la vida debe ser temido, solamente compren-
dido. Ahora es el momento de comprender más, para
temer menos.
Marie Curie

Es un hecho que, como seres humanos, tenemos miedo de lo desconocido.


Durante miles de años, nuestros primeros antepasados miraron hacia la oscu-
ridad circundante y se agazaparon estrechamente en las cavernas, temiendo a
los peligros que les rodeaban en la noche. Entonces llegó el fuego. Temblamos
durante siglos, ante la imposibilidad de controlar los ciclos de las cosechas y
perecer de hambre. Miramos, pues, a las estrellas y comprendimos los ciclos
del cielo. Sufrimos, mil años más tarde, el sobrevenir de infinitas catástrofes
naturales, nos desconsolamos ante la evidencia de las enfermedades que po-
dían matarnos por millares y entonces descubrimos la penicilina.

Está en nuestra naturaleza el temer aquello que desconocemos; impreso en


nuestra genética nos inquieta no tener el control de determinadas situaciones,
nos agobia la incertidumbre del futuro y nos incomoda el andar en caminos
no explorados. Pero si Cristóbal Colón no hubiera vencido su miedo hacia lo
desconocido, no hubiera descubierto el nuevo mundo; si Neil Armstrong, no
hubiera decidido dar ese primer paso del alunizaje, no hubiera sido recordado
por ser la primera huella humana en nuestro satélite; si la mujer, en fin, con
cuyas palabras me permito iniciar estas líneas, no hubiera perseverado en su
estudio sobre la radioactividad, los rayos x y otros mil usos de esta energía no
hubieran sido descubiertos. Si bien el miedo está en nosotros, también lo está
el ánimo para vencerlo.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

Colombia se encuentra, en este momento, en una encrucijada histórica.


Ad portas de la firma de un acuerdo que podría significar el fin de un conflicto
de más de cincuenta años, nos hallamos en el filo de un camino que desco-
nocemos. Nos hemos acostumbrado a la guerra, crecimos en ella y se hizo
habitual encontrar en los noticieros imágenes de masacres y enfrentamientos
armados, llegamos a creer, en nuestro interior, que ésa era la forma habitual
de las cosas. Ahora, nos enfrentamos a una paz que es aún más atemorizante
por cuanto nos resulta desconocida y en cuanto más aprendamos de ella,
tendrá menos de incertidumbre y más de esperanza.

En este segundo volumen, de nuevo bajo los estándares de excelencia de


nuestros colaboradores, encontraremos un nuevo acercamiento a este vital
punto que es la justicia transicional, una realidad jurídica que esperamos vivir
pronto y en la que este libro nos sumerge tan acertadamente, mediante meca-
nismos de preguntas y respuestas que aclaran en mucho nuestras inquietudes
conceptuales y nos dan una muestra de la disposición y actitud de nuestros
defensoras y defensores públicos ante este nuevo reto histórico.

ALEXANDRA CÁRDENAS CASTAÑEDA


Directora Nacional de Defensoría Pública

16
ESTUDIO
INTRODUCTORIO I
LA JUSTICIA ESPECIAL PARA LA PAZ:
MODELO DE JUSTICIA TRANSICIONAL
ACORDE CON LAS ORIENTACIONES
Y TENDENCIAS MODERNAS DEL
DERECHO Y DE LA JUSTICIA
19

La justicia especial para la paz: modelo

Carlos Arturo Gómez Pavajeau


de justicia transicional acorde con las
orientaciones y tendencias modernas del
derecho y de la justicia

Carlos Arturo Gómez Pavajeau*

INTRODUCCIÓN

El conflicto político-social colombiano es quizás uno, si no el más, de los más


antiguos, persistentes, sistemáticos, crueles, deshumanizados y generalizado
del globo terráqueo, con implicaciones internacionales en el ámbito
latinoamericano –no desdeñando el universal–, lesionando no solo el in se
de la organización política y jurídica de nuestro país –unidad de la nación,
aseguramiento de la vida, la convivencia, el trabajo, la justicia, la igualdad,
el conocimiento, la libertad y la paz, dentro de “un marco jurídico, democrático
y participativo que garantice un orden político, económico y social justo” (Preámbulo
Carta Política, parte primera)–, sino también los propósitos de integración
regional, en tanto afecta el compromiso de “impulsar la integración de la comunidad
latinoamericana” (Preámbulo Carta Política, parte segunda, y artículo 9, en
especial lo indicado en su inciso 2º), todo la cual no solo afecta de manera
global y sistemática los principios fundamentales del Estado (artículos 1 a
10), sino también a toda la parte filosófica (artículos 11 a 95) e incluso a la
*
Profesor titular de derecho penal y disciplinario de la Universidad Externado de Colombia. Cofundador y
consejero académico del Instituto Colombiano de Derecho Disciplinario y de la Confederación Internacional de
Derecho Disciplinario. Coordinador académico de Barras de la Defensoría del Pueblo y consultor de la Escuela
Judicial “Rodrigo Lara Bonilla”. Contacto: gomezpavajeau@hotmail.com
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

orgánica (artículos 96 y siguientes), sobre todo cuando contempla principios,


valores y derechos constitucionales.

Se trata de un conflicto que temporalmente ya no es de años, tampoco de


lustros, se perfila con tendencia de siglos, hasta el punto que muchas de las
generaciones nacidas a partir de mediados del siglo XX no conocen la paz, se
han formado en la indiferencia y tolerancia ante el conflicto, en una especie
de “sálvese quien pueda” y “mientras a mí no me toque las cosas se pueden aguantar ” .
Tan profundas son sus huellas sociológicas y psicológicas que asistimos a una
pérdida de principios como los de humanidad, solidaridad y capacidad de
asombro ante las violaciones a los derechos de los demás.

Tal realidad indiscutible pero no inexorable, contradice la esencia misma


del sentimiento de justicia internacional y nacional, quebrantando no solo
la dignidad de las personas y sus derechos nucleicos inherentes y esenciales,
sino también globalmente la dignidad de sus culturas (artículos 1 y 70
numeral 2º), amén de los principios inspiradores de la Carta Universal de
Derechos Humanos y la Carta Interamericana de Derechos y Deberes del
Ciudadano, así como sus instrumentos convencionales representados en el
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, Pacto Internacional de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales y, de la segunda, la Convención
Americana sobre Derechos Humanos.

Ha llegado la hora, sin justificación de ninguna clase, de poner fin a tan ignominiosa
situación social e individual de sus habitantes, la justicia no puede encarnizarse
omisivamente viendo cómo se continua afectando a la población más débil
física, económica y socialmente en perjuicio del artículo 13 de la Carta Política,
pero igualmente debe transformar paulatinamente, en dialéctica de equilibrio, su
enfoque de justicia formal hacia la material, un concepto filosófico de derecho
estructural hacia el funcional, una concepción de normas prohibitivas y de
sanciones negativas hacia una de normas de estímulo y sanciones positivas como
inteligencia de sus instituciones jurídicas y, finalmente, el paso de las sanciones
expiatorias o meramente retributivas y ejemplarizantes hacia medidas alternativas
orientadas por una política criminal coherente y respetuosa del orden constitucional
y del orden público internacional de los derechos humanos (artículos 4 y 93 ibíd.),
que mire hacia el futuro en términos globales y no insularmente individuales, sin
20 desconocer el pasado y futuro de las víctimas.
Los acuerdos de paz de La Habana entre el Gobierno Nacional y las FARC, 21
especialmente en lo que tiene que ver con la llamada “Justicia Especial para
la Paz”, presenta novedades que se traducirán no solo en prácticas sociales
e individuales, institucionales y políticas, sino también académicas y con
profundas repercusiones en el estudio y enseñanza del derecho en Colombia.
Independientemente del juicio y pronóstico sobre si la misma se hará o no
realidad, y sobre todo si los concernidos en el conflicto tienen o no la voluntad de
superar el “estado de cosas” existente, afloran criterios, conceptos, directrices,

Carlos Arturo Gómez Pavajeau


orientaciones, nuevas visiones y tendencias que permearán la práctica jurídica
y transformarán la formación de los nuevos juristas posconflicto, impactando
de manera positiva el entendimiento de nuestro orden jurídico y social, en pos
de una “justicia social” como se enarbola en el Preámbulo de la Carta Política.

En un escrito anterior, titulado “¿Justicia sin reglas?: Formalidad vs. Materialidad ” ,


publicado en una investigación colectiva de la Defensoría del Pueblo1,
hacíamos algunas consideraciones que hoy queremos reafirmar y ampliar,
toda vez que dichas reflexiones tenían como marco la Ley 975 de 2005, en la
cual ya se avistaba un concierto de nuevos y complementarios principios de
justicia que hoy, ante los acuerdos de paz de La Habana, parecen consolidarse.

La Barra Académica de la Dirección de Defensoría Pública que se encarga


de la defensa pública de los “Postulados” en el marco de la ley citada, abre de
nuevo los horizontes de discusión, planteando preguntas claves y cruciales, con
sus respectivas respuestas aproximativas, para el entendimiento y rendimiento
jurídico de los acuerdos de “La Habana”, con la convicción y vocación de
contribuir cada uno con su grano de arena para el buen suceso que hoy se
vislumbra como una luz al final del túnel, de lo cual nadie absolutamente
puede estar exento, mucho menos la academia y aquellos que conocen por
más tiempo, rigor y profundidad la justicia transicional.

La disertación que a continuación se presenta, no es voz oficial ni de la


Defensoría del Pueblo ni de la Barra Académica que en tal institución dirijo
y coordino, sin más ni más es una reflexión producto del estudio y ejercicio
del derecho por más de treinta y cinco años, en lo práctico y en lo teórico,
así como en lo oficial y en lo académico. Es mi visión particular, correcta o
1 Gómez Pavajeau, Carlos Arturo. “¿Justicia sin reglas?: Formalidad vs. Materialidad”, en AA.VV. Justicia Transi-
cional, Bogotá, Defensoría del Pueblo-Dirección Nacional de Defensoría Pública, 2015, pp. 17 a 24.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

equivocada, pero constitutiva de ese grano de arena que nadie puede dejar
de aportar en estos momentos decisivos de nuestra colombianidad, con lo
cual cumplo, desde la academia que es mi verdadera y genuina vocación, con
el mandato del artículo 22 de la Carta Política, según el cual “la paz es un
derecho y un deber de obligatorio cumplimiento”, demandables y exigibles a todos,
puesto que el ejercicio de los derechos implica responsabilidades, entre las
cuales, por supuesto de conformidad con el artículo 95 ibíd., se encuentra
cumplir con los deberes constitucionales (inciso 1º), en especial con el de
respetar los derechos ajenos y no abusar de los propios (numeral 1º), obrar
conforme al principio de la solidaridad social (numeral 2º), respetar y apoyar
a las autoridades legítimamente constituidas (numeral 3º), defender y difundir
los derechos humanos como fundamento de la convivencia pacífica (numeral
4º), participar en la vida política, cívica y comunitaria del país (numeral 5º),
propender al logro y mantenimiento de la paz (numeral 6º) y colaborar para
el buen funcionamiento de la administración de justicia (numeral 7º).

A continuación señalo lo que se podría constituir, desde el punto de vista


académico y de la enseñanza del derecho que se avizora revisar hacia el
futuro, en el Decálogo de una justicia “justa”. No otra cosa pueden significar
las aspiraciones de la Justicia Transicional encarnada en la Justicia Especial para
la Paz de los acuerdos de La Habana.

Ha llegado la hora de aplicar el espíritu original, genuino y verdadero de la


Carta Política: solo existe justicia cuando las oportunidades políticas, sociales,
económicas y jurídicas permitan un equilibrio entre lo antropocéntrico
y lo socio céntrico, aunque privilegiando a lo primero cuando no haya
posibilidad cierta de lograrlo, lo cual pasa por reconocer y practicar que la
justicia involucra ejercicio y respeto de derechos, pero también de deberes.
Tanto unos como otros hacen parte de los principios del Estado colombiano
(artículos 1 y 2) y de la parte dogmática de la Carta Política (artículos 11 a
94: derechos, especialmente) y 95 (deberes, esencialmente), de manera que su
carácter de justiciables no puede ponerse en duda: lo escrito teóricamente hay
que escribirlo e inscribirlo en la praxis de una verdadera justicia.

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Carlos Arturo Gómez Pavajeau


1. Justicia formal y justicia material: hacia
un concepto de justicia social

Ius naturalismo y positivismo, a través de discusiones que trascienden milenios,


aportando lo bueno y desechando lo negativo, han permitido decantar la idea
según la cual la ley no es igual, o por lo menos es imposible una sinonimia, a
la justicia y al derecho.

La equiparación burda y cuadriculada entre ambos conceptos conllevó,


recientemente, a la experiencia “injurídica” del nacionalsocialismo alemán
de Hitler, cuyos recuerdos querrían ser borrados desde el punto de vista
psicológico-individual, pero no desde el psicológico-social, pues si no se
conoce la historia existe la posibilidad de repetirla.

El positivismo crudo, desnudo e irracional, que llevó a sus extremos el


aforismo romano según el cual “la ley es dura pero es la ley”, fue la ocupación
práctica del derecho en dicha época, razón por la cual la tarea inmediata de la
reconstrucción del sentimiento jurídico perdido luego de finalizada la segunda
guerra mundial, fue separar tales conceptos, lo que se encomendó al llamado
constitucionalismo moderno2.

Nuestra Carta Política así lo ha establecido, aunque no explícitamente, pero


muy a pesar de que en el inciso 1º de su artículo 230 señala que “los jueces, en sus
providencias, solo están sometidos al imperio de la ley”, el artículo 4 que hace parte de
los principios rectores constitucionales y de la parte dogmática de la misma,
2 Así, de una manera clara y evidente, el numeral 3º del artículo 20 de la Ley Fundamental de la República Federal
de Alemania.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

manda que la Constitución es norma de normas, que por demás según el


artículo 2º, las autoridades públicas tienen como fin principal “garantizar
la efectividad de los principios, derechos y deberes consagrados en la Constitución”, los
derechos constitucionales son fuente del derecho de aplicación inmediata
(artículo 85), por tanto la ley se encuentra sometida al derecho (artículos 6 y
95) y prima sobre ella el bloque de constitucionalidad (artículo 93).

La parte dogmática, en cierta forma, condiciona la interpretación de la parte


orgánica3, también en esta se encuentran principios, valores y derechos
constitucionales al rechazarse el criterio a rúbrica para determinarlos4, y la
fuerza vinculante de la primera hace que incluso una reforma constitucional
sobre ella pueda considerarse como inconstitucional, pues ya no se trataría
de una reforma sino de una sustitución de la constitución5. En fin, también el
Preámbulo tiene valor jurídico condicionante de la validez del orden jurídico6.

El positivismo jurídico allí flaquea, se fortalece en ius naturalismo crítico o


un positivismo valorativo en nuestra Carta Política, que termina de acuñarse
cuando establece valores superiores en su artículo 1 y, muy especialmente,
derechos constitucionales no positivizados en su artículo 94.

Las formas ceden el paso, sin que desaparezcan, a los aspectos sustanciales de
la justicia, lo que viene definido de manera explícita por el artículo 228, según el
cual en la función de la Administración de Justicia “prevalecerá el derecho sustancial”.

No en vano, pues, la jurisprudencia constitucional ha dicho sobre la “justicia


material”:

Pero toda interpretación, incluso la de más valía como es la sistemática,


debe orientarse y conducirse de conformidad con los principios:
“Los principios juegan un papel esencial en la interpretación
jurídica, en especial cuando se presentan casos difíciles, producto
del conflicto de varias normas”7.
Cuando las normas legales “son claras, razonables y eficaces para la
3 Corte Constitucional, sentencias C-178 de 1995, C-836 de 2001 y T-116 de 2004.
4 Ibíd., sentencias T-02 de 1992 y T-532 de 1992.
5 Ibíd., sentencias C-551 de 2003, C-970 de 2004, C-971 de 2004, C-1040 de 2005, C-588 de 2009, C-141 de 2010,
C-303 de 2010, C—288 de 2012, C-579 de 2013, C-577 de 2014, C-150 de 2015 y C-053 de 2016.
6 Ibíd., sentencias C-479 de 1992, C-067 de 2003, C-477 de 2005 y C-544 de 2010.
24 7 Ibíd., Sentencia T-058 de 1995.
obtención de su derecho”, la consecuencia es que “la apelación a los 25
principios no es conducente”8.

El ideal de justicia material es “consustancial al Estado Social de Derecho


que emerge de los principios, valores y derechos constitucionales”9. El
principio de justicia material ha sido calificado como “un valor superior
del orden constitucional”10 y, por tanto, es deber del juez “hacer efectivo
el principio de justicia material”11, lo que impone la idea según la cual

Carlos Arturo Gómez Pavajeau


“el juez del Estado Social de Derecho debe optar necesariamente por
satisfacer las exigencias concretas de la justicia material” 12.

Es posible que el principio de justicia material “entre en conflicto


con otras principios como el de certeza, seguridad y objetividad
jurídica”, caso en el cual, sino no se tratare de normas prohibitivas
o de mandato, la ponderación jurídica impone su prevalencia;
puesto que “el principio de justicia material podría prevalecer sobre
cualquier consideración legal”13 y sobre criterios formales14.

“La búsqueda de un ideal de justicia material consagrado en la Carta,


no puede confundirse con la posibilidad de que cada uno reclame la
concreción de ese propósito desde su particular perspectiva y según
su concepción de lo justo”15.

“El principio de la prevalencia de la justicia material no puede


traducirse en una eliminación de todas aquellas reglas que aplicadas
de manera clara y específica a un caso concreto no producen el fin
propuesto desde el punto de vista del sujeto afectado. Existe un
ámbito de imponderables personales que pueden ser determinantes
en el resultado que el derecho produzca en los individuos y que no
pueden ser previstos por las normas jurídicas”16.
Contundentemente se dice por la doctrina que “el derecho material determina
el programa que debe ser desarrollado en el proceso” y la “responsabilidad
8 Ibíd., Sentencia T-058 de 1995.
9 Ibíd., sentencias T- 53 de 1994 y T-084 de 1998.
10 Ibíd., Sentencia C-004 de 2003.
11 Ibíd., Sentencia C-199 de 2002.
12 Ibíd., Sentencia T-597 de 1992.
13 Ibíd., Sentencia T-058 de 1995.
14 Ibíd., Sentencia T-339 de 1997.
15 Ibíd., Sentencia C-651 de 1997.
16 Ibíd., Sentencia T-058 de 1995.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

por la solución justa de los casos particulares se traslada progresivamente de


la ley al tribunal”17.

La jurisprudencia constitucional no se queda atrás y precisa que “los principios


expresan normas para el presente” y, por sí mismos, “los principios son
normas que establecen un deber ser específico del cual se deriva un espacio
de discrecionalidad legal y judicial”18.

El Estado social comporta una “pérdida de la importancia sacramental del


texto legal entendido como emanación de la voluntad popular y mayor
preocupación por la justicia material y por el logro de soluciones que consulten
la especificidad de los hechos”, dice la jurisprudencia constitucional. Agrega
que la pretensión racionalista de prever todos los conflictos y asignarles
jurídicamente por la norma una solución es algo infructuoso, requiriéndose,
por tanto, un juez que sirva “para mejorar las condiciones de comunicación
entre el derecho y la sociedad”, desplazándose la importancia de la validez
formal y material, contenidas pretendidamente en la ley, hacia la decisión
judicial en tanto compromiso con “la defensa de los contenidos materiales”19.
En fin, la justicia formal debe complementarse y corregirse a través de la justicia
material, visión que se impone a toda autoridad pública, ya sea legislativa,
ejecutiva o judicial, debiendo todo el aparato o andamiaje público centrarse
en su consecución, materializando así la búsqueda teleológica y valorativa –
sin desdeñar de la lógica formal, pero subordinándola cuando sea necesario–
de la “justicia social”, tal cual lo ordena el Preámbulo constitucional.

El “Acuerdo sobre las víctimas del conflicto” encarna una visión de


justicia material en tendencia a la justicia social, puesto que en el tema delictual
no pone el acento en el victimario y el quebrantamiento de la ley, sino que
demanda necesariamente la atención sobre “1. Derechos humanos de las víctimas
y 2. Verdad, tratando de dar contenidos que satisfagan las reivindicaciones de quienes han
sido afectados por la larga confrontación”.

Entiende que ello no se puede llevar a cabo a través de simples fórmulas


jurídicas, se requiere, necesariamente, asumir una “Declaración de principios”
17 Volk Klaus. “Los principios del proceso penal y la sociedad posmoderna: contradicciones y perspectivas” en
Constitución y sistema acusatorio, Bogotá, Universidad Externado de Colombia, 2001.
18 Corte Constitucional. Sentencia T-406 de junio 5 de 1992, M.P. Ciro Angarita Barón, en Gaceta Constitucional,
t. 2, junio de 1992, p. 199.
26 19 Ibíd., pp. 196 y 197.
fundados en: 1) El reconocimiento de las víctimas –ciudadanos con derechos–; 27
2) El reconocimiento de responsabilidad sin intercambio de impunidades; 3)
Satisfacción de los derechos de las víctimas de la mejor manera en el marco
del fin del conflicto; 4) La participación de las víctimas en la solución del
conflicto; 5) El esclarecimiento de la verdad, lo que involucra las múltiples
causas del conflicto, sus orígenes y sus efectos, tanto a nivel individual
como general de las víctimas y la sociedad; 6) La reparación efectiva de las
víctimas; 7) Su protección y seguridad; 8) Las garantías de no repetición; 9)

Carlos Arturo Gómez Pavajeau


Las consecución de la reconciliación individual y social; y, 10) El enfoque de
derechos, dentro del marco de su inherencia al ser humano, universalidad,
igualdad, indivisibilidad, interdependencia, globalidad, justicia, equidad y
progresividad, tanto los de carácter individual como social, económicos y
culturales, 11) Con la correlativa exigencia de deberes constitucionales; y 12)
Con la implicancia de qué derechos y deberes son justiciables en un ámbito
de integralidad.

Tales declaraciones de principios nos ubican en materia de interpretación de


normas y asignación de efectos jurídicos más allá de los límites simplemente
formales, toda vez que se reconoce que esa “Declaración de principios”
sirve de “brújula” para “asegurar que la satisfacción integral de sus derechos –víctimas-
a la verdad, la justicia, la reparación y la no repetición, esté en el centro del acuerdo”. Al
efecto se contempla un aparte 5.1.2. Justicia, que da cuenta de la Jurisdicción
Especial para la Paz, por el que se abordan en su desagregado I, los llamados
“Principios básicos del componente de justicia integral de verdad,
justicia, reparación y no repetición (SIVJRNR)”20.

El tránsito de la justicia formal a la material, y especialmente en términos


de equidad, se facilita con el mandato de implementar juicios basados en
la perspectiva de género, en búsqueda de la plena verdad sobre lo ocurrido,
lo cual marca diferencias con una justicia tradicional que en gran medida se
conforma con verdades procesales. Allí se introduce la idea de que el Sistema
Integral “tiene un enfoque diferencial y de género” (puntos 5.1. y 5.1.2.
desagregado I –Principio básicos–, numerales 7º y 8º).

20 Para el efecto de la interpretación por principios ver Gómez Pavajeau, Carlos Arturo. “Principios y normas
rectoras”, en Aspectos liberales y sociales del derecho penal. Bogotá, Ediciones Nueva Jurídica, 2012, pp. 55 y ss.
29

Carlos Arturo Gómez Pavajeau


2. Justicia individual y justicia global:
hacia un concepto de justicia integral

La justicia, en principio, debe hacerse caso por caso, razón por la cual el
sistema de justicia procesa el conflicto social a través de la determinación e
individualización modal, temporal y espacial de un hecho, mirado como un
episodio individual, perdiendo nociones generales y globales determinantes y
vinculantes dentro del sistema político, social, económico y jurídico.

Tal cual lo que sucede al interior del sistema de justicia, empero, si se quiere
obtener la paz y la convivencia, la idea de justicia debe trascender de lo
individual a lo global, ya no es asunto de juicio histórico-episódico, sino
general, del cual deben ocuparse medidas judiciales y no judiciales, en todos y
absolutamente todos los ámbitos de la vida nacional.

Por ello se establece que “todos los operadores del componente de justicia del SIVJRNR deberán
interpretar las normas pertinentes y tomar sus decisiones teniendo como principio orientador la paz,
como derecho síntesis, es condición necesaria para el ejercicio y disfrute de todos los demás derechos”
(punto 5.1.2. desagregado III –Procedimiento, órganos y sanciones-, numeral 75º).

Legislativo, ejecutivo y judicial deben alinearse sincrónicamente en hacer de lo


justo algo más complejo que lo individual-episódico, pues el conflicto va más
allá de las partes directamente concernidas, trasciende a la familia, sociedad,
Estado y hasta involucra a la comunidad internacional.

En fin, como dice Barcellona, “es necesario, pues, reconducir las abstractas
categorías dogmáticas, las concepciones de la ciencia jurídica, a aquellas
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

relaciones histórico-materiales que las han originado”, esto es, “se debe
transformar al jurista teórico en un jurista capaz de incidir sobre la realidad”
y como tal no puede perder el contacto con ella21.

Se implementan así mecanismos de integralidad, con componentes judiciales


y no judiciales para dar cumplimiento a un 1) Sistema integral de verdad,
justicia, reparación y no repetición; y 2) Compromiso con la promoción, el
respeto y la garantía de los derechos humanos.

Se instituyen así mecanismos de justicia “sustancial o material”22 como la


Jurisdicción Especial para la Paz con medidas específicas de reparación (puntos
5.1.2. y (puntos 5.1. y 5.1.2. desagregado I –Principios básicos-, numerales
4º y 9º) y no jurisdiccional como la Comisión para el Esclarecimiento de la
Verdad, la Convivencia y la No Repetición (punto 5.1.1.1.); la Unidad Especial
para la Búsqueda de Personas Dadas por Desaparecidas en el contexto y en
razón del conflicto (punto 5.1.1.2), tal como se proclama en la introducción
de los principios y en el punto 5.1.

Si bien la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia


y la No Repetición juega un papel determinante en la búsqueda de tales
valores, se fijan claramente sus criterios orientadores y competencias, en
el sentido de que “sus actividades no tendrán carácter judicial, ni podrán implicar
la imputación penal de quienes comparezcan ante ella. La información que reciba o
produzca la Comisión no podrá ser trasladada por esta a autoridades judiciales para ser
utilizada con el fin de atribuir responsabilidades en procesos judiciales o para tener valor
probatorio; ni las autoridades judiciales podrán requerírsela” (punto 5.1.1.1.), sin
que ello sea óbice para dejar de lado las responsabilidades de tipo colectivo
a cargo del Estado, los rebeldes, los paramilitares o cualquier otro grupo al
margen de la ley.

Sabiamente, al final del punto, se consagra un principio según el cual “ningún


mecanismo del Sistema primará sobre el otro. Cada mecanismo deberá cumplir su función
principal de la manera más ágil posible y sin duplicar aquellas de los otros mecanismos,
para lo cual se establecerán los protocolos de colaboración necesarios”.
21 Barcellona Pietro, Hart Dieter y Mückenberger Ulrich. La formación del jurista, Madrid, Civitas, 1993, pp. 16, 24
y 29.
22 Para el efecto Gómez Pavajeau, Carlos Arturo. Elementos y propuestas para el control contencioso administrativo de la
30 actividad disciplinaria, Bogotá, Ediciones Nueva Jurídica, 2009.
En general, se persigue develar “los orígenes y las múltiples causas del conflicto, 31
los principales factores y condiciones que han facilitado o contribuido a la
persistencia del conflicto y los efectos e impactos más notorios del conflicto
sobre la población”. Es así como se dice que “la integralidad del Sistema
contribuye a sentar las bases para la recuperación de la confianza, para la
convivencia en un escenario de construcción de paz, y para una verdadera
reconciliación entre todos y todas los colombianos y colombianas” (punto
5.1.) y la no repetición contribuye a “reversar los efectos del conflicto y a

Carlos Arturo Gómez Pavajeau


cambiar las condiciones que han facilitado la persistencia de la violencia en el
territorio”, garantizando incluso los derechos económicos, sociales, culturales
y ambientales (punto 5.1.4.).

La participación de víctimas en foros organizados por la cooperación


internacional y la academia colombiana, así como la llevada a cabo en las mesas de
La Habana, facilitan el contacto de los titulares de derechos con los mecanismos
de justiciabilidad, cumpliendo en cierta forma con la “participación de todos en las
decisiones que los afectan”, según lo establece el artículo 2 de la Carta Política. No
en vano, pues, se dice que “el éxito del Sistema Integral depende también de que
encuentre la más amplia aceptación en la sociedad” (punto 5.1.).

Trabajos y actividades individuales y colectivos frente a víctimas individuales


y colectivas son de la esencia de las medidas reparadoras (parte I. Sanciones
aplicables del Listado de sanciones). El aparte 5.1.3.3. ibíd., da cuenta
de la “Reparación colectiva en el fin del conflicto”, el 5.1.3.4. de la
“Rehabilitación psico-social”; el 5.1.3.5. de los “Procesos colectivos de
retornos de personas en situación de desplazamiento y reparación de
víctimas en el exterior”; el 5.1.3.6. se refiere a “Medidas sobre restitución
de tierras”; el 5.1.3.7. sobre “Adecuación y fortalecimiento” de la política
de atención y reparación de víctimas con las “Garantías de no repetición”
(punto 5.1.4.) y el “Compromiso con la promoción, el respeto y la
garantía de los derechos humanos” (punto 5.2.).

El punto 5.1.3 consagra medidas globales e individuales de reparación


mediante actos colectivos formales, públicos y solemnes, con el fin, según
5.1.3.1., de “contribuir a la satisfacción de los derechos de las víctimas, marcar
el momento simbólico de un nuevo comienzo, y crear un ambiente favorable
para la construcción de la paz, en el marco del fin del conflicto”.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

El que la paz debe ser estable y duradera es un cometido fundamental y


central (punto 5.1.2. desagregado I –Principios básicos-, numerales 2º
y 6º). Ella presupone que “la comunidad política no es solo una unión de
coetáneos, sino también un vínculo entre generaciones que se eslabonan en el
tiempo. La justicia es prospectiva en cuanto considera que una época influye
ineluctablemente sobre las posteriores. Se trata de una justicia prospectiva
respetuosa de los valores del presente y a la vez preocupada por acabar
con conflictos que no deben ser perpetuados, en aras de la defensa de los
derechos de las futuras generaciones”, para lo cual debe apreciarse y “evaluar
la complejidad, duración y gravedad del conflicto armado interno con el fin de diseñar y
adoptar los mecanismos de justicia para lograr la paz dentro del respeto a los parámetros
establecidos en el derecho internacional, en especial la garantía de los derechos humanos”
(punto 5.1.2. desagregado I –Principios básicos-, numerales 3º y 5º).

Se prevé, además, participación individual y colectiva en los procesos judiciales


y las decisiones procurarán inscribir los hechos y conductas determinadas
en el “contexto del conflicto armado” (punto 5.1.2. desagregado III –
Procedimiento, órganos y sanciones–, numerales 46º literal (e), 48º literal
(i) y 54º literal (d).

Corolario de los efectos más allá de los interpartes e interpares, con


trascendencia a lo social, imponen la “rendición de cuentas sobre violaciones
a los derechos humanos e infracciones al DIH ocurridas a lo largo del
conflicto” (puntos 5.1. y 5.1.4.).

Con toda razón, evidentemente, “el éxito del sistema integral depende,
también de que se encuentre la más amplia aceptación en la sociedad” (punto
5.1.).

32
33

Carlos Arturo Gómez Pavajeau


3. Justicia tradicional y justicia alternativa:
hacia un concepto de justicia integrada

La justicia tradicional se expresa, en principio, en la organización de la


justicia adoptada para tiempos de normalidad, aquella que tiene vocación
de permanencia, no obstante, la misma se ve desbordada por la necesidad
de institucionalizar en el sistema aspectos alternativos no conocidos en ella,
como sucede con institutos como la conciliación o el principio de oportunidad
en sus versiones amplias y concretas, fundados en la idea de instrumentos
procesales dispositivos. Tales figuras involucran, más que una definición de
lo justo o injusto a partir de referentes legales, la operatividad de criterios
político-criminales que permitan salidas alternativas a las tradicionales de
prisión intramural y recorte de derechos.

Más allá de un concepto formal-normativo, instituido a partir de la letra


de la ley, se requieren nuevos elementos político-criminales que superen
lo individual-episódico y trasciendan hacia lo sustancial global, pues todo
conflicto tiene raíces que no se alcanzan a divisar y apreciar, por lo tanto,
resultan imposibles de valorar, si no avanzamos hacia una visión integral
del conflicto, de manera que se hace imperioso integrar justicia tradicional y
justicia alternativa, en la consecución de una justicia integrada.

Ello puede hacerse con vocación de permanencia, sistematicidad y


simultaneidad, tal cual ocurre con la integración de las medidas alternativas de
justicia a la justicia institucionalizada de manera permanente. Pero también,
con vocación de temporalidad, especialidad y simultaneidad como la justicia
transicional que se plantea en la “Justicia Especial para la Paz”.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

Un concepto de justicia integrada no debe perder de vista las funciones social


y promocional del derecho, así como también la postulación de las ideas de
norma y sanción positivas23.

En dicha conceptualización cumple un papel significativo el Estado social,


toda vez que, por su característica fundamental de incidir en la realidad social,
económica y política sirve de catalizador para la creación de un clima propicio y
favorable para el desenvolvimiento del talento humano, cuyo reconocimiento
se hace estimulando el buen hacer y sancionando positivamente su
cumplimiento, a través de la creación de espacios y oportunidades siempre
necesarias para rectificar el camino, a veces equivocado, por el que ha optado
el libre desarrollo de la personalidad.

El Estado liberal utiliza en mayor medida, sin que ello sea exclusivo y
excluyente, técnicas jurídicas diferenciales con aquellas que aparecen como
prototípicas del Estado social, muy a pesar de que, en la lógica kelseniana,
tradicionalmente “las técnicas de desalentamiento han sido consideradas como más
eficaces y genuinas técnicas de control social” 24 .

Esto es, se identifican técnicas jurídicas de desalentamiento en la órbita de los


ordenamientos jurídicos del Estado liberal clásico y, por otro lado, técnicas
de alentamiento con el Estado social. Las primeras se expresan “a través de
la emisión de mandatos negativos (prohibiciones)”, con sus correspondientes, en
caso de infracción de la norma, sanciones negativas; no obstante, Kelsen
visionó que estas no resultaban incompatibles con su sistema jurídico, pues
eventualmente también tendría cabida la sanción positiva25.

Por tales razones, como hemos expresado en otra oportunidad26, para lograr
sus cometidos el Estado utiliza los mecanismos tradicionales y también los
modernos de la sanción jurídica, entendida esta como la adjudicación de efectos
de tal índole a un comportamiento, en su más acabado sentido de sanción o
premio (artículo 6 del Código Civil).

23 Para el efecto, en términos generales, consultar a Pérez Lledó, Juan Antonio. Sobre la función promocional del
derecho. Un análisis conceptual. En http://rua.ua.es/dspace/bitstream/10045/10282/1/doxa23_26.pdf
24 Lara Chogoyán, Roberto. Sobre la función promocional del derecho. En http://www.juridicas.unam.mx/
publica/librev/rev/jurid/cont/31/pr/pr34.pdf, 2005, p. 554.
25 Lara Chogoyán, Ob. cit., pp. 555 y 557.
26 Gómez Pavajeau, Carlos Arturo. El derecho disciplinario judicial. Su autonomía e independencia, Bogotá, Escuela judicial
34 “Rodrigo Lara Bonilla”, 2009.
Esta última es característica definitoria de la noción de Estado social según 35
anota Bobbio para efecto de ir mucho más allá de las meras sanciones
represivas, para dar cabida a las sanciones estímulos27 que, como tal, también
deben cumplir una destacada labor en la función del direccionamiento de
conductas.

El sistema sancionatorio del Estado es complejo y se encuentra multiformado,


dependiendo de cada especie de la funcionalidad que cumple, por lo que el

Carlos Arturo Gómez Pavajeau


cometido es precisar, describiendo, pero esencialmente valorando, lo que le
corresponde por la forma y el contenido a una justicia intregrada. Por ello se
dice, con gran acierto, que “asume la noción de control social como comprehensiva de
las muy diversas formas de conducir la conducta humana” 28.

La regulación social aparece como una nueva forma de estrategia en la


intervención del Estado, lo cual demanda un cambio de paradigma en la
concepción jurídica de las instituciones, habida cuenta que la nueva evolución
jurídica impondrá la idea de consecución de “resultados prácticos” y “objetivos
materiales”, instaurándose la idea de un derecho orientado por fines políticos
en el cometido institucional29.

Bobbio destaca cómo en la teoría del derecho se produce un giro que va


de las preocupaciones exclusivas y excluyentes por lo estructural hacia una
enfatización en lo funcional, lo que implica que el acento se traslade del
punto de vista jurídico al sociológico. Es la consecuencia del paso del Estado
liberal al Estado social, toda vez que ya “la función del derecho no es solamente la
de mantener el orden constituido, sino también la de cambiarlo adaptándolo a los cambios
sociales” 30.

Las ideas estructuralistas de lo jurídico propias del Estado liberal de derecho


se permean de finalidad –funcionalidad– en el modelo que resulta matizado
por el concepto de Estado social y, en consecuencia, como dice Faralli,
“el derecho no es un sistema cerrado e independiente: este es, respecto del sistema social
considerado en su conjunto, un subsistema que se encuentra al lado, y en parte se superpone
27 Bobbio, Norberto. Contribución a la teoría del derecho, Madrid, Editorial Debate, 1990, pp. 371 y ss.
28 Montoya Brand, Mario. Derecho y política en el pensamiento de Bobbio: una aproximación. En http://aprendeenlinea.
udea.edu.co/revistas/index.php/estudiospoliticos/article/viewFile/1407/1452
29 Calvo García, Manuel. Transformaciones del Estado y del derecho. Bogotá, Universidad Externado de Colombia, 2005,
pp. 28, 32 y 48.
30 Bobbio, Ob. cit., pp. 256, 257 y 264.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

y en parte se contrapone, a otros subsistemas (económico, cultural, político)”31. La función


social implica una lógica del medio-fin en la cual el derecho es un instrumento
de gobierno, pero el punto de vista social no puede anular el individual, de allí
que su verdadera función “es la de realizar la justicia como modo específico de superar
la inseguridad colectiva” 32.

La búsqueda de la eficacia aparece como un cometido prioritario en la tarea


del Estado, lo cual ha sido un aporte de la sociología jurídica norteamericana,
de allí que el “derecho útil” tenga su medida en el “logro de objetivos o consecución
de funciones”, esto es, si se añade la eficiencia, los logros deben conseguirse
con un uso eficiente y racional de los recursos estatales. Se impone así la
penetración de la lógica del sistema político en el sistema jurídico, lo cual
implica orientar la tarea de la aplicación del derecho más por la vía de la
“realización de funciones”, lo cual es propio del Estado social, que por la del
“seguimiento de reglas”, ámbito natural del Estado liberal33.

El Estado actual, ante los desafíos que las nuevas realidades ofrecen, reacciona
con “un modelo de control de dimensiones extraordinariamente complejas”, afirma Calvo
García. Las relaciones jurídicas no se entienden sobre la base de limitaciones
a la actividad estatal, sino también como “acción social positiva directa”, todo lo
cual conlleva a que “las normas prohibitivas reforzadas mediante sanciones negativas
ya no son el único instrumento de este tipo de derecho; al contrario, surgen nuevos medios
y formas de control positivo que promueven un cambio sustancial en la fisonomía del
derecho”34 (Resaltado fuera de texto).

Esa nueva fisonomía está dada por la necesidad de adoptar mecanismos de


“control positivo y negativo más amplios y sofisticados”35. Bobbio precisa cómo en el
Estado social “la función primaria de regular los comportamientos ha asumido formas
distintas a la tradicional, que reposaba exclusivamente en la intimidación a través de la
sanción negativa”, de tal manera que ahora el derecho desarrolla “también una
función de estímulo, de promoción, de provocación de la conducta de individuos y de grupos
que es la antítesis clara de la función solamente protectora o solamente represiva”36.

31 Faralli, Carla. La filosofía del derecho contemporáneo. Los temas y desafíos. Bogotá, Universidad Externado de
Colombia, 2007, pp. 23 y 24.
32 Bobbio, Ob. cit., pp. 272 y 273.
33 Calvo García, Ob. cit., pp. 76, 77 y 103.
34 Ibíd., pp. 28, 3 1 y 107.
35 Ibíd., pp. 104 y 105.
36 36 Bobbio, Ob. cit., p. 268.
Aparece la función de alentamiento, por el contrario del desalentamiento 37
del viejo Estado liberal, donde el Estado social “se vale cada vez más a menudo
del procedimiento de incentivación o del premio, es decir, del procedimiento de la sanción
positiva”, el cual ofrece ventajas significativas para el destinatario de la norma,
habida cuenta que le puede proporcionar beneficios si la observa, pero
su inobservancia “no tiene ninguna consecuencia jurídica”, característica de una
función promocional e innovadora37.

Carlos Arturo Gómez Pavajeau


Es decir, a partir de allí se abre camino una “visión sociológica del fenómeno de
la sanción”, lo que importa cambios significativos en la adopción de nuevas
técnicas jurídicas de regulación de la conducta social, habida cuenta que nos
encontramos ahora frente a “una visión que presenta a la sanción no solo como
respuesta a las conductas no queridas sino también a las conductas queridas por el
Estado”38.

El Estado liberal, cuyo paradigma de lo normativo era la prohibición y por


supuesto la sanción negativa, cuya base material era el desalentamiento, es dejado
atrás y cada vez más se suma a lo anterior, por virtud de las transformaciones que
impone el Estado social, los mandatos positivos y, por supuesto, las sanciones
positivas, cuya base material es el alentamiento o incentivo.

La sanción jurídica, en especial la que tiene como esencia una pena o


retribución, sufre un giro hacia la preventiva, en tanto ahora en el Estado
social y democrático de derecho se trata también de incidir en la vida social
con la “motivación de ciertos comportamientos mediante el establecimiento de sanciones
positivas (premio) y otro tipo de medidas” 39.

En este nuevo modelo jurídico el “término sanción se usa en sentido amplio para
incluir en él no solo las consecuencias desagradables de la inobservancia de las normas, sino
también las consecuencias agradables de la observancia”40.

La técnica del alentamiento que informa las nuevas instituciones “tiende no


solo a tutelar, sino también a provocar el ejercicio de actos conforme”, nueva forma
de realización del control social, influyendo psíquicamente en el agente
37 Ibíd., pp. 269 y 274.
38 Lara Chogoyán, Ob. cit., p. 553.
39 Ibíd., p. 553.
40 Bobbio, Ob. cit., pp. 372, 375 y 376.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

destinatario de la norma, de quien “se quiere un determinado comportamiento”. El


bien del premio, así, “puede consistir tanto en la atribución de una ventaja como en la
privación de una desventaja” 41 .

En fin, se trata de construir la norma de tal manera que para impedir la acción
no querida su contenido esencial estriba en referenciar la conducta a partir
de “hacerla imposible, hacerla difícil o hacerla desventajosa”. Por el contrario, en un
ámbito promocional del derecho estatal de lo que se trata es de promover
conductas, por ello el contenido esencial de la norma consistirá en tratar –
la conducta– de “hacerla necesaria, factible y ventajosa”. Las primeras persiguen
fines a través del impedimento de la “realización de los comportamientos socialmente
indeseados”, las promocionales persiguen como fin provocar “la realización de
comportamientos socialmente deseados” 42.

En tal marco ideológico, con fuertes raíces en la filosofía analítica a través


de la cual se han develado las nuevas técnicas jurídicas que advienen con la
noción de Estado Social, aparece la idea de norma de hacer o de mandato
y la sanción estímulo o positiva, lo cual emerge bajo el paradigma de una
“definición funcional de la sanción”43.

Esto es, allí se refleja, según Bobbio, “el paso de un control positivo, que se preocupa
más de desfavorecer las acciones nocivas que de favorecer las acciones ventajosas, a un
control activo que se preocupa de favorecer acciones ventajosas más que desfavorecer las
acciones nocivas”. Por ello, “el momento inicial de una medida de desalentamiento es una
amenaza; de una medida de alentamiento o una promesa” 44.

Ese alentamiento o promesa impacta la información que se suministre sobre


personas desaparecidas, medidas inmediatas humanitarias de búsqueda,
ubicación, identificación y entrega digna de restos de personas dadas por
desaparecidas en el contexto y con ocasión del conflicto, en los programas de
limpieza y descontaminación de los territorios de minas antipersonal (MAP),
artefactos explosivos improvisados (AEI) y municiones sin explotar (MUSE),
o restos de explosivos de guerra (REG), repercutiendo en efectos benéficos
individuales y sociales para la población en general, todo lo cual deberá
41 Ibíd., pp. 380 y ss.
42 Lara Chogoyán, Ob. cit., pp. 561 y 562.
43 Ibíd., pp. 558 y 559.
38 44 Ibíd., pp. 563 y 564.
tenerse en cuenta al momento de imponer las sanciones, traduciéndose en los 39
tratamientos benignos que contempla el acuerdo y los modelos diferenciados
de sanción jurídica.

Es decir, no basta con la desmovilización que ya de por sí comporta


importantes beneficios en la sociedad globalmente considerada, se requiere
estimular a los infractores a revelar la plena verdad de lo ocurrido con las
víctimas, lo que evita intercambio de impunidades, puesto que se requiere

Carlos Arturo Gómez Pavajeau


que los perpetradores de violaciones a los derechos humanos y al derecho
internacional humanitario “hagan el correspondiente reconocimiento” (punto 5.1.).

Un sistema de justicia articulado y complementario, con pretensiones de


integralidad, como lo anota el punto 5.1., reclama estimular comportamientos
positivos de los infractores con miras a la obtención de la verdad, justicia,
reparación y no repetición, lo que puede ser compensado como un sistema
punitivo diferencial y otorgante de beneficios de conformidad con el
comportamiento procesal asumido. De allí que se diga que el funcionamiento
del componente de justicia es inescindible y se aplicará de manera simultánea
e integral (5.1.2. desagregado I –Principios básicos-, numeral 15º).

Esto es, “para acceder al tratamiento especial previsto en el componente de Justicia


del SIVJRNR es necesario aportar verdad plena, reparar a las víctimas y garantizar
la no repetición. Aportar la verdad plena significa relatar, cuando se disponga de los
elementos para ello, de manera exhaustiva y detallada las conductas cometidas y las
circunstancias de su comisión, así como las informaciones necesarias y suficientes para
atribuir responsabilidades, para así garantizar la satisfacción de los derechos de las
víctimas a la reparación y a la no repetición. Se entiende por tratamiento especial las
sanciones propias y alternativas previstas en el numeral 60”, en un marco de respeto
por el debido proceso y el derecho de defensa, en aras de cumplir con
el principio según el cual, “todas las decisiones judiciales sobre responsabilidades
y sanciones de personas serán debidamente motivadas y fundamentadas en pruebas
confiables y admisibles ante tribunales de justicia” (punto 5.1.2. desagregado I –
Principios básicos-, numerales 13º y 14º).

Pero es obvio que se demanda en los párrafos finales del punto 5.1., que
los mecanismos utilizados “no pueden entenderse de manera aislada” y sobre todo
“estarán interconectados a través de relaciones de condicionalidad y de incentivos para acceder
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

y mantener cualquier tratamiento especial de justicia, siempre fundados en el reconocimiento


de verdad y responsabilidades”, lo cual requiere de verificación judicial.

Visión estructural y visión funcional del derecho se identifican en el acuerdo,


al señalarse, en la última parte del punto 5.1., que “ningún mecanismo del Sistema
primará sobre el otro. Cada mecanismo deberá cumplir su función principal de la manera
más ágil posible y sin duplicar aquellas de los otros mecanismos, para lo cual se establecerán
los protocolos de colaboración necesarios”.

Sin duda alguna, es el mejor mecanismo para lograr, como se pretende a


través de la llamada “Integralidad del Sistema”, el “esclarecimiento de la verdad
del conflicto y la construcción de la memoria histórica” (punto 5.1.).

También, en el mismo punto, se revela la superación de las sanciones


negativas, puesto que “el Sistema Integral hace especial énfasis en medidas
restaurativas y reparadoras, y pretende alcanzar justicia no solo con sanciones
retributivas”. Como compensación o ventaja para los infractores, “el Sistema
debe también garantizar a la vez la seguridad jurídica de quienes se acojan
a las medidas de justicia, como elemento esencial de la transición a la paz”
(puntos 5.1. y 5.1.2. I, numeral 2º) y, por supuesto, tratándose de un proceso
político, no inhabilitará a sus sujetos pasivos que resulten condenados en el
ejercicio de derechos y participación política (punto 5.1.2. desagregado II –
Contenidos, alcances y límites–, numeral 36º).

Como se dijo, el comportamiento procesal del procesado es determinante en


el curso del juicio, toda vez que, “el grado de contribución voluntaria de cada persona
o colectivo a la verdad estará en relación con el tratamiento a recibir en el componente de
justicia”, lo cual inclusive aplica para los amnistiables e indultables, toda vez
que ello “no exime del deber de contribuir, individual o colectivamente, al esclarecimiento
de la verdad conforme a lo establecido en este documento”, como tampoco al deber de
reparar a las víctimas (punto 5.1.2. desagregado II –Contenidos, alcances y
límites–, numerales 27º, 28º y 43º).

El comportamiento procesal determina competencias y procedimientos: “La


persona que haya guardado silencio, una vez sea ubicada, en caso de aceptar las
responsabilidades será acreedora de las sanciones ya impuestas siempre que
40 cumpla las condiciones del Sistema. En caso de no aceptar responsabilidades
o mantener silencio, será remitida a la Unidad de Investigación y Acusación”, 41
lo que implica diferenciación por virtud de colaboración (punto 5.1.2.
desagregado III –Procedimiento, órganos y sanciones–, numerales 47º y
48º literal q).

También, el hecho de acogerse al sistema y cumplir con sus directrices, enerva


la extradición relacionada con conductas de las cuales conoció el sistema
(punto 5.1.2. desagregado III –Procedimiento, órganos y sanciones-,

Carlos Arturo Gómez Pavajeau


numeral 72º).

Otro mecanismo importantísimo vinculado con razones de oportunidad,


tiene que ver con la selección, descongestión, acumulación y priorización de
casos y trámites procesales (punto 5.1.2. desagregado III –Procedimiento,
órganos y sanciones–, numerales 48º literal s, 50º literales c y g y 51º literal
d.

En fin, resulta determinante el concepto de “casos más representativos”


para la toma de medidas como las antes anunciadas (punto 5.1.2. desagregado
III –Procedimiento, órganos y sanciones-, numeral 50º literal c).

Cuando no haya reconocimiento de verdad y responsabilidad operará un


sistema semejante al de la justicia tradicional, fundado en la idea de juicio
contradictorio. Esto es, se “valorará si la persona acusada reúne los requisitos
establecidos en el sistema para acceder al tratamiento especial previsto, al no haber intentado
sustraerse a la competencia del mismo. En caso contrario, el acusado no tendrá la opción de
reconocer verdad y responsabilidad”, casos en los cuales la pena a imponer será la
ordinaria “para los que no reconozcan verdad ni asuman responsabilidades, si resultaren
condenados” (punto 5.1.2. desagregado III –Procedimiento, órganos y
sanciones-, numeral 52º y 54º).

Comienza a perfilarse en el acuerdo sobre justicia aquella distinción


magistralmente efectuada por Bobbio, según la cual conceptualmente debe
advertirse sobre la consagración en los ordenamiento jurídicos de técnicas
sancionatorias que conllevan a un intercambio entre sujetos que dan la orden
y sujetos que resultaren sancionados por desobedecerla, así: i) Intercambio
negativo donde, ante el mal causado por el destinatario de la norma se
reacciona con otro mal, encarnado en la sanción negativa (mal por mal); y,
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

ii) Intercambio positivo donde lo realizado por el destinatario de la norma


se considera un bien y la respuesta sancionatoria del Estado encarna la
realización de otro bien (bien por bien)45.

En palabras de Bobbio la “sanción negativa y la sanción positiva dan origen a dos


distintas relaciones en las que se invierte la figura del sujeto activo (titular del derecho) y
la del sujeto pasivo (titular del deber): en el primer caso, la relación derecho-deber va del
sancionante al sancionado, mientras que en el segundo, la misma relación va del sancionado
al sancionante” 46.

45 Ibíd., p. 560.
42 46 Ibíd., pp. 564 y 565.
43

Carlos Arturo Gómez Pavajeau


4. Justicia silogístico-formal y justicia en
equidad: hacia un concepto de justicia
constitucional-universal centrada en
Derechos Humanos

El sistema institucional de justicia se encuentra altamente formalizado. Ello


no depende, en principio, de las personas que la representan, sino del “Estado
del arte” de su comprensión47.

En la formación del abogado, sobre todo a través de la cátedra de “Introducción


al estudio del derecho”, se nos enseña desde el primer año o semestre, lo cual
marca el pensamiento jurídico de los aprendices, que la materia jurídica está
dada por un supuesto de hecho y un supuesto de derecho, identificables en la
ley a través de las llamadas parte preceptiva y parte sancionatoria de la norma,
siendo la tarea del juez la de simple subsumidor de hechos en normas, forma
silogística de la justicia que se identifica en la premisa mayor, premisa menor
y síntesis, lo cual evoca y materializa la idea y visión del “juez boca de la ley”.

Desde Aristóteles se decía que la aplicación irrestricta de la letra de la ley no


observa la imperiosa necesidad de hacer justicia, razón por la cual debe abrirse
camino a la equidad, que es la mejor forma de hacer justicia caso por caso.

Los mecanismos que integran la justicia no pueden ser conceptualizados


como cuadriculados, a imagen y semejanza de camisas de fuerza, pues el juez
se ocupa de lo más esencialmente humano. El juez moderno, sin adscribirse
47 Para el efecto, muy especialmente, Bachof, Otto. Jueces y constitución, Madrid, Civitas, 1985.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

funciones ejecutivas y legislativas, debe ser el protagonista de la justicia, no


es irrestrictamente necesario que sea la “boca de la ley”, tampoco un creador
libre del derecho, pero no debe operar solo con fundamento en la abstracción
y subsunción, debe “salir del círculo mágico de sus fórmulas abstractas, del
cerrado horizonte de las normas, y afrontar directamente el problema de los
contenidos materiales de la justicia”48.

Por ello ante las evidentes injusticias de la lógica formal silogística de la


tradición jurídica, debe actuar de conformidad con la Constitución Política y
los tratados internacionales sobre derechos humanos49.

Esto implica el reconocimiento del bloque de constitucionalidad, del carácter


normativo de la Carta Política, del efecto general e inmediato de sus normas
y del efecto irradiante que los principios, valores y derechos constitucionales
fundamentales ejercen sobre la legislación infraconstitucional, lo cual debe
ser atendido y sin excusas por las autoridades de la República, especialmente
cuando son jueces.

48 Así Barcellona, Ob. cit., pp. 43 y ss.


49 Para el efecto Gómez Pavajeau, Carlos Arturo. “Interpretación y aplicación de normas internacionales sobre
derechos humanos en materias penal y disciplinaria”, en La lucha por los derechos en el derecho disciplinario.
Bogotá, Ediciones Nueva Jurídica, 2015 e Introducción al derecho penal constitucional. Bogotá, Ediciones Nueva
44 Jurídica, 2012.
45

Carlos Arturo Gómez Pavajeau


5. Justicia expiatoria-retributiva y justicia
preventiva-reparadora-asegurativa: hacia
un concepto de justicia que no olvide el
pasado pero que se centre en el futuro

La filosofía del sistema sancionatorio descansa en la idea de que el “Sistema


Integral hace especial énfasis en medidas restaurativas y reparadoras, y
pretende alcanzar justicia no solo con sanciones retributivas” (punto 5.1.).

Todas las normas mencionadas a continuación pertenecen al desagregado III


–Procedimiento, órganos y sanciones del componente de justicia del
SIVJRNR–, de tal manera que los numerales citados pertenecen a dicho aparte,
lo que demuestra una organización y ordenación sistemática de los conceptos.

Se descarta una visión de la pena fundada en la expiación y/o en la retribución,


que solo mira al pasado, bien para servir de instrumento de salvación de
almas o de compensar el daño antijurídico con otro daño jurídico –la pena–,
propias de concepciones metafísicas alejadas de la realidad social.

De manera que, en forma categórica, se dispone que la finalidad esencial de las


sanciones –acento sobre el concepto de pena– es “satisfacer los derechos
de las víctimas y consolidar la paz. Deberán tener la mayor función
restaurativa y reparadora del daño causado, siempre en relación con el
grado de reconocimiento de la verdad y responsabilidad que se haga
ante el componente de justicia del SIVJRNJ mediante declaraciones
individuales y colectivas”.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

Significa lo anterior, de manera clara y categórica, que las sanciones están


orientadas a finalidades preventivas, que buscan fundamentalmente evitar
hacia el futuro la comisión de los hechos investigados, mirando solo al
pasado en la medida en que construya futuro, a través de los conceptos de
restauración y reparación y muy especialmente por lo relacionado con el
elemento reconocimiento de verdad y responsabilidad, todo lo cual se engarza
sistemáticamente con la no repetición.

Se habla de sanciones propias del sistema y ordinarias, empero, es asunto no


de sustancia sino de grado, toda vez que también estas últimas se encuentran
permeadas por las finalidades del sistema de Justicia Especial para la Paz (JEP).

La diferencia, en realidad, es en cuanto al instrumento procesal utilizado para


llegar a la sanción, puesto que en las propias o alternativas su fundamento
es el “reconocimiento de verdad y responsabilidad”, mientras que en
las ordinarias es el “juicio contradictorio” (numerales 60 y Listado de
sanciones).

De todos modos es claro que las propias del sistema se inclinan más por
las funciones preventivas, en grado superlativo, mientras que las ordinarias
tienen un componente retributivo que, en nuestro sentir, opera más como
elemento fundamentador y limitante de la culpabilidad y de la pena.

Las sanciones propias del sistema son sanciones alternativas graduables, que
dependen fundamentalmente del grado de reconocimiento de la verdad y
responsabilidad y del momento procesal –ante las salas o ante el Tribunal–
en que se hacen, pues mientras sean mayores los aspectos que muestran
sinceridad con el sistema, la sanción aparece en forma más benigna.

Cuando el grado de compromiso con la justicia transicional sea mayor, lo


que se aplica para “infracciones graves”, sin dejar de lado las funciones
restauradoras y reparadoras, la sanción consistirá en una restricción efectiva
de la libertad sin que se entienda detención intramural, con restricciones de la
libertad y derechos como la “libertad de residencia y movimiento”, con garantía de
no repetición. Todo lo cual debe ir acompañado de las necesarias medidas de
control para verificar su cumplimiento, con los debidos mecanismos idóneos
46 de “monitoreo y supervisión” (numerales 60, 62 y 63).
La verdad y reconocimiento, para que sean validados acordes con las finalidades 47
del sistema de JEP, deberán ser “exhaustivos, completos y detallados”, sin
que ello sea impedimento para justificar deficiencias en casos excepcionales.
En fin, la pena alternativa demanda comportamiento excelente y orientado en
su ejecución a la no repetición.

Cuando se trate de “infracciones muy graves” se hará énfasis en el carácter


retributivo de la pena, empero, se mantendrán sus límites dentro de los

Carlos Arturo Gómez Pavajeau


tiempos ya señalados.

Incluso, por debajo de la restricción temporal anotada, para quienes no hayan


tenido una “participación determinante en las conductas más graves y representativas”,
la pena oscilará entre dos años y cinco años.

Las sanciones ordinarias se corresponden con las consagradas por el derecho


penal común y tendrán lugar para quienes no aporten “reconocimiento de verdad
y responsabilidad”, y regirá una idea de función acorde con las allí consignadas.
No obstante, muy a pesar de que se denominan “ordinarias”, el toque y
la naturaleza de la transicionalidad no le son ajenos, puesto que oscilarán
entre quince y veinte años, con posibilidades de redención “siempre y cuando
el condenado se comprometa a contribuir con su resocialización a través del trabajo,
capacitación o estudio durante el tiempo en que permanezca privado de la libertad”.
También tendrán derecho a “subrogados penales y beneficios adicionales” por su
buen comportamiento.

Pareciera que existe una contradicción con lo dicho anteriormente cuando,


en el desarrollo de los principios que gobiernan las sanciones, se afirma que
“las denominadas sanciones alternativas y ordinarias, sí incluirán privaciones efectivas
de la libertad como cárcel o prisión y/o cualquier medida de aseguramiento”, lo cual
debe entenderse, muy a pesar que de todos estos principios se necesita de
desarrollos legislativos más concretos y específicos, cuando los principios
han señalado que en tales modalidades se cumple una función “esencialmente
retributiva”.

Para evitar discriminaciones negativas todas las anteriores se extienden a los


restantes partícipes en el conflicto diferentes a los rebeldes, con sus propias
especificidades.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

Según el “Listado de sanciones”, su gradualidad dependerá de factores


vinculados con la ejecución de los hechos delictivos –gravedad de la
conducta sancionada y nivel de participación y responsabilidad– y con
los factores que contribuyan, de manera esencial, con la consecución de la
paz, como sucede con “el grado de verdad otorgado a la persona” y “los
compromisos en materia de reparación a las víctimas y garantías de no
repetición”.

Las sanciones ya comentadas se acompañarán de actividades, trabajos y obras


llevadas a cabo en forma personal o colectiva por el grupo desmovilizado.
Son de importancia cardinal por sus efectos restauradores y reparadores en
términos globales, como la limpieza de materiales de guerra, sustitución y
erradicación de cultivos ilícitos, construcción de infraestructuras, con los
debidos controles y monitoreo de supervisión.

Se podrán realizar en zonas rurales y urbanas, lo que demanda cercanía de


vivienda de los comprometidos y participación de las víctimas.

48
49

Carlos Arturo Gómez Pavajeau


6. justicia con unidad de jurisdicciones
y justicia especial: hacia un concepto de
justicia transicional integrativa

El sistema de Justicia Especial para la Paz “prevalecerá sobre las actuaciones


penales, disciplinarias o administrativas por conductas cometidas con
ocasión, por causa y en relación directa o indirecta con el conflicto armado,
al absorber la competencia exclusiva sobre dichas conductas”, tratamiento
diferente según el origen de los actores, pero “equilibrado y equitativo”
(punto 5.1.2. desagregado II –Contenidos, alcances y límites–, numerales
33º, 34º y 42º y en el respectivo desagregado III –Procedimiento, órganos
y sanciones–, numerales 50º literal (f) y 52º). También así se puede verificar
en el punto 5.1.2. desagregado III –Procedimiento, órganos y sanciones-,
numeral 63º.

Por tal virtud lo decidido hará “tránsito a cosa juzgada cuando estén en firme –las
decisiones– y se garantizará su inmutabilidad”. “Cualquier decisión adoptada por
un órgano jurisdiccional u otra autoridad que pretenda dejar sin efecto la
amnistía, el indulto u otra medida adoptada por el sistema, tendrá que ser
sometida al Tribunal para la Paz, para que este verifique” el cumplimiento del
acuerdo sobre Justicia y Paz (punto 5.1.2. desagregado III –Procedimiento,
órganos y sanciones-, numerales 56º y 57º).

El concepto de jurisdicción se utiliza en sentido amplio, para efectos judiciales


y administrativos. En los primeros se menciona a la Comisión de Acusaciones
de la Cámara de Representantes u el órgano que la reemplace, a la justicia
penal militar, a la jurisdicción de Justicia y Paz consagrada en la Ley 975
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

de 2005 y a “cualquier jurisdicción que opere en Colombia”; en los segundos a la


Procuraduría General de la Nación y la Contraloría General de la República
(punto 5.1.2. desagregado III –Procedimiento, órganos y sanciones–,
numeral 48º literal b).

Se excluyen los destinatarios sometidos a la Jurisdicción Indígena por virtud


de lo dispuesto en el artículo 246 de la Carta Política y al fuero presidencial
constitucional (punto 5.1.2. desagregado III –Procedimiento, órganos y
sanciones–, numerales 73º y 32º).

Los límites temporales son claros, toda vez que el sistema no conocerá
conductas cometidas con posterioridad a su entrada en vigor (punto 5.1.2.
desagregado I –Principios básicos-, numeral 9º).

También esta idea orientadora se manifiesta en la posibilidad de admitir


magistrados extranjeros, y dada las exigencias de especialidad de todos los
que conformen la JEP, de tener una alta calificación profesional, incluyendo
expertos en diferentes ramas del derecho, con énfasis en derecho internacional
humanitario, derechos humanos y resolución de conflictos.

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51

Carlos Arturo Gómez Pavajeau


7. Justicia con funciones diferenciadas en
cabeza de diferentes órganos o justicia
única en cabeza de un mismo órgano, pero
con funciones diferenciadas: hacia un
concepto integrador de justicia

La Justicia Especial para la Paz aborda sus competencias a partir de un


concepto de justicia única, sin jurisdicciones diferenciadas, distinguiendo
básicamente dos componentes: 1) Procedimiento en caso de reconocimiento
de verdad y reconocimiento de responsabilidad, por medios individuales o
colectivos; y, 2) Procedimiento en caso de ausencia de reconocimiento de
verdad y responsabilidad, con la finalidad especial de “administrar justicia e
investigar, esclarecer, perseguir y sancionar las graves violaciones a los derechos
humanos y las graves infracciones al derecho internacional humanitario”. A su
vez, al interior del sistema, órganos diferentes se ocuparán de temas como 1)
reconocimiento de verdad, de responsabilidad y determinación de los hechos
y conductas; 2) Tribunal para la Paz, el cual se constituirá en el “órgano de
cierre de la jurisdicción especial para la paz” ; 3) Sala de amnistía o indulto;
4) Sala de definición de situaciones jurídicas y 5) Unidad de investigación y
acusación (puntos 5.1. y 5.1.2. desagregado III –Procedimiento, órganos y
sanciones–, numerales 45º, 46º y 47º).

Tribunal, salas y demás mecanismos de distribución de funciones por


especialidad, como las que tienen que ver con aspectos como indultos
y amnistías, medidas de aseguramiento, reconocimiento de verdad y
responsabilidad, juicios contradictorios en primera instancia, aseguramiento
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

jurídico de los acuerdos e imposición de sanciones, se entienden integrados


a una misma jurisdicción, que tiene como cabeza unificadora el Tribunal de
JEP.

La JEP pretende, como se ha visto, concetrar la problemática del conflicto


en un solo órgano competente, con diferentes funciones especializadas,
pero definitivamente especial respecto de las jurisdicciones tradicionales
reconocidas en el ordenamiento jurídico permanente.

De allí que, como se vio, tiene el carácter de órgano de cierre contribuyendo


a que los propósitos, finalidades y hermenéutica de la paz no se difuminen en
diferentes instancias sin un techo común, donde se disperse la jurisprudencia
y se abstraigan los criterios especiales de transicionalidad.

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53

Carlos Arturo Gómez Pavajeau


8. Justicia como triunfo de la fuerza o
como concesión escandalosa de beneficios:
hacia un concepto de justicia político
constitucional

Un principio del sistema de la señala, de manera terminante, con base en


criterios esbozados en un voto concurrente a la Sentencia del 25 de octubre
de 2012, Corte Interamericana de Derechos Humanos, Caso Masacre del
Mozote vs. El Salvador, que “la paz como producto de una negociación se ofrece como
una alternativa moral y políticamente superior a la paz como producto del aniquilamiento
del contrario” (puntos 5.1. y 5.1.2. desagregado I –Principios básicos–,
numeral 1º), verdadera orientación contra aberraciones contemporáneas
como el llamado “derecho penal del enemigo”.

Incluso, no deja de necesitar recordación, lo sucedido con Alemania después


de la primera guerra mundial con la firma del Tratado de Versalles, a través
del cual se impusieron obligaciones ignominiosas y humillantes que sirvieron
de caldo de cultivo para el crecimiento mestastásico del nacional socialismo
alemán y su carácter de causa primera de la segunda guerra mundial.

Dentro de lo complejo de un proceso de paz, donde fuerzas armadas


imponen lo físico sobre lo racional, surgen medidas razonables que implican
cierto equilibrio entre los beneficios globales logrados y los personales de los
infractores, sin llegar a la impunidad y sobre todo manteniendo, como se vio,
los fines de verdad, reparación y no repetición, muy especialmente cuando se
trata de “las graves infracciones del DIH y graves violaciones de los derechos
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

humanos” (punto 5.1.2. desagregado II –Contenidos, alcances y límites–,


numeral 21º).

Es así como se determina que para rebeldes que hayan cometido delitos
políticos y conexos “a la finalización de hostilidades, de acuerdo al DIH, el
Estado colombiano puede otorgar la amnistía “más amplia posible”, empero,
“hay delitos que no son amnistiables ni indultables de conformidad con los
numerales 40 y 41 de este documento. No se permite amnistiar los crímenes
de lesa humanidad, ni otros crímenes definidos en el Estatuto de Roma”,
aquellos referidos a genocidio, toma de rehenes u otra privación grave de
la libertad, tortura, ejecuciones extrajudiciales, desaparición forzada, acceso
carnal violento y otras formas de violencia sexual, sustracción de menores,
desplazamiento forzado, reclutamiento de menores y delitos comunes
que carezcan de relación con la rebelión, límites racionales y razonables,
muy a pesar de las críticas sin fundamento en torno al punto (punto 5.1.2.
desagregado II –Contenidos, alcances y límites–, numerales 23º, 25º, 37º,
38º, 39º, 40º y 41º).

Por ello, tales delitos deben ser objeto de la competencia del sistema de Justicia
Especial para la Paz, en el cual se “establecerán sanciones a los responsables
en aquellos casos en los que se determine que no los alcanza la amnistía o el
indulto” (punto 5.1.2. desagregado II –Contenidos, alcances y límites–,
numerales 30º y 31º).

No existen vencedores ni vencidos, el sistema de justicia cubre a todo aquel


que haya participado, directa o indirectamente, en el conflicto, incluidas las
personas que colaboraron con grupos paramilitares sin mediar coacción
bajo parámetros de “participación determinante o habitual”, como también “se
aplicará respecto de los agentes del Estado que hubieren cometido delitos
relacionados con el conflicto armado y con ocasión de este, aplicación que se
hará de forma diferenciada, otorgando un tratamiento equitativo, equilibrado,
simultáneo y simétrico”, con lo cual se busca no discriminar negativamente
a todos los participantes en el conflicto (punto 5.1.2. desagregado II –
Contenidos, alcances y límites–, numeral 32º).

Incluso se consagra que, para evitar injusticias por desvío de poder, “la
54 protesta pacífica, la defensa de los derechos humanos, y el liderazgo de grupos
de la sociedad civil, no pueden ser por sí mismos tipificados penalmente, ni 55
penados” (punto 5.1.2. desagregado II – Contenidos, alcances y límites–,
numeral 35º).

Se prevén, con muy buen criterio, niveles de responsabilidad diferenciables


como la comisión por omisión, implementándose reglas dogmáticas para su
aplicación (punto 5.1.2. desagregado II – Contenidos, alcances y límites–,
numeral 44º y 59º).

Carlos Arturo Gómez Pavajeau


En los juicios contradictorios, si terminan con sentencia condenatoria,
las sanciones “serán de mayor severidad que las impuestas a quienes
reconocieron verdad y responsabilidad”, toda vez que aquí se aplican las
sanciones ordinarias con algunas variables, sin que se desconozca el acento
de la justicia transicional (punto 5.1.2. desagregado III –Procedimiento,
órganos y sanciones–, numeral 54º literal c).
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

9. Justicia para poderosos o justicia para


débiles: hacia un concepto de justicia sin
discriminaciones negativas

Como se puede ver, según todo lo anotado, no se trata ni de una justicia que
premie a los poderosos y atropelle a los débiles, pero tampoco lo contrario,
tiene suficientes mecanismos de evaluación para introducir criterios de justicia
material y equidad, con cabida fortificante de la perspectiva de género, en todo
caso facilitando la discriminación positiva y marginando la discriminación
negativa.

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57

Carlos Arturo Gómez Pavajeau


10. Justicia parametrizada o justicia
individualizada: hacia un concepto de
justicia colectiva-individual

No existen raseros parametrizados para evaluar las conductas. Por el momento,


y teniendo en cuenta que todavía hacen falta los desarrollos puntuales y
específicos de los principios señalados, de todos modos se percibe al rompe
que se consagraron suficientes criterios judiciales, no judiciales, sustanciales,
probatorios, procesales, individuales y colectivos, enmarcados en lo político,
social, económico y jurídico para que el esfuerzo de paz sea compensado con
un futuro mejor para Colombia.

En fin, la esencia y sustancia de este decálogo incidirán en el futuro de la


enseñanza del derecho, despercudiéndose de lo formal y adjetivo, de lo
absoluto, dando cabida a lo relativo y sobre todo pábulo para el tránsito de la
función del juez como “juez boca de la ley”, a la de “cerebro que construye la regla
jurídica aplicable al caso controvertido en búsqueda de la justicia material y social” 50.

50 Gómez Pavajeau, Carlos Arturo. “Aspectos político-jurídicos que informan al Nuevo Código Penal”, en Estudios
de dogmática en el Nuevo Código Penal, vol. I., Bogotá, Giro Editores Ltda., 2005, pp. 31 y ss.
ESTUDIO
INTRODUCTORIO II
LOS ACUERDOS DE PAZ Y LA
RELATIVIZACIÓN
DE LAS FUNCIONES DE LA PENA DE
LOS DELITOS COMETIDOS EN EL
CONTEXTO DEL CONFLICTO ARMADO
61

Los acuerdos de paz y la relativización

Juan Carlos Arias Duque


de las funciones de la pena de los delitos
cometidos en el contexto
del conflicto armado

Juan Carlos Arias Duque*

INTRODUCCIÓN

El logro de un acuerdo sobre justicia, en el marco de los diálogos de paz entre


el gobierno colombiano y la guerrilla de las FARC celebrados en La Habana,
invita a reflexionar sobre el trasunto de la pena para la rebelión así como de
todos los delitos cometidos en su ejercicio, con el objetivo de entender las
razones por las cuales se puede o se debe tratar, de manera más o menos
privilegiada, a los rebeldes en el contexto de un pacto de paz.

Para ello, encuentro necesario revisar el alcance de la insurrección y su papel,


por lo menos en las revoluciones burguesas, para después preguntar por la
relación entre justicia de transición y el delito de rebelión y, finalmente,
abordar las funciones de la pena con su proyección en el marco de la sanción
de los delitos cometidos por los rebeldes en el contexto de un acuerdo de
paz.
*
Coordinador académico de la Barra de Infancia y Adolescencia de Bogotá, director del Módulo de Derecho Penal
de la Universidad Santo Tomas, consultor en justicia transicional. Exmagistrado auxiliar de justicia y paz de la Corte
Suprema de Justicia.
63

1. De la insurrección

Juan Carlos Arias Duque


El derecho a disentir de las decisiones del poderoso está inscrito en la historia
de las instituciones políticas, y se nota particularmente esplendoroso en el
discurso de Antígona, aquella tragedia escrita por Sófocles mucho antes
del nacimiento de la sociedad occidental, que se utiliza habitualmente para
entender el enfrentamiento entre el positivismo y el ius naturalismo, pero que
cuestiona, de manera exquisita, las razones por las cuales se debe obedecer
y se invita a desobedecer las leyes que se consideren injustas, para la época,
contrarias al orden natural.

El medioevo estuvo orientado por la sumisión, la obediencia ciega a la


autoridad, a partir del discurso católico, en particular sustentado en la
Carta del Apóstol San Pablo a los Romanos, cuyo Capítulo 13 vincula toda
potestad con la presencia de Dios, de manera que resultaba pecaminosa la
desobediencia51, ya que el que desobece atenta contra el poder divino, en lo
cual se sustentó el modelo económico de aquellos tiempos, lo cual comenzó
a ser morigerado con Santo Tomás52.

Sin embargo, dicha tendencia comenzó a tambalear con la modernidad


y se modificó con el proceso conocido como la secularización, en el que
se cuestionó el poder del monarca soportado en el discurso religioso, con
pensadores como Locke, Hume, Meslier, Helvetius, Le Metrie, Bayle, Leclerc
de Buffon, Diderot, D’ Holbach, entre otros53.
51 “Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han
sido establecidas.
De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí
mismos”.
52 Kaufmann, Arthur. Filosofía del derecho, 2ª. ed., Bogotá, Ediciones Universidad Externado de Colombia, 1997, p.
272.
53 Como se pone de manifiesto en Blom, Philipp. Gente peligrosa. El radicalismo olvidado de la ilustración europea,
Barcelona, Anagrama, 2010.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

Precisamente para dirimir la discusión entre los señores feudales, sostenidos


por el poder católico, con los comerciantes, prestamistas e industriales –
pecadores todos ellos–, quienes aprovechando el descontento popular armaron
las revoluciones burguesas, fue necesario el transcurso del mercantilismo, a la
fase industrial para posteriormente llegar al capitalismo y luego al liberalismo
económico.

Las revoluciones burguesas vienen justificadas precisamente por el derecho


a rebelarse contra el absolutismo, contra la tiranía y la opresión. John Locke
denunció en el Segundo tratado sobre el gobierno civil, Capítulo XIX, lo injusto
que supone la obediencia a mandatos inmorales o a monarcas arbitrarios;
y con ese criterio se gesta la “Revolución Gloriosa” de 1688 en que los
ingleses comienzan con un mundo de reconocimientos y reivindicaciones
al pueblo.

Tiempo después la revolución americana también fue otra expresión del


derecho a disentir, a desobedecer y a oponerse a la autoridad colonial,
y en su Declaración de Independencia de 1776, se encuentra inmerso
tal derecho al señalar “…que cuando quiera que una forma de gobierno se haga
destructora de estos principios, el pueblo tiene el derecho a reformarla o abolirla
e instituir un nuevo gobierno que se funde en dichos principios, y a organizar sus
poderes en la forma que a su juicio ofrecerá las mayores probabilidades de alcanzar su
seguridad y felicidad”.

Con estos antecedentes la Declaración de los Derechos del Hombre y del


Ciudadano, propia de los revolucionarios franceses, promulgada el 26 de
agosto de 1789, reconocía en su artículo 2º que “La finalidad de toda asociación
política es la conservación de los derechos naturales e imprescriptibles del hombre. Tales
derechos son la libertad, la propiedad, la seguridad y la resistencia a la opresión”.
En la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, en su versión
de 1793, redactada por Robespierre, en la que se desarrollaba el concepto de
soberanía nacional, se consignó más escuetamente el derecho a la rebelión,
al señalarse:
“Artículo 33 Principio de la Resistencia

La resistencia a la opresión es la consecuencia de los otros derechos del hombre.


64
Artículo 34 Principio de Opresión contra uno es opresión contra 65
todos

Existe opresión contra el cuerpo social cuando uno solo de sus miembros es oprimido.
Hay opresión contra cada miembro cuando el cuerpo social es oprimido.

Artículo 35 Principio de Insurrección

“Cuando el gobierno viola los derechos del pueblo la insurreción es para el pueblo, y para
cada porción del pueblo, el más sagrado de sus derechos y el más indispensable de sus
deberes”.

Juan Carlos Arias Duque


Ya en el marco de la Organización de las Naciones Unidas, bajo la redacción
de la delegada de Estados Unidos (viuda del presidente Franklin D.
Roosevelt), Eleanor Roosevelt, se expidió lo que se conoció como la Carta
Magna Internacional para la humanidad, adoptada por la ONU el 10 de
diciembre de 1948, la Declaración Universal de los Derechos Humanos, en
cuyo preámbulo, párrafo 3º, se eleva la rebelión a la categoría de supremo
recurso, al señalarse:

“Considerando esencial que los derechos humanos sean protegidos por un régimen de
derecho, a fin de que el hombre no se vea compelido al supremo recurso de la rebelión contra
la tiranía y la opresión”.

Así, este camino de reconocimiento de la rebelión como mecanismo para


enfrentar gobiernos absolutistas y crueles, permitió que se concibiera al rebelde
como un luchador por la causa social y a su gesta se le considerara delito
con un tratamiento punitivo privilegiado, en el entendido de que su accionar
buscaba una sociedad mejor, al punto que de resultar victorioso impondría
un nuevo orden social, más justo y equitativo que el que combatía. Así, la
soberanía popular, aquel concepto según el cual no existe nada por encima
del pueblo y por ello, cuando el pueblo es traicionado por sus gobiernos, tiene
todo el derecho de alzarse en armas contra él, es el que soporta el derecho a
la rebelión del que todos somos titulares, o mejor, el supremo recurso de la
rebelión.
67

2. La rebelión en colombia

Juan Carlos Arias Duque


Fieles a la tradición conflictual en la que los colombianos hemos construido
la historia, se viene reconociendo el delito político y su bondad punitiva a
patir de la Constitución de la Nueva Granada de 1853, llegando a nuestros
días en que la Carta Política vigente desde 1991, si bien no tiene reconocido
explícitamente el derecho a rebelarse, inicia su preámbulo invocando el poder
soberano del pueblo, y propone un tratamiento indulgente para los que
escojan dicha opción:

Su artículo 35 prohíbe la extradición por delitos políticos, el 150.17 confiere


al Congreso la posibilidad de conceder amnistías o indultos generales, el 179
excusa para ser congresistas a quienes hayan sido condenados por delitos
políticos y el 232 hace lo propio con los magistrados de la Corte Suprema de
Justicia, la Corte Constitucional y el Consejo de Estado.

En cumplimiento de los mandatos constitucionales a nivel legislativo se


mantiene el mismo criterio: la amnistía es una forma de extinción de la acción
penal según lo dispuesto por el artículo 82 del Código Penal y el indulto una
forma de extinción de la pena de acuerdo con el artículo 88 del mismo texto
legal, mecanismos reservados a los delitos políticos.

Conviene señalar que hasta antes de que la Corte Constitucional profiriera


la Sentencia C-456/97, estaba vigente el artículo 27 del Código Penal54
contenido en el Decreto-Ley 100 de 1980 que otorgaba impunidad a todos
los delitos cometidos por delincuentes políticos en combate, siempre que no
54 “Artículo 127: Exclusión de pena. “Los rebeldes o sediciosos no quedarán sujetos a pena por los hechos
punibles cometidos en combate, siempre que no constituyan actos de ferocidad, barbarie o terrorismo”.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

constituyeran actos de ferocidad, barbarie o terrorismo, lo cual suponía un


marco de impunidad relativamente amplio para el ejercicio de la rebelión.

Con la emisión de dicho fallo el tratamiento privilegiado de los delitos políticos


quedó limitado a ellos, vale decir, a la rebelión, sedición y asonada, y los
demás, como homicidios, lesiones personales, daños, etc., serían sancionados
con el rigor que la legislación ordinaria dispensa a los delitos comunes; y
desde ese momento se abrió un debate nacional en relación con la necesidad
de mantener dicha indulgencia punitiva para subversivos cuando el escenario
político creado con la Carta Política de 1991, que otorga innumerables
mecanismos de participación y de intervención y que reconoce derechos con
tanta generosidad, hace que la lucha armada pierda toda justificación.

En todo caso, nuestro legislador ha planteado la amnistía para los delitos


de rebelión y de los conexos, vinculados con porte de armas y utilización
exclusiva de uniformes de las Fuerzas Militares, siempre que los subversivos
se desmovilicen individualmente y se comprometan a cesar con su actividad
rebelde. Así lo ha planteado a partir de la expedición de la Ley 418 de 1997,
cuya vigencia ha sido prorrogada por las Leyes 548 de 1999, 782 de 2002,
1106 de 2006, 1421 de 2010 y 1738 de 2014.

68
69

3. El delito de rebelión en el contexto

Juan Carlos Arias Duque


de la justicia transicional
Así vista la rebelión, es la autorización que el contexto internacional de los
derechos humanos concede a los ciudadanos para retirarse del pacto tiránico
y opresor con el propósito de enfrentarlo por la vía de las armas y fundar uno
nuevo, inicialmente entre los que se rebelan, los que de triunfar en su propósito,
extenderían a todos los demás. De manera que cuando las rebeliones son
exitosas, se instalan como el nuevo Estado y legislan sancionando al tirano
derrotado con toda su corte; y viceversa, cuando el Estado derrota a los
rebeldes deja caer sobre ellos todo el peso de la ley.

Son múltiples las razones por las cuales las rebeliones no han triunfado en
todos los países en los que se han iniciado, siendo tal vez Nicaragua el último
que vio en 1979 la entrada triunfal del Movimiento Sandinista de Liberación
Nacional. Entre dichas explicaciones tal vez la más influyente es la relacionada
con el escenario internacional de la guerra fría en la que se propusieron los
movimientos subversivos, esto es, de la confrontación de los comunistas
con los libertaristas, en suelos diferentes de los de Rusia y Estados Unidos,
considerándose la lucha armada como una forma de expansión de la Cortina
de Hierro, lo cual fue lográndose con la revolución china y luego con la cubana
de 1959 que intentó extender su influencia a todos los países americanos.

Frente a dicha pretensión expansionista del comunismo surgieron del otro


polo múltiples medidas de defensa de la libertad, entre otras la doctrina de
la seguridad nacional, que terminó imponiendo o facilitando la llegada de
dictaduras militares en la mayoría de los países de nuestro hemisferio, con
fatídicos resultados en materia de violación de derechos humanos. Y eso
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

impidió que los ejércitos, o una parte de ellos, pudieran estar del lado del
pueblo al que sentían representar los movimientos subversivos, y por ello
las rebeliones en países como el nuestro, se fueron quedando en el tiempo
limitadas a grupos que paulatinamente terminaron en una estrategia de guerra
de guerrillas, sin mayor respaldo popular, sin ningún apoyo en las Fuerzas
Militares, y relegados a producir daños muy graves, pero menores en su
pretensión de apoderarse del poder del Estado.

Y esa doctrina de seguridad nacional fue propiciando en varios países la


aparición de grupos de milicias que podrían hacer lo que la normatividad
no le permitía a los agentes del Estado y así surgieron los grupos conocidos
como “para-militares” que so pretexto de la lucha armada fueron atacando a
la población civil en la que podría haber alguna simpatía por los subversivos,
estrategia que llamaron “quitarle el agua al pez”, y de paso apropiándose de
todo lo que de valor encontraran a su paso, como tierras, edificios, mujeres,
vidas, dignidades. Otro aliciente que propició la aparición –la evolución, si se
quiere– de los grupos paramilitares estuvo en el control del narcotráfico –por
lo menos en nuestra particular situación–, con lo cual se fueron armando
economías ilegales de distinta naturaleza cuyo abandono dificultaría después
el desmonte de tales grupos armados ilegales.

La situación originada con el derrumbe del comunismo, con la icónica caída del
Muro de Berlín en noviembre de 1989, fue dejando a los movimientos subversivos
sin el piso sobre el cual construírían sus proyectos ideológicos, pero en medio de
una guerra cuya victoria se alejaba cada día más, pero que se fue volviendo más
inhumana ya que sus métodos se fueron degradando a niveles incomparables.

Las guerras se terminan con la victoria militar de uno de los grupos


combatientes o con un acuerdo. La guerra colombiana se fue prolongando
en un tiempo en el que la guerrilla con la financiación que le permitía su
participación en el narcotráfico, podría mantenerse atacando a las fuerzas del
Estado en el modelo de guerra de guerrillas, pero sin la mayor posibilidad de
vencerlas, dado el incremento en hombres, equipos y tecnología que venían
adquiriendo las fuerzas del orden.

Descartada la victoria militar de cualquiera de los combatientes, y en el afán


70 de culminar la guerra, solo queda entonces mirar hacia la justicia transicional,
categoría sobre la cual conviene hacer algunas breves precisiones antes de 71
continuar con esta exposición.

De la justicia transicional se dice que está en construcción y, por tanto, a su


paso por Colombia se propone, en primer término, deslindarla por completo
del derecho penal internacional, ya que una y otro responden a orígenes y
objetivos completamente diferentes y tal vez opuestos, así como distintos son
sus métodos, pero sobre todo, su justificación.

Por justicia transicional entendemos esa oportunidad que se dan los

Juan Carlos Arias Duque


Estados que sufren conconflictos internos, vale decir, aquellos que están en
construcción porque no han obtenido su consolidación territorial, su unidad
nacional o el monopolio de las armas; para superar por vía de acuerdos
las causas que los llevaron o los mantienen en la confrontación. Como se
puede observar es una categoría de naturaleza eminentemente política, pre-
constitucional, anterior y por encima del derecho.

Creemos que Colombia, en sus múltiples esfuerzos por obtener la paz, no


ha implementado aún verdaderos modelos de justicia transicional, ya que no
hemos tenido los acuerdos orientados a superar las causas de la confrontación,
y nos hemos limitado a meros ejercicios de desmovilización de personas en
armas.

El Acuerdo sobre Justicia logrado entre el Gobierno Nacional y la guerrilla


de las FARC, aprovecha experiencias de dichos procesos de desmovilización
y los adapta a la exigencia de la negociación actual:

En primer término se plantea una amnistía amplia y generosa para todos los
delitos políticos y conexos (los relacionados con uso de armas y de uniformes
reservados exclusivamente a las Fuerzas Militares), tal como ya se autoriza
desde la Ley 418 de 1997; y la adaptación consiste en la ampliación de la
conexidad, a efectos de que sea extendida a delitos que habitualmente no
tienen relación con la lucha contra el orden constitucional, pero que dada
la particularidad de nuestro conflicto armado han servido como fuente de
financiación de la actividad subversiva, tales como el narcotráfico, la extorsion
y eventualemente el secuestro; lo cual será materia de reglamentación por
parte de nuestro Congreso.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

Una pena que se extienda entre 5 y 8 años es lo que actualmente contempla la


Ley 975 de 2005 y la adaptación consiste en la forma de privación de la libertad,
toda vez que lo que ahora se propone es una restricción a la locomoción que
no implique el confinamiento carcelario, planteamiento plenamente compatible
con la estructura alternativa de la justicia transicional; escenario en que habrían
de moverse los partícipes del conflicto armado que cesen su accionar bélico y
cuenten toda la verdad de manera oportuna. También enfrentarían una pena
similar, pero esa sí con internación carcelaria, quienes confiesen de manera
tardía los crímenes cometidos; siendo el sistema probatorio en estos dos
eventos, la contrastación de la información con que cuente la Fiscalía con las de
organizaciones de víctimas, entre otras fuentes posibles.

La priorización de los casos que se menciona en el Acuerdo, esto es, que solo
ingresen al marco de la justicia los más graves, los que respondan a patrones
criminales o atribuibles a los máximos responsables, es algo que ya existe, que
se planteó inicialmente con la Ley 1592 de 2012 (vigente) y luego en el Marco
Jurídico para la Paz.

También decimos que el Acuerdo es equilibrado por cuanto anuncia las


mismas ventajas punitivas para todos los responsables de delitos cometidos
en el marco del conflicto armado, con independencia de que sean agentes
estatales, como militares y altos servidores públicos, así como también para los
paramilitares, y aquellos civiles que propiciaron financiaron y se beneficiaron
con la guerra; con independencia de que sus casos ya se encuentren cerrados.

Así mismo prevé un tercer escenario, en el que todos los particpantes de


los peores delitos cometidos en el marco de la confrontación armada, serán
destinatarios de una pena máxima no superior a los 20 años de prisión, lo cual
difiere sustancialmente con los 60 años que en la actualidad podrían recibir.

Todo lo relacionado con el Acuerdo de Justicia deberá ser desarrollado por la


Jurisdicción Especial para la Paz, órgano que finalmente será el de la enorme
responsabilidad de encauzar a la sociedad colombiana por el camino del
perdón, preciosa oportunidad para obtener la convivencia pacífica, objetivo
general para cuyo cumplimiento debe ceder el derecho retributivo, eso sí con
verdad y, sobre todo, superando las causas que generaron la guerra, única
72 forma de asegurar su no repetición.
Reconociendo que lo que se intenta hacer con los acuerdos logrados en 73
el contexto de los diálogos de paz con las fuerzas rebeldes que ejercen la
insurrección en Colombia, responden por primera vez a un esquema de
justicia transicional, es que se justifica preguntarse por la legitimidad del
acuerdo sobre justicia, alcanzado en el marco de las conversaciones de La
Habana:

¿Es legítimo abstenerse de ejecutar penas de prisión por todo tipo de delitos a
subversivos que en el contexto de los acuerdos de paz se desmovilicen, relaten
la verdad de todo lo sucedido en su accionar militar, participen activamente en
los programas diseñados para la reparación de las víctimas, cesen su rebeldía,
busquen su reinserción a la sociedad y persigan por las vías democráticas las
reivindicaciones sociales que pretendían obtener por el camino de las armas?

Somos convencidos de que es totalmente legítimo abstenerse de ejecutar


penas de prisión a ciudadanos en tales condiciones. Es de advertir además
que el Acuerdo sobre Justicia es uno dentro de los seis puntos que ocupan
la discusión, estando orientados los otros a facilitar las condiciones para la
inserción a la contienda democrática por parte de los alzados en armas.

En el camino de poder comprender el problema formulado, en primer


término es determinante preguntarse por los objetivos de la pena. Nuestra
legislación advierte que son la prevención general y especial, la protección
al condenado, la retribución y fundamentalmente la resocialización o la
reinserción social55.

La prevención hace relación, en primer lugar, a la evitación coercitiva de


más delitos, para impedir la continuación de la actividad delictiva56, y además
a la intimidación y escarmiento57 que se espera cause la pena, tanto en el
individuo que comete el delito (prevención especial) como así también en
la sociedad, esto es, para que sirva de efecto inhibitorio o disuasorio para
otros que pretendan el mismo actuar se abstengan de desplegarlo (prevención
general). Frente a la prevención general surge el cuestionamiento relacionado
55 Artículo 4° del Código Penal: “La pena cumplirá las funciones de prevención general, retribución justa, prevención especial,
reinserción social y protección al condenado”.
56 Lesch, Heiko. La función de la pena, Bogotá, Universidad Externado de Colombia, Centro de Investigaciones
de Derecho Penal y Filosofía del Derecho, 2000, p. 24.
57 Hegel, Guillermo Federico. Filosofía del derecho, 5ª. ed., vol. 5°, Buenos Aires, Biblioteca Filosófica Editorial
Claridad, 1968, p.107.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

con la instrumentalización del condenado, a quien se le encierra y se le


produce sufrimiento para que los demás observen lo que no se debe hacer
y se abstengan de ello, lo cual riñe con el concepto de dignidad, construido
a partir del concepto kantiano según el cual el hombre es un autofín por sí
mismo y no puede ser mero instrumento.

La retribución se entendía en una primera fase de la evolución de las penas


como el castigo mediante el cual se recuperaba la igualdad, ya que vulnerando
al que vulnera, esto es, produciéndole dolor al que lo causó, se reconviene el
pacto58, y luego fue perdiendo fuerza frente al nacimiento de la reinserción
social, a partir del advenimiento de un nuevo compromiso del Estado con
sus ciudadanos relacionado con el marco de su actividad, esto es, el paso del
liberalismo al Estado de bienestar.

La protección del condenado como función de la pena está representada en


el aislamiento y por esa vía evitar el ajusticiamiento social o linchamiento; y, la
resocialización59, como objetivo fundamental de la sanción, es la reinserción
social del convicto.

Se puede observar que todas las funciones de la pena tienen una vinculación
relacional con el futuro, y existen si y solo si hay posibilidades de nuevos
delitos. Las sanciones, por elaboradas, sofisticadas o drásticas que sean, no
tienen la virtualidad o capacidad de volver atrás la historia y desaparecer la
acción criminal. Solo existe si hay un futuro de posibles nuevos delitos.

Así, en medio de los acuerdos de paz, cuando se considera eliminada la tiranía


y la opresión se acaba la rebeldía, vale decir, también por acuerdo cesa el
alzamiento en armas y, por tanto, el conflicto armado. Esa confrontación
era el escenario en el cual existía rebeldía, rebeldes y acciones rebeldes. Si se
acaba el conflicto, se acaba el escenario en el cual se desarrolla la guerra y, por
tanto, la opción de cometer todos los delitos relacionados con ella. Sancionar
al rebelde tiene sentido en función del pronóstico de comisión de más delitos,
pero si el rebelde desaparece, lo mismo que el escenario de guerra y la tiranía y
la opresión, se acaba la oportunidad de delinquir en el contexto de los delitos
políticos y, por tanto, carece de objetivos la pena.
58 Ibíd., p. 109.
74 59 Ibíd., p. 21.
Además, cuando se pone fin a las rebeliones por la vía de los acuerdos 75
amistosos, cada una de las partes carece de legitimidad para imponer a la otra
las consecuencias de la victoria militar que ninguna obtuvo. En presencia de
un convenio que ponga fin a la rebeldía, los fines ordinarios de la pena, como
son la protección, la prevención y la resocialización, se desvanecen: como se
acaba la rebelión ya no hay que imponer penas a los rebeldes que dejan de
serlo, para evitar delitos futuros (porque han desaparecido tanto la rebeldía
como la tiranía), ni tampoco para proteger a la sociedad y al acusado, porque
existe la confianza de que se va a cumplir el pacto de paz y, entonces, no hay
de quien protegerse en ese escenario de ausencia de guerra. El futuro cambia,

Juan Carlos Arias Duque


se pronostica en paz, no por efecto de la pena sino del acuerdo. Es una
situación semejante a la muerte del procesado, a quien tampoco se le impone
pena porque existe el pronóstico seguro de que no delinquirrá nuevamente.

En segundo término, la pena es concebida en el contexto del pacto del


cual los rebeldes fueron autorizados a retirarse para fundar el suyo propio,
con unos principios y esquemas de valor, en todo caso diferentes al que
abandonaron, por efecto de la autorización internacional del ejercicio de
la rebelión. Uno podría entender que valores que son caros a quienes no
somos rebeldes, tales como la propiedad privada, la vida y la libertad, para
ellos son insignificantes en el pacto que ellos fundaron transitoriamente y
en cuya extensión el resto de los colombianos no triunfaron. Pero en ese
pacto que se les permitió crear, el que desarrollaron en lo que para nosotros
son antivalores, cometieron acciones que en nuestro consenso consideramos
reprochables y punibles, pero para ellos resultan indiferentes pues responden
a los “valores fundantes” de su pacto.

Y claro, si se les reduce, se les captura y se les somete, claro que el Estado
impondría las penas correspondientes. Pero no ha sido así, y por eso la justicia
transicional permite acuerdos entre partes en conflicto, esto es, cuando
ninguna de ellas ha vencido a la otra.

Así, en el contexto de un acuerdo –a diferencia de cuando se les vence– no


se les podría imponer, por la vía de la pena, los intereses de un pacto del
que se les permitió renunciar. Por eso es que tienen todo el sentido unas
penas simbólicas y alternativas, con las cuales se busque el restablecimiento
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

del orden perturbado por los hechos punibles cometidos por los rebeldes60.
No tiene mucho sentido imponerles, o por lo menos ejecutarles penas por
haber cometido delitos contra un pacto del cual se les autorizó retirarse para
que fundaran el suyo propio, a su vez contrario al nuestro.

Por tanto, entendemos que la imposición de penas que no se ejecutan tiene


un efecto simbólico completamente coherente con la justicia transicional;
privilegios o ventajas punitivas que habrán de extenderse, por efecto del tipo
excepcional de esta categoría política, a los demás actores del conflicto.

Esto por cuanto el final de la guerra implica definir también la suerte de los
militares que en el contexto del conflicto armado pudieron cometer crímenes,
a quienes sin lugar a dudas debe tratárseles, por lo menos, con el mismo rasero
con el que se juzgarán los delitos perpetrados por los subversivos, lo cual surge
del más elemental sentido de equidad y de una realidad política que bordea
los límites de lo que en este tópico la sociedad colombiana está dispuesta a
tolerar, básicamente porque no se percibe justo que a los que atentaron contra
el Estado de derecho se les privilegie con laxitud y benevolencia mientras que
a los que pudieron equivocarse al defenderlo, se les responda con severidad.
Con el mismo rasero, pero con tratamiento diferenciado.

Esa justicia especial que se concibió para nuestros militares les otorga un
tratamiento radicalmente diferente al de los subversivos, que se concreta en
que: 1) los parámetros de este capítulo de la justicia transicional no fueron
diseñados con participacion de las FARC; 2) las penas aplicables serán previstas
luego de que finalicen las conversaciones de paz, no por los insurgentes sino
por el Gobierno Nacional; 3) se presume que todas las actividades desplegadas
por ellos se caracterizaron por el respeto a la legalidad; 4) los sitios de reclusión
serán los dispuestos para ellos por el régimen penitenciario; 5) frente a la
integralidad y prevalencia del sistema allí se definirá la totalidad de los casos
penales que tengan los militares, con independencia de que ya estén juzgados;
6) dadas las características de órgano de cierre de la Jurisdicción Especial para
la Paz, las decisiones que adopte serán inamovibles, esto es, indiscutiblemente
respetadas por todas las autoridades y, por tanto, no podrán ser removidas
o dejadas sin efecto por órgano alguno; 7) para evitar desbordamientos en
relación con los altos oficiales no se presumirá su responsabilidad como
76 60 Lesch, Ob. cit., p. 21.
consecuencia automática y exclusiva del mando que ostentaron, sino que 77
se tendrán en consideración otros factores como el control efectivo de la
conducta y los medios a su alcance para prevenirla; y, 8) por el tipo de delitos
atribuidos a los exmiebros de las Fuerzas Militares, su verdad y responsabilidad
será individual y no colectiva porque, a diferencia de los subversivos, ellos no
pertenecían a una organización que tuviera por doctrina atentar contra el
orden jurídico, sino que pertenecían a las fuerzas constitucionales del Estado.

En todo caso deben declararse las responsabilidades penales, las penas


deben imponerse, con independencia de su ejecución, básicamente porque

Juan Carlos Arias Duque


es necesario que se ratifique mediante los fallos, que sigue estando prohibido
asesinar, hurtar, lesionar, secuestrar, extorsionar y todos los delitos que hayan
cometido, como forma de indicar, reconocer, reafirmar y ratificar que el pacto
que se impone es el nuestro y no el de los subversivos.

En conclusión, la rebelión es un derecho relacionado con la soberanía popular,


mediante la cual se autoriza a luchar contra la tiranía y la opresión, ejercicio
en el cual los rebeldes fundan un pacto por fuera de aquel que repudian; y
cuando mediante un acuerdo de paz se les invita a que se reincorporen al
pacto que abandonaron, no tiene sentido ejecutarles unas penas impuestas
por el incumplimiento de un pacto del cual fueron autorizados a retirarse. Por
su parte, la justicia transicional es el escenario en cual se producen esos pactos
y, por tanto, el Acuerdo sobre Justicia está políticamente legitimado.
ESTUDIO
INTRODUCTORIO III
RECLUTADOS PARA LA GUERRA
Y REINSERTADOS
A LA SOCIEDAD ¿CÓMO SE PUEDE
DEJAR DE SER UN EX?
81

Milcíades Vizcaíno Gutiérrez


Reclutados para la guerra y reinsertados a la
sociedad ¿cómo se puede dejar de ser un ex?*
Milcíades Vizcaíno Gutiérrez*

“…… ¿No habrá manera de que Colombia, en vez de


matar a sus hijos, los haga dignos de vivir? 61

“Las condiciones de Colombia no han sido nunca tan


propicias como ahora para grandes y urgentes acciones
políticas que no pasen por la violencia” (Gabo62)

INTRODUCCIÓN

La Habana ha sido, del año 2012 al 2016, una fuente de noticias para
Colombia y el resto del mundo interesado en la paz. El conflicto armado
interno tiene 65 años de duración, desde el asesinato de Jorge Eliécer
Gaitán en 1948; es el conflicto interno más extendido del mundo en
el tiempo, uno de los más crueles, con víctimas, muertes, despojos,
desplazamientos, violaciones, dolor y llanto. Con la incursión de las FARC
*
El capítulo hace parte de un proyecto editorial acerca del conflicto armado en Colombia que el autor desarrolla
sobre temas de historia del conflicto, secuestrados, impactos regionales y procesos de construcción de paz sin armas.
*
Sociólogo colombiano con maestría en investigación socioeducativa; investigador y docente universitario durante
46 años. Ha publicado 13 libros y numerosos artículos en revistas especializadas. En la actualidad es investigador
en la Universidad Cooperativa de Colombia, sede Villavicencio, donde hace parte del Grupo de Investigación Pro-
meteo adscrito a la Facultad de Psicología. Contactos: milcíades.vizcaino@ucc.edu.co ; milci.vizcaino@gmail.com

61 Arango, G. Elegía a “Desquite”. En Obra negra, Bogotá, Plaza & Janés, 1993, p. 44. También en la Web en
http://www.gonzaloarango.com/ideas/desquite.html
62 García M., G. Carta pública enviada a ´Bochica´, 22 de abril de 1996. Citada por Castro R., F. La paz en Co-
lombia. La Habana, Editora Política, 2008, pp. 149-150. En la Web en http://www.cubadebate.cu/wp-content/
uploads/2008/11/paz-colombia-fidel-castro-libro-completo.pdf
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

en 1964, el conflicto se prolongó y todos fueron perdedores sin que las


partes hubieran ganado su objetivo. La población civil, no comprometida
con el conflicto, fue la más afectada sin que tomara una decisión de
aliarse con uno de los polos. El proceso y los resultados de este conflicto
han sido descritos ampliamente y siguen teniendo la atención nacional e
internacional. Hemos aprendido del conflicto, pero también hemos vivido
a pesar del conflicto y en medio de los muchos que sucumbieron en el
camino como víctimas o como victimarios.

En los múltiples estudios hay dimensiones que han sido reiterativas y cada
vez se profundiza en ellas. Pero hay un aspecto que llama la atención porque
ha recibido muy poca preocupación: ¿cuál será la suerte de los guerrilleros,
excombatientes, ex milicianos, ex-FARC-EP, ex-ELN, una vez que los
acuerdos de reinserción y abandono de las armas comiencen a funcionar?
Específicamente, se busca encontrar respuestas a la pregunta de ¿cómo
se puede dejar de ser un ex? El tránsito de guerrilleros a participantes
como ciudadanos será un aspecto derivado de la desmovilización colectiva
negociada. Es el acceso a una nueva vida que exige nuevas vinculaciones
con personas e instituciones en las cuales puede haber continuidades,
pero también discontinuidades, afinidades y tensiones de acuerdo con las
circunstancias del tránsito. Es la redefinición de sus vidas y de sus actividades
de realización personal y colectiva. ¿Serán visibles o invisibles? ¿Cargarán
ellos con el estigma de ser ex o podrán dejar de serlo? ¿Los programas
de reintegración incluyen claridad sobre la superación de ser un ex? ¿Las
experiencias de desmovilizaciones anteriores incluyen este aspecto? ¿Se
pueden evidenciar sus resultados? Estas, y otras preguntas son pertinentes
teórica y experiencialmente en el camino de convertirse en un ex. En épocas
pasadas de la historia, las culturas contribuyeron a que las personas pasaran
sus vidas dentro de una unión conyugal, una carrera, una religión, una
localidad geográfica y unas pautas de conducta. Los años pasaban, pero
las instituciones se mantenían en pie. Las sociedades modernas, en cambio,
han impuesto una alta movilidad que ha implicado cambios frecuentes y
profundos, uno de ellos los roles específicos. A esto se ha llamado “pasajes”
o “puntos de inflexión” que consisten en dejar un rol e incorporarse a una
identidad nueva63.

82 63 Fuchs E., H. Becoming an Ex: The Process of Role Exit. Chicago, University of Chicago Press, 1988.
Estas consideraciones son válidas de una manera muy parcial para el caso 83
de los guerrilleros. No es solo el abandono de un rol en una ocupación o
profesión, en un estatus en la vida a otro de reemplazo. En el caso de la
desmovilización colectiva de las FARC o del ELN es el primer hecho político
que ha ocurrido en los 50 años de actividad de estas organizaciones. En
oportunidades anteriores ha habido desmovilizaciones de las mismas FARC o
de otros grupos, ha habido deserciones y también aprehensiones por parte de
organismos del Estado que son una referencia para la nueva experiencia que
se avecina. Independientemente del número de ellos, porque las cifras son

Milcíades Vizcaíno Gutiérrez


esquivas y van y vienen números dependiendo de la fuente, lo que interesa
en este capítulo es el proceso de tomar un rol dentro de la guerrilla y, con los
acuerdos en La Habana del fin del conflicto, dejarlo para asumir otros roles
en la sociedad en la perspectiva de la paz, sea la `Paz Colombia`, la Paz Fariana,
o la paz del pueblo, en todo caso una p a z que, ojalá, sea la PAZ de todos los
colombianos como se espera del espíritu negociador en La Habana. Esto
quiere decir que el foco de atención está en los militantes de las FARC y del
ELN; en consecuencia, los pertenecientes a otras organizaciones como los
paramilitares, las Bacrim u otra forma de intervención en el conflicto armado
no tienen espacio en este capítulo. Es una manera de limitar y focalizar el
tema, no de desconocer, excluir o anular su real participación en el conflicto
que bien está justificada en los hechos.

El telón de fondo que da significado a este capítulo va en la dirección marcada


por dos analistas, el sociólogo Eduardo Pizarro y la periodista Claudia Palacios.
Por su parte, Eduardo Pizarro, en una entrevista en el 2011 a propósito del
lanzamiento de su libro Las Farc: 1949-2011. De guerrilla campesina a máquina de
guerra 64 proponía: “Tenemos que hacer esfuerzos gigantes para cerrar el ciclo
de la violencia que nos acompaña, al menos, desde la muerte de Jorge Eliécer
Gaitán, en 1948. Para esto se debe poner una normativa para una política de
reparación a través de las víctimas y así lograr una reconciliación nacional real.
Además, una legislación que nos permita encontrar fórmulas jurídicas para la
paz. Uno puede lograrlo por la derrota militar del adversario o por una salida
negociada. Probablemente la vía sea la negociación y para eso necesitamos
una legislación que permita realizar el sueño de la paz”65.
64 Pizarro L., E. Las Farc: 1949-2011. De guerrilla campesina a máquina de guerra, Bogotá, Editorial Norma, 2011.
65 Pizarro L., E. “Las Farc son una guerrilla marginal”. Entrevista con la periodista Paula Colorado. El Colombiano,
20 de octubre de 2011. En la Web en http://www.elcolombiano.com/historico/las_farc_son_una_guerrilla_
marginal_pizarro-EYEC_154981
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

Por su parte, la periodista Claudia Palacios, como autora del libro “Perdonar
lo imperdonable”66 (2015), sugiere a sus lectores que “piensen en el rol que
cumplen en esta transición en la que está el país hacia una posibilidad real de
paz. Lo que yo digo en el libro es: no importa si uno está a favor o en contra
del proceso de paz, de cómo este se está desarrollando, todos queremos la
paz y todos tenemos algo qué hacer, y debemos hacerlo. Aunque no nos guste
el proceso, debemos aportar desde nuestro talento conocimiento, recursos y
tiempo a la construcción de entornos en paz”67.

El capítulo se fundamenta en documentos y entrevistas de y con personas


vinculadas al conflicto. Una mirada desde las FARC-EP y desde el ELN es
deseable porque la intencionalidad de sus acciones se genera en ellos cuando
aceptan sentarse a la mesa con el Estado. El artículo procurará partir de ellos
como sujetos del conflicto armado para lo cual la consulta a sus documentos en
la Web ha sido valiosa. Cuando ello no fue posible, por ausencia de información,
se apeló a fuentes indirectas, es decir, a entrevistas con personas que estuvieron
cerca de las guerrillas, como los policías o civiles secuestrados, o que recabaron
información como analistas sobre su manera de pensar el conflicto.

Una mirada hacia atrás permite repasar las experiencias que los ahora reinsertados
o desmovilizados han vivido antes de la firma del acuerdo final. En una mirada
hacia adelante en el tiempo, podremos prever el proceso que vendrá si se cumplen
algunas condiciones. Esta es la estructura del texto porque solo se desarrollan
dos aspectos que son la entrada y permanencia en la guerrilla y la salida por el
procedimiento derivado de las negociaciones. Las fuentes utilizadas para la
argumentación han sido primarias, a través de algunas entrevistas, y secundarias,
derivadas de documentos, informes y escritos con otra finalidad, pero de los cuales
es posible extraer elementos que ayudan a fundamentar las tesis que se presentan.
La hipótesis que se quiere sustentar dice que si las lecciones del pasado no son
atendidas se corre el riesgo de dar continuidad a los errores y los nuevos problemas
cerrarán las posibilidades de ser resueltos por muchos años más. Obviamente, la
confrontación o falsación de la hipótesis está en la historia posterior. No obstante,
se subrayan algunos elementos que hacen prever las consecuencias de decisiones
que se toman en el curso de los acontecimientos.
66 Palacios, C. Perdonar lo imperdonable. Bogotá, Editorial Planeta, 2015.
67 Palacios, C. Entrevista al periodista Nicolás Bustamante Hernández. Los retos de Claudia Palacios. La periodista
habla de su visión de país y del papel de los reporteros en un eventual posconflicto. El Tiempo, 22 de febrero de
84 2016. En la Web en http://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-16517416
85

Milcíades Vizcaíno Gutiérrez


1. Experiencias del pasado

Yesid Arteta, un ex-militante de las FARC, explica que “Desde que se erigió
como república soberana (1819), Colombia tiene el triste y vergonzoso récord
de haber padecido en su territorio 63 guerras civiles, de las cuales 9 fueron de
carácter general y las restantes 54 se desenvolvieron en un espacio regional o
local”68. Una de esas guerras internas ha sido el conflicto armado que viene
de manera continua desde 1948 con ocasión de la muerte del líder liberal
Jorge Eliécer Gaitán. La confrontación política conservadores-liberales fue el
motivador que orientó la violencia ampliamente documentada69. Las décadas
de 1960 y 1970 fueron fructíferas en la producción de estudios sobre la
violencia, muchos de ellos por científicos sociales extranjeros70.

La dureza de la guerra entre conciudadanos liberales y conservadores pasó


históricamente a un segundo plano hasta que se produjo su olvido. Hubo
un eficaz “pacto de silencio”71 que la ha escondido de la historia. Mediante
ese pacto, “las élites acuerdan lanzar un velo sobre su responsabilidad en la
68 Arteta D., Y. ¡Descansen Armas! Ensayo sobre la guerra y la paz de un ex guerrillero de las FARC. Bogotá, Ícono
Editorial, 2014, p. 109. Una ilustración del período radical del siglo XIX puede ser leída en: Borja, M. Espacio y
guerra: Colombia Federal 1858-1885. Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, Instituto de Estudios Políticos y
Relaciones Internacionales (IEPRI), 2010.
69 Sierra O., G. Las guerrillas de los Llanos Orientales. Manizales, Imprenta Departamental, 1954. - Azula B., R. De la
revolución al nuevo orden: proceso y drama de un pueblo. Bogotá, Editorial Kelly, 1956. - Guzmán C., G.; Fals B., O.;
Umaña L., E. La Violencia en Colombia. Estudio de un proceso social. Tomo I. Bogotá, Ediciones Tercer Mundo,
1962. - Guzmán C., G.; Fals B., O.; Umaña L., E. La Violencia en Colombia. Estudio de un proceso social. Tomo II.
Bogotá, Carlos Valencia Editores, 1980. - Oquist, P. Violencia, conflicto y política en Colombia. Bogotá, Biblioteca
Banco Popular, 1978. - Sánchez G. y Meertens, D. Bandoleros, gamonales y campesinos. Bogotá, El Áncora, 1983.
- Sánchez, G. y Peñaranda, R. Pasado y presente de La Violencia en Colombia. Bogotá, Cerec, 1986. - Ortiz S., C.M.
Estado y subversión en Colombia. La Violencia en el Quindío años 50. Bogotá, Cider, Uniandes–Cerec, 1987. - Pecaut, D.
Crónica de dos décadas de política colombiana 1968-1988. Bogotá, Siglo XXI, 1987. - Guerrero B., J. Los años del olvido.
Boyacá y los orígenes de la Violencia. Bogotá, Tercer Mundo Editores; Instituto de Estudios Políticos y Relaciones
Internacionales (IEPRI), 1991.
70 Ortiz S., C.M. Los estudios sobre la violencia en las tres últimas décadas, 1991. En la Web en www.bdigital.unal.edu.
co/1429/10/09CAPI08.pdf - Valencia G., A. (2012). “La Violencia en Colombia de M. Guzmán, O. Fals y E.
Umaña y las trasgresiones al Frente Nacional”. Revista Colombiana de Sociología 35(2), julio-diciembre, pp. 15-33.
71 Pécaut, D. “Simbólica nacional, liberalismo y violencias”. En Calderón, M. T. y Restrepo, I. (Eds.) (2010).
Colombia 1910-2010. Bogotá, Taurus, 2010, p. 79.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

Violencia. Ni los líderes nacionales, como Laureano Gómez, ni los cuadros


locales que tomaron parte en ella tienen que rendir cuentas”72. Pero no solo
evitan la rendición de cuentas sino que les ha permitido “mantener su influencia,
impidiendo cualquier tipo de concentración excesiva del poder en manos del
Estado central, y han garantizado el control de la mayor parte de las clases
populares y medias, privándolas de recursos propios de expresión política, que
hubieran podido amenazar las instituciones”73. Este ha sido el verdadero fondo
de la cuestión: la canalización del poder para su exclusiva disposición con lo
cual cerraron el camino a la democracia entendida como participación de todos
los ciudadanos. Tan eficaz fue ese pacto que, en los años posteriores, no se ha
mencionado más. La segunda generación de la violencia, desde el surgimiento
de las FARC y del ELN, en 1964 y 1965, respectivamente, se utilizó para opacar
y esconder la primera generación. Por estas razones, la historia oficial del
conflicto armado inicia formalmente a mediados de los años 1960.

La Unión Soviética se erigió históricamente en la segunda posguerra como


un faro tras el cual era deseable marchar para conseguir la transformación de
la sociedad frente a la posición capitalista liderada por los Estados Unidos.
Los partidos comunistas de todo el mundo vislumbraban la posibilidad real
de un vuelco radical sea por la vía democrática o por un golpe de mano
de acuerdo con las circunstancias específicas de cada país. En el caso,
colombiano, el Partido Comunista, finalizada la administración Rojas Pinilla,
y ante la recuperación del libre juego de los partidos, optó por adherir a la
política oficial y estuvo a favor del primer presidente del Frente Nacional,
Alberto Lleras Camargo. Obviamente el frente armado estaba cobijado por
la decisión, sin embargo, conservaba su decisión de continuar en armas. En
esta fase, las decisiones del Partido se imponían, lo que significaba la primacía
de la política sobre las armas. El Partido Liberal, por su parte, promovió la
desmovilización de las guerrillas de su partido e, incluso, tuvo acercamientos
a las facciones conservadoras con el objetivo de asegurar la paz en las
regiones de su influencia como en el sur del Tolima y del Huila y el Valle del
Cauca74. Estas desmovilizaciones fueron los actos públicos de reinserción a
las actividades de los territorios conquistados75.
72 Ídíd., p. 79.
73 Íbíd., p. 42.
74 Marulanda V., M. Cuadernos de campaña, 1973. En la Web en http://www.cedema.org/uploads/Cuadernosde-
Campana.pdf - Estos Cuadernos describen el avance del movimiento guerrillero en el sur del país, su deslinde
de las guerrillas liberales después de los acercamientos producidos y el camino propio adoptado como tendencia
del Partido Comunista Colombiano ligado al movimiento internacional.
86 75 Pizarro L., E. Las Farc: 1949-2011. De guerrilla campesina… Ob. cit.
Los integrantes de guerrillas liberales que no aceptaron la desmovilización 87
y continuaron con el bandolerismo, colonizaron nuevas tierras en el
sur del país, transformaron el sentido de la guerrilla en autodefensa
campesina y las “zonas de refugio” permitieron a sus dirigentes
camuflarse en los nuevos procesos de conquista territorial manteniendo
las armas y los objetivos de lucha contra las facciones oficiales,
especialmente conservadoras; fue entonces cuando los alzados en armas
se constituyeron en movimiento agrario. Entretanto, algunos dirigentes
llegaron al MRL (Movimiento Revolucionario Liberal) mientras que

Milcíades Vizcaíno Gutiérrez


otros se declararon abiertamente activistas del Partido Comunista. Para
estos, la protección de la vida y los bienes hizo necesaria la organización
de una autodefensa activa y especializada mientras los militantes se
ocupaban de las faenas diarias en sus tierras y en los pueblos de la región 76.
El frente armado necesitaba un cuerpo especializado con la necesaria
dotación de armas y la preparación indispensable para el combate con
los enemigos. Quienes se vincularon fueron familias, como relata Fidel
Castro en una cita a Marulanda: “los cinco Loaizas, encabezados por su
padre Gerardo; los cinco Garcías; los cuatro Ospinas; los cuatro Radas y
otros que llegaron a ser célebres por su valor” 77. El tránsito de guerrillas
liberales fue drástico no solo en su ideología sino en su organización y
en sus prácticas. Fidel Castro, en otra referencia a Manuel Marulanda
establece un salto cualitativo: “…los grupos comunistas o dirigidos por
ellos eran muy bien organizados y tenían muchos y muy buenos militares,
que entrenaban permanentemente a la gente y que además se dirigían a
menudo al personal para explicar las razones de la lucha, para educarlo y
politizarlo. Y en verdad en los grupos liberales, como es apenas natural,
se adolecía de estas formas de organización y la orientación política se
inspiraba en el antigodismo” 78.

La ideología antiimperialista y la organización centralizada fueron las claves de


su expansión cada vez más relacionada con el contexto externo. Entretanto,
el ELN derivó su fuerza político-ideológica del foquismo cubano que había
consolidado la toma del poder en la isla caribeña. La guerra fría había enseñado
que el equilibrio internacional se jugaba sobre la correlación de fuerzas entre
potencias y que, dentro de los países, los procesos se desarrollaban en la
76 Marulanda V., M. Cuadernos de campaña…Ob. cit.
77 Castro R., F. La paz en Colombia, Ob. cit., p. 54.
78 Ídíd., p. 54.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

tensión entre estabilidad, orden y democracia para hacer frente a la revolución


que merodeaba en todas las esquinas. En la esfera de los Estados Unidos, en
la cual se encuentra Colombia con América Latina, el temor por la invasión
llevaba a establecer mecanismos de contención que fueran eficaces. Aun así,
las izquierdas fueron el soporte de grupos insurgentes que establecían sus
vínculos respectivos con las potencias que lideraban el escenario internacional.
De esta suerte las dinámicas locales estaban vinculadas a las internacionales
y viceversa.

La segunda mitad del siglo XX fue el escenario de confrontaciones político-


ideológicas no solo en Colombia o en América Latina sino, en general, en
Occidente. La polarización entre modelos de análisis que se presentaron como
teorías en el mundo académico se disputaban la aceptación del estructural-
funcionalismo, por un lado, y del marxismo, por el otro. En ciencias sociales,
al menos, era evidente la confrontación. Quienes llevaron esta disputa a la
acción, al terreno de la praxis, se dividieron en dos sectores: unos que hicieron
política y otros que tomaron las armas. En el caso de las FARC, fueron estos
últimos pero ligados políticamente al Partido Comunista. El ELN, por su
parte, continuó el modelo cubano de hacer la revolución.

En la cotidianidad estaban los militantes que sostenían el peso de agenciar


los procesos que constituyeron el movimiento insurgente más robusto,
permanente y de mayor trascendencia para la vida nacional que fueron las
FARC-EP, por un lado, y el ELN, por el otro. Durante los cincuenta años
de funcionamiento pasaron por diferentes fases que dan cuenta de que su
crecimiento no fue solamente acumulativo, gradual ni lineal sino que los
factores que caracterizaron las diferentes etapas de su existencia muestran
la complejidad de su papel en la historia colombiana. El control territorial
permite establecer conectores en las fases de desenvolvimiento histórico
porque está presente en el tiempo, muestra diferentes grados y formas y está
asociado no solo al aspecto geográfico sino al político y estratégico. Dos
elementos son indispensables en la concepción del movimiento insurgente;
ambos están presentes y se encargan de sostener la organización; uno de
ellos es el político y el otro el militar. No se encuentran en el mismo nivel de
prioridad y su función depende de las circunstancias internas y externas. Las
primeras están dadas por la dinámica de la organización y las segundas por
88 el carácter y fuerza de la confrontación con el enemigo, que inicialmente ha
sido el Estado y, posteriormente, el Estado y el paramilitarismo. La relación 89
y confrontación de fuerzas están determinadas por el peso relativo de estos
dos elementos. La vinculación, socialización y desempeño de los militantes
depende del juego de fuerzas en cada circunstancia a lo largo de la historia.

Una primera fase, de resistencia defensiva, entre 1964 y 1982, tuvo el


objetivo de garantizar la supervivencia. La supremacía de la política,
sostenida por el Partido Comunista, sobre el componente militar aseguró
la vinculación con el campesino y el colono recién llegado al sur del país

Milcíades Vizcaíno Gutiérrez


en donde encontraron refugio después del Plan LASO (Latin American
Security Operation) u “Operación Soberanía”, de los bombardeos de El
Pato y de Marquetalia. Las nacientes FARC tuvieron a su favor el que
el Estado se había desentendido de estas regiones y, en consecuencia,
tuvieron la oportunidad de sembrar raíces en la población y consolidar un
territorio en el cual cumplieron funciones de Estado en la medida en que
se constituyeron en jueces, regularon las relaciones entre los campesinos,
mediaron en conflictos, impusieron sus normas y lograron una estabilidad
relativa a su favor. A partir de 1982 vino la expansión, el crecimiento y
la consolidación de nuevos territorios. Su base inicial, el sur del país, con
su control político-militar fue la condición necesaria para que la narco-
producción recién llegada se apoyara en la organización para lograr sus
objetivos. Los impuestos, el control y el apoyo en los desplazamientos
estuvieron a disposición de la actividad ilegal de producir estupefacientes.
Las formas de financiamiento de la guerra derivaron de formas criminales
(narcotráfico, secuestro y extorsión) que contaminaron y absorbieron el
proyecto político. Los aspectos militares, robustecidos con la solvencia
económica, se impusieron sobre los políticos. Cuando vino la negociación
con el gobierno del presidente Belisario Betancur, una de las dificultades
eran los compromisos que sostenían con el narcotráfico y que se
constituyeron en fuente de la confrontación no solo política sino militar.
La máquina de guerra en que se convirtieron las FARC hizo que el camino
de la ideología de reivindicación del pueblo sufriera una desviación del
camino que no volvió a recuperar en el resto de los años 79. Solo quedó en
el discurso de sus comunicados y en la socialización interna. Es más, algún
analista plantea que el conflicto se hizo contra la sociedad 80 y un informe
79 Pizarro L., E. Las Farc: 1949-2011. De guerrilla campesina, Ob. cit.
80 Pécaut, D. Guerra contra la sociedad. Bogotá: Editorial Planeta, 2001.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

promovido por el PNUD-UNESCO concluye que fue “una guerra de


perdedores”81.

Por los años 1990, las FARC se encontraban en una fase en la cual no reconocían
claramente ni su origen ni sus objetivos. Los militantes se dedicaron a cuidar
cultivos de los inversionistas extraños al territorio, hacer negociaciones
de armas y acumular capitales para expandir su control territorial. Su 8ª
Conferencia de 1993 les llevó a una reorganización territorial que fue exitosa
porque tuvieron la capacidad de penetrar en otras regiones y sus frentes se
multiplicaron, llegaron a regiones nuevas y se colocaron en los alrededores de
las grandes ciudades con sus conectores dentro de ellas. Hicieron operaciones
de gran impacto que pusieron alerta al Estado y a los ciudadanos aliados a
él que vieron el poder militar de la organización como un real peligro. En el
año 1986, las FARC tenían 3.600 hombres en combate organizados en 32
frentes y en 1995 habían alcanzado los 7.000 combatientes organizados en 60
frentes. Su ascenso numérico fue contundente: en el año 2002, llegó a contar
con 12.000 combatientes, distribuidos en 70 frentes que tenían como su
apoyo flotante 7 columnas, lo cual les aseguraba la presencia en casi todos los
departamentos del país82. Las incursiones frecuentes y contundentes pusieron
a los organismos del Estado en una situación reflexiva y de disposición a
contrarrestar la fuerza de las FARC. Las tomas guerrilleras y los secuestros
de la fuerza pública de la segunda parte de la década de 1990 llevaron al
gobierno del Presidente Andrés Pastrana a proponer una negociación directa
que, finalmente no concluyó con éxito. Vinieron las confrontaciones armadas
sin éxito para las partes y luego una nueva propuesta de diálogo directo, esta
vez en La Habana con veeduría y acompañamiento internacional, durante la
administración del presidente Juan Manuel Santos. En conclusión, como lo
había afirmado Eduardo Pizarro 27 años antes de la publicación de este libro,
“El Partido Comunista ha terminado bloqueado: ni hace la guerra ni hace la
paz [y] la política de la combinación de las formas de lucha ha contribuido a
consolidar la democracia restringida que rige en el país”83.

81 PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo). El conflicto: callejón con salida. Informe Nacional de
Desarrollo Humano para Colombia. Bogotá, septiembre de 2003; p. 81.
82 Pizarro L., E. “Los orígenes del movimiento armado comunista en Colombia: 1949-1966”. Análisis Político, 7,
mayo-agosto de 1989; pp. 7-32. - Rangel S., A. Colombia: guerra en el fin de siglo. Bogotá, Tercer Mundo Editores
- Universidad de los Andes, 1998. - Domíngez C., J.F. “Las FARC-EP: de la guerra de guerrillas al control
territorial”. Cali, Universidad del Valle, Tesis de Maestría en Sociología, 2011.
90 83 Pizarro L., E. Los orígenes del movimiento armado comunista, Ob. cit., p. 32.
91

Milcíades Vizcaíno Gutiérrez


2. El aprendizaje del rol de guerrillero

El análisis del cambio de rol supone tener como referencia el aprendizaje


del rol de guerrillero. Este rol es aprendido con la incorporación y sus
procesos subsiguientes hasta lograr una habituación a las expectativas creadas
sobre el desempeño. No basta la subjetivación e interiorización; se requiere
objetivación y, dentro de ella, la manifestación externa con actitudes y, sobre
todo, acciones cuya visibilidad proporcione indicadores claros y convincentes
de la correspondencia entre lo que se espera de cada uno de los integrantes
del movimiento y las demostraciones en la vida cotidiana.

Bien sabemos por los informes, investigaciones y documentos publicados que


la confrontación desarrolló una crueldad sin límites. Una síntesis es ofrecida
por el Grupo de Memoria Histórica cuando escribe: “En Colombia, el conflicto
armado no tiene una modalidad de violencia distintiva. Los actores armados
enfrentados han usado y conjugado todas las modalidades de violencia. Todos
han desplegado diversas modalidades y cometido crímenes de guerra y de lesa
humanidad, haciendo a la población civil la principal víctima del conflicto.
Las guerrillas, por su parte han recurrido primordialmente a los secuestros,
los asesinatos selectivos, y los atentados terroristas, además del reclutamiento
forzado y el ataque a bienes civiles”84.

En esas guerrillas están las FARC-EP y el ELN. En los enfrentamientos


cada una de las partes se demostraba a sí misma la capacidad que tenía de
84 GMH (Grupo de Memoria Histórica). ¡BASTA YA! Colombia: Memorias de guerra y dignidad. Bogotá́: Imprenta
Nacional, 2013, p. 20.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

infligir dolor y sufrimiento al contrario para terminar luego con su muerte.


Cuando se plantea el rol de guerrillero es porque se acepta que su papel está
y se ejerce dentro de la guerra para cumplir los objetivos de la guerra. Esto
es más claro si se tiene en cuenta que las FARC son, ante todo, un aparato
militar; pero también el ELN que, si bien privilegia la política, el componente
militar es ineludible. La primacía militar, en las FARC, supone una organización
jerarquizada, con decisiones centralizadas, pero también unas prácticas de
guerra irregular, subversiva, insurgente. Como refiere Alfredo Molano, “El fin
de la guerra es el asesinato, dice Arteta citando a Tolstoi, y ningún guerrero
que mande o cumpla órdenes –invoque la causa que invoque– puede evadir el
martillazo de esta sentencia”85. Con esta premisa, queda claro el objetivo central
de la guerrilla: destruir al enemigo. Este presupuesto exige que se tenga claridad
sobre quién es el enemigo y en dónde está para confrontarlo hasta destruirlo. El
objetivo final es el cambio radical de la sociedad y, obviamente, de su dirigencia.
En el ELN, la estrategia militar es la conquista de territorio para el movimiento
como una forma de denuncia y de avance en la organización política.

Para las dos guerrillas hay tres tipos principales de enemigos: uno es el macro-
enemigo, del cual dependen los demás; es el ´imperialismo´ que se expresa
en la política de los Estados Unidos, principalmente, como líderes de la
segunda posguerra y de la guerra fría. Ellas surgieron en el escenario de la
confrontación entre las grandes potencias, los Estados Unidos y la Unión
Soviética. Las FARC se alinearon históricamente a la URSS y han mantenido
esa posición a pesar de las transformaciones no solo de esa federación sino
de su entorno regional e internacional; el ELN estuvo del lado del foquismo
cubano. El segundo enemigo, son los defensores del imperialismo que se
encuentran en cada país y que son el Estado y la clase política pero, ante todo,
los que se ubican, según ellos, en la categoría de ´burguesía´ nacional. Ellos
son los conectores entre el imperialismo y el pueblo. El tercer enemigo, son
los ciudadanos que hacen el juego a los dos anteriores, es decir justifican,
replican, siguen o reproducen los planteamientos del imperialismo y de la
burguesía. En consecuencia, un foco de atención son los militares y policías
por ´representar´ y respaldar a esa burguesía. Estos enemigos son quienes
se constituyen en blanco de las FARC y del ELN. Contra ellos es que se
preparan y se ejecutan acciones prioritarias de la guerra.
85 Molano, A. “Presentación” editorial del libro de Yesid Arteta. ¡Descansen armas! Ensayo sobre la guerra y la paz de un
ex guerrillero de las FARC. Bogotá, Ícono Editorial, 2014. En la Web en http://www.iconoeditorial.com/index.
92 html?ver=libro&isbn=9789588461441
Por los orígenes de la guerrilla de las FARC, el campesinado es su aliado 93
y la fuente de su orientación. Su lucha está enraizada y tiene sentido en el
campesino. La lucha es por la reivindicación de sus intereses que están en la
tierra y lo que ella produce para la vida colectiva. El centro de su plataforma
política está en la tierra86. No es casual, en consecuencia, que el primer punto
de la agenda de conversaciones en La Habana haya sido el problema agrario.
La reforma rural integral “sienta las bases para la trasformación estructural del
campo, crea condiciones de bienestar para la población rural y de esa manera
contribuye a la construcción de una paz estable y duradera”, dice el borrador

Milcíades Vizcaíno Gutiérrez


conjunto de los negociadores en La Habana divulgado el 6 de junio de 2014.
Los demás actores de las FARC, como los estudiantes, obreros e intelectuales,
son aliados necesarios, pero no suficientes. Es más, en coyunturas específicas,
pueden ser estratégicos pero no esenciales porque el campesino no puede ser
reemplazado por ser el eje de las transformaciones. En cambio, el ELN tiene
sus aliados en el sector urbano; en los estudiantes, obreros, líderes sociales y
en sus militantes.

Los primeros combatientes, los que dieron la orientación a las FARC, los que
lideraron los primeros pasos de la organización fueron campesinos. Muchos
guerrilleros, después jóvenes o adultos, ingresaron a ser combatientes cuando
eran niños o adolescentes. Uno de los fundadores de las FARC, Pedro Antonio
Marín Rodríguez, que luego fue su comandante general durante 44 años,
ingresó a la lucha armada siendo un adolescente de 14 años cuando se alistó
para la guerrilla liberal que enfrentaba a otra conservadora. El reclutamiento
de menores era frecuente porque se requerían militantes que aprendieran
el uso de las armas y, sobre todo, crearse conciencia de los “otros” como
enemigos a quienes combatir y dar muerte.

86 Pizarro L., E. Los orígenes del movimiento armado comunista, Ob. cit. - Pizarro L., E. Las Farc: 1949-2011. De guerrilla
campesina… Ob. cit.
95

Milcíades Vizcaíno Gutiérrez


3. Los guerrilleros son víctimas

Cuando se introduce el concepto de ´víctima´ del conflicto armado interno, de


inmediato viene la connotación de victimario: víctima de qué y de quién. En este
caso, los guerrilleros, militantes de las FARC y del ELN han sido, son y continúan
siendo víctimas dependiendo de su inserción en el movimiento. Algunos de ellos
llegaron por convicción porque buscaron o se encontraron con la oportunidad
de alistarse a la fuerza insurgente; otros fueron convencidos de su vinculación
y se fueron seguros de su papel, pero luego se decepcionaron y ya no pudieron
regresar; otros fueron incorporados a la fuerza y no tuvieron posibilidades de
fugarse como siempre fue su intención. Esto para decir que las FARC tienen
´militantes´ cuyo grado de convicción varía entre quienes no la tienen hasta
quienes la profesan a muerte de acuerdo con las consignas de la organización. No
es posible tener cifras de las proporciones de cada uno de los subgrupos. Nunca
hemos contado con un estudio que así lo haga explícito. La inferencia es siempre
indirecta derivada de informaciones provenientes de fuentes como testimonios
de desmovilizados, estudios de seguimiento de reinsertados o entrevistas a
secuestrados que compartieron con guerrilleros algún tramo de sus vidas.

Observado el conjunto de guerrilleros, pueden ser considerados como


víctimas de sí mismos. La militancia les ha construido un espacio social y
cultural muy definido por normas y procedimientos que se constituyen en
marcos de pensamiento y de acción. Su cotidianidad, sus operativos, sus
acciones propias de sus estrategias llevan consigo marcos de interpretación
que conducen decisiones y regulan su pensamiento. En consecuencia, sus
percepciones, sus prácticas y sus acciones acumuladas les determinan nuevas
decisiones en un engranaje envolvente que configura su propia subcultura.
No solo las estructuras narrativas o de argumentación están ligadas a esos
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

marcos sino las estructuras mentales conscientes o inconscientes que están


ligadas a los comportamientos. No son marcos que sean explicados en la
individualidad de cada quien sino que corresponden al conjunto de los
militantes que están unidos entre sí por la filosofía de la guerrilla, por sus
concepciones sobre la vida y la muerte, por sus maneras de interiorizar la
sociedad, el poder, la regulación y el orden.

La tradición ideológica de las FARC ha sido la lucha de clases en la cual está


cimentada su estructura de pensamiento. Desde las lecciones iniciales de Luis
Alberto Morantes Jaimes, llamado Jacobo Arenas en las filas, hasta las actualizaciones
a lo largo de los años se constituyeron en la base de su justificación teórica,
ideológica y política de la organización87. Algo similar ha ocurrido con Camilo
Torres Restrepo y los primeros líderes del ELN elevados a la categoría de
referentes indispensables del movimiento. Los esquemas o guiones mentales
están cimentados en esa ideología que se mantiene viva. En términos de
Luhmann, es una autopoiesis que es la actividad propia del sistema, “es la operación
mediante la que el sistema crea sus propias unidades, sus propios elementos y
su propia estructura. Tradicionalmente la autorreproducción ha sido unida a
los sistemas psíquicos, como la actividad misma de la conciencia”88. Luhmann
utiliza el concepto de autopoiesis para indicar que las unidades utilizadas por un
sistema están constituidas dentro del sistema mismo, es decir, sin información o
materiales del entorno89. El sistema operativo o autopoiético se reproduce a sí mismo
y luego se diferencia del entorno como cierre comunicacional o semántico, en
sus operaciones. El concepto se diferencia de “autorreferencialidad que alude
directamente a la formación de las propias estructuras en el sistema”90.

Entonces, “un sistema puede denominarse autorreferente cuando él mismo


constituye los elementos que le dan forma como unidades de función, y
cuando todas las relaciones entre estos elementos van acompañadas de una
indicación hacia esta autoconstitución, reproduciéndose de esta manera la
autoconstitución permanentemente…”91.

87 Castro R., F. La Paz en Colombia… Ob. cit., pp. 69-77. Fidel Castro describe el papel cumplido por Jacobo Arenas
en las Farc, como intelectual enviado por el Partido Comunista para establecer conectores con los guerrilleros.
88 Melich, J. C. “Introducción. El Laberinto de la teoría de la sociedad”. En Luhmann, N. Teoría de la sociedad y
pedagogía. Barcelona, Ediciones Paidós Ibérica, 1996, p. 19.
89 Corsi, G.; Esposito, E.; y Baraldi, C. Glosario sobre la teoría social de Niklas Luhmann. México, Universidad
Iberoamericana, 1996.
90 Luhmann, N. Sistemas sociales. Lineamientos para una teoría general. Bogotá, CEJA, Pontificia Universidad Javeriana,
1998, p. 21.
96 91 Luhmann, N. Sociedad y sistema: la ambición de la teoría. Barcelona, Paidós, 1990, pp. 90-91.
Las FARC y el ELN han hecho de su organización un sistema autorreferente 97
que opera con una autopoiesis que le garantiza el cierre hacia dentro para
resguardar su supervivencia. Una derivación de este sistema así concebido es
la construcción de marcos propios de la organización. Para la ciencia cognitiva
los marcos mentales, o frames tienen una existencia no solo mental, psíquica,
sino física ya que están alojados en las sinapsis del cerebro y organizadas en
los circuitos neuronales. Están preparadas para ser activadas como modos de
interpretación del entorno y de adecuación de las reacciones frente a él de tal
suerte que, incluso, se anulan hechos objetivos de la realidad. Una condición

Milcíades Vizcaíno Gutiérrez


para que la nueva información acceda al marco existente es que se acomode
a la estructura preexistente; de lo contrario es ignorada y no llega a ser parte
de la realidad personal.

El punto interesante es que existe la función de la disonancia cognitiva que


puede controvertir la información externa en relación con la que existe
en la estructura mental si existe la apertura y disposición para ello. En
términos concretos, a medida que los años han cimentado una estructura
de pensamiento, con su respectivo marco de interpretación, ella tiende a
fortalecerse y a resguardarse hacia dentro para evitar ser modificada desde
el entorno. Cuando el tiempo es breve o las circunstancias de acceso a este
marco son débiles, es más fácil modificarlo en su estructura y en su contenido.
Este es un aspecto crucial para el proceso que viene después de la firma de
los acuerdos en La Habana.

No es circunstancial ni superficial el asunto planteado. La socialización


interna tiene mecanismos de reproducción tales que el nivel de inculcación
es poderoso frente a las opciones individuales. La presión de grupo, la fuerza
de las instancias de la organización, el control permanente y las limitaciones
que imponen las normas hacen que el marco de pensamiento y de acción
se reproduzca continuamente. Las tareas de un guerrillero son múltiples. Su
desempeño eficaz le obliga a interiorizar el rol con las prácticas impuestas
y legitimadas por los mandos superiores. Una rápida mención de las tareas
posibles ligadas a la guerra es suficiente para comprender la dimensión amplia
que tiene su socialización interna y los controles que se requieren para dar
estabilidad y orden a la organización. De lo contrario, se corre el riesgo de
que cada quien tenga un margen de maniobra que puede atentar contra el
conjunto.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

Se trata de una organización armada ilegal que trabaja en la clandestinidad.


Este hecho es fundamental para comprender el rol de guerrillero. Todo
es secreto entre ellos y solo circula entre ellos. Los límites están previstos
y nada se puede filtrar hacia el exterior. Saltar las barreras, o intentar
hacerlo, es castigado con la vida. La reserva de información es una estricta
norma de conducta. En consecuencia, la localización de un bloque, grupo
o comando se basan en el secreto militar, la preparación de operativos,
el diseño de estrategias para una toma guerrillera, los desplazamientos de
una base a otra, la preparación de una emboscada, la infiltración para la
participación en movilizaciones agrarias o callejeras, todo es materia de
información reservada. Esta información parte del mando superior y se
desgrana hacia mandos secundarios y a la base de acuerdo con el momento
y la fase de la operación que es estudiada minuciosamente. El éxito de una
operación consiste precisamente en tener el control sobre la información y
sobre los movimientos de quienes están comprometidos en cada operación.
Para los demás, es desconocido el plan y su desarrollo. Hay sistemas de
compartimentación que son ejecutadas minuciosamente para dar el salto a
la sorpresa y causar los efectos previstos92.

Otras operaciones tienen aparentemente menor rigor, pero son fundamentales


para golpear lugares estratégicos y para infligir daños al enemigo. En este
conjunto está el recaudo de impuestos, el aporte de las vacunas, el trámite en
la obtención de armas, la construcción e instalación de minas antipersona, la
localización del lugar, momento y estrategia para el derrame de petróleo, la
voladura de una torre o de un puente, todas son operaciones que no requieren
grupos numerosos de combatientes, pero sí personas especializadas en las
acciones militares. La guerrilla desarrolla operaciones abiertas en espacios
urbanos con militantes no uniformados que desarrollan consignas precisas en
actos privados o públicos en los cuales hacen propaganda velada o encubierta
de acuerdo con las circunstancias de la clandestinidad. Igual tratamiento tiene
la participación en diseño de propaganda, elaboración de piezas de publicidad,
escritura de documentos, preparación de artículos para ser distribuidos
clandestinamente. Otro tipo de actividad es la provisión de comida, el tráfico
de mercaderías, y de elementos necesarios para las actividades cotidianas
como herramientas y materiales.
92 Entrevista a Liliana López, alias Olga Lucía Marín, Comandante de las FARC. En Lara S., P. Las mujeres en la guerra.
98 Bogotá, Editorial Planeta, 2000, pp. 79-132.
Un caso particular que tanta resonancia nacional ha tenido en la sociedad 99
colombiana son los secuestros. Capturar una persona-objetivo, hacer un asalto
con fines de secuestro, es una operación de cuidado para tener éxito. Una vez
secuestrada la o las personas, viene la retención, el cuidado, la conservación
del trofeo para el cumplimiento de los objetivos que son la consecución
de dinero o perseguir fines políticos. Colombia se ha caracterizado por ser
el país que más secuestros ha generado en medio de su conflicto armado
en razón no solo de su extensión en el tiempo sino de la crueldad de su
ejercicio. Montar guardia, velar por la seguridad, controlar movimientos,

Milcíades Vizcaíno Gutiérrez


vigilar el cumplimiento de normas, evitar las fugas, mediar en los conflictos
internos, vigilar al vigilante, reservar el uso de las armas a los combatientes,
limitar el acceso a herramientas, racionar los servicios de comida, bebida, a lo
mínimo necesario. Alguna infracción se entiende como violación a normas y
es sancionada severamente.

La tarea de los ´cuidadores´ es garantizar que el secuestro cumpla su objetivo.


Uno de ellos es mantener vivo al secuestrado; pero también hacerle sentir
la superioridad de la organización sobre su vida y sus actos y reducirlo de
tal suerte que comprenda el poder dominante sobre él. Algunos libros han
sido escritos por secuestrados, específicamente por las FARC. Los militares
estadounidenses Keith Stansell, Marc Gonsalves y Tom Howes, una vez
liberados en la ´Operación Jaque´, escribieron “Out of Captivity” (Fuera
del cautiverio). “Eran literalmente campos de concentración”, porque “los
secuestrados competían no solo por espacio y el uso del único diccionario
español-inglés del campamento, sino también por las minúsculas raciones de
comida, era una suerte si en el insignificante caldo con una ración de arroz se
asomaba una pierna o cabeza de pollo”, reveló Gonsalves en una entrevista93.
En el mismo año 2008, Frank Pinchao escribió Mi viaje hacia la libertad 94 ,
Lucy Artunduaga publicó Amores que el secuestro mata 95 y Jorge Eduardo
Gechem Turbay escribió ¡Desviaron el vuelo! Viacrucis de mi secuestro 96. También
escribieron Alan Jara El mundo al revés: más que sobrevivir al secuestro 97 y Gilberto
Echeverry Bitácora desde el cautiverio98. Ingrid Betancur publicó No hay silencio que
93 Gonsalves, M. Entrevista a Semana. Sale libro de los tres estadounidenses. 26/02/2009. En http://www.semana.
com/nacion/conflicto-armado/articulo/sale-libro-tres-estadounidenses/100510-3 .-
Gonsalves, M. Entrevista a El Espectador. “Íngrid es una arpía”: Keith Stansell. El Espectador, 26/02/2009. En
http://www.elespectador.com/liberacion-estadounidenses/articulo121933-ingrid-una-arpia-keith-stansell
94 Pinchao, F. Mi viaje hacia la libertad. Bogotá, Editorial Planeta, 2008.
95 Artunduaga, L. Amores que el secuestro mata. Bogotá, Círculo de Lectores, 2008.
96 Gechem T., J.E. ¡Desviaron el Vuelo! Viacrucis de mi secuestro. Bogotá, Editorial Oveja Negra, 2008.
97 Jara, A. El mundo al revés. Más que sobrevivir al secuestro. Bogotá, Editorial Norma, 2010.
98 Echeverry, G. Bitácora desde el cautiverio. Medellín, Fondo Editorial Universidad Eafit, 2006.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

no termine99. Este libro es revelador de la actitud de las personas de las FARC:


“actitud sectaria y huraña de uso entre los comunistas colombianos de línea
estaliniana” (p. 233); su comportamiento frente a los otros era revelador de
que “para los miembros de las FARC mentir era simplemente una táctica de
guerra” (p. 345); entretanto, “Martín Sombra, podía ser déspota y abusivo, sin
el menor rastro de remordimiento” (p. 272). La confianza en el otro estaba
minada: “La guerrilla tiene soplones por todas partes. Toca desconfiar hasta
de los compañeros. Hay algunos que están dispuestos a acusar al otro por un
encendedor o por leche en polvo” (p. 292). “Para un prisionero no había nada
más importante que su radio. Era todo: la voz de la familia, una ventana al
mundo, nuestra noche de cine, nuestra terapia para el insomnio, una compañía
en la soledad” (p. 375). Los niños “obligados a portarse como adultos y con un
fusil en las manos… sabía que la presión del grupo podría convertir a aquellos
niños en guardianes del infierno” (p. 492). El secuestrado experimentaba que
“cuando uno no tiene nada, las pertenencias más elementales adquieren una
dimensión insospechada” (p. 343), “Estos pequeños incidentes de nuestra
cotidianidad nos amargaban la vida, probablemente porque nuestro mundo
se había reducido demasiado” (p. 288), y “Yo estaba viva solo para resistir
mi propia muerte” (p. 286). Estos sentimientos son la consecuencia del
secuestro, de la privación y de enfrentarse todos los días con la escasa vida a
la muerte que ronda muy cerca. Igualmente, sobre las FARC, la Escuela de
Comunicación Social y Periodismo de la Universidad Sergio Arboleda publicó
el libro El regreso del infierno: historias de los que volvieron100, que es un conjunto de
entrevistas a los liberados en el 2001 y llevados a la base militar de Tolemaida.
En el caso del ELN, el libro de Leszli Kalli, Secuestrada101, narra sus 373 días
de cautiverio con otras 45 personas después del desvío de la ruta del avión
Folker 50 de Avianca en mayo de 1999.

Los límites entre guerrilleros y prisioneros están marcados con una evidencia
que no deja dudas. Solo de esta manera se puede asegurar el funcionamiento
de las órdenes de guerrilleros y no guerrilleros, de militantes y personas que
no pertenecen al movimiento. Las barreras están claramente delimitadas. Los
entrenamientos, los pasatiempos, las relaciones cotidianas, el saludo, el trato,
las órdenes, la obediencia, el respeto, el cuidado del orden, el cuidado del
arma, todo está reglado y solo puede ser variado a voluntad del comandante
99 Betancur, I. No hay silencio que no termine. Bogotá, Editora Aguilar, 2010.
100 Bogotá, Universidad Sergio Arboleda, 2001.
100 101 Bogotá, Editorial Planeta, 2000.
o de la cúpula de la organización. Un guerrillero medio y, sobre todo, en el 101
nivel raso, solo tiene el poder sobre los extraños por delegación del superior
sin autonomía en la ejecución. Ni siquiera él mismo es autónomo porque está
involucrado dentro de una “máquina de guerra” en la cual él es una parte
para su funcionamiento. En consecuencia, reina el despotismo, se impone la
personalidad autoritaria, la comunicación horizontal no existe, la autonomía
es regulada completamente y las decisiones vienen marcadas desde la cúpula.

Para la desmovilización y la reintegración a la sociedad, para dejar de ser

Milcíades Vizcaíno Gutiérrez


un ex, es fundamental comprender el mundo de la guerrilla porque de ese
espacio es que van a salir. Examinar con claridad la distancia existente entre
el contexto de la guerrilla y las nuevas circunstancias para los que dejan las
armas es una condición necesaria para los nuevos procesos. Dos ángulos
merecen el análisis. Desde la guerrilla, el Estado, la sociedad, los políticos,
las instituciones, las normas, representan la realización burguesa que debe
ser desechada para asumir una visión desde el pueblo y para el pueblo.
Desde los defensores del Estado, los socializados dentro de las normas y la
legitimidad del Estado de derecho, con deberes y derechos, con la defensa de
la organización democrática, los guerrilleros son indeseables, despreciables,
sin espacio legítimo en la sociedad. Son los dos extremos que se han sentado
alrededor de una mesa porque ninguno de ellos pudo vencer al contrario con
la lógica y las armas de la guerra. Llegar a la sociedad implica, en consecuencia,
replantear, revisar, reestructurar, la visión de los extremos y buscar espacios
en los cuales todos puedan hacer parte de la nueva sociedad que inicia con
la dejación de las armas y la inmersión en la política. No va a ser tarea fácil
ni rápida; serán procesos de mediana duración para consolidar los de larga
duración. Unos y otros pasan necesariamente por comprender los polos en
que se han colocado y se colocan las partes. En términos sociológicos de
Georg Simmel, es asimilar los frendem, los forasteros y los extraños102, que
no solo son ´raros´ sino que no deberían tener espacio entre un “nosotros
colectivo”. En el lenguaje de Alfred Schütz, es el stranger y el Homecomer que
están de vuelta al hogar después de una temporada fuera de él103. Para Norbert
Elias, son los Outsiders, los de afuera, los marginados104, que controvierten
102 Simmel, G. “El extranjero”. En Simmel, G.; Schütz, A.; Elías, N. y Cacciari, M. (2012). El extranjero: sociología del
extraño. Madrid, Ediciones Séquitur, 2012, pp. 21-42.
103 Schütz, A. “La vuelta al hogar”. En Simmel, G.; Schütz, A.; Elías, N. y Cacciari, M. El extranjero: sociología del
extraño, Madrid, Ediciones Séquitur, 2012, pp. 43-56.
104 Elias, N. “La relación entre establecidos y marginados”. “El extranjero”. En Simmel, G.; Schütz, A.; Elías, N. y
Cacciari, M. (2012). El extranjero: sociología del extraño. Madrid, Ediciones Séquitur, 2012, pp. 57-86.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

con los establecidos por ganarse un lugar en la institucionalidad en la cual


puedan hacer su vida aplazada por estar vinculados a la guerrilla. A su regreso,
encuentran que todo ha cambiado… porque “la guerra lo transformó todo.
Cuando regresé, ya no era mi mundo […] Y yo también había cambiado.
Cambié durante la guerra”105. Desde estas consideraciones es que se puede
cimentar un futuro tanto para quienes, dejando las armas, se convierten en
conciudadanos como para quienes han vivido dentro de la institucionalidad
y deciden abrir espacios a los nuevos residentes en igualdad de derechos y de
deberes.

102 105 Elias, N. Mi trayectoria intelectual. Barcelona, Editorial Península, 1995, p. 20.
103

Milcíades Vizcaíno Gutiérrez


4. El camino hacia el futuro: dejar el rol de
guerrillero para pasar a ser un ex

Yesid Arteta, ex-guerrero de las FARC, concluye una reflexión diciendo que
“No resistimos una gota de sangre más. Ni para decorar declaraciones, ganar
galones o lanzar discursos a rebato. No queremos más sangre. Llegó la hora
de que todos los guerreros depongan las armas”106. Esta ha sido la decisión
de los militantes de las FARC; el camino ha sido La Habana. También es el
escogido por el ELN con mesas en diferentes espacios internacionales. La
firma de los acuerdos abre una puerta hacia un futuro incierto por cuanto no
está delineado en sus detalles; solo está bocetado un panorama. Dentro de
él, un aspecto fundamental es la reinserción de los guerrilleros, el abandono
de su prácticas, la manifestación de la verdad, la garantía de no repetición y la
apertura de caminos en escenarios libres de confrontación armada.

Es un evento transcendental para los guerrilleros individualmente, para


la organización y para el país. Los guerrilleros cambian radicalmente su
existencia; la organización deja de existir con sus objetivos y sus estrategias;
y el país experimentará después de seis décadas espacios sin confrontación
armada. Este es el valor del paso que ocurre en La Habana. Sin embargo,
falta el cumplimiento de las partes incluido, obviamente, el Estado, sus
instituciones y los ciudadanos.

No es una declaración; es un camino distinto, nuevo, por construir. La


pregunta es: ¿quién o quiénes lo van a construir? La respuesta es: el Estado,
las FARC y el ELN porque el compromiso está marcado por ellos en las
106 Arteta D., Y. ¡Descansen armas!...Ob. cit. Citado por Molano, A. “Presentación editorial” del libro de Yesid Arteta.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

conversaciones en La Habana. Es su primera responsabilidad. Lecciones del


pasado han indicado que las firmas no son necesariamente garantías de su
cumplimiento; pero esbozan un camino que es el que hay que retomar una y
otra vez. Pero el Estado y los desmovilizados no pueden estar solos porque
no tienen las herramientas necesarias para cumplir los acuerdos y, sobre todo,
para sembrar la paz. Los acuerdos de fin del conflicto pueden ser cumplidos,
pero parcialmente porque requieren de la voluntad popular, del respaldo
ciudadano así como de la comunidad internacional que tan favorablemente
se ha manifestado durante los tres años de funcionamiento de la mesa en
La Habana. La construcción de paz implica una alta coordinación y un
trabajo conjunto bajo el liderazgo institucional del Estado. Se supone que el
fin del conflicto y la apertura del camino hacia la paz están centrados en el
reconocimiento del Estado legítimo.

Pero el elemento fundamental que garantiza si habrá paz está en los


ciudadanos. Ellos no solo son veedores sino actores directos. En ellos están
las víctimas, los despojados de las tierras, los secuestrados que pudieron
volver a la libertad, los que pueden sancionar políticamente las acciones del
Estado y de las organizaciones que dejan las armas de la guerra para asumir
las armas de la política. Los ciudadanos son los que marcan el camino de la
democracia que es, supuestamente, a donde llegan los desmovilizados. Si los
guerrilleros se convierten en ex es porque los ciudadanos les abren un camino,
les indican las nuevas normas de conducta, los acogen o los rechazan, les
imponen y mantienen un estigma negativo o les permiten oportunidades para
vincularse a la vida social y política.

Desmovilizarse implica abandonar todas las concepciones y prácticas


aprendidas en la guerrilla. Significa deshacerse del marco o ´frame´
consolidado por la guerrilla como su manera de pensar, de sentir, de obrar.
Significa replantear sus tesis frente al Estado de derecho, a los convenios
internacionales y a principios plasmados en la Constitución Política y su
normatividad. Significa dejar el fusil como su compañero permanente, dejar
de pensar en que lo que existe es el ´enemigo´ en las modalidades señaladas y
que su actividad en la vida está en la destrucción del enemigo. Ha de aprender
que la democracia no tiene enemigos a los cuales haya que desactivar,
eliminar, desaparecer; la democracia tiene contradictores con un ambiente
104 de pluralismo en el cual se puede controvertir con las armas de la ideas y
en donde es legítimo ganar o perder una idea que no es condición necesaria 105
para continuar con la vida. Es apenas un episodio que es parte de la vida en
común.

En consecuencia, es un cambio radical, profundo, no vivido hasta ahora


por los guerrilleros y no experimentado en los espacios en los cuales ha
transitado su existencia. ¿Cuántos desmovilizados puede haber después de la
negociación en La Habana? Algunos cálculos dicen que las FARC contarían
con 15.700 guerrilleros. Según el Ejército Nacional, serían 6.700 hombres

Milcíades Vizcaíno Gutiérrez


armados; según esta fuente, hace 12 años eran 20.700. Sin embargo, en
versión de las Fuerzas Militares, se presentarían unas 22.000 personas, de las
cuales unos 6.000 no serían miembros de las FARC y se presentarían para
recibir beneficios económicos107. Serían del ELN y de otros subgrupos aún
existentes.

Si los datos son ciertos, el número de 22.000 personas se adicionaría, por


supuesto, a los 57.000 que se desmovilizaron entre los años 2003 y 2015, según
datos de la Agencia Colombiana para la Reintegración108. La desmovilización
sumó personas alzadas en armas provenientes de las guerrillas y de los
paramilitares. La experiencia que ha acumulado la ACR ha representado un
aprendizaje directo para el país y para la sociedad colombiana. Los doce años
recorridos han ayudado a construir y desarrollar capacidad institucional y
ha formado personas de diferentes instituciones y ha generado procesos
para atender a diferentes poblaciones. Lo que funciona actualmente como
la Unidad de Víctimas, la Unidad de Memoria Histórica, restitución, salud,
educación y parte del desarrollo del Sena, ha sido resultado del esfuerzo del
Estado nacional, regional y local con el apoyo de organismos internacionales
y de fundaciones que se han vinculado a los procesos liderados por la ACR.
Es un punto de partida en algunos aspectos, pero también una continuidad
del camino recorrido.

Los guerrilleros de las FARC han incurrido en hechos que han afectado
a víctimas. Entre ellos están los homicidios que, a su vez, han generado
desplazamientos, torturas, tratos crueles, degradantes e inhumanos y
107 Noticias RCN. “La guerrilla de las Farc contaría con 15.700 hombres”. En Noticias RCN, Sección País,
26/08/2014. En http://www.noticiasrcn.com/nacional-pais/guerrilla-las-farc-contaria-15700-hombres
108 Agencia Colombiana para la Reintegración (ACR). “La reintegración en cifras”, 2015. En http://www.
reintegracion.gov.co/es/la-reintegracion/Paginas/cifras.aspx
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

secuestros como tácticas de guerra, desapariciones forzadas, tomas armadas


de poblaciones, masacres de civiles que son delitos contra la libertad,
la integridad sexual y la violencia de género. Los daños producidos son
emocionales y psicológicos, morales, políticos y socioculturales109. Un daño
importante que se debe tener en cuenta es a los guerrilleros mismos que
cometieron los actos mencionados. Ellos se han constituido en víctimas de
ellos mismos. La reparación ha de incluirlos a ellos para que puedan superar la
subjetivación propia de su vida en la guerrilla, deshacerse de ella y dejar de ser
un ex para luego hacerse un ciudadano. Es un proceso complejo que, para la
ACR está previsto en seis años y medio. Puede ser un promedio, si se trabaja
intensamente. En consecuencia, quienes piensan en la inmediatez, una vez
firmados los pactos en La Habana, están engañados.

Los guerrilleros no han salido libres de los impactos producidos por ellos a
sus víctimas. En la medida en que ellos se han constituido en víctimas de sí
mismos, participan de algunos efectos como estrés postraumático, ansiedad
y depresión, ideación suicida, ataques de pánico, consumo de sustancias
psicoactivas, disminución de los niveles de calidad de vida, la ruptura de las
redes sociales y afectivas, la modificación de los roles familiares y el desarraigo
cultural. No se tienen evidencias sobre cuáles son los efectos más sobresalientes
y sobre el grado de afectación. La información proviene de estudios extranjeros
en víctimas, en general. En el caso de Colombia, la prevalencia de síntomas
ha sido poco estudiada en víctimas, y menos en victimarios. Ellos han sido
dejados de lado. Un estudio sobre un municipio colombiano deja constancia
de impactos sobre víctimas, en general. La información disponible reporta
comorbilidad entre test postraumático, ansiedad y depresión, prevalencia de
síntomas de ansiedad, trastorno de somatización, abuso de alcohol y trastornos
de la alimentación y, un año después de la ocurrencia de hechos victimizantes,
se encontraron evidencias de afectaciones psicológicas como el trastorno de
ansiedad generalizada, la depresión y el riesgo de suicidio. Es cierto que las
personas generan estrategias de afrontamiento frente a amenazas o hechos
sobrevinientes. Sin embargo, los niveles de resiliencia, entendida como las
capacidades para hacer frente al dolor y a los traumas producidos por una
109 Hewitt Ramírez, N., Juárez, F., Parada Baños, A. J., Guerrero Luzardo, J., Romero Chávez, Y. M., Salgado
Castilla, A. M., & Vargas Amaya, M. V. “Afectaciones psicológicas, estrategias de afrontamiento y niveles de
resiliencia de adultos expuestos al conflicto armado en Colombia”. Revista Colombiana de Psicología, 25(1), 125-
140. - Centro Nacional de Memoria Histórica. ¡Basta ya! Colombia: memorias de guerra y dignidad. Bogotá, Imprenta
Nacional, 2016. En http://www.centrodememoriahistorica.gov.co/micrositios/informeGeneral/descargas.
106 html
situación hostil, es variable y, generalmente, las personas no están preparadas 107
para enfrentarse a este tipo de circunstancias. En consecuencia, el impacto
sobre la salud mental está presente, pero hay que identificarla en cada caso
para producir una intervención fructífera.

El estudio de Hewitt y su equipo usó una metodología variada que consistió


en “(a) el análisis descriptivo de la afectación psicológica de la población
participante; (b) el análisis por niveles de afectación en el que se revisan los
niveles de afectación normal y clínico; normal, indicador clínico y síntoma; (c)

Milcíades Vizcaíno Gutiérrez


el análisis de la percepción y la necesidad de atención en salud, y (d) el análisis
de los factores de riesgo relacionados con las problemáticas psicológicas”110.

Una de las conclusiones del estudio referenciado es que el trauma individual


ocasionado por el conflicto armado interno presenta un efecto negativo
que puede permanecer hasta por ocho años después del acontecimiento del
conflicto armado. En consecuencia, hay necesidad de prever una atención
psicológica de primera instancia, una intervención en crisis y atención
terapéutica especializada a las víctimas. La atención y reparación han de
corresponder a las necesidades individuales, familiares y comunitarias para
que puedan reelaborar el evento traumático y puedan superar sus efectos.
El estudio recomienda que la investigación futura se oriente a diseñar,
implementar y evaluar los efectos en la salud mental de los programas de
intervención psicosocial con estrategias de afrontamiento que mejoren
la capacidad de resiliencia de los afectados por el conflicto. Igualmente,
recomiendan aplicar investigaciones longitudinales que establezcan líneas de
base y lleven un control sobre los efectos de mediano y de largo plazo111.
Los hallazgos y las sugerencias de este estudio pueden ser tomados como
referencia para emprender acciones más contundentes en contextos
específicos de los reinsertados de las FARC. Solo así será posible contribuir
a erradicar el rol de guerrillero anclado en la personalidad social y que puede
tener efectos de mediana y larga duración. La investigación es un componente
fundamental en los procesos de reinserción a la vida de ciudadanos. Si los
guerrilleros conservan en su configuración psicosocial rasgos del rol anclado
en su personalidad, la probabilidad de reincidencia está viva y puede retornar
a su pasado si las circunstancias le son favorables. Esos riesgos han de ser
110 Hewitt et ál. Afectaciones psicológicas, estrategias de afrontamiento…Ob. cit., p. 132.
111 Ídíd., p. 138.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

examinados por quienes tienen a su cargo los programas de reincorporación


a la sociedad.

Las experiencias de la Agencia Colombiana de Reintegración han sido


positivas. Cuando su director general fue Alejandro Eder manifestó que el
proceso de paz comenzó con los encuentros exploratorios entre el Gobierno
y las Farc, se diseñó una hoja de ruta, y se tiene una experiencia fortalecida.
En sus palabras, “Afortunadamente en nuestro país ya tenemos 10 años de
experiencia acumulada en procesos de reintegración. Nuestra experiencia
es mucho más positiva de lo que muchos colombianos imaginan”112. Los
argumentos para demostrar el éxito fueron:

- Al año 2012, hay más de 56 mil personas que han dejado las armas.
- En los últimos 12 meses 14.400 desmovilizados han logrado
vincularse laboralmente en la economía formal, de los cuales el 90%
fueron apoyados por el Gobierno para conseguir trabajo y el 10%
restante lo hicieron de manera individual.
- Cerca de 9.000 guerrilleros componen las Farc y 2.000 el ELN, sin
embargo, allí no está cuantificado los hombres pertenecientes a las
redes de apoyo terrorista.
- El porcentaje de desmovilizados que recae en la delincuencia es
positivo, pues solo representa el 15 o 16 por ciento de 56.000 que
dejaron las armas.
- Los que más reinciden son los de autodefensas 18%, mientras que en
las Farc y ELN no supera el 8%.
- El Gobierno tiene un proceso de reinserción en tres aspectos:
atención psicosocial, formación académica y formación laboral.
- El proceso dura 6 años y medio por persona, en donde se traza
una ruta de reintegración individual. Además, reciben un apoyo
económico y al cabo de los 6 años reciben unos recursos para capital
semilla de cerca de 8 millones de pesos113.
112 Eder, A. “Gobierno tiene plan de reinserción para las Farc si tienen éxito los diálogos de paz”: Alejandro Eder.
CARACOL, 07/09/012. En http://caracol.com.co/radio/2012/09/07/judicial/1346996520_757396.html
108 113 Ídíd.
El camino del reinsertado va hacia la construcción de su identidad personal, 109
social y cultural. Lo que se le pide como derivación de los acuerdos de La
Habana es verdad, justicia, reparación y no repetición. En síntesis, un hombre
nuevo, diferente. La pregunta que surge es ¿con los antecedentes que tiene
el guerrillero, podrá responder a las expectativas? La respuesta es claramente
NO. La respuesta se coloca en estos términos negativos no porque le falte
voluntad y decisión, que puede tenerla en medio de la euforia de la firma
de los acuerdos. El argumento se deriva de que el background carece de los
elementos necesarios para recomponer o crear una identidad nueva como

Milcíades Vizcaíno Gutiérrez


la que se espera de él. La socialización por la que ha pasado, sus prácticas
y modo de vida no son precurrentes para la construcción del nuevo rol en
la sociedad. Se requiere un apoyo externo que lo respalde, le sostenga la
motivación y le oriente en la búsqueda que debe hacer para sí mismo en el
nuevo escenario. Si la ACR cumple ese papel será excelente; pero si hay otras
instancias de la sociedad y de las instituciones del Estado que contribuyan al
objetivo, es igualmente plausible. En todo caso, lo que se ha de evitar es el
riesgo de reincidencia y de retorno al rol que desempeñó durante parte de su
vida en su actividad como guerrillero. La delincuencia organizada estará atenta
a canalizar su experiencia para incorporarlo a sus actividades. Si fracasan los
programas de reintegración, con seguridad el guerrillero se habrá perdido
como candidato a ser ciudadano; pero si logra cambiar su rol, convertirse
en un ex y asumirse como un ciudadano, los procesos de La Habana habrán
tenido los resultados esperados.

Este es el reto que espera no solo a los guerrilleros que se desmovilizan sino
a la sociedad y al Estado comprometidos en alimentar los procesos de paz en
Colombia. Se requiere un paciente y amplio proceso de subjetivación positiva,
en la construcción de paz que significa inclusión, reducción significativa de
la desigualdad y la discriminación, acceso a bienes y servicios como riqueza
colectiva, convivencia en la pluralidad y libre desarrollo de la personalidad.
Pero también se necesita, al mismo tiempo, esfuerzos por superar la
subjetivación negativa tan arraigado en el núcleo de la sociedad. Pruebas son
el funcionamiento del país como uno de los más violentos del mundo, uno
de los que cuentan con mayor número de católicos, de mayor desigualdad en
el conjunto de América Latina, con el conflicto armado más prolongado del
hemisferio, con la convicción de que la subjetivación política solo está “en
la participación y la democracia, en la autorregulación y la autonomía, en el
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

reconocimiento y la identidad, negándose a aceptar que en la subjetivación


política también inciden ‘cosas’ oscuras y repugnantes como el crimen y
la traición, la mentira y la negación de la vida y del otro, el libertinaje y la
vocación por la crueldad”114.

Finalmente hay que advertir que la paz no solo compete a los guerrilleros
que han dejado las armas sino al conjunto del Estado y de la sociedad que
también colocarán todos sus esfuerzos de subjetivación positiva que supere
la subjetivación negativa practicada durante décadas a la sombra del conflicto
armado interno. La subjetivación política ha de producir “sujetos”, no cosas,
ni “yoes”, ni vasallos, anormales, por fuera de la ley, sino “sujetos” en la
idea originaria de seres identificables, autónomos y soberanos para construir
colectivamente alternativas para todos los ciudadanos. Solo así será real el
anhelo de paz debatido durante los tres años de negociaciones en La Habana y
en los 65 años del reciente conflicto armado en Colombia. Solo así tendremos
una paz en Colombia.

114 Gómez E., J. H. “El mal y la subjetivación política”. Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud, 12
110 (1), 2014, pp. 51-63.
ESTUDIO
INTRODUCTORIO IV
LA CONSTRUCCIÓN SOCIAL DE LOS
MEDIOS DE COMUNICACIÓN SOBRE
LA HABANA. ¿SE MANTIENEN FIELES A
UNA ÉTICA PERIODÍSTICA?
113

Gina Paola Vizcaíno Gutiérrez


La construcción social de los medios
de comunicación sobre la habana. ¿Se
mantienen fieles a una ética periodística?

Gina Paola Vizcaíno Gutiérrez*

INTRODUCCIÓN

La sociedad actual está invadida por medios masivos de comunicación.


Su presencia es cada vez más reconocida como necesaria e importante.
Necesaria porque de ellos depende la circulación de gran parte de las
mercancías mediante el mecanismo de la publicidad; de ellos depende
la información que llega de diferentes fuentes a la población; y de ellos
dependen las variadas modalidades de entretenimiento que satisfacen
expectativas de la población que accede a ellos. Es importante la presencia
de los medios masivos porque se constituyen en un valor agregado a la
publicidad, a la información y al entretenimiento porque ellos no entregan
el producto tal como surge de las empresas sino que lo transforman. Ellos
tienen la capacidad de producir una realidad distinta de la realidad real que
experimentan los ciudadanos, es una realidad mediática que se constituye,
por lo mismo, en una metarrealidad, en una realidad que está más allá de la
realidad de la vida cotidiana, del mundo de la vida en que se desenvuelve el
existir de las personas.
*
Abogada colombiana con especializaciones en ciencias penales y criminológicas y derechos humanos y derecho
internacional humanitario. Actualmente coordina los defensores públicos de las Unidades de Postulados a la Ley de
Justicia y Paz y Penal Militar en la Defensoría del Pueblo, Regional Bogotá. Contacto: paovizcaino@hotmail.com
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

En este capítulo no se hace una disquisición sobre la naturaleza e influencia


de los medios masivos porque el espacio y el objetivo no concuerdan con
este propósito. La perspectiva es más modesta. Lo que se espera de este
capítulo es que resuelva una pregunta central: ¿los medios masivos son
fieles a la construcción de la realidad de la información producida en las
negociaciones de La Habana entre representantes del gobierno del presidente
Juan Manuel Santos y las FARC-EP? En términos concretos, se espera de los
medios que cumplan con dos objetivos: uno, la labor informativa y, el otro, la
labor pedagógica. Uno y otro se conectan y se requieren mutuamente en este
momento de la historia colombiana. El conflicto armado interno ha ocupado
65 años de la vida nacional y, de ellos, 50, con las FARC-EP. Sentarse a una
mesa a conversar con el objetivo de terminar el conflicto y pasar a otra fase de
la historia, es un acontecimiento nuevo, como será un acontecimiento nuevo
lo que se desprende de los acuerdos en La Habana. Por ello, la función de
los medios masivos es decisiva, no porque solo de ellos dependa el proceso
de la negociación y los eventos que vienen en el futuro sino porque ellos son
los que circulan la información que contiene esos acuerdos y su grado de
cumplimiento a medida que los años vayan haciendo historia.

Durante cerca de tres años, se han reunido las delegaciones oficiales de las
partes, han intervenido esporádicamente representantes de los países que han
acompañado el proceso, han llegado a La Habana delegaciones del país con
el carácter de víctimas, de asesores, de personalidades que han sido oídas en
las mesas de diálogo y, a nivel internacional, han recibido delegaciones de
gobiernos o de organismos como las Naciones Unidas. De todo el proceso,
los medios masivos han dado cuenta, han informado y han expresado las
distintas posiciones generadas durante el proceso. Los medios han destacado
periodistas para que cumplan la función informativa de primera mano con
el contacto directo con las fuentes que se encuentran en La Habana y que
pertenecen a las delegaciones oficiales.

Dos miradas relacionadas y confluentes se tienen en este ejercicio. La primera


es la comprensión de la esfera pública en la cual ocurre la relación política entre
el gobierno y las FARC. No es, en consecuencia, un enfrentamiento armado
como el que ha ocurrido en las décadas anteriores desde el lanzamiento oficial
del movimiento insurgente, en 1964, con los antecedentes en las guerrillas
liberales derivadas de la confrontación con los conservadores en el período de
114 la “violencia clásica”, desde la muerte de Jorge Eliécer Gaitán hasta la amnistía
del general Rojas Pinilla y, sobre todo, el inicio del Frente Nacional como 115
solución política. Es, entonces, el terreno de la política el que ha de tenerse
como telón de fondo, en el cual fluyen y se yuxtaponen intereses, marcos de
acción, concepciones sobre la nación, el poder, los territorios, el Estado, las
normas, la convivencia, la lucha desarmada, las víctimas, las reparaciones,
la seguridad de no volver atrás y la sanación de las heridas. Es un escenario
complejo porque ha acumulado décadas de odio y de tensión, de destrucción
y de confrontaciones que, finalmente, han resultado inútiles para los objetivos
fundamentales de las partes: ni la guerrilla se tomó el poder ni el gobierno

Gina Paola Vizcaíno Gutiérrez


tuvo la capacidad de vencer al contrario; en cambio, la población civil sufrió
gran parte de las consecuencias negativas con los muertos, desapariciones,
desplazamientos, violaciones a los derechos humanos, inestabilidad emocional
y miedos colectivos en un país que perdió el encanto de ser un lugar para vivir
en paz.

La segunda mirada, complementaria de la primera, para el tema específico del


capítulo, es sobre la actividad de los periodistas en el escenario planteado que les
implica una alta dosis de comprensión de los procesos de la guerra y de la paz,
de los orígenes, desarrollos y dinámicas hasta la concertación de voluntades
para sentarse alrededor de una mesa a resolver la confrontación con las armas
de la política, en el intercambio, en la discusión, en la confrontación de ideas
y en la búsqueda de acuerdos. El periodista está llamado a comprender el
escenario para actuar en consecuencia. Allí se pone en juego su campo de
acción y su formación intelectual y profesional.

Hacer un recorrido por la actuación de los medios y sus resultados en La


Habana durante los tres años de conversaciones directas y de examen de
los documentos producidos es una tarea inalcanzable en este capítulo. Solo
se puntualizan algunos elementos que ejemplifican e ilustran el objeto de
análisis. El capítulo está centrado en seis aspectos centrales que, obviamente,
no agotan la riqueza de las conversaciones ni las dimensiones en las cuales
ellas han volcado los diálogos y los acuerdos provisionales o finales. Los seis
aspectos se concentran en los siguientes temas articulados entre sí para llegar
a una conclusión: el primero hace un repaso por los medios en la sociedad
colombiana en relación con la cobertura e impactos; el segundo se centra en
el examen de la metarrealidad que construyen los medios; el tercero presenta
algunos dilemas del periodista cuando cumple su función de informar a la
opinión pública; el cuarto trae algunos ejemplos de la información producida
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

por los medios acerca de las negociaciones en La Habana; y el quinto se


detiene en observar la tensión entre posiciones políticas e ideológicas, es
decir, cuando se pone en juego la ética de los informadores. Como quedó
planteado, no se agotan las cuestiones en su dimensión y profundidad sino
que se puntualizan algunos elementos que contribuyen a buscar respuestas a
la pregunta planteada.

Una inquietud que surge es acerca de la conexión entre el tema de los


informadores y de los medios utilizados en relación con asuntos pertinentes
al derecho, como la justicia transicional, las víctimas, la verdad, justicia y
reparación así como las garantías de no repetición con las consecuencias
jurídicas para los imputados en el proceso del post-acuerdo de La Habana.
Los temas planteados no son objeto de este capítulo sino de otros que
integran esta publicación. Lo que hace el capítulo es colocar una línea de
base sobre la cual puede ser comprendido de mejor manera el andamiaje
jurídico nuevo que surge de las conversaciones y que ha venido circulando
por los medios sin que, quizá, haya recibido la importancia que comportan
las dimensiones de tales acuerdos. En este sentido, el capítulo lo que hace es
agregar un aspecto que no puede pasarse por alto cuando se examina un tema
complejo como las conversaciones y los resultados alcanzados en La Habana.

116
117

Gina Paola Vizcaíno Gutiérrez


1. Los medios masivos en las entrañas de la
sociedad colombiana
No hay rincón de la geografía nacional que se encuentre libre de la acción
de los medios masivos. Los habitantes, así sea de las regiones más apartadas,
tienen conexión con alguno o algunos de los medios, sean ellos de televisión,
de prensa o de radio; además de las redes sociales que encuentran mayor
acceso con las tecnologías actuales de celulares, tabletas y demás dispositivos
electrónicos. Esto significa que la vida de los colombianos está conectada
con la información, la opinión, el entretenimiento, los deportes, las novelas, y
demás formatos que utilizan los medios masivos. El gobierno colombiano y
la empresa privada, durante los largos años que el país ha estado en medio del
conflicto armado interno -reconocido o no-, han causado enormes inversiones
y han hecho la apropiación tecnológica necesaria para que esto haya sido
posible. Hoy está disponible para los colombianos que acceden a ellos.

Un sociólogo alemán ha formulado una síntesis de la importancia y


trascendencia de los medios en la sociedad. En sus palabras, “lo que sabemos
sobre la sociedad y aun lo que sabemos sobre el mundo, lo advertimos a través de los
medios de comunicación para las masas” 115. Cuanto ha llegado a nosotros como
información es porque han actuado los medios masivos y nos han impactado.
A partir de ese contacto, se han producido en nosotros representaciones
sociales acerca de temas y de objetos que son asimilados y convertidos en
maneras de pensar, sentir y actuar. Esto quiere decir que los medios inciden
de tal manera el pensamiento, las actitudes y las acciones de los ciudadanos
receptores que, con los mensajes, se transforma su realidad inmediata. Parece
115 Luhmann, N. La realidad de los medios de masas. Barcelona, Anthropos Editorial, 2000.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

una exageración la atribución del poder a los medios. Sin embargo, diversos
estudios lo ratifican una vez más.

El entonces el director de Le Monde Diplomatique, Ignacio Ramonet,


afirmaba que el tema de los medios era una preocupación de los ciudadanos
y de los comunicadores. De los ciudadanos que “…constatan que existe una
crisis generalizada de instituciones de nuestra sociedad, en los poderes políticos en sus
distintos niveles, es decir, ejecutivo, legislativo y judicial, pero también en las instituciones
ligadas a la salud, la escuela, la iglesia, el ejército y en la mayoría de las instituciones
que constituyen la arquitectura de nuestras sociedades democráticas desarrolladas.
Estas instituciones están en crisis y los ciudadanos se interrogan y meditan sobre qué
tipo de configuración nueva puede surgir de esta crisis que constatamos…” 116. Esta
preocupación era expansiva en la medida en que no solo afectaba a unos
pocos sino a la mayoría de los ciudadanos que se relacionan cotidianamente
con las instituciones. Del lado de los medios de comunicación, Ramonet
encuentra que ellos “…juegan un papel cada vez más importante. Hasta el punto
que algunos sociólogos consideran hoy en día que los tres poderes importantes no son el
poder ejecutivo, el poder legislativo y el poder judicial, sino que el primer poder es el poder
económico, el segundo poder es el mediático, y cuando alguien posee el poder económico
más el poder mediático, controla o acaba por controlar el poder político…” 117. La
conclusión está en la idea de “…preguntarse si los medios de comunicación son
el arma que pueden tener los ciudadanos para mejor criticar a estas instituciones que
funcionan mal y para arreglarlas…” 118. Obviamente el acceso a los medios pasa
por quienes se encuentran dentro de los medios, es decir, los informadores,
comunicadores o periodistas que facilitan la voz de los ciudadanos. Esta
fue una expectativa creciente en la segunda mitad del siglo anterior. Con el
inicio del presente siglo la verificación empírica ha sido la constatación de
que “el conjunto de los medios de comunicación está perdiendo credibilidad, está también
desprestigiado, está también en crisis como las otras instituciones” 119.

¿Pero en qué momento los medios de comunicación y los medios de


información, en particular, se desviaron del ideal de proyecto ciudadano
democrático de acercarse a los lectores, a los oyentes y a los telespectadores
a construir mejor la sociedad? La primera constatación fue que este proceso
116 Ramonet, I. Medios de comunicación, sociedad y democracia, 2014, p. 381. En http://rseap.webs.upv.es/
Anales/93_94/A_Medios_de_comunicacion.pdf
117 Idíd., p. 381.
118 Idíd.
118 119 Idíd., p. 382.
se hizo sin que los profesionales de la comunicación se percataran del camino 119
que tomaban los medios. La caída del muro de Berlín, las confrontaciones
en el medio Oriente, en la antigua Yugoslavia, en los países en conflicto,
fueron ejemplos de atentados, de bombas, de masacres que los medios de
comunicación transmitieron. El aprendizaje fue que los operativos se debían
preparar de tal manera que los medios los magnificaran y provocaran terror
en la población. Vino la sociedad del miedo, de la prevención, del pánico
colectivo y, como una consecuencia, la insolidaridad, el aislamiento y el
“sálvese quien pueda”.

Gina Paola Vizcaíno Gutiérrez


Pero, paralelamente, aparece un desarrollo tecnológico que ilumina el panorama
porque da salida a comunicaciones múltiples, desde los medios vinculados a
grandes empresas hasta pequeños grupos que pueden tener la capacidad de
poner en funcionamiento un sistema fly away definido como un sistema de
transmisión apto para subir una señales de audio y video a un satélite desde
un punto de la tierra para luego ser bajado en otro lugar por un receptor
interesado en seguir los mensajes. A partir de este desarrollo tecnológico, con
los equipos indispensables, la televisión que era lenta, pausada y retardada
frente a los acontecimientos, se hizo ágil, instantánea y omnipresente. Hoy
observamos segmentos grabados por un ciudadano del común, en cualquier
parte de la geografía nacional y que, recibido en las instalaciones del noticiero,
se transmite para todo el país y para la audiencia internacional. Lo que se quiere
indicar es que las transformaciones tecnológicas han cambiado radicalmente
el funcionamiento de los medios y los han acercado al ciudadano. Ni qué decir
de las redes sociales que nutren a los poseedores de celulares de información
permanente y en no pocas ocasiones, distorsionada. Se rompió el mito que
se estudiaba hace años, de un emisor y un receptor. Ahora son innumerables
emisores e innumerables receptores que producen sus propios mensajes, pero
que también hacen circular los originados en otros generadores. Las marañas
o redes de información se hacen ilimitadas. Obviamente muchas de ellas se
nutren de los tradicionales medios masivos para reproducir sus mensajes. La
abundancia de información no significa el éxito, no ha garantizado mayor
intercomunicación y comprensión de los fenómenos que preocupan al
ciudadano, por el contrario, la credibilidad de los medios ha descendido en
nuestras democracias.

Aunque la influencia de los medios de comunicación no es absoluta y depende


de factores de diversa índole, sí contiene la fuerza necesaria para orientar las
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

opiniones, los pensamientos, la inclinación de las actitudes y las maneras de


proceder en las acciones. Es lo que se denomina representaciones sociales
que son el conocimiento directo fruto de la interacción entre personas y con
medios de comunicación y que sirve de orientación para la vida cotidiana.
Esto explica que la recepción de la información y las interpretaciones que le
otorga el receptor, terminan generando un proceso interactivo y dinámico,
que coloca en el mismo escenario a la persona y al medio. Obviamente, no
es un fenómeno presencial sino virtual, pero que connota efectos más en el
receptor que en los medios, a menos que ellos se preocupen por seguir el
curso de su información en las audiencias.

En lo que respecta al tema que nos concita, estamos frente a una población
que recibe mensajes todos los días, de diversas fuentes, con distintos enfoques
y que, sin lugar a dudas, inciden en la forma de pensar, sentir y actuar frente al
conflicto armado y una eventual salida del mismo; tanto más si pueden hacer
coincidir lo que circula en los medios, con la vivencia de experiencias directas,
cuando han tenido que padecer el rigor de los enfrentamientos, la pérdida de
vidas o de bienes, el despojo, el aislamiento o el desplazamiento.

120
121

Gina Paola Vizcaíno Gutiérrez


2. Los medios construyen una
metarrealidad que a veces está oculta
para los periodistas

Los medios masivos construyen noticias, reportajes y programas de


entretenimiento. En este capítulo solo nos referimos a la actividad
informativa presentada como noticias. El periodista tiene la capacidad de
convertir un acontecimiento en noticia; es su función. Entonces, “lo que
aparece como realidad para ellos, o aquello que los otros tienen por realidad es porque lo
han tomado de los medios de comunicación” 120. La transición del acontecimiento
a la información, a la noticia, significa una realidad construida a la manera
del periodista y del mundo que le rodea. No es, en consecuencia, la
misma realidad real la que llega al destinatario de los medios sino una
realidad nueva, diferente, transformada, que generalmente es asimilada
como “la” realidad porque pasó por los medios y llega con su autoridad
y credibilidad. Un argumento adicional, es que quien recibe la noticia por
un medio masivo no necesariamente está presente frente a los hechos. En
este caso, que es la generalidad de los eventos referidos a noticias, y ante
la imposibilidad de multiplicarse para estar en todas partes como testigo
presencial, lo único que tiene a su disposición es la noticia tal como le
llega del medio masivo. En el caso específico de las conversaciones en La
Habana, muy pocas personas han estado y continúan participando en las
reuniones de intercambio de ideas, en las discusiones, confrontaciones,
acuerdos y desacuerdos.
120 Luhmann, N. La realidad de los medios de masas. Barcelona, Anthropos Editorial, 2000, p. 6.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

Lo que tiene frente a sí es la noticia que le llega por los medios masivos
y las opiniones que respecto de ellas circulan por las redes sociales, con
el ingrediente que cada uno aporta, según su percepción. Por ello es una
metarrealidad, una realidad que puede ser más importante que la realidad real
porque, en primer lugar, proviene de medios que han ganado la credibilidad
y, en segundo lugar, porque no tenemos la capacidad de ir a donde se genera
la noticia para hacer la verificación y confiamos en el periodista que nos da
la información. En nosotros ocurre el fenómeno de asociar credibilidad con
veracidad. En consecuencia, para el colectivo el hecho transmitido es cierto,
porque provino de un medio creíble. Es una lógica elemental pero segura,
cierta e irrebatible. No hay lugar para la duda porque la confianza está puesta
en el medio.

Dejamos planteado arriba que el gobierno colombiano y las FARC-EP han


decidido pasar de la confrontación armada a la confrontación de tesis y de
propuestas; es decir, se han volcado sobre el terreno de la política. Ahora
bien, está establecido que quien quiera acercarse a los medios masivos debe
comprender su vínculo con la política. Como ha constatado José Joaquín
Brunner, “…La política gira hoy en torno a las comunicaciones. A tal punto esto es cierto
que, en las sociedades democráticas contemporáneas, ambas –la política y la comunicación–
son la fuente principal de relación entre gobernantes y gobernados” 121. Pero la política
tiene como elemento central la decisión sobre el poder. Este es su núcleo
básico; sin él, la política carece de objeto y de sentido. En términos de
Brunner, se aceptaría que “la opinión de los gobernados es la base real de todo gobierno
democrático. Las decisiones de voto, las preferencias por políticas determinadas y el control
continuo de los gobernantes por los gobernados tienen como telón de fondo y se construyen a
partir de lo que llamamos opinión pública” 122.

La opinión pública, por su parte, es una construcción conjunta entre quienes


ejercen el poder y los medios masivos. Por este vía se llega al planteamiento
de que la democracia representa un “gobierno de opinión”. Este planteamiento
fue desarrollado por el gobierno del presidente Álvaro Uribe Vélez sin que
hubiera plena conciencia de su contenido y alcances por los medios masivos
que se refirieron a él de manera superficial. En realidad se trató de un cambio
en las relaciones de poder y los periodistas no ayudaron a esclarecer ante
121 Brunner, J.J. “Comunicación política en la sociedad democrática”. Revista Contribuciones 1, Fundación Konrad
Adenauer, 1996. En http://www.geocities.com/brunner_cl/konrad.html
122 122 Idíd.
la ciudadanía sus alcances y las implicaciones para la dirección del Estado. 123
Este aspecto es fundamental para comprender las relaciones dentro del poder
entre las diferentes fracciones. Si los periodistas no pasaron la información,
el público no la recibió. Es un vacío que no se ha llenado ni durante las dos
administraciones del presidente Uribe ni en la administración del presidente
Santos. Es muy importante la información que pasa por los medios, pero
también es trascendental el vacío que se produce cuando una información no
llega al destinatario y así se pierde la visión del panorama general.

Gina Paola Vizcaíno Gutiérrez


Independientemente del término utilizado –sociedad de la información; sociedad
del conocimiento; o sociedad del saber–, lo cierto es que estamos en un momento
en el cual el poder y los medios masivos de comunicación estrecharon sus
lazos gracias al desarrollo tecnológico, uno de cuyos efectos inmediatos fue la
posibilidad de que los ciudadanos en mayor número, pudieran acceder a los
mensajes de quienes detentan el poder.

Después de estas aclaraciones, es pertinente precisar el cambio fundamental


en la política pública durante la administración del presidente Uribe Vélez.
Los medios masivos no entregaron a la ciudadanía el significado de los
cambios, que continúan incidiendo en la actual administración y en la
concepción ciudadana de muchos fenómenos, como el de la paz. La pregunta
es: ¿Los medios tienen la capacidad de gobernar al gobernante? La respuesta
es afirmativa en muchos aspectos, mas no en todos porque quienes dirigen
los medios o los periodistas no necesariamente tienen plena conciencia de
los cambios subterráneos que ocurren en la sociedad y en la conducción del
Estado. La evidencia empírica viene enseguida.

Los dos períodos presidenciales de Álvaro Uribe Vélez se ocuparon


estratégicamente del fortalecimiento militar para confrontar a los grupos
armados ilegales, en particular las guerrillas. Los resultados han sido
ampliamente controvertidos y van desde un entusiasmo por los efectos
positivos hasta un desánimo porque las guerrillas permanecieron activas.
En medio de esta confrontación de argumentos, surge una posición que
es preciso tener en cuenta para el desarrollo de este capítulo. Se trata del
“aumento del caudillismo presidencial y el deterioro del equilibrio constitucional de los
poderes públicos, el fortalecimiento de un tipo de clientelismo político apoyado en estructuras
mafiosas y paramilitares de poder, y el debilitamiento –a veces por incapacidad a veces por
negligencia– de la función del poder ejecutivo destinada a enfrentar organizaciones criminales
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

de tipo mafioso” 123. El análisis se deriva de una conclusión en el sentido de que


el gobierno puso todos los esfuerzos en enfrentar a la guerrilla, mientras fue
ambiguo frente a los paramilitares, lo cual es cuestionable si se colocan otros
argumentos. Quizá el argumento tenga algo de razón en un momento histórico
en el cual el paramilitarismo estuvo del lado del Estado y le fue funcional; pero
cuando se modificó su estrategia y se fue de frente contra el Estado, la situación
cambió y este debió enfrentarlo porque se tornó disfuncional.

En todo caso, de acuerdo con los autores venidos de señalar, una


paradoja se ha presentado en la historia institucional del Estado: “no
se tradujo en un fortalecimiento sino en un debilitamiento de las instituciones y
del Estado de derecho” 124. Se produjo una configuración institucional
desequilibrada que benefició al ejecutivo en desmedro de los otros
poderes del Estado y se fortaleció mediante la negociación con las élites
locales, tuvieran o no solvencia política que coincidiera con la posición
ideológica del gobierno. Los procesos de negociaciones y de ejercicio
del poder tuvieron implicaciones relacionadas con el desequilibrio de
poderes y en el sistema de pesos y contrapesos institucionales. Los
poderes locales históricamente fueron dominio de fuerzas regionales
y fácil presa de grupos armados. La estrategia de su captación produjo
resultados favorables al mandatario y su política que captó gobernabilidad
precisamente en donde la debilidad producida por el conflicto armado
se traducía en debilidad institucional. La política tradicional agenciada
por los partidos liberal y conservador desarrolló el clientelismo que,
al fin de cuentas, se tradujo en debilidad institucional en la medida en
que cambió de liderazgos y, con ellos, de organización política y, sobre
todo, de principios institucionales en la conducción del Estado. En
consecuencia, clientelismo y debilidad institucional se constituyeron en
un círculo vicioso que fue fácil presa de los movimientos armados y
ahora de la Presidencia de la República. Numerosos analistas se han
ocupado del tema (Leal Buitrago, 1984; Losada, 1984; Deas, 1973;
Pécaut, 1978; Dávila y Delgado 2001; Gillén, 1979; Uprimny, 1989).

Si la democracia es concebida como competencia entre fracciones políticas,


la concentración del poder significa el cierre de la democracia. Por ello, el
123 García Villegas, M. y Revelo Rebolledo, J.E. Estado alterado. Clientelismo, mafias y debilidad institucional en Colombia.
Bogotá, Centro de Estudios de Derecho, Justicia y Sociedad, Dejusticia, 2010, pp. 12 y 13.
124 124 Idíd., p. 17.
desarrollo constitucional ha introducido el mecanismo de pesos y contrapesos 125
para establecer un equilibrio aceptable que garantice el juego de fuerzas
mayoritarias y minoritarias con representación en los debates públicos y en
las decisiones sobre los asuntos pertinentes a la ciudadanía. La Constitución
de 1991 estableció una organización del Estado respaldado en el principio de
separación y control recíproco entre las ramas del poder público. La figura de
la moción de censura, la limitación de facultades en la declaración de estados
de excepción, la vigencia de la Corte Constitucional, la Defensoría del Pueblo,
la Fiscalía y el Consejo Superior de la Judicatura, así como la Banca Central

Gina Paola Vizcaíno Gutiérrez


y la Comisión Nacional de Televisión independientes del Ejecutivo, fueron
expresiones de esta filosofía que se consolidó como capital institucional.

En este contexto, el ejecutivo ha modificado las relaciones con los


congresistas, los políticos y los partidos políticos. Un paso adelante ha sido la
creación de la U (Partido de Unidad Nacional) que contribuyó a deslegitimar
los tradicionales Liberal y Conservador, para actuar por fuera de ellos y de
sus estructuras convencionales. El resultado fue el fraccionamiento político,
altamente propicio para el manejo autocrático centralizado y la debilidad
del contrapeso en el legislativo, ya que el Congreso estuvo representado
por múltiples movimientos y partidos transformados. Un proceso similar
ocurrió en la representación política de los organismos de control y en la
Corte Constitucional. Durante los dos períodos presidenciales, el Presidente
tuvo la oportunidad de presentar tres ternas. En todo caso, el resultado
final fue que seis de los nueve magistrados eran cercanos al Presidente y
a la coalición de gobierno y, al mismo tiempo, conformaban mayoría en la
institución y pueden usar esa mayoría en la toma de decisiones. En el Banco
de la República, el Consejo Superior de la Judicatura, en el Consejo Nacional
Electoral, en la Comisión Nacional de Televisión, en la Fiscalía, Contraloría
y Procuraduría ocurrió un procedimiento similar. El gobierno de coalición
asumió la dirección del Estado.

La consecuencia para la democracia ha sido crucial. Con la capacidad de


decisión en las instituciones del Estado, se gestó una intemperancia frente
a periodistas, líderes sociales, estudiantes e intelectuales quienes fueron
acusados de su vinculación con la guerrilla. La polarización se ha fraguado
con el argumento de que, ante el terrorismo, nadie puede ser neutral. Quien
no está con el gobierno, es porque pertenece a la guerrilla. Se espera que
los partidarios de la izquierda democrática condenen la guerrilla pero, según
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

los analistas, no pide lo mismo a los partidarios de la derecha que condenen


el paramilitarismo. Un caso emblemático ha sido el de las decisiones de
la Corte Suprema de Justicia en los casos de la parapolítica y de la yidis-
política cuyos fallos fueron caracterizados como de “sesgo ideológico”. El
camino estaba abierto para una confrontación encubierta que culminó con el
cierre, supresión y trasformación del DAS (Departamento Administrativo de
Seguridad), en febrero de 2011.

En su libro Cultura política de la democracia en Colombia, Juan Carlos Rodríguez-


Raga y Mitchell Seligson (2011) hacen un ejercicio que resulta importante
para el debate planteado: es la pregunta acerca de los cambios que pudieron
haber ocurrido como consecuencia de la sucesión de gobierno en el 2010,
del presidente Uribe al presidente Santos. Quisieron averiguar acerca de la
incidencia del tipo de gobierno, en las actitudes y valores de sus ciudadanos y
si estas varían con el estilo del gobernante de turno.

Una de las respuestas fue que: “…el llamado de Santos a antiguos opositores de
Uribe a unirse a la coalición de gobierno, la llamada “unidad nacional”, distendió de
forma significativa las animosidades políticas entre diferentes sectores pero generó algunos
resquemores entre los antiguos aliados del uribismo y manifestaciones hostiles del propio
expresidente en contra del gobierno. En materia del manejo del conflicto armado, parece
haber crecido la percepción de que la situación para el país se ha deteriorado… en materia
de relaciones internacionales, no solo el gobierno Santos ha hecho del acercamiento con
países y organizaciones multilaterales en la región una de sus prioridades, sino que en muy
poco tiempo logró normalizar las relaciones con los gobiernos de Correa, en Ecuador, y
principalmente Chávez, en Venezuela, en marcado contraste con la administración anterior
durante la cual el ambiente con estos países estuvo casi permanentemente enrarecido por
declaraciones públicas agresivas de lado y lado” 125.

Una conclusión importante en este estudio, es que “aquellos ciudadanos que


tienen un apego personal mayor frente al presidente tienden a mostrar menos apoyo a
la democracia como sistema de gobierno, menor satisfacción con la democracia y menor
respaldo al sistema político. Este hallazgo es notable desde el punto de vista teórico en
la medida en que confirma los efectos nocivos del culto a la personalidad sobre la cultura
democrática de un país” 126. El estudio es sólido en demostrar que el culto a la
125 Rodríguez-R., J. C. y Seligson, M. Cultura política de la democracia en Colombia. Actitudes democráticas en
la sucesión. Bogotá: Universidad de los Andes – Vanderbilt University, 2011, pp. 19 y 20. En http://www.
vanderbilt.edu/lapop/colombia/2011-Colombia-Cultura-politica-de-la-democracia.pdf
126 126 Ibíd., p. 20.
personalidad del presidente tiende a fomentar actitudes antidemocráticas. Su 127
nivel de asociación está fuertemente implicada.

Hay, sin embargo, dos aspectos que se deben resaltar: uno de ellos sugiere que
las actitudes contrarias a los principios democráticos son menos estructurales
de lo que se podría pensar, lo que quiere decir que se originan tanto en el
mandatario como en variables individuales de los encuestados. El otro
aspecto indica que las actitudes manifiestas en el estudio son maleables por
las circunstancias y por el estilo de los gobernantes, lo que es inquietante

Gina Paola Vizcaíno Gutiérrez


porque pueden ser manipulables según el nivel de afinidad del ciudadano con
el mandatario.

Dos preocupaciones surgen en esta parte del artículo: una de ellas es la


explicación del porqué de la polarización entre partidarios de uno u otro
sector político, quienes han sido afectos al presidente Uribe y quienes han
ganado la confianza del presidente Santos. Por lo que ha sido planteado, la
raíz de la animadversión ha estado en el estilo de los gobernantes antes que
en elementos estructurales de los colombianos. El tránsito de un gobierno
a otro no necesariamente hace que las actitudes y simpatías se modifiquen
con la velocidad como se produce el cambio de la cinta presidencial. Dicha
polarización afectó aspectos fundamentales como la percepción acerca del
manejo tanto del conflicto armado como de la seguridad ciudadana. Los
ciudadanos consultados en el estudio mencionado identificaron un deterioro
en estos dos aspectos hasta el punto de señalar la seguridad como el principal
problema del país. Este elemento se ha mantenido en primer plano a pesar de
la información que llega de La Habana sobre los avances en las negociaciones.
El descrédito de estos encuentros por parte de los opositores, al otro lado
de la polarización, anula, o por lo menos reduce de manera importante, el
significado y la trascendencia de los avances en los acuerdos.

Los aspectos anteriores ayudan a comprender el distanciamiento y la


polarización. Pero ellos no solo obedecen a estilos diferentes de los
mandatarios. Hay un elemento que está camuflado y que orienta el sentido de
la polarización. Pocos ciudadanos comprenden cómo un mandatario que ha
dirigido el gobierno por ocho años, que ha representado la institucionalidad,
que se ha apegado a la concepción tradicional del Estado, que ha hecho una
larga carrera como funcionario y como político, ahora se haya colocado
en la otra orilla hasta desconocer tal institucionalidad y poner en duda su
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

función y su responsabilidad política. Sus intervenciones desinstitucionalizan


claramente el orden jurídico. Una explicación que está en el trasfondo y
que no fue detectada por los periodistas y, desde luego, no fue parte de los
contenidos de sus comunicaciones al público, es la excepcionalidad que se
practicó en las dos administraciones del gobierno del presidente Uribe.

Si la Constitución de 1886 fue objeto de continua anormalidad constitucional,


la Carta de 1991 limitó la aplicación de disposiciones extraordinarias en la
medida en que fortaleció los controles y limitó el uso de la excepción. Antes
de la Constitución de 1991 los estados de excepción eran constantes con
el argumento más frecuente de que la seguridad estaba amenazada por el
terrorismo y había que tomar medidas excepcionales para combatirlo. Durante
el gobierno del presidente Uribe se volvió a prácticas de excepción que
modificaron algunas reglas de juego establecidas. En este contexto aparece
un trabajo de investigación que propone la aplicación contemporánea del
concepto de aclamación como un dispositivo para analizar la excepcionalidad.
Es el trabajo de Nataly Guerrero sobre “Excepcionalidad en el gobierno de Álvaro
Uribe Vélez, 2002-2010: una propuesta para ampliar los análisis colombianos de la
excepción” (2011), presentado como tesis de la carrera ciencia política en la
Pontificia Universidad Javeriana. La autora descubre que el fondo está en
que “la manera de comprender y explicar el problema de la excepción evoluciona a un
estadio un poco más sofisticado, que permite dar cuenta de una excepcionalidad donde se
perturba el equilibrio entre las ramas del poder público y se deteriora el régimen político
como consecuencia de la alteración de las reglas de juego” 127.

El análisis sobre la excepción en el país llevó a la autora a afirmar que


faltaba un dispositivo analítico que diera cuenta de una excepcionalidad más
compleja como la que ocurrió en los dos períodos del gobierno Uribe que
va más allá de lo legal o lo institucional. Para ello, introdujo la aclamación
como herramienta analítica, con la que fue posible demostrar que fue “un
régimen abiertamente excepcional que a través de los consejos comunitarios y el Estado de
opinión, creó un seudomundo aparte, paralelo a la realidad, donde se unificó a la sociedad
separándola en torno a unos valores construidos e imponiendo, por medio de la aclamación,
decisiones de manera autoritaria” 128.
127 Guerrero M., Nataly. Excepcionalidad en el gobierno de Álvaro Uribe Vélez, 2002-2010: una propuesta para ampliar
los análisis colombianos de la excepción. Bogotá, Pontificia Universidad Javeriana, Facultad de Ciencias Políticas y
Relaciones Internacionales, Carrera de Ciencia Política, 2011.
128 128 Ibíd.
El argumento dice que los consejos comunitarios no fueron espacios 129
democráticos, de libre participación de las comunidades, sino “un espacio de
aclamación” creado ad hoc en un ambiente de espectacular cercanía y afinidad
con el mandatario. Frente a esa conclusión, consideramos que la utilización de
referentes culturales generó en parte de la ciudadanía, un vínculo que aún se
conserva. El sombrero vueltiao, el carriel, el poncho o la ruana, dependiendo
la región del país en la que se encontraba, sin duda formó ideas de cercanía
en la población.

Gina Paola Vizcaíno Gutiérrez


Ahora bien, en lo que atañe a los encuentros comunitarios, algunos estudios
han analizado en detalle su función política. Uno de ellos es presentado
como tesis de maestría en estudios políticos y relaciones internacionales, en la
Universidad del Rosario, en el 2012, por Claudia Marcela Escalante Mahecha,
titulado Una lectura crítica sobre la política de participación ciudadana promovida
por el gobierno de Álvaro Uribe Vélez. La autora parte de la ambigüedad del
concepto de participación ciudadana, revisa la teorización sobre el tema de
la ciudadanía, introduce el concepto de ciudadanía activa y luego se detiene
en el análisis sobre la institucionalidad de tales consejos. El otro ejercicio
académico es el artículo “Las relaciones intergubernamentales en Colombia
(2002-2010): Un análisis de los consejos comunales de gobierno”, escrito por
el profesor Santiago Leyva Botero, de la Universidad EAFIT de Medellín. El
marco teórico usado para el análisis de 55 de los 306 Consejos Comunales del
gobierno del presidente Uribe está compuesto por dos elementos: uno son
las relaciones intergubernamentales y, el otro, el enfoque estratégico relacional
del Estado. Finalmente, concluye que tales consejos fueron instrumentos
de la transición entre la descentralización de municipios de finales del siglo
anterior y las nuevas circunstancias de interdependencia buscadas por el
Presidente. En consecuencia, los conceptos de autonomía y separación
pasaron a ser de interdependencia política y administrativa de acuerdo con
los análisis contemporáneos del federalismo. Los dos documentos sirven de
complemento e ilustración de la tesis desarrollada por Nataly Guerrero sobre
la excepcionalidad.

Esta excepcionalidad fue comprendida como normalidad en cuanto venía


del pueblo y no de las leyes o las instituciones. En consecuencia, el carácter
de colegislador al pueblo colombiano no fue usado para ganar popularidad
sino que fue investido de un poder determinante, absoluto e incuestionable,
por aparecer como el resultado de la aclamación del poder constituyente
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

popular. El resultado fue el tránsito de una “excepción normativa” que


se fortaleció en una “excepción por aclamación” (Guerrero, 2011, pp. 48-
50). Este es el resultado que se quiere subrayar y que los periodistas no
tuvieron la comprensión necesaria para transmitirlos a sus destinatarios. La
“seguridad democrática” fue, sin duda, otro discurso que allanó el camino
para la excepcionalidad. La inquietud que queda por explorar es si la baja de
popularidad del presidente Santos se relaciona con la falta de continuidad en
la excepcionalidad practicada en el gobierno anterior. El presidente Santos
abiertamente se ha manifestado en contra del “Estado de opinión”, cuando
dijo, en marzo de 2015, que “No permitiré que se pongan en peligro las instituciones
que hemos construido y preservado con tanto esfuerzo, ni que se pretenda reemplazar el
Estado de derecho por una especie de Estado de opinión, donde prevalezca la versión del
que más ruido haga, por encima de los conductos legales” 129. Si es así, allí hay una
explicación de la polarización que los periodistas no desarrollaron con sus
audiencias.

De todo lo anterior, surge una tesis que se condensa en lo que se ha llamado la


paradoja colombiana, que consiste en la coexistencia de una marcada estabilidad
institucional y democrática junto a una violencia endémica, debilidad de los
movimientos sociales y gran desigualdad social (García, 2014). Sin embargo,
los desastres causados por el conflicto armado han dejado huellas profundas
que el posconflicto tendrá que afrontar si se quiere tener una sociedad en paz,
lo cual es una tarea que va mucho más delante de los acuerdos en La Habana
y sobre los cuales el periodismo desarrollará una actividad continuada. Sus
dudas, dilemas e incertidumbres pondrán en aprietos a sus seguridades.

130 129 Santos, El Espectador, 25 de marzo de 2015.


131

Gina Paola Vizcaíno Gutiérrez


3. Los dilemas del oficio de periodista
Por lo que se ha planteado, el oficio del periodista no es fácil en una sociedad
convulsionada como la colombiana. Resulta de difícil comprensión convertir
los acontecimientos en noticia porque ellos, los acontecimientos, no ocurren
porque sí y sus explicaciones muchas veces escapan al informador no solo por
la complejidad del problema que es objeto de su información, sino porque
el ritmo desenfrenado de hacer noticias no permite un reposo y tranquilidad
para pensar en profundidad.

De otra parte, el periodista no tiene una libertad absoluta para construir


la información que se concreta en su producto. Pasa por sus convicciones
personales, por su background de formación, por sus actitudes y sus
representaciones sociales sedimentadas en su personalidad social y cultural.
Pero también se enfrenta a la posición de sus interlocutores, a su rol en la
sociedad, a la transcendencia que tendrán sus declaraciones de acuerdo con el
rango de su función en la colectividad. Su libertad, en consecuencia, es solo
relativa por estar condicionada a múltiples factores. Finalmente no se guía por
la razón de otros sino porque apela a la convicción práctica y funcional de sus
convicciones, conocimiento y relevancia vista desde su subjetivación. Valga
decir que “subjetivación”, en este caso, no es el equivalente a “subjetivismo”, a
ausencia de “objetividad”, ni menos a distorsión provocada y malintencionada.
“Subjetivación” es la configuración del periodista como sujeto, es decir, la
constitución de su subjetividad que lo hace idéntico a sí mismo y diferente
respecto de los demás. Es un proceso que desarrollamos los seres humanos
cuando organizamos nuestra personalidad social que nos permite la relación
con los demás como un “otro” con deberes y derechos.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

El periodista Omar Rincón dice con franqueza “La realidad decente y compleja
se acabó. Entonces, todo se puede cubrir como barbarie en desarrollo”. Su
artículo menciona que “‘Noticias Caracol’ va ganando en rating. Y gana porque
narra en vivo y en directo la miseria humana que habita a Bogotá y a los
villorrios colombianos. Donde algún desalmado mate, golpee, violente… allá
está ‘Caracol en desarrollo’. Y el país en vilo con ese accidente o perversión
de un individuo o el último ‘bullying’ uribista o santista… donde Uribe,
expresidente y senador, acusa a Santos de “coordinar e imponer la impunidad
al narcoterrorismo”, de “reformar la Constitución a fin de legalizar la
capitulación ante las Farc”, de “premiar periodistas con contratos”… Desde
la Presidencia, también en desarrollo, otro informador dice que Santos afirma
que “esos tiempos de persecuciones, para bien de nuestra democracia, ya
pasaron y no volverán” (Rincón, El Tiempo, 7 de marzo de 2016). Así fluyen
las noticias tanto en televisión como en radio y en prensa. La cotidianización
de la información ha pasado los límites de la decencia, de las buenas maneras,
de la función educativa que contribuye a que el televidente, lector u oyente
comprenda y tenga elementos de juicio como ciudadano que participa en su
sociedad. La banalización se ha impuesto como estandard y, en consecuencia,
su contribución a una información de calidad se ha deteriorado.

Lo anterior ilustra las ambivalencias, tensiones e inseguridades que rodean al


profesional de la comunicación en relación con su oficio. Sin embargo, en la
voz de los expertos como Javier Darío Restrepo, el problema se resuelve con
creatividad y con modestia porque “en periodismo nadie se las sabe todas; siempre
está uno en el plan de aprender. Y quizá sea esa una de las razones de lo apasionante
que es este oficio” 130. Los periodistas tienen una amplia trayectoria en el análisis
de su actividad. Colombia ha sido, por la prolongación y la intensidad del
conflicto armado interno, un laboratorio de estudio y de confrontación de las
tradiciones en el establecimiento de pautas directivas de su trabajo. Su reto
está en responder a las exigencias de su oficio.

130 Restrepo, Javier Darío. Cómo manejar una información de una explosión, un atentado o una bomba. Una prueba de consistencia
132 técnica y ética. Bogotá, Editorial Politécnico Grancolombiano, 2002.
133

Gina Paola Vizcaíno Gutiérrez


4. La información sobre las negociaciones
en la habana
Las negociaciones son un juego de interrelaciones entre dos actores
protagónicos: de un lado los negociadores a nombre del Estado y, de la otra,
la delegación oficial de las FARC-EP. Bien sabemos que la mesa de La Habana
estuvo precedida de reuniones preparatorias en las cuales intervinieron no
solo las partes interesadas sino los gobiernos de Cuba y de Noruega quienes
actúan como conciliadores, como una tercera parte interesada en promover
unos acuerdos que lleven a finalizar el conflicto de 65 años. Cuando, en
1999, el gobierno del presidente Pastrana inició los contactos con las FARC
en la perspectiva de un proceso de negociación que condujera a la paz, las
expectativas eran similares a las que se presentaron en el 2012 cuando se dio
inicio a la mesa en La Habana porque se trataba de

“un juego de interrelaciones cercanas y complejas entre medios y actores de ese


conflicto. Un juego que nos muestra cómo la visión de los medios de comunicación
como únicos espacios de construcción de opinión pública no se ajusta a la realidad.
Y son esas interrelaciones las que queremos estudiar en esta reflexión alrededor de
cómo los diferentes actores (armados y no armados) construyen nuevas presencias
en los medios y qué debates surgen de ello. Cómo las estrategias de guerra se
entremezclan con las estrategias comunicativas gracias a viejos modos de presión y a
las nuevas tecnologías, planteándole a los medios nuevos retos para la interpretación
independiente de los conflictos. Cómo se construyen vocerías y víctimas legítimas por
parte de organizaciones civiles mientras otras se agotan en el instante del dolor, o
cómo se podría relatar el dolor de la guerra en nuestro país mediante narrativas
periodísticas que vayan más allá del dolor individual y enlacen cuatro elementos
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

fundamentales: el dolor, la memoria, la verdad y la justicia, siguiendo modelos


usados en otros países de América Latina” 131.

La intervención y acompañamiento externo ha sido tradicional en los


acercamientos con los grupos alzados en armas. Con ello se confirma la
necesidad de contar con alguien neutral, que no esté dentro del conflicto
como actor, que pueda ver otras perspectivas y que aconseje a las partes
a continuar en los acercamientos. Cuando, en el gobierno del presidente
Belisario Betancur, se produjeron las conversaciones y acuerdos con las
FARC y cuando el presidente Virgilio Barco decidió acercamientos con la
misma guerrilla, el acompañamiento internacional fue reducido. Solo en los
mandatos del presidente César Gaviria y, sobre todo, de Andrés Pastrana,
la comunidad internacional tuvo una presencia más activa en la búsqueda
de una solución política negociada. Antes la participación había sido más
discreta y con una relevancia reservada como ocurrió con la Internacional
Socialista que tuvo la responsabilidad de verificar la entrega de armas del
M-19 en el 1991. En las negociaciones del gobierno del presidente César
Gaviria con la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar (compuesta por el
M-19, el EPL, el PRT, el ELN, las FARC y las milicias populares de Medellín)
se contó con los buenos oficios de los presidentes de Venezuela y de México
para las reuniones en Caracas y en Tlaxcala, respectivamente132.

El prolongado conflicto armado ha extremado las posiciones. Jairo Marcos


afirmó: “…El propio presidente Juan Manuel Santos ejerció la profesión, sobre la que su
antecesor en el cargo, Álvaro Uribe, afirmó que solo hay dos tipos de periodistas: los enemigos
y los amigos del terrorismo…”133 Su posición pospresidencial, como senador de
la República, ha mantenido firme la distinción porque el parámetro sigue
siendo la guerrilla y, en particular, las FARC. Los medios se dividen entre
quienes siguen este liderazgo y quienes adoptan posiciones gubernamentales
y quienes se declaran independientes o que siguen criterios autónomos. La
expectativa está en el alineamiento o no de posiciones de los periodistas con
las fuerzas políticas.
131 García R., Ma. Eugenia y Romero R., Edward. La fascinación del descubrimiento. Medios de comunicación, actores y proceso
de paz en Colombia, 1999.
132 Barreto Henriques, Miguel. “Los procesos de paz en Colombia y el rol de la comunidad internacional: ¿crónica
de un nacimiento anunciado?” RAI (Revista de Análisis Internacional) 5(2), julio-diciembre de 2014, pp. 219-243.
133 Marcos, Jairo. “El periodismo colombiano a la luz del conflicto armado”. REMAP (Red de Medios Alternativos
y Populares). Cuadernos de Periodistas. Cali, 4 julio de 2013. En http://remapvalle.blogspot.com.co/2013/07/
134 el-periodismo-colombiano-la-luz-del.html
Una precisión es que los periodistas, en general, no han estado ausentes del 135
conflicto armado. Han padecido los rigores de la guerra. Pero también hay
periodistas que han decidido hacer un balance de las comunicaciones de retorno
de sus audiencias. Son las cartas que llegaron a Germán Rey cuando ejerció
como defensor del lector en El Tiempo. De los millares de cartas, extrajo cuatro
conclusiones que reflejan preocupaciones de los lectores. La primera, dice, los
lectores reconocen la representación adecuada de los acontecimientos. Sin
embargo, critican la debilidad en la investigación, la falta de creatividad, los
problemas en la continuidad y en la memoria de los sucesos, las informaciones

Gina Paola Vizcaíno Gutiérrez


parciales, las acusaciones y el silencio de los inocentes. La segunda conclusión
es que los lectores protestan por la visibilidad de los grupos armados ilegales,
la exaltación de los hechos criminales y la colaboración que encuentran en
los medios para acentuar el miedo. La tercera es la falta de contexto en las
noticias, las transgresiones de la intimidad de las víctimas y sus familias y la
exageración de acontecimientos. Finalmente, la cuarta conclusión es que los
lectores critican el aumento desmesurado de las fuentes no identificadas y la
valoración injustificada de información irrelevante.

Finalmente, Germán Rey expresa su desacuerdo con la sacralización del lector


porque considera que él es “arriesgado pero falible, tenaz pero frágil, atento pero interesado” 134.
Un lector no tiene la verdad revelada, no siempre tiene la razón. Pero también hay
que considerar que ni el periodista ni el gobernante tienen adosada la verdad a su
favor. Hay que superar posiciones dogmáticas en los emisores y en los receptores.

Un principio es la convicción de que “…La democratización de la información y


del acceso a su transmisión hace parte sustancial del proceso de diálogo en La Habana y del
debate en la sociedad colombiana toda. Los medios alternativos e independientes son claves
para la salida del conflicto. No puede haber paz si no hay democratización en el acceso a
la información y a la creación de medios masivos de comunicación alternativa” 135. Si el
proceso de los acuerdos en La Habana desemboca en la paz con democracia,
obviamente el periodismo deberá trabajar con criterios democráticos. Por
consiguiente, están atados a las obligaciones de responsabilidad social y de
veracidad que reclaman la pluralidad, veracidad e imparcialidad como está
establecido en la Constitución Política. Si bien hay libertad de expresión,
134 Rey, G. Panel: Efectos del conflicto armado sobre los medios de comunicación y periodistas. Ponencia:
“Sentados en un restaurante de Quino: lectores, audiencias y cobertura informativa del conflicto”. Foro sobre
Medios de comunicación y conflicto, 2004. En http://centromemoria.gov.co/wp-content/uploads/2015/07/
Medios-de-comunicaci%C3%B3n-y-conflicto-.pdf
135 Mena, Luis Alfonso. “Una reflexión sobre el papel de los medios en el conflicto armado y el proceso de paz”.
Revista Cuadernos de Paz 1(1), Universidad Libre, Seccional Cali, enero-abril de 2014.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

también hay derechos de las audiencias a recibir información de calidad,


máxime si el lector, el televidente y el oyente, son más críticos y pueden acudir
a distintos medios para informarse.

Los periodistas están llamados a traducir la guerra en reconciliación, la


reelaboración del tejido social fracturado y ayudar al desarme de los espíritus.
Ellos tienen la iniciativa de contribuir a “desplazar la mirada acostumbrada
al horror”, para construir una agenda paralela de la paz. No se trata de
ocultar sino de complementar la visión de historias duras y dramáticas con
otras historias que invitan a la reconciliación, que ayudan a la resiliencia, que
enseñan experiencias de superación en medio de tanto dolor136. Es colocar las
bases para que el “perdonar lo imperdonable” sea una alternativa.

136 Morelo, Ginna; Castrillón, Gloria y Behar, Olga (2014). Pistas para narrar la paz: periodismo en el posconflicto. Bogotá,
136 Fundación Konrad Adenauer Stiftung, 2014.
137

Gina Paola Vizcaíno Gutiérrez


5. Una lección profesional
Julianna Ramírez Lozano, consultora en temas de comunicación corporativa,
señala que: “…La importancia de la responsabilidad social (RS) en los medios de
comunicación es un tema que se encuentra en permanente debate dentro y fuera de los
mismos medios. La RS de los medios va directamente relacionada con el impacto que pueden
ocasionar sus contenidos en el público o la ciudadanía. Sin duda lo más relevante es el poder
que los medios tienen en la formación de la opinión pública. Es decir, la responsabilidad
de los medios va directamente relacionada con la información y las opiniones emitidas en
los medios…” 137

Sobre el tema de la responsabilidad social y con el de la calidad de la


información, el director de El Tiempo, en el año sostuvo: “…La calidad en los
medios tiene que ver con el derecho a la información y con la responsabilidad social. Con
el derecho a la información, porque sabemos que la comunicación es de doble vía: por una
parte, garantiza las libertades civiles y la no censura de los medios de comunicación y de los
periodistas, y, por la otra, vela por los derechos de los ciudadanos a recibir una información
oportuna, veraz y de calidad; el poder expresarse libremente y el estar bien informado son
dos condiciones esenciales de la democracia” 138.

En ese mismo artículo concluía diciendo que “La calidad es uno de los rostros de
la responsabilidad social que significa hacerse cargo de las consecuencias que tienen nuestras
acciones, tiene que ver con las repercusiones sociales de los medios de comunicación, pero
también con las formas de narrar, con las interacciones y con las regiones, con la atención y
las necesidades de niños y jóvenes”.
137 Ramírez L, Julianna. Responsabilidad social en los medios de comunicación: ¿utopía o realidad? Algunos pasos a tomar en
cuenta para lograr una adecuada gestión.
138 Santos, Rafael. “Medios, calidad y responsabilidad social”. Exposición realizada en la Conferencia de Televisión
Pública: del consumidor al ciudadano. Bogotá, El Tiempo, 23 de noviembre de 2002.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

Esa función social del periodismo en un escenario como el que afronta


nuestro país, debe procurar contribuir a generar espacios de tolerancia, de
diálogo, de resiliencia. Donde la esperanza y no el odio y el resentimiento
encuentren acogida en el colectivo. No es una tarea fácil, pero los medios
de comunicación son vitales en ese tránsito. Su influencia en la sociedad, el
mensaje que transmiten, el lenguaje utilizado pueden ser de gran ayuda en
estos momentos. La prensa debería ser un instrumento en la búsqueda de la
paz. Ello no implica negarse a transmitir la realidad del acontecer nacional,
pero si puede –y debe– generar espacios donde el perdón y la reconciliación,
hagan parte de nuestros compromisos, de todos, no solo de los actores en el
marco del conflicto.

La normalidad que nos identifica es colocar los polos y definir desde ellos
las posiciones lejanas que corresponden, mostrar las tesis de los actores
enfrentados durante décadas de conflicto. El centro está ausente para las
partes porque ellas se ubican en los extremos. Los periodistas reflejan esa
polaridad cuando colocan como una de sus pautas de conducta el consultar
a las partes que, obviamente, tienen planteamientos radicalmente opuestos.

Los medios, en consecuencia, establecen una distancia del camino de


reconocernos como país, como regiones, con culturas variadas, en la
proclamación de la Constitución Política de que “El Estado reconoce y
protege la diversidad étnica y cultural de la nación” (art. 7º). Esta debería
ser la norma de conducta o, en los términos expresados, de la calidad de la
información que llega a los usuarios de los mensajes.

Solo se mencionan dos lineamientos que han sido útiles para comprender
el ejercicio del periodismo. Uno es el Manual para cubrir la guerra y la paz que
ha sido un producto conjunto de la Conferencia Episcopal de Alemania,
FESCOL, la Embajada de Alemania y la Fundación para un Nuevo
Periodismo Iberoamericano (1999). El libro inicia con la relación de los
actores, sus acciones, el lenguaje utilizado, las normas y los escenarios.
Finalmente describe las normas de autoprotección para los periodistas que
cubren información de guerra y paz. Sin duda, es un avance importante en
colocar parámetros que puedan servir de guía para todos los comunicadores
de tal suerte que comulguen con los mismos criterios y desarrollen su
actividad dentro de un marco común. Ello no significa que deban restringir
138 su iniciativa y creatividad y se sientan constreñidos y vigilados en el
cumplimiento de las guías mencionadas. Se trata, más bien, de criterios 139
amplios, pero orientadores, de pautas preventivas a sabiendas de los riesgos
que se corren no solo por acceder a los escenarios de los combates sino a
las consecuencias derivadas de los productos periodísticos una vez ellos
sean difundidos.

El otro lineamiento que ha marcado una pauta de conducta para los


periodistas es el Manual de cubrimiento periodístico responsable del desplazamiento
forzado interno (2005), publicado por la Corporación Medios para la Paz

Gina Paola Vizcaíno Gutiérrez


con apoyo técnico de la Organización Internacional para las Migraciones
(OIM) y con el apoyo financiero de la Agencia de los Estados Unidos
para el Desarrollo Internacional (USAID). Es una síntesis de ocho talleres
con 250 periodistas enfocados en la información sobre el desplazamiento
forzado. El objetivo fue crear una herramienta orientada no solo a
comprender el desplazamiento forzado sino a cubrir la información
con más calidad, vale decir en relación con las obligaciones del Estado
y de los demás actores en medio del conflicto. Ha sido una respuesta
a la necesidad de informar sobre hechos que ocurren en los diferentes
escenarios del conflicto generado por actores armados ilegales. Guías
y lineamientos como estos han insistido en la responsabilidad y en el
profesionalismo, en la función social y en la información de calidad en
los términos mencionados. Ellos, como otros similares, han delineado
unas pautas de comportamiento profesional que siguen siendo útiles y
necesarias en esta fase de desarrollo del conflicto y en el escenario de dar
por terminada la confrontación de 65 años en el país.

Los maestros siempre son referencia para el desarrollo profesional. Dos citas
de dos maestros del periodismo sirven como cierre del capítulo; una es de
Juan Gossaín y la otra de Javier Darío Restrepo. La idea no es cerrar el tema
sino abrir un camino al postacuerdo de La Habana.

“…Antiguamente la ética del periodismo era como la de cualquier otra profesión,


un problema entre el profesional con su conciencia. Pero aclaro que hoy en día
no sucede así, sino que la ética profesional del periodismo es ahora un problema
entre el periodista, su conciencia y la comunidad. Es un problema social. El
periodismo puede hacer tanto bien y tanto mal sobre el cuerpo de la sociedad, que
tiene que responder a la sociedad. Ya no se trata solo de la libertad de prensa,
sino de la responsabilidad de prensa. El periodista tiene la libertad de informar.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

Pero tengo además, la obligación de hacerlo bien, correctamente, honradamente,


oportunamente, verazmente e independientemente…” 139.

Gossaín se refiere a su reclamo constante por la calidad. Tres años después de


la entrevista citada era más contundente: “Nunca había visto a la prensa revuelta
en el mismo fango que los políticos”140.

Resaltando la importancia de los medios en la sociedad, Javier Darío Restrepo


sostuvo: “En la medida que los periodistas descubran que están ejerciendo su labor
únicamente para provecho de una persona, un partido o un gobierno, dicho ejercicio se
degrada. Pero cuando uno entiende que su trabajo es para el bien de una sociedad y está
promoviendo los valores de esta, ha ganado, su oficio lo dignifica y uno dignifica al oficio”.
Porque, finalmente, “el periodismo no es un poder, es un servicio…”141.

139 Gossaín, J. Juan Gossaín reflexiona sobre la ética periodística en entrevista radial, 2011. En http://eticasegura.
fnpi.org/2011/12/12/juan-gossain-reflexiona-sobre-la-etica-periodistica-en-entrevista-radial/
140 Gossaín, J. “Nunca había visto a la prensa revuelta en el mismo fango que los políticos”. Entrevista con Wilfred
Arias. Las 2 Orillas, 22 mayo 2014.
141 Restrepo, J. D. “El periodismo no es un poder, es un servicio”. Entrevista con Melissa Zuleta Bandera, El
Heraldo, 02 de octubre de 2014. En http://www.elheraldo.co/tendencias/el-periodismo-no-es-un-poder-es-un-
140 servicio-javier-dario-restrepo-168450
PRIMERA PARTE

COMPONENTE PAZ

CAPÍTULO I
¿PAZ CON DIGNIDAD?
143

¿PAZ CON DIGNIDAD?

Ángela Yaneth Galvis Ardila


Ángela Yaneth Galvis Ardila*

«Yo no hablo de venganzas ni de perdones,


el olvido es la única venganza
y el único perdón».

Jorge Luis Borges.

INTRODUCCIÓN

Los colombianos vivimos donde las palabras «violencia», «guerra», «conflicto


armado interno», «guerrilla» y otras por el estilo son como nuestra sombra y
están tan grabadas en nuestro lenguaje, que ya ni siquiera nos detenemos a
pensar en la magnitud de sus definiciones, pero aún más, en la magnitud de sus
consecuencias, justo como aquello de que se hablaba en clase de metafísica:

“Cuando bajamos la escalera no tenemos conciencia propiamente tal de cada escalón, pero
contamos con todos ellos; y en general, de la mayor parte de las cosas que existen para
nosotros no tenemos conciencia, pero contamos con ellas”142.

*
Abogada especialista en instituciones jurídico-penales, así como en investigación criminal y juzgamiento
en el Sistema Penal Acusatorio. Fue abogada asesora en el Consejo Seccional de la Judicatura y del Tribunal
Superior de Bogotá en su Sala Penal. Actualmente es docente de la Universidad Manuela Beltrán y está adscrita
a la Defensoría del Pueblo como defensora pública de la Unidad de Postulados, Regional Bogotá. Contacto:
angalvisardila@hotmail.com
142 Ortega y Gasset, José. Unas lecciones de metafísica, 4ª. ed., Madrid, Alianza, 1996, pp. 47 y 48.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

Palabras como esas son parte de nuestro paisaje gramatical que, si bien
parece una constante difícil de abandonar, la tarea consiste justamente en
que las generaciones próximas solo las tengan como referentes históricos y
empecemos a construir una sociedad en paz; pero una paz verdadera, no una
entelequia en nombre de la cual se escondan intereses oscuros.

144
145

1. Antecedentes históricos

Ángela Yaneth Galvis Ardila


Como han sido varios los momentos y las condiciones históricas en que ha
habido acercamientos entre la guerrilla de las FARC y el Gobierno colombiano,
resulta necesario examinar, de manera somera, dichos acercamientos, pero
antes, hagamos un poco de memoria sobre los orígenes de la guerrilla de las
FARC.

La llamada Guerra de los Mil Días fue una confrontación que dejó entre 1899
y 1902 más de 100.000 muertos, que se produjo por la exclusión de la que
fueran objeto los grupos minoritarios de la posibilidad de acceder al poder
por la vía política en la Constitución de 1886.

Posteriormente, el presidente Ramón González Valencia logró cambiar


tenuemente los mecanismos de elección y participación, los cuales, a pesar de
ello, siguieron monopolizados por los dos partidos tradicionales, el Liberal y
el Conservador, con lo cual la clase trabajadora, que ya emergía como factor
de poder, no tenía otra opción diferente a matricularse en uno de ellos.

Con estos elementos se configuró el cuadro general de lo que sería la


concepción del Estado y del ejercicio del poder en lo que siguió de nuestra
historia.

La tierra no se concibió como algo para ser distribuido o entregado a quienes


tuvieran la voluntad y la posibilidad de explotarla, sino para acumularla
junto a inmensas fortunas propias de los más acaudalados o socialmente
privilegiados, como la Iglesia Católica, enormemente favorecida durante los
gobiernos de la hegemonía conservadora.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

En 1915 se presentó el primer gran levantamiento de reivindicación de


derechos sobre la tierra, siendo el indígena paez Manuel Quintín Lame quien
reclamó al Estado la propiedad de los resguardos indígenas arrebatados a
la comunidad, quien pidió además la prohibición de la figura del terrajero,
aquella cínica forma de esclavitud y encarcelamiento en la que los indígenas
recibían las mismas tierras que les habían sido usurpadas, a cambio de
un canon de arrendamiento denominado terraje, para vivir en ellas y
usufructuarlas únicamente con cultivos de pancoger, es decir, aquellos
limitados a la satisfacción alimentaria de quienes los siembran y que, por ende,
son insuficientes para ser comercializados, tierras de las cuales no podían salir
sin permiso del propietario y para asuntos exclusivamente suyos. Producto
de su levantamiento, Lame fue encarcelado y quince de sus acompañantes
asesinados.

Cuando el Partido Liberal subió al poder con Alfonso López Pumarejo, se


promulgó la ley 200 de 1936, el mayor intento por generar propietarios de
tierras, norma según la cual solo quienes demostraran títulos originales serían
reconocidos como dueños, lo cual enfrentó a aparceros y campesinos contra
los terratenientes, pues los primeros sabían que estos carecían de tales títulos,
situación que condujo al gobierno a crear un mecanismo de resolución de dicho
conflicto, pero, como siempre, a favor de quienes ostentaban poder social y
económico, pues la titularidad quedó reservada a quienes demostraran posesión
en el tiempo, es decir, ya no el simple título, sino actos efectivos de dominio,
aparente solución que esfumó la posibilidad de que las grandes extensiones de
tierra fueran redistribuidas entre quienes las requerían para trabajarlas.

Posteriormente, ya asomándose los primeros intentos de industrialización


e invirtiéndose en infraestructura vial, los índices económicos se inclinaban
positivos por el surgimiento del café como sector alternativo de riqueza, pero
el país seguía con este panorama de no inclusión de grandes sectores del país.
El alto nivel de inconformismo llevó a que la población en general apoyara
el discurso de Jorge Eliécer Gaitán Ayala, cuya ideología igualitarista abogaba
por medidas que acabaran la segregación. Su muerte fue producto de ese
liderazgo, pues se había convertido en un problema para quienes, además
de ostentar enorme poder social, político y económico, se beneficiaban con
medidas que les permitían conservar los amplios privilegios de que gozaban,
146 en contra de la más elemental noción de progresismo social.
La execrable práctica de eliminación física del contrario nuevamente se puso 147
de manifiesto con este lamentable hecho, aunque lo que vino después superó
cualquier marca hasta entonces impuesta. En lugar de iniciar rutas distintas
de pacificación de los sectores afectados, los gobiernos de Mariano Ospina
Pérez y Laureano Gómez Castro crearon formas de violencia “oficiales” en
contra de los liberales con la creación de los “pájaros” y los “chulavitas”,
las “guerrillas de paz”, nada menos que asesinas fuerzas paramilitares
aniquiladoras de su contradictor político con altos niveles de sevicia, cuyas
crueles formas de matar son paradigmáticas.

Ángela Yaneth Galvis Ardila


Esta época de violencia bipartidista trajo como consecuencia, en un período
de cinco años, la muerte de aproximadamente 200.000 personas, la usurpación
de al menos 400.000 predios y más de dos millones de migrantes.

Apareció, entonces, la alternancia conservadora y liberal en el poder como


solución a los altos niveles de violencia, pero a la vez el golpe militar de
Gustavo Rojas Pinilla, quien convenció a algunos grupos de guerrillas
liberales para que se desmovilizaran, con el propósito de, ya inermes,
asesinarlas cobardemente al no haber podido reducirlas en combate, celada
que, entre otros, sufrieron Dumar Aljure Rivas y Guadalupe Salcedo. Rojas
Pinilla decretó, además, la ilegalidad del comunismo y persiguió todo aquello
que no fuera católico.

Las guerrillas de corte comunista del sur del Tolima que se habían
desmovilizado, pero sin abandonar las armas, retornaron a la clandestinidad
pero con el apoyo del partido comunista, que debió combinar todas las
formas de lucha para sobrevivir. La persecución continuó y se establecieron
pequeños espacios en la geografía nacional adonde llegaron los expulsados
de la violencia estatal y paramilitar, como fue el caso del inmenso grupo de
campesinos desplazados de Villarrica (Tolima), organizados con la intención
de buscar en los extramuros de las urbes posibilidades de obtener un pedazo de
tierra para trabajarla, pero fueron nuevamente atacados en forma desmedida
por el ejército colombiano, acción planteada en términos ideológicos como
una guerra de la democracia contra el comunismo invasor. Las cifras muestran
que cerca de 16.000 soldados fueron enviados a combatir las denominadas
«repúblicas independientes», integradas por personas que no sumaban ni la
centésima parte de ese número.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

Así nacieron las FARC y, a partir de ese momento, alrededor de 1962, los
únicos intentos de paz fueron aquellos hechos con el propósito de reducirlas
con violencia, repitiendo el error histórico que ya se había presentado. Tal vez
el hecho más notorio es el Estatuto de Seguridad impuesto por el gobierno
de Julio César Turbay Ayala, en obediencia a la política de seguridad nacional
impuesta por los Estados Unidos, que buscaba combatir el “enemigo interno”.

148
149

2. Procesos de negociación entre el estado

Ángela Yaneth Galvis Ardila


colombiano y farc-ep

2.1. Pero en 1982, con la llegada a la Presidencia de la República de Belisario


Betancur y dado el fracaso en el intento de finalización del conflicto por la
vía armada, se abordó el problema de forma diferente y se buscó la solución
en la negociación y profundización en el conocimiento de las causas del
conflicto, perspectiva que dio lugar a una agenda de diálogos con cada uno de
los grupos alzados en armas, entre ellos, la guerrilla de las FARC.

La agenda que se estableció en dicho acercamiento fue la siguiente:

«CASA VERDE:

Acuerdos de La Uribe. Con el fin de afianzar la paz nacional, que es el


requisito indispensable para la prosperidad y el desarrollo general del pueblo
colombiano, y para lograr el avance de la actividad social y económica sobre
bases de libertad y de justicia, la Comisión de Paz y las Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Colombia, FARC-EP, acuerdan los siguientes puntos.

1. Las FARC-EP ordenarán el cese al fuego y demás operativos militares a


todos sus frentes en el país, a partir del día 28 de mayo de 1984 a las 0:00
horas, fecha que podrá posponerse, como máximo, hasta por dos meses si
fuere necesario. La orden de que antes se habla se mantendrá indefinidamente
si el señor presidente de la República, doctor Belisario Betancur, corresponde
a este gesto efectivo de paz con una orden semejante suya, dada a todas las
autoridades civiles y militares bajo su jurisdicción, en la oportunidad debida.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

2. Las FARC-EP condenarán y desautorizarán nuevamente el secuestro, la


extorsión y el terrorismo en todas sus formas y contribuirán a que termine
su práctica, como atentados que son contra la libertad y la dignidad humanas.

3. La orden del señor presidente de la República se cumplirá únicamente


respecto de los grupos y personas que acaten y respeten estas bases y no
infrinjan la ley penal.

4. Una Comisión nacional amplia y representativa de las fuerzas implicadas


en los enfrentamientos, designada por el señor Presidente de la República,
será encargada de la verificación de todas las disposiciones contenidas en
este Acuerdo, con la finalidad de consolidar el proceso de pacificación. La
Comisión creará subcomisiones en Florencia (Caquetá), Vistahermosa (Meta),
Barrancabermeja (Santander), Saravena (Arauca), Santa Marta (Magdalena),
Medellín (Antioquia), Neiva (Huila), Orito (Putumayo), y Cali (Valle), y
podrá asesorarse de personas extrañas a ella para estudiar, con su concurso,
en las regiones o sitios en que fueren conducentes sus servicios, las quejas
o reclamos por hechos que pudieren interferir al anhelo nacional de paz y
seguridad. La Comisión funcionará por todo el tiempo que fuere necesario y
podrá acordar sus propios reglamentos.

5. La Comisión nacional de verificación funcionará en Bogotá, y se trasladará


periódicamente para sesionar, con plenas garantías de acceso y libre tránsito,
a una de las siguientes localidades, a elección del señor presidente de la
República: a) San Juan de Arama, Granada, Vistahermosa, (Meta); b) San
Vicente del Caguán (Caquetá); c) Colombia (Huila); d) Dolores y Prado
(Tolima), y e) La Uribe (Meta).

6. El gobierno dotará a la Comisión de todos los elementos necesarios de


comunicación para el mejor desempeño de sus funciones y expedirá a sus
miembros las credenciales indispensables para garantizar su libre tránsito y
seguridad.

7. Cuando a juicio de la Comisión Nacional de Verificación, hayan cesado los


enfrentamientos armados, se abrirá un período de prueba o espera de un (1)
año para que los integrantes de la agrupación hasta ahora denominada Fuerzas
150 Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC-EP), puedan organizarse
política, económica y socialmente, según su libre decisión. El gobierno 151
les otorgará, de acuerdo con la Constitución y las leyes, las garantías y los
estímulos pertinentes. Durante este mismo período el gobierno tomará las
medidas necesarias para restablecer en las zonas de violencia la normalidad
civil.

8. Los integrantes de las FARC-EP podrán acogerse a los beneficios de la Ley


35 de 1982 y decretos complementarios, cuando llenen las condiciones en
ella y en ellos establecidos. En el Plan Nacional de Rehabilitación el gobierno

Ángela Yaneth Galvis Ardila


dará prelación a los colombianos que han padecido, directa o indirectamente,
los estragos de la violencia y estimulará la creación de los medios jurídicos
necesarios para el restablecimiento de derechos injustamente conculcados
como consecuencia de la alteración del orden público y la inseguridad social.

9. La Comisión de Paz da fe de que el gobierno tiene una amplia voluntad


de: a. Promover la modernización de las instituciones políticas, dirigida a
enriquecer la vida democrática de la nación, e insistir ante las Cámaras en
la pronta tramitación de los proyectos sobre reforma política, garantías a la
oposición, elección popular de alcaldes, reforma electoral, acceso adecuado
de las fuerzas políticas a los medios de información, control político de la
actividad estatal, eficacia de la administración de justicia, impulso al proceso de
mejoramiento de la administración pública y nuevas iniciativas encaminadas a
fortalecer las funciones constitucionales del Estado y a procurar la constante
elevación de la moral pública. b. Impulsar vigorosamente la aplicación de
una política de reforma agraria en reconocimiento a que los problemas de la
tierra están presentes en los actuales conflictos sociales, y las demás acciones
de las agencias del Estado dirigidas a ampliar permanentemente los servicios
al campesinado para mejorar la calidad de vida y la normal producción de
alimentos y de materias primas para la industria, para lo cual dispone del
instrumento jurídico contenido en el artículo 32 de la Constitución Nacional,
que establece la dirección de la economía por el Estado. c. Robustecer y
facilitar la organización comunal, de usuarios campesinos y de indígenas,
las asociaciones cooperativas y sindicales, a favor de todos los trabajadores
urbanos y rurales, así como sus organizaciones políticas. d. Hacer constantes
esfuerzos por el incremento de la educación a todos sus niveles, así como
de la salud, la vivienda y el empleo. e. Mantener su propósito indeclinable
de que para la protección de los derechos que a favor de los ciudadanos
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

consagran la Constitución y las leyes y para la conservación y restablecimiento


del orden público, solo existan las fuerzas institucionales del Estado, de
cuyo profesionalismo y permanente mejoramiento depende la tranquilidad
ciudadana. f. Promover, una vez restablecida la paz, y tal como ocurrió en
otras oportunidades, iniciativas para fortalecer las mejores condiciones de la
fraternidad democrática, que requiere perdón y olvido, y del mejor estar en lo
económico, político y social de todo el pueblo colombiano.

10. La Comisión de Paz estima que los enunciados anteriores representan


un notable mejoramiento de las condiciones objetivas para la acción política
y electoral y reitera su invitación a los sectores comprometidos en acciones
disturbadoras del orden público, a que se acojan a la normalidad y apliquen sus
talentos y prestigio a la conquista de la opinión pública por procedimientos
democráticos y pacíficos.

11. El presente Acuerdo será válido respecto de cualquiera otro grupo alzado
en armas que exprese su decisión de acogerse a él, previa manifestación de
tal voluntad hecha al gobierno por intermedio de la Comisión de Paz. Para
facilitar la adhesión a este Acuerdo de los grupos que deseen hacerlo, se
realizará una reunión con todos ellos en el lugar y la fecha que las partes
convengan.

12. Este Acuerdo, para su validez, requiere la ratificación del señor Presidente
de la República. Para constancia se firma el presente documento en La Uribe,
municipio de Mesetas, departamento del Meta, a los 28 días del mes de marzo
de 1984.

Por la Comisión de Paz: John Agudelo Ríos, presidente – Rafael Rivas Posada
– Samuel Hoyos Arango – César Gómez Estrada – Alberto Rojas Puyo –
Margarita Vidal de Puyo. Por el Estado Mayor de las FARC-EP: Manuel
Marulanda Vélez – Jacobo Arenas – Jaime Guaraca – Raúl Reyes – Alfonso
Cano»143.

Es sabido que este acuerdo no logró su concreción por la férrea oposición de


sectores económicos, políticos y sociales que atacaron el proceso.

152 143 Debo la transcripción a Henry Cuervo de la Fundación Nuevo Arco Iris.
2.2. En el gobierno del presidente César Gaviria Trujillo, durante el cual de 153
nuevo hubo un acercamiento, fue atacado el comando de las FARC apostado
en La Uribe (Meta), acción que las empujó a ir más allá de la frontera agrícola,
encontrándose con el negocio del narcotráfico, aspecto que profundizó el
conflicto porque generó los recursos que no se tenían.

Las negociaciones se trasladaron a Tlaxcala (México), pero no se tradujeron


en algo concreto, por cuanto el gobierno no dio muestras de querer ceder
a las pretensiones de los alzados en armas y ambas partes se retiraron de la

Ángela Yaneth Galvis Ardila


mesa.

2.3. Durante su campaña presidencial de 1998, Andrés Pastrana Arango señaló


como principal objetivo de su eventual mandato el de conseguir la paz con las
FARC. Elegido por una apretada mayoría de sufragantes obtenida en segunda
vuelta electoral, en buena medida proveniente de la ilusión de conseguir la
desmovilización del grupo guerrillero y del espejismo de que toda la violencia
proviene de él, desde su primer día de gobierno Pastrana comenzó la ejecución
de tal promesa de campaña, para cuya consecución ordenó el despeje de 42.000
kilómetros cuadrados de territorio colombiano, incluidos los municipios de La
Macarena, La Uribe, Mesetas, Vista Hermosa y San Vicente del Caguán, pero,
tras cuatro años de conversaciones dándole especial importancia a la llamada
“comisión internacional de verificación”, el Gobierno dio por terminadas
unilateralmente las conversaciones sin llegar a acuerdo alguno, por un
acontecimiento internacionalmente signado de terrorista: el secuestro del avión
donde viajaba el senador Jorge Eduardo Géchem Turbay, como lo comunicó al
país directamente el Presidente de la República:

“… hoy se ha rebosado la copa de la indignación. Por una parte, secuestraron


un avión comercial en pleno vuelo –un delito internacional catalogado como
terrorismo– y retienen en este momento al senador Jorge Eduardo Géchem
Turbay, Presidente de la Comisión de Paz del Senado, con lo que llegan a 5 los
congresistas secuestrados por las Farc”.

Los asuntos que compusieron la agenda de dicho acercamiento fueron los


siguientes:

1. Solución política al conflicto.


“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

2. Derechos humanos.
3. Política agraria integral.
4. Explotación y conservación de recursos naturales.
5. Estructura económica y social.
6. Reformas a la justicia, la lucha contra la corrupción y el narcotráfico.
7. Reformas políticas para la ampliación de la democracia.
8. Reformas del Estado.
9. Acuerdos sobre DIH.
10. Fuerzas Militares.
11. Relaciones internacionales.
12. Formalización de acuerdos144.

2.4. Aunque entre el 7 de agosto del 2002 y el 6 de agosto del 2010 no hubo
acercamientos formales entre la guerrilla de las FARC y el gobierno en
procura de una salida negociada al conflicto, cuya real existencia, inclusive, fue
reiteradamente negada por aquel, por lo menos en el discurso el presidente
Álvaro Uribe Vélez abrió la puerta para una eventual desmovilización
guerrillera, pero única y exclusivamente dentro del marco de la Ley 975 del
2005, cuyos deberes de verdad, justicia, reparación y no repetición no atrajeron
a los dirigentes de esa guerrilla, al punto que, existiendo aún el mecanismo,
actualmente se hallan negociando su desmovilización con el gobierno del
presidente Juan Manuel Santos Calderón.

Ante este panorama sin fin y luego de haber corrido ríos inútiles de sangre, las
opciones que quedaban eran o nuevamente sentarse a dialogar o terminar de
destruir este país como está sucediendo con Siria en la actualidad. Por fortuna,
teniendo como derrotero los fracasos anteriores, gobierno y FARC acordaron
secretamente el inicio de las conversaciones, anunciadas públicamente en el
2012.

154 144 Debo esta síntesis a Henry Cuervo de la Fundación Nuevo Arco Iris.
155

3. Paz con dignidad

Ángela Yaneth Galvis Ardila


Han sido cuatro años de reuniones y mesas de discusión, en las cuales se
ha llegado a unos puntos básicos de acuerdo que fueron declarados en
septiembre de 2015 y que apuntan a la construcción de un ‘sistema integral
de verdad, justicia, reparación y no repetición’, un cuádruple componente
para la paz que actualmente es materia de desarrollo conjunto en dicha mesa.

Se habla de una Jurisdicción Especial para la paz, una justicia transicional que
ha funcionado en muchas partes del mundo (en Colombia con la Ley 975 de
2005) y que, en teoría, hará transitar al país de manera gradual, pero firme, de
una situación irregular de conflicto a la normalización de una vida civilizada
y en paz.

Recientemente Iván Márquez, jefe de la delegación de paz de las FARC-EP en


la mesa de La Habana, afirmó:

“Para que el proceso de paz alcance nuevas metas, se necesita que el pueblo de
Colombia lo siga empujando hacia adelante, con más pasión, porque es ahora o
nunca que tendremos paz con dignidad”.

Sí, paz con dignidad, y entonces surgen una serie de interrogantes, entre
otros: ¿paz con dignidad? ¿La dignidad de quién? ¿Qué dignidad? ¿Cuál es el
precio de esa dignidad?

Leyendo y partiendo de la aceptación de los puntos por ambas partes,


puede entenderse que estamos frente a un proceso que mira los aspectos
de la guerra dentro de una concepción humanista y que pretende enfrentar
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

el futuro sin materias pendientes, no dejando ciudadanos inconformes que


sigan aumentando los niveles de violencia por no ser tenidos en cuenta. Sin
embargo, resulta claro y sumamente peligroso que las causas estructurales
que dieron origen a este conflicto aún subsisten.

Colombia es, y ha sido, uno de los países en el mundo con mayor inequidad
en la distribución de la riqueza y de oportunidades, de manera que hasta no
alcanzar un remedio real a esta problemática que hemos padecido unos más
que otros, vendrán más grupos, en infinita sucesión, a retomar las banderas
abandonadas por sus antecesores.

A lo anterior se suma la intolerancia de quienes han padecido el accionar de


los diferentes grupos armados y su imposibilidad de olvidar los perjuicios
sufridos, quienes, al no sentirse reparados con unos pocos años de prisión
impuestos a los desmovilizados, buscan el restablecimiento de sus derechos
mediante la retaliación, lo cual ocurrió, como vimos, en el gobierno de
Gustavo Rojas Pinilla, pero también en los de Álvaro Uribe Vélez y Juan
Manuel Santos Calderón, pues no pocos de los desmovilizados al amparo de
la Ley 975, han sido por lo menos seriamente amenazados de muerte cuando
no ya ajusticiados.

Para que en nuestro país pueda hablarse de paz, pero de paz con dignidad y
no solo de un silenciamiento temporal de las armas, deben tomarse medidas
políticas de fondo que impacten real y positivamente la brecha que no deja de
crecer entre ricos y pobres; entre campo y ciudad; entre los que tienen y no
tienen; entre los ‘nutridos’ y los ‘desnutridos’; entre los ‘bien educados’, los
‘mal educados’ y los que ni siquiera conocen la educación; entre los círculos
del poder y los que aspiran válidamente a entrar en ellos; en definitiva, entre
los habitantes del ‘Estado del malestar’ y los del ‘Estado del bienestar’. Todo
este maremágnum es la espiral de violencia que genera más violencia, el caldo
de cultivo para las nuevas generaciones de insurrectos que creerán, de manera
equivocada, que se puede combatir un mal real con un mal mayor.

Es por eso que resulta esperanzador –menos para los protagonistas nacionales
y extranjeros de la guerra, o sea, quienes viven y se lucran de ella– que se
hayan acordado aspectos como el de la formalización de tierras, necesario
156 desde toda perspectiva política, pues, como se sabe, más de la mitad de tierras
apropiables no está legal y formalmente titularizada, lo que no permite un 157
adecuado mercado de tierras y de inversión en las mismas.

También la dignificación de la fuerza laboral campesina, carente de protección para


los diferentes riesgos a que está expuesto cualquier trabajador, como la enfermedad,
la invalidez, el tedio, la vejez y la muerte, aparte de la condición de miseria que padece.

La creación de tierras para la paz con las expropiadas a usurpadores palmicultores


y narcotraficantes, para entregárselas a mujeres cabezas de familia, discapacitados

Ángela Yaneth Galvis Ardila


y desposeídos sin oportunidad de acceder a propiedad inmobiliaria, al menos en
principio es una manera práctica y pacífica de distribución de la tierra, pues para
nuestra tradición sería sacrílego “quitársela” a los terratenientes para dársela a
los que no la tienen, con lo cual se generarían nuevos focos de violencia.

No hay duda de que todo esto enriquece el proceso y denota la madurez de


las partes, quienes han aprendido de los errores históricos y han buscado
subsanarlos a través de un proceso serio, comprometido, bien agendado,
enfatizado en los problemas del pasado para evitar su repetición, llenando
de garantías todos los detalles y entendiendo parte y parte que estamos
agobiados de esta historia de violencia tan larga y aterradora, de zonas
apartadas, de población invisible, de muertos sin que existan responsables, de
desaparecidos, de gente muriendo en el olvido, en la pobreza, no clasificada,
de privilegios de unos pocos, de sufrimiento de muchos, de segregaciones,
de falta de oportunidades, de un Estado que atropella, de una fuerza asesina
oscura y alternativa, de miedo, de marginalidad, de impunidad, de exclusión.
En definitiva, de vivir una vida sin dignidad, que es una de las formas más
atroces de manifestación de la muerte.

La dignidad de quién, quedó planteado como interrogante, y desde estas


líneas esperamos que sea la de las millares de miríadas de víctimas de lado y
lado que han quedado regadas –eufemismo de descuartizamiento, mutilación,
vejación, olvido, relegación, escarnio, desplazamiento, pique, léase bien,
pique145– a lo largo y ancho del territorio nacional, como consecuencia de esta
«horrible noche» de más de cincuenta años.

145 Término acuñado por los medios de comunicación para los cadáveres que son divididos en pequeñas partes que
facilitan su ocultamiento, que sin asombro también utilizamos como los escalones de la escalera, como el aire
que respiramos sin preguntarnos siquiera si lo tendremos para la siguiente inhalación.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

Pero es obvio que Márquez, cuando habla de paz con dignidad, también
se refiere a la de todos y cada uno de sus hombres, que por tan distintas
razones entraron a engrosar las filas de una guerrilla tan longeva y autora de
tantos hechos espantosos. Esta dignidad de quienes se han alzado en armas,
además de ser parte de los estándares básicos de una justicia transicional,
debe tomarse como el precio cobrado a la sociedad colombiana por obtener
un bien y no de cualquier género. Se dice que debe escogerse entre dos males
el menor y la concesión de esa dignidad, en este caso, es el mal menor.

El énfasis puesto por Iván Márquez en que una paz solo puede ser con
dignidad, diferencia a las FARC de los muchos grupos violentos que por
la vía armada buscan la imposición de sus intereses, pues muestra una
fundamentación ideológica dirigida a alcanzar un régimen económico, político
y social considerado mejor para el país, mas no a la simple protección de
mezquinos intereses generalmente económicos, circunstancia que diferencia
la delincuencia común de la política y que hace inaceptable cualquier intento
de negociación con la primera.

De ahí que las FARC no conciban su simple e incondicionada rendición como


la exigía el gobierno de la seguridad democrática, que en manera alguna
habría constituido para ellas una paz con dignidad; no se lucha, no se sufre
durante más de cincuenta años solo por dinero, para al final de ellos y al verse
frustrado el intento de acceder al poder, simplemente decir: me cansé, aquí
están mis armas y métanme a la cárcel que bien me lo merezco.

Esto también diferencia a la delincuencia común de la política, que utiliza


a la primera como medio y no como fin, en donde radica la legitimidad
de que el indulto y la amnistía sean aplicables a delitos graves como el
homicidio, la extorsión y el porte ilegal de armas, siempre y cuando sean
realmente conexos con los políticos, entre otras cosas y como hasta la misma
Corte Constitucional lo ha reconocido, porque a punta de simple discurso
es imposible rebelarse contra un régimen constitucional defendido por un
enorme ejército patrocinado con los impuestos de toda la nación.

158
159

Conclusiones

Ángela Yaneth Galvis Ardila


Muchísimos años lleva esta guerra inútil como para solucionarla afanosamente
y de cualquier manera, dirigida en contra de la población por ambas partes en
conflicto, con una cifra de muertos que nadie puede contar, con millones de
seres humanos viviendo en el desarraigo, en la tristeza y hasta de la caridad,
deambulando por nuestras ciudades, con historias desgarradoras que de
tantas parecen infinitas, de ahí que resulta más que urgente, necesaria la firma
del acuerdo que lleve a la desmovilización de las FARC, para iniciar un proceso
auténtico de perdón que nos libere a todos, a victimarios, víctimas y simples
espectadores, a actores protagónicos y pasivos del conflicto, de las cargas de
violencia que atraviesan todas las instancias de nuestra vida personal y social,
y amenaza con ahogar el deseo auténtico de paz que albergamos por estos
días la mayoría de colombianos.

Solo así podremos encontrarnos y mirar al futuro con la esperanza de ver


algo nuevo y distinto de lo sufrido en estos años ininterrumpidos de sangre
que nos han llenado de hastío y horror, y si eso es la paz con dignidad, pues
bienvenida sea.
CAPÍTULO II
LA JUSTICIA TRANSICIONAL EN
COLOMBIA: ¿DE LAS COMISIONES
DE LA VERDAD Y LA JUSTICIA
RETRIBUTIVA A UN SISTEMA
TRANSICIONAL MIXTO?
163

Andrés Mauricio Vela Correa


La justicia transicional en colombia: ¿de
las comisiones de la verdad y la justicia
retributiva a un sistema transicional mixto?

Andrés Mauricio Vela Correa*

INTRODUCCIÓN

Las guerras han acompañado a la humanidad desde los orígenes mismos de la


prehistoria, aunque solo tengamos noticia de ellas a partir de la invención de la
escritura, en particular desde el año 4.500 a.C., cuando quedó registrada la primera
de su especie en unas tablillas cilíndricas sumerias que dan cuenta del enfrentamiento
entre Lagash y Umma, considerada por los historiadores como la primera guerra
documentada de la historia.

Pero por supuesto, no fue la primera guerra. Los neandertales fueron extinguidos por
los homo sapiens, en un episodio que constituiría el primer genocidio de la humanidad,
como la ciencia parece confirmarlo, dejando así en evidencia la naturaleza belicosa
del ser humano, como si este rasgo estuviera inscrito en su genotipo.

Muchas guerras se han desatado y sucedido desde el pasado, provocando


innumerables pérdidas de vidas humanas, lesiones corporales y emocionales
insalvables, y cantidad de víctimas abandonadas a su suerte. Pero ello no significa

*
Abogado de la Pontificia Universidad Javeriana.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

que el hombre haya carecido de discernimiento para distinguir el mal del bien, para
diferenciar lo bueno de lo malo. Esa capacidad para reconocer lo uno y lo otro,
ha sido intemporal. Incluso, desde siempre han existido códigos de ética militar,
escritos o no, que han refrenado los abusos o desmanes de quienes han intervenido
o participado en las guerras.

Así llegó a conceptualizarse el Ius ad bellum, el Ius in bello y el Ius post bellum; a partir
de las teorías de la guerra justa, ya acuñadas desde la antigüedad (Cicerón, Platón,
Aristóteles…), y revividas por Santo Tomás, Francisco de Vitoria, Luis de Molina,
Domingo de Soto, Diego de Cobarruvias, Francisco Suárez….

Porque la guerra, como acto de violencia, es esencialmente inmoral, y por lo mismo,


debe existir una razón lo suficientemente poderosa que la justifique (Ius ad bellum);
pero una vez desatada, por el motivo que fuere, deben existir unas reglas que la
disciplinen o regulen a fin de que los daños derivados de ella sean los menos posibles
(Ius in bello), y una vez culminada la confrontación debe existir un acuerdo o pacto de
paz, y un mecanismo para asegurar la transición (Ius post bellum).

Se necesitaría una guerra de proporciones monumentales para adoptar un código


ético de alcance planetario, esto es, el derecho de la guerra (Ius ad bellum), es decir, el
derecho internacional humanitario, que empezó a perfilarse desde la primera guerra
mundial, pero solo lograría afirmarse a propósito de la segunda guerra mundial, con
ocasión de los crímenes cometidos por los nazis. Esta primera etapa carecía de una
normalización, y supuso el quebrantamiento del derecho.

Luego vino una segunda etapa, a través de la cual se administraba justicia por
intermedio de tribunales ad hoc, creados especialmente para resolver conflictos
locales, tales como el de Runda y Yugoslavia.

Finalmente entramos a una tercera etapa de normalización y universalización,


caracterizada por la Corte Penal Internacional y el Tratado de Roma.

Pero el tema que convoca la atención de este escrito, no es el Ius ad bellum, tampoco
es Ius in bello, sino el Ius post bellum (los acuerdos de paz y los mecanismos para
asegurar la transición). ¿Cómo se selló la paz en países como Sudáfrica, Argentina,
San Salvador, Guatemala, Irlanda del Norte? ¿Es una paz duradera?¿Qué variables
164 contribuyeron a finiquitar el conflicto?¿Qué lecciones nos dejan?
165

Andrés Mauricio Vela Correa


1. Irlanda del norte 146

Álvaro Uribe señaló que para elaborar la ley de justicia y paz en Colombia
se inspiró en el acuerdo de viernes santo (con el que se puso fin al conflicto
en Irlanda del Norte), porque a los delincuentes se les otorgaba una libertad
condicional, pero no un indulto (lo cierto es que sí se han venido concediendo
indultos, aunque de forma encubierta, y sin consideración a la justicia
internacional).

El origen del conflicto en Irlanda se retrotrae al siglo XVI, cuando Inglaterra


colonizó dicha isla, se impuso a la población autóctona, sometió el territorio,
decidió expropiar tierras y promover el asentamiento de protestantes ingleses
y escoceses, con lo cual encendió una guerra religiosa (que también es étnica),
estimuló el levantamiento de un pueblo que se sentía avasallado (descendiente
de los celtas), y propició una ola de violencia y sangrienta represión que llegó
a tener sus picos más notables en 1641, en 1916 y desde 1960 en adelante.

Precisamente a finales de la década del 60 surgió el período de los Troubles


(una etapa de recrudecimiento de la violencia que se extendió por 30 años) con
ocasión de la lucha que la minoría católica inició por los derechos civiles y la
igualdad, desencadenando así los episodios más dramáticos jamás registrados
en la historia del conflicto.

El gobierno británico exigió el cese al fuego para negociar la paz, pero las
partes se rehusaron a aceptarlo. Se propuso entonces un nuevo modelo de
negociación: el twin track (doble vía), a través del cual se buscaba el desarme
146 Este apartado es extraído de un artículo publicado por el autor en el periódico digital Kien&Ke, bajo el título
“¿Qué puede enseñarnos el proceso de Paz de Irlanda del Norte?”
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

de los grupos armados y, de forma paralela, el impulso del diálogo entre los
partidos. No obstante, pronto tuvo que abandonarse la exigencia del desarme
y dar curso solo a la negociación.

El 10 de mayo de 1998, finalmente, se firmó el acuerdo de viernes santo, sin


desarme. El pacto, que en realidad es un acuerdo marco programático en medio
del conflicto, reconoció, entre otras cosas, lo siguiente: 1. Autodeterminación
de Irlanda del Norte para decidir si se mantiene en la unión con el Reino
Unido. 2. Irlanda del Sur declina su reclamación territorial 3. Una asamblea de
108 miembros, integrada de forma proporcional por católicos y protestantes
(con decisiones adoptadas mutuamente o con mayorías calificadas). 4.
Resolución de toda diferencia por la vía democrática. 5. Representación
de los cuatro partidos. 6. Protección de los derechos civiles (adopción de
la Convención Europea). 7. Desarme durante los dos años siguientes. 8.
Excarcelación condicionada de los miembros de las organizaciones en dos
años (no se incluyó a quienes no se sometieron al acuerdo) 9. Reducción de
la policía y del ejército. 10. Vinculación de los católicos a las fuerzas armadas
hasta en un 30%. Etc… En todo caso, nada se dijo de una comisión de la
verdad o de una investigación integral.

Con el acuerdo no se puso fin a la violencia inmediatamente, pues aún


subsisten algunos reductos que se oponen a la negociación (como el “Ira
auténtico”), pero en todo caso el pacto terminó por imponerse con el tiempo,
logrando incluso ser refrendado en las urnas con una aprobación del 71.12%
en Irlanda del Norte y 94.40% en Irlanda del Sur.

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Andrés Mauricio Vela Correa


2. Sudáfrica

Nelson Mandela será recordado como el Padre de la Nación Sudafricana.


Logró la transición de un viejo sistema de apartheid a un sistema democrático,
igualitario e incluyente.

Sudáfrica fue colonizada por los europeos en el siglo XVII cuando la Compañía
Holandesa de las Indias Orientales fijó allí un asentamiento, que luego se
transformaría en Ciudad del Cabo. En 1806 la Ciudad del Cabo se convirtió a
su vez en colonia británica, con lo cual se desató la furia de los colonos blancos
llamados bóers (holandeses y alemanes) y los colonos británicos y franceses, que
se vieron forzados a desplazarse hacia el norte y este del territorio, entrando en
conflicto con los nativos de dichas tierras (zulúes, afrikáner, xhosa, etc.).

Luego de que el Reino Unido tuviera el control de la zona, con el sometimiento


de los zulúes, los bóers se levantaron en 1880 contra el imperio británico en
lo que sería la primera guerra de los bóers, para defender la existencia de un
país que ellos habían creado y autoproclamado: la República de Transvaal,
la cual convivía paralelamente con otro país autoproclamado, el Estado
Libre de Orange. El gobierno británico declinó, sin embargo, su intento de
someterlos, y optó por firmar un tratado de paz en 1881, otorgando a los
bóers el gobierno de Transvaal bajo la supervisión británica.

Pero la paz no duró mucho, tras el hallazgo de una gran reserva de oro,
los británicos decidieron intervenir de nuevo, presionando a los bóers, bajo
cuya jurisdicción se encontraba la mina, a fin de que permitieran que otros
británicos pudieran explotar el recurso. Así se desató la segunda guerra de los
bóers, cuyo primer acto hostil fue promovido por los colonos.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

Vencidos los bóers, se firmó el Tratado Vereeniging, en 1902, a través del cual
se acabó con las repúblicas independientes de Transvaal y el Estado Libre
de Orange, y en 1910 se fundó la Unión Sudafricana, sometida al imperio
británico.

En 1948 el Partido Nacional de ultraderecha llegó al poder, y promovió la


separación de blancos y negros, a través de lo que se conocería como el
apartheid. Esa separación se dio en muchos escenarios: en la educación, en la
vivienda, en los derechos de ciudanía, en el transporte, en los salario etc… y
se extendió hasta 1994.

Sudáfrica se independizó del Reino Unido en 1960, y en 1961 se vio forzada


a salir de la Commonwealth, surgiendo así la República de Sudáfrica.

Mientras el Partido Nacional dominó la política, la segregación llegó


a extremos absurdos. No obstante, la comunidad internacional ejerció
diversas presiones sobre el gobierno, para que reconsiderara su posición, y
desmantelara esa estructura racista. Con el ascenso de Frederik De Klerk se
derribó el sistema de apartheid. Se liberó a Nelson Mandela, se permitió el
voto para la gente negra, se permitió el ejercicio político del Partido Congreso
Nacional Africano, etc…

En 1995 se creó la Comisión para la Verdad y la Reconciliación presidida por


el arzobispo anglicano Desmond Tutu, que entregó un informe final en 1998.
Allí se ventilaron y conocieron los crímenes de lesa humanidad, y se les otorgó
una amnistía a sus autores. El lema adoptado por el arzobispo era: “Sin perdón
no hay futuro, pero sin confesión no puede haber perdón”. Esa comisión
carecía de funciones judiciales, y operó como un amigable componedor, que
buscaba acercar a víctimas y victimarios, propiciando confesiones, perdones
e indemnizaciones, a través de audiencias públicas.

Con posterioridad a ello, se ha intentado profundizar en una serie de reformas


laborales, sociales y agrarias, sin mayores resultados. En especial en cuanto a la
reforma agraria, se busca promover la restitución de las tierras cuyo despojo
se produjo desde la colonia y durante el apartheid, solo lográndose ello en un
porcentaje reducido.
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Andrés Mauricio Vela Correa


3. Argentina

Entre 1976 y 1983, Argentina vivió bajo una dictadura de una crueldad
desmedida, la cual se inició cuando los tres comandantes de las fuerzas
armadas, apoyados por algunos sectores sociales, se unieron para asestarle
un golpe de estado a la presidenta María Estela Martínez de Perón (esposa
del fallecido Juan Domingo Perón), so pretexto de querer reformar el país
y sofocar los focos subversivos. Al tomar el poder por la fuerza, los tres
comandantes autoproclamaron un Proceso de Reorganización Nacional “El
Proceso”, acaso la dictadura más sangrienta y cruel de Argentina en todos los
tiempos.

Se inició así un terrorismo de Estado que persiguió a guerrilleros de


izquierda como Montoneros (de origen peronista) y ERP (de origen
marxista-guevarista), pero que también se ensañó contra activistas de
derechos humanos, opositores al régimen, sindicalistas, políticos y contra
todo aquel que no comulgara con los golpistas. La represión duró por
casi siete años, y dejó como balance muchos muertos, desaparecidos,
torturados, etc…

El gobierno militar cerró el Congreso, controló a los medios de comunicación,


se sucedió en el poder a través de juntas militares, ejerció actos de censura
y espionaje, desapareció personas, torturó, asesinó, propició la quema de
libros, raptó niños para entregarlos en adopción a las personas afectas al
régimen, y finalmente promovió una guerra con el Reino Unido, la guerra
de las Malvinas, que sumió al país en una lamentable derrota y precipitó de
paso la salida del régimen militar, que se vio forzado a promover elecciones
democráticas, como resultado de las cuales salió electo Raúl Alfonsín.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

Con el cambio de gobierno, vino también el corte de cuentas. Raúl Alfonsín


creó la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas, que tuvo
por encargo investigar las violaciones a los derechos humanos acontecidas
bajo el régimen militar, y promovió el juzgamiento de los miembros de las
juntas militares, como resultado de lo cual fueron condenados cinco de ellos.
También se abrieron otros procesos contra personas que participaron en los
crímenes.

Entre 1986 y 1987 se dictaron las leyes de Punto Final y Obediencia Debida,
con las cuales se frustraron los enjuiciamientos contra muchos responsables.
Así también Carlos Menem haría lo propio a través de indultos concedidos a
militares, civiles y guerrilleros. Sin embargo, las víctimas siguieron luchando
contra la impunidad, y lograron que en el exterior se abrieran procesos penales
contra los victimarios.

En 1998 el Congreso derogó la Ley de Punto Final y Obediencia Debida, lo


cual fue ratificado de forma contundente en 2003 a través de otra Ley, al paso
que la Corte Suprema de Justicia declaró la inconstitucionalidad de las leyes
de punto final en 2005, y por esa vía se reabrieron multitud de procesos y
empezaron a ser judicializados los responsables de “El Proceso”, la dictadura
militar más sangrienta de Argentina.

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Andrés Mauricio Vela Correa


4. San salvador

Entre 1980 y 1992, San Salvador vivió una guerra civil no declarada –entre el
gobierno de derecha y el grupo guerrillero de izquierda Farabundo Martí para
la Liberación Nacional (FMLN)– precedida por un ambiente de inestabilidad
política y violencia que se venía gestando desde la década del 70.

En sus comienzos la guerra civil cobró la vida del arzobispo de San Salvador,
monseñor Óscar Arnulfo Romero (24 de marzo de 1980) y luego llegaría a
afectar a 75.000 personas, entre muertos y desaparecidos.

Los grupos contendientes estaban ideológicamente alinderados con EE.UU. y


la Unión Soviética, y reflejaban la polarización que era producto de la guerra
fría que caracterizaba el escenario político internacional del momento.

El gobierno de derecha recibía el apoyo militar de EE.UU., al paso que el


grupo guerrillero de izquierda FMLN recibía el apoyo militar de la URSS, del
Ejército Popular Sandinista (Nicaragüense), de Cuba, de Nicaragua y de los
países socialistas del Este.

Dentro de esta ola de violencia desatada, un grupo de empresarios y


terratenientes crearon grupos paramilitares, denominados los escuadrones de
la muerte, que se dedicaron a asesinar, intimidar y perseguir a los miembros
y seguidores del FMLN.

El FMLN estuvo a punto de tomarse el control de la capital en dos


oportunidades, y recibió el reconocimiento de fuerza beligerante por parte de
algunos países latinoamericanos.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

El tránsito a la paz se dio en 1990, cuando ambos contendientes reconocieron


a la ONU como mediador, y esta organización diseñó un plan por etapas para
lograr el fin del conflicto: el desarme de la insurgencia, la desmovilización de
ambas fuerzas, y el desmantelamiento de los escuadrones de la muerte.

La paz se selló el 16 de enero de 1992 en el Castillo de Chapultepec, en


México, a través de los Acuerdos de Paz de Chapultepec.

El posconflicto no ha sido sencillo y aún se sigue desarrollando.

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Andrés Mauricio Vela Correa


5. Ruanda

Estos territorios fueron habitados originalmente por pigmeos de origen twa, luego
hacia el siglo XI llegarían los hutus, y durante el siglo XIV se asentarían los tutsis.

En el siglo XVI los tutsis iniciaron y promovieron una confrontación militar contra
los hutus, y se erigieron así en la clase social dominante, con un rey a la cabeza: Mwami.

A finales del siglo XIX los alemanes se apoderaron del territorio, pero su dominio
duró poco, pues con ocasión de la primera guerra mundial se cedió esta colonia a los
belgas, quienes desde entonces entraron a administrar esta región.

Los belgas mantuvieron el statu quo, fortalecieron el empoderamiento social de


los tutsis, les facilitaron el acceso a la educación y la riqueza, y crearon un sistema,
prácticamente de castas, en que los hutus eran ciudadanos de segunda clase o
categoría, aun siendo la mayoría.

Los tutsi eran mejor educados y socioeconómicamente superiores a los hutus, y se


distinguían de estos últimos desde un aspecto fenotípico o étnico, aparentemente
porque su piel es más clara y son altos; pero en realidad, la diferencia entre ambos
grupos resulta nebulosa e imprecisa, pues ambas poblaciones física y lingüísticamente
son básicamente idénticas, y al parecer la distinción entre unos y otros, fue producto
de un censo poblacional de 1930 efectuado por los belgas para expedir carnés de
identificación, creando artificiosamente las diferencias de extracción social en función
del número de reses que tuvieran los pobladores, pues dicho criterio culturalmente
venía siendo una manifestación que entre la gente indicaba la posición social y
económica de una persona. Así, el que tuviera más de diez era tutsi, y el que tuviera
menos, hutu.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

Como sea, los tutsi eran los señores, la casta gobernante, aristocrática y económicamente
superior, aunque minoritaria; y los hutus, los vasallos de ese sistema feudal.

En 1959, se inicia una ola de violencia, un levantamiento de los hutus contra los
tutsi y la reacción violenta de estos últimos a través de milicias armadas. En 1961 la
ONU promueve una amnistía, y este mismo año Ruanda, liderada por los hutus, se
independiza de Bélgica.

Bajo el gobierno de los hutus, muchos tutsi se exilian, y desde el exilio buscan formar
un ejército rebelde para recuperar el poder, e instaurar una monarquía.

Las relaciones entre hutus y tutsis estuvieron caracterizadas desde entonces por
tensiones permanentes, y algunas cruentas masacres, como la acontecida en 1972 en
Burundi, cuando milicias tutsis mataron miles hutus.

Aun así, y con todo tipo de tropiezos, se vivió un apaciguamiento relativo hasta
entrada la década de los 90, cuando el Ejército Patriótico Ruandés (compuesto por
tutsis) invade Ruanda desde Uganda. En 1993 se firma un acuerdo de paz, conocido
como los Acuerdos de Arusha (firmados en Arusha, Tanzania). En dichos acuerdos
se contempla un gobierno y una asamblea nacional de transición con los tutsis
exiliados, la salida de las tropas francesas y la supervisión de la ONU, para garantizar
la ejecución de lo acordado.

El 6 de abril de 1994 es asesinado el presidente de Ruanda, Juvénal Habyarimana,


de origen hutu, y esto marca el comienzo de la peor violencia que se haya desatado
entre hutus y tutsis, un episodio sangriento y excesivamente cruel, conocido como el
Genocidio de Ruanda.

Grupos armados hutus asesinan tutsis, y grupos armados tutsis asesinan hutus. La
comunidad internacional no interviene, y solo mira pasmada la ola de violencia in
crescendo. El Genocidio dejó 800.000 muertos –algunos hablan de un millón– y
millones de desplazados. Casi el 75% de los tutsis fueron asesinados.

Con ocasión de ello, fue creado el Tribunal Penal Internacional para Ruanda, con sede
en Arusha, Tanzania, integrado por tres salas de primera instancia, y con competencia
para conocer del crimen de genocidio, crímenes contra la humanidad y violación del
174 artículo 03 común a las convenciones de Ginebra.
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Andrés Mauricio Vela Correa


6. Yugoslavia

Entre 1991 y 1999 se desató la guerra de Yugoslavia o guerra de los Balcanes.


Un enfrentamiento bélico, de origen étnico, religioso y nacionalista, que
derivó en la desintegración o disolución de la antigua Yugoslavia.

Primero, Eslovenia declaró la independencia el 25 de junio de 1991, y enfrentó


una muy breve guerra, para consolidar su separación.

Luego vino Croacia, que declaró su independencia también en junio de 1991,


pero tuvo que enfrentar cruentos conflictos internos (con la población Serbia que
se oponía a la separación y con la propia Yugoslavia, también de origen Serbio).

Luego el conflicto se extiende a Bosnia-Herzegovina, donde tres grupos


étnico-religiosos se enfrentan entre sí (bosnios, croatas y serbios), en una de
las más crueles guerras que se libraron en dicho territorio.

El 8 de septiembre de 1991, Macedonia declaró la independencia de forma


pacífica, a diferencia de los otras regiones.

Montenegro, en cambio, siempre permaneció como un aliado incondicional de Serbia,


conformando la República Federal de Yugoslavia, de origen Serbio, y enfrentando
militarmente a Croacia y a Bosnia, para impedir la salida de la Federación.

Fue una guerra que dejó miles de muertos, refugiados y mujeres violadas.

La comunidad internacional intervino, incluso militarmente a través de


la OTAN, y precipitó un acuerdo para consolidar la paz. Este acuerdo es
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

el acuerdo marco general para la paz en Bosnia y Herzegovina, conocido


también como Acuerdos de Dayton o Protocolo de París, con el cual se puso
fin al conflicto.

En dichos acuerdos las partes acogieron la Carta de las Naciones Unidas para
resolver sus conflictos y regir sus relaciones, y reconocieron la soberanía de
los nuevos Estados.

El 25 de mayo de 1993, la ONU creó el Tribunal Penal Internacional para la ex


Yugoslavia, con sede en La Haya (Países Bajos). Este Tribunal procesó a los
autores de crímenes de genocidio, crímenes contra la humanidad y por graves
violaciones a las convenciones de Ginebra de 1949.

Los principales responsables fueron capturados y procesados. Slobodan


Milosevic, expresidente de Yugoslavia (murió cuando era procesado); Naser
Oric, comandante de las fuerzas de Srebrenica; Radovan Karadzic, líder de
los serbios en Bosnia; Ratko Mladic y Goran Hadzic.

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Andrés Mauricio Vela Correa


7. Filipinas

Desde finales de la década del 60 surgieron una serie de grupos, unos de origen
islamista (separatista) y otros de origen comunista. Los primeros han sido los
más violentos y persistentes, y pretenden la independencia del sur de Filipinas, en
particular de Mindanao, una región rica en minerales y recursos agrícolas.

Tres son los grupos insurgentes separatistas: El Frente Moro de Liberación


Nacional (MNLF), El Frente Islámico de Liberación (MILF) y el grupo Abu Sayyaf.

El grupo MNLF fue el primero de ellos, llevó a cabo infinidad de actos


violentos y terroristas, hasta firmar un tratado de paz con filipinas en 1996, a
través del cual logró la Autonomía del Mindanao Musulmán.

Un reducto de este último grupo, nacido en 1984, el Frente Islámico de


Liberación (MILF), y escindido del MNLF en 1977, continuó en la lucha
armada, a pesar del intento del gobierno filipino por realizar un acuerdo de
paz con ellos, el cual se frustró en el pasado.

El más cruel de todos, el grupo Abu Sayyaf, el más radical y violento, nacido
en 1991, continúa en la lucha.

Con el Frente Islámico de Liberación (MILF), finalmente se llegó a un acuerdo


de paz, el Acuerdo Integral sobre el Bangsamoro, tras 40 años de conflicto,
que concede autonomía a una región ubicada al sur de Filipinas, la cual llevará
el nombre de Bangsamoro desde el año 2015 y podrán destinar el 75% de los
impuestos de la región y de los recursos a cubrir las necesidades de la misma
región autónoma, que es de mayoría musulmana.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

8. Congo

El Congo fue gobernado desde el año de 1965 por Mobutu, dictador que
dio un golpe de Estado, y contaba con el apoyo de EE.UU. Si bien, hubo
una cierta estabilidad política durante su dictadura, con el paso de los años
el gobierno fue señalado de múltiples violaciones a los derechos humanos,
corrupción, etc.

En mayo de 1997, asumió el poder Laurent-Désiré Kabila, tras la huida de


Mobutu, quien no pudo enfrentar la crisis política desatada.

En 1998 el nuevo gobernante, Kabila, tuvo que enfrentar una rebelión


interna, apoyada también por Ruanda y Uganda, al paso que fuerzas de
Zimbabue, Angola, Namibia, Chad y Sudán, acudieron en apoyo de Kimbala,
dando inicio así a la segunda guerra del Congo o guerra mundial africana, un
conflicto que dejó más de cuatro millones de muertos, siendo la tasa más alta
después de la segunda guerra mundial.

La paz se selló con el Acuerdo de Pretoria, Sudáfrica, en 2002.

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Andrés Mauricio Vela Correa


9. Guatemala

Entre 1960 y 1996, se desató la guerra civil guatemalteca, originada a partir


de la guerra fría y la polarización ideológica que caracterizaba la política
internacional.

El 13 de noviembre de 1960 hubo una rebelión del ejército que fracasó.


El 7 de febrero de 1962, fue creado el Movimiento Revolucionario 13 de
Noviembre (MR-13), y un año después las Fuerzas Armadas Rebeldes (FAR),
que integró a todas las fuerzas insurgentes (MR-13, Partido Guatemalteco del
Trabajo y el Movimiento 12 de abril).

En 1963 el ala derecha da un golpe de Estado contra el presidente Miguel


Ydígoras, por permitir el retorno al país del candidato más opcionado de la
izquierda, el cual se perfilaba como seguro ganador en las elecciones que se
habían convocado.

El nuevo gobernante, Peralta Azurdia, proclama una dictadura, cierra


el Congreso, deroga la constitución, prohíbe la asociación política y la
participación de la izquierda, llevando adelante una política contrainsurgente.
También durante su gobierno, se crearon grupos paramilitares conocidos
como Escuadrones de la Muerte y se inició la persecución, tortura, asesinato
y desaparición de opositores, intelectuales, escritores, sindicalistas, etc.

Y la violencia se desató entre la extrema izquierda y la extrema derecha.


Secuestros, bombas, asesinatos, desapariciones, masacres... caracterizaron
la guerra civil que vivió Guatemala por 36 años. En estos años se produjo
el secuestro de un arzobispo, el asesinato del embajador de EE.UU., el
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

secuestro y asesinato del embajador de Alemania, la tortura y asesinato de


Miss Guatemala, etc.

Surgieron más grupos de autodefensa con otras denominaciones y los golpes


a la insurgencia fueron letales.

En 1972 surgió el Ejército Guerrillero de los Pobres (EGP), una fracción de


las FAR, que gozaba del apoyo de religiosos que profesaban la teología de la
liberación.

En 1982 se constituye el partido Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca


(URNG-MAIZ), con quien se sellará la paz en 1996, siendo presidente de
Guatemala Vinicio Cerezo, y que integraba cuatro grupos subversivos: Las
Fuerzas Armadas Rebeldes (FAR), el Ejército Guerrillero de los Pobres (EGP),
la Organización del Pueblo en Armas (OPA) y el Partido Guatemalteco del
Trabajo (PGT).

La paz se concluyó después de doce acuerdos parciales, logrados a partir de


1991 y hasta 1996, cuando se firma el último de ellos, denominado Acuerdo
de Paz Firme y Duradera, en la ciudad de Guatemala, el 29 de diciembre de
1996.

La guerra dejó aproximadamente 200.000 muertos, cuarenta y cinco mil


desaparecidos y cien mil desplazados.

En el acuerdo final se contempló el retorno de la población desplazada,


el establecimiento de la Comisión para el esclarecimiento histórico de las
violaciones de derechos humanos, las pautas para una reforma socioeconómica
y agraria, el fortalecimiento del poder civil y la función del ejército en una
sociedad democrática, el cese definitivo del fuego, las reformas electorales y al
régimen electoral, la incorporación de la URGN a la legalidad y un cronograma
para la implementación, cumplimiento y verificación de los acuerdos de paz.

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10. Colombia

10.1. Las guerras del pasado147

Después de la independencia, aparte de los enfrentamientos con Ecuador y Perú


(países con los que trabamos guerras fronterizas), tuvimos una serie de conflictos
internos que ensangrentaron el país, bien para definir el esquema de gobierno
centralista o federalista (1812), bien para resolver las diferencias personales entre
Obando y Mosquera (1827); o bien para derrocar al golpista Rafael Urdaneta (1830).

Luego de ello surgió propiamente la primera guerra civil (1839), denominada


la guerra de los supremos (motivada por las diferencias políticas entre
“liberales” y “conservadores” y la persecución judicial a Obando); y después
sobrevino la guerra civil de 1851, liderada por los conservadores, en particular
por Julio Arboleda, quienes se oponían a la emancipación de los esclavos.

Vino entonces la guerra de 1854, promovida para derrotar al golpista


liberal gólgota José María Melo, quien asumió la presidencia para evadir una
investigación penal adelantada en su contra por homicidio (sacando del poder al
liberal draconiano José María Obando). Seis años después, padecimos la guerra
de 1860, cuando los estados liberales como el del Cauca, bajo el liderazgo del
ahora liberal (antes conservador) Tomás Cipriano de Mosquera se dirigieron
a la capital para derrotar las políticas conservadoras del presidente Mariano
Ospina Rodríguez. Como resultado de esta contienda surgió la constitución
liberal de 1863 (la constitución de Rionegro), escrita por los vencedores.
147 Extraído del artículo publicado por el autor, en el periódico digital Kien&ke, bajo el título “Las ocho guerras
civiles que han desangrado a Colombia”.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

En 1876 se da la primera guerra propiamente religiosa: los conservadores


apoyados por la Iglesia deciden tomarse el poder, para reinstaurar la enseñanza
católica; y todo ello en el fondo, como una reacción a tanto liberalismo, y en
especial al que afectaba la instrucción escolar.

En 1885 los estados liberales se enfrentan al poder central que ejercía Rafael
Núñez (respaldado por conservadores y liberales moderados), a través de un
conflicto del que salió vencedor el conservatismo. Como resultado de esta
contienda surgió la constitución conservadora de 1886, y el período conocido
como la Regeneración.

En 1895, un levantamiento de los liberales en contra de la Regeneración,


que los tenía excluidos del poder, terminó siendo aplastado por el gobierno
conservador de Miguel Antonio Caro.

En 1899, de nuevo los liberales, por segunda vez, sintiéndose relegados del
ejercicio del poder y su participación política, se enfrentaron al gobierno
conservador de Manuel Antonio Sanclemente y José Manuel Marroquín,
dando inicio a una de las guerras más crueles y devastadoras, la guerra de
los mil días, en la que los liberales resultaron nuevamente vencidos, y el país
desangrado.

Los liberales llegarían a recuperar el poder con Olaya Herrera, e iniciarían


un período de transformaciones sociales (y socialistas) con Alfonso López
Pumarejo durante sus dos períodos presidenciales, alentando así la feroz
oposición conservadora de Laureano Gómez y de la Iglesia católica, todo
ello atizado por los movimientos comunistas emergentes y el discurso
incendiario de la prensa colombiana (cuyo papel en todo esto sigue sin
ser evaluado por la historia), con lo cual se dio inicio al período de la
“Violencia” durante la década del 40, exacerbada con la muerte del caudillo
Jorge Eliécer Gaitán y que ha repercutido hasta nuestros días.

10.2. Guerra de guerrillas y proceso de paz

Tras la constitución de la República de Marquetalia por parte de los comunistas


refugiados allí, en las montañas del corregimiento de Gaitania, municipio de
182 Planadas, Tolima, y con ocasión de su expulsión por las fuerzas militares,
en junio de 1964, surgen las FARC, que llegarán a adoptar este nombre en la 183
segunda conferencia de las FARC, el 5 de mayo de 1966.

Luego de la fundación de esta organización guerrillera se inician


enfrentamientos con el Estado y sus autoridades.

Con el tiempo, la guerrilla empleará el secuestro, el desplazamiento forzado,


la extorsión, el narcotráfico, para financiar su lucha; y algunos empresarios,
terratenientes y narcotraficantes, harán lo necesario para defenderse, acudiendo

Andrés Mauricio Vela Correa


incluso a la conformación de grupos paramilitares, surgidos inicialmente a partir
de unas organizaciones de autodefensa denominadas Convivir, pero propiamente
a partir de su creación o constitución por parte de su fundador, Carlos Castaño.

La violencia se desató ferozmente. Los homicidios, los desplazamientos,


las bombas, las minas quiebrapatas, el asesinato de políticos, la tortura, el
secuestro prolongado, se volvieron situaciones normales o cotidianas, con las
cuales tenía que convivir el grueso de los colombianos, pero particularmente
los habitantes de la zona rural.

El presidente Álvaro Uribe, durante su mandato, desmovilizó a los grupos


paramilitares y los sometió a la justicia, a través de una ley transicional, llamada
de Justicia y Paz; y al mismo tiempo debilitó significativamente el poder de la
insurgencia a través de una respuesta militar sin precedentes.

Su sucesor, el presidente Juan Manuel Santos, inició un proceso de paz en la ciudad


de La Habana (Cuba), donde se reúnen miembros del gobierno y de la insurgencia,
con el propósito de poner fin al conflicto que se ha extendido por muchos años y
afectado a millones de colombianos, buscando así una solución negociada al mismo.

En este proceso se definieron, dentro de la agenda, los siguientes puntos para


ser negociados:

1) Política de desarrollo agrario integral; 2) Participación política;


3) Fin del conflicto (punto especialmente espinoso, pues se trata
de acompasar la legislación interna con la internacional en materia
punitiva); 4) Solución al problema de las drogas ilícitas; y, 5)
Determinación de las víctimas del conflicto armado.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

Conclusiones

1. Los procesos de paz surgieron para procurar el tránsito de un estado de


guerra a un estado de pacificación, e invariablemente han apelado desde el
pasado a la justicia retributiva o sancionatoria (Nüremberg, Tribunal ad hoc de
Yugoslavia, Tribunal ad hoc de Ruanda…) y a los métodos de reconciliación
(Sudáfrica e Irlanda del Norte), aun a costa de la impunidad.

2. Un nuevo tipo de modelo se abre camino, y parece imponerse hacia el


futuro. Se trata de procesos de paz que reúnen lo mínimo necesario del
castigo y lo máximo deseable de la reconciliación (minimalista-maximalista).

3. Colombia ha sido el mejor ejemplo de este esquema minimalista-maximalista,


al promover penas de 5 a 8 años para los máximos responsables por delitos
de lesa humanidad, y canales de acercamiento, perdón y reconciliación con
las víctimas, dentro del escenario de las diligencias de versión libre y de las
audiencias judiciales.

4. A estas alturas, parece imposible un retorno a esquemas de impunidad,


pero también de solo castigo. El binomio castigo moderado y reconciliación
reforzada, se ofrece como una salida sensata y salomónica, para asegurar el
paso de la guerra a la pacificación.

184
CAPÍTULO III
¿SE AJUSTAN LOS ACUERDOS DE PAZ
EN COLOMBIA A LOS ESTÁNDARES
INTERNACIONALES DEL ESTATUTO
DE ROMA?
187

Ana Mercedes Aranguren Bautista


¿Se ajustan los acuerdos de paz en
colombia a los estándares internacionales
del estatuto de roma?

Ana Mercedes Aranguren Bautista*

INTRODUCCIÓN

Dentro de los objetivos del Estado colombiano se encuentra la consecución


de la paz como un deber de este y como un derecho de la sociedad, en la
búsqueda de este logro se deben salvar las dificultades que han de presentarse
durante la implementación jurídica de los mecanismos para la ejecución del
acuerdo de paz al que se llegare. Por ello, en el marco de los acuerdos de paz se
busca satisfacer los estándares internacionales establecidos para la protección
de las sistemáticas y graves violaciones de los derechos humanos ocurridos
durante el conflicto armado interno, se busca respetar y aplicar las normas
internacionales con el fin de blindar el proceso de paz y así evitar una futura
intervención de los organismos internacionales, específicamente de la Corte
Penal Internacional quien en su función de juzgamiento de las violaciones
de derechos humanos, puede investigar y sancionar a los responsables de
dichas violaciones de derechos, si en el ámbito interno no se cumplieron los
mínimos requeridos para cumplir con este deber estatal y si, además, no se
facilitaron los mecanismos de restablecimiento de los derechos de las víctimas
para acceder a la justicia, a la reparación de los daños sufridos, al acceso a
*
Abogada especialista en investigación criminal y juzgamiento en el Sistema Penal Acusatorio y en derechos
humanos. Fue abogada asesora en derecho penal en la Asociación Colombiana de Asistencia Social ASCODAS-
ONG, litigante en el área penal. Actualmente es defensora pública de postulados en la Unidad de Justicia y Paz
de la Defensoría del Pueblo Regional Bogotá. Contacto: anmarba78@hotmail.com
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

información pertinente con el fin de saber lo ocurrido en el conflicto, a los


mecanismos de reparación y a la no repetición.

188
189

Ana Mercedes Aranguren Bautista


1. Breve reseña sobre el establecimiento
de la corte penal internacional adoptada
en el estatuto de Roma y los estándares
internacionales

El derecho penal internacional se ha constituido y desarrollado frente a la


violación de las normas del derecho internacional, a través de un proceso
cooperativo estatal de prevención, represión de la actividad delictiva
en respuesta a la violación de los derechos humanos, definiendo los
crímenes internacionales y regulando el funcionamiento de los tribunales
competentes para conocer de casos en los que los individuos incurran
en responsabilidad penal internacional, imponiendo las sanciones
correspondientes.

Los juicios realizados ante el Tribunal de Nuremberg –para juzgar los crímenes
de guerra y contra la humanidad cometidos por el régimen nazi, 1945–, y
ante el Tribunal de Tokio –para juzgar los crímenes de guerra japoneses
llamado Tribunal del Lejano Oriente, 1946– fueron el inicio de la aplicación
del principio de responsabilidad penal individual por violación de derechos
humanos.

Dentro de la misma línea posteriormente se establecieron dos tribunales ad-hoc:

1. El Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia en 1993 con el fin de


juzgar las violaciones de derechos durante las guerras yugoslavas. Yugoslavia,
al finalizar la segunda guerra mundial, se constituyó como un Estado, y tras la
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

muerte del mariscal Tito, en 1980, quien unió los territorios de Eslovenia,


Croacia, Bosnia Hersegovina, Montenegro, Serbia, Macedonia y las provincias
de Kosovo y Vojvodina, aparecieron viejas discrepancias étnicas y religiosas
entre estas regiones y sus consecuentes enfrentamientos.

2. El Tribunal Penal Internacional para Ruanda en 1994, con el fin de


investigar, juzgar y condenar los responsables del genocidio en Ruanda.
El 6 de abril de 1994 los presidentes de Ruanda y Burundi murieron al
precipitarse a  tierra  el avión en que viajaban, como consecuencia de un
atentado terrorista al momento de aterrizar en Kigali. Este hecho inició la
masacre que afectó a las comunidades hutu y tutsi que habitaban la zona
de los Grandes Lagos africanos; facciones de hutus atacaron a tutsis, en un
período de aproximadamente un mes, cometiendo toda clase de violaciones
a los derechos humanos.

La tipificación de los crímenes realizada por estos tribunales y los fundamentos


de su creación fueron el antecedente jurídico, tomado por Naciones Unidas,
para el desarrollo de la jurisprudencia internacional en materia de crímenes
de lesa humanidad, de agresión y crímenes de guerra, así como para la
constitución, a partir de 1998, del primer tribunal de justicia internacional
permanente la Corte Penal Internacional; adoptada por el Estatuto de Roma

190
191

Ana Mercedes Aranguren Bautista


2. Del estatuto de Roma y los estándares
Internacionales

A fin de entender la competencia internacional del Estatuto se debe


precisar que el Estatuto de Roma encuentra su fundamento en el principio
de jurisdicción universal, lo cual significa que trata delitos que atentan no
contra valores estatales o individuales sino contra intereses fundamentales
y transcendentales, en cuya conservación está interesada la comunidad
internacional.

En criterio de Kai Ambos “…el principio de jurisdicción universal enlaza con


hechos que lesionan, o al menos amenazan, los intereses de seguridad, no
solo del Estado enjuiciador, sino también de otros Estados; en este sentido
el principio defiende comunes intereses de seguridad de todos los Estados
soberanos…”148

Con fundamento en este criterio tenemos que la Corte Penal


Internacional, según lo establecido en el Estatuto de Roma, es un
organismo internacional no un Estado, por lo tanto la Corte Penal
Internacional no ejerce soberanía sobre el Estado enjuiciado que para
el momento determinado esté investigando y procesando a algún
connacional, sino jurisdicción universal, y que protege bienes jurídicos
universalmente reconocidos.

En el ámbito interno tenemos que el Estatuto de Roma fue ratificado por


Colombia en el 2002 y revisado por la Corte Constitucional, con diversos
148 Ambos; Kai. Temas de derecho penal internacional, Marcial Pons, Ediciones Jurídicas y Sociales.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

presupuestos relativos a los estándares establecidos en temas relacionados


con violaciones de derechos humanos.
– “Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional en Materia de
Amnistía– No impide concesión siempre que garantice a las víctimas
un recurso judicial efectivo.

– Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional en Materia de


Amnistía e Indulto para Proceso de Paz– Ratificación no constituye
obstáculo.
Ninguna de las disposiciones del Estatuto de Roma sobre el ejercicio de las
competencias de la Corte Penal Internacional impide la concesión de amnistías,
indultos o perdones judiciales por delitos políticos por parte del Estado colombiano,
siempre y cuando dicha concesión se efectúe de conformidad con la Constitución
Política y los principios y normas de derecho internacional aceptados por Colombia.
 
– Principio de responsabilidad penal individual en el Estatuto de Roma
de la Corte Penal Internacional.

– Principio de complementariedad de la Corte Penal Internacional– Es


un mecanismo para subsanar incapacidad o indisposición del Estado
para sancionar a responsables de crímenes más graves. 

– Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional –Penas a imponer–


En cuanto a las penas que puede imponer la Corte Penal Internacional,
el art. 77 numeral 1 del Estatuto establece un límite de la pena de
reclusión. Esto solo puede ser hasta por 30 años. La cadena perpetua
está sujeta a revisión luego de 25 años (art. 110. 3 ER). De esta norma
se deduce que no existe un mínimo de reclusión, solo un máximo. La
pena será dosificada según la gravedad del crimen y las circunstancias
personales del condenado
 
En cuanto al tratamiento de la pena de reclusión a perpetuidad, prohibida
en nuestro ordenamiento, pero prevista en el Estatuto de Roma, se tiene
que el Acto Legislativo 02 de 2001 autorizó dicho tratamiento diferente para
los crímenes de competencia del Estatuto de Roma, pero no faculta a las
autoridades nacionales a aplicar este tipo de pena cuando juzguen alguno de
192 los crímenes señalados en el Estatuto de Roma.
Como penas accesorias están previstas la multa y “el decomiso del producto, 193
los bienes y los haberes procedentes directa o indirectamente de dicho crimen,
sin perjuicio de los derechos de terceros de buena fe”. 

– El Estatuto de Roma la Corte Penal Internacional. Tiene competencia


para conocer los delitos de:

Ana Mercedes Aranguren Bautista


Genocidio
Lesa humanidad
Crímenes de guerra
Crimen de agresión, en al ámbito interno de un Estado”149.

Por otro lado, la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha establecido


los estándares que deben regir las investigaciones penales en casos de graves
violaciones de los derechos humanos, algunos ejemplos:

Se deben adelantar “investigaciones ex oficio, sin dilación, serias, imparciales y efectivas”.


Caso Velásquez Rodríguez vs. Honduras. Sentencia de 29 de julio de 1988. Caso Manuel
Cepeda Vargas vs. Colombia Corte Interamericana de Derechos Humanos).

La Corte ha acudido al concepto de la “cosa juzgada fraudulenta”, que


tiene aplicación en aquellos casos en los cuales la decisión de no procesar o
condenar obedece a querer sustraer al acusado de su responsabilidad penal, o
cuando el proceso no es instruido de manera imparcial, o hay intención de no
someter a la persona a la justicia.

Igualmente ha establecido que los procesos penales deben adelantarse con


el estándar de debida diligencia, es decir, “la eliminación de todo obstáculo
de jure y de facto que impida la investigación y juzgamiento de los hechos”,
además procurar la identificación de todos los autores intelectuales y
materiales del hecho. Para ello, los Estados deben asegurar que los diversos
organismos del sistema judicial del caso cuenten con los recursos humanos
y materiales necesarios para desempeñar su tarea adecuada, independiente e
imparcialmente, y que las víctimas o sus representantes, testigos y operadores
de justicia, cuenten con garantías de seguridad.

149 Corte Constitucional. Sentencia C-578 de 2002, M.P. Manuel José Cepeda Espinosa.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

Cuando se trate de violaciones en el marco de un ataque masivo o sistemático,


el estándar de debida diligencia lleva el deber estatal de descubrir las
estructuras que permitieron esas violaciones, sus causas, sus beneficiarios y sus
consecuencias, descubrir, enjuiciar y sancionar a los perpetradores inmediatos,
adicionalmente adoptar medidas que permitan identificar patrones y cadenas
de mando, para evitar que aquellas se repitan.

El Salvador. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia del 25 de octubre de


2012, La debida diligencia demanda, entre otras cosas, resolver las solicitudes
y recursos en plazos razonables. Corte IDH.

Esta obligación de enjuiciar y sancionar a los responsables de las graves


violaciones de los derechos humanos, es una obligación de medios y no de
resultado, la Corte IDH lo ha advertido: “se trata de una obligación que debe
ser asumida por el Estado como un deber jurídico propio y no como una
simple formalidad condenada de antemano a ser infructuosa, o como una
mera gestión de intereses particulares, que dependa de la iniciativa procesal
de las víctimas, de sus familiares o de la aportación privada de elementos
probatorios”, Corte IDH. Caso Velásquez Rodríguez vs. Honduras.

194
195

Ana Mercedes Aranguren Bautista


3. Los acuerdos de paz en Colombia de
cara a los estándares internacionales y al
estatuto de Roma

Colombia en su obligación de garantizar el respeto a los derechos humanos,


por estar sometida, de manera voluntaria, a los instrumentos internacionales
de no impunidad a las violaciones de derechos humanos, hace parte del
Estatuto de Roma –el cual como ya se estableció dio origen a la Corte Penal
Internacional– siendo el primer país que realiza un acuerdo de paz bajo los
estándares internacionales del Estatuto; desde que se iniciaron los acuerdos
entre el gobierno y los representantes de las FARC en la Habana (Cuba) la
Corte Penal Internacional ha venido monitoreándolos con el fin de que se
ajusten a los estándares del Estatuto, debido a que lo que se acuerde tendrá
alcances sobre la función de la Corte Penal Internacional en el futuro.

La Corte Penal Internacional y su jurisprudencia contemplan como


mecanismos de justicia transicional de la guerra a la paz: el proceso penal, el
establecimiento de la verdad, la participación y la reparación de las víctimas.

Conforme a estos presupuestos es importante revisar si el deber del Estado


de investigar, juzgar y sancionar graves violaciones de derechos humanos
conlleva­: ¿que todos los crímenes cometidos deban ser investigados en un
proceso penal­­; que todos los que participaron deban ser castigados; que puedan
aplicarse criterios de priorización y selectividad para máximos responsables;
es legítimo el uso de penas alternativas o reducidas para crímenes atroces;
que pueda haber alternativas para satisfacer los marcos de legitimidad en el
ámbito internacional?
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

Para responder estas dudas debemos mirar cómo las masivas violaciones de
derechos humanos en Latinoamérica, marcada por regímenes represivos
y conflictos armados, ha impulsado el fortalecimiento de la lucha por los
derechos humanos. Uno de los elementos destacados es que los Estados tienen
el deber de enfrentar esas violaciones masivas de derechos y como componente
obligatorio de este deber, esta la investigación de la verdad, el establecimiento
de responsabilidades individuales y la imposición de sanciones.

De la misma manera, en virtud de las convenciones de derechos humanos y la


jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, este deber
de los Estados de investigar, juzgar y sancionar todas las graves violaciones de
los derechos humanos ha adquirido el estatus de principio.

Las fuentes de este deber son diversas para el Estado colombiano, en el caso
de los crímenes de competencia de la Corte Penal Internacional, la fuente
es el art. 1 del Estatuto de Roma de conformidad con las declaraciones
establecidas en el Preámbulo. Y respecto de las restantes graves violaciones
que no se ajustan en estas categorías, la fuente vinculante es la interpretación
que de la Convención Americana ha realizado la Corte Interamericana de
Derechos Humanos.

Desde una concepción amplia de este principio-deber de los Estados,


tenemos aquella que articula las diferentes fuentes del derecho internacional
aplicables a las violaciones de derechos; asumir esta visión plantea en el
proceso transicional métodos que no son necesariamente extremos en todos
los casos, y diferentes alternativas al momento de establecer responsabilidades
e imponer sanciones; por lo tanto, pueden existir fórmulas alternativas,
legítimas y compatibles con los estándares.

En principio la práctica en contextos de transición fue el del perdón y olvido,


y los instrumentos utilizados fueron leyes generales e incondicionales de
amnistía. A partir de esta década, las amnistías totales no son aceptadas por
desconocer el dolor y sufrimiento de las víctimas, pues dejan la sensación de
impunidad ante los abusos cometidos.

En consecuencia, si las amnistías generales, totales e incondicionadas no


196 son compatibles con el marco internacional, cuando los mencionados
deberes del Estado entran en conflicto con el de alcanzar la paz o con 197
el deber de garantizar los derechos de las víctimas a la verdad y a la
reparación, puede el Estado legítimamente conceder amnistías parciales,
indultos y otros beneficios penales que jueguen un papel importante en
el proceso de pacificación y reconciliación, siempre que se satisfagan
ciertas condiciones; pues una fórmula que permita seleccionar crímenes
y responsables bajo reflexiones de gravedad y grados de responsabilidad,

Ana Mercedes Aranguren Bautista


que prevea beneficios punitivos en aras de lograr un acuerdo de paz, puede
ser compatible con los estándares internacionales, siempre que haya un
balance entre la posibilidad de alcanzar la paz y la garantía de los derechos
de las víctimas.

En los casos por ejemplo de Perú, Chile, Brasil y Uruguay, desde el 2001 la
Corte Interamericana ha declarado inadmisibles las amnistías, indultos y otras
medidas que pretendan impedir investigar, procesar y sancionar violaciones
graves de los derechos humanos y graves crímenes internacionales. Amnistías
amplias, como las que Colombia concedió a los grupos guerrilleros en la
década de los noventa, pueden no ser viables en la actualidad, pues las
obligaciones internacionales restringen lo que se puede negociar.

El modelo transicional en Colombia es sui géneris, pues representa una


estrategia integral que no renuncia a la aplicación de la sanción y que incorpora
mecanismos extrajudiciales para el conocimiento de la verdad, el perdón, la
reconciliación y la reintegración social.

Si bien es cierto, el modelo de amnistías totales resulta jurídicamente


inadmisible, la judicialización total y cárcel para todos los responsables
de las violaciones no parece posible en el marco de un conflicto armado
interno de larga duración y de grandes proporciones. La experiencia de
los diferentes países demuestra que la complejidad de algunos conflictos
armados hace que sea realmente imposible, la propia experiencia del
proceso de justicia y paz en Colombia con los paramilitares es prueba de
ello. “En ocho años solo se dictaron 14 sentencias respecto de un total
de 35.000 desmovilizados, es decir, solo han sido sentenciados el 0,04%
de estos”150.

150 Comisión Colombiana de Juristas, 2012.


“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

Las cifras indican que tratándose de conflictos armados que involucran a


tantos combatientes, si no se hace priorización y selectividad se rebasa la
capacidad del sistema judicial, incluso cuando se hacen los mayores esfuerzos
ya sea presupuestales y logísticos como lo muestran los casos de los tribunales
internacionales para Ruanda y Yugoslavia.

A partir de reconocer que los planteamientos, relacionados con el alcance y


contenido del deber estatal de investigar, juzgar y sancionar graves violaciones
de derechos humanos, y que en virtud de ese deber el Estado colombiano está
en la obligación de judicializar e imponer una pena a los responsables de tales
violaciones, de acuerdo con la gravedad de las conductas; y que dicha pena
debería ser la privación efectiva de la libertad por un tiempo, conforme a los
lineamientos contenidos en el ordenamiento penal. Se debe mirar que se trata
de un principio cuyo alcance puede ser modulado cuando entra en tensión
con otros deberes y finalidades del Estado, y cuando se trata de contextos en
los que está en juego una transición negociada de la guerra a la paz.

Es imperioso precisar que los procesos penales son un componente necesario,


pero insuficiente, de cara a los fines de una transición hacia la paz, por lo cual
deben estar articulados con otros mecanismos transicionales no judiciales
como la contribución para revelar la verdad frente las víctimas y a la sociedad,
y las medidas de clemencia punitiva por el reconocimiento de la participación
en los hechos y la aceptación de la responsabilidad penal.

Relativo al tema de la selección judicial de los casos más graves y representativos,


esta no puede efectuarse a espaldas de los derechos de las víctimas; pues,
para la definición de los criterios de selección y aplicación en los casos
concretos, es necesario que se tenga en cuenta a las víctimas; ellas deben tener
participación y disponer de un recurso judicial efectivo para controvertir las
decisiones relativas a la selección de los casos, la judicialización debe tener
como objetivo una investigación macro en la que se articulen mecanismos
judiciales y extrajudiciales, la cual debe conducir a la identificación de los
crímenes que por su gravedad y representatividad se seleccionen:

“Aceptar los criterios de selección y priorización se basa en


razones puramente pragmáticas, ya que, dado el altísimo grado de
198 victimización en Colombia tras más de cincuenta años de conflicto
y la multiplicidad y complejidad de actores que han participado en el 199
conflicto, es materialmente imposible que se haga justicia en todos
los casos. Ahora bien, este denominado “modelo minimalista”,
frente a un modelo maximalista que pretendería hacer justicia en
todos y cada uno de los casos, “no necesariamente trae consigo
mayor impunidad [...], ya que permite sancionar a los máximos
responsables y direccionar los esfuerzos del Estado de una forma

Ana Mercedes Aranguren Bautista


más eficaz””151.

Por otro lado, el tema de la aplicación de mecanismos de justicia transicional


a agentes de Estado, ha de ser cuidadosamente elaborados para que no se
conviertan en una autoamnistía frente a graves crímenes, y que desconozcan
los deberes especiales que los agentes estatales tienen frente a los derechos
humanos, si los agentes estatales van a recibir beneficios equivalentes a aquellos
que recibirían los guerrilleros desmovilizados, deberán estar sometidos a
exigencias equivalentes, y quienes se beneficien de esos mecanismos deben
hacer contribuciones claras a la verdad y a la reparación.

Igualmente, la Corte Constitucional ha justificado cierta flexibilidad en


la instauración de la justicia transicional en el contexto de negociaciones
y acuerdos de paz: “(…) se ha entendido que la necesidad de celebrar
acuerdos políticos de reconciliación con amplios grupos sociales exige cierta
flexibilidad a la hora de aplicar los principios que dominan el ejercicio de
la función judicial. Se aceptan con ciertas restricciones amnistías, indultos,
rebajas de penas o mecanismos de administración judicial más rápidos que los
ordinarios, que propicien el pronto abandono de las armas o de los atropellos,
como mecanismos que facilitan la recuperación de la armonía social”152.

La Corte acepta que la comunidad internacional ha admitido estas concesiones,


como una forma especial de administrar justicia para situaciones de tránsito
a la paz, pero no ha cedido en su exigencia que las violaciones a los derechos
fundamentales sean investigadas, enjuiciadas y reparadas, y los autores
contribuyan a confesar la verdad de los delitos cometidos y reciban algún
tipo de sanción.

151 Suárez López y Jaramillo Ruiz, 2014, p. 81; Bergsmo y Saffon, 2011, 26.
152 Corte Constitucional. Sentencia C-578 de 2002, M.P. Manuel José Cepeda Espinosa.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

La justicia de transición de la guerra a la paz es siempre contextual, por


más de que se funde en valores universales. El hecho que un país asuma
una determinada fórmula para cumplir con su obligación de sancionar
graves violaciones de derechos humanos y sea admisible por la comunidad
internacional, ello no puede ser un precedente rígido, los países que afrontan
transiciones deben crear su propio método, en razón de que los contextos en
que se dieron dichas violaciones son diferentes.

Respecto de los anteriores puntos la Corte Penal Internacional ya se ha


pronunciado a través del vicefiscal, admitiendo que los estados tienen
autonomía para implementar “las sanciones alternativas penales”  con las
que se debe castigar a los actores de una confrontación armada interna. No
obstante, existen parámetros que deben seguirse debido a los compromisos
adquiridos a nivel internacional. Igualmente el Estado colombiano tiene
la discrecionalidad para elaborar el modelo de justicia transicional más
conveniente en la búsqueda de su objetivo de paz.

Las penas alternativas diferentes a la prisión también son compatibles con


los parámetros internacionales en materia de delitos de lesa humanidad,
pues, como ya está claro el propio Estatuto de Roma deja un margen de
discrecionalidad a los países para establecer penas alternativas serias que sean
diferentes a la privación de la libertad cuando las circunstancias lo ameriten,
el Estatuto tampoco prescribe un determinado tipo de pena o duración
específica de las mismas que los Estados deban imponer.

Los deberes internacionales de persecución y sanción de los crímenes de


competencia de la Corte Penal Internacional no llevan necesariamente la
aplicación de penas de prisión como tampoco lo hace el Estatuto de Roma,
la determinación de la sanción y su gravedad pertenecen al margen de
apreciación del legislador, limitados por el principio de proporcionalidad de la
pena y el cumplimiento de los fines asignados a esta en el Estatuto de Roma.

De otra parte, las sanciones penales efectivas pueden adoptar distintas formas,
para satisfacer los objetivos vinculados a la pena, tales podrían ser; la condena
pública del hecho criminal, el reconocimiento del sufrimiento de las víctimas
y la persuasión de conductas criminales posteriores; requisitos de obligatorio
200 cumplimiento, a juicio del funcionario de la Corte Penal Internacional, debido
a que en el contexto del derecho penal internacional, con ellos se protegen los 201
intereses de las víctimas y reivindican los derechos humanos fundamentales.

Como es bien conocido existen dos posturas frente a los acuerdos de paz, por
un lado los defensores y, por el otro, los detractores, estos últimos concluyen:

“De acuerdo con lo que establece el propio Marco Jurídico para la

Ana Mercedes Aranguren Bautista


Paz, todas estas medidas están condicionadas a aspectos tales como
el abandono de las armas, el reconocimiento de la responsabilidad, la
contribución al esclarecimiento de la verdad y a la reparación integral
de las víctimas, la liberación de los secuestrados y la desvinculación
de los menores de edad reclutados forzosamente. Es decir, el Estado
cuenta con un amplio margen de discrecionalidad para conceder
generosos beneficios penitenciarios si los desmovilizados colaboran
con la justicia y militan a favor de una paz estable y duradera. Ahora
bien, este margen de discrecionalidad no es absoluto, y no puede
ser utilizado por el Estado para garantizar la impunidad de aquellas
conductas especialmente graves llevadas a cabo por personas
relevantes de las organizaciones criminales”153.

En contraposición tenemos: “El acuerdo debe integrar los temas de Verdad,


Justicia, Reparación y Garantía de no repetición; y tener en cuenta para su
elaboración la doctrina del derecho internacional de los derechos humanos
llamada “el margen nacional de apreciación”, propia de los Estados pluralistas
de derecho la cual le permite al Estado apreciar la dimensión del conflicto
armado en sus diferentes niveles teniendo en cuenta las diversas situaciones
culturales y sociales, para así construir su sistema de justicia.

“Cuando un Estado firma y ratifica instrumentos internacionales de derechos


humanos obligándose a garantizarlos y respetarlos, con la aplicación de esta
doctrina, se permite al Estado una maniobrabilidad en su adaptación, es así
como en el art. 2 de la Convención Americana de Derechos Humanos se
indica que los Estados deben tomar las medidas necesarias para adaptar el
ordenamiento interno con lo prescrito en la convención, por ello se puede
entender que es el Estado el encargado de la interpretación y aplicación de
153 F. Gómez Isa. “Justicia, verdad y reparación en el proceso de paz en Colombia”, Derecho del Estado, No. 33,
Bogotá, Universidad Externado de Colombia, julio-diciembre de 2014, pp. 35-63.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

los derechos humanos dentro del país conforme a la legislación internacional


incorporada al ordenamiento interno, pues existen aspectos de la vida
social en los cuales las autoridades nacionales son libres de escoger las
medidas que estimen apropiadas siempre que se encuentren recogidas por la
Convención”154.

Esta postura es útil, pues evita que las jurisdicciones internacionales


concluyan que el sistema de justicia concebido para la paz, es un engaño de la
soberanía del Estado, además dimensiona los delitos conexos en el contexto
del conflicto. Por ejemplo, el secuestro y la extorsión fueron el medio de
financiación de las FARC durante mucho tiempo, pero fue paulatinamente
sustituido por el narcotráfico. Ese elemento hace que se pueda pensar en unir
la conexidad del narcotráfico al delito político. Es así como la Corte Suprema
de Justicia ratifica esa postura en el caso de la extradición de Juan Vicente
Carvajal Isidro, director financiero del Frente 10 de las FARC.

Respecto al deber de investigar y juzgar los delitos de lesa humanidad,


genocidio y graves crímenes de guerra, como toma de rehenes, la tortura, el
desplazamiento forzado, la desaparición forzada, las ejecuciones extrajudiciales
y la violencia sexual, el acuerdo sería compatible con el derecho internacional
de los derechos humanos en la medida en que se cumple con la obligación
de investigar y sancionar, entendiendo que la sanción debe ser ponderada a
favor de la paz como “derecho síntesis”. Esta postura es inédita en el sistema
interamericano, toda vez que no existe precedente que defina un proceso de
paz en América Latina que aborde la justicia transicional, donde las víctimas
sean el eje central de los acuerdos de justicia.

Para evitar los ataques al proceso instaurado y sabiendo la naturaleza de la


imprescriptibilidad de los delitos, es necesario que el Estado colombiano
ponga en marcha mecanismos que responsabilicen a los victimarios ante la
sociedad y garanticen la plena reparación a las víctimas, como la Comisión
de la Verdad prevista en el Marco Jurídico para la Paz. Es decir, caben las
medidas de gracia para los culpables, siempre que estén justificadas por
la reconciliación, la consecución de la paz y que estén ponderadas por el
principio de la proporcionalidad y por la garantía efectiva de los derechos de
154 Francisco R. Barbosa. Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, Universidad Nacional Autónoma de
202 México.
las víctimas a la verdad, a la reparación y al establecimiento de garantías de 203
no repetición.

La Ley de Víctimas y Restitución de Tierras constituye un avance en materia


de cumplimiento gradual y progresivo con el fin de alcanzar los estándares
internacionales del proceso transicional, igualmente mejora en las medidas
existentes para reparar a las víctimas. Sin embargo, no basta con una ley, tal

Ana Mercedes Aranguren Bautista


como afirmó el secretario general de la ONU. El reto consiste ahora en la
etapa de implementación, con el objetivo de proteger a las víctimas:

“La Ley de Víctimas y Restitución de Tierras toma gran relevancia en dos


aspectos: por un lado, para que Colombia cumpla con su deber internacional
de reparar a las víctimas del conflicto armado y, por otro, proyecta la
creación de un escenario de respeto hacia los estándares internacionales
de derechos humanos, situación que es favorable para la inserción del país
en el sistema internacional como un actor político relevante respetuoso de
las normas. En ese sentido, la ley, además permite una mejor adecuación
de la legislación interna con los regímenes internacionales”155.

En cuanto a las tensiones que hay entre justicia y paz, instrumentos como
las penas alternativas o la suspensión de la ejecución de las penas dan un
espacio para lograr un acuerdo que promueva tanto la justicia como la paz.
La estrategia precisa; la persecución penal de los máximos responsables de
crímenes internacionales graves, una amnistía para los delitos políticos de las
FARC y unas medidas para tratar a los guerrilleros y agentes del Estado que
estén fuera de la categoría de máximos responsables. Para los guerrilleros en
la última categoría, debe haber un proceso de certificación, condicionado a
hacer contribuciones a la verdad y a la reparación, para concederles sentencias
suspendidas o alternativas en caso de que sean judicializados.

Respecto del proceso de paz colombiano existen sectores completamente


renuentes con la firma de la misma, expertos internacionalistas conocedores
de procesos de esta naturaleza en la región y de los estándares internacionales
de derechos humanos, se han pronunciado respecto del discurso en el cual
dichos sectores manifiestan: Si no hay cárcel, el proceso no es legítimo:
155 Valdivieso Collazos, Andrés Mauricio. La justicia transicional en Colombia. Los estándares internacionales de derechos
humanos y derecho internacional humanitario.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

“…debe entenderse el proceso como un derecho para avanzar hacia


la paz y no para impedirla. Si las normas están para la paz y estamos
socializándolo de una manera que no sea para la paz, tenemos un
problema grande con el derecho penal internacional… Así mismo,
hay asuntos muy importantes que hay que resolver en los países, si
lo que se busca es alcanzar la paz”156.

Los retos legales del Acuerdo de Paz y la creación de los mecanismos punitivos
deben soportarse en un análisis sobre los objetivos de la pena consagradas
en el Estatuto de Roma, pues si se diseñan sanciones compatibles con tales
propósitos la Corte Penal Internacional carecerá de legitimidad para asumir
la investigación y juzgamiento de responsables.

La justicia colombiana y el derecho penal internacional imponen condiciones


a los acuerdos que se realizan en un proceso de paz; con el fin de tener
seguridad jurídica y certeza de que lo acordado se pueda cumplir, tanto por
parte del Estado como del grupo armado ilegal, pues deben sujetarse a ese
marco.

El proceso transicional no puede verse como venganza judicial y punitiva,


sino como un conjunto de medidas, encaminadas a superar el conflicto
armado interno, y la gravedad de violación a los derechos humanos, en orden
a fortalecer el Estado de derecho.

El modelo transicional tiene fundamento jurídico, porque no puede apartarse


de los mínimos de los instrumentos internacionales de protección de derechos
humanos y del derecho penal internacional. Un modelo transicional que no
se ajuste a esos presupuestos básicos, tendrá un alto grado de debilidad, y
no dará seguridad jurídica al acuerdo para la terminación del conflicto. Y
fundamento político, porque permite la búsqueda de métodos que, basados
en esos mínimos jurídicos y en la satisfacción de los derechos a las víctimas a
la verdad, a la justicia, a la reparación y a las garantías de no repetición; hagan
posible la desmovilización del grupo ilegal y el desarme de las condiciones
que facilitaron la violación de derechos; y, la participación de agentes del
Estado.

204 156 Rowen, Jamie. Conversaciones gobierno-FARC/ La controversia.


Si bien es cierto hay límites en la aplicación de los instrumentos internacionales 205
de derechos humanos, la justicia para la transición cuenta con diferentes
mecanismos como ya quedó establecido para proporcionar un mínimo de
justicia y un máximo de verdad en favor de la paz, y ese mínimo de justicia
debe ser razonable para terminar con las violaciones de derechos humanos:

“La aplicación del derecho penal en los procesos de justicia


transicional tiene características especiales que pueden implicar un

Ana Mercedes Aranguren Bautista


tratamiento punitivo más benigno que el ordinario, sea mediante la
imposición de penas comparativamente más bajas, la adopción de
medidas que sin eximir al reo de su responsabilidad penal y civil,
hacen posible su libertad condicional, o al menos el más rápido
descuento de las penas impuestas”157.

157 Sentencia C-579 2013, M.P. Jorge Ignacio Pretelt.


“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

Conclusiones
La firma de los acuerdos de paz demanda un reto para los estamentos institucionales
el cual nos permitirán la transformación social e institucional, dejando en el
pasado, de un lado, la confrontación violenta siempre que se eliminen las causas
que dieron lugar al conflicto armado y, por otra parte, se corrijan y subsanen sus
nefastas consecuencias para hacer posible el proceso hacia la paz.

En este marco, puede el Estado adoptar un régimen flexible de penas,


teniendo en cuenta que la pena no es solo un medio para la dignificación de
la víctima, sino también del victimario, es una expiación de quien la cumple y
de la sociedad que admite que esta sea ostensiblemente reducida.

El derecho internacional, y la jurisprudencia aportan una serie de mínimos


que permiten alcanzar objetivos, permiten diseñar fórmulas que hagan viable
armonizar justicia, paz y derechos de las víctimas en un marco jurídico
blindado respecto a las exigencias internacionales.

El maximalismo punitivo del derecho internacional hace referencia al deber y


obligación de investigar y jugar, no a la pena.

En materia de justicia en transición se deben incluir presupuestos de verdad


y reconocimiento de los derechos de las víctimas, carácter fidedigno de
investigación, juzgamiento y condena judicial, penas proporcionales a la
gravedad de los crímenes, ejecución de la mismas y garantías de no repetición.

Cualquier tratamiento especial y cualquier concesión deben sustentarse en el


206 reconocimiento de responsabilidad, el arrepentimiento público, la revelación
de lo ocurrido durante el conflicto, el compromiso con la reparación, así 207
como la desarticulación del aparato ilegal al margen de la ley; con el fin
de concentrar e impulsar las investigaciones a que haya lugar y de brindar
seguridad jurídica a los responsables de las conductas.

Ana Mercedes Aranguren Bautista


CAPÍTULO IV
¿PAZ Y/O JUSTICIA?
211

Juan Carlos Rojas Amorocho


¿Paz y/o justicia?

Juan Carlos Rojas Amorocho*

INTRODUCCIÓN

Lo primero que debo manifestar al realizar este escrito es que no se trata de un


texto con una mirada desde el punto de vista jurídico o legal, manifestando las
diferencias que se suscitan entre lo planteado en la mesa de conversaciones de
La Habana, con la actual normatividad constitucional, o del propio bloque de
constitucionalidad. El enfoque va más a una mirada de un defensor público
que por casi 10 años ha estado inmerso en los procesos de justicia transicional
que en la última década han tenido su trámite en nuestro país, y que de una
manera reflexiva me lleva a tener un visión, no solo como abogado, sino
como un ciudadano de a pie más que desea un mejor porvenir para sus hijos,
para los hijos de aquellos que son actores del conflicto, lo que incluye sin
duda a la población civil, a los agentes del Estado, a los propios subversivos,
y a tantos colombianos que se han visto inmersos, de manera involuntaria,
en las consecuencias de una guerra, que como ya se ha escrito en múltiples
opiniones, ha sido generada más por un odio y un resentimiento, que por la
causas que unos y otros erigen como banderas de justificación para continuar
exigiendo su “derechos” para defender su causa.

*
Abogado con énfasis en ciencias políticas y sociales. Se ha desempeñado como abogado defensor litigante en
asuntos penales, con una experiencia de 20 años. Actualmente ejerce también como defensor público de las
Unidades de Postulados a la Ley de Justicia y Paz, desde hace 9 años. Contacto: jcrojasamor8@hotmail.com
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

La Ley de Justicia y Paz, como se le denominó a la Ley 975 de 2005, a lo


largo de su desarrollo ha traído múltiples experiencias, que no se pueden
desaprovechar en lo que se ha denominado la ley para el posconflicto, que
de ser aprobada marcará la ruta para que no surja una nueva disputa, Paz vs.
Justicia.

En el presente escrito, de manera muy superficial, veremos cómo, para lograr


un estatus diferente al del conflicto armado, es necesario sacrificar en gran
parte uno de los dos conceptos, para que el lector pueda determinar bajo
su propia óptica, si en los acuerdos de La Habana se ¿enfrentan la paz y la
justicia?

Debo reconocer que al escribir, no lo puedo hacer de manera objetiva, pues


por mi formación profesional y mis convicciones personales, es inevitable la
influencia en este escrito, pero como lo dije al principio se trata más de una
reflexión que de un texto académico o doctrinal.

212
213

Juan Carlos Rojas Amorocho


1. Panorama sobre algunos acuerdos de paz
y como han influido en la actualidad de
esos estados

En el ensayo denominado “An Essay on Trading Justice for Peace”158, el


doctor Michael P. Scharf, expone un panorama sobre algunos de los conflictos
armados internos en el mundo, Irak en Asia, Liberia, Sierra Leona en África,
Haití, entre otros, los cuales bajo la óptica de la racionalidad, si es que ello
puede ser aplicado a un conflicto armado, han sido de los más violentos y
sangrientos.

Se destaca en muchos de estos conflictos, como sus líderes manipulan a


la comunidad internacional para lograr una amnistía o un acuerdo con
la “promesa” de dejar el poder y abandonar el país, para que se logre un
“acuerdo” que traiga la paz y la reconciliación a sus conciudadanos.

“Desde 1990, tres presidentes de Estados Unidos han acusado al


líder iraquí Saddam Hussein de haber cometido infracciones graves
de los Convenios y actos de genocidio de Ginebra de 1949. Aunque
los Convenios de Ginebra y la Convención sobre el Genocidio
requieren de parte del Estado llevar a los delincuentes ante la
justicia, en la víspera de la invasión de Irak en 2003, el presidente
George W. Bush ofreció suspender el ataque si Saddam Hussein y
sus principales lugartenientes estaban de acuerdo en ceder el poder
e ir al exilio. Esto no fue un truco publicitario, como algunos lo han
158 Introduction to International Criminal Law Mooc taught by Professor Michael P. Scharf.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

caracterizado. Trabajando a través del presidente Hosni Mubarak de


Egipto, los Estados Unidos persistieron activamente en el asunto
con varios países de Oriente Medio, en última instancia, persuadir a
Bahrein a un acuerdo para proporcionar refugio a Hussein si aceptaba
el trato. Cuando Hussein rechazó la propuesta, Bush prometió que
el líder iraquí sería expulsado del poder y enjuiciado como criminal
de guerra. Es cierto que miles de vidas se podrían haber evitado si
Hussein hubiera aceptado el trato. Pero con el riesgo de ser acusado
de abrazar ciegamente la prescripción de Kant de que “se debe
hacer justicia, incluso deben caer los cielos”, este artículo argumenta
que no era adecuado para la administración de Bush, incluso para
hacer la oferta, y que en caso de aplicarse el exilio de paz, el acuerdo
perjudicaría gravemente los Convenios de Ginebra y la Convención
sobre el Genocidio, que requieren el enjuiciamiento de los presuntos
delincuentes sin excepción. Unos meses después de la invasión de Irak,
funcionarios de Estados Unidos ayudaron a mediar un acuerdo por el
que el presidente de Liberia, Charles Taylor, que había sido acusado
de crímenes contra la humanidad por el Tribunal Especial para Sierra
Leona, acordaron renunciar al poder y se le permitió huir a Nigeria,
donde recibió asilo. En ese momento, las fuerzas opuestas a Taylor,
que se había hecho cargo de la mayor parte del país, estaban a punto
de atacar la ciudad capital, Monrovia, y decenas de miles de víctimas
civiles se pronosticaron. El acuerdo exilio evitó la crisis y sentar las
bases para la inserción de una misión de mantenimiento de la paz
U.N., que se estabilizó el país y la puso en un camino hacia la paz y la
democracia. En contraste con el caso Hussein, la disposición Taylor no
de ninguna manera viola el derecho internacional. Este artículo explica
por qué el derecho internacional debe tratar a las dos situaciones de
manera diferente, que prohíbe el exilio y el asilo a Saddam Hussein
al tiempo que permite un intercambio de tales, justicia por paz en el
caso de Charles Taylor. Este es el primer artículo de investigación en
los últimos años para centrarse en el tema importante de exilio. Beca
sobre la cuestión análoga de la amnistía se ha escrito en gran medida
desde el punto de vista de los defensores agresivos de la justicia
internacional, cuya escritura se basa en la suposición de que la práctica
estatal generalizada a favor de la amnistía constituye una violación de,
214 en lugar de un reflejo de, el derecho internacional en esta área. Antes
de analizar los principios legales pertinentes, el artículo comienza con 215
un examen de las consideraciones prácticas que el abogado a favor y
en contra de la práctica del “tratado de justicia para la paz”159.

En cada uno de estos casos y muchos de los que se han conocido a lo largo
de la historia reciente, se ha hablado de acuerdo de paz, luego de producir
en mayor manera dolor y daño a quienes no han sido parte del conflicto,
como una manera de persuasión a la comunidad internacional, como una
herramienta para lograr “una victoria” que muy seguramente no hubieran

Juan Carlos Rojas Amorocho


conseguido en la confrontación armada.

En los conflictos mencionados, se puede ver que existieron dos salidas, una a
través de la guerra del Golfo como se le conoció y otra a través de renunciar
a la persecución legal de sus máximos dirigentes; pero con una realidad actual
la miseria y la inestabilidad que reina en los dos territorios, que a mi modo
personal de ver no satisficieron ninguno de los dos aspectos tratados, ni la
paz ni la justicia.

¿Por qué referirme a estos aspectos? Porque es necesario revisar, en lo que


se habla y se acuerde en La Habana, que no ocurra lo mismo, que con el
“caballito de batalla” de la paz, terminemos en peores circunstancias, sociales,
políticas y humanitarias, que las que han generado el conflicto armado.

En ambos casos referidos, podemos establecer con absoluta precisión


que su situación legal, humanitaria, económica, es casi peor a la firma o
intervención que se hiciera para lograr la “paz”. Es evidente que los odios
y los resentimientos han sido más radicalizados, producto de no realizar
una concertación que no solo tenga en cuenta los aspectos legales, sino los
mismos aspectos que llevaron al conflicto primario, que casi siempre han sido
fines egoístas y personales de unos cuantos, la falta de reconocimiento de sus
errores, y los más importante el reconocer que como victimarios afectaron
vidas y generaciones, que en muchos casos solo esperan paz, pero con algo
de justicia, justicia que se puede ver reflejada en un solicitud de perdón y
arrepentimiento.

159 Peace verses Justice War Crimes, Crimes Against Humanity and Genocide Introduction to International Crimi-
nal Law Mooc taught by professor Michael P. Scharf [Traducción libre].
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

2. Factores a favor de la paz y de la


justicia

Es necesario preguntarse si lo que se llegue a acordar y a elevar a norma


legal o constitucional, garantice los más mínimos derechos de los que directa
o indirectamente han participado en él, tanto para el desmovilizado, como
para el agente del gobierno y en mayor medida para la víctima, aun para
aquel que de manera voluntaria u obligado contribuyó al conflicto. La razón,
porque si realmente queremos llegar a cesar el conflicto, debemos también
atacar la raíz del mismo, y no solo bajo los argumentos legales sino bajo
las particularidades que nos permitan llegar a una reconciliación como
seres humanos y conciudadanos que debemos empezar a compartir nuestra
vida con aquellos que nos hicieron daño o que, de una u otra manera, se
involucraron en el conflicto por sus propias experiencias de vida.

Estos aspectos hasta la fecha no han sido tocados en ninguno de los acuerdos,
pues es necesario exorcizar nuestros temores, nuestros miedos, nuestros recuerdos
sobre los daños morales o materiales sufridos en desarrollo del conflicto.

El profesor Juan Ramón de Páramo Argüelles, de la Universidad de Castilla-


La Mancha, en su escrito “Argumentaciones y negociaciones en los procesos
de transición política”, dentro de la obra La justicia de transición: concepto,
instrumentos y experiencias, expone cómo es necesario reflexionar en varios de
estos aspectos:

“La proliferación de procesos de negociación y acuerdos de paz


216 y las sucesivas olas de democratización que desde el último cuarto del
siglo pasado cerraron largos períodos de regímenes autocráticos 217
en el mundo han suscitado la pregunta sobre cuál debería ser el
tratamiento de los crímenes y delitos cometidos en el pasado durante
los procesos de transición en estas sociedades. Esta cuestión pone el
relieve en el reto de garantizar la protección de los derechos de las
víctimas de las agresiones, pero considerando las particularidades de
estos procesos, y también en el de conseguir desenlaces favorables
permanentes y estables (cese de hostilidades, vuelta a la vida civil
de excombatientes, reinserción de los terroristas, normalización

Juan Carlos Rojas Amorocho


democrática, estabilidad política, etc.). Todo ello ha alimentado la
discusión y la producción académica, en particular en las últimas dos
décadas, acerca de las características, alcances y límites de la justicia
en procesos de transición.

“Es necesario considerar que cada proceso de transición tiene sus


particularidades, en la medida en que los mecanismos jurídicos y
políticos se definen de acuerdo con las características culturales,
históricas y las motivaciones de los actores de las sociedades en las
que se desarrollan. El derecho no consiste solo en normas, sino
que también consta de actitudes, comportamientos, instituciones,
violencia, roles, razonamientos, etc. Santos (2009, 57) habla
de tres componentes estructurales del derecho: la retórica, la
burocracia y la violencia, entidades que varían internamente, así
como en sus articulaciones recíprocas e interdependientes. Los
ámbitos jurídicos pueden entenderse como constelaciones de
retórica (argumentaciones y negociaciones), burocracia (normas e
instituciones) y violencia (amenazas, poder y fuerza). En ese sentido,
existen peculiaridades en los procesos de transición de los Estados
que han atravesado crisis democráticas, en cuanto rupturas de
sus regímenes democráticos, como ocurrió con las dictaduras en
América Latina. Así mismo, existen situaciones de conflicto armado
o de guerras donde no solamente se presenta el quebrantamiento de
las normas del derecho internacional de los derechos humanos, sino
también la conculcación de las normas del derecho internacional
humanitario, lo que promueve una gran variedad de instrumentos
de la llamada geometría de la justicia transicional, que no es más que
la existencia de un conjunto de mecanismos políticos, jurídicos
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

y éticos que deben responder al necesario equilibrio entre los


valores de la paz y de la justicia en el marco de un Estado social y
democrático de derecho. Y en este diseño, los tres planos señalados
—la retórica argumentativa, la burocracia normativa y la violencia
institucionalizada— marcan caminos insoslayables.

“Desde el punto de vista de su finalidad, podemos decir que


la justicia de transición abarca toda la variedad de procesos y
mecanismos asociados con los intentos de una sociedad por resolver
los problemas derivados de un pasado de abusos a gran escala, con
el in de que los responsables rindan cuentas de sus actos, sirvan a la
justicia y logren la reconciliación y estabilidad política. Se entiende
que los mecanismos de la justicia transicional abordan la herencia
de violaciones a los derechos humanos y al derecho internacional
humanitario durante la transición de una sociedad que se recupera
de un conflicto o un régimen autoritario. Es decir, un entramado de
problemas jurídicos, políticos, éticos y sociales que exigen preguntas
y respuestas complejas. Los elementos estructurales del derecho no
siempre son analizados en sus complejas interrelaciones, debido a
la centralidad del papel del Estado que tiende a aminorar el uso
de la retórica y la violencia y a sobrevalorar la idea del derecho
como un producto burocrático/normativo destinado al control
de la organización de la sociedad civil y de las relaciones privadas.
Creo que el ámbito de actuación de la justicia transicional pone de
manifiesto lo sesgado de esta concepción, por otro lado dominante
en la cultura jurídica occidental, porque en la aplicación”160.

Es necesario resaltar que existen muchos aspectos que deben ser atendidos
en un tema de posconflicto o de acuerdo de paz, como son el desempleo, el
acceso a la educación, a la salud, que si bien son importantes, no son el punto
esencial en esta discusión; se trata más de llegar a esas situaciones de perdón
que si son bien tratadas no solo nos pueden traer paz, sino una verdadera
sensación de justicia, pues donde el perdón puede florecer, puede existir una
convivencia en equidad y esa puede ser una forma de reparación que satisfaga
la necesidad de justicia.
160 De Páramo Argüelles, Juan Ramón. La justicia de transición: concepto, instrumentos y experiencias Bogotá,
218 Editorial Universidad de Rosario, 2013. ISBN: 978-958-738-423-9.
“¿Reúnen el perdón y la compasión, tan necesarios en los procesos 219
de justicia transicional, estas características? ¿Son el resultado de una
acción deliberada o el subproducto de un proceso de paz?
“La compasión expresa la vulnerabilidad del ser humano y para
algunos filósofos es la raíz de todas las virtudes sociales como la
amabilidad, la generosidad, la amistad, la beneficencia, la gratitud o
la sociabilidad. A juicio de Hume, es la virtud original propiamente
dicha, el sentimiento que une a todos los seres humanos que se
asemejan, una condición natural no calculada racionalmente. Y,

Juan Carlos Rojas Amorocho


precisamente, en esta espontaneidad intuitiva radica su debilidad
y la exigencia de la justicia. Esta última es una virtud construida
racionalmente, impuesta, vinculante, diseñada para compensar la
desigualdad natural y la distribución de recursos escasos. Es un
complemento necesario de la compasión que, por su parcialidad
emotiva, solo contempla los casos más próximos con los que
mantiene una relación de emotividad cálida. Para que la sociedad en
general no discurra ajena a la moral se necesita la justicia, el diseño
institucional capaz de corregir las desventuras del azar y los excesos
de una compasión demasiado subjetiva que, en lugar de beneficiar
al receptor, tal vez lo único que hace es humillarle. El Estado de
bienestar viene a sustituir a la piedad, la caridad y la compasión por
un reconocimiento de los derechos de los más desfavorecidos, sin
caer en la autogratificación del acto compasivo. Como dice Victoria
Camps: “la distancia, el anonimato, la burocracia pueden redundar
en falta de calidez e ineficiencia, pero evitan las perversiones de la
compasión” (2011, 141).

“Pero, ¿quiere esto decir que los actos de compasión desplegados


en acciones de caridad, fraternidad o solidaridad son simplemente
superfluos? Creo que es el perdón el elemento más determinante en
estos procesos. Arteta (1996) sostiene que el mero hecho de alentar
la expectativa de que las víctimas perdonen a los responsables de
su sufrimiento inmerecido presupone una cierta equivalencia moral
entre ambas partes. La exigencia de que la parte culpable confiese
su culpa quiere equilibrarse con la de que la parte ofendida perdone.
Ahora bien, esto significa ignorar la enorme asimetría entre ellas. No
hay equiparación posible, y si el perdón que se concede solo puede
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

ser contemplado como algo que va más allá del deber, el perdón que
se demanda no ha de solicitarse por motivos falsificados. Sería otro
modo de banalizar argumentaciones y negociaciones en los procesos
de transición política mal causado y el sufrido; pero a menudo
hay quien ve en un hipotético resentimiento de quien se niega a
perdonar el principal obstáculo para la ansiada reconciliación. Al
contrario, en numerosas ocasiones, cultivar el resentimiento hacia
los verdugos y quienes se disculpan como meros espectadores es
un modo necesario para que la víctima conserve su humanidad. El
resentimiento actúa como un acicate incontenible por sacar a la luz
la verdad moral del daño causado. El resentimiento de una víctima
existe con el objeto de que el delito adquiera realidad moral para
el criminal. A falta de esta actitud, los culpables de las vejaciones
podrían sin mayores obstáculos invitar a una superación de los
hechos que consiste más bien en borrarlos. De ahí que para la
víctima ese regreso justiciero al pasado es ineludible, porque solo
si el verdugo y el cómplice espectador asumen la realidad del daño
causado, podrá la víctima reconciliarse con el mundo. Consumada
la reversión moral del tiempo y asumida la responsabilidad por su
crimen, el criminal podrá relacionarse con la víctima como con un
semejante. Esta especie positiva del resentido no es que no pueda
perdonar: es que no debe. En realidad, el perdón se refiere a las
personas (a los actores) y no a los acontecimientos, a diferencia del
resentimiento, el cual, para estar justificado, debe dirigirse al acto, no
a la persona; el olvido debe dirigirse a quien esté implicado en el acto.
Quien perdona no olvida lo que hizo el malhechor, un propósito
cuyo cumplimiento no está en sus manos, sino que deja de verle
solo y para siempre como malhechor. El perdón, en consecuencia,
presupone en cada uno de nosotros la capacidad de elección moral
y de cambio; y, desde luego, tanto castigar como perdonar a alguien
implican el reconocimiento de su condición de miembro de nuestra
comunidad moral. Cuando una víctima perdona al criminal no
significa que le excuse por su crimen, que cese de culparle o de
hacerle responsable de él. Perdonar no es renunciar al juicio moral
sobre la maldad de aquella acción, porque solo las acciones malvadas
necesitan ser perdonadas. El perdón tampoco es incompatible con
220 el castigo y hasta puede seguirle. En lugar de olvidar los males que
han sufrido, las víctimas se proponen mirar a sus ofensores a la 221
luz de la compasión y del respeto final que merecen como seres
morales. Solo este perdón puede devolver el descanso y equilibrio a
las víctimas y, a la par, traer la promesa de una posible reconciliación
con sus verdugos. Pero el resultado no es la consecuencia de nuestra
elección racional, sino un subproducto no intencionado que deriva
de nuestra participación en el proceso. Sostiene Arteta (1996) que
conceder el perdón al espectador que se evade de intervenir es más
asequible que otorgarlo al agresor. Salvo que haya sido condición

Juan Carlos Rojas Amorocho


necesaria y suficiente del daño cometido, se intuye que el temeroso
consentimiento de quien lo permite entraña menor perversión que
la ejecución de quien lo comete. Aun así, y para aplicar a nuestra
principal figura lo que vale para el perpetrador, Arteta argumenta
que son diferentes el perdón del daño pasado y el perdón de un mal
presente. Esta es una diferencia capital, la que marca la dimensión
temporal del daño, pues parece más justificado solicitar (y menos
costoso conceder) el perdón para los autores y espectadores de un
mal que tuvo lugar en un pasado lejano, que solicitar y conceder ese
perdón cuando la tropelía está ocurriendo en el presente o se halla
muy próxima en el tiempo. En un caso, puesto que no se puede
reparar ya el mal salvo de manera simbólica, el perdonar apenas
tiene consecuencias prácticas; en el otro, como el pedir o el otorgar
ese perdón prolongaría ese mal, quien perdonara sería o un ingenuo
o un cómplice sobrevenido de los verdugos. También es importante
para Arteta distinguir el perdón privado y el perdón público. O, lo
que es igual, el perdón de una ofensa privada y otorgado así por
uno mismo, y el perdón por un daño público y en nombre de otros
muchos. Solo yo puedo perdonar lo que tan solo a mí me daña, pero
no debo arrogarme competencia ni derecho alguno para perdonar
lo que tiene otros afectados. Cuando exhorta a poner la otra mejilla,
el Jesús del Evangelio se refiere a las ofensas que se cometen
contra mí, y me pide que no tome represalias, igual que también
en el Padrenuestro se solicita perdón para uno mismo, porque
sabemos perdonar a quien nos ofende. No puede interpretarse que
el fundador del cristianismo nos enseña a perdonar a todo el mundo.
En ningún pasaje se recoge que yo tenga que perdonar las ofensas
que otros han cometido contra los demás. La magnanimidad del
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

perdón siempre estará en tensión con la necesidad estricta de la


justicia, y aquel tendrá que referirse por principio a esta. Por eso
mismo debemos recelar de toda absolución fácil. Se ha dicho que
el perdón fácil de ciertos crímenes perpetúa la propia maldad que
trata de aliviar. No vale un perdón que venga de ese a quien nada
le cuesta concederlo o, mejor aún, de quien no se juega nada en esa
concesión y solo busca desentenderse cuanto antes del problema y
sus quebrantos. Tampoco valdría un perdón que no viniera después
de la justicia, una vez atendidas las demandas de la ley penal y los
debidos requerimientos de las víctimas”161.

Como lo podemos determinar, es necesario revisar el panorama histórico


mundial, aprender de esas experiencias y explorar nuestra realidad para evitar
que lo que se busca en La Habana, se convierta, como hasta ahora se ve, en
un polvorín peor, que divida nuestra opinión, y que quienes estamos a favor
de una u otra posición, nos tratemos como malos o buenos, dependiendo de
nuestro punto de vista. Si bien es cierto, no todas las heridas se podrán cerrar,
si es posible sensibilizarnos frente a lo que para la gran mayoría, que no está
en La Habana, quiere como corolario de las negociaciones.

Al plantearme escribir este texto, siempre rondó en mi cabeza “¿qué es más


importante la justicia o la paz?, la verdad nada de lo que nos rodea actualmente
ayuda a determinar qué aspecto tenga prevalencia, mi formación académica
y familiar me lleva a pensar en lo uno, la justicia, pero mis convicciones
personales, me llevan a pensar en lo otro, la paz.

Los medios de comunicación incitan a una cosa y los políticos a otra, y nadie
se toma la responsabilidad de empaparse de la realidad de los acuerdos y
exponer o mejor hacer una idea propia de lo que realmente está pasando,
esta es la misma realidad que generó el conflicto armado, muchos de los
que se involucraron en él no se tomaron el tiempo para analizar las razones,
fueron, al igual que en otros conflictos en el mundo, “manipulados” para los
fines e intereses de unos pocos; y es lo que hoy en día, incentiva aún más
la resistencia a un cambio de estatus frente al conflicto, pues por la mala o
mejor por la manipulada información, no se avizora la pretendida justicia y
entonces viene el raciocinio, “sin justicia no hay paz”, lo que nos va a llevar a
222 161 Ibíd.
un círculo vicioso, que debemos terminar de una forma inusual a lo que todos 223
conocemos como justicia.

En beneficio de la paz y en acuerdo con lo expuesto por Juan Ramón del


Páramo, debo decir que este objetivo va más allá de una simple discusión que
ha tardado más de 4 años, y que no ha producido un primer acercamiento
sobre un tema neurálgico, como lo son las víctimas y como ya lo he expresado
no solo con reparación material, como parece interpretarse desde La Habana,
sino desde el punto de vista más elemental

Juan Carlos Rojas Amorocho


“Es verdad que en estos procesos hay un elemento que complica
aún más la posibilidad de acuerdos y compromisos racionales, sean
deliberativos o estratégicos. Me refiero al papel de las emociones
inevitables que acompañan a los distintos actores o terceras partes,
como son la compasión, la vergüenza, la indignación, el perdón o el
resentimiento. Las emociones son estados o disposiciones mentales,
intencionales, con antecedentes cognitivos y con una tendencia a la
acción. Las emociones son mecanismos que subrayan la justicia de
transición: concepto, instrumentos y experiencias relevancia de alguno
de los deseos básicos que los individuos valoran en los procesos
de transición política, como la seguridad, la estabilidad económica,
la venganza u otros objetivos, pues activan el valor de alguna de
estas preferencias sobre todas las demás (Elster, 1998). Además, las
emociones pueden producir creencias distorsionadas al tergiversar la
información, e incluso pueden influir directamente en la formación de
creencias, aunque exista una información correcta no distorsionada.
Como han señalado Elster y Petersen, es posible que emociones
como el miedo influyan en un cambio en el método de formación
de creencias, como sería la estrategia conservadora de “evitar lo
peor” (Petersen, 2008, 137). En todo caso, el uso estratégico de las
emociones es muy frecuente en los procesos de paz, especialmente
de los que quieren sabotear estos procesos con respecto a las fuerzas
de ocupación que cumplen funciones mediadoras y de interposición.

“Las emociones morales son las grandes ausentes en los procesos de


transición política. El derecho y la retórica judicial hacen invisibles
a las víctimas. Se ha dicho que el derecho a la verdad real “queda
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

escamoteado por la verdad procesal de lo que buenamente se sirvan


relatar en versión libre los victimarios que se acojan a la ley de
alternatividad penal” (Arango, 2008, 127). Los derechos morales
de las víctimas ponen un límite a la racionalidad instrumental que
despliega la estrategia de negociación en un proceso de justicia
transicional.

“La estabilidad que exigen los procesos de paz depende de los


equilibrios que las emociones y las normas sociales aporten a la validez
de los acuerdos. Pero, además, creo que en las situaciones de justicia
transicional se da una circunstancia emocional que difícilmente puede
ser resuelta mediante un proceso deliberativo, y tal situación está
generada por la idea del perdón: este es un subproducto, y estos no
son deshechos sin importancia. Es verdad que en economía se llama
subproductos a cosas como el serrín, esas piltrafas que se obtienen de
manera colateral y sin coste alguno en el proceso de producción de la
madera. En economía, el serrín aparece sin coste y vale mucho menos
que la madera. Pero en la vida de las personas, el “serrín” es lo que
más importa. En filosofía moral, los subproductos no son comparsas
sin valor, sino fenómenos protagonistas o, como se ha sostenido con
frecuencia, las cosas buenas de la vida son esencialmente subproductos,
están ligados a lo que acude a nosotros en virtud de lo que somos,
y no en lo que podemos lograr mediante el esfuerzo de nuestra
voluntad. La felicidad, la autoestima o el dormir son esencialmente
subproductos que se obtienen sin una voluntad racional y deliberada,
sin esa vigilancia y supervisión que impediría la espontaneidad. Los
subproductos solo se valoran si no se buscan deliberadamente. Como
dice Rivera: “los subproductos ponen en jaque la soberbia racionalista
de que podemos conseguir moldear tanto el mundo exterior como
nuestro propio medio intrasubjetivo, fijándonos las metas y poniendo
luego a trabajar los medios o recursos adecuados” (2003, 38)”162.

Considero que la paz es posible, si se tienen en cuenta los aspectos planteados,


aunque sea en su más mínima expresión para evitar la repetición de actos
insulsos e inocuos presenciados en otros escenarios de “pacificación”,
donde debido a la falta de atención en estos aspectos tan naturales, simples y
224 162 Ibíd.
elementales de la naturaleza del ser humano fueron descuidados y llevaron, 225
como se ve hoy en día, a un estado de conflicto peor del que existía antes del
“acuerdo de paz”.

Se hace necesario revisar lo que la actual Ley de Justicia y Paz, Ley 975
de 2005 y sus modificaciones y reglamentaciones ha ayudado en temas de
reconciliación. Personalmente he asistido a momentos en que la víctima
perdona a su victimario y este a su vez, de manera consciente y sincera, se
ha arrepentido y ha pedido perdón a aquellos a quienes ocasionó daño, en

Juan Carlos Rojas Amorocho


estos casos a ninguno de los dos les importaron las consecuencias del daño o
los beneficios materiales del reconocimiento, el perdón y el reconocimiento
del error cometido fueron los principales protagonistas de ese momento,
que quedará más arraigado en la mente y el corazón de sus protagonistas
directos, y de quienes pudimos participar, que el mismo hecho que generó “el
conflicto” y la amargura.

Para ninguno es un secreto, que lo pretendido en la norma citada, era


desarticular a unos de los actores del conflicto, buscando una menor
punibilidad y a su vez una satisfacción a la justicia, que impidiera desde el
punto de vista del derecho penal internacional que no fueran objeto de esta
jurisdccion.
Como argumentos a favor de la justicia, es necesario tener en cuenta que
debido a los tratados internacionales suscritos por Colombia es necesario
satisfacer esos mínimos requerimientos, nuevamente expone el doctor
Michael P. Scharf:

“Consideraciones prácticas A. Intereses que favorecen el exilio,


asilo, y amnistía no obstante el popular eslogan del 1990 –”no hay
paz sin justicia”– el logro de la paz y la obtención de la justicia
a veces son objetivos incompatibles –al menos a corto plazo–.
Con el fin de poner fin a un conflicto internacional o interno,
negociaciones, a menudo deben realizarse con los mismos líderes
que son responsables de crímenes de guerra y contra la humanidad.
Cuando este es el caso, insistiendo en los procesos penales puede
prolongar el conflicto, lo que resulta en más muertes, destrucción
y sufrimiento humano. Como reflejo de esta realidad, durante
los últimos treinta años, Angola, Argentina, Brasil, Camboya,
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

Chile, El Salvador, Guatemala, Haití, Honduras, Costa de Marfil,


Nicaragua, Perú, Sierra Leona, Sudáfrica, Togo y Uruguay tienen
cada uno, como se parte de un acuerdo de paz, concede amnistía
a los miembros del antiguo régimen que cometieron crímenes
internacionales dentro de sus respectivas fronteras. Con respecto a
cinco de estos países de Camboya, El Salvador, Haití, Sierra Leona
y Sudáfrica- “las propias Naciones Unidas impulsaron, ayudaron
a negociar, ni se endosa la concesión de la amnistía como medio
de restablecer la paz y el gobierno democrático”. Además de la
amnistía (que inmuniza al autor de enjuiciamiento interno), el exilio
y el asilo en un país extranjero (que pone el autor fuera del alcance
jurisdiccional de enjuiciamiento interno) a menudo se usa para
inducir un cambio de régimen, con la aprobación y la participación
de importantes Estados y las Naciones Unidas negociadores de paz
llaman a esto la “Opción napoleónica”, en referencia al tratamiento
del emperador francés Napoleón Bonaparte, quien, después de su
derrota en Waterloo en 1815, fue exiliado a Santa Elena en lugar de
enfrentarse a un juicio o ejecución163.

Esto nos lleva a reflexionar que es posible atender las obligaciones internacionales
sobre la justicia material. En el Comunicado No. 60 del 23 de septiembre de
2015, se establece la forma en que este aspecto podrá ser satisfecho:

Comunicado conjunto No. 60


Sobre el Acuerdo de creación de una Jurisdicción
Especial para la Paz

La Habana, Cuba. Septiembre 23 de 2015

1. El Gobierno de la República de Colombia y las FARC-EP


reafirman su compromiso con los acuerdos logrados hasta
la fecha: “Hacia un Nuevo Campo Colombiano: Reforma
Rural Integral”, “Participación política: Apertura democrática
para construir la paz” y “Solución al Problema de las Drogas
Ilícitas”.
163 Peace verses Justice War Crimes, Crimes Against Humanity and Genocide Introduction to International Crimi-
226 nal Law Mooc taught by professor Michael P. Scharf [Traducción libre ].
2. A la vez, reafirman su compromiso con una fórmula de 227
justicia que satisfaga los derechos de las víctimas y contribuya
a la construcción de una paz estable y duradera. Con ese
propósito estamos construyendo un Sistema Integral de
Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición. En ese
marco hemos acordado que se creará una Comisión para
el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No
Repetición y hemos logrado acuerdos importantes en materia
de reparación de las víctimas.

Juan Carlos Rojas Amorocho


3. En cuanto al componente de justicia, hemos acordado
crear una Jurisdicción Especial para la Paz, que contará con
Salas de Justicia y con un Tribunal para la Paz. Las Salas y el
Tribunal estarán integrados principalmente por magistrados
colombianos, y contarán con una participación minoritaria de
extranjeros que cumplan los más altos requisitos. La función
esencial de las Salas y del Tribunal para la Paz es acabar con
la impunidad, obtener verdad, contribuir a la reparación de
las víctimas y juzgar e imponer sanciones a los responsables
de los graves delitos cometidos durante el conflicto armado,
particularmente los más graves y representativos, garantizando
la no repetición.

4. El componente de justicia prevé que a la terminación de las


hostilidades, de acuerdo con el DIH, el Estado colombiano
otorgará la amnistía más amplia posible por delitos políticos
y conexos. Una ley de amnistía precisará el alcance de
la conexidad. En todo caso no serán objeto de amnistía o
indulto las conductas tipificadas en la legislación nacional
que se correspondan con los delitos de lesa humanidad, el
genocidio y los graves crímenes de guerra, entre otros delitos
graves como la toma de rehenes u otra privación grave de la
libertad, la tortura, el desplazamiento forzado, la desaparición
forzada, las ejecuciones extrajudiciales y la violencia sexual.
Estos delitos serán objeto de investigación y juzgamiento por
parte de la Jurisdicción Especial para la Paz.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

5. La Jurisdicción Especial para la Paz tendrá competencia


respecto de todos los que de manera directa o indirecta hayan
participado en el conflicto armado interno, incluyendo a las
FARC-EP y a los agentes del Estado, por los delitos cometidos
en el contexto y en razón del conflicto, en especial respecto de
los casos más graves y representativos.

6. La Jurisdicción Especial para la Paz contempla dos tipos


de procedimientos: uno para quienes reconocen verdad y
responsabilidad, y otro para quienes no lo hacen o lo hacen
tardíamente. A los primeros se les impondrá una sentencia,
fundada en las conductas reconocidas después de haber sido
contrastadas las investigaciones de la Fiscalía General de la
Nación, las sanciones impuestas por otros órganos del Estado,
las sentencias judiciales existentes, así como la información
que provean las organizaciones de víctimas y de derechos
humanos. Los segundos enfrentarán un juicio contradictorio
ante el Tribunal.

7. Las sanciones que imponga el Tribunal tendrán como


finalidad esencial satisfacer los derechos de las víctimas y
consolidar la paz y deberán tener la mayor función restaurativa
y reparadora del daño causado. Para todos aquellos que
reconozcan responsabilidades por los delitos de competencia
del Sistema, la sanción tendrá un componente de restricción
de libertades y derechos que garantice el cumplimiento de las
funciones reparadoras y restauradoras de las mismas mediante
la realización de trabajos, obras y actividades y en general la
satisfacción de los derechos de las víctimas. Las sanciones
para quienes reconozcan delitos muy graves tendrán un
mínimo de duración de cumplimiento de 5 años y un máximo
de 8 de restricción efectiva de la libertad, en condiciones
especiales. Las personas que hagan dicho reconocimiento de
manera tardía ante el Tribunal serán sancionadas con pena de
prisión de 5 a 8 años, en condiciones ordinarias. Para tener
derecho a la pena alternativa, se requerirá que el beneficiario
228 se comprometa a contribuir con su resocialización a través
del trabajo, capacitación o estudio durante el tiempo que 229
permanezca privado de la libertad. Las personas que se
nieguen a reconocer su responsabilidad por tales delitos y
resulten culpables serán condenadas a pena de prisión hasta
de 20 años, en condiciones ordinarias.

8. Para acceder a cualquier tratamiento especial dentro de la


Jurisdicción Especial para la Paz es necesario aportar verdad
plena, reparar a las víctimas y garantizar la no repetición.

Juan Carlos Rojas Amorocho


9. En el caso de las FARC-EP, la participación en el sistema
integral estará sujeta a la dejación de armas, que deberá comenzar
a más tardar a los 60 días luego de la firma del Acuerdo Final.

10. La transformación de las FARC-EP en un movimiento


político legal es un objetivo compartido, que contará con todo
el apoyo del Gobierno en los términos que se acuerden164.

De darse las condiciones planteadas en el acuerdo transcrito, existiría un


mínimo de justicia, que como lo he planteado lo largo del escrito, sería
secundario a la obligación “moral” de todos los actores armados del conflicto
de reconocer su falta y pedir perdón.

Sin querer especular, pues a la fecha no se ha tramitado la norma que le dé


vida al Tribunal de la Jurisdicción Especial para la Paz, si bien es cierto que
he planteado la participación de entidades internacionales, es claro que la
participación de jueces o inclusive defensores que no ostenten u homologuen
dichas calidades ante el Estado colombiano, de acuerdo con la actualidad legal y
constitucional, son ya un obstáculo a esta idea, que no es más que una “copia”
de lo que actualmente se tramita con fundamento de la Ley 975 de 2005.

A juicio de quien escribe, este tribunal es posible, con las debidas y correctas
reformas al actual sistema de justicia transicional, sin el desgaste que pueda
conllevar la aprobación de una ley y una reforma constitucional, sobre los
aspectos evidenciados. Aspectos tratados en forma más profunda en este
libro por otros autores.
164 Tomado de www.mesadeconversaciones.com.co
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

Mi punto de opinión, se centra en que en el trámite de lo que conocimos como


Ley de Justicia y Paz hemos podido evidenciar que se cumplen con estándares
internacionales de justicia, pero que con las debidas modificaciones, entre
ellas la independencia total de nuestro actual jerarquía procedimental penal,
en lo que atañe a las consideraciones jurisprudenciales, sobre todo de la Corte
Suprema de Justicia, las cuales en muchas ocasiones desvirtúan la naturaleza
transicional, impidiendo que se cumpla con el objetivo del legislador y de
que como se expuso en un principio, sea un verdadero trámite de justicia
transicional, pues pretenden aplicar la norma interna, desconociendo el
verdadero valor de la aplicación de la justicia transicional, vulnerando no
solo derechos de víctimas, sino de los mismos postulados y aun de algunos
partícipes del proceso, entre ellos nosotros como defensores públicos,
exigiendo protocolos o solemnidades que en nada ayudan a la celeridad del
proceso.

Lo que pretendo plantear es una independencia total de la actual justicia


transicional, para alejarnos también de la “dictadura procesal” de nuestro
sistema judicial, el planteamiento va encaminado a que se deje actuar a la
justicia, para lograr no solo los mínimos de justicia que se requieren, sino
los mínimos de reconciliación, como se ha podido evidenciar, no en pocas
audiencias o versiones públicas, donde algunos magistrados del Tribunal
y algunos fiscales, han entendido que no se trata de un “conflicto” en los
estrados sino de una manera de concientizarnos de nuestra realidad como
seres humanos que han pasado por un conflicto, en ocasiones ajeno a sus
protagonistas, pero sin dejar de lado, que tanto en un extremo como al otro
del proceso (víctimas y postulados), hay personas que necesitan perdonar y
ser perdonados, y que eso no sucede por mérito de la ley, sino por la manera
en que entre aquellos que participamos del proceso en una manera diferente,
propongamos ese acercamiento, que no solo traerá paz, sino justicia.

230
231

Juan Carlos Rojas Amorocho


Conclusiones

A la pregunta que me planteé desde el principio, si en los acuerdo de La


Habana se ¿enfrentan la paz y la justicia?, debo responder que sí, ya que parte
de los actores del conflicto a pesar de tener un acuerdo sobre lo que pueda
suceder con la justicia material, no han querido reconocer que para obtener
justicia real y completa se hace necesario reconocer el daño ocasionado a otro,
aspecto que modificaría la percepción del concepto de paz, que realmente
todos queremos.

El tiempo dirá, si realmente se hacía necesario este planteamiento y esta


autocrítica, pues soy consciente que hago parte del actual sistema de justicia
transicional, en mi rol de defensor público, y como pieza de ese engranaje
es necesario empezar a motivar muchas de las posturas que he expresado en
este escrito.

En algún momento de vida profesional, escuche estas palabras de quien


manifestó no profesar ninguna religión, pero que considero puede ser un pilar
fundamental para nuestra reconciliación como Nación: “Si todos hiciéramos
lo que en su momento predicó Jesucristo nuestra convivencia sería mejor…
No hagas a otro lo que no quieras que te hagan a ti y haz con los demás lo
que tú quieres que hagan contigo…”.
SEGUNDA PARTE

COMPONENTE
JUSTICIA

CAPÍTULO I
¿EN QUÉ CONSISTE EL COMPONENTE
DE JUSTICIA EN LOS ACUERDOS DE LA
HABANA?
235

¿En qué consiste el componente de justicia

Mario Ignacio Díaz Góngora


en los acuerdos de la habana?

Mario Ignacio Díaz Góngora*

INTRODUCCIÓN

¿Qué tan importante es el Acuerdo de La Habana? Estoy convencido de que


los hombres en tanto ‘género’, alcanzamos la mayoría de edad cuando
entendemos e implementamos el diálogo como medio de solución a nuestros
conflictos de intereses e inclusive a nuestras diferentes percepciones de la
realidad cualesquiera que ellas sean.

De manera que construir dialógicamente un proyecto para superar el conflicto


armado interno más largo que país alguno pueda exhibir sobre la faz de la
tierra, revela la importancia del Acuerdo General de La Habana entre la
guerrilla de las Farc-Ep y el gobierno nacional de Colombia165.

Pero como Acuerdo que es, puede transitar en la ribera de las conveniencias
inmediatas y particulares –en cuyo caso no habríamos hecho sino cambiar de

*
Abogado especializado en investigación criminal y juzgamiento en el sistema acusatorio (Universidad Católica), y
en criminología y técnicas criminalísticas (Universidad de los Andes); especialista en la escena del delito (Depto. de
Justicia EE.UU.), miembro del “Plan integral de capacitación en Sistema Acusatorio Colombiano” (Fiscalía General
de la Nación). Fue fiscal delegado de la Fiscalía General de la Nación; jefe de unidades de investigación preliminar de
la Dirección Nacional de Instrucción Criminal; coordinador administrativo y de gestión de la Defensoría del Pueblo
en los distritos judiciales de Tunja y Santa Rosa de Viterbo; y defensor público en el sistema penal oral acusatorio.
Docente en varias universidades desde 1981. Con especialización en derecho público económico (Universidad de los
Andes), fue el tesorero general y director del Fondo Educativo Regional del Ministerio de Educación Nacional ante
el Distrito Capital de Bogotá. Actualmente es defensor público de la Unidad de Postulados a la Ley de Justicia y Paz.
Contacto: abo_mariodiaz@yahoo.es
165 5. Acuerdo sobre las víctimas del conflicto: “Sistema integral de verdad, justicia, reparación y no repetición”, incluyendo la
jurisdicción especial para la paz; y compromiso sobre derechos humanos, La Habana. Borrador Conjunto 15.12.2015, pp. 1 de
63 Fuente: http://equipopazgobierno.presidencia.gov.co/prensa/Paginas/acuerdo-sobre-lasvictimas-del-conflicto.aspx
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

ropaje la situación–, o asentarse en un andamiaje de principios y un conjunto


de medidas integrales que vayan al fondo de las causas, con los cuales se
garantiza superar intereses particulares y, así, dialogar para la Nación y para
el futuro.

¿Qué es lo significativo del Acuerdo?

La integralidad de las medidas propuestas, la asunción de responsabilidades,


el diseño del delito político y la salvaguarda de los derechos de las víctimas.

Las guerras no se circunscriben a las acciones bélicas de las partes enfrentadas,


sino que obedecen a intereses en juego y a sutiles ejercicios de distanciamiento
entre los representantes de cada una que van invadiendo todas las esferas de
la sana comunicación.

A la manera como la inteligencia social se revela en la propia asunción de


responsabilidades, el Acuerdo evidencia su trascendencia en la mutua
confesión de responsabilidades, tanto en la causación del conflicto como en
las deplorables acciones desplegadas en el desarrollo de las contiendas.

¿De qué manera responde el Acuerdo a la impunidad?

El reto del Acuerdo consiste en confrontar el atraso en la solución del


conflicto, que se patentiza en prácticas tales como: robustecer las estructuras
de guerra; o ejercer o fomentar la elusión de responsabilidades culpando
a otros por lo sucedido; u ocultar la verdad de los acontecimientos que
integran el degradamiento de los enfrentamientos; o cubrir a los promotores
del enfrentamiento material; o manipular las instituciones del Estado para
justificar la agresión de unos sobre otros; o nutrir los componentes de una
cultura de guerra; entre las más importantes de muchas otras, son las garantías
de impunidad.

¿El mecanismo de Acuerdo es un provincialismo?

Amén del acompañamiento de los organismos internacionales de justicia para


salvaguardar las exigencias de la comunidad internacional, el mecanismo de
236 acuerdo consultó las dolorosas experiencias generadas por conflictos internos
de suma gravedad como los de Sierra Leona, Camboya y Bosnia-Herzegovina, 237
mediante un minucioso estudio derivado de los aspectos comunes con la
situación de nuestro país desde una óptica internacional, donde los tres
tribunales internacionales respectivos (Tribunal Especial para Sierra Leona,
Salas Extraordinarias de las Cortes de Camboya y Sala de Crímenes de Guerra
en Bosnia-Herzegovina) han buscado satisfacer los derechos a la justicia de
las víctimas en procesos de transición de la guerra a la paz.

Mario Ignacio Díaz Góngora


¿Cómo está configurado el Acuerdo?

El comunicado conjunto dice que la composición del Acuerdo se da en torno a


cinco mecanismos y medidas: Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad,
la Convivencia y la No Repetición; la Unidad Especial para la Búsqueda de
Personas Dadas por Desaparecidas en el Contexto y en Razón del Conflicto
Armado; la Jurisdicción Especial para la Paz; las Medidas de Reparación
Integral para la Construcción de la Paz; y, finalmente, las Garantías de No
Repetición166.

¿Cómo queda la estructura de este escrito sobre ‘el componente de justicia en el Acuerdo’?

No obstante, con la finalidad de exaltar lo específico del componente de


justicia, la composición del Acuerdo está determinada por una Dimensión
Integral del Sistema expresada en criterios rectores y estrategias del sistema;
ecuaciones de la Jurisdicción Especial en relación con el derecho penal
internacional, en particular, el tratamiento especial; y, por último, los acápites
de ritualidad procesal en medio del Acuerdo de Víctimas relativos a principios,
trato especial, órganos y ritualidad.

166 Punto 5. Acuerdo sobre las víctimas del conflicto: “sistema integral de verdad, justicia, reparación y no repe-
tición”, incluyendo la jurisdicción especial para la paz; y compromiso sobre derechos humanos, La Habana,
Borrador conjunto 15.12.2015.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

1. ¿El acuerdo de víctimas se compone solo


de justicia? Dimensión integral del sistema

La Jurisdicción Especial para la Paz hace parte del Sistema Integral de Verdad,


Justicia, Reparación y No Repetición acordado en la Mesa de Negociaciones
que se surte en La Habana, Cuba, para satisfacer los derechos de las víctimas,
terminar el conflicto y alcanzar la paz.

El comunicado conjunto dice que la composición del Acuerdo se da en torno a


cinco mecanismos y medidas: la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad,
la Convivencia y la No Repetición; La Unidad Especial para la Búsqueda de
Personas Dadas por Desaparecidas en el Contexto y en Razón del Conflicto
Armado; la Jurisdicción Especial para la Paz; Las Medidas de Reparación Integral
para la Construcción de la Paz; y, finalmente, las Garantías de No Repetición167.

De manera que este aspecto de justicia, es apenas un componente del Sistema


Integral –SIJVRNR–, que a su vez es parte integrante de los acuerdos que
constituyen el Acuerdo General, del que es el quinto punto de los siete que lo
conforman en la práctica.

1.1. Acuerdos reafirmados

Los acuerdos constitutivos del Acuerdo General que se han logrado satisfacer
–más allá del acuerdo sobre el sistema integral para víctimas–, son: (i) El
acuerdo sobre una reforma rural integral hacia un nuevo campo colombiano.
(ii) El acuerdo de apertura democrática para construir la paz, que viabiliza la
238 167 “Comunicado conjunto N° 64”. De las delegaciones de paz de las FARC EP y el gobierno nacional (Dic. 15/15).
participación política sin armas, por parte de quienes se desmovilicen. (iii) El 239
acuerdo sobre las medidas de solución al problema de las drogas ilícitas168.

Quedan en la agenda de trabajo de la mesa de negociaciones pendientes de


concretar los acuerdos relativos al fin del conflicto, en cuyo espectro está
prevista una multiplicidad de mecanismos que conduzcan a garantizar los
derechos de las víctimas y la magnificación de garantías a los colombianos
para la no repetición del conflicto. Finalmente, se han de concretar las medidas
relativas a la legitimación de los acuerdos pactados entre las Farc-Ep y el

Mario Ignacio Díaz Góngora


gobierno nacional, frente a lo cual se barajan diversas opciones en el orden
nacional, desde un referendo hasta una asamblea nacional constituyente.

Así que el acuerdo logrado sobre la Jurisdicción Especial para la Paz no


puede entenderse ni definitivamente cerrado, ni aislado del Sistema que se
está construyendo y que aún no se ha concluido, en cuyo marco es condición
para recibir cualquier tratamiento especial de justicia, la participación en
las medidas de justicia transicional ya acordadas, como la Comisión para el
Esclarecimiento de la Verdad o las acciones concretas de reparación.

1.2. Criterios rectores del Sistema Integral

Como criterios rectores del Sistema, en primer término se han convenido unas
acciones inmediatas relativas al desminado de las áreas donde esta práctica ha
convertido su tránsito en alto riesgo para la población civil. Así mismo, se ha
privilegiado la localización de desaparecidos y entrega a sus familiares, debido
a la manera como desconcierta y conmociona a las comunidades saber qué
pasó con sus seres queridos, sus restos o su paradero.

En segundo término, es evidente que con la pretensión de superar la


satisfacción de intereses particulares, se ha construido una “Declaración de
principios”, en la que se ubica a las víctimas como destinatarias de todo el
proceso de negociaciones y a los victimarios con el compromiso de asumir
responsabilidades por sus actos en medio y con ocasión del conflicto, que
tuvieron lugar con detrimento de la población civil.

168 Acuerdo de creación de una Jurisdicción Especial para la Paz. Comunicado conjunto de 10 puntos, FARC EP y
Gobierno nacional (Sept. 23/15).
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

Este factor de responsabilización, contrae la producción a título de criterio


rector de un conjunto de medidas que garanticen la protección de unos y
otros. En este contexto se erige como principio lo referente a la relación
entre la verdad y la reparación, las medidas y previsiones encaminadas a la no
repetición y a la reconciliación nacional.

Clausura este punto de los criterios rectores, la exigencia sobre que el factor
de justicia no puede entenderse de manera aislada, ni a los otros componentes
del punto de víctimas, ni ajeno a las implicaciones de los demás acuerdos del
Acuerdo General. Y como un hilo de Ariadna en la localización y engranaje
de todos estos factores, se demanda la observancia de los derechos humanos,
su respeto, promoción y garantía.

El siguiente esquema ilustra, entonces, lo relacionado con los criterios


rectores169:

1.3. Estrategias del Sistema Integral

En lo concerniente a las estrategias del sistema, resultan perfectamente


identificables como elemento de afianzamiento histórico, compuesto por
cuatro columnas en las que es preponderante el ‘empoderamiento de las
169 Elaboración del autor para el artículo “El componente de justicia en la jurisdicción especial para la Paz”, de
240 Mario Díaz Góngora. Mayo 2016.
víctimas’, mediante una clara distinción entre lo que pudiéramos denominar 241
‘Puntos de partida’, seguidos de ‘Componentes’ y ‘Objetivos precisos’.

Así las cosas, el reconocimiento de las víctimas con un marco de efectividad


para las medidas de reparación a cargo de los responsables del desbarajuste,
son la fuente material de su empoderamiento. Lo completa el imperativo de
esclarecimiento de la verdad de lo acaecido en la perspectiva de una vivencia
sin reedición por nunca jamás.

Mario Ignacio Díaz Góngora


La noción de ‘ciudadanos con derechos’ apunta a la reconfiguración histórica
de una comunidad política como criterio orientador de la noción de justicia,
conformando una segunda estrategia sobre ‘puntos de partida’, donde cada
uno de estos resulta igual de importante si se consideran independientemente,
por atender diferentes expectativas.

De hecho, el punto de partida sobre verdad plena se correlaciona con el


imperativo de esclarecimiento de lo sucedido, al tiempo que fundamento de
la memoria histórica170. En lo relacionado con el sometimiento a la justicia
sobresale el reconocimiento de responsabilidades por parte de los victimarios,
de tal forma que un cuarto punto tiene que ver con las demandas de la
comunidad internacional para que lo que se acuerde finalmente en materia de
víctimas, responsa a cabalidad con los estándares internacionales básicos de
la justicia transicional.

Los objetivos del sistema se concentran en cinco aspectos, donde la satisfacción


de los estándares de Verdad, Justicia, Reparación y No repetición en favor de
las víctimas, se erigen como garantía del propósito social de convivencia y
reconciliación, salvaguardando la seguridad jurídica de los victimarios. Todo,
mediante la implementación metodológica del Enfoque que aborde tanto las
especificidades de género como las variaciones territoriales y, en general, las
diferencialidades de índole étnica, religiosa, sexual, etc.

De allí que los ‘componentes’ del acuerdo sobre víctimas conlleven a una
innovación institucional, que -por lo pronto- genera a las siguientes entidades:

170 Fuente: http://es.presidencia.gov.co/noticia/Noticia/Declaracion-del-Jefe-de-laDelegacion-del-Gobierno-


Humberto-de-la-Calle
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

1. Unidad especial de desminado y detección y recaudo de los remanentes


de guerra.
2. Unidad de búsqueda de personas desaparecidas.
3. Comisión histórica del conflicto y sus víctimas.
4. Comisión de esclarecimiento de la verdad por la conciliación y la no
repetición.
5. Agencia de seguridad material y de reinserción de los rebeldes.
6. Dos secciones del Tribunal de Paz.
7. Cuatro salas de la jurisdicción.
8. Dirección de verificación de las sanciones comunitarias.
9. Las Farc como movimiento político.
10. Oficina de interacción con los pueblos indígenas.

El siguiente esquema ilustra, entonces, lo relacionado con las estrategias del


sistema171:

1.4. Justicia transicional

Arraigo de la justicia transicional y evolución de la cultura jurídica. La ignorancia en 2005


en materia de esta modalidad de justicia, se traducía en que se la concebía como
algo propio de países distantes, y ajeno a nuestras tradiciones y costumbres,
con un cúmulo de dificultades conceptuales, que no permitían entrever de
qué manera podría superar las rigurosidades de una tardía justicia escritural.
Mayor era la incertidumbre sobre el sentido de las versiones y cómo sortear los
vericuetos que permitieran diferenciar los cargos que se habrían de legalizar.

171 Elaboración del autor para el artículo “El componente de justicia en la jurisdicción especial para la Paz”, de
242 Mario Díaz Góngora. Mayo 2016.
Pese a que lo tocante con las víctimas era uno de los factores más publicitados 243
para entronizar la justicia transicional, causaba angustia al abordar la relación
entre víctima y victimario; era inconmensurable el mar de dudas sobre qué
podían generar los componentes de verdad, justicia y reparación, su exacta
naturaleza y sus significaciones posibles; y no había ninguna medida para
dilucidar de qué manera entronizar la cultura de las víctimas.

Los desarrollos prácticos y jurisprudenciales de la ley, propiciaron el arraigo de


la justicia mediante alcances que se aprecian en primer término en un decidido

Mario Ignacio Díaz Góngora


posicionamiento en el manejo de los procesos colectivos y se identificó la
ruta para afrontar la criminalidad organizada, con procedimientos judiciales
apropiados. Quizás el ítem histórico de mayor relevancia sobre los beneficios
que acreditan la implementación de este sistema se encuentra en el rescate
de factores neurales de la nacionalidad colombiana y el reconocimiento
protagónico de la diversidad étnica, fortalecidos por la adopción de
compromiso de las entidades oficiales para salvaguarda de las múltiples
comunidades que configuran la variopinta dimensión étnica de la población.

Actualidad del proceso. Luego de un transcurso aletargado de la aplicación de la ley


durante más de siete años, que se entiende como la consecuencia de arraigar la
justicia transicional en nuestro ideario judicial, al punto que mientras en el 2012 tan
solo se habían producido 10 sentencias condenatorias, en los tres años ulteriores se
disparó el esquema de logros en sentencias, verdad y reparación, con 39 sentencias
condenatorias, 4.200 hechos, 5.500 exhumaciones y 22.000 víctimas reconocidas172.

El indicativo de la privación intramural de la libertad, sin ser el más apropiado


por cuanto con los caracteres de la cárcel jamás se ha logrado ‘resocialización’
en prisión y mucho menos la ‘reinserción social’, arroja, sin embargo, el parte
de cumplimiento del tiempo de condena previsto como pena alternativa.
La adopción primaria de medidas según los dictámenes de la ONU, para la
identificación y superación de las causas estructurales del conflicto armado
interno, permitió concretar lo que se ha denominado el “desescalamiento
del conflicto” por cuya gracia disminuyó la intensidad de enfrentamientos
regionales. El Ministerio de Defensa señala como cifras claramente inferiores
a la media del conflicto, que en 2014 fueron dados de baja 1.027 militares,
172 Intervención del magistrado Eduardo Castellanos Rozo en el Foro sobre los diez años de la justicia transicional
en Colombia, Bogotá, Universidad Externado de Colombia, septiembre 2015.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

y 1.600 guerrilleros. Y 348 casos de desplazamiento forzado en persona


protegida173.

Un lunar con ribetes cancerígenos para la salud nacional es el surgimiento


de las ‘bacrim’, que es preciso contextualizar: Se reactivaron algunos mandos
medios porque la oferta gubernamental está por debajo de lo que percibían
económicamente en medio del conflicto y por debajo del estatus de solvencia
social que ello les significaba. Pero sin ánimo de justificar, es manifiesto que
la reactivación criminal es universal, al punto que en Irlanda lo hicieron el
20% de desmovilizados del IRA y en un 25% los MARAS de El Salvador.
De manera lapidaria comparativamente, ha dicho el exembajador Pizarro
Leongómez, que “mientras en Colombia hay 6000 desmovilizados presos,
en Guatemala no hay un solo detenido a pesar de los cientos de miles de
víctimas que revela el conflicto en esa nación hermana”.

En todo caso, las herramientas de justicia y paz, no van a resolver los grandes
problemas sociales, porque son propias de un procedimiento judicial penal
especializado. Un reciente foro universitario concluyó que evaluar el proceso
de Justicia y Paz de manera aislada, conduce a concluir erróneamente la no
superación de las falencias; la falta de alcance de los retos, la inexistencia
de logros y, por supuesto, la ausencia de perspectivas. Justicia y paz no es
simplemente un proceso judicial con un balance en materia de transición. Su
naturaleza ha logrado cualificar el país en el tránsito de una cultura de guerra a un
complejo diseño de país en procura de convivencia pacífica.

1.5. Observancia de los estándares internacionales

Se ha confirmado insistentemente que el Estado colombiano tiene el deber


de asegurar –por medios razonables dentro de su alcance–, la verdad, justicia,
reparación y medidas de no repetición, con respecto a las graves infracciones
del DIH y graves violaciones de los derechos humanos.

Ello contrae la obligación de extender medidas de garantía de los derechos


de las víctimas, alusivos a la verdad, justicia, reparación y garantías de no
repetición, cuya participación será de obligatoria aceptación no solo en las
173 Citado por Eduardo Pizarro León Gómez en el Foro sobre los diez años de la justicia transicional en Colombia,
244 Bogotá, Universidad Externado de Colombia, septiembre 2015.
previsiones del componente de justicia sino en todas y cada una de las áreas 245
del sistema integral. En esa medida, deberán ser oídas, sin ningún tipo de
cortapisas, en los supuestos de priorización y selección de casos.

En todos los ritos alusivos a las medidas de reparación integral para la


construcción de una paz estable y duradera y las garantías fundamentales
de no repetición, deberán respetar el derecho de ellas a una justicia pronta,
cumplida y eficiente mediante el compromiso de la promoción, el respeto y la
garantía de los derechos humanos, y –en todo caso– bajo cualquiera que sea

Mario Ignacio Díaz Góngora


la circunstancia que se ventile, el derecho de las víctimas a recibir reparación,
no se extingue por la concesión de amnistías e indultos.
“Justicia especial para la Paz”
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2. ¿De qué manera se ha instrumentalizado


la justicia en el conflicto? Desde la justicia
en la guerra a la justicia para la paz

El hecho de que se hable de una jurisdicción especial dispone de alguna


explicación en el hecho de que entre la justicia y la guerra en Colombia se han
entretejido relaciones-tipo que se han traducido en significativos impactos en
los comportamientos estratégicos de los actores armados.

Correlativamente la dinámica del conflicto armado ha logrado impactar


históricamente a la justicia ordinaria, al punto que esta resulta intrascendente
para extender alternativas de respuesta diferentes a la cárcel para el manejo de
los delitos que se han generado.

2.1. Adecuaciones para extender la justicia penal militar a delitos


diversos

Aun cuando las reformas constitucionales a la Carta de 1886 habían


logrado que se prohibiera el juzgamiento de civiles por las instancias
militares, pero el influjo del ejecutivo en torno a los hechos ocurridos el 9
de abril de 1948 darían lugar a que la Corte Suprema de Justicia sostuviera
que las violaciones a la ley militar por parte de civiles implicaban que
estos debían ser sometidos a la justicia castrense. En esas condiciones, los
sectores sociales veían transformada las modalidades del acto de protesta
en delito común y diezmados sus exponentes que como sindicados de
tales conductas habrían de confrontar el rigor draconiano de la justicia
246 militar.
Paralelamente, el 21 de mayo de 1965 por medio del Decreto 1290 del gobierno 247
del presidente Guillermo León Valencia, se dio vía libre a la adquisición de
armas por parte de civiles para defensa de la patria, perforando el principio
universal de que el monopolio de las armas corría a cargo del Estado, y
como trasfondo se consolidaba la acción contra los grupos de autodefensas
campesinas.

Por supuesto que este escueto panorama no logra copar la multiplicidad de


elementos sobre la complejidad de la relación entre guerra y justicia, donde

Mario Ignacio Díaz Góngora


han jugado rol protagónico tanto la tradición legalista colombiana, como la
tradición de independencia relativa de la rama judicial, al igual que las formas
diferenciales de presencia territorial de las instituciones judiciales

2.2. Justicia del Frente Nacional, heredada con beneficio de inventario174

El Acuerdo paritario para la paz de 1957, cuya excepcionalidad fue base de una
intensa violencia de carácter clasista llevó a que el Código Penal Militar fuese
aplicable en contextos de normalidad, ocasionando una particular división de
roles entre sectores dominantes: los gobiernos del Frente Nacional aceptaron
tácitamente que los militares continuaran cumpliendo ese rol a cambio de
que la administración pública quedara bajo el control de los partidos en la
alternación.

Varios factores de dependencia y debilidad institucional de la rama, lo


explican, aunque predomina el que el recurso al derecho penal, como
forma preponderante de resolver los conflictos, desvalorizó caminos más
consensuados para gestionarlos, con el agravante de que, lejos de solucionarlos,
reprodujo ciclos de violencia por el carácter excluyente del régimen político;
así, cuanto más crecía el aparato represivo, más crecía el delito y el conflicto
que el mismo aparato quería resolver, lo que debilitó la justicia ordinaria
al hacerla pasar a un segundo plano y restarle capacidad para resolver los
conflictos cotidianos.

En consecuencia, el recorte permanente de las garantías constitucionales


y las libertades públicas implicó la pérdida de muchas vidas y masivas
174 Centro Nacional de Memoria Histórica, CNMH. Documento “Basta Ya”, Bogotá, Ediciones Imprenta Nacio-
nal, mayo 2015.
“Justicia especial para la Paz”
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vulneraciones a los derechos humanos, que a su vez generó una inestabilidad


jurídica muy compleja de asimilar por el aparato judicial, que redundó, de
manera significativa, en su ineficacia.

De manera que las medidas alternativas afianzaron la injerencia de los


militares en la justicia penal, pero se alegaba con un dejo de perversión que la
justicia ordinaria era ineficaz y, de contera, se restringían las posibilidades de
establecer una política criminal consistente, pues la excepcionalidad implicaba
una respuesta coyuntural al fenómeno del conflicto.

Por su parte, en el desenvolvimiento de las altas cortes ha sido una constante


una relativa independencia frente a la política, particularmente en razón del
impacto del conflicto sobre los funcionarios judiciales, afectados directamente
en cuanto a víctimas, y condicionadas sus decisiones judiciales por la vía
del miedo o del amedrentamiento. Pero se desgranó al interior de la rama
un fenómeno de corporativismo y clientelismo judicial que ultimadamente
determinó la desaparición de su principal órgano administrativo-disciplinario.

Asentaba sus reales una suerte de pluralismo jurídico confuso, caracterizado


por el desarrollo de justicias paralelas, al punto que en las zonas afectadas
por el conflicto armado se imponía la justicia guerrillera o la antisubversiva
y en las zonas urbanas el régimen de excepcionalidad ya descrito desplazaba
a la justicia penal ordinaria imponiendo, de forma recurrente, sanciones más
gravosas y desconociendo los derechos políticos y sindicales.

La percepción general de impunidad y los problemas de congestión


y morosidad de la administración de justicia, determinaron que el
problema de la justicia se convirtiera en uno de los principales motivos
de discusión pública que desencadenaron diversos intentos de reforma
judicial truncos, que se derruían frente a la desnaturalización de la justicia,
como en 1978 cuando al amparo de la Doctrina de Seguridad Nacional,
se expidió un severo Estatuto de Seguridad que en vez de propiciar una
apertura del sistema político, lo restringió bajo la declaración de estado de
sitio, arraigando contradictoriamente con la Constitución el juzgamiento
militar de civiles175.
175 Artículos relacionados con JEPaz de Mario Ignacio Díaz Góngora. “Paz y reforma de la Doctrina de Seguridad
248 del Ejército” (Horacio Duque, 26/09/2015).
Dos aspectos cobran relieve en esta retrospectiva histórica, conformado el 249
primero por el giro estructural para afrontar el Estado el conflicto armado con
Belisario en 1982, donde sobresalen los diálogos de paz en medio de la guerra
a pesar de las vulneraciones masivas a derechos humanos y la subordinación
de la justicia penal a la política de orden público y a la jurisdicción castrense, y
la corporización de nuevos protagonismos: el activismo judicial y los militares
en la guerra sucia.

El otro aspecto lo constituyó el tratamiento judicial del delito político en

Mario Ignacio Díaz Góngora


medio de graves tensiones que rodearon entonces la discusión entre 1980 y
1982, dando paso a un importante cometido de la Corte que jugó un doble
papel contra el Estatuto de Seguridad fracturado gravemente con la toma
y retoma del Palacio de Justicia que –sin embargo–, no llegó a menguar la
entidad y vigencia del delito político.

Quizás fue la Reforma Constitucional de 1968, que modernizó el Estado y


dotó al ejecutivo de instrumentos para la gestión económica, lo que viabilizó la
declaratoria inconstitucional de las actividades de investigación y juzgamiento
de civiles por parte de los tribunales militares, tal y como se concretó en
1987 por la Corte Suprema de Justicia, allanando el camino de coincidencias
con los preámbulos de la Constitución de 1991 y el cierre definitivo de este
capítulo por medio de su art. 213.

2.3. Reformulaciones de la justicia previas a la Constitución de 1991

De manera que en el campo de la justicia, la partera de la reforma constitucional


del 91 era una justicia penal híbrida, oscilante entre la instrucción criminal
y la justicia castrense, que se recostaba en el cuerpo normativo de corte
inquisitivo del Código de Procedimiento Penal de 1971, dejando en el limbo
de sus desplazamientos los criterios de judicialización (¿cuál es el marco con
que se juzga?) y los patrones efectivos de juzgamiento (¿cómo y a quiénes se
juzga efectivamente?).

Una variable contextual lo vino a representar el ambiente de reforma de las


instituciones judiciales promovido en parte por la violencia ejercida por el
Cartel de Medellín, el proceso paralelo de conformación de una Asamblea
Nacional Constituyente que terminó aprobando la Carta Política que hoy nos
“Justicia especial para la Paz”
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rige, y las medidas ulteriores a la expedición de la nueva Constitución que


tenían que ver con el sometimiento a la justicia de la amenaza narcotraficante
en un marco normativo parcialmente novedoso.

Así se clarifican las transformaciones de la justicia enfrentada a la guerra,


pues a la creación de la jurisdicción de orden público hay que sumar tanto
la expedición del Estatuto Nacional de Estupefacientes (Ley 30 de 1986),
como un nuevo Código de Procedimiento Penal (Decreto 50 de 1987) que
amplió las funciones del juez de instrucción criminal y que estableció que los
conflictos de competencia entre la jurisdicción penal militar y la ordinaria
serían dirimidos por la Sala Penal de la Corte Suprema; pero en otra orilla
conocían la vida jurídica la expedición del Estatuto para la Defensa de la
Democracia (decretos 180, 181 y 182 de 1988) que parecía más severo que
el Estatuto de Seguridad de Turbay; y un nuevo Código Penal Militar (el
Decreto 2550 de 1988).

La necesidad de medidas eficaces en la lucha contra el crimen organizado, en


medio de la perversa convivencia de la guerra y la democracia colombianas,
auspiciaron el nacimiento de la Constitución Política de 1991, que le
planteaban un doble desafío a los constituyentes176:

• La confrontación del Estado con el Cartel de Medellín se había


agudizado. Los asesinatos del senador y candidato presidencial
Luis Carlos Galán, del procurador Carlos Mauro Hoyos, del
magistrado Carlos Valencia, el atentado contra el DAS, los
secuestros de Andrés Pastrana y de Álvaro Gómez, entre otros
tantos, contribuyeron a acentuar la idea de que esta confrontación
tenía a Colombia, a sus instituciones pero también a la población
entera, arrinconada al borde del abismo.

• Por otro lado, las vías de reforma constitucional parecían cerradas,


a pesar de la vigorosa presencia en los conventillos intelectuales de
las formulaciones de Bobbio, en torno a que ‘Las constituciones
son también tratados de paz’.

176 Centro Nacional de Memoria Histórica, CNMH. Documento “Basta Ya”, Bogotá, Ediciones Imprenta Nacio-
250 nal, mayo 2015.
Entonces, la violencia, y en particular la desplegada por los carteles de la 251
droga, es uno de los factores detonantes del movimiento que da lugar a la
Constituyente. Un proceso de tan hondo calado como este encontró un lugar
en la institucionalidad, que pese a ser concebida como tratado de paz, dirigida
a modificar las estructuras en las que se afincaba la violencia, la Constituyente
guardó silencio en torno a las medidas con las que en la práctica se enfrentaba
la violencia y terminó manteniendo instituciones como la justicia sin rostro,
claramente violatorias de garantías procesales mínimas. Solo el creciente
protagonismo de los jueces, logró la inclusión progresiva del concepto de

Mario Ignacio Díaz Góngora


bloque de constitucionalidad.

Sin embargo, el país entendía que el ejecutivo tenía la capacidad para


manejar las presiones internacionales e internas a raíz de una política
que, por la laxitud en sus estándares de juzgamiento, empezaba a ser vista
como un sometimiento del Estado a los narcos y que el aparato judicial
tenía la capacidad de judicializar y sancionar, de forma adecuada, a los
narcotraficantes e impedir la impunidad, incluso de grandes capos de la
droga, en paradójico enfrentamiento con la precariedad y corrupción del
sistema penitenciario.

Lo positivo estuvo en la identificación del trabajo en equipo para el


desmantelamiento del cartel, al tiempo que el tratamiento bélico de problemas
sociales resultaba contraproducente, mientras que las diferentes fases de la
guerra influían sobre la dinámica institucional del sistema judicial.

En primer lugar, el fundamento bélico que adquirió la guerra contra el


narcotráfico —que se inscribía en el discurso norteamericano de la guerra
contra las drogas del cual adoptó su enfoque— mezcló en una misma
estrategia el elemento militar con acciones que por su naturaleza son policivas
y/o judiciales (la represión de una conducta ilícita), como es el caso de la
sanción del consumo177. En segunda instancia, la guerra contra las drogas
generó un riesgo de internacionalización del conflicto interno, pues una
buena parte de los recursos de la cooperación se dirigieron al combate a la
subversión antes que al narcotráfico, para desembocar en el gran imperativo
actual de contar con una justicia ‘especial’.
177 Centro Nacional de Memoria Histórica, CNMH. Documento “Basta Ya”, Bogotá, Ediciones Imprenta Nacio-
nal, mayo 2015.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

2.4. Veinticinco años de sistema judicial dentro del conflicto armado

El surgimiento de mecanismos de excepcionalidad jurídica frente a la


persistencia del conflicto armado, en buena medida se explica por el control
cada vez más estricto a la política y a la economía, cuya consecuencia
directamente proporcional se traduce en garantías del amplio catálogo de
derechos que paulatinamente va cobrando relieve en la cultura jurídica y
adquiriendo carta de vigencia en la institucionalidad.

En este contexto se han producido las transformaciones del sistema de


justicia penal y su relación con los cambios de la justicia penal militar, al
punto que la judicialización de los actores armados ilegales, dispone de un
sentido de pertenencia en los giros de la jurisprudencia y las variaciones de
la posición del aparato de justicia en relación con las propias dinámicas de
transformación del conflicto.

Lo más significativo es la puesta en marcha de la justicia transicional, mediante


el modelo de Justicia y Paz en cuanto sistema judicial penal especial. El papel
desempeñado por la justicia al identificar los factores que soportan la cultura
de guerra y sus respectivas expresiones sociales, le condujeron a afrontar el
fenómeno de la parapolítica donde los grupos paramilitares recibían apoyo
de actores poderosos, no solo privados, sino incluso de algunos funcionarios
del gobierno que abiertamente reconocieron cierta simpatía por su acción.

Estos actores interpretaron el paramilitarismo como una justa manifestación


del derecho de legítima defensa, lo cual dificultaba llegar a un acuerdo
acerca de lo que era el fenómeno paramilitar. La comunidad defensora de
los derechos humanos —nacional e internacional— y los movimientos de
oposición entendieron la existencia y actuaciones de los paramilitares en el
marco de una guerra sucia motivada por los mandos militares como parte de
un plan de exterminio de la insurgencia y la oposición.

La Ley 1424 de 2010 o ‘Ley de Acuerdos de Contribución a la Memoria Histórica’,


consagró amplios beneficios de libertad a los desmovilizados a cambio de
contribuciones al esclarecimiento de la verdad y la reparación de las víctimas,
para ofrecer alternativas frente a las dificultades advertidas en el proceso de
252 desmovilización de los paramilitares y abrió una importante ventana para que
los agentes del Estado puedan ser objeto de un tratamiento diferenciado en 253
el marco de un acuerdo de paz.

El arraigo de los derechos de las víctimas y la develación del componente de


verdad ha generado un correlato del juzgamiento de los miembros de grupos
armados ilegales, como mecanismo de justicia transicional en materia civil
orientado a la restitución de las tierras. Lejos de ser el masivo despojo de
tierras un efecto colateral del conflicto, la evidencia de que ha sido uno de sus
principales móviles, forzó la producción de la Ley 1448 de 2011, por la que el

Mario Ignacio Díaz Góngora


Estado colombiano optó por un mecanismo judicial mixto de restitución de
tierras: Diseñar e implementar un sistema de justicia transicional civil, extraño
a la tradición del derecho civil en Colombia.

Con la propuesta de la jurisdicción especial para la paz en La Habana, se


conjugó finalmente la presentación del Marco Jurídico para la Paz que deja
sentadas las bases para la reconfiguración del modelo de justicia transicional
en nuestro país, en aras de superar la descoordinación intra e interinstitucional,
que en lo concerniente al Estado deriva de la resistencia de la Fuerza Pública
a someterse y las contradicciones generadas por la figura del fuero militar178.

La obligada prospección institucional ha de estar en correspondencia con


el debate sobre el carácter incipiente de la justicia transicional en Colombia,
en razón de ser producto de procesos distintos aunque relacionados, como
son las contrariedades entre las expectativas y las realidades de la Ley 975,
el afianzamiento de los estándares internacionales en materia de derechos
humanos, progresivamente apropiados por la jurisprudencia colombiana en
virtud del bloque de constitucionalidad y por varios movimientos de víctimas
y organizaciones de defensa de derechos humanos.

178 Compilación de notas de prensa relacionadas con JEPaz de Mario Ignacio Díaz Góngora. “Una perspectiva
subalterna de cara al posconflicto colombiano” (Miguel Ángel Herrera Zgaib, 30/03/2015).
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

3. ¿Justicia es algo más que cárcel?


Ecuaciones de la jurisdicción especial ante
el derecho internacional penal

3.1. Las ecuaciones de la jurisdicción frente a las tensiones precedentes

Aun cuando hay que advertir de entrada que no es clara la correlación entre
las ecuaciones de la jurisdicción especial y las tensiones previas, generadas
por las experiencias obtenidas en los dos lustros de aplicación de la justicia
transicional, no cabe duda que en lo relativo a los victimarios se apuesta a
la búsqueda de una opción diferente a la visión tradicional de que solo hay
justicia cuando la respuesta institucional es la cárcel.

En el modelo previsto en la Ley 975, la judicialización de los desmovilizados


constituía un tema de preocupación pública debido a sus insignificantes
resultados, que revelaban la aparente inevitabilidad de una condonación
encubierta, como una forma de blindar la nueva apuesta frente al riesgo
de que el control constitucional judicial no permitiera adoptar un esquema
distinto al de la judicialización total.

Con ocasión del acuerdo sobre víctimas, se reviven tales expectativas


solo que con el protagonismo conceptual que genera la discusión sobre
el delito político, su naturaleza, su sentido y sus efectos en materia penal,
cuya recreación se encuentra subordinada a la palabra de los jueces, que
será determinante bajo las postulaciones de integralidad de las medidas
a adoptar con privilegio de los derechos de las víctimas, en el marco del
254 Estado de derecho.
3.2. Indisolubilidad de la verdad y la justicia 255

Institucionalidad. - El DI de los DD.HH. considera la paz como un derecho y


al Estado como su garante, por lo que deviene como deber jurídico estatal la
atención a las víctimas, previniendo nuevos hechos de violencia. Pero la paz,
como producto de una negociación, no como producto del aniquilamiento
del contrario, de donde la noción de justicia emerge innovadora.

De esta forma, serían sus caracteres la satisfacción del derecho de las víctimas

Mario Ignacio Díaz Góngora


a la justicia y la protección de sus derechos, ofrendándole la verdad a la
sociedad colombiana. Mientras que en lo que atañe a los victimarios, respecto
a hechos cometidos durante y en el marco del conflicto armado interno, que
supongan graves infracciones del DIH y graves violaciones de los DD.HH.,
bien sea como participes directos o indirectos, se trata de adoptar decisiones
que les otorguen plena seguridad jurídica y, así, contribuir al logro de una paz
estable y duradera179.

Para ello el Estado tiene autonomía para conformar jurisdicciones o sistemas


jurídicos especiales, acorde con la Carta de las Naciones Unidas sobre la
soberanía y libre autodeterminación de las naciones y acorde con los principios
del derecho internacional (DIH - DI de los DD.HH. - DIP), en especial la
garantía de los DD.HH., que consulte la facultad de apreciación y evaluación
de la complejidad, duración y gravedad del conflicto armado interno en aras
de diseñar y adoptar los mecanismos de justicia para lograr la paz.

El paradigma orientador de esta nueva justicia es la comunidad política, no


como mera unión de coetáneos, sino como vínculo entre generaciones que se
eslabonan en el tiempo, hasta lograr perfilar una justicia prospectiva, en que
una época influye sobre las posteriores respetando los valores del presente,
que acabe los conflictos jamás perpetuables.

Tratamiento de las víctimas. - La reparación del daño causado y la restauración


del estado de cosas afectado por los hechos develados –cuando ello fuere
posible–, orientan el trato que deberán otorgar los operadores judiciales
179 Acuerdo sobre las víctimas del conflicto: “Sistema integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición”,
incluyendo la Jurisdicción Especial para la Paz; y, Compromiso sobre Derechos Humanos. Borrador conjunto
en La Habana, 15-XII/15. En http://equipopazgobierno.presidencia.gov.co/prensa/Paginas/acuerdo-sobre-
lasvictimas-del-conflicto.aspx
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

a los derechos de las víctimas por la gravedad del sufrimiento infligido,


con prospectiva de largo plazo a los proyectos de vida truncados por las
violaciones.

La identificación de delitos en grupos de personas por causa del sexo, la


raza o la vulnerabilidad se constituye en causal de agravación dentro de las
condiciones procesales y, por tanto, habrá de concederse especial consideración
en la adopción de las medidas encaminadas a superar las consecuencias de
tales conductas.

De esta forma se aplicará un enfoque diferencial a las mujeres en primer término,


a los miembros de los pueblos indígenas y comunidades afrodescendientes
en tanto que sujetos étnicamente diferenciados de especial protección, y a
las personas pertenecientes a grupos vulnerables como campesinos, los más
pobres, discapacitados, desplazados y refugiados, niñas, niños y adolescentes,
población LGBTI y/o personas de la tercera edad180.

Las reparaciones deben adoptar una perspectiva de género, en atención al


sufrimiento especial de las mujeres, las niñas y los niños, quienes padecen
desproporcionada y diferenciadamente los efectos de la violencia, por lo cual
deberá dispensarse particular énfasis a sus necesidades e importancia a su
participación activa y equitativa en el componente de justicia reconociéndoles
preeminencias en las medidas de reparación y restauración, tal y como lo
formula el llamado de las Naciones Unidas sobre todo acuerdo de paz.

3.3. Caracteres del Tratamiento Especial

Situación de los rebeldes. - Gozarán en su conjunto de una jurisdicción


especial, de medidas emparentadas con el indulto y la amnistía, de una gama
de situaciones jurídicas y sanciones excepcionales, así como de las garantías
de respeto a sus derechos humanos, siempre y cuando acrediten aportar
verdad plena, es decir, relatar, cuando se disponga de los elementos para ello,
de manera exhaustiva y detallada las conductas cometidas y las circunstancias
de su comisión.

256 180 Ibíd.


Igualmente es condición para el acceso al tratamiento especial, la de reparar a 257
las víctimas, garantizando la satisfacción de sus derechos y la no repetición de
las vulneraciones, así como aportar las informaciones necesarias y suficientes
para atribuir responsabilidades

La amnistía para los rebeldes estará subordinada a la ‘finalización de la


rebelión’ de las respectivas organizaciones armadas –la cual se definirá en
el Acuerdo Final–, y al cumplimiento de lo establecido en este, sin perjuicio
del deber de contribuir individual y colectivamente al esclarecimiento de la

Mario Ignacio Díaz Góngora


verdad.

En las demás situaciones no amnistiables ni indultables, es necesario reunir


las condiciones sobre verdad, reparación y no repetición, como imperativas
para la definición de la situación jurídica o de las sanciones respectivas, sin
que se pueda entender a la responsabilidad de los victimarios como que
pueda eximir al Estado, de su deber de respetar y garantizar el pleno goce de
los derechos humanos conforme al DIH y DI de los DD.HH.181.

Funcionalidad del JEPaz. - La jurisdicción especial cobra vigor solo ante


conductas consideradas graves infracciones al DIH o graves violaciones de
los DD.HH., cometidas con anterioridad a los términos del Acuerdo Final,
en razón de las cuales ejercerá funciones judiciales de manera autónoma y
preferente sobre los asuntos de su competencia que –en substancia– busca
el juzgamiento de los victimarios, todo lo cual constituye su ámbito de
aplicación182.

Por ello, se exige la mayor independencia e imparcialidad tanto a los magistrados


que habrán de integrar las diferentes salas y secciones de la jurisdicción como
a los miembros de la Unidad de Investigación y Acusación, para garantizar
respeto a los derechos fundamentales al debido proceso, a la defensa, a la
asistencia de abogado y a la presunción de inocencia.

Las responsabilidades y sanciones que se originen en decisiones judiciales


serán debidamente motivadas y fundadas en pruebas que sean confiables
y admisibles ante los tribunales de justicia, que bajo la denominación de
181 Ibíd.
182 Ibíd.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

resoluciones y sentencias serán susceptibles de ser impugnadas mediante


recursos de reposición o apelación.

En punto de la funcionalidad de la jurisdicción, se ha consignado la tarea de


acreditar integralidad en su funcionamiento, entendida como las obligaciones
de observar su inescindibilidad y aplicación simultánea a todos los partícipes
del conflicto armado, así como ofrecer garantías de seguridad jurídica, a partir
de las leyes o normas relacionadas que se aprueben con posterioridad a la firma
del acuerdo general, por las cuales se otorgaren tratamientos diferenciados (a
agentes del Estado o a otras personas por conductas relacionadas directa o indirectamente
con el conflicto armado, fueran combatientes o no combatientes)183, provocaren su
exclusión, o tuvieren como resultado la inaplicación de dicha jurisdicción
o la inaplicación de las condiciones referidas a las sanciones referidas en el
acuerdo.

Para atender semejante carga de responsabilidades, es indispensable que la


jurisdicción cuente con autonomía administrativa y suficiencia presupuestal,
las que serán garantizadas por el Estado el que establecerá mecanismos
económicos y financieros para la ejecución eficaz de los recursos, sean estos
provenientes de fuentes nacionales o internacionales.

El manejo administrativo respecto de la gestión y ejecución de los


recursos estará a cargo de una Secretaría Ejecutiva bajo la orientación de la
Presidencia, que será designada mediante el mecanismo que se determine en
las conversaciones, con suficiente antelación para garantizar la infraestructura
de la JEPaz, en gracia de que satisfaga calidades de amplia experiencia en
administración y altas calidades morales.

3.4. Innovaciones punitivas

En aras de salirle al paso a eventuales propósitos de buscar que los hechos


delictivos queden en la impunidad por razón de la complejidad del conflicto
armado interno, se ha proyectado una gama de sanciones que varía
dependiendo de los tipos de crímenes de que se trate, así como de los hechos
que sean objeto de aplicación de los criterios de selección y priorización,
y –particularmente– del sector de ubicación de los actores y niveles de
258 183 Ibíd.
responsabilidad que hayan detentado los miembros de los grupos armados 259
ilegales.

Respecto de esto último (es decir, del sector de ubicación de los actores y
niveles de responsabilidad que hayan detentado los miembros de los grupos
armados ilegales), se toma en consideración el que fueren miembros de
grupos armados al margen de la ley, agentes del Estado o integrantes de
la sociedad civil, que hayan prestado su concurso en actos criminales que
hubieren sido constitutivos de lesa humanidad y guerra. En lo tocante al

Mario Ignacio Díaz Góngora


grado de responsabilidad, juega la distinción entre cualquier miembro de
los grupos armados en relación con la condición de máximo responsable
o mando medio, así como la circunstancia de haber sido participe directo o
indirecto.

Igualmente se ha tomado una serie de variables en torno a los tipos de


crímenes de que se trate, que comprende a crímenes de lesa humanidad y
guerra; crímenes que por lo menos deben ser priorizados de acuerdo con
su gravedad y representatividad; crímenes de lesa humanidad y guerra
cometidos de manera sistemática seleccionados de acuerdo con su gravedad
y representatividad; crímenes que por lo menos deben ser priorizados
(ejecuciones extrajudiciales, tortura, desapariciones forzadas, violencia sexual
contra la mujer, desplazamiento forzado y reclutamiento ilegal de menores);
crímenes de guerra cometidos de manera no sistemática seleccionados de
acuerdo con su gravedad y representatividad; crímenes de lesa humanidad y
guerra no seleccionados; otras violaciones de derechos humanos e infracciones
al derecho humanitario distintas a los crímenes de genocidio, lesa humanidad
y guerra; crímenes no priorizados y delitos políticos y sus delitos conexos184.

En estas condiciones, se daría aplicación a la siguiente galería de opciones:


pena ordinaria; pena ordinaria reducida con condiciones; suspensión de la
ejecución de la pena y aplicación de penas alternativas; renuncia condicionada
a la persecución penal y aplicación de sanciones extrajudiciales; amnistía
parcial con condiciones e indulto parcial condicionado.

184 Ibíd.
“Justicia especial para la Paz”
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3.5. Asimilación de las experiencias internacionales

En lo relativo a que el Tribunal podría tener magistrados extranjeros,


se ha dilucidado que se pretende proveer una garantía de imparcialidad
en el juzgamiento y además nutrir la visión del Tribunal con experiencias
internacionales y comparadas, en particular emulando los tribunales
nacionales que se han complementado con jueces de otras naciones: vg. la
Corte Especial para Sierra Leona, las Salas Especiales de Camboya y la Sala
de Crímenes de Guerra de Bosnia-Herzegovina.

En esos países, los jueces han sido personas de las más altas calidades,
expertos en derecho penal internacional, derecho internacional humanitario y
derechos humanos, con resultados altamente positivos, en que los magistrados
internacionales han demostrado capacidad para entender los contextos locales
y aplicar imparcialmente el derecho.

Las dolorosas experiencias generadas por conflictos internos de suma


gravedad como los de Sierra Leona, Camboya y Bosnia-Herzegovina, fueron
estudiadas por la mesa de diálogos de La Habana para aprovechar sus aciertos
y no repetir en lo posible sus errores, con tal denuedo que el gobierno del
presidente Juan Manuel Santos y el equipo negociador en La Habana (Cuba)
en sus intervenciones han sostenido que “el acuerdo en materia de justicia, dado
a conocer el pasado 23 de septiembre y que hace parte del Sistema Integral de Verdad,
Justicia, Reparación y No Repetición, puede no ser perfecto, pero es el mejor que hasta
ahora ha conocido la historia de la justicia transicional” 185. Las delegaciones de paz
evaluaron minuciosamente las peripecias que debieron sortearse en esos
países para entregarle a la comunidad internacional lo que consideran como
el más avanzado sistema de aplicación de la justicia transicional.

Más allá del cariz efectista que pueda resultar para muchos la expresión
presidencial, hay un minucioso estudio de estas experiencias internacionales
donde los tres tribunales internacionales han buscado satisfacer los derechos
a la justicia de las víctimas en procesos de transición de la guerra a la paz:

• El Tribunal Especial para Sierra Leona,


185 El Espectador.paz (08/01/2016). “Por qué el acuerdo de justicia con las Farc es el mejor de la historia” [Redac-
260 ción Paz].
• Las Salas Extraordinarias de las Cortes de Camboya, y 261

• La Sala de Crímenes de Guerra en Bosnia-Herzegovina.

Es característico de estos tres casos que en ellos, como en todos los procesos
de paz del mundo, las partes en conflicto armado no consiguieron acordar un sistema
de justicia que incluyera la investigación y sanción de graves crímenes de guerra
e infracciones al DIH. Y en los tres, los tribunales entraron a operar tras la
negociación entre cada uno de los Estados y las Naciones Unidas.

Mario Ignacio Díaz Góngora


En relación con nuestra experiencia, hay que relievar que nunca antes en la
historia los grupos insurgentes y los representantes de un gobierno habían
construido, de común acuerdo, un sistema integral de justicia transicional. Tal
vez esta sea la principal razón para que el presidente Santos señale que “este
es el mejor acuerdo de justicia transicional que jamás se haya negociado”186.

En el caso de Sierra Leona, el Tribunal se instauró luego de un acuerdo entre


el gobierno de este país y la ONU en enero de 2002. Cuatro años después,
en junio de 2006, se produjo la primera sentencia y en septiembre de 2013
la última. Al final, en sus once años de funciones, el Tribunal procesó cuatro
casos en los que se condenó a nueve personas. La guerra civil en Sierra Leona
se prolongó por once años entre el Frente Unido Revolucionario y el gobierno
de ese país. Los datos hablan de 70.000 civiles asesinados, 2,6 millones de
desplazados y 200.000 víctimas de graves violaciones a los derechos humanos
y al DIH. Al final, el Tribunal especial establecido allí fue el primero en negar
amnistías generales a los crímenes de guerra, de lesa humanidad y otras
infracciones al DIH187.

En cuanto a las Salas Extraordinarias de las Cortes de Camboya, las cuales


también se instauraron debido a un acuerdo entre el gobierno de ese país y
la ONU en 2003, el primer juicio empezó en marzo de 2009, un año después
se emitió la primera condena y en la actualidad sigue funcionando. Las Salas
Extraordinarias fueron creadas para investigar y sancionar los crímenes
cometidos por el gobierno del dictador Pol Pot, especialmente durante el
régimen de Jemeres Rojos, que se desarrolló entre 1975 y 1979. Tiempo durante
186 Ibíd.
187 Tribunal Penal Internacional para Ruanda. Fiscal vs. Jean-Paul Akayesu. Sala de Apelaciones. 1 de junio de 2001.
Confirmación de Kayishema & Ruzindana. Sala de Juicios. 21 de mayo de 1999 [Traducción no oficial].
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

el cual fueron asesinadas 1,7 millones de personas. Tras una larga negociación


entre la ONU y el gobierno camboyano se acordó la creación de las Salas.
Sin embargo, ante la muerte de gran parte de los máximos responsables de
los crímenes cometidos, el volumen de trabajo fue muy reducido y solo se ha
conseguido procesar un caso completamente y otro parcialmente188.

Finalmente, las Salas de Crímenes de Guerra de Bosnia-Herzegovina


constituyen el caso emblemático de la justicia transicional. Estas entraron
en funcionamiento en marzo de 2005, luego de que el Consejo de Seguridad
de Naciones Unidas exigiera al país crear un tribunal para investigar, juzgar y
condenar a los responsables de los graves crímenes ocurridos durante los años
90, cuando se produjo el desmembramiento de la antigua Yugoslavia. Los
registros hablan de más de 140.000 personas asesinadas y cuatro millones de
desplazados, además de un incontable número de violaciones a los derechos
humanos e infracciones al DIH. Al final, en ocho años, estas Salas emitieron
200 condenas189.

3.6. Blindaje de la fórmula de justicia frente a las demandas de la


justicia internacional

Por tratarse del primer proceso de paz que se realiza con la vigencia de la
Corte Penal Internacional para el Estado colombiano, el Estado colombiano
consultó organismos internacionales de justicia y de derechos humanos
para garantizar la satisfacción de los estándares internacionales y las buenas
prácticas en justicia transicional alrededor del mundo, lo cual dio lugar a que
la fiscal de la Corte Penal Internacional, Fatou Bensouda, se haya referido
al acuerdo con optimismo, destacando que se excluyera la amnistía para
crímenes atroces190.

La pregunta obligada es si ¿los beneficios previstos en el acuerdo no


chocarían con la justicia internacional cuando se trate de delitos de lesa
humanidad?, precisándose que el derecho internacional no prohíbe la
concesión de beneficios, ni establece penas específicas para estos delitos. Se
188 United States Holocaust Memorial Museum. “Ruanda: La primera condena por genocidio”. En: www.ushmm.
org/wlc/ es/article.php?ModuleId=10007280
189 Tribunal Penal Internacional para Ruanda. Fiscal vs. Clément Kayishema & Obed Ruzindana. Sala de Juicios,
21 de mayo de 1999 [Traducción no oficial].
190 El Espectador. (27/09/2015). “Los condenados del conflicto podrán beneficiarse” [Cecilia Orozco entrevista al
262 ministro Yesid Reyes].
prohíben las amnistías y la elusión de la justicia, pero mientras se establezca 263
la responsabilidad individual, luego de un proceso genuino, y se cumplan
efectivamente las sanciones impuestas, se estará respetando el marco jurídico
internacional establecido.

Finalmente, se ha precisado que si el acuerdo cumple con todos los


lineamientos de la Corte Penal Internacional y del Sistema Interamericano de
Derechos Humanos, no se prevé la intervención de ninguno de estos órganos
en la jurisdicción especial, saliendo así al paso de si las decisiones que se

Mario Ignacio Díaz Góngora


tomen en el Tribunal Especial podrían ser revisadas en segunda instancia
internacional o sus fallos serían inapelables191.

191 El Espectador. (04/02/2016). “Legitimidad del proceso de paz radica en la credibilidad que tenga frente a insti-
tuciones como la OEA y la CIDH: Santos”.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

4. ¿En qué consiste la fórmula estructural


de la jurisdicción especial? Ritualidad
procesal en medio del acuerdo de víctimas

4.1. Sujetos de juzgamiento

Por primera vez en el mundo se intenta implementar la noción


de ‘el hombre de atrás’ en una propuesta de justicia, al proyectar
como destinatarios a todos los que participaron de manera directa o
indirecta en el conflicto armado, mediante conductas de financiación
o colaboración con los grupos paramilitares, que no sean resultado de
coacciones, respecto de aquellas personas que tuvieron una participación
determinante o habitual en la comisión de los crímenes competencia de
la jurisdicción especial.

Tan novedosa como esta, es la previsión referida al enjuiciamiento de


los agentes del Estado que hubieren cometido delitos relacionados con
el conflicto armado y con ocasión de este, para quienes se aplicará de
forma diferenciada, otorgando un tratamiento equitativo, equilibrado,
simultáneo y simétrico, en el que se reclamará del Estado la calidad de
garante de derechos, tanto como la presunción de que ejerce, de manera
legítima, el monopolio de las armas. A su vez, la responsabilidad por los
actos de sus subordinados deberá fundarse en el control efectivo de la
respectiva conducta, en el conocimiento basado en la información a su
disposición antes, durante y después de la realización de la respectiva
conducta, así como en los medios a su alcance para prevenir, y de haber
264 ocurrido, promover las investigaciones procedentes con tratamiento
diferenciado valorará las reglas operacionales de la fuerza pública en 265
relación con el DIH 192.

Como quiera que en ningún caso podrá fundarse la responsabilidad del


mando, solo en el rango, la jerarquía o el ámbito de jurisdicción, se ha
consagrado en la mesa de negociaciones la salvedad de la ‘Excepción
presidencial’, conforme al art. 174 de la Constitución Política, que se surtirá
por la Cámara de Representantes una vez realizadas las verificaciones del caso
por la jurisdicción especial.

Mario Ignacio Díaz Góngora


Por lo demás, se aplicará a las personas investigadas o condenadas por el delito
de rebelión u otros relacionados con el conflicto, aunque no pertenezcan a
las organizaciones armadas en rebelión. Quienes suscriban un acuerdo final
de paz con el gobierno, respecto de los combatientes de los grupos armados
al margen de la ley, salvo que previamente hubieren sido condenadas por
la justicia por esas mismas conductas, lo cual será decidido según el caso
y el procedimiento apropiado por los órganos de la JEP. Así mismo, serán
llamadas por la Sección de Revisión del Tribunal las personas que hubieran
tenido una participación determinante en una de las conductas objeto del
proceso especial y no hubieren comparecido previamente ante la Sala de
Verdad y Reconocimiento.

4.2. Conductas y hechos delictivos

La expectativa generada en torno a ¿Por qué delitos habrá procesos y por


cuáles no?, ¿solo los delitos más graves no quedarán impunes? y ¿qué delitos
quedarán amparados por la justicia transicional?, en tanto que de no quedar
incluidos no podrán ser procesados por la justicia ordinaria, conduce a
suponer que habrá impunidad sobre ellos si no son seleccionados por la
justicia transicional.

En cuanto que la consolidación de la paz y la garantía de los derechos de


las víctimas, están previstas como las finalidades primordiales del ‘Sistema
Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición’, teniendo como
192 5. Acuerdo sobre las Víctimas del Conflicto: “Sistema integral de verdad, justicia, reparación y no repetición”,
incluyendo la Jurisdicción Especial para la Paz; y compromiso sobre derechos humanos. La Habana, borrador
conjunto 15.12.2015. En http://equipopazgobierno.presidencia.gov.co/prensa/Paginas/acuerdo-sobre-
lasvictimas-del-conflicto.aspx
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

marco jurídico de referencia al Derecho internacional de los derechos


humanos y al DIH, es claro que conforme dichas normativas el Estado
se potencia con sus deberes en materia de justicia, en lo relacionado a las
facultades de investigación, esclarecimiento, persecución y sanción de las
conductas allí contempladas como graves violaciones, para poder promover
una paz estable y duradera193.

Por otra parte, en el acuerdo sobre justicia transicional también quedó


establecido que se investigarán delitos que hubieren cometido en desarrollo del
conflicto los “agentes del Estado”, es decir, miembros de las Fuerzas Armadas
o civiles con funciones públicas. Quienes sean hallados responsables entre
estos, ¿serán sancionados con los mismos parámetros que los guerrilleros?

En este sentido, los órganos de la jurisdicción especial (secciones del Tribunal


para la Paz y Salas Previas, así como la Unidad de Investigación y Acusación)
harán una calificación jurídica propia al adoptar sus resoluciones o sentencias,
respecto a las conductas objeto del Sistema, la cual podrá ser diferente a la
efectuada por las autoridades judiciales, disciplinarias o administrativas, para
garantizar el principio de seguridad jurídica.

4.3. Delito político y conexidad

La importancia de la calificación de los delitos como políticos y conexos


cometidos en el desarrollo de la rebelión por las personas que formen
parte de los grupos rebeldes con los cuales se firme un acuerdo de paz, se
encuentra en que serán objeto de amnistía e indulto, por lo que se ha previsto
que las normas correspondientes determinarán de manera clara y precisa
los delitos amnistiables o indultables y los criterios de conexidad, y –a su
vez–, la pertenencia al grupo rebelde será determinada con fundamento en
la previa entrega del grupo armado ilegal de un listado para que sea materia
de verificación.

Entre los delitos políticos y conexos se incluyen, por ejemplo, la rebelión, la


sedición, la asonada, así como el porte ilegal de armas, las muertes en combate
compatibles con el derecho internacional humanitario, el concierto para
193 El Espectador. (27/09/2015). “Los condenados del conflicto podrán beneficiarse” [Cecilia Orozco entrevista al
266 ministro Yesid Reyes].
delinquir con fines de rebelión y otros delitos susceptibles de aplicación de 267
los criterios sobre la conexidad con el delito político, sean de tipo incluyente
o de índole restrictivo.

Los de tipo incluyente, prefigura como conexos: 1. Aquellos delitos relacionados


específicamente con el desarrollo de la rebelión cometidos con ocasión del
conflicto armado (v.gr.: la aprehensión de combatientes efectuada en operaciones
militares); 2. Aquellos en los cuales el sujeto pasivo de la conducta es el Estado y
su régimen constitucional vigente, y 3. Las conductas dirigidas a facilitar, apoyar,

Mario Ignacio Díaz Góngora


financiar u ocultar el desarrollo de la rebelión (para lo cual deberán definirse
cada uno de los contenidos de las anteriores conductas). Los de tipo restrictivo,
excluirán los crímenes internacionales (puntos 40 y 41 del Estatuto de Roma)
en concordancia con lo establecido por el derecho internacional194.

Sobre la aplicación de los criterios de conexidad (en cuanto no haya sido definido con
exactitud en la Ley de Amnistía), se tendrá en cuenta la doctrina adoptada al interpretar
dicha Ley por a) La Sala de Amnistía e Indulto y b) La Sección de Revisión del
Tribunal para la Paz. Finalmente, hay que resaltar que los delitos comunes tampoco
son amnistiables o indultables, en cuanto carezcan de relación con la rebelión195.

4.4. Órganos de la jurisdicción especial

La materia prima del ejercicio de los órganos de la jurisdicción especial no


se circunscribe a lo que confiesen los procesados destinatarios, sino que
además estará constituida por los insumos que provienen de la información
que tienen la Fiscalía General de la Nación y la Procuraduría, así como la que
dispongan las organizaciones de víctimas y sus pares de derechos humanos,
amén de la que está en sentencias ya existentes (por ejemplo, las proferidas
en la sistemática de Justicia y Paz). Adicionalmente, las organizaciones de
víctimas y derechos humanos, pueden presentar escritos acusando a personas
ante la Sala de Reconocimiento, siempre y cuando se funden en pruebas
oportunamente presentadas. En estas condiciones se tendrán los siguientes
órganos, presentados en un intento secuencial del flujo de la actuación196:
194 “Delito político, amnistías e indultos alcances y desafíos”, Bogotá, Nueva York, 29 de marzo de 2016 — Nue-
vo análisis del ICTJ.
195 Díaz Góngora, M. Documento inédito, Bogotá, diciembre de 2015.
196 Acuerdo sobre las Víctimas del Conflicto: “Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición”,
incluyendo la Jurisdicción Especial para la Paz; y compromiso sobre derechos humanos. La Habana, Borrador
conjunto 15.12.2015. En http://equipopazgobierno.presidencia.gov.co/prensa/Paginas/acuerdo-sobre-
lasvictimas-del-conflicto.aspx
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

Sala de reconocimiento y determinación de hechos. - Es el repartidor


y organizador de casos de toda la jurisdicción. Su función es organizar y
concentrar la actividad de la Jurisdicción de Paz en las situaciones, prácticas
y casos más representativos de los delitos que violan el Estatuto de Roma (el
que crea la Corte Penal Internacional). En esa medida, tiene el poder de filtrar
qué hechos entran al sistema y cuáles no, un poder enorme.

Ese poder será aún más grande porque, en principio, la Sala se dará su propio
reglamento, definirá su propia planta de personal para que evolucione según
la carga de trabajo, emitirá órdenes a la Fiscalía, Procuraduría para que le
suministren la información que necesita y les dirá cómo presentarla y en qué
secuencia organizar su trabajo. Con esa información, describe las prácticas
o situaciones de mayor gravedad e identifica a todos los que participaron
directa o indirectamente en esos hechos y las posibles sanciones que tendrían.
Y los llama a hacer su reconocimiento

No está claro cuántos magistrados integrarían esta Sala, que será un órgano
muy poderoso al ser el filtro de entrada a toda la jurisdicción.

Informe.- Con toda la información que reciba, la Sala de Reconocimiento


armará informes sobre situaciones, prácticas y casos más representativos.
Esos informes describirán en su totalidad la situación, práctica o caso (como
la masacre de Bojayá o el reclutamiento de menores por parte de las Farc)
e incluirán a todos los responsables de él o ella en cualquier grado (desde
los jefes hasta los más rasos, incluyendo los financiadores o determinadores
externos, si los hay) y dirá de qué son exactamente responsables. Así, esos
informes serán el sustento de los procesos que llevarán a las sentencias.

Sala de Amnistía e Indulto. - Como quiera que se ha previsto un capítulo


específico sobre este particular dentro del conjunto de esta obra, solo
referenciaremos que cuando la Sala de Reconocimiento encuentra hechos
que, a su juicio, son materia de amnistía, los envía a esta Sala para que decida.

La Sala de Amnistía, partiendo de la ley de amnistía que tramitará el Congreso,


evalúa los hechos y tomará una decisión. Si la decisión es que la Sala de
Reconocimiento tiene la razón, emite directamente una resolución de amnistía,
268 con la que los involucrados quedan libres. Si decide que no son objeto de
amnistía, por ejemplo, porque son delitos de lesa humanidad, los devuelve 269
a la Sala de Reconocimiento para que esta proceda a describir los hechos,
identificar a los posibles responsables y llamarlos a hacer su reconocimiento.

Sala de Definición de la Situación Jurídica. - Los casos que no constituyen


delitos internacionales (es decir, que no son de lesa humanidad, genocidio ni
crímenes graves de guerra), pero que tampoco son amnistiables (por ejemplo,
porque fueron cometidos por agentes del Estado) llegan a esta Sala. Ella define
la situación jurídica de esos casos, con lo que puede o enviarlos a la Sala de

Mario Ignacio Díaz Góngora


Reconocimiento si pueden entrar en la jurisdicción especial, o no aceptarlos
si no están dentro de la competencia de esta (por ejemplo, si determina que
no fueron cometidos en relación con el conflicto).
 
Las personas que aparecen en los informes de la Sala de Reconocimiento
pueden decidir reconocer su participación en esos hechos de forma colectiva
(la que prefieren las Farc) o individual (como prefieren los militares),
aceptando formalmente ante la Sala de Reconocimiento que las cosas fueron
tal y como las muestra un informe. La Sala revisa si ese reconocimiento es
completo y efectivo, es decir, si aceptan totalmente lo que dice el informe. Ya
con el reconocimiento completo, se inicia un proceso judicial relativamente
rápido y sencillo197.

No reconocimiento. - Los presuntos responsables de los hechos que


describen los informes de la Sala de Reconocimiento pueden decir que no
son responsables de ellos. También pueden insistir en un reconocimiento
que la Sala de Reconocimiento les pidió que completaran, lo que llevaría a
que esta lo rechace por incompleto. En cualquier de esos casos, pasan a un
proceso judicial más largo y complejo, en el que pueden salir absueltos o
condenados.

Órgano de Investigación y Acusación. - Este Organismo es el equivalente a la


Fiscalía en la Jurisdicción para la Paz, y será autónomo tanto de las Salas como
del Tribunal. No se sabe aún quién lo encabezará ni cómo se compondrá.

Cuando los posibles responsables no reconozcan su responsabilidad, la Sala


de Reconocimiento le pasa la información a este Órgano, que se encarga de
197 León, Juanita. “El Acuerdo de Justicia o el proceso de reinventarse en la paz”, El Espectador, diciembre de 2015.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

armar una acusación formal, para lo que puede pedirle información adicional
a entidades públicas como la Fiscalía General.

4.5. El Tribunal Especial de Paz

Esta Corte, que será el máximo órgano de la justicia transicional y cuyas


decisiones son las finales, tendrá alrededor de 20 magistrados, pero aún no
se ha definido ni la cifra exacta ni cómo se elegirán. Aunque habrá algunos
extranjeros, solo entrarán a decidir cuando así lo solicite la persona procesada,
quien no podrá elegir el nombre del magistrado (en principio se ha previsto
que se sorteará de una lista o alguna modalidad semejante)198.
 
Sección de primera instancia en caso de reconocimiento. - Cuando uno
o varios responsables reconocieron su responsabilidad ante la Sala de
Reconocimiento, esta envía el proceso a la Sección de Reconocimiento del
Tribunal, la cual contrasta esa información con la de otras fuentes (como
sentencias judiciales o reportes de organizaciones de derechos humanos) y
emite una sentencia.
 
Las sentencias de la Sección de Reconocimiento son las más favorables para
los responsables. De una lista predeterminada y según la gravedad de los
hechos, define una condena con privación efectiva de libertades, en la que
habrá vigilancia de lo que haga el condenado, y con acciones restaurativas
(como colaborar con el desminado en una zona o hacer un acueducto). Aún
no está claro cuáles serán esas restricciones, cuál será el régimen aplicable (por
ejemplo, si tendrán que estar en una finca, en una vereda o en un municipio,
o si tendrán vigilancia física, electrónica o sencillamente deberán presentarse
periódicamente ante algún funcionario).

Sección de primera instancia en caso de ausencia de reconocimiento. - Los


presuntos responsables de los hechos que describen los informes de la Sala
de Reconocimiento pueden decir que no son responsables de ellos. También
pueden insistir en un reconocimiento que la Sala de Reconocimiento les pidió
que completaran, lo que llevaría a que esta lo rechace por incompleto.

198 El Espectador.paz (11/04/2016). “Altas Cortes podrían elegir a magistrado del Tribunal Especial para la Paz”
270 [Redacción Paz].
Si el o los responsables no reconocen su responsabilidad, el proceso llega 271
a esta Sala para que se produzca un juicio. En esta sala se confrontan las
posturas del órgano de acusación y de la defensa, se presentan y discuten
pruebas y, en general, se lleva a cabo un juicio completo. En cualquiera de esos
casos, pasan a un proceso judicial más largo y complejo, en el que pueden salir
absueltos o condenados, salvo que hagan un reconocimiento tardío por el que
los responsables pueden reconocer que sí son responsables de los hechos por
los que están en juicio.

Mario Ignacio Díaz Góngora


Posibilidades punitivas. - El pronunciamiento de fondo abanica tres opciones
–por vía de lo general–, con los respectivos alcances que a continuación se
exponen:

• Sentencia con pena alternativa. - En este caso, la Sala de


Enjuiciamiento puede sacar una sentencia que condena entre 5 y 8
años de cárcel.

• Absolución. - Si la Sala de Enjuiciamiento no encuentra razones para


condenar, puede emitir una sentencia absolutoria.

• Condena ordinaria. - Si la Sala de Enjuiciamiento encuentra probada


la responsabilidad, puede emitir una sentencia de hasta 20 años de
cárcel, similar (aunque más leve) que la de un proceso penal por fuera
de la justicia transicional (pues normalmente el tope es de 60 años de
cárcel).

Sección de revisión de sentencias. - Esta es la entrada al sistema de quienes


tengan una sentencia condenatoria en la jurisdicción ordinaria, como un militar
hoy condenado por falsos positivos o una persona condenada por protesta en
vía pública que quiere que su condena pase a ser por rebelión. Ellos podrán
pedir que su caso sea incluido en la justicia transicional para beneficiarse de
las sentencias especiales, y para eso deben elevar su caso a esta sección, que
revisa los hechos. Si encuentra que sí cumple con los requisitos para que sea
competencia de la justicia transicional, lo envía a la Sala de Amnistía si es un
delito amnistiable –por ejemplo, un guerrillero hoy condenado por rebelión–,
o a la sección de reconocimiento si es un delito no amnistiable –por ejemplo,
un soldado por un “falso positivo”–.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

Sección de Apelación. - Los responsables pueden apelar su sentencia si


no están de acuerdo con ella. Esta Sección, que en principio también hará
parte del Tribunal, es la encargada de revisarlas. Es claro que esta Sección de
Apelación emitirá la sentencia definitiva199.

4.6. Competencia de los pueblos indígenas

El Estado deberá implementar con los pueblos indígenas una serie de medidas
encaminadas a salvaguardar diferencialmente las diversas concepciones de
justicia, por gracia de la diversidad cultural en cuanto que “no es lo mismo
hablar de diferencia que de diversidad cultural. Si hablamos de diferencia,
tenemos un punto obligado de referencia. Somos diferentes en algo específico.
Cuando se usa el concepto de diversidad, por el contrario, cada persona,
cada grupo, cada comunidad necesita hablar de lo que es, de sus haberes,
sus recursos, sus historias y proyectos, en suma, de su identidad. Porque lo
diverso se define en relación consigo mismo y en relación con los otros, con
los diferentes”200.

La identidad es la afirmación, reconocimiento y vinculación con la realidad


de los sujetos que se constituyen y forman en las distintas culturas, por cuya
virtud se sitúan respecto del otro, al afirmar la singularidad distintiva con
base en la que crean y recrean un sistema específico de significación, ya sea
personal, comunitario o social. Esta forma de adscripción a determinada
pertenencia étnica y lingüística; posiciona a los sujetos en un intercambio de
prácticas culturales en el que actúan, se relacionan y proyectan, al tiempo que
devienen sentido de pertenencia y consistencia social.

Si la identidad parte del reconocimiento de uno mismo, el sentido del yo


proporciona una unidad a la personalidad que, para formarse, necesita la
presencia del otro que lo transforma y moldea a la vez, por lo que se ha
previsto consultar con los pueblos indígenas la forma y la oportunidad en que
las decisiones adoptadas, o por adoptar, por sus respectivas jurisdicciones,
respecto de conductas objeto del presente componente de justicia, que
pasarán a ser competencia del mismo.
199 Acuerdo sobre las Víctimas del Conflicto: “Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición”,
incluyendo la Jurisdicción Especial para la Paz; y compromiso sobre derechos humanos. La Habana, Borrador
conjunto 15.12.2015. En http://equipopazgobierno.presidencia.gov.co/prensa/Paginas/acuerdo-sobre-lasvic-
timas-del-conflicto.aspx
272 200 La Diversidad Cultural. “Políticas y fundamentos de la educación intercultural bilingüe en México”.
Lo anterior salvo una decisión previa y expresa de aceptación de la competencia 273
del componente de justicia del sistema integral, bajo la comprensión de los
reconocimientos que han impulsado los pueblos indígenas sobre la fuerza
del desarrollo sostenible no solo para el crecimiento económico, sino para
un complemento intelectual y moral, indispensable para reducir la pobreza
y alcanzar la meta de un mejor desarrollo en la sociedad, sin que vaya en
detrimento de las distintas formas de expresión a través de distintos modos
tanto de creación artística, como de producción y distribución de ideas201.

Mario Ignacio Díaz Góngora


4.7. Procedimientos de actuación y condiciones de acceso a beneficios

En la práctica, la actuación procesal viene a estar determinada por los casos


de reconocimiento de verdad y reconocimiento de responsabilidad, o por
ausencia o renuencia de reconocimiento de verdad y de responsabilidad.

El reconocimiento de verdad y responsabilidad por la realización de las


conductas hecho de manera individual o colectiva, de forma oral o mediante
escrito, se remitirá a la Sala de Reconocimiento en el plazo de un año desde
que se haya instalado la Sala, plazo que podrá prorrogarse, de forma pública y
suficientemente motivada, por períodos sucesivos de tres meses. También se
podrá acordar que el reconocimiento de verdad y responsabilidad se efectúe
en Audiencia Pública en presencia de las organizaciones de víctimas invitadas,
sin perjuicio de que dicho reconocimiento se realice por escrito.

La posterior individualización en caso de reconocimiento colectivo,


deberá recaer sobre integrantes de la organización que haya efectuado el
reconocimiento, mientras que las personas cuyas responsabilidades hayan sido
individualizadas, podrán ratificar la responsabilidad o podrán manifestar su
desacuerdo con dicha individualización. En caso de no constar la aceptación
o el desacuerdo con la individualización, en aras del respeto al debido proceso,
deberá comunicarse a la persona concernida el contenido de la declaración en
la que aparece mencionada202.

La persona que haya guardado silencio, una vez que sea ubicada, en caso de
aceptar las responsabilidades será acreedora de las sanciones ya impuestas
201 “Diversidad cultural”. En Wikipedia.
202 El Espectador. (27/09/2015). “Los condenados del conflicto podrán beneficiarse” [Cecilia Orozco entrevista al
ministro Yesid Reyes].
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

siempre que cumpla las condiciones del Sistema, en cuyo caso será remitida a
la Unidad de Investigación y Acusación.

Los distintos niveles de formulación de responsabilidad de los integrantes


de las FARC-EP, tendrán en cuenta como referente jurídico el derecho
internacional humanitario, el derecho internacional de los derechos humanos
y el derecho internacional penal, en cuyo espectro se evaluará la relevancia
de las decisiones que sean pertinentes, tomadas por la anterior organización.

La responsabilidad de los mandos de las FARC-EP por los actos de sus


subordinados deberá fundarse en el control efectivo de la respectiva conducta,
en el conocimiento basado en la información a su disposición antes, durante
y después de la realización de la respectiva conducta, así como en los medios
a su alcance para prevenirla, y de haber ocurrido, adoptar las decisiones
correspondientes, aclarando que la responsabilidad del mando no podrá
fundarse exclusivamente en el rango o la jerarquía203.

Cuando se trate de destinatarios no miembros de grupos armados ilegales,


pero que hayan contribuido de manera directa o indirecta a la comisión de
delitos en el marco del conflicto, podrán acogerse a los mecanismos de justicia,
sin perjuicio de que la Sala de Reconocimiento pida a la Sección de Revisión
del Tribunal que la obligue a comparecer a la jurisdicción especial, y recibir el
tratamiento especial que las normas determinen, en claro potenciamiento de
las condiciones establecidas de contribución a la verdad y sus correlatos de
reparación y no repetición.

La eventual medida de extinción de la responsabilidad, estará a cargo


de la Sala de Definición de Situaciones Jurídicas, que podrá aplicar
mecanismos de cesación de procedimientos con miras a ella, cuando se
trate de contextos relacionados con el ejercicio del derecho a la protesta
o disturbios internos.

Consideración especial trae lo relacionado con la extradición, sobre puntos


específicos de prohibición, términos para la satisfacción de esta garantía, o
procedimiento dependiendo de si la conducta ocurrió con anterioridad o
posterioridad a la firma del acuerdo general de La Habana, en todo caso con
274 203 Díaz Góngora, M. “Documento inédito”, Bogotá, diciembre de 2015.
la finalidad de evitar que otras personas que estén ofreciendo verdad ante el 275
Sistema Integral, sean extraditadas antes de que terminen de ofrecerla204.

Si la conducta hubiere ocurrido con anterioridad a la firma del Acuerdo


Final, la remitirá a la Sala de Reconocimiento para lo de su competencia, en
este supuesto excluyendo siempre la extradición; pero de haber sido posterior
a la firma del Acuerdo Final, la remitirá a la autoridad judicial competente
para que sea investigada y juzgada en Colombia, sin excluir la posibilidad de
extradición.

Mario Ignacio Díaz Góngora


Únicamente respecto de conductas cometidas con anterioridad a la firma del
Acuerdo Final, cuando exista una solicitud de extradición respecto de familiares
hasta el segundo grado de consanguinidad o primero de afinidad, de integrantes de
las FARC-EP o de una persona acusada o señalada en una solicitud de extradición
de ser integrante de dicha organización, este supuesto podrá ser sometido a
la Sección de Revisión del Tribunal para la Paz para que decida si la solicitud
obedece a hechos o conductas relacionados con la pertenencia, o acusación de
pertenencia, a las FARC-EP del familiar del solicitado en extradición.

De obedecer a esta causa, por tratarse de un señalamiento o acusación por


conductas que nunca antes han sido objeto de solicitudes de extradición ni
reúnen las condiciones para ello, la Sección podrá denegar la extradición y en
ese caso decidir si el hecho o la conducta es competencia del SIVJRNR o si
debe ser investigada o juzgada por la jurisdicción penal ordinaria colombiana.
Este supuesto deberá ser sometido a la Sección de Revisión por cualquiera de
los antiguos integrantes de las FARC-EP que hubieren suscrito el Acuerdo
Final de Paz. La JEP deberá resolver las cuestiones que se le planteen referidas
a la extradición en un plazo no superior a 120 días, salvo en casos justificados
que dependan de la colaboración de otras instituciones205.

Quedan pendientes aspectos como el de establecer el procedimiento para


categorizar quiénes son los máximos responsables del establecimiento en
cuanto que de esa designación se excluye a los presidentes de la república, al
204 Nuevo Análisis del ICTJ. “Delito político, amnistías e indultos alcances y desafíos”, Bogotá - Nueva York, 29
de marzo de 2016.
205 Acuerdo sobre las Víctimas del Conflicto: “Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición”,
incluyendo la Jurisdicción Especial para la Paz; y compromiso sobre derechos humanos. La Habana, Borrador
conjunto 15.12.2015. En http://equipopazgobierno.presidencia.gov.co/prensa/Paginas/acuerdo-sobre-lasvic-
timas-del-conflicto.aspx
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

tiempo que en materia de miembros de los grupos armados ilegales no se habla


explícitamente de máximos responsables como aparecía en el Marco para la
Paz.

Igualmente se cierne una nebulosa sobre la aplicación a paramilitares que todavía


tienen que venir a pagar su pena en Colombia, o personas que están siendo
juzgadas por parapolítica o farcpolítica, en tanto que la Corte Constitucional
negó que se incluyeran en el proceso a los autores de genocidios y delitos de
lesa humanidad, a pesar de la insistencia de la Fiscalía para que ello tuviera lugar.

4.8. Relación costo – beneficio de las condiciones de acceso a la


jurisdicción206

Tratamiento especial dentro de la


Beneficios
jurisdicciónn especial para la paz
• Fuente de la “amnistía más amplia Para acceder a cualquier beneficio es
posible” necesario:

Tratamiento diferencial, pero 1. Aportar verdad plena.
equilibrado y equitativo
2. Reparar a las víctimas.
• Prevalencia de la JEPaz ante la
3. Garantizar la no repetición.
jurisdicción ordinaria (Acción de
Revisión) 4. Adicionalmente, la participación en el
sistema integral estará sujeta a que:
• Imposibilidad de tipificación
• Dejen las armas
• Sanción y participación política
• Reconozcan su responsabilidad
• Investigaciones en curso y
sanciones disciplinarias y/o • Contribuyan al esclarecimiento de la
administrativas verdad
• Seguridad jurídica y favorabilidad • Cooperen con la reparación integral de
las víctimas
• Transformación de las FARC-EP
en movimiento político legal • Aporten información que conduzca a la
liberación de los secuestrados
con apoyo del Gobierno
y la desvinculación de los menores de
edad reclutados ilícitamente
que se encuentren en poder de los grupos
276
armados al margen de la ley
4.9. Galería diferencial de sanciones207 277

Contenido de las sentencias. - Las resoluciones y sentencias impuestas


conforme a las normas especiales del componente de justicia del sistema
integral, enunciarán de manera precisa el contenido de la sanción, lugar de
ejecución de la sanción, así como las condiciones y efectos de las sanciones
por los delitos no amnistiables.

Caracteres de las sanciones.- Las sanciones tendrán como finalidad esencial

Mario Ignacio Díaz Góngora


satisfacer los derechos de las víctimas y consolidar la paz y deberán tener la
mayor función restaurativa y reparadora del daño causado, siempre en relación
con el grado de reconocimiento de verdad y responsabilidad que se haga ante
el componente de Justicia del SIVJRNR, mediante declaraciones individuales
o colectivas. Hay una sutil diferencia entre la privación de la libertad y la
restricción de la libertad.

Las denominadas sanciones alternativas y ordinarias, sí incluirán privaciones


efectivas de la libertad como cárcel o prisión y/o cualquier medida de
aseguramiento, mientras que restricción efectiva significa que haya mecanismos
idóneos de monitoreo y supervisión para garantizar el cumplimiento de
buena fe de las restricciones ordenadas por el Tribunal, de tal modo que esté
en condición de supervisar oportunamente el cumplimiento, y certificar si se
cumplió.

No obstante, las sanciones serán de diferentes clases y comprenderán


restricciones efectivas de libertades y derechos, tales como la libertad de
residencia y movimiento, que sean necesarias para su ejecución y, además,
deberán garantizar la no repetición. A su turno, la jurisdicción especial
determinará las condiciones necesarias para asegurar el cumplimiento de la
sanción, condiciones que en ningún caso se entenderán como cárcel o prisión
ni adopción de medidas de aseguramiento equivalentes.

Diversas restricciones. - Hay tres categorías respecto de los destinatarios de la


jurisdicción que determinan las clases de sanciones que se habrán de aplicar,

207 5. Acuerdo sobre las Víctimas del Conflicto: “Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición”,
incluyendo la Jurisdicción Especial para la Paz; y compromiso sobre derechos humanos. La Habana, Borrador
conjunto 15.12.2015. En http://equipopazgobierno.presidencia.gov.co/prensa/Paginas/acuerdo-sobre-
lasvictimas-del-conflicto.aspx
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

dependiendo de si ellos son confesos (quienes reconozcan verdad exhaustiva,


detallada y plena en la Sala de Reconocimiento de Verdad y Responsabilidades);
tardíos (quienes reconozcan verdad y responsabilidades por primera vez en
el proceso contradictorio ante la Sección de Primera Instancia del Tribunal
para la Paz, antes de dictarse sentencia); o, renuentes (quienes no reconozcan
verdad y responsabilidad en el proceso contradictorio ante la Sección de
Primera Instancia del Tribunal para la Paz y resulten declarados culpables por
este).

La configuración definitiva de las sanciones propias del sistema aplicables a


los agentes del Estado, será decidida antes de la firma del Acuerdo Final de
Paz, respetando lo ya establecido en la JEP respecto a las sanciones propias,
alternativas y ordinarias. En cuanto a la ejecución de las mismas, se aplicará el
fuero carcelario sujeto al monitoreo propio de este sistema.

• Las sanciones propias de la JEP: que se impondrán a quienes


reconozcan verdad y responsabilidad ante la Sala de Reconocimiento,
respecto a determinadas infracciones muy graves, serán menores
que en el caso de reconocimiento de verdad y responsabilidad ante
el Tribunal o que en el caso de no reconocimiento y tendrán un
mínimo de duración de cumplimiento de las funciones reparadoras y
restauradoras de la sanción de cinco años y un máximo de ocho años.

• Sanción retributiva: las sanciones alternativas para infracciones muy


graves que se impondrán a quienes reconozcan verdad y responsabilidad
ante la Sección de Enjuiciamiento, antes de sentencia, tendrán una
función esencialmente retributiva de pena privativa de la libertad de
5 a 8 años. Para los anteriores supuestos, las normas de desarrollo
determinarán de qué manera se graduarán las sanciones y en cuáles
casos corresponden sanciones inferiores a los 5 años a quienes no hayan
tenido una participación determinante en las conductas más graves y
representativas, aun interviniendo en ellas. En este caso el mínimo de
sanción será de dos años y el máximo de 5 años.

• Sanción ordinaria: las sanciones ordinarias que se impondrán cuando


no exista reconocimiento de verdad y responsabilidad, cumplirán las
278 funciones previstas en las normas penales, sin perjuicio de que se
obtengan redenciones en la privación de libertad, siempre y cuando el 279
condenado se comprometa a contribuir con su resocialización a través
del trabajo, capacitación o estudio durante el tiempo que permanezca
privado de libertad. En todo caso la privación efectiva de libertad no
será inferior a 15 años ni superior a 20 en el caso de conductas muy
graves.

Vigilancia del cumplimiento de la sanción. - Se creará un órgano que verifique


el cumplimiento de las sanciones, el cual también otorgará las autorizaciones

Mario Ignacio Díaz Góngora


necesarias para desplazamientos que no sean compatibles con el cumplimiento
de la sanción.

Los lugares donde serán ejecutadas las sanciones estarán sujetos al monitoreo
propio del sistema, así como a un régimen de seguridad y vigilancia que
garantice la vida e integridad física de los sancionados. Los desplazamientos
para realizar actividades acordes con el cumplimiento de la sanción serán
monitoreados por el órgano nacional o internacional que acuerden las partes.
Los desplazamientos de las personas sancionadas deberán ser compatibles
con el cumplimiento de las sanciones.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

Conclusiones
¿Hasta qué punto hemos avanzado en
justicia transicional? Sobre la evolución
de mecanismos de justicia hacia la
reconciliación

1) Precedentes de la justicia transicional208

Barco enfrenta el fenómeno paramilitar, cuando prohibió la participación


de civiles en operaciones militares, penalizó la promoción, financiamiento
o adhesión a grupos de “autodefensa”; creó un Comité Antisicarial para
coordinar los esfuerzos del Estado contra el paramilitarismo, y suspendió
las normas consideradas como el fundamento legal de la creación de los
grupos de autodefensa y paramilitarismo. Durante su gobierno la Corte
Constitucional declaró la inexequibilidad del parágrafo 3º del art. 33 del
Decreto 3398 de 1965, que había prohijado el surgimiento de los grupos
armados privados.

Gaviria crea las Convivir, de cara a la imposibilidad del gobierno de


dirigir y controlarlas, en parte por los desacuerdos dentro de este, la idea
de la ineficiencia de las Fuerzas Armadas, que se había popularizado a
partir del recrudecimiento de los ataques guerrilleros; y la disponibilidad
208 Oficina del Alto Comisionado para la Paz. (09/2015). “ABC: preguntas y repuestas. Jurisdicción especial para la
Paz”. Disponible en: http://www.altocomisionadoparalapaz.gov.co/oacp/Pages/informes-especiales/jurisdic-
280 cion-especial-paz /index.html
de armas de uso privativo de la Fuerza Pública para los civiles, ya desde 281
1993, con la expedición del Decreto 2535 de ese año. En este lapso
gubernamental la Corte Constitucional frenó el avance de las bases
legales del paramilitarismo a través de dos pronunciamientos de la mayor
significación: la Sentencia C-296 de 1995, que declaró inconstitucional
la posibilidad de autorización para conformar grupos de Fuerza Pública
distintos a las Fuerzas Militares y a la Policía; y la Sentencia C-572 de
1997, por la cual declaró constitucional la existencia de las Convivir,
pero limitó elementos importantes, como el tipo de arma que podían

Mario Ignacio Díaz Góngora


usar sus miembros —que no podía ser de tipo privativo de la Fuerza
Pública—, que el control que sobre ella ejerciera la Superintendencia de
Vigilancia tenía que ser obligatorio, y que no estaban autorizadas para
usar técnicas y procedimientos diferentes a los permitidos para otros
servicios de vigilancia y seguridad privada.

Samper intenta generalizar la reinserción, mediante la creación del


Bloque de Búsqueda de los Grupos de Justicia Privada mediante el
Decreto 2895 de 1997 y la expedición de las leyes 241 de 1995 y 418
de 1997 crearon la posibilidad de reinserción para los paramilitares, y
autorizaron al gobierno para otorgarles estatus político, con lo cual se
extendía esta figura más allá de las agrupaciones guerrilleras y milicias
populares.

El fracaso del proceso de paz de Pastrana, encuentra un geme de


atenuación por la destitución de los generales Rito Alejo del Río y
Fernando Millán.

Uribe Vélez negocia a los grupos de autodefensa, a través de una


política de tratamiento por la que apostó por devolverle al Estado el
monopolio de las armas, para lo cual enmienda la Ley 418 de 1997 con
la Ley 782 de 2002 que eliminó el requisito de que las negociaciones
de paz solo procedían con OAML a las que se les hubiera reconocido
carácter político, pero no daba alternativas para los paramilitares
acusados de cometer crímenes de lesa humanidad y violaciones al
DIH. Ese aparente vacío llevó a que se expidiera la Ley de Justicia y
Paz (Ley 975 de 2005)
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

2) Trayectoria de la Justicia Transicional en Colombia209

Se instaura la justicia transicional en Colombia con la expedición de la Ley


975 en el 2005 debido a la persistencia del conflicto armado y al amparo del
resurgimiento de mecanismos de excepcionalidad jurídica en cuyo desarrollo
se producen importantes innovaciones del derecho, en general, como la de los
mecanismos de justicia transicional en materia civil orientados a la restitución
de las tierras.

Paralelamente a las transformaciones del sistema de justicia penal, se producen


variaciones de trascendencia en la jurisdicción penal militar, que invitan a
reflexionar de qué manera el conflicto armado afecta al sistema de justicia:

1) el solo hecho de que agentes estatales actúen como victimarios


saliéndose del marco de la legalidad de sus acciones repercute en la
confianza de la sociedad en las autoridades estatales;

2) el aprovechamiento estratégico del fuero militar para evadir


responsabilidades y ocultar la verdad respecto del daño causado a
la sociedad estructura un sistema de impunidad dentro del mismo
aparato estatal;

3) la utilización del fuero militar puede poner en duda las capacidades


del sistema de justicia para hacer frente a fenómenos de graves
violaciones a los derechos humanos, pues muchos de los casos en
los que la justicia militar encubre la responsabilidad de los agentes
estatales llegan al Sistema Interamericano de Derechos Humanos
en búsqueda de la justicia que el sistema judicial colombiano no
les pudo ofrecer.

En ese contexto se materializan diferencias en la judicialización de los


grupos armados ilegales, la primera de las cuales identifica a los guerrilleros
209 Díaz Góngora, M. “Documento inédito”, Bogotá, diciembre de 2015.
Decreto 3011 de 2013, “Por el cual se reglamentan las leyes 975 de 2005, 1448 de 2011 y 1592 de 2012.
Presidencia de la República”. Colombia, diciembre 26 de 2005.
Ley 1592 de 2012, “Por medio de la cual se introducen modi­ficaciones a la Ley 975 de 2005 y se dictan otras
disposiciones”. Congreso de la República. Colombia, diciembre 3 de 2012.
Ley 975 de 2005, “Por la cual se dictan disposiciones para la reincorporación de miembros de grupos armados
organizados al margen de la ley, que contribuyan de manera efectiva a la consecución de la paz nacional y se
282 dictan otras disposiciones para acuerdos humanitarios”. Congreso de la República. Colombia, julio 25 de 2005.
como enemigos del Estado y, tratados como tales acude al derecho penal 283
instrumentalizado como medio de lucha. No ha sucedido siempre así en el
caso de los paramilitares, en virtud de su ambigua relación con el Estado.

La segunda diferencia radica en que a los guerrilleros se les ha reconocido


la condición especial de delincuentes políticos, en atención a que los grupos
paramilitares recibían apoyo de actores poderosos, no solo privados, sino
incluso de algunos funcionarios del gobierno que abiertamente reconocieron
cierta simpatía por su acción. Estos actores interpretaron el paramilitarismo

Mario Ignacio Díaz Góngora


como una justa manifestación del derecho de legítima defensa, en oposición
a quienes entendieron su existencia y actuaciones en el marco de una guerra
sucia motivada por los mandos militares como parte de un plan de exterminio
de la insurgencia y la oposición.

El impulso a la Ley 975 de 2005 provino de la decisión de la Corte


Constitucional al fallar sobre su constitucionalidad (proyecto que finalmente
contó con el aval del Congreso); y los autos y sentencias de la Sala Penal de la
Corte Suprema de Justicia por medio de los cuales ha interpretado los alcances
de dicha ley, específicamente su procedimiento y sus principios sustantivos,
gracias a la asunción de los estándares internacionales en materia de derechos
humanos, progresivamente apropiados por la jurisprudencia colombiana en
virtud del bloque de constitucionalidad, así como por varios movimientos de
víctimas y organizaciones de defensa de derechos humanos.

Por Ley 1448 de 2011, el Estado colombiano optó por un mecanismo judicial
mixto de restitución de tierras frente al masivo despojo de tierras ocurrido
en Colombia, que lejos de ser un efecto colateral del conflicto ha sido uno de
sus principales móviles y bajo la convicción de que profundizar la transición
hacia la paz implica revertir procesos que el conflicto armado puso a andar y
que trascienden la esfera estrictamente penal.

El inconmensurable desafío de poner en marcha un esquema de justicia


transicional civil, debido a la dificultad de lograr un funcionamiento adecuado
del aparato de justicia en el marco de la política de restitución de tierras,
se acrecentaba por la magnitud y la complejidad del abandono y el despojo
de tierras y la insuficiencia institucional y de recursos para hacer frente a
la exclusión histórica de comunidades étnicas que han sido particularmente
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

vulnerables a la violencia del conflicto y a los perversos efectos indirectos de


la confrontación armada, amén de la problemática de seguridad a jueces y
funcionarios.

La parapolítica rubricó la resistencia y el fortalecimiento de la justicia


protagónica frente a la cooptación criminal del Estado, en razón del papel
protagónico que desempeñó la Corte Suprema de Justicia, prefigurando
una historia de judicialización y criminalización de la política que sucumbía
en atención a la precariedad institucional, las debilidades del sistema
electoral en Colombia y propició la contracaptura del Estado sometido al
poder político que buscó y puso a su servicio las maquinarias de violencia
paramilitar.

La actitud de la justicia frente a este fenómeno ha permitido el enjuiciamiento,


aunque hasta ahora parcial, de las cabezas del poder político que sustentaban
el dominio del paramilitarismo en sus territorios de influencia, que obtenían
alguna reivindicación con la Ley 1424 del 2010 o “Ley de acuerdos de
contribución a la memoria histórica”, por la que se dispusieron amplios
beneficios de libertad a los desmovilizados a cambio de contribuciones al
esclarecimiento de la verdad y la reparación de las víctimas, al tiempo que
la oferta de alternativas frente a las dificultades advertidas en el proceso de
desmovilización de los paramilitares. De contera autorizó que los agentes del
Estado puedan ser objeto de un tratamiento diferenciado en el marco de un
acuerdo de paz.

Por último, la aprobación del marco jurídico para la paz constituyó la


apertura de un nuevo capítulo en la historia de la justicia colombiana
frente al conflicto armado, pues reconoció expresamente los derechos de
las víctimas a la verdad, la justicia y la reparación, y estableció que estos
deberán garantizarse “en la mayor medida posible”, en cuya dirección creó
una Comisión de la Verdad, e indicó que “en cualquier caso se aplicarán
mecanismos de carácter extrajudicial para el esclarecimiento de la verdad
y la reparación de las víctimas”, límite infranqueable respecto al deber
del Estado de investigar y sancionar las graves violaciones a los derechos
humanos210.

284 210 El Nacional. (14/12/2015). “Plebiscito por la paz pasa a revisión de la Corte Constitucional. Senado aprobó
conciliación del Acto Legislativo para la paz”.
Labra en piedra que una experiencia de transición de la guerra a la paz no se 285
puede hacer sin un mínimo de justicia con criterios de priorización y selección
como inherentes a la justicia transicional, a la par que abrió paso a un modelo
de justicia transicional menos punitivista y menos orientado a la judicialización
y consagra beneficios que incluyen la suspensión de la ejecución de la pena y la
aplicación de sanciones extrajudiciales, de penas alternativas o de modalidades
especiales de ejecución y cumplimiento de la pena.

3) Evaluación comparativa de lo negociado de 2002 a 2016 (JyP –

Mario Ignacio Díaz Góngora


JePaz)211212

Mecanismos de Justicia Transicional


Ley 975 de 2005, con sus modificaciones y Sistema Integral de Verdad, Justicia,
reglamentaciones. Reparación y No
Repetición.
Jurisdicción
Jurisdicción Penal Especial de Justicia y Paz Jurisdicción Especial para la Paz (JEP).
(JP).
Organización de la jurisdicción
Salas de Justicia y Paz de Tribunales Salas de Justicia y un Tribunal para la
Superiores de Distrito Judicial. Paz.
Segunda Instancia: Sala de Casación Penal de Segunda Instancia: Tribunal para la Paz.
la Corte Suprema.
Composición de la Jurisdicción
1. Magistrados de Control de Garantías. 1. Magistrados colombianos.
2. Magistrados de Conocimiento. 2. Participación minoritaria de
3. Juzgado con función de ejecución de magistrados extranjeros
sentencias de las que cumplan los más altos requisitos.
Salas de Justicia y Paz del territorio nacional.

211 Referencias para la construcción del Observatorio para la Paz de la Universid Nacional. Congreso de la Repú-
blica. (25/07/2005). Ley 975 de 2005, “Por la cual se dictan disposiciones para la reincorporación de miembros
de grupos armados organizados al margen de la ley, que contribuyan de manera efectiva a la consecución de la
paz nacional y se dictan otras disposiciones para acuerdos humanitarios”. Colombia. Congreso de la Republica.
(03/12/2012). Ley 1592 de 2012, “Por medio de la cual se introducen modificaciones a la Ley 975 de 2005 y se
dictan otras disposiciones”. Colombia. Presidencia de la República. (26/12/2005). Decreto 3011 de 2013 “Por
el cual se reglamentan las leyes 975 de 2005, 1448 de 2011 y 1592 de 2012”. Colombia. Delegación del Gobierno
Nacional y de las FARC-EP. (23/09/2015) Comunicado conjunto # 60 sobre el Acuerdo de creación de una
Jurisdicción Especial para la Paz. Cuba. Oficina del Alto Comisionado para la Paz. (09/2015). “ABC: preguntas
y repuestas, Jurisdicción especial para la Paz”. En línea: http://www.altocomisionadoparalapaz.gov.co/oacp/
Pages/informesespeciales/jurisdiccion-especial-paz/index.html
212
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

Función/Objetivo
1. Facilitar los procesos de paz y la 1. Acabar con la impunidad.
reincorporación individual o colectiva a la 2. Obtener verdad.
vida civil de miembros de grupos armados al 3. Contribuir a la reparación de las
margen de la ley. víctimas.
2. Garantizar los derechos de las víctimas a 4. Juzgar e imponer sanciones a los
la verdad, la justicia responsables de los
y la reparación. graves delitos cometidos durante el
conflicto armado,
en particular los más graves y
representativos, garantizando
la no repetición.
5. Otorgar seguridad jurídica a quienes
participaron
de manera directa o indirecta en el
conflicto armado.
6. Contribuir al logro de una paz estable
y duradera.

Requisitos de acceso a la Jurisdicción


1. Contribución del postulado a: Para acceder a cualquier tratamiento
1.2 La reconciliación nacional. especial dentro de la Jurisdicción
1.3 La consecución de la paz nacional. Especial para la Paz es necesario:
1.4 La colaboración con la justicia.
1.5 La reparación a las víctimas. 1. Aportar verdad plena.
1.6 Su adecuada resocialización. 2. Reparar a las víctimas.
2. Para desmovilización colectiva: 3. Garantizar la no repetición.
2.1 Que el grupo armado organizado 4. En el caso de las FARC-EP, la
de que se trata se haya desmovilizado y participación en el
desmantelado en cumplimiento de acuerdo sistema integral estará sujeta a la
con el Gobierno Nacional. dejación de armas,
2.2 Que se entreguen los bienes producto de que deberá comenzar a más tardar a los
la actividad ilegal. 60 días luego
2.3 Que el grupo ponga a disposición del de la firma del Acuerdo Final.
Instituto Colombiano de Bienestar Familiar
la totalidad de menores de edad reclutados.
2.4 Que el grupo cese toda interferencia al
libre ejercicio de los derechos políticos y
libertades públicas y cualquiera otra actividad
ilícita.
2.5 Que el grupo no se haya organizado
para el tráfico de estupefacientes o el
286 enriquecimiento ilícito.
Requisitos de acceso a la Jurisdicción 287
2.6 Que se liberen las personas secuestradas,
que se hallen en su poder.
3. Para desmovilización individual:
3.1 Que entregue información o colabore
con el desmantelamiento del grupo al que
pertenecía.
3.2 Que haya suscrito un acta de
compromiso con el Gobierno Nacional.
3.3 Que se haya desmovilizado y dejado las

Mario Ignacio Díaz Góngora


armas en los términos establecidos por el
Gobierno para tal efecto.
3.4 Que cese toda actividad ilícita.
3.5 Que entregue los bienes producto de
la actividad ilegal, para que se repare a la
víctima.
3.6 Que su actividad no haya tenido como
finalidad el tráfico de estupefacientes o el
enriquecimiento ilícito.

Competencia de la Jurisdicción
¿A quiénes? Los desmovilizados de grupos ¿A quiénes? Todos los que, de manera
armados organizados directa o indirecta, hayan participado en el
al margen de la ley que hayan sido postulados conflicto armado interno, incluyendo a
por el Gobierno Nacional para acceder a los las FARC-EP y a los agentes del Estado,
beneficios previstos en la presente ley. por los delitos cometidos en el contexto y
Están incluidos: 1. Desmovilizados en en razón del conflicto, en especial respecto
modalidad colectiva: hechos ocurridos antes de los casos más graves y representativos.
de la desmovilización. ¿Cuáles hechos? Conductas tipificadas en
2. Desmovilizados en modalidad individual: la legislación nacional que se correspondan
hechos cometidos antes del 31 de diciembre a delitos de lesa humanidad, el genocidio y
de 2012. los graves crímenes de guerra, entre otros
¿Cuáles hechos? De los hechos delictivos delitos graves, como la toma de rehenes u
cometidos durante y con ocasión de la otra privación grave
pertenencia al grupo armado organizado al de la libertad, la tortura, el desplazamiento
margen forzado, la desaparición forzada, las
de la ley. ejecuciones extrajudiciales y la
violencia sexual.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

Criterios de priorización
1. Con el fin de garantizar los derechos de 1. Casos graves y representativos.
las víctimas, el fiscal general de la nación 2. Conductas constitutivas de delitos de
determinará los criterios de priorización para lesa
el ejercicio de la acción penal que tendrán humanidad, genocidio, graves crímenes
carácter vinculante y serán de público de guerra y otros delitos graves.
conocimiento. La JEP deberá concentrarse desde
2. Los criterios de priorización estarán un inicio en los casos más graves y
dirigidos a esclarecer el patrón de representativos.
macrocriminalidad en el accionar de los Para tal efecto, la JEP:
grupos armados organizados al margen de 1. Tendrá amplias facultades para
la ley y a develar los contextos, las causas y organizar sus tareas, integrar comisiones
los motivos del mismo, concentrando los de trabajo, acumular casos semejantes y
esfuerzos de investigación en los máximos definir la secuencia en que los abordará.
responsables. Para estos efectos, la Fiscalía 2. Fijará criterios de priorización y
General de la Nación adoptará mediante selección.
resolución el “Plan Integral de Investigación 3. Graduará las sanciones dependiendo
Priorizada”. del grado de participación determinante
2.1 Criterios subjetivos: representantes de en las conductas más graves
GAOML y máximos responsables. y representativas.
2.2 Criterios objetivos: delitos de 4. Analizará la participación
desaparición forzada, desplazamiento determinante y la responsabilidad
forzado, secuestro, reclutamiento ilícito, de mando con base en el criterio
violencia basada en género y aquellos hechos de control efectivo de la respectiva
que en las regiones ocasionaron mayor conducta.
conmoción por la gravedad y barbarie.
2.3 Criterios complementarios: para impulsar
el trámite judicial dependiendo de las
circunstancias de cada caso.
Procedimientos
1. Audiencia de Formulación de Imputación 1. Imposición de sentencia a quienes
Existe la posibilidad de reconocen verdad y responsabilidad,
la terminación anticipada del proceso, en tal fundada en las conductas reconocidas
caso el magistrado después de haber sido contrastadas las
de Control de Garantía lo remite a la Sala de investigaciones de la Fiscalía General de
Conocimiento. 2. la Nación, las sanciones impuestas
Audiencia Concentrada de Formulación por otros órganos del Estado, las
y Aceptación de Cargos. 3. 3. Audiencia sentencias judiciales existentes, así
de Incidente de Reparación Integral 4. como la información que provean
Audiencia de Lectura las organizaciones de víctimas y de
de Sentencia. derechos humanos.

288
Procedimientos 289
2. Juicio contradictorio ante Tribunal
será enfrentado por quienes reconocen
verdad y responsabilidad tardíamente.
3. Juicio contradictorio ante Tribunal
será enfrentado por quienes no
reconocen verdad y responsabilidad.
Sanciones
1. Alternatividad es un beneficio consistente Finalidad esencial: satisfacer los

Mario Ignacio Díaz Góngora


en suspender la ejecución derechos de las víctimas y consolidar la
de la pena determinada en la respectiva paz, para lo cual deberá tener la mayor
sentencia, reemplazándola función restaurativa y reparadora del
por una pena alternativa cuando se cumplen daño causado:
los requisitos de la Ley. 1. Para todos aquellos que reconozcan
2. En caso que el condenado haya cumplido responsabilidades por los delitos
las condiciones previstas competencia del Sistema, la sanción
en esta ley, la Sala le impondrá una pena tendrá un componente de restricción
alternativa que consiste de libertades y derechos que garantice
en privación de la libertad por un período el cumplimiento de las funciones
mínimo de cinco (5) años reparadoras restauradoras de las mismas
y no superior a ocho (8) años, tasada de mediante la realización de trabajos,
acuerdo con la gravedad de obras y actividades y, en general, la
los delitos y su colaboración efectiva en el satisfacción de los derechos de las
esclarecimiento de los víctimas.
mismos. 2. Quienes reconozcan delitos muy
graves tendrán un mínimo
de duración de cumplimiento de cinco
(5) años y un máximo de ocho (8) de
restricción efectiva de la libertad, en
condiciones especiales.
3. Las personas que hagan dicho
reconocimiento de manera tardía ante el
Tribunal serán sancionadas con
pena de prisión de cinco (5) a ocho (8)
años, en condiciones ordinarias.
4. Las personas que se nieguen a
reconocer su
responsabilidad por tales delitos y
resulten culpables
serán condenadas a pena de prisión
hasta de 20 años,
en condiciones ordinarias.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

Compromisos para beneficiarse de la


pena alternativa
Se requerirá que el beneficiario se Se requerirá que el beneficiario se
comprometa a contribuir con comprometa a contribuir
su resocialización a través del trabajo, estudio con su resocialización a través del
o enseñanza durante trabajo, capacitación o
el tiempo que permanezca privado de la estudio durante el tiempo que
libertad, y a permanezca privado de la
promover actividades orientadas a la libertad.
desmovilización del grupo armado
al margen de la ley al cual perteneció.
Derechos de las víctimas
Las víctimas tienen derecho a la verdad, la El Sistema Integral de Verdad, Justicia,
justicia y la Reparación y
reparación integral. La definición de estos No Repetición incorpora mecanismos
derechos se judiciales y
encuentra desarrollada en la Ley 1448 de extrajudiciales dirigidos a la satisfacción
2011. Para estos efectos de los derechos
las víctimas tendrán derecho a participar de de las víctimas a la verdad, la reparación
manera directa o y la no repetición
por intermedio de su representante en todas y la participación de las medidas
las etapas del proceso acordadas. Por eso se acordó
a las que se refiere la presente ley, de la creación de la Comisión para el
conformidad con lo dispuesto Esclarecimiento de la
en la Ley 1448 de 2011. La magistratura Verdad, la Convivencia y la No
velará porque así sea. Repetición. Todas las víctimas
del conflicto armado tienen acceso al
Programa de
reparación administrativa,
independientemente de los
procesos judiciales.
Amnistías
En un principio, la Ley de Justicia y Paz
aceptaba la posibilidad de favorecer con
amnistías e indultos a quienes iniciaran
reinserción a la vida civil, de acuerdo con lo
dispuesto en la Ley 782 de 2002. Así mismo,
adicionaba un parágrafo al delito de sedición
para catalogar las conductas de los grupos
de autodefensa. Con posterioridad, la Corte
Suprema de Justicia, mediante sentencia de
290
Amnistías 291
11 de julio de 2007, señaló la imposibilidad 1. El Estado colombiano otorgará la
de otorgar beneficios de indulto o amnistía amnistía más amplia posible por delitos
a grupos paramilitares o de autodefensa. políticos y conexos 2. Ley de amnistía
“De lo dicho se sigue que quienes hayan precisará el alcance de la conexidad 3.
estado vinculados a los grupos paramilitares No serán objeto de amnistía o indulto
o de autodefensa, cualquiera sea el grado las conductas tipificadas en la legislación
de participación en la organización y en los nacional que se correspondan con los
delitos cometidos por cuenta de la misma, delitos de lesa humanidad, el genocidio
no pueden ser beneficiarios de amnistía, y los graves crímenes de guerra, entre

Mario Ignacio Díaz Góngora


indulto, su extradición está permitida y, por otros delitos graves como la toma de
regla general, no podrán acceder al servicio rehenes u
público y si llegasen a ser elegidos a alguna otra privación grave de la libertad, la
corporación pública se encontrarán en causal tortura, el desplazamiento forzado, la
de pérdida de la investidura por subsistir la desaparición forzada, las ejecuciones
inhabilidad derivada del antecedente penal extrajudiciales y la violencia sexual.
que surge de la comisión de un delito que Estos delitos serán objeto de
apareja pena de prisión” (Corte Suprema de investigación y juzgamiento por parte
Justicia, proceso No. 26945, 2007). de la Jurisdicción Especial para la Paz.
4. En todo caso las amnistías o indultos
estarán condicionadas al cumplimiento
de lo establecido en el Acuerdo Final,
en particular en materia de contribución
a la satisfacción de los derechos de las
víctimas.
Participación política213
Vigencia de inhabilidad para el ejercicio de La transformación de las FARC-EP en
derechos, funciones un movimiento
públicas y contratación con el Estado. político legal es un objetivo compartido,
que contará con todo
el apoyo del Gobierno en los términos
que se acuerden.
Para septiembre de 2015 se discute la
posibilidad de
participación política de máximos
responsables.

213 Ibíd.
CAPÍTULO II
JUSTICIA TRANSICIONAL Y
PROSPECTIVA:
¿ES SUFICIENTE UNA JUSTICIA
TRANSICIONAL CON UN EXCLUSIVO
ENFOQUE PRO-VÍCTIMAS PARA LA
CONSOLIDACIÓN DE LA PAZ ESTABLE
Y DURADERA SIN CONSIDERACIÓN A
UNA VISIÓN INCLUYENTE
DE CIUDADANOS Y OTROS GRUPOS
SOCIALES?
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

Justicia transicional y prospectiva: ¿es


suficiente una justicia transicional con un
exclusivo enfoque pro-víctimas para la
consolidación de la paz estable y duradera
sin consideración a una visión incluyente de
ciudadanos y otros grupos sociales?

Heydi Patricia Baldosea Perea*

INTRODUCCIÓN

Los diálogos y las negociaciones que se realizan en medio del panorama


del conflicto armado, cualquiera que sea su índole, tiene como finalidad
el logro de la paz, la reconciliación nacional y la reintegración civil de
los miembros de las fuerzas violentas organizadas en grupos armados
organizados al margen de la ley que proceden a manifestar y hacer efectivo
su compromiso a partir de los procesos de desarme, desmovilización y
reintegración de sus miembros. “Se trata de la generación de nuevas dinámicas
y de confianzas orientadas a la convivencia, la reconciliación, la restitución del
valor de la vida, al ejercicio de memoria, a dar trámite al drama de las víctimas y,
*
Abogada especializada en instituciones jurídico procesales en la Universidad Nacional de Colombia, en derechos
humanos en la Universidad Complutense de Madrid con reconocimiento por máximas calificaciones y Mención
de Honor; en investigación criminal y juzgamiento en el sistema penal acusatorio en la Universidad Católica
y estudiante de maestría en derecho - Profundización en derechos humanos en la Universidad Nacional de
Colombia. Asistente de investigación en publicaciones de derechos humanos. Fue funcionaria pública en la
rama judicial, abogada litigante, consultora y asistente de investigación en proyectos auspiciados por agencias
de cooperación internacional y la Procuraduría General de la Nación así como el Centro de Memoria Histórica.
Actualmente ejerce como defensora pública en el Programa de Justicia y Paz. Contacto: heydi.baldosea@gmail.
294 com
en el caso de Colombia, atender al compromiso de justicia, verdad, reparación y no 295
repetición” 213.

La constancia en el uso de la negociación ha sido una de las características


del tratamiento de la violencia colombiana, por lo menos en la década de
los ochentas, a través de, fundamentalmente, procesos fragmentados de
paz o a cuotas con variados e innovados modelos de negociación que han
pasado “…de la reincorporación individual de ex guerrilleros como sucedió también en la
Violencia de los años 50–60, a la rehabilitación de las “zonas de violencia” y reinserción

Heydi Patricia Baldosea Perea


de comunidades políticas y étnicas como sucedió durante la administración Barco (1986–
1990) y la administración Gaviria (1990–1994) y de allí finalmente a lo que hoy se
plantea: la redefinición de un nuevo pacto político-social, no para los reinsertados, no para
las fuerzas insurgentes exclusivamente, sino para la sociedad en su conjunto” 214.

Normativamente, los procesos de negociación de paz y de desmovilización


de grupos armados organizados al margen de la ley en Colombia, se habían
adelantado con base en una legislación específica que consagraba instrumentos
para la convivencia y la eficacia de la justicia, como, por ejemplo, la Ley 418 de
1997 que fue el fundamento para la expedición de la Resolución No. 85 del
14 de octubre de 1998, por medio de la cual el gobierno de Andrés Pastrana
dio inicio formal al proceso de paz con la guerrilla de las FARC-EP, al
reconocerle carácter político y señalar una zona de distención de municipios
desmilitarizados en donde se instaló una mesa de negociación en enero de
1999; esta norma fue prorrogada por la Ley 548 de 1999 y después por la Ley
782 de 2002, la cual modificó y estableció facultades al Gobierno Nacional
para facilitar y adelantar diálogos de paz, negociaciones y la suscripción de
acuerdos con los grupos armados organizados al margen de la ley215 para su
desmovilización, reconciliación nacional y convivencia pacífica.

En el proceso de negociación del 2002, uno de los ejes de discusión en las


negociaciones entre el Gobierno Nacional y los líderes paramilitares fue lo
213 Observatorio de Procesos de Desarme, Desmovilización y Reintegración -ODDR- Universidad Nacional de
Colombia. Los procesos de desarme, desmovilización y reintegración: buenas prácticas y retos, Bogotá D.C., febrero de 2010.
214 Sánchez, Gonzalo. “Guerra prolongada, negociaciones inciertas en Colombia”, Bulletin de l’Institut Fran-
cais d’Études Andines, 2000, 29 (sin mes). [En línea]. Disponible en:<http://www.redalyc.org/articulo.
oa?id=12629302> ISSN 0303-7495
215 Colombia. Congreso de la República. Ley 782 (23 de diciembre de 2002) “Por medio de la cual se prorroga
la vigencia de la Ley 418 de 1997, prorrogada y modificada por la Ley 548 de 1999 y se modifican algunas de
sus disposiciones” Diario Oficial. 45.043. Art. 3. Parágrafo 1o. “De conformidad con las normas del Derecho
Internacional Humanitario, y para los efectos de la presente ley, se entiende por grupo armado al margen de la
ley, aquel que, bajo la dirección de un mando responsable, ejerza sobre una parte del territorio un control tal
que le permita realizar operaciones militares sostenidas y concertadas”.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

relacionado con los beneficios aplicables a los miembros de tales grupos


dentro de las limitaciones que preveía la Ley 782 de 2002; en consecuencia,
luego de varias discusiones, desavenencias, retiros, incorporaciones de
otros bloques de autodefensas y comunicados conjuntos que anunciaban
la continuación de las negociaciones y los diálogos, el Gobierno Nacional
expidió el Decreto 128 de 2003 “Por el cual se reglamenta la Ley 418 de 1997,
prorrogada y modificada por la Ley 548 de 1999 y la Ley 782 de 2002 en materia de
reincorporación a la sociedad civil”, que sirvió como base para la desmovilización
de estos grupos de paramilitares.

En el contexto del proceso de Justicia y Paz el resultado de las negociaciones


y la celebración de acuerdos de paz no ha sido un presupuesto intangible y
superado en la valoración y concesión de los beneficios jurídicos previstos por
la Ley 975 de 2005, sino que corresponde a un punto de partida vinculante,
con repercusiones para el reconocimiento de la pena alternativa y, por lo tanto,
objetivo de constante evaluación por parte de los operadores judiciales. En efecto,
en la estructura del proceso de Justicia y Paz, previsto en la Ley 975 de 2005 y
sus decretos reglamentarios, se hace alusión a la negociación y al acuerdo de paz
i) como objetivo, en tanto que en su art. 1º hace referencia a la aspiración del
legislador de incentivar futuras negociaciones de paz216, ii) como aspecto subjetivo
de delimitación en su aplicación, pues dicho proceso tiene una clara limitación
subjetiva al señalar como beneficiarios de la alternatividad a los desmovilizados,
condición cuya base de selección implica, para los desmovilizados colectivamente,
la existencia del acuerdo de paz entre el Gobierno Nacional y el grupo armado
organizado al margen de la ley217; y iii) como presupuesto de los requisitos de
elegibilidad en los casos de desmovilización colectiva218.

En definitiva, la importancia de los contenidos de los acuerdos de paz está dada


por el direccionamiento que estos impongan para la futura materialización
216 Artículo 1o. Objeto de la presente Ley. “La presente ley tiene por objeto facilitar los procesos de paz y la
reincorporación individual o colectiva a la vida civil de miembros de grupos armados al margen de la ley, garantizando los derechos
de las víctimas a la verdad, la justicia y la reparación. Se entiende por grupo armado organizado al margen de la ley, el grupo de
guerrilla o de autodefensas, o una parte significativa e integral de los mismos como bloques, frentes u otras modalidades de esas
mismas organizaciones, de las que trate la Ley 782 de 2002”.
217 Artículo 2o. Ámbito de la ley, interpretación y aplicación normativa. “La presente ley regula lo concerniente a la investigación,
procesamiento, sanción y beneficios judiciales de las personas vinculadas a grupos armados organizados al margen de la ley, como
autores o partícipes de hechos delictivos cometidos durante y con ocasión de la pertenencia a esos grupos, que hubieren decidido
desmovilizarse y contribuir decisivamente a la reconciliación nacional”.
218 Artículo 10. Requisitos de elegibilidad para la desmovilización colectiva. “Podrán acceder a los beneficios que establece la presente
ley los miembros de un grupo armado organizado al margen de la ley que hayan sido o puedan ser imputados, acusados o condenados
como autores o partícipes de hechos delictivos cometidos durante y con ocasión de la pertenencia a esos grupos, cuando no puedan
ser beneficiarios de algunos de los mecanismos establecidos en la Ley 782 de 2002, siempre que se encuentren en el listado que el
Gobierno Nacional remita a la Fiscalía General de la Nación y reúnan, además, las siguientes condiciones: … 10.1 Que el grupo
armado organizado de que se trata se haya desmovilizado y desmantelado en cumplimiento de acuerdo con el
296 Gobierno Nacional”.
de los instrumentos jurídicos que, en materia de justicia y reparación a las 297
víctimas, se acojan en un modelo de justicia transicional y restaurativa, pues,
como en el caso de los avances del actual proceso de negociación que se
adelanta entre las FARC-EP y el Gobierno Nacional colombiano, el modelo
de sistema integral que propone el acuerdo y la nueva Jurisdicción Especial
para la Paz, impone unos parámetros en la construcción de la paz estable y
duradera cuyo propósito conjuga el reconocimiento de los derechos de las
víctimas y la seguridad jurídica de quienes se someten a tal modelo de justicia
ya no solo transicional sino, y ante todo, prospectiva.

Heydi Patricia Baldosea Perea


Esta transformación conceptual de una justicia “post-acuerdo” es coherente
con la construcción de una sociedad factible, democrática, que respete la
libertad personal, garantice la vigencia del Estado social de derecho y la
posibilidad de acceder a una vida satisfactoria219. En ese sentido, este escrito
pretende abordar la proposición que incorpora la cimentación de una justicia
transicional, más allá de un enfoque pro-víctimas, con una visión incluyente
de los ciudadanos y otros grupos sociales a raíz de la construcción de la paz
como elemento fundamental.

219 Galbraith, John Kenneth. Una sociedad mejor, 1996.


“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

1. Acuerdo de la habana sobre las víctimas


del conflicto: “sistema integral de verdad,
justicia, reparación y no repetición y la
jurisdicción especial para la paz”

El 12 de diciembre del 2015 fue puesto en conocimiento de la opinión pública


el contenido del borrador conjunto del acuerdo que los representantes
negociadores del Gobierno Nacional y las FARC-EP, referido al quinto
punto de la agenda, esto es, concerniente a las víctimas y el “Sistema Integral
de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición, incluyendo la Jurisdicción Especial
para la Paz; y Compromiso sobre Derechos Humanos”220. En dicho documento, se
pone de presente la lista de los principios que informan la configuración e
implementación del acuerdo, entre ellos, se destacan los reconocimientos
expresos de los derechos a las víctimas y la responsabilidad por los daños a
ellas ocasionados; el principio de reconciliación, la garantía de no repetición
y un enfoque de derechos humanos a cuya protección, y garantía del goce
efectivo, pueden acceder todos los seres humanos.

El acuerdo pretende la conformación de un sistema integral de Verdad,


Justicia, Reparación y No Repetición que incorpora la creación de organismos
como la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y
la No Repetición, la Unidad Especial para la Búsqueda de Personas dadas
por Desaparecidas en el contexto y en razón del conflicto; la Jurisdicción
Especial para la Paz y las Medidas Específicas, articuladas y complementarias
220 5. Acuerdo sobre las Víctimas del Conflicto: “Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repe-
tición”, incluyendo la Jurisdicción Especial para la Paz; y Compromiso sobre Derechos Humanos. Borrador
298 Conjunto, 15/12/2015, p. 2.
de reparación, no repetición y de otra índole221; para tal objetivo se enfatiza 299
en el reconocimiento y resarcimiento del sufrimiento y los daños causados a
las víctimas, fundado en la premisa de “no intercambiar impunidades” y la
afirmación de aquellas como sujetos de derechos, y al mismo tiempo la lucha
contra la impunidad por medio de mecanismos extrajudiciales y judiciales –
Jurisdicción Especial para la Paz— cuyo fundamento sea la seguridad jurídica:
“El Sistema debe también garantizar a la vez la seguridad jurídica de quienes se acojan a
las medidas de justicia, como elemento esencial de la transición a la paz”222.

Heydi Patricia Baldosea Perea


El Sistema Integral, según lo determina el borrador de Acuerdo, tiene cinco
componentes:

“Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia


y la No Repetición: Será un órgano temporal y de carácter extra-judicial,
que busca conocer la verdad de lo ocurrido y contribuir al esclarecimiento de las
violaciones e infracciones y ofrecer una explicación amplia a toda la sociedad de
la complejidad del conflicto; promover el reconocimiento de las víctimas y de las
responsabilidades de quienes participaron directa e indirectamente en el conflicto
armado; y promover la convivencia en los territorios para garantizar la no
repetición.

Unidad especial para la búsqueda de personas dadas por


desaparecidas en el contexto y en razón del conflicto armado:
Será una unidad especial de alto nivel de carácter humanitario y extrajudicial,
cuyo objetivo es dirigir, coordinar y contribuir a la implementación de acciones
humanitarias de búsqueda e identificación de todas las personas dadas por
desaparecidas en el marco del conflicto que se encuentren con vida, y en los casos
de fallecimiento, cuando sea posible, la localización y entrega digna de restos. Las
actividades de la Unidad no podrán ni sustituir ni impedir las investigaciones
judiciales a que haya lugar en cumplimiento de las obligaciones que tiene el Estado.
Jurisdicción Especial para la Paz: Estará constituida por una serie de
salas de justicia, entre las que se incluye una Sala de Amnistía e Indulto, y un
221 Tales como “la firma de medidas y protocolos para adelantar los programas de limpieza y descontaminación
de los territorios de minas antipersonal (MAP), artefactos explosivos improvisados (AEI) y municiones sin
explotar (MUSE), o restos explosivos de guerra (REG); medidas inmediatas humanitarias de búsqueda, ubica-
ción, identificación y entrega digna de restos de personas dadas por desaparecidas en el contexto y con ocasión
del conflicto.” Acuerdo sobre las Víctimas del Conflicto: “Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y
No Repetición”, incluyendo la Jurisdicción Especial para la Paz; y Compromiso sobre Derechos Humanos.
Borrador Conjunto, 15/12/2015.
222 Ibíd., p. 5.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

Tribunal para la Paz, para administrar justicia e investigar, esclarecer, perseguir


y sancionar las graves violaciones a los derechos humanos y las graves infracciones
al derecho internacional humanitario.

Medidas de reparación integral para la construcción de la


paz: Se trata de medidas que buscan asegurar la reparación integral de
las víctimas, incluyendo los derechos a la restitución, la indemnización, la
rehabilitación, la satisfacción y la no repetición; y la reparación colectiva de
los territorios, las poblaciones y los colectivos más afectados por el conflicto
y más vulnerables, en el marco de la implementación de los demás acuerdos.
Con este fin, se fortalecerán los mecanismos existentes, se adoptarán nuevas
medidas y se promoverá el compromiso de todos con la reparación del daño
causado.

Garantías de no repetición: Las garantías de no repetición son el


resultado, por una parte, de la implementación coordinada de todas las
anteriores medidas y mecanismos, así como en general de todos los puntos
del Acuerdo Final; y por la otra, de la implementación de medidas de no
repetición que se acuerden en el marco del Punto 3 – “Fin del Conflicto”.

En materia de justicia, el acuerdo prevé la creación de la llamada “Jurisdicción


para la Paz”, basada en el precepto de la autonomía y autodeterminación del
Estado para diseñar y adoptar las medidas de justicia que advierta necesarias
para el logro de la paz estable y duradera, dentro de las previsiones del derecho
internacional y en especial de los derechos humanos.

Dicho componente, que deberá tener un enfoque diferencial, tendrá como


finalidad primordial el logro de la paz, la seguridad jurídica de quienes se
sometan a él y el respeto de los derechos de las víctimas; tal corresponde
a una jurisdicción con funciones judiciales especiales, autónomas y
preferentes respecto del juzgamiento de las conductas definidas en el
Acuerdo Final, que hubieren sido cometidas durante y con ocasión del
conflicto armado, en especial referidas a los graves atentados contra el
derecho internacional humanitario y graves violaciones a los derechos
humanos.

300
Esta jurisdicción especial diferenciará el tratamiento de conductas 301
amnistiables223 o indultables de las que no lo son (delitos de lesa humanidad
y otros contemplados en el Estatuto de Roma), a partir de la aplicación de
diversas consecuencias jurídicas especiales –sanciones propias y alternativas—;
no obstante, en cualquier caso, el condicionante para acceder a tal fórmula de
justicia y recibir el tratamiento especial de este componente será el aporte de
verdad plena, la reparación de las víctimas y dar garantía de no repetición224.

En cuanto a la creación, composición, funcionamiento y procedimientos (con

Heydi Patricia Baldosea Perea


o sin reconocimiento de verdad) su desarrollo será objeto de otros artículos en
esta publicación; sin embargo, resulta preciso advertir que este componente
de justicia prevé un fuerte contenido en derecho225 y el judicial como escenario
prevalente, que se sustenta, además, en fuentes normativas de carácter
internacional, sin que se proponga como marco la Constitución Política de
Colombia. Aun así, resulta notable que, junto con la garantía de participación de
las víctimas, exista una consagración expresa al reconocimiento de las garantías
sustanciales y procesales a favor de quienes se sometan al mecanismo de justicia:

“14º.- Todas las actuaciones en el componente de justicia, de conformidad con las reglas
aplicables a la Jurisdicción Especial para la Paz, respetarán los derechos fundamentales
del debido proceso, defensa, asistencia de abogado, presunción de inocencia y la
independencia e imparcialidad de los magistrados de las salas y secciones, así como de los
integrantes de la Unidad de Investigación y Acusación. Todas las decisiones judiciales
sobre las responsabilidades y sanciones de personas serán debidamente motivadas y
fundamentadas en pruebas confiables y admisibles ante tribunales de justicia. Las
resoluciones y sentencias de las salas y secciones pueden ser recurridas en reposición o
apelación a solicitud del destinatario de las mismas”.

Ello, pues, como ha quedado expuesto en anteriores publicaciones de esta Barra


de Defensores Públicos de Justicia y Paz - Postulados, es evidente que la práctica
judicial del programa de Justicia y Paz como modelo de justicia transicional
223 37. Se aplicará el artículo 6.5 del Protocolo II de los Convenios de Ginebra, del cual Colombia es Estado Parte, el cual dispone lo
siguiente: “A la cesación de las hostilidades, las autoridades en el poder procurarán conceder la amnistía más amplia posible a las
personas que hayan tomado parte en el conflicto armado o que se encuentren privadas de libertad, internadas o detenidas por motivos
relacionados con el conflicto armado”. Borrador Conjunto, 15/12/2015, 5. Acuerdo sobre las Víctimas del Conflicto,
p. 27.
224 “Aportar verdad plena significa relatar, cuando se disponga de los elementos para ello, de manera exhaustiva y detallada las conduc-
tas cometidas y las circunstancias de su comisión, así como las informaciones necesarias y suficientes para atribuir responsabilidades,
para así garantizar la satisfacción de los derechos de las víctimas a la reparación y a la no repetición”. Borrador Conjunto,
15/12/2015, 5. Acuerdo sobre las Víctimas del Conflicto, p. 23.
225 Todas las resoluciones y sentencias proferidas en la jurisdicción especial para la paz deberán ser debidamente
motivadas y fundadas en derecho.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

plantea como una constante, el desajuste de las garantías procesales del acusado-
postulado y la insuficiencia de la aplicación de los estándares y principios a su favor;
de modo que, los retos de la defensa pública en estos contextos han pasado por
evidenciar tales problemáticas jurídicas no solo como detrimento de las garantías
de los procesados, sino, y ante todo, como menoscabo de la construcción y
consolidación del Estado del derecho con miras a una sociedad en posconflicto.

Téngase en cuenta que la protección del debido proceso y demás garantías procesales
son exigibles en cualquier nivel e instancia a la que se le atribuya competencias y
funciones de carácter materialmente jurisdiccional; al respecto, la jurisprudencia
establecida por la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha señalado:

“De conformidad con la separación de los poderes públicos que existe en el Estado
de derecho, si bien la función jurisdiccional compete eminentemente al Poder Judicial,
otros órganos o autoridades públicas pueden ejercer funciones del mismo tipo (...).
Es decir, que cuando la Convención se refiere al derecho de toda persona a ser oída
por un “juez o tribunal competente” para la “determinación de sus derechos”, esta
expresión se refiere a cualquier autoridad pública, sea administrativa, legislativa
o judicial, que a través de sus resoluciones determine derechos y obligaciones de las
personas. Por la razón mencionada, esta Corte considera que cualquier órgano
del Estado que ejerza funciones de carácter materialmente jurisdiccional, tiene la
obligación de adoptar resoluciones apegadas a las garantías del debido proceso legal
en los términos del artículo 8 de la Convención Americana” 226.

Finalmente, en la configuración de este modelo de Justicia Especial para


la Paz se evidencia que el acuerdo está confeccionado bajo el paradigma
orientador de que “…La Justicia es prospectiva en cuanto considera que una época
influye ineluctablemente sobre las posteriores. Se trata de una justicia prospectiva respetuosa
de los valores del presente y a la vez preocupada por acabar con conflictos que no deben ser
perpetuados, en aras de la defensa de los derechos de las futuras generaciones”.

De suerte que esta nueva premisa conlleva a redefinir la justicia post-acuerdo


o transicional en cuanto a sus finalidades y su configuración, a partir del
fundamento que matiza su nueva conceptualización: la paz, ya no sin adjetivos
sino estable y duradera.
226 Corte Interamericana de Derechos Humanos. Caso Tribunal Constitucional vs. Perú, Sentencia de Fondo,
Reparaciones y Costas del 31 de enero de 2001, 01 http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/Se-
302 riec_71_esp.pdf
303

Heydi Patricia Baldosea Perea


2. La paz como supra-valor en el modelo de
justicia transicional

Los acuerdos y negociaciones con los actores violentos del conflicto armado
colombiano se basan en facultades y decisiones políticas en búsqueda de
la Paz; en tal sentido, los temas que condicionan la interpretación y los
términos en la aplicación de cualquier régimen procesal-transicional, distinto
al procedimiento penal ordinario, sugieren la colisión entre dos derechos
protegidos constitucionalmente: la Justicia y la Paz.

Para estos efectos, se destaca el alcance de la paz como propósito internacional,


derecho fundamental, valor y deber jurídico y derecho de las víctimas en los
casos de graves violaciones de los derechos humanos y el derecho internacional
humanitario, lo que se constituye, a su vez, en elemento relevante durante el
juicio de ponderación que se realiza ante la colisión de aquella con el derecho
a la justicia. La paz, entonces, se centra en la discusión no solo como una
aspiración social sino también como un propósito fundamental del derecho
internacional227 y ya en el ámbito interno, como se verá más adelante, se
posiciona como valor fundamental, derecho colectivo y deber jurídico.

Esta dinámica asumida desde antes para la implementación e interpretación del


régimen transicional de Justicia y Paz (Ley 975 de 2005 y demás normas), es
adoptada, a su vez, en el desarrollo del componente de Víctimas y Justicia previsto en
el borrador del acuerdo, cuando se reseñan los principios básicos del componente:

227 Preámbulo de la Declaración Universal de Derechos Humanos, Carta constitutiva de la Organización de Esta-
dos Americanos, Pacto de Derechos Civiles y Políticos, Pacto de Derechos Económicos Sociales y Culturales.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

1º.- “Los Estados tienen el deber jurídico de atender los derechos de las víctimas
y con la misma intensidad, la obligación de prevenir nuevos hechos de violencia
y alcanzar la paz en un conflicto armado por los medios que estén a su alcance.
La paz como producto de una negociación se ofrece como una alternativa moral
y políticamente superior a la paz como producto del aniquilamiento del contrario.
Por ello, el derecho internacional de los derechos humanos debe considerar a la paz
como un derecho y al Estado como obligado a alcanzarla” 228.

Entonces, se juzga como un error confeccionar el discurso de la justicia


transicional en el abanderamiento del pasado como único elemento a tener en
cuenta en el proceso de construcción de paz y reconciliación; ciertamente, la
reivindicación de la memoria histórica y el derecho a saber es necesaria en el
escenario de la justicia transicional, pues existe una estrecha relación entre la
justicia de transición, verdad e historia, y más concretamente con el derecho
a saber.

En cuanto al derecho “a saber” o a la verdad, se precisa que no se trata solo


del derecho individual que toda víctima o sus parientes sino que también de
un derecho colectivo que tiene su razón de ser en la necesidad de prevenir que
las violaciones se repitan. Además, se complementa el contenido del mismo
a través de unos principios básicos229 que lo conforman y que corresponde
a i) Principio 1. Derecho inalienable a la verdad: “Toda sociedad tiene el derecho
inalienable a conocer la verdad acerca de los acontecimientos sucedidos y las circunstancias
y los motivos que llevaron, mediante la violación masiva y sistemática de los derechos
humanos, a la perpetración de crímenes aberrantes. El ejercicio pleno y efectivo del derecho
a la verdad es esencial para evitar que en el futuro se repitan tales actos”. ii) Principio
2. El deber de recordar “El conocimiento por un pueblo de la historia de su opresión
forma parte de su patrimonio y, por ello, se debe conservar adoptando medidas adecuadas
en aras del deber de recordar que incumbe al Estado. Esas medidas tienen por objeto
preservar del olvido la memoria colectiva, entre otras cosas para evitar que surjan tesis
revisionistas y negacionistas”; iii) Principio 3. El derecho de las víctimas a saber
“Independientemente de las acciones que puedan entablar ante la justicia, las familias de
228 Voto concurrente, Corte Interamericana de Derechos Humanos. Caso Masacre de El Mozote y lugares Aleda-
ños vs. El Salvador (Sentencia de 25 de octubre de 2012).
229 El informe también incorpora otros conceptos como los de comisiones de la verdad “órganos oficiales, temporales
y de constatación de hechos que no tienen carácter judicial y se ocupan de investigar abusos de los derechos humanos o el derecho
humanitario que se hayan cometido a lo largo de varios años.” y archivos: “colecciones de documentos relativos a violaciones de los
derechos humanos y el derecho humanitario de fuentes que incluyen: a) organismos gubernamentales nacionales, en particular los que
hayan desempeñado una función importante en relación con las violaciones de los derechos humanos; b) organismos locales, tales como
comisarías de policía, que hayan participado en violaciones de los derechos humanos; c) organismos estatales, incluida la oficina del
fiscal y el poder judicial, que participan en la protección de los derechos humanos; y d) materiales reunidos por las comisiones de la
304 verdad y otros órganos de investigación”.
las víctimas tienen derecho a conocer la suerte que corrieron sus parientes. En caso de desaparición 305
forzosa o de secuestro de menores, este derecho es imprescriptible”; y iv) Principio 4. Garantías
para hacer efectivo el derecho a saber. “Para hacer efectivo el derecho a saber, los Estados
deberían adoptar las medidas siguientes a fin de crear comisiones extrajudiciales de investigación y para
asegurar la conservación de los archivos del período de referencia y su consulta”. Estos principios
fueron actualizados y adicionados en el 2005 por medio del Informe de la experta
independiente Diane Orentlicher (E/CN.4/2005/102/Add.1 8 de febrero de 2005)230.

Sin embargo, el indiscutible valor de este modelo de justicia –el supra valor—

Heydi Patricia Baldosea Perea


es la paz, al punto que así se ha reconocido en la normatividad nacional e
internacional en su intento de consolidar las experiencias de transición.

En ese orden de ideas, la paz no es una categoría igual a los componentes


de verdad, justicia y reparación en tema de la transición, pues aunque
evidentemente hay relación entre estos conceptos, y dichos componentes
son fines en sí mismos, lo cierto es que aquellos están vinculados al valor
de la paz, en sentido de “medio a fin” en donde la paz es el fin a buscar y, la
reparación, la verdad y la justicia, son los medios para lograrlos.

Por consiguiente, la conceptualización de la paz se torna como requisito para


la elaboración e implementación de cualquier iniciativa de transición.

2.1. La paz como concepto

Debe tenerse en cuenta que antes que una elaboración jurídica del concepto
de paz –ya sea como valor o derecho—, su concepción ha evolucionado
230 Derecho a saber. A. Principios generales. Principio 2. El derecho inalienable a la verdad. Cada pueblo tiene el
derecho inalienable a conocer la verdad acerca de los acontecimientos sucedidos en el pasado en relación con
la perpetración de crímenes aberrantes y de las circunstancias y los motivos que llevaron, mediante violaciones
masivas o sistemáticas, a la perpetración de esos crímenes. El ejercicio pleno y efectivo del derecho a la verdad
proporciona una salvaguardia fundamental contra la repetición de tales violaciones. Principio 3. El deber de
recordar. El conocimiento por un pueblo de la historia de su opresión forma parte de su patrimonio y, por ello,
se debe conservar adoptando medidas adecuadas en aras del deber de recordar que incumbe al Estado para
preservar los archivos y otras pruebas relativas a violaciones de los derechos humanos y el derecho humanitario
y para facilitar el conocimiento de tales violaciones. Esas medidas deben estar encaminadas a preservar del
olvido la memoria colectiva y, en particular, evitar que surjan tesis revisionistas y negacionistas. Principio 4.
El derecho de las víctimas a saber. Independientemente de las acciones que puedan entablar ante la justicia,
las víctimas y sus familias tienen el derecho imprescriptible a conocer la verdad acerca de las circunstancias en
que se cometieron las violaciones y, en caso de fallecimiento o desaparición, acerca de la suerte que corrió la
víctima. Principio 5. Garantías para hacer efectivo el derecho a saber. Incumbe a los Estados adoptar las medidas
adecuadas, incluidas las medidas necesarias para garantizar el funcionamiento independiente y eficaz del poder
judicial, para hacer efectivo el derecho a saber. Las medidas apropiadas para asegurar ese derecho pueden incluir
procesos no judiciales que complementen la función del poder judicial. Las sociedades que han experimentado
crímenes odiosos perpetrados en forma masiva o sistemática pueden beneficiarse en particular con la creación
de una comisión de la verdad u otra comisión de investigación con objeto de establecer los hechos relativos a
esas violaciones de manera de cerciorarse de la verdad e impedir la desaparición de pruebas. Sea que un Estado
establezca o no un órgano de ese tipo, debe garantizar la preservación de los archivos relativos a las violaciones
de los derechos humanos y el derecho humanitario y la posibilidad de consultarlos.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

a través de la historia a partir de una condición humana y de experiencias


internas o personales, pasando por la visión que concibe la paz como
la simple ausencia de guerra o conflicto, hasta la formulación de nuevas
tendencias conceptuales de las llamadas “Investigaciones sobre la paz”, que
proponen una dimensión más amplia con énfasis en el tratamiento y la
solución creativa del conflicto231.

En efecto, la paz es un concepto complejo, amplio y multidimensional en tanto


que muchas han sido las definiciones y los significados que se les atribuye, ya sea
desde su evaluación a partir de las aspiraciones, emociones o como un anhelo
social, e incluso su consideración como la construcción de una “civilización de
vida sostenida”232, “el equilibrio del movimiento”233, o “la plenitud ocasionada por una
relación correcta consigo mismo, con otras personas, con otras culturas, con otras vidas, con la
tierra y con la totalidad de la que formamos parte”234, e, incluso, el “estado de tranquilidad
y sosiego basado en la honda sensación de seguridad que se deriva del entendimiento mutuo, de
la tolerancia de los puntos de vista ajenos y del respeto a los derechos de los demás” 235.

El padre Mac Gregor, por ejemplo, en su escrito de aproximaciones titulado


Cultura de paz, agrega a esta conceptualización elementos relacionados con la
libertad y justicia, al advertir que “La paz es dinámica. La paz es la solución justa
y no violenta de los conflictos. Genera un equilibrio en la interacción social, de tal manera
que todos los miembros de la sociedad puedan vivir en relaciones armoniosas uno con el
otro. Donde hay violencia no hay paz. Para lograr un equilibrio en la dinámica de las
relaciones sociales, la paz debe ser fundada en la justicia y la libertad” 236. Mientras que
Geovani Salguero Salvador, propone como definición de paz el “…derecho de
todas las personas, consideradas individual y/o colectivamente, a contribuir a los esfuerzos
que se desarrollen para alcanzar la paz, a oponerse a todo acto de violencia y a gozar de
un ambiente de armonía que les permita la satisfacción plena de sus necesidades y el total
respeto de los derechos humanos individuales y colectivos” 237.
231 Salguero, Salvador Geovani. “Hacia la consolidación del derecho humano a la paz”. Revista de Relaciones Interna-
cionales, No. 15. En http://www.iri.edu.ar/revistas/revista_dvd/revistas/R15/R15-ESAL.html
232 Masy Joanna, citada por Carlos Sarti. “Construcción de paz y resolución de conflictos. Construction de la
paix et résolution de conflits”, Ciudad del Carmen, Campeche, México. En http://www.irenees.net/bdf_fi-
che-analyse-782_es.html. .
233 Leonardo Boff. “Del iceberg al Arca de Noé: el nacimiento de una ética planetaria”. España, Editorial Sal
Terrae, 2003. Citado por Carlos Sarti. Ob. cit., p 31.
234 Carta de la Tierra, elaborada por la Comisión de la Tierra (con representantes de todos los continentes) y
asumida ya por la UNESCO, citado por Carlos Sarti. Ob. cit.
235 Dalai Lama. El arte de vivir en el nuevo milenio. Pag 209. Grijalbo-Mondari. Barcelona, España, 2000. citada por
Carlos Sarti. Ob. cit., p. 209.
236 Comisión Nacional Permanente de Educación para la Paz. Citado por Rojas Dávila Roberto, en “La cultura de
paz en el derecho internacional público: una breve introducción”, p. 147. En http://www.oas.org/es/sla/ddi/
docs/publicaciones_digital_XLI_curso_derecho_internacional_2014_Roberto_Rojas_Davila.pdf
306 237 Íbíd., Salguero Salvador Geovani.
En cualquier caso, la paz tiene una perspectiva dicotómica en tanto que 307
su conceptualización está determinada, en mucho, por la relación de
interdependencia (en modo de ying/yang), que tiene con su opuesto: la guerra.

En un sentido negativo, la Paz “es la mera ausencia de violencia o ausencia de guerra


esto es, como ausencia de conflictos o enfrentamientos violentos…” 238, o “…la atenuación
de los rigores de la guerra y la “humanización” de las situaciones de conflicto” 239. Sin
embargo, tal significado se queda corto y obliga a una definición que aborde
un sentido positivo, la cual es, en esencia, la de la Paz como“…un equilibrio

Heydi Patricia Baldosea Perea


social estable en la que las nuevas disputas no escalan para convertirse en violencia y guerra” 240;
además, una Paz positiva implica “el proceso de realización de la justicia en los
diferentes niveles de la relación humana. Es un concepto dinámico que nos lleva a hacer
aflorar, afrontar y resolver los conflictos de forma no violenta y el fin de la cual es conseguir la
armonía de la persona con sí misma, con la naturaleza y con las demás personas” 241; esta
paz positiva conlleva entonces, como premisa, la búsqueda de una armonía
social efectiva, naciente de la observancia plena y el máximo desarrollo de los
mandatos de optimización contenidos en las normas de protección de los
derechos humanos, es “…la plenitud de un estado en el que se goza de la libertad y
de la justicia (prismas sobre los que se refractan los derechos humanos de las dos primeras
generaciones)” 242.

Durante la discusión del proyecto de Declaración sobre el derecho del ser humano
a la paz, se preguntó “¿Quién puede estar contra el derecho de todo ser humano a vivir
en paz?” 243, a partir de este interrogante parecería fácil concluir que nadie
lo contradice, pues nadie, por lo menos dentro de los discursos sociales
políticamente admisibles, está en contra de la paz. A partir de esta experiencia,
resulta casi imposible dudar del carácter de valor que la paz tiene para la
humanidad, de la importancia que ha sido reconocida en los parámetros
establecidos por la comunidad internacional y el desarrollo constitucional de
este valor fundamental, a partir del cual se ha entendido que la paz es un
derecho colectivo 244 cuyo titular es toda la humanidad.
238 Corte Constitucional. Sentencia C-579 de 2013.
239 Corte Constitucional. Sentencia C-225 de 1995.
240 Galtung, Johann. Peace by Peaceful Means: Peace and Conflict, Development and Civilisation, Londres, Sage, 1996. Cit-
ado por Angelika Rettberg. “Diseñar el futuro: una revisión de los dilemas de la construcción de paz para
el posconflicto”, Revista Universidad Andes, No. 15. En: http://res.uniandes.edu.co/view.php/471/index.
php?id=471#[19]
241 Seminario de Educación para la Paz-APDH. “Educar para la paz. Una propuesta posible”. Madrid, La Catarata,
2000.
242 Alemany Briz, Jesús María. “La paz, ¿un derecho humano?”. En: http://www.seipaz.org/documentos/Ale-
manyDHPaz.pdf
243 Crónica “La paz, ¿un derecho?”, en Fuentes Unesco, No. 100, abril 1998, pp. 19s.
244 Ver entre otras, sentencias T-008 de 1992 y T-226 de 1995
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

Es así como se habla de un derecho a la paz de tercera generación245, que demanda


para su logro la concurrencia de factores sociales, políticos, económicos e
ideológicos. Igualmente, es un derecho de condición subjetiva, vale decir, como
un derecho subjetivo fundamental de cada uno de los seres humanos individualmente
considerados, pues como lo anunció la Corte Constitucional, “…el mínimo a la
paz constituye así un derecho fundamental ya que de su garantía depende la efectividad de
los demás derechos civiles y políticos de la persona” 246; y dado que es un derecho de
condición colectiva e individual, implica también el correlativo deber jurídico
de buscar la paz social, tal como lo menciona la citada Corporación al indicar
que: “…la paz no es algo que concierna privativamente a los organismos y funcionarios
del Estado, sino que atañe a todos los colombianos, como lo declara el artículo 22 de la
Constitución, a cuyo tenor es un derecho de todos y un deber de obligatorio cumplimiento” 247.

A este carácter multifacético de la paz, se ha referido la Corte Constitucional


en los siguientes términos:

“Una característica peculiar del derecho a la paz es el de la multiplicidad que


asume su forma de ejercicio. Es un derecho de autonomía en cuanto está vedado a
la injerencia del poder público y de los particulares, que reclama a su vez un deber
jurídico correlativo de abstención; un derecho de participación, en el sentido de que
está facultado su titular para intervenir en los asuntos públicos como miembro activo
de la comunidad política; un poder de exigencia frente al Estado y los particulares
para reclamar el cumplimiento de obligaciones de hacer. Como derecho que pertenece
a toda persona, implica para cada miembro de la comunidad, entre otros derechos, el
de vivir en una sociedad que excluya la violencia como medio de solución de conflictos,
el de impedir o denunciar la ejecución de hechos violatorios de los derechos humanos
y el de estar protegido contra todo acto de arbitrariedad, violencia o terrorismo.
La convivencia pacífica es un fin básico del Estado y ha de ser el móvil último de
las fuerzas del orden constitucional. La paz es, además, presupuesto del proceso
245 Tercera generación: los derechos de la solidaridad. Son colectivos, ya que su resolución afecta a conjuntos
específicos de la sociedad (o en algunos casos, a toda la humanidad), por lo cual llevan intrínsecamente el valor
de la co-responsabilidad. Los derechos de la solidaridad son, entre otros: el derecho al desarrollo, el derecho a
la paz, el derecho a un medio ambiente sano, el derecho a la información, o el derecho a la libre determinación.
Ejemplo: Derecho a la autodeterminación, derecho a la independencia económica y política, derecho a la
identidad nacional y cultural, derecho a la paz, derecho a la coexistencia pacífica, derecho al entendimiento y
confianza, la cooperación internacional y regional.
246 Sentencia T-439 de 2002, M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz. Esta concepción de la paz como derecho fundamen-
tal no constituye una postura jurisprudencial invariable de la Corte. Solo una tendencia en tal sentido. En efecto,
en algunas sentencias, como en la T-008 de 1992, arriba citada, o en la C-055 de 1995, la Corte estimó que la paz
no era un derecho fundamental. En esta última, por tal razón, sostuvo que su regulación no tenía reserva de ley
estatutaria. En la Sentencia T-226 de 1995 se trató de conciliar estas posiciones, explicando que jurídicamente es
diferente el derecho constitucional a la paz, que es un derecho social, al derecho a la tranquilidad de una persona
que es una prerrogativa subjetiva.
308 247 Corte Constitucional. Sentencia C-283 de 1995.
democrático, libre y abierto, y condición necesaria para el goce efectivo de los derechos 309
fundamentales.” 248

La Paz es, en conclusión, “i) uno de los propósitos fundamentales del derecho
internacional; ii) un fin fundamental de Estado colombiano; iii) un derecho colectivo en
cabeza de la humanidad, dentro de la tercera generación de derechos; iv) un derecho subjetivo
de cada uno de los seres humanos individualmente considerados; y v) un deber jurídico de
cada uno de los ciudadanos colombianos, a quienes les corresponde propender a su logro y
mantenimiento 249.

Heydi Patricia Baldosea Perea


2.2. La paz en el marco normativo colombiano

Desde el preámbulo de la Carta Política se pregona la paz como un propósito


del marco jurídico colombiano cuando se aduce como tal el “…asegurar a sus
integrantes la vida, la convivencia, el trabajo, la justicia, la igualdad, el conocimiento, la libertad
y la paz…”; por su parte, la convivencia pacífica es un fin básico del Estado
colombiano, según lo establece el art. 2º de la Carta Política: “Son fines esenciales
del Estado: servir a la comunidad, promover la prosperidad general y garantizar la efectividad
de los principios, derechos y deberes consagrados en la Constitución; facilitar la participación de
todos en las decisiones que los afectan y en la vida económica, política, administrativa y cultural
de la Nación; defender la independencia nacional, mantener la integridad territorial y asegurar la
convivencia pacífica y la vigencia de un orden justo”. A la par de la consagración como un
derecho y deber según lo refieren los arts. 22 y 95: “La paz es un derecho y un deber de
obligatorio cumplimiento” y “Toda persona está obligada a cumplir la Constitución y las leyes”.
Son deberes de la persona y del ciudadano: (…) 6. Propender al logro y mantenimiento de la
paz…”, esto es, un derecho presupuesto para la efectividad de los demás derechos
fundamentales, civiles y políticos así como para la democracia250.

En el desarrollo de la jurisprudencia constitucional, se ha reconocido el


condicionamiento de la paz durante el proceso constituyente de 1991 y la
Carta Política como una “Constitución para la paz” ya que es:

“un valor de la sociedad, fundamento del Estado y de los derechos humanos


(preámbulo); la concibe como un fin esencial que irradia el ordenamiento jurídico y
que, como principio, debe dirigir la acción de las autoridades públicas (art. 2). Y,
248 Sentencia T-102 de 1993, M.P. Carlos Gaviria Díaz.
249 Corte Constitucional. Sentencia C-370 de 2006.
250 Corte Constitucional. Sentencia T-439 de 1992.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

también la entiende como un derecho constitucional (art. 22), que si bien es cierto
no es de aplicación inmediata, no es menos cierto que el mandato debe dirigir la
acción de los particulares y las autoridades” 251.

Señala la Corte, además:

“En primer lugar, la Corte constata que la paz ocupa un lugar principalísimo
en el orden de valores protegidos por la Constitución. Dentro del espíritu de que
la Carta Política tuviera la vocación de ser un tratado de paz, la Asamblea
Constituyente protegió el valor de la paz de diferentes maneras en varias
disposiciones. Por ejemplo, en el Preámbulo la paz figura como un fin que orientó
al constituyente en la elaboración de toda la Constitución. En el artículo 2 dicho
propósito nacional cardinal se concreta en un fin esencial del Estado consistente
en “asegurar la convivencia pacífica y la vigencia de un orden justo”. Además,
el artículo 22 va más lejos al establecer que “la paz es un derecho y un deber de
obligatorio cumplimiento”. Dentro de los múltiples instrumentos para facilitar el
logro de la paz, la Constitución reguló procedimientos de resolución institucional de
los conflictos y de protección efectiva de los derechos fundamentales, como la acción
de tutela (artículo 86 CP.). Además, sin circunscribirse a un proceso de paz, la
Constitución permite que “por graves motivos de conveniencia pública” se concedan
amnistías o indultos por delitos políticos y estableció requisitos claros para que ello
se ajuste a la Carta...” 252

De igual forma, en esta jurisprudencia, la paz se ha dimensionado desde sus


perspectivas negativa y positiva, así como las obligaciones que surgen con ello
para el Estado:

“Desde una perspectiva constitucional, la paz no debe ser entendida como la


ausencia de conflictos sino como la posibilidad de tramitarlos pacíficamente. Ya
esta Corporación había señalado que no debe ser la pretensión del Estado social
de derecho negar la presencia de los conflictos, ya que estos son inevitables la
vida en sociedad. Lo que sí puede y debe hacer el Estado es “proporcionales
cauces institucionales adecuados, ya que la función del régimen constitucional no
es suprimir el conflicto -inmanente a la vida en sociedad- sino regularlo, para que
sea fuente de riqueza y se desenvuelva de manera pacífica y democrática”. Por
251 Corte Constitucional. Sentencia C-048 de 2001.
310 252 Corte Constitucional. Sentencia C-578 de 2002.
consiguiente, en relación con los conflictos armados, el primer deber del Estado es 311
prevenir su advenimiento, para lo cual debe establecer mecanismos que permitan
que los diversos conflictos sociales tengan espacios sociales e institucionales para su
pacífica resolución. En ello consiste, en gran parte, el deber estatal de preservar el
orden público y garantizar la convivencia pacífica 253.

La paz y la convivencia pacífica, como lo sostiene la Corporación, no


tienen una vinculación de mero anhelo, sino que es un imperativo para los
colombianos y las instituciones en atención a su vinculación con el respecto

Heydi Patricia Baldosea Perea


a la dignidad humana:

“El artículo 22 de la Constitución establece que la paz es un derecho y un deber de


obligatorio cumplimiento. En su concepción más sencilla, la paz significa ausencia
de guerra. En este sentido, y acorde con las normas internacionales 254, para la
Corte, el mandato del artículo 22 de la Carta, debe entenderse en un sentido fuerte,
esto es, no como una mera aspiración ni como la expresión de una utopía, sino
como una regla de conducta que debe inspirar a todos los colombianos y que debe
conducir a la solución de los conflictos de manera pacífica. En otra oportunidad 255
la Corte indicó al respecto:
“Desde una perspectiva constitucional, la paz no debe ser entendida como la
ausencia de conflictos sino como la posibilidad de tramitarlos pacíficamente”.
Este llamado a la solución pacífica de los conflictos apareja, además, una decidida
opción por el respeto a la dignidad humana. En efecto, la legitimidad de las
soluciones pacíficas a los conflictos que puedan presentarse en la sociedad está en
relación directa con el adecuado debate y consenso que se logre en un ambiente
democrático. Por su parte, la solución violenta de los conflictos sociales y personales
únicamente conduce a la anulación del ser humano y a la destrucción de las
sociedades” 256.

Un imperativo que se traduce, además, en la obligación y el derecho a prevenir


la guerra:

“Así las cosas, resulta de la Protección de la Paz (C.P. art. 22) un derecho a
prevenir la guerra. A todos los colombianos les asiste el derecho a intentar, por
253 Corte Constitucional. Sentencia C-225 de 1995.
254 Estatuto del Tribunal Militar Internacional de Nuremberg, 1945 y Resolución 95 del 11 de diciembre de 1946
de la Asamblea General de las Naciones Unidas.
255 Corte Constitucional, Sentencia C-225 de 1995.
256 Corte Constitucional. Sentencia C-328 de 2000.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

distintos medios, todos ellos no violentos, que la guerra no sea una realidad. Sin
embargo, este derecho a prevenir la guerra debe ser encauzado y organizado. De
ahí que, en tanto que representante legítimo de los intereses de los colombianos y
custodio de los derechos de todos los residentes, al Estado colombiano le corresponda
el deber fundamental de prevención de la guerra.
(…)
9. Ahora bien, el principio de dignidad humana y el derecho a la paz no solo
imponen el deber de prevenir la guerra sino que, en caso de un conflicto inevitable,
obligan al Estado a morigerar sus efectos. Así como no toda guerra es legítima,
no todo medio utilizado puede admitirse como legítimo. La humanización de la
guerra, lo ha señalado la Corte, constituye una proyección del derecho a la paz” 257.

Igualmente, se hace precisión en la diferencia entre los derechos fundamentales


a la tranquilidad y la paz:

“…toda persona tiene derecho a vivir en condiciones de paz y tranquilidad. La


paz como derecho supone la relación social, se manifiesta como la convivencia
ordenada entre los ciudadanos. La tranquilidad individual es un derecho
personalísimo derivado de la vida digna, es una tendencia inherente al ser
personal y un bien jurídicamente protegible que comprende el derecho al sosiego,
que se funda en un deber constitucional, con lo cual se mira el interés general.
De ahí que jurídicamente sea diferente el derecho constitucional a la paz, que
es un derecho social, con el derecho a la tranquilidad de una persona que es una
prerrogativa subjetiva” 258.

Este valor, derecho y deber, ha sido objeto de recientes pronunciamientos


de la Corte en razón a su estudio vinculado con la aplicabilidad de la justicia
transicional y, en especial, la paz como fundamento de la flexibilidad en este
trámite; así, en el pronunciamiento sobre la constitucionalidad de la Ley de
Justicia y Paz (Ley 975 de 2005)259, además de su carácter multifacético –
propósito fundamental del derecho internacional, derecho colectivo, fin del
Estado y deber jurídico—, se advirtió acerca del carácter de valor fundamental
en el orden interno constitucional de la siguiente manera:

257 Íbíd.
258 Corte Constitucional. Sentencia T-226 de 1995.
312 259 Corte Constitucional. Sentencia C-370 de 2006.
‘En primer lugar, la Corte constata que la paz ocupa un lugar principalísimo 313
en el orden de valores protegidos por la Constitución. Dentro del espíritu de que
la Carta Política tuviera la vocación de ser un tratado de paz, la Asamblea
Constituyente protegió el valor de la paz de diferentes maneras en varias
disposiciones. Por ejemplo, en el Preámbulo la paz figura como un fin que orientó
al constituyente en la elaboración de toda la Constitución. En el artículo 2 dicho
propósito nacional cardinal se concreta en un fin esencial del Estado consistente
en ‘asegurar la convivencia pacífica y la vigencia de un orden justo’. Además, el
artículo 22 va más lejos al establecer que ‘la paz es un derecho y un deber de

Heydi Patricia Baldosea Perea


obligatorio cumplimiento’. Dentro de los múltiples instrumentos para facilitar el
logro de la paz, la Constitución reguló procedimientos de resolución institucional de
los conflictos y de protección efectiva de los derechos fundamentales, como la acción
de tutela (artículo 86 CP.). Además, sin circunscribirse a un proceso de paz, la
Constitución permite que ‘por graves motivos de conveniencia pública’ se concedan
amnistías o indultos por delitos políticos y estableció requisitos claros para que ello
se ajuste a la Carta...”

Y en especial, de la relación entre los esquemas transicionales y la


contextualización de la paz como valor, deber y derecho:

“4.2.4. La anterior declaración pone de manifiesto la admisión de una


nueva noción de Justicia en el contexto de la comunidad internacional, que
atiende a la necesidad de alcanzar la efectividad del derecho a la paz en
aquellas sociedades en situación de conflicto, pero que a la vez pretende
responder, aun en estas circunstancias, al imperativo de enjuiciar y reparar
las graves violaciones a los derechos humanos y del Derecho Internacional
Humanitario y lograr el esclarecimiento de la verdad al respecto, nueva
noción de Justicia que opera dentro del tránsito de un período de violencia
a otro de consolidación de la paz y de vigencia del Estado de Derecho, o de
autoritarismo a otro de respeto al pluralismo democrático.
4.2.5. Así pues, la justicia transicional admite la existencia de una tensión
entre el objetivo social de lograr un tránsito efectivo hacia la paz o la
democracia, y los derechos de las víctimas a que las violaciones de derechos
sean investigadas, enjuiciadas y castigadas por el Estado, y a que se logre
una efectiva reparación. Para la resolución de esta tensión, el Derecho
Internacional, partiendo de la base de que los compromisos de los Estados
en el respeto de los Derechos Humanos no se suspenden ni interrumpen
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

por las circunstancias de transición, formula ciertos lineamientos a fin de


asegurar estándares mínimos en materia de justicia, verdad y reparación.” 260

De la misma manera, en la Sentencia C-771 de 2011, la Corte indica:

“Si bien bajo circunstancias históricas específicas las instituciones de justicia


transicional pueden resultar benéficas para una determinada sociedad, tales
mecanismos son normalmente aceptados en el derecho internacional y constitucional
comparado como una situación excepcional, por lo mismo transitoria, frente a lo
que, en perspectiva eminentemente comparativa, pudiera denominarse el derecho
penal ordinario, vigente y aplicable a la generalidad de las conductas punibles
y directamente derivado de los principios y pautas constitucionales que regulan
la materia. A partir de esta reflexión, resulta claro que la implantación de
ese tipo de medidas en un determinado Estado debe resultar aceptable dentro
de su marco constitucional, pues lo contrario implicaría una disminución de
los estándares de justicia y de protección de los derechos de las víctimas, que
la sociedad tiene derecho a asegurar, como consecuencia y realización de los
preceptos, valores y principios presentes en el texto superior, y de las reglas
contenidas en los tratados que integran el bloque de constitucionalidad… En
este sentido, la Corte encuentra en la normativa superior al menos tres distintas
referencias, con apoyo en las cuales puede admitirse la vigencia de medidas de
justicia transicional. La más notoria e importante de ellas es la frecuente mención
de la paz, como uno de los objetivos principales del Estado colombiano, para
cuyo logro se adopta en 1991 la nueva carta política, y como prominente valor
constitucional que se traduce en la existencia de derechos y deberes ciudadanos
encaminados a hacer posible y sustentable, tanto en el presente como para el
futuro, tan anhelada necesidad”.

En el estudio de constitucionalidad del denominado “Marco para la Paz”261, la


Corte Constitucional resume los esfuerzos a lo largo de la historia colombiana
para el logro de la paz, desde los diversos procesos revolucionarios, de
guerras y amnistías hasta la configuración de diversas iniciativas legales y
constitucionales. En seguida, en el mencionado pronunciamiento, la Corte
reconoce que la búsqueda de la paz estable y duradera legitima las medidas
adoptadas en el marco de la justicia transicional:
260 Íbíd.
314 261 Corte Constitucional. Sentencia C-579 de 2013.
“La comunidad internacional ha admitido la importancia de alcanzar la paz, 315
permitiendo la celebración de acuerdos políticos de reconciliación con amplios
grupos sociales, lo cual exige cierta flexibilidad a la hora de aplicar los principios
que dominan el ejercicio de la función judicial sin desconocer las obligaciones
internacionales de los Estados en el compromiso universal de respeto a la dignidad
y a los derechos humanos, sino permitiendo que se cumplan de manera especial 262.
Esta situación es el fundamento mismo de la justicia transicional, la cual busca
la efectividad del derecho a la paz en aquellas sociedades en situación de conflicto,
pero que a la vez pretende responder, aun en estas circunstancias, al imperativo

Heydi Patricia Baldosea Perea


de enjuiciar y reparar las graves violaciones a los derechos humanos y al derecho
internacional humanitario y lograr el esclarecimiento de la verdad al respecto. Por
lo anterior, la paz puede ser compatible con la efectividad de los derechos humanos
y el derecho internacional humanitario cuando se permita a las víctimas acceder
a la justicia para conocer la verdad sobre lo ocurrido y obtener una protección
judicial efectiva 263/264.
262 Corte Constitucional. Sentencia C-370 de 2006. M.P. Manuel José Cepeda Espinosa, Jaime Córdoba Triviño,
Rodrigo Escobar Gil, Marco Gerardo Monroy Cabra, Álvaro Tafur Galvis y Clara Inés Vargas Hernández: “La
comunidad internacional ha admitido la importancia de alcanzar estos objetivos sociales de paz, pero ha hecho
énfasis en que estas circunstancias de transición no pueden conducir a un relajamiento de las obligaciones
internacionales de los Estados en el compromiso universal de respeto a la dignidad y a los derechos humanos.
En este contexto, se ha entendido que la necesidad de celebrar acuerdos políticos de reconciliación con amplios
grupos sociales exige cierta flexibilidad a la hora de aplicar los principios que dominan el ejercicio de la función
judicial. Se aceptan con ciertas restricciones amnistías, indultos, rebajas de penas o mecanismos de administra-
ción judicial más rápidos que los ordinarios, que propicien el pronto abandono de las armas o de los atropellos,
como mecanismos que facilitan la recuperación de la armonía social. La comunidad internacional ha reconocido
esta realidad, admitiendo una forma especial de administración de justicia para estas situaciones de tránsito a la
paz, a la que ha llamado “justicia transicional” o “justicia de transición”, pero no ha cedido en su exigencia de
que las violaciones a los derechos fundamentales sean investigadas, enjuiciadas y reparadas, y los autores de las
mismas contribuyan a identificar la verdad de los delitos cometidos y reciban algún tipo de sanción”.
263 ONU. “Declaración sobre los principios fundamentales de justicia para las víctimas de delitos y del abuso de po-
der”, adoptada por la Asamblea General mediante Resolución 40/34 del 29 de noviembre de 1985: Acceso a la
justicia y trato justo. “4. Las víctimas serán tratadas con compasión y respeto por su dignidad. Tendrán derecho
al acceso a los mecanismos de la justicia y a una pronta reparación del daño que hayan sufrido, según lo dispuesto
en la legislación nacional. 5. Se establecerá y reforzarán, cuando sea necesario, mecanismos judiciales y adminis-
trativos que permitan a las víctimas obtener reparación mediante procedimientos oficiales u oficiosos que sean
expeditos, justos, poco costosos y accesibles. Se informará a las víctimas de sus derechos para obtener reparación
mediante esos mecanismos. 6. Se facilitará la adecuación de los procedimientos judiciales y administrativos a las
necesidades de las víctimas: a) Informando a las víctimas de su papel y del alcance, el desarrollo cronológico y la
marcha de las actuaciones, así como de la decisión de sus causas, especialmente cuando se trate de delitos graves
y cuando hayan solicitado esa información; b) Permitiendo que las opiniones y preocupaciones de las víctimas
sean presentadas y examinadas en etapas apropiadas de las actuaciones siempre que estén en juego sus intereses,
sin perjuicio del acusado y de acuerdo con el sistema nacional de justicia penal correspondiente; c) Prestando
asistencia apropiada a las víctimas durante todo el proceso judicial; d) Adoptando medidas para minimizar las
molestias causadas a las víctimas, proteger su intimidad, en caso necesario, y garantizar su seguridad, así como
la de sus familiares y la de los testigos en su favor, contra todo acto de intimidación y represalia; e) Evitando
demoras innecesarias en la resolución de las causas y en la ejecución de los mandamientos o decretos que con-
cedan indemnizaciones a las víctimas. 7. Se utilizarán, cuando proceda, mecanismos oficiosos para la solución de
controversias, incluidos la mediación, el arbitraje y las prácticas de justicia consuetudinaria o autóctonas, a fin de
facilitar la conciliación y la reparación en favor de las víctimas”.
264 Corte Constitucional. Sentencia C-370 de 2006, M.P. Manuel José Cepeda Espinosa, Jaime Córdoba Triviño,
Rodrigo Escobar Gil, Marco Gerardo Monroy Cabra, Álvaro Tafur Galvis y Clara Inés Vargas Hernández:
“No obstante lo anterior, y con el fin de hacer compatible la paz con la efectividad de los derechos humanos y
el respeto al derecho internacional humanitario, el derecho internacional ha considerado que los instrumentos
internos que utilicen los Estados para lograr la reconciliación deben garantizar a las víctimas y perjudicados de
una conducta criminal, la posibilidad de acceder a la justicia para conocer la verdad sobre lo ocurrido y obtener
una protección judicial efectiva. Por ello, el Estatuto de Roma, al recoger el consenso internacional en la materia,
no impide conceder amnistías que cumplan con estos requisitos mínimos, pero sí las que son producto de
decisiones que no ofrezcan acceso efectivo a la justicia”.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

Como fin fundamental del Estado, la paz es mencionada dentro del preámbulo
que destaca que una de las finalidades de la Carta Política es asegurar “la vida,
la convivencia, el trabajo, la justicia, la igualdad, el conocimiento, la libertad
y la paz”, y en el artículo 2 que establece que uno de los fines esenciales del
Estado colombiano es “asegurar la convivencia pacífica y la vigencia de un orden
justo”. La convivencia pacífica es un fin básico del Estado y ha de ser el móvil
último de las fuerzas del orden constitucional, por ello se ha reconocido que “la
paz es, además, presupuesto del proceso democrático, libre y abierto, y condición
necesaria para el goce efectivo de los derechos fundamentales”, por lo cual ocupa un
lugar central en el ordenamiento constitucional 265.
Esta Corporación ha reconocido el compromiso de los Estados en el respeto y
promoción de los derechos humanos, como garantía de la paz, reconociendo la
protección de la dignidad y los derechos humanos aún en tiempos de guerra con la
consolidación del derecho internacional humanitario y con la aceptación universal
de la responsabilidad penal individual de los autores de graves violaciones a los
derechos humanos y la obligación de sancionarla 266.  El conflicto  sitúa en un
nivel crítico la vigencia del sistema político democrático en dichos territorios y
compromete seriamente la posibilidad de alcanzar un orden justo por las vías
pacíficas, afectando la existencia misma de la organización política 267.
 El principio de dignidad humana y el derecho a la paz no solo imponen el deber
de prevenir la guerra sino que, en caso de un conflicto inevitable, obligan al Estado
a morigerar sus efectos 268. En este sentido, se ha reconocido que en relación con los
conflictos armados, el primer deber del Estado “es prevenir su advenimiento, para
lo cual debe establecer mecanismos que permitan que los diversos conflictos sociales
tengan espacios sociales e institucionales para su pacífica resolución” 269 . En este
sentido, la convivencia pacífica es un fin básico del Estado, por lo cual constituye
265 Corte Constitucional. Sentencia T-102 de 1993. M.P. Carlos Gaviria Díaz.
266 Corte Constitucional. Sentencia C-370 de 2006. M.P. Manuel José Cepeda Espinosa, Jaime Córdoba Triviño,
Rodrigo Escobar Gil, Marco Gerardo Monroy Cabra, Álvaro Tafur Galvis y Clara Inés Vargas Hernández:
“4.2.1. A partir de la segunda mitad del siglo XX, el derecho internacional ha evolucionado hacia un aumento
considerable de los compromisos de los estados en el respecto y promoción de los derechos humanos, como
garantía de la paz. Numerosos pactos y convenios internacionales de carácter universal o regional vinculan des-
de entonces a las naciones en este compromiso común. Además, se han fortalecido los mecanismos judiciales
para hacer efectivas las obligaciones internacionales de los estados en esta materia, se ha evolucionado hacia el
reconocimiento y especial protección de la dignidad y los derechos humanos aun en tiempos de guerra median-
te la consolidación del derecho internacional humanitario, y se ha aceptado universalmente la responsabilidad
penal individual de los autores de graves violaciones a los derechos humanos y la obligación de sancionarla”.
267 Corte Constitucional. Sentencia T-439 de 1992. M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz: “3. El carácter democrático,
participativo y pluralista del proceso político peligra cuando tiene que afrontar situaciones de hecho que atentan
contra la existencia misma de la organización política.
“La presencia de los grupos guerrilleros en algunas zonas del país sitúa en un nivel crítico la vigencia del
sistema político democrático en dichos territorios. El uso de la violencia como mecanismo de lucha política, la
persecución física e ideológica, y la sistemática violación de los derechos fundamentales a la vida, la integridad
personal, la igualdad, y la libertad, entre otros, comprometen seriamente la posibilidad de alcanzar un orden
justo por las vías pacíficas.”
268 Corte Constitucional. Sentencia C-328 de 2000. M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz.
316 269 Corte Constitucional. Sentencia C-179 de 1994. M.P. Carlos Gaviria Díaz.
el móvil último de las fuerzas del orden constitucional, un presupuesto del proceso 317
democrático, libre y abierto, y una condición necesaria para el goce efectivo de los
derechos fundamentales 270.
Los procesos de paz, reinserción y reincorporación de grupos guerrilleros a la
vida civil constituyen objetivo prioritario de la gestión estatal y no se agotan en
los conceptos de perturbación del orden público y de su control y restablecimiento,
sino que son de mayor amplitud y comprometen en alto grado la responsabilidad
de todas las ramas y órganos del Poder Público 271. El deber de prevención de la
guerra tiene hondas repercusiones para garantizar la paz como el desarme 272. La

Heydi Patricia Baldosea Perea


interpretación del mismo en cuanto a la solución del conflicto armado colombiano
no solo debe efectuarse con base en la Constitución en sentido formal, sino también
en consideración con lo dispuesto en los tratados internacionales sobre derechos
humanos”.

2.3. La paz en el derecho internacional

En el ámbito internacional, más allá de los principios de coexistencia pacífica,


no utilización de la fuerza y las amenazas en las relaciones internacionales, el
derecho a la paz se ha constituido como un propósito y derecho vinculado
con el desarrollo del derecho internacional de los derechos humanos. Así se
evidencia en los siguientes instrumentos internacionales:

- Declaración Universal de los Derechos Humanos, proclamada el 10


de diciembre de 1948, en la que se considera que el “reconocimiento de
la realidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros
de la familia humana son la base para la paz en el mundo”.
- Preámbulo de la Carta de las Naciones Unidas “Nosotros los pueblos de
las Naciones Unidas resueltos a preservar a las generaciones venideras del flagelo
de la guerra que dos veces durante nuestra vida ha infligido a la Humanidad
sufrimientos indecibles, a reafirmar la fe en los derechos fundamentales del hombre,
en la dignidad y el valor de la persona humana, en la igualdad de derechos de
hombres y mujeres y de las naciones grandes y pequeñas, a crear condiciones bajo
las cuales puedan mantenerse la justicia y el respeto a las obligaciones emanadas
de los tratados y de otras fuentes del derecho internacional, a promover el progreso
social y a elevar el nivel de vida dentro de un concepto más amplio de la libertad, y
270 Corte Constitucional. Sentencia T-102 de 1993. M.P. Carlos Gaviria Díaz.
271 Corte Constitucional. Sentencia T-226 de 1995. M.P. Fabio Morón Díaz.
272 Corte Constitucional. Sentencia C-328 de 2000. M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

con tales finalidades a practicar la tolerancia y a convivir en paz como


buenos vecinos, a unir nuestras fuerzas para el mantenimiento
de la paz y la seguridad internacionales, a asegurar, mediante la
aceptación de principios y la adopción de métodos, que no se usará la fuerza
armada sino en servicio del interés común, y a emplear un mecanismo internacional
para promover el progreso económico y social de todos los pueblos, hemos decidido
aunar nuestros esfuerzos para realizar estos designios…”
- Preámbulo y en la Carta constitutiva de la Organización de Estados
Americanos: “Convencidos de que la misión histórica de América es ofrecer
al hombre una tierra de libertad y un ámbito favorable para el desarrollo de su
personalidad y la realización de sus justas aspiraciones; Conscientes de que esa
misión ha inspirado ya numerosos convenios y acuerdos cuya virtud esencial radica
en el anhelo de convivir en paz y de propiciar, mediante su mutua comprensión y su
respeto por la soberanía de cada uno, el mejoramiento de todos en la independencia,
en la igualdad y en el derecho;… Ciertos de que la democracia representativa es
condición indispensable para la estabilidad, la paz y el desarrollo de la región;
Convencidos de que la organización jurídica es una condición necesaria para la
seguridad y la paz, fundadas en el orden moral y en la justicia, y “De acuerdo con
la Resolución IX de la Conferencia sobre Problemas de la Guerra y de la Paz,
reunida en la Ciudad de México, Han convenido en suscribir la siguiente Carta
de la Organización de los Estados Americanos”.

- Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y Pacto


Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales,
adoptados en la Resolución 2200 A (XXI), del 16 de diciembre de
1966 “Considerando que, conforme a los principios enunciados en la Carta de
las Naciones Unidas, la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base
el reconocimiento de la dignidad inherente a todos los miembros de la familia
humana y de sus derechos iguales e inalienables…”

- La Proclamación de Teherán de 1968 establece que “para la realización


plena de los derechos humanos y las libertades fundamentales son indispensables
la paz y la justicia”.

- Resolución 33/73 del 15 de diciembre de 1978 denominada


“Declaración sobre la preparación de las sociedades para vivir en
318 paz”, en la que se destaca: “Recordando que en la Carta de los pueblos de las
Naciones Unidas proclamaron que estaban resueltos a preservar a las generaciones 319
venideras del flagelo de la guerra y que uno de los propósitos fundamentales de
las Naciones Unidas es el de mantener la paz y la seguridad internacionales…”,
“Reconociendo que la paz entre las naciones es el valor supremo de la humanidad,
que aprecian en el más alto grado todos los principales movimientos políticos,
sociales y religiosos…” “Insta solemnemente a todos los Estados a que en sus
actividades se guíen por el reconocimiento de la importancia de establecer, mantener
y fortalecer una paz justa y duradera para las generaciones presentes y futuras…”,
“1. Toda nación y todo ser humano, independientemente de su raza, convicciones,

Heydi Patricia Baldosea Perea


idioma o sexo, tiene el derecho inmanente a vivir en paz. El respeto de ese derecho,
así como los demás derechos humanos, redunda en el interés común de toda la
humanidad y es una condición indispensable para el adelanto de todas las naciones,
grandes y pequeñas, en todas las esferas…”

- La Declaración sobre el Derecho de los Pueblos a la Paz (Resolución


39/11 del 12 de noviembre de 1984) “Reafirmando que el propósito
principal de las Naciones Unidas es el mantenimiento de la paz y de la seguridad
internacionales”, “Consciente de que en la era nuclear el establecimiento de una
paz duradera en la Tierra constituye la condición primordial para preservar la
civilización humana y su existencia, Reconociendo que garantizar que los pueblos
vivan en paz es el deber sagrado de todos los Estados, 1. Proclama solemnemente
que los pueblos de nuestro planeta tienen el derecho sagrado a la paz; 2. Declara
solemnemente que proteger el derecho de los pueblos a la paz y fomentar su
realización es una obligación fundamental de todo Estado; 3. Subraya que para
asegurar el ejercicio del derecho de los pueblos a la paz se requiere que la política
de los Estados esté orientada hacia la eliminación de la amenaza de la guerra,
especialmente de la guerra nuclear, a la renuncia del uso de la fuerza en las
relaciones internacionales y al arreglo de las controversias internacionales por
medios pacíficos de conformidad con la Carta de las Naciones Unidas; 4. Hace
un llamamiento a todos los Estados y a todas las organizaciones internacionales
para que contribuyan por todos los medios a asegurar el ejercicio del derecho de
los pueblos a la paz mediante la adopción de medidas pertinentes en los planos
nacional e internacional”.

- La Declaración de Viena, aprobada en la Conferencia Mundial de


Derechos Humanos celebrada en 1993, señala que “los esfuerzos del
sistema de las Naciones Unidas por lograr el respeto universal y la observancia
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

de los derechos humanos y las libertades fundamentales de todos contribuyen a la


estabilidad y el bienestar necesarios para que haya relaciones de paz y amistad
entre las naciones y para que mejoren las condiciones para la paz y la seguridad,
así como para el desarrollo económico y social, de conformidad con la Carta de las
Naciones Unidas”.
-
- Declaración de Oslo sobre el Derecho a la Paz de UNESCO (1997)
“Artículo 1: La Paz como derecho humano. Todo ser humano tiene derecho a
la paz que es inherente a su dignidad como persona humana. La guerra y todo
conflicto armado, la violencia en todas sus formas, sea cual sea su origen, así como
la inseguridad de las personas, son intrínsicamente incompatibles con el derecho
humano a la paz. El derecho humano a la paz debe ser garantizado, respetado
y puesto en práctica sin ninguna discriminación, tanto en el ámbito interno
como internacional por todos los estados y todos los miembros de la comunidad
internacional.

“Artículo 2: La Paz como un deber. Todos los seres humanos, todos los estados
y los otros miembros de la comunidad internacional y todos los pueblos, tienen el
deber de contribuir al mantenimiento y a la construcción de la paz, así como a la
prevención de los conflictos armados y de violencia bajo todas sus formas. Es de
su incumbencia favorecer el desarme y oponerse por todos los medios legítimos a
los actos de agresión y a las violaciones sistemáticas, masivas y flagrantes de los
derechos humanos que constituyen una amenaza para la paz. Las desigualdades,
la exclusión y la pobreza son susceptibles de comportar la violación de la paz
internacional y de la paz interna, y es deber de los estados promover y estimular
la justicia social, tanto en su territorio como en el ámbito internacional,
particularmente por una política adecuada al desarrollo humano sostenible”.
- La Carta Africana sobre derechos humanos y de los pueblos, en su
artículo 23 dispone que “todos los pueblos tendrán derecho a la paz y a la
seguridad nacional e internacional”.

- Documento Final de la Cumbre Mundial sobre la Paz de 2005, en


el que se reconoce como uno de los compromisos del Consejo de
Derechos Humanos el “trabajar hacia un consenso de seguridad basado en
el reconocimiento de que muchas de las amenazas están interrelacionadas y que el
desarrollo, la paz, la seguridad y los derechos humanos se refuerzan mutuamente”.
320
- La Resolución 60/163 de la Asamblea General de Naciones Unidas 321
titulada “La Promoción de la paz como requisito fundamental para el
pleno disfrute de todos los derechos humanos por todas las personas”
(A/RES/60/163, aprobada el 16 de diciembre de 2005) “Reafirmando
su compromiso con la paz, la seguridad y la justicia y con el desarrollo permanente
de las relaciones de amistad y la cooperación entre los Estados”. “Afirmando
que los derechos humanos incluyen los derechos sociales, económicos y culturales y
el derecho a la paz, a un entorno sano y al desarrollo, y que el desarrollo es, de
hecho, la realización de esos derechos”, “1. Destaca que la paz es un requisito

Heydi Patricia Baldosea Perea


fundamental para la promoción y protección de todos los derechos humanos de
todas las personas; 2. Destaca también que la profunda fisura que divide a la
sociedad humana en ricos y pobres y la disparidad cada vez mayor que existe entre
el mundo desarrollado y el mundo en desarrollo plantean una grave amenaza
para la prosperidad, la paz y seguridad y la estabilidad mundiales; 3. Declara
solemnemente que el derecho que los pueblos de nuestro planeta tienen a la paz es
sagrado y que preservar y promover la paz es una obligación fundamental de todo
Estado…”

En consecuencia, la concepción de la paz en el ámbito internacional tiene una


connotación positiva y compuesta en tanto que circunscribe a su definición
aspectos como la equidad social, los derechos fundamentales de los individuos
y la prevención de la guerra o el desarme; y, como valor para la humanidad,
es un beneficio no solo para los Estados sino también para todos los seres
humanos, ya que “el derecho a la paz... tiene dos vertientes, dos caras. Es un derecho
colectivo, de los pueblos –y así mismo, para algunos, de los Estados y de la humanidad–
pero al mismo tiempo, en una relación entrañable, necesaria e ineludible, es un derecho
individual, del que son titulares todos los seres humanos, sin exclusión ni discriminación”273.

2.4. De medio a fin: construcción de paz y cultura para la paz

La paz no es un estadio al que se llega sin posibilidad de retorno, sino que por
el contrario, como quiera que se construye en medio de dilemas, dificultades,
avances y retrocesos, es posible que sea “reversible, sus fronteras son móviles y su
mantenimiento supone una determinada correlación de fuerzas que le dé sustento social y
estatal” 274.
273 Gross Espiell, Héctor. “La implementación internacional del derecho humano a la paz”, en Diálogo Unesco, No.
21, junio de 1997, p. 22. Citado por Alemany Briz, Jesús María. La paz, ¿un derecho humano?
274 Sarti, Carlos. Construcción de paz y resolución de conflictos. Ob. cit.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

De manera precisa, la cuestión de la paz advierte en su sostenibilidad el reto


más grande en condiciones de posconflictos o postacuerdos, pues más allá
del cese al fuego, el desarme y la supervisión del expersonal combatiente, la
solución del conflicto, la construcción de la nueva y mejorada sociedad y, en
últimas, la paz estable y duradera exige acciones que contemplen a todos los
sectores de la sociedad, como quiera que las problemáticas que sobrevienen
a los acuerdos requieren para su solución el planteamiento equilibrado de
múltiples objetivos “…entre los que se encuentran la búsqueda de la rendición de cuentas,
la verdad y la reparación, la preservación de la paz y la construcción de la democracia y el
Estado de derecho. Una estrategia cabal también debe prestar atención especial a los abusos
cometidos contra los grupos más afectados por el conflicto, como las minorías, los ancianos,
los niños, las mujeres, los prisioneros, los desplazados y los refugiados y establecer medidas
particulares para su protección e indemnización en procesos judiciales y de reconciliación”275.

Así las cosas, la paz relacionada con la superación del conflicto y la violencia, al
ser una aspiración de la humanidad, merece ser abordada a partir de una visión
integradora, una nueva forma de ver las dinámicas sociales, principalmente
las conflictividades y los conflictos, así como la consecución de relaciones
sociales reestructuradas276, pues como lo señala Lederach “lejos de concebir la paz
como un “estado final” estático, hay que concebir la paz como una continua evolución y un
desarrollo de las relaciones sociales” 277.

Como quiera que además de en la interioridad del ser humano, este


valor fundamental se da en las relaciones del sujeto con las instituciones
y organizaciones, el alcance de la paz requiere de muchos, diversos y
complementarios abordajes, visiones y metodologías que conduzcan a un
proceso de transformación cultural, democrático, institucional, político
e incluso psicosocial en un país, una región o a nivel mundial, ya que la
construcción de paz “…no es un proceso autónomo que corre paralelo a la dinámica
de la sociedad en su conjunto. Por el contrario, se da al interior de las sociedades; en sus
relaciones y entorno; en sus conflictividades y conflictos y en el contexto de sus virtudes y
miserias” 278.

275 Naciones Unidas. “Informe del Secretario General de Naciones Unidas sobre el Estado de derecho y la justicia
de transición en las sociedades que sufren o han sufrido conflictos”, S/2004/616, del 3 de agosto, par. 25.
276 Sarti, Carlos. Ob. cit.
277 Lederach, Juan Pablo. Hechos del callejón. “Definiendo la transformación del conflicto”, p. 11. Fotocopia. s/f.
Corresponde al capítulo 3 del libro en inglés The Little Book of Conflict Transformation. Good Book, Intercourse,
2003. Citado por Sarti, Carlos. Construcción de paz y resolución de conflictos.
322 278 Sarti, Carlos. Ob. cit.
Y es aquí donde se centra la atención de este escrito ya que la paz estable y 323
duradera es un concepto que supera las negociaciones entre grupos armados
en guerra y la suscripción de los acuerdos, sino que, como cuando se habla
de las relaciones de medio a fin que tenía la justicia, la reparación, la verdad
y la garantía de la no repetición con la paz, se debe tener en cuenta la idea
de esta relación dentro de la dinámica constructiva y positiva que prevé las
denominadas “Construcción de la paz” y la “Cultura de la paz,” esto es, como un
proceso de construcción, un camino en búsqueda de estabilidad estructural,
seguridad y desarrollo sostenible, e incluso como un orden de etapas para

Heydi Patricia Baldosea Perea


modificar los conflictos violentos en relaciones pacíficas.

La consolidación de la Paz se considera como un “proceso social complejo de


rehabilitación, reconstrucción y renovación”279, y para que sea sostenible se requiere
del desarrollo de una “cultura de paz”, en un esfuerzo conjunto entre políticas
públicas y visiones individuales, pues la concepción de una paz positiva –más
allá de la ausencia de guerra– exige la participación de todos para cambiar
actitudes, mentalidades e imaginarios acerca de la conflictividad y lo pacífico,
además, de sensibilizar y capacitar a cada individuo para que se constituya en
un elemento constructor de la paz.

La UNESCO, en la Declaración y Programa de Acción sobre una Cultura de


Paz280, recuerda que “…la paz no solo es la ausencia de conflictos, sino que también
requiere un proceso positivo, dinámico y participativo en que se promueva el diálogo y
se solucionen los conflictos en un espíritu de entendimiento y cooperación mutuos”. Y
define la cultura para la paz como “…un conjunto de valores, actitudes, tradiciones,
comportamientos y estilos de vida basados en: a) El respeto a la vida, el fin de la violencia
y la promoción y la práctica de la no violencia por medio de la educación, el diálogo y la
cooperación; (…) c) El respeto pleno y la promoción de todos los derechos humanos y las
libertades fundamentales; d) El compromiso con el arreglo pacífico de los conflictos; (…) El
respeto y el fomento de la igualdad de derechos y oportunidades de mujeres y hombres; h)
El respeto y el fomento del derecho de todas las personas a la libertad de expresión, opinión
e información; i) La adhesión a los principios de libertad, justicia, democracia, tolerancia,
279 Matthies, V. (Ed.). Vom Krieg zum Frieden. Kriegsbeendigung und Friedenskonsolidierung, Bremen, Ed.
Temmen, 1995, p. 23; Murithi, T. The Ethics of Peacebuilding, Edinburgh, Edinburgh Studies in World Ethics,
EUP, 2009, p. 3; Voohoeve, J. From War to the Rule of Law: Peacebuilding after violent conflicts, Amsterdam,
Amsterdam Univ. Press, 2007, p. 19. Citado por Añaños Meza, María Cecilia. “La consolidación de la paz en
el derecho internacional- Peacebuilding in international law”. Revista Electrónica de Estudios Internacionales,
No. 20. En: http://www.reei.org/index.php/revista/num20/articulos/consolidacion-paz-derecho-internacio-
nal
280 Naciones Unidas. 53/243. “Declaración y Programa de Acción sobre una Cultura de Paz”. Resolución No. A/
RES/53/243. 6 de octubre de 1999. En: http://www3.unesco.org/iycp/kits/sp_res243.pdf
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

solidaridad, cooperación, pluralismo, diversidad cultural, diálogo y entendimiento a todos


los niveles de la sociedad y entre las naciones…” Finalmente, señala que la cultura
de la paz está vinculada, entre otros aspectos, con la promoción del arreglo
pacífico de conflictos, el respecto y la mutua compresión, la promoción de la
democracia, el desarrollo y el respeto de las libertades y los derechos humanos;
la formación de consensos y el desarrollo de aptitudes para el diálogo y la
eliminación de todas las formas de discriminación.

La cultura para la paz incorpora proyectos vitales, sociales, científicos,


económicos heterogéneos con una visión humana, solidaria y de empatía,
pues “hoy más que ayer, sobrevivir significa compartir recursos y conocimientos, preservar
la riqueza de la naturaleza y la diversidad de las culturas, aceptar a la vez la identidad
y la diferencia para vivir en buena inteligencia, formar alianzas para aumentar la fuerza
disponible y conseguir juntos la victoria sobre la adversidad” 281.

Igualmente, una Cultura para la Paz, desde la percepción de algunos


teóricos282, implica un proceso constructivo para la resolución del conflicto;
así, por ejemplo, Johan Galtung283, plantea la interacción entre los conceptos
de la paz, la violencia y la humanidad y el abordaje de los problemas de los
conflictos desde la complejidad de la humanidad, esto es, más allá de una
visión binaria, simple o dualista; pregona la concepción del hombre como un
“ser con capacidad de paz”, la consecución de la paz desde medios pacíficos
con base en una idea antropológica de la paz y su gradualidad dado que se
convierte en el camino, en el paso a paso, y no solo en la meta o en el ideal
distante284; específicamente en su teoría de los conflictos285, el autor se aparta
de su calificación como buenos o malos, ya que considera que son en realidad
una oportunidad que facilita una experiencia de vida holística, pues el conflicto
se transforma –no se soluciona– desde una dimensión multidisciplinaria y
multinivel que involucra al sujeto, el grupo, la sociedad, el Estado, la región,
la civilización y el mundo.

281 Mayor Zaragoza, Federico. La memòria del futur, Barcelona, Centre UNESCO de Catalunya, 1994, p. 12.
Citado por Vicenç Fisas. “Una cultura para la paz (capítulo XI Cultura de paz y gestión de conflictos, Icaria/
UNESCO, Barcelona, 1998. En: http://escolapau.uab.cat/img/programas/cultura/una_cpaz.pdf
282 Entre los que se resaltan autores como Johan Galtung, Kenneth Boulding o Elsie Boulding.
283 Percy Calderón, Concha. “Teoría de conflictos de Johan Galtung”, Revista de Paz y Conflictos, No. 2, 2009, pp.
60-81, Granada, Universidad de Granada, pp. 60-81.
284 Galtung, Johan e Ikeda, Daisaku. Scegliere la pace, Milano, Esperia, 2007. Citado por Percy Calderón, Concha.
Teoría de conflictos de Johan Galtung, 2009.
324 285 Percy Calderón, Concha. Teoría de conflictos de Johan Galtung, Ob. cit.
La transformación, continúa el autor, es la perspectiva esencial en la cultura 325
de la paz en tanto que permite tratar las situaciones conflictivas como
experiencias de aprendizaje, que concientizan, empoderan y estimulan:
“Galtung define la transformación como el trascender los objetivos de las partes en conflicto,
definiendo otros objetivos más elevados, dislocando el conflicto fuera del lugar que las partes
le prepararon”286; es, en otros términos, el aprovechamiento del conflicto para
la construcción de la paz a través de compromisos a largo plazo y de toda la
sociedad287.

Heydi Patricia Baldosea Perea


Por otra parte, la noción de “Construcción o consolidación de la paz” –
una práctica propia de las Naciones Unidas nacida de la larga práctica del
mantenimiento de la paz–, se basa, además, en la agenda que el entonces
Secretario General de las Naciones Unidas, Butros Ghali, presentó en los
años noventa, ante el Consejo de Seguridad a través de un informe titulado
“Un Programa de Paz”, el cual contenía una serie de recomendaciones para
fortalecer la capacidad de la Organización en materia de pacekeeping (estabilizar
la paz y diplomacia preventiva), peacemaking (hacer la paz) y peacebuilding
(construcción de paz):

Las Naciones Unidas define la “Consolidación de la paz” en los siguientes


términos:

“Existen numerosas definiciones posibles de la consolidación de la paz y las


opiniones sobre lo que abarca son variadas. El término en sí apareció, por primera
vez, hace más de 30 años en los trabajos de Johan Galtung, quien defendió la
creación de estructuras de consolidación para promover una paz duradera mediante
dos estrategias: hacer frente a las «causas profundas» de las guerras y reforzar la
capacidad de los autóctonos para administrar la paz y resolver los conflictos ellos
mismos.
La consolidación de la paz se convirtió en un concepto familiar en las Naciones
Unidas tras la publicación en 1992 de la memoria del entonces Secretario General,
Boutros Boutros-Ghali, titulada An Agenda for Peace (Un programa de paz
Documento pdf), que la describía como una labor que pretende afianzar la paz y
evitar que se reanude el conflicto.
En el año 2000, el Informe Brahimi Documento pdf la define como «las
286 Ibíd.
287 Fisas Armengol, Viçent. Cultura de paz y gestión de conflictos, Barcelona, Icaria 1998. Citado por Percy Calderón,
Concha. Teoría de conflictos de Johan Galtung, 2009.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

actividades realizadas al final de un conflicto para restablecer las bases de la paz


y ofrecer los instrumentos para construir sobre ellas algo más que la mera ausencia
de la guerra». El concepto ha seguido evolucionando desde entonces.
En 2007, el Comité de Políticas del Secretario General también describió la
consolidación de la paz. En concreto, afirmó que esta comprende un abanico de
medidas cuyo objetivo es, por un lado, reducir el riesgo de recaer en un conflicto
mediante el fortalecimiento, a todos los niveles, de las capacidades nacionales de
gestión de crisis, y por otro, establecer los cimientos de una paz y un desarrollo
sostenibles. Asimismo, especificó que las estrategias de consolidación de la paz deben
ser coherentes, adaptarse a las necesidades específicas de los países y promover la
implicación de estos en el proceso. Además, deben incluir un conjunto de medidas
enfocadas a la consecución de dichos objetivos, los cuales han de tener muy en
cuenta las prioridades, estar lógicamente conectados y ser concretos” 288.

En el informe presentado ante la Asamblea General de las Naciones Unidas


(A/47/277 del 17 de junio de 1992), en medio de un contexto de grandes
cambios geo-políticos, el Secretaria General expuso un amplio “análisis y
recomendaciones” para el mantenimiento de la paz, la seguridad internacional
y el respeto de los derechos humanos y las libertades fundamentales, en
conjunto con la diplomacia preventiva y el establecimiento y mantenimiento
de la paz, a través del concepto de “Consolidación de la Paz después del
conflicto”, una etapa consistente en medidas cuyo objetivo sea la
individualización y el fortalecimiento de estructuras que fortifiquen y
concreten la paz así como evite nuevamente el conflicto289.

Advierte el Secretario que las realidades de la violencia y amenazas latentes


contra la paz y la seguridad mundial exigen tener como objetivos i) la
identificación de circunstancias que puedan ocasionar conflictos para así
poder eliminar las fuentes de peligro de manera anterior a que estalle la
violencia (a través de la diplomacia), ii) pero si ya se ha desatado el conflicto,
se deben buscar los mecanismos para el establecimiento de la paz cuando
se desencadene la violencia; iii) si ya se ha puesto fin a la lucha, actividades
para el mantenimiento de la paz a partir de, por ejemplo, la ayuda en la
implementación de los acuerdos, y iv) estar dispuestos a la construcción de
la paz por medio, verbigracia, del restablecimiento de las instituciones con
288 Naciones Unidas. La consolidación de la paz y las Naciones Unidas. En: http://www.un.org/es/peacebuilding/
pbso/pbun.shtml
326 289 Naciones Unidas. A/47/277-S/24111 del 17.06.1992, párr. 21.
el respeto de los principios democráticos y los derechos humanos. De este 327
modo, el informe define la diplomacia preventiva como las medidas tomadas
para evitar que surjan las controversias, que las que existan asciendan a
conflictos y que si estos existen, se extingan; en cuanto al establecimiento de la
paz, lo describe como las medidas que tiendan a que las partes en hostilidades
lleguen a un acuerdo por medios pacíficos, mientras que el mantenimiento de la
paz hace referencia a la presencia de personal de las Naciones Unidas (militar,
policial o civil) en el terreno.

Heydi Patricia Baldosea Perea


En el punto específico de la construcción de la paz o la consolidación de la paz depués
de los conflictos, y el más referente para el argumento de este libro, se trata de las
medidas destinadas a individualizar y fortalecer las instituciones que refuercen
la consolidación de la paz así como crear escenarios de confianza y bienestar
social, “esas actividades pueden abarcar el desarme de las partes anteriormente en conflicto
y el restablecimieto del orden, la custodia y posibe destrucción de armas, la repatriación de
refugiados, el apoyo en materia de preparación y adiestramiento de personal de seguridad,
la observación de elecciones, la adopción de medidas para proteger los derechos humanos,
la reforma o el fortalecimiento de las instituciones gubernamentales y la promoción de los
procesos tradicionales y no tradicionales de participación política” 290. En este caso, la
consolidacion de una paz estable y duradera implica actividades sostenidas
y de largo alcance respecto de problemas básicos de tipo social, económico,
cultural, humanitario, y un punto esencial en este sentido, la manifiesta
relación con las prácticas democráticas, en especial el imperio del Estado de
derecho y el buen gobierno.

En suma, tanto en la ruta de construcción y como en cultura de paz el énfasis


está en contemplar un enfoque transformador, esto es, que la guerra, los
conflictos y las conflictividades no solo sean resueltas sino transformados.
“Precisamente, la transformación alude a la capacidad de visualizar y responder al ir y
venir de los conflictos sociales como oportunidades que nos da la vida para crear procesos de
cambio constructivos que reduzcan la violencia e incrementen la justicia en la interacción
directa y en las estructuras sociales, y que respondan a los problemas de la vida real en las
relaciones humanas”. Al respecto Lederach puntualiza que “En el centro del enfoque
de la transformación convergen el contexto de las relaciones, una visión del conflicto como
oportunidad y el fortalecimiento de procesos de cambio creativos” 291.
290 Naciones Unidas. A/47/277-S/24111.
291 Sarti, Carlos. Ob. cit.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

Por ende, la paz en su perspectiva de construcción plantea la necesidad


de abordar nuevos procesos que van desde la introducción de una nueva
sensibilidad analítica hacia la cultura de la no violencia, así como temas
relacionados con la reconciliación, la reinserción de excombatientes,
comisiones de esclarecimiento histórico, memoria histórica, la reivindicación
de los valores democráticos, la participación en la formulación de políticas
públicas, y también el fomento en el desarrollo del proceso, mecanismo y
técnicas de resolución de conflictos, algunos dentro de los marcos judiciales:
la llamada justicia de transición.

328
329

Heydi Patricia Baldosea Perea


3. Justicia transicional y prospectiva: el
deber ser de la justicia

A lo largo de su construcción, el contexto de transición ha llamado la


atención de la comunidad internacional específicamente en la necesidad de
que se garantice el cumplimiento de los derechos de las víctimas señalados
en una amplia gama de preceptos, que siguiendo la tipificación del Informe
final del relator especial sobre la impunidad y conjunto de principios para la protección y la
promoción de los derechos humanos mediante la lucha contra la impunidad292, se resumen
la satisfacción de los derechos a la justicia, a la verdad, a la reparación de
las víctimas; y la garantía de no repetición, esto inextricablemente unido, en
virtud del derecho internacional, a la obligación que tienen los Estados que
comprenden el necesario ejercicio de la actividad jurisdiccional conforme a los
estándares internacionales, so pena de que su responsabilidad internacional se
encuentre comprometida.

Sin duda alguna, el avance de estos derechos ha sido consolidado a través del
análisis internacional del fenómeno de la impunidad en los casos de graves
violaciones a los derechos humanos y el DIH, y específicamente con ocasión
del “Conjunto de principios para la protección y la promoción de los derechos humanos
mediante la lucha contra la impunidad”, proclamados por la Comisión de Derechos
Humanos de la ONU en 1998. El antecedente próximo de estos principios
está en el Informe presentado por la experta a Louis Joinet a quien en 1991,
la entonces Subcomisión de Prevención de Discriminaciones y Protección de
292 ONU. Comisión de Derechos Humanos, 49° período de sesiones. “Informe final revisado acerca de la cuestión
de la impunidad de los autores de violaciones de los derechos humanos (derechos civiles y políticos)”, prepa-
rado por el señor L. Joinet de conformidad con la Resolución 1996/119 de la Subcomisión, Doc. E/CN.4/
Sub.2/1997/20/Rev.1, anexo II.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

las Minorías de la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas le


había encargado realizar un estudio sobre la cuestión de la impunidad de los
autores de violaciones de los derechos humanos; en el informe presentado a
la Comisión se indica que a las víctimas les asiste los siguientes derechos: a)
El derecho a saber de la víctima; b) El derecho de la víctima a la justicia, y c)
El derecho a la reparación de la víctima; a los cuales se les se suman medidas
destinadas a garantizar la no reiteración de las violaciones.

Los Principios y directrices básicos sobre el derecho de las víctimas de


violaciones manifiestas de las Normas Internacionales de Derechos Humanos
y de Violaciones Graves del Derecho Internacional Humanitario a interponer
recursos y obtener reparaciones, aprobada por la Asamblea General de las
Naciones Unidas mediante Resolución 60/147 de 2005, señalan, igualmente,
las garantías de no repetición como componente de esta serie de derechos, las
cuales incluyen medidas, que también contribuirán a la prevención, como el
fortalecimiento de la independencia del poder judicial; la educación, de modo
prioritario y permanente, de todos los sectores de la sociedad respecto de los
derechos humanos y del derecho internacional humanitario y la capacitación
en esta materia de los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley, así
como de las fuerzas armadas y de seguridad; la promoción de mecanismos
destinados a prevenir y vigilar los conflictos sociales, la reintegración social
de todos los miembros de los grupos armados desmovilizados, entre otros.

Estos derechos hacen parte de un amplio catálogo que tiene como “columna
vertebral” los derechos a la verdad, la justicia y la reparación. Ellos “se erigen
como bienes cardinales de toda sociedad que se funde en un orden justo y de pacífica
convivencia, entre los cuales median relaciones de conexidad e interdependencia, de manera
tal que: No es posible lograr la justicia sin la verdad. No es posible llegar a la reparación
sin la justicia”.

La justicia, por su parte, es también cuestión fundamental pues en la transición


se examinan las formas de materializarla –al igual que la paz– en su condición
de valor objetivo y de principio fundamental del sistema jurídico. Sin
embargo, “en tanto derecho de las víctimas”293 tiene un énfasis que se relaciona con
la “justicia” como la atribución evaluable a la luz de su opuesto, la impunidad,
que es vista como fuente y resultado de la injusticia. Aludir a la impunidad
330 293 Corte Constitucional. Sentencia C-370 de 2006.
es hacer referencia “a la situación que se da cuando los autores materiales, 331
determinadores o cómplices de conductas constitutivas de violaciones de los
derechos humanos o de crímenes de guerra se sustraen a las consecuencias jurídicas
de su actuación” 294 y en ese sentido, el derecho a la justica comporta
la obligación del Estado de llevar a los victimarios ante los estrados
judiciales, procesarlos, juzgarlos y condenarlos a penas apropiadas y
garantizar recursos a las víctimas.

Esta perspectiva de la justicia en la transición o de la justicia transicional

Heydi Patricia Baldosea Perea


propiamente dicha, es en esencia el acoplamiento a una visión retrospectiva
marcado fundamentalmente por la influencia de la concepción sancionatoria
y punitiva de justicia, esto es, el castigo legal de un hecho consumado en el
pasado.

Empero, este concepto se constituye también en este escenario como


fundamento de un “orden justo”, lo que implica que la “justicia” sea teorizada
no solo como derecho de las víctimas o antítesis de impunidad sino también
como una concepción de justicia política dentro de un orden democrático,
es decir, para la determinación de un orden justo es pertinente señalar el
contenido de justicia al que se aspira en el sistema jurídico y abordar su
contenido a partir de su conformación consensuada de toda la sociedad; ello
pues, aunque la justicia no tiene un peso superior como principio sí constituye
un principio regulador del ordenamiento jurídico-político dado su condición
de legitimadora y de criterio de validez.

Al respecto, agréguese que tanto justicia como la administración de la misma,


no deben comprenderse en el sentido limitado de resolución de conflictos o el
ejercicio de control social, sino que, además, dentro del marco de la actividad
jurisdiccional, la justicia también cumple funciones instrumentales, políticas
y simbólicas, que son “el conjunto de las orientaciones sociales con las que los diferentes
campos de actuación social constituyen para el mantenimiento o destrucción del sistema
social en conjunto, vale decir, a través de esta función se fijan valores y orientaciones hacia
valores relevantes dentro de los sistemas sociales” 295. De modo que la concepción
294 Frühling, Michael. “Reflexiones sobre los principios concernientes al derecho a la verdad, a la justicia y a la
reparación”. Intervención del director de la Oficina en Colombia del Alto Comisionado de las Naciones Unidas
para los Derechos Humanos durante el Seminario Internacional: La Corte Penal Internacional: instrumento
de paz para Colombia Bogotá, D.C., 16 de septiembre de 2003. En: web http://www.hchr.org.co/publico/
pronunciamientos/ponencias/po0328.pdf
295 De Sousa Santos, Bounaventura y García Villegas, Mauricio. El caleidoscopio de las justicias en Colombia, t. I,
Bogotá, Siglo del Hombre Editores y Universidad de Los Andes, 2001.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

de la justicia, en la transición, debe contemplarse además de derecho de las


víctimas, como valor de la sociedad en general.

Téngase en cuenta, igualmente, que según algunos estudios de la justicia


transicional, la última de sus fases, la del “estado estable de la justicia
transicional”296, está asociada con un proceso de expansión y normalización
de la justicia de transición, vale decir, no solo una forma de justicia para ser
aplicada en tiempos de posguerra sino también para tiempos “normales”, o
por lo menos para las condiciones políticas contemporáneas –caracterizadas
por conflictos permanentes, los Estados débiles, los conflictos de menor
intensidad o la fragmentación política, etc.– como una consecuencia a
la influencia de un criterio político en la justicia y de cierta concesión en
los estándares del Estado de derecho ante, por ejemplo, el avance de la
importancia y el avance del derecho humanitario.

De este modo, aunque existe una estrecha relación entre la justicia de


transición, verdad e historia, y en especial en una concepción retrospectiva de
esta forma de Justicia, es claro que esta se complementa con una dirección
que divisa las situaciones y generaciones futuras, pues en “el discurso de la
justicia transicional, volver a visitar el pasado es entendido como el modo de avanzar hacia
el futuro (…) las transiciones son períodos atípicos de quiebre que ofrecen una elección
entre narrativas en disputa. El objetivo paradójico de la transición es deshacer la historia.
La finalidad es re-concebir el significado social de conflictos pasados, en particular de las
derrotas, en un intento por reconstruir sus efectos presentes y futuros…”297

Esta concepción de la justicia transicional como construcción hacia el futuro,


supone como relevante el empleo de un análisis prospectivo en su diseño e
implementación, vale decir, con la extrapolación de experiencias del pasado
para la construcción de escenarios futuros a partir de acciones presentes;
es, en suma, un enfoque sistémico del pasado, presente y futuro, en donde
la visión de este último contribuya a la generación de políticas, estrategias y
planes, no solo a corto y mediano, sino también a un plazo largo que acerque
las circunstancias del futuro deseable a la probables298.
296 Teitel Ruti, G. Transitional Justice Genealogy, p. 22.
297 Íbíd.
298 Nardelli, Daniel Enrique. Capítulo I. “Introducción a la metodología de investigación prospectiva”. Nardelli,
Campos, Leguizamón, Garay, Ortiz, Garrido, Kobluk. Construyendo el fututo – Prospectiva – Compendio
de prospectiva: método de investigación del fenómeno de la paz y la no violencia. Buenos Aires, Centro de
Investigación para la Paz, Facultad Regional Resistencia, Universidad Tecnológica Nacional Argentina, 2013.
332 En: http://www.centropaz.com.ar/publicaciones/futuro/futuro35.pdf
Justamente el análisis prospectivo no es la anticipación del futuro sino los esfuerzos 333
del presente para hacer el futuro deseable, más probable; para ello se requiere una
visión de largo plazo, una cobertura holística y la participación de los protagonistas,
en especial de aquellos que han de ser afectados por el conflicto y la violencia,
en un ejercicio de reflexión colectivo, interactuado y comprometido, propuesto en
una metodología que usa la ristra “conocer-diseñar-construir” y un proceso que
“…se desarrolla siguiendo una triple dinámica iterativa: una reflexión compartida con amplia
participación experta para conocer las necesidades y los deseos sociales, una reflexión estratégica para
diseñar/interpretar el futuro deseable y posible, y una reflexión colectiva al confrontar la realidad

Heydi Patricia Baldosea Perea


durante la construcción de un futuro aceptado por expertos y aceptable para la sociedad” 299.

La dirección prospectiva de la justicia, según Juan Llambías de Azevedo300, implica


una relación temporal de la exigencia de la justicia como aquella que alcanza a
las generaciones actuales y futuras301, incluso a las que aún no existen, no solo
como la simple influencia de una época sobre la otra, sino, desde el saber de la
eficacia histórica302 y una construcción consciente del derecho y la justicia; en
consecuencia, “podemos afirmar, pues, que la justicia, que es un valor de relación y medida
entre otros valores, no puede limitarse a considerar los valores de presente y los de pasado: ha de
introducir también en su horizonte los valores de futuro para que la proporción y equilibrio que
es de su esencia establecer se integre realmente con todos sus términos” 303.

Así, el análisis y enfoque de la prospectiva y la construcción de paz están


relacionados, pues la construcción de una sociedad en estos términos es
una tarea de largo alcance, creativa –en cuanto transformador– e integral
que necesariamente implica el imaginar el futuro; en ese escenario, entonces,
la prospectiva “–es primero un acto imaginativo y de creación–; luego, una toma de
conciencia y una reflexión sobre el contexto actual; y por último, un proceso de articulación
y convergencia de las expectativas, deseos, intereses y capacidad de la sociedad para alcanzar
ese porvenir que se perfila como deseable”304.

299 Miklos, Tomás, Arroyo, Margarita. Prospectiva y escenarios para el cambio social, 2008. En: http://www.jave-
riana.edu.co/blogs/boviedo/files/WORKING_PAPERS_8.pdf
300 Ibíd.
301 “…la dirección prospectiva de la justicia puede ampliarse hasta llegar a alcanzar a las generaciones futuras como a uno de los
términos de la relación. Y cuando hablo de “generación futura” no aludo a la que, incipiente, se está formando bajo el amparo
paternal de la actualmente adulta, sino a las que absolutamente aún no existen. Dicho de otro modo: las exigencias de la justicia
pueden referirse a la relación entre aquellos sujetos, uno de los cuales es la generación actual y el otro la o las generaciones futuras.
Dicho de otro modo: las exigencias de la justicia pueden referirse a la relación entre aquellos sujetos, uno de los cuales es la generación
actual y el otro la o las generaciones futuras”.
302 “Una generación puede prever las consecuencias que sus acciones tendrán sobre las futuras y quererlas con conciencia clara de lo que
serán o (esto poco importa) de cómo ella cree que lo serán”.
303 Ibíd.
304 Miklos, Tomás, Ma. Elena Tello. Planeación prospectiva, México, Centro de Estudios Prospectivos de la Fundación
Barros Sierra. Editorial Limusa, 2003, p. 54. Citado por Sarti, Carlos. Construcción de paz y resolución de conflictos.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

Se trata, entonces, de la confección de una justicia transicional con un diseño


amplio que involucre una perspectiva con prospección, esto es, una justicia
transicional que asuma dos direcciones a la vez opuestas y complementarias: la
retrospectiva –referida, por ejemplo, a la retribución con la pena o reparación
por una situación pasada– y la prospectiva, que apunta a escenarios futuros y
el cómo actuar frente a ellos305.

Para ello, debe asimilarse la transición a un cambio de casa, a la mudanza


de una habitación mal ubicada, con humedad, sin espacio y con conflictos
vecinales a un nuevo hogar más amplio, central y bello donde se aspira a
vivir mejor y felizmente, lo cual exige a los propietarios todo un engorroso
proceso de trasteo que implica desde la iniciativa de cambiar de vivienda hasta
revisar cuidadosamente qué objetos son innecesarios en la nueva casa, cuáles
terminaron deteriorándose y qué nuevos elementos es preciso incorporar;
así, llegar a la casa nueva no es en sí una vida mejor, sino, posiblemente,
el comienzo de ello cuya continuidad y factibilidad depende de adecuados
procesos de depuración, selección, consolidación y construcción que incluyen
nuevas visiones.

305 Llambías de Azevedo, Juan Justicia. Prospectiva “sobre la justicia prospectiva”, Actas del Primer Congreso
Nacional de Filosofía, Mendoza, Argentina, marzo-abril 1949, t. 2. En: http://www.filosofia.org/aut/003/
334 m49a1312.pdf
335

Heydi Patricia Baldosea Perea


4. La cuestión del victimario y la
reinserción a la vida civil

El interrogante es si es posible que la aplicación de una justicia punitiva


pueda incorporar esta perspectiva; para dar respuesta a ello es necesario
advertir que la justicia transicional y prospectiva es más allá de una justicia
posdesmovilización y posconflicto, una justicia transformadora que reafirma,
entre otros aspectos, los derechos de las víctimas, el pacto del Estado de
derecho, la democracia y la reconciliación nacional (reconciliación entre
victimario y víctima/sociedad).

Si ello es así, resulta propio señalar que el objetivo crucial y elemento para
determinar el éxito del proceso de la justicia de transición es, además de propugnar
por el respecto de los derechos humanos y, en especial, los derechos de las víctimas,
asegurar la reintegración civil de los ex combatientes así como la garantía de no
repetición, cuya efectividad propone el concurso del Estado con la sociedad civil
y los ex actores armados. Por consiguiente, cumplidas las sanciones legales a que
haya lugar y obligaciones de verdad, justicia, reparación y no repetición de los
ex combatientes, le corresponde al Estado, a través de las instituciones y a la
sociedad civil, asegurar a este la posibilidad de volver a la sociedad para poner en
marcha la reintegración a la vida civil conforme a todas las expectativas sociales,
para que sea la misma sociedad la que lo evalúe y verifique.

Ciertamente, la cuestión del victimario exige la aplicación de la justicia como


ejercicio de poder punitivo, vale decir, como instrumento disciplinador306,
en tanto que la construcción de paz requiere de la justicia transicional
306 Foucault, Michel. Disciplina – El Panoptismo, p. 208.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

como mecanismo para la reconstrucción del tejido social degradado por


el conflicto, dicho proceso de restauración social implica afrontar, fuera de
lo tratado anteriormente, el asunto impunidad307 vinculado con el derecho
a la justicia, y el reconocimiento de esta como un obstáculo para el goce
efectivo de los derechos, la paz, la democracia y la consolidación del Estado
de derecho308; en esos términos, el informe ante las Naciones Unidas de
la experta independiente Diane Orentlicher, encargada de actualizar el
conjunto de principios para la lucha contra la impunidad, advierte que el
restablecimiento de la democracia y de la paz o la transición hacia ellas, se
refiere a “… las situaciones al término de las cuales, en el marco de un proceso que
da lugar a un diálogo nacional en favor de la democracia o a negociaciones de paz para
poner fin a un conflicto armado, se llega a un acuerdo, sea cual fuere su forma, en virtud
del cual los protagonistas o las partes interesadas convienen en tomar medidas contra la
impunidad y la repetición de las violaciones de los derechos humanos” 309.

Aparte de la vinculación del ejercicio del ius puniendi sistemáticamente con


el respeto de los derechos humanos y el derecho internacional humanitario
y solución a la situación social, la aplicación de la justicia en transición
debe contemplar, si es del caso, el tratamiento penal del infractor del
ordenamiento dentro de la función de reinserción social del individuo,
pues “en un Estado social de derecho fundado en la dignidad humana, la ejecución
de las penas debe tener una función de prevención especial positiva, esto es, en esta
fase se debe buscar ante todo la resocialización del condenado, obviamente dentro
del respeto de su autonomía y dignidad. El objeto del derecho penal en un Estado
de este tipo no es excluir al delincuente del pacto social sino buscar su reinserción
en el mismo. Solo son compatibles con los derechos humanos penas que tiendan a
la resocialización del condenado, esto es a su incorporación a la sociedad como un
sujeto que la engrandece, con lo cual además se contribuye a la prevención general y la
seguridad de la coexistencia…” 310

307 “Por impunidad se entiende la inexistencia, de hecho o de derecho, de responsabilidad penal por parte de los autores de violaciones,
así como de responsabilidad civil, administrativa o disciplinaria, porque escapan a toda investigación con miras a su inculpación,
detención, procesamiento y, en caso de ser reconocidos culpables, condena a penas apropiadas, incluso a la indemnización del dado
causado a sus víctimas”. Informe de Diane Orentlicher, experta independiente encargada de actualizar el conjunto
de principios para la lucha contra la impunidad. E/CN.4/2005/102/Add.1 8 de febrero de 2005.
308 Roht-Arrieza, N. The Pinochet Effect, Filadelfia, University of Pensilvania Press, 2006. Citado por Gómez Isa,
Felipe. “El fenómeno de la impunidad: luces y sombras en América Latina”. Pensamiento Iberoamericano, Nº. 2,
2008, ISSN 0212-0208, pp. 163-185 [Ejemplar dedicado a: “(In)Seguridad y violencia en América Latina: un
reto para la democracia”].
309 Informe E/CN.4/2005/102/Add.1 8 de febrero de 2005.
336 310 Corte Constitucional. Sentencia C-144 de 1997.
En ese sentido, en el proceso transformador de la justicia transicional de 337
construir una paz estable y duradera, la cuestión del victimario es una asunto
que debe ser atendido tan prioritariamente como el de las víctimas, eso sí, con
perspectivas diversas: a la víctima se le protege y se le devuelve la dignidad de
la que injustamente se le privó –e incluso se le sigue privando en una sociedad
con serios problemas de estigmatización a las poblaciones vulnerables–;
mientras que al victimario se le resocializa y se reconduce al pacto social en
términos de reconstruir lo que la instrumentalización de la guerra desechó: la
humanización y educación en ciudadanía.

Heydi Patricia Baldosea Perea


En consecuencia, dado por el ex combatiente un auténtico rompimiento con
las lealtades de la guerra, conforme a su dimisión voluntaria de seguir en la
dinámica de la guerra, para iniciar su proceso de reintegración o reincorporación a
la vida civil –entendida como la propuesta de un nuevo modelo de proyecto
de vida a partir de su arribo a la legalidad y la institucional–, es necesario, la
oferta seria por parte del Estado, las instituciones y la sociedad en general
de darle al desmovilizado la posibilidad de mostrar su arrepentimiento para
que de esta forma tenga la posibilidad de reintegrarse a la sociedad a través
de programas que le otorguen la posibilidad de reorientar su vida familiar,
laboral, económica y ciudadana conforme a las expectativas sociales311.

311 Gleichmann, Colin; Odenwald, Michael; Steenken, Kees y Wilkinson. Desarme, desmovilización y reintegración. guía
teórica y práctica, GTZ, FSS, PPC, FHS, 2004 [ISBN 1-896551-54-8].
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

Conclusión

El objetivo a largo plazo del proceso de construcción de la paz estable y


duradera es, más que la terminación del conflicto, la existencia de un futuro
con un manejo adecuado de las conflictividades, que evite la confrontación
o guerra, las violaciones a los derechos y con ello la presencia de nuevas
víctimas; por lo tanto, la construcción de una sociedad con elementos de
inclusión, reivindicación de derechos, igualitaria, democrática, participativa,
social, con prelación al Estado de derecho y respecto de la dignidad humana,
entre otros muchos elementos, deben acompasar, de manera paralela e
inmediata, la transición.

Tal proceso de confección de la transición, además de incluir el discurso


legítimo de atender a quienes injustamente sufren la inclemencia de la guerra
–las víctimas–, en cuanto remedio integral, no debe descuidar la cuestión del
excombatiente, a quien se le deben imponer obligaciones de verdad, justicia,
reparación, garantía de no repetición y, además, de resocialización con miras
a su reincorporación a la vida civil por medio de proyectos de vida nuevos
y actitudes no violentas; sin embargo, una vez cumplidas las obligaciones, le
corresponde al Estado y a la sociedad civil, asegurarle a este la posibilidad de
volver a la sociedad para poner en marcha dicha reintegración.

Recordar y cambiar, conjugar el pasado con el presente y el futuro, una


cobertura holística así como un proceso transformador son las iniciativas que
propone un concepto más amplio de justicia transicional; uno que incorpore
perspectivas tanto retrospectivas como prospectivas, pues es claro que la
justicia inmersa dentro del proceso de construcción de paz es una que evoca
338 la memoria, las determinaciones de la historia y el esclarecimiento de los
hechos como elemento esencial pero que, en tanto proceso de construcción 339
de la paz articulado a la democratización e institucionalización del Estado, no
se concentra solo en el pasado por ser insuficiente.

En consecuencia, es necesario un enfoque creativo, integral y de proyección


también en los nuevos modelos de justicia transicional en el que se analicen y
evalúen las realidades presentes, las nuevas conflictividades y la premeditación
de la construcción de paz estable y duradera que considere una sociedad
incluyente, democrática y respetuosa de las libertades, garantías y los derechos

Heydi Patricia Baldosea Perea


humanos paras las generaciones actuales y futuras.
CAPÍTULO III
LA FÓRMULA DE LA JUSTICIA EN LA
JURISDICCIÓN ESPECIAL PARA LA PAZ.
¿PARADOJA O ANTINOMIA?
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

La fórmula de la justicia en la jurisdicción


especial para la paz.
¿Paradoja o antinomia ? 312 313

Beatriz Cuervo Criales*

INTRODUCCIÓN

Para incursionar en el desarrollo de la fórmula de la justicia en la Jurisdicción


Especial para la Paz, como parte del Sistema Integral de Verdad, Justicia,
Reparación y No Repetición –SIVJRNR–, surgen dos interrogantes que es
necesario plantear:

¿Es plausible que la jurisdicción Especial para la Paz pueda, por una parte, acabar la
impunidad, obtener verdad plena, cumplir la mayor función restaurativa y reparadora del
daño y garantizar la no repetición; y por la otra pueda juzgar, condenar, imponer sanciones
con el fin de satisfacer los derechos de las víctimas y construir una paz estable y duradera?

¿Seguirá estando condicionada la verdad a la pena alternativa y a la valoración subjetiva


de los funcionarios judiciales en la jurisdicción especial para la paz?
312 Real Academia Española. Diccionario de la lengua española. La forma f., del lat. paradoxa, -ōrum, y este del gr.
[τ] παρδοξα [tà] parádoxa; propiamente ‘lo contrario a la opinión común’. 1. adj. desus. paradójico. 2. f. Hecho
o expresión aparentemente contrarios a la lógica. 3. f. Ret. Empleo de expresiones o frases que encierran una
aparente contradicción entre sí. En http://dle.rae.es/?id=2uLpKMd
313 Real Academia Española. Diccionario de la lengua española. Del lat. antinomĭa, y este del gr. ντινομα antinomia. 1.
f. Contradicción entre dos preceptos legales. 2. f. Contradicción entre dos principios racionales. En http://dle.
rae.es/?id=2uLpKMd
*
Defensora pública, docente e investigadora, especialista en instituciones jurídico-penales y magíster en derecho
de la Universidad Nacional de Colombia. Diplomas de docencia y de suficiencia, investigadora del doctorado
342 en derecho penal y ciencias penales de la Universidad de Barcelona.
El Acuerdo para la creación de una Jurisdicción Especial314, plantea 343
una “fórmula” de justicia para satisfacer los derechos de las víctimas y la
contribución de una paz estable y duradera, mediante la construcción de un
Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición, para lo
cual se ha planteado conformar Salas de Justicia y un Tribunal para la Paz
cuya función esencial es acabar con la impunidad, obtener verdad, contribuir
a la reparación de las víctimas, por una parte, y juzgar e imponer sanciones
a los responsables de cometer delitos graves durante el conflicto armado,
garantizando la no repetición, por la otra.

Este componente de justicia, incluye la amnistía por delitos políticos y

Beatriz Cuervo Criales


conexos y excluye los delitos de lesa humanidad, genocidio y graves crímenes
de guerra, los cuales serán objeto de investigación por la Jurisdicción Especial
para la Paz, respecto de todos los que, de manera directa e indirecta, hayan
cometido delitos en el contexto y en razón del conflicto.

Las sanciones que imponga el Tribunal, según el punto 6 del Acuerdo, tendrán
como finalidad satisfacer los derechos de las víctimas, consolidar la paz y
tener la mayor función restaurativa y reparadora del daño causado.

La sanción para quienes reconozcan responsabilidades por los delitos de


competencia del sistema será de restricción de libertades y derechos que
garanticen el cumplimiento de las funciones reparadoras y restauradora de las
víctimas, mediante la realización de trabajos, obras, actividades y, en general,
la satisfacción de sus derechos.

La sanción para quienes reconozcan delitos muy graves oscilará entre 5 y 8


años de restricción efectiva de la libertad en condiciones especiales.

La sanción para quienes reconozcan responsabilidades por delitos graves de


manera tardía, oscilará entre 5 y 8 años de prisión, en condiciones ordinarias.

Las personas que se nieguen a reconocer su responsabilidad por tales delitos


y resulten culpables serán condenadas a penas de prisión hasta por 20 años.

314 Comunicado conjunto # 60 sobre el Acuerdo de Creación de una Jurisdicción Especial para la Paz. La Habana,
Cuba, 23 de septiembre de 2015.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

Para acceder a cualquier tratamiento especial dentro de esta jurisdicción


es necesario aportar verdad plena, reparar a las víctimas y garantizar la no
repetición.

Para tratar de dar respuesta a nuestros interrogantes, es necesario abordar,


de manera independiente, cada una de estas “supracategorías”, para luego,
interrelacionarlas entre sí; y establecer si existen o no antinomias o paradojas
que impidan el desarrollo eficaz, en la forma como se ha propuesto; lo que no
nos impide, sin embargo, presentar nuestra hipótesis de trabajo en el siguiente
sentido:

La fórmula de la justicia propuesta para acabar con la impunidad, obtener


verdad plena, reparar el daño, garantizar la no repetición, juzgar, condenar y
sancionar, aunque tiene fines muy loables como el de satisfacer a las víctimas y
el de buscar la paz estable y duradera, en algunas de las categorías propuestas
son incompatibles, y por lo mismo no comportan, solo una contradicción
lógica aparente, sino una contradicción de principios racionales que en
algunos casos los hacen irreconciliables.

Para desarrollar el tema inicialmente abordamos el tema, describiendo la


fórmula 315 de la justicia que se busca establecer, en relación con cada una
de las “supracategorías” referenciadas; luego nos detendremos en el concepto
tradicional de justicia y en el de justicia transicional y, finalmente, daremos
respuesta a nuestros interrogantes.

315 Ibíd. De fórmula. 2. tr. Receta. 3. f. Nota que comprende aquello de que debe componerse algo, y el modo de
344 hacerlo. Receta de cocina.
345

1. Las “supracategorías” de la fórmula de


la justicia

Beatriz Cuervo Criales


A los principios de verdad, justicia, reparación y no-repetición; seguidas de la no-impunidad,
el juzgamiento y la sanción, se les ha dotado de un carácter de “supracategorías” que no
tienen y se les ha dado incluso mayor trascendencia que a los principios generales
que comportan los derechos fundamentales contenidos en la Carta Política de
Colombia y que desde su expedición en 1991, han hecho referencia a la dignidad
humana, a la libertad, a la igualdad, que incorporan un cúmulo de derechos
fundamentales que hacen parte del Estado social; a la legalidad, que configura el
Estado de derecho y, a la democracia, que configura el Estado democrático, que
en conjunto, comportan la filosofía del Estado social y democrático de derecho
que sustenta epistemológica y filosóficamente la constitución colombiana.

Hago referencia al concepto de “supracategorías”316 para indicar que los fines


de la fórmula de la justicia propuestos en el Acuerdo no tienen tal calidad,
pero que en la forma como han sido expuestos pareciera que trascienden
el contenido mismo de los principios y derechos fundamentales de la Carta
Política, los cuales sí tienen un contenido autónomo y armónico como se
dejó planteado por la primera Corte Constitucional en la Sentencia de Tutela
406 de 1992, en la que se expusieron las bases mismas del Estado social y
democrático de derecho, cuando se indica que:
316 Ibíd. Del lat. supra-. 1. elem. compos. Significa ‘superior’ o ‘encima’. Del lat. tardío categorĭa, y este del gr.
κατηγορα katēgoría. … 3. f. Calidad o importancia de alguien o algo. Una persona con categoría humana. La gran
categoría de un vino. 4. f. Cada una de las clases o divisiones establecidas al clasificar algo. 5. f. Fil. En la lógica
aristotélica, cada una de las diez nociones abstractas y generales establecidas, a saber, la sustancia, la cantidad,
la cualidad, la relación, la acción, la pasión, el lugar, el tiempo, la situación y el hábito. 6. f. Fil. En la crítica de
Kant, cada uno de los conceptos puros o innatos del entendimiento que hacen posible el conocimiento de la
experiencia. 7. f. Fil. En los sistemas panteísticos, cada uno de los conceptos puros o nociones a priori con valor
trascendental a la par lógico y ontológico.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

b-. Los principios constitucionales, a diferencia de los valores que


establecen fines, consagran prescripciones jurídicas generales que
suponen una delimitación política y axiológica reconocida y, en
consecuencia, restringen el espacio de interpretación, lo cual hace de
ellos normas de aplicación inmediata, tanto por el legislador como
por el juez constitucional. Son principios constitucionales, entre
otros, los consagrados en los artículos primero y tercero: el Estado
social de derecho, la forma de organización política y territorial,
la democracia participativa y pluralista, el respeto de la dignidad
humana, el trabajo, la solidaridad, la prevalencia del interés general
(artículo 1); la soberanía popular y la supremacía de la Constitución
(artículo 2). Ellos se refieren a la naturaleza política y organizativa del
Estado y de las relaciones entre los gobernantes y los gobernados.
Su alcance normativo no consiste en la enunciación de ideales que
deben guiar los destinos institucionales y sociales con el objeto de
que algún día se llegue a ellos; su valor normativo debe ser entendido
de tal manera que signifiquen una definición en el presente, una
base axiológico-jurídica sin la cual cambiaría la naturaleza misma
de la Constitución y por lo tanto toda la parte organizativa perdería
su significado y su razón de ser. Los principios expresan normas
jurídicas para el presente; son el inicio del nuevo orden. Los valores,
en cambio, expresan fines jurídicos para el futuro; son la mira que
jalona hacia el orden del mañana.

Las categorías a las que hago referencia, esto es, verdad, justicia, reparación,
no repetición, no impunidad, juzgamiento y sanciones que configuran la
llamada fórmula de la justicia, sobre la cual se busca una paz estable y duradera,
forman parte integral de los principios y valores que consagra el Estado social
y democrático de derecho que sustentan la Constitución de 1991, pero no
pueden ser catalogadas como categorías autónomas de los valores axiológicos
del Estado social.

La razón de hacer esta afirmación radica en que se logra percibir que este
Sistema Integral, estaría por fuera de la estructura orgánica, funcional y
axiológica de las instituciones consagradas en la Constitución Política, en la
medida en que se plantea la creación, no solo de una jurisdicción nueva, sino,
346 que trasciende los límites mismos de la Constitución en lo que tiene que
ver con el juzgamiento de personas que participaron de manera directa o 347
indirecta en el conflicto armado.

Entiendo perfectamente que para lograr la paz, es necesario buscar formas


alternas de aproximación a la justicia, toda vez que los actuales mecanismos
de administrar justicia y especialmente el de la Jurisdicción de Justicia y
Paz, se han deslegitimado y no hacen honor a la justicia; porque no es un
secreto para nadie, en especial para quienes trasegamos día tras día por los
estrados judiciales, que la incertidumbre del derecho y la inseguridad jurídica
irradian los estrados judiciales, con la consecuente afectación de los derechos
fundamentales que esto implica, hasta el punto en que me atrevo a afirmar

Beatriz Cuervo Criales


que el mayor grado de vulneración de derechos se encuentra implícito en gran
parte de las decisiones judiciales.

La falta de credibilidad en las instituciones, la inseguridad jurídica, el


desconocimiento de los derechos fundamentales, las interpretaciones
restrictivas de derechos por parte de los jueces, en especial en los procesos
de justicia y paz, la implementación tácita de un derecho penal del enemigo,
el hacinamiento carcelario, la promoción de una política de delación, traición
y colaboración, así como la expedición de normas dirigidas hacia un derecho
penal máximo y la privación de la libertad como regla general, son algunas de
las causas de la deslegitimación del Estado social y democrático de derecho
de Colombia.

Es en este escenario, precisamente, en el que mediante los Acuerdos de La


Habana se está tratando de implementar una Jurisdicción Especial para la
Paz, porque la jurisdicción ordinaria, que debe fundarse en la garantía de los
derechos y en ejercicio real de la dignidad humana, no es confiable para los
fines de la paz ni de la convivencia pacífica para la cual está creada.

Aquí me surge una inquietud; ¿Si se crea una Jurisdicción Especial para la Paz,
significa entonces que la jurisdicción ordinaria que está vigente no es para la paz? Parece
ser que no, por cuanto se pretende crear un sistema judicial autónomo, que
según lo planteado, sí logró encontrar la fórmula de la justicia.

Considero desde el punto de vista epistemológico que las categorías que


consagran el Sistema Integral de SIVJRNR, están implícitas dentro de los
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

fines del Estado; tanto en el contenido del preámbulo de la Constitución


que busca “asegurar a sus integrantes la vida, la convivencia, el trabajo, la justicia, la
igualdad, el conocimiento, la libertad y la paz, dentro de un marco jurídico, democrático y
participativo que garantice un orden político, económico y social justo”, como en el art.
2 que hace referencia a los fines del Estado… “asegurar la convivencia pacífica
y la vigencia de un orden justo”, y, por tanto, no ameritarían la creación de una
jurisdicción distinta.

Sin embargo, y debido a la deslegitimación de las instituciones del Estado,


esta sería una alternativa inmediata. El problema es que se deslegitiman aún
más las instituciones del Estado y surge la preocupación, en el sentido de que
quienes hicieron parte del conflicto armado directa o indirectamente y son
cobijados por esta jurisdicción e independientemente de los crímenes que
se juzguen y sancionen, sí tienen derecho a una jurisdicción bajo la fórmula
de la justicia el SIVJRNR, sobre la que se construye la paz; mientras que
aquellos que son objeto de juzgamiento en la deslegitimada justicia ordinaria,
no tienen esa posibilidad.

Pero el asunto va más allá de esta circunstancia. El verdadero problema radica


en abrir la brecha entre la paz y la no paz. Me explico.

Si por una parte, la Jurisdicción Especial tiene como objetivo juzgar a


quienes participaron en la guerra con el fin de lograr la paz y, por la otra,
la jurisdicción ordinaria, que se encuentra deslegitimada, no cumple con los
fines mismos del Estado, estamos entonces en dos contextos diferentes de
paz, como si estuviéramos hablando de dos Estados distintos. Uno, para los
de la Jurisdicción Especial que ha hecho parte de la guerra y otro, para los
que no han estado en guerra, pero que no viven en condiciones dignas. Esta
diferencia hace que se deban implementar jurisdicciones especiales.

En estos contextos entonces ¿a cuál paz estamos haciendo referencia?: ¿a la paz que
preceptúan el preámbulo y el art. 2 de la constitución, que es para todos y para la cual se
crearon las instituciones del Estado; o la paz simplemente como mecanismo inmediato para
parar la guerra?

Si es lo primero, desde el punto de vista constitucional, de los tratados


348 internacionales y de los principios que sustentan el Estado social y
democrático de derecho que protege la dignidad humana, los derechos y busca 349
la convivencia pacífica; no podría pensarse en la creación de una Jurisdicción
Especial para la Paz, sino en la materialidad de la justicia en equidad para
todos y no en el ámbito del derecho penal, sino en la posibilidad de que
todos los colombianos, sin excepción, vivamos en condiciones dignas y que
el derecho penal, como poder punitivo del Estado sea la última ratio.

En el segundo caso, esto es, la paz como mecanismo para parar la guerra, y teniendo
en cuenta la deslegitimación de las instituciones del Estado, la falta de garantías, la
inseguridad jurídica, el incumplimiento de los fines del Estado, etc., no cabe otra
opción diferente que implementar el Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación

Beatriz Cuervo Criales


y No Repetición mediante la creación de una Jurisdicción Especial para la Paz.

Pero este Sistema Integral logrará a lo sumo acabar con el conflicto armado
como tal, pero no cumplirá con el cometido de lograr una paz estable
y duradera. Como se dijo antes, es un mecanismo inmediato para que las
FARC, las Fuerzas Militares y los que intervinieron directa o indirectamente
en la guerra dejen de hacerla.

En resumen, es necesario implementar esta Jurisdicción Especial para la Paz


para no continuar en la guerra, pero no para lograr la paz en cuanto que
las instituciones del Estado que fueron creadas para buscar la convivencia
pacífica, el orden justo y garantizar la dignidad humana no han cumplido con
estos fines y se encuentran deslegitimadas.

En este contexto abordaremos las denominadas “supracategorías” del SIVJRNR,


que como se indicó han sido elevadas a “supracategorías” para la paz, pero que
no tienen tal relevancia porque se pueden subsumir en los principios que
fundamentan del Estado social y democrático de derecho.

1.1. Justicia para acabar con la impunidad

El borrador conjunto del Acuerdo317 plantea en el numeral 2. El reconocimiento


de responsabilidad: ... No vamos a intercambiar impunidades.
317 Borrador Conjunto 15/12/2015. Acuerdo sobre las Víctimas del Conflicto: “Sistema Integral de Verdad,
Justicia, Reparación y No Repetición”, incluyendo la Jurisdicción Especial para la Paz; y Compromiso sobre
Derechos Humanos, p. 1. En:
https://www.mesadeconversaciones.com.co/sites/default/files/borrador-conjunto-acuerdo-sobre-las-victi-
mas-del-conflicto-1450190262.pdf
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

Se indica en el documento que para cumplir con este propósito y avanzar en la


lucha contra la impunidad, el Sistema Integral combina mecanismos judiciales
que permiten la investigación y sanción de las graves violaciones a los derechos
humanos y las graves infracciones al derecho internacional humanitario.

La Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No


Repetición, deberá promover entre otros aspectos, el reconocimiento voluntario
de responsabilidades individuales y colectivas por parte de todos quienes de manera directa
o indirecta participaron en el conflicto y su éxito depende, precisamente, de ese
reconocimiento y del compromiso de todos los sectores de la sociedad con el proceso de
construcción de la verdad, como manifestación, entre otros, de su rechazo a la indolencia318.

Cuando se hace énfasis sobre el tema de no intercambiar impunidades en el


Sistema Integral, se habla de investigar y sancionar. Lo que no quedó muy
claro es el tema del intercambio como tal. Podría pensarse inicialmente que se
hace referencia a que no van a quedar impunes los delitos cometidos por las
FARC y los cometidos por los agentes del Estado. Igualmente, los cometidos
por algunos integrantes de la política y de sectores económicos que estén
directamente relacionados con el conflicto.

Cuando se hace alusión a la noción de impunidad se hace referencia


inmediatamente a la falta de un castigo ejemplar y proporcional al daño
cometido con la infracción y, en consecuencia, a la falta de justicia. Muchas
veces porque no hay tal castigo y muchas otras porque el castigo no es
suficiente. En Colombia, de manera frecuente se ha hecho alusión a ambas.
Si es en este sentido que se habla de no intercambiar impunidades, pues,
necesariamente en este escenario habría impunidad. Pero si el escenario es
que el castigo no es la finalidad del Sistema Integral, no podría considerarse
como intercambio de impunidad.

Pero depende del contexto desde el cual se mire se puede afirmar o no que hay
impunidad. Mir Puig319 plantea que se suele argumentar contra la prevención
especial que por sí sola conduce a la impunidad en los casos en que, aun
tratándose de delitos graves, el delincuente no precise ser intimidado, reeducado
o inocuizado porque deje de existir el peligro de que reincida.
318 Ibíd., pp. 8 y 9.
350 319 Mir Puig, Santiago. Introducción a las bases del derecho penal. Concepto y método. IBdeF 2003, p. 58.
De acuerdo con el Conjunto de Principios para la promoción de derechos 351
humanos: Por impunidad se entiende la inexistencia, de hecho o de derecho, de
responsabilidad penal por parte de los autores de violaciones, así como de responsabilidad civil,
administrativa o disciplinaria, porque escapan a toda investigación con miras a su inculpación,
detención, procesamiento y, en caso de ser reconocidos culpables, condena a penas apropiadas,
incluso a la indemnización del daño causado a sus víctimas 320. En este contexto se puede
afirmar que para el caso que nos ocupa, no se configuraría la impunidad por
cuanto se requiere la inexistencia de responsabilidad y en el Sistema Integral,
no se presenta esta situación. Por el contrario, se han tratado de establecer los
mecanismos de aplicación de sanciones en diferentes circunstancias.

Beatriz Cuervo Criales


Según lo indica el equipo Nikosor 321 , refiriéndose a la impunidad, ninguna
palabra quizás defina las experiencias de América Latina como esta. La falta de castigo,
de investigación, de justicia. La posibilidad de cometer crímenes –desde robos comunes a
violaciones, tortura, asesinatos– sin estar sujeto a pena alguna, y, por tanto, la aprobación
implícita de la moralidad de estos crímenes.

La Comisión Colombiana de Juristas considera322, en relación con la impunidad,


se refiere a dos campos específicos: por una parte, la lucha contra la impunidad
y, por la otra, a los derechos de las víctimas a obtener reparaciones por las
violaciones de derechos humanos.

Estos dos aspectos se concretaron por las Naciones Unidas con la aprobación
del “Conjunto de principios actualizado para la protección y la promoción de los derechos
humanos mediante la lucha contra la impunidad” 323, y los “Principios y directrices básicos
sobre el derecho de las víctimas de violaciones manifiestas de las normas internacionales de
derechos humanos y de violaciones graves del derecho internacional humanitario a interponer
recursos y obtener reparaciones”324.

La lucha contra la impunidad y los derechos de las víctimas a obtener


reparación si bien se configuran como documentos autónomos, están
320 Conjunto de principios para la protección y la promoción de los derechos humanos mediante la lucha contra
la impunidad. En: http://www.coljuristas.org/documentos/libros_e_informes/principios_sobre_impunida-
d_y_reparaciones.pdf
321 http://www.derechos.org/nizkor/impu/
322 Comisión Colombiana de Juristas. Principios internacionales sobre impunidad y reparaciones. Compilación de documen-
tos de la Organización de las Naciones Unidadas, Bogotá, 2007, p. 11. ISBN: 978-958-9348-39-0.
323 Aprobados por la Comisión de Derechos Humanos de la Organización de Naciones Unidas (ONU). Resolu-
ción sobre impunidad, núm. 2005/81 (Por medio de la cual toma nota del Conjunto actualizado de principios
como directrices que ayuden a los Estados a desarrollar medidas eficaces para luchar contra la impunidad,
reconoce la aplicación regional y nacional de los Principios y adopta otras disposiciones al respecto), Doc.
ONU E/CN.4/RES/2005/81.
324 2 Aprobados por la Asamblea General de la ONU, AG Res. 60/147 del 16 de diciembre de 2005.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

interrelacionados entre sí, según la Comisión. El primero de ellos, esto es los


Principios internacionales sobre impunidad finalizó el 21 de abril de 2005 durante
la 60ª sesión de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU a través de
su Resolución 2005/81. El segundo, los Principios internacionales sobre el derecho
de las víctimas a obtener reparaciones, se aprobó el 16 de diciembre de 2005 en la
Asamblea General (AG) de la ONU por la Resolución 60/147.

Como se indica en el documento325, aunque ambos instrumentos cuentan con


sus propias especificidades, estos dos campos están relacionados, al derivarse
ambos de la obligación general de los Estados de respetar y garantizar los
derechos humanos, que incluye las obligaciones de prevenir las violaciones,
investigarlas, sancionar a los responsables y proporcionar recursos efectivos
de reparación a las víctimas.

En relación con la impunidad, la comisión considera que se configura


como una infracción flagrante de las obligaciones internacionales de los Estados según
el derecho internacional de los derechos humanos, la cual se deriva de obligaciones
convencionales, adquiridas por los Estados y el deber de adoptar medidas
internas para garantizarlos, sobre todo en relación con el derecho a las
garantías judiciales y la protección judicial326.

Igualmente, luchar contra la impunidad es una obligación basada en el derecho


consuetudinario y en relación con violaciones que constituyen crímenes internacionales,
todos los Estados tienen la obligación de juzgar o extraditar (aut dedere aut judicare) a
las personas responsables de estos actos.

La Corte Interamericana de Derechos Humanos ha dicho que:

“La investigación de los hechos y la sanción de las personas responsables, (...)


es una obligación que corresponde al Estado siempre que haya ocurrido una
violación de los derechos humanos y esa obligación debe ser cumplida seriamente
y no como una mera formalidad”. Además, este Tribunal ha indicado
que el Estado “tiene la obligación de combatir [la impunidad] por todos los
medios legales disponibles ya que [esta] propicia la repetición crónica de las
violaciones de derechos humanos y la total indefensión de las víctimas y de sus
325 Ibíd., p. 16.
326 Convención Americana de Derechos Humanos (CADH), arts. 1.1., 2, 8 y 25. Pacto Internacional de Derechos
352 Civiles y Políticos (PIDCP), arts. 2, 14 y 26.
familiares. El Estado que dejare impune las violaciones de derechos humanos 353
estaría incumpliendo, adicionalmente, su deber general de garantizar el libre y
pleno ejercicio de los derechos de las personas sujetas a su jurisdicción” 327.
“El Estado debe garantizar que el proceso interno tendiente a investigar, juzgar
y sancionar a los responsables de los hechos surta los debidos efectos. Además,
deberá abstenerse de recurrir a figuras como la amnistía, la prescripción y el
establecimiento de excluyentes de responsabilidad, así como a medidas que
pretendan impedir la persecución penal o suprimir los efectos de la sentencia
condenatoria, como lo ha hecho notar la Corte en otros casos” 328.

De los anteriores antecedentes se puede establecer que la lucha contra la

Beatriz Cuervo Criales


impunidad, obliga a los Estados a investigar, juzgar y sancionar a los
responsables de violaciones de derechos humanos, y abstenerse de amnistías,
indultos, prescripciones o excluyentes de responsabilidad. En términos
generales refleja lo plasmado en las legislaciones internas de los Estados
partes en lo que respecta a la imposición de una justicia retributiva que
necesariamente es la que se aproxima a estos estándares internacionales.

Sobre el segundo aspecto, esto es, las obligaciones internacionales del Estado
en relación con el derecho de las víctimas a obtener reparaciones, el Comité
de Derechos Humanos de la ONU estableció que:

El párrafo 3 del artículo 2 requiere que los Estados Partes otorguen una
reparación a las personas cuyos derechos del Pacto han sido violados. Si no se
otorga una reparación a los individuos cuyos derechos del Pacto han sido violados,
la obligación de proporcionar un recurso efectivo, que es fundamental para la
eficacia del párrafo 3 del artículo 2, no se cumple. Además de la reparación
explícita exigida por el párrafo 5 del artículo 9 y el párrafo 6 del artículo 14
el Comité considera que el Pacto entraña por lo general una indemnización
adecuada. El Comité señala que, cuando procede, la reparación puede entrañar
327 “Corte Interamericana de Derechos Humanos. Caso Bámaca Velásquez vs. Guatemala, Reparaciones, Sentencia
del 22 de febrero de 2002, Serie C, No. 91, párr. 74. En su decisión la Corte IDH cita numerosos precedentes
que sostienen la misma regla: Corte IDH. Caso Cantoral Benavides, Reparaciones, Sentencia del 3 de diciembre
de 2001, Serie C No. 89, párrs. 63 y 69; Corte IDH. Caso Cesti Hurtado, Reparaciones, Sentencia del 31 de
mayo de 2001, Serie C No. 78, párr. 62, 63; Caso Villagrán Morales y otros, Reparaciones, Sentencia del 26 de
mayo de 2001, Serie C No. 77, párrs. 99 y 100; y Caso Paniagua Morales y otros, Reparaciones, Sentencia del 25
de mayo de 2001. Serie C No. 76, párrs. 199, 200 y 201.
328 Corte IDH. Caso Huilca Tecse vs. Perú, Sentencia del 3 de marzo de 2005, Serie C, No. 121, parr. 108. La Corte,
además, cita los siguientes casos y apartes: Caso Masacre Plan de Sánchez. Reparaciones, Sentencia del 19 de
noviembre de 2004, Serie C, No. 116, párr. 99; Caso Tibi, Sentencia del 7 de septiembre de 2004, Serie C, No.
114, párr. 259; y Caso de los hermanos Gómez Paquiyauri, Sentencia del 8 de julio de 2004, Serie C, No. 110,
párr. 232. En el mismo sentido, véase Caso Barrios Altos vs. Perú, Sentencia del 14 de marzo de 2001, Serie C,
No. 75, párrs. 41-44.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

la restitución, la rehabilitación y medidas de satisfacción, como apologías


[excusas] públicas, memoriales públicos, garantías de no repetición y cambios en
las leyes y las prácticas pertinentes, así como el sometimiento a la justicia de los
autores de violaciones de derechos humanos 329.
Cuando [la Corte IDH] decida que hubo violación de un derecho o libertad protegidos
en esta Convención, la Corte dispondrá que se garantice al lesionado en el goce de su
derecho o libertad conculcados. Dispondrá asimismo, si ello fuera procedente, que se
reparen las consecuencias de la medida o situación que ha configurado la vulneración
de esos derechos y el pago de una justa indemnización a la parte lesionada 330.

Si bien la Comisión Colombiana de Juristas considera que los dos aspectos


deben interrelacionarse en cuanto al tema de impunidad, interpretando que
el ámbito de reparación a las víctimas no es posible cuando hay impunidad,
o mejor aún, cuando no hay justicia; la situación que se logra identificar
en este sentido, es que es necesario hacer justicia imponiendo sanciones y
penas equivalentes al sufrimiento de las víctimas y, en general, medidas de
sometimiento a la justicia de los autores de violaciones de derechos humanos
que reparen las consecuencias de las vulneraciones de esos derechos.

En lo que tiene que ver con el Sistema Integral propuesto en el Acuerdo,


por el contrario, es necesario hacer una interpretación independiente de cada
una de estas categorías, porque no necesariamente la aplicación de amnistías,
o la imprescriptibilidad de las penas, o la disminución de estas, desconocen
la reparación a las víctimas. A mi modo de ver, se han confundido los dos
aspectos y considero que son independientes.

El Estado puede reparar a las víctimas aun sin proceso penal, porque tenía
la obligación de velar y proteger sus derechos; sin embargo, se ha generado
en el ideario de la sociedad que sin castigo no hay reparación. La razón es
de índole utilitarista como una forma de usar a las víctimas para legitimar
el concepto de justicia entendida como retribución; advirtiendo, entre otras
cosas, que precisamente el carácter retribucionista de la pena, por lo menos
en el escenario kantiano331, no tiene una finalidad utilitarista.
329 ONU, Comité de los Derechos Humanos. Observación General No. 31, “La índole de la obligación jurídica ge-
neral impuesta”, 80º período de sesiones, Doc. ONU HRI/GEN/1/Rev.7, p. 225 (2004), párr. 16. 15 CADH,
art. 63.1.
330 CADH, art. 63.1
331 Kant, Inmanuel. La metafísica de las costumbres. España, Altaya, 1994. Afirma Kant, que la pena judicial no
puede servir simplemente como medio para fomentar otro bien, sea para el delincuente o la sociedad civil, sino
354 que ha de imponerse solo porque se ha delinquido y considera que antes de que se piense sacar provecho de ella
La Corte Constitucional332 en relación con la impunidad ha considerado que: 355

“la impunidad en (…) casos de [violaciones de derechos humanos] implica


también una vulneración de los compromisos internacionales del Estado
colombiano de colaborar con la vigencia de los derechos humanos y sancionar
entonces las conductas que afectan estos valores supremos del orden internacional,
que nuestro país ha reconocido como elementos esenciales de las relaciones
internacionales (CP art. 9°)”.

El concepto de impunidad como tal, contenido tanto en los tratados internacionales


como en el derecho interno, hace referencia a la obligación del Estado de velar por

Beatriz Cuervo Criales


los derechos humanos y cuando el Estado no lo logra y se produce la violación de
los mismos, debe juzgar y sancionar a los infractores, pero en ningún momento
condiciona esta obligación a la reparación a las víctimas. De hecho el Estado es
responsable de la infracción por no haber cumplido a cabalidad con su obligación
de velar por los derechos humanos y su protección, independientemente de lo
que suceda en el ámbito del derecho penal.

Sin embargo, esta carga inicial del Estado por la cual debe responder, se traslada
al proceso penal que es un escenario distinto en el cual también debe responder
el infractor. Lo que sucede es que el Estado traslada su responsabilidad con las
víctimas al derecho penal y es por esta razón que no concebimos que la víctima sea
reparada por fuera del proceso penal. Este fue el gran problema que generó que
la Ley de Justicia y Paz no cumpliera con sus objetivos y que posiblemente puede
impedir que se cumplan los objetivos de la Jurisdicción Especial para la Paz.

La impunidad es una cosa muy diferente a la reparación a las víctimas y no se


requiere ni siquiera sanción penal para que estas puedan ser reparadas.

La experiencia que ha dejado la Ley de Justicia y Paz, como lo hemos planteado en


otros escritos, no es más que una política de traición, arrepentimiento y delación,
a cambio de una pena alternativa que el Estado no cumplió. Aquí podemos
plantearnos un interrogante: ¿Cuáles son entonces las diferencias estructurales
con la Jurisdicción Especial para la Paz y su fórmula de justicia?; veamos:
para el que ha delinquido o para los ciudadanos tiene que haber sido juzgado digno de castigo. La ley penal es
un imperativo categórico y ¡ay! de aquel que se arrastra por las sinuosidades de la doctrina de la felicidad para
encontrar algo que le exonere del castigo o, incluso solamente de un grado del mismo… porque si perece la
justicia carece ya de valor que vivan hombres sobre la tierra, pp. 165 a 167.
332 Corte Constitucional. Sentencia C-004 del 20 de enero de 2003, M.P.: Eduardo Montealegre Lynett.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

1.2. Justicia para obtener verdad plena

El numeral 5 del Documento hace referencia al esclarecimiento de la verdad:

Esclarecer lo sucedido a lo largo del conflicto, incluyendo sus múltiples causas, orígenes y
sus efectos, es parte fundamental de la satisfacción de los derechos de las víctimas, y de la
sociedad en general. La reconstrucción de la confianza depende del esclarecimiento pleno y
del reconocimiento de la verdad.

La integralidad del Sistema contribuye también al esclarecimiento de la verdad


del conflicto y la construcción de la memoria histórica333. Se plantea que una
respuesta amplia y genuina a los derechos de las víctimas es la base de la
justicia.

Para el desarrollo de este principio se creará una Comisión para el


Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición334. Para los
mismos fines se crea Unidad especial para la búsqueda de personas dadas por
desaparecidas en el contexto y en razón del conflicto armado335.

Según se indica en el No. 13º.- Para acceder al tratamiento especial previsto


en el componente de Justicia del SIVJRNR es necesario aportar verdad plena,
reparar a las víctimas y garantizar la no repetición. Aportar verdad plena
significa relatar, cuando se disponga de los elementos para ello, de manera
exhaustiva y detallada las conductas cometidas y las circunstancias de su
comisión, así como las informaciones necesarias y suficientes para atribuir
responsabilidades, para así garantizar la satisfacción de los derechos de las
víctimas a la reparación y a la no repetición.

En el Informe Final del Relator Especial sobre la impunidad y Conjunto


de principios para la protección y la promoción de los derechos humanos
mediante la lucha contra la impunidad (Joinet, 1997) se define como principio
el derecho a la verdad así:
333 Borrador Conjunto 15/12/2015, p. 5.
334 Ibíd., p. 7. Será un órgano temporal y de carácter extra-judicial, que busca conocer la verdad de lo ocurrido y contribuir al
esclarecimiento de las violaciones e infracciones y ofrecer una explicación amplia a toda la sociedad de la complejidad del conflicto;
promover el reconocimiento de las víctimas y de las responsabilidades de quienes participaron directa e indirectamente en el conflicto
armado; y promover la convivencia en los territorios para garantizar la no repetición.
335 Ibíd. Será una unidad especial de alto nivel de carácter humanitario y extrajudicial, cuyo objetivo es dirigir, coordinar y contribuir a
la implementación de acciones humanitarias de búsqueda e identificación de todas las personas dadas por desaparecidas en el marco
del conflicto que se encuentren con vida, y en los casos de fallecimiento, cuando sea posible, la localización y entrega digna de restos.
Las actividades de la Unidad no podrán ni sustituir ni impedir las investigaciones judiciales a que haya lugar en cumplimiento de
356 las obligaciones que tiene el Estado.
Cada pueblo tiene el derecho inalienable a conocer la verdad acerca de los 357
acontecimientos sucedidos en el pasado en relación con la perpetración de crímenes
aberrantes y de las circunstancias y los motivos que llevaron, mediante violaciones
masivas o sistemáticas, a la perpetración de esos crímenes. El ejercicio pleno
y efectivo del derecho a la verdad proporciona una salvaguardia fundamental
contra la repetición de tales violaciones.

La verdad constituye en cuanto a las víctimas el derecho a que


los delitos más graves sean investigados, desde dos aspectos, uno
colectivo y otro individual (…) en un aspecto colectivo incluye
la posibilidad de las sociedades de conocer su propia historia, de

Beatriz Cuervo Criales


elaborar un relato colectivo relativamente fidedigno sobre los hechos
que la han definido y de tener memoria de tales hechos336.

La verdad, la justicia y la reparación se erigen como bienes cardinales de toda


sociedad que se funde en un orden justo y de pacífica convivencia, entre
los cuales median relaciones de conexidad e independencia, de manera tal
que: no es posible lograr la justicia sin la verdad y no es posible llegar a la
reparación sin la justicia337.

La Corte Interamericana de Derechos Humanos en el caso Castillo Páez vs.


Perú desarrolló en un primer escenario la verdad, afirmando que:

“…se refiere a la formulación de un derecho no existente en la Convención


Americana aunque podría corresponder a un concepto todavía en desarrollo
doctrinal y jurisprudencial, lo cual en este caso se encontró ya resuelto por la
decisión de la Corte al establecer el deber que tiene el Perú de investigar los hechos
que produjeron las violaciones a la Convención Americana”.

Sobre esta supracategoría de verdad plena, tenemos que si en la Ley de Justicia


y Paz no se logró cumplir con sus objetivos, a pesar de haber sido catalogada
como un derecho de las víctimas, no vemos cuál sea la diferencia en el marco
de Sistema Integrado de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición,
SIVJRNR, por lo siguiente:

336 Corte Constitucional. Sentencia C-370 de 2006, mediante la cual declara la exequibilidad de la Ley de Justicia y
Paz.
337 Corte Constitucional. Sentencia C 1199/ 2008.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

Después de trasegar durante diez años como defensora pública de postulados


en la Ley 975 de 2005, lo que pude constatar fue que la verdad quedó
condicionada por varios factores:

El primero de ellos por el chantaje que se configuró cuando se dispuso que


la falta de verdad era causal de exclusión del proceso de Justicia y Paz y la
consecuencia de ello era el envío de lo actuado a la justicia ordinaria, de la
cual somos conscientes que el postulado sería condenado, máxime cuando
el origen de ese proceso en la justicia ordinaria se iniciaba con un vicio de
nulidad que era la autoincriminación que se había hecho en el proceso de
Justicia y Paz. Por esta razón, en muchos casos que los postulados aceptaron
hechos en los cuales ni siquiera habían participado y como tal no podían decir
ninguna verdad, tuvieron que aceptarlos.

El SVJRNP, según mi criterio, configura esta misma problemática, cuando


se plantea que quien no acepte inmediatamente los crímenes cometidos
será objeto de pena alternativa privativa de la libertad; y más aún, aquel que
considere su no participación en un hecho o que no reconozca un crimen,
será juzgado y la pena no podrá ser superior a veinte años.

Esto genera un condicionamiento para la supracategoría de verdad plena que


se pretende.

El segundo, es el contenido mismo de la verdad. Si la Ley 975 de 2005 consideró


la verdad como un principio, de la misma normativa se puede deducir que la
verdad no se construye solo con una de las partes, sino con todos los actores
y autores del conflicto; por lo que desde esta perspectiva, prácticamente ha
sido un fracaso. La construcción de la memoria histórica que se pretendió ha
sido muy parcializada.

Precisamente, en la fórmula de la justicia que busca verdad plena, para no ser


juzgado en aquellos casos en que la persona no cometió un crimen o no lo
reconoce, podría suceder lo mismo que en la Ley de Justicia y Paz, es decir,
que para no ser juzgado con el riesgo de que se imponga una pena hasta de
20 años, los procesados terminan aceptando crímenes que no cometieron. La
forma coherente para que esto pueda limitarse sería que la pena a imponer en
358 caso de juzgamiento fuera la misma de la pena alternativa, ya que únicamente
bajo este escenario podría pensarse realmente en la verdad y la construcción 359
de la memoria histórica; de lo contrario, nos encontraríamos en el mismo
escenario de la Ley de Justicia y Paz. Porque de lo que se trata es de buscar la
verdad y no de condicionarla.

Un tercer aspecto que incidió negativamente en el desarrollo del principio de


verdad en la Ley 975 fue la exigencia u obligación de aceptación de cargos por
una figura que no existe en nuestro ordenamiento jurídico y que en virtud de
ella se configuró esta obligación: la llamada aceptación por línea de mando.

Esto fue fulminante para desvirtuar la verdad, porque los comandantes a

Beatriz Cuervo Criales


pesar de no haber ordenado un hecho, o a pesar de no haber conocido del
mismo, fueron obligados a aceptar crímenes en virtud de esta figura tal como
lo he planteado en otro escrito, y que he llamado el dominio de la voluntad
sin dominio, porque se está imputando la autoría en los procesos de justicia transicional
a algunos postulados en hechos delictivos que no ordenó, o en los que no participó, o que
no realizó con un acuerdo previo; sin embargo, asume la responsabilidad de facto del delito
por virtud de su pertenencia al grupo armado organizado al margen de la ley o por
la zona de influencia del mismo. Nuestra tesis es que estas figuras comportan nuevas
modalidades del derecho penal de autor, ya que la responsabilidad se está definiendo por
la calidad de ser miembro del grupo o por la zona de influencia del mismo, pero no por el
actuar concreto y específico de cada uno. Considero que estas modalidades se podrían definir
como derecho penal de autor con responsabilidad colectiva338.

Este aspecto se aclaró en el Acuerdo y en este sentido considero que para


el proceso de paz es un avance significativo en el tema de verdad en cuanto
que cada persona narrara los hechos que le consten, ya que no se trata de
cuantificar conductas punibles, sino de contar lo ocurrido.

1.3. Justicia para garantizar la no-repetición

El numeral 8 desarrolla la garantía de no repetición:

El fin del conflicto y la implementación de las reformas que surjan del Acuerdo Final,
constituyen la principal garantía de no repetición y la forma de asegurar que no surjan
338 Avance de tesis doctoral denominada Crímenes contra la humanidad y contexto de macrocriminalidad en la
Justicia Transicional. Ley de Justicia y paz, 2016.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

nuevas generaciones de víctimas. Las medidas que se adopten, tanto en el punto 5 como en
los demás puntos de la Agenda, deben apuntar a garantizar la no repetición de manera que
ningún colombiano vuelva a ser puesto en condición de víctima o en riesgo de serlo.

Garantías de no repetición. Las garantías de no repetición son el resultado,


por una parte, de la implementación coordinada de todas las anteriores
medidas y mecanismos, así como, en general, de todos los puntos del Acuerdo
Final; y, por la otra, de la implementación de medidas de no repetición que
se acuerden en el marco del Punto 3 – “Fin del Conflicto” 5.- Justicia para
juzgar y condenar.

En el numeral 2 se define El reconocimiento de responsabilidad: … Cualquier discusión


de este punto debe partir del reconocimiento de responsabilidad frente a las víctimas del conflicto.

El Sistema debe también garantizar a la vez la seguridad jurídica de quienes se


acojan a las medidas de justicia, como elemento esencial de la transición a la paz.

Para este fin se crea la Jurisdicción Especial para la Paz que estará constituida
por salas de justicia, entre las que se incluye una Sala de Amnistía e Indulto,
y un Tribunal para la Paz, para administrar justicia e investigar, esclarecer,
perseguir y sancionar las graves violaciones a los derechos humanos y las
graves infracciones al derecho internacional humanitario.

Concretamente para contribuir al objetivo de la no repetición y la


reconciliación, las actividades de la Comisión de la Verdad, en desarrollo
de su mandato, estarán orientadas a promover la convivencia entre los colombianos, en
especial en los territorios más afectados por el conflicto y la violencia. Para ello, la Comisión
velará porque los espacios o audiencias que establezca sirvan para fortalecer el respeto y la
tolerancia, la confianza ciudadana en el otro y en las normas que garantizan la vigencia y
el respeto de los derechos humanos. De esta forma la Comisión ayudará también a sentar
bases sólidas para la construcción de la paz.

1.4. Justicia para investigar, juzgar e imponer sanciones

Para desarrollar estas categorías de investigación, juzgamiento y sanciones, se


plantean en el Acuerdo339 varios aspectos que son relevantes para el sistema integrado:
360 339 Acuerdo borrador Conjunto 15.12.2015 numerales 13, 15, 25 y 26
El primero de ellos hace referencia a que todas las actuaciones en el 361
componente de justicia, respetarán los derechos fundamentales del debido
proceso, defensa, asistencia de abogado, presunción de inocencia y la
independencia e imparcialidad, tanto de los magistrados de las salas y secciones,
como de los integrantes de la Unidad de Investigación y Acusación. Se indica
que las decisiones serán motivadas y fundamentadas en pruebas confiables y
serán objeto de doble instancia.

La enunciación de estos derechos realmente no revisten ninguna novedad,


excepto por la exigencia de imparcialidad para la Unidad de Investigación y
Acusación en cuanto que si investiga y acusa, no podría cumplir ese rol siendo

Beatriz Cuervo Criales


imparcial, pues, su finalidad de acusación es contradictoria con el principio de
imparcialidad que per se, es inherente a los jueces.

Decimos que no reviste novedad, pues el art. 29 de la Carta Política de


Colombia, incorpora todos estos derechos fundamentales340. En este sentido,
el problema no radica en mencionar o no esos derechos nuevamente; sino
en los mecanismos que se deben establecer para garantizar su ejercicio real y
efectivo, porque tal como sucedió en la Ley de Justicia y Paz, que de la misma
manera “garantizó” los derechos de los postulados; lo cierto es que estos
fueron vulnerados y desconocidos; hasta el punto que hoy tenemos personas
que cumplieron la pena alternativa hace algún tiempo y aún están privados
de la libertad, en especial porque con el transcurrir del tiempo se expidieron
nuevas leyes que introdujeron en sus contenidos la vulneración de estas
garantías como, por ejemplo, la sustitución de la medida de aseguramiento
de detención preventiva por otra no privativa, con el requisito de haber
cumplido 8 años físicos de detención preventiva, escogiéndose el máximo
derecho penal, la máxima pena alternativa y la violación legal del derecho a
la libertad, contrario los estándares internacionales341. De la misma manera,
340 Constitución Política de Colombia.
Artículo 29. El debido proceso se aplicará a toda clase de actuaciones judiciales y administrativas. Nadie podrá
ser juzgado sino conforme a leyes preexistentes al acto que se le imputa, ante juez o tribunal competente y con
observancia de la plenitud de las formas propias de cada juicio. En materia penal, la ley permisiva o favorable,
aun cuando sea posterior, se aplicará de preferencia la restrictiva o desfavorable. Toda persona se presume
inocente mientras no se la haya declarado judicialmente culpable. Quien sea sindicado tiene derecho a la defensa
y a la asistencia de un abogado escogido por él, o de oficio, durante la investigación y el juzgamiento; a un
debido proceso público sin dilaciones injustificadas; a presentar pruebas y a controvertir las que se alleguen en
su contra; a impugnar la sentencia condenatoria, y a no ser juzgado dos veces por el mismo hecho. Es nula, de
pleno derecho, la prueba obtenida con violación del debido proceso.
341 Ley 16 de 1972 (Diciembre 30), por medio de la cual se aprueba la Convención Americana sobre Derechos
Humanos “Pacto de San José de Costa Rica”, firmado en San José, Costa Rica, el 22 de noviembre de 1969”.
Convención Americana de Derechos Humanos, Artículo 7. No 5. Toda persona detenida o retenida debe ser
llevada, sin demora, ante un juez u otro funcionario autorizado por la ley para ejercer funciones judiciales y tendrá derecho a
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

tanto la Corte Suprema de Justicia342, como la Corte Constitucional imponen


cada día nuevos requisitos para que no se logre la libertad343.

El segundo aspecto está mencionado en numeral 15º, e indica que el


componente de justicia del SIVJRNR es inescindible, esto es que no se puede cortar,
que es un todo y que se aplicará de manera simultánea e integral a todos los que
participaron directa e indirectamente en el conflicto armado. No obstante, el
mismo acuerdo prevé una situación especial para los miembros de la fuerza
pública.

Igualmente, se insiste en que las decisiones ofrecerán garantías de seguridad


jurídica a todos. Sobre este aspecto en particular, baste recordar la creación
por línea jurisprudencial de la legalidad flexible que tuvo su origen en los
procesos de Justicia y Paz, concretamente desde el auto de la Corte Suprema
de Justicia 33039 de 2010:

… Tal flexibilización a la legalidad, que implica una restricción a las


garantías del justiciable en pro de la lucha contra la criminalidad que
agravia a la humanidad, se explica en que con frecuencia se trata
de una manifestación delincuencial auspiciada –o sistemáticamente
cometida– por los Estados totalitarios, que por supuesto no estarían
interesados en legislar tipificando sus propios actos.

28.- El grado de contribución voluntaria de cada persona o


colectivo a la verdad estará en relación con el tratamiento a recibir
ser juzgada dentro de un plazo razonable o a ser puesta en libertad, sin perjuicio de que continúe el proceso. Su
libertad podrá estar condicionada a garantías que aseguren su comparecencia en el juicio.
Pacto de San José de Costa Rica.
342 Corte Suprema de Justicia. Auto Radicación n° 45977 (Aprobado Acta No. 225) … debe decirse que la impu-
tación en Justicia y Paz de una conducta que ya fue fallada por la justicia ordinaria desconoce el principio de
prohibición de doble juzgamiento, motivo por el cual la Jurisprudencia de la Sala ha expresado que el mismo
puede ser flexibilizado excepcionalmente frente a graves violaciones al derecho internacional humanitario o los
derechos humanos, y por consiguiente, que sería posible la imputación en Justicia y Paz de hechos cometidos
durante y con ocasión de la pertenencia de su autor al grupo armado al margen de la ley y sentenciados previa-
mente por las autoridades judiciales ordinarias, siempre y cuando se determine que esos fallos: i) constituyen
un mecanismo que desconoce los derechos de las víctimas, ii) estén encaminados a sustraer al procesado de su
responsabilidad, o bien, iii) configuren una vía de hecho que haga de ellas un trámite apenas formal.
343 Por ejemplo, la Corte Constitucional en la Sentencia C-015 de 2014, en el caso concreto de la sustitución de
la medida de aseguramiento, incurrió en una falacia argumentativa para impedir que los postulados que se
desmovilizaron y estaban privados de la libertad antes de ser postulados pudieran acceder a la sustitución de
la medida de aseguramiento al establecer que los 8 años de privación de la libertad debían contarse desde la
postulación y no desde la desmovilización tal como lo indicó la Ley 1592 de 2012 en su artículo 18 A cuando
indica que “El postulado que se haya desmovilizado estando en libertad podrá solicitar ante el magistrado con funciones de control
de garantías una audiencia de sustitución de la medida de aseguramiento de detención preventiva en establecimiento carcelario por
una medida de aseguramiento no privativa de la libertad, … , cuando el postulado haya cumplido con los siguientes requisitos:
1. Haber permanecido como mínimo ocho (8) años en un establecimiento de reclusión con posterioridad a su desmovilización, por
delitos cometidos durante y con ocasión de su pertenencia al grupo armado organizado al margen de la ley. Este término será contado
362 a partir de la reclusión en un establecimiento sujeto integralmente a las normas jurídicas sobre control penitenciario;
en el componente de justicia. En virtud de esta flexibilización, las 363
conductas realizadas por los Grupos armados organizados al margen
de la ley que son objeto de Justicia y Paz, han sido condenados
por hechos que no estaban establecidos como delitos al momento
de su comisión, aunque fue el Estado el que no las incorporó a la
legislación interna, si se están aplicando en el marco de la Ley de
Justicia y Paz.

Anticipamos desde esta misma óptica que si bien los crímenes de lesa
humanidad344, que han sido claramente definidos y determinados en el mismo
Estatuto de Roma, no están incorporados en nuestro ordenamiento jurídico

Beatriz Cuervo Criales


interno como tipos penales que puedan ser imputados, si serán objeto de
juzgamiento y condenas, sea por virtud de la pena alternativa de 8 años o por
la pena de hasta 20 años cuando no se acepten y serán objeto de juicio en el
marco de la Jurisdicción Especial para la Paz, a pesar de que se contemple
en el acuerdo o en cualquier ley. Por supuesto, tal como sucedió en la Ley de
Justicia y Paz, eso se ventilará ya en su ejecución.
344 Artículo 7 Crímenes de lesa humanidad 1. A los efectos del presente Estatuto, se entenderá por “crimen de
lesa humanidad” cualquiera de los actos siguientes cuando se cometa como parte de un ataque generalizado
o sistemático contra una población civil y con conocimiento de dicho ataque: a) Asesinato; b) Exterminio;
c) Esclavitud; d) Deportación o traslado forzoso de población; e) Encarcelación u otra privación grave de la
libertad física en violación de normas fundamentales de derecho internacional; f) Tortura; g) Violación, escla-
vitud sexual, prostitución forzada, embarazo forzado, esterilización forzada o cualquier otra forma de violencia
sexual de gravedad comparable; h) Persecución de un grupo o colectividad con identidad propia fundada en
motivos políticos, raciales, nacionales, étnicos, culturales, religiosos, de género definido en el párrafo 3, u otros
motivos universalmente reconocidos como inaceptables con arreglo al derecho internacional, en conexión
con cualquier acto mencionado en el presente párrafo o con cualquier crimen de la competencia de la Corte;
i) Desaparición forzada de personas; j) El crimen de apartheid; k) Otros actos inhumanos de carácter similar
que causen intencionalmente grandes sufrimientos o atenten gravemente contra la integridad física o la salud
mental o física. 2. A los efectos del párrafo 1: a) Por “ataque contra una población civil” se entenderá una línea
de conducta que implique la comisión múltiple de actos mencionados en el párrafo 1 contra una población civil,
de conformidad con la política de un Estado o de una organización de cometer ese ataque o para promover
esa política; b) El “exterminio” comprenderá la imposición intencional de condiciones de vida, entre otras, la
privación del acceso a alimentos o medicinas, entre otras, encaminadas a causar la destrucción de parte de una
población; c) Por “esclavitud” se entenderá el ejercicio de los atributos del derecho de propiedad sobre una
persona, o de algunos de ellos, incluido el ejercicio de esos atributos en el tráfico de personas, en particular mu-
jeres y niños; d) Por “deportación o traslado forzoso de población” se entenderá el desplazamiento forzoso de
las personas afectadas, por expulsión u otros actos coactivos, de la zona en que estén legítimamente presentes,
sin motivos autorizados por el derecho internacional; 5 e) Por “tortura” se entenderá causar intencionalmente
dolor o sufrimientos graves, ya sean físicos o mentales, a una persona que el acusado tenga bajo su custodia
o control; sin embargo, no se entenderá por tortura el dolor o los sufrimientos que se deriven únicamente de
sanciones lícitas o que sean consecuencia normal o fortuita de ellas; f) Por “embarazo forzado” se entenderá el
confinamiento ilícito de una mujer a la que se ha dejado embarazada por la fuerza, con la intención de modificar
la composición étnica de una población o de cometer otras violaciones graves del derecho internacional. En
modo alguno se entenderá que esta definición afecta a las normas de derecho interno relativas al embarazo; g)
Por “persecución” se entenderá la privación intencional y grave de derechos fundamentales en contravención
del derecho internacional en razón de la identidad del grupo o de la colectividad; h) Por “el crimen de apar-
theid” se entenderán los actos inhumanos de carácter similar a los mencionados en el párrafo 1 cometidos en el
contexto de un régimen institucionalizado de opresión y dominación sistemáticas de un grupo racial sobre uno
o más grupos raciales y con la intención de mantener ese régimen; i) Por “desaparición forzada de personas”
se entenderá la aprehensión, la detención o el secuestro de personas por un Estado o una organización política,
o con su autorización, apoyo o aquiescencia, seguido de la negativa a admitir tal privación de libertad o dar
información sobre la suerte o el paradero de esas personas, con la intención de dejarlas fuera del amparo de la
ley por un período prolongado. 3. A los efectos del presente Estatuto se entenderá que el término “género” se
refiere a los dos sexos, masculino y femenino, en el contexto de la sociedad. El término “género” no tendrá más
acepción que la que antecede. En: http://www.un.org/spanish/law/icc/statute/spanish/rome_statute(s).pdf
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

Pero es que el problema radica precisamente allí. Si no se definen con claridad


los detalles en la aplicación de esta jurisdicción, sucederá lo mismo que en la
Ley de Justicia y Paz. En la normativa de la Ley 975 de 2005, por ejemplo,
nada se dijo sobre el inicio de la pena alternativa. Se estableció una pena
alternativa de entre 5 y 8 años, pero no desde cuando se empezaba a contar
dicho tiempo. Siete años y medio después, se introdujo el artículo 19ª de
la Ley 1592 del 4 de diciembre de 2012 y el Decreto 3011 de 2013 en los
que se estableció la sustitución de la medida de aseguramiento de detención
preventiva, por una no privativa de la liberad, pero cuando se cumpliera el
equivalente al máximo de la pena alternativa; tiempo que se contaría en unos
casos desde la desmovilización y en otros desde la postulación, quedando
finalmente esta última como el inicio de dicho tiempo, como lo consideró
la Corte Constitucional345 supuestamente garantizando el derecho a la igualdad.

El tercer aspecto, hace referencia a los sujetos a los cuales va dirigida la


Jurisdicción Especial:

1) Los responsables en aquellos casos en los que se determine que no los


alcanza la amnistía o el indulto. En este caso concreto se entiende que solo
son responsables los integrantes de las FARC–EP que no queden exentos de
pena porque los delitos cometidos no son amnistiables ni indultables.

De acuerdo con el numeral 25.- Hay delitos que no son amnistiables ni


indultables y de conformidad con los numerales 40 y 41 del documento no
serán objeto de amnistía ni indulto ni de beneficios equivalentes los delitos
de lesa humanidad, el genocidio, los graves crímenes de guerra, la toma
de rehenes u otra privación grave de la libertad, la tortura, las ejecuciones
extrajudiciales, la desaparición forzada, el acceso carnal violento y otras
formas de violencia sexual, la sustracción de menores, el desplazamiento
forzado, además del reclutamiento de menores conforme a lo establecido
en el Estatuto de Roma; ni tampoco, los delitos comunes que carecen de
relación con la rebelión.

Sobre este punto la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), ejercerá


funciones judiciales de manera autónoma y preferente sobre los asuntos
de su competencia, en especial respecto a conductas consideradas graves
364 345 Corte Constitucional. Sentencia C 015 de 2014.
infracciones al derecho internacional humanitario o graves violaciones de 365
los derechos humanos. Entrará en vigor en los términos establecidos en
el Acuerdo Final. Se aplicará únicamente a conductas cometidas con
anterioridad a su entrada en vigor.
Si esto es así y los crímenes de lesa humanidad no están tipificados como
tales en el Código Penal colombiano, no podría haber juzgamientos en esta
jurisdicción por la comisión de estos crímenes.

Por otra parte, el alcance de este Sistema incluso considera que la protesta
pacífica, la defensa de los derechos humanos y el liderazgo de grupos de
la sociedad civil, no pueden ser por sí mismos tipificados penalmente, ni

Beatriz Cuervo Criales


penados. En caso de haber sido sancionados se otorgarán mecanismos
de tratamiento especial que puedan llegar incluso hasta la extinción de la
responsabilidad. La Sala de Amnistía e Indulto y la Sección de Revisión del
Tribunal para la Paz serán competentes para decidir si extingue, revisa o
anula las sanciones, investigaciones y sentencias impuestas en los anteriores
supuestos.

El interrogante que surge sobre este tópico en particular, es ¿qué sucederá


con aquellas personas que se encuentran privadas de la libertad, por ejemplo,
por la protesta pacífica, pero que no fue por cuenta del conflicto armado?

2) Los que participaron de manera directa o indirecta en el conflicto


armado. Los investigados o condenados por el delito de rebelión u otros
relacionados con el conflicto, aunque no pertenezcan a las organizaciones armadas
en rebelión. Llama la atención, en especial este punto, cuando se indica que
el acuerdo cobija además de los investigados o condenados por el delito
de rebelión, que por su naturaleza corresponde a los grupos insurgentes;
que también incluya a los que hayan sido investigados o condenados por el
delito de rebelión u otros delitos aunque no pertenezcan a una organización
armada en rebelión.

3) Los que realizaron conductas de financiación o colaboración con los


grupos paramilitares; es decir, los que ayudaron y apoyaron a los grupos de
autodefensas, como algunos integrantes de la clase política, de los gremios
económicos, de las fuerzas militares, entre otros.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

4) Los agentes del Estado que hubieren cometido delitos relacionados con el
conflicto armado y con ocasión de este, a quienes se les dará un tratamiento
equitativo, equilibrado, simultáneo y simétrico. En dicho tratamiento deberá tenerse en
cuenta la calidad de garante de derechos por parte del Estado, así como la presunción de
que el Estado ejerce de manera legítima el monopolio de las armas.

5) Los combatientes y no combatientes que hayan participado en el conflicto.


Recordemos que según el protocolo I346, los miembros de las fuerzas armadas
de una parte en conflicto son combatientes y como tales tienen derecho a
participar directamente en las hostilidades, esto es, realizar actos de guerra que
por su naturaleza van dirigidos contra las fuerzas armadas adversas. Significa
esto que los actos propios de la guerra y las consecuencias que se deriven de
su propia naturaleza no configuran crímenes.

Los crímenes se configuran cuando se desbordan estos actos propios de la


guerra cuando van dirigidos contra las personas y bienes protegidos por el
derecho internacional humanitario y también cuando se utilizan métodos
o formas de hacer la guerra que son prohibidos. Mientras esto no suceda,
los actos de guerra en sí, no se pueden catalogar como delitos; tal como ha
sucedido en los procesos de Justicia y Paz en los cuales todos los actos propios
de la guerra se han criminalizado y a los insurgentes, que se desmovilizaron
bajo esta ley, se les están imputando los actos propios de la guerra como
crímenes contra el derecho internacional humanitario.

El cuarto aspecto hace alusión a que el componente de justicia del SIVJRNR,


conforme a lo establecido en el Acuerdo Final, prevalecerá sobre las
actuaciones penales, disciplinarias o administrativas por conductas cometidas
con ocasión, por causa y en relación directa o indirecta con el conflicto
armado, al absorber la competencia exclusiva sobre dichas conductas.

Al respecto, las decisiones que se tomen dentro de este sistema integrado


de justicia prevalecen en todo sobre las diferentes jurisdicciones de la
justicia ordinaria, la cual queda relegada del Sistema y, en consecuencia,
346 Protocolo I de la Convención de Ginebra, Sección II - Estatuto de combatiente y de prisionero de guerra,
Artículo 43 - Fuerzas armadas.
1. Las Fuerzas Armadas de una Parte en conflicto se componen de todas las fuerzas, grupos y unidades armados
y organizados, colocados bajo un mando responsable de la conducta de sus subordinados ante esa Parte, aun
cuando esta esté representada por un gobierno o por una autoridad no reconocidos por una parte adversa. Tales
fuerzas armadas deberán estar sometidas a un régimen de disciplina interna que haga cumplir, inter alia, las
366 normas de derecho internacional aplicables en los conflictos armados.
se desconocería constitucionalmente toda la estructura orgánica de estas 367
instituciones. En la forma así concebida del Sistema, la Constitución actual
también quedaría relegada en cuanto que las instituciones que la integran
dejan de cumplir sus funciones y cesan sus actividades constitucionales, en
cuanto que la Fiscalía no puede realizar acusaciones; la Judicatura tampoco
tiene injerencia; la Procuraduría no tiene ninguna función que desarrollar en
la forma como está concebido el Sistema Integral y, en general, las entidades
del Estado que puedan entorpecer este proceso de paz.

Comparto plenamente el hecho de que estas instituciones no puedan


actuar en el Sistema Integrado de Justicia, máxime cuando han sido

Beatriz Cuervo Criales


estas la que han impedido el desarrollo satisfactorio de la Ley de
Justicia y Paz, en especial la Judicatura, al seguir concibiendo el tema
de la justicia como retribución y en ese sentido se han proferido las
decisiones judiciales y se han hecho interpretaciones restrictivas de
todo orden, con tal de que no se conceda la libertad, a pesar incluso,
de haberse cumplido la pena máxima alternativa. No de otra manera
podría lograrse una aproximación a los objetivos propuestos para la
Jurisdicción Especial para la Paz.

Lo que esto evidencia, no es otra cosa que la deslegitimación de las


instituciones que administran justicia en este país, porque no hay credibilidad
y porque quienes las integran, aún creen que si no es con la pena privativa
de la libertad como regla general; con un derecho penal máximo como el
que tiene Colombia; con la vulneración y desconocimiento de los derechos
y garantías sustanciales y procesales; y con las cárceles al tope, no se puede
pensar en la justicia.

Aunque considero que no hay otra opción diferente a crear toda una
estructura de administración de justicia para el logro de la paz, porque con la
que está actualmente establecida este fin no se podría hacer; considero que el
impacto que esto va a generar en la justicia ordinaria obligará necesariamente
a replantear no solo las instituciones mismas del Estado, sino en especial toda
la administración de justicia penal.

Si como dice el preámbulo de la Constitución Política el Estado tiene como


finalidad asegurar a sus integrantes la vida, la convivencia, el trabajo, la justicia, la
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

igualdad, el conocimiento, la libertad y la paz, y precisamente para ello ha creado


toda su estructura, no debería crear otra para lograr la paz, sino la que está
diseñada en la actualidad debería servir para su cumplimiento. Lo que indica
que tal como están planteadas estas instituciones del Estado no sirven para
el cumplimiento de sus fines, y es por esta razón que se crea este Sistema
Integral de Justicia.
Para la muestra, la jurisdicción de Justicia y Paz no pudo cumplir con sus
fines propuestos: la verdad, porque quedó condicionada; la justicia, porque no
se cumplió por parte del Estado la pena alternativa que ofreció, vulnerándose
los derechos y garantías que emanan del Estado social; la reparación porque han
sido muy pocas las víctimas que han sido reparadas; y la no repetición; porque
después de la desmovilización de las Autodefensas Unidas de Colombia,
surgieron otros grupos de paramilitares.

El quinto aspecto que considero fue un avance significativo, es el que


recupera que la responsabilidad penal solo se pueda endilgar con base en
el derecho penal de acto. No es una novedad del acuerdo, es el rescate del
principio de culpabilidad y el límite a la teoría del dominio de la voluntad que
se desbordó, más allá de lo dicho por su propio autor, en la Ley de Justicia y
Paz, al proferirse sentencias condenatorias sobre la base de la figura inexistente
en el ordenamiento jurídico llamada responsabilidad por línea de mando.

En el numeral 34347 se indica que el tratamiento de justicia para los integrantes


de las FARC-EP, para los agentes del Estado y para otros actores que hayan
participado en el conflicto, ya sea como combatientes o como no combatientes,
cuando hayan cometido delitos, puede ser diferente, pero equilibrado y equitativo.

En consecuencia, el numeral 44 respecto a los agentes del Estado, establece


un tratamiento especial, simultáneo, equilibrado y equitativo basado en el
derecho internacional humanitario y que en ningún caso la responsabilidad del
mando podrá fundarse exclusivamente en el rango, la jerarquía o el ámbito de jurisdicción.
La responsabilidad de los miembros de la fuerza pública por los actos de sus subordinados
deberá fundarse en el control efectivo de la respectiva conducta, en el conocimiento basado en
la información a su disposición antes, durante y después de la realización de la respectiva
conducta, así como en los medios a su alcance para prevenir, y de haber ocurrido, promover
las investigaciones procedentes.
368 347 Borrador. Ob. cit.
Respecto al mismo asunto, el numeral 59 plantea que 369

… la responsabilidad de los mandos de las FARC-EP por los actos de sus


subordinados deberá fundarse en el control efectivo de la respectiva conducta, en el
conocimiento basado en la información a su disposición antes, durante y después
de la realización de la respectiva conducta, así como en los medios a su alcance
para prevenirla, y de haber ocurrido adoptar las decisiones correspondientes. La
responsabilidad del mando no podrá fundarse exclusivamente en el rango o la
jerarquía.

Mi postura sobre el tema de investigación, juzgamiento y sanciones en el Sistema

Beatriz Cuervo Criales


Integral de Justicia en la forma como se ha planteado, es una aproximación
al juzgamiento de algunos crímenes de mayor gravedad, pero no de todos,
entre estos, los crímenes de lesa humanidad que no están tipificados como
tales y que si se van a garantizar los derechos como se ha dicho, no podrían
tipificarse para esta jurisdicción y menos aún con carácter retroactivo, como
ha sucedido con los crímenes contra el derecho internacional humanitario en
la Ley de Justicia y Paz, en la medida en que aunque no estaban tipificados
al momento de la realización de las conductas, se les ha imputado a los
postulados y se han proferido sentencias condenatorias.

1.5. Justicia para satisfacer a las víctimas

En toda actuación del componente de justicia del SIVJRNR, se tomarán en


cuenta como ejes centrales los derechos de las víctimas y la gravedad del
sufrimiento infligido por las graves infracciones al derecho internacional
humanitario y las graves violaciones a los derechos humanos ocurridas
durante el conflicto. Tales violaciones causan daños graves y de largo plazo
a los proyectos de vida de las víctimas. Deberá repararse el daño causado y
restaurarse cuando sea posible.

Aunque objetivo primordial del Acuerdo es la satisfacción a las víctimas, de manera


concreta los numerales 1, 3, 4, 6, 7 y 9 hacen referencia expresa a sus derechos:

Numeral 1. El reconocimiento de las víctimas: Es necesario reconocer a todas


las víctimas del conflicto, no solo en su condición de víctimas, sino también y
principalmente, en su condición de ciudadanos con derechos.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

Numeral 3. Satisfacción de los derechos de las víctimas: Los derechos de las


víctimas del conflicto no son negociables; se trata de ponernos de acuerdo acerca de
cómo deberán ser satisfechos de la mejor manera en el marco del fin del conflicto.
Numeral 4. La participación de las víctimas: La discusión sobre la satisfacción
de los derechos de las víctimas de graves violaciones de derechos humanos e
infracciones al Derecho Internacional Humanitario con ocasión del conflicto,
requiere necesariamente de la participación de las víctimas, por diferentes medios
y en diferentes momentos.
Numeral 6. Hacer referencia a la justicia para cumplir la mayor
función restaurativa y reparadora de daño. La reparación de las víctimas:
Las víctimas tienen derecho a ser resarcidas por los daños que sufrieron a causa
del conflicto. Restablecer los derechos de las víctimas y transformar sus condiciones
de vida en el marco del fin del conflicto es parte fundamental de la construcción
de la paz estable y duradera.
Numeral 7. Las garantías de protección y seguridad: Proteger la vida y la
integridad personal de las víctimas es el primer paso para la satisfacción de sus
demás derechos.
Numeral 9. Principio de reconciliación: Uno de los objetivos de la satisfacción de
los derechos de las víctimas es la reconciliación de toda la ciudadanía colombiana
para transitar caminos de civilidad y convivencia.

Las medidas de reparación integral para la construcción de la paz buscan


asegurar la reparación integral de las víctimas, incluyendo los derechos a
la restitución, la indemnización, la rehabilitación, la satisfacción y la no
repetición; y la reparación colectiva de los territorios, las poblaciones y los
colectivos más afectados por el conflicto y más vulnerables, en el marco de
la implementación de los demás acuerdos. Con este fin, se fortalecerán los
mecanismos existentes, se adoptarán nuevas medidas, y se promoverá el
compromiso de todos con la reparación del daño causado.

En el numeral 60 se indica que las sanciones tendrán como finalidad


esencial satisfacer los derechos de las víctimas y consolidar la paz. Las
sanciones tendrán un mínimo de duración de cumplimiento de las funciones
reparadoras y restauradoras de la sanción de cinco años y un máximo de
ocho años y comprenderán restricciones efectivas de libertades y derechos,
tales como la libertad de residencia y movimiento, que sean necesarias para
370 su ejecución.
¿Si las sanciones que se impongan son para satisfacción de las víctima, para 371
que proceso se paz?
El sentimiento de la justicia en el que “el reo merece la pena porque habría podido
actuar de otro modo”, es una forma de juzgar y razonar humanas, afirma
Nietzche348. Durante el más largo tiempo de la historia humana se impusieron
penas… por cólera de un perjuicio sufrido, la cual se desfoga sobre el causante. Pero esa
cólera, dice el autor, es modificada por la idea de que todo perjuicio tiene en alguna
parte su equivalente y puede ser realmente compensado aunque sea con un dolor del causante
del perjuicio.

Las penas históricamente, y como lo afirma acertadamente Nietzche, han sido

Beatriz Cuervo Criales


impuestas como una restitución y compensación, una especie de sentimiento
de bienestar del hombre a quien le es lícito descargar su poder. Por medio
de la pena infligida al deudor el acreedor participa de un derecho de señores,
aunque el poder punitivo haya pasado a la autoridad, el verlo despreciado y
maltratado hace que la compensación se convierta en un derecho a la crueldad.

La construcción de una paz estable y duradera, como se pretende, no puede


limitarse a la satisfacción de las víctimas, debe hacer que se respete su dignidad
y sus derechos y debe velar porque sean reparadas integralmente, porque la
paz es para toda la sociedad, incluyendo las víctimas.

Si de satisfacer a las víctimas se trata, no puede pensarse en una paz estable y


duradera, ya que estás no quedarán satisfechas, porque no se pueden satisfacer
aunque existiera la misma ley del talión o incluso, en el caso más extremo,
imponiéndoles a todos los infractores la pena de muerte. Precisamente, esta
ha sido la esencia de la justicia retributiva que se ha aplicado en Colombia y
que no ha permitido la evolución de la Ley de Justicia y Paz.

1.6. Justicia para construir una paz estable y duradera

En el numeral 10 se hace referencia al enfoque de derechos:

Todos los acuerdos a los que lleguemos sobre los puntos de la Agenda y en
particular sobre el punto 5 “Víctimas”… deben contribuir a la protección y la
garantía del goce efectivo de los derechos de todos y todas. Los derechos humanos son
348 Nietzsche, Friedrich. La genealogía de la moral. Alianza Editorial, 1994, pp. 72 a 76.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

inherentes a todos los seres humanos por igual, lo que significa que les pertenecen
por el hecho de serlo, y en consecuencia su reconocimiento no es una concesión,
son universales, indivisibles e interdependientes y deben ser considerados en forma
global y de manera justa y equitativa. En consecuencia, el Estado tiene el deber
de promover y proteger todos los derechos y las libertades fundamentales, y todos
los ciudadanos el deber de no violar los derechos humanos de sus conciudadanos.
Atendiendo los principios de universalidad, igualdad y progresividad y para
efectos de resarcimiento, se tendrán en cuenta las vulneraciones que en razón del
conflicto hubieran tenido los derechos económicos, sociales y culturales.

La Declaración de Principios, consignada en el Acuerdo General del 26


de agosto de 2012, ha servido de brújula de las conversaciones para asegurar que la
satisfacción integral de sus derechos a la verdad, la justicia, la reparación y la no repetición,
esté en el centro del acuerdo: razón por la cual se busca crear el Sistema de Verdad,
Justicia, Reparación y No Repetición que incluye la Jurisdicción Especial para
la Paz y el compromiso sobre derechos humanos.

La integralidad del Sistema contribuye a sentar las bases para la recuperación


de la confianza, para la convivencia en un escenario de construcción de paz,
y para una verdadera reconciliación entre todos y todas los colombianos y las
colombianas.

Lo mencionado en estos puntos del Acuerdo es reiterativo en cuanto al respeto


por los derechos humanos, la garantía que debe existir por parte del Estado,
la búsqueda de los fines del Estado contenidos en la Carta Política, el bloque
de constitucionalidad, los tratados internacionales suscritos y ratificados por
Colombia.

Todos estos principios han estado contemplados desde la Constitución de


1991 y aun así, no se ha logrado la protección y la garantía del goce efectivo de los
derechos de todos y todas. Por el contrario, ha sido un período en el que la guerra
se acentúo mucho más, en que se consolidaron los grupos de autodefensas,
en el que el sistema penal se maximizó en todos sus aspectos, en el que la
violación de derechos ha sido una de las costantes.

La idea que se trasmite del Acuerdo es que va a resolver todos los problemas
372 sociales, que son los que generan las desigualdades sociales. Esto no es cierto,
porque la paz estable y duradera no se logra con un sistema de justicia, sino 373
con reformas estructurales que reduzcan estas desigualdades y que permita,
por lo menos, el mínimo vital para las personas y un mínimo de condiciones
dignas de vida.

Una cosa es un proceso para parar la guerra y satisfacer a las víctimas de la


guerra en sus derechos a la verdad, justicia, reparación y no repetición y otra
cosa muy diferente es un proceso para lograr una paz estable y duradera para
todos. Si se logra lo primero es un avance significativo para lo segundo. Pero la
paz estable y duradera no requiere de una justicia transicional de juzgamiento,
así sea poquito, sino de reformas de fondo a nivel social y económico que

Beatriz Cuervo Criales


permitan una convivencia pacífica, no entendida como no guerra, sino como
garantía de la dignidad humana para todos.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

2. Justicia, justicia transicional y fórmula


de la justicia

¿Se podría afirmar que hay un cambio de la justicia retributiva a la justicia


transicional y de esta a la fórmula de la justicia del Sistema Integrado de
Justicia?

El artículo 4 del Código Penal colombiano establece dentro de las funciones


de la pena la retribución justa. Esta función retributiva se ha incorporado
como el fundamento de la pena e incluso como su concepto mismo349. Maurach
desarrolla esta idea cuando afirma que “Existe unanimidad en que la justificación
de la pena reside en su necesidad. Una sociedad que quisiera renunciar al poder punitivo
renunciaría a su propia existencia” 350.

Mir Puig plantea que según su concepto, la pena es un mal que se impone por
causa de la comisión de un delito: conceptualmente la pena es un castigo y
admitir esto no significa que su función sea la retribución.

Kant y Hegel proclaman la función retributiva de la pena en cuanto su finalidad


esencial se agota en el castigo. El primero como un imperativo categórico, es decir,
una exigencia incondicionada de la justicia libre de toda función utilitarista
porque el castigo del individuo es un fin en sí mismo; y el segundo, el carácter
retributivo está dado por restablecer la voluntad general que se ha alterado
por la voluntad especial del delincuente mediante el método dialéctico; esto
es, que la voluntad general es la afirmación, la voluntad especial es la negación
349 Mir Puig, Santiago. Introducción a las bases del derecho penal. Concepto y método. IBdeF, 2003, p. 51.
374 350 Ibíd.
y la pena es la negación de la negación, en donde la pena se concibe como 375
reacción que mira el pasado (delito) no fines posteriores. El propio Roxin
reconoce que las teorías absolutas asignan a la pena la función de realización
de justicia.

Cambiar este chip sobre la función de la pena como forma de retribución ha


sido la principal causa de la implementación de la Justicia Transicional en la
Ley 975 de 2005. No fue posible pensar en un concepto de justicia distinto
en esta jurisdicción, máxime si se trataba de graves crímenes, porque el solo
hecho de pensar en estos, no permitió a los jueces de Justicia y Paz abordar
los temas de la pena alternativa ni de los derechos y garantías procesales

Beatriz Cuervo Criales


y sustanciales, de manera racional y acorde con los nuevos estándares que
comportaba la justicia transicional.

Según el Centro Internacional para la Justicia Transicional:

“Es el conjunto de medidas judiciales y políticas que diversos países han utilizado
como reparación por las violaciones masivas de derechos humanos. Entre ellas
figuran las acciones penales, las comisiones de la verdad, los programas de
reparación y diversas reformas institucionales. La justicia transicional no es
un tipo especial de justicia sino una forma de abordarla en épocas de transición
desde una situación de conflicto o de represión por parte del Estado. Al tratar
de conseguir la rendición de cuentas y la reparación de las víctimas, la justicia
transicional proporciona a las víctimas el reconocimiento de sus derechos,
fomentando la confianza ciudadana y fortaleciendo el Estado de derecho” 351.
“La justicia transicional puede ser definida como la concepción de
justicia asociada con períodos de cambio político352, caracterizados
por respuestas legales que tienen el objetivo de enfrentar los crímenes
cometidos por regímenes represores anteriores”353.

Elster afirma que “está compuesta de los procesos penales, de depuración y


de reparación que tienen lugar después de la transición de un régimen político
a otro” y agrega, en lo que él mismo llama “la ley de la justicia transicional”,
351 En: http://ictj.org/es/que-es-la-justicia-transicional
352 Véase O’Donnell, Guillermo y Schmitter, Philippe C. Transitions From Authoritarian Rule: Tentative Conclusions
About Uncertain Democracies 6 (1998) (en el cual definen la transición como el intervalo entre un régimen político
y otro).
353 Véase Kritz, Neil J. (ed.). Transitional Justice: How Emerging Democracies Reckon With Former Regimes, 1997. (Contiene
una recopilación útil).
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

que “la intensidad de la demanda de retribución disminuye con el intervalo de


tiempo entre las atrocidades y la transición, y entre la transición y los procesos
judiciales”354.

Walzer, emplea la fórmula latina jus post bellum [el derecho, o la justicia, tras
la guerra] para aludir a la misma cuestión, a la cual considera tributaria de la
doctrina de la guerra justa. ¿Qué debe hacer una sociedad frente al legado de
graves atentados contra la dignidad humana, cuando sale de una guerra civil o
de un régimen tiránico? ¿Debe castigar a los responsables? ¿Debe olvidar esos
atropellos para favorecer la reconciliación? Las respuestas a estas preguntas
dependen de diversos factores que se combinan de distintas maneras en cada
caso histórico355.

Desde su finalidad, podemos decir que la justicia de transición “…abarca


toda la variedad de procesos y mecanismos asociados con los intentos de una
sociedad por resolver los problemas derivados de un pasado de abusos a gran
escala, a fin de que los responsables rindan cuentas de sus actos, servir a la
justicia y lograr la reconciliación”356.

La virtud política que se predica de las sociedades, relaciones o decisiones bien


ordenadas o proporcionadas; y como servicio público de solución de conflictos
y asignación de recursos escasos o disputados mediante la interpretación
razonada y razonable de ley por los jueces y el tribunal del Estado357.

Los ámbitos de aplicación de la justicia transicional a partir de las condiciones


en las que se requiere de estos mecanismos judiciales especiales se resumen
en tres: Justicia transicional como conjunto de mecanismos judiciales y
extrajudiciales encaminados a la reparación de las víctimas. Justicia transicional
como respuesta legal frente a períodos de cambio de régimen político. Justicia
transicional en normalización y expansión, de tiempos de guerra a tiempos
de transición358.

354 Elster, Jon. Closing the books: Transitional justice in historical perspective, Cambridge, Cambridge University Press,
2004, pp. 1 y 77 [Trad. española de Ezequiel Zaidenwerg: Rendición de cuentas: la justicia transicional en perspectiva
histórica, Buenos Aires, Katz Editores, 2006, pp. 15 y 97].
355 Walzer, Michael. Reflexiones sobre la guerra, Barcelona, Ediciones Paidós, 2004, pp. 18, 169, 170.
356 SGNU. “El Estado de derecho y la justicia de transición en las sociedades que sufren o han sufrido conflictos”.
Informe del Secretario General al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, 3 de agosto de 2004, in. doc
S/2004/616, p. 6.
357 Valencia Villa, H. Diccionario derechos humanos, Madrid, Espasa, 2003.
358 ILSA. Los derechos de las víctimas en procesos de paz o de transición a la democracia, 2006. En: http://www.ilsa.org.co/
376 spip.php?rubrique46
La JTr en la forma como se estableció en la Ley 95 de 2005 trató de configurarla 377
como un mecanismo de reparación de las víctimas y como un proceso de
transición en tiempos de guerra. Esto no se logró por una sencilla razón:
porque si bien los principios de verdad, justicia, reparación y no repetición se
incorporaron a la ley, lo cierto es que su finalidad última era la obtención de
información, colaboración y delación para luchar contra la guerrilla.

En relación con el tercer aspecto referido a un cambio político, pues es evidente


que esa no era la naturaleza de la Ley de Justicia y Paz, como tampoco lo es
del Sistema Integral que se está planteando. El hecho de que los miembros
de las FARC no queden inhabilitados para participar en política, no significa

Beatriz Cuervo Criales


que se presente un cambio de régimen político. Esto es solo una medida muy
insignificante para que pueda hablarse de un verdadero cambio político.

En relación con la conceptualización de la Justicia Transicional a partir de


que sus antecedentes históricos sean los Tribunales ad hoc desde Nuremberg,
considero que está equivocado este punto de partida, ya que estos si bien
configuran antecedentes de la Jurisdicción Penal Internacional, que es
de carácter eminentemente retributivo de no impunidad, no definen los
antecedentes de la justicia transicional, como una forma de transición de un
estadio de guerra a un estadio de paz que busca verdad, justicia, reparación,
no repetición que inicialmente se pretendió en la Ley de Justicia y Paz y que
finalmente se busca implementar en la Jurisdicción Especial para la Paz, como
parte del Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición.

Llama la atención, cuando se hace el estudio del Sistema Integrado de Justicia,


contenido del Borrador conjunto acuerdo sobre las víctimas del conflicto 1450190262, que no
se mencione en todo el texto el concepto de justicia transicional. Se plantea el Sistema
Integrado de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición, pero no se menciona el
concepto mismo de Justicia Transicional. Podría pensarse que al hablarse de Jtr se
hace alusión a la Ley 975 de 2005 que, definitivamente, no se ajustó a los parámetros
de la Jtr y en este sentido no se busca que tenga los mismos fines.

Sin embargo, es claro que los principios de verdad, justicia, reparación y no


repetición derivan de este modelo de justicia. Pero no necesariamente de la
JTr derivan los mecanismos de juzgamiento y sancionatorios. Estos están
acompasados con los fines de retribución de la justicia ordinaria y los fines de
retribución de la justicia penal internacional.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

3. ¿Antinomia o paradoja?

Para dar respuesta a este interrogante referido a la fórmula de la justicia,


planteada en el Sistema Integrado de Verdad, Justicia, Reparación y No
Repetición, nos encontramos con muchos conceptos entre los cuales, algunos
son contradictorios entre sí y, entre otros, hay diferencias aparentes, pero que
no son incompatibles.

En lo que hace referencia a buscar la verdad plena en los términos planteados en


el Acuerdo podría configurar compatibilidad con los principios de reparación
y no repetición en la medida en que si bien la verdad no está determinada por
la reparación, por virtud de esta si se pueden establecer medidas de reparación.

La verdad, la reparación y la no repetición son categorías independientes, es


decir, que se pueden considerar autónomamente, en la medida en que no es
necesario que haya verdad para que se dé la reparación como, por ejemplo,
en el sistema penal acusatorio; tampoco la verdad es garantía de no repetición
o de reparación. Sin embargo, la coherencia entre estos tres principios es
armónica y no son excluyentes, aunque paradójicamente se ha plateado la
idea de que son inescindibles en el ámbito de la justicia transicional y en el
Sistema Integral que se propone.

No sucede lo mismo con el principio de la verdad plena como componente


fundamental de la fórmula de la justicia, en relación con el juzgamiento y las
sanciones penales. En este caso concreto se configura una antinomia, esto
es, una contradicción entre dos principios racionales y es aquí donde damos
respuesta a nuestro interrogante inicial: ¿Seguirá estando condicionada la verdad a
378 la pena alternativa y a la valoración subjetiva de los funcionarios judiciales en la jurisdicción
especial para la paz?, para concluir que la verdad plena no puede desarrollarse 379
en cuanto esté condicionada a una pena, cualquiera que esta sea.

Pero si simplemente se busca una aproximación a la verdad, necesariamente,


quien considere que no ha cometido un hecho, no puede ser juzgado por
esta razón, así la pena sea menor a 20 años. Lo que se puede permitir un
acercamiento a esta verdad, es la investigación sobre los hechos, y en el caso
de que quien no acepta su responsabilidad pero que como producto de las
investigaciones se indica otra cosa, puede ser juzgado siempre y cuando la
pena alternativa sea la misma, esto es, que no supere los 8 años.

Beatriz Cuervo Criales


Para ilustrar esta afirmación consideró que la Ley de Justicia y Paz ha
demostrado que el condicionamiento de la verdad a una pena, cualquiera que
esta sea, impide que se logre la veracidad que permita realmente construir
una memoria histórica. La afectación de esta verdad por una pena alternativa
ha hecho que se acepten muchos hechos y responsabilidades en virtud de
la pena alternativa, máxime cuando el condicionamiento se presenta con el
chantaje de que si no se satisface esa verdad, se continuara el juzgamiento en
la justicia ordinaria.

Pero miremos el escenario tradicional. En la justicia ordinaria hasta antes


de entrar en vigencia el Sistema Penal Acusatorio, la legislación procesal
propia del sistema inquisitivo buscaba la verdad, la cual tampoco se obtenía
independientemente de las penas.

Respecto de esta antinomia entre el principio de verdad y los componentes de


juzgamiento, de sanción y no impunidad, podría plantearse una contradicción
dialéctica en la que solo sería posible una aproximación, en el caso en que
en el Sistema de Justicia no se planteara la opción en la cual quien no acepte
su responsabilidad será juzgado y podrá ser condenando a una pena que no
supere los 20 años.

Lo que sucede en este caso es que si una persona considera que no


participó en determinado hecho, y por esto es sometido a un juicio,
quiere decir que no es creíble su versión; en cambio, si acepta los hechos
y manifiesta haber participado en ellos, así no sea cierto, en ese caso sí se
acepta como verdad.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

En relación con el tema de impunidad, tenemos que cualquier verdad estará


condicionada si uno de los objetivos del sistema es el juzgamiento y la sanción.
En este caso considero que existe una contradicción irreconciliable entre la
verdad plena y la no impunidad, porque en este contexto siempre habrá de
imponerse una pena y, aun así, según los criterios de impunidad estos hacen
referencia, como lo hemos visto, a una pena ejemplar, es decir, que en un
escenario de pena alternativa a pesar de que en el borrador del Acuerdo se
diga que no se trata de intercambio de impunidades, dentro de este contexto si la
habrá.

Para que se configure la no repetición, ni siquiera es necesaria la imposición


de penas. Recordemos, por ejemplo, la amnistía en la cual se desmoviliza el
M-19. No hubo necesidad de pena y no hubo repetición por parte de los
integrantes de estos grupos.

380
381

Conclusiones

Beatriz Cuervo Criales


1) La Ley de Justicia y Paz a pesar de incorporar el concepto de justicia
transicional, no tuvo la capacidad de implementarla porque, finalmente,
terminó haciendo parte de la política de delación, traición y arrepentimiento
que permeó la garantía de los derechos.

El Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición,


SIVJRNR, a pesar de que incorpora algunas categorías, no hace
mención en el contenido del texto del Acuerdo al concepto de la justicia
transicional, aunque se aproxima un poco más en su contenido, en
cuanto busca lograr un proceso de cambio de un estadio de guerra a un
estadio de paz, desde el ámbito del derecho penal.

2) Los componentes de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición,


frente a las categorías de juzgamiento, sanción y no impunidad,
presentan antinomias entre algunos de sus componentes, como entre
el de verdad plena y el de la pena como condicionante de la verdad; y a
la vez, configuran una paradoja en cuanto se pretende mostrar que sin
sanción no se puede lograr la paz porque, aparentemente, son contrarios
a la lógica jurídica. Con base en lo cual afirmamos que mientras siga
estando condicionada la verdad a la pena alternativa y a la valoración
subjetiva de los funcionarios judiciales, tal como sucedió en la Ley de
Justicia y Paz, no se podrá pensar ni siquiera en una aproximación a la
paz.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

3) La paz estable y duradera que se plantea con la fórmula de la justicia


de la Jurisdicción Especial para la Paz, podrá lograr el cese del conflicto
armado como forma de guerra, pero no la paz estable y duradera por
la que se aboga. La razón, porque la paz no se logra determinando
en un proceso penal, cualquiera que este sea, la responsabilidad de
quienes infringieron las normas del derecho internacional humanitario;
sino mediante reformas de fondo de carácter social y económico que
se aproximen al logro de los fines del Estado y de la sociedad en su
conjunto: la dignidad y la convivencia pacífica para todos.

4) La falta de credibilidad en las instituciones, la inseguridad jurídica,


el desconocimiento de los derechos fundamentales, las interpretaciones
restrictivas de derechos por parte de los jueces, en especial en los
procesos de justicia y paz, la implementación tácita de un derecho penal
del enemigo, el hacinamiento carcelario, la promoción de una política
de delación, traición y colaboración, así como la expedición de normas
dirigidas hacia un derecho penal máximo y la privación de la libertad
como regla general, son algunas de las causas de la deslegitimación del
Estado social y democrático de derecho de Colombia. Si esto no fuera
así, no sería necesaria la creación de una Jurisdicción Especial
para la Paz.

5) La paz que preceptúan el preámbulo y el art. 2 de la Constitución,


que es para todos y para la cual se crearon las instituciones del Estado,
al parecer, es distinta de la paz contenida en el Acuerdo, esto es, solo
como un mecanismo inmediato para parar la guerra. No obstante, es
necesario implementar esta Jurisdicción Especial para la Paz para no
continuar en la guerra, pero no para lograr la paz en cuanto que las
instituciones del Estado que fueron creadas para buscar la convivencia
pacífica, el orden justo y garantizar la dignidad humana no han cumplido
con estos fines y se encuentran deslegitimadas, sino para parar la muerte
de tantos colombianos en la guerra, como una aproximación al logro de
la convivencia pacífica contenida en la Constitución.

382
CAPÍTULO IV
¿AMNISTÍA E INDULTO O IMPUNIDAD?
385

¿Amnistía e indulto o impunidad?

Wenceslao Sárate Ramírez


Wenceslao Sárate Ramírez*

INTRODUCCIÓN

Las naciones en procesos de paz se encuentran con la dicotomía entre la


justicia o la paz y especialmente en estos; tiempos en que la Corte Penal
Internacional es un permanente observador de las actuaciones de los Estados
en pro de la no impunidad; factor que puede convertirse en una dificultad
para realizar procesos de paz con grupos ilegales a los que se les ofrezcan
beneficios jurídicos, amnistías, indultos y demás prebendas para que
depongan las armas.

La realidad es que las guerrillas colombianas están lejos de ser derrotadas


militarmente y mientras esa correlación de fuerzas no cambie, lo más
probable es que los combatientes de las guerrillas no dejen las armas para
ser juzgados y encarcelados. La paz por vía militar podrá demorar más de lo
que presupuesta el gobierno; mientras tanto las víctimas seguirán sumando.
No se puede comparar la negociación que hicieron los paramilitares, con la
posible desmovilización de los grupos guerrilleros colombianos, pues está
demostrado que la intención del proceso no era desmovilizarse, sino legalizar
bienes y mantener las estructuras con otros nombres. Por otro lado, no se
pueden desconocer de tajo los derechos de las víctimas a conocer lo que
sucedió, a sentir que se ha impartido justicia y a que sus daños sean reparados.

* Abogado especializado en derecho probatorio, actualmente defensor público en la Unidad de Justicia y Paz de
la DefensorÍa del Pueblo. Contacto: sarate48@hotmail.com
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

Lo anterior, pone a competir dos derechos esenciales y fundamentales: el


derecho a la paz y el derecho a la justicia.

En este contexto, es importante tener en cuenta que una postura exégeta, de


querer hacer una sociedad basada en los principios internacionales, se puede
quedar corta cuando se enfrenta a la realidad de construir un proceso de paz
entre combatientes que han cometido toda clase de delitos.

Existen en Colombia otras tendencias para futuros procesos de paz, donde es


necesario “conceder las amnistías más amplias posibles”; lo que ha generado
una desbandada de opiniones a favor y en contra. Esta clase de argumentos,
como los del fiscal, se acercan más a la necesidad de paz, en donde deben
flexibilizarse las penas; incluso desde una figura como la amnistía o el indulto
para quienes han cometido actos de barbarie y delitos de lesa humanidad.
Esta postura está en línea con el bien común y supremo de la paz.

Algunos pensarán que las amnistías y los indultos están proscritos desde la
creación de la Corte Penal Internacional, pero como lo afirmó el fiscal, lo que
prohíbe el derecho internacional son las “auto amnistías o las amnistías que
no tengan en cuenta la construcción de la verdad o la reparación”. Es más,
en el contexto de los mecanismos de justicia transicional, como lo establecen
los protocolos de Ginebra, al final de un conflicto se pueden conceder las
“amnistías más amplias posibles”.

Otra de las preguntas que se generan con la dicotomía expuesta es si en el marco


de unas negociaciones con las guerrillas, en las cuales se planteen amnistías para
delitos graves, deberían también ser cobijados por estas amnistías los miembros
del ejército y autores intelectuales de las violencias institucionales que desde el
establecimiento y las élites del poder se han beneficiado de la guerra.

La respuesta obliga a la necesidad de tener un tratamiento diferenciado que


dependa del grado de beneficio de los delitos cometidos. Por ello, si se hace
una amnistía general, debe estar acompañada de comisiones de verdad en
donde se cuente al país la verdadera historia del conflicto o de lo contrario
la amnistía se convertiría en un instrumento de impunidad. La concesión de
estas “amnistías condicionadas” sería potestad del Presidente de la República
solo en el momento de finalizar un proceso de paz con los grupos alzados en
armas y con tratamiento diferenciado para cada una de las partes, pero donde
el fin sea la verdad y la paz359.
386 359 http:www.indepaz.org.co/wp-contentt/uploads/2012/05/Amnist%C3%Ada-para-la-paz.pdf
387

1. Amnistías e indultos

Wenceslao Sárate Ramírez


En octubre de 1953 se produjo una amnistía general a todos los miembros
de las guerrillas liberales de los llanos orientales (aproximadamente 7.000),
lideradas por Guadalupe Salcedo. Los llaneros se desarmaron a cambio de
una “amnistía nacional” ofrecida por el general Gustavo Rojas Pinilla. A
pesar de ello, muchos líderes de dicha guerrilla fueron asesinados, entre ellos
Guadalupe Salcedo.

En 1982, Belisario Betancur sancionó la Ley 35 “Por la cual se decreta una


amnistía y se dictan normas tendientes al restablecimiento y preservación de
la paz”. En donde se otorgaba la amnistía general a los autores, cómplices o
encubridores de hechos constitutivos de delitos políticos cometidos antes de
su vigencia. En 1984 se crea, con el acuerdo de la Uribe, la Unión Patriótica,
exterminada casi en su totalidad.

En 1985, el Gobierno expidió una ley de indulto con base en la facultad


que le confería el art. 119 de la Constitución de 1886 y que benefició a los
integrantes del M-19 condenados en las cárceles del país. La ley concedía
indulto a quienes habían sido condenados por “rebelión, sedición y asonada”
y delitos conexos, con excepción del secuestro, la extorsión o “el homicidio
fuera de combate”.

Entre 1990 y 1991 se dieron varios procesos de paz con grupos guerrilleros:
el M-19, el EPL, el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT)
y el Movimiento Armado “Quintín Lame” (MAQL). Dichos procesos
de paz tuvieron como marco jurídico la Ley 77 de 1989 y el Decreto 213
que establecieron las condiciones para el indulto y la cesación de procesos
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

de los integrantes de los grupos guerrilleros, solo para delitos políticos y


conexos, pero quedaron por fuera los atroces, como los homicidios fuera de
combate o el terrorismo, así ellos tuviesen intencionalidad política. Luego
de la desmovilización de estos grupos muchos de sus integrantes fueron
asesinados, entre otros el candidato a la presidencia Carlos Pizarro.

Estos son algunos de los ejemplos que han demostrado que en Colombia para
hacer la paz es necesario hablar de amnistías e indultos; pero el problema que
afrontamos es que el concepto de amnistía e indulto, según la Constitución del
91, está fuertemente ligado al delito político, es decir, a los actos de rebelión,
sedición, asonada y conexos, por eso es necesario abrir el concepto a los otros
delitos cometidos en el estado de violencia que vive Colombia.

Por lo anterior, es preciso pensar en que es el momento de no condicionar


las amnistías y los indultos a aquellos actos que vayan más allá que los delitos
políticos y conexos. Para ello sería necesario que la Constitución acepte la
posibilidad de las amnistías condicionadas, es decir, amnistías en las cuales
exista la extinción de la acción penal para quienes han sido parte del conflicto
y se han beneficiado, de alguna manera, del mismo; la condición para recibir
el beneficio sería que se pueda conocer la verdad, aportar a la reconstrucción
histórica de los hechos y a la reparación de las víctimas.

Pero, así mismo, se debe reconocer que la paz debe tener un componente de
verdad absoluta por parte de quienes han permanecido en las élites del poder
o, de lo contrario, la traición de quienes dejan las armas será una constante.
Aunque este tipo de propuestas relacionadas con las amnistías ampliadas
no es bien recibida por parte de organismos y estándares internacionales en
materia de derecho internacional de los derechos humanos y del derecho
internacional humanitario, es claro que en Colombia es imperativo un gran
debate nacional que permita que las víctimas, la sociedad civil, las élites, los
gobiernos, la comunidad internacional y el Estado participen ampliamente en
la elaboración de las propuestas conducentes a la superación de la violencia360.

360 http://www.indepaz.org.co/wp-content/uploads/2012/05/Amnist%C3%ADa-para-la-paz.pdf,
http://wp.presidencia.gov.co/Noticias/2015/Septiembre/Paginas/20150923_03-Comunicado-conjunto-
388 N-60-so-bre-el-Acuerdo-de-creacion-de-una-Jurisdiccion-Especial-para-la-Paz.aspx
389

2. Amnistía e indulto como componentes de

Wenceslao Sárate Ramírez


Justicia

El reciente Acuerdo sobre los derechos de las víctimas del conflicto social
y armado, prevé otorgar a los combatientes amnistías, indultos y otros
tratamientos especiales, al momento de hacer un pacto general y definitivo de
paz. Es mentira que el Estatuto de Roma y otros instrumentos internacionales
del derecho penal y el DIH hayan eliminado esas herramientas de paz, en
la actual Constitución política colombiana se prevé la existencia jurídica de
amnistías e indultos, en efecto el numeral 17 del art. 150 y el numeral 2º-
del art. 201, que se refieren a las funciones del poder legislativo y ejecutivo,
disponen que dichos órganos, por mayoría de los dos tercios de los votos
de los miembros de una y otra cámara y el gobierno, por graves motivos
de conveniencia pública, autorizarán amnistías o indultos generales por
delitos políticos, en caso de que los favorecidos fueren eximidos de la
responsabilidad civil respecto de particulares, el Estado quedará obligado a
las indemnizaciones a que hubiere lugar. La amnistía y el indulto han sido dos
herramientas jurídicas de uso corriente a lo largo de nuestra historia como
nación; se puede señalar que se han expedido 63 indultos y 25 amnistías, desde
1820 hasta el día de hoy, esas soluciones extremas autorizadas reiteradamente
en diferentes constituciones, han sido usadas para descriminalizar u olvidar
el delito y la pena, en el caso de la amnistía, y para despenalizar o anular la
pena, en el caso del indulto. En los términos del convenio, se establece que
el gobierno expedirá al término de las conversaciones una ley de amnistía e
indulto para los combatientes revolucionarios, los militares, los trabajadores,
los campesinos, los empresarios y, en general, todos los involucrardos en el
conflicto por acción u omisión. El componente de justicia del Sistema Integral
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición se aplicará a todos los que


participaron de manera directa o indirecta en el conflicto armado, también
se aplicará a los investigados o condenados por el delito de rebelión u otros
relacionados con el conflicto, aunque no pertenezcan a las organizaciones
armadas en rebelión. El componente de justicia del SIVJRNR, conforme a
lo establecido en el Acuerdo Final, prevalecerá sobre las actuaciones penales,
disciplinarias o administrativas por conductas cometidas con ocasión, por
causa y en relación directa o indirecta con el conflicto armado.

Para todos los eventos se aplicará el art. 6º del Protocolo II de los Convenios
de Ginebra, del cual Colombia es Estado Parte, el cual dispone: “A la cesación
de las hostilidades, las autoridades en el poder procurarán conceder la amnistía
más amplia posible a las personas que hayan tomado parte en el conflicto
armado o que se encuentren privadas de libertad, internadas o detenidas por
motivos relacionados con el conflicto armado”.

Se amnistiarán e indultarán los delitos políticos y conexos cometidos en el


desarrollo de la rebelión por las personas que formen parte de los grupos
rebeldes con los cuales se firme un acuerdo de paz, las normas de amnistía
e indulto, determinarán de manera clara y precisa los delitos amnistiables o
indultables y los criterios de conexidad. La pertenencia al grupo rebelde será
determinada, previa entrega de un listado por dicho grupo, conforme a lo que
se establezca entre las partes para su verificación. Entre los delitos políticos y
conexos se incluyen, por ejemplo, la rebelión, la sedición, la asonada, así como el
porte ilegal de armas, las muertes en combate. Los mismos criterios de amnistía
o indulto se aplicarán a personas investigadas o sancionadas por delitos de
rebelión o conexos, sin que estén obligadas a reconocerse como rebeldes.

La conexidad con el delito político comprenderá dos criterios, uno de tipo


incluyente y otro de tipo restrictivo. El primer criterio consistirá en incluir
como conexos aquellos delitos relacionados específicamente con el desarrollo
de la rebelión cometidos con ocasión del conflicto armado, como es, por
ejemplo, la aprehensión de combatientes efectuada en operaciones militares,
los delitos en los cuales el sujeto pasivo de la conducta es el Estado y su
régimen constitucional vigente y las conductas dirigidas a facilitar, apoyar,
financiar u ocultar el desarrollo de la rebelión, para lo cual deberán definirse
390 cada uno de los contenidos de las anteriores conductas.
El segundo criterio de tipo restrictivo, excluirá crímenes internacionales, de 391
conformidad con lo indicado en el derecho internacional y el Estatuto de Roma.
Respecto a la aplicación de los criterios de conexidad en todo lo que no haya
sido definido con exactitud en la ley de amnistía e indulto, se tendrá en cuenta
la doctrina adoptada al interpretar dicha Ley por la Sala de Amnistía e Indulto
y por la Sección de Revisión del Tribunal para la Paz. Las investigaciones en
curso y las sanciones disciplinarias y/o administrativas también se extinguirán
cuando hayan sido impuestas por conductas o actuaciones relacionadas con
el conflicto armado o la rebelión. En la aplicación de este tratamiento se
atenderá a las conductas que podrían ser amnistiables o indultables, según la

Wenceslao Sárate Ramírez


ley de amnistía. La concesión de amnistías e indultos no extingue el derecho
de las víctimas a recibir reparación, en concordancia con lo anterior, respecto
a los agentes del Estado, se establece un tratamiento especial, simultáneo,
equilibrado y equitativo basado en el derecho internacional humanitario.
Dicho tratamiento diferenciado valorará lo establecido en las reglas
operacionales de la fuerza pública en relación con el DIH. En ningún caso
la responsabilidad del mando podrá fundarse exclusivamente en el rango, la
jerarquía o el ámbito de jurisdicción. La responsabilidad de los miembros
de la fuerza pública por los actos de sus subordinados deberá fundarse en el
control efectivo de la respectiva conducta, en el conocimiento basado en la
información a su disposición antes, durante y después de la realización de la
respectiva conducta, así como en los medios a su alcance para prevenir y de
haber ocurrido promover las investigaciones procedentes361.

361 https://www.desdeabajo.info/colombia/item/27828-la-justicia-de-paz-la-amnistia-y-el-indulto.html
https://www.desdeabajo.info/colombia/item/27828-la-justicia-de-paz-la-amnistia-y-el-indulto.html
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

3. Organismos judiciales como


componentes de justicia
En el componente de justicia se aplicarán dos procedimientos judiciales:

a- Procedimiento en caso de reconocimiento de verdad y reconocimiento de


responsabilidad.

b-. Procedimiento en caso de ausencia de reconocimiento de verdad y de


responsabilidad.

Con el fin de satisfacer los derechos de las víctimas a la justicia, el componente


de justicia estará integrado por los siguientes organismos:

1o- Tribunal para la paz,

2o- Sala de reconocimiento de verdad, de responsabilidad y de determinación


de los hechos y conductas,

3o- Sala de amnistía e indulto,

4o- Sala de definición de situaciones jurídicas, para los casos diferentes a los
literales anteriores o en otros supuestos no previstos,

5o- Unidad de Investigación y Acusación, la cual debe satisfacer el derecho de


las víctimas a la justicia cuando no haya reconocimiento colectivo o individual
de responsabilidad362.

362 https://www.desdeabajo.info/colombia/item/27828-la-justicia-de-paz-la-amnistia-y-el-indulto.html
392 https://www.desdeabajo.info/colombia/item/27828-la-justicia-de-paz-la-amnistia-y-el-indulto.html
393

4. Amnistía e indulto o impunidad en

Wenceslao Sárate Ramírez


justicia transicional

Los derechos humanos de las víctimas, como lo afirma la Corte Constitucional


en reiteradas ocasiones, “gozan de una concepción amplia, no restringida
exclusivamente a una reparación económica, sino que incluye garantías como
los derechos a la verdad, a la justicia y a la reparación integral de los daños
sufridos. Esta protección está fundada en los derechos que ellas tienen a ser
tratadas con dignidad, a participar en las decisiones que las afecten y a obtener
la tutela judicial efectiva del goce real de sus derechos”. Esta concepción de
la Corte está alineada con las Naciones Unidas que también ha reflexionado
sobre la pregunta de cómo hacer para que sociedades que estén viviendo en
conflicto armado puedan transitar a la paz sin generar impunidad y violaciones
a los derechos de las víctimas. Justicia transicional, la respuesta que dio el
profesor Louis Joinet a ese interrogante y sobre la cual la sociedad moderna
ha sustentado su tesis contra la impunidad en procesos de paz, es lo que
se ha denominado la justicia transicional. Según el Centro Internacional de
Justicia Transicional, ICTJ, “La justicia transicional es el conjunto de medidas
judiciales y políticas que diversos países han utilizado como reparación por
las violaciones masivas de derechos. Sentencia C-651/11. Relator especial
de naciones Unidas, autor de los Principios internacionales de verdad y justicia,
“Principios de Joinet” humanos. Entre ellas figuran las acciones penales, las
comisiones de la verdad, los programas de reparación y diversas reformas
institucionales”. Cabe anotar que todas estas medidas judiciales y no judiciales
van dirigidas a las violaciones graves de derechos humanos y crímenes
internacionales como crímenes de lesa humanidad, genocidio, tortura,
crímenes de guerra, ejecuciones extrajudiciales y desapariciones forzadas.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

Como el propósito de estas medidas son el restablecimiento de la paz y la


garantía de los derechos de las víctimas incluyen también la formación de
comisiones de la verdad y las garantías de la memoria.

En Colombia la apuesta de la guerrilla es negociar el desarme sin tener que


purgar una pena privativa de la libertad por la cual están juzgados. De lo
contrario, la paz por vía militar podría demorar varios años más y mientras
tanto las víctimas civiles seguirán sumando. Esa es la dicotomía en la que nos
encontramos y que algunos pueden denominar chantaje a la justicia. Otros
podrían verlo como una oportunidad para esclarecer múltiples delitos que se
han cometido en 50 años tanto por la guerrilla como por el Estado.

Los principales detractores del proceso de paz afirman que habrá impunidad
frente a los graves delitos por no hacer cumplir las penas que merecen los
principales victimarios. Pero precisamente de eso se trata la justicia transicional:
brindar beneficios jurídicos a criminales bajo la condición de que se conozca
la verdad de los hechos, se repare a las víctimas y se brinden las garantías
de no repetición. De cumplirse con estos preceptos no habría impunidad,
pues no podemos pensar que la única forma de castigo es la cárcel o, de lo
contrario, estaríamos condenados a vivir en medio del conflicto.

En este contexto, es importante tener en cuenta que una postura radical con
espíritu penitenciario de querer hacer una sociedad basada en la cárcel como
única forma de justicia, se puede quedar corta cuando se enfrenta a la realidad
de construir un proceso de paz. Existen en Colombia otras tendencias como
la expuesta por el fiscal general de la nación, Eduardo Montealegre, quien ha
insistido permanentemente que para el proceso de paz es necesario “conceder
las amnistías más amplias posibles”. Esta clase de argumentos, se acercan más
a la necesidad de paz, en donde deben flexibilizarse las penas; incluso desde
una figura como la amnistía o el indulto para quienes han cometido actos
de barbarie y delitos de lesa humanidad. Esta postura está en línea con el
bien común y supremo de la paz. Algunos pensarán que las amnistías y los
indultos están proscritos desde la creación de la Corte Penal Internacional,
pero como lo afirmó el fiscal, lo que prohíbe el DIH son las “auto amnistías
o las amnistías que no tengan en cuenta la reconstrucción de la verdad o la
reparación”. Es más, en el contexto de los mecanismos de justicia transicional,
394 como lo establecen los protocolos de Ginebra, al final de un conflicto se
pueden conceder las “amnistías más amplias posibles”. Frente al punto de 395
las amnistías para delitos de lesa humanidad, las opiniones se diferencian
enormemente; y se pueden identificar en dos grandes tendencias. La primera
postura es la de algunas organizaciones que luchan contra la impunidad,
que se oponen fuertemente a una amnistía de cualquier tipo, pues para ellos
la amnistía es sinónimo de impunidad soportando este argumento en las
experiencias del cono sur, Yugoslavia y Sudáfrica. La Corte Interamericana de
Derechos Humanos tiende a declarar como ilegítimas las amnistías para casos
de violaciones especialmente graves de los derechos humanos, y la Corte con
la aprobación de gran parte de la ciencia jurídica, sobre todo latinoamericana,

Wenceslao Sárate Ramírez


dicen que jurídicamente se debe tener en cuenta que la calificación de los
deberes de penalizar como obligaciones de jus cogens u obligaciones erga omnes
puede provocar una prohibición absoluta en la amnistía. La segunda postura,
probablemente es la más adecuada frente al problema de la amnistía para
delitos de lesa humanidad.

Esta teoría se basa en que la amnistía debe ser excepcionalmente admisible


como sustituto a la pena. Pero para que determinado caso se pueda aplicar,
como una excepción, debe tener una razón legítima, es decir, una “causa
justa”. En nuestro caso, ¿qué causa más justa que la paz? Esta tesis, por
ejemplo, está en línea con la solución practicada en los últimos años por
diferentes países de crear comisiones de verdad, pues solo en situaciones en
las que la paz interior de un país está en juego es necesario que la cárcel no
sea la talanquera por lo que se deben amnistiar tales delitos por ambas partes
previamente estudiados, valorados y publicados por una comisión de verdad.
De esta forma, la amnistía no es sinónimo de impunidad, siempre y cuando
esté soportada en una reparación integral. La dificultad que puede presentar
la Corte Penal Internacional ante una posible impunidad por amnistías aclarar
el mismo Estatuto de Roma en su art. 16, pues abre la posibilidad de que al
cometerse delitos graves y serios de lesa humanidad y de guerra, el Consejo
de Seguridad “de conformidad con una resolución aprobada con arreglo a lo
dispuesto en el Capítulo séptimo” procedería si es para mantener y restaurar
la paz.

El art. 6º del Protocolo II adicional a los Convenios de Ginebra establece el


deber de las autoridades de procurar las “amnistías más amplias posibles”.
El profesor Samuel Tilahun afirma que el art. 30 del Estatuto de Roma dice:
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

“Salvo disposición en contrario, una persona será penalmente responsable y


podrá ser penada por un crimen de la competencia de la Corte…”. Aclara
Tilahun que la expresión “salvo disposición en contrario”, abre la puerta
para otorgar amnistías. Con lo anterior, queda claro que cualquiera que sea
la decisión que se tome frente a una posible amnistía para delitos de lesa
humanidad, tendría argumentos jurídicos a favor y en contra; que la amnistía
no siempre significa impunidad, pues esto depende de qué tanta verdad,
reparación y garantías de no repetición se le brinde a la sociedad. Entonces
lo que realmente importa es la decisión política de otorgar la amnistía lo más
amplia posible y obtener la legitimación por parte de la sociedad para no dejar
escapar la oportunidad de conseguir la paz363.

363 http://www.semana.com/nacion/articulo/fiscal-contempla-indultos-condicionados- incluso-para-graves-


violaciones-ddhh/257721-3 5, http://www.un.org/spanish/law/icc/statute/spanish/rome_statute(s).pdf
8 Artículo: Are amnesties compatible with the Statute of the International Criminal Court? – feb 2008,
http://www.academia.edu/1200492/Are_Amnesties_Compatible_with_the_Statute_of_the_International_
Criminal_Court, http://www.indepaz.org.co/wp-content/uploads/2014/07/Es-posible-amnist%C3%A-
396 Da-sin-impunidad-2.pdf.
397

5. Delitos políticos como base de amnistías

Wenceslao Sárate Ramírez


e indultos

El Acto Legislativo 1 del 2012, por el cual se establecen instrumentos jurídicos


de justicia transicional en el marco del artículo 22 de la Constitución, agrega el
art. 67 transitorio, en el sentido de que una ley estatutaria regulará los delitos
considerados conexos al delito político para efectos de la posibilidad de
participar en política, excluyendo los delitos de lesa humanidad y genocidio
“cometidos de manera sistemática”. Nada dice de los delitos de guerra ni del
crimen de agresión.

La Constitución establece en varias de sus disposiciones que en el evento de


delitos políticos: se puedan inaplicar las penas a través de la amnistía y del
indulto; además, no se aplica la extradición de nacionales colombianos; y, por
último, no hay lugar a inhabilidades de congresistas, magistrados y diputados,
por su comisión y sanción con pérdida de la libertad. No obstante lo anterior,
la Constitución no define estos delitos, como tampoco lo hace la ley.
Se suelen considerar delitos políticos aquellos del Código Penal bajo el título
de delitos contra el régimen constitucional y legal en el cual se agrupan los
tipos de rebelión, sedición y asonada, como lo reconoce la Sentencia C-986
del 2010, así como la posibilidad de que el legislador confiera el carácter
de conexos a otros tipos penales siempre que cumpla con las condiciones
de razonabilidad y proporcionalidad. En la Sentencia C-928 del 2005, se
consideró el delito político como aquella infracción que busca el cambio
de las instituciones o del sistema de gobierno, caracterizado por su espíritu
altruista, que en armonía con el Estatuto de Roma excluiría de esta categoría
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

o conexos los delitos de genocidio, de lesa humanidad, crímenes de guerra y


el crimen de agresión.
La Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas,
aprobada por la Ley 707 del 2001, en su art. 5º, señala que el delito de
desaparición forzada no será considerado político para efectos de extradición.
De otra parte, la Ley 733 del 2002, art. 13, dispone que los delitos de
terrorismo, secuestro y extorsión no son objeto de amnistías e indultos, ni
podrán ser considerados como delitos conexos con el delito político, dada su
condición de atroces.
El delito de sedición para quienes conformen grupos de guerrilleros o de
autodefensa, previsto en la llamada Ley de Justicia y Paz, fue declarado
inexequible por vicios de procedimiento, en la Sentencia C-370 del 2006,
sin que la Corte entrara en el debate acerca de si el delito político se extendía
a los grupos paramilitares.
Así las cosas, en principio, se tendría que los delitos políticos son los de
rebelión, sedición y asonada, caracterizados por altruismo o ideal de justicia.
En relación con estos, el legislador puede establecer qué tipos penales son
conexos siempre que respete los criterios de razonabilidad y proporcionalidad,
sin olvidar que la jurisprudencia constitucional ha excluido de tal conexidad
los delitos de genocidio, de lesa humanidad, de guerra, el crimen de agresión
y el terrorismo, ni que, mediante tratado internacional, hay una lista de delitos
considerados no políticos para efectos de extradición y asistencia jurídica
mutua. Por último, la Ley 733 dispone que el terrorismo, el secuestro y la
extorsión no pueden considerarse políticos ni conexos.
La ley estatutaria que desarrollaría el art. transitorio 67 de la Constitución
sería revisada previamente por la Corte Constitucional, se tendría que tener en
cuenta los convenios internacionales, el Estatuto de Roma y los antecedentes
jurisprudenciales; por lo tanto, no sería coherente ni consecuente, si
permitiera que los crímenes más graves de transcendencia internacional se
consideraran como conexos del delito político, con el argumento de que no
fueron cometidos de manera sistemática364.

364 Sentencia c- 928 de 2005 y Sentencia c- 986 de 2010 (Dr. Juan Manuel Charry Urueña. Abogado Constitu-
398 cionalista –Dic. 15 de 2014)
399

6. Marco jurídico para la paz y el delito

Wenceslao Sárate Ramírez


político
Está autorizado de modo condicional por el art. 3º del Acto Legislativo No-1 de
2012 o marco jurídico para la paz, del cual se desprenden dos elementos claves:

1. Por una parte se faculta al Congreso para que, mediante ley estatutaria,
regule cuáles serán los delitos considerados conexos con el delito político
para efectos de la posibilidad de participar en política;

2. Pero, por otro lado, la norma excluye algunas conductas del ámbito del
delito político: “no podrán ser considerados conexos al delito político
los delitos que adquieran la connotación de crímenes de lesa humanidad
y genocidios cometidos de manera sistemática y, en consecuencia,
no podrán participar en política ni ser elegidos quienes hayan sido
condenados y seleccionados por esos delitos”.

La selección la establece el mismo Acto Legislativo al indicar que sin


perjuicio del deber del Estado de investigar y sancionar las violaciones
graves de los derechos humanos y del DIH, el Congreso por iniciativa del
gobierno, “podrá mediante ley estatutaria determinar criterios de selección
que permitan centrar los esfuerzos en la investigación penal de los máximos
responsables de todos los delitos que adquieran la connotación de crímenes
de lesa humanidad, tales como genocidio, o crímenes de guerra cometidos de
manera sistemática”. La norma agrega que la ley estatutaria tendrá en cuenta
la gravedad y representatividad de los casos para determinar los criterios de
selección.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

Ahora bien, la Constitución alude al delito político en otros varios contextos,


así: el artículo 35 faculta al Gobierno para ordenar la extradición de los
colombianos por nacimiento por delitos cometidos en el exterior, considerados
como tales en la legislación penal colombiana, pero establece que no podrá ser
por delitos políticos. Por su parte la Corte Constitucional (Sentencia C 577 de
2014) especificó que calificar un delito como conexo con el delito político para
efectos de participación política no afecta la figura de la extradición. El art.
179, numeral 1, dispone que no podrán ser congresistas “quienes hayan sido
condenados en cualquier época por sentencia judicial, a pena privativa de la
libertad, excepto por delitos políticos o culposos”. “Conexo” es lo que está
vinculado, lo que guarda necesaria relación, lo que está ligado con otra cosa.
La doctrina, la ley y la jurisprudencia han elaborado el concepto de  delitos
conexos con los políticos, es decir, aquellos que, siendo comunes, están ligados
con los políticos, porque se cometen en concurrencia con ellos, para poder
perpetrar el delito político, para facilitarlo o para consolidarlo.

El gobierno de la seguridad democrática impulsó en el Congreso la reforma


a la antigua Ley 418 de 1997, que establecía como requisito para entablar
conversaciones con grupos armados ilegales que el presidente de la república
les reconociera carácter político. Nos pareció degradante e inconveniente que
el jefe de Estado, sin ninguna contraprestación por parte de los ilegales, les
concediera estatus político, pues era tanto como reconocer que en Colombia
existían dos tipos de organizaciones políticas: las que están sometidas a la ley y
las de aquellos que pueden matar y secuestrar para cumplir sus propósitos.

No obstante la gravedad de este delito, por atentar contra la esencia de la


democracia, consideramos pertinente mantener una legislación transitoria que
permita al ejecutivo y al Congreso conceder indultos o amnistías, solo para estos
delitos y de manera transitoria, de forma similar a las facultades transitorias
consignadas en la Ley 782 de 2002 y prórrogas posteriores. Y decimos de
manera transitoria, porque el horizonte es eliminar por completo el tratamiento
bondadoso que en la actualidad reciben quienes pretenden derrocar o suplantar
a las autoridades legítimas, someter por el terror a los ciudadanos, o matar a
los policías y soldados de la patria. Nuestra actitud comprensiva y abierta hacia
la reconciliación no puede convertirse, como sucede en la actualidad, en una
incitación al delito más grave que pueda cometer una persona en su condición
de ciudadano: el de atentar con las armas contra la esencia de la legalidad
democrática.365
400 365 Sentencia c- 577 de 2014 (Dr. José Gregorio Hernández Galindo Exmagistrado Corte Constitucional)
401

Conclusiones

Wenceslao Sárate Ramírez


Se crea una Jurisdicción Especial para la Paz, cuya misión, como dice
textualmente el acuerdo, es “satisfacer el derecho de las víctimas a la justicia,
obtener verdad para la sociedad colombiana, contribuir a la reparación de
las víctimas, contribuir a luchar contra la impunidad, otorgar seguridad
jurídica a quienes participaron de manera directa o indirecta en el conflicto
armado y contribuir al logro de una paz estable y duradera”. Que en punto
de justicia, se integrara un Tribunal para la Paz, compuesto por magistrados
colombianos y que podría tener una participación minoritaria de extranjeros,
tendrá salas de justicia, de amnistía e indulto, quienes investigarán, juzgarán
e impondrán las sanciones a los autores de los crímenes en general. El punto
de partida de la restricción de la libertad son mínimo 5 años y máximo 8,
pero con variaciones que dependerán de si la persona investigada admite su
responsabilidad de manera temprana o más tarde, repara las víctimas y se
compromete a no repetir sus actuaciones.

Las Farc pueden acceder a este sistema de justicia cuando dejen las armas. Esto,
según el acuerdo divulgado, “deberá comenzar a más tardar 60 días después de la
firma del acuerdo final de paz” .La Jurisdicción Especial para la Paz también tendrá
competencia sobre agentes del Estado y demás responsables directos o indirectos
del conflicto armado, como financiadores o colaboradores de los grupos armados
ilegales. Finalmente, por supuesto, para recibir el tratamiento especial penal, el
investigado deberá participar en las medidas de justicia transicional. En primer
lugar tendrán que acudir a la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, que
ya fue acordada, y en segundo lugar tendrá que reparar a las víctimas, conforme
se encuentren vinculados en las siguientes instancias.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

1. El Tribunal de Paz juzgará a los autores de delitos graves, junto con unas
salas de justicia, de amnistías e indultos, conformará la Jurisdicción Especial
para la Paz acordada por el Gobierno y las Farc, para que investigue, juzgue
y condene a los autores de delitos graves. Aquí entran los delitos de lesa
humanidad, el genocidio y crímenes de guerra graves. Esta jurisdicción deberá
concentrarse en los casos más graves y representativos del conflicto armado.

2. Amnistía para delitos políticos y conexos, tras el fin de hostilidades. Llegado


el momento habrá una ley de amnistía para los guerrilleros que solo pueden
ser acusados de rebelión y de delitos que se consideren conexos al alzamiento
en armas.

3. Restricción de libertad y trabajos para las comunidades, los dos


componentes de la sanción a máximos responsables. Siempre y cuando los
autores de los delitos graves investigados por la Jurisdicción Especial para
La Paz reconozcan su responsabilidad, tendrán una sanción que incluye
dos componentes: uno de restricción de libertad y otro de trabajos, obras y
actividades que contribuyan a la reparación de las víctimas. Un ejemplo de
esto es la participación de los guerrilleros juzgados en la construcción de
infraestructura para las comunidades.

4. El tribunal podrá actuar sobre máximos responsables de las Farc,


agentes del Estado y otros que hayan participado de manera indirecta en
el conflicto armado. Como es obvio, la Jurisdicción Especial para la Paz
actuará sobre los máximos responsables de crímenes graves dentro de las
Farc, pero también sobre los agentes del Estado involucrados en delitos
“cometidos en el contexto y en razón del conflicto, en especial respecto de
los casos más graves y representativos” incluso, tendrá competencia sobre
otros responsables de la guerra que ha vivido Colombia. Actuará, según
dice el acuerdo hecho público ayer, “respecto de todos los que de manera
directa o indirecta hayan participado en el conflicto armado interno”. En
este sentido, la competencia de la Jurisdicción Especial para la Paz alcanza
a quienes no han combatido, pero que han financiado grupos armados
ilegales, como los paramilitares.

5. Decir verdad, reparar y no repetir, son condiciones para trato especial, ni los
402 guerrilleros de las Farc, ni los otros responsables de delitos graves, incluidos
agentes estatales, no podrán acceder a la Jurisdicción Especial para la Paz, si no 403
se comprometen a contar la verdad sobre su participación directa o indirecta
en el conflicto armado. La dosificación será de 5 a 8 años de restricción de
la libertad, para quienes reconozcan su responsabilidad de manera temprana
por los delitos más graves. La restricción debe permitir el cumplimiento de
los trabajos de reparación como el desminado y la sustitución de cultivos.
Para quienes reconozcan su responsabilidad tardíamente, siempre que sea
antes de la sentencia, hasta 20 años en una cárcel ordinaria. Para quienes no
reconozcan su responsabilidad y sean declarados culpables por el Tribunal
para la Paz, estos casos serán definidos también por la Jurisdicción Especial

Wenceslao Sárate Ramírez


para la Paz, en todos los eventos las sanciones se graduarán de acuerdo con
el nivel de participación determinante del investigado366.

366 http://www.eltiempo.com/politica/proceso-de-paz/acuerdo-de-justicia-de-santos-y-farc-penas-8-anos-para-
autores-de-delitos-graves/16385339, http://www.eltiempo.com/politica/proceso-de-paz/acuerdo-de-justicia-
de-santos-y-farc-penas-8-anos-para-autores-de-delitos-graves/16385339.
TERCERA PARTE

COMPONENTE
JURISDICCIÓN ESPECIAL
PARA LA PAZ

CAPÍTULO I
¿ES POSIBLE LA CREACIÓN DE UNA
PAZ ESTABLE Y DURADERA A PARTIR
DE LA JUSTICIA TRANSICIONAL EN LA
FORMA COMO SE IMPLEMENTÓ Y SE
ESTÁ DESARROLLANDO EN LA LEY 975
DE 2005?
407

Darío Fernando Pabón Buitrago


¿Es posible la creación de una paz estable y
duradera a partir de la justicia transicional
en la forma como se implementó y se está
desarrollando en la ley 975 de 2005?

Darío Fernando Pabón Buitrago*

INTRODUCCIÓN

La violencia en Colombia es una constante que ha tomado distintos matices


con el paso del tiempo, ejemplo de esto son las épocas de la conquista, la
colonia e independencia que ante el problema de ausencia de reconocimiento
de derechos a campesinos e indígenas generó una situación de abuso por parte
de los grandes hacendados y terratenientes, pasando por el conflicto bipartidista
entre liberales y conservadores en la lucha por el poder político que estuvo
menguado por el Frente Nacional, la fundación de diferentes guerrillas como
resultado del campesinado inconforme con la política agraria, la fundación de
los carteles de la droga como fenómeno criminal, el exterminio de la Unión
Patriótica y creación de autodefensas como grupos que reaccionaron frente al
actuar delictivo de las guerrillas y la ausencia del Estado.

Actualmente, la situación que aqueja al país está comprendida entre lo que se


conoce como conflicto armado interno, que tiene origen en la década de los

*Abogado de la Universidad Santo Tomás de Aquino, especialista en Investigación Criminal y Juzgamiento en el Sistema
Penal Acusatorio, se ha desempeñado como abogado litigante y actualmente es defensor público de la Unidad de
Postulados a la Ley de Justicia y Paz. Contacto: ferpabon22@gmail.com
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

60’s y está marcado por la fundación de las guerrillas: M-19, FARC, ELN y
EPL. Como actores del conflicto, además de las guerrillas se encuentran los
grupos de autodefensas y agentes del Estado, entre ellos el ejército y la policía.

La primera experiencia con fines de paz se desarrolló entre el grupo guerrillero


M-19 y el presidente Virgilio Barco y concluyó con la desmovilización, entrega
de armas y la participación política de algunos de sus miembros en 1990. Un
reflejo del acuerdo al que se llegó con el grupo armado se estableció en la

Constitución Política de 1991, aceptando el pluralismo político, dejando a un


lado el bipartidismo tradicional que tanto daño había causado.

Bajo el manto de la nueva Constitución, Andrés Pastrana quien fue presidente


de la República entre 1998 y 2002 inició diálogos de paz con la guerrilla
de las FARC. Este proceso estuvo marcado por la zona de distensión del
Caguán, que comprendía en realidad una zona de cinco municipios entre
los departamentos de Meta y Caquetá: Mesetas, La Uribe, La Macarena,
Villahermosa y San Vicente del Caguán. Sin embargo, el diálogo se realizó
en medio del conflicto y el proceso no avanzó, la guerrilla se fortaleció y se
desintegró la mesa de diálogo dejando como consecuencia un proceso fallido
pero con buenas enseñanzas para un estudio posterior.

De otro lado, en el primer periodo de gobierno de Álvaro Uribe (2002-2006)


se quiso avanzar en diálogos tanto con la guerrilla de las FARC como con los
grupos de autodefensas, pero solo se realizó el proceso, en su mayoría, con
los últimos, para tal fin se creó un marco jurídico de justicia transicional en la
ley 975 de 2005, denominada ley de justicia y paz.

El segundo periodo presidencial de Álvaro Uribe (2006-2010) estuvo


marcado por dos situaciones disímiles: por un lado el desarrollo de la ley de
justicia y paz y el proceso de desmovilización de los miembros de los grupos
de autodefensas y, por otro, la ofensiva contra las guerrillas con el fin de
erradicarlas que no se logró.

La aplicación de la ley de justicia y paz ha sido problemática y ampliamente


criticada en varios aspectos entre los que cabe destacar uno de gran talante
408 que pone en riesgo la construcción de una paz estable y duradera: el manejo
de la pena por los operadores jurídicos a partir de la interpretación de la 409
norma. Este problema tiene dos puntos a saber: el primero en cuanto a la
pena alternativa realmente impuesta y el segundo en relación al momento en
el cual se debe contar esa pena.

Si bien la ley de justicia y paz estableció como pena alternativa la prisión entre
5 y 8 años, en la práctica los magistrados de las diferentes salas de justicia y
paz del país hacen uso del máximo de la pena, independientemente de las

Darío Fernando Pabón Buitrago


circunstancias del postulado, como por ejemplo su rango en la jerarquía del
grupo al margen de la ley o la cantidad de actos delictivos en los que participó.
Así, se ha impuesto la misma pena a comandantes y a patrulleros, sin ninguna
diferenciación, lo cual ha creado una serie de inconformidades.

Así mismo, mientras se desarrolló el proceso de justicia y paz hubo situaciones


no previstas y a partir de la interpretación por parte de los operadores
jurídicos la situación se fue tornando como un cambio en las reglas de juego,
que finalmente se establecieron mediante disposiciones tardías y de forma
negativa hacia los postulados. Por ejemplo, en lo que tiene que ver con el
momento en que se empieza a contar la pena. Una primera interpretación es
que la pena se contaría a partir de la desmovilización, un segundo momento
tendría que ver en el que solicitan su postulación para ser beneficiarios
de la ley de justicia y paz, caso en el cual se contabilizaba el tiempo que el
desmovilizado tenía privado de la libertad; la tercera interpretación es que la
pena se contaría a partir de la postulación formal del Ministerio del Interior,
caso en el cual no se contabilizaba para el total de la pena el término que
cumplía el desmovilizado que estando privado de la libertad, con anterioridad
la había solicitado. Esta última fue la tesis más aceptada y se dispuso por
medio de la ley 1592 de 2012.

Teniendo en cuenta las anteriores interpretaciones y a manera de ejemplo,


suponiendo que la pena alternativa es de 8 años para todos los postulados, que
se desmovilizaron, estos solicitan su postulación en el año 2006, el Ministerio
del Interior los postula en 2008, desde la primera interpretación la pena
alternativa se contaría desde el momento de la desmovilización, teniendo en
cuenta los dos años que llevan privados de la libertad sin que el Ministerio los
postule, no obstante haberla solicitado 2 años antes, así las cosas quedarían
en libertad en el año 2014; mientras que desde la segunda perspectiva no
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

se tienen en cuenta los dos años que cumplió con “medida de seguridad”,
si se me permite la expresión, sino que empezaría a contar la pena desde el
momento que el Ministerio los postuló, caso en el cual el cumplimiento de
la pena alternativa se cumpliría en el año 2016 pero la pena efectiva, es decir
real, no son 8 años sino 10.

De lo anterior surge una pregunta de cara al proceso de paz que actualmente se


construye en la Habana y sobre el cual existe un marco jurídico de juzgamiento
denominado jurisdicción especial para la paz (JEP) que hace parte del sistema
integral de verdad, justicia, reparación y no repetición: ¿Es posible la creación
de una paz estable y duradera a partir de la justicia transicional en la forma
como se implementó y se está desarrollando en la ley 975 de 2005?

De esta manera, partiendo del marco jurídico establecido para el nuevo


proceso de paz que se lleva a cabo con la guerrilla de las FARC, se quiere
analizar si existen bases sólidas para una futura reglamentación y si con su
desarrollo se puede crear finalmente una paz estable y duradera, teniendo
como referente la ley de justicia y paz y su posterior reglamentación.

Con el fin de dar respuesta a la pregunta planteada se desarrollarán tres objetivos


a saber: i) determinar el concepto de justicia transicional; ii) establecer qué se
entiende por paz efectiva y duradera y iii) analizar el contexto alrededor de la
Jurisdicción Especial para la Paz en comparación con el cual rodeaba la ley
de justicia y paz.

410
411

Darío Fernando Pabón Buitrago


1. Justicia transicional

Teniendo en cuenta que se quiere partir de lo básico, se hace necesario advertir


sobre aspectos como ¿Qué es la justicia transicional? ¿Cuándo se hace uso
de esta? ¿Qué la comprende? Dando respuesta a dichas preguntas no queda
difícil entrar en un estudio más estricto de la materia.

Se afirma que la justicia transicional “no es un tipo especial de justicia sino


una forma de abordarla en épocas de transición desde una situación de
conflicto o de represión por parte del Estado”367, de tal forma que parte de
una situación compleja de violación de derechos ciudadanos como sucede
tanto en conflictos armados como en situaciones de represión por parte del
Estado, por ejemplo a partir de los denominados estados de excepción o
derivados de una dictadura.

Otra definición de justicia transicional es “todo el conjunto de teorías


y prácticas derivadas de los procesos políticos por medio de los cuales
las sociedades tratan de ajustar cuentas con un pasado de atrocidad e
impunidad”368 De tal forma que, sumado a lo anterior, en esta definición se
adhiere el proceso político, algo que no es impuesto a la fuerza sino que es
consensado, consentido, dialogado.

Véase entonces entre los rasgos descriptivos de la justicia transicional que se


debe partir de una situación de violación de derechos que afecte a la sociedad
en general a la cual se le quiere dar solución, lo cual debe partir del diálogo, la
367 ICTJ. ¿Qué es la justicia transicional? [Online]. Citado 09 de Mayo de 2016. Disponible en: https://www.ictj.
org/es/que-es-la-justicia-transicional.
368 VALENCIA VILLA, Hernando. Introducción a la justicia transicional. [Online]. Citado 09 de Mayo de 2016.
Disponible en: http://escolapau.uab.es/img/programas/derecho/justicia/seminariojt/tex03.pdf, p. 1.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

búsqueda de consensos sobre cómo abordar el tema y zanjar las diferencias,


es decir, restablecer el orden, pasar a un estado de normalidad.

Cuando el profesor Valencia afirma que hacen parte el conjunto de teorías y


prácticas se puede afirmar que la puesta en práctica de la justicia transicional en
otras latitudes se pueden tener en cuenta para la su construcción y desarrollo ante
una nueva problemática en otro país o región. Sin embargo, no hay que olvidar las
particularidades que dieron origen a la situación de violación de derechos.

Ahora bien, son dos las características de la justicia transicional: es


excepcional y transitoria369. Se trata de medidas excepcionales en cuanto a que
no son aplicables de forma regular como el código civil u otra disposición
parecida que se aplica en situación de normalidad, pues teniendo en cuenta
su naturaleza, estas medidas surgen con el ánimo de pasar de un estado de
anormalidad a la normalidad. A su vez, contiene medidas transitorias, es decir
que las disposiciones que surjan para superar dicha situación excepcional,
solamente regirán para superar dicha situación; en este sentido, estas medidas
tienen un límite temporal.

Así mismo, como lo afirma el ICTJ, se cuentan como elementos de justicia


transicional los siguientes:

• Las acciones penales, sobre todo contra los criminales considerados de


mayor responsabilidad.
• Las reparaciones que los gobiernos utilizan para reconocer los daños
sufridos y tomar medidas para abordarlos. Esas iniciativas suelen tener
un componente material (como los pagos monetarios o los servicios
sanitarios), así como aspectos simbólicos (como las disculpas públicas o
los días del recuerdo).
• La reforma de instituciones públicas implicadas en los abusos – como son
las fuerzas armadas, la policía y los tribunales-, con el fin de desmantelar,
con los procedimientos adecuados, la maquinaria estructural de los
abusos y evitar tanto la repetición de violaciones de derechos humanos
graves como la impunidad.
369 ABUCHAIBE, Heidi. La corte interamericana de derechos humanos y la justicia transicional en Colombia.
En: Revista Zero. Facultad d Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales. Universidad Externado de
Colombia. Número 5. Pp. 24. Disponible en: http://portal.uexternado.edu.co/pdf/5_revistaZero/ZERO%20
412 26/HeidiAbuchaibe.pdf
• Las comisiones de verdad u otras formas de investigación y análisis 413
de pautas del abuso sistemáticos, que recomiendan cambios y ayudan
a comprender las causas subyacentes de las violaciones de derechos
humanos graves.370

Al hablarse de medidas excepcionales, las penas concebidas no pueden ser


las mismas o similares a las que están determinadas para los mismos delitos
en situación de normalidad, en este sentido se debe hacer un esfuerzo por

Darío Fernando Pabón Buitrago


establecer lo que se ha denominado la pena alternativa, es decir, que quienes
se sometan a la justicia transicional y cumplan los requisitos que disponga,
se hacen partícipes de esa pena alternativa que es una pena mínima, esto es,
un mínimo de justicia que sea percibido por las víctimas y la sociedad pero
que es a veces considerada como una tendencia a la impunidad, pues entre
las penas establecidas para los procesos de justicia transicional y la impunidad
existe una delgada línea.

En la medida de lo posible, mediante los procesos de justicia transicional se


busca la reparación de daños sufridos por los ciudadanos. La reparación es
actualmente considerada como un derecho fundamental de las víctimas con
lo cual estas se han convertido en eje central de los procesos de paz, por lo
menos en Colombia.

Otro derecho fundamental de las víctimas es el derecho a la verdad, a conocer


las razones de los hechos. Se ha considerado que la investigación de los hechos
en los procesos de justicia transicional se debe fundamentar en la verdad en
relación a los hechos, pues teniendo en cuenta que la finalidad de este tipo de
procesos es llegar a un estado de normalidad, no es posible llegar a este estado
sin conciliar los aspectos que dan origen y desarrollo de la situación excepcional.

De esta manera se observa con claridad que entre los elementos que componen
la justicia transicional existe una línea transversal en relación con la víctima,
tendiente al goce efectivo de sus derechos fundamentales a la verdad, justicia
y reparación, teniendo en cuenta la excepcionalidad de la situación.

370 ICTJ. ¿Qué es la justicia transicional? [Online]. Citado 09 de Mayo de 2016. Disponible en: https://www.ictj.
org/es/que-es-la-justicia-transicional.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

2. El concepto de paz

Como se dijo anteriormente la finalidad que se persigue a través de los


procesos de justicia transicional es llegar a un estado de normalidad; la paz, de
forma general, es ese estado, es decir normalidad de las instituciones públicas,
del goce y ejercicio de los derechos ciudadanos, todo esto opuesto a un estado
de violencia.

Es importante anotar que la paz puede ser definida de formas diferentes:


como ausencia de conflicto, como armonía social o como atenuación de la
guerra371; en este sentido la doctrina opta por la segunda como “un nuevo
concepto de paz que va más allá de la simple ausencia de violencia. La noción
de paz, tal como se concibe contemporáneamente es más amplia e incluye la
existencia de condiciones económicas, políticas y sociales necesarias para el
ejercicio efectivo de los derechos humanos”372.

Ahora bien, la paz en el ordenamiento colombiano está establecida como


derecho fundamental de tercera generación en la carta política373, es así que
en su artículo 22 se predica “La paz es un derecho y un deber de obligatorio
cumplimiento”374. En este sentido la paz tiene dos perspectivas, una de
derecho, es decir que los ciudadanos puedan gozar de esta , y de deber, que
supone que el actuar de las personas debe dirigirse siempre a ese fin.

371 CORTE CONSTITUCIONAL DE COLOMBIA. Sentencia C-771 de 2011. Magistrado Ponente: Nilson
Pinilla Pinilla. Referencia: expediente D-8475.
372 BELÉN OLMOS, María. El derecho a la paz a la luz del derecho internacional público contemporáneo. En:
Persona y derecho. 2008. N° 59. Pp. 77-96.
373 Al respecto se pronunció la Corte Constitucional en la sentencia T-008 de 1992, afirmando que la paz es
un derecho de tercera generación y “Se diferencian estos derechos de los de primera generación y segunda
generación en cuanto persiguen garantías para la humanidad considerada globalmente”.
414 374 ASAMBLEA NACIONAL CONSTITUYENTE. Constitución Política de Colombia, Artículo 22.
La Corte Constitucional se ha manifestado respecto del derecho a la paz de 415
la siguiente manera:

(…) cabe afirmar que la Paz constituye (i) uno de los propósitos fundamentales
del Derecho Internacional; (ii) un fin fundamental del Estado colombiano;
(iii) un derecho colectivo en cabeza de la humanidad, dentro de la tercera
generación de derechos; (iv) un derecho subjetivo de cada uno de los seres
humanos individualmente considerados; y (v) un deber jurídico de cada uno

Darío Fernando Pabón Buitrago


de los ciudadanos colombianos a quienes les corresponde propender a su
logro y mantenimiento.375

Como se observa, la paz si bien es algo que a la luz del entendimiento es fácil
de comprender, tiene varias acepciones que hacen de su fundamento algo más
complejo. Se ubica tanto en la esfera internacional como en la esfera nacional,
además de concretarse como un derecho ciudadano tanto particular como
colectivo, pero también como deber jurídico en cabeza de los ciudadanos y
el Estado.

La definición de la paz como derecho no es para nada confuso, pues implica


el goce efectivo de los demás derechos fundamentales, es decir que se puede
asimilar a una conducta pasiva. En relación de la paz como deber la Corte
Constitucional afirmó que:

Precisamente entre los derechos de las personas, la Constitución define en el


artículo 22 la paz como derecho fundamental de naturaleza colectiva, y como
un deber de obligatorio cumplimiento, el cual de conformidad con los artículos
2 y 189 superiores vinculan al Estado y particularmente al Gobierno Nacional,
en la adopción de políticas públicas encaminadas a la preservación del orden
público y el mantenimiento de la convivencia pacífica. Los particulares también
en virtud de lo dispuesto por el artículo 95, numeral 6, ídem, tiene el deber de
propender por el logro y el mantenimiento de la paz.376

De acuerdo a lo anterior se puede afirmar que el deber del Estado en la


consecución de la paz se materializa a partir de la creación de políticas públicas
375 CORTE CONSTITUCIONAL DE COLOMBIA. Sentencia C-771 de 2011. Magistrado Ponente: Nilson
Pinilla Pinilla. Referencia: expediente D-8475.
376 CORTE CONSTITUCIONAL DE COLOMBIA. Sentencia C-370 de 2006. M.P.: Manuel José Cepeda Espi-
nosa, Jaime Córdoba Triviño, Rodrigo Escobar Gil, Marco Gerardo Monroy Cabra, Álvaro Tafur Galvis y Clara
Inés Vargas Hernández. Referencia: expediente D-6032.
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

tendientes a garantizar que los ciudadanos gocen y ejerciten sus derechos. En este
sentido, cuando existe ausencia del Estado en municipios y veredas lo primero es
garantizar su presencia.

Así mismo, se debe entender que los ciudadanos no pueden ser solamente
sujetos pasivos de la paz, es decir que no se deben limitar en la espera de que
el Estado concrete la paz, el ciudadano por su parte debe ser parte activa en
la búsqueda y mantenimiento de la paz, pues a partir de las observaciones de
la Corte el ciudadano tiene ese deber.

Los procesos de paz apuntan a concretar los diferentes matices del concepto
de paz, siempre en mayor medida sobre la armonía social que implica el
máximo desarrollo de la paz. Esta búsqueda no es fácil, sobre todo cuando no
hay consenso desde los diferentes sectores sociales, políticos y económicos
con la finalidad hacer efectiva la paz no solo como derecho sino también
como deber.

416
417

Darío Fernando Pabón Buitrago


3. Hacia una paz estable y duradera

Para llegar a una paz, entendida como armonía social, que sea estable y
duradera, teniendo como punto de inicio la situación del conflicto armado
interno se debe partir en principio por el diálogo entre los actores del
conflicto. Está claro que en el proceso de paz que se está construyendo en la
Habana con la guerrilla de las FARC se generó y se ha mantenido a pesar de
las críticas esa voluntad de diálogo. Además, en el transcurso del proceso han
tratado de incluir en la dinámica de diálogo para estructurar los fundamentos
del proceso de paz a otras instituciones como el Ejército Nacional, otros
grupos como representantes de las víctimas, representantes indígenas, de
negritudes, etc.

El contexto que dio lugar a la ley de justicia y paz se fraguó desde un simple
acercamiento del gobierno de turno a los demás actores del conflicto con el
fin de ofrecerles las ideas de desmovilización y reinserción a la vida civil. Con
las AUC se iniciaron diálogos exploratorios hasta la firma del Acuerdo de
Santa Fe de Ralito desde el cual se comprometieron a iniciar la negociación,
estableciendo así que “el propósito de este proceso es el logro de la paz
nacional, a través del fortalecimiento de la gobernabilidad democrática y el
restablecimiento del monopolio de la fuerza en manos del Estado”377.

Consecuentemente con el acuerdo en comento, la idea de paz que surge desde


el gobierno Uribe se dirige hacia una dimensión de seguridad, característica
del programa de gobierno. Esto quiere decir que, según el gobierno de turno,
377 CENTRO DE MEMORIA HISTÓRICA. Proceso de paz con las Autodefensas Unidas de Colombia –
AUC. [Online] Citado 09 de Mayo de 2016. Disponible en: http://centromemoria.gov.co/wp-content/
uploads/2014/11/Proceso_de_paz_con_las_Autodefensas.pdf
“Justicia especial para la Paz”
Preguntas y respuestas

a la paz solamente puede llegarse por el camino de la seguridad y por tal razón
lo primero que se debe realizar es el restablecimiento del monopolio de la
fuerza y el fortalecimiento de la gobernabilidad.

El Centro de memoria histórica afirma también que:

Paralelo al proceso de desmovilización, el parlamento colombiano aprobó


la Ley de Justicia y Paz, la cual tiene por objeto facilitar los procesos de paz
y la reincorporación individual o colectiva a la vida civil de miembros de
grupos armados al margen de la ley, en este caso los grupos de autodefensa.
El componente novedoso de esta ley es la búsqueda de la garantía del derecho
a la verdad, justicia y la reparación de las víctimas de estos grupos378.

La desmovilización de los miembros de las AUC entonces fue paralela a


la expedición del marco jurídico para la paz establecido por la Ley 975 de
2005, lo que por su parte, desde los acuerdos de la Habana se deduce que la
desmovilización será efectiva de forma posterior a la firma del acuerdo final
de paz, el cual ya contiene un marco jurídico especial.

El punto de mayor similitud entre ambos procesos es lo que se consideró


como componente novedoso en la ley de justicia y paz, es decir, la búsqueda
de la garantía de derechos fundamentales de las víctimas, sin embargo, esta
característica es aún más marcada en el proceso de paz que se está llevando
a cabo en la Habana, pues no se habla solo de víctimas de las FARC, pues el
concepto como tal abarca a todas las víctimas del conflicto armado.

Ahora bien, la Ley 975 de 2005 de forma general tuvo un desarrollo posterior
a la desmovilización de los miembros de los grupos de autodefensas en temas
álgidos como por ejemplo la ley de tierras y reparación de víctimas en 2011,
seis años después de la expedición de la ley de justicia y paz; otro ejemplo de
esto es la ley 1592 de 2012 en relación al tema de la pena. De esta manera se
hace difícil la aceptación de las condiciones tanto por parte de los miembros
de las autodefensas desmovilizados, como por parte de las víctimas.

Un ejemplo de lo anterior lo trae Delgado Barón cuando afirma que:


Con más de seis años de aplicación de la ley de justicia y paz, las críticas por
418 378 Ibíd.
parte de las asociaciones de víctimas y organizaciones defensoras de derechos 419
humanos han sido una constante. Estas residen en la falta de mecanismos
más allá de las disposiciones de la ley para promover y garantizar los derechos
de las víctimas (…). 379

A esto se suma también la posición de la Comisión Colombiana de Juristas


al afirmar que:

Darío Fernando Pabón Buitrago


A pesar del gran esfuerzo hecho por la Corte, la ausencia en la ley de
mecanismos procesales concretos para hacer efectiva la participación de las
víctimas es evidente. La remisión a otras figuras no es suficiente, ni es la forma
adecuada, considerando la naturaleza especial del proceso consignado en la
Ley 975 y la trascendencia de los casos que se procesan. Los vac