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DOCE

HOMBRES

C O M U N E S Y C O R R IE N T E S

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DOCE Betania es un sello de Editorial Caribe, Inc.

HOMBRES © 2004 Editorial C arib e , In c.

U na d iv isió n de T h o m a s N e lso n , Inc.

COMUNES Y CORRIENTES N a sh ville , T N , E . U A

w w w .carib e b etan ia.co m

T itu lo en inglés: Tw elve O rd inary Men


JOHN MACARTHUR © 2002 por John M acA rthur

Pub licad o por W P u b lish in g G rou p

<5 X A m enos que se señale lo co n trario , to d a s las citas

b íb lica s son to m ad as de la V ersió n Reina-Valera 1960

C a r i b E - B E t a n ia © 1960 So ciedades B íb lica s


U b i I> i« í» ió n d e H u ir » » » N e l t o f t . I « ( .
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DEDICATORIA RECONOCIMIENTOS

A Irv Busenltz, p o r su leal a m ista d y dedicado servicio p o r m ás de tres décadas. E S T E L IB R O H A S ID O P U B L IC A D O G R A C IA S al apoyo fiel y al aliento de David

Irv es un auténtico m aestro y servidor desinteresado que fe lm e n te ha Invertido su M oberg, M ark Sw eeney, y el resto del perso nal de W Publlshlng Group. Por años

vida en las vidas de otros hombres que vienen a estudiar a l The M a ste r's hem os d isfru tad o de un estrecho y fiel c o m p a ñ e rism o lo que me hace estar

Sem lnary. Irv es el m odelo Ideal tanto del discípulo com o del adiestrador de agradecido al Seño r por el m in iste rio que estos querid os am igos han tenido en

discípulos, habiéndose dedicado a cu m plir 2 Tim oteo 2 .2 : « L o que has oído de tantas de m is obras p u b licad as.

m í ante m uchos testigos, esto encarga a hombres fe le s que sean Idóneos para
Estoy p articularm ente agradecido a M ary H o llin sg w o rth y a Kathryn M urray
enseñar ta m bién a otros».
d e lW G roup, q u ien es, bajo p la zo s m uy c o rto s, trab ajaro n fuertem ente para

m antener este libro dentro del pro ceso editorial y de c o m p o sic ió n . Su

am ab ilid ad , paciencia y d ilig encia han sid o ejem p lares, aun bajo c ircu n sta n c ia s

d ifícile s.

G racias tam b ién a G arry K n u ssm a n , quien hizo la lectura de pruebas en

diferentes etapas y ofreció m u ch a s sug eren cias v a lio sa s.

Mi gratitud especial es para Phil Jo h n so n , quien ha trabajado a m i lado co m o

m i editor p rin cip al por m ás de veinte añ o s. Phil aplicó su talento en el proceso

de traslad ar este m aterial desde tra n scrip c io n e s de m is serm o n es sobre Mateo

10 y Lucas 6, co nvirtiend o am bas series en una so la , aseg urán d o se, ad em ás, de

que el texto se m antuviera claro y atractivo.

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CONTENIDO INTRODUCCION

Reconocim ientos H A C E M ÁS D E V E IN T E A Ñ O S , m ien tras p redicaba del Evangelio de Mateo, di

una serie de estudio s sobre el carácter de lo s doce ap ó sto les. Los m en sajes
Introducción
fueron extrao rd inariam ente bien re cib id o s. P ro d u jim o s de esa serie un casete
1. H o m b re s c o m u n e s v c o rrie n te s, un llam ad o poco com ún
con guía de estu d io , titu lad o Los hombres del M aestro. A través de lo s años

2. Pedro, el apóstol im petuoso hem os tran sm itid o por radio varias veces la serie com pleta en el program a

Croce to You. Cada ve z que lo p o nem o s en el aire, genera un cada ve z m ayor


3. A n d ré s, el apóstol de la s c o s a s pequeñas
flu jo de reaccio n es p o sitiva s de parte de la au d ie n cia. D e sp u é s de veinte años,
4. lacobo. el apóstol de la p asió n
ese casete sigue sie n d o una de las se ries m ás p o p u lares de todo lo que hem os

5. luán, el apóstol cel am o r p ro d u cid o .

6. Felip e, el analítico H ace unos cu an to s añ o s, em p ecé a en señ ar en nuestra iglesia el Evang elio de

Lucas ve rsícu lo por v e rs íc u lo . Cuando llegué a Lu c a s 6.13-16 (donde Lucas


7. N atanaeL en Quien no hay engaño
registra el llam ado de Je sú s a lo s D oce) prediqué una nueva serie de m en sajes
8. M a:eo. el cob rad or ce im p u e sto s: y T o m á s, elgemelo sobre los a p ó sto le s. De nuevo, la reacció n fue so rprend ente y en tu siasta.

9. lacobo el m enor. Sim ó n llam ado Zelote. y lu c a s fno el Iscario te) Que era el M ientras predicaba la se rie , me di cuenta de que una generación co m p leta había

apóstol co n tre s no m b res nacido y llegado a la edad de ad ultos desde que habíam os estudiado por últim a

vez la vid a de los d is c íp u lo s . Esta generación se identificó con estos ho m b res


10. lu d a s, el traid o r
en la m ism a fo rm a en que su s padres lo hab ían hecho m ás de dos décadas
Notos antes.

Acerco del úutor A lgunas p erso nas que han p rácticam ente m em o rizad o la prim era serie dicen

que siguen encontrando co sa s sorp rend entem ente n u evas, relevantes y p rácticas

en las v id a s de lo s d is c íp u lo s . Con m u cha rapidez la nueva serie se ha

tran sfo rm ad o en favo rita por lo que la gente me em pezó a in s is tir en que

co m b in ara todo el m aterial sobre los ap ó stoles en un lib ro . No necesité que me

in sistie ra n m u ch o para hace rlo . El libro que tiene en s u s m ano s es el resultado

de esto.

Siem pre me he sentido fa scin ad o con las v id a s de lo s d o ce a p ó sto les. ¿Q u ién

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no lo está? Los tip os de p erso nalidad de eso s ho m b res no s son fa m ilia re s. Ello s co rrien tes que eran , d e sp u é s de la asce n sió n de Je s ú s , estos ho m b res dejaron

son com o no so tro s y co m o otras p erso nas a la s que co n o cem o s. Son un im p acto indeleble en el m u nd o . Su m in iste rio sig u e ejerciendo in flu e n cia en

aseq u ib le s. So n p erso najes reales y v iv o s con los que no s po d em o s identificar. no so tro s hasta el día de hoy. D io s, por su gracia, lo s cap acitó y usó para

S u s d efectos y d eb ilid ades, a s í com o s u s triu n fo s y cara cte rística s encantad oras, inaugurar la d ifu sió n del m en saje del evangelio y trasto rn ar el m u nd o (H e ch o s

aparecen registrados en va rio s de los relatos m ás fascin an tes de la B ib lia . Son 1 7 .6 ). H o m b re s co m u n es y co rrien te s, gente com o usted y yo , se tran sfo rm aro n

ho m b res a quienes de verdad querem os co n o ce r. en in stru m e n to s por m edio de los cu ales el m en saje de C risto se llevó hasta los

co n fin e s de la tie rra. ¡No es de so rp ren d er que sean p erso nas tan fascin an tes!
Y esto se debe a que, en todo sentido, fueron ho m b res co m u n es y co rrien tes.

N inguno era recono cido por Su erud ició n ni por Su gran saber. No eran Los D o ce fueron se leccio n a d o s y llam ad o s p erso nalm ente por Je sú s. Él los

oradores ni teólo g o s. De h e ch o , vivía n al m argen de lo que era el siste m a co n o cía co m o so lo su Creador lo s podía co n o ce r (cf. Juan 1 .4 7 ). En otras

relig io so de los d ías de Je s ú s . No so b resalían por talento s naturales o p alab ras, Él co n o cía todas su s fa lla s m u ch o antes que lo s eligiera. In c lu so sab ía

hab ilid ad es in telectu a le s. Por el co n trario , todos eran p ro clives a equivo carse, a que Ju d as lo habría de traicio n ar (Juan 6.7 0 ; 1 3 .2 1-2 7 ), y aun a s í escogió al

fallar, a tener actitudes erró neas, a que les faltara la fe y a experim entar am argos traid o r y le con ce d ió todos los p rivileg io s y b end icio nes que dio a los dem ás.

fra c a so s; y el m ejo r ejem plo de esto era el líd er del grupo, Pedro. In c lu so Je sú s
Piense en las im p lica cio n e s de esto: D esde nuestra persp ectiva hum ana, la
expresó que eran lentos para aprender y de cierta m anera torpes esp iritualm ente
p ropagación del evangelio y el estab lecim ien to de la iglesia dependieron
(L u c a s 2 4 .2 5 ).
enteram ente en doce ho m b res cuyas cara cte rística s m ás notables eran su

Ello s representaban todo el espectro p o lítico . U no era un ex zelote; es d e cir, c o n d ició n de ho m b res se n c illo s. Je sú s los sele ccio n ó y los preparó para un

un h o m b re ra d ica l, d ecid id o a derrotar al gobierno rom ano por la vía de la tiem po que se m id e m ejo r en m e ses que en añ o s. Les enseñó las E sc ritu ra s y

vio le n c ia . O tro había sido recaudador de im p u e sto s, p rácticam ente un traidor a teología. Los d isc ip u ló para que vivie ra n una vid a p iadosa (e n señ án d o le s, por

la n ació n ju d ía, en pugna co n Rom a. A lo m en o s cuatro , y p o sib lem ente siete, m edio del ejem p lo, a orar, a perdonar y a se rv irse m utuam ente con h u m ild a d ).

eran p escado res y am igos ín tim o s de la ciud ad de C a p e m a u m , y es probable Les dio in stru cció n m o ra l. Les habló de las c o sa s que habrían de su ced er. Y los

que se co n o cieran desde n iñ o s. Los o tro s tal vez hayan sido co m ercian tes o em pleó co m o in stru m e n to s para sanar a los enferm os, echar fuera d em o nio s y

artesa n o s, porque no se nos dice nada sobre lo que hacían antes de llegar a hacer otras obras m ila g ro sa s. In clu so tres de e llo s, Pedro, Jacobo y Ju an ,

tra n sfo rm a rse en seg uidores de Je sú s. La m ayoría era de G alile a, una región pudieron ver a Jesú s brevem ente en su gloria en el m onte de la tran sfig u ració n

dedicada a la ag ricultura en la in tersecció n de rutas co m e rcia le s. Y G a lile a siguió (M ateo 17.1-9).

siendo la base de o p eracion es para la m ayor parte del m in iste rio de Je sú s y no


Fue un breve pero intenso program a de d iscip u la d o . Y cuando te rm in ó , la
(co m o alguno s p o drían sup o ner) Jerusalén en Judea, que era la cap ital po lítica y
noche que Je sú s fue tra icio n a d o , « to d o s lo s d is c íp u lo s , dejándole, h uyero n»
relig io sa de Israe l.
(M ateo 2 6 .5 6 ). D esde un punto de v ista terrenal, el program a de entrenam iento

Pero con todas su s fallas y d eb ilid ad es de carácter, com o ho m b res c o m u n e s y parecería un fra ca so m o n u m e n tal. Parecía que los d isc íp u lo s hab ían o lvid ad o o

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pasado por alto todo lo que Je sú s les había enseñado sobre que cada uno elaborada, y su s activid ades de m ise rico rd ia se desarro llaro n en un área m ás

tom ara su cru z y lo sig u iera. De hecho , su propia se n sa ció n de fra ca so era tan am p lia.

profunda que, por un tiem p o , d ecidiero n vo lver a s u s antiguas o cu p a cio n e s. E


Es probable que la sele cció n de un núm ero lim itado para que fueran su
in c lu so en eso, parece que fra ca saro n (Juan 21.3-4).
co m p añ ía cercana y s u s com p añero s co n sta n te s haya llegado a ser una

Pero, alentados por el Seño r resu citad o , vo lv ie ro n a su llam ado ap o stó lico . necesidad para C risto , com o resultado de su éxito en ganar d isc íp u lo s. S u s

Cuand o recib ieron el poder del E sp íritu Santo en Penteco stés, asu m iero n seg uid ores, su p o n em o s, habían llegado a ser tantos que se tran sfo rm aro n en

valientem ente la tarea para la cual Je sú s los había llam ad o . El trab ajo que una carga y un im p ed im ento para s u s m o vim ie n to s, especialm ente en las

em prendieron continú a hasta el día de hoy, d o s m il años d e sp u é s. Ello s son la largas jo rn a d as que d istin g u ie ro n la últim a parte de su m in iste rio . Era

prueba viviente de que la fuerza de D ios se hace perfecta en la d eb ilid ad. Por s í im p o sib le que to d o s los que habían cre íd o pudieran ir co n Él en el sentido

m is m o s , es evidente que eran ineptos para la tarea (cf. 2 C o rin tio s 2 .1 6 ). Pero literal, a donde Él q uisiera i r el núm ero tan grande no podía ser ahora sino

D io s lo s llevó en triunfo en C risto y a través de ellos d ifu nd ió «en todo lugar el seguidores o ca sio n ale s. Pero Je sú s quiso que cierto s ho m b res sele ccio n ad o s

olor de su co n o cim ie n to » (v e rsíc u lo 1 4 ). estuvieran co n Él en todo tiem po y lugar, que le aco m p añ aran en to d o s su s

via je s, que fueran testig os de todo lo que hacía y que le m in istrara n en su s


Para tener una idea de la brevedad de su tiem po terrenal con Je s ú s , piense en
necesidad es d ia ria s. Y a s í, en las sin g u lares palabras de M arco s, « ... [Jesús]
que el m in iste rio com pleto de Je s ú s desde su b au tism o a su re su rre cció n duró
llam ó a s í a lo s que él q u iso ; y vin ie ro n a él. Y estab leció a d o ce, para que
so lo u n o s tres añ o s. Y el entrenam iento intensivo con lo s d isc íp u lo s duró
estuviesen co n é l, y para e n viarlo s a p red icar» (M arco s 3 .1 3 -1 4 ).-
aproxim adam ente la m itad de ese tie m p o . En su obra c lá sic a , The Trolnlng q f the

Tw elve, A . B. Bruce dice que para cu an d o Jesú s identificó y llam ó a los D o ce de


Eso sig n ifica que eso s po co s h o m b re s, cuyo s tra sfo n d o s eran en negocios
un grupo m ás num eroso de seg uid ores (M ateo 10.1-4; Lucas 6.12-16) ya había
m u n d an o s y o cu p a cio n e s te rre n ales, tuviero n p o co m ás de d iecio ch o m e ses de
pasado la mitad de su m in iste rio terrenal: preparación para la tarea m o num ental a la que hab ían sido lla m a d o s. No hubo

La selecció n que hizo Je sú s de lo s d o ce... es un hito im portante en la un segundo v io lín , ni su stitu to s, ni un plan B por si los Doce fracasab an .

h isto ria del Evangelio. D ivid e el m in iste rio de nuestro Seño r en d o s partes
La estrategia parece riesg o sa en extrem o . En té rm in o s te rre n ale s, la fu n d ació n
de c a si la m ism a d u ra ció n , pero d esigu ales en cuanto a la extensió n y la de la iglesia y la d ifu sió n del m en saje del evangelio dependían enteram ente de
im p ortancia del trabajo hecho en cada una. En el p rim er periodo, Jesú s
eso s doce ho m b res co m u n es y co rrien tes con todas su s d eb ilid ad e s, y uno de
trabajó so lo . Su s obras m ilag ro sa s e stuviero n co n fin ad as en su m ayor parte
e llo s in c lu so tan d iab ó lico co m o para tra ic io n a r al Seño r del u n ive rso . Y toda la
a una región lim itad a, y su e nseñanza fue p rin cip alm en te de carácter
preparación de e llo s para el trab ajo tom ó m enos de la mitad del tiem po que
elem ental. Pero cuando eligió a los d o ce, el trab ajo del reino había asu m id o típ icam ente se necesita para obtener un títu lo en un sem inario hoy en día.
d im e n sio n e s tales que se req uirieron o rg an izació n y d iv isió n del trabajo; y la
Pero Jesú s sab ía lo que estaba h a cien d o . D esde su persp ectiva d ivin a , el éxito
e nseñanza de Jesú s em pezó a se r m ás profunda y de una natu raleza m ás

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final de su estrategia en realidad dependía del E sp íritu Santo actuando en estos ap o stó lico co m o « lo s d o ce » (Juan 6.67, 70-71; 2 0 .2 4 ).

ho m b res para cu m p lir su voluntad so b erana. Era una m isió n que no podía fallar.
Lu cas 10 d escrib e un incidente donde se escogen setenta seg uidores de Jesú s
Por eso es que fue un trab ajo por el cual so lo D ios m erece la alab anza y la
y se les envía de d o s en d o s. O b viam ente, se trataba de « e n v ia d o s » y algunos
gloria. A quello s ho m b res fueron m eram ente in stru m e n to s en su s m a n o s, de la
co m en taristas se refieren a ello s co m o « a p ó s to le s » , pero Lucas no em plea ese
m ism a m anera que usted y yo po d em o s ser in stru m e n to s de D io s hoy. A D io s
térm in o para d e sc rib irlo s. Los D o ce fueron llam ad o s a un cargo e sp e cífico . Y en
le encanta u sa r tales m ed io s c o m u n e s y c o rrie n te s, «lo necio del m undo
los Eva n g elio s y H e c h o s el térm in o apostolol c a si siem p re se refiere a ese cargo
escogió D io s, para avergo nzar a los sa b io s; y lo débil del m u nd o escog ió D io s,
y a lo s doce ho m b res que fu ero n llam ad o s esp ecíficam en te y o rdenad os para
para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del m undo y lo m en osp reciad o escogió D io s,
d ich o cargo. H e ch o s 14.14 y las epístolas paulinas dejan claro que el apóstol
y lo que no e s , para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su
Pablo fue igualm ente llam ad o a ocupar un cargo ap o stó lico e sp e cial, el de
p resencia » (1 C o rin tio s 1 .2 7 -29 ). Los d o s m il años de triunfo del esfuerzo
« a p ó sto l a los gen tiles» (R o m a n o s 1 1 .1 3 ; 1 T im o te o 2 .7 ; 2 T im o teo 1 .1 1 ). El
ap o stó lico so n un testim o n io de la sab id uría y el poder de la estrategia d ivina.
ap ostolado de Pablo fue un llam ado ú n ico . O b viam ente, él tu vo la m ism a

A ve ce s, en la E sc ritu ra a los D o ce se les llam a « d is c íp u lo s » , m athetes en el autoridad y p rivilegio s que los D o ce (2 C o rin tio s 1 1 .5 ). Pero el ap ostolado de

texto griego (M ateo 1 0 .1 ; 11.1 ; 2 0.17; Lucas 9 .1 ). La palabra sig n ifica Pablo no se va a tratar en este libro porque nuestro enfoque aquí radica en los

« a p re n d ice s, e stu d ia n te s» . Esto es lo que fueron durante los m eses que pasaron doce ho m b res que com p artieron el m in iste rio p úb lico de Je sú s con Él y que

bajo el tutelaje directo y perso nal del Seño r. Él tenía m u ltitu d es de d isc íp u lo s, fueron su s am igos y com p añero s m ás c e rca n o s. Pablo no se co n virtió sino

pero estos doce fueron esp ecíficam en te llam ad o s y esco g id o s para un cargo hasta desp ués de la asce n sió n de C risto (H e ch o s 9 ). Él m ism o dice que fue un

ap o stó lico ú n ico . Por lo tanto , tam bién se les llam a « a p ó sto le s» , apostolol en el apóstol co m o «u n ab o rtivo », nacido fuera de tiem p o (1 C o rin tio s 1 5 .8 ). H ab ló

griego. La palabra sencillam ente quiere d e cir « m e n sa je ro s, enviado s » . A e llo s se con la m ism a autoridad y m anifestó la m ism a u n ció n m ilag ro sa que tuviero n los

les dio el cargo sin g u lar de em b ajad ores y la autoridad de ser vo cero s de C risto . Doce, y lo s D o ce lo acogieron entre e llo s y reco no ciero n su autoridad (cf. 2

Lucas en especial usa este térm in o en su evangelio y a travé s del libro de los Pedro 3 .1 5 -16 ), aunque él no fue uno de ellos.

H e ch o s y reserva esta palabra c a si exclusivam en te para lo s D o ce . M ateo habla


El núm ero doce es im p o rtan te, porque Lucas dice que d e sp u é s de la
de « a p ó sto le s » , so lo una vez (M ateo 1 0 .2 ); en las dem ás partes, se refiere a los
asce n sió n de Je s ú s , lo s ap ó stoles escogiero n a M atías para que su p lie ra el lugar
« d o ce d is c íp u lo s » , (1 1 .1 ; 2 0.1 7) o a « lo s d o ce » (2 6 .1 4 , 20, 4 7 ). De igual
dejado vacante por Judas (H e ch o s 1.23-26).
m anera, M arco s usa el térm in o « d o ce d is c íp u lo s » so lo en una o casió n (M arco s
La fu n ció n de un apóstol (in clu yend o el cargo e sp ecífico al cual el apóstol
6 .3 0 ). En otros lu g ares, siem p re se refiere a los ap ó stoles co m o « lo s do ce»
Pablo fue llam ad o) co m p ren d ía una p o sició n de liderazgo y autoridad de
(3 .1 4 ; 4 .1 0 ; 6 .7 ; 9 .3 5 ; 1 0.32; 1 1.11; 14.10, 1 7, 20, 4 3 ). Juan tam b ién u sa la
enseñanza e xclu siva en la prim era ig lesia. Los ap ó sto les, u otros m uy cerca n o s a
palabra apostólos so lo una vez, en un sentido no técnico (Juan 1 3 .1 6 ). La
e llo s, fueron los que escrib iero n lo s lib ro s del N uevo T e sta m e n to . Y antes que
m ayoría de las ve rsio n es en id io m a español traducen la exp resió n co m o
se escrib iera el N uevo T e stam e n to , la e n se ñ an za de lo s ap ó stoles fue la norm a
« e n v ia d o » o « m e n sa je ro » . Al igual que M arco s, Juan siem p re se refiere al grupo

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en la ig lesia naciente. Em p ezand o con lo s p rim eros co n ve rtid o s en Pentecostés, i
to d o s los creyentes verd ad ero s reconocieron el liderazgo de los apóstoles

(H e c h o s 2 .3 7 ). Y a m edida que la iglesia cre cía , su fidelidad a la verdad se


HOMBRES COM UNES Y CORRIENTES. UN
d escrib e en estos té rm in o s: « P erseverab an en la doctrina de lo s ap ó stoles »

(H e c h o s 2 .4 2 ).
LLAMADO POCO COMÚN

Los ap ó stoles recib ieron un poder sobrenatural para hacer señales y pro digio s Pues m irad, herm anos, vuestra vocación, que no sois m uchos sabios según la
(M ateo 10.1 ; M arco s 6.7, 1 3; Lucas 9.1-2; H e ch o s 2.3-4; 5 .1 2 ). E sa s señales carne, ni m uchos poderosos, ni m uchos nobles; sino que lo necio del m undo
daban testim o n io de la verdad del evangelio, la cual los ap ó stoles habían escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del m undo escogió Dios,
recib ido de C risto y p resentaro n al m u nd o en su nom bre (2 C o rin tio s 12.12; para avergonzar a lo fu e rte ; y lo vil del m undo y lo m enospreciado escogió Dios, y
H e ch o s 2.3-4). lo que no es, para deshacer lo que es, a f i n de que nadie se ja c te en su presencia.

En otras p alab ras, el papel de e llo s fue fun d am ental. Ello s son, en un sentido — 1 C O R IN T IO S 1 .2 6 — 29
real, el fun dam ento de la iglesia c ristian a . « Sien d o la principal piedra del ángulo
D ESD E LO S C O M IE N Z O S M IS M O S DE SU M IN IS T E R IO P Ú B L IC O en su
Je su cristo m ism o » (E fe sio s 2.2 0 ).
ciudad natal de N azaret, Jesú s fue trem end am ente c o n tro ve rsia l. La gente de su
Esto s estudio s en la s v id a s de los ap ó stoles han sido para m í un esp ecial
propia co m unid ad literalm ente trató de m atarlo inm ediatam ente desp ués de
deleite, y uno de lo s e sfu e rzo s m ás fru ctífe ro s en m i v id a . Mi m ás grande gozo
haber p ro nunciad o su p rim er m en saje p ú b lico en la sinagoga lo ca l. «Al oír estas
es predicar a C risto . O n ce de estos ho m b res tuvieron tam b ién esa p a sió n ,
c o sa s, to d o s en la sinagoga se llenaro n de ira; y levantán d o se, le echaron fuera
d ed icaro n su s v id a s a eso y triu n faro n aun co n tra una ab rum adora o p o sició n . A
de la ciu d a d , y le llevaron hasta la cu m b re del monte sobre el cual estaba
p esar de su s d efecto s, ellos son para no so tro s héroes d ig n o s y m o d elo s para
edificada la ciudad de e llo s, para desp eñarle. M as él pasó por en m edio de
im itar. Estu d ia r su s vid as es llegar a c o n o ce r a lo s hom bres que estuvieron m ás
e llo s, y se fu e » (Lu ca s 4 .28-30).
cerca de Jesú s en su vid a terrenal. Es una b e n d ició n d arn o s cuenta de que eran
Iró nicam ente, Je sú s se hizo trem end am ente popular entre la gente que v iv ía en
p e rso n as c o m u n e s y co rrien tes co m o usted y yo. Q ue el E sp íritu de C risto que
la región de G alile a , que era m ás grande. A m edida que em pezó a c irc u la r la
les enseñó y los tran sfo rm ó a ellos en vaso s p re cio so s para el u so del M aestro,
n o ticia de s u s m ilag ro s, por toda la zo n a, grandes m u ltitu d es ven ían a verle y a
haga lo m ism o con n o so tro s. Y que p o dam os aprender del eje m p lo de ello s lo
o írle hablar. Lucas 5.1 dice que « e l gentío se agolpaba sobre él para o ír la
que en realidad sig n ifica se r d isc íp u lo s.
palabra de D io s» . U n día, la gente era tan num ero sa y lo presio nab a tanto que

Él tuvo que su b irse a un bote y alejarse de la orilla lo suficie n te co m o para

seg uir h ab lán d oles desd e a llí. No por pura co in cid e n c ia , el bote que escogió

Je sú s pertenecía a S im ó n . Je sú s habría de darle un nuevo n o m b re, Pedro, y

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Pedro hab ría de llegar a ser la persona d o m in ante en el círcu lo íntim o de los « co n ejército , ni con fuerza, sin o c o n m i E sp íritu , ha dicho Jehová de los

d isc íp u lo s. e jé rcito s» (Z acarías 4 .6 ). U na do cena de ho m b res bajo el poder del E sp íritu

Santo son una fuerza m ás p o d ero sa que la s m u ch e d u m b res cuyo en tu sia sm o


A lguno s podrían pensar que si Jesú s hubiera querido que su m e n saje tuviera
in icia l por Jesú s había sido aparentem ente provocado por p o co m ás que sim p le
el m áxim o im p acto , debió de haber explotado m ás efectivam ente su
c u rio sid a d .
p o pu laridad. La sa b id u ría convencional m oderna q uizás sugiera que Je sú s debió

de haber hecho todo lo p o sib le para exp lo tar su fam a, atenuar las co n tro versia s C risto p erso nalm ente escog ió a los D o ce e in virtió la m ayo r parte de su

p rovocadas por su enseñanza y em p lear cu alq uiera estrategia que hubiese energía en e llo s. Los escogió antes que aquellos lo escogieran a Él (Juan 1 5.1 6).

podido u sa r para au m entar las m ultitud es alrededor de Él. Pero Je sú s no hizo El pro ceso de sele cció n y llam am ien to se produjo en diferentes etapas. U na

eso ; m ás b ien, hizo todo lo co n trario . En lugar de tom ar la ruta p o p u lista y lectura su p erficial de la E scritu ra puede hacer supo ner que Juan 1.35-51, Lucas

explotar su fam a, enfatizó las c o sa s que hacían de su m en saje algo tan 5.3-11 y el llam am iento form al de los D o ce en Lucas 6.12-16 so n relatos que se

c o n tro ve rsia l. Para el tiem po cuando la s m ultitud es alcanzaro n su punto contradicen sobre cóm o C risto llam ó a su s ap ó sto les. Pero no hay

m áxim o , Él p redicaba un m en saje que cau sab a tanta o p o sició n abierta, y era tan co n tra d icció n . Los p asajes sencillam ente están d escrib ien d o diferentes etapas

o fensivo en su co ntenid o , que la s m u ltitu d es se alejaro n, quedándose só lo unos del llam am iento de lo s ap ó sto les.

po co s fiele s (Juan 6.66-67).


En Juan 1.35-51, por ejem p lo , A n d ré s, Juan , Pedro, Felip e y N atanael se

Entre lo s que perm anecieron co n Él estaban lo s D oce, a q uien es Él encontraron co n Je sú s por p rim era vez. Esto tu vo lugar cerca del co m ien zo del

p erso nalm ente había seleccio nad o y designado para que lo rep resentaran. Eran m in iste rio de Je s ú s , en el desierto pró xim o al río Jo rd án, donde Juan el Bautista

doce ho m b res c o m u n e s y co rrien te s, sin nada excep cio nal. Pero la estrategia de estaba m in istran d o . A n d ré s, Juan y los otros estaban a llí porque ya eran

C risto para adelantar su reino giró en to rn o de estos doce ho m b res en lugar de d isc íp u lo s de Juan el B au tista. Pero cuando oyeron a su m aestro señ alar a Je sú s

en las m u ltitu d es que lo aclam ab an . D ecidió trab ajar a través de la y decir: « ¡H e aquí el Cordero de D io s !» , sig u iero n a Je sú s.

d isp o n ib ilid ad de estos po co s in d ivid u o s llenos de fa lla s m ás bien que llevar a


Esa fue la fa se uno de su llam am iento . Fue un llam ado a la conversión. Ilustra
cabo su agenda a través de la fuerza de las m u ltitu d e s, el poder m ilitar, su
cóm o cada d isc íp u lo es prim ero llam ado a la salvació n . Es necesario recono cer
popularidad p e rso n al, o una cam pa-ña de relacio nes p ú b lic a s. D esde una
a Je sú s co m o el verd ad ero Cordero de D io s y Seño r de todo y aceptarlo por fe.
persp ectiva h u m an a, el futuro de la iglesia y el éxito a largo plazo del evangelio
Esa etapa en el llam am ien to de los d isc íp u lo s no sig n ificab a un d iscip u la d o de
dep endían enteram ente de la fidelidad de ese puñado de d isc íp u lo s. Si ellos
tiem po co m p le to . Los relatos del Evangelio sugieren que aunque eran
fa lla b a n , no había un plan B, es d ecir, un plan alternativo .
seg uidores de Je sú s en el sentido que con toda c o m p la ce n cia oyeron su

La estrategia que Jesú s escog ió tip ificab a el carácter de su reino . « E l reino de enseñanza y se so m etieron a Él com o su M aestro , seguían en su s trabajos

D io s no vendrá con ad vertencia, ni d irá n : H elo aquí, o helo allí; porque he aq uí hab itu ales, ganándose el sustento m ediante una actividad regular. Por eso es

el reino de D ios está entre v o s o tro s » (L u c a s 17.2 0-2 1 ). El avance del reino no es que desde este punto hasta que Je sú s los llam ó a un m in iste rio de tiem po

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com p leto , a m enudo los ve m o s p escando y reparando su s redes. Judas Iscario te, que llegó a ser el traid o r.

La fase d o s de su llam ado fue un llam ado al m inisterio. Lucas 5 d escrib e el Su ap ostolado co m en zó co n una esp ecie de internado. C risto los m andó a

hecho en detalle. Esta fue la o casió n cuando Je sú s se alejó de la orilla del m ar sa lir. M arcos 6.7 dice que fueron de d o s en d o s . A esta altura, aún no estaban

para escap ar de la p resió n de las m u ltitu d es y enseñó desde el bote de Pedro. preparados para sa lir so lo s, de modo que C risto lo s organizó en p ares, de m odo

D esp u és que hubo te rm in ad o de enseñar, dijo a Pedro que navegaran mar que pudieran ofrecerse apoyo m utuo .

adentro y echara las redes. A s í lo hizo Pedro aun cu an d o no era la m ejo r hora
A través de esta fa se de su entrenam iento, el Seño r m ism o se m antuvo cerca
del d ía para p escar (la pesca era m ás p ro ductiva por la noche cu an d o el agua
de e llo s. Fue com o el águila m adre, o b servand o a los ag u ilu ch o s cuand o
estaba m ás fría y lo s peces sub ían a la sup erficie a c o m e r), ni era el lugar m ás
em p iezan a vo lar. E llo s siem p re se co m u n icab a n con Jesú s in fo rm án d o le có m o
ind icad o (n o rm alm ente, lo s peces se alim entaban en aguas no m uy p ro fundas
m archab an las co sa s (c f. Lucas 9.10; 1 0.1 7). Y d esp ués de un par de etapas de
donde era fácil p e sc a r), y Pedro estaba exhausto (hab iend o estado pescando
trab ajo e vang elístico , vo lviero n al Seño r y se quedaron co n Él para un tiem po
durante toda la noche sin re su lta d o s). Le dijo a Jesú s, « M a e stro , toda la noche
m ás largo de e n se ñ a n za, m in iste rio , c o m p a ñ e rism o y d e sca n so (M arco s
hem os estado trab ajan do, y nada hem os p e scad o ; m as en tu p alab ra echaré la
6.30-34).
red» (L u c a s 5 .5 ). El resultado fue una p esca tan grande que su s redes se
H u b o una cuarta fa se en su llam ad o, la cual tu vo lugar d esp ués de la
ro m p ían y d o s de s u s barcas ca si se hun diero n (vv. 6-7).
re su rre cció n de Je sú s. Ju d as ya no estaba co n el grupo. Se había ahorcado
Fue en el contexto de este m ilagro que Je sú s d ijo , «V en id en pos de m í, y os
desp ués de haber traicio nad o a C risto . En su cuerp o re su citad o , Je sú s se
haré p escad o res de h o m b re s» (M ateo 4 .1 9 ). La E scritu ra dice que fue en este
apareció a lo s once y los envió a todo el m u ndo , d icién d o le s que fueran por las
punto que «d ejánd o lo to d o , le sig u iero n » (Lu ca s 5 .1 1 ). Según Mateo, A n d rés y
n acio n es haciend o d is c íp u lo s . Este fue, en realidad, un llam ado al m artirio. Al
Pedro «d ejand o al instante la s redes, le sig u ie ro n » (M ateo 4 .2 0 ). Y Jacobo y
fin a l, cada uno de ellos dio su vid a por el evangelio. La h isto ria registra que
Juan «d ejand o al instante la barca y a su padre, le sig u ie ro n » (v. 22). De ese
to d o s, salvo un o , fueron m uertos por su te stim o n io . Solo Juan se dice que llegó
punto en adelante, fueron in sep a rab les del Señor.
a an cia n o , aunque fue p erseguido d uram ente por el nom bre de C risto ,

M ateo 10.1-4 y Lucas 6.12-16 d escrib en una tercera fase de su llam ad o. Este exiliánd o se en la pequeña isla de Patm os.

fue su llam ado al apostolado. Fue a esta altura que Je s ú s seleccio nó y n o m b ró a


A p esar de los o b stá cu lo s que tu vie ro n que enfrentar, ellos triu n faro n . En
doce hom bres en p articu la r y los hizo s u s ap ó sto les. A s í relata Lucas el hecho:
m edio de grandes p ersecu cio n es e in c lu so del m artirio , c u m p lie ro n con su

En aquellos d ías él fue al monte a orar, y pasó la noche orando a D io s. Y tarea. C o ntra todas la s p ro b ab ilid ad es, entraron victo rio so s en la gloria. Y el

cuando era de día, llam ó a su s d is c íp u lo s , y escog ió a doce de e llo s, a los testim o n io continu o del evangelio, extendiéndose m ás de dos m il años y

cu ales tam b ién llam ó a p ó sto le s: a S im ó n , a quien tam b ién llam ó Pedro, a llegando p rácticam ente a to d o s los rin co n e s de la tierra, es un te stim o n io a la

A ndrés su herm ano , Jacobo y Juan , Felip e y B artolo m é, M ateo, T o m á s, sa b id u ría de la estrategia d ivin a . No es extraño que nos fa scin e n las v id a s de

Jacobo hijo de A lfeo , Sim ó n llam ado Zelo te, Judas herm ano de Jaco b o , y estos ho m b res.

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E m p ecem o s nuestro estudio de los Doce o b servand o cu id ad o sam en te la fase El co n flicto alcanza su punto cu lm in an te en Lucas 6.11. Los e scrib a s y los

tres de su llam ad o: su selecció n y n o m b ram iento al apostolado. N o tem o s los fa rise o s « s e llenaro n de fu ro r, y hablaban entre s í qué podrían hacer contra

detalles según no s lo s da Lu cas. Je s ú s » . M arcos y M ateo son aun m ás g rá fico s. E llo s dicen que lo s líderes

relig io so s querían d e stru ir a Je sú s (M ateo 12.14; M arcos 3 .6 ). M arcos dice que


EL TIEM PO
los líderes religioso s lograron in vo lu cra r a los herodianos en el com p lot. Los
Prim ero, es im portante el tie m p o en que ocurre este llam ad o. Lucas lo hace hero d iano s eran una fa cció n p o lítica que apoyaba la d in astía de lo s H e ro d es.

notar con la p rim era frase de Lucas 6.12: « E n aquellos d ía s » . La N ueva V ersió n Por lo general no eran aliad o s de los fa riseo s, pero los d o s grup o s se unieron

Internacional lo dice de esta m anera: « P o r aquel tie m p o ». Lu c a s no está contra Je sú s y em p ezaron a tram ar cóm o darle m uerte.

hablando del tiem po que m arca un reloj, o de d ías e sp e cífico s de un m es


Es a esta altura p recisa que Lucas intercala su relato de cóm o Je sú s escog ió a
e sp e cífico . « P o r aquel tiem po » , y « E n aquellos d ía s» se refiere a un periodo de
los D o ce y lo s n o m b ró para que fueran ap ó sto les. Fue «en aquellos d ía s» ,
tiem p o , una tem p o rad a, una fase e sp ecífica en el m in iste rio de Je sú s. Fue un
cu an d o la h o stilid ad contra Je sú s había llegado al punto de p ro curar su
intervalo en su m in isterio , cuando la o p o sició n arreciaba.
asesinato . El odio por Je sú s entre la élite religiosa había llegado al punto
« E n aq uello s d ía s» no s lleva inm ediatam ente al relato precedente. Esta cu lm in a n te . Je sú s pudo sen tir la p re sió n de la proxim id ad de su m uerte. La

se cció n del Evangelio de Lucas registra la vio le n ta o p o sició n que Je sú s había c ru cifix ió n estaba a m enos de dos años de esa fecha. Él sabía que hab ría de

em pezado a recib ir de parte de los e scrib a s y fa rise o s. Lucas 5.17 es la prim era su frir la m uerte de c ru z , que resu citaría de entre lo sm u erto s y que d e sp u é s de

m enció n que hace Lucas de los fa rise o s, y el ve rsícu lo 21 es el p rim er uso de la cuarenta d ías ascendería a su Padre. Por lo tanto, tam bién sab ía que su trabajo

palabra « e s c rib a s » . (E n el ve rsícu lo 17 se m en cio n a a los e sc rib a s ju n to co n los terrenal habría de p asar a o tros.

fa rise o s com o « d o cto res de la ley».)


H ab ía llegado el tiem po de se le c cio n a r y preparar a su s representantes

A sí, en Lucas 5.17 se no s co nfro nta con los p rincip ales a d ve rsa rio s de Je s ú s , y o ficiale s. Je s ú s , al tanto del odio que le tenían los líderes re lig io so s,
el relato de Lucas de su o p o sició n abarca todo el texto hasta el final del capitulo ab solu tam ente c o n scie n te de la h o stilid ad que se había levantado en su contra,

5 y co n tin ú a en el cap itulo 6. L u c a s describe el co n flicto creciente entre Je sú s y viendo lo inevitab le de su e je cu ció n , eligió a doce ho m b res clave para llevar

los líderes relig io so s del ju d a ism o . E llo s se levantaron en su contra cuand o adelante la p ro cla m a ció n de su evangelio para la salva ció n de Israel y el

sanó a un paralítico y le perdonó su s pecados (5.17-26). Se o p u siero n al verlo estab lecim ien to de su iglesia. El tiem po había llegado. No quedaban m u ch o s

co m er y beber con co b rad o res de im p uesto s y p ecadores (5 .2 7 -3 9 ). Se d ías (so lo unos d ie cio ch o m e se s, según la estim ació n de la m ayo ría) antes que

o p u siero n a Je s ú s tam b ién cu an d o les p erm itió a su s d isc íp u lo s que arrancaran su m inisterio terrenal llegara a su fin . A hora era el tiem po de elegir a su s
espigas y co m ieran el d ía de rep o so (6 .1 -5 ), y cu an d o sanó a un hom bre con la ap ó sto les. La preparación m ás in ten sa habría de co m e n zar de inm ediato y ser

m ano seca el día de rep o so (6.6-11). U no detrás del otro, Lucas relata estos com p letada en cu estió n de unos m e se s.

in cid en tes y destaca la o p o sició n creciente de lo s líderes re lig io so s.


El enfoque del m in iste rio de C risto pasó entonces de las m u ltitu d es a estos

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p o co s. Sin duda, fue la evidente realidad de su m uerte a m ano s de sus su m in iste rio . Fue un verd ad ero asalto a la religión in stitu cio n aliza d a de los

ad versario s lo que m arcó el punto de cam b io . ju d ío s.

H ay otra crud a realidad en todo esto. Cuando Jesú s escog ió a los Doce para V ario s m ese s m ás tarde, en el apogeo de su m in iste rio en G alile a, lejo s de

hacer de ellos su s representantes o fic ia le s, es d ecir, p red icad o res del evangelio Je ru sa lé n , el resentim iento que debe de haber nacido de ese p rim er evento había

que habrían de p ro clam ar su m en saje y su autoridad, Él no escogió a ni un solo alcanzad o su punto m á xim o . Los líderes re lig io so s estaban sediento s de sangre.

rab í, ni a un e scrib a, ni fariseo ni sad u ceo . No escogió a un sacerdote. N inguno Y em pezaron a urd ir una tram a para darle m uerte.

de lo s ho m b res que escogió procedía del estab lecim ien to relig ioso . La elecció n
Su rechazo a Él fue c o m p le to . Eran ho stiles al evangelio que Él predicaba.
de los doce ap ó stoles fue un ju icio co n tra el ju d a ism o in stitu cio n a liza d o . Fue
D esp reciab an la doctrina de la gracia que sustentaba, rechazab an el
un rechazo a aquellos ho m b res y a su s o rg an izacion es que se habían
arrepentim iento que exigía, m iraban co n desdén el perdón que o frecía y
co rro m p id o to talm ente. Por eso fue que Je sú s no escogió a ni un so lo líder
repudiaban la fe que p erso n ificab a. A pesar de los m u ch o s m ilagros que daban
re lig io so . En ca m b io , escogió a ho m b res que no tenían preparación teológica:
fe de su s cred en ciales m e siá n ica s, a p esar de ver con s u s propios ojos có m o
p e scad o re s, co b ra d o re s de im p u e sto s y o tro s ho m b res c o m u n e s y co rrien tes.
echaba fuera d e m o n io s, sanaba toda enferm edad y resucitaba m u e rto s, no

H acía m u cho tiem po que Je sú s estaba en pugna con aquellos que se veían a aceptarían nun ca el hecho que Él era D ios en fo rm a h u m an a. Sen cillam en te lo

s í m ism o s com o la nobleza relig io sa de Israel. Se sentían ag raviad o s. Lo odiaban. Y odiaban su m e n saje . Je sú s era una am enaza a su poder por lo que

rechazab an a Él y a su m e n saje . Lo odiaban. El Evang elio de Juan lo dice de esta d esesp eradam ente querían verlo m uerto.

m anera: « A lo suyo v in o , y lo s suyos no le recib ie ro n » (Juan 1 .1 1 ). Los líderes


Por eso, cu an d o llegó el m om ento de que Je sú s seleccio n ara a lo s doce
relig io so s del ju d a ism o c o n stitu ía n el núcleo de los que lo rechazab an.
ap ó sto les, fue lo m ás norm al que no escogiera p erso nas de la c la se que estaba

A p roxim ad am ente un año y m edio antes de esto, en uno de los p rim ero s tan d isp u esta a d e stru irlo . En cam b io se vo lvió a su s h u m ild e s seg uid o res y de

actos o ficiale s del m in iste rio de Je sú s, Él había d esafiado a lo s dirigentes entre e llo s se le ccio n ó a doce ho m b res se n c illo s , co m u n es y corrien tes,

relig io so s de Israel en su propio terreno en Jeru salén durante la Pascu a, la única pertenecientes a la clase trab ajad o ra.

o casió n en el año cuando la ciudad se veía co lm ad a de peregrinos que venían a


LO S D O C E
ofrecer sa c rificio s. Jesú s acudió al te m p lo , hizo un látigo con c u e rd a s, exp ulsó

del tem plo a lo s que cam b iab an d in e ro , echando por el su e lo su s m o nedas, Si alguna vez ha visitad o las grandes catedrales de Europa, q uizás haya pensado

vo lcan d o las m esas y d ejando libres a lo s anim ales (Juan 2 .1 3 -16 ). C o n eso, dio que los ap ó stoles eran notables santo s com o los que se m uestran en los

un duro golpe al ju d a ism o in stitu cio n aliza d o . D ese n m ascaró a la nobleza v itra le s, co n halos lu m in o so s que representaban y exaltaban algún grado de

relig io sa exp on iéndo los com o ladrones e h ip ó crita s. C o ndenó su bancarrota esp iritu alid ad . Pero la verd ad es que eran ho m b res m uy c o m u n e s y corrien tes.

esp iritu al. D ejó al d escub ierto su a p o stasía. Púb licam ente co nd en ó su pecado.
Es una lástim a que a m enudo se lo s ponga en pedestales co m o fig u ras de
Los acu só de flagrante co rru p ció n . D e n u n ció su falsed ad . A s í fue com o com enzó
m ag nífico m á rm o l o se los pinte com o si fueran d io se s de la antigua R om a. E so

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los d e sh u m a n iza . Porque ellos eran sim p lem en te doce ho m b res c o m u n e s y tale n to so s que otros en el Israel de aquel tiem p o .

co rrien te s, h u m an o s en to d o s los asp ecto s. No deb em o s pasar por alto q uién es


Ind ud ab lem ente, quienes van a o cu p ar este u otra clase de liderazgo en la
eran realm ente.
ig le sia, tienen que reu n ir ciertas cu alid ad e s m orales y e sp iritu a le s. D e h e ch o , las

H ace poco leí una biografía de W illiam T yn d a le , quien fue pionero en la exigencias para el liderazgo esp iritu al en la iglesia so n extrem adam ente altas.

trad u cció n de la B ib lia al idiom a in g lé s. Él cre ía que no estaba bien que la gente Piense, por ejem p lo, en las cualid ad es para el p astor o el anciano que aparecen

co m ú n oyera la lectura de la B ib lia so lo en latín y no en su propia lengua. Los m en cio nad as en 1 T im o te o 3.2-7:

líderes de la iglesia de aquellos d ía s , in creíb lem en te, no querían la B ib lia en el


Pero es necesario que el o b isp o sea irre p ren sib le, m arid o de una so la m ujer,
id io m a del pueblo porque, com o los fa riseo s en los d ías de Je sú s, tem ían perder
so b rio , prudente, d e co ro so , h o sp edad or, apto para en señ ar; no dado al vin o ,
Su poder e cle siá stico . Pero co n tra S u o p o sic ió n , Tyndale trad u jo el N uevo
no pendenciero, no c o d ic io so de g anancias d e sh o n e sta s, sin o am able,
Testam ento al inglés y lo p u b licó . Por su esfuerzo fue prem iado co n el e xilio , la
apacible, no avaro; que gobierno bien su casa, que tenga a su s h ijo s en
pobreza y la p e rse cu ció n . Fin a lm en te , en 1536, fue estrang ulad o y quem ado en
su jeció n co n toda honestidad (pues el que no sabe gobernar su propia casa,
la hoguera.
¿cóm o cuid ará de la iglesia de D io s? ); no un neófito, no sea que

U na de las c o sa s que m otivó a T yn d ale a tra d u cir la E sc ritu ra al idio m a envaneciéndo se caiga en la co n d e n ació n del d iab lo. Ta m b ié n es necesario

co m ú n fue una encuesta sobre el clero inglés que reveló que la m ayoría de ellos que tenga buen te stim o n io de lo s de afuera, para que no caiga en d escrédito

ni siq u iera sab ía quiénes eran los doce ap ó stoles. Solo unos po co s pudieron y en lazo del d iab lo.

no m b rar cuatro o c in co de los a p ó sto le s. Los líderes de la ig lesia y los


Tito 1.6-9 da una lista sim ila r. H eb reo s 13.7 tam b ién sugiere que los líderes
c ristia n o s de hoy en d ía po sib lem ente no lo hagan m ejo r que los m iem b ro s del
de la iglesia deben ser un ejem plo de va lo re s m o rales y esp iritu a les, porque su
clero in g lé s. En realid ad , lo que la iglesia in stitu cio n al ha hecho al can o n iza r a
fe debe ser la clase que otros quieran seg u ir, y tendrán que d a r cu e n tas a D io s
estos hom bres ha sido d e sh u m a n iz a rlo s y h acerlo s parecer lejan o s y com o si no
por la fo rm a en que se co n d u jero n . Estas so n no rm as m uy altas.
fueran de este m u nd o . Es una extraña iro n ía porque cuando Je sú s los escogió,
A p ro p ó sito , las no rm as no son m e n o s para las p erso nas de la congreg ación .
los seleccio n ó no por alguna hab ilidad extrao rdinaria o una superioridad
Los líderes son ejem p los para lo s d em ás. No hay no rm as « m á s b a ja s» para los
e sp iritu a l; m ás bien parece que en form a deliberada escogió a hom bres que se
m iem b ro s c o m u n e s y c o rrie n te s. De hecho , en M ateo 5.48 Je sú s dijo a todos los
destacaban por su se n c ille z.
creyentes: « S e d , p u e s, vo so tro s p erfecto s, co m o vu estro Padre que está en los
¿Q ué ca lificó a estos ho m b res para que fueran ap ó stoles? O b viam ente no fue
cie lo s es perfecto».
una capacidad in trín se ca o un talento propio extraordinario. Eran g alileo s. No
Francam ente, nadie puede c u m p lir tal no rm a. H ab la n d o hum an am en te, nadie
pertenecían a ninguna élite. A los galileos se lo s co n sid e rab a com o de la clase
« c a lific a » cu an d o la n o rm a es la p erfecció n. N adie está capacitado para estar en
baja, gente cam p e sin a y carente de ed u cació n . Eran p lebeyos, in sig n ifica n tes.
el reino de D ios y nadie es inherentem ente digno de estar en el servicio de D io s.
Pero Je sú s no los sele ccio n ó porque hubieran sido m ás d istin g u id o s o m ás

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T o d o s han pecado y están d estitu id o s de la gloria de D ios (R o m anos 3 .2 3 ). No D ios escoge a lo h u m ild e, lo b ajo, lo m anso y lo d é b il, de m odo que no haya

hay ju sto , ni siq uiera uno (R o m a n o s 3 .1 0 ). Recuerde, fue la m ad urez de Pablo la la m á s m ín im a duda sobre cuál es la fuente de poder cu an d o su s vid as cam bien

que co n fesó : « Y o sé que en m í, esto es, en m i carne, no m o ra el b ien» el m u n d o . No es el h o m b re; es la verdad de D io s y el poder de D io s en el

(R o m a n o s 7 .1 8 ). En 1 Tim o teo 1.15 él dice de s í m ism o que es el prim ero de h o m b re. (H o y d ía n ecesitam o s recordarles esto a alguno s p red icad o re s. No es

los pecado res. su in telig encia ni su p e rso n alid ad . El poder está en la Palab ra, la verdad que

p re d icam o s, y no en n o so tro s.) Y aparte de la Persona (un ser hum ano


De m odo que no hay p e rso n as in trín secam en te c a lific a d a s. D io s m ism o debe
extraordinario que era D io s hecho carne, el Seño r Je s u c ris to ), la h isto ria de la
sa lva r a los pecado res, sa n tificarlo s y luego tran sfo rm arlo s de d e scalifica d o s en
obra de D ios en la tierra es su h isto ria u san d o lo indigno y m oldeándolo para
in stru m e n to s que puede usar.
usarlo de la m ism a m anera que el alfarero m oldea el b arro. Los D o ce no fueron
Los D o ce eran com o el resto de n o so tro s; fueron se leccio n a d o s de entre los
la excepción.
in d ig n o s y los d e sc a lific a d o s. E ra n , com o E lia s, ho m b res sujetos « a p asio n es
Por sup uesto que lo s ap ó stoles m erecen el lugar excep cio nal que ocupan en la
sem ejantes a la s n u e stra s» (Santiago 5 .1 7 ). No alcanzaro n a las m ás grandes
h isto ria de la red en ció n . Por cierto que so n d ig n o s de se r c o n sid e rad o s héroes
alturas del servicio porque hayan sido de alguna m anera diferentes de n o so tro s.
de la fe. El libro de A p o calip sis dice que s u s nom bres adornarán las doce
Su tra n sfo rm a c ió n en vaso s de honra fue únicam ente obra del A lfarero.
puertas de la ciud ad cele stia l, la N ueva Je ru sa lé n , de m odo que el m ism o cielo
M uch os cristia n o s se desalientan y d esco razo n an cu an d o su vid a esp iritu al y
les rinde un tributo eterno. Pero tal hecho no d ism in u ye la verdad que eran tan
su testim o n io sufren por el pecado o lo s fra ca so s. T e n e m o s la tendencia de
c o m u n e s y co rrien tes co m o usted y yo. N e cesitam o s recordarlo s no por su
pensar que no valem o s para nada, y si fu éram o s dejados a no so tro s m ism o s,
im agen en lo s vitra les sin o por la fo rm a tan hum an a en que la B ib lia no s los
¡eso sería verdad! Pero las p erso nas que no va le n nada so n p recisam ente la
p resenta. D eb em o s sacarlo s de su o scu rid ad del otro m undo y co n o ce rlo s co m o
clase de gente que D io s usa, porque es la única clase de gente co n la que
p e rso n as reales. N ecesitam o s p en sa r en ellos com o ho m b res de carne y hueso y
cuenta para trabajar.
no co m o fig u ras exaltadas del panteón del ritu a lism o religioso .

Satanás tal ve z puede tratar de co n ve n ce rn o s que nuestras d e ficie n cia s nos


Sin em bargo, tam po co deb em o s d e sestim a r la im p o rtan cia de su cargo.
hacen inú tiles para D ios y para su ig lesia. Pero la elecció n que hizo Je sú s de su s
D esp u és de su e le cció n , lo s doce ap ó stoles de hecho se tran sfo rm aro n en los
ap ó stoles da testim o n io del hecho que D ios puede u sa r lo indigno y lo
verd adero s líderes esp iritu ale s de Israel. La élite relig io sa del Israel apostato
d e sc a lifica d o . Él puede u sa r a los do n nadie. Esto s doce trasto rn aro n el m undo
quedó sim b ó lica m e n te a un lado cu an d o Je sú s lo s escogió . Los ap ó stoles se
entero (H e c h o s 1 7 .6 ). No fue porque tuvieran talento s e xtrao rdinario s,
tran sfo rm aro n en los p rim e ro s p redicad o res del nuevo pacto. Fuero n los
cap acid ad es intelectuales e xcep cio n ales, p o d ero sas in flu en cias políticas o alguna
p rim eros a q uien es se co n fió el evangelio c ristia n o . E llo s representaban al
c o n d ició n so cial esp ecial. Ello s trasto rn aro n el m undo porque D io s trab ajó en
verd adero Israel de D io s, un Israel genuinam ente arrepentido y creyente.
e llo s para que lo hicie ran .
T a m b ién llegaron a ser la s piedras fu n d am en tale s de la iglesia, con Je sú s m ism o

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com o la piedra angular (E fe sio s 2 .2 0 ). Estas verd ades so n resaltadas y no lo débil del m undo escogió D io s, para averg o nzar a lo fu erte; y lo vil del m undo

d ism in u id a s por el hecho de que e sto s hom bres fu ero n tan co m u n es y y lo m en o sp reciad o escogió D io s, y lo que no es, para d e sh a ce r lo que es, a fin

corrien tes. de que nadie se jacte en su p re sen cia» ( w . 27-29). Los in stru m e n to s favo rito s

de D ios so n los do n nadie para que ningún h o m b re pueda ja ctarse en su


De nuevo, esto es perfectam ente co n secu en te con la fo rm a en que el Señor
p resen cia. En otras p alab ras, D io s escoge a quienes Él escoge para recib ir É l la
siem p re trab aja. En 1 C o rin tio s 1.20-21, leem o s: « ¿D ó n d e está el sab io? ¿D ó nd e
gloria. Escoge in stru m e n to s d éb iles para que nadie atribuya el poder a
está el escrib a? ¿D ó n d e está el d isp u ta d o r de este sig lo ? ¿N o ha enloquecido
in stru m e n to s hum anos en lugar de atrib u írselo a D io s, quien ejerce autoridad
D io s la sab id uría del m u ndo ? Pues ya que en la sa b id u ría de D io s, el m undo no
sobre eso s in stru m e n to s. Tal estrategia es inaceptable para aquellos cuyo único
co n o ció a D io s m ediante la sab id u ría, agradó a D io s sa lva r a los creyentes por
propósito en la vid a está dirigido a co n se g u ir la gloria hum ana.
la locura de la p red icació n » . Esa es la razó n por la que no había filó so fo s, ni

e scrito re s b rillan te s, ni apologistas fa m o so s , ni em in entes m ae stro s, ni ho m b res Con la notable excep ció n de Ju d as Iscario te, estos ho m b res no eran así. Por

que se hubieran d istin g u id o com o grandes o rado res entre los que C risto cierto que, com o todo ser hum ano caído , lu charo n co n el orgullo y la

esco g ió . E llo s se transform aron en grandes líderes esp iritu ale s y en grandes arrog ancia. Pero la p asión de su s vidas llegó a ser la gloria de C risto . Y es esa

p redicado res bajo el poder del E sp íritu Santo, pero no fue por hab ilidad es p asió n , som etida a la in flu e n cia del E sp íritu Santo, y no una hab ilid ad innata o

oratorias inn atas, cap acid ad es de liderazgo o califica cio n e s acad ém icas que un talento h u m an o , lo que exp lica por qué hiciero n un im p acto tan indeleble en

h ub iesen tenido estos ho m b res. Su in flu e n cia se debe a una so la c o sa : el poder el m undo.

del m en saje que predicaban.


EL MAESTRO

A un nivel h u m an o , el evangelio era co n sid e rad o un m en saje necio, y los


Tenga presente, en to n ce s, que la se lecció n de lo s Doce tu vo lugar en el tiem po
ap ó stoles eran v isto s com o predicadores in g en u o s. La élite co n sid erab a su
cu an d o Jesú s se enfrentaba con la realidad de su m uerte inm inente. H abía
enseñanza de baja calid a d . Los que la o frecían eran sim p le s p escado res y
experim entado una creciente hostilidad por parte de lo s líderes re lig io so s. Él
o scu ro s m iem b ro s de la c la se trab ajado ra. Eran peones, gente del p o pu lacho .
sab ía que su m isió n terrenal cu lm in a ría pronto con su m uerte, re su rre cció n y
A s í los valoraban su s co n te m p o rán e o s. (Lo m ism o ha sido cierto en cuanto a la
a sce n sió n . De m odo que desd e este punto en adelante, el carácter de su
verd adera iglesia de C risto a través de la h isto ria. T a m b ié n es cierto en el
m in iste rio cam b ió . Su prioridad núm ero uno fue preparar a los hom bres que
m undo evangélico de hoy en día. ¿D ó n d e están los intelectuales no tab les, los
serían los p rincip ales vo cero s del evangelio d e sp u é s que Él se hubiere id o .
e scrito re s m ás exitosos y lo s grandes oradores a quienes el m undo co n sid era

com o tales? Por lo general, no se encuentran en la ig le sia .) « P u e s m irad, ¿C ó m o los escogió ? Prim ero , b u scó la co m u n icació n con su Padre. « E n

h e rm an o s, vu estra vo cació n , que no so is m u ch o s sa b io s según la carn e , ni aquellos d ías él fue al m onte a orar, y pasó la noche orando a D io s» (Lu ca s

m u ch o s p o d e ro so s, ni m u ch o s n o b le s» (v. 26). 6 .12).

« S in o que lo necio del m undo escogió D io s, para avergonzar a los sa b io s; y En lo s p rim eros c in co cap ítu lo s de su Evangelio , Lu cas ya ha dejado claro que

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la oración era una n o rm a en la vid a de Je sú s. Lucas 5.16 d ice: « M a s él se es probable que haya ido a las siete uocho de la tarde. Si bajó del m onte

apartaba a lugares d e sierto s, y oraba » . Era un hábito en Él b u scar la soledad desp ués del am anecer, tal v e z fueran las se is de la m añana. En otras palabras,

para hablar con su Padre. Cuando estaba en los p ueblo s y aldeas de G alilea, estuvo orando por lo m enos d iez horas seguidas.

siem p re estaba sin tiend o la p resió n de las m u ltitu d es que lo seg uían. Las
Para decir que pasó toda la noche orando, se necesitan va ria s palabras en
regiones desérticas y m o n tañ o sa s le ofrecían el am biente so litario adecuado para
e sp añ o l. En el griego, sin em bargo, se requiere una so la : dlanuktereuo. La
orar.
palabra es im portante. H ab la de seg uir firm em ente una tarea toda la noche. Para

No sab em o s cuál era este m o n te. Si im portara, la E scritu ra no s lo habría referirse a que se pasó la noche d u rm ien d o , no se habría usado esta palabra.

d ic h o . En el norte de G alilea hay una gran cantidad de c e rro s y m o ntañ as. Este No es una exp resió n que se u se para d e cir que estuvo o scuro toda la noche.

m onte p robablem ente quedaba cerca de C ap e rn au m , en el radio de una corta T ie n e el sentido de trab ajar a lo largo de la no ch e, de m antenerse haciendo algo

cam in ata. C ap ernaum era una esp ecie de base del m inisterio de Je sú s. Él fue a llí toda la no ch e. Sugiere que Je sú s se m antuvo desp ierto en m edio de la

y pasó la noche entera orando. o scu rid ad hasta la m añana, y que perseveró todo el tiem po en oración con un

inm enso peso de deber, de co m p ro m iso sobre Él.


A m enudo ve m o s a Jesú s orando antes que o currieran h ech o s trascen d e n tale s

en su m in iste rio . (Recuerde que eso era lo que h acía la noche cu an d o fue Otra nota interesante surge del griego aunque no la ve m o s en esp añ ol.

traicio n ad o ; oraba en el huerto donde había encontrado so led ad , lejo s de la N uestras v e rsio n e s d icen que Él «p asó la noche orando a D io s» . La expresión

agitada atm ósfera de Je ru salé n . Ju d as sabía que allí podría e n co n tra rlo , porque en el griego en realidad sig n ifica que pasó toda la noche en la oración de D io s.

de acuerdo con Lucas 22.39, Je sú s aco stu m b rab a ir a llí a orar.) Cada vez que Él oraba, oraba literalm ente la o ració n de D io s. Estab a involucrad o

en una co m u n ió n ¡ntertrinitaria. La o ració n ofrecida era p recisam e n te la oración


A quí ve m o s a Je sú s en toda su h u m an id ad . Estab a en m edio de una situ ació n
de D io s. Los m iem b ro s de la T rin id ad se co m u n icab a n unos con o tro s. S u s
extrem adam ente cam b ian te . La h o stilid ad que se tram ab a contra Él an ticip ab a su
o racio n es eran todas perfectam ente co n secu en tes con la m ente y la voluntad de
m uerte. Le quedaba m uy poco tiem po para preparar a los ho m b res que serían
D io s, porque Él m ism o es D io s. Y en eso ve m o s el in cre íb le m iste rio de su
los encargados de d ifu n d ir el evangelio por el m u nd o d e sp u é s de su p artida. Y
hum anidad y su deidad actuando a la m ism a ve z . En su co n d ició n h u m an a,
la fría realidad de los hechos lo llevó a lo alto del m onte para poder orar a D io s
Je sú s necesitaba orar toda la n o ch e; y en su deidad, oraba la auténtica oración
en co m p leta soledad. No había b uscado la fam a sin o que había to m ad o fo rm a
de D io s.
de sie rvo , vin ie n d o a la tierra co m o un h o m b re. El m om ento en que tend ría que

h u m illa rse h asta la m uerte, y m uerte de c ru z , se ace rcab a. Por eso fue a D io s Entienda lo siguiente: La d ecisió n que Je sú s hab ría de hacer m uy pronto era

com o un hom bre lo haría, b uscan d o el rostro de D io s en o ració n y de im p o rtan cia tal que requería de d iez a doce horas de oración preparatoria.

co m u n icá n d o se co n el Padre acerca de los ho m b res que había escogido para ¿Q u é era lo que pedía en su o ració n? ¿C larid ad en cuanto a quiénes elegir? No

esta fu n ció n vita l. lo cre o . Com o D ios o m n iscie n te encarnado , la voluntad d iv in a no era un

m isterio para Él. S in duda que oraba por los ho m b res a q uien es pronto
N ótese que pasó toda la noche o rand o. Si fue al monte antes que o scu recie ra ,

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escogería, co m u n icá n d o se co n el Padre acerca de la sa b id u ría absoluta de su alguien lo rechazara. Pero s í lo rech azaro n , porque su m e n saje era m ás de lo

elección y actuando en su calidad de M ediador a favo r de ello s. que podían soportar.

Cuand o la noche de oración hubo llegado a su fin , regresó a donde estaban En Juan 6 vem o s algo de esta d inám ica. Al co m ie n zo del cap ítu lo , alim entó a

los d is c íp u lo s y los reunió. (« Y cuando era de día, llam ó a s u s d is c íp u lo s » , m ás de c in co mil p erso nas que habían salid o a v e rlo . (Juan 6.10 dice que solo

Lucas 6 .1 3 ). No so lo llam ó a los D oce. En este contexto , la palabra discípulos se los ho m b res eran c in co m il. Si se contaban las m u je res y lo s niñ o s, la m ultitud

refiere a su s seg uidores en un am p lio sentido. La palab ra en s í quiere d ecir fácilm ente pudo haber doblado ese núm ero o ser aún m ayo r.) Fue un día

« e stu d ia n te , a p re n d iz» . Deben haber habido n u m ero so s d isc íp u lo s y de entre m a ra v illo so . M u ch a s de estas p erso nas ya lo seg uían en calidad de d isc íp u lo s;

ello s, Él habría de escoger doce para que cu m p lieran el cargo de un apóstol. en tanto que m u ch o s o tro s sin duda que se aprestaban a serlo . Juan escrib e:

« A q u ello s hom bres en to n ces, viendo la señal que Je sú s había hecho, d ije ro n :
En los d ías de Je s ú s era co sa c o m ú n , tanto en la cu ltu ra griega com o en la
Este verdaderam ente es el profeta que había de v e n ir al m u n d o » (v. 1 4 ). ¿Q u ién
ju d ía, que un p ro m inen te rab í o filó so fo atrajera estu d ia n tes. Su lugar de
era este hom bre que podía p ro d u cir alim ento de la nada? Ellos pasaban la m ayor
enseñanza no era n ecesariam ente una sala de c la se s o un auditorio . La m ayoría
parte de su vid a en el cam p o , co se ch an d o , criand o anim ales y preparando
eran in stru cto re s am b ulantes cuyo s d isc íp u lo s sen cilla m en te los seguían a
c o m id a s. ¡Pero Jesú s podía sencillam ente cre ar com id a! Aquello c am b iaría s u s
través de un curso norm al de la vid a diaria. E sa es la clase de m in iste rio que
v id a s. Deben haber pensado en el d isfru te de tie m p o libre y co m id a gratis, ya
Jesú s m antuvo con su s seg uid ores. Él fue un m aestro itinerante. Sim p lem ente
preparada. ¡Era esta la c la se de M esías que habían estado esperando! Según
fue de lugar en lugar y, m ien tras enseñab a, atraía a la gente que seguía su s
Juan: «Ib a n a v e n ir para ap o derarse de él y hacerle rey» (v. 15). Pero Él se les
m o vim ie n to s y e scu ch a b a su e n se ñ a n za. El ve rsícu lo 1 no s ofrece un cuadro de
escapó m ediante una serie de h e ch o s so b renaturales que cu lm in aro n con su
esto: « A co n te ció en un día de reposo, que pasando Je sú s por los sem b rad o s,
cam inata por sobre el agua.
su s d isc íp u lo s arrancaban esp ig as y co m ía n , restregándolas co n las m a n o s» .

C am in ab an con Él, sigu iénd o lo de lugar en lug arm ientras enseñab a, espigando Al día siguiente, la gente lo encontró en C ap e rn au m , al otro lado del lago.

granos para co m er m ientras cam inab an. M ultitud es de ellos lo hab ían estado b uscan do, obviam ente esperando que les

diera m ás de c o m e r. Pero él los regañó por seguirlo por m o tivo s equivocad os:
No sa b em o s cu án to s d isc íp u lo s ten ía Je s ú s . En una o ca sió n , envió a setenta
«M e b u s c á is , no porque habéis v isto la s se ñ a le s, sin o porque c o m iste is el pan y
de e llo s en pares para evang elizar las co m u n id ad e s que Él visita ría m ás tarde
o s s a c ia s te is » (v. 2 6 ). Cuand o ello s in sistie ro n en pedirle co m id a, Él les d ijo :
(L u c a s 1 0 .1 ). Pero el núm ero total de su s seg uidores era indudablem ente
« Y o so y el pan vivo que d e scen d ió del c ie lo ; si alguno co m ie re de este pan,
m u cho m ás que setenta. La E scritu ra dice que m u ltitu d es lo seguían. ¿Y por qué
v ivirá para sie m p re; y el pan que yo daré es m i carne, la cual yo daré por la vida
no? Su e n se ñ an za era ab solu tam ente d iferente a cu alq uiera otra en cuanto a
del m u n d o » (v. 5 1 ). A q uellas palabras resultaro n tan d ifícile s de entender que
clarid ad , y su autoridad era obvia. Él tenía la capacid ad de sa n ar enferm edades,
e llo s le pidieron que se las explicara. Él en to n ces, les d ijo :
ech ar fuera d em o nio s y re su citar m u e rto s. Estab a lleno de gracia y verd ad. No

es so rp rendente que atrajera a s í a tanto s d isc íp u lo s. Lo so rp rend ente es que De c ie rto , de cierto os d igo : Si no co m éis la cam e del H ijo del H o m b re, y

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bebéis su sangre, no te n é is vida en v o so tro s. El que co m e m i carne y bebe selecció n de lo s D o ce. De un gran núm ero de d is c íp u lo s , quizás ciento s de

m i sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el d ía p o strero . Porque mi ello s, Él eligió a doce hom bres en p articular y lo s nom bró para el cargo u o ficio

carne es verdadera co m id a, y m i sangre es verdadera bebida. El que co m e mi ap o stó lico . No era un trab ajo para el cual se anduvieran b uscan d o interesados o

carne y bebe m i sangre, en m í p erm anece, y yo en él. C o m o me envió el v o lu n ta rio s. Jesú s los escogió soberanam ente y lo s no m b ró , en p resencia del

Padre vivien te, y yo vivo por el Padre, a sim ism o el que me co m e , él tam bién grupo m ás grande.

vivirá por m í. Este es el pan que d e scen d ió del cie lo ; no com o vu estro s
Este fue un m o m en to notable para eso s doce h o m b re s. H a sta ese m om ento,
padres co m iero n el m aná, y m u rie ro n ; el que co m e de este pan, vivirá
Pedro, Jacobo, Ju a n , A n d ré s, N atanael, M ateo y los o tro s eran so lo parte de la
eternam ente. E sta s co sa s dijo en la sinagoga, enseñando en C ap ernaum ( w .
m u ltitud . Eran ap ren d ices com o cu alq u ier otro del grupo. H ab ían estado
53-59).
sig u ien d o , e scu ch a n d o , observando y ab so rb ien d o la s e n se ñ a n zas del M aestro.

Esta afirm ació n los ofendió tanto que m u ch o s de su s d isc íp u lo s em p ezaron a Pero to d avía no tenían ningún papel o ficial de lid erazgo . No habían sido

dudar sobre si lo seg uirían o no. Juan e scrib e : « D e sd e enton ces, m u ch o s de su s no m b rados para ningún cargo que lo s separara de lo s d e m á s. E ran ro stro s en la

d isc íp u lo s vo lvie ro n atrás, y ya no andaban co n él» (v. 6 6 ). m ultitud hasta que Je sú s lo s sele ccio n ó e hizo a doce de ellos apóstoles.

A sí, lo s d isc íp u lo s iban y ven ían . La gente se sentía atraída y luego ¿Por qué do ce? ¿P o r qué no o ch o ? ¿P o r qué no ve in ticu a tro ? El núm ero doce

d e silu sio n a d a . Y en aquella o casió n p articular d escrita en Juan 6, Je sú s in clu so está lleno de valo res sim b ó lic o s. D o ce eran las trib u s de Isra e l. Pero Israel era

dijo a los D oce: « ¿ Q u e ré is acaso iro s tam b ién v o so tro s? » (v. 6 7 ). Pedro habló apóstata. El ju d a ism o de lo s tie m p o s de Je sú s rep resentab a una co rru p ció n de

por el grupo cu an d o resp o n d ió : « S e ñ o r, ¿a quién irem o s? Tú tienes palabras de la fe del A ntiguo T e stam en to . Israel había abandonado la gracia d ivina a fa vo r de

vid a eterna. Y no so tro s hem os creído y co n o ce m o s que tú eres el C risto , el H ijo la religión por o b ra s. Su religión era legalista. Estab a llena de h ip o cresía, obras

del D ios vivien te» (vv. 68-69). fa risa ic a s, regulaciones h u m an as y cerem o n ias s in se n tid o . Era herética. Estaba

basada en lo s d escendientes fís ic o s de A braham en lugar de en la f e de


Los que se quedaron eran gente a la que D io s soberanam ente había traído a
A b rah am . Al escog er a doce ap ó sto les, Je sú s en realidad estaba estab leciendo
su propio H ijo (v. 4 4 ). Je sú s tam b ién , en fo rm a p a rticu la r, lo s había traído hacia
un nuevo liderazgo para el nuevo pacto. Y lo s ap ó stoles representaban a los
É l. Les d ijo : « N o me elegisteis vo so tro s a m í, sin o que yo os elegí a vo so tro s, y
nuevo s líderes del verd adero Israel de D io s, form ado por p erso nas que cre ían el
o s he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vu estro fruto p erm an ezca» (Juan
evangelio y eran seg uidores de la fe de A braham (cf. R o m an o s 4 .1 6 ). En otras
1 5 .1 6 ). Soberanam ente lo s seleccio nó y (con la excep ció n de Judas Iscario te, de
p alab ras, los doce ap ó stoles sim b o liza b a n el ju icio contra la s doce trib u s del
quien Je sú s sabía que lo tra ic io n a ría ), soberanam ente trab ajó en ello s y a través
Israel del A ntiguo Te stam e n to .
de ellos para garantizar que p erseveraran con É l, que p ro dujeran fru to , y que su

fruto p erm aneciera. A q u í ve m o s trab ajando el p rincipio de la gracia de D io s Je sú s m ism o hizo la conexió n co n toda c larid ad . En Lucas 22.29-30, les d ijo a

electiva. los ap ó stoles: « Y o , p ues, o s asigno un reino , com o m i Padre me lo asignó a m í,

para que co m á is y bebáis a m i m esa en m i re in o , y o s sentéis en tronos


La soberanía de su se lecció n la vem o s en una m anera extrao rdinaria en la

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juzgando a la s doce trib u s de Isra e l» . representante o ficial.

La im p ortancia del núm ero doce se haría inm ediatam ente obvia a casi todo s En aram eo, la palabra tiene un paralelo exacto: sh allah . (Recuerde que en el

los isra e lita s. Las afirm acio n e s m e siá n ica s de Je sú s fueron claras a to d o s los tiem po de Je s ú s , la lengua co m ú n en Israe l, la lengua que el m ism o Je sú s habló,

que escu ch aro n su s e n se ñ a n za s. Él habló constantem ente de su reino ven id ero . no era el hebreo sin o el aram eo .) En ese prim er siglo de cu ltu ra ju d ía , el shallah

M ientras tanto , por todo Isra e l, la esp eran za de que el M esías apareciera pronto era un rep resentante o ficial del Sa n ed rín , el c o n c ilio de gobierno de Isra e l. Un

y estab leciera su reino era cada vez m ayo r. A lguno s creyeron que Juan el sh aliah ejercía to d o s los d erechos del Sa n ed rín . H ab lab a por e llo s, y cuand o

Bautista se n a ese M e sía s, pero Juan señaló a C risto (cf. Juan 1 .1 9 -27 ). Ello s hablaba, lo hacía con su autoridad. Se le otorgaba el m ism o respeto y deferencia

sab ían m uy bien que C risto tenía to d a s las cred en ciales m esiá n ica s (Juan que al c o n c ilio m ism o . Pero nun ca entregaba su propio m e n saje; su tarea era

10.41-42). Él no era la c la se de líder político que esp erab an, por eso fu ero n tan entregar el m en saje del grupo al que representaba. El cargo de un sh allah era

lentos para creer (Juan 1 0.2 4-2 5 ). Pero sin d ud a que entendieron las bien co no cid o . Los shallah eran lo s encargados de arreglar d isp u tas leales o

afirm acio n e s que h acía lo que los llenó de esperanza. re lig io sa s, y actuab an con toda la autoridad del c o n c ilio co m p le to . A lguno s

rabíes p ro m inen tes tam b ién tenían su s sh allah , « e n v ia d o s» que enseñab an su


De modo que cu an d o nom bró púb licam ente a lo s d o ce para que fueran s u s
m en saje y lo s representaban con toda su autoridad. Aun la m lshnah ju d ía, que
ap ó sto les, la im p o rtan cia de ese núm ero fue contundente y clara. Los apóstoles
era una co lecció n de tra d icio n e s orales co n ceb id as o rig inalm en te com o un
representaban a un Israel com p letam ente n u e vo , bajo el nuevo pacto. Y su
co m en tario de la Ley) recono cían la fu n ció n del shaliah. D ice: « E l enviado por el
no m b ram iento , pasando por alto el siste m a relig io so del ju d a ism o o ficial,
hom bre es com o el hom bre m is m o » . De m odo que la natu raleza del cargo era
sig n ificab a un m en saje de ju icio contra la n ació n de Israe l. Evidentem ente, estos
bien co n o cid a por el pueblo ju d ío .
doce ho m b res c o m u n e s y co rrien tes no fueron d e stin ad o s a d ese m p e ñ ar un

papel co m ú n y co rrien te. Se p u siero n en el lugar de la cabeza de las doce trib u s. A s í que cuando Je sú s nom bró a p ó sto le s, estaba d icien d o algo muy fa m ilia r al

Eran prueba viviente de que el reino que Jesú s estaba por estab lecer era pueblo en esa c u ltu ra . Esto s eran su s deleg ad o s. Eran su s salía de co n fian za .

com p letam ente diferente del reino que la m ayoría de lo s israelitas esperaban. H ab lab an con su auto rid ad, entregaban su m en saje y ejercían su autoridad.

Lucas 6.13 d ice: « E sc o g ió a doce de e llo s, a los cu ales tam b ién llam ó LA TA R E A

ap ó sto les» . El título so lo era sig n ifica tivo . El verb o griego opostello sig n ifica
El cargo fa m ilia r del shallah en esa cu ltu ra defin ía virtu alm en te la tarea de los
« e n v ia r» . La fo rm a de su sta n tivo , apostólos, sig n ifica « u n o que es en viad o ». La
ap ó sto les. O b viam ente, C risto delegaría su autoridad a esto s doce y lo s e nviaría
palabra del esp añol apóstol es una tra n slite ra ció n m ás que una trad u cció n de la
con su m en saje . Ello s lo representarían co m o delegados o fic ia le s. Prácticam ente
palabra griega. Los ap ó stoles fueron « e n v ia d o s» . Pero no fueron sim p le s
to d o s en esa cu ltu ra entendieron instantáneam ente la natu raleza del cargo u
m e n sa je ro s. La palabra griega para « m e n sa je ro » era úngelos, de la cual
o ficio . E sto s d o ce h o m b re s, c o m isio n a d o s co m o ap ó stoles de Je sú s, hab larían y
o b tenem os la palabra «ángel » . U n apostólos era algo m ás im portante que un
actuarían co n la m ism a autoridad de quien los enviab a. « A p ó sto l» por lo tanto,
m en sajero o un heraldo; apostólos co m u n icab a la idea de em bajador, delegado,

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era un títu lo de gran respeto y p rivileg io . Él cuando se fue para vo lve r al Padre, los d isc íp u lo s tuviero n que s a lir por su

cuenta. H ay una clara pro gresió n en su ad iestram iento y en su p o sterio r entrada


M arcos 3.14 registra este m ism o hecho : « Y estableció a d o ce, para que
en un m inisterio de tiem po com pleto.
estuviesen co n é l, y para enviarlo s a p re d icar». N ótese el pro ceso de dos p asos.

A ntes que fueran en viad o s a p red icar, los atrajo a s í. Era absolutam ente Ya no son m ás d isc íp u lo s, sin o que ahora son ap ó sto les, sh aliah . O cup an

necesario que estuvieran con Je sú s antes de ser en viad o s. De h ech o , no es sino ahora un carg o , un o ficio im portante. En su Evang elio , Lu cas u sa se is veces la

hasta Lucas 9.1 que Je sú s reúne a los D o ce y les da autoridad sobre los palabra « a p ó sto le s » ; y en H e c h o s, unas treinta veces. El papel de ellos en los

d em o nio s y poder para sa n ar en ferm edad es. A esa altura, Él literalm ente delegó E van g elio s es b ásicam en te lle var el m e n saje del reino a Israel. En H e ch o s,

en ellos su poder m ilag ro so . Por eso en Lucas 6, los id en tifica, nom bra y los trabajan en la fu n d ació n de la ig lesia.

pone bajo su directa y perso nal tutela («que ello s pudieran estar con É l» ) . En
A unque se trataba de ho m b res c o m u n e s y co rrien tes, su llam ado fue un
Lucas 9, vario s m e se s m ás tarde, les da poder para hacer m ilagros y ech ar fuera
llam ado poco c o m ú n . En otras p alab ras, lo im portante no es los hom bres que
d e m o n io s. No fue sin o hasta en to n ces que « lo s envió a p redicar».
eran por s í, sin o la tarea a la que habían sid o lla m a d o s. Im ag ín ese cuán único

H asta este m o m en to , la m ayo r parte del tiem po Jesú s había estado hablando tenía que ser su papel.

a grandes m u ltitu d es. C o n el llam ado de los D o ce en Lucas 6, su m in iste rio de


No so lo tenían que fun d ar la ig le sia y d ese m p e ñ ar un liderazgo central a
enseñanza se hace m ás ín tim o , enfo cándo se b ásicam en te en e llo s. To d avía
m edida que la iglesia p rim itiva cre cía y se m u ltip lica b a, sin o que tam b ién tenían
podía atraer a m u ch ed u m b res y en se ñ a rle s, pero su enfoque estaba en los
que se r lo s can ale s a través de los cu ales sería dada la m ayo r parte del N uevo
d isc íp u lo s y en su ad iestram iento .
T e stam e n to . R ecib iero n la verd ad de D ios m ediante revelación d ivin a . E fe sio s

N ótese el d e sa rro llo natural en su program a de ad iestram iento . Al p rin cip io , 3.5 es m uy exp lícito en cuanto a esto . Pablo dice que el m isterio de C risto , el

sim p lem en te sig u iero n a Je sú s, espigando de s u s serm o n es para las m u ltitud es cual en el p rin cip io no fue dado a co n o ce r, «ahora es revelado a s u s santos

y e scu ch a n d o Sus in stru c cio n e s junto con un grupo m ayor de d isc íp u lo s. ap ó stoles y profetas por el E sp íritu » . Ello s no p redicaron un m e n saje hum an o.

Aparentem ente esto no lo hicieron com o su ún ica tarea, sin o cuando podían en La verdad les fue dada m ediante revelación directa.

el c u rso de su s activid ad es d iarias regulares. Luego (co m o está escrito en Mateo


E ra n , por lo tanto, la fuente de toda verdadera doctrina de la ig lesia. H ech o s
4 ), Él lo s llam ó para que dejaran todo y lo sig u ieran en form a e xclu siva. Ahora
2.42 describ e en estos té rm in o s las activid ades de la iglesia p rim itiva : « Y
en el incidente que registran Lucas (capítulo 6) y M ateo (capítulo 1 0 ), seleccio n a
perseveraban en la doctrina de los ap ó sto les, en la co m u n ió n u n o s co n otros,
a doce del grupo de d isc íp u lo s que le servían de tiem po com p leto , los identifica
en el p artim iento del pan y en las o ra c io n e s» . A ntes que el N uevo Te stam en to
com o ap ó stoles y em pieza a enfo car m ás de s u s energías en in stru irlo s
se co m p leta ra, la enseñanza de los ap ó stoles era la única fuente de verdad sobre
p erso nalm ente. M ás tarde, lo s dotaría con autoridad y con poder para hacer
C risto y la d o ctrin a de la ig lesia. Y su e n se ñ an za era recib ida con la m ism a
m ilag ro s. Fin a lm e n te, los enviaría. Al p rin cip io , en asig n acio n es que se
autoridad que la Palabra e sc rita . De hecho, el N uevo T e stam e n to e scrito no es
caracterizab an por m isio n e s cortas desp ués de las cu ales tenían que vo lver. Pero
otra co sa que los reg istro s in scrip to s e in sp irad o s por el E sp íritu de la

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enseñanza de los apóstoles. estaban preocupados por la fo rm a en que estaban yendo las c o sa s y lo que

podría o cu rrirle s. En realid ad , las palabras de Pedro fueron una sú p lica . Es


De m odo que los ap ó stoles tuviero n la m isió n de ed ificar la ig lesia. E fe sio s
com o si estuviera d icien d o , a nom bre de los o tros: « ¿Q u é va a pasar co n
4.11-12 dice que C risto d io a lo s ap ó stoles « a fin de p erfeccio nar a los santos
n o so tro s?»
para la obra del m in iste rio , para la e d ifica ció n del cuerpo de C ris to » . Ello s

fueron lo s m aestros y p redicad o res cristia n o s o rig inales. Su enseñanza, Je sú s le co n testó : « D e cierto o s digo, que no hay nadie que haya dejado ca sa ,

registrada en el Nuevo T e stam e n to , es la única regla por la cu al, aun hoy día, se o padres, o h erm an o s, o m ujer, o h ijo s, por el reino de D io s, que no haya de

puede p robar la sana doctrina. recib ir m u cho m ás en este tiem p o , y en el siglo ven id ero la vida eterna». Ello s

no tuviero n que dejar nada de lo cual el Seño r no los pudiera reco m p en sar. Y
T a m b ié n fu ero n e jem p lo s de v irtu d . Efesio s 3.5 los llam a « sa n to s ap ó sto le s».
D io s lo s bendijo en esta vid a (aun cu an d o , com o verem os cuando estud iem o s
E llo s estab leciero n un m odelo para la santidad y la verdadera esp iritu alid ad . Se
la vid a de cada uno, la m ayoría fueron m á rtire s). D ios los bendijo en esta vid a a
co n stitu yero n en los p rim eros ejem p los a los cu a le s lo s creyentes pudieran
través de la fu n d ació n y el crecim iento de la ig lesia. E llo s , no so lam ente fueron
im itar. Fuero n ho m b res de carácter e integridad, estab leciend o el m odelo para
in fluyentes, respetados y honrados entre el pueblo de D io s, sin o que en cuanto
quienes habrían de se r, m ás adelante, líderes en la iglesia.
a su s hogares y fa m ilia s, tuviero n m u ltitu d es de hijos y herm ano s esp iritu ales a
T en ían el poder especial de realizar m ilagros que co nfirm aran su m en saje.
m edida que la ig le sia crecía y lo s creyentes se m u ltip lica b an . Y en la era
H eb reo s 2.3-4 dice que la sa lv a ció n , «h ab ien d o sido an u n ciad a prim eram ente
ven id era serán tam b ién grandem ente h o n rad o s.
por el S e ñ o r, no s fue co n firm ad a por los que oyeron, testifica n d o D io s
EL A D IES TR A M IE N T O
jun tam ente con ello s, co n señales y p ro d ig io s y d iv e rso s m ilagros y

rep artim ientos del E sp íritu Santo según su vo lu n ta d » . En otras p alab ras, D io s
T o do eso pudo haber parecido rem oto e incierto aquella m a-ñana que Je sú s
c o n firm ó su Palabra a través de lo s ap ó stoles por los m ilagros que ello s estaban
llam ó a su s d is c íp u lo s y nom bró a los D o ce. To d avía necesitab an enseñanza.
cap acitad o s para hacer. El N uevo Te stam ento indica que so/o lo s ap ó stoles y
T o d a s s u s lim ita cio n es y fra ca so s h u m an o s parecían en so m b rece r su po tencial.
aquellos que estaban estrecham ente aso ciad o s co n e llo s tenían el poder de
Q uedaba poco tiem p o . H ab ían abandonado to d a s las c o sa s en las que eran
hacer m ilag ro s. Por eso es que 2 C o rin tio s 12.12 habla de tales m ilagros co m o
expertos. H ab ían dejado su s re d es, abandonado su s cam p o s, y dejado atrás las
« la s señales de ap ó sto l». m esa s de co b ra r im p u e sto s. H ab ían renunciado a cuanto sab ían para recib ir

Com o resultado de todo e sto , lo s d isc íp u lo s fueron bendecidos grandem ente ad iestram iento para algo acerca de lo cual no tenían aptitudes natu rale s.

y ten id o s en alta estim a por el pueblo de D io s. Las expectativas de Je sú s para


Pero cu an d o abandonaron su s trab a jo s, de ninguna m anera se tran sfo rm aro n
e llo s fueron logradas a través de la fiel p erseverancia de e llo s. Y su p ro m esa
en o c io so s. Se c o n v irtie ro n en estudiantes de tiem po co m p leto , ap ren d ices,
para e llo s se c u m p lió en el cre cim ie n to y exp an sió n de la ig lesia. Recuerde que
discípulos. Los sigu ientes d iecio cho m e ses de s u s vidas estarían o cu p ad o s co n
en Lucas 18.28, Pedro le dice a Je s ú s : « H e aquí, no so tro s hem os dejado
ad iestram iento aun m ás in te n siv o , la m ejo r e nseñanza que ningún se m in ario
nuestras p o se sio n e s y te hem os se g u id o » . Aparentem ente, los d isc íp u lo s

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podría ja m á s ofrecer. T e n ía n constantem ente ante e llo s el ejem plo de C risto . U n segundo problem a que hizo d ifícil el pro ceso de ap rendizaje para los

Podían e scu ch ar su e n se ñ a n za, hacerle p reguntas, o bservar la fo rm a co m o d isc íp u lo s es que no eran h u m ild e s. Eran p erso nas que se preocupaban so lo de

trataba co n la gente, y d isfru ta r una relación ín tim a con Él en todas las s í m is m a s , se centraban en su s p ro p io s intereses, eran arrib istas y o rg u llo so s.

c irc u n sta n c ia s . El Seño r les dio oportunidades para m in istra r, los preparó y los Pasaron una enorm e cantidad de tiem po d iscu tie n d o cuál era el m ás im portante

envió a c u m p lir asig n acio n e s e sp e cia le s. Les dio ánim o co n cariñ o , los co rrig ió entre e llo s (M ateo 20.20-28; M arcos 9.33-37; Lucas 9 .4 6 ). ¿C ó m o v e n ció Je sú s

con am o r, y fue paciente para en se ñ a rle s. A s í es com o se logra siem p re el m ejor esa falta de hu m ild ad ? Siendo Él m ism o ejem plo de h u m ild ad . Les lavó los p ies.

aprendizaje. No es so lo proveer in fo rm ació n ; es una vida invertida en otra vida. Les enseñó a ser sie rv o s. Se hu m illó a s í m ism o , aun h asta la m uerte de c ru z .

Pero no fue un pro ceso fá c il. Los D o ce podían ser to rp es. H u b o una razón T e rce ro , no so lo carecían de entendim iento y de hu m ild ad , sin o que tam bién

para que no fueran la élite acad ém ica. C o n fre cu e n cia , enco ntram o s a Je sú s carecían de fe. Solo en el Evangelio de M ateo Je sú s les dice cuatro ve ces:

d icien d o co sa s com o esta: « ¿T a m b ié n vo so tro s so is aún s in entendim iento ? « H o m b re s de poca fe » (6 .30 ; 8.26; 1 4.31; 1 6 .8 ). En M arcos 4.4 0 , le s pregunta:

¿N o entendéis aú n ?» (M ateo 15.16-17; cf. 1 6 .9 ). « ¡O h in s e n sa to s , y tardo s de « ¿C ó m o no ten éis fe ?» Al fin a l del Evang elio de M arco s, desp ués de haber

co razó n para c re e r...!» (Lu ca s 2 4 .2 5 ). Es interesante o b servar que la E scritu ra no pasado m ese s de ap rendizaje in ten sivo con Je sú s, e in c lu so d e sp u é s que Él

encubre s u s defecto s. Porque no se trata de proyectarlos co m o lum in arias hubo resucitado de lo s m uertos, M arco s escrib e: « Y le s reprochó su

su p e rsa n tificad a s o elevarlo s de la categoría de sim p le s seres m o rtales. S i tal incred ulid ad y dureza de c o ra z ó n » (M arco s 1 6.14). ¿C u á l fue el rem edio que

hubiera sido el c a s o , no hab ría habido razón para dejar c o n sta n cia de su s aplicó Jesú s para su falta de fe? Sig uió haciend o m ilag ro s y hechos p o rtento sos.

flaquezas de carácte r. Pero en lugar de d isim u la r su s d efecto s, la E sc ritu ra Los m ilag ro s no eran prim eram ente para el beneficio de lo s in c ré d u lo s; la

parece querer destacar su s d eb ilid ad es h u m an as. Es un recordatorio m agnífico m ayoría de su s m ilag ro s los hizo delib eradam ente «en p re se n cia de su s

de que «[n uestra] fe no esté fundada en la sa b id u ría de los h o m b re s, sin o en el d isc íp u lo s » de m odo que la fe de ellos pudiera ser fo rtalecida (Juan 2 0 .3 0 ).

poder de D io s» (1 C o rin tio s 2 .5 ).


C uarto , carecían de co m p ro m iso . M ientras las m u ltitu d es estaban alborozadas

¿Por qué fue tan d ifíc il el pro ceso de ap rend izaje para lo s ap ó stoles? Prim ero , y se m u ltip lica b an los m ilag ro s, ello s estaban e m o cio n a d ísim o s. Pero cuand o

porque carecían de entendim iento e sp iritu a l. Eran lentos para oír y lentos para los so ld ad o s irru m p iero n en el huerto para arrestar a Je s ú s , lo abandonaron y

entender. En m u chas oportunidades eran d e n so s, n ecio s, torpes y cieg os. El huyeron (M arco s 1 4 .5 0 ). El líd er del grupo term in ó negando a su M aestro y

N uevo T e stam e n to usa to d o s estos té rm in o s o su s equivalentes para referirse a jurand o que ja m á s había visto a tal h o m b re. ¿C ó m o rem edió Je sú s su tendencia

e llo s. A s í que, ¿cóm o reso lvió Je sú s su falta de entendim iento esp iritu a l? a la d e fe cció n ? Interced iend o por e llo s en o ració n. Juan 17 dice cóm o oró Je sú s

C o ntinuó e n se ñ á n d o le s. In clu so desp ués de su re su rre c ció n , se quedó cuarenta para se m antuvieran fieles y el Padre pudiera llevarlo s al cie lo ( w . 11-26).

d ías en la tie rra. H e ch o s 1.3 dice que durante ese tiem po se m antuvo
Q u in to , carecían de poder. En su s propias fu e rza s, eran d éb iles e in d efen so s,
« h a b lán d o le s acerca del reino de D io s» . Y sig u ió en señ án d o les hasta el
esp ecialm ente cuando tenían que enfrentar al enem igo. H u b o o casio n es cuand o
m om ento m ism o en que ascen d ió al cielo.
trataron pero no pudieron echar fuera d e m o n io s. Su falta de fe lo s inh ab ilitó

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para m anejar el poder que estaba a su d isp o sic ió n . ¿Q ué hizo Je s ú s para (M ateo 2 6 .3 1 ). In clu so desp ués de la re su rrecció n se veían tím id o s, llenos de

rem ediar esta d e ficie n cia? El día de Pentecostés envió al E sp íritu Santo para que rem o rd im iento por su fra ca so y d em asiad o p reo cup ad os de s u s propias

habitara en e llo s y les diera poder. A s í se lo s había p rom etido cu an d o les d ijo : d eb ilid ad es co m o para m in istra r con co n fian za.

«P ero recib iré is poder, cuando haya venido sobre vo so tro s el E sp íritu Santo, y
Pero desp ués que Je sú s hubo ascendido al cie lo vin o el E sp íritu Santo, les
me seréis testig os en Je ru sa lé n , en toda Judea, en Sam aría, y hasta lo últim o de
in fu n d ió poder, y los cap acitó para hacer lo que Je sú s los había ad iestrado para
la tie rra » (H e c h o s l . S ) . Esa prom esa se cu m p lió p o derosam ente.
que hicieran. El libro de H e ch o s registra la fo rm a en que se in ició la ig lesia, y el

Nos sentim o s in clin a d o s a m irar a este grupo co n to d a s s u s d eb ilid ad es y a resto fo rm a parte de la h isto ria . A q uello s h o m b re s, a través del legado del

preguntarnos por qué Je sú s no escog ería a una clase diferente de h o m b re s. ¿Po r N uevo T estam ento y del te stim o n io que d ejaro n , siguen aun hoy en día

qué se leccio n a r a hom bres s in entend im iento , sin h u m ild a d , sin fe, sin cam b ian d o el m u n d o .

co m p ro m iso y sin poder? Sen cillam e n te por esto: Porque su poder se

perfecciona en la debilidad (2 C o rin tio s 1 2 .9 ). De nuevo ve m o s cóm o Él escoge

las c o sa s d éb iles de este m undo para co n fu n d ir a lo fuerte. N adie podría

estudiar a este grupo de ho m b re s y llegar a la c o n c lu sió n que lo que hicieron lo

hiciero n gracias a su s cap acid ad es inn atas. No hay exp licació n hum an a a la

in flu e n cia de lo s ap ó sto les. La gloria es únicam ente para D io s.

H e ch o s 4.13 dice esto sobre la form a en que la gente de Jerusalén percibió a

los ap ó sto les: « E n to n ce s viendo el denuedo de Pedro y de Juan , y sab iend o que

eran ho m b res sin letras y del vu lg o , se m aravillab an ; y les re co n o cían que

habían estado con Je sú s» . El texto griego dice que la gente p ercib ió que ellos

eran « a g gra m atol... id io ta i» , literalm ente, « ig n o ra n tes sin ed u cació n » . Y esto era

verdad desde una persp ectiva hum ana. Pero era obvio que hab ían estado co n

Je sú s. Lo m ism o debería d e cirse de cada verdadero d isc íp u lo . Lucas 6.40 d ice:

« E l d isc íp u lo no es su p e rio r a su m aestro ; m as todo el que fuere p erfeccio nad o,

será co m o S u m aestro».

El tiem p o relativam ente breve de ad iestram iento que tuviero n lo s apóstoles

con Je sú s rindió fru to s eternos. Al p rin c ip io , pudo haber parecido que todo

había sido in fru ctu o so ; m u cho para nada. La noche que Je sú s fue traicio nad o ,

e llo s se d isp e rsa ro n co m o ovejas cuyo p asto r ha sido herido brutalm ente

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2 Los tres no m b res al co m ie n zo de cada grupo parecen haber sido los líderes

de cada grupo. Los tre s grup o s aparecen siem p re en el m ism o o rden: p rim ero el

PEDRO. EL APÓSTOL IMPETUOSO grupo de Pedro, luego el grupo d irig id o por Felipe y d e sp u é s el grupo

encabezado por Jacob o .

Dijo tam b ién el Señor: Sim ón , Sim ón , he a q u í S a ta n á s os ha pedido para


U a w lfc2-4 M i r a * 2:1 4 -1 * L í o i 4:12-1« U tc v st 1:1-12

zarandearos com o a trigo; pero yo he rogado p o r ti, que t u f e no f a lt e ; y tú, una


7cfiro 7COTO
liOOtO
'. x c t e XilA 2 i» t* JUIA

vez vuelto, confirm a a tus hermanos. ¿(1A


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T tta 2 *4 « 2 *4 «
5.* 4 « 2 *4 « 2 4 « X flü Jü a io ;

EN EL N U EVO TESTA M EN TO TEN EM O S CUATRO L IS T A S de los doce '.'¿í m 1ta R c e c :* 2 4 « a a i «

ap ó sto les: en M ateo 10.2-4, en M arcos 3.16-19, en Lucas 6.13-16 y en H ech o s Los grupos parecen estar o rdenad os en orden d escendente según su nivel de

1.13. A s í es com o aparece la lista en el Evangelio de L u c a s: « Y escog ió a doce intim idad co n Je s ú s . Los m iem b ro s del grupo uno eran con toda probabilidad

de ello s, a lo s cu ales tam b ién llam ó ap ó sto les: a S im ó n , a quien tam b ién llam ó los p rim eros d isc íp u lo s que Jesú s llam ó (Juan 1 .3 5 -4 2 ). Por lo tanto, habían

Pedro, a A ndrés su herm an o , Jacobo y Juan , Felip e y B artolo m é, M ateo, T o m á s, estado co n él m ás tiem po y ocupado las p o sicio n e s de m ás co n fian za en su

Jacobo hijo de A lfeo, Sim ó n llam ado Zelo te, Ju d as herm ano de Jacobo, y Judas círcu lo ín tim o . A m enudo se los ve ju n to s en la p rese n cia de C risto ,

Iscario te, que llegó a ser el traid o r». esp ecialm ente en los m o m en to s clave. De lo s cuatro de este p rim er grupo, tres

de e llo s, Pedro, Jacobo y Juan fo rm a n un círcu lo aun m ás ín tim o . E sto s tres


En la s cuatro lista s se nom bra a los m ism o s doce ho m b res y el orden en que
están con Je sú s en los hechos m ás im portantes de su m in isterio , cuando los
aparecen es muy parecido. El p rim er n o m b re en las cuatro lista s es Pedro. Esto
otros ap ó stoles no están, o s i están p resentes, no están tan cerca. Por ejem p lo,
co n firm a su co n d ició n de líd er y vo cero del grupo to tal. Los Doce so n
los tres están p resentes en el M onte de la T ra n sfig u ra c ió n y en el H uerto de
m en cio nad o s en tres grup o s de cuatro . El grupo uno siem p re tien e a Pedro
G e tse m a n í (cf. M ateo 17.1 ; M arcos 5.3 7 ; 13.3; 1 4 .3 3 ).
encabezando la lista e incluye, ad em ás, a A n d ré s, Jacobo y Juan. El grupo dos

siem p re tiene a Felipe prim ero e incluye a B artolo m é, M ateo y T o m á s. El grupo El grupo d o s no tiene un perfil tan destacado, pero no hay duda de que so n

tres siem p re está d irig id o por Jacobo el hijo de A lfeo , e incluye a Sim ó n el figuras im portantes en los relatos de los E va n g e lio s. El grupo tres se ve m ás

Zelote, Ju d as el hijo de Jacobo (a quien en M arco s se le llam a Tadeo; y se le distante, y raras veces se los m en cio n a en los relatos relacio nados al m in isterio

llam a « L e b e o , por so b reno m b re T a d e o » en M ateo); y, fin alm ente, Judas de Je s ú s . El único m iem bro del grupo tres acerca del cual sa b em o s m ás es

Iscario te. (En la lista de H e c h o s 1 se om ite el nom bre de Jud as Iscario te debido Judas Iscario te, y sab em o s de él por su traició n al fin a l. Por e so , aunque eran

a que para ese entonces ya estaba m uerto. En las tres listas donde se in clu ye su doce los ap ó stoles, so lo tre s de ello s parecen haber tenido una relació n m ás

n o m b re, se le identifica com o el traid o r.) íntim a co n C risto . Aparentem ente los otros desarro llaro n un grado m enor de

fam iliarid ad perso nal con el Señor.

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Esto sugiere que aun un grupo relativam ente pequeño de d o ce es aun propio p ueb lo , dinero que se usaba para fin a n c ia r al ejército de o cu p ació n en

d e m asiad o grande para que una persona m antenga una relació n estrecha co n Israel. Por otra parte, en Lucas 6.15 y en H e c h o s 1.13 al m enos co n o cid o de los

cada m iem b ro del grupo. Je sú s m antuvo a tres m uy cerca a Él: Pedro, Jacobo y d o s llam ad o s Sim ó n se le llam a el « Z e lo te » . Los zelotes eran un partido político

Juan. Luego vie n e A n d ré s, y enseguida lo s o tro s, obviam ente en un plano ¡legal que llevaban su odio por R om a a un extrem o y co n sp irab a n para derrocar

descendente de in tim id ad . S i C risto , en su hum anidad perfecta no pudo dedicar el gobierno ro m ano . M uch os de ellos eran p erso nas vio len ta s que vivía n fuera

igual cantidad de tiem po y energía a to d o s los que atrajo a s í, ningún líder de la ley. C o m o no tenían ejército , u sab an el sabotaje y m ataban para llevar a

debería esperar poder hacerlo . cabo su s planes p o lítico s. E ra n , en efecto, te rro rista s. U na facció n de e llo s era

co n o cid a co m o los sicarios (literalm ente, « h o m b re s del p u ñ al») debido a la daga


Los Doce eran un grupo m uy va ria d o . S u s p erso nalid ad es e intereses
pequeña y curvada que u sab an . La llevaban entre s u s ropas y la usaban para
abarcaban un am p lio esp ectro . Los cuatro del grupo uno parecen ser lo s ú n ico s
d esp ach ar a los que percibían com o enem igos p o lítico s, tales co m o los
un id o s por d eno m in ad o res c o m u n e s. Los cuatro eran p escado res, fo rm ab an dos
co b rad o res de im p u e sto s. O tro s que eran b la n co s favo ritos para los sic a rio s
grupos de h e rm an o s, ve n ía n de la m ism a co m unid ad y aparentem ente habían
eran los so ld ad o s ro m a n o s. G eneralm ente los ataques los hacían en p úb lico ,
sid o am igos por m u cho tiem p o . En co n tra ste , M ateo era co b rad o r de im p uesto s
para cre ar terror. Q ue Mateo, un ex co b ra d o r de im p u e sto s, y S im ó n , un ex
y era una persona so litaria. S im ó n era un zelo te, un activista p o lítico , y una
zelote llegaran a fo rm a r parte del m ism o grupo de los doce ap ó stoles es un
clase diferente de so lita rio . Los dem ás procedían de o cu p acio n es d e sco n o cid a s.
testim o n io al poder y gracia de C risto que cam b ia vid as.
Sus p erso nalid ad es eran tam b ién m uy va ria d as. Pedro era a n sio so , agresivo,
Es interesante que los ho m b res clave tanto del prim ero co m o del segundo
valiente y fra n co , y tenía el hábito de hacer fu n cio n a r la boca cuando su cerebro
grupo de ap ó stoles hayan sido o riginalm en te llam ad os al p rin cip io del
estaba en neutro. A m enudo me he referido a él co m o el apóstol que hablaba
m in iste rio de C risto . Juan 1.35-42 d escrib e la fo rm a en que Je sú s llam ó a Juan y
d em asiad o , en ca m b io , Juan hablaba m uy p o co . En los p rim ero s doce cap ítulo s
a A n d ré s. E sto s, a su ve z , trajeron aquel m ism o d ía a Pedro, que era herm ano
de H e ch o s, él y Pedro son co m p añ ero s in sep a rab les, pero no se registra la m ás
de A n d ré s. Jacob o , el otro m iem b ro de ese grupo, era herm ano de Ju a n , lo que
m ín im a palabra de Juan . Bartolom é (a quien se llam a a veces N atanael) era un
hace m uy probable que hayan sido A ndrés y Juan los que lo llevaron a C risto .
creyente verdadero que co n fesab a abiertam ente su fe en C risto y estaba siem pre
En otras p alab ras, la aso ciació n del p rim er grupo con Je sú s tu vo lugar en el
presto a m o strar su fe (cf. Juan 1 .4 7 -50 ). Es im portante notar que él está en el
co m ien zo m ism o del m in iste rio p úb lico del Señor.
m ism o grupo que T o m á s (y a v e ce s hacen pareja) quien era abiertam ente

escép tico y quería te n e r p rueb as de todo. Juan 1.43-55 d escrib e igualm ente, el llam ado de Felipe y N atanael (tam b ién

co n o cid o com o Barto lo m é). Fuero n llam ad o s al « sig u ie n te día» (v. 4 3 ). A sí, este
T a m b ié n su s tra sfo n d o s p o lítico s eran d iferen tes. A M ateo, el ex co b rad o r de
grupo tam b ién tiene una h isto ria que va hasta lo s co m ie n zo s del m in iste rio de
im p uesto s (a quien se le llam a a veces Leví) se le co n sid erab a una de las
Je sú s. Esto s eran ho m b res que hab ían co n o cid o bien a Je sú s y lo habían
p e rso n as m ás d esp re ciab le s en Israel antes que Je sú s lo llam ara. H ab ía
seguido desd e cerca por bastante tiem p o .
aceptado un trab ajo co n el gobierno rom ano para cob rar im p u e sto s de su

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La prim era persona en el prim er grupo, el hom bre que llegó a ser el vo cero y P e d ro )» . Pedro es un nom bre derivado de la p alab ra piedra en aram eo y en

líd er de todo el grupo, fue « S im ó n , a quien tam b ién llam ó Ped ro » (Lu ca s 6 .1 4 ). griego. Aparentem ente esas fueron las p rim eras palabras que Je sú s le dijo a

Pedro. Y de ahí en adelante, « R o c a » fue su so b reno m bre.


« S IM Ó N , A Q U IE N TAM BIÉN LLAM Ó PED R O »

A ve ce s, sin em bargo, el Seño r siguió llam án d o lo S im ó n . Cada ve z que ocurre


Sim ó n era un nom bre muy co m ú n . Solo en el relato de lo s E van g elio s hay por
esto en la E sc ritu ra , por lo general es porque Pedro ha hecho algo que necesita
lo m enos siete p erso nas que se llam an S im ó n . Entre los Doce había d o s (S im ó n
ser cen surad o y corregido.
Pedro y Sim ó n el Z e lo te ). En M ateo 13.55 aparecen lo s no m b res de los m edio
El so b reno m b re era im portante, y el Seño r tuvo una razó n e sp ecífica para
herm ano s de Je s ú s , y uno de e llo s tam b ién se llam aba S im ó n . El padre de Judas
p o nérselo . Por natu raleza, S im ó n era im p etuo so , inco nstante y poco d igno de
Iscariote se llam ab a tam b ién Sim ó n (Juan 6 .7 1 ). M ateo 26.6 dice que Jesú s

co m ió en la ca sa de un hom bre de Betania llam ado Sim ó n el lep ro so . O tro co n fia n za . T end ía a hacer grandes p ro m esas que no podía c u m p lir. Era de

aquellas p erso nas que se entregan de cuerp o y alm a a una co sa pero que se
S im ó n , un fariseo , abrió tam b ién su casa para que Je sú s co m ie ra a llí (Lu ca s
rind en antes de te rm in a rla . Por lo general, era el p rim ero en entrar y, d em asiad o
7 .36-40). Y el hom bre reclutado para que ayudara a Je sú s a cargar la cru z
a m en udo, era el prim ero en sa lir. Cuando Je sú s lo enco ntró , se aju stab a a la
c am in o del C alvario era Sim ó n de C iren e (M ateo 2 7 .3 2 ).
d e sc rip ció n que hace Santiago de un hom bre de doble án im o , inco nstante en
El nom bre co m p leto del S im ó n del que tratam os ahora era « S im ó n , hijo de
to d o s su s c a m in o s (Santiago l . S ) . Pareciera que Jesú s le cam b ió el nom bre a
Jo n á s» (M ateo 1 6.17; Juan 21.15-17). El nom bre del padre de S im ó n Pedro,
Pedro para que este so b reno m b re fuera un recordatorio perpetuo de lo que
e n to n ces, era Juan (a veces trad u cid o com o Jo n á s ). No sab em o s nada m ás
debería ser. Y desde ese m om ento en adelante, cada vez que Je sú s se dirigía a
sobre s u s padres.
él, le estaba enviando este m en saje su til. Si lo llam aba S im ó n , le estaba

Pero nótese que Jesú s le dio otro n o m b re. Lucas dice esto de la siguiente d icien d o que estaba actuando con su vie jo yo. Si lo llam aba Roca, lo estaba

m anera: « S im ó n , a quien tam b ién llam ó Ped ro » (L u c a s 6 .1 4 ). Es im portante recono ciend o por actuar en la fo rm a en que debía de actuar.
aq uí la se lecció n de palabras que hace Lu c a s. Je sú s no so lo le dio un nom bre
T o m m y Lasorda, ex entrenador de Los Ángeles D odgers, cuenta la h isto ria de
nuevo para que reem p lazara el v ie jo , sin o que « ta m b ié n » lo llam ó Pedro. Este
un jo ve n y delgado bateador que era nuevo en las ligas m en ores de los
d isc íp u lo a veces era co n o cid o com o S im ó n , a v e ce s co m o Pedro, y a veces
D odg ers. El m u ch ach o era tím id o , pero tenía un brazo extraordinariam ente
com o Sim ó n Pedro.
fuerte y certero. Laso rd a estaba co n ven cid o que tenía el potencial para llegar a

«P e d ro » era una esp ecie de so b reno m b re. S ig n ifica « ro c a » . (Petros es la ser uno de lo s grandes del béisbol de los Estad o s U n id o s. Pero, según Lasorda,

palabra griega para « u n pedazo de roca, una piedra » .) El equivalente aram eo el joven necesitaba m ás veh em en cia y esp íritu co m p etitivo . T e n ía que perder su

era Cefas (cf. 1 C o rin tio s 1.12; 3.22; 9.5; 15.5; C á la ta s 2 .9 ). Juan 1.42 d e scrib e el tim id e z. A s í que le p u so un so b reno m b re que era exactam ente lo o puesto de su
p rim er encuentro cara a cara de Jesú s co n S im ó n Pedro: « Y m iránd ole Je sú s, p erso n alid ad . Le puso « B u lld o g » . Con el tiem p o , eso fu e , precisam ente, lo que

d ijo : T ú eres S im ó n , hijo de Jo n á s; tú se rás llam ado C efas (que quiere decir, Orel H e rsh ise r llegó a se r, uno de los jugado res m ás te n ace s que ja m á s haya

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estado en las ligas m ayores de b é isb o l. El so b reno m b re se tran sfo rm ó en un ve escéptico y renuen te. Pero cu an d o obedece y s u s ojos se abren para ver a

recordatorio perpetuo de lo que debía ser y, al p o co tiem p o , ese so b reno m b re Jesú s com o quien realm ente es, Lucas em p ieza a referirse a él por su nuevo

d efin ió com p letam ente su actitud. n o m b re. El ve rsícu lo 8 dice, «V ien d o esto Sim ó n Pedro, cayó de ro d illa s ante

Je sú s, d icie n d o : Apártate de m í, Se-ñor, porque soy hom bre p ecado r».


Este hom bre jo ve n llam ado S im ó n , que llegaría a ser Pedro, era im p etuo so ,

ag resivo e im p acien te. N ecesitaba tra n sfo rm a rse en una ro ca, y ese fue el V em os a Je sú s llam ánd o lo Sim ó n en referencia con los fra ca so s m ás se rio s de

nom bre que le dio Je sú s. A partir de e n to n ces, el Seño r pudo reprenderlo su carrera. En Lucas 2 2.31, an ticip and o la traició n de Pedro, Je sú s dijo, « S im ó n ,

gentilm ente o alabarlo usando un n o m b re o el otro. S im ó n , he aq uí Satanás os ha pedido para zarand earos com o a trig o » . M ás

tarde, en el H uerto de G e tse m an í, cu an d o Pedro debió haber estado velando y


D esp ués del p rim er encuentro de Je sú s con Sim ó n Pedro, enco ntram o s dos
orando co n Je sú s, se quedó d o rm id o . M arcos e scrib e : « V in o luego [Jesús] y los
d istin to s contextos en lo s cu ales el nom bre Sim ó n se aplica regularm ente a él.
halló d u rm ie n d o ; y dijo a Pedro: S im ó n , ¿d u erm es? ¿N o has podido velar una
U no es un contexto secular. C u a n d o , por ejem p lo, la E scritu ra se refiere a su
hora? Velad y orad, para que no entréis en ten tación ; el e sp íritu a la verd ad está
casa, lo hace usu alm ente hablando de « la ca sa de S im ó n » (M arco s 1.29; Lucas
d isp u esto , pero la carne es d é b il» (M arco s 14.37-38). A s í que, generalm ente,
4.3 8 ; H e ch o s 1 0 .1 7 ). Cuando se refiere a su sueg ra, lo hace en térm ino s
cu an d o Pedro necesitó ser cen su ra d o o am o nestado , Je sú s se refería a él co m o
sim ila re s: « la suegra de S im ó n » (M arco s 1.30; Lucas 4 .3 8 ). Lucas 5, al d e sc rib ir
S im ó n . Debe de haber llegado al punto que cada v e z que Je sú s le decía
el o ficio de p escado r, dice que «u n a de aquellas b arca s, la cual era de S im ó n »
« S im ó n » , Pedro te m b lab a. Seguram ente debe de haber dicho para s í, \P orfavor,
(v. 3 ), y Lucas dice que Jacobo y Juan eran « c o m p a ñ e ro s de S im ó n » (v. 10).
. A lo que el Seño r pudo haberle rep licado : Te llam aré Roca cuando
llá m a m e R oca1
T o d a s estas exp resio nes que se refieren a Sim ó n por su n o m b re aparecen en
actúes com o una roca.
contextos se c u la re s. Cuand o en tales contextos se le llam a S im ó n , el uso de su

viejo nom bre, por lo general no tiene nada que ver con su esp iritualidad o su Es obvio al leer las n arracio n es de los E van g elio s que el apóstol Juan co no cía

carácter. Esta es la form a norm al de in d ica r lo que pertenecía a él en cuanto m uy bien a Pedro. H ab ían sido am igos de toda la v id a , so cio s en el negocio de

hom bre natural: su trabajo, su ca sa o su vid a de fam ilia. Estas son las llam ad as la pesca y v e c in o s. Es interesante que en el Evang elio de Juan , Juan se refiere a

c o sa s de « S im ó n » . su am igo quince v e ce s com o « S im ó n Ped ro ». Pareciera que Juan no podía

d e cid ir el nom bre con el cual llam arlo en determ inada situ a ció n porque
La segunda categoría de referencias donde se le llam a tam b ién Sim ó n es
constantem ente estaba viendo los d o s lados de Pedro. A s í es que sim p lem ente
cu an d o Pedro expone las cara cte rística s de su yo no regenerado, cu an d o estaba
lo llam aba con los d o s no m b res. De h e ch o , « S im ó n Ped ro » es la fo rm a en que
pecando en palabra, actitud o a cció n . Cada vez que em pieza a actuar co m o su
Pedro se llam a a s í m ism o en la in tro d u cció n de su segunda ep ísto la: « S im ó n
viejo yo, Jesú s y los e scrito re s de los E van g elio s vu e lven a llam arlo S im ó n . En
Pedro, siervo y apóstol de Je su c risto » (2 Pedro 1 .1 ). En efecto, él tom ó el
Lucas 5.5, por ejem p lo , Lucas escrib e, « R esp o n d ie n d o S im ó n , le dijo: M aestro,
so b reno m b re que le dio Je sú s y lo hizo su apellido (cf. H e ch o s 1 0 .3 2 ).
toda la noche hem os estado trab ajan d o , y nada hem os p escad o ; m as en tu

palabra echaré la red». A h í tenem o s hablando al jo ve n S im ó n , el pescador. Se le D esp ués de su re su rre cció n , Je sú s les dijo a su s d is c íp u lo s que vo lvieran a

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G alile a, donde Él planeaba ap arecérseles (M ateo 2 8 .7 ). Im p aciente, Sim ó n se pueden alca n zar tam añ o s bastante grandes llegando a pesar hasta unos ocho

c a n só de esp erar, a s í es que an unció su d e c isió n de v o lv e r a la pesca (Juan k ilo s. (Prob ab lem ente fue un barbo la c la se de pez que Pedro pescó con una

2 1 .3 ). C o m o era u su a l, los dem ás d isc íp u lo s sig u iero n obedientem ente a su m oneda en su boca según M ateo 1 7 .2 7 , porque es el ú nico pez en el M ar de

líder. Su bieron al bote, p escaro n toda la n o ch e, y no sacaro n nada. G alilea suficien tem en te grande com o para tragarse una m oneda y tam b ién ser

pescado con an zu e lo .) El tercero y m ás co m ú n tipo de pez co m ercial es el


Pero a la m añana sigu iente Jesú s se les reunió en la playa, donde preparó un
m usht, un tipo de pez que nada y se alim enta en aguas poco p rofundas y tiene
desayuno para e llo s. Aparentem ente, el propósito principal del encuentro en el
una aleta dorsal co m o un peque-ño se rru ch o . Los que son co m e stib le s m iden
desayuno era la restauració n de Pedro (quien, por sup u esto , había pecado
desde unos 15 a uno s 30 cm . de largo. Aun en la actualidad los restaurantes
atrozm ente al negar a Jesú s con m a ld icio n es la noche que fue tra icio n a d o ). Tres
cerca n o s al M ar de G alilea sirven este pescado frito y se le co no ce
veces se d irig ió Je sú s a él co m o S im ó n , preguntándole: « S im ó n , hijo de Jo nás,
po pularm ente co m o « p e sca d o de San Pedro».
¿m e a m a s?» (Juan 2 1 .1 5 .1 7 ). T re s ve ce s, Pedro le reiteró su am or.

Sim ó n y A ndrés pasaban las n o ch es p escando esto s peces co n su s redes. Los


Aquella fue la últim a vez que Je sú s tuvo que llam arle S im ó n . U n a s pocas
herm ano s eran o rig inario s de una pequeña aldea llam ada Betsaida que se
sem anas m ás tarde, en Penteco stés, Pedro y el resto de lo s ap ó stoles fueron
encontraba en la parte norte del lago (Juan 1 .4 4 ), pero se hab ían ido a v iv ir a un
llenos con el E sp íritu Santo. Y fue Pedro, la Roca, q uien predicó aquel día.
pueblo m ás grande llam ado C ap em aum (M arco s 1.2 1 , 2 9 ).
Pedro era exactam ente co m o m u ch o s c ristia n o s son hoy día: carn a les y
En los d ías de Je sú s, C ap em aum era la ciudad m ás grande en el extrem o
esp iritu a le s. A veces su cu m b ió ante los háb ito s de la carn e ; o tra s, actuó en el
norte del M ar de G alilea. Durante vario s m e se s, Je sú s hizo de C ap em aum su
E sp íritu . A ve ces fue p ecador, pero otras actuó co m o un hom bre ju sto tiene que
hogar y la base de su m in iste rio . Pero según leem os en M ateo 11.21-24, Él
actuar. Este hom bre vacilan te, a veces S im ó n , a vece s Pedro, era el líder de los
p ro n u n ció ayes por C a p e m a u m y por Betsaida. A m b as ciu d ad e s hoy día no so n
Doce.
m ás que ru in as. Aun es p o sib le ver las ru in as de la sinagoga en C ap em au m .
« V E N ID EN PO S DE MÍ, Y O S HARÉ P E S C A D O R E S DE H O M B R E S »
M uy cerca (a so lo una cuadra al s u r), los arqueólogos han encontrado las ru in as

de una antigua ig le sia. La trad ició n p rim itiva , cuya fecha se puede poner en por
Sim ó n Pedro era p escad o r de p ro fesió n . Él y su herm ano A n d rés pertenecían a
lo m enos el tercer sig lo , dice que la iglesia fue c o n stru id a sobre la ca sa de
una fa m ilia de p escado res que vivía en C ap e rn au m . Pescaban en el M ar de
Pedro. Por cierto que los arqueólogos han encontrado m u ch a s señales que
G alile a. Los p escad o res co m erciales en los días de Je sú s pescaban tres tip os de
ind ican que lo s c ristia n o s del siglo segundo veneraban este lugar. Es muy
peces en ese lago. Los « p e c e c illo s» m en cio nad o s en Juan 6.9 en conexió n co n
probable que haya sido la ca sa do nd e viv ió Pedro. De ahí hasta la o rilla del lago
la alim entació n de lo s c in co m il son sardinas. Las sa rd in a s y un tip o de pan fino
hay un trecho m uy corto.
(casi com o una galleta) era el alim ento corriente en aquella región. O tra c la se de

peces, co n o cid o s com o barbos (por cie rto s filam en to s de carne que les salen Sim ó n Pedro era ca sa d o . Lo sa b em o s por lo que dice Lucas 4.3 8 donde se

desde am b o s extrem os de la boca) so n una esp ecie de c a rp a s, co n esp in as, que registra la sanidad que m ilagro sam ente obró Je sú s en su suegra. En 1 C o rin tio s

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9.5 el apóstol Pablo dice que Pedro llevó a su e sp o sa en uno de su s viajes que a ninguno de los o tro s.

m isio n e ro s. E so podría in d ica r que no tu vie ro n h ijo s o que los hijos ya estaban
T o do eso co n trib u yó a hacer de él el líder que C risto quería que fuera. D io s
grandes cu an d o él llevó a su e sp o sa en el viaje m isio n e ro . Sin em bargo, la
tom ó a un hom bre co n una p erso nalid ad am b ivalente, v a cila n te , im p u lsiva y
E scritu ra no dice expresam ente que hayan tenido h ijo s. Pedro era ca sa d o . Es
rebelde y lo tran sfo rm ó en un líder fuerte co m o una roca; el p red icad o r m ás
todo lo que sab em o s con seguridad en cuanto a su vid a fa m iliar.
grande entre los ap ó stoles y, en todo sentid o , la figura d o m in ante en los

Sabem os que S im ó n Pedro era el líd er de lo s ap ó stoles, y no so lo por el p rim eros doce cap ítu lo s de los H e c h o s, cu an d o ocurre el n acim iento de la

hecho que su nom bre encabeza todas las lista s donde aparecen los Doce. ig lesia.

T a m b ién tenem o s la afirm ació n explícita de M ateo 1 0 .2 : « L o s no m b res de los


En la vid a de Pedro vem o s tres elem entos clave para hacer a un líd er de
doce ap ó stoles son estos: p rim ero S im ó n , llam ado Ped ro ». La palabra tradu cida
verd ad: la m ateria prim a adecuada, las exp eriencias de vid a ad ecuadas y las
« p rim e ro » en este ve rsícu lo es el térm in o griego protos.N o se refiere al p rim ero
cualid ad e s de carácter ad ecuad as. Perm ítam e m o strarle exactam ente lo que
en la lista , sin o al prim ero en im p o rtan cia , al líd er del grupo. El liderazgo de
quiero decir.
Pedro se hace claram ente evidente en la fo rm a en que hab itualm ente actúa
LA MATERIA PRIMA Q U E H A C E A U N V E R D A D E R O LÍD ER
com o el vocero de todo el grupo. Siem pre está en el prim er plano, tom ando el

liderato. Parece haber tenido una p erso nalidad naturalm ente d o m in ante, y Je sú s
Es m otivo de d is c u s ió n si lo s verd ad ero s líderes nacen o se hacen. Pedro es un
d ecid ió darle un buen uso a ese do n natural entre lo s D oce.
argum ento fuerte para q uien es so stienen que algunas p erso nas nacen con

D esp ués de to d o , fue el Seño r quien lo escogió para que fuera el líd er. Pedro ciertas aptitudes innatas que deben ser adecuadam ente d e sarro llad as para que

fue fo rm ad o y capacitado por el d esign io soberano de D io s para que fuera el se fo rm e un líder auténtico.

líder. Es m ás, el propio Je sú s lo fo rm ó y entrenó para que lo fuera. Por lo tanto,


Pedro tenía la fib ra del liderazgo que D io s le había dado y que se encontraba
cu an d o o b se rva m o s a Pedro, estam o s viendo cóm o D io s fo rm a a un líder.
tejida en su p erso nalid ad desde el co m ie n zo . H ab ía sido hecho de la m ateria

Aparte del nom bre de Je s ú s , el de Pedro es el n o m b re m ás m en cio nad o en los prim a adecuada. Por su p u e sto , fue D io s quien lo form ó de esta m anera dentro

Evan g elio s. N adie habla co n tanta fre cu e n cia com o Pedro, y a nadie se refiere el del vientre de su m adre (cf. Salm o 139 .13 -1 6).

Seño r con m ás frecuencia que a Pedro. N ingún d isc íp u lo es cen surad o tanto por
H ay, por cierto, en la d isp o sic ió n natural de Sim ó n Pedro, ciertos rasgos
el Seño r com o lo es Pedro; y ningún d isc íp u lo cen su ró a Jesú s co m o lo hizo
o b vio s que fueron d eterm inantes para lograr su capacidad de liderazg o . E sta s no
Pedro (M ateo 1 6 .2 2 ). N ingún otro co n fesó a Je sú s tan d ecididam ente o
son generalm ente cara cte rística s que se pueden d e sa rro llar so lo con
reco no ció su se ñ o río tan exp lícitam en te com o Pedro; co m o tam po co ningún
ad iestram iento . En el caso de Pedro, eran rasgos innatos de su tem p eram ento.
otro d isc íp u lo negó a Jesú s co n tanta fuerza o tan púb licam ente com o Pedro.
La p rim era es la curiosidad, en el sentido de inq u irir. Cuand o está b uscan d o a
N adie es alabado y bendecido por Je sú s com o lo fue Pedro; y fue Pedro el único
un líder, usted quiere a alguien que haga m u ch a s preguntas. Lo s in d ivid u o s que
a quien Jesú s llam ó S a ta n á s. El Seño r tuvo c o sa s m ás d uras que decirle a Pedro

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no son c u rio so s, sen cilla m en te no son bueno s líd e re s. La cu rio sid a d es ser la clase de persona que hace que las co sa s o curran. Es un in iciad o r. Pedro

fundam ental en el lid erazg o . Las p erso nas que están co ntentas con lo que no no so lo hacía preguntas sin o que por lo general tam bién era el prim ero en

sab en, que se sienten fe lic e s de su igno rancia sobre lo que no entienden, que contestar cualq uiera pregunta que Je sú s h iciera . A m enudo entraba con paso

son co m p lacien tes sobre lo que no han an alizad o , y que se sienten confortab les firm e en terren o s e scab ro so s.

v ivie n d o co n p ro b lem as no re su e lto s, no pueden liderar. Los líderes deben tener


Está aquella fam o sa o casió n cu an d o Je sú s preguntó: « ¿Q u ié n dicen los
una cu rio sid a d in saciab le . D eben ser p erso nas ham b rientas de encontrar
ho m b res que es el H ijo del H o m b re ?» (M ateo 1 6 .1 3 ). H a b ía varias o p in io n es
resp u estas. El c o n o cim ie n to es poder. Q uien tien e la in fo rm ació n es el que tiene
circu lan d o entre la gente sobre esto. « U n o s [dicen], Juan el B autista; o tro s, E lia s;
ven taja. Si usted quiere encontrar un líder, busque a alguien que hace las
y o tro s, Je re m ía s, o alguno de lo s p ro fetas» (v. 1 4 ). Je sú s, en to n ce s, preguntó a
preguntas co rre c ta s, y que sin ce ra m en te b u sca las resp u estas.
los d is c íp u lo s en p articu la r: « Y vosotros, ¿quién decís que so y y o ?» (v. 15,

Este tipo de cu rio sid a d n o rm alm en te se m a n ifie sta tem p ran o en la in fan cia. La énfasis agregado). Fue en este punto que Pedro alzó su voz por sobre los

m ayoría de no so tro s nos hem os encontrado co n n iñ o s que hacen pregunta tras dem ás para d e c ir « T ú eres el C risto , el H ijo del D io s vivie n te » (v. 1 6 ). Los

pregunta llegando a ca n sa r a s u s padres y a otros ad ultos co n su bom bardeo o tro s d isc íp u lo s to d avía estaban pro cesand o la pregunta, com o esco lares que

incesan te de s u s pequeños enigm as. (In c lu so alguno s de no so tro s podem os tem en hablar ante la posib ilidad de resp o nd er erróneam ente. Pedro fue audaz y

recordar haber sido a s í de n iñ o s.) Esto es parte de la fibra del liderazgo . Las d e cisivo . E sa es una ca ra cte rística esencial de todo gran líd er. A veces tu vo que

p e rso n as que m ejo r resuelven p ro b lem as son las que son im p u lsa d as por un dar un paso atrás, retractarse o recib ir c e n su ra . Pero el hecho de que siem pre

e n tu sia sm o inextingu ib le por saber y entender las c o sa s. estuvo listo para agarrar las oportunid ades en el instante en que se p resentaban,

lo m arcó com o un líd er natu ral.


En lo s relatos de los Evan g elio s, Pedro hace m ás preguntas que to d o s los

otros ap ó stoles ju n to s. Por lo general era Pedro el que le pedía al Seño r que le En el H uerto de G e tse m an í, cu an d o lo s so ld ad o s rom anos de la Fortaleza

exp licara su s fra se s d ifíc ile s de entender (M ateo 15 .1 5 ; Lucas 1 2 .4 1 ). Fue Pedro A nto nia llegaron para arrestar a Je s ú s , los tre s e scrito res sin ó p tico s d icen que

quien le preguntó cu án ta s veces tenía que perdonar (M ateo 1 8 .2 1 ). Fue Pedro era « m u ch a gente» arm ada co n « e sp a d a s y p a lo s» (M ateo 2 6.47; cf. M arcos

quien preguntó cuál sería la re co m p en sa que ten d rían los d isc íp u lo s por haber 14.43; Lucas 2 2 .4 7 ). U na típ ica unidad del ejército rom ano estaba fo rm ad a por

dejado todo para seguir a Je sú s (M ateo 1 9.27). Fue Pedro quien preguntó acerca se iscie n to s so ld a d o s, por lo que es m uy probable que h ub iera ciento s de

de la higuera que se había secado (M arco s 1 1 .2 1 ). Fue Pedro q uien le hizo so ld ad o s ro m an o s listo s para entrar en batalla aquella noche alrededor del

preguntas al C risto resucitad o (Juan 21.2 0-2 2 ). Él siem p re quería saber m ás, huerto. Sin un instante de va cila c ió n , Pedro d esenvain ó su espad a y le lanzó un

entender m e jo r. Y esa clase de cu rio sid a d es un elem ento fu n d am ental en un golpe de espad a a la cabeza a M aleo, el siervo del su m o sacerdote. (E s posible

verd adero líder. que el su m o sacerdote y su perso nal hayan estado al frente de la m u ltitud ,

porque él era el dignatario que había ordenado el arresto .) Sin duda, lo que
Otro ingrediente necesario es la Iniciativa. Si un hom bre está hecho para el
q uiso hacer Pedro fue co rtarle la cabeza al hom bre, pero él era un p escado r, no
liderazgo , tiene que tener im p u lso , am b ició n y energía. U n verdadero líder debe

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un e sp ad ach ín . M aleo esquivó el golpe pero perdió la oreja. Entonces Je sú s, de la acció n .N o se sientan atrás y les d icen a lo s dem ás lo que hay que hacer

« to can d o su oreja, le sa n ó » (Lu ca s 2 2 .5 1 ), y m andó a Pedro: « V u e lve tu espada m ien tras ellos v ive n una vid a có m o d a lejo s del fragor de la batalla. Un

a su lugar; porque to d o s lo s que tom en espada, a espada p erecerán» (M ateo verd adero líder va por la vida con tal ím p etu que se ve una nube de polvo a su

2 6 .5 2 ). (De esta m anera, c o n firm ó la equidad de la pena cap ital co m o una ley alrededor. Por eso es, p recisam ente, que la gente lo sigue. La gente no puede

d iv in a .) seguir a alguien que se m antiene a la d ista n cia . El verdadero líd er es el que

m u estra el c a m in o . V a a la b atalla delante de s u s seg u id o res.


Pensem os en este incid ente. A llí había un destacam ento com pleto de

so ld ad o s ro m an o s, llegando in c lu so a va rio s cie n to s. ¿Q u é habrá creíd o Pedro U na noche, Je sú s fue a lo s d isc íp u lo s en m edio del M ar de G alilea,

que iba a hacer? ¿C o rtarles la cabeza a to d o s, uno por uno? M uch as ve ce s, en cam in an d o sobre el agua m ientras se d esarrollab a una torm enta vio len ta . ¿Cuál

su p asió n por tom ar la in icia tiva, Pedro pasó por alto la realidad obvia del de los d isc íp u lo s fue el que saltó fuera de la barca? Pedro. Es el Señor, debe de

cu ad ro total. haber p ensado. Y yo estoy a q u í cuando debo estar en m edio de la acción. Los otros

d isc íp u lo s se preguntaban si no estarían viendo a un fan tasm a (M ateo 1 4.2 6).


Pero con toda su im p etuo sid ad , Pedro tenía el m aterial necesario para hacer
Pero Pedro d ijo : « S e ñ o r, si eres tú , m anda que yo vaya a ti sobre las ag u as».
de él un líder. Es m ejo r trab ajar co n un hom bre a s í que tratar de m o tivar a
Je sú s le resp o ndió : « V e n » (vv. 27-29), y antes que lo s dem ás se d ieran cuenta,
alguien que es p asivo e in d eciso . Com o dice el adagio p o pu lar, es m u cho m ás
Pedro estaba fuera de la barca, cam in an d o sobre las aguas. El resto de los
fácil su a viza r a un fanático que resucitar a un m uerto. H ay p erso nas a las que
d isc íp u lo s seguían aferrados a s u s asie n to s, tratando de que la torm enta no los
hay que arrastrarlas para que avan cen. Pedro no era de eso s. Él sie m p re quería
arrastrara fuera del bote. Pero Pedro saltó afuera sin pensarlo d o s ve ce s. Eso es
avan za r. Trataba de sab er lo que no sa b ía , y entender lo que no entendía. Era el
c o m p ro m iso ; un co m p ro m iso serlo. Solo desp ués que hubo abandonado la
p rim ero en hacer preguntas y el p rim ero en tratar de resp o nd er a la s preguntas.
e m b arcació n y cam in ad o cierta d ista n cia se dio cuenta del peligro, y em pezó a
Siem p re to m ab a la in iciativa, aprovechaba el m om ento y em b estía. Este es el
h u n d irse .
sello del liderazgo.

A m en u d o , al estu d iar este p asaje, se cu lp a a Pedro de falta de fe y no se le


Recuerde que estas cara cte rística s son so lo la m ateria prim a de la cual se hace
da el crédito que m erece por haber saltad o , con fe, fuera de la barca. A ntes que
al líder. Pedro necesitab a ser adiestrado, pulido y m a d u ra d o . Porque para hacer
lo d escalifiq u e m o s por la debilidad que casi lo hace perecer, reco rd em o s dónde
la obra que C risto ten ía para él, necesitaba b río y d e sen vo ltu ra, v a lo r para
estaba cu an d o co m en zó a h u n d irse .
ponerse de pie en Jerusalén en Pentecostés y p redicar el evangelio frente a la

m ism a gente que había llevado a la m uerte a su propio M esías. Pero Pedro era De igual m an era, aunque Pedro negó a C risto , no olvidem os un hecho muy

la clase de persona que podía ser ad iestrada para tom ar esa c la se de valiente sig n ificativo : Él y otro d isc íp u lo (probablem ente su am igo de toda la v id a , Juan)

in icia tiva. fueron los ú n ico s que sig u iero n a Je sú s hasta la casa del su m o sacerdote para

ver lo que le o cu rriría a Je sú s (Juan 1 8 .1 5 ). Y en el patio de la casa del su m o


H ay un tercer elem ento de m ateria prim a que hace a un verd adero líd er: el
sacerdo te, Pedro fue el ú nico que p erm aneció lo suficien tem en te cerca de Je sú s
com prom iso, la participación. Los verd aderos líderes están sie m p re en el centro

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com o para que el Seño r se vo lvie ra y lo m irara a los ojos cu an d o el gallo cantó sup uesto que no. Las exp erien cias - a u n la s d ifíc ile s - , fueron todas n ecesarias

(L u c a s 2 2 .6 1 ). M uch o desp ués que los otros d isc íp u lo s hab ían abandonado a para hacer de él el hom bre que Je sú s necesitaba que fuera.

C risto y huido para sa lva r su s v id a s, Pedro estuvo virtu alm en te so lo en una


Recientem ente le í lo s resu ltad o s de un estud io sobre todos los jó ve n e s de los
p o sició n en la que una tentación a s í podía hacerlo caer, p ues a p esar de su
E stad o s U n id o s que han estado envueltos en los ataques con arm as de fuego en
m iedo y d e b ilid ad , no podía ab ando nar com p letam ente a C risto . Esa es la
las e sc u e la s. A través de este estudio se supo que el co m ú n d e n o m in ad o r entre
actitud de un verdadero líder. Cuando ca si todos los d em ás se hab ían ido, él
los que d isp araro n las arm as de fuego es que virtu alm e n te to d o s ello s so n
trató de m antenerse lo m ás cerca que pudo de su Se-ñor. Pedro no era la clase
jó ve n e s a quienes se le s p rescrib ió R lta lin u otros an tid ep resivo s para co n tro lar
de líder que se contenta con m andar m en saje s a su s trop as desde le jo s. Su
p ro b lem as de co n d u cta. En lugar de ser d isc ip lin a d o s por actitudes
p asión era estar p erso nalm ente in v o lu cra d o , por eso siem p re se le encuentra
inco nvenien tes y m ala c o n d u cta , fueron drogad os hasta el estupor. En lug ar de
cerca del centro de la acción .
enseñarles a co m p o rtarse y enseñarles au to co ntro l, lo s p sicó lo g o s les

Esa era la c la se de fibra de la que Pedro estaba hecho : un deseo insaciab le de p rescrib iero n drogas que les in se n sib iliz a ra la m ente, y que so lo en fo rm a

saber, una d isp o sic ió n para to m ar la in iciativa y una p asión para in vo lu cra rse tem p oral podían re string ir su s co m p o rtam ien to s rebeldes. N un ca se les

p erso nalm ente. A hora le co rre sp o n d ía al Seño r ad iestrarlo y m oldearlo, porque, confrontó ni se hizo nada co n la s actitudes p ro vo cativas y rebeldes que eran la

francam en te, esa c la se de m ateria p rim a, si no se som ete al contro l del Seño r, raíz del pro b lem a. E s o s jó ve n e s habían sid o protegidos artificialm en te de las

puede se r m uy peligrosa. co n se c u e n c ia s de su rebelión en el co m ie n zo de su ad o le sce n cia. Y perdieron

las experiencias de la vid a que pudieron haber form ado su carácter en fo rm a


LAS EX PE R IEN C IA S DE LA VIDA Q U E M O L D EA N A UN V E R D A D E R O LÍDER
diferente.

¿C ó m o hizo el Seño r para tom ar a un hom bre de una natu raleza tan to sca y
El apóstol Pedro aprendió m u cho a través de experiencias d u ra s. A p rendió ,
refinado para que llegara a se r un líder? Por un lado, se aseguró de que Pedro
por ejem p lo , que las derro tas aplastantes y las h u m illa cio n e s p ro fund as a
tu vie ra la clase de exp eriencias de la vid a que ayudarían a hacerlo la clase de
m enudo vie n e n inm ediatam ente d e sp u é s de las m ás grandes victo ria s. D esp ués
líd er que C risto quería que fuera. En este sentid o es que lo s verd ad ero s líderes
que Jesú s lo elogiara por su gran co n fesió n registrad a en M ateo 16.16 (« T ú eres
se hacen, no sim p lem en te nacen.
el C risto , el H ijo del D ios v iv ie n te » ), Pedro su frió la m ás áspera reprim enda que

La experiencia puede ser un duro m aestro. En el caso de Pedro, los altos y ja m á s recib iera un d isc íp u lo en el N uevo T e stam e n to . En un m o m ento , C risto lo

b ajos de su exp eriencia fu e ro n d ram ático s y a m enudo d o lo ro so s. Su vida llam ó b ienaventurad o , prom etiéndole las llaves del reino ( w . 17-19), y en el

estaba llena de to rtu o so s zig zag. El Seño r lo llevó a través de tres años de párrafo siguiente, lo llam a Satanás y le d ice : « ¡Q u íta te de delante de m í!» (v.
pruebas y d ificu lta d e s que le diero n toda una vid a de la clase de exp eriencias 2 3 ), queriendo d e c ir « ¡N o te interpongas en m i ca m in o ! »

que todo líder verd adero debe soportar.


Ese incidente o currió poco d e sp u é s de la triunfante co n fe sió n de Pedro. Jesú s

¿Por qué hizo eso Je sú s? ¿Se gozaba atorm entando al pobre Pedro? No, por an unció a lo s d isc íp u lo s que iría a Je ru sa lé n , donde sería entregado a los

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p rin cip a les sacerd o tes y a lo s e scrib a s q uien es lo llevarían a la m uerte. Bastó m anera, Pedro aprendió cuánta paja y cuán p o ca su sta n cia había en él, y cuán

que oyera la intención de Je sú s para que « P e d ro , tom án d o lo aparte, co m e n zó a vigilante y cu id a d o so debía ser para c o n fia r so lo en la fuerza del Señor.

reco nvenirle, d icie n d o : S e ñ o r, ten co m p a sió n de ti; en ninguna m anera esto te


Al m ism o tie m p o , aprendió que a pesar de s u s propias tend encias
aco ntezca» (M ateo 1 6 .2 2 ). El sentim iento de Pedro es perfectam ente
p e ca m in o sa s y d eb ilid ad es e sp iritu a le s, el Seño r quería u sarlo , y lo so sten dría y
co m p re n sib le . Pero él estaba p ensando so lam ente desd e un punto de vista
p reservaría a pesar de to d o .
h u m an o . No sabía el plan de D io s. S in darse cuenta, estaba tratando de d isu a d ir
Pedro aprendió to d a s estas c o sa s por exp eriencia. A ve ce s, la s exp eriencias
a C risto de lo que p recisam ente Él había venido a la tierra a hacer. C o m o era su
fueron am arg as, p erturb ado ras, d o lo ro sa s y h u m illa n te s. O tras veces fueron
co stu m b re, Pedro estaba hablando cu an d o debía estar escu ch a n d o . Las palabras
in sp irad o ra s, edificantes y perfectam ente g lo rio sas, com o cuando vio la divina
de Jesú s a Pedro fueron m uy duras y Él nun ca le habló de esa fo rm a a ninguna
b rillan te z de Je sú s en el M onte de la T ra n sfig u ra ció n . De una u otra m anera,
otra p erso na: «P ero él, v o lv ié n d o se , d ijo a Pedro: ¡Q uítate de delante de m í,
Pedro ap rovechó al m áxim o su s e xp e rie n cias, extrayendo leccio n es que le
Sa ta n á s!; me eres tro p iezo , porque no pones la m ira en las c o sa s de D io s, sino
ayudaron a se r el gran líd er que llegó a ser.
en la de lo s h o m b re s» (v. 23).

LAS C U A L ID A D E S D E CA R Á C T ER Q U E D E F IN E N A UN V E R D A D E R O LÍD ER
Pedro recién había aprendido que D io s podría revelarle la verdad y g uiar s u s

palabras si so m etía su m ente a la verd ad. No estaba dependiend o de un


U n tercer elem ento en la preparación de un líder, ad em ás del adecuado m aterial
m en saje hum ano. El m en saje que tenía que pro clam ar le fue dado por D io s (v.
innato y las experiencias ad ecuad as de la v id a , es el carácter ad ecuado. El
1 7 ). Ta m b ién se le darían la s llaves del rein o , queriendo d e cir con eso que su
carácter, por su p u e sto , es ab solu tam ente determ inante en el liderazgo. La actual
vid a y m en saje ab rirían el reino de D ios para la salva ció n de m u ch o s (v. 19).
d e clin a ció n m oral que se vive en lo s Estados U n id o s está directam ente

Pero ahora, a través de la experiencia d o lorosa de ser reprendido por el Seño r, relacio nada al hecho que h e m o s elegido, nom brado y contratado a dem asiad os

Pedro tam b ién aprendió que era vu lnerab le a Satanás. Satanás podía llenar su líderes que no tienen carácter. En años recientes, alguno s han tratado de

boca co n tanta seguridad com o podía hacerlo el Seño r. Si Pedro se ocupaba de so sten er que el carácter no tiene nada que ver co n el liderazgo; que lo que un

las co sa s de los hom bres m ás bien que de las co sa s de D io s, o si no h acía la hom bre hace en su vid a privada su p uestam ente no debe ser un fa cto r si se le

voluntad de D io s, podría ser un in stru m e n to del enem igo. co n sid e ra com petente para d esem p eñ ar una fu n ció n p úb lica de liderazgo. Esa

persp ectiva es diam etral m ente opuesta a lo que enseña la Bib lia. El carácter es
M ás tard e, la noche del arresto de Je s ú s , Pedro cayó de nuevo v íc tim a de
im portante en el liderazgo , es m uy im portante.
Satan ás. Esta ve z aprendió la dura lecció n que él era hum anam ente débil y no

podía c o n fia r en su propia d e term in a ció n . T o d a s s u s ja cta n c io sa s p ro m esas y De hecho, el carácter es lo que hace p o sib le el liderazg o . La gente

fervo ro sa s reso lu cio n e s no lo lib raro n de la ca íd a . D esp ués de d e clarar enfrente sen cilla m en te no puede respetar o co n fiar en aq uello s que carecen de carácter. Y

de todos que nunca negaría a C risto , lo negó reforzand o su negación con s i no se respeta a un h o m b re, no se le seguirá. T ie m p o y verdad v a n de la

ap asio nad as m a ld ic io n e s. Satanás lo estaba zarand eand o co m o a trig o . De esta m ano. Los líderes sin carácter term inarán por d ecep cio n ar a su s seguidores y

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perderán su co n fian za. La ún ica razó n por la que tales p erso nas son a m enudo a aguzar s u s hab ilid ad es naturales de lid erazg o , y eso fue tam b ién v ita l. Pero la

p o pu lares es que hacen a otras p erso nas que no tienen carácter sen tirse m ejores verd adera clave para to d o , el fun dam ento esencial en el cual el verdadero líder

acerca de s í m ism a s. Pero no son verdaderos líd ere s. siem p re se levanta o cae, es el carácter. Fuero n la s hab ilid ad es de carácter que

Pedro d e sa rro lló a través de su íntim a a so ciació n co n C risto las que finalm ente
Para que un liderazgo perdure debe estar cim e n tad o en el carácter. El carácter
hiciero n de él el gran líder que llegó a ser.
p ro d uce resp eto . El respeto produce co n fia n z a . Y la co n fian za m otiva a los

seguid ores. J. R. M ille r e scrib ió : « L a ún ica co sa que se aleja de la tum ba cam in an d o co n

los d o lien tes, y que se re h ú sa a ser sepultado es el carácter de un h o m b re. Lo


Aun en el ám bito puram ente h u m an o , la m ayoría de la gente reconoce que el
que un hom bre es lo sob revive a él. Eso ja m á s será se p u lta d o » .- Ese es un
verd adero liderazgo está aso ciad o con cualid ad e s de carácter com o la integridad,
sentim iento verdadero, pero hay algo m ás im portante que lo que la gente piensa
la co n fiab ilid ad , la resp etab ilid ad, el a ltru ism o , la h u m ild a d , la a u to d iscip lin a, el
de no so tro s desp ués que hem os m uerto . Lo que es m u cho m ás im portante es
d o m in io propio y el valo r. T a le s virtu d es reflejan la im agen de D io s en el
el im p acto que tenem o s cu an d o to d avía e stam o s aquí.
h o m b re. A unque la im agen d ivina está seriam ente o p acada en la hum anidad

caída, no ha sid o borrada com p letam en te. Por eso es que aun lo s paganos ¿C u áles so n algunas de las cualid ad e s de carácter de un líd er esp iritu al que

recono cen tales cualid ad e s com o virtu d e s deseables y requerim ientos fueron d esarro llad as en la vid a de Pedro? U na es la sum isión. A p rim er vista zo ,

im portantes para un liderazgo verdadero. esa puede parecer una cualidad poco u su al para cu ltiva r en un líd er. D e sp u é s de

to d o , el líd er es la p erso n a que está a carg o , y esp era que los dem ás se som etan
C risto m ism o es el epítom e de có m o debe ser un líder au téntico . Él es
a él. ¿N o es así? Pero un verdadero líd er no so lam ente exige su m isió n ; él es un
perfecto en todos los atributos que fo rm a n el carácter de un líd er. Él es la
ejem plo de su m isió n a través de so m eterse al Seño r y a aquellos en autoridad
p e rso n ificació n de todas las cu alid ad e s m ás auténticas, p u ra s, altas y no b les del
sobre él. To d o lo que el verdadero líder esp iritual haga debe estar m arcad o por
liderazgo.
la su m isió n a toda autoridad legítim a, especialm ente a D io s y a su Palabra.
O b viam ente, en el liderazgo espiritual, la gran m eta y objetivo es traer a la
Los líd eres tienden a se r co n fiad o s y ag re sivo s. D o m in an natu ralm ente. Pedro
gente a la sem ejanza de C risto . Por eso es que el líd er m ism o debe m anifestar
tenía esa ten d e n cia. Era rápido para hab lar y rápido para actuar. C o m o hem os
un carácter co m o el de C risto . Por eso es que la s dem andas para el liderazgo en
v isto , era un h o m b re de in icia tiva. E so sig n ifica que siem p re estaba in clin a d o a
la iglesia son tan altas. El apóstol Pablo resum ió el esp íritu del líd er verdadero
tratar de to m ar contro l de cada situ a ció n . Para balancear ese lado de él, el Señor
cu an d o e sc rib ió : «Sed im itado res de m í, a s í com o yo de C risto » (1 C o rin tio s
le enseñó S u m isió n .
1 1 .1).

Y lo hizo en algunas fo rm a s m ás bien n o tab les. U n ejem plo c lá sic o de esto lo


Pedro pudo haber escrito lo m ism o . Su carácter fue m o ld ead o y form ado por
enco ntram o s en M ateo 17. Este relato se p ro duce en un tiem po cu an d o Je sú s
el ejem plo que había visto en C risto . Él te n ía el m aterial innato para llegar a ser
estaba regresando co n los Doce a C ap ern au m , su base de o p eracion es, desp ués
un líder, y eso era m uy im portante. S u s experiencias le ayudaron a sacarle filo y
de un periodo de m in iste rio itinerante. U n co b ra d o r de im p uesto s estaba en la

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ciudad haciendo su recorrido habitual para co b ra r las d o s dracm as anuales saques, tó m alo , y al abrirle la boca, h allarás un estatero; tó m alo , y dáselo por m í

(m edio sic lo ) de im p u esto que tenían que pagar todas la s p erso n as de veinte y por t i» (v. 27).

años o m ás. Este no era un im p u esto que se pagaba aR o m a, sin o un im p uesto


La m oneda en la boca del pez era un estatero, una m oneda que valía un sic lo
que se pagaba para la c o n se rv a c ió n del tem p lo . Estab a p rescrito en Éxodo
o cuatro d ra cm a s. Era exactam ente lo que se necesitaba para pagar el im p uesto
30.11-16 (cf. 2 C ró n icas 2 4 .9 ). El im puesto equivalía al salario de d o s d ía s, de
del tem plo de d o s p erso n as. En otras p alab ra s, Jesú s hizo arreglos para que
m odo que no era una sum a pequeña.
tam b ién se pagara com pleto el im p u esto de Pedro.

M ateo e scrib e : « V in ie ro n a Pedro los que cob rab an las d o s d ra cm a s, y le


Es c u rio so que el m ilagro que Jesú s hizo estaba dem o strand o su ab solu ta
d ije ro n : ¿V u e stro M aestro no paga las d o s d ra cm a s?» (M ateo 1 7 .2 4 ). Pedro les
soberanía, y tam bién al m ism o tiem p o , con su actitud de pagar el im p u e sto ,
aseguró que Je sú s pagaba su s im p u e sto s.
estaba siend o un ejem plo de hum an a sum isión. En form a so b ren atu ral, C risto

Pero, aparentem ente, este im puesto en p articu la r produjo algún problem a en d irig ió a un pez que se había tragado una m oneda a la carnada del anzuelo de

la mente de Pedro. ¿E stab a Je sú s obligado m o ralm ente, com o el H ijo de D io s Pedro. Si Je sú s era Seño r sobre la naturaleza h asta ese grado, ciertam ente tenía

e ncam ad o , a pagar para el m antenim iento del tem plo co m o cu alq u ie r otro autoridad para optar no pagar el im puesto del te m p lo . Pero d ecidió enseñarle a

ho m b re? Los h ijo s de los reyes terrenales no pagan im p uesto s en lo s reinos de Pedro, co n Su ejem p lo , a so m eterse en fo rm a vo lu n taria.

su s p ad res; ¿por qué habría de pagar Je sú s? Jesú s sabía lo que Pedro estaba
La su m isió n es una cualidad in d isp en sab le del carácter que los líderes deben
p ensand o , de modo que «al entrar él en c a sa , Jesú s le habló p rim ero, d icie n d o :
cu ltiva r Porque si quieren enseñar a la gente a que se so m eta, ellos m ism o s
¿Q u é te parece, S im ó n ? Los reyes de la tie rra , ¿de q u ién es co b ran los trib u to s o
deben ser ejem p lo s de s u m is ió n . Y habrá o ca sio n e s en que un líd er debe
los im p u e sto s? ¿D e s u s h ijo s, o de los e xtrañ o s?» (v. 2 5 ).
so m eterse aun cuando pudiera haber m uy buenos argum entos para no hacerlo.

Pedro resp o n d ió : « D e los extrañ o s» . Los reyes no aplican los im p uesto s a s u s


Pedro aprendió bien la lecció n. A ñ o s m ás tarde, en 1 Pedro 2.13-18, habría de
h ijo s.
e s c rib ir

Je sú s le sacó la c o n c lu sió n lógica a Pedro: «Luego los h ijo s están exento s» (v.
Por ca u sa del Seño r som eteos a toda institu ció n h u m an a, ya sea al rey,
2 6 ). En otras p alab ras, Je sú s tenía autoridad c elestia l ab solu ta, a s í que si quería,
com o a su p e rio r, ya a los gobernado res, co m o por él enviado s para castigo
podía optar por no pagar el im puesto para el tem p lo .
de lo s m alhecho res y alabanza de lo s que hacen b ien. Porque esta es la

Pero s i no lo pagaba, estaría m andando un m en saje erró neo en lo que voluntad de D io s: que haciend o b ien, hagáis ca lla r la ignorancia de los

c o n ce rn ía a la autoridad terrenal. Era m ejo r so m eterse, pagar el im p u esto y evitar hom bres in se n sa to s; com o lib re s, pero no com o los que tienen la libertad

una situ a ció n que la m ayoría de la gente no entendería. A s í es que aunque no com o pretexto para hacer lo m alo , sin o com o sie rvo s de D io s. H onrad a

estaba técn icam en te obligado a pagar el im p u esto para el te m p lo , d ijo : « S in to d o s. A m ad a lo s h e rm an o s. Tem ed a D io s. H onrad al rey. C ria d o s, estad

em bargo, para no o fend erles, vé al m a r, y echa el anzuelo, y el p rim er pez que sujetos co n todo respeto a vu e stro s am o s; no so lam ente a lo s bueno s y

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afab les, sin o tam bién a lo s d ifíc ile s de so p ortar. lo que lo s hace ser líd ere s. Estas p erso nas se im p acien tan fá cilm e n te con los

que no tienen v isió n o que son de bajo re n d im ie n to . Pueden irritarse


Esta fue la m ism a lección que Pedro aprendió de C risto : En un se n tid o , usted
rápidam ente con los que no ven cen o b stá cu lo s para alcanzar el éxito. Por lo
es libre, pero no u se su libertad co m o una cub ierta para el m al. En lugar de eso,
tanto , deben aprender a refrenarse para ser b ueno s líd ere s.
co n sid é re se co m o un siervo del Señor. Usted es ciu d ad an o del cie lo y so lo un

residente tem p oral en la tie rra, pero so m étase a toda o rd enanza del hom bre por El Seño r tu vo buen cu id a d o de enseñar a Pedro a refrenarse. Esa es una de

causa d e l Señor. U sted es p rim ero y antes que nada, un súb d ito del reino de las p rin cip a le s razo nes por la s que Pedro tu vo que so p o rtar las cen su ras m ás

C risto y un m ero extranjero y peregrino en esta tierra. No o b stante, para evitar duras cu an d o habló d em asiad o pronto o actuó d em asiad o dep risa. El Señor

o fen sas, honre al rey terren al. H o n re a to d o s. Esta es la vo lu n tad de D io s y al estaba enseñándo le constantem ente a refrenarse.

so m e terse, estará sile n cia n d o la ignorancia de los im p ío s.


Aquella escen a en el huerto donde Pedro trató de decap itar a M aleo es un

Recuerde, el hom bre que e scrib ió esa epístola fue el m ism o hom bre que ejem plo c lá sic o de su falta de contro l n a tu ral. A unque estaba rodeado por

cu an d o era jo ve n e im p etuo so , le cortó la oreja al siervo del sum o sacerd o te. Es cie n to s de so ld ad o s ro m a n o s, todos arm ad o s hasta lo s d ientes, Pedro

el m ism o hom bre que una vez luchó con la idea de que Jesú s pagara im p u esto s. irreflexivam ente sacó su espada y se d isp u so a arrem eter contra aq uellos. Fue

Pero aprendió a som eterse, lo cual no es una lecció n fácil para un líder natural. afortunado en que M aleo no perdió m ás que una oreja y que Je sú s

Pedro era inclinad o a ser d o m in ante, enérgico, agresivo y resistente a la ¡dea de inm ediatam ente reparó el d año. C o m o ya hem os visto , por esa acción Je sú s lo

su m isió n . Pero Jesú s le enseñó a so m eterse vo lun tariam ente, aunque pensara reprendió d uram ente.

que ten ía b uenas razo nes para no hacerlo.


Aquella rep rensió n debe de haberle sido especialm ente d ifíc il por haberla

U na segunda cualid ad de carácter que aprendió Pedro fue la sujeción. M u ch as recib ido delante de una horda de enem ig o s. Pero él aprendió m u cho de lo que

p e rso n as con habilidades inn atas de liderazgo no so b resalen naturalm ente vio aquella noche. M ás tarde en su vida, hab ría de e sc rib ir: « P u e s para esto

cu an d o se trata de sujetarse, de actuar co n m o deració n. El au to co ntro l, la fu iste is lla m a d o s; porque tam bién C risto padeció por n o so tro s, dejánd o nos

d isc ip lin a , la m o d eració n y la reserva no son cualid ad e s que tiene ejem p lo, para que sig á is s u s p isa d a s; el cual no hizo pecado, ni se halló engaño

necesariam ente una persona que dirige a o tros. Por eso es que m u ch o s líderes en su boca; quien cu an d o le m ald ecían , no resp o nd ía co n m a ld ic ió n ; cuand o

tienen p ro b lem as con la cólera y co n las p asiones d e sc o n tro la d a s. Q u izá s usted p ad ecía, no am enazaba, sin o encom endaba la ca u sa al que juzg a ju stam ente »

habrá notado recientem ente que lo s sem in ario s sobre cóm o m anejar la cólera (1 Pedro 2.21-23).

han llegado a ser la m oda para los altos eje cu tivo s y p erso nas en p o sicio n e s de
¡Q ué d ifere n cia co n el jo ven que trató de arrem eter con una espada y abrirse
liderazgo en el m u nd o de lo s neg o cio s. Es claro que la cólera es un problem a
c am in o a través de s u s o ponentes! Pedro había aprendido la lecció n de
co m ú n y serio entre p erso nas que llegan a tales alto s niveles de liderazgo.
co n tro larse.

Pedro ten ía te n d e n cias sim ila re s. Los im p e tu o so s tienen una personalidad tal
T a m b ié n tu vo que aprender hum ildad. A m en ud o, lo s líderes son tentados por
que los hace p ro clives a tom ar la in iciativa y a actuar co n d e cisió n . T o do eso es

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el pecado del o rg ullo . D e hecho , el pecado o b sesio nante del liderazgo puede ser seño río sobre los que están a vu e stro cu id ad o , sin o siendo ejem p los de la grey»

la tendencia a creer que se es m ás de lo que se es. Cuando la gente lo sigue, (v. 3 ). La hum ildad llegó a ser una de la s virtu d es que cara cte rizaro n la vida, el

está constantem ente alab ánd o lo, b u scán d o lo y ad m iránd o lo ; entonces es m uy m en saje y el estilo de liderazgo de Pedro.

fácil se r ven cid o por el orgullo.


Pero tam b ién aprendió a am ar. T o d o s los d is c íp u lo s lu charo n aprendiendo

Podem os ver en Pedro una trem enda co n fian za en s í m ism o . Esto es evidente que el verdadero liderazgo espiritual sig n ifica se rvicio am oroso los unos a los

por la fo rm a en que saltaba co n las resp uestas a todas las p reguntas. Es obvio o tros. El verd adero líd er es alguien que sirve, no alguien que exige que se le

en la m ayoría de su s acto s, com o cu an d o saltó fuera del bote y em pezó a sirva.

c am in ar sobre las ag uas. Se hizo obvio en la peor y m ás d e sa stro sa de las


Esta es una lecció n d ifíc il de aprender para m u ch o s líderes naturales porque
fo rm as en aquella o casió n d e cisiva cuando Je sú s p redijo que s u s d is c íp u lo s lo
tienden a ver a lo s dem ás com o m ed io s para alca n zar su s fin e s. Por lo general,
ab and o narían.
los líderes son orientados h acia el trabajo en lugar de ser orientados hacia las

Je sú s d ijo : « T o d o s vo so tro s os e scan d a liza ré is de m í esta no ch e; porque p e rso n as. Y de esta m anera usan a la gente, o pasan sobre la gente para

escrito está: H eriré al pastor, y las o vejas del rebaño serán d isp e rsa d a s» (M ateo alcanzar su s m etas. Pedro y el resto de lo s d isc íp u lo s necesitab an aprender que

2 6 .3 1 ). el liderazgo tiene su s raíces y crece en un terreno de se rv icio am oroso h acia los

d e m á s. El verd adero líd er ama y sirve a aquellos a quienes dirige.


Pero Pedro estaba m uy co n fiad o : « A unq ue to d o s se escan d alicen de ti, yo

nun ca me escan d a liza ré» (v. 33, énfasis a ñ ad id o ). Luego agregó: « S e ñ o r, Je sú s d ijo : « S i alguno quiere ser el prim ero, será el postrero de to d o s, y el

d isp u esto estoy a ir contigo no só lo a la cá rc e l, sin o tam bién a la m uerte» se rvid o r de to d o s» (M arco s 9 .3 5 ). C o nstan tem en te, el propio Seño r les m o stró

(L u c a s 2 2 .3 3 ). por su fo rm a de vivir a s u s d isc íp u lo s esa c la se de lid erazg o servicio am o roso .

Pero en ninguna parte es m ás evidente que en el A p osento A lto la noche en que


Por su p u e sto , com o era u su a l, Pedro estaba equivocado y Jesú s estaba en lo
fue traicio n ad o .
cie rto . Pedro negó a Je sú s no so lo una sin o m ú ltip les ve ce s, tal com o Je sú s lo

había advertido. La verg üenza y el o probio de Pedro al haber desho nrado a Je sú s y lo s d isc íp u lo s habían ido a celeb rar la Pascua en un cuarto alquilado

C risto tan abiertam ente fueron aum entados por haberse jactado tan en Jerusalén. La cele b ració n m ism a de la P a scu a era una co m id a prolongada y

resueltam ente sobre que era im p enetrab le a tales p ecados. cerem o n io sa que duraba por lo m en o s cuatro o cinco h o ras. En esa c u ltu ra , por

lo general lo s p articip antes se reclinab an en pequeñas m e sa s en lugar de


Pero el Seño r usó todo eso para hacer de él un hom bre h u m ild e. Y cuand o
sentarse verticalm ente en s illa s . Eso sig n ificab a que, en tal p o sició n , la cabeza
e scrib ió su p rim era carta, d ijo : « R e ve stio s de h u m ild a d ; porque: D io s resiste a
de una persona estaría m uy cerca de lo s pies de otra. En aquellas regiones,
los so b e rb io s, y da gracia a los h u m ild e s. H u m illa o s, p ues, bajo la poderosa
to d o s los cam in o s eran b arro so s o p o lvo rientos de modo que lo s pies estaban
m ano de D io s, para que él os exalte cuando fuere tie m p o » (1 Pedro 5.5-6). Él
constantem ente su c io s. Por lo tanto , la co stu m b re era que cuand o alguien
esp ecialm ente, dijo a los líderes de las ig le sias: «[N o actúen] com o teniendo
entraba a una ca sa para p articip ar en una co m id a, hubiera allí un sirviente cuyo

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trab ajo era lavar lo s pies de lo s in vitad o s. Este era q u izá s el m ás bajo y m enos Je sú s le re sp o n d ió : « S i no te lavare, no tendrás parte co nm ig o » (Juan 1 3 .8 ).

deseado de to d o s los tra b a jo s. Pero que un dueño de ca sa no hiciera los Por su p u e sto , Jesú s estaba hablando de la necesidad de lim p ieza espiritual.

arreglos nece sario s para que se lavaran lo s pies de s u s invitad o s era una seria O b viam ente, no era el lavam iento literal de lo s pies lo que h acía a los d isc íp u lo s

ofensa (c f. Lucas 7.4 4 ). aptos para el co m p añ e rism o con C risto . Jesú s estaba hablando de la lim p ieza

del p ecad o . Esa era la realidad espiritual que este acto hum illan te de lavar los
A parentem ente, en esta noche de Pascua tan llena de activid ad , en aquel
pies intentaba sim b o liza r. (La prueba que Él estaba hablando de lim pieza
cuarto alquilad o , no se había hecho p ro visió n para que un sirvie n te lavara los
espiritual la enco ntram o s en el ve rsícu lo 10, d o nd e dice: « V o so tro s lim p io s
pies de lo s in v ita d o s. Evidentem ente, lo s d isc íp u lo s prefirieron o lvid arse de la
e stáis, aunque no to d o s» . Él ya les había lavado los p ie s, de m anera que
etiqueta en lugar de ofrecerse ellos m ism o s para re alizar aquella tarea tan baja.
estaban lim p io s en un sentido externo, fís ic o . Pero el apóstol Juan dice en el
De modo que se agruparon en torno a la m esa com o si e stuvieran preparados
v e rsícu lo 11: «Po rq ue sab ía quién le iba a entregar; por eso d ijo : No estáis
para co m en zar la cena s in haberse lavado lo s p ie s. E n to n ce s, dice la E scritu ra ,
lim p io s to d o s» , queriendo decir que Judas no estaba lim pio en el sentido
Je sú s m ism o « se levantó de la ce n a, y se quitó su m anto, y tom ando una toalla,
esp iritu al de que Él hablaba.)
se la c iñ ó . Luego puso agua en un le b rillo , y co m en zó a lavar los pies de los

d is c íp u lo s , y a enjug arlo s con la toalla con que estaba ceñ id o » (Juan 1 3 .4 -5 ).- La resp uesta de Pedro es típ ica de su e n tu sia sm o d esenfren ado : « S e ñ o r, no

só lo m is pies, sin o tam bién la s m ano s y la cabeza » (v. 9 ). De n u e vo , co n


Je sú s m ism o , Aquel que apropiadam ente llam ab an S eñ o r, a su m ió la fu n ció n
Pedro no había té rm in o s m e d io s. Siem p re era todo o nada. Por eso, Je sú s le
del esclavo m ás bajo y lavó los pies su cio s de s u s d isc íp u lo s. Según Lu cas,
aseguró que él ya estaba «com pletam ente lim p io » . (El Seño r seguía hablando en
aproxim adam ente en el m ism o m om ento en que esto o cu rría, lo s d isc íp u lo s
té rm in o s esp iritu ale s sobre el perdón y la lim p ieza del p ecado .) A hora Pedro no
estaban en m edio de una d isc u sió n sobre cual de ellos era el m ás grande
necesitaba m ás que un lavado de pies.
(L u c a s 2 2 .2 4 ). Les interesaba e n sa lzarse, no h u m illa rse . Y enton ces Je sú s hizo

lo que ninguno de e llo s q uiso hacer. Les dio una lecció n sobre la hum ildad del En otras p alab ras, Pedro, com o creyente, ya estaba com p letam ente ju stifica d o .

am or g enuino. El perdón y la lim p ie za que necesitaba no era la clase de perdón su m ario que

uno b uscaría por parte del Ju ez del u n ive rso , co m o si Pedro estuviera b uscan do
La m ayoría, p robablem ente, se quedaron en un sile n cio ab rum ador. Pero
tener su d e stin o eterno asegurad o. Él ya había recib ido esa clase de lim p ieza y
cu an d o Je sú s llegó a S im ó n Pedro, « P e d ro le d ijo : S e ñ o r, ¿tú me lavas los
perdón. Pero ahora estaba vin ie n d o a D io s com o cu alq u ier hijo va a su padre,
p ie s?» (Juan 1 3 .6 ). El sentido de la fra se es, ¿ Q u é crees que estás h aciendo? A q u í
b uscan d o gracia paterna y perdón por lo s errores co m etid o s. Esa era la c la se de
está el p re su n tu o so y o sad o S im ó n , hablando de nuevo s in pensar. Y dijo m ás:
lim p ie za que Pedro necesitab a. Es la m ism a c la se de perdón que Je sú s enseñó a
« N o me lavarás los pies ja m á s » (v. 8 ).
to d o s los creyentes por el cual orar d iariam ente (Lu ca s 1 1 .4 ). A quí, Je sú s
Pedro era el m aestro de las afirm a cio n es ab so lu ta s: « N unca me e sc a n d a liza ré »
asem ejó tal perdón d ia rio a un lavam iento de p ies.
(cf. M ateo 2 6 .3 3 ). « N o me lavarás lo s pies ja m á s » . No hay m atices g rises en la
T o d a s estas verd ades e stuviero n envueltas en el sim b o lism o cuando Je sú s les
vid a de Pedro; todo es en ab so lu to b lanco y negro.

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lavó los pies a s u s d isc íp u lo s. Pero la lecció n central fue sobre la form a en que ha pedido para zarand earo s co m o a trig o » (L u c a s 2 2 .3 1 ). G eneralm ente, el trigo

d eb em o s m o strar el am or. El ejem plo de Je sú s fue un acto co n su m a d o de am or, era separado de la paja zarand eánd o lo y lanzánd olo al aire con un viento fuerte.

al ejecutar un servicio tan h u m ild e. A la paja se la llevaba el viento y el trigo caía en un m o n tó n , ya lim p io .

M ás tarde esa noche, desp ués que Judas había sa lid o , Je sú s les dijo a los Q u izá s no so tro s hab ríam o s esperado que Je s ú s le d ijera: « N o voy a p erm itir

once: « U n m andam iento nuevo o s doy: Que os am éis u n o s a o tro s: co m o yo os que Satanás te zara n d ee ». Pero no lo h izo . M ás bien le dejó sab er a Pedro que

he am ad o, que tam b ién os am éis u n o s a o tros. En esto co n o ce rán to d o s que le había dado a Satanás el p erm iso que b uscaba. Él le p erm itiría al diablo probar

so is m is d isc íp u lo s, si tu vie re is am or los uno s con los o tro s» (Juan 13:34-35). a Pedro (co m o D io s hizo en el caso de Jo b ). Lo que d ijo , en esen cia, fue: «V oy

¿C ó m o lo s había am ado a e llo s? Les lavó los p ie s. M ien tras d isc u tía n sobre cuál a dejar que lo haga. Voy a dejar que Satanás co n m u eva los m ism o s cim ien to s

era el m ás im p ortan te, Él les m ostró có m o se expresaba el servicio h u m ild e y de tu v id a . Luego lo vo y a dejar que te zarandee en el viento hasta que no quede

am o ro so lo s unos por los o tros. nada sin o la realidad de tu fe». Y le aseguró que su fe so b re viviría a la prueba.

« Y o he rogado por ti, que tu fe no falte; y tú , una vez vu elto , co n firm a a tu s


Es d ifíc il para alg uno s líderes agacharse y lavar lo s pies de aq uello s a los que
h e rm a n o s» (v. 32).
perciben com o su s su b o rd in a d o s. Pero ese fue el ejem plo de liderazgo que

Je sú s dio e in sistió en que su s d isc íp u lo s lo sig u ie ran . De hecho, les dijo que Fue enton ces cu an d o Pedro, arrogantem ente, in sistió que él nun ca tro p ezaría.

d em o strarse am o r u n o s a otros de esa m anera era la m arca de un verdadero Pero a p esar de su a firm a ció n , antes que la noche te rm in a ra , había negado a

d isc íp u lo . Je sú s, y todo su m undo se sacu d ió peligrosam ente. Se le d e sin fló el ego. Su

co n fian za en s í m ism o se hizo triz a s. Su o rg ullo su frió lo ind e cib le . Pero su fe


¿A prendería Pedro a am ar? Ciertam ente que s í. El am o r llegó a ser uno de los
nun ca falló .
sello s de su e nseñanza. En 1 Pedro 4 .8 e sc rib ió : « Y ante todo, tened entre

v o so tro s ferviente am o r; porque el am o r cu b rirá m ultitud de p e ca d o s» . La ¿Para qué era todo esto? Je sú s estaba preparando a Pedro para que fo rtaleciera

palabra griega trad u cid a com o « fe rv ie n te » en este ve rsícu lo es ektenes, que a los h erm an o s. A m en ud o, las p erso n as con habilidades naturales de liderazgo

literalm ente quiere d ecir « estirad o al lím ite » . Pedro no s está llam ando a am ar al tienden a ser faltos de co m p a sió n , m alo s para c o n so la r e im p acientes co n los

m áxim o de nuestra cap acid ad . El am o r de que él habla no es m eram ente una d e m á s. No se detienen d em asiad o tiem po para c u ra r al herido m ien tra s va n tras

cu estió n de se n tim ie n to s ni sobre cóm o resp o n d e m o s a las p erso nas que so n su s m etas. Pedro necesitaba aprender co m p a sió n a través de su propio

naturalm ente am ab les. Él está hablando de un am o r que cub re y co m p en sa por su frim ie n to , para que cu an d o este te rm in ara, p udiera fo rtalecer a otros en lo s de

los fra ca so s y las d eb ilid ad es de los d e m á s: « E l am o r cu b rirá m u ltitud de ello s.

p e ca d o s» . Esta es la c la se de am or que lava la suciedad de lo s pies del


Por el resto de su v id a , Pedro n ecesitaría m o strar co m p asió n h acia los que
herm ano . Pedro m ism o había aprendido esa lecció n por el ejem plo de C risto .
estaban pasando por p ro b lem as. D esp u és de haber sido zarandeado por

Otra im portante cualid ad de carácter que Pedro necesitaba aprender era la Satanás, Pedro estuvo bien preparado para se n tir em patia en cuanto a las

com pasión. C uand o el Seño r ad virtió a Pedro que lo negaría, le d ijo : «Sa ta n á s os d eb ilid ad es de o tro s. No pudo dejar de tener gran co m p a sió n por aquellos que

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su cu m b ía n a la tentación o caían en pecado. Él había estado a llí an tes, y por esa dando a entender con qué m uerte [Pedro] había de g lo rificar a D io s » (v. 19).

experiencia aprendió a ser c o m p a siv o , tierno de co ra zó n , generoso, am able y


Para Pedro, el precio de la p red icació n sería la m uerte. S u friría p e rse cu ció n ,
co n so la d o r de lo s que eran lacerados por el pecado y su s fra ca so s p erso n ales.
o p re sió n , trib u la c ió n , y fin alm ente, el m a rtirio . Pero para perseverar hab ría de

En 1 Pedro 5.8-10, e sc rib ió : «Sed so b rio s, y ve lad ; porque vu estro adversario nece sitar v a lo r co m o una ro ca só lid a.

el d iab lo , com o león rugiente, anda alrededor b uscan d o a quien d evo rar; al cual
Es c a si p o sib le ver el n acim iento del verd adero valor en el co ra zó n de Pedro
resistid firm e s en la fe, sabiendo que los m ism o s p ad ecim iento s se van
en Penteco stés, cuando fue lleno y capacitado por el E sp íritu Santo. A ntes de
cu m p lie n d o en vu e stro s he rm an o s en todo el m u ndo . M as el D io s de toda
eso , había m o strad o d este llo s de una clase vo lu b le de v a lo r. Por eso fue que
gracia, que no s llam ó a su gloria eterna en Je su cristo , d e sp u é s que hayáis
sacó im p etuo sam ente su espad a frente a una m ultitud de so ld ad o s arm ad o s un
padecido un poco de tie m p o , él m ism o os p erfeccio ne, afirm e, fo rtalezca y
instante, pero negó a Je sú s cu an d o lo enfrentó una m u ch ach a sirvie n ta pocas
e stab le zca» .
horas d e sp u é s. Su valo r, co m o todo en su v id a , era afectado por la

Pedro entendió la debilidad h u m an a, y la entendió muy b ien. Él había tocado inestab ilid ad .

fondo. S u s propias d eb ilid ad es lo habían derrib ado . Pero había sido


D esp ués de Penteco stés, s in em bargo, ve m o s a un Pedro diferente. H e ch o s 4
p erfeccio nad o , estab lecid o , fo rtalecid o y afirm ado por el Seño r. Com o era u su al,
dice cóm o Pedro y Juan fueron llevad o s ante el Sa n ed rín , el co n sejo gobernante
estaba escrib ie n d o de su propia experiencia. No eran p recep to s te ó rico s los que
ju d ío . Se les co n m in ó so lem nem ente a «que en ninguna m anera hablasen ni
enseñaba.
enseñasen en el nom bre de Je s ú s » (v. 18).

Finalm en te, tu vo que aprender el valor. No ese « v a lo r» im p etuo so ,


Pedro y Juan resp o nd iero n con valentía: «Juzgad si es ju sto delante de D io s
precipitado, fa lso que le hizo b landir la espada tan alocadam ente co n tra M aleo,
obedecer a vo so tro s antes que a D io s; porque no po dem o s dejar de d e cir lo que
sin o una d isp o sic ió n m adura, firm e , intrépida d isp u esta a su frir por la causa de
hem o s v isto y o íd o » (vv. 19-20). Pronto vo lvie ro n a ser llevados ante el Sanedrín
C risto .
por haber seguido pred icand o. Y e llo s d ije ro n lo m ism o : « E s necesario obedecer

El reino de la o scu rid ad se levanta contra el reino de la lu z. Las m en tiras se a D io s antes que a los h o m b re s» (H e c h o s 5 .2 9 ). Pedro, lleno con el E sp íritu

contrapo nen a la verd ad. Satanás está contra D io s. Y lo s d em o nio s están contra Santo e im p u lsa d o por el con o cim ien to de que C risto había resucitado de los

los p ro p ó sito s santo s de C risto . Por lo tanto , Pedro enfrentaría d ificultades m u e rto s, había ad quirid o un valo r in co n m o vib le , de roca só lid a .

dondequiera que fuera. Jesú s le d ijo : « D e cierto, de cierto te digo: Cuando eras
En su p rim era epístola cap tam o s una v islu m b re de por qué él fue lleno de
m ás jo ve n , te c e ñ ía s, e ibas a donde q u erías; m as cu an d o ya seas viejo,
tanto va lo r. E scrib ie n d o a lo s c ristia n o s d isp e rso s por todo el Im perio Rom ano
extenderás tu s m a n o s, y te ceñ irá otro, y te llevará a do nd e no q u ie ra s» (Juan
a ca u sa de la p erse cu ció n , les d ice :
2 1 .1 8 ).
Bendito el D io s y Padre de nuestro Seño r Je su cristo , que seg ún su grande
¿Q ué sig n ificab a eso? El apóstol Juan da una resp uesta clara : « E sto d ijo ,
m iserico rd ia nos hizo renacer para una esperanza viva , por la re su rrecció n

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de Je su cristo de los m u e rto s, para una herencia in co rru p tib le , inco ntam in ad a ¿Q ué c la se de hom bre fue Pedro? ¿F u e perfecto? N o . En G álatas 2 el apóstol

e in m a rc e sib le , reservada en lo s c ie lo s para v o so tro s, que so is guardados en Pablo relata un incidente en el cual Pedro c o n te m p o rizó . H ab ía actuado

el poder de D io s m ediante la fe, para alcanzar la salva ció n que está h ip ó critam ente. Esto nos perm ite ve r un breve d estello del vie jo S im ó n . Pedro

preparada para ser m anifestada en el tiem po p o strero . En lo cual vo so tro s os estaba co m iend o co n gentiles, co m p artiend o con e llo s com o un verdadero

alegráis, aunque ahora por un p o co de tiem p o , si es n ecesario , tengáis que herm ano en C risto hasta que aparecieron alg uno s falso s m a e stro s. Esto s herejes

ser afligidos en d iv e rsa s p rueb as, para que som etida a prueba vuestra fe, in sistie ro n en que m ientras los gentiles no se c ircu n cid ara n y sig u ieran la ley

m u cho m ás p recio sa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba co n cerem on ial del A ntiguo Te stam ento no serían sa lvo s y, por lo tanto, no debían

fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cu and o sea m anifestado ser tratados com o h e rm an o s. Pedro, aparentem ente intim id ad o por los fa lso s

Je su cristo (1 Pedro 1.3-7). m aestro s, dejó de co m er co n lo s herm ano s gentiles (G á la ta s 2 .1 2 ). El ve rsícu lo

13 dice que cu an d o Pedro hizo aquello, to d o s lo s dem ás lo hicieron tam bién


Él estaba seguro en C risto , y lo sab ía. H ab ía visto al C risto resu citad o , de
debido a que Pedro era el líd e r. E n to n ce s, el apóstol Pablo e scrib e : « L e re sistí
m odo que sab ía que C risto había ven cid o a la m uerte. Sab ía que cu alesq uiera
cara a cara, porque era de co n d e n a r» (v. 1 1 ). Pablo reprendió a Pedro en
fueran las pruebas terrenales que tuviera que enfrentar, estas no eran m ás que
p resencia de to d o s (v. 14).
te m p o rale s. Las p ru eb as, aunque a m enudo d o lo ro sa s y sie m p re desagradables,

son nada com p arado co n la esp eran za de la gloria eterna (cf. R om ano s 8 .1 8 ). Lo Para crédito de Pedro, d igam o s que resp o nd ió a la co rre cció n de Pab lo. Y

genuino de la fe verdadera, sab ía, era infinitam ente m ás p recio so que cualq uiera cu an d o el error de lo s ju d a iza n tes fue finalm ente confro ntad o en un co n cilio en

riqueza terrenal perecedera, porque su fe re su ltaría en la alab anza y gloria de pleno de los líderes y ap ó stoles de la iglesia en Je ru sa lé n , fue Pedro quien habló

C risto a su regreso . E sa esperanza es lo que daba tal v a lo r a Pedro. p rim ero en d efensa del evangelio de la gracia d ivina. Fue él quien introdujo el

argum ento que sa lvó el día (H e ch o s 1 5.7-14). En efecto, estaba defendiendo el


A m edida que aprendía todas e sa s leccio n e s, y su carácter era tran sfo rm ad o , y
m in iste rio del apóstol Pab lo. El ep iso d io entero m u estra có m o Sim ó n Pedro
se convertía en el hom bre que C risto quería que fuera, gradualm ente cam b ió de
seguía sie n d o e d u cab le , h u m ild e y se n sib le a la co n v icc ió n y co rrecció n del
Sim ó n a R oca. Del ejem p lo del Seño r aprendió a so m ete rse , a refrenarse, a ser
Esp íritu Santo.
h u m ild e, a am ar, a ser co m p asió n y va lie n te . Y debido a la obra del Esp íritu

Santo en su co ra zó n , llegó a ser un gran líder. ¿C ó m o term in ó la vid a de Pedro? S ab em o s que Jesú s le había d ich o que

m o riría co m o m ártir (Juan 2 1 .1 8 -1 9 ). Pero la E scritu ra no registra S u m uerte.


Predicó en Pentecostés y tre s mil p erso nas fueron sa lva s (H e ch o s 2 .14-41). Él
T o d o s los antiguos d o cum ento s de la h isto ria de la iglesia p rim itiva ind ican que
y Juan sanaro n a un cojo (H e c h o s 3 .1 -1 0). Tenía tanto poder que la gente se
fue cru cifica d o . E u se b io cita el testim o n io de C lem ente, quien dice que antes
sanaba so lo con su so m b ra (H e c h o s 5 .1 5 -16 ). R esucitó a D o rcas (H e ch o s
que Pedro fuera cru cifica d o fue obligad o a p rese n ciar la c ru cifix ió n de su propia
9 .36-42). Llevó el evangelio a los gentiles (H e ch o s 1 0 ), y e sc rib ió d o s ep ístolas,
e sp o sa. M ientras ella cam in ab a hacia la m uerte, dice Clem ente que Pedro la
1 y 2 de Pedro, en las cu ales expone las m ism a s leccio n es que había aprendido
llam ó por n o m b re, d iciéndo le: « R e cu e rd a al Se ñ o r» . Cuand o le to có el tu rn o de
del Seño r sobre el carácter auténtico.

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m o rir a él, pidió que lo c ru cifica ra n cab eza abajo porque no era digno de m o rir 3
com o su Seño r había m uerto. Y así, fue clavad o en una cru z con la cabeza hacia

a bajo.-
ANDRÉS. EL APÓSTOL DE LAS COSAS PEQUEÑAS
La vid a de Pedro podría resu m irse co n las palabras fin ales de su segunda
Andrés, herm ano de Sim ón Pedro, era uno de los dos que había oído a Ju a n , y
carta: «C reced en la gracia y el con o cim ie n to de nuestro Seño r y Salvador
habían seguido a Jesú s. Este h alló prim ero a su herm ano Sim ón , y le dijo: H em os
Je su c risto » (2 Pedro 3 .1 8 ). E so e s, exactam ente, lo que hizo él, y por eso es que
hallado al M esías (que traducido es, el C risto). Y le trajo a Jesús.
llegó a ser Roca, el gran líder de la iglesia p rim itiva.

— JU A N 1.40-42

AN D RéS, EL H ERM A N O DE P E D R O , es el m enos co n o cid o de los cuatro

d isc íp u lo s del grupo p rin cip a l. A unque era uno de los m iem b ro s de ese cuarteto

d o m in ante, por lo general p erm anecía en segundo plano. No aparece inclu id o

en vario s de lo s aco n tecim ien to s im portantes donde se ve a Pedro, Jacobo y

Juan junto con Je sú s (M ateo 17.1 ; M arcos 5.3 7 ; 1 4 .3 3 ). En otras situ a cio n e s

clave , sin em bargo, se le encuentra com o parte del círcu lo íntim o (c f. M arcos

1.29; 1 3 .3 ). No hay duda de que A ndrés tu vo una relación particularm ente

estrecha con C risto , porque con bastante frecu en cia fue el m edio por el cual

otras p e rso n as fueron presentadas p erso nalm ente al M aestro .

A ndrés fue el prim ero de to d o s lo s d isc íp u lo s en se r llam ado (Juan 1.35-40).

C o m o verem os luego, fue quien presentó a C risto a su herm ano Pedro, de

p erso nalid ad m ás dom inante que la suya (vv. 41-42). Su ansiedad por seg uir a

C risto , co m b in ad a co n su celo por presentarle a o tro s, tip ific a con exactitud el

carácter de A ndrés.

Pedro y A n d rés eran o riundo s de la aldea de Betsaida (Juan 1 .4 4 ). Los

arqueólogos aun no han estab lecido con exactitud el lugar donde se encontraba

Betsaida, pero por su d e scrip ció n en el N uevo T e stam e n to , es claro que estaba

situad a en la parte norte de G alile a. En algún m o m en to , lo s he rm an o s se fueron

a v iv ir a la ciud ad de C ap e rn au m , de m ayor tam añ o , cercana a su lugar de

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n a cim ie n to . De hecho, Pedro y A ndrés co m p artían una ca sa en Capernaum De los cuatro del círcu lo ín tim o , sin em bargo, A ndrés era el m e n o s notable.

(M arco s 1.29) y d irigían desde a llí un negocio de p esca. C ap ernau m les o frecía La E sc ritu ra no nos dice m u cho acerca de é l. Prácticam ente se pueden contar

ven tajas por su u b icació n , ya que estaba situada la orilla norte del M ar de con los dedos las v e ce s que se le m en cio na esp e cíficam e n te en lo s Evang elio s.

G alilea (donde la p esca era buena) y, ad em ás, era por donde pasaban rutas (D e hecho , aparte de lo s lugares donde se m en cio na a lo s doce d is c íp u lo s , su

clave para el co m ercio . nom bre aparece so lo nueve veces en el N uevo T e stam e n to , y la m ayor parte de

estas referencias so lo son m encio nes al p asar.)


Es probable que Pedro y A ndrés hayan sid o co m p añ ero s en el trab ajo de la

p esca con el otro equipo de p e scad o res -h e rm a n o s de C ap ern au m -, Jacobo y Su vid a se d esarro lla a la so m b ra de su herm an o , m u cho m ás co n o cid o que

Juan , h ijo s de Zebedeo. Parece que lo s cuatro co m p artían in tereses e sp irituales él. M u ch o s de los v e rsícu lo s que lo nom bran añaden que era herm ano de

c o m u n e s aun antes que se enco ntraran con C risto . E vid entem ente, dejaron por Pedro, co m o si eso fuera lo que lo hacía im portante.

un tiem po s u s lab o res de p e sca, se fu e ro n al d esierto donde p redicaba Juan el


En tales situ a cio n e s, donde en algún grado un herm ano opaca al otro , es
Bautista y se hiciero n d isc íp u lo s de Ju an . A llí fue donde se encontraron por
co m ú n en co n trar resentim iento , fuerte rivalidad o in c lu so sep aració n . Pero en el
p rim era vez con C risto . Y cu an d o vo lviero n a la s redes (antes que Je sú s los
caso de A n d rés no hay evid encias que haya habido envid ia por la su p re m acía de
llam ara para que fueran s u s d isc íp u lo s de tie m p o com p leto ) se m antuvieron
Pedro. De nuevo, fue él quien trajo a Pedro a C risto . Lo hizo inm ediatam ente y
u n id o s. Por eso es natural que este pequeño grupo fo rm ara una estrech a unidad
sin va cilació n . Por sup uesto que A ndrés tien e que haber estado m uy co n scien te
dentro de los D oce. En m u ch o s sen tid o s, estos cuatro parecían in sep a rab les.
de la tendencia dom inante de su h erm an o . T ie n e que haber sabido que tan

Es obvio que los cuatro querían ser líderes. C o m o grupo, ejercían cierto tipo pronto com o Pedro se integrara al grupo de d isc íp u lo s asu m iría el liderato y él

de liderazgo colectivo sobre lo s otros d isc íp u lo s. Ya hem os v isto que sin duda se ría relegado a un segundo p lano. Pero de to d a s m an era s, A ndrés llevó a su

Pedro era el que dom inaba en el grupo y era el vo cero natural de los doce, ya herm ano m ayo r a Jesú s. Ese so lo hecho dice m u cho sobre su carácter.

sea que a lo s otros les gustara o no. Pero es claro que lo s cuatro d isc íp u lo s en
C asi todo lo que la E scritu ra no s dice sobre A n d rés m u estra que tenía un
el círcu lo íntim o asp irab an a ser líd ere s. De ahí que, de vez en cuand o,
co razó n d isp u esto para el m in iste rio efectivo en segundo p lan o . No b uscab a ser
surg ieran aquellas ve rg o n zo sas d isc u sio n e s sobre quién era el m ás im portante.
el fo co de atenció n. Parecía no sen tirse afectado por aquellos que eran objeto de

Esta ansiedad por d irig ir, que causó tanto s choq u es cuando estaban jun to s la atenció n p ú b lica; m ás bien parecía fe liz de hacer lo que podía con el llam ado

com o g rup o , fin alm e n te llegó a ser de m u cho v a lo r cuando en la prim itiva y los do nes que D ios le había co n ce d id o , y dejaba que lo s d em ás hicieran lo

iglesia tu vie ro n que to m ar cam in o s sep arad o s co m o ap ó stoles. Je sú s los estaba m ism o .

preparando para que fueran líderes y, al fin a l, todos ello s cum p liero n
De to d o s lo s d isc íp u lo s en el círcu lo ín tim o , él parece el m enos c o n te n cio so y
im p ortantes fu n cio n e s de liderazgo en la ig lesia. Por eso es que la E sc ritu ra los
el m ás co n sid e rad o . C o m o ya lo hem os v is to , Pedro tendía a se r im p etu o so , a
co n sid e ra el fun dam ento de la iglesia, « sie n d o la p rin cip al piedra del ángulo
co rre r adelante tontam ente y a decir la palabra equivocada en el m om ento
Je su cristo m ism o » (E fe sio s 2.2 0 ).
equivocado. A m enudo era re sp o n d ó n , torp e, im p rudente e im p u lsiv o . Jacobo y

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Juan tenían el apodo de « H ijo s del T ru e n o » debido a su tendencia a ser quien era bien co n o cid o por su ap ariencia ruda y su estilo de vid a austero.

im p ru d e n te s. Evidentem ente, tam bién eran lo s que provocaban m u chas de las « E sta b a vestido de pelo de ca m e llo , y tenía un cinto de cuero alrededor de su s

d isc u sio n e s sobre quién era el m ás grande. Pero en el caso de A n d rés no hay lo m o s; y su co m id a era lang o stas y m iel silv e stre » (M ateo 3 .4 ). V ivía y

nada de eso . Cada vez que habla, lo cual es raro de encontrar en la E scritu ra , m in istrab a en el d esierto , alejado de todas las co m o d id ad es de la vid a de la

siem p re dice lo correcto , no lo in co rre cto . Cada vez que actúa aparte de los ciud ad . D ifícilm e n te alguien que no estuviera d isp u esto a v iv ir una vid a dura

o tro s d isc íp u lo s, siem p re hace las c o sa s bien. C uand o m en cio na su n o m b re, la podía seg uir a Juan el Bau tista co m o d isc íp u lo .

E scritu ra nun ca dice algo negativo a las acciones de A n d rés.


El Evangelio de Juan d escrib e el p rim er encuentro de A ndrés con Je sú s. Esto

H ub o, por cierto , o casio n es c u an d o , sigu iendo el liderazgo de Pedro, o ocurrió en el d esierto , donde Juan el Bautista estaba predicando el

actuando en acuerdo con lo s dem ás d isc íp u lo s, com etió los m ism o s erro res que arrepentim iento y bautizaba a los que se co nvertían. El apóstol Juan registra el

com etiero n ello s. Pero cuand o su n o m b re es m en cio nad o expresam ente, o incidente en calidad de testigo o cu lar, porque él y A ndrés estaban a llí jun to s

cu an d o se eleva por sobre los d em ás y actúa o habla ind ivid u alm en te, la com o d isc íp u lo s de Juan el B au tista. (El apóstol Juan no se identifica por

E scritu ra lo elogia por lo que hace. Fue un líder eficaz aun cuando nun ca ocupó n o m b re. Se m antiene anónim o en su Evangelio hasta el fin a l. Pero en la fo rm a

un lugar de notoriedad. que relata los detalles de este encuentro, d ánd o no s in c lu so la hora del día,

Sugiere que tuvo c o n o cim ie n to de prim era m ano del incid ente. O b viam ente, él
Aunque h e rm an o s, A ndrés y Pedro tenían estilo s de liderazgo totalm ente
era el otro d isc íp u lo m en cio nad o en el relato.)
d iferen tes. Pero a s í co m o Pedro ten ía las c o n d icio n e s perfectas para su llam ado,

A ndrés las ten ía para el de é l. De hecho , A n d rés tal vez sea un m odelo mejor El encuentro perso nal de A ndrés co n Je sú s tuvo lugar al d ía siguiente del

que Pedro para m u ch o s de lo s líderes de las ig le sia s, porque m u ch o s que entran b au tism o de Je s ú s (vv. 29-34) A ndrés y Juan se encontraban ju n to a Juan el

en el m inisterio tienen que trab ajar en relativa o scu rid ad , com o él, y no alcanzan Bautista cuando llegó Je sú s y, al verlo , Juan el Bau tista d ijo : « H e aq uí el Cordero

reno m b re y p ro m in e n cia , co m o o cu rrió co n Pedro. de D io s » (Juan 1 .3 5 -3 6 ). Inm ediatam ente ellos dejaron a Juan y sig u iero n a

Je sú s (v 3 7 ).No se piense que estab an siendo d esleales a su m en to r. To do lo


El nom bre A ndrés quiere d e cir « v a ro n il» y en su caso parece una d e scrip ció n
co n tra rio . Juan el Bautista ya había expresam ente negado que él fuera el M e sías:
apropiada. Por su p u e sto , la clase de p esca co n redes que él y los dem ás usab an
« C u a n d o los ju d ío s enviaro n de Jeru salén sacerdotes y levitas para que le
requería un alto grado de fuerza fís ic a . Pero A ndrés tam b ién te n ía otras
p reguntasen: ¿T ú quién eres? C o n fesó , y no negó, sin o co n fesó : Y o no soy el
cara cte rística s de v irilid a d . Era valiente, decid ido y reflexivo . Nada en él es débil
C risto » (Juan 1 .1 9 -2 0 ). Cuando la gente lo p resio nó para que exp licara quién era,
o cob arde. Era im p u lsa d o por una p asió n por la verdad, y estaba d isp u esto a
d ijo : « Y o so y la voz de uno que clam a en el d esie rto : Enderezad el c am in o del
so m eterse a las m ás extrem as fo rm as de p rivacio n es y austeridad para lograr su
Se-ñor, co m o dijo el profeta Isa ía s» (v. 2 3 ).
objetivo.

A s í es que Juan ya había dicho en la fo rm a m ás clara y directa que él so lo era


Recuerde que cu an d o Je sú s y él se encontraron por prim era vez, A ndrés ya era
el p re cu rso r del M e sía s. H a b ía ve n id o a preparar el cam ino y a in d ica r a la gente
un hom bre devoto que se había unido al grupo de d isc íp u lo s de Juan el Bautista

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la d ire cció n correcta. En realid ad , el co razó n m ism o del m en saje de Juan el Je sú s, Pedro y A ndrés vo lvie ro n a C ap em aum y co n tin u aro n en su trab ajo de

Bautista era la preparación para el M e sías, que ya estaba por llegar. A ndrés y p escar. M ás adelante, q u izás vario s m ese s d e sp u é s, fue que Je s ú s vino a G alilea

Juan tienen que haber estado envuelto s en la em o ció n de la expectativa a m in istra r. H ab ía co m en zad o su m inisterio en y alrededor de Je ru sa lé n , donde

m e siá n ica , esperando so lo el m om ento en que la Persona correcta fuera lim p ió el tem plo y se ganó la h o stilid ad de los líderes re lig io so s. Pero luego

id entificad a. Por eso fue que apenas oyeron a Juan el Bautista id entificar a C risto regresó a G alilea a p red icar y a sanar, y finalm ente vin o a C a p e m a u m . A llí vo lvió

com o el Cordero de D io s, los d o s d is c íp u lo s , en form a instantánea, dejaron a a en co n trar a los cuatro ho m b res m ien tras p escab an .

Juan para seg uir a Je sú s. Al hacer esto , tom aro n la d e cisió n co rre cta. S in duda
M ateo 4 registra este encuentro:
que Juan el Bautista m ism o tiene que haber aprobado su d ecisió n .
A ndando Je sú s junto al m ar de G alile a, vio a dos h e rm an o s, S im ó n , llam ado
El relato b íb lico c o n tin ú a , d icie n d o : « Y vo lv ié n d o se Je s ú s , y viendo que le
Pedro, y A ndrés su herm ano , que echaban la red en el m a r; porque eran
seg uían, les d ijo : ¿Q u é b u scá is? E llo s le d ije ro n : R ab í (que trad u cid o es,
p escado res. Y les d ijo : Venid en pos de m í, y os haré p escad o re s de
M a e stro ), ¿dónde m o ra s? Les d ijo : Venid y ved. Fu e ro n , y vie ro n donde m oraba,
ho m b res. Ello s en to n ce s, dejando al instante las redes, le sig u ie ro n . Pasando
y se quedaron con él aquel d ía » ( w . 38-39).
de a llí, vio a otros dos h e rm an o s, Jacobo hijo de Zebedeo, y Juan su

Eran alrededor de la s cuatro de la tarde (« la hora d é cim a » , según el v e rs íc u lo herm ano, en la barca co n Zebedeo su pad re, que rem endaban s u s red es; y

39) cu an d o se encontraron con Je s ú s . Lo sig u iero n hasta el lug ar donde él se los llam ó. Y e llo s, dejando al instante la barca y a su padre, le sig u iero n ( w .

estaba h o sp ed an do y pasaron el resto del d ía co n É l. C o m o esto o cu rrió cerca 18-22).

de donde estaba Juan el Bau tista en el desierto , p robablem ente era una casa
A s í fue com o dejaron la p esca por un d iscip u la d o m ás perm anente, de tiem p o
alquilada o q u izá s so lo un cuarto en una rústica posada. Pero estos dos
com pleto.
d isc íp u lo s tuviero n el privilegio de p asar la tarde y la noche en co m p a-ñ e rism o
U n relato p aralelo de este su c e so lo en co n tram o s en Lucas 5.1-11. Pero en la
privado con Jesú s, y se fu ero n co n ve n cid o s de que habían hallado al verdadero
v e rsió n de Lucas no se m en cio na el nom bre de A n d ré s. S ab em o s que estaba a llí
M e sía s. Se enco ntraro n , se c o n o cie ro n , y ese m ism o día em pezaron a recib ir
y había sido in clu id o debido a que el relato de M ateo lo deja c la ro . Pero Andrés
e n se ñ an zas de Je sú s. De esta m anera, A n d rés y Juan llegaron a ser lo s p rim eros
estaba tan alejado de los p rim eros p lano s que Lucas ni siquiera m en cio na su
d isc íp u lo s.
n o m b re. De nuevo, era la c la se de p erso n a que raram ente o cup aría un lugar
N ótese la p rim era co sa que dijo A n d ré s: « E s te halló p rim ero a su herm ano
p ro m inen te. Perm anecía ca si o culto . S in d ud a que era parte del grupo y debe
S im ó n , y le d ijo : H e m o s hallado al M esías (que trad u cid o es, el C ris to ). Y le
haber seguido a Jesú s con tanta p asión com o los d e m á s, pero jugaba un papel
trajo a Je s ú s » ( w . 41-42). Las n o ticias eran dem asiado b uenas com o para
sile n cio so en la o scurid ad .
quedárselas él so lo , de m odo que fue y halló a la persona que m ás quería en el
H ab ía vivid o toda su vid a a la so m b ra de Pedro y aparentem ente aceptaba ese
m u ndo , la que él m ás quería que cono ciera a Je s ú s , y la c o n d u jo a C risto .
papel. Esto fue lo que lo hizo tan útil. Su d isp o sic ió n a ser un acto r secund ario
Com o v im o s en el cap ítulo an te rio r, d e sp u é s de su encuentro inicial co n

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a m enudo le perm itió entender c o sa s que lo s otros d is c íp u lo s tenían dificultad p o sib le que Felip e no estuviera seguro de que Je sú s quisiera verlos. En cualq uier

en cap tar. A sí, cada vez que o cup a un lugar en prim er plano, lo que se destaca c a so , Felipe sabía que A n d rés podía p resentarle in d ivid u o s a C risto .

es su extrao rdinaria habilidad de ver el gran v a lo r que hay en las co sa s pequeñas


A ndrés no se sentía c o n fu n d id o cuando alguien quería ver a Jesú s.
y m o d estas.
Sim p lem ente lo traía a Él. Entendía que Je sú s querría co n o cer a cualquiera que

VIO EL VA LO R DE LA G E N T E C O M O IN D IV ID U O S q uisiera cono cerlo a Él (c f. Juan 6 .3 7 ).

Era obvio que A ndrés se sentía bien trayendo a la s p erso nas a C risto , porque
Cuand o trató co n la gente, por ejem p lo , A ndrés apreció plenam ente el v a lo r de
lo h acía co n m u cha frecu en cia. Aparentem ente co n o cía m uy bien a Jesú s y no se
una so la alm a. Se le reconoce por traer a in d ivid u o s, y no a m u ltitu d es, a Je sú s.
sentía inseguro en cuanto a traer a otros a É l. En Juan 1 , trajo a Pedro a C risto ,
C a si cada vez que lo vem o s m encionado en los Evan g elio s, está trayendo a

alguien a Je sú s. lo cual lo hizo el p rim er m isio n e ro a lo s su y o s. A hora trae a alguno s griegos a

C risto , hacié n d o lo el p rim er m isio nero a extranjeros.


Recuerde que su p rim era acción desp ués de d e scu b rir a Je sú s fue ir y traer a
U na co sa que he observado en todos m is años de m in iste rio es que los
Pedro. Ese incidente m arca el e stilo de su m in iste rio . En la alim entació n de los

c in co m il, por ejem p lo , fue él quien trajo a Jesú s al niño que tenía los panes y asp ectos m ás efectivos e im portantes de la evang elizació n por lo general tienen

lugar en un plano p e rso n al, in d ivid u al. La m ayoría de la gente no vie n e a C risto
los p e ce s. T o d o s los otros d isc íp u lo s no su p iero n en qué fo rm a podrían
com o una resp uesta inm ediata a un serm ón que han oído en m edio de una
alim entar a la m u ltitu d . Pero él halló al niñ o, lo llevó a Je sú s, y le d ijo : «A q u í
m u ch ed u m b re de gente. V ienen a C risto debido a la influencia de un in d ivid u o .
está un m u ch a ch o , que tiene cinco panes de cebada y d o s p e c e c illo s» (Juan

6 .9 ). La iglesia que pastoreo trata de fo m en tar un am biente evan g elístico . Y las

p e rso n as vienen a C risto en una form a regular. C asi cada dom ingo en nuestro s
Juan 12.20-22 se refiere a alguno s griegos que encontraron a Felipe y le
cu lto s ve sp ertin o s b au tizam o s a v a rio s nuevos creyentes. Cada uno da un
pidieron ver a Jesú s. Probablem ente estos eran gentiles que sab ían de la

rep utació n de Je sú s y querían co n o cerlo . Juan 12.21 dice que: « E s to s , p ues, se testim o n io antes de ser b au tizad o . Y en la ab rum adora m ayoría de lo s c a so s,

d icen que vin ie ro n a C risto básicam ente debido al testim o n io de un com p añero
acercaron a Felip e, que era de Betsaida de G alile a, y le rogaron, d icie n d o : Seño r,
de trab a jo , un v e c in o , un fa m ilia r o un am igo. De vez en cuand o o ím o s a
q u isié ra m o s ver a Je s ú s . Felipe fue y se lo d ijo a A n d rés; enton ces A ndrés y
alguien d e cir que se co n virtió en resp uesta directa a un m en saje que oyó en la
Felipe se lo dijero n a Je s ú s » .
iglesia o a un se rm ó n que e scu ch ó por radio. Pero aun en tales c a s o s , es
Llam a la atención que estos ho m b res se acercaran a Felip e y que Felipe los
generalm ente debido a la in flu e n cia de alguien que lo s anim ó a e scu ch ar o los
llevara ante A n d rés y dejara que fuera A n d rés quien los presentara al M aestro.
trajo a la ig lesia. No hay duda de que la fo rm a m ás efectiva de traer a la gente a
¿P o r qué no lo s llevó Felip e m ism o a Je sú s? Q u izá s era tím id o por natu raleza o
C risto es uno a la ve z , sobre una base in d ivid u al.
q u izá s no se sentía con la co n fian za suficien te en cuanto a su relació n co n
Tanto A n d rés co m o su herm ano Pedro tenían co ra zo n e s evan g elístico s pero
C risto . Q u iz á s no estaba seguro de cuál era el protocolo en estos c a so s. O , es

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su s m étodos eran dram áticam ente d iferen tes. Pedro predicó en Penteco stés, y encontré que había pasad o por la puerta, d e c id í ab rirla de golpe, seguir

tres m il p erso nas fueron añadid as a la ig lesia. Nada en la E scritu ra indica que adelante co n el plan y co n c lu irlo de una buena vez.~

A ndrés haya predicado a una m ultitud o haya co n m o vid o a gran núm ero de
K im b all encontró a M oody trab ajando en la bodega, envolviendo zapatos y
p e rso n a s. Pero recuerde que fue él quien trajo a Pedro a C risto . En la
p o niéndo lo s en las e stan te ría s. Dijo que había hablado co n «p alab ras to rp e s» .
p ro vid encia so b erana de D io s, el acto de fe de A ndrés de traer a su propio
M ás tarde, d iría : « N o recuerdo nada de lo que le dije, so lo algo sobre C risto y
herm ano a C risto fue el acto ind ivid u al que llevó a la co n ve rsió n del hom bre 2
su am o r. E so fue to d o ». R eco n o ció que había sid o un intento « m u y p o b re».-
que hab ría de p redicar tan p o d ero so se rm ó n en Penteco stés. En últim a
Pero el caso es que allí m ism o M oody entregó su co ra zó n a C risto .
in sta n cia, todo el fruto del m inisterio de Pedro tam bién es el fruto de la
D ios usó p oderosam ente a D. L . M oody tanto en lo s Estad o s U n id o s com o en
fidelidad de su herm ano de te stifica r en fo rm a in d ivid u al.
Inglaterra. Su m in iste rio hizo un im p acto m asivo en am bos lados del A tlántico ,
A m en udo, D io s actúa de esa m anera. Pocos han oído de Edward K im b a ll. Su
abarcando la m ayor parte de la segunda m itad del siglo d iecin u eve. D ecenas de
nom bre es una nota al pie de página en la cró n ica de la h isto ria de la iglesia.
m iles te stifica ro n que vin ie ro n a C risto gracias a su m in iste rio . Entre los
Sin em bargo, él fue el m aestro de escuela d o m in ica l que guió a D. L.M o o d y a
co n vertid o s de M oody hubo gente tal co m o C .T . Studd, uno de los grandes
C risto . U na tarde fue a la zapatería en Bo sto n donde trabajaba el jo ve n M oody,
m isio n e ro s p io n e ro s, y W ilb u r C h ap m an , que tam b ién llegó a se r un recono cid o
que ten ía diecinueve añ o s, y en la bodega de la zapatería le habló de C risto .
evangelista. M ás tarde, M oody fundó el Instituto B íb lico M oody donde m iles de

K im b all fue la an títesis del evangelista in trép ido . Era un hom bre tím id o , de m isio n e ro s, evang elistas y otros obreros cristia n o s se han preparado durante el

hablar su ave. Llegó a la zapatería con tem o r, tem b lando e inseg uro de te n e r el siglo pasado y salido a todo el m u ndo . Y todo co m en zó cuando un hom bre fue

suficien te v a lo r co m o para enfrentar a aquel joven con el evang elio . Por ese fiel en presentar a otro in d ivid u o a C risto .

e n to n ces, M oody era to sc o y sin m u ch a s letras, pero la so la idea de hablarle de


Esta es la m anera en que A nd rés por lo general m in istrab a: uno a un o . A la
C risto h acía te m b la r de m iedo a K im b a ll. A ños m ás tarde, K im b all relató el
m ayoría de los pastores les encantad a tener s u s ig le sias llenas de p erso nas co n
incid ente. M oody había em pezado a a s is tir a su clase de e scuela d o m in ica l. Era
la m entalidad de A n d ré s. D em asia d o s cristia n o s p iensan que porque no pueden
obvio que M oody era totalm ente ignorante acerca de la B ib lia. K im b all d ice:
hablar frente a grup o s o porque no tienen do nes de liderazgo no tienen la

D ecid í hablarle a M oody sobre C risto y sobre su alm a. M e d irig í a la resp o n sa b ilid a d de evangelizar. H ay po co s que, co m o A n d rés, entienden el va lo r

zapatería H o lto n . Cuand o estaba por lleg ar, me em pecé a preguntar si sena de ofrecer su am istad a una p erso n a y traerla a C risto .

correcto ir a hablarle en horas de trab a jo . Pensé que quizás m i m isió n


VIO EL VA LO R DE LO S D O N E S IN S IG N IF IC A N T E S
confundiera al m u ch a ch o , que cu an d o me fuera los otros em p leado s de la

tienda le preguntarían quién era yo, y cu an d o lo sup ieran podrían em pezar a A lgunas p erso nas ven el cu ad ro global m ás claram ente so lo porque aprecian el

b urlarse de él y preguntarle si yo pretendía hacer de él a un m u chach o v a lo r de las co sa s pequeñas. A ndrés entra en esa categoría. Esto se hace claro

bueno. M ientras reflexionaba a s í pasé por la tien d a. De pronto cu an d o me en el relato que hace Juan de la alim entació n de los c in co m il.

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Je sú s había ¡do a un m onte para estar a so la s co n su s d is c íp u lo s . C om o c in co panes de ceb ada y d o s pequeños peces no serían su ficie n te s para

o curría co n fre cu e n cia cuand o to m ab a un resp iro en su m in iste rio p ú b lico , las alim entar a c in co m il p erso nas pero (en su estilo típ ico ) de todos m odos trajo

b u llic io sa s m u ltitu d es lo encontrab an. Esto ocurrió ju sto antes de la Pascu a, la al n iñ o ante Je sú s. Je sú s había m andado a los d isc íp u lo s que alim entaran a la

fiesta m ás im portante en el calend ario ju d ío . Eso sig n ifica que fue precisam ente gente, y A ndrés sab ía que Él no les hab ría dado tal orden sin hacer p o sib le que

un año antes que Je s ú s fuera cru cifica d o . e llo s la obedecieran. D e modo que A n d rés hizo lo m ejo r que pudo. Identificó

una p o sib le fuente de co m id a y se aseguró que Jesú s lo su p iera. A lgo en él


De p ronto, una eno rm e m ultitud se acercab a. De alguna m anera, habían
parecía entender que nada es in sig n ifica n te en las m ano s de Je sú s.
d escub ierto donde estaba Je sú s. Se acercaba la hora de co m er, y el pan sería el

tem a de la lecció n objetiva en el m e n saje que Je sú s predicaría a la m u ltitud . A s í Juan continú a el relato:

que Él dejó bien claro que quería alim entar a toda esa gente. Le preguntó a
Entonces Je sú s d ijo : H aced recostar la gente. Y había m u cha hierba en aquel
Felipe dónde podrían co m p rar pan. Juan agrega un com en tario editorial para
lugar; y se recostaro n com o en núm ero de c in co m il va ro n e s. Y tom ó Je sú s
enfatizar el hecho de que Jesú s estaba soberanam ente en contro l de esas
aquellos p an es, y habiendo dado g racias, lo s repartió entre los d isc íp u lo s, y
c irc u n sta n c ia s : «P e ro esto d ecía para p ro b arle; porque él sabía lo que había de
los d isc íp u lo s entre lo s que estaban re co stad o s; a sim ism o de los peces,
hacer» (Juan 6 .6 ).
cuanto querían. Y cu an d o se hubieron sa cia d o , d ijo a su s d isc íp u lo s:

Felipe evaluó rápidam ente la situ a ció n y d eterm inó que so lam ente tenían Recoged los pedazos que so b raro n , para que no se pierda nada. Recogieron,

d o scie n to s d e n a rio s. U n d enario co rresp o n d ía a un d ía de trab ajo de un obrero pues, y llenaro n doce cesta s de p ed azo s, que de los c in co panes de cebada

de modo que d o scien to s d enario s serían aproxim adam ente la paga por ocho so b raro n a los que habían co m id o ( w . 10-13).

m ese s de trabajo. Era una sum a im portante, pero la m ultitud era tan grande que
¡Q ué lecció n m ás m a ra villo sa ! Q ue algo tan pequeño haya sid o usado para
los d o scien to s d enario s no alcanzab an para co m p ra r suficie n te co m id a para
hacer tanto es un te stim o n io al poder de C risto . Nada es realm ente
to d o s. La v is ió n de Felipe se o fu scó por el tam año de la necesid ad . Él y los
in sig n ifican te en su s m anos.
dem ás d isc íp u lo s no sab ían qué se podría hacer en este c a s o . Mateo,
En Lucas 21.1-4 nuestro Seño r enseñó a lo s d isc íp u lo s esa m ism a le cció n :
refiriéndose a este m ism o incid ente, dice que lo s d isc íp u lo s d ije ro n : « E l lugar es
« Levan tan d o los ojos, vio a lo s rico s que echaban su s ofrendas en el arca de las
desierto , y la hora ya pasada; despide a la m u ltitud , para que vayan por las
o frend as. V io tam bién a una viuda muy pobre, que echaba a llí d o s b la n ca s. Y
aldeas y co m p ren de c o m e r» (M ateo 1 4.1 5).
d ijo : En verdad os d ig o , que esta viu d a pobre echó m ás que to d o s. Porque
Pero Je s ú s les resp o n d ió : « N o tienen necesidad de irse; d ad les vo so tro s de
to d o s aquéllos echaro n para las ofrendas de D ios de lo que les so b ra; m as ésta,
c o m e r» (v. 16). Los d isc íp u lo s deben de haberse sentido com o en un callejó n
de su po breza echó todo el su stento que te n ía » .
sin sa lid a . La dem anda de Jesú s parecía irrazonable.
En otras p alab ras, la persona pobre que da todo lo que tiene está dando
Y fue a esa altura que habló A n d rés. « A q u í está un m u ch a ch o , que tiene cin co
m u cho m ás que el rico que da una gran sum a de su ab u nd an cia. La habilidad
panes de ceb ada y dos p e c e c illo s» (Juan 6 .9 ). Por su p u e sto , A n d rés sabía que

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de D io s para u sa r un do n no tiene nada que ver con el tam año de ese don. Es Esta es una lecció n que m u ch o s c ristia n o s de hoy en día harían bien en

la fidelidad del d ad o r, no el tam año de lo que se da, lo que in d ica la m edida aprender. La E scritu ra advierte co n tra b u scar p o sicio n e s de p ro m in en cia, y

correcta de la im p o rtan cia de la dádiva. am o nesta a q u ien es habrán de e n señ ar que enfrentan la norm a m ás alta de

ju ic io : « H e rm a n o s m ío s, no os hagáis m aestros m u ch o s de vo so tro s, sabiendo


Esto es algo d ifícil de entender para la mente hum ana. Pero de alguna m anera,
que re cib ire m o s m ayor co n d e n a c ió n » (Santiago 3 .1 ).
A ndrés pareció sab er in stin tivam e n te que no estaba d esp erd ician d o el tiem po de

Jesú s al traer esa cantidad tan pequeña. No es lo grande del regalo lo que Je sú s enseñó a lo s d isc íp u lo s: « S i alguno quiere se r el p rim ero , será el

cuenta, sin o la grandeza del D io s a quien se le o frece. A ndrés hab íam ontado el postrero de to d o s, y el se rvid o r de to d o s» (M arco s 9 .3 5 ). Se requiere ser una

escen ario para el m ilagro . persona m uy e sp ecial para ser un líd er co n un co razó n de sie rvo . A ndrés lo fue.

Por su p u e sto , Je sú s no necesitaba al alm uerzo de aquel niño para alim entar a H asta do nd e sa b em o s, A ndrés nun ca predicó a m u ltitud es o fun d ó alguna

la m u ltitu d . Pudo haber creado co m id a de la nada. Pero la fo rm a en que ig le sia. N un ca escrib ió una ep ísto la. No es m encionado en el libro de los

alim entó a los c in co m il ilu stra la fo rm a en que D io s siem p re actúa. Él tom a lo H e ch o s ni en ninguna de la s e p ísto las. En las páginas de la E scritu ra él es m ás

que la gente le trae co n sa crificio y que a veces es tan in sig n ifican te y lo una silueta que un retrato.

m u ltip lica para hacer c o sa s m o n u m en tales.


De hecho, la B ib lia no registra lo que pasó con A n d rés desp ués de

A N D R É S VIO EL VA LO R D E L SE R V IC IO Q U E N O SO BR ESA LE Penteco stés. C ualq uiera haya sid o el papel que desem peñó en la h isto ria de la

iglesia p rim itiva , se m antuvo siem p re tras b astid o res. La trad ició n dice que llevó
A lgunas p erso nas no quieren p articip ar en la banda si no tocan el tam bor
el evangelio hacia el norte. E u se b io , el antiguo h isto riad o r de la iglesia dice que
m ayor. Jacobo y Juan tenían esa te n d e n cia, y tam b ién Pedro. Pero no A n d rés.
llegó hasta E sc itia . (P o r eso es que A ndrés es el santo patrono de R usia.
N un ca se encuentra su nom bre com o interviniend o en grandes d isc u sio n e s.
T a m b ién es el santo patrono de E sc o c ia .) Finalm en te fue cru cifica d o en Acaya,
Estab a m ás preocupado en traer gente a Je sú s que en acu m u la r m érito s o
que está en el su r de G re cia , cerca de A tenas. U no de lo s relatos dice que llevó
aparecer com o encargado de algo. No le llam ab a la atención el ho n o r. N unca
a C risto a la esp o sa de un gobernador p ro vin cia l ro m an o , lo que enfu reció al
o ím o s que dijera algo a m enos que tu viera relació n co n trae r a alguien a Je sú s.
esp o so de ella. Este q uiso que su esp o sa renunciara a su d evo ció n a Je su cristo

Andrés es la exacta im agen de to d o s lo s que trab ajan sile n cio sa m e n te , en pero esta se negó a hacerlo . En to n ces el gobernador hizo cru cifica r a A n d rés.

lugares hum ild e s « n o sirviend o al ojo, com o lo s que quieren agradar a los
Por orden del gobernador, y para prolongar s u s su frim ie n to s, lo s que lo
h o m b res, sin o com o sie rv o s de C risto , de co razó n haciendo la vo lu n tad de
c ru cifica ro n lo am arraron a la cru z en lugar de clavarlo . (La trad ició n dice que la
D io s» (E fe sio s 6 .6 ). No era una co lu m n a im p resio n ante com o Pedro, Jacobo y
cru z era en fo rm a de X .) De acuerdo a la m ayo r parte de los relatos, perm aneció
Juan. Era una piedra h u m ild e. Era una de esas p erso nas esp e ciale s que están
colgado de la cru z durante d o s d ía s, tiem po en el que exho rtó a los que
lista s para aceptar el segundo lugar y p erm anecer en el lugar de apoyo. No le
pasaban a que se vo lvieran a C risto para alcanzar sa lva ció n . D esp u és de toda
im p ortab a m antenerse en el anonim ato m ientras se hiciera el trabajo.
una vida de m in iste rio a la so m b ra de su m ás fa m o so herm ano y en el se rvicio

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de su S eñ o r, tu vo el m ism o destino de ello s, m an ten ién d o se fiel hasta el final y

aún e sfo rzán d o se por traer p erso nas a C risto .

¿Fue él un h o m b re de p o ca im p ortan cia? N o . Fue un p rivileg iad o . Fue el IACOBO. EL APÓSTOL DE LA PASIÓN
p rim ero en oír que Je sú s era el Cordero de D io s. Fue el p rim ero en seguir a
El rey Herodes echó m ano a algunos de la Iglesia para m altrata ríes.Y m ató a
C risto . Fue parte del círcu lo ín tim o , y te n ía acceso íntim o a C risto . Su nom bre
espada a Ja cob o , hermano de Ju a n .
estará in scrito , junto co n los no m b res de los d em ás a p ó sto le s, en los

fu n d am en to s de la ciud ad eterna, la N ueva Jeru salén. Y m ejo r que to d o , tuvo — H E C H O S 12.1-2

toda una vida de p rivilegio , haciendo lo que m ás am aba: llevar a p erso n as al


D E LO S T R E S D IS C ÍP U L O S EN E L C ÍR C U L O ÍN T IM O D E J E S Ú S , Jacobo es el
Señor.
que no s resulta m enos fa m ilia r. El relato b íb lico prácticam ente carece de detalles
G racias a D ios por p erso nas co m o A n d ré s. Son lo s in d ivid u o s sile n cio so s, e xp lícito s sobre su vid a y carácter. En lo s E van g elio s nun ca aparece co m o un
que trabajan fielm ente pero en el anonim ato , dando do nes in sig n ifica n te s y
p erso naje so lo , sin o que siem p re es presentado haciendo pareja con su
sa c rific ia le s, que el Seño r u sa para alca n zar lo m ás grande. No reciben m ucho herm ano m ás jo ve n y m ás c o n o cid o , Juan. La ún ica vez que se le m en cio na solo
re co n o cim ie n to , pero eso no les im p o rta. Lo ú nico que quieren es oír al Señor es en el libro de los H e ch o s, donde se registra su m artirio .
d e c ir « B ie n hecho».
Este relativo silen cio sobre Jacobo es iró nico porque desde una p erspectiva
Y el legado de A nd rés es el ejem p lo que dejó para m o strarn o s que en un h u m an a, él parecía ser el que lógicam ente d o m in ara el grupo. Entre Jacobo y
m in iste rio efectivo, con frecuencia lo que cuenta son las c o sa s pequeñas: las Juan , Jacobo era el m ayor. (E sta es, in du dab lem ente, la razó n porque su nom bre
p e rso n a s, los do nes insig n ifican tes y el servicio sin o sten ta ció n . D io s se deleita siem p re aparece p rim ero cu an d o los d o s se m en cio n an ju n to s .) Y entre lo s dos
en u sa r estas c o sa s porque « lo necio del m u nd o escogió D io s, para avergonzar
grupos de h e rm an o s, la fa m ilia de Jacobo y Juan parece haber tenido m ucho
a lo s sa b io s; y lo débil del m undo escogió D io s, para avergo nzar a lo fuerte; y lo m ás p ro m in e n cia que la fa m ilia de Pedro y A n d ré s. Esto se p ercib e por el hecho
vil del m u nd o y lo m en o sp reciad o escogió D io s, y lo que no es, para d esh ace r que a m enudo se hace referencia a Jacobo y Juan sim p lem en te co m o « lo s hijo s
lo que es, a fin de que nadie se jacte en su p re se n cia » (1 C o rin tio s 1 .27-29). de Zebedeo » (M ateo 2 0 .2 0 ; 2 6.37; 2 7 .5 6 ; M arcos 10.35; Lu c a s 5.1 0 ; Juan 2 1 .2 ),

haciendo su p o n e r que Zebedeo era un h o m b re de cierta im p o rtan cia.

Es p o sib le que el prestigio de Zebedeo se haya debido a su éxito fin an ciero , a

su linaje fa m ilia r o a am b o s. Aparentem ente era un h o m b re de re c u rso s. Su

co m p añ ía de pesca era suficien tem en te grande com o para e m p le a r a un buen

núm ero de jo rn a le ro s (M arco s 1 .2 0 ). A d em ás, la fa m ilia entera de Zebedeo tenía

suficien te statu s ya que el apóstol Juan «era co n o cid o del sum o sacerdo te» y

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por eso fue que pudo co n se g u ir que perm itieran la entrada de Pedro al patio del vio la soberanía de C risto en la fo rm a en que les reveló el futuro en el M onte de

sum o sacerdote la noche del arresto de Je sú s (Juan 18.15-16). H ay alguna los O liv o s, y vio la agonía del Salvad o r en el huerto. T o d o s estos

evidencia de los escrito s sobre la iglesia p rim itiva de que Zebedeo era levita y aco n tecim ien to s tienen que haber fo rtalecid o inm ensam ente su fe y preparado

estaba estrecham ente relacionado con la fa m ilia del sum o sacerd o te. Cualquiera para el su frim ien to y el m artirio que habría de enfrentar.

que haya sido la razó n para la p ro m inen cia de Zeb edeo, la E scritu ra hace claro
Si hay una p alab ra clave que se ap lica a la vida del apóstol Jacobo, esta es
que era un hom bre de im p o rtan cia y que la rep utación de su fa m ilia iba desde
pasión. De lo poco que sab em o s de él, es o b vio que fue un hom bre de un
G alilea a la fa m ilia del sum o sacerdote en Jeru salén .
trem endo fervor e in te n sid ad . De hecho, Je sú s dio a Jacobo y Juan un

Jacobo, com o el herm ano m ayor de tan p rom inente fa m ilia , debió de haber so b reno m b re. Los llam ó Boanerges, que quiere d e cir « h ijo s del tru e n o » . E so

sentido que tenía todo el derecho de c o n sid e ra rse el p rin cip al de los ap ó sto les. define la personalidad de Jacobo en té rm in o s m uy v iv id o s . Era ce lo so ,

E s probable que esa haya sido una de la s razo nes p rincip ales para que hubiera atronador, ap asionado y ferviente. N o s recuerda a Jehú del A ntiguo Testam ento ,

tantas d isp u tas sobre « q uién de e llo s se ría el m ayo r» (Lu ca s 2 2 .2 4 ). Pero en que es co n o cid o por co n d u cir su carro im p etuo sam ente (2 Reyes 9.20) y quien

realidad Jacobo nun ca tom ó el p rim er lugar entre lo s ap ó sto les, excepto en que d ijo : « V en co n m ig o , y verás m i celo por Je h o v á» (v. 1 6 ), enton ces aniquiló la

fue el p rim ero en ser m artirizad o. ca sa de Acab y lim pió la tierra de la ad oración a Baal. Pero la p asió n de Jehú fue

una p asió n d esco ntro lad a y su celo por el Seño r se vio m anchado co n ego ísm o ,
Jacobo es una figura m u cho m ás im portante de lo que p o d ríam o s im aginar,
am b ició n hum an a, y la s m ayores cru e ld a d es sang rientas. La E sc ritu ra d ice: « M a s
b asado s en lo poco que sa b em o s de él,. En d o s de las lista s de los ap ó sto les,
Jehú no cuidó de andar en la ley de Jehová D ios de Israel con todo su co ra zó n ,
su nom bre aparece inm ediatam ente d e sp u é s del de Pedro (M arco s 3.16-19;
ni se apartó de los pecados de Jero b o am , el que había hecho pecar a Isra e l» (2
H e ch o s 1 .1 3 ). E sa es una buena razó n para creer que fue un líd er fu erte, y
Reyes 1 0.3 1). El celo del apóstol Jacobo estaba m ezclad o de una am b ición
probablem ente el segundo en in flu e n cia d e sp u é s de Pedro.
sim ila r y te n d en cias san g u in arias (aunque en d o sis m u cho m ás le v e s ), y él tal
Por su p u e sto , Jacobo tam b ién figura pro m inen tem en te en el círcu lo íntim o de
vez haya estado cayendo igualm ente por un c am in o de ruina cu an d o Je sú s se
tre s. É l, Pedro y Juan fueron lo s único s a q u ien es Je sú s p erm itió que lo
encontró con é l. Pero por la gracia de D io s, fue tran sfo rm ad o en un hom bre de
aco m p añaran cuando resucitó a la hija de Jairo (M arco s 5 .3 7 ). El m ism o grupo
D io s y llegó a ser uno de los d isc íp u lo s líd eres.
de tres fue testig o de la gloria de Je sú s en el M onte de la T ra n sfig u ra ció n
M arco s, que registra que Je sú s llam ó a Jacobo y Juan « h ijo s del tru e n o »
(M ateo 1 7 .1 ). Jacobo estuvo entre los cuatro d is c íp u lo s que privadam ente
incluye ese dato en su lista de los D oce, m en cio n án d o lo en la m ism a form a que
hiciero n preguntas a Je sú s en el M onte de los O liv o s (M arco s 1 3 .3 ). Y tam bién
señala que Sim ó n fue llam ado Pedro (M arco s 3 .1 7 ). No sab em o s con qué
aparece in clu id o de nuevo co n Juan y Pedro cu an d o el Seño r urgió a e sto s tres a
fre cu e n cia Je sú s llam ó por su so b reno m b re a Jacobo y a Ju a n ; la m enció n que
orar co n Él privadam ente en G e tse m an í (M arco s 1 4.3 3). A s í que com o m iem b ro
hace M arcos es la ún ica que aparece en toda la E sc ritu ra . A d iferen cia del
del pequeño círcu lo ín tim o , tu vo el p rivileg io de o b servar el poder de Jesú s al
nom bre de Pedro, con el que obviam ente parecía querer infu n d irle v a lo r y
re su citar a alguien que había m uerto, vio su gloria cuando Je sú s se tran sfig u ró ,

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m oldear su carácter hasta que fuera firm e com o una roca, « B o a n e rg e s» parece serm ortal (c f.R o m a n o s 1 0 .2 ). El celo sin la sa b id u ría es p elig ro so . El celo

haber sido dado a lo s h ijo s de Zebedeo para reprenderlos cuando estos dejaban m ezclad o con la in sen sib ilid a d a m enudo es c ru e l. C uand o el celo se desintegra

que s u s fervientes tem p eram entos naturales se les fueran de la s m a n o s. Q uizás en p asión d esco ntro lad a, puede ser m o rtal. Y a veces Jacobo tendía a dejar que

el Seño r lo usó para lograr un efecto de h u m o r al reprenderlos am orosam ente. este celo d añ in o lo llegara a co n tro lar. D os in cid en tes en p articular ¡lu stran este

punto. U no es el ep iso d io cu an d o Jacobo quería que descendiera fuego del


Lo p o co que sab em o s acerca de Jacobo subraya el hecho de que tenía una
cie lo . El otro es cuando Jacobo y Juan pidieron a su m adre que cab ildeara para
d isp o sic ió n ap asio nad a. M ientras A ndrés traía callad am ente a las p erso nas a
co n se g u ir los m ejo res lugares para ellos en el reino . V eam o s estos d o s c a s o s .
Je sú s, Jacobo deseaba hacer caer fuego del cielo para que destruyera pueblos

enteros. In c lu so el hecho de que Jacobo haya sid o el p rim ero en su frir el F U E G O D E L C IE L O

m artirio , y que ese m artirio fuera ejecutado nada m en o s que por H e ro d e s,


Lucas 9.51-56 nos ofrece la m ejo r v islu m b re de por qué Jacobo y Juan eran
sugiere que Jacobo no era un hom bre p asivo y su til, sin o m ás bien que tenía un
co n o cid o s co m o los hijos del trueno . Je sú s se estaba preparando para p asar por
estilo que d istu rb ab a las c o sa s, lo que lo h acía crearse rápidam ente enem ig os a
Sam aría. Se dirigía a Jerusalén para la P a scu a fin al, que Él sab ía que cu lm in aría
m uerte.
con su m uerte, sep ultura y re su rre c ció n . Lucas d ic e : « C u a n d o se cu m p lió el
En el liderazgo esp iritu al hay un lugar legítim o para p erso nas co n una
tiem po en que él había de se r recib ido arriba, afirm ó su rostro para ir a
p erso nalid ad de trueno . E lia s tenía esa clase de carácter. (E s p o sib le que Elia s
Je ru sa lé n . Y envió m e n sa je ro s delante de é l, lo s cu ale s fueron y entraro n en una
haya co n stitu id o un m odelo para Jacobo cu an d o quería que d escen d iera fuego aldea de los sam aritano s para hacerle p rep arativo s. M as no le recib iero n , porque
del c ie lo .) N ehem ías era igualm ente ap asionado (cf. N ehem ías 1 3 .2 5 ). Juan el
su asp ecto era com o de ir a Je ru sa lé n » (v v . 51-53).
Bautista tam b ién tenía un fuerte tem p eram ento. A p arentem ente, Jacobo estaba
Es un hecho sig n ifica tivo que Je sú s decidiera pasar por Sam aría. A u n cuand o
hecho de la m ism a fib ra. Era franco, n ervio so e im paciente con los m alvado s.
la ruta m ás corta de G alilea a Jeru salén era a través de Sam aría, la m ayoría de
No hay nada inherentem ente m alo en tal fervor y celo . Recuerde que el propio
los ju d ío s que hacían el viaje entre am bos puntos delib eradam ente tom ab an un
Jesú s hizo un azote y lim p ió el te m p lo . Y cuando lo h izo , su s d isc íp u lo s
c am in o que lo s obligaba a via ja r m u ch o s kiló m etro s extra a través del desierto
recordaro n que estaba escrito « E l celo de tu ca sa me co n su m e » (Juan 2.1 7 ; cf.
árido de Perea, y c ru z a r d o s v e ce s el río Jo rd án, so lo para evitar p asar por
Salm o 6 9 .9 ). Jacobo sabía m uy bien lo que era sen tirse c o n su m id o por el celo Sam aría.
del S e ñ o r. Probablem ente m u cho de lo que vio hacer a Jesú s contrib uyó a
Los sam aritano s eran la raza m ixta que descend ía de isra e lita s del reino del
au m entar su celo , com o por ejem plo cu an d o el Seño r cen su ró a lo s líderes
norte. Cuand o Israel fue co nq u istad o por lo s asirio s, lo s m ás influyentes y
ju d ío s , cu an d o m a ld ijo a las ciu d ad es de C o ra zín y Betsaida y cu an d o confrontó
d estacad o s de s u s trib u s fueron llevados en cau tivid ad , y la tierra fue repoblada
y destruyó poderes d e m o n ía co s. El celo es una virtud cu an d o es verd aderam ente
con paganos y extranjeros leales al rey de A siría (2 Reyes 1 7.2 4-3 4 ). Los
celo por la ju stic ia .
israelitas pobres que quedaron se m e zc la ro n , c a sá n d o se con aquellos paganos.
Pero a veces el celo es m en o s que ju s to . El celo sin el c o n o cim ie n to puede

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D esde el p rin cip io , lo s paganos in tru so s no p ro sp eraro n porque no tem ían al com o una raza m estiza y su relig ión com o un m estizaje relig io so . Por eso es

Seño r. A s í es que el rey de A siria m andó de vuelta a uno de los sacerd o tes que que, durante el tiem po de Je s ú s , se tom ab an tanto trabajo para evitar p asar por

había llevado cau tivo para que enseñara a la gente a tem er al Seño r (2 Reyes Sam aría. T o d a la región era co n sid e rad a im p u ra.

1 7 .2 8 ). El resultado fue una relig ión que m ezclab a elem entos de verdad y
Pero en este caso , el ro stro de Je sú s estaba puesto hacia Jeru salén y, com o lo
p ag anism o . « T e m ía n a Jehová, y honraban a s u s d io se s, según la co stu m b re de
había hecho antes (Juan 4 .4 ), escogió la ruta m ás directa a través de Sam aría. A
las n acio n es de do nd e hab ían sid o tra sla d a d o s» (v. 3 3 ). En otras palabras,
lo largo del ca m in o , él y su s seg uidores necesitarían lugares dó nd e co m er y
seguían diciendo que adoraban a Jehová com o D io s (y aparentem ente aceptaban
p asar la n o ch e. C o m o el grupo que viajab a co n Je sú s era bastante grande, Él
el Pentateuco com o E sc ritu ra ), pero fun d aro n su propio sace rd o cio ,
envió m e n saje ro s adelante para que hicieran arreglo para el ho sp edaje.
co n stru ye ro n su propio tem plo e idearon un sistem a sa crificia l de su propia
Debido a que era obvio que Je sú s se dirigía a Jeru salén a celebrar la Pascu a, y
hechura. En re su m en , hiciero n una nueva religión basada en gran parte en
com o los sa m a rita n o s creían que todas esas fiesta s y ce re m o n ias debían
trad icio n es paganas. La relig ión de lo s sam aritano s es un ejem plo c lá sic o de lo
celeb rarse en el M onte G e riz im , no q u isiero n p ro veer hospedaje a los
que o cu rre cuando la autoridad de la E scritu ra es som etida a la trad ició n
m en sajero s de Je sú s. Los sam aritano s no so lo odiaban a lo s ju d ío s sin o que
hum an a.
tam b ién odiaban la adoración que tenía lugar en Jerusalén. De modo que los
El lugar original del tem plo de lo s sa m a rita n o s estaba en el M onte G e riz im , en
planes de Jesú s no le s interesaban en ab so lu to . Él representaba todo lo ju d ío
Sam aría. Aquel tem plo se co n stru yó durante el tiem po de A lejandro el G rand e,
que e llo s d esp re ciab an , de modo que rech azaro n de plano la so lic itu d . El
pero había sido destruido unos ciento v e in ticin co años antes del n acim iento de
problem a no era que no tenían un lugar donde h o sp e d a rlo s, sin o que
C risto . Sin em bargo, G e riz im seguía co n sid erán d o se santo por lo s sam aritan o s
sen cilla m en te no q u isiero n hacerlo . Eran deliberadam ente h o stile s. S i Jesús
q uien es estaban co n ve n cid o s que aquel m onte era el ú nico lugar donde D io s
intentaba p asar por su ciudad cam ino a Je ru sa lé n , e llo s tratarían de ponerle
podía ser adorado ap rop iadam ente. Por eso fue que la m u jer sam aritana de Juan
to d o s los o b stá cu lo s p o sib le s. O diaban a lo s ju d ío s y a su siste m a de ad oración
4.2 0 le dijo a Je sú s: « N u e stro s padres adoraron en este m onte, y vo so tro s d e cís
tanto com o los ju d ío s los odiaban a ellos y a su siste m a de ad oración. En lo
que en Jeru salén es el lugar d o nd e se debe ad o ra r» . O b viam ente, este fue uno
que ten ía que ve r co n lo s sa m a rita n o s, lo ju sto era pagar co n la m ism a m oneda.
de lo s p unto s im p o rtan tes bajo d isp u ta entre ju d ío s y sa m a rita n o s. (H a sta el día
Por su p u e sto , Je sú s nun ca les había m anifestado sin o buena vo lun tad . H ab ía
de hoy un pequeño grupo de d escendientes de sam aritano s sig uen adorando en
sanado a un sam aritano leproso y alabado a ese hom bre por su exp resió n de
el M onte G e riz im .)
ag radecim iento (Lu ca s 1 7 .1 6 ). H ab ía aceptado agua de una m u jer sam aritana y a
M uch os de los d escen d ien tes o rig inales de lo s isra e litas que m ás tarde
cam b io le había dado el agua de vid a (Juan 4 .7 -2 9 ). H ab ía perm anecido en el
regresaron a Sam aría de la cautividad eran tam bién el p roducto de los
pueblo de aquella m u jer por d o s d ías, evang elizand o a su s v e c in o s (Juan
m atrim o n io s m ixtos con p ag ano s, lo cual estaba perfectam ente bien según la
4 .3 9 -43 ). H ab ía hecho un héroe de un sam aritano en una de s u s m ás co n o cid as
cu ltu ra sa m a rita n a . Por sup u esto , lo s ju d ío s co nsid erab an a los sam aritan o s
paráb o las (L u c a s 1 0.3 0-3 7 ). M ás tarde, e nviaría a su s d isc íp u lo s a p redicar el

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evangelio en Sam aria (H e c h o s l . S ) . Siem p re había d em o strad o su total Cuand o o cu rrió el accidente de O c o s ía s , su s heridas aparentem ente fueron

am abilidad y buena voluntad h acia ello s. graves, y él q u iso saber lo que le deparaba el d estino . A s í que desp achó

m e n sa je ro s, d ic ié n d o le s: « Id y co n su ltad a Baalzebub dio s de E c ró n , si he de


Pero ah ora, lo estaban tratando co n deliberada h o stilidad.
sa n ar de esta m i enferm edad» (v. 2 ).
Jacobo y Ju a n , los h ijo s del tru e n o , se llenaro n inm ediatam ente de un
C o n su lta r a ad ivin o s estaba estrictam ente p ro hib ido por la ley de M oisés
ap asionado eno jo. Y no tardaro n en en co n trar el rem edio para la situ a ció n .
(D eu tero n o m io 18.10-12). B u sca r p ro fecías de agoreros aso ciad o s co n
D ijero n : « S e ñ o r, ¿quieres que m an d em o s que d esciend a fuego del c ie lo , co m o
Baalzebub era aun peor. Baalzebub era una deidad filiste a . Su nom bre sig n ifica
hizo E lia s, y los c o n su m a ?» (Lu ca s 9.5 4 ).
« se ñ o r de las m o scas » . La tierra de los filiste o s estaba llena de m o scas y los
La referencia a E lia s estaba llena de sig n ifica d o . El incidente al cual Jacobo y
filiste o s cre ían que el se ñ o r de las m o sc a s v iv ía en su tie rra , de m odo que
Juan se estaban refiriendo había tenido lugar en esta m ism a región. Ellos
hiciero n a este d io s vo la d o r una de su s p rincip ales d eidad es. Te n ían algunos
co n o cían el A ntiguo T e sta m e n to , de m odo que co n o cían su h istó rica referencia
o rácu lo s fa m o so s que aseguraban ten er cap acid ad de p redecir el futuro. Por lo
a Sam aria. A quí ve m o s el odio p rofundo que los ju d ío s sentían por Sam aria.
general o frecían p ro fecías liso n je ra s con p red iccio nes tan am b iguas que

Es un hecho h istó rico que el n o m b re Sam aría estaba aso ciad o co n la idolatría raram ente erraban, pero de todos m o d o s estos o rácu lo s tenían fam a a través de

y la ap o stasía m u cho antes de la conq u ista de lo s asirio s. O rig inalm ente, todo Isra e l. Eran la «R ed de am igos p síq u ic o s» de los tie m p o s de E lia s.

Sam aría era el nom bre de una de las ciu d ad es m ás im portantes del reino del
Pero Baalzebub era la deidad m ás h o rrib le que se haya inventado.
norte. D urante el reinado de A cab , en los d ías de E lia s, Sam aria se había
Su pu estam ente gobernaba a las m o sc a s, eso s horribles in se c to s que se
co nvertid o en el centro de ad oración a Baal (1 Reyes 1 6 .3 2 ). A quí tam b ién Acab
alim entan de p u d rició n e in m u n d ic ia s, y propagan enferm edades y larvas de
había co n stru id o su fam o so p alacio de m a rfil (1 Reyes 2 2 .3 9 ; c p . A m ó s 3.12-15).
g usano s. Era una im agen perfecta para esta c la se de d io s. ¿Q u ié n podría p ensar

El p alacio de A cab llegó a ser la resid en cia perm anente para los reyes que ja m á s en adorar a una deidad cuyo reino era todo lo m alo e in m u n d o ? Este dios

vin ie ro n desp ués en el reino del norte. De hecho , ese fue el p alacio do nd e el rey era tan repugnante para lo s ju d ío s, que alteraron levem ente su nom bre de

O c o sía s cayó por una ven tana enrejada, h irién d o se seriam ente (2 Reyes 1 .2 ). Baalzebub a « B e e lz e b ú » , que quiere d e cir « d io s del e stié rco l» . Este ser

detestable resum e todo lo im p uro e im p ío , cu alq uiera co sa que se oponga al


Para decorar el hueco de una ven tana se usab a un enrejado de tiras de
verd adero D io s . (P o r eso es que, en el tiem po de Jesú s, el nom bre Beelzebú se
m adera c ru z a d a s. Era una esp ecie de débil su stitu to de un parapeto que se
usab a co m o una referencia a S a ta n á s, Lucas 1 1 .1 5 ). Este era el d io s del cual
co lo cab a alrededor del perím etro del techo . Aparentem ente O c o sía s se afirm ó
O c o sía s esperaba co n o ce r su futuro.
descuidad am ente sobre ese enrejado y cu an d o ced ió, cayó de lo alto al piso

bajo del p alacio. El Seño r m andó a E lia s para que interceptara a los m e n saje ro s. La E scritu ra

dice que «el ángel de Jehová habló a Elias tisb ita , d icie n d o : Levántate, y sube a
O c o sía s era el hijo y su c e so r de Acab. Su m adre, Jezab el, aun v iv ía durante su
encontrarte con los m en sajero s del rey de Sa m a ria, y d ile s : ¿N o hay D io s en
reinado y seguía ejerciendo su m alévo la in flu e n cia a través del tro n o de su hijo.

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Israel, que vais a c o n su lta r a Baalzebub d io s de E cró n ?» (2 Reyes 1 .3 ). El ángel La resp uesta de Elias fue d irecta: « S i yo so y varó n de D io s, desciend a fuego

dio tam b ién un so lem ne m en saje a E lia s para el rey h e rid o : « P o r tanto, a s í ha del c ie lo , y co n sú m ate co n tu s c in cu e n ta . Y d e sce n d ió fuego del c ie lo , que lo

d ich o Jehová: Del lecho en que estás no te levantarás, sin o que ciertam ente c o n su m ió a él y a s u s cin cu e n ta » (v. 1 0 ). La exp resió n del hebreo sugiere que

m o rirá s» (v. 4 ). la co m p añ ía co m p leta fue co n su m id a , reducida a c e n iza s en un instante. Esto

aparentem ente ocurrió en la p rese n cia de te stig o s, que llevaron la n o ticia al rey.
Elias hizo co m o se le dijo y m andó la profecía a O c o sía s vía los m e n sajero s

del rey. Los m en sajero s aun no sab ían quién era E lia s. Cuando le entregaron el Pero O c o sía s era un hom bre porfiado y necio. «V o lvió el rey a enviar a él otro

m en saje al rey, sim p lem en te le entregaron la profecía que les había sido capitán de cin cu en ta con su s cin cu e n ta ; y le habló y d ijo : V aró n de D io s, el rey

encargada por «u n varó n » que hab ían encontrado (v. 6 ). ha d icho así: D esciend e pronto. Y le resp o nd ió Elias y dijo: Si yo soy varó n de

D io s, desciend a fuego del cie lo , y co n sú m ate con tu s cincu enta. Y d escen d ió


O c o sía s preguntó: « ¿C ó m o era aquel varó n que e n co n tra ste is, y os dijo tales
fuego del cielo , y lo c o n su m ió a él y a s u s c in cu e n ta » ( w . 11-12).
p alab ra s?» (v. 7 ).

Increíblem ente, para O c o sía s aún no era su ficie n te , a s í es que m andó otra
Ello s re sp o n d iero n : « U n varó n que tenía ve stid o de pelo, y ceñía s u s lom os
co m p añ ía de cin cu en ta h o m b re s. Pero el capitán de este tercer grupo era un
con un c in tu ró n de cu e ro » (v. 8 ).
hom bre sa b io . Llegó a E lia s h um ild em ente y le rogó por la vid a de su s
O c o sía s supo inm ediatam ente de quien se trataba: « E s Elias tisb ita» (v. 8 ).
h o m b res. Esta vez, el ángel del Seño r le dijo a E lia s que fuera co n los so ldad os

Por añ o s, E lia s había sido el ju sto castig o de A cab y Jezabel por lo que era y co n fro n tara a O c o sía s p erso nalm ente. A s í es que E lia s fue con e llo s y entregó

bien co n o cid o por O c o sía s. N aturalm ente, O c o sía s lo odiaba y probablem ente p erso nalm ente al rey el m en saje de m uerte.

d ecid ió darle m uerte. Por eso envió a « u n capitán de cin cu en ta co n sus


Y O c o sía s« m u rió co n fo rm e a la palabra de Jehová, que había hablado E lia s »
c in cu e n ta » ho m b res para co nfro ntarlo (v. 9 ). El hecho de que O c o sía s m andara
(vv. 13-17).
tanto s so ld ad o s prueba que su s intencion es no eran p acífica s. Probablem ente
T o do eso había tenido lugar en la m ism a región por la que Je sú s se pro p onía
su s órdenes eran que lo arrestaran y lo llevaran a su p re sen cia para ver su
p asar en su via je a Je ru sa lé n . Los d isc íp u lo s co n o cían muy bien la h isto ria del
ejecució n y rego cijarse co n ella.
trem endo triunfo de E lia s . Era uno de los e p iso d io s c lá sic o s del A ntiguo
« [E n to n ce s el capitán] su b ió a do nd e él estaba; y he aquí que él estaba
T e stam ento que recordarían con so lo via ja r por e so s lugares.
sentado en la cu m b re del m onte» (v. 9 ). A Elias no le p reocupaba en ab solu to
De m anera que cu an d o Jacobo y Juan sugirieron que descendiera fuego del
el tam año del regim iento que había ¡do por é l. Él no se estaba escond iend o ni
cielo com o una resp uesta apropiada a la falta de hosp italidad de los
huyendo de e llo s; se n cilla m e n te estaba plácidam ente sentado en la cu m b re del
sa m a rita n o s, p robablem ente p ensaron que tenían un buen precedente para
cerro , donde sin d ud a p o drían en co n trarlo .
hacerlo . D e sp u é s de to d o , E lia s no había sido conden ad o por su s accio n es. Al
El capitán le d ijo : «V aró n de D io s, el rey ha d icho que d esciend as » (v. 9 ).
co n tra rio , en ese tiem po y bajo tales c irc u n sta n c ia s , era la resp uesta apropiada

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del profeta. Por sup u e sto , vie n e el tiem po cuando Je sú s ju zg a rá al m u ndo . La E scritu ra

d ice : « C u a n d o se m a n ifieste el Seño r Je sú s desde el cielo con lo s ángeles de su


Pero, en el caso de Jacobo y Ju a n , no era la resp uesta ad ecuada. En prim er
poder, en llam a de fuego, para dar retrib ución a lo s que no co n o ciero n a D io s,
lugar, su s m o tivo s eran m alo s. Se p ercib e un tono de arrogancia en su p etició n:
ni obedecen al evangelio de nuestro Seño r Je su cristo ; lo s cu ales su frirá n pena
« S e ñ o r, ¿quieres que m andem os que d escie n d a fuego del cielo , com o hizo E lia s,
de eterna p e rd ició n , exclu id o s de la p resencia del Seño r y de la gloria de su
y los co n su m a ? » Por sup u esto , ello s no tenían el poder de hacer que cayera
p o d er» (2 T e sa lo n ic e n s e s 1 .7 -9 ). Pero este no era el tiem po o el lugar para que
fuego del c ie lo . C risto era el ú nico del grupo que tenía tal poder. Si esa hubiera
o currieran tales c o s a s .
sid o la resp uesta apropiada, Él lo h ub iera hecho por s í m ism o . Juan y Jacobo

estaban sug iriend o atrevidam ente que Je sú s les diera a ellos el poder de hacer Com o e scrib ió S a lo m ó n : « T o d o tiene su tiem p o , y todo lo que se quiere

descend er fuego del cie lo . C risto m ism o había sido d esafiad o m u ch a s ve ces por debajo del cielo tiene su h o ra ... tiem po de m atar, y tiem po de cu rar; tiem po de

su s ad ve rsario s para que p rodujera tales m ilag ro s có sm ic o s, y Él sie m p re se d e stru ir, y tiem po de e d ifica r... tiem po de esp arcir piedras, y tiem po de ju n tar

había rehusado (cf. M ateo 1 2 .3 9 ). Jacobo y Juan estaban en efecto pidiéndole p ie d ra s... tiem po de c a lla r, y tiem po de hab lar; tiem po de am ar, y tiem po de

que lo s cap acitara para hacer lo que sa b ían que Él no haría. aborrecer, tiem p o de guerra, y tiem po de p az» (E c le sia sté s 3 .1 -8 ).

M om entáneam ente, Jacobo y Juan hab ían o lvidado que hoy es « e l día de
A d e m á s, la m isió n de Je sú s era m uy diferente de la de E lia s. Él había venido a
sa lv a c ió n » (2 C o rin tio s 6 .2 ).
sa lva r, no a destruir. Por lo tanto, resp o nd ió a lo s herm ano s Boanerges con una

rotunda rep rensió n: « V o so tro s no sab éis de qué esp íritu s o is ; porque el H ijo del Q u iz á s, sin em bargo, hay un toque de nobleza en su indig nació n co n tra los

H o m b re no ha venido para perder las alm as de los h o m b re s, sin o para sa m a rita n o s. Su celo por defender el honor de Je sú s es s in d ud a una gran

sa lv a rla s » (L u c a s 9 .55-56). virtu d . Es m u cho m ejo r eno jarse con ju sta ira que sentarse p asivam ente y

so p o rtar los in su lto s contra C risto . Por eso, en alguna m edida, es ad m irab le su
D esp ués de todo ese tiem po con Je s ú s , ¿cóm o no podían reco n o cer el
indignació n al ver a Jesú s delib eradam ente d esp reciado , aun cu an d o su reacción
esp íritu de todo lo que les había enseñad o ? « E l H ijo del H om b re vin o a b u scar
estaba teñida con arrogancia y el rem edio que pro p onían al problem a estaba
y a sa lva r lo que se había perdido » (L u c a s 1 9 .1 0 ). Él estaba en una m isió n de
com p letam ente fuera de lugar.
rescate, no de ju ic io . A unque tenía todo el derecho de exigir adoración absoluta,

d ijo : « E l H ijo del H o m b re no vino para ser servid o , sin o para se rv ir, y para dar N ótese que en ningún m om ento Jesú s condenó lo que E lia s había hech o .N i

su vid a en rescate por m u ch o s» (M ateo 2 0 .2 8 ). «Po rque no envió D io s a su tam po co estaba abogando por una form a totalm ente p acifista de enfrentar todo s

H ijo al m undo para co nd en ar al m u ndo , sin o para que el m u nd o sea sa lvo por los c o n flic to s. Lo que Elias hizo lo hizo para la gloria de D io s y con la

él» (Juan 3 .1 7 ). Je sú s m ism o había d icho : « Y o , la lu z, he ven id o al m u nd o , para aprobación expresa de D io s. Aquel fuego del cie lo fue una m an ifestació n pública

que todo aquel que cree en m í no perm anezca en tin ie b la s. Al que oye m is de la ira de D ios (no de E lia s ) y fue un ju icio duro pero m erecido co n tra un

p alab ras, y no las guarda, yo no le ju zg o ; porque no he venido a ju zg a r al régim en defin itivam ente perverso que se había instalad o en el tro n o de Israel

m u ndo , sin o a sa lva r al m u n d o » (Juan 12.46-47). durante generacio nes. T a n extrem a m aldad p ro vo có m ed id as extrem as de ju ic io .

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Por sup u e sto , que esa d e stru cció n instantánea se n a apropiada cada ve z que Mateo 20.20-24 nos ofrece otra v islu m b re en cuanto al carácter de Jacob o . Aquí

alguien peca, si a s í fuera co m o D io s escogiera tratar con n o so tro s. Pero, d e scu b rim o s que Jacobo no so lo era ferviente, ap asio n ad o , c e lo so e in sen sib le ;

afortunadam ente, no es a s í. « S u s m ise rico rd ia s [están] sobre todas s u s o b ra s» tam b ién era a m b icio so y dem asiado co nfiad o . Y en este caso , él y su herm ano

(Salm o 1 45 .9). Él es « m ise ric o rd io so y p iad o so ; tard o para la ira, y grande en Juan se enfrascaro n en un furtivo intento de ganar una p o sició n destacada sobre

m ise rico rd ia y ve rd a d » (Éxo d o 3 4 .6 ). Él no quiere «la m uerte del im pío, sino los otros ap ó stoles:

que se vu e lva el im p ío de su cam in o , y que v iva » (Ezeq u iel 3 3 .1 1 ).


Entonces se le acercó la m adre de lo s h ijo s de Zebedeo con su s hijo s,

El ejem plo de Je sú s enseñó a Jacobo que la bondad am o rosa y la m ise rico rd ia po strándo se ante él y pidiéndole algo. Él le d ijo : ¿Q ué quieres? Ella le dijo:

son virtu d e s que hay que cu ltiv a r, tanto (y a v e ce s m ás) que la indignació n ju sta O rdena que en tu reino se sienten estos d o s h ijo s m ío s, el uno a tu derecha,

y el celo ap asio nad o . N ótese lo que o cu rrió . En lugar de pedir fuego del cielo, y el otro a tu izq uierd a. Entonces Je sú s resp o n d ie n d o , d ijo : No sab éis lo que

« se fu ero n a otra ald ea» (Lu ca s 9 .5 6 ). Sen cillam e n te b u scaro n y encontraron p ed ís. ¿P o d é is beber del vaso que yo he de beber, y ser b au tizad os con el

ho sp edaje en otra parte. Fue un poco inco nvenien te, q u iz á s, pero m u cho m ejor b autism o co n que yo so y bau tizado? Y e llo s le d ije ro n : Po d em o s. Él les dijo:

y m ás apropiado en aquellas c ircu n sta n c ia s que el rem edio p ro p uesto por A la verd ad, de m i v a so beberéis, y con el b au tism o con que yo soy

Jacobo y Juan para la falta de ho sp italid ad de lo s sam aritan o s. bautizado, seréis b au tiza d o s; pero el sen taro s a m i d erecha y a m i izq uierd a,

no es mío d arlo , sin o a aquellos para q uien es está preparado por m i Padre.
U no s po co s añ o s d e sp u é s de esto , cuando la iglesia p rim itiva em pezó a
Cuand o lo s d iez oyeron esto, se eno jaro n contra los dos herm ano s.
crecer y el m e n saje del evangelio se extendió m ás allá de Judea, Felip e el

d iáco no «d esce n d ien d o a la cuidad de Sam aria, les predicaba a C risto » (H e ch o s M arcos tam b ién registra este incid ente, pero él no m en cio na que Jacobo y

8 .5 ). Y o currió algo m a ra villo so . « Y la gente, un ánim e, escuchab a atentam ente Juan b u scaro n la in tercesió n de su m adre. A unque M ateo dice que es ella quien

las co sa s que decía Felip e, oyendo y vien d o las señales que hacía. Porque de hace la petición a Je s ú s , una co m p a ra ció n con el relato de M arcos parece

m u ch o s que tenían e sp íritu s in m u n d o s, salían é sto s dando grandes vo c e s; in d ica r que fueron su s hijos los que le pidieron que lo hiciera.

y m u ch o s p aralítico s y co jo s eran sa n a d o s; a s í que había gran gozo en aquella


Porque com parando M ateo 27.56 con M arcos 16.1 , d e scu b rim o s que la m adre
c iu d a d » (vv. 6-8).
de Jacobo y Juan se llam aba Salo m é. Ella era una de « la s m u ch a s m u je re s... las

Ind ud ab lem ente, m u ch o s de los que fueron sa lvo s bajo la p red icació n de cu ales hab ían seguido a Jesú s desde G alile a, sirv ié n d o le » (M ateo 2 7 .5 5 ), lo que

Felipe eran algunas de la s m ism a s p erso nas a quienes Je sú s perdonó cuand o sugiere que ellas proveían apoyo fin an ciero y probablem ente ayudaban a

Jacobo q u iso in cin e ra rlo s. Y podem os estar seguro s de que el propio Jacobo se preparar la com id a (cf. Lucas 8 .1 -3 ). Debido a la afluencia eco n ó m ica de la

habrá regocijado grandem ente en la sa lva ció n de todos aquellos que una vez fa m ilia, Salom é q uizás pudo estar acom pañando a su s h ijo s por un período m ás

habían d esh o n rad o tan flagrantem ente a Jesús. largo, viaja n d o con el grupo que seguía a Je sú s a to d a s partes y ayudando co n

las necesid ad es de tipo lo g ístico , p ráctico y fin anciero .


T R O N O S EN EL R EIN O

Ind ud ab lem ente, la idea de la so rp rendente p etició n de Salo m é se incubó en

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las m entes de Jacobo y Juan debido a la prom esa que Je sú s hace en Mateo eran necesariam ente parte de la neg o ciación . « E l sen taro s a m i derecha y a mi

19.28: « D e cierto os digo que en la regeneració n, cuan d o el H ijo del H o m b re se izq uierd a, no es m ío darlo, sin o a aquellos para quienes está preparado por mi

siente en el trono de su gloria, vo so tro s que me hab éis seguido tam b ién os Pad re» (M ateo 2 0 .2 3 ).

sentaréis sobre doce tro n o s, para ju zg a r a las d o ce trib u s de Isra e l» .


Finalm en te, su am b ició n su scitó p ro b lem as entre lo s ap ó stoles, porque los
Inm ediatam ente d e sp u é s, Jesú s sig u ió esa prom esa reco rd ánd o les que « m u ch o s
otros d iez escu ch aro n sobre esto y se m o lestaro n. Y em pezaron a d iscu tir
p rim eros serán p o stre ro s, y p o stre ro s, p rim e ro s» (v. 3 0 ). Pero fue la p ro m esa de
q uien es m erecían los tro n o s de m ayor p rivilegio . El asunto de quienes m erecían
los tro n o s que captó la atención de Jacobo y Juan . De m odo que decidieron
los m ejores tro n o s se co n virtió en un debate tan grande entre e llo s, que lo
pedirle a su m adre que so lic ita ra para ellos los tro n o s m ás p ro m inen tes.
llevaro n a la m esa en que co m iero n la últim a cena (Lu ca s 22.24).

Ello s ya pertenecían al círcu lo íntim o de tres. H ab ían sid o d isc íp u lo s por tanto
Jacobo quería una co ro n a de gloria; Je sú s le d io una copa de su frim ie n to .
tiem po co m o cu alesq u ier o tro s. Probablem ente p ensaron que había su ficie n tes
Q u ería poder y Je sú s le dio la fun ció n de servir. Q u ería un lugar de p ro m inen cia
razo nes para que m erecieran este ho no r, de modo que ¿p o r qué no pedirlo?
y Je sú s le dio una tu m b a de m ártir. Q uería gobernar y Je sú s le dio una espada,

Por su parte, Salo m é era evidentem ente una participante d isp u e sta . Sin duda, no para em p uñ arla sin o para que fuera el instrum ento de su propia ejecució n.

ella había alentado la am b ició n de su s h ijo s, lo que puede ayudar a exp licar de Catorce añ o s desp ués de esto , Jacobo se ría el p rim ero de los D o ce que sería

dónde venían algunas de las actitu d es de ello s. m uerto por Su fe.

La sutil resp uesta de Je sú s les record ó que su frir es el preludio de la gloria: U NA CO PA D E S U F R IM IE N T O

« ¿P o d é is beber del v a so que yo he de beber, y ser b au tizad os co n el b au tism o


El fin a l de la h isto ria de Jacobo desde una persp ectiva terrenal se registra en
con que yo soy b au tiza d o ?» A unque Él les había exp licad o n u m ero sas veces que
H e ch o s 12.1-3: « E n aquel m ism o tiem p o el rey H ero d es echó m ano a algunos
hab ría de se r c ru cifica d o , e llo s evidentem ente no entendieron a qué tip o de
de la ig le sia para m altratarles. Y m ató a espada a Jacob o , herm ano de Juan . Y
b au tism o se refería. N i tam po co tenían un concepto real de lo que se estaba
viendo que esto había agradado a lo s ju d ío s, procedió a prender tam bién a
agitando en la copa que les estaba pidiendo que bebieran.
Pedro ».
Por eso , en su necia y am b icio sa co n fian za en s í m is m o s , le aseguraron:
Recuerde que este es el ú nico lugar en la E sc ritu ra donde Jacobo aparece
« P o d e m o s» . E llo s estaban reclam and o honra y p o sic ió n , a s í que todavía estaban
m en cio nad o so lo , in c lu so aparte de su herm ano. No hay m ayores detalles sobre
a n sio so s de o ír que Jesú s le s prom etía aquellos tro n o s de p rivilegio .
el m artirio de Jacobo. La E sc ritu ra dice que H ero d es fue el que lo mató y que el
Pero Él nos les hizo esa p ro m esa. En ca m b io , Él les aseguró que habrían de
instrum ento de e je cu ció n fue una espad a (lo que hace sup o ner que fue
beber su copa y ser b au tizad os con el m ism o b autism o que estaba a punto de
d e cap itad o ). Este H ero d es no es H ero d es A n tip a s, el que mató a Juan el
experim entar. (E n ese m om ento no habrían apreciado para qué se estaban Bautista y enjuició a Je sú s; este era su so b rin o y su c e so r, H ero d es Agripa I. No
ofreciendo co m o v o lu n ta rio s.) Pero los tro n o s p rin cip a le s, les dijo Je s ú s , no
sab em o s por qué este H ero d es fue tan ho stil hacia la ig lesia. Por sup uesto ,

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to d o s sab ían que su tío había participado en la c o n sp iració n para m atar a S e ñ o r, m ás que para su propio eng rand ecim iento . Y ahora su poder era tan

C risto , de m odo que la p red icació n de la cru z tien e que haber sid o m otivo de grande que cu an d o H ero d es decidió que era tiem po de detener el avance de la

verg üenza para la dinastía herodiana (cf. H e ch o s 4 .2 7 ). A d em ás, es claro que ig le sia, Jacobo fue el p rim er hom bre que tu vo que m o rir. A s í fue que bebió la

H ero d es quería ap ro vecharse de la s te n sio n e s entre la iglesia y lo s líderes copa que Je sú s le había dicho que bebería. Su vid a fue corta, pero su in flu en cia

relig io so s ju d ío s para sacar ven taja p olítica. C o m en zó co n una cam p aña de co n tin ú a hasta hoy día.

ho stigam iento contra los c ristia n o s hasta llegar al asesinato . Cuando v io cuánto
La h isto ria registra que el testim o n io de Jacobo d io frutos hasta el m om ento
c o m p la cía esto a lo s dirigentes ju d ío s, p u so s u s o jo s en Pedro.
m ism o de su e je cu ció n . E u se b io , el h isto riad o r de la iglesia p rim itiva , registra

Pedro escapó m ilagro sam ente y p o co desp ués H ero d es m ism o m urió bajo el un relato sobre la m uerte de Jacobo que vie n e de Clem ente de A lejan dría:

ju icio de D io s. La E scritu ra dice que d esp ués que Pedro hub o escapado, «[C lem ente] dice que el que llevó a Jacobo al trib u n a l, cu an d o lo vio

H ero d es hizo m atar a los guardias de la p risió n y fue a C esáre a (H e c h o s 1 2.1 9). co m p artiend o su te stim o n io , se c o n m o v ió y co n fesó que él tam bién era

Estand o allí, aceptó la clase de adoración que le corresp o nd e so lo a D io s. « Y el c ristia n o . Por lo tanto , am bos eran cristia n o s y fueron llevad o s ju n to s; y en el

pueblo aclam aba gritando: ¡Voz de D io s, y no de hom bre! Al m om ento un ángel c am in o le pidió a Jacobo que lo perdonara. Y [Jacobo], desp ués de p en sa r un

del Seño r le h irió , por cuanto no dio la gloria a D io s ; y expiró co m id o de m o m ento , le d ijo : ‘ La paz sea co n tig o ’, y le dio un b eso . Y am bos fueron

g u sa n o s» ( w . 22-23). De esta m anera, la am enaza contra la iglesia, au sp iciad a decapitados al m ism o tie m p o » .- A sí, al fin a l de su vida, Jacobo d em o stró haber

por H ero d es con su cam p aña de ho stigam iento y m uerte, llegó a su fin. aprendido a se r m ás com o A n d ré s, trayendo p erso nas a C risto en lugar de

querer ejecutar ju ic io .
Pero es notable que Jacobo fuera el prim ero de lo s ap ó stoles en se r

a se sin a d o . (Jacobo es el ú nico apóstol cuya m uerte ha quedado registrad a en la Jacobo es el prototipo del ap asio n ad o , el celo so líd er que está en el frente,

E sc ritu ra .) C laram ente, Jacobo era todavía un h o m b re de p asió n . Su p asió n , que es d in ám ico , fuerte y am b icio so . Finalm en te, su s p asio n es fueron tem pladas

ahora bajo el contro l del E sp íritu Santo, había sido tan determ inante en la por la se n sib ilid a d y la gracia. En alguna parte a lo largo de su vid a había

p ropagación de la verdad que provocó la ira de H e ro d e s. O b viam en te, Jacobo aprendido a co n tro lar su enojo, a refrenar su lengua, a reorientar su c e lo , a

estuvo donde siem p re esperó estar, y donde C risto lo había entrenado para que e lim in a r su sed de venganza y a o lvidarse com p letam ente de su am b ición

estuviera: en la línea de vang uard ia m ien tras el evangelio avanzab a y la iglesia egoísta. Y el Seño r lo u só para hacer un m agnífico trabajo en la iglesia p rim itiva.

crecía.
Ta les leccio n es son a ve ces d ifíc ile s de aprender para un hom bre con las

Ese hijo del trueno había sid o ad iestrado por C risto , capacitado por el E sp íritu p asio n es de Jacobo. Pero si yo tuviera que elegir, por un lado, entre un hom bre

Santo, y m o ld ead o por to d o s aquellos m ed io s para que llegara a ser un hom bre de e n tusiasm o ardiente, llam eante, ap asio nad o con un potencial para fallar, y

cuyo celo y am b ició n fueron in stru m en to s útiles en la s m ano s de D io s para la por el otro lado a un frío co n te m p o rizad o r, me quedaría con el h o m b re co n

exp an sió n del reino . T o d avía era valiente, c e lo so y co m p ro m etid o con la verdad, p asió n . Tal celo sie m p re tiene que co ntro larse y tem p larse con am or. Pero si

y aparentem ente había aprendido a u sa r aquellas cualid ad es para el se rvicio del está rendid o al contro l del E sp íritu Santo, y m ezclado con paciencia y una

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d isp o sic ió n a so p o rtar el su frim ie n to , tal celo es un instrum ento m a ra villo so en

las m ano s de D io s. La vida de Jacobo ofrece clara prueba de eso.

IUAN. EL APÓSTOL DEL AMOR

Y uno de sus discípulos, al cual Jesú s am aba, estaba recostado a l lado de Jesús.

— JU A N 13.23

E L A P Ó S T O L JU A N N O S E S F A M IL IA R debido a que e scrib ió una buena parte

del N uevo T e stam e n to . Fue el auto r hum ano de un Evang elio y tre s ep ístolas

que llevan su n o m b re, a s í co m o el libro del A p o c a lip sis. Aparte de Lucas y del

apóstol Pablo, Juan escrib ió m á s del N uevo T estam ento que cu alq u ier otro autor

h u m an o . La E sc ritu ra está, por lo tan to , llena de detalles sobre su perso nalid ad

y carácter. De hecho, m u cho de lo que sa b em o s acerca de Juan lo extraem o s de

su s p ro p io s e sc rito s. V em o s, a través de su Evangelio cóm o ve a Je sú s.

O b se rv a m o s en su s ep ísto las cóm o se relaciona co n la ig lesia. Y en el libro de

A p o calip sis in c lu so ve m o s el futuro a través de las v isio n e s que le dio D io s.

Tanto la E scritu ra com o la h isto ria dicen que Juan d esem p eñ ó un papel

im portante en la ig lesia p rim itiva . Por su p u e sto , era uno de lo s integrantes del

círcu lo íntim o del S e ñ o r, pero él no fue la p erso nalid ad d o m in ante de ese

grupo. Era el herm ano m en o r de Jacobo y aunque en lo s p rim eros doce

cap ítu lo s de H e ch o s aparece com o un com p añero frecuente de Pedro, éste

m antiene la p rim acía m ien tras que Juan o cup a un segundo p lano.

Pero Juan tam b ién tuvo su tu rn o de lid erazg o . Finalm en te, debido a que

so b re vivió a los o tro s, c u m p lió un papel ú nico y patriarcal en la iglesia p rim itiva,

papel que duró hasta cerca del fin del siglo prim ero y alcanzó m uy adentro de

A sia M enor. Su in flu e n cia perso nal fue, por lo tanto , estam pada en form a

indeleble en la iglesia p rim itiva, bien dentro de la era post a p o stó lica .

C asi cada co sa que o b se rva m o s sobre la p erso nalidad y carácter de Jacobo la

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o b serva m o s tam bién en Ju a n , el integrante jo ven del dúo «h erm an o s los d isc íp u lo s (M arco s 9 .3 8 ). V am os a exam inar este ep iso d io m ás adelante.

B o an erg es». Los d o s tenían tem p eram entos sim ila re s y com o lo señalam o s en
A sí, es claro en lo s Evangelios que Juan era cap az de co m p o rtarse co m o el
el cap itulo anterior, son in sep a rab les en el relato de los Evan g elio s. Juan estaba
m ás sectario , into lerante, poco afab le, im prudente e im p etuo so de lo s ho m b res.
con Jacobo, listo para pedir fuego del cie lo contra los sa m a rita n o s. T a m b ié n
Era v o lá til, to sc o , agresivo, ap asio nad o , c e lo so y p erso nalm ente a m b ic io so ,
estuvo en m edio del debate sobre cuál de lo s d isc íp u lo s era el m ás im portante.
com o su herm ano Jacob o . A m b o s habían sido cortados por la m ism a tijera.
Su celo y am b ició n reflejaban el celo y am b ició n de su herm ano m ayor.
Pero Juan envejeció b ien. Bajo el contro l del E sp íritu Santo, to d o s su s
Por lo tanto, es aún m ás notable que a Juan a m enudo se le llam ara «el
im p ed im en to s se cam b iaro n en ven tajas. Co m p are al joven d isc íp u lo co n el
apóstol del am o r» . Sin dud a, él e scrib ió m ás que cu alq u ier otro en el N uevo
anciano patriarca y verá que al m ad urar, su s esferas de grandes d eb ilid ad es se
T e stam ento sobre la im p ortancia del am o r, p o niendo esp ecial é n fa sis en el am o r
tran sfo rm aro n en su s puntos m ás fuertes. Él es un ejem p lo fo rm id ab le de lo
c ristia n o para C risto , el am or de C risto por su ig lesia, y el am or m utuo que se
que no s puede o cu rrir a no so tro s cuand o crece m o s en C risto , dejando que la
sup o ne que debe ser la m arca d istin tiva de los creyentes verd ad ero s. El tem a del
fuerza del Seño r se p erfeccione en nuestra d eb ilid ad.
am or fluye a través de su s escrito s.
C uando hoy d ía p ensam o s en el apóstol Ju a n , por lo general nos hacem os la
Pero el am or fue una cualidad que Juan aprendió de C risto , no algo que
im agen de un apóstol anciano y de co razó n tierno. C o m o el anciano e
brotara espontáneam ente de él. En su s años de ju v e n tu d , él fue tanto un hijo
im portante dirigente de la iglesia cerca del fin a l del siglo prim ero, fue am ado y
del tru e n o com o Jaco b o . Si usted cree que Juan es la p erso n a que con
respetado universalm ente por su d evo ció n a C risto y su gran am or por los
fre cu e n cia se d e scrib e en el arte m edieval com o un tip o d ó c il, apacible,
santo s en todo lugar. E sa es, p re cisam e n te, la razón para haberse ganado el
p alid u ch o que d e scan sa su cab e za sobre el hom bro de Je sú s, al que m ira co n
epíteto de «ap ó sto l del am o r».
ojos de p alom a d istraíd a, o lvíd ese de esa caricatu ra. Porque Juan era duro y
Com o ve re m o s, sin em bargo, el am o r no anuló la p asión de Juan por la
to sc o , com o el resto de lo s d isc íp u lo sp e sc a d o re s. Y , lo repito, era tan
verd ad. M ás b ien, le dio el eq uilib rio que necesitab a. M antuvo hasta el fin de
intolerante, a m b ic io so , celo so y exp lo sivo com o su herm ano m ayor. De hecho,
toda su vid a un p rofundo y perm anente am or por la verd ad de D ios y fue
la única v e z que los e scrito res de lo s Evangelios sin ó p tico s lo registran
perseverante en p ro clam arlo h asta el fin a l.
hablando para s í m ism o , se le ve agresivo, excesivam ente confiado y con una

in to lerancia im p ertin en te. El celo de Juan por la verdad le dio form a a su m anera de e sc rib ir. De todo s

los escrito res del Nuevo Te stam e n to , él es el m á s defin ido en su pensam iento.
Si usted estud ia los E van g elio s de Mateo, M arcos y Lucas se dará cuenta de
Piensa y escrib e en a b so lu to s. T ra ta con h e ch o s patentes. Para él todo está
que ca si siem p re se m en cio na a Juan en relación co n alguien m á s : con Je sú s,
d eterm in ad o . En su e n se ñ an za no hay m u ch a s áreas g rises porque él tiende a
con Pedro o con Jaco b o . Solo una vez Juan aparece so lo y h ab la. Y fue cuand o
poner las c o sa s en un lenguaje ab so lu to , antitético.
co n fesó al Seño r que él había reprendid o a un hom bre por echar fuera

d em o nio s en el nom bre de Jesú s porque el h o m b re no era parte del grupo de Por ejem p lo , en su Evang elio , pone luz contra la o scu rid ad , la vid a co n tra la

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m uerte, el reino de D ios co n tra el reino del m al, lo s h ijo s de D ios co n tra los que está d icien d o .

h ijo s de Satanás, el ju ic io de los ju s to s contra el ju icio de los m a lo s, la


Pablo es el apóstol de las excep cio n es. Se tom a tiem po para exp licar la lucha
re su rre cció n de vid a contra la re su rre cció n de co n d e n ació n , recib ir a C risto
que to d o s lo s creyentes experim entan en s u s vid as co n el pecado (R o m a n o s 7 ).
contra rech azar a C risto , el fruto contra la esterilidad, la obed iencia contra
M ientras Pablo tam bién afirm a que los que han nacido de D io s no con tin ú an en
d eso b ed iencia y el am o r co n tra el o d io. Le gusta exp oner la verdad en ab soluto s
un pecado habitual com o un estilo de vid a (R o m a n o s 6 .6 -7 ), no obstante
y o p u e sto s. Entiende la necesid ad de traza r una línea clara.
reconoce que debem os seg uir lib rando una guerra con lo que queda de pecado

El m ism o enfoque se ve en su s e p ísto la s. N o s dice que an d am o s en la luz o en nuestro s m iem b ro s, re sistir las te n d e n cias de nuestra carne, d e sp o ja rn o s del

habitam os en o scu rid a d . Si so m o s nacid os de D io s, no p e ca m o s. En realidad, viejo h o m b re y v iv ir en el nuevo, y a s í su ce sivam en te. Al leer a Ju a n , uno puede

no podem os pecar (1 Juan 3 .9 ). O so m o s «de D io s» o so m o s «del m u n d o » (1 pensar que la ju s tic ia vie n e tan fácil y naturalm ente al c ristia n o que cada fra ca so

Juan 4 .4 -5 ). Si am am o s, hem os nacid o de D io s ; si no am am o s, no hem os podría se r suficie n te co m o para d e stru ir com p letam ente nuestra seg urid ad. Por

nacido de D io s (vv. 7-8). Juan escrib e: « T o d o aquel que p erm anece en él, no eso es que cuando leo m u cho a Juan , a veces tengo que vo lver a la s ep ístolas

p eca; todo aquel que peca, no le ha v is to , ni le ha co n o cid o » (1 Juan 3 .6 ). Dice de Pablo para encontrar un p o co de resp iro .

todas estas c o sa s sin m o d ifica rlas y s in su a v iz a r las líneas d u ra s.


Por sup u e sto , tanto las ep ísto las de Pablo com o las de Juan so n la s E scritu ra s

En su segunda ep ísto la, plantea una sep aració n co m p leta, total de todo lo que in sp irad a s y am bos én fa sis son n e ce sa rio s. Las excep cio nes de las que trata

es fa lso : « C u a lq u ie ra que se extravía, y no p ersevera en la d o ctrin a de C risto , no Pablo no an ulan las verd ades presentadas tan defin itivam ente por Juan . Y las

tiene a D io s; el que persevera en la d o ctrin a de C risto , ése s í tiene al Padre y al afirm acio n e s im p lacab lem ente inequ ívo cas de Juan no d e svirtú an las cu id ad o sas

H ijo . Si alguno vien e a vo so tro s, y no trae esta d o ctrin a , no lo re cib áis en casa, c o n d icio n e s dadas por Pablo. A m b o s son asp ectos necesario s de la verdad

ni le d ig á is: ¡B ie n ve n id o ! Porque el que le d ice: ¡B ienven ido! p articipa en su s revelada de D io s.

m alas o b ra s» ( w . 9 -1 1 ). Su tercera ep ístola la term in a co n estas palabras del


Pero la fo rm a en que Juan escrib ía es una reflexión de su p erso n alid ad . Su
ve rsícu lo 11: « E l que hace lo bueno es de D io s; pero el que hace lo m alo , no ha
p asión era la verd ad , y se esfo rzab a para no hacerla parecer am b igua. H ab lab a
visto a D io s» .
en blanco y negro, en a b so lu to s, en té rm in o s in e q u ívo co s y no gastaba tinta en

Juan e scrib e en b lanco y negro. co lo re ar la s áreas g rises. Fijaba la s reglas sin m en cio n a r to d a s las excep cio nes.

Je sú s m ism o a m enudo habló tam b ién en a b so lu to s, lo que hace pensar que


Por su p u e sto , al e sc rib ir tales c o s a s , él sabe y entiende m uy bien que los
Juan aprendió del Seño r su estilo de enseñanza. A unque Juan siem p re escrib ió
creyentes pecan (cf. 1 Juan 2 .1 ; 1.8, 1 0 ), pero no elabora ni d esarro lla el punto.
en un tono cálid o , perso nal y p asto ral, lo que escrib ió no siem p re tran q u ilizó a
Su p reo cup ació n p rin cip al es con el patrón de una vid a perso nal en su totalidad.
su s le cto re s. Sin em bargo, sie m p re refleja su s p ro fund as c o n v iccio n e s y su
Él quiere sub rayar el hecho de que la ju s tic ia , no el pecado, es el p rin cip io
d evo ció n ab so lu ta a la verd ad.
d o m in ante en la vid a de un verd ad ero creyente. Los que leen a Juan en fo rm a

d escu id ad a o su p erficial pueden llegar a pensar que no hay excep cio nes en lo Probablem ente sea ju sto decir que una de las ten d e ncias p e lig ro sas para un

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hom bre co n la personalidad de Juan es que puede tener la in c lin a ció n natural a Por eso es m uy peligroso e m p u jar cu alq u ie r punto de la verd ad y cualq uier

llevar las co sa s a un extrem o. E, in du dab lem ente, parece que en su s d ías de cualid ad del carácter a un extrem o e xcesivo .

ju ve n tu d , era un poco extrem ista. Parecía carecer de un sentido de e q uilib rio


Eso es lo que vem o s en la vid a de Ju a n , el d isc íp u lo m ás jo v e n . En varias
esp iritu al. Su celo , su se c ta rism o , su in to lerancia y su am b ició n egoísta eran
o casio n es se cond u jo co m o un e xtrem ista, un fanático intolerante y un hom bre
to d o s pecados d e fa lta de equilibrio. T o d a s eran virtu d es potenciales que habían
violento e im prudente que en form a egoísta se co m p ro m etió con su propia
sid o llevad as a extrem o s. Por eso fue que a veces lo s puntos m ás fu e rtes de su
estrecha percepción de la ve rd ad . En su s p rim eros años fue el m ás im probable
carácter iró nicam ente le causaron su s m ás p ro m inen tes fra ca so s. Pedro y Jacobo
candidato para que se le recordara com o el apóstol del am or.
tenían una tend encia sim ila r de to rn ar su s grandes cap acid ad es en d eb ilid ades.
Pero tres años co n Je sú s em p ezaron a tran sfo rm ar a un fanático centrado en
Frecuentem ente, su s mejores cara cte rística s se tran sfo rm aro n en e sc o llo s para
s í m ism o en un hom bre m aduro y equilibrado. T re s años con Je sú s cam b iaro n a
ello s.
este hijo del trueno hasta que llegó a ser un apóstol de am or. En aquellos
De cu an d o en cu an d o to d o s caem o s v íc tim a s de este p rin cip io . E s uno de los
puntos do nd e m ás carecía de eq uilib rio , Je s ú s le d io equilibrio y, en el p ro ceso ,
efectos de la d ep ravació n h u m an a. Aun n u estra s m ejores c a ra cte rística s,
Juan se tran sfo rm ó de un fanático im p etu o so en un piadoso y tierno anciano
c o rro m p id as por el pecado, llegan a ser o casió n de tro p iezo . Es herm oso tener
dirigente de la iglesia p rim itiva.
un alto respeto por la verd ad , pero el celo por la verdad debe estar eq uilib rado
A P R E N D IÓ EL E Q U IL IB R IO EN T R E EL A M O R Y LA V E R D A D
por un am or por la gente, o puede derivar en una tend encia a ju z g a r, a ser

duro s y a no tener c o m p a sió n . Es bueno ser trabajador y am b icio so , pero si la


Juan parece hab erse entregado a la verd ad m uy tem p ran o en su vida. D esde el
am b ició n no está equilibrada con hu m ild ad , llega a ser o rgullo p ecam in o so ,
co m ien zo lo ve m o s com o un hom bre espiritual mente co n scien te que buscaba
p ro m o verse a s í m ism o a expensas de los d e m á s. La co n fian za es tam b ién una
co n o cer y seg uir la verd ad. Cuando no s en co n tram o s con él por vez prim era
h e rm o sa v irtu d , pero cuando la co n fian za llega a se r confianza en s í m ism o
(Juan 1 .3 5 -37 ), él y A ndrés eran d is c íp u lo s de Juan el B autista. Pero al igual que
p eca m in o sa , no s tra n sfo rm a m o s en p erso nas p resu m id as y d escuidadas
A n d ré s, Juan s in va cila c ió n em pezó a seg uir a Jesú s tan pronto com o Juan el
esp iritualm ente.
Bautista lo señaló co m o el verd adero M e sías. No fue que le hayan fallado o sido

Claram ente, no hay nada inherentem ente m alo en ser celo so por la verd ad, en d esleales a Juan el B au tista, puesto que él m ism o había d ich o : « E s necesario

desear el éxito o en tener un sentim iento de co n fian za. T o d a s so n virtudes que él crezca, pero que yo m en güe» (Juan 3 .3 0 ). Juan el d isc íp u lo estaba

le g ítim as. Pero in c lu so una virtud fuera de equilibrio puede llegar a ser un interesado en la verd ad ; él no había seguido a Juan el Bautista b uscan do

im p ed im ento para la salud e sp iritu a l, de la m ism a fo rm a que la verdad fuera de establecer un culto a la p erso nalid ad . Por lo tan to , lo dejó para seg uir a Je sú s

eq uilib rio puede co n d u cir a un serio error. U na persona fuera de equilibrio es tan pronto co m o Juan lo identificó claram ente com o el Cordero de D io s.

inestable. La falta de eq uilib rio en el carácter de una persona es una form a de


El am o r de Juan por la verdad es evidente en to d o s s u s e scrito s. En su
in tem p eran cia, es falta de au to co ntro l, y eso es un pecado en y de s í m ism o .
Evang elio usa ve in ticin co ve ce s la p alab ra griega para verdad, y veinte v e c e s m ás

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en su s ep ísto las. E s c rib ió : « N o tengo m ayor gozo que este, el o ír que m is hijo s el reino de D io s ve n id o con p o d e r» . Por su p u e sto , aquello tiene que haber

andan en la verd ad » (3 Juan 4 ). Su m ás elocuente epíteto para alguien que dijera so nad o a los d isc íp u lo s com o una prom esa de que el reino m ilen ial ven dna

ser creyente m ientras andaba en o scu rid ad fue d e sc rib irlo co m o « m e n tiro so , y la m ien tras ellos estuvieran v iv o s . Y aun hoy, m ás de mil n o vecien to s años

verdad no está en é l» (1 Juan 2 .4 ; cf. 1.6, 8 ). N adie en toda la Escritu ra, excepto desp ués de la m uerte del ú ltim o d isc íp u lo , se g u im o s esperando por el

el Seño r m ism o , pudo e n salzar m ás el concepto puro de verdad. estab lecim ien to del reino m ilen ial sobre la tierra. ¿C uál fue, en to n ces, la

p ro m esa de Je sú s?
Pero a v e c e s, en su s años jó ve n e s, el celo de Juan por la verdad carecía de

am or y co m p a sió n por la gente. N ecesitab a aprender el eq uilib rio . El incidente Lo que ocurrió inm ediatam ente desp ués responde claram ente a esta pregunta.

en M arco s 9 donde Juan pro híb e a un hom bre ech ar fuera d e m o n io s en el Je sú s les estaba prom etiendo un anticipo de atraccio nes que habrían de o currir.

nom bre de Je sú s es una buena ilu stra ció n de esto. T re s de ello s ten d rían el privilegio de ver un brillante anticipo de la gloria d ivina.

V islu m b ra ría n la gloria y el poder del reino que ven d n a. E so o cu rrió m enos de
De nuevo, este es el ú nico lugar en lo s E van g elio s sin ó p tico s donde Juan
una sem an a d e sp u é s que Jesú s les prom etiera que algunos de e llo s verían el
actúa y habla solo, lo que revela una im portante faceta de su carácter. V em o s
reino , p resente co n poder: « S e is d ías d e sp u é s, Je sú s tom ó a Pedro, a Jacobo y a
aq uí un raro aspecto de Juan sin Jacobo y sin Pedro, hablando por s í so lo . Este
Juan , y los llevó aparte so lo s a un m onte alto; y se tran sfig u ró delante de e llo s»
es el auténtico Juan. Este m ism o incidente se registra en Lucas 9, ju s to antes de
(v. 2 ).
que Lu c a s relate el ep iso d io en la aldea de los sa m a rita n o s, cu an d o Jacobo y

Juan querían hacer descend er fuego del cie lo . Es sorprendente la sim ilitu d de las Je sú s tom ó a los tres en quienes m ás co n fiab a, a su s d isc íp u lo s y am igos

d o s o ca sio n e s. En am bos c a so s, Juan exhibe una in to lerancia d etestab le, un m ás ín tim o s y lo s llevó a un m o n te, donde d e sco rrió el velo de su c o n d ició n

elitism o y una falta de am o r genuino por la s p e rso n a s. En el incidente con los hum an a para que la gloria sheklnah, la e sencia m ism a de la naturaleza del D io s

sa m a rita n o s, Jacobo y Juan m o straro n falta de am o r por los ¡n co n ve rso s. A quí, eterno, b rillara con fulg ores im p re sio n a n te s. « S u s ve stid o s se vo lviero n

Juan es culp ab le de una c la se sim ila r de e sp íritu de falta de am or h acia un resp lan d e cien tes, m uy b la n co s, com o la nieve, tanto que nin g ú n lavador en la

herm ano de la fe. Prohibió al hom bre m in istra r en el nom bre de Je s ú s «porque tierra los puede hacer tan b la n c o s» (v. 3 ). M ateo dice que lo que vieron era tan

no no s se g u ía » (M arco s 9 .3 8 ), porque no era o ficialm ente m iem bro del grupo. ab rum ador que los d isc íp u lo s se p o straro n sobre s u s ro stro s (M ateo 1 7 .6 ).

N adie en la tierra había experim entado algo ni rem otam ente parecido desde que
El incidente o cu rrió poco d e sp u é s de la tran sfig u ració n de Je s ú s . Aquella
M o isés vio la espalda de D io s desp ués de haberse protegido en la hendid ura de
gloriosa experiencia en lo alto de la m o ntañ a, de la que fueron te stig o s so lo los
una peña para no v e r plenam ente su gloria (Éxo d o 3 3.2 0-2 3 ). Sin duda que fue
tres del círcu lo íntim o (Pedro, Jacobo y Ju a n ), realm ente establece el contexto
una experiencia trasce n d e n tal, algo que los d isc íp u lo s ja m á s habían im aginado.
para lo que ocurre d e sp u é s en el m ism o cap ítu lo . C o m o siem p re , es vital que

entendam os el contexto. Y por si fuera p o co , « le s apareció Elias co n M o isé s, que hablaban co n Je s ú s »

(M arco s 9 .4 ). Según el v e rs íc u lo 6, lo s d isc íp u lo s estaban tan a su sta d o s, que no


En M arcos 9 .1 , Je sú s dice a s u s d isc íp u lo s: « D e cierto os digo que hay
sab ían lo que hab lab an.
alg uno s de lo s que están aquí, que no gustarán la m uerte hasta que hayan visto

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Pedro, en un arranque típ ico de él, de todos m odos h ab ló , y d ijo : «M ae stro , no s aparecieron? ¡Nada m en o s que E lia s y M o is é s !» Se le había dado una

bueno es para no so tro s que estem o s aquí; y hagam os tres enram adas, una para v islu m b re del reino. Ello s habían v isto c o sa s que ja m á s podían se r v ista s o

ti, otra para M o isé s, y otra para E lia s » (v. 5 ). Seguram ente Pedro pensó que co n o cid a s por nadie. T u v ie ro n un vivid o anticipo de la gloria por v e n ir. ¡Cuán

estas apariciones de Elias y M o isés sig n ificab an la inaug uración del reino y d ifícil tuvo que haber sido guardar esta experiencia para s í m ism o s!

estaba a n sio so por hacerlo perm anente. T a m b ié n parece haber estado pensando
Parece haber dado incentivo al debate sobre cuál era el m ás grande. M ás
erróneam ente que ellos tre s c o n stitu ía n un triu n virato de ¡gu ales, sin darse
adelante en el m ism o cap ítu lo , M arcos dice que fu e ro n a C ap ernau m . « Y
cuenta de que C risto era aquel a quien M o isés y Elias hab ían señalado,
cu an d o estuvo en ca sa , les preguntó: ¿Q u é d isp u tab ais entre vo so tro s en el
haciéndolo su p erio r a e llo s. Por eso , en ese p reciso m om ento (« M ie n tra s él aun
c a m in o ?» (M arco s 9 .3 3 ). Jesú s no hizo la pregunta porque necesitaba la
h a b lab a » , M ateo 1 7 .5 ), « V in o una nube que les hizo so m b ra, y desde la nube
información-, esperaba una confesión. Él sab ía exactam ente sobre qué habían
una voz que d e cía: Este es m i H ijo am ado; a él o íd » (M arco s 9 .7 ). Aquellas eran
estado hab lan d o.
virtu alm en te las m ism a s palabras que habían venido desde el cielo cuando Je sú s
Pero e llo s estaban averg o n zad o s. De m odo que « c a lla ro n ; porque en el
fue bautizado (M arco s 1 .1 1 ).
c am in o hab ían d isp u ta d o entre s í, quién había de se r el m a yo r» (v. 34). No es
Esta fue una experiencia m aravillo sa para Pedro, Jacobo y Ju an . Se le s estaba
d ifícil im ag in arse có m o co m en zó la d is c u s ió n . Pedro, Jacobo y Juan rebosando
dando un privilegio ú n ico , algo sin p aralelo en la cró n ica de la h isto ria de la
co n fian za d esp ués de su experiencia en el m o n te, seguram ente sin tiero n que
redención. Pero M arcos 9.9 dice: « Y d e scen d ien d o e llo s del m onte, [Jesús] les
ahora estaban en p o sició n ve n ta jo sa. H ab ían v isto co sa s tan m a ra villo sa s que
m andó que a nadie d ije sen lo que habían visto , sin o cuando el H ijo del H o m b re
no les estaba perm itido hablar de ellas. Y p robablem ente cada uno esperaba ver
hub iese resucitado de los m u erto s».
alguna señal que co n firm a ra que él era el m ás grande de los tre s . Q uizás

¿Se im agina lo d ifícil que habrá sido eso para e llo s? H ab ían sid o te stig o s de d isc u tía n sobre co sa s tales co m o q uién estaba m ás cerca de Je sú s cu an d o el

la co sa m ás increíb le que alguien pudo haber v isto , pero no se les perm itió Seño r se tran sfig u ró , recordándole a Pedro que había sido reprendido por una

co m p artirlo co n n ad ie. S in d ud a que fue una fo rm id ab le re stricció n . vo z del c ie lo , y a s í por el estilo.

D esp ués de to d o , los d isc íp u lo s, y estos tre s en p articular, estaban Pero cu an d o Je sú s les preguntó qué hab ían estado d iscu tie n d o , de inm ediato

constantem ente d iscu tie n d o sobre cuál era el m ás grande entre e llo s. Parece que guardaron sile n cio . Sabían que hab ían hecho m al al d isc u tir esas c o s a s .

el asunto ja m á s se alejaba de su s p ensam iento s (y ellos están por d a r evid encia O b viam ente, le s rem o rd ía la co n cie n cia. Por eso fue que no p ud iero n adm itir de

de esto so lo u n o s cuantos v e rs íc u lo s m ás adelante en la narración de M arco s). qué ve n ía n hab lan do.

De m odo que tien e que haberles sido extrem adam ente d ifícil no poder u sa r esta
Por sup u esto , Je sú s lo sab ía, y aprovechó la oportunidad para enseñarles
experiencia com o argum ento a favo r de su s p ro p io s c a s o s . P o sib lem en te al
nuevam ente. « E n to n c e s él se sentó y llam ó a los d o ce, y les dijo: Si alguno
b ajar del m o nte, habrían querido d e cir a lo s o tro s d isc íp u lo s: « ¿Q u ie re n sab er lo
quiere se r el p rim e ro , será el postrero de to d o s, y el se rvid o r de to d o s. Y tom ó a
que v im o s ? Estáb am o s allá arriba en el m onte cuando ¿se im aginan quiénes se
un niñ o, y lo puso en m edio de e llo s; y tom ánd o le en su s b razo s, les d ijo : El

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que reciba en m i nom bre a un niño com o este, me recibe a m í; y el que a m í arrepentido. Creo que le d o lía el aguijón de la c e n su ra de Je s ú s , y dijo esas

me recibe, no me recibe a m í sin o al que me e n v ió » (vv. 35-37). palabras en calidad de penitente. Algo en Juan com enzab a a ca m b ia r, y

em pezaba a ver su propia falta de am o r com o algo ind eseab le. El hecho de que
Ello s tenían el asunto al revés. Si querían ser los p rim e ro s en el reino ,
hiciera esta co n fesió n era indicativo de la tran sfo rm ació n que estaba teniendo
necesitab an ser se rv id o res. Si de verdad querían ser g ran d es, necesitab an ser
lugar dentro de él. Le estaba rem o rd ien d o la co n c ie n c ia . Estab a em pezando a
com o un niñ o. En lugar de d isc u tir y pelearse los unos a lo s o tro s, en lugar de
ser tierno. Siem p re había sido c e lo so y ap asio nad o por la verd ad , pero ahora el
querer im p o n erse sobre lo s d em ás, en lugar de rechazarse m utuam ente y
Seño r le estaba ense-ñando a am ar. Este es un m om ento c ru cial en su vid a y en
exaltarse a s í m ism o s, necesitab an a s u m ir el papel de un sie rvo .
su m anera de p en sa r. Estab a em p ezando a entender el necesario eq uilib rio entre
Esa fue una lecció n sobre el am or. « E l am or no tiene envidia, el am or no es
am or y verdad.
ja c ta n c io so , no se envanece; no hace nada ind eb id o , no b u sca lo su y o » (1
El reino necesita ho m b res con v a lo r, a m b ició n , energía, p a sió n , firm e za y un
C o rin tio s 1 3.4-5). El am o r se m anifiesta en servicio a lo s d em ás, no
celo por la verd ad . Por cierto que Juan te n ía todas estas c o sa s. Pero para lograr
enseño reán dose los u n o s co n lo s otros.
todo su po tencial, necesitaba eq uilib rar estas co sas con el am or. Creo que este
Esto aparentem ente llegó al co ra zó n m ism o de Ju an . Fue una se ria reprim enda
ep iso d io fue una cen su ra d eterm inante que em pezó a m o verlo hacia adelante
y Juan obviam ente cap tó el m en saje . A quí e s d o nd e enco ntram o s la ún ica vez en
hasta llegar a ser el apóstol del am or que fin alm en te fue.
que Juan habla en lo s Evangelios sin ó p tic o s: «Juan le resp o nd ió d icie n d o :
Juan siem p re estuvo dedicado a la verdad y, por su p u e sto , no hay nada de
M aestro, hem os v isto a uno que en tu n o m b re echaba fuera d e m o n io s, pero él
m alo en eso , pero no es suficien te. El celo por la verdad debe estar equilibrado
no no s sig ue; y se lo p ro h ib im o s, porque no no s seguía» (M arco s 9 :3 8 ). Esto es
por el am o r por la s p e rso n as. La verdad sin el am or carece de b o ndad; es
se cta rism o . R eprender a alguien por m in istra r en el nom bre de Je sú s solo
brutalidad. Por otro lado, el am o r s in la verd ad no tien e carácte r; no es m ás que
porque no pertenecía al grupo. Esto m u estra la in to lerancia de Juan , un hijo del
hipocresía.
trueno . Esto no era otra co sa que estrechez de m en te, la am b ició n , el deseo de

tener so lo él el p rivileg io , y no co m p artirlo con nadie m á s, todo lo cual a M uch as p erso nas están tan fuera de eq uilib rio co m o lo estaba Juan , so lo que

m enudo caracterizab a a Juan en s u s años ju ven ile s. en la otra d ire c ció n . Ponen m u cho é n fa sis en el punto de apoyo en que gira el

am or. A lg u n o s so n m eram ente ig no rantes; otros están engañad os; e in c lu so a


A quí vem o s claram ente que Juan no era una persona pasiva. Era agresivo y
otros sim p lem en te no les interesa lo que es la verd ad. En cada c a s o , la verdad
co m p etitivo . Condenó a un hom bre que estaba m in istran d o en el n o m b re de
se pierde y to d o s quedan en su error, envuelto s en un se n tim e n ta lism o frívo lo y
Jesú s so lo porque el hom bre no era parte del g rup o . Juan había intervenido y
tolerante, lo que no es otra co sa que un pobre su stitu to del am or. H ab lan
tratado de acabar con el m in iste rio de aquel hom bre por ninguna otra razó n que
m u cho de am o r y to leran cia, pero carecen totalm ente de cualquiera
esa.
p reo cup ació n por la verd ad. Por lo tanto, aun el « a m o r» de que hablan es un
Me siento inclinad o a creer que Juan hizo esa co n fesió n porque se sentía
am or m an ch ad o , co n tam in ad o . El verd adero am or «no se goza de la in ju sticia ,

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m as se goza de la verd ad » (1 C o rin tio s 1 3 .6 ). hallado a alg uno s de tu s h ijo s andando en la verd ad» (v. 4 ), y luego pasa la

p rim era mitad de la ep ísto la an im ánd o les a andar en am or. Les recuerda el
Por el otro lado, hay m u ch o s que tienen la teología co rre cta, co no cen la
nuevo m and am iento , el cual por su p u esto no es realm ente n u e vo , sin o que
d o ctrin a pero carecen de am or y so n ja c ta n c io so s. Para e llo s, la verdad co nsta
reafirm a el m andam iento que h em o s oído desde el p rin c ip io : « Q u e no s am em os
de h e ch o s frío s, rígid os y faltos de atractivo. Su falta de am o r p araliza el poder
unos a o tro s» (v. 5 ).
de la verd ad que profesan venerar.

A sí, la prim era mitad de esta breve ep ísto la es toda acerca del am or. A n im a a
La persona verd aderam ente p iad osa debe cu ltiva r am bas virtu d es en
esta m u jer y a s u s h ijo s no so lo a andar en la verd ad, sin o tam b ién a recordar
p ro p o rcio nes iguales. S i desea algo en su sa n tific a c ió n , desee e sto . Si b usca
que la su m a y la su sta n cia de la ley de D io s es el am or.N o hay, por lo tanto,
algo en el reino e sp iritu a l, busque un eq u ilib rio perfecto de verdad y am or.
verdad m ás grande que el am or. Los dos so n in sep a rab les. D esp ués de to d o , el
C o n o zca la verdad y apóyela en el am or.
p rim er gran m and am iento es este: «A m a rás al Seño r tu D io s con todo tu
En Efesio s 4, el apóstol Pablo d e scrib e este eq uilibrio entre la verdad y el
co ra zó n , y con toda tu alm a, y co n toda tu m e n te » (M ateo 2 2 .3 7 ). Y el segundo
am or com o el p in ácu lo m ism o de la m ad urez esp iritu al. Escrib e de « la m edida
es sem ejante: «A m a rás a tu prójim o com o a ti m ism o » (v. 39). En otras
de la estatura de la plenitud de C risto » (v. 1 3). Él está hablando de la m adurez
p alab ras, en últim a in sta n cia, el am o r es la auténtica verd ad.
com p leta, de la sem ejanza perfecta co n C risto . A s í es com o eje m p lifica la meta
Pero Juan equilibra ese énfasis sobre el am o r en la segunda m itad de la
h acia la cual d eb em o s ir: « [Q u e] sigu iendo la verdad en am o r, c re zc a m o s en
ep ísto la, al urg ir a esta m u jer a no co m p ro m eter su am or recib iend o y
todo en aquel que es la cab eza, esto es, C risto » (v. 15). Esto es lo que quiere
bendiciendo a fa lso s m aestros que so cavan la verd ad. El am or genuino no es un
d e cir con co m p artir la se m e jan za con C risto . Él es la exp resió n perfecta de la
sentim iento m eloso que d e scu id a la verdad y tolera todo:
verdad y la exp resió n perfecta del am or. Él es nuestro m odelo.

Porque m u ch o s engañadores han sa lid o por el m u nd o , que no co nfiesan que


M anifestar am b o s, la verdad y el am or es p o sib le so lo en el creyente m aduro
Je su cristo ha venido en carne. Q uien esto hace es el engañador y el
que ha crecid o a la m edida de la estatura que pertenece a la plenitud de C risto .
an ticristo . M irad por vo so tro s m ism o s, para que no p erd áis el fruto de
A s í es com o se define la verd adera m ad urez esp iritu a l. La persona que es
vu estro trab a jo , sin o que re cib áis galardón c o m p le to . C ualquiera que se
auténticam ente co m o C risto co n o ce la verdad y la habla en am o r. C o no ce la
extravía, y no persevera en la doctrina de C risto , no tiene a D io s; el que
verdad com o C risto la ha revelado y am a com o C risto am a.
persevera en la doctrina de C risto , ese s í tiene al Padre y al H ijo . Si alguno
Com o un apóstol m aduro, Juan aprendió bien la le c ció n . Su breve segunda
viene a vo so tro s, y no trae esta d o ctrina, no lo recibáis en casa, ni le digáis:
epístola ofrece una prueba vivid a de cuán bien equilib ró las virtud es gem elas de
¡B ienven ido! Porque el que le d ice : ¡B ienven ido! p articipa en s u s m alas obras
la verdad y el am or. A través de esa e p ísto la, Juan repetidam ente aco p la los
(vv. 7-11).
co ncep to s de am or y ve rd ad . E sc rib e : « A la señora elegida y a su s h ijo s , a
Juan ya no pide que d esciend a fuego del cielo contra lo s enem igos de la
q uien es yo amo en la verd ad » (v. 1 ). D ice: « M u c h o me regocijé porque he
verd ad, pero advierte a esta dam a a que tam po co se vaya al otro extrem o. No

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debe ab rir su casa, y ni siquiera fo rm u la r una b e n dició n verb al, a aquellos que de Juan en M arcos 9. A llí, Je sú s tom ó a un niño y lo puso en m edio de ellos

se ganan la vid a engañando y op oniéndose a la verdad. com o una lecció n objetiva sobre la h u m ild a d , y le s d ijo : « S i alguno quiere se r el

prim ero, será el postrero de to d o s, y el se rvid o r de to d o s» . M arcos 9 .3 5 .) Je sú s


Por su p u e sto , el apóstol no está recom endand o a esta m u jer a que m altrate o
estaba sim p lem ente reiterando la m ism a lección que les había ense-ñado vez
sea d esco rtés con los d em ás. Se no s dice que hagam os bien a lo s que nos
tras vez sobre la hum ild ad .
aborrecen, que am em o s a lo s que nos o dian , que bendigam os a lo s que nos

m a ld icen y que orem o s por los que nos calu m n ia n (L u c a s 6 .2 7 -28 ). Pero que Sin em bargo, so lo en unos po co s v e rs íc u lo s m ás adelante (1 0 .3 5 -3 7 ), M arco s

nuestra bendición a n u e stro s enem igos no llegue a anim ar y ayudar a fa lso s dice que Jacobo y Juan vin ie ro n a Jesú s con la desafortunada so licitu d por los

m aestro s que co rro m p e n el evang elio . tro n o s de preferencia. En nuestro estudio sobre el apóstol Jacob o , an alizam o s el

relato que M ateo hace de este incid ente, y ap ren d im o s que Jacobo y Juan en
El am or y la verdad deben m antenerse en un eq uilib rio perfecto. N un ca debe
realidad co n sig u ie ro n el apoyo de su m adre para que interced iera por e llo s. Aquí
abandonarse la verdad por el nom bre del am or. N i tam po co el am or debe ser
d e scu b rim o s que estaban b uscan d o este favo r en fo rm a secreta, porque los
depuesto en el nom bre de la verd ad. Esto es lo que Juan aprendió de Jesú s y le
o tro s d isc íp u lo s se enteraron desp ués de la p resentació n del pedido m ism o (v.
dio el eq uilib rio que tan d esesp eradam ente necesitaba.
4 1 ).
ÉL A PR EN D IÓ EL E Q U IL IB R IO ENTRE LA A M B IC IÓ N Y LA H U M IL D A D
Llegando en los talones de las m u ch a s am o nestacio nes que Je sú s hizo sobre

En su ju ve n tu d , Juan tuvo planes a m b icio so s para s í m ism o . No es la h u m ild a d , el pedido de estos herm ano s aparece co m o una audacia

inherentem ente m alo asp irar a tener influencia o a d esear el éxito. Pero es m alo sorprendente. Revela la trem enda falta de verdadera hum ild ad que había en

tener m o tivo s eg o ístas, com o tu vo aparentem ente Juan . Y es especialm ente ello s.

erróneo ser am b icio so sin tam b ién ser hum ild e.


V o lvem o s a d e cir que no hay nada m alo en la am b ició n . De hecho, no hubo

A quí hay otro im portante eq uilib rio que debe ser atacado, o de otra fo rm a , la nada in trín secam en te m alo en el deseo de Jacobo y de Juan de sentarse al lado

virtud que se vu elve un v ic io . La am b ició n sin hum ildad es eg o ísm o o in clu so de Je s ú s en el reino. ¿Q u ién no d esearía lo m ism o ? Por cierto que lo s otros
d elirio de grandeza. d isc íp u lo s tam b ién lo d e sea b a n , por eso fue que se d isg u sta ro n con Jacobo y

Juan. Jesú s no los reprendió por ese deseo por sí.


En M arco s 10, un cap itulo d esp ués del incidente donde Juan c e n su ra a un

hom bre que estaba m in istran d o en el n o m b re de Je s ú s , enco ntram o s la Su error estuvo en desear obtener la p o sició n m ás que desear ser dignos de tal

d e sc rip ció n de M arcos de có m o Jacobo y Juan se acercaron a Je sú s co n su s p o sic ió n . Su am b ició n no estaba tem plada por la hu m ild ad . Y Jesús

so licitu d e s de sentarse a su derecha y a su izquierda en el reino . Iró nicam ente, repetidam ente había dejado claro que las m ás altas p o sicio n e s en el reino están

Jesú s acababa de reiterar la im p o rtan cia de la h u m ild a d . En M arco s 10.31, Je sú s reservadas para los santo s m ás hum ild es de la tierra. N ótese su resp uesta en

les d ice: « M u ch o s p rim e ro s serán p o stre ro s, y los p o stre ro s, p rim e ro s» . los v e rsícu lo s 42-45:
(R ecu erd e: esta fue virtualm ente la m ism a afirm ación que provocó la co n fesió n

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M as Je sú s, lla m á n d o lo s, les dijo: Sa b éis que los que so n te n id o s por es que Je sú s m ism o lo h izo .

gobernantes de las n acio n es se enseñorean de e lla s, y su s grandes ejercen


Finalm en te, Juan aprendió lo que es el equilibrio entre la am b ició n y la
sobre ellas potestad. Pero no será a s í entre vo so tro s, sin o que el que quiera
hu m ild ad . De hecho, la hum ild ad es una de la s grandes virtu d e s que se destaca
hacerse grande entre vo so tro s será vu estro se rv id o r, y el que de vo so tro s
en s u s e sc rito s.
quiera se r el p rim e ro , será sie rvo de to d o s. Porque el H ijo del H o m b re no
A través del Evangelio de Ju a n , por ejem p lo , él no m en cio na ni una so la vez
vin o para ser se rv id o , sin o para se rv ir, y para dar su vid a en rescate por
su n o m b re. (El ú nico « Ju a n » que es m encionado por no m b re en el Evangelio de
m u ch o s.
Juan es Juan el B a u tista.) El apóstol Juan se re h ú sa a hablar de s í m ism o en
Los que quieren ser grandes deben prim ero aprender a se r h u m ild e s. Jesú s
referencia a s í m ism o . En lugar de eso , habla de él en referencia a Je sú s. N unca
m ism o fue la p erfecció n de la hum ild ad verdadera. A d em ás, su reino es llevado
se pinta a s í m ism o en p rim er plano com o un héroe, sin o que u sa cada
adelante por el servicio h u m ild e, no por p o lítica, statu , poder o d o m in io . Este
referencia a s í m ism o para h o nrar a Je sú s. En lugar de e scrib ir su n o m b re, lo
fue el punto de Jesú s cuando puso al n iñ o en m edio de lo s d isc íp u lo s y les dijo
que haría que la atención se centre en él, se refiere a s í m ism o co m o « u n o de
que el verd adero creyente tenía que ser co m o un niñ o. En otra o ca sió n , tam bién
su s d isc íp u lo s, al cual Je sú s am ab a » (Juan 13.23; 20.2; 21.7, 2 0 ), dando gloria a
les d ijo : « C u a lq u ie ra que se enaltece, será h u m illa d o ; y el que se h u m illa será
Je sú s por haber am ado a este h o m b re. De hecho , él parece asom b rado por la
e naltecid o » (Lu ca s 1 8 .1 4 ). Aun antes de esto, les había d ich o :
m aravilla de que Je sú s lo am ara. Por sup u e sto , según Juan 13.1-2, Je sú s am ó a

Cuand o fueres co n vid ad o por alguno a bodas, no te sientes en el prim er todos s u s ap ó stoles en fo rm a perfecta. Pero parece que Juan captó esta realidad

lugar, no sea que otro m ás d istin g u id o que tú esté co n vid ad o por él, y de fo rm a sin g u lar, y se sintió h u m illa d o por ella.

viniendo el que te co nvid ó a ti y a é l, diga: Da lugar a éste; y entonces


De hecho , el Evangelio de Juan es el único que registra en detalle el acto de
co m ien ce s co n vergüenza a ocupar el últim o lugar. M as cuando fueres
Je sú s de lavarles los pies a su s d isc íp u lo s. Es claro que la propia hu m ild ad de
co n vid ad o , vé y siéntate en el últim o lugar, para que cu an d o venga el que te
Je sú s la noche que lo traicio n aro n hizo una fuerte im p re sió n en Juan.
co n v id ó , te diga: A m ig o , su b e m ás arriba; entonces tend rás gloria delante de
La hum ildad de Juan tam b ién se advierte en la fo rm a gentil en que se dirige a
los que se sientan contigo en la m esa. Porque cu alq uiera que se enaltece,
su s lectores en cada una de su s e p ísto la s. Los llam a « h ijito s » , « a m a d o s» , y se
será h u m illa d o ; y el que se h u m illa , será enaltecido (L u c a s 14.8-11).
incluye a s í m ism o com o un herm ano e hijo de D io s (c f. 1 Juan 3 .2 ). H ay una
U na y otra vez, Jesú s enfatizó esta verd ad: Si usted quiere ser grande en el
ternura y co m p a sió n en estas exp resio nes que m u estran su hu m ild ad . Su últim a
reino , tendrá que ser el siervo de tod o s.
co n trib u ció n al canon fue el libro del A p o c a lip sis, donde se d escrib e co m o

Es ad m irab le cuán p o co penetró esta verd ad en la co n cie n cia de los « vu estro herm an o , y co p a rtícip e vu e stro en la trib u la ció n , en el reino y en la

d is c íp u lo s , aun desp ués de haber estado tre s años con Je sú s. Y en la últim a paciencia de Je su c risto » (A p o ca lip sis 1 .9 ). Aun cu an d o él fue el ú ltim o de los

noche de su m in iste rio terren al, ninguno de ellos tuvo la hum ild ad de to m ar la ap ó stoles v iv o , y el patriarca de la ig lesia, nun ca lo enco ntram o s

to alla y una palangana, y llevar a cabo la fu n ció n de sirvien te (Juan 1 3.1-17). A s í enseño reán dose sobre los dem ás.

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En algún m o m en to de su v id a , la am b ició n de Juan encontró su eq uilib rio en Pablo no estaba d icien d o que él tuviera un deseo m aso q u ista por el d o lo r,

la hu m ild ad . Se v o lv ió m ás tie rn o , aunque sig u ió sie n d o valien te, confiado , sen cilla m en te estaba recono ciend o que gloria y su frim ien to so n in sep arab les.

decid id o y ap asio nado. Los que desean la re co m p en sa de la gloria deben estar d isp u esto s a soportar el

Su frim ien to .
A PR EN D IÓ EL E Q U IL IB R IO ENTRE EL S U F R IM IE N T O Y LA G L O R IA

El precio de la gloria es el su frim ie n to . N o so tro s so m o s «h ere d ero s de D io s y


C o m o hem os v isto , en su s p rim ero s añ o s, el apóstol Juan tenía sed de gloria y
coheredero s co n C risto , si es que p ad ecem o s juntam ente co n él, para que
aversió n por el su frim ie n to . Su sed de gloria se puede v e r en su deseo por
jun tam ente con él sea m o s g lo rificad o s » (R o m a n o s 8 .1 7 ). Je sú s enseñó este
o cu p ar el tro n o p rin cip al. Su ave rsió n al su frim ie n to se puede ver en el hecho
p rin cip io una y otra vez. « S i alguno quiere venir en pos de m í, niéguese a s í
de que él y lo s otros ap ó stoles ab ando naron a Je sú s y huyeron la noche de Su
m ism o , y tom e su c ru z , y síg am e. Porque todo el que quiera sa lva r su v id a , la
arresto (M a rco s 1 4.2 0).
perderá; y todo el que pierda su vid a por causa de m í, la hallará» (M ateo

A m b o s deseos son perfectam ente co m p re n sib le s. D esp ués de to d o , Juan 16.24-25). « S i el grano de trigo no cae en la tierra y m uere, queda so lo ; pero si

había v isto la gloria de Je sú s en el m onte de la tran sfig u ra ció n y atesoró la m u ere, lleva m u cho fru to . El que am a su vida, la perderá, y el que aborrece su
p ro m esa de Jesú s de que él co m p artiría esa gloria (M ateo 1 9.2 8-2 9 ). ¿C ó m o no vid a en este m u n d o , para vid a eterna la g u ard ará» (Juan 12.24-25).

iba a d e se a r tal b endició n? Por el otro lado, so lo una persona enferm a dem ente
El su frim ien to es el preludio a la gloria. N uestro Su frim ien to co m o creyentes
le gusta su frir.
es la seguridad de la gloria que está por ven ir (1 Pedro 1 .6 -7 ). Y « la s afliccio n e s

No había nada inherentem ente p ecam in o so en el deseo de Juan de p articip ar del tiem po presente no son co m p arab les co n la gloria ven id era que en no so tro s

de la gloria del reino eterno de Je s ú s . C risto le había p rom etido un tro n o y una ha de m a n ife sta rse » (R o m a n o s 8 .1 8 ). M ientras tanto, los que an sian la gloria

herencia en la gloria. A d e m á s, es m i co n v icc ió n que cuando finalm ente veam o s deben eq uilib rar ese deseo co n estar d isp u e sto s a sufrir.

la gloria plena de C risto , podrem os entender por qué la gloria de C risto es la


T o d o s los d isc íp u lo s necesitab an aprender esto. R ecuerde, todos querían los
m ás grande reco m p en sa de to d a s en el c ie lo . U na v islu m b re de Je s ú s en la
asientos p rin cip a les en la gloria. Pero Je sú s dijo que aquellos asientos tenían un
plenitud de su gloria será m ayo r que todos lo s d o lo res, afliccio n e s y
p recio. No so lo están reservado s para los h u m ild e s, sin o que los que ocupen
su frim ie n to s que h em o s so p ortad o en la tierra (cf. Salm o 1 7 .1 5 ; 1 Juan 3 .2 ). Por
eso s asientos p rim ero deberán p rep ararse para tal honor soportando la
lo tanto, la p articip ació n en la gloria de C risto es un deseo digno para cada hijo
h u m illa ció n del su frim ie n to . Por eso fue que Je sú s le s dijo a Jacobo y a Juan que
de D io s.
antes de recib ir cu alq u ie r tro n o , ten d rían que «beber del v a so que yo bebo, [y]

Pero si d eseam o s participar en la gloria cele stia l, tam bién tenem o s que estar ser b au tizad os con el b au tism o co n que yo so y b au tiza d o » (M a rco s 1 0.3 8).

d isp u esto s a c o m p a rtir los su frim ie n to s terrenales. Este fue el deseo de Pablo:
Con cuánta presteza e ingenuidad Jacobo y Juan aseguraron al Seño r que ellos
« A fin de co n o cerle , y el poder de su re su rrecció n , y la p articip ació n de su s
estaban d isp u esto s a beber de la copa que Él bebería y ser b au tizad os con un
p ad ecim ie n to s, llegando a se r sem ejante a él en su m u erte» (F ilip e n se s 3 .1 0 ).
b au tism o de su frim ie n to . « E llo s d ijero n : P o d e m o s» (v. 39). En ese m om ento,

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no tenían idea de las im p lica cio n e s de esa re sp u e sta. Fuero n com o Pedro, co m p añ ero s. Pronto, se quedó so lo . De alguna m anera, aquello quizás haya sido

ja ctán d o se que p o d rían seguir a Je sú s h asta la m uerte, pero cuando se les el su frim ie n to m ás d o lo ro so de tod o s.

presentó la oportunidad de dem o strarlo , todos lo abandonaron y huyeron.


V irtu alm ente, todas las fuentes co nfiab les de la h isto ria de la iglesia prim itiva

A fortunad am ente, Je sú s no co n sid e ró ese fracaso co m o algo d e fin itivo . Los dan fe del hecho de que Juan llegó a ser el p asto r de la iglesia que el apóstol

once d is c íp u lo s huyeron la noche de la traició n y el arresto de Jesú s. Pero cada Pablo había fundado en Éfeso . De a llí, durante la gran p e rsecu ció n de la iglesia

uno de ellos vo lv ió , y cada uno de e llo s finalm ente aprendió a su frir llevada a cabo por el em perador rom ano D o m ician o (herm ano y su c e so r de

vo lun tariam ente por el nom bre de C risto . T ito , quien fue el que destruyó Je ru sa lé n ), Juan fue desterrado a una com unidad

carce laria en P atm o s, una de las is la s pequeñas Esp ó rad e s del S u r o


De hecho , todos ellos excepto Juan Sufrieron y finalm ente m u rie ro n por la fe.
D o d ecaneso en el m ar Egeo, en la co sta o ccid en tal de la m oderna T u rq u ía. Vivió
U no por uno su friero n el m artirio cuand o aun estaban en la flor de la v id a . Juan
en una cu eva y fue estando a llí que recibió y e sc rib ió las v isio n e s ap o calíp ticas
fue el ú nico d isc íp u lo que vivió hasta una edad avanzada. Pero tam b ién sufrió
d e scritas en el libro del A p o calip sis (cf. A p o calip sis 1 .9 ). Yo he estado en la
en fo rm a s que lo s otros no su frie ro n . M uch o desp ués que lo s dem ás d isc íp u lo s
cu eva en la cual se cree que Juan tu vo que v iv ir y en la cual se cree que escrib ió
ya estaban en la gloria, él seguía soportando an g u stias y p ersecucio nes
el A p o c a lip sis. Es un lugar esp ecialm ente inh ó sp ito para un hom bre ya anciano .
terrenales.
Fue separado de aquellos a quienes am ab a, tratado co n cru eld ad , haciénd osele
Probablem ente Juan em pezó a entender lo am argo de la copa que tend ría que
d o rm ir sobre un bloque de piedra con una roca por cab ecera m ientras lo s años
beber la noche del arresto de Je s ú s . Sabem os por su relato sobre el ju icio a
pasaban lentam ente.
Je sú s que él y Pedro sig u iero n a Jesú s hasta la ca sa del sum o sacerdote (Juan
Pero Juan aprendió a so p o rtar el su frim ie n to . En ninguna de su s ep ísto las ni
1 8 .1 5 ). A llí Juan vio cóm o ataban y golpeaban a Je sú s. H a sta donde sab em o s,
en el libro del A p o c a lip sis se puede encontrar una so la queja por sus
Juan fue el ú nico d isc íp u lo que p rese n ció la c ru cifix ió n de Je sú s. Estab a parado
su frim ie n to s. Se sabe que e scrib ió el A p o calip sis bajo la s m ás extrem as
cerca de la c ru z , de m odo que Je sú s podía verlo (Juan 1 9.26). Probablem ente
afliccio n e s y p riv a cio n e s, pero hace m uy p o ca referencia a s u s d ificu lta d es,
vio có m o los so ld ad o s ro m an o s lo clavaban al m ad ero . Estab a allí cu an d o un
refiriéndose a él com o « vu e stro herm ano , y cop artícip e vu e stro en la trib u la ció n ,
soldado fin alm e n te atravesó el costado de Su Seño r con una la n za. Y q uizás
en el reino y en la paciencia de Je su c risto » (A p o ca lip sis 1 .9 ). N ótese que en la
m ien tras observaba recordó que él había estado d isp u esto a b autizarse co n este
m ism a frase do nd e m en cio na « trib u la ció n » habla de la paciencia que le
b au tism o . Si fue a s í, Juan tien e que haberse dado cuenta cuán horrib le era la
p erm itió so b rellevar los su frim ie n to s con buen án im o . M iraba tran q u ilo el
copa que él tan livian am en te se había ofrecido a beber.
fu tu ro , hacia el día cu an d o estaría com p artiendo la prom etida gloria del reino.
Cuand o Jacob o , el herm ano de Juan , se tran sfo rm ó en el p rim er m ártir de la
Este es el equilibrio corre cto , y una persp ectiva salud ab le. H a b ía aprendido a
iglesia c ristian a , Juan sin tió la pérdida en una fo rm a m ás perso nal que los
m irar m ás allá de s u s su frim ie n to s terrenales en an ticip ació n de la gloria
d e m á s. Y a m edida lo s d isc íp u lo s fueron m artirizad o s uno por un o , Juan sufrió
cel es ti al.
la ang ustia y el d o lo r de esas p érd id as. E so s ho m b res habían sid o su s am igos y

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Juan había captado el m en saje. H a b ía aprendido las le ccio n e s. H abía Puede parecer so rp rendente que Jesú s am ara a un hom bre que quería q uem ar

entendido el carácter de C risto de una m anera poderosa. Y llegó a ser un v iv o s a los sa m a rita n o s, a un h o m b re que estaba o b sesio n ad o co n el statu y la

m odelo hum ano excepcional de lo que debe ser el carácter recto, com o el de p o sic ió n , a un hom bre que lo abandonó y huyó en lugar de su frir por Su

C risto . n o m b re. Pero al am ar a Juan , Je sú s lo tran sfo rm ó en un hom bre diferente, un

hom bre que m ostró la m ism a clase de am or que Je sú s había m ostrado.


U na prueba im p resio n ante de esto se puede ver en una ilu stra ció n desde el

pie de la c ru z . Recuerde que Juan es el ú nico de lo s ap ó stoles que el relato M en cio n am o s antes que Juan usó la palabra verdad u n a s cuarenta y cin co

b íb lico dice que fue testig o o cu la r de la c ru cifixió n . Juan m ism o d e scrib e la veces en su Evangelio y en las e p ísto la s. Pero es interesante notar que tam bién

escena cuando Je sú s m iró desde la cru z y vio a su m adre, M aría, ju n to co n su usó la palabra am o r m á s de ochenta vece s. C laram ente, él aprendió el eq uilib rio

herm ana, la otra M aría (e sp o sa de C le o fa s), M aría M agdalena y Juan (Juan que C risto le e n se ñ ó . A prendió a am ar a los dem ás com o el Seño r lo había

1 9 .2 5 ). Juan e scrib e : « C u a n d o vio Jesú s a su m adre, y al d isc íp u lo a quien él am ado a é l. El am or llegó a ser el an cla y la pieza central de la verdad que a él

am aba, que estaba presente, d ijo a su m adre: M u je r, he a h í tu h ijo . D esp ués le interesaba tanto.

dijo al d isc íp u lo : H e ahí tu m adre. Y desde aquella hora, el d isc íp u lo la recibió


De hecho, la teología de Juan se describe m ejo r com o una teología del am or.
en su c a s a » ( w . 26-27).
Él enseñó que D io s es un D io s de am o r, que D io s am ó a su propio H ijo , que

O b viam ente, Juan había aprendido las le ccio n es que necesitab a aprender. D io s amó al m u ndo , que D ios es am ado por C risto , que C risto am ó a su s

H ab ía aprendido a ser h u m ild e, un siervo am o ro so , si no hubiera sido así, Jesú s d is c íp u lo s , que los d isc íp u lo s de C risto lo am aron a É l, que to d o s los ho m b res

no le habría entregado el cuid ado de su propia m adre. A Pedro le d ijo : deberían am ar a C risto , que no so tro s deberíam os am arn o s los unos a los otros,

«A p acienta m is o ve ja s» (Juan 2 1 .1 7 ). A Juan le d ijo : « C u id a de m i m ad re». y que el am or cu m p le la ley. El am o r era una parte c rítica de cada elem ento de

V ario s testig os en la h isto ria de la ig le sia p rim itiva aseg uran que Juan nunca la enseñanza de Juan. Fue el tem a do m in ante de su teología.

salió de Je ru sa lé n , y que nun ca dejó de cu id ar de M aría hasta que ella m u rió .


Y aun su am or nun ca se d eslizó h acia un se n tim e n ta lism o indulgente. H asta

Juan me recuerda a alg uno s graduados del sem inario a lo s que he co n o cid o , el final m ism o de su v id a , Juan seguía sie n d o un ardoroso d e fe n so r de la

incluyén d om e a m í m ism o cuand o era jo ve n . Recuerdo cu an d o s a lí del verd ad. No perdió ninguna de su s in to leran cia s por la m entira. En su s ep ístolas,

sem in ario . Estab a cargado hasta el tope co n verdad pero falto de p acien cia. Era e scrita s cerca del final de su vida, seguía d enun ciand o las cristo lo g ías

una fuerte ten tació n entrar com o una tro m b a en la ig lesia, va cia r la verdad sobre d e sca m in a d a s, escrib iendo contra los engaños que se oponen al c ristia n ism o ,

todo el m u nd o allí, y esperar una resp uesta inm ediata. N ecesitaba aprender a contra el pecado y contra la in m o ralid a d . En ese sentido, fue el hijo del trueno

tener p acien cia, a se r tolerante y m ise rico rd io so , a otorgar gracia, a perdo nar, a hasta el final. Creo que el Seño r sab ía que el m ás poderoso defensor del am o r

ser tie rn o , co m p asiv o , en fin , a te n e r to d a s las cara cte rística s del am o r. Es necesitaba ser un hom bre que nun ca co m p ro m e tió la verdad.

herm o so se r o sad o e im p etuo so , pero el am or es el eq uilib rio n ecesario . Juan es


Otra p alab ra favorita de Juan fue testim onio. La usó cerca de setenta ve ce s. Se
un m odelo excelente para tales jó ve n e s.
refiere al te stim o n io de Juan el B au tista, al testim o n io de la E scritu ra, al

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testim o n io del Padre, al te stim o n io de C risto , al te stim o n io de lo s m ilag ro s, al 6
testim o n io del E sp íritu Santo y al testim o n io de lo s a p ó sto le s. En cada caso ,

estos fu e ro n te stim o n io s a la verdad. A s í, su am or por la verdad se m antuvo


FELIPE. EL ANALÍTICO
inalterab le.

Felipe le respondió: Doscientos denarios de pan no bastarían para que cada uno
De hecho , estoy co n ven cid o de que Juan puso su cabeza en el hom bro de
de ellos tom ase un poco.
Je sú s (Juan 13.3) no so lo porque d isfru tab a del am o r p uro que su Seño r le

dab a, sin o tam bién porque quería oír cada palabra de verdad que salía de la — JU A N 6.7

boca de C risto .
EN LA S C U A T R O LIS T A S B ÍB L IC A S de lo s doce ap ó stoles, el quinto nom bre en
Juan m u rió , seg ún la m ayoría de los rela to s, alrededor del año 98 d .C ., cada lista es Felip e. C o m o se ñ a lam o s en el cap ítu lo 2, esto aparentem ente
durante el reinad o del em perador T ra ja n o . Jeró nim o dice en su co m en tario sobre sig n ifica que Felipe fue el líd er del segundo grupo de cuatro. En cuanto al
G álatas que el anciano apóstol Juan estaba tan débil en s u s d ías fin ales en
registro b íb lic o , Felip e desem p eñ a una fu n ció n algo m e n o r com p arada co n los
É feso , que tenían que llevarlo a la ig lesia. U na frase estaba constantem ente en cuatro ho m b re s del grupo uno, no obstante se le m en cio na en va ria s o ca sio n es,
su s la b io s: « Q u e rid o s h ijo s, ám ense lo s uno s a lo s o tro s» . Cuando se le de m odo que em erge del grupo grande de doce co m o un p erso naje que se
preguntó por qué sie m p re decía eso, re sp o n d ió : « E s el m andam iento del Seño r, d istin g u e de lo s d e m á s.
y si so lo esto se hace, es su ficie n te » .
Felipe es un nom bre griego que quiere decir «am an te de lo s c a b a llo s» .
A s í que, lo s p escado res de G alile a : Pedro, A n d ré s, Jacobo y Juan llegaron a ser Ta m b ié n debe de haber tenido un nom bre ju d ío ya que lo s doce ap ó stoles eran
p escad o res de ho m b res en una escala trem enda, llevand o alm as a la ig le sia. En ju d ío s . Pero su nom bre ju d ío no se d a. D e sp u é s de la conq u ista de A lejan d ro el
un se n tid o , m ediante su testim o n io en los Evangelios y en s u s ep ísto las, aun
G rande en el siglo cuarto antes de C risto , la c iviliza c ió n griega se había
siguen echando su s redes en el m ar del m u n d o . Siguen llevando m u ltitu d es de extendido a través del M editerráneo y m u ch o s en el O riente M edio habían
p e rso n as a C risto . A unque eran ho m b res c o m u n e s y corrien te s, el de ellos fue adoptado la lengua, la cu ltu ra y las co stu m b res griegas. E sto s eran co n o cid o s
un llam ad o que no tenía nada de co m ú n . com o lo s « h e le n ista s» (cf. H e ch o s 6 .1 ). Q u izá s Felipe ve n ía de una fa m ilia de

ju d ío s h elen ista s. La co stu m b re pudo haber determ inado que él tu viera tam bién

un nom bre hebreo, pero por alguna razó n, parece haber usad o su nom bre

griego exclu sivam en te. De m odo que lo co n o ce m o s so lo com o Felipe.

No hay que c o n fu n d ir a este Felip e co n Felip e el d iáco no que enco ntram o s en

H e ch o s 6 , y que llegó a se r evangelista y guió al eu n u co etíope a C risto . Felipe

el apóstol era una persona com p letam ente diferente.

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El apóstol Felipe « e ra de B etsa id a, la ciudad de A n d rés y Pedro » (Juan 1 .4 4 ). « V an a resu lta r» .

C o m o e llo s eran ju d ío s p ia d o so s, Felip e p robablem ente creció asistiend o a la


T o do lo que esperaba de ellos era su d is p o s ic ió n . Los atraería a É l, los
m ism a sinagoga a la que iban Pedro y A n d ré s. Debido a la relación que existía
entrenaría, los dotaría y les daría poder para se rvirle . Debido a que p redicarían el
entre e llo s y lo s h ijo s de Zebedeo, po sib lem ente Felip e co n o cía a los cuatro . La
m en saje de Jesú s y harían m ilag ro s por Su poder, estos rudos pescadores
evidencia b íb lica in d ica que Felip e, Natanael y T o m á s eran p escado res de
estaban m ejo r preparados para la tarea de lo que hubiera podido estar un grupo
G alile a, porque en Juan 2 1, d esp ués de la re su rre cció n , cuand o los apóstoles
de rutilantes prodigios tratando de operar co n s u s p ro p io s tale n to s. A p esar de
regresaron a G alilea y Pedro d ijo : «V o y a p e sca r» (Juan 2 1 .3 ), los otros que
eso , actuaro n a v e ce s com o prim a donas. Q u izá s una de la s razo nes de Je sú s
estaban a llí re sp o n d ie ro n : « V am o s no so tro s tam b ién co n tig o » . Según Juan 21.2,
para se le c cio n a r y llam ar a este grupo p articular haya sido que en su m ayor
ese grupo in clu ía a « S im ó n Pedro, T o m á s llam ado el D íd im o , N atanael el de
parte, ya se llevaban bien lo s unos co n los o tro s. De to d a s fo rm a s, desp ués de
Caná de G alilea, lo s h ijo s de Zebedeo y o tro s d o s de s u s d is c íp u lo s » . Los otros
haber escogido a Pedro, A ndrés y Ju a n , Je sú s lo ca lizó y llam ó a Felip e , oriundo
d o s cuyo s nom bres no se dan, probablem ente hayan sido Felip e y A n d rés,
de la m ism a aldea de la que había llam ado a Pedro y A ndrés.
porque en todas partes siem p re son visto s en la co m p añ ía de los ho m b res que
¿Q ué sab em o s de Felip e? M ateo, M arco s y Lucas no dan detalle alguno sobre
aparecen n o m b rad o s en este p asaje.
él. T o d o s los datos sobre Felip e aparecen en el Evang elio de Ju a n , y es de este
Si los siete eran p escado res p ro fesio n ales, es m uy pro b ab le que hayan sido
Evangelio que d e scu b rim o s que Felipe era una persona com p letam ente diferente
am igos y co m p añ e ro s de trabajo desde m u cho antes que sig u ieran a Je sú s. Esto
de Pedro, A n d ré s, Jacobo o Juan. En el relato de Juan , a m enudo Felipe aparece
m u estra cuán relacio n ad o s estaban los ap ó sto les, con al m enos la m itad del
junto a N atanael (tam bién co n o cid o com o Bartolom é) de m odo que podem os
grupo, incluyen d o lo s m iem b ro s p rin c ip a le s, habiendo ve n id o de una región
a s u m ir que los d o s eran co m p añ e ro s bastante c e rca n o s. Pero Felip e es
pequeña, lo m ás probable o cup ánd o se de la m ism a p rofesió n y habiéndose
sin g u larm en te diferente aun de su am igo esp ecial. En realidad, es ú nico entre
co n o cid o desde antes de llegar a ser d isc íp u lo s.
to d o s los d isc íp u lo s.

En un sen tid o , esto es algo sorprendente. A lo m ejor no so tro s hab ríam os


Si p o nem o s ju n ta s to d a s las piezas que ofrece el apóstol Juan sobre Felipe,
esperado que Jesú s siguiera otro m étodo para escoger a los D o ce . D esp u és de
pareciera que este era un « a n a lista c lá s ic o » . Era un hom bre de hechos y
to d o , los estaba escogiendo para la tarea fo rm id ab le de ser a p ó sto le s, Sus
n ú m e ro s, un hom bre p ráctico que se guiaba por las reg las, y no era propenso a
su stitu to s cuand o Él no estuviera m ás en la tie rra , ho m b res con la plena
pensar en lo que estaba por delante. Era la c la se de persona que tiende a ser el
au to rizació n para hab lar y actuar en Su n o m b re. Q u izá s hab ríam o s esperado que
aguafiestas del grupo, un p esim ista , un in d ivid u o de v isió n estrecha, a veces
b uscara por toda la tierra para en co n trar a los hom bres m ás dotados y m ejor
incap az de v e r el cu ad ro global y a m enudo o b sesio n ad o por identificar las
c a lifica d o s. Pero en lugar de eso , escogió a un pequeño grupo de p escad o res,
razo nes por la s que las co sa s no se pueden hacer, en lugar de encontrar nuevas
un grupo d ive rso de h o m b re s, y a la v e z ho m b res co m u n es y co rrien tes que ya
fo rm as de h a ce rla s. Su p re d isp o sició n era h acia el pragm atism o y el c in ism o , y
se cono cían y que no tenían ni talento s ni hab ilid ad es e xcep cio n ale s. Y d ijo :
a ve ces h acia el d erro tism o en lugar de ser un v isio n a rio .

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SU LLA M A D O Es obvio que Felip e ya tenía un co razó n que b u scab a. Por sup u esto , un

co razó n que b u sca prueba que D io s está soberanam ente llam ando a la persona
N o s en co n tram o s por p rim era vez con Felip e en Juan 1, el día desp ués que
porque, com o dijo Jesú s: « N in g u n o puede v e n ir a m í, si el Padre que me envió
Je sú s hubo llam ado a A n d ré s, Juan y Pedro. U sted recordará que Je sú s había
no le traje re » (Juan 6 .4 4 ); y de nuevo: « N in g u n o puede venir a m í, si no le fuere
llam ado a e sto s p rim ero s tre s en el d esierto , donde aprendían a los pies de Juan
dado del Padre» (v. 65).
el B autista. Juan les señaló al M esías y e llo s dejaron a Juan el Bau tista y
Nos d a m o s cuenta de que Felipe tenía un co razó n anhelante por la fo rm a en
sig u iero n a Je sú s.
que resp o nd ió a Je s ú s . « F e lip e halló a N atanael, y le d ijo : H e m o s hallado a
Juan e scrib e : « E l siguiente día q u iso Jesú s ir a G alile a, y halló a Felip e , y le
aquel de q uien e scrib ió M o isés en la ley, a s í com o los p ro fetas: a Je s ú s , el hijo
d ijo : S íg u e m e .» (Juan 1 .4 3 ). Aparentem ente, Felipe estaba tam b ién en el desierto
de José, de N azaret» (Juan 1 .4 5 ). Es obvio que Felip e y N atanael, com o los
con Juan el Bautista y, antes de reg resar a G alile a, Je sú s lo buscó y lo invitó a
p rim eros cuatro d is c íp u lo s , habían estudiado la ley y lo s profetas y b u scab an al
u n irse a lo s otros d isc íp u lo s.
M e sía s. Por eso es que se fueron al desierto a escu ch ar a Juan el B au tista. De

Pedro, A ndrés y Juan (y seguram ente tam b ién Jacob o ) p o d ríam os d e cir que m odo que cuand o Je sú s vin o a Felipe y le d ijo : « S íg u e m e » , su s o íd o s, su s ojos
m ás o m enos habían encontrado a Je sú s. Para ser p re ciso , habían sido dirigid o s y su co razó n ya estaban ab ierto s, y él estaba preparado para seg uirlo .

a Él por Juan el B autista; de m anera que esta es la p rim era vez que leem o s que
Fíjese en algo interesante acerca de la e xp resió n que Felip e usó al hablar a
Je sú s m ism o b u scó y encontró a uno de ello s.
N atanael: « H e m o s hallado a aquel». En lo referente a Felip e, había encontrado al

Lo anterior no quiere decir que Je sú s, so b eranam ente, no haya b uscado y M esías en lugar de que el M esías lo hubiera encontrado a él. A quí ve m o s la

llam ado al resto. De hecho , sa b em o s que lo s había escogid o desde antes de la c lá sic a tensió n entre elecció n so b erana y la elecció n h u m an a. El llam ad o a

fu n d ació n del m u n d o . En Juan 15.16, Je sú s les d ice : « N o me eleg iste is vo so tro s Felipe es una ilu stra ció n perfecta de cóm o am bas existen en perfecta arm onía.

a m í, sin o que yo o s elegí a v o s o tro s » . Pero en las d e scrip cio n e s de có m o ellos El Seño r encontró a Felip e, pero Felipe sin tió que él había encontrado al Señor.
encontraron a Je sú s, este lenguaje es ú nico para el llam ado de Felip e. Este es el D esde la persp ectiva h u m an a, am bas co sa s eran ve rd ad , pero desde la

p rim ero a quien Je sú s b u scó física m e n te , y el prim ero a quien Je sú s d ijo : persp ectiva b íb lica, sab em o s que la elecció n de D io s es la d eterm inativa. « N o

« S íg u e m e ». me elegisteis vo so tro s a m í, sin o que yo o s elegí a v o s o tro s » (Juan 1 5 .1 6 ).

A p ro p ó sito , es interesante notar que al fin a l de su m in iste rio terren al, Je sú s Es m ás, desde una persp ectiva h u m an a, desde el punto de v ista de Felipe,

haya tenido que d ecirle a Pedro: « S íg u e m e » (Juan 2 1.1 9 , 22). Aparentem ente, este fue el fin de su búsqueda. Por la gracia de D io s, él había sido fiel y un

Pedro to d avía necesitab a esa palabra de aliento desp ués de su fracaso la noche verd adero b u scad o r. Era ded icad o a la Palabra de D io s y creía en la p ro m esa del

en que Je sú s fue traicio n ad o . Pero Felipe fue el p rim ero en oír y o bedecer estas A ntiguo Te stam ento de que vendría un M esías. A hora lo había encontrado o,
p alab ras. D esde el p rin cip io , Je s ú s b u scó activam ente a Felip e. Y lo encontró, y m ás b ien, Él lo había encontrado a él.

lo invitó a seg uirle. Y encontró en Felip e a un d isc íp u lo anhelante y d isp u esto .


Felipe no so lo tenía un co ra zó n que b u scab a, sin o que tam b ién tenía el

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co razó n de un evangelista p erso n al. Su p rim era acción desp ués de encontrarse E so , francam en te, no corresp o nd e al carácter de Felip e , y revela hasta qué

con Jesú s fue ir a b u scar a su am igo N atanael y hablarle del M esías. grado el Seño r había preparado su co ra zó n . Su tendencia natural debió haber

sid o refrenarse, d u d a r, hacer p reg untas, y esp erar y ver. C o m o e stam o s a punto
Perm ítanm e d ecirles que estoy co n ven cid o de que la am istad provee el terreno
de d e sc u b rir, él no era una p erso n a que tom aba d e cisio n e s con rapidez. Pero
m á s fértil para la evang elizació n. C uand o la realidad de C risto se integra en una
afortunadam ente en este c a s o , ya había sido atraído a Je sú s por el Padre. Y
relació n de am or y co n fian za que ya se ha estab lecid o , el efecto es p o d eroso . Y
com o Je sú s d ijo : « T o d o lo que el Padre me d a, vendrá a m í» (Juan 6.37, é n fa sis
parece que, invariab lem en te, cu an d o alguien llega a ser un verdadero seg uid or
añ ad id o ).
de C risto , su p rim er im p u lso es querer encontrar a un am igo y presentar a ese

am igo a C risto . Tal d in á m ica se ve en el instinto espontáneo de Felipe de ir a LA A LIM EN T A C IÓ N DE LO S C I N C O MIL

b u scar a su am igo N atanael y hablarle del M e sías.


N uestro pró xim o encuentro co n Felipe ocurre en Juan 6, en la alim entació n de
El lenguaje que Felipe usó traicio n a su aso m b ro al d e sc u b rir quién era el
los c in co m il. N o s referim os a este ep iso d io en el cap ítulo 1. V o lv im o s a
M e sía s. Aquel de quien M o isés escrib ió y aquel anticip ado por lo s profetas no
co n sid e rarlo m ás detalladam ente en el cap ítulo 3 cuando e stu d iam o s el carácter
era otro que « Je s ú s , el hijo de Jo sé, de N a zaret», el hijo de un h um ild e
de A n d rés. V o lv e m o s ahora para otro vista zo a la alim entació n de los c in co m il,
carp in tero .
esta vez a través de lo s o jo s de Felip e. Y aq uí d e sc u b rim o s qué clase de hom bre

N atanael, com o ve re m o s en el cap itulo que sigue, estaba en un co m ie n zo era Felip e. Ya sa b em o s que estudiaba el A ntiguo T e sta m e n to . Sabem os que lo

co n fu n d id o . «N atanael le dijo: « ¿D e N azaret puede sa lir algo de bueno ?» (Juan interpretaba literalm ente y que creía en el M e sía s; de m anera que cu an d o el

1 .4 6 ). Betsaida estaba al norte de N azaret, pero am bas estaban en G alile a , no M esías llegó y le d ijo : « S íg u e m e » , aceptó a Je s ú s inm ediatam ente y lo sig u ió sin

lejo s la una de la otra. N atanael m ism o ve n ía de Caná (Juan 2 1 .2 ), una aldea d ud ar. Este era el lado esp iritu al de Felip e. Su co razó n era recto. Era un hom bre

que quedaba apenas un poco al norte de N azaret. Es m uy p o sib le que N azaret de fe. Pero a m enudo, fue un hom bre de fe débil.

haya sido un lugar m ás im portante que C aná, de donde pudo haber venido la
A quí em p ieza a m o strarse su p erso nalid ad . Juan dice que una gran m ultitud
rivalidad local reflejada en el e scep ticism o de N atanael.
había b uscado a Je sú s y lo había encontrado al pie de un monte co n su s

Pero Felip e no se inm utó: «V en y v e » . (1 .4 6 ). Es notable la facilid ad con que d is c íp u lo s . C o m o v im o s en el cap itulo 1, d e cir que este era un gentío de cin co

Felipe creyó. En té rm in o s h u m a n o s, nadie lo había llevado a Jesú s. H ab ía sido m il p erso nas no hace ju s tic ia al tam año de la m u ltitud . Juan 6.10 dice que en la

com o Sim e ó n , « esp e rab a la co n so la ció n de Isra e l; y el E sp íritu Santo estaba m ultitud había c in co m il hom bres. Debe de haber habido otros v a rio s m ile s entre

sobre é l» (L u c a s 2 .2 5 ). Felipe co n o cía las p ro m esas del A ntiguo Testam ento . m ujeres y n iñ o s. (N o sería exagerado d e cir que pudo haber d iez o veinte m il.)

Estab a listo y esperaba co n an ticip ació n. Su co razón estaba preparado. Y recibió En cu alq u ier caso , era una m u ch ed u m b re y, según M ateo 1 4 .1 5 , la noche se

a Je sú s con g ozo, co m o el M e sía s, s in renuencia ni incred ulid ad . A él no le acercaba. La gente necesitab a co m er.

im p ortab a la c la se de pequeña aldea donde el M esías había crecid o .


Juan 6.5 d ic e : « C u a n d o alzó Jesú s los o jo s, y vio que había venido a él una
Instantáneam ente supo que la búsqued a había llegado a su fin .

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gran m u ltitu d , dijo a Felip e: ¿D e dónde co m p rarem o s pan para que com an resp o n d ió : D o scie n to s d enario s de pan no b astarían para que cada uno de ellos

é sto s?» to m ase un p o co » (Juan 6 .7 ). Aparentem ente, desde el m om ento que por prim era

vez vio a la m u ltitud , se había puesto a pensar en la s d ificu lta d es de proveerles


¿Por qué la pregunta únicam ente a Felip e? Juan d ice: «P ero esto decía para
co m id a. En lugar de pensar ¡Qué ocasión m ás sublim e! Je sú s va a enseñar a esta
probarle; porque él sab ía lo que había de hacer» (v. 6 ).
m ultitud. ¡Q u é trem enda oportunidad para el Señori, lo que Felipe v io en su
A p arentem ente, Felipe era el ad m in istra d o r ap o stó lico , el a n alítico ; quien
p e sim ism o fue la im p o sib ilid ad de la situ a ció n .
estaba a cargo de los arreglos para las c o m id a s y otros asp ectos de lo g ística.
Felipe había estado p resente cu an d o Je sú s creó vin o del agua (Juan 2 .2 ).
S ab em o s que Ju d as tenía la resp o n sa b ilid a d de guardar el dinero (Juan 13.29) de
H ab ía v isto n u m e ro sas veces cu an d o Je sú s había sanad o e n fe rm o s, incluyend o
m odo que tiene sentido que alguien estuviera a cargo de co o rd in a r la
va rio s m ilag ro s creativo s y regenerativo s. Pero cu an d o vio a aquella gran
ad q u isició n y d istrib u c ió n de lo s alim ento s y p ro visio n e s. Era un trab ajo que
m u ch ed u m b re, em pezó a sen tirse ab rum ad o por lo im p o sib le. Cayó en el error
ciertam ente era apropiado para la p erso nalidad de Felip e. H aya sido o ficial o
de p e n sa r en lo m aterial. Y cuand o Je sú s probó su fe, respondió co n abierta
extrao ficialm ente, parece haber sido la persona que estaba sie m p re preocupada
incred ulid ad : No se puede hacer.
con la o rg an izació n y el p ro to co lo . Era el tipo de p erso n a que en cada reunión

d ice : « N o creo que podam os hacer e so » ; el m aestro de lo im p o sib le . Y, D esde una persp ectiva p uram ente h u m an a, él estaba absolutam ente en lo

aparentem ente, en lo que se refería a él, casi cada co sa caía dentro de esa cie rto . U n denario era la paga de un día de un trabajad o r c o m ú n y corriente (cf.

categoría. Mateo 2 0 .2 ). En otras p alab ras, entre todos lo s d isc íp u lo s, a lo m e n o s doce de

e llo s y probablem ente m u ch o s m ás, tenían apenas ocho m eses del salario d iario
De modo que Je sú s lo estaba probando. No lo estaba probando para sab er lo
de un trabajador para satisfacer s u s propias n e cesid ad es. E sa no era una gran
que estaba p ensand o . Jesú s ya lo sab ía (cf. Juan 2 .2 5 ). No le estaba pidiendo
su m a, co nsid erand o todo lo que había que hacer para la propia alim entació n y
que fo rm u lara un p lan ; Juan dice que Jesú s tam b ién ya sab ía lo que Él m ism o
ho sp edaje de los d isc íp u lo s. Con una sum a tan pequeña, no podían ni siquiera
iba a hacer. Estab a probando a Felip e de m odo que Felipe pudiera tener una
pensar en una escasa m erienda para tantas p erso nas. Probablem ente, Felipe
revelación de cóm o era él m ism o . Por eso fue que Jesú s se dirigió a Felip e, la
estaba pensando: Un denario podría com prar doce panes de trigo. La cebada es
c lá sic a personalidad ad m in istra tiva , y le preguntó: « ¿C ó m o te propones
m ás barata. Entonces, con un denario podríam os com prar veinte panes de cebada. S i
alim entar a toda esta gente?»
podem os conseguir panes m ás pequeños y los partim os en dos... ¡No! Sencillam ente
Por su p u e sto , Jesú s sabía exactam ente lo que Felip e estaba p ensand o . Yo creo
es im posible hacer algo. Ya había ca lcu la d o que cuatro m il panes de cebada
que Felipe ya había em pezado a co ntar cab e zas. Cuando la m ultitud co m e n zó a
nun ca serían su ficie n te s para to d o s. S u s p ensam iento s eran p e sim ista s,
llegar, él ya estaba sacando cu e n tas. Estab a an o ch ecie n d o . La m ultitud era
an alítico s y p rag m áticos, totalm ente m aterialistas y te rre n ale s.
in m e n sa . Pronto tendrían h am b re. Y co m er en aquellos d ías no era co sa fá cil.
U na de la s co sa s ese n ciales del liderazgo es un sentido de v isió n y esto es
No había en aquella ladera del monte neg o cios de com ida ráp id a, de m odo que
esp ecialm ente verdad para cu alq uiera cuyo M aestro es C risto . Pero Felip e estaba
para cuando Je sú s hizo la pregunta, Felip e ya ten ía los c o sto s listo s. « F e lip e le

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o b sesio n ad o con asu n to s m u n d an o s y por lo tanto , se sentía abrum ado por la N ecesitaba ech ar a un lado su s p reo cup acio nes m a teria lista s, p rag m áticas y de

im p o sib ilid ad del problem a inm ediato . Sab ía d e m asiad a aritm ética para ser sentido co m ú n y aprender a apropiarse del poder sobrenatural de la fe.

o sad o . La realidad de lo s cru d o s hechos e n so m b reció su fe. Estab a tan


LA VISITA DE LO S G R I E G O S
o b sesio n ad o con esta d ifíc il situ a ció n tem p oral que no se daba cuenta de las

p o sib ilid ad es trasce n d e n tale s que se encontrab an en el poder de Je s ú s . Estaba Juan 12 nos da otro atisbo del carácter de Felip e. D e nuevo, ve m o s su

tan cautivado por los c álcu lo s del sentido co m ú n que no vio la oportunidad que tem peram ento extrem adam ente a n alítico . Se p reo cup a dem asiado por asuntos

la situació n p resentab a. Su resp uesta debía haber sid o : « S e ñ o r, si tú quieres tales co m o lo s m étodos y el pro to co lo . Le faltaba intrep idez y v is ió n , lo que lo

a lim en tarlo s, p ues, hazlo . Yo, sim p le m e n te , me dedicaré a o b servar có m o lo h acía dem asiado tím id o y d e m asiad o a n sio so . Y cu an d o tuvo una nueva

haces. Sé que puedes hacerlo . T ú h iciste vin o en C aná, y diste a tu s h ijo s el oportunidad para ejercitar la fe, vo lvió a d esp erd iciarla.

m aná en el desierto . H a z lo . Les d ire m o s a to d o s que fo rm en una fila y tú


Juan 12.20-21 d ice : « H a b ía cie rto s griegos entre los que habían su b id o a
sen cilla m en te haz la c o m id a » . Esa hubiera sido la resp uesta adecuada. Pero
adorar en la fiesta. E sto s, p u e s, se acercaron a Felip e , que era de Betsaida de
Felipe estaba co n ven cid o de que tal co sa sim p lem ente no se podía hacer. El
G alile a, y le rogaron, d icie n d o : Señor, q u isié ra m o s v e r a Je s ú s » . E sto s griegos, o
poder so b renatural ¡lim itado de Jesú s había escapado com p letam ente a su
eran gentiles que adoraban a D ios o eran p ro sélitos h ech o s y d erechos del
p ensam iento .
ju d a ism o que habían venido a Jeru salén a adorar a D ios durante la Pascu a. Esta

Por el otro lado, A ndrés parecía v islu m b ra r una pequeña p o sib ilid ad . Encon tró era la P a scu a final del sistem a estructural del A ntiguo T e stam e n to , durante la

a un n iñ o con dos peces en escabeche y cinco panes de ceb ada, y lo trajo a cual Je sú s m ism o hab ría de ser m uerto com o el verd adero Cordero de D io s. Él

Je sú s. Aun la fe de A n d rés fue desafiada por el tam añ o c o lo sa l del problem a iba rum bo a Jeru salén para m o rir por lo s pecados del m u n d o .

lo g ístico . Le dijo a Je s ú s : « A q u í está un m u ch a ch o , que tien e c in co panes de


Esto s griegos estaban m uy interesados en ver a Je sú s. Se dirigieron, enton ces,
cebada y d o s p e ce c illo s; m as ¿qué es esto para ta n to s?» (v. 9). O A n d rés tenía
a Felip e. Q u izá s porque su n o m b re era griego p ensaron que sería su m ejor
un débil rayo de esperanza que Je sú s haría oigo (lo sugiere el hecho de haber
co n tacto . O q u izá s se hab ían enterado que Felip e era, en cierta fo rm a , el
traído el niño a J e s ú s ), o estaba in flu en ciad o por el p e sim ism o de Felip e , y co n
ad m in istra d o r del grupo, el que h acía todos lo s arreglos que necesitab an los
este acto estaba id e n tificán d o se con la ¡dea de que la situ a ció n era im p o sib le .
d is c íp u lo s . De nuevo vem o s que, ya sea que Felipe ocupara esa p o sició n en

De cu alq u ier fo rm a, Felipe perdió la oportunidad de ver la recom p en sa a su fo rm a o ficial o porque no había otro designado a hacerlo , parece haber sido el

fe; y la acción de A ndrés (que probablem ente ind icab a algún exiguo grado de que estaba a cargo de la s o p eracion es. A s í que estos ho m b res se acercaron a él

fe ), fue reco m p en sad a. C o m o Je sú s les había enseñado: « S i tu vie re is fe co m o para que arreglara una reunió n co n Je sú s.

un grano de m o staza , d iré is a este m onte: Pásate de aq uí allá, y se p asará; y


Felip e, com o el típ ico ad m in istra d o r, probablem ente revisó todo el m anual de
nada os será im p o sib le » (M ateo 1 7 .2 0 ).
p ro to co lo s y p ro ced im iento s que tenía en la m ente. (D e hecho, si era co m o

Felipe necesitaba aprender esa le cció n . A él todo le parecía im p o sib le. m u ch o s ad m inistrad o res que he co no cid o , tiene que haber tenido un m anual de

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p o líticas por escrito , el que co n su lta ría m eticu lo sam en te e in sistiría en seg uir al A n d ré s. A ndrés s í que podía llevar a cualq uiera a Je s ú s . De m odo que « Fe lip e

pie de la letra. M e lo im agino co m o alguien que hace todo estrictam ente co m o fue y se lo dijo a A n d ré s; entonces A n d ré s y Felip e se lo d ijero n a Je s ú s » (Juan

está escrito .) D e alguna m anera, e sto s griegos su p iero n que esta era la persona 1 2 .2 2 ). O b viam ente, Felipe no era un hom bre d e cid id o . No había precedentes

que se dedicaba a las reglas, a s í es que le pidieron que arreglara una entrevista en cuanto a presentar gentiles a Je sú s, de modo que b u scó la ayuda de Andrés

con Je sú s. antes de dar cualq uier p aso . A s í nadie podría culp arlo de no haber hecho las

c o sa s de acuerdo al m a n u a l. D e sp u é s de todo, A ndrés siem pre estaba llevando


No era una petición d ifícil o co m p le ja . Pese a eso , Felip e parece no estar
gente a Jesú s. A ndrés sería el culpable si alguien presentaba alguna o b je ció n .
seguro en cuanto a lo que ten ía que hacer. Si hubiera co n su lta d o el m anual

sobre lo s gentiles y Je sú s, se hab ría dado cuenta que Jesú s había d icho en una Podem os sup o ner sin te m o r a eq uivo cam o s que Je sú s recibió a los griegos

o casió n cu an d o m andó a s u s d isc íp u lo s a p re d ic a r « P o r c am in o de gentiles no con alegría. Él m ism o dijo: « T o d o lo que el Padre me da, ve n d rá a m í; y al que a

va y á is, y en ciud ad de sam aritan o s no e n tré is, sin o id antes a las ovejas m í viene, no le echo fuera» (Juan 6 .3 7 ). Juan 12 no registra nada sobre la

perdidas de la ca sa de Isra e l» (M ateo 1 0.5-6). Y en otra o ca sió n , d ijo : « N o soy reunión de Je sú s co n los griego s, excepto el d isc u rso que Je sú s dio en aquella

enviado sin o a las ovejas perdidas de la ca sa de Isra e l» (M ateo 1 5 .2 4 ). o ca sió n :

¿P ro h ib ía ese p rin cip io que lo s gentiles se acercaran a Je sú s? Por sup u esto Je sú s les resp o nd ió d icie n d o : H a llegado la hora para que el H ijo del

que no. Al d e cir que había sido enviado a las ovejas perdidas de la ca sa de H om b re sea g lo rifica d o . De cie rto , de cierto os digo, que si el grano de trigo

Israel, Je sú s no estaba haciendo otra co sa que id en tificar la prioridad norm al de no cae en la tierra y m u ere, queda so lo ; pero si m uere lleva m u cho fru to . El

su m in iste rio : « a l ju d ío prim eram ente y tam b ién al griego» (R o m a n o s 2 .1 0 ). que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vid a en este m u n d o , para

Este era un p rin cip io general, no una ley inflexib le. Los griegos y otros gentiles vid a eterna la guardará. Si alguno me sirve, síg a m e; y donde yo estuviere, a llí

estaban expresam ente in clu id o s entre aquellos a q uien es Él m in istra b a . Je sú s tam bién estará m i se rvid o r. S i alguno me sirvie re , m i Padre le honrará

m ism o le había revelado a una m u jer sam aritana que Él era el M e sía s. A unque el (12.23-26).

enfoque central de su m in iste rio era prim ero a Israel, Él era, desp ués de to d o , el
En re su m en , les predicó el evangelio y los invitó a que se tran sfo rm ara n en
Salvad o r del m u ndo , no so lo de Israel. «A lo suyo v in o , y los suyos no le
su s d isc íp u lo s.
recib iero n . M as a to d o s los que le recib iero n , a los que creen en su n o m b re, les
¿ E stu v o bien que se llevara a estos griegos a Je sú s? A b so lutam ente. Je sú s
dio potestad de ser h e ch o s h ijo s de D io s» (Juan 1 .11-12).
m ism o invita a todos a beber del agua de la vid a gratuitam ente (A p o ca lip sis
Pero las p erso nas co m o Felip e no fu n cio n an bien con las reglas no e sc rita s,
2 2 .1 7 ). H ab ría sido un erro r d e sp ed ir a estos ho m b res. Felipe parecía sab er eso
porque quieren que cada regla sea rígida e in vio lab le. No había ningún p rotocolo
en su co ra zó n , aun cu an d o su cabeza estuviera o b sesio n ad a con p ro to co lo s y
en el m anual sobre có m o presentar griegos a Je s ú s . Y Felip e no estaba
p ro ced im ien to s.
preparado para hacer algo que no fuera co n ve n cio n a l.
E L A P O S E N T O A LTO
No obstante, él tenía un buen co ra zó n . De modo que llevó a los griegos a

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N uestro vista zo final a Felipe tiene lugar poco tiem po d esp ués, en el aposento Pero e llo s habían sid o lentos en entender. T o m á s po sib lem ente habló en

alto con los d isc íp u lo s co n o casió n de la últim a cena. E s im portante notar que nom bre de to d o s ellos cuand o d ijo : « S e ñ o r, no sab em o s a dónde v a s ; ¿cóm o,

esta fue la últim a noche del m inisterio terrenal de Je s ú s , la vísp e ra de la p ues, po d em o s sab er el c a m in o ?» (v. 5 ).

c ru cifixió n . La preparación fo rm al de los D o ce había llegado o ficialm en te a su


Je sú s le dijo: « Y o so y el cam in o , y la verd ad, y la v id a ; nadie viene al Padre,
fin . Y sin em bargo la fe de e llo s seguía sien d o patéticam ente débil. A quella fue
sin o por m í» (Juan 1 4 .6 ). Es probable que ahora todo haya sido m ás claro . Él
la noche en que estaban sentados alrededor de la m esa d iscutiend o sobre quién
iría al Padre en el c ie lo , y el ú nico cam ino para ellos era a través de la fe en
era el m ás grande en lug ar de to m ar la to alla y el lavabo y lavarle los pies a
Je sú s. Por sup u esto , este es uno de lo s v e rsícu lo s b íb lico s clave sobre la
Je sú s. Parecía que no habían e scu ch a d o m u ch a s de las le ccio n es m ás
exclusivid ad de C risto . Él estaba enseñando expresam ente que nadie puede ir al
im portantes que el Seño r les había en señ ad o . C o m o Je sú s d ijo , ellos eran
cielo si no co n fía en Él y lo acepta com o su ú nico Salvad o r. Él es el cam in o , el
« in s e n sa to s , y tard o s de co razó n para c re e r» (L u c a s 2 4 .2 5 ).
único ca m in o , al Padre.

Esto era verdad especialm ente en el caso de Felip e. D e to d a s las afirm acio nes
Luego Je sú s añadió una d eclara ció n explícita sobre su propia deidad: « S i me
in se n sa ta s, im p etu o sas, do lorosam ente faltas de con o cim ien to que en fo rm a
c o n o cie se is, tam b ién a m i Padre c o n o ce ría is; y desde ahora le c o n o c é is, y le
o casio nal escap aro n de los la b io s de lo s d is c íp u lo s , ninguna fue más
habéis v is to » (Juan 1 4 .7 ). Ahora estaba afirm ando en un lenguaje lo m ás claro
d esalentado ra que la hecha por Felipe en el aposento alto.
p o sib le que Él es D io s. Je sú s y su Padre so n de la m ism a esencia. C o n o ce r a

Aquella noche, el co razó n de Je sú s estaba an g ustiad o. Sab ía lo que le C risto es co n o cer al Padre, porque las diferentes Perso nas de la T rin id ad so n

esperaba al d ía siguiente. Sab ía que su tie m p o con lo s d isc íp u lo s estaba una en su e se n cia. Je sú s es D io s. Verlo a Él es ver a D io s. E llo s lo habían v isto y

term inand o y, aunque desde una persp ectiva puram ente h u m an a, lo s d isc íp u lo s co n o cid o de modo que, en efecto, ya co n o cían tam b ién al Padre.

no parecían estar m uy bien p reparados, Él les e nviaría el E sp íritu Santo para


Fue en este punto que habló Felip e: « S e ñ o r, m u éstran o s el Padre, y nos
cap acitarlo s co m o S u s te stig o s. Su trabajo terrenal con ellos estaba a punto de
b asta » (v. 8).
term in ar. Los estaba enviando co m o ovejas en m edio de lo b os (cf. Mateo
«¿M u éstran os el P a d re ?» ¿C ó m o Felip e pudo d e cir tal co sa, inm ediatam ente
1 0 .1 6 ). De m odo que estaba a n sio so por co n so la rlo s y an im a rlo s sobre el
desp ués de la d eclaració n de Je sú s? Esto es extrem adam ente triste. Era de
Esp íritu Santo, que ven d ría a cap acitarlo s.
esperar que para cu an d o Felipe llegó a este punto, tanto tiem po desp ués de
Les d ijo que no se turb aran en su s co razo nes y les prom etió que ¡ría a
haber venid o sigu iendo a Jesú s, debería haber estado m ejo r in fo rm ad o . To d o
preparar un lug ar para ello s (Juan 1 4.1 -2). A d em ás, les prom etió regresar para
ese tiem po había recib ido la s en señ an zas de Je sú s. H a b ía sid o testigo de
to m arlo s a s í m ism o de m odo que pudieran estar con Él donde Él ¡ría (v. 3 ). Y
in n u m erab les m ilag ro s. H a b ía v isto a la gente sanad a de la s peores
luego agregó lo siguiente: « Y sab éis a dónde voy, y sab éis el c a m in o » (v. 4 ).
enferm edades y d e fo rm a cio n e s. H ab ía estado a llí cu an d o Je sú s había echado
O b viam ente, el o dónde era el cie lo , y el cam ino a llí era el cam ino que Él les
fuera d e m o n io s. En m u ch a s o casio n es había pasado tiem po en ín tim a relació n
había trazad o en el evangelio.
con C risto , ve in ticu a tro horas del día, siete días de la sem an a durante m eses. Si

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en realidad había co n o cid o a C risto , tam b ién hab ría co n o cid o al Padre (v. 7 ). asu n to s a d m in istra tivo s y su pequeña m entalidad lo hab ían privado de una

¿C ó m o podía d e cir ahora: « M u é stran o s al Padre»? ¿D ó n d e había estado todo co m p ren sió n plena de Aquel cuya p resencia había disfrutad o .

ese tiem p o ?
Felip e, co m o los otros d isc íp u lo s, era un hom bre de hab ilid ad es lim itad a s. Su

« Je sú s le d ijo : ¿Tanto tiem po hace que estoy co n vo so tro s, y no me has fe era débil. Era un hom bre de entendim iento im p erfecto . Era escép tico ,

co n o cid o , Felip e? El que me ha visto a m í, ha v isto al Padre; ¿c ó m o , p ues, d ices an alítico, p e sim ista , renuente e inseg uro. Siem p re quería hacer las c o sa s de

tú: M u éstran o s el Padre? » (v. 9 ). ¿Q ué hab ría pensado Felipe que había estado acuerdo con el reg lam ento . Su mente estaba llena de hechos y de n ú m e ro s, lo

o curriend o en los ú ltim o s d o s o tres añ o s? De toda la gente que había que lo h acía incap az de cap tar el cuadro total del poder d ivino de C risto , de su

resp o nd id o con una fe tan en tu sia sta en el p rin cip io , ¿có m o pudo él hacer un Persona y de su gracia. Era lento para entender, lento para co n fiar y lento para

pedido co m o ese, ju sta m e n te al fin al? ¿D ónde estaba su fe? ver m ás allá de las c ircu n sta n c ia s in m ed iata s. To d avía quería m ás p rueb as.

Je sú s le preguntó: « ¿ N o cre es que yo soy en el Padre, y el Padre en m í? Las Si h u b iésem o s tenido que entrevistar a Felip e para la fu n ció n a la que Je sú s lo

palabras que yo o s h ab lo , no las hablo por m i propia cuenta, sin o que el Padre lla m ó , q u izá s hab ríam o s dicho com o c o n c lu sió n : « N o sirve. No es apto para ser

que m o ra en m í, él hace las o b ra s. C reedm e que yo soy en el Padre, y el Padre uno de lo s doce ho m b res m ás im portantes en la h isto ria del m u n d o ».

en m í; de otra m anera, creedm e por las m ism a s o b ras» (vv. 10-11). En esencia,
Pero Jesú s hab ría d ich o : « E s exactam ente lo que ando b u scan d o . Mi poder se
lo que Je sú s estaba d icien d o era esto: «Y o so y al Padre lo que ustedes son a m í.
perfecciona en la d eb ilid ad . H aré de él un p redicador. Será uno de los
Yo so y el apóstol del Padre. Yo soy Su shaliah. Yo actúo co n Su total poder
fun dad o res de la ig le sia .. Lo haré uno de los gobernantes en el reino y le daré
delegado a m í.
una recom p en sa eterna en el cielo . Y escrib iré su nom bre en una de las doce

« Y algo m ás: Yo so y uno con el Padre. Yo so y en el Padre y el Padre es en m í. puertas de la Nueva Je ru sa lé n » . A fo rtun ad am ente, el Seño r usa gente co m o

C o m p a rtim o s la m ism a esencia d ivin a » . Felip e, m u ch o s com o él.

N ótese la sú p lic a : «¿N o c re e s ?... ¡Cree!» Felip e ya había aceptado a Je sú s La trad ició n nos dice que Felipe fue usado grandem ente en la exp an sió n de la

com o M e sías. A hora C risto lo estaba an im an d o a que llevara su fe hasta su iglesia p rim itiva y fue uno de los p rim eros entre los ap ó stoles en su frir el

c o n c lu sió n lógica: Felip e ya estaba en p resencia del m ism ísim o D io s, vivo y m artirio . D e acuerdo a la m ayoría de lo s relatos, fue llevado a lam uerte

eterno. No necesitaba ver ningún m ilagro m ás grande que este. No necesitaba m ediante apedream iento en H e lió p o lis , en Frigia (A sia M e n o r), ocho años

ninguna otra prueba d ram ática. « ¿M u é stran o s el Padre?» ¿Q ué estaba d iciendo ? desp ués del m artirio de Jaco b o . A ntes de su m uerte, m ultitud es vin ie ro n a

¿Q u é cre ía él que había estado haciend o Je sú s? C risto por su p red icació n.

Por tres añ o s, Felipe había contem p lad o la faz m ism a de D ios y aun no veía O b viam ente, Felip e superó la s tend encias h u m an as que con tanta frecu en cia

las c o sa s con c larid ad . Su pensam iento terren al, su m a terialism o , su estorbaron su fe y se levanta con lo s otros ap ó stoles co m o una prueba «que lo

e sc e p tic ism o , su o b se sió n co n los d etalles m u n d an o s, su p reo cup ació n co n los necio del m undo escogió D io s, para avergo nzar a los sa b io s; y lo débil del

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m undo escogió D io s, para avergo nzar a lo fuerte; y lo vil del m u nd o y lo 7
m en o sp reciad o escog ió D io s, y lo que no es, para d e sh a ce r lo que es, a fin de

que nadie se jacte en su p re sen cia» (1 C o rin tio s 1 .2 7 -2 9 ).


NATANAEL. EN QUIEN NO HAY ENCAÑO

Respondió N atanael y le d ijo : Rabí, tú eres el H ijo de D ios; tú eres el Rey de

Israel.

— JU A N 1.49

EL CO M PAÑ ERO M ÁS C E R C A N O D E F E L IP E , N A T A N A E L , aparece com o

Bartolom é en las cuatro listas de los D o ce. En el Evangelio de Juan siem p re se

llam a N atanael. Bartolom é es un seu d ó n im o hebreo que quiere d ecir « h ijo de

T o lm a i» . N atanael sig n ifica « D io s ha dad o ». De m odo que él es N atanael, hijo

d e T o lm a i, o Bartolom é B ar-To lm ai.

Los Evangelios sin ó p tico s y el libro de H e ch o s no contienen detalles sobre el

trasfo n d o , carácter o p erso nalidad de N atanael. D e hecho, cada uno de e llo s lo

m en cio na so lo una ve z , cuando hacen la lista de los doce d is c íp u lo s . El

Evang elio de Juan lo hace aparecer en so lo dos p asajes: en Juan 1 , donde se

registra su llam ad o, y en Juan 21.2 donde se le n o m b ra co m o uno de los que

vo lvió a G alilea y fue a p escar co n Pedro d e sp u é s de la re su rre cció n de Je sú s y

antes de la a sce n sió n .

Según Juan 21.2, N atanael venía de una pequeña aldea de C aná de G alile a, el

lugar do nd e Jesú s hizo su p rim er m ilag ro , cam b iando el agua en vin o (Juan

2 .1 1 ). Caná estaba m uy cerca de N azaret, el pueblo de Je sú s.

Com o vim o s en el cap ítulo anterior, Felipe fue el que trajo a N atanael a C risto

inm ediatam ente d e sp u é s que Jesú s lo encontró y lo llam ó . Aparentem ente,

Felipe y N atanael eran bueno s am ig o s porque en cada una de las lista s de los

doce ap ó stoles de los E van g elio s sin ó p tico s, lo s no m b res de Felipe y Natanael

aparecen ju n to s. En lo s relatos re lacio n ad o s co n la iglesia p rim itiva y en m u ch as

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de las h isto rias de aquellos tie m p o s sobre lo s ap ó sto les, tam b ién su s no m b res p ro fe ta s» (Juan 1 .4 5 ). O b viam ente, la verdad de la E scritu ra era algo que

aparecen ju n to s. Aparentem ente, la am istad entre e llo s se m antuvo a lo largo de interesaba a N atanael. Felip e co n o cía a Natanael y, por lo tan to , sabía que

los años que pasaron con C risto . C o m o con Pedro y Andrés (que a m enudo se estaría intrigado por la noticia de que Jesú s era Aquel de quien M o isés y los

les no m b rab a ju n to s com o he rm an o s) y Jacobo y Juan (que igualm ente eran profetas hab ían profetizado en la E sc ritu ra . Por lo tanto , cuando Felipe le habló

h e rm a n o s), enco ntram o s a e sto s d o s siem p re lado a lado, no co m o herm ano s, a N atanael acerca del M esías a quien había h allado, lo hizo desde el punto de

sin o com o am igos c e rca n o s. v ista de la profecía del A ntiguo Te stam en to . El hecho de que Felip e le presentara

a Je sú s de esta m anera sugiere que Natanael conocía las p ro fecías del Antiguo
V irtu alm ente, todo lo que sab em o s de N atanael Bar-To lm ai viene del relato de
Testam e n to .
Juan de su llam ad o al d isc ip u la d o . Recuerde que tal evento tu vo lugar en el

desierto , poco d e sp u é s del b autism o de Je s ú s , cu an d o Juan el Bau tista señaló a Esto p robablem ente indique que N atanael y Felip e estudiaban ju n to s el

C risto com o el Cordero de D ios que quita el pecado del m u nd o (Juan 1 .2 9 ). A ntiguo T estam e n to . Ta m b ién es pro b ab le que hayan ¡do ju n to s al desierto a oír

A n d ré s, Juan y Pedro (y po sib lem ente tam b ién Jacob o) fu ero n los p rim eros en a Juan el B autista. A m b o s estaban in teresad o s en el c u m p lim ie n to de la profecía

ser llam ad o s ( w . 35-42). Al d ía siguiente, habiéndose propuesto ir a G alilea, del A ntiguo T estam e n to . O b viam ente, Felip e sabía que la n o ticia de Je sú s

Je sú s buscó a Felip e y lo llam ó tam bién (v. 4 3 ). co n m o ve ría a N atanael.

Según el ve rsícu lo 45, « F e lip e halló a N atanael». O b viam ente, eran am ig o s. La N ótese que no le d ijo : « E n c o n tré a un hom bre que tiene un plan trem endo

E scritu ra no dice si se trataba de una relació n de neg o cio s, una relació n fam iliar para tu v id a » . No le d ijo : « E n co n tré a un hom bre que arreglará tu m a trim o n io y

o so lo una relació n so cia l. Pero es evidente que Felipe era cercano a Natanael y tu s p ro b lem as p erso nales y dará sentido a tu v id a » . No trató de interesar a

sab ía que este estaría interesado en saber que fin alm e n te hab ían id entificad o al Natanael d iciénd o le có m o Jesú s podía m ejo rarle la v id a . Felipe habló de Je sú s

largam ente esperado M e sías. De hecho, Felipe no pudo esperar para co m p artir com o el c u m p lim ie n to de las p ro fecías del A ntiguo T e sta m e n to , porque él sab ía

la n o ticia con él, a s í es que inm ediatam ente lo buscó y lo trajo a Je sú s. que despertaría el interés de N atanael. E ste , co m o asiduo estudiante del Antiguo

T e stam e n to , ya b uscab a la verdad d ivina.


A parentem ente, Felip e halló a N atanael en o cerca del m ism o lugar d o nd e el

Seño r encontró a Felip e. La breve d e sc rip ció n de có m o N atanael vin o a Je sú s A p ro p ó sito , parece que to d o s los ap ó sto les, con la excepción de Judas

está llena de in d ica cio n e s sobre su carácter. De ella aprendem os bastante sobre Iscario te, hasta cierto grado, buscaban la verd ad d iv in a antes de enco ntrarse co n

la clase de persona que era N atanael. Je sú s. Estaban siend o atraíd o s por el E sp íritu de D io s. S u s co razo nes estaban

abiertos a la verdad y a n sio so s por co n o ce rla . Eran sin ce ro s en su am o r por


S U A M O R P O R LA E S C R IT U R A
D io s y en su deseo de co n o cer la verdad y recib ir al M e sía s. En ese sentido,

U n hecho interesante acerca de Natanael es obvio por la fo rm a en que Felip e le eran m uy d iferen tes del liderazgo re lig io so , que estaba d o m in ad o por la
an unció que había encontrado al M e sía s: « F e lip e halló a N atanael, y le d ijo : hip o cresía y la fa lsa piedad. Los d isc íp u lo s eran sin ce ro s.

H e m o s hallado a aquel de quien e scrib ió M o isés en la ley, a s í co m o los


Es probable que Felipe y A n d rés hayan pasado largas horas estudiand o la

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E scritu ra ju n to s, exam inando la ley y los profetas para d isc e rn ir la verdad sobre sin cero en su d evo ció n a la Palabra de D io s ; era h um an o . T e n ía ciertos

la venid a del M e sías. Y el hecho de que estuvieran tan bien adiestrados en la p re ju ic io s. Lo vem o s en su resp uesta al an uncio que le hiciera Felip e: « ¿D e

E scritu ra sin duda explica por qué estuvieron tan prestos a resp o nd er a Je sú s. N azaret puede s a lir algo de bueno?»

En el caso de Natanael esto se haría esp ecialm ente exúdente. Pudo recono cer
Podría haber d ic h o : « H e leído el A ntiguo T e stam e n to y el profeta M iqueas dice
p o sitiva e instantáneam ente a Je sú s porque tenía un entend im iento claro de lo
que el M esías saldrá de Belén [M iqueas 5 .2 ], no de N azaret». O pudo haber
que la E scritu ra decía sobre É l. Sabía lo que decían las p ro m e sa s, de m odo que
d ic h o : «P ero Felip e, el M esías se identifica con Jeru salén porque va a rein ar en
reco no ció el cu m p lim ien to cu an d o lo v io . C o n o cía a Aquel de quien M o isé s y
Jeru salén » . Pero la profundidad de su p rejuicio queda en evid encia en estas
los profetas hab ían e scrito , y reco no ció a Je sú s co m o « A q u e l» desp ués de la
p alab ras: « ¿D e N azaret puede sa lir algo de b ueno ?»
breve co n versació n que tu vie ro n . C o n una m irada, N atanael supo q uién era
Aquella no era una o b jeció n b íb lica o ra cio n a l; estaba basada en la em oción y
Je sú s y lo recibió a h í m ism o . E so fue p o sib le porque había sido un estud io so
en el fa n a tism o . Revela el d e sp recio que N atanael sentía por la ciud ad de
diligente de la E scritu ra .
Nazaret. Francam ente, C aná no era tam po co una ciud ad de m u cho prestigio.
Felipe le d ijo : « [E s ] Jesú s, el hijo de José, de N azaret». « Je sú s » era un
H oy día, es absolutam ente intrascendente. A m enos que usted quiera ver la
nom bre bastante c o m ú n . Y 'sh u a es su fo rm a aram ea. Es el m ism o nom bre que
c a p illa que se construyó en el lugar donde se supone que Je sú s co n virtió el agua
se trad u ce « Jo su é » en el A ntiguo T e stam e n to . Su sig n ificad o es: «Jeho vá es
en v in o , probablem ente no tenga ningún interés en ir allí. Caná estaba alejada
sa lva ció n » («p o rq ue él salvará a su pueblo de s u s p e ca d o s» , (M ateo 1 .2 1 ).
del tráfico ca m in e ro , en tanto que N azaret estaba en una en cru cijad a de rutas
Felipe estaba u san d o la exp resió n « h ijo de Jo sé » co m o una esp ecie de apellido:
im p o rtan tes. Para ir del M editerráneo a G alile a, la gente tenía que p asar por
« Je sú s B a rjo sé » , a s í com o su am igo era «N atanael B a rT o lm a i» . A s í era co m o
Nazaret. U na de la s rutas p rin cip a les de norte a sur entre Jeru salén y el Líb ano,
co m ú n m e n te se id entificab a a la gente. (Era el equivalente hebreo de los
pasaba a través de N azaret. N un ca « p a s ó » nadie por C aná. Caná estaba
apellidos m o d erno s co m o Jo se p h so n o Jo h n s o n ). A través de la h isto ria, la
apartada de to d o . De modo que la falta alguna co sa atractiva en N azaret no
gente se ha id entificad o de esta m anera, co n ap ellid o s d erivad o s de s u s p ad res.)
explica el p rejuicio de N atanael. S u s palabras p robablem ente reflejen algún tipo

Tiene que haber habido una cierta cantidad de so rp re sa en la voz de Felipe. de rivalidad entre N azaret y C aná.

Era com o si estuviera d icie n d o : « ¡N o lo v a s a creer, pero Je sú s, el hijo de José,


N azaret no era un pueblo refinado. Su cultu ra, en su m ayo r parte, era poco
el hijo del carp intero de N azaret, es el M e sía s!»
fin a y falta de e ru d ició n . (Aun es a s í el día de hoy.) No es un lugar

SU PREJUICIO p articularm ente p in to re sco , aunque tiene cierta belleza en la s faldas de los

cerro s de G alile a. Pero no es una ciudad m em orable en la actualidad, y lo fue


El ve rsícu lo 46 no s ofrece una faceta m ás del carácter de N atanael. A unque era
m enos en los tiem p o s de Jesú s. Los isra e lita s m iraban con d e sp re cio a los
un estudiante de la E scritu ra y un b u scad o r del cono cim ie n to verdadero de
g a lile o s, y aun los galileos m iraban con d e sp recio a lo s n a za re n o s. N atanael,
D io s; aunque te n ía un fuerte interés espiritual y había sido fie l, diligente y
aunque ve n ía de una aldea aun m ás in sig n ifica n te , estaba sim plem ente

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expresando el d esp recio general de los galileos por N azaret. Esta era la m ism a sinagoga de N azaret, su propia sinagoga donde había crecido , estaba tan llena

clase de o rgullo regional que podría m o strar una p erso n a de una ciudad de p reju icio s contra Él que desp ués que les hub o predicado un so lo se rm ó n , lo

im portante por alguien que viene de un pueblo d escono cido . llevaro n a un acantilado en las afueras de la ciud ad y trataron de tirarlo risco

abajo para m atarlo ( w . 28-29).


A quí vo lve m o s a ver que D io s se co m p lace en u sa r las co sa s o rd in arias,

d éb iles e in sig n ifica n te s para co n fu n d ir a lo sab io y poderoso (cf. 1 C o rin tio s El p re ju icio afectó su v isió n del M e sía s. El pueblo de Israel estaba p rejuiciad o

1 .2 7 ). Él in c lu so llam a a las p erso nas de la s lo calid ad es m ás d e sp reciad as. contra Él por ser galileo y nazareno . T en ían p re ju icio s porque lo co n sid e rab an

T a m b ién puede to m ar a una persona im perfecta, enceguecida por lo s p rejuicio s una p erso n a sin ed u cació n y al m argen del siste m a relig io so . Su p re ju icio se

y c am b iarla en alguien capaz de tran sfo rm ar el m u ndo. Al fin y al cab o , la única m o strab a p articularm ente co n tra Su m e n saje . Y su p re ju icio contra Él lo s alejó

exp licació n es el poder de D io s, de m odo que toda la gloria es para Él. del evangelio. No q u isiero n o írle porque eran c u ltu ral y religiosam ente

into lerantes.
Para N atanael era in co n ce b ib le que el M esías vin ie ra de un lugar tan vu lg ar

com o N azaret. Era un lugar inculto , lleno de m ald ad, co rro m p id o y habitado por Juan Bunyan entendió el peligro del p reju icio . En su fam o sa alegoría La Guerra

gente pecadora. N atanael sim p letam ente no podía p e n sa r que algo bueno saliera San ta , describe a las fuerzas de Em an u el llevand o el evangelio al pueblo de

de a llí; sin em bargo, se olvidab a que él m ism o venía de un lugar igualm ente M a n so u l. In iciaro n su asalto sobre M anso ul por la puerta del oído porque la fe

desp reciab le. vien e por el oír. Pero D ia b o lu s, el enem igo de Em anuel y las fu e rza s de éste,

querían m antener a M anso ul en el infierno . De m anera que D iab o lus decidió


El p reju icio es m uy feo. Las g eneralizacio nes b asadas en se n tim ie n to s de
contener el ataque estacion and o un guardia especial en la puerta del oído. A llí
su p e rio rid a d , no sobre h e ch o s, pueden ser esp iritualm ente d e b ilitantes. El
puso «al viejo señor Preju icio , un tip o co lé rico y d esadap tado ». Según Bunyan,
p rejuicio aleja a m u ch a s p erso nas de la verd ad . Por cierto que m u ch o s en la
e llo s hiciero n del señ o r Prejuicio «cap itán de la guardia en esa puerta y p usiero n
nación de Israel re ch azaro n a su M esías debido a p re ju ic io s. Tam p o co creyeron
bajo su m ando a sese n ta h o m b re s, llam ad o s ho m b res so rd o s; ho m b res
que su M esías podría venir de N azaret. Para ellos era inco nceb ib le que el
aventajados para ese se rv icio , puesto que no oían ninguna palabra de los
M esías y to d o s su s ap ó stoles pudieran venir de G alile a. Se b urlaban de los
cap itanes ni de lo s so ld a d o s» . Esta es una d e scrip ció n m uy v iv id a de có m o
ap ó stoles refiriéndose a ellos com o galileos igno rantes. Los fa rise o s insultaro n a
m u ch a s p erso nas se tornan in sen sib le s a la verdad del evangelio. S u s pro p ios
N ico d em o , d icié n d o le : « ¿ E re s tú tam b ién galileo? E sc u d riñ a y ve que de G alilea
p reju icio s los hacen sordos a la verdad.
nun ca se ha levantado p rofeta» (Juan 7 .5 2 ). A ello s no le s gustaba que Je sú s

hablara contra la religión estab lecid a en Je ru sa lé n . Y desde los líderes relig io so s Los oídos de lo s ho m b res están cerrad o s al evangelio por m u ch a s c la se s de

hasta el pueblo que a sistía a las sin ag o g as, fue en cierto grado su p rejuicio lo p re ju ic io s: p rejuicio ra cia l, p reju icio so c ia l, p rejuicio relig io so y prejuicio

que hizo que rechazaran a Je s ú s . Esto o cu rrió in c lu so en el propio pueblo de intelectual. Eli p rejuicio causó que la m ayo r parte de la nación ju d ía hiciera

Je sú s. Se m ofaban de Jesú s d iciénd o le hijo de José (L u c a s 4 .2 2 ). No tenía honra oídos so rd o s al M e sía s. Satan ás había estacionado en la puerta de los oídos de

ni en su propia tierra debido a que era hijo de un carp intero (v. 2 4 ). Y toda la Israel al se ñ o r Prejuicio y su banda de so rd o s. Por eso fue que cuando Je sú s «a

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lo S u y o v i n o , y l o s S u y o s n o le r e c i b i e r o n » (Juan 1 .1 1 ). una poderosa reco m en d ació n de su carácter. Je sú s vio a N atanael cuando ven ía

h acia él y dijo de él: « H e aq uí un verd adero isra e lita, en quien no hay engaño»
Juan Bunyan usó la m etáfora de la so rdera. El apóstol Pablo usó la de la
(Juan 1.4 7 ).
ceguera: «P e ro s i nuestro evangelio está aún encub ierto, entre los que se

pierden está encub ierto; en lo s cu ales el d io s de este siglo cegó el ¿Puede im ag in arse algo m ás poderoso que unas palabras de ap ro b ació n que

entend im iento de los in c ré d u lo s, para que no les resp la n d ezca la lu z del vengan de la boca de Je sú s? Sería una de la s c o sa s para oír al final de la vid a,

evangelio de la gloria de C risto , el cual es la im agen de D io s» (2 C o rin tio s junto con « B ie n , buen sie rvo y fie l; sobre poco has sido fie l, sobre m u ch o te

4 .3 -4 ). Su p reju icio contra la verdad lo s dejó ciegos y so rd o s, y perdieron el pondré; entra en el gozo de tu se ñ o r» (cf. M ateo 2 5 .2 1 , 2 3 ). A m enudo oím os

m en saje. Y sucede lo m ism o hoy en día. elogios en fun erales que exaltan la s virtu d es de la p erso n a fallecid a. ¿Pero no le

gustaría que Je sú s d ijera esas palabras de usted desde el m ism o co m ie n zo ?


N atanael v iv ía en una so cied ad que era p re ju icio sa por tem p eram ento. En

realidad, to d o s los p ecadores lo so n. H ace m o s afirm acio n es p re ju icio sa s. Esto habla m u cho del carácter de N atanael. D esd e el co m ien zo él tu vo un

Sacam o s c o n c lu sio n e s p re ju icio sas sobre in d ivid u o s, c la se s de p erso nas y co razó n puro. Es claro que N atanael era h u m an o . T e n ía faltas p e ca m in o sa s. Su

so cied ad es enteras. N atanael, co m o n o so tro s, ten ía esa tendencia p e ca m in o sa . Y m ente estaba m anchada por un grado de p reju icio , pero su co ra zó n no estaba

al p rin cip io su p reju icio lo hizo reaccio n ar co n e scep ticism o cuand o Felipe le dañado por la m entira. No era h ip ó crita . Su am or por D ios y su deseo de ver el

dijo que el M esías era nazareno . M esías eran g en u in o s. Su co razó n era sin cero y sin engaño.

A fortunadam ente, su p re ju icio no fue lo suficien tem en te fuerte co m o para Je sú s se refiere a él com o «u n verdadero isra e lita » . La palabra en el texto

alejarlo de C risto . « L e dijo Felip e: V en y v e » (v. 4 6 ). Esa es la m ejo r m anera de griego es alethos, que quiere decir «verd ad eram ente, g enuinam ente». Él era un

enfrentar el p reju icio : C o nfro ntarlo con lo s hech o s. El p rejuicio está basado en israelita auténtico.

los se n tim ien to s. Es sub jetivo y no refleja n ecesariam ente la realidad de los
E sta, por sup u e sto , no es una referencia a su d escen d e n cia fís ic a de A b raham .
hech o s. De m odo que el rem edio para el p rejuicio es una m irada sin cera a la
Je sú s no estaba hablando de genética. Él estaba relacio nand o la c o n d ició n de
realidad o b jetiva. « V en y ve » .
N atanael co m o un auténtico israelita con el hecho de que en él no había

Y N atanael fue. A fortunadam ente, su m ente p rejuiciad a no era tan poderosa engaño. Su falta de engaño es lo que lo definió com o un israelita verdadero.

com o su co razó n b u scad o r. M u ch o s de lo s israelitas en los tiem p o s de Jesú s no eran sin c e ro s ; eran

hip ó crita s, fa ls o s . V ivía n v id a s co n una ap ariencia de esp iritu alid ad pero esto no
SU S IN C E R ID A D DE C O R A ZÓ N
era auténtico y, por lo tanto, no eran h ijo s esp iritu ale s g enuinos de A b raham .

El asp ecto m ás im portante en el carácter de Natanael está expresado por los N atanael, sin em bargo, era sin ce ro .

labios de Je sú s. Jesú s ya co n o cía a N atanael. Él « n o tenía necesidad de que


En R om ano s 9.6-7, el apóstol Pablo d ic e : «N o todos lo s que d e sciend en de
nadie le d iese testim o n io del h o m b re, pues él sab ía lo que había en el ho m b re»
Israel son isra e lita s, ni por se r d escendientes de A b rah am , son to d o s h ijo s » . En
(Juan 2 .2 5 ). Por eso, s u s p rim eras palabras desp ués de ver a N atanael fueron

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Rom ano s 2.28-29, escrib e: « P u e s no es ju d ío el que lo es exteriorm ente, ni es la Ten em o s que su p o n e r que Natanael aun se preguntaba si este hom bre

c irc u n c is ió n la que se hace exteriorm ente en la carne; sin o que es ju d ío el que lo realm ente se ría el M e sía s. No se trataba de poner en d ud a el ju icio de Felipe;

es en lo interio r, y la c irc u n c is ió n es la del co ra zó n , en e sp íritu , no en letra; la Felipe era su am igo, de m odo que seguram ente sab ía suficie n te sobre él para

alab anza del cual no viene de los ho m b res, sin o de D io s» . sab er que Felip e , el analítico in d eciso , ja m á s haría un ju icio p recip itad o . No era

que cu estio n ara la E scritu ra o que fuera p ro clive al e sc e p tic ism o . Era so lo que
A quí había un ju d ío au té n tico , uno de la d escendencia esp iritu al de A b raham .
este h o m b re de N azaret no parecía e n cajar en la im agen que se había hecho en
A quí había uno que adoraba al D io s verdadero y vivo sin engaño ni h ip o cresía.
su mente del M e sía s. Je sú s era hijo de un carp intero , un hom bre sin nom bre ni
Natanael era un hom bre sin d o b lez. M ás tarde, en Juan 8 .3 1 , Jesú s hab ría de
d e sc rip c ió n , de un pueblo que no tenía co n exió n alguna con la profecía.
d e c ir « S i vo so tro s p erm aneciereis en m i palabra, seréis verd aderam ente m is
(N azaret ni siquiera existía en lo s tie m p o s del A ntiguo T e sta m e n to .) Y ahora
d is c íp u lo s » . La palabra griega es la m ism a : alethos.
Je sú s le hab lab a com o si sup iera todo sobre él e in c lu so p udiera ver dentro de
N atanael fue desde el p rincip io un d isc íp u lo verd ad ero . No había h ip o cresía
su co ra zó n . N atanael so lo estaba tratando de entender las c o s a s .
en él. Esto es m uy in u su a l, y era p articularm ente raro en el Israel del siglo
« ¿D e dónde me c o n o c e s ?» Pudo haber querido decir: ¿ M e estás adulando?
prim ero. Recuerde, Jesú s acu só a todo el sistem a religioso de su día co m o
¿ E s tá s tratando de hacerm e uno de tus seguidores con esos cu m p lid os? ¿C ó m o
hip ó crita s. M ateo 23.13-33 registra una im p re sio n an te diatriba contra los
podrías saber lo que hay dentro de m i corazón?
e scrib a s y fa rise o s en la cual Je sú s lo s llam a hip ó critas desde todo ángulo

p o sib le . T a m b ié n la s sinagogas estaban llenas de hip ó crita s. D esde los m ás « R e sp o n d ió Jesú s y le d ijo : « A n tes que Felipe te llam ara, cu an d o estabas

altos líderes hasta el pueblo en la s c a lle s, la hip o cresía era una plaga en esa debajo de la higuera, te v i» (v. 4 8 ). Esto cam b ió la s c o sa s. No era una

cultu ra. Pero he aquí un jud ío verd ad ero , s in h ip o cre sía. H e aq uí un hom bre ad u lació n ; ¡era o m n iscie n cia ! Jesú s no había estado física m e n te p resente co m o

cuyo co razó n había sido circu n cid a d o , p urificad o de c o rru p c ió n . Su fe era para ver a Natanael debajo de la higuera, y N atanael lo sab ía. De repente, se dio

genuina. Su d evo ció n a D ios era real. Era un hom bre sin engaño, a d ife re n cia de cuenta de que estaba parado ante la p resencia de A lg uien que p o d íam irar dentro

los e scrib a s y fa rise o s. Era un hom bre verdaderam ente ju s to , afectado por el de su co ra zó n co n u nam irada o m n iscie n te .

pecado com o to d o s n o so tro s, pero ju stifica d o ante D io s a través de una fe


¿C uál es la im p ortancia de la higuera? Probablem ente era el lugar a donde
verd adera y viva.
Natanael iba a estud iar la E sc ritu ra y m editar en ella. En aquella cu ltu ra y época,

SU FE V E H E M E N T E las casa s eran m ás bien peque-ñas, ca si siem p re de un so lo cuarto. Por lo

general se co cin a b a adentro, de m odo que el fuego se m antenía prendido


Porque S u c o ra zó n era sin cero y S u fe era real, N atanael v e n ció S u p reju icio . Su
in c lu so en verano . La ca sa podía lle n arse de hum o y de aire v icia d o . A lrededor
resp uesta a D io s y la narració n que sig u e revelan su verdadero carácter. Al
de las casa s se plantaban árboles para m antenerlas fre scas y co n so m b ra. Las
p rin cip io , se m aravilló porque Je sú s parecía sab er todo sobre él. « L e dijo
higueras eran uno de los m ejores árboles para plantar cerca de las c a s a s debido
N atanael: ¿D e dónde me c o n o c e s ?» (Juan 1.4 8 ).
a que p roducen sa b ro so s fru to s y dan buena so m b ra . Las hig u eras crecen hasta

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una altura de unos cinco m etro s. Tien en un tron co corto y n u d o so , y su s ram as había captado dos años d e sp u é s, cu an d o le dijo a Jesú s en el aposento alto:

son b ajas y se extienden h asta unos ocho o d iez m etro s. U na higuera cerca de « M u é stra n o s el Pad re» (Juan 14.8 , 9 ). Lo que Felipe no había entendido hasta el

una ca sa proveía un buen lugar grande, protegido y so m b read o . Si usted quería fin a l, su am igo N atanael lo había entendido desde el m ism o co m ie n zo .

escap ar del ruido y la atm ósfera pesad a de la c a s a , salía afuera y podía


N atanael co n o cía el A ntiguo T estam e n to . Estab a fa m iliariza d o con lo que los
d e sca n sa r bajo su so m b ra . Era una esp ecie de lugar exterior p rivad o , perfecto
profetas habían dicho . Sab ía dó nd e b u scar. Y ahora, dado el hecho de que Je sú s
para la m ed itació n, la reflexión y la so ledad . Sin duda que N atanael fue a llí para
ve n ía de N azaret, su o m n iscie n c ia , su in tu ició n e sp iritu a l, su cap acid ad para leer
estudiar la E scritu ra y orar.
el co razó n fue suficien te para co n ven cer a N atanael que no había d ud as que Él

En efecto, Jesú s le estaba d icié n d o le : « C o n o zco el estado de tu co ra zó n era el M e sías verdadero.

porque te vi debajo de la higuera. Sab ía lo que estabas hacien d o . Ese es tu


La fam iliarid ad de Natanael con las p ro fecías m esián ica s del Antiguo
cuarto privado a donde vas a estu d iar, o rar y m editar. En ese lugar secreto , te vi.
T e stam ento se ve claram ente en su resp uesta a Je sú s (« T ú eres el H ijo de D io s;
Yo sab ía lo que estabas h acien d o ». No fue que Je sú s hubiera visto únicam ente
tú eres el Rey de Is ra e l» ). El Salm o 2 in d ica claram ente que el M esías se ría el
el lugar d o nd e estaba N atanael, sin o que tam bién había v isto su corazón. Supo
H ijo de D io s. M uch as p ro fecías del A ntiguo T estam ento hablaban de Él co m o el
que Natanael era sin ce ro porque vio a través de su co razó n cuando estaba
«R ey de Isra e l» , incluyendo So fo nías 3.15 («Jehová ha apartado tu s ju ic io s, ha
debajo de la higuera.
echado fuera tu s enem igos: Jehová es Rey de Israel en m edio de ti; nun ca m ás

Aquello fue suficien te para N atanael. « R e sp o n d ió Natanael y le d ijo : R ab í, tú ve rá s el m a l» . Y Z acarías 9.9 («Alégrate m u ch o , hija de S io n ; da v o c e s de jú b ilo ,

eres el H ijo de D io s; tú eres el Rey de Isra e l» (v. 4 9 ). hija de Jeru salén ; he aq uí tu rey ven d rá a ti, ju s to y sa lva d o r, h u m ild e , y

cabalgand o sobre un asn o , sobre un p o llino hijo de a s n a » ). M iqueas 5.2, el


El Evangelio de Juan en su totalidad se e scrib ió para p robar que Je sú s es el
m ism o ve rsícu lo que predice su n acim iento en Belén, se refiere a Él co m o «D e
H ijo de D io s (Juan 2 0 .3 1 ). Las p rim eras palabras de Juan so n una d eclaració n
ti me sa ld rá el que será Seño r en Israel; y su s sa lid a s so n desde el p rincip io ,
poderosa de la deidad de Jesú s (« E n el p rin cip io era el Verbo, y el Verbo era
desde los d ías de la etern id ad », id en tificán d o lo no so lo co m o Rey sin o com o el
con D io s, y el Verbo era D io s » .) Cada punto en este Evangelio está d iseñ ado
Eterno. De m anera que cu an d o Natanael vio pruebas de la o m n iscie n c ia de
para p robar que Je sú s es el H ijo de D io s (com p artiend o la m ism a esencia co m o
Je sú s, instantáneam ente reconoció al que había estado esperando, al M e sía s, el
D io s ), destacando s u s m ilag ro s, su carácter sin p ecad o , la sa b id u ría d ivina de
H ijo de D io s y el Rey de Israel.
su enseñanza y s u s atrib uto s, que son lo s m ism o s atrib u to s de D io s. Juan está

escrib ie n d o para m o strar las d iversas m aneras en las cu ales Je sú s se m anifestó N atanael fue co m o Sim e ó n , quien tom ó en su s b razo s al niño Je sú s y d ijo :

a s í m ism o com o D io s. Y aq uí en el cap ítulo prim ero, presenta el testim o n io de « A h o ra, S eñ o r, desp ide a tu siervo en paz, co n fo rm e a tu palabra; porque han

N atanael que este Jesú s es el o m n iscie n te H ijo de D io s, de la m ism a e sencia de v isto m is ojos tu sa lv a ció n , la cual has preparado en p resencia de to d o s los

D io s. p ueb lo s; lu z para revelación a los gentiles, y gloria de tu pueblo Isra e l» (Lu ca s

2 :29-32). Sim eó n reco no ció a Jesú s en fo rm a instantánea com o Aquel que había
Recuerde, esta es la m ism a verdad que Felip e, el am igo de N atanael, aun no

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estado esp eran d o . N atanael, un estudiante cu id ad o so de la E sc ritu ra , era un trad ició n dice que fue m etido dentro de una b o lsa, atado y echado al m ar. Otra

ju d ío verdadero que esperaba al M esías y sab ía que cu an d o Él vin ie ra sería el trad ició n dice que fue c ru cifica d o . Pero por to d o s estos relatos, sa b em o s que

H ijo de D ios y Rey. Natanael nun ca se co m p ro m e tió a m ed ias. Entendió fue m artirizad o com o todos los a p ó sto les, excepto Juan.

plenam ente y se co m p ro m etió en fo rm a ab so lu ta desde el p rim er día.


N atanael fue fiel hasta el fin porque fue fiel desde el p rin cip io . T o d o lo que

« R e sp o n d ió Je sú s y le dijo: ¿Po rque te d ije : T e vi debajo de la higuera, crees? experim entó con C risto , y todo lo que experim entó desp ués del nacim iento de la

C o sa s m ayores que estas verás. Y le d ijo : De cie rto , de cierto os digo: De aquí iglesia del N uevo Te stam en to , hiciero n que su fe fuera m ás fuerte. Y N atanael,

adelante veréis el cie lo abierto, y a los ángeles de D ios que sub en y d esciend en com o los otros ap ó sto les, p erm anece co m o una prueba de que D io s puede

sobre el H ijo del H o m b re » (Juan 1 .5 0 -5 1 ). C o n eso estaba co n firm a n d o la fe de to m ar a las p erso nas m ás co m u n es y co rrien tes, desde los lugares más

N atanael y prom etiéndole que ve ría co sa s m ás grandes que una sim p le in sig n ifica n te s y u sa rla s para su gloria.

d em o stració n de la o m n iscie n cia de Je sú s. Si una sim p le d eclara ció n sobre la

higuera fue suficie n te para co n ven cer a N atanael que este era el H ijo de D ios y

el Rey de Israe l, to d avía no había v isto nada. De ahora en adelante, todo lo que

viera enriquecería y aum entaría su fe.

A la m ayoría de los d isc íp u lo s les costó llegar al punto en el cual estuvo

N atanael desde su prim er encuentro co n Je sú s. Pero para Natanael, el m in iste rio

de C risto so lo afirm ó lo que ya él sabía que era verd ad. ¡Q u é herm oso es ver a

alguien tan digno de co n fian za y con tanta fe desde el co m ie n zo , de m odo que

los sigu ientes tre s añ o s con Je sú s fueron para N atanael so lo el despliegue de un

panoram a de realidad sob renatural!

En el A ntiguo T e sta m e n to , Jacob tu vo un sueño en el cual v io « u n a escalera

que estaba apoyada en tie rra, y su extrem o tocab a en el c ie lo : y he aq uí ángeles

de D ios que su b ía n y d escen d ían por ella» (G é n e sis 2 8 .1 2 ). Las palabras de

Je sú s a Natanael eran una referencia a ese relato del A ntiguo T e sta m e n to . Él era

la escalera. Y N atanael vería a los ángeles de D ios ascendiendo y descend iend o

sobre É l. En otras p alab ra s, Je sú s es la escalera que conecta el cielo y la tierra.

Eso es todo lo que la E scritu ra no s dice sobre N atanael. Los escrito s de la

iglesia p rim itiva sugieren que m in istró en Persia y en la Ind ia, y que llevó el

evangelio hasta A rm en ia. No hay registros fid ed ig n o s de có m o m u rió . U na

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2 6.5-6). D ios le dijo a Israel: « Y dejaré en m edio de ti un pueblo h u m ild e y

pobre, el cual confiará en el nom bre de Jehová » (S o fo n ía s 3 .1 2 ). « A s í ha dicho

MATEO. EL COBRADOR DE IMPUESTOS: Y TOMÁS. Jehová el S e ñ o r Depón la tiara, quita la co ro n a ; esto no será m ás así; sea

exaltado lo bajo, y h u m illa d o lo alto » (Ezequiel 21.26).


EL GEM ELO
No es de so rp render, enton ces, que Jesú s desdeñara la cre en cia que tenían

Pasando Jesú s de allí, vio a un hombre llam ado M a teo , que estaba sentado al ciertas p erso nas de creerse su p e rio re s. Los líderes religioso s de su s d ías (com o

banco de los tributos públicos, y le dijo: Síguem e. Y se levantó y le siguió. la va sta m ayoría de la s celebridades relig io sa s aun en la actualidad) eran ciegos

guiando a cie g o s. La m ayor parte de los m iem b ro s de la jerarquía relig io sa ju d ía


— M A T E O 9.9
en los d ías de Je s ú s eran tan ciegos e sp iritualm ente que cu an d o el M e sías vino

Dijo entonces Tom ás, llam ado D ídim o, a sus condiscípulos: Vam os tam bién e hizo m ilagros delante de su s propios ojos, aun a s í no lo vieron com o el

nosotros, para que m uram os con él. M e sía s. M ás bien lo viero n com o un entro m etid o , un intruso . Lo co n sid e raro n

su enem ig o. Y desde el m ism o co m ie n z o , desde el p rim er m o m en to que Él


— JU A N 11.16
predicó en p úb lico , b u scaro n la m anera de darle m uerte (L u c a s 4 .2 8 -2 9 ).

C O M O H E M O S V IS T O H A S T A A H O R A , uno de los h e ch o s que so b resale en las


Al fin a l, fueron el jefe de los sacerdotes y el co n cilio gobernante de Israel los
vid a s de lo s doce ap ó stoles es cuán se n c illo s y poco refinados eran cuand o
que guiaron a la m u ltitud a pedir la sangre de Je sú s. La jerarq uía relig io sa lo
Jesú s lo s enco ntró . Los doce, co n la excep ció n de Judas Iscario te, eran de
odiaba. En to n ces, no es de extra-ñarse que cu an d o llegó el m om ento para que
G alile a. To d a esa región era predom inantem ente rural y estaba form ada por
Je sú s eligiera y no m b rara ap ó sto les, él no se fijara en la élite religiosa, y en
pequeñas aldeas y v illa s . Su gente no era de ninguna m anera de la élite. No eran
cam b io escog iera hom bres de fe se n c illo s que eran, desde todo punto de vista
co n o cid o s por su ed u cació n académ ica. Eran lo m ás co m ú n y corriente entre lo
terren al, vu lg ares.
co m ú n y corriente. Eran p escado res y ca m p e sin o s.
No era que lo s líderes relig ioso s que se creían ju s to s no creyeran en los
A s í eran tam b ién lo s d is c íp u lo s . En form a deliberada, Jesú s pasó de alto a los
m ilag ro s de Je sú s. En ninguna parte del Evangelio se dice que alguien haya
aristo crático s e influyentes y escog ió ho m b res m ayorm ente de lo desp reciab le
negado la realidad de los m ilagros de Je s ú s . ¿Q u ién hubiera podido negarlos?
de la so cied ad .
Eran ta n to s, y la gran m ayoría h e ch o s p úb licam ente, que ni el m ás escéptico de

A s í ha sido siem p re en el siste m a de D io s. Él exalta al h u m ild e y pone en su los enem igos de Je sú s se habría atrevido a neg arlo s. Por su p u e sto , algunos

lugar a lo s so b e rb io s. « D e la b o ca de lo s n iñ o s y de lo s que m am an , fun d aste la trataron en fo rm a desesp erad a de atribuir los m ilagro s de Je sú s al poder de

fo rtale za» (Salm o 8 .2 ). «Po rq ue derribó a los que m o rab an en lugar su b lim e; Satanás (M ateo 1 2.24). N adie, sin em bargo, negó ja m á s que lo s m ilagros fueran

hu m illó a la ciudad exaltada, la hu m illó hasta la tie rra , la derribó hasta el polvo. reales. T o do el que q uisiera podía ver que Él te n ía poder para ech ar fuera

La hollará pie, lo s pies del aflig id o , los pasos de los m e n e ste ro so s» (Isaía s d em o nio s y hacer lo s m ilagros que q u isie se hacer. Fran cam en te, nadie podía

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preguntarse si Él tenía poder sobre el m u nd o so b renatural. doce ap ó sto les.)

Pero lo que irritaba a los líderes relig ioso s no eran los m ilag ro s. E llo s podrían Cuand o Jesú s lo llam ó, M ateo era co b rad o r de im p u e sto s, un p ub lican o . Esto

haber vivid o con el hecho de que Je sú s había cam in ad o sobre el m ar o que es lo ú ltim o que esp eraríam os de un hom bre que llegaría a ser un apóstol de

pudo alim entar m ilag ro sam en te a c in co m il p erso nas. Lo que no podían tolerar Je su cristo , un im portante líder de la iglesia y un p red icad o r del evangelio.

era que lo s llam ara p ecado res. E llo s ja m á s se reco no cerían co m o pobres, D esp u és de to d o , los co b rad o res de im p u e sto s eran la gente m ás d esp reciada

c a u tivo s, ciegos y o p rim id o s (L u c a s 4 .1 8 ). E ran san tu rro n e s dem asiado en Israel. Eran odiad o s y d e sp reciad o s por toda la so cied ad ju d ía. Se les

p re su n tu o so s. Por eso es que cu an d o vin o Je sú s (a sí co m o Juan el Bautista co n sid erab a m e n o s que los herodianos (ju d ío s leales a la d in astía id um ea de

había venido antes que Él) predicand o arrepentim iento y d icien d o que tod o s H e ro d e s) y m ás dignos de escarnio que los so ld ad o s ro m an o s de la o cup ació n.

e llo s eran p ecado res, m ise ra b le s, p o b res, ciegos bajo la esclavitud de su propia Los p u b lícan o s eran ho m b res que habían com p rado fran q u icia s de im p uesto s

iniquidad y que necesitab an perdón y se r lim p io s, no lo pudieron tolerar. Por lo del em perador rom ano para sacarle d inero al pueblo de Israel y alim entar las

tanto , fue finalm ente por su m ensaje que ello s lo o d ia ro n , lo vilip en d ia ro n y arca s ro m a n as y llenar su s propios b o lsillo s. A m enudo le sacab an el dinero a la

term inaro n ejecutánd o lo . gente usando m alhecho res. La m ayoría de ello s eran d e sp re c ia b le s, vile s y

tru h a n es sin p rin c ip io s.


Por eso fue que cuand o llegó el tiem po para que nom brara ap ó sto les, escogió

ho m b res h u m ild e s, c o m u n e s y co rrien te s. H o m b re s que no fueron renuentes El llam ado de este hom bre aparece en M ateo 9.9. V iene de pronto y tom a al

para reconocer su propia p ecam in o sid ad . lector com p letam ente por so rp re sa: « P a san d o Je sú s de allí [de C ap em au m ], vio

a un hom bre llam ado M ateo, que estaba sentado al banco de lo s trib utos
M ATEO, EL PU B LICA N O
p ú b lic o s, y le d ijo : Síguem e. Y se levantó y le sig u ió » . Esta es la ún ica referencia

C o n toda p ro b ab ilid ad , ninguno de lo s D o ce fue m á s notorio com o pecador que a M ateo que enco ntram o s en todo su Evangelio.

M ateo. En M arco s 2.14 se le llam a por su n o m b re ju d ío , « L e v í hijo de A lfeo».


En los sigu ientes v e rs íc u lo s, M ateo sigue d icie n d o : « Y aconteció que estando
En Lucas 5.27-29, Lucas se refiere a él com o « L e v í» , y co m o «M ate o » cuand o
él sentado a la m e sa en la c a sa , he aq uí que m u ch o s p u b lícan o s y pecadores,
enum era a lo s D o ce en Lu c a s 6.15 y en H e ch o s 1.13.
que habían ven ido, se sentaro n jun tam ente a la m esa co n Jesú s y sus

Mateo, por su p u e sto , es el auto r del Evangelio que lleva su n o m b re. Por esa d is c íp u lo s » (v. 10). Según Lu cas, este en realidad fue un enorm e banquete que

ra zó n , p o d ríam os esperar co ntar con gran cantidad de detalles acerca de este Mateo m ism o ofreció en su ca sa en honor de Je sú s. Parece que invitó a un gran

hom bre y Su carácter. Pero la verdad es que sab em o s m uy poco de él. Lo único núm ero de su s co leg as cob radores de im p u e sto s y va ria s otras c la se s de

que sa b em o s con seguridad es que era un hom bre h u m ild e, m o d esto , que se tru h a n es y p ro scrito s de la sociedad para que e stuvieran co n Je sú s. Com o vim o s

m antuvo ca si com p letam ente en el trasfo n d o a través de su largo relato de la en los c a so s de Felip e y A n d ré s, el p rim er im p u lso de M ateo desp ués de seguir
vid a y m in iste rio de Je s ú s . En todo su Evangelio m en cio na su nom bre so lo dos a Je s ú s fue traer a su s am igos m ás cercanos para p resentárselo s al Salvad o r.

ve ce s. (U na es cu an d o recuerda su llam ad o, y la otra cu an d o enum era a los Estab a tan e m o cio n ad o por haber encontrado al M esías que quería presentar a

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Jesú s a todos los que él co n o cía . Para eso fue que o rg anizó un gran banquete sin o a lla m a r a p ecadores al arrep entim iento. En otras p alab ras, no había nada

en honor de Je sú s y los invitó a todo s. que Él pudiera hacer por la élite relig io sa m ientras ello s in sistiera n en m antener

su hip ó crita ap ariencia de p ied ad . Pero in d ivid u o s com o M ateo, que estaban
Lu cas dice lo que ocurrió en aquella o ca sió n : « Y Le ví le hizo gran banquete en
listo s para co n fesar su pecado, podían ser p erdonados y re d im id o s.
su c a sa ; y había m u cha co m p añ ía de p u b lícan o s y de otros que estaban a la

m esa co n e llo s. Y los e scrib a s y los fa rise o s m u rm urab an contra los d isc íp u lo s, Es interesante no tar que en los E van g elio s se m en cio n an esp ecíficam en te tres

d icie n d o : ¿Por qué co m éis y bebéis con p u b lícan o s y pecadores? R esp ond iendo co b rad o res de im p u e sto s, y cada uno de ellos encontró el perdón. U no de ellos

Je sú s, les dijo: Los que están sa n o s no tienen necesidad de m é d ico , sin o los es Zaqueo, en L u c a s 19.2-10; el p ublicano m encionado en la parábola de Lucas

enferm os. No he ven id o a llam ar a ju s to s , sin o a p ecadores al arrep en tim iento » 18.10-14; y M ateo. A d em ás, Lucas 15.1 dice que « S e acercaban a Je sú s tod o s

(L u c a s 5 .29-32). los p u b lícan o s y p ecadores para o írle » . Lucas 7.29 dice desp ués que Je sú s

elogiara el m in iste rio de Juan el B autista, que «tod o el pueblo y los p u b lícan o s,
¿Por qué M ateo habrá invitado a co b rad o s de im p u e sto s y otros tru h an es?
cu an d o lo oyeron, ju stifica ro n a D io s, b au tizándo se con el b autism o de Juan ».
Porque esa era la ún ica c la se de gente que él co n o cía . Eran los ú n ico s que
Je sú s am onestó a los líderes re lig io so s co n estas p alab ra s: « D e cierto o s digo,
estarían d isp u esto s a re la cio n a rse con un hom bre com o M ateo. No co n o cía a
que lo s p u b lícan o s y las ram eras van delante de vo so tro s al reino de D io s.
nadie de la élite so cial lo suficien tem en te bien co m o para invitarlo a su casa. Él
Porque vin o a vo so tro s Juan en c am in o de ju s tic ia , y no le c re iste is; pero los
era co b rad o r de im p u e sto s, y lo s co b rad o res de im p uesto s estaban en el m ism o
p u b lícan o s y las ram eras le creyeron ; y v o so tro s, viendo esto, no os
nivel so cial que las ram eras (M ateo 2 1 .3 2 ). Para un ju d ío com o M ateo ser
arrep en tisteis desp ués para c re erle » (M ateo 21.31-32).
co b rad o r de im p u e sto s era aun peor. Su o cup ació n lo tran sfo rm ab a en un

traid o r a la n a ció n , en un paria, el nivel m ás bajo en la escala so cia l. Es La parábola del p ub lican o y el pecador en Lucas 18.10-14 bien pudo haber

probable que in c lu so haya sido un p ro scrito relig ioso co n p ro h ib ició n de entrar estado basada en un incidente real. Je sú s d ijo :

en la sinagoga.
D os ho m b res su b iero n al tem plo a orar: uno era farise o , y el otro p ub licano.

Por lo tan to , los ú n ico s am igos de M ateo eran lo peor de la so ciedad, El farise o , puesto en pie, oraba co n sig o m ism o de esta m anera: D io s, te doy

la d ro n e s, tru h a n es, prostitutas y otros de esa m ism a calañ a. Fueron lo s ú n ico s a gracias porque no so y co m o los otros ho m b res, lad ro n e s, in ju sto s,

q uien es invitó a su ca sa para co n o cer a Je sú s. Jesú s y lo s ap ó stoles, según el ad últeros, ni aun co m o este p ub lican o ; ayuno d o s veces a la sem ana, doy

relato que hace el propio M ateo, asistiero n de b uen grado y co m iero n co n tales diezm o de todo lo que gano. M as el p u b lican o , estando lejo s, no quería ni

p e rso n as. aun alzar lo s o jo s al cielo , sin o que se golpeaba el p echo, d icie n d o : D io s, sé

p ro p icio a m í, pecador. O s digo que éste d e sce n d ió a su ca sa ju stifica d o


Por sup u esto , lo s m iem b ro s de la jerarquía relig io sa estaban indignad os y
antes que el o tro ; porque cu alq uiera que se enaltece, será hum illad o ; y el que
e scan d a liza d o s. No perdieron tiem po en exponer su crítica a lo s d isc íp u lo s.
se h u m illa será enaltecid o .
Pero Je sú s les contestó diciendo que son lo s enferm os los que precisam ente

necesitan a un m éd ico . Él no había venido a los que se co nsid erab an ju sto s N ótese que el co b rad o r de im p u e sto s se m antuvo « le jo s » . T e n ía que hacerlo.

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No se le habría perm itido p asar del atrio de los gentiles en el tem p lo . De hecho, respetara y que estuviera en su sano ju icio habría escogido ser co b rad o r de

los cob radores de im p u e sto s tenían que m antenerse a d ista n cia de cualq uier im p u e sto s. Era separado de su propio pueblo, y tam bién de su D io s. D esp ués

grupo debido a lo odiado s que eran. El T a lm u d ju d ío enseñaba que era justo de to d o , siendo que se le pro hib ía entrar a la sinagoga y sa crifica r y adorar en el

m entir y engañar a un co b rad o r de im p u e sto s, porque eso era lo que un tem p lo , en realidad estaba en peor estado, en lo que a religión se refiere, que un

extorsionado r p ro fesio n al se m erecía. gentil.

O b viam ente, los co b rad o res de im p uesto s obtenían una cierta cantidad que Por lo tanto, tiene que haber sido algo sorprendente para M ateo cuand o Jesú s

era legítim a por trab ajar para el gobierno ro m a n o (cf. M ateo 2 2.21; Rom anos lo e sco g ió . Fue algo que su ced ió inesp eradam ente. Según el propio relato de

1 3 .7 ). Pero había un acuerdo tácito entre el em p erador y ellos según el cual M ateo, Je sú s lo vio sentado en el banco de lo s im p u e sto s y sim p lem en te le dijo:

podían ap licar cu alq u ier otro cargo e im p u e sto s ad icio n a le s, y se les perm itía « S íg u e m e » (M ateo 9 .9 ). Instantáneam ente y sin ningún tip o de va cila c ió n ,

quedarse con un porcentaje de eso. Mateo « s e levantó y le sig u ió » . A bandonó la o ficin a de im p u e sto s. Salió de

detrás de su escrito rio y se alejó para siem p re de aquella odiada p ro fesió n .


H ab ía dos c la se s de co b rad o res de im p u e sto s, los gabbai y lo s m okhes. Los

gabbai eran lo s recolecto res de im p uesto s generales. C o b rab an im p uesto s a la La d e c isió n que tom ó fue irreversib le tan pronto co m o la to m ó . Sobraban las

p ro p ied ad, im p uesto s a los in g reso s e im p uesto s a cada p erso na. Esto s pirañas am antes del dinero que co d iciab an un puesto co m o el de M ateo, de

im p uesto s eran fijo s , de m odo que no contaban con m argen para co b ro s extra. m odo que no hay d ud a que apenas abandonó aquel lugar, ya había otro sentado

Los m okhes, sin em bargo, cob rab an im p uesto s sobre las im p o rtacio nes y en su b an co . En cuanto a M ateo, una v e z que se fue del neg o cio, nun ca m ás

exp o rtacio nes, sobre los artícu lo s para co m ercio interio r, y p rácticam ente sobre vo lvió atrás, ni nun ca se arrepintió de la d e c isió n que había tom ado.

todas las c o sa s que se tran sp o rtab an por lo s c a m in o s . Estab le cían peajes en


¿Q ué había en un hom bre com o M ateo que lo hizo dejar todo aquello en un
cam in o s y puentes, cob rab an por las b estias de carga y por lo s ejes de los
instante? Po dríam o s a s u m ir que era un hom bre m aterialista. O en algún
ca rro s de tran sp o rte , aplicaban una tarifa a paquetes, cartas y a cu alq u ier otra
m om ento tien e que haberlo sid o , porque si no fuera a s í ja m á s hab ría buscado
co sa que pudieran en co n trar a la que se le pudiera exigir un im p uesto . Con
un trab ajo co m o aquel. ¿P o r qué, enton ces, dejó todo para seguir a Je sú s sin
fre cu e n cia, las tarifas que aplicaban eran arb itra ria s y sujetas a su cap rich o .
sab er lo que le deparaba el futuro ?

H ab ía dos c la se s de m okhes: los m okhes grandes y los m okhes pequeños. U n


La m ejo r resp uesta que p o d em o s d educir es que a p esar de todo lo que el
mokhe grande p erm anecía tras bastidores y contrataba a otras p erso nas (los
alm a torturada de M ateo había experim entado, debido a la p ro fesió n que había
mokhes pequeños) para que trab ajaran para él. (A parentem ente, Zaqueo era un
e sco g id o , m uy dentro de él era un ju d ío que co n o cía y am aba el A ntiguo
mokhe grande, un jefe de p u b lícan o s según Lu c a s 19.2 .) M ateo, en cam b io ,
T e stam e n to . Estab a esp iritualm ente ham b riento . En algún punto de su vid a,
parecía ser un m okhe pequeño, porque m anejaba una oficina de im p u esto s
probablem ente después de haber escogido aquella desp reciab le carrera, em pezó a
donde tenía que tratar co n la gente en fo rm a perso nal (M ateo 9 .9 ). Él era el que
su frir de un ham bre espiritual que lo corro ía y se tran sfo rm ó en un verdadero
la gente veía y a quien m ás odiaba. Era lo peor de lo peor. N in g ú n ju d ío que se
b u scad o r. Por sup u e sto , D ios lo estaba b uscan d o para atraerlo a Él, y esa

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atra cció n , cu an d o se p ro d u jo , resultó irre sistib le . p e rso n as m ás d esp re ciab le s de este m u n d o , las red im e , les da nuevos

co ra zo n e s y las u sa en fo rm a adm irable.


Sabem os que M ateo co n o cía m uy bien el A ntiguo T e stam e n to porque en su

Evangelio in clu ye noventa y nueve cita s del A ntiguo T e sta m e n to . Eso es m ás que El perdón es la hebra que corre a través de M ateo 9 d esp ués del relato sobre

las citas que hacen ju n to s M arco s, Lu c a s y Juan co m b in a d o s. Era obvio que la co n ve rsió n de Mateo. Por su p u e sto , com o co b rad o r de im p u e sto s, Mateo

M ateo estaba fa m iliariza d o co n el A ntiguo Te stam ento porque cita de cada una co n o cía su pecado, su avaricia, su tra ic ió n a su propio pueblo. Sab ía que era

de su s p artes: de la ley, de lo s S a lm o s y de los p ro fetas. Sin d ud a que tenía un culp ab le de so b orn o, exto rsió n , o p resió n y ab u so . Pero cuando Je sú s le d ijo :

buen c o n o cim ie n to de todas las E sc ritu ra s que tenía a su d is p o s ic ió n . Es « S íg u e m e » , M ateo sab ía que junto a esa orden había una prom esa de perdón

probable que haya hecho su s estudio s del A ntiguo T e stam e n to por su propia de su s p e cad o s. H acía m u cho tiem p o que su co razó n anhelaba recib ir ese

cuenta debido a que no podía oír la Palabra de D io s explicada en alguna perdón. Por e so fue que se levantó sin va cilació n y dedicó el resto de su vid a a

sinagoga. Aparentem ente, en un intento por llenar el vacío esp iritu al que había seg uir a C risto .

en su v id a , había acudido a las E sc ritu ra s.


M ateo escrib ió su Evang elio teniend o en mente una audiencia ju d ía . La

M ateo cre ía en el D io s verd adero . Y porque sab ía lo que decía la revelación de trad ició n dice que m in istró a los ju d ío s tanto en Israel com o en el extranjero

D io s, estaba en c o n d icio n e s de entender las p ro m esas del M e sía s. T a m b ié n durante m u ch o s años antes de m o rir com o m ártir por su fe. No hay

tiene que haber sabido de Je sú s, porque sentado en su banco de trab ajo en una in fo rm ació n fidedigna sobre cóm o m u rió , pero las trad icio n e s m ás antiguas

encrucijad a, tien e que haber o ído in fo rm ació n en fo rm a co n stan te sobre este ind ican que fue quem ado en la hoguera. A s í que, este hom bre que sin pensarlo

hacedor de m ilag ro s que estaba haciendo desaparecer la s enferm edades de d o s veces ab ando nó una carrera lu cra tiv a , se m antuvo d isp u esto a darlo todo

Palestina, echando fuera d em o nio s de la gente y haciendo p o rtento s. De m odo por C risto hasta el fin de s u s d ía s.

que cu an d o Je sú s pasó por a llí y lo llam ó para que lo sig u iera, él te n ía suficien te
T O M Á S , EL PESIMISTA
fe para dejarlo todo y seg uirlo . Su fe no so lo queda estab lecida claram ente en lo

inm ediato de su re sp u esta, sin o tam bién en el hecho de que desp ués de seguir El últim o apóstol en el segundo grupo de cuatro es tam b ién un n o m b re fa m iliar:

a Je sú s, le ofreció aquel banquete evang elístico en su c a sa . T o m á s. C o n frecu en cia se le llam a « T o m á s, el in c ré d u lo » , pero esa q u izá s no

sea la etiqueta que le quede m ejo r, porque fue un ho m b re m ejo r de lo que la


Esto es p rácticam ente todo lo que sa b em o s de Mateo. Él co n o cía el Antiguo
opinión popular parece sup o ner.
T e stam e n to , creía en D io s, esperaba el M e sía s, dejó todo en fo rm a instantánea

cu an d o se encontró con Jesú s y, en m edio del gozo de esa nueva relació n, Probablem ente sea ju s to , sin em bargo, decir que T o m á s era una persona un

b u scó a los parias de su m undo y los llevó ante Je sú s. Llegó a ser un hom bre tanto negativa. Se preocupaba por todo y era intranq uilo . T end ía a la ansiedad.

de quieta hum ildad que am aba a los m argin ado s y no dio lugar a la h ip o cresía Era co m o M ano lito , el am iguito de M afalda. Siem p re estaba anticipando lo peor.

relig iosa. M ateo fue un hom bre de una gran fe y com p letam ente rendido al El p e sim ism o , m ás bien que las d u d a s, parecía ser el pecado que lo

seño río de C risto . Es un vivo recordatorio que a m enudo el Seño r escoge a las atorm entaba.

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Según Juan 11.16, a T o m á s tam b ién se le llam ab a « D íd im o » , que quiere d ecir (Juan 1 1.1 -2). Betania estaba en la s afueras de Je ru sa lé n . Je s ú s había establecido

« g em elo » . Aparentem ente, tenía un herm ano gem elo o una herm ana gem ela, una relación estrech a con esta pequeña fa m ilia que vivía a llí. Los am aba con un

pero la E scritu ra no lo id en tifica. afecto e sp ecial. Se había hospedad o con e llo s algunas veces y e llo s habían

pro visto para su s n e cesid ad es.


Al igual que N atanael, T o m á s es m encionado una so la vez en cada uno de los

tres Evangelios sin ó p tic o s. En cada caso , sim p lem en te se da su n o m b re en una Ahora, su querido am igo Lázaro estaba enferm o por lo que M aría y M arta le

lista junto co n los de lo s otros once ap ó sto les. N i M ateo, ni M arcos ni Lucas enviaro n un m e n saje , d icie n d o : « S e ñ o r, he aquí el que am as está e n fe rm o » (v.

dan detalles sobre él. T o d o lo que sa b em o s nos lo pro p orcio na el Evangelio de 3 ). E lla s sab ían que si Je sú s iba a ver a Lá za ro , lo sanaría.

Juan.
Esto, no obstante, presentaba un d ile m a . Si Je sú s iba a aquel lugar tan

Es obvio por el relato de Juan que T o m á s tenía la tendencia de so lo m irar los cercano a Je ru salé n , estaría entrando en la zona de peor ho stilid ad . Juan 10.39

lad os m ás o scu ro s de la v id a . Siem pre parecía an ticip ar lo peor. Pero no dice que los líderes ju d ío s b u scab an la form a de arrestarlo. Ya habían decidido

obstante su p e sim ism o , a través del relato que hace Juan es p o sib le ver algunos darle m uerte. Él ya lo s había eludido una ve z, pero si regresaba a Betania, de

elem entos m aravillo sam en te red im id o s de su carácter. seguro que lo d e scu b riría n y tratarían de ap resarlo de nuevo.

La p rim era vez que Juan lo m en cio na es en 11.16. Es un so lo v e rsícu lo , pero Los d isc íp u lo s deben de haber su sp irad o aliviad o s cu an d o Je sú s resp o nd ió :

dice m u ch o sobre su carácter. « E sta enferm edad no es para m uerte, sin o para la gloria de D io s, para que el

H ijo de D ios sea glo rificado por e lla » (Juan 1 1 .4 ). O b viam ente, lo que Él quería
En este contexto, Juan está d escrib ien d o el preludio a la re su rre cció n de
d e cir era que la m uerte de Lázaro no sería el resultado f n a l de su enferm edad.
Lázaro . Je sú s había salido de Jeru salén debido a que su vid a a llí corría peligro,
El H ijo de D ios se g lo rifica ría al levantar a Lázaro de la m uerte. Por sup uesto ,
a s í es que « se fue de nuevo al otro lado del Jo rd án, al lugar do nd e p rim ero
Je sú s sabía que Lázaro m o riría . De hecho, sabía la hora m ism a de su m uerte.
había estado bautizand o Juan ; y se quedó a llí» (Juan 1 0 .4 0 ). G ran d es m u ltitud es

vin ie ro n a oírlo p red icar. Juan d ice : « Y m u ch o s creyeron en él a llí» (v. 4 2 ). Es Juan e scrib e : « Y am aba Je sú s a M arta, a su herm ana y a Lázaro . Cuando oyó,

probable que este haya sido el tiem po m ás fru ctífero que los d isc íp u lo s hayan p u e s, que estaba enferm o, se quedó dos d ías m ás en el lugar donde e stab a»

v isto desde que em p ezaron a seg uir a Je sú s. La gente resp o nd ía m uy bien. Las (vv. 5-6). A p rim era vista , esa parece una extraña yuxtap o sició n de a firm a cio n es:

alm as se co nvertían. Y Je sú s pudo m in istra r librem ente sin la o p o sició n de los Jesú s am aba a Lázaro y a su fa m ilia, s in em bargo se quedó donde estaba

gobernantes religioso s de Jerusalén. m ien tras Lázaro m o ría. Se retrasaba deliberadam ente para darle a Lázaro tiem po

para m o rir. Pero este fu e un acto de am o r, porque en últim a in sta n cia , la


Pero algo o currió que vin o a in te rru m p ir su tiem p o en el desierto . Juan
b e n d ició n que recib ieron cu an d o Lázaro fue levantado de la m uerte fue una
e scrib e : « E sta b a enton ces enferm o uno llam ad o Lázaro , de Betania, la aldea de
b e n d ició n m ayo r que si hub iese sido sanado de su enferm edad . G lo rific ó m ucho
M aría y de M arta su herm ana. (M aría, cuyo herm ano Lázaro estaba enferm o, fue
m ás a Je sú s, y fo rtaleció la fe de ello s en el Seño r. Fue por eso que Jesú s esperó
la que ungió al Seño r co n perfum e, y le enjugó los pies co n su s c a b e llo s .)»
un par de d ías m á s, de m anera que cu an d o llegó, ya hacía cuatro d ías que

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Lázaro había m uerto (v. 39). Lázaro ya estaba en el c am in o de la recup eración .

Je sú s, por su p u e sto , con su c o n o cim ie n to so b ren atu ral, sab ía exactam ente «P ero Je sú s d ecía esto de la m uerte de Lázaro ; y e llo s p ensaron que hablaba

cu án d o había m uerto Lázaro . Por eso fue que esperó. « L u e g o , desp ués de esto, del rep o sar del sueño. Entonces Je sú s les dijo claram e n te : Lázaro ha m uerto; y

dijo a los d isc íp u lo s: V a m o s a Judea otra ve z » (v. 7 ). me alegro por vo so tro s, de no haber estado a llí, para que c re á is; m as vam o s a

é l» (vv. 13-15).
Los d isc íp u lo s p ensaron que esa era una lo cu ra. Y d ije ro n : « R a b í, ahora

p ro curab an lo s ju d ío s apedrearte, ¿y otra vez vas allá?» (v. 8). D efinitivam ente, Ahora entend iero n. Je sú s tenía que vo lver. Estab a decidido a hacerlo . N adie lo

e llo s no querían v o lv e r a Jerusalén. El m in iste rio en el d esierto era feno m enal. podría co n v e n ce r de no ir. Es p o sib le que les haya parecido el peor de los

En Jeru salén co rrían el riesgo de ser apedreados. Aquel no era el m ejor p o sib le s d e sa stres. T e n ían m u cho te m o r porque estaban co n v e n cid o s de que si

m om ento para ir a Betania, que estaba virtu alm en te a la v ista del tem p lo , donde Je sú s regresaba a Betania, encontraría la m uerte. Pero Él estaba d ecid id o .

los en carn izad o s enem igos de Jesú s tenían su cuartel general.


Fue a esta altura que T o m á s habló. A q u í es do nd e lo encontram o s

Es interesante la resp uesta de Je sú s con la que les d io una ilu stra ció n . « ¿N o m en cio nad o por prim era v e z en to d o s los registros de los E va n g e lio s. « D ijo

tiene el día doce h o ras? El que anda de día, no tro pieza, porque ve la luz de este entonces T o m á s, llam ado D íd im o , a su s c o n d isc íp u lo s : V am o s tam bién

m u ndo ; pero el que anda de n o ch e, tro p ieza, porque no hay luz en él» ( w . n o so tro s, para que m u ram o s co n él» (v. 16).

9-10). En otras p alab ra s, Él no te n ía necesid ad de esco nd erse com o un vu lg ar


Eso es se r p esim ista , y el p e sim ism o era típ ico en T o m á s. S in em bargo, era
c rim in a l. Estab a decid id o a hacer su obra a la brillante lu z del día, que es lo que
un p e sim ism o he ro ico . Él no podía v e r m ás que desastre por d elan te. Estaba
usted hace para no trop ezar. Los que andan en la o scu rid ad están en peligro de
seguro de que Je sú s iba directam ente al lugar donde lo apedrearían. Pero si eso
tro p ezar, p articularm ente los dirigentes relig ioso s que b u scab an secretam ente
era lo que el Seño r estaba d isp u esto a hacer, T o m á s estaba inexorablem ente
una m anera de darle m uerte.
d isp u esto a ir y m o rir con Él.

Les dijo eso a lo s d is c íp u lo s para c a lm a rlo s. O b viam en te, ellos no querían


No se puede sin o ad m irar su valentía. No es fácil ser p e sim ista . Es una fo rm a
vo lve r allá para m o rir. Pero Je sú s les aseguró que no tenían nada que tem er. Y ,
m uy lam entable de v iv ir. U n o p tim ista q uizás habría d ich o : « V a m o s; todo va a
por su p u e sto , Él sabía que su tiem po para m o rir estaba en el ho rario de D io s,
sa lir bien. El Seño r sabe lo que hace. Él dice que no no s va a p asar nada.
no en el de su s enem igos. N uestro Seño r dejó claro su propósito cu an d o d ijo :
Estarem o s b ien ». Pero el p e sim ista d ice : « É l está yendo a la m uerte y no so tro s
« N u e stro am igo Lázaro duerm e; m as voy para d esp ertarle» (v. 1 1 ).
va m o s a m o rir con É l» . Por lo m e n o s T o m á s tu vo el v a lo r de ser leal, aun a

Los d isc íp u lo s no captaron el sentido de lo que Je sú s les acababa de d e cir. Y p esar de su p e sim ism o . Es m u cho m ás fácil que un o p tim ista sea leal porque

d ije ro n : « S e ñ o r, si d uerm e, sa n a rá » (v. 1 2 ). ¿S i solo duerm e, por qué no dejarlo siem p re espera lo m ejo r; en cam b io para un p e sim ista es d ifíc il ser leal porque

d e sca n sa r? D esp ués de todo, Je s ú s ya había d ich o que su enferm edad no era está co n ven cid o que le va a p asar lo peor. Este es un p e sim ism o hero ico. Este

m o rtal. Los d isc íp u lo s no podían v e r la urgencia de la situ a ció n . Para ello s, es un va lo r auténtico.

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T o m á s había dedicado su vid a a C risto . En este sentido tien e que haber sido A quí tenem o s a un hom bre con un am or profundo. U n hom bre cuya relació n

com o Juan. Cuando p ensam o s en alguien que am aba a Je sú s y b u scab a estar con C risto era tan fuerte que nun ca q uiso estar separado de É l. Su corazón

cerca de él, por lo general p e n sa m o s en Juan , p recisam ente porque siem pre languideció al oír que Je sú s hablaba de d e ja rlo s. Eso lo d estro zó . La so la ¡dea

estaba cerca de Je sú s. Pero en este relato se ve claram ente que T o m á s no quería de perder a C risto lo paralizaba. D urante aquellos años había estado tan

v iv ir sin Je sú s. Si Je sú s iba a m o rir, T o m á s estaba listo para m o rir co n Él. En apegado a Je sú s que se hab ría sentido fe liz de m o rir con C risto , pero no podía

esencia, lo que dice es: « M u c h a c h o s , d esp a b ílen se; va m o s y enfrentem os la aceptar la ¡dea de v iv ir sin Él. No po d em o s dejar de ad m irar su d evo ció n a

m uerte. M ejor es m o rir y estar con Je sú s que quedarnos aq uí». C risto .

T o m á s fue un ejem p lo de v a lo r para el resto de los ap ó sto les. Parece que Esto fue ab rum ador para T o m á s. Y su s peores tem o res se c u m p lie ro n . Jesú s

e llo s, co m o un so lo h o m b re, sig u iero n su ejem plo y d ijero n : « E stá b ien, vam o s m urió y él no.

y enfrentem os la m uerte», porque todos jiteron co n Él a Betania.


En co n tram o s el sigu iente cuadro de T o m á s en Juan 20. D esp ués de la m uerte

O b viam ente, la profunda d evo ció n de T o m á s por C risto no podía ser de Jesú s, los d isc íp u lo s fueron presa de un d o lo r p ro fundo . Y todos se ju n taro n

em pañada ni por su p e sim ism o . N un ca había pensado que seg uir a Je sú s sería para co n so la rse m u tuam ente; to d o s excepto T o m á s . Juan 20.24 d ice: « T o m á s,

algo fá cil. T o do lo que podía ver eran las fau ces de la m uerte abriéndose para uno de lo s d o ce, llam ad o D íd im o , no estaba co n ello s cu an d o Je sú s v in o » .

trag arlo . Pero sig u ió a Je sú s co n un v a lo r denodado. Si era n e cesario , estaba


Qué lástim a que no haya estado allí, porque Je sú s vin o y se apareció a ello s.
resuelto a m o rir co n su Seño r en lugar de ab ando narlo. Prefería m o rir que
Se habían encerrado en un cuarto en algún lugar (p o sib lem en te el apo sento alto
quedarse vivo y separado de C risto .
en Je ru sa lé n ). Juan e scrib e: « L a s puertas [estaban] cerradas en el lugar donde

En Juan 14 se ve nuevam ente el p rofundo am or de T o m á s por el Señor. U sted los d is c íp u lo s estaban reunid os por m iedo de los ju d ío s » (v. 1 9 ). De repente,

recordará de nuestro estudio sobre Felip e que Je sú s les habló de su inm inente aunque puertas y ventanas estaban bien cerrad as, « V in o Je sú s, y puesto en

partida. « V o y, p ues, a preparar lugar para v o so tro s» (Juan 1 4 .2 ). « Y sab éis a m ed io , les d ijo : Paz a v o so tro s. Y cu an d o les hub o dicho e sto , les m o stró las

dónde voy, y sab éis el c a m in o » (v. 4 ). m ano s y el c o stad o . Y los d isc íp u lo s se regocijaron viendo al S e ñ o r» (vv.

19-20).
En el ve rsícu lo 5 habla T o m á s: « L e dijo T o m á s : S eñ o r, no sa b em o s a dónde

v a s ; ¿có m o , p ues, po dem o s sab er el c a m in o ? » De nuevo vem o s su p e sim ism o . T o m á s se perdió todo eso. ¿P o r qué no estaba a llí? Es p o sib le que sien d o tan

En esencia, él estaba diciend o : « T ú te v a s. N un ca p o d rem o s llegar a donde tú negativo, tan p e sim ista , una persona tan m e lan có lica, haya estado

v a s . Ni siquiera sab em o s cóm o llegar a llí. ¿C ó m o se supone que llegarem os? ab solu tam ente destrozado en algún lug ar sum ié n d o se en su propio dolor. Él no

Sería m ejo r que m u riéram o s co ntig o porque entonces no hab ría sep aración . Si podía ver sin o lo peor de las c o sa s. A hora, su m iedo se había hecho realidad.

m o rim o s ju n to s, p erm an ecerem o s ju n to s. Pero si te v a s so lo , ¿cóm o te vam o s a Je sú s se había id o , y T o m á s estaba seguro de que nun ca m ás lo vo lv e ría a ver.

poder encontrar? N i siq uiera sa b em o s cóm o llegar a ese lug ar». Po sib lem ente haya estado p ensando que nun ca encontraría el c am in o para llegar

hasta donde estaba Je s ú s . S in duda, estaba lam entándose por no haber m uerto

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con Je sú s, co m o en p rim era in sta n cia había determ inado hacer. Juan 20.26 dice que p asaro n o cho d ías antes que Je sú s se apareciera de nuevo

a los d isc íp u lo s. F in a lm e n te , el horrib le d o lo r de T o m á s pareció ced er un poco,


Tal vez T o m á s se sin tió so lo , tra icio n a d o , rechazado, abandonado. T o do había
porque cu an d o lo s ap ó stoles se vo lviero n a reunir en el cuarto donde Jesú s se
term inad o . Aquel a quien am aba tan p ro fundam ente se había ido y eso le había
les había ap arecid o, entre ellos estaba T o m á s. U na vez m ás «llegó Jesús,
destro zad o el co ra zó n . No estaba de h u m o r para so cia liza r. Estab a co n el
estando las puertas cerrad a s, y se p u so en m edio de ellos y les d ijo : Paz a
co razó n d estrozado , hecho p ed azo s, devastado. Lo único que quería era estar
v o so tro s» (v. 26).
so lo . S e n cilla m e n te , no estaba para hablar de bueyes p e rd id o s. No se sentía co n

ganas de estar co n otras p e rso n as, aunque se tratara de su s am igo s. Por su p u e sto , no era necesario que nadie le dijera a Je sú s lo que había dicho

T o m á s. A s í es que, Je sú sm iró a T o m á s directam ente a los o jo s, y le d ijo : « P o n


« L e d ije ro n , pues, lo s otros d isc íp u lo s: Al Seño r hem os v isto » (v. 2 5 ).
aq uí tu dedo, y m ira m is m a n o s; y acerca tu m ano , y m étela en m i c o sta d o ; y no
E stab an m uy e m o cio n a d o s, extáticos y a n sio so s de co m p artir la buena no ticia
seas in cré d u lo , sin o creyente» (v. 2 7 ). El Seño r fue extrao rdinariam ente gentil
con T o m á s.
con él. T o m á s había errado porque estaba m ás o m enos p red isp u esto a ser
Pero alguien en el estado de ánim o en que se encontrab a T o m á s no iba a
p e sim ista . Pero su erro r fue el erro r de un am o r p rofundo . Fue provocado por la
alegrarse tan fácilm ente. Seguía sien d o un p e sim ista sin esp eran za. To d o lo que
angustia, porque tenía el co razó n roto, por la ¡n certid um b re y por el d o lo r de la
podía ver era el lado m alo de las c o sa s, y esto parecía d e m asiad o bueno para
so ledad . N adie podía sen tir lo que T o m á s sentía a m enos que am ara a Je sú s
ser verdad. « É l le d ijo : S i no viere en s u s m ano s la señal de los c la v o s, y
com o T o m á s lo am aba. Por eso Je sú s fue tierno con él. Él entiende nuestras
m etiere m i dedo en el lugar de lo s c la v o s, y m etiere m i m ano en su co stad o , no
d eb ilid ad es (H eb re o s 4 .1 5 ). Él entiende n u estra s d u d a s. Sim p atiza con nuestra
creeré» (v. 25).
¡n certid um b re. Es paciente con nuestro p e sim ism o . Y m ien tras recono cem os

Por esta afirm ació n es que se le llegó a co n o cer co m o « T o m á s, el in créd u lo ». esto com o d eb ilid ad e s, debem os tam b ién reco n o cer la heroica d evo ció n de

Pero no se a m o s tan duro s co n él. Recuerde, lo s otros d isc íp u lo s tam po co T o m á s por C risto , lo que lo hizo entender que se ría m ejo r m o rir que v iv ir

creyeron en la re su rre cció n hasta que viero n a Je s ú s. M arcos 16.10-11 dice que separado de su Señor. La prueba de su am or es la profundidad de su

desp ués que M aría M agdalena lo vio « Y en d o ella , lo hizo sab er a los que habían d e se sp e ra ció n .

estado con él, que estaban triste s y llo ra n d o . E llo s, cu an d o oyeron que v iv ía , y
Entonces T o m á s hizo lo que fue p robablem ente la m ás grande afirm ació n
que había sido v isto por ella, no lo cre ye ro n ». Los d o s d isc íp u lo s en el cam in o
ja m á s sa lid a de labios de los ap ó sto les: « ¡S e -ñ o r m ío, y D io s m ío !» (v. 2 8 ). Q ue
a E m aú s anduvieron con él una larga d ista n cia antes de darse cuenta Q uién era.
aquellos que dudan de la deidad de C risto escuchen las palabras de T o m á s.
El ve rsícu lo 13 dice: « E llo s fu ero n y lo hiciero n sab er a lo s o tro s; y ni aun a
De pronto, la m e la n co lía, el d e sco n su e lo , el neg ativism o y las ten d e n cias a la
e llo s creyeron ». Cuando Jesú s se apareció en el cuarto donde lo s d isc íp u lo s
d ep resió n de T o m á s d esap areciero n para sie m p re ante la aparición de Je su cristo .
estaban reu n id o s, « le s m o stró la s m ano s y el co stad o » (Juan 2 0 .2 0 ). Entonces
Y en ese m o m en to , fue tran sfo rm ad o en un gran evangelista. Po co tiem po
creyeron. Pero todos fueron lentos para cre e r. Lo que d istin g u e a T o m á s de los
d e sp u é s, en Penteco stés, ju n to co n los otros ap ó sto les, fue lleno con el E sp íritu
o tro s d iez no fue que su duda fuera m ayo r, sin o que su d o lo r fue m ayor.

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Santo y recibió poder para el m in isterio . Él, co m o s u s co m p añ e ro s, llevó el 9
evangelio hasta lo últim o de la tierra.

H ay una cantidad co n sid e rab le de antig uos te stim o n io s que sugieren que IACOBO EL MENOR. SIMÓN LLAMADO ZELOTE. Y
T o m á s llevó el evangelio hasta la Ind ia. Aun hoy existe un pequeño cerro cerca
JUDAS (NO EL ISCARIOTE) QUE ERA EL APÓSTOL
del aeropuerto en C hen nai (M a d rá s), Ind ia, donde se dice que T o m á s fue

sep ultad o. En el s u r de la India hay iglesias cu yas rafees pueden se g u irse hasta CON TRES NOMBRES
los in icio s de la era de la ig lesia, y la trad ició n dice que fueron fu n d ad as bajo el
Ja co b o, hijo d e A tfe o , Sim ón llam ado Z elote, Ju d a s herm ano de Ja co b o ...
m in iste rio de T o m á s. La trad ició n m ás co n fiab le dice que fue llevado al m artirio

por su fe, habiendo sid o atravesado con una lan za. S i eso fue lo que o currió — L U C A S 6.15-16

deb em o s p e n sa r que el apóstol cuya fe m aduró cu an d o vio la m arca de la lanza


EL GRUPO F IN A L D E C U A T R O A P Ó S T O L E S es el que m enos co n o ce m o s,
en el costado de su M aestro, su frió el m artirio m uriendo atravesado por una
excepto por Judas Iscario te, quien se hizo notorio al ven d e r a Jesú s para que
lanza, c u m p lié n d o se a s í su anhelo de estar nuevam ente reunido con su Seño r.
fuera c ru cifica d o . Este grupo parece haber tenido m enos intim idad co n Je sú s
DOS H O M BR ES TRA N SFO RM A D O S que lo s otros ocho d isc íp u lo s. Prácticam ente no aparecen en los relatos del

E vang elio . Poco se sabe de cada uno de e llo s, excepto el hecho de que fueron
E s interesante que D io s usara a un p ub lican o com o Mateo y a un p esim ista
llam ad o s para ser ap ó stoles. En este cap itulo verem o s a tres de e llo s, y a Judas
com o T o m á s. En un tiem p o , M ateo había sido el m ás vil de los p eca d o re s, un
Iscario te, el tra id o r, lo hem os reservado para el cap ítulo final.
paria indigno y d esp reciab le. T o m á s era un in d ivid u o con un co razó n tie rn o , y

era tacitu rn o y m e la n có lico . Pero am b o s fueron tran sfo rm ad o s por C risto de la D eb em o s tener p resente que los ap ó stoles fueron ho m b res que lo d ejaron

m ism a m anera en que tran sfo rm ó a los o tro s. ¿H a em pezado a cap tar la ¡dea de todo para seg uir a C risto . Pedro habló por ellos cuando d ijo : « H e aquí, no so tro s

qué c la se s de p erso nas u sa D io s? Él puede u sa r a cualquiera. hem o s dejado nuestras p o se sio n e s, y te hem os se g u id o » (Lu ca s 1 8 .2 8 ). H ab ían

dejado c a sa s, tra b a jo s, tie rra s, fam ilia y am igos para seg uir a C risto . Su
La p erso nalid ad , la co n d ició n so cial y el trasfo n d o fa m ilia r no so n
sa crificio había sido hero ico. C o n la excepción de Judas Iscario te, to d o s llegaron
im p o rtan tes. La única co sa que todos estos h o m b res, excepto Ju d a s, tenían en
a se r testig os valientes e in trép id o s.
co m ú n era una d isp o sic ió n a reco n o cer su propia co nd ició n p ecam in o sa y m irar

a C risto b uscan d o Su gracia. Él los recibió con am or, m ise rico rd ia y p erdó n, y En realidad , no ve m o s m u cho de su h ero ísm o en lo s Evan g elio s porque dos

tran sfo rm ó s u s v id a s en v id a s que lo g lo rificarían a Él. Eso es lo que hace co n de los escrito res de lo s evangelios eran ap ó stoles (M ateo y Ju a n ), y los otros

to d o s los que verd aderam ente co n fían en Él. d o s (M arco s y L u c a s) eran am igos cerca n o s de lo s a p ó sto le s, y los cuatro

d e scrib ie ro n con sin cerid ad su s d eb ilid ad es tanto com o s u s virtu d e s. Los

ap ó stoles no se no s presentan com o fig u ras im ag in aria s, sin o com o gente real.

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No se d e scrib e n com o celebridades p ro m inen tes sin o co m o ho m b res c o m u n e s El legado de su verd adera grandeza es la ig lesia, un cuerp o vivo que ayudaron

y co rrien te s. Por eso es que, en lo que se refiere a la s narracio nes de los a fun d ar y de la cual llegaron a se r las piedras fun d am en tales («sien d o la

E van g elio s, los ap ó stoles dan c o lo r a la s d e scrip cio n e s de la vid a de Je s ú s , pero p rin cip al piedra del ángulo Je su cristo m is m o » , E fe sio s 2 .2 0 ). La iglesia, que

a ello s raram ente se les encuentra en p rim er plano. N un ca se les ve ahora tiene dos m il añ o s, existe porque aquellos ho m b res in icia ro n la exp ansión

d esem p eñ ando papeles p rin cip a le s. del evangelio de Je su cristo hasta lo últim o de la tie rra . Y su h ero ísm o será

recom p en sad o y recordado a través de la eternidad en la Nueva Je ru salé n , donde


Cuand o aparecen en los p rim ero s p lano s, a m enudo es para m a n ife sta r d u d as,
su s nom bres estarán grabados perm anentem ente en los fu n d am e n to s de esa
incred ulid ad o co n fu sió n . A veces los ve m o s co n sid erán d o se a s í m ism o s m ás
ciud ad.
de lo debido. A veces hablan cuando deberían q uedarse c a lla d o s, y parecen

d esco n certad o s acerca de c o sa s que deberían entender. A veces m uestran m ás Los E van g elio s son lo s reg istro s sobre có m o Je sú s los ad iestró . La E scritu ra

co n fian za en su s p ro p ias habilidades y en su s p ro p io s re cu rso s de lo que deliberadam ente registra m ás sobre Je sú s y su enseñanza que sobre la vid a de

d eb erían. De modo que su s lim itacio n es y d eb ilid ad es se ven co n más estos h o m b re s. Esto sirve para recordarno s que el Seño r se deleita en u sa r a

fre cu e n cia que su s p u n to s fu erte s. En tal sentido, la franca sin cerid ad de los gente débil y co m ú n y co rrien te. Si la s fa lla s y las im p erfeccio n e s de carácter de

relato s del Evang elio es aso m b ro sa . los ap ó stoles so n un espejo de su s propias d e b ilid ad e s, an ím e se . Esta es la

clase de p erso nas a las que el Se-ñor le gusta usar.


M ientras tanto, hay m uy po cas m a n ifesta cio n e s de hechos grandio so s

realizad o s por los a p ó sto le s. Se nos dice se les dio poder para san ar, para La ún ica co sa que separó a estos ho m b res de otros en el relato de los

re su citar a lo s m u erto s y para ech ar fuera d e m o n io s, pero aun esto está narrado E van g elio s fue la d urab ilidad de su fe. En ninguna parte se p ercib e esto tan

de tal m anera que se hacen claras s u s im p erfe ccio n es (cf. M arcos 9 .14-29). El claram ente co m o en Juan 6, poco desp ués de la alim entació n de los cinco m il,

ú nico lugar en lo s Evangelios donde un apóstol e sp ecífico hace algo cu an d o las m u ltitu d es em p ezaron a reu n irse alrededor de Je sú s, esp eran do tener

verd aderam ente extrao rdinario es cuando Pedro em pezó a c a m in a r sobre el m ás co m id a gratis. En ese p unto , Jesú s em pezó a p redicar un m en saje que

agua, pero inm ediatam ente co m en zó a hun d irse. m u ch o s encontraron chocante y o fe n sivo . Él se d escrib ió a s í m ism o com o el

verd adero m aná del cielo (v. 3 2 ). Eso fue o fen sivo porque al d e sc rib irse co m o
Los Evangelios se n cilla m e n te no presentan a estos ho m b res com o héro es. Su
habiendo d escend id o del cielo (v. 4 1 ), estaba afirm and o ser D io s. Los dirigentes
h ero ísm o se hizo m anifiesto d esp ués que Je sú s regresara al cie lo , enviara el
ju d ío s y el pueblo entendieron esto correctam ente co m o una afirm ació n de
E sp íritu Santo y les diera poder. De repente, em p ezam o s a ve rlo s actuando en
deidad (v. 4 2 ). Je sú s resp o nd ió d icien d o nuevam ente que Él era el verdadero
fo rm a d iferen te. So n fuertes y valien tes, y realizan grandes m ilag ro s. Predican
pan de vid a (v. 4 8 ). Y le s añadió que daría su carne por la vida del m u ndo , y
con una fuerza n u e va. Pero aun en to n ces, el registro b íb lico es e sca so .
d ijo : « E l que co m e m i carne y bebe m i sangre, tiene vid a eterna; y yo le
B á sicam e n te , a los ú n ico s que ve m o s so n a Pedro, Juan y p o sterio rm ente al
resu citaré en el día p o strero . Porque m i carne es verd adera c o m id a , y m i sangre
apóstol Pablo (quien fue añadido al núm ero co m o « u n ab o rtivo », 1 C o rin tio s
es verd adera bebida. El que co m e m i carne y bebe m i sangre, en m í perm anece,
1 5 .8 ). El resto de ello s p erm anece en la o scurid ad .

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y yo en é l» (v v . 54-56). O b viam ente, Él no estaba hablando sobre ca n ib a lism o que lo que había hecho , fue lo que lo hizo tan desp reciab le.

literal, sin o que estaba u san d o una d e sc rip ció n v iv id a para referirse al
Al exam inar este últim o grupo de ap ó stoles, d e sc u b rim o s que aunque la
co m p ro m iso absoluto que requería de su s seguidores.
E scritu ra dice m uy p o co sobre e llo s, de todas m aneras tienen su s propias

Juan e scrib e : «A l o írla s, m u ch o s de su s d is c íp u lo s d ije ro n : Dura es esta d istin c io n e s.

p alab ra; ¿quién la puede o ír?» (v. 6 0 ). La palabra « d is c íp u lo s » en ese ve rsícu lo


JACO BO , HIJO DE A LF E O
se refiere al grupo m ás grande de p erso nas que seguían a Je s ú s y no a lo s Doce

en p articular. Juan sigue d icie n d o : « D e sd e e n to n ces m u ch o s de su s d isc íp u lo s El noveno nom bre en la lista de los ap ó stoles que ofrece Lucas (L u ca s

vo lviero n atrás, y ya no andaban con él» (Juan 6 .6 6 ). E se m ism o día, varias de 6.14-16) es «Jaco b o hijo de A lfe o » (v. 5 ). La única co sa que la E scritu ra nos dice

las d o cenas de d is c íp u lo s que habían e scu ch a d o las en señ a n zas de Je sú s y sido sobre este hom bre es su n o m b re. Si alguna vez él escrib ió algo, se perdió para

testig os de su s m ilag ro s dejaron de seg u irlo . Para e llo s, su s palabras habían la h isto ria. Si alguna v e z le fo rm u ló preguntas a Je sú s, o hizo algo para

sid o d em asiad o duras y s u s exigencias d e m asiad o rig u ro sas. Pero no fue así so b re sa lir del grupo, la E scritu ra no lo registra. N un ca alcanzó ningún grado de

con los D oce, que perm anecieron con Je sú s. fam a o notoriedad. No era el tip o de persona que so b resale. Fue com p letam ente

o scu ro . In clu so tenía un nom bre muy co m ú n .


Y al d iso lv e rse la m u ltitu d , Je sú s m iró a lo s D o ce y d ijo : « ¿Q u e ré is acaso iros

tam b ién v o so tro s? » (v. 6 7 ). Este era el m om ento de irse , si se sentían En el N uevo T e stam e n to hay v a rio s ho m b res con el n o m b re de Ja co b o . Ya

in clin a d o s a hacerlo. hem os hablado de Jacob o , el hijo de Zebedeo. H ab ía otro Jacob o , hijo de M aría

y Jo sé y, por tanto, m edio herm ano de Je sú s (G álatas 1 .1 9 ). Este Jacob o , m edio


Pedro habló por el grupo cu an d o dijo: « S e ñ o r, ¿a quién irem o s? T ú tienes
herm ano de Je sú s, aparentem ente llegó a se r un líd er en la iglesia de Je ru salé n .
palabras de vid a eterna» (v. 6 8 ). Se quedarían co n Je sú s fuera lo que fuera.
Fue el vo cero que, seg ún H e ch o s 15.13-21, dio a co n o cer la d ecisió n del
Excepto por Judas Iscario te, eran hom bres de verd adera fe.
C o n cilio de Je ru sa lé n . Ta m b ién se cree que es este m ism o Jacobo fue quien
Je sú s sab ía perfectam ente que alguno s de su s d isc íp u lo s no eran verd adero s e scrib ió la epístola del N uevo Te stam ento que lleva el nom bre de Santiago . No
creyentes, y sab ía que Judas habría de tra icio n a rlo . Les d ijo : «P e ro hay algunos
es el m ism o Jacobo no m b rado com o uno de los ap ó stoles en el tercer grupo de
de vo so tro s que no creen. Porque Je sú s sabía desde el p rin cip io q uién es eran
cuatro .
los que no c re ían , y quién le había de entregar» (v. 6 4 ). En el v e rs íc u lo 70,
En cuanto al Jacobo que nos interesa, p rácticam ente todo lo que sa b em o s de
responde a Pedro: «¿N o os he escogido yo a vo so tro s los doce, y uno de
él es que era hijo de Alfeo (M ateo 10.3; M arcos 3.18 ; Lu c a s 6 .1 5 ; H e c h o s 1 .1 3 ).
v o so tro s es d ia b lo ?» Él co n o cía su s c o ra zo n e s. Excepto Ju d a s, e llo s habían roto
Por M arcos 15.40 sab em o s que la m adre de Jacobo se llam aba M aría. Ese
con su pasad o para siem p re. H ab ían dejado todo para seg uir a Je sú s.
v e rs íc u lo , junto con M ateo 27.56 y M arco s 1 5.4 7 m en cio na a otro de lo s hijo s
Ese es el ú nico hecho realm ente heroico sobre e llo s que se revela en los de M aría, José. Jo sé debe de haber sido bien co n o cid o com o un se g u id o r de
E van g elio s. Y el fracaso de Judas en hacer tal co m p ro m iso , m ien tras pretendía
Je sú s (aunque no era ap ó sto l) porque su nom bre se m en cio n a repetidam ente.

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Su m adre M aría, o bviam ente, era tam b ién una devota seguidora de C risto . Ella E so , en s í, es un hecho im p ortan te. Aparentem ente, él no b u scó la notoriedad.

fue testig o o cu la r de la c ru c ifix ió n . T a m b ié n es una de las m ujeres que fue a No llevó a cabo un liderazgo destacado ni fo rm u ló preguntas im p o rtan tes. No

ungir el cuerp o de Je sú s que ya estaba en la sep ultura (M arco s 1 6 .1 ). d em o stró una agudeza in u su a l. Solo queda su nom bre, m ien tras que su vid a y

su o b ra quedan in m e rsas en la o scu rid a d .


Aparte de estos e sc a so s detalles que pueden extraerse sobre su fa m ilia , este

Jacobo es un personaje com p letam ente o sc u ro . Su falta de p ro m inen cia se Pero fue uno de los D o ce. Por alguna razó n Je s ú s lo se le ccio n ó , lo ad iestró , le

refleja aun en su so b ren o m b re . En M arco s 15.40 se le llam a «Jacobo el m e n o r». dio poder co m o a lo s o tros, y lo envió co m o testig o. Me recuerda a aquellas

p e rso n as que no so n m en cio nad as por nom bre en H eb reo s 11.33-38:


La palabra griega para « m e n o r» es m ikros, que literalm ente quiere decir

«p e q u e ñ o ». Su sig n ificad o p rim ario es «pequeño de estatu ra», lo que podría ser ... que por fe co n q u istaro n rein o s, hiciero n ju s tic ia , alcanzaro n p ro m esa s,

una referencia a su s rasgos fís ic o s . Q u izá s haya sido un hom bre bajo o de taparon bocas de leo n es, apagaron fuegos im p e tu o so s, evitaron filo de

estructura pequeña. espada, sacaro n fuerzas de d e b ilid ad , se hiciero n fuertes en b atallas,

p u siero n en fug a ejército s extranjero s. Las m u jeres recib ieron su s m uertos


La p alab ra puede referirse tam b ién a alguien que es jo ven en edad. Pudo
m ediante re su rre c ció n ; m as otros fueron ato rm entad os, no aceptando el
haber sido m ás joven que Jacobo, el hijo de Zeb edeo, en cuyo caso este
rescate, a fin de obtener m ejo r re su rrecció n . O tros experim entaron vitu p e rio s
so b reno m b re e staría d istin g u ié n d o lo com o el m ás joven de lo s d o s. De hecho,
y azo tes, y a m ás de esto p risio n e s y c árce le s. Fuero n apedreados, aserrad o s,
aun si esto no fuese a lo que hace referencia su so b ren o m b re , es probable que
puestos a prueba, m u erto s a filo de espada; anduvieron de acá para allá
fuera m ás jo ven que el otro Jacob o ; de otra m anera, tal vez que hub iese sido
cub ierto s de pieles de ovejas y de cab ra s, pobres, an g u stiad o s, m altratad os;
co n o cid o com o «Jacobo el m ayo r».
de lo s cu ales el m undo no era dign o; errando por los d e sie rto s, por los
Pero lo m ás probable es que el nom bre haga referencia a su in flu en cia. C om o
m o ntes, por las cuevas y por la s cave rn as de la tierra.
ya hem os v isto , Jacobo, el hijo de Zebedeo, era un h o m b re de p ro m in e n cia . Su
La eternidad revelará los nom bres y te stim o n io s de e sto s, co m o Jacobo el
fa m ilia era co n o cid a por el sum o sacerdote (Juan 18.15-16). Él fue parte del
m en o r, a quien el m undo escasam ente recuerda y no sabe nada de él.
círcu lo íntim o del S e ñ o r. Era el m ás co n o cid o de lo s dos Ja co b o s. Por lo tanto,

Jacobo el hijo de A lfeo, era co n o cid o com o «Jacobo el m e n o r» . M ikros, el La h isto ria de la ig le sia, en su m ayor parte, es tam b ién sile n cio sa sobre este

«p equeño Jaco b o ». h o m b re. A lgunas de las m ás antiguas leyendas sobre él lo confund en con

Jacob o , el herm ano de Je sú s. H ay alguna evid encia que Jacobo el m enor llevó el
Bien podría ser que todas estas c o sa s fueran verdad de Jaco b o ; es d ecir, que
evangelio a S iria y a Persia. H ay d iverso s relatos sobre su m uerte. A lg u n o s dicen
haya sido pequeño de estatura, joven o una p erso n a tranq uila que perm aneció
que fue som etido a apedream iento; o tros, que fue golpeado hasta que m u rió ; y
m ás bien en un segundo plano. E so podría ser co nsecuente co n la baja
aún otros d icen que fue cru cifica d o com o Je sú s.
p ro m inen cia que tuvo entre los D oce. Po d ríam o s decir que su m arca d istin tiva

fue lo o scuro de su p erso n alid ad . En cu alq u ier caso , podem os estar seguro s de que, al igual que lo s dem ás

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ap ó sto les, llegó a ser un p red icad o r co n poder. Seguram ente realizó « la s señales suficien te saber que estuvieron cerca del Señor, que el E sp íritu Santo les dio

de a p ó sto l... por se ñ a le s, prodigios y m ila g ro s» (2 C o rin tio s 1 2 .1 2 ). Y su poder, y que D io s lo s u só para llevar el evangelio al m undo de aquellos d ía s.

nom bre estará escrito en una de las puertas de la ciud ad celestial.


T o d o s e llo s, po co s años desp ués de Pen teco sté s, prácticam ente

H e aq uí un interesante pensam iento sobre Jacob o , el hijo de A lfeo : U sted desap areciero n de las narracio nes b íb lic a s . En ninguno de los c a so s, la E scritu ra

debe recordar que según M arco s 2.14, Le ví (M ateo ) era el hijo de un hom bre no s da una biografía com p leta. Y eso se debe a que la E sc ritu ra m antiene

tam b ién llam ado A lfe o . Podría ser que este Jacobo fuera herm ano de M ateo. siem p re Su enfoque en el poder de C risto y en el poder de la Palabra, no en los

D e sp u é s de to d o , Pedro y A n d rés eran h e rm an o s, y Jacobo y Juan lo eran h o m b res, que fueron m eros in stru m en to s de ese poder. Esto s ho m b res fueron

tam b ié n . ¿P o r qué no tam b ién estos d o s, M ateo y Jacobo el m enor? La Escritu ra llenos del E sp íritu y p redicaron la Palabra. Eso es todo lo que en realidad

no hace m ayo r esfuerzo en d istin g u ir entre lo s d o s A lfe o s. Por otra parte, Mateo n ecesitam o s saber. Lo im portante no es el v a s o ; lo que es im portante es el

y Jacobo en ningún lug ar son id entificad o s co m o h erm an o s. Sen cillam en te no M aestro.

sab em o s si lo eran o no.


Nadie co m o Jacobo el m enor, hijo de A lfeo, resum e m ejo r esa ve rd ad . Pudo

Otro asunto interesante sobre el linaje de Jacobo surg e cu an d o co m p aram o s haber reclam ado que se le recono ciera com o el herm ano de M ateo o el prim o

M arcos 15.40 con Juan 19.25. A m b o s v e rs íc u lo s m en cio n an a o tras d o s M arías de Je sú s, pero pasó en silen cio a través de toda la narrativa de los Evang elio s.

que estaban de pie junto a la cru z de Je s ú s con M aría, la m adre del Señor. Este m undo no recuerda ca si nada de él. Pero en la eternidad, recib irá una

M arcos 15.40 habla de « M a ría M agdalena, M aría la m adre de Jacobo el m enor y reco m p en sa co m p leta (M arco s 10.2 9-3 1 ).

de Jo sé » . Juan 19.25 nom bra a « su [Jesús] m adre, y la herm ana de su m adre,


SIM Ó N LLAM A DO Z E L O T E
M aría la m u jer de C leo fas y M aría M agdalena » . Es p o sib le, quizás in clu so

p ro b ab le, que la herm ana de la m adre de Je sú s (« M a ría la m u jer de C le o fa s» ) y El siguiente nom bre dado en Lucas 6.15 es « S im ó n llam ado Z elo te». En Mateo

« M a ría la m adre de Jacobo el m e n o r» sean la m ism a p erso na. (« C le o fa s» pudo 10.4 y M arcos 3.18, se le llam a « S im ó n el c a n a n ista » . Esta no es una referencia

haber sido otro n o m b re para A lfe o , o la m adre de Jacobo pudo hab erse vu elto a a la tierra de C anaán o a la aldea de C an á. V iene de la raíz hebrea qanna que

casa r desp ués de la m uerte del padre de e ste ). De ser este el caso , haría de quiere d e cir « s e r celo so , ferviente».

Jacobo el m enor un prim o de Je sú s.


A p arentem ente, en un tiem po Sim ó n había sido m iem bro del partido p o lítico

¿Fue Jacobo prim o de Je sú s? ¿Fue herm ano de M ateo? No lo sa b em o s. La co n o cid o com o lo s Z elo tes. El hecho que haya llevado ese nom bre toda su vida

E scritu ra no no s lo dice expresam ente. La im p o rtan cia de lo s d is c íp u lo s no podría su g erir que tenía un tem peram ento veh em ente, c e lo so . Pero en los días

radica en su genealogía. Si hub iese sid o im portante, la E scritu ra lo hab ría d ich o . de Je s ú s , el térm in o se ap licab a a una secta po lítica bien co n o cid a y

Lo que hizo a estos ho m b res im portantes fue el Seño r a quien sirv ie ro n y el am p liam ente tem id a, y S im ó n , aparentem ente, había sid o m iem b ro de esa secta.

m en saje que p ro clam aro n . S i carecem os de detalles sobre e llo s, está bien. El
El h isto riad o r Jo sefo d escrib e cuatro partido s entre los ju d ío s de aquel tiem p o .
cielo revelará la verdad total de quiénes fueron y cóm o eran. M ientras tanto, es
Los fariseos, que eran m uy exigentes acerca de la ley; eran los relig io so s

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fu n d am en ta listas de su tiem p o . Los sedúceos eran relig io so s liberales que preocupa que no se crea algo que yo haya d icho sobre e llo s, sin o que m ás

negaban lo so b renatural. Ta m b ién eran ric o s , aristo crático s y p o d e ro so s, y bien tem o que algo que yo haya d ich o no m uestre en todo su v ig o r la

estaban a cargo del tem p lo . Los esenios no se m encio nan en la E sc ritu ra , pero reso lu ció n que m u estran cu an d o sufren d o lo r. Y fue en el tie m p o de G e ssiu s

tanto Jo sefo co m o Filón de A lejan d ría lo s d e scrib e n co m o ascé tico s y célib es Flo ru s que la n ació n em pezó a ve rse afectada por esta d este m p la n za, quien

que vivía n en el desierto y ded icab an su s vid as al estudio de la ley. El cuarto fue nuestro p ro curado r, y quien o ca sio n ó que los ju d ío s se pusieran

grupo, los zelotes, eran m ás p o líticam ente orientados que cu alq u ie r otro grupo, ag resivos por el ab uso de su autoridad y lo s hiciera rebelarse co n tra los

aparte de los h e ro d ia n o s. Los zelotes odiab an a los ro m an o s y su m eta era ro m a n o s .-

te rm in a r co n la o cu p ació n ro m a n a. Su estrategia era el te rro rism o y los hechos


La rebeldía que Jo sefo d e scrib e «en el tiem po de G e s s iu s F lo ru s » ocurrió en
de vio len cia su b re p ticio s.
el año 6 d .C . cuando un grupo de zelotes em prendió una vio lenta rebelión

Los zelotes eran extrem istas en todo se n tid o . Al igual que lo s fariseo s, contra un cen so rom ano co n fin es de im p u e sto s. El líder y fu n d ad o r de los

interpretaban la ley en fo rm a literal. A d iferen cia de los fa rise o s (que estaban zelo te s, tam b ién m encionado por Josefo, era Judas el galileo, que es nom brado

d isp u esto s a co n tem p o rizar por razo nes p o lític a s), lo s zelotes eran p erso nas en H e ch o s 5.37.

m ilitan te s, vio le n ta s y que ha cía n cu alq u ier co sa para lograr s u s p ro p ó sito s.


Los zelotes estaban co n ve n cid o s de que pagar tributo a un rey pagano era un
C reían que so lo D io s ten ía el derecho de gobernar sobre los ju d ío s y, por lo
acto de traició n a D io s. Esa opinión tu vo buena acogida entre la gente que ya
tanto , cre ían que estaban haciendo la obra de D io s cuando ase sin ab an so ldad os
estaba sobrecargada por los im p uesto s ro m a n o s. Judas el galileo aprovechó la
ro m a n o s, líderes p o lítico s y cu alq u ie r otro que se les o p u siera.
o p ortunid ad, organizó fuerzas y se lanzó a m atar, a saquear y a d e stru ir. Desde

Los zelotes estaban esperando a un M esías que lo s dirigiera en la derrota de su cuartel general en la región de G alile a, él y su s seg uid ores d esataron una

los ro m an o s y restaurara el reino a Israel con su gloria sa lo m ó n ica . Eran guerra de g u errillas y actos de te rro rism o co n tra los ro m an o s. Pro n to , sin

patriotas d isp u e sto s a to d o , in c lu so a m o rir en un instante por lo que creían. em bargo, los ro m an o s ap lastaro n la reb elió n , m atando a Ju d as el galileo y

Josefo escrib e de ello s: cru cifica n d o a su s hijo s.

Judas el G a lile o era el autor de la cuarta secta de filo so fía ju d ía . Estos El partido zelote pasó a la clan d estin id ad . Su s actos de terror se hiciero n m ás

hom bres estaban de acuerdo en to d a s la s dem ás c o sa s con las n o cio n es se lectivo s y m ás s ig ilo s o s . C o m o lo h ic im o s no tar en el cap ítu lo 2, fo rm aro n un

fa risa ica s, pero tenían un apego in vio lab le a la libertad, y d ecían que D io s partido de asesin o s secreto s llam ad o s slccarii, « h o m b re s del p u ñ a l» , por los

tenía que ser el ú nico G ob ernante y Seño r. Tam p o co titubeaban en m o rir de c u ch illo s cu rv o s y m o rtales que llevab an e sc o n d id o s entre su s ro p as. Se m o vían

cualquiera clase de m uerte, y sentían lo m ism o en cuanto a la m uerte de su s sig ilo sam en te h asta co lo ca rse detrás de lo s so ld a d o s y p o lítico s ro m an o s, y los

parientes y am ig o s, y no había nin g ú n te m o r que lo s hiciera llam ar a otro apuñalaban por la espalda, entre las c o stilla s, atravesando , con un golpe certero,

hom bre se ñ o r. Y puesto que esta re so lu ció n in a m o vib le de ello s es bien el co razó n de su s v íc tim a s.

co n o cid a a la gran m ayoría, no me referiré m ás a este a su n to ; ni me


Les gustaba q u em ar b la n co s ro m an o s en Judea para luego replegarse a áreas

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rem o tas de G alilea donde se esco n d ían . C o m o los d escrib e Josefo en el párrafo y políticam ente co n ven cid o de que podía alin e arse con los te rro rista s. Pero eso

citado antes, era bien co n o cid a su d isp o sic ió n de su frir cu alq uiera c la se de era antes que cono ciera a Je sú s.

m uerte o soportar cu alq u ier cantidad de d o lo r, incluyendo la to rtura de su s


Por su p u e sto , com o uno de los D oce, Sim ó n tam b ién tu vo que aso ciarse co n
p ro p io s parientes. Los rom anos podían to rtu ra rlo s y m a ta rlo s, pero no podían
M ateo, quien ve n ía del lado o puesto del esp ectro p o lítico , cob rando im p uesto s
apagar la p asió n de ellos.
para el gobierno ro m ano . En un punto de su vid a, Sim ó n p o sib lem ente habría

M uch os histo riad o res creen que cu an d o los ro m an o s saquearon Jerusalén asesinad o g u sto so a M ateo. Pero finalm ente llegaron a ser herm ano s

bajo T ito V e sp asia n o en el año 70 d. C ., ese terrib le ho lo cau sto fue precipitado, e sp iritu a le s, trab ajand o hom bro a h o m b ro por la m ism a c au sa , la exp an sió n del

en gran m edida, por los zelo te s. Durante el sitio de R om a, d esp ués que el evangelio, y adoraban al m ism o Señor.

ejército rom ano ya había so m etid o a la ciudad y cortado to d a s s u s v ía s de


Es so rp rend ente que Je sú s seleccio n ara a un hom bre co m o Sim ó n para que
su m in istro , lo s zelo tes em p ezaron a m atar a ju d ío s que querían negociar co n
fuera uno de los ap ó sto les. Pero él era un hom bre de lealtad a toda prueba, co n
Rom a para term inar con el sitio . No p erm itían que nadie se rind iera para salvar
una p asió n a so m b ro sa , v a lo r y fervor. Sim ó n había cre íd o la verdad y aceptó a
su v id a . Cuando Tito vio cuán desesp erad a era la situ a ció n , destruyó la ciudad,
C risto co m o su S e ñ o r. El ardiente en tu sia sm o que una vez había tenido por
m asacrand o a m ile s de su s habitantes y llevánd o se los tesoro s del tem p lo . Fue
Israel ahora se expresaba en su d evo ció n a C risto .
a s í co m o el o d io ciego de los zelotes co ntra Rom a y todo lo que fuera ro m ano,
V arias fuentes antig uas d icen que d e sp u é s de la d e stru cció n de Je ru sa lé n ,
por últim o p ro vo có la d e stru c ció n de su propia c iu d a d . El e sp íritu de su
Sim ó n llevó el evangelio al norte y predicó en las Isla s B ritá n ic a s. C om o
m o vim iento era un fa n atism o in san o y, en últim a in sta n cia , au to d estructivo .
m u ch o s de los o tro s, sim p lem en te desaparece de los reg istro s b íb lico s. No hay
Josefo sugiere que el nom bre zelotes era un nom bre inco rrecto, « co m o si ellos
ve rsio n es co n fiab le s sobre lo que pasó con él, pero se dice que fue asesinado
fueran c elo so s en el b uen se n tid o , m ás bien que c elo so s en las peores accio n es,
por p redicar el evangelio. Este h o m b re, que una ve z estuvo d isp u esto a m atar y
2
y d esm ed id o s en su fo rm a de actuar m ás allá del ejem plo de o tro s» .-
ser m uerto por defender una agenda po lítica dentro de los co n fin e s de Judea,

Sim ó n era uno de e llo s. Es interesante que cuand o Mateo y M arco s nom bran encontró una ca u sa m ás fru ctífera por la cual d a r su v id a : la p ro cla m a ció n de la

a los D o ce , ponen a Sim ó n ju sto antes de Judas Iscario te. Cuando según sa lva ció n a los pecadores de toda n a ció n , lengua y trib u .

M arcos 6.7 Je sú s envió a los d isc íp u lo s de d o s en d o s es m uy probable que


JU D A S , H IJO D E JA C O B O
Sim ó n y Ju d as Iscariote hayan form ado uno de lo s e q u ip o s. Es m uy p o sib le que

am bos siguieran o rig inalm en te a C risto por razo nes p o lítica s. Pero en algún El últim o nom bre en la lista de d isc íp u lo s fieles es Ju d a s, el hijo de Jacob o . El

punto, S im ó n llegó a ser un se g u id o r genuino y fue tran sfo rm ad o . Judas nom bre Ju d a s es un buen nom bre. Sig nifica «Jeho vá g u ía ». Pero por la tra ició n

Iscario te, en realidad, nun ca creyó. de Judas Iscario te, el nom bre Ju d a s tendrá para sie m p re una co n n o tació n

negativa. Cuando el apóstol Juan lo m en cio n a , lo llam a « Ju d a s (no el Isc a rio te )»


C uando Jesú s no derrocó a Rom a sin o que habló de m o rir, alguno s hab rían
(Juan 14.22).
esperado que el traid o r fuera S im ó n , un hom bre de tan profunda p asió n , celoso

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Ju d a s, el hijo de Jaco b o , en realidad tenía tres no m b res. (Jerónim o se refiere a este h o m b re. No dice nada in d iscre to , tem erario o dem asiad o co nfiad o . No

él co m o « T rin o m io » , el hom bre con tres n o m b re s.) En M ateo 10.3 se le llam a regaña a Jesú s com o hizo Pedro una ve z . Su pregunta está llena de suavid ad y

« Le b e o , por so b reno m b re T a d e o » . Probablem ente Ju d a s haya sid o el nom bre m ansed um b re, y n o m u estra ninguna fo rm a de orgullo. No podía creer que Je sú s

que recibió al nacer. Lebeo y Tadeo eran esencialm ente so b ren o m b re s. Tadeo se pudiera m anifestar a este in sig n ifican te grupo de once y no al m undo entero.

sig n ifica « n iñ o de p ech o », evo cando la idea de am am an tar a un bebé. C a si tiene


D esp ués de to d o , Je sú s era el Salvad o r del m u n d o . Era el ju sto heredero de la
un sonido iró n ico , com o « n iñ o de m a m á » . Q u izá s haya sido el m enor de la
tie rra, Rey de reyes y Seño r de se ñ o re s. E llo s siem p re habían asum id o que Je sú s
fa m ilia y, por lo tan to , el bebé entre vario s h e rm an o s, especialm ente m im ado
había venido para establecer su reino y su jeta r todas la s co sa s a É l. Las buenas
por su m adre. Su otro n o m b re, Lebeo, es sim ila r. Viene de una raíz hebrea que
nuevas de perdón y sa lva ció n eran ciertam ente buenas nuevas para todo el
se refiere al co ra zó n , literalm ente « n iñ o del c o ra zó n » .
m u ndo . Y los d isc íp u lo s lo sa b ían m uy bien, pero el resto del m u ndo , en su

A m b o s no m b res sugieren que tenía un co razó n tierno, com o el co ra zó n de un m ayor parte, to d avía no lo sab ía. De m anera que Lebeo Tad eo quería saber:

niñ o. Es interesante pensar en un alm a apacible com o esa co m p artiend o en el « ¿C ó m o es que te vas a revelar ano so tro s y no a todo el m undo?

m ism o grupo de cuatro ap ó stoles del que form aba parte Sim ó n llam ad o Zelote.
» Él era un d isc íp u lo p ia d o so , un h o m b re que am aba a su Se-ño r y sentía el
Pero el Seño r puede u sa r am bas c la se s de p erso nas. Los zelotes eran grandes
poder de la sa lva ció n en su propia vida. Estab a lleno de esperanza para el
p red icad o res. Pero tam b ién pueden ser grandes p red icado res los ind ivid u o s
m u ndo , y en su propio tierno co ra zó n , y com o lo haría un niñ o, quería saber
tiern o s de co ra zó n , c o m p a siv o s, am ab les, alm as de esp íritu d u lce co m o Lebeo
por qué Je sú s no se iba a dar a c o n o ce r a to d o s. O bviam ente, seguía esperando
T a d e o . Ju n to s, contrib uyen a un grupo m uy co m p lejo e intrigante de doce
ver el reino vin ie n d o a la tie rra. No po dem o s culp arlo por eso ; a s í fue co m o
ap ó sto les. H ay a lo m e n o s uno de cada personalidad im aginable.
Je sú s enseñó a su s d isc íp u lo s a orar (Lu ca s 11.2 ).

Com o lo s otros tres fieles m iem b ro s del tercer grupo ap o stó lico , Lebeo Tadeo
Je sú s le dio una resp uesta m a ra v illo sa , y la resp uesta fue tan tierna com o la
está m ás o m enos en la o scu rid a d . Pero esa o scu rid ad de ninguna m anera
pregunta: « R e sp o n d ió Jesú s y le d ijo : El que me am a, m i p alab ra guardará; y mi
em paña nuestro respeto por e llo s. T o d o s llegaron a ser form idab les
Padre le am ará, y ven d rem o s a él, y harem o s m orada con é l» (Juan 1 4 .2 3 ). Jesú s
p redicad o res.
se m anifestará a cualquiera que lo am a.

El N uevo Te stam e n to registra un incidente en el que está in vo lu crad o este


Judas Lebeo Tadeo seguía p ensando en el reino m aterial y p o lítico . « ¿ P o r qué
Judas Lebeo T a d e o . Para v e rlo , vo lv a m o s a la d e sc rip ció n que hace el apóstol
no has to m ad o contro l del m u nd o todavía? ¿Por qué no te m anifiestas al
Juan del d isc u rso de Je sú s en el aposento alto. En Juan 1 4 .2 1 , Je sú s dice: « E l
m u n d o ?»
que tien e m is m and am iento s, y lo s guarda, ése es el que me a m a; y el que me
La resp uesta de Je sú s quería d e cir: « N o voy a tom ar p o sesió n del m und o
am a, será am ado por m i Padre, y yo le am aré, y me m anifestaré a él».
externam ente; voy a to m ar p o se sió n de lo s c o ra zo n e s, uno a la vez. S i alguno
E n to n ce s, Juan agrega: « L e dijo Judas (no el Isc a rio te ): Se-ñor, ¿có m o es que
me am a, él guardará m i Palabra. Y s i guarda m i Palabra, m i Padre y yo
te m anifestarás a n o so tro s, y no al m u n d o ?» (v. 2 2 ). A quí vem o s la hu m ild ad de

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ven d rem o s a él y ju n to s estab lecerem o s el reino en su c o ra zó n » . 10
La m ayor parte de la antigua trad ició n sobre Lebeo Tad eo sugiere que uno s

po co s añ o s desp ués de Penteco stés, llevó el evangelio al norte, a Ed esa, una IUDAS. EL TRAIDOR
ciudad real en M eso p o tam ia, en la región de lo que hoy es T u rq u ía . H ay
Entonces respondiendo Ju d o s, el que le entregaba, dijo: ¿ S o y yo, M a estro?
n u m e ro so s relatos antiguos de cóm o sanó al rey de Edesa, un h o m b re llam ado

A bgar. En el siglo cuarto , E useb io el h isto riad o r dijo que en lo s archivo s de — M A T E O 26.25

Ed esa (aho ra d estruid o s) había n u m e ro sas referencias a la v isita de Tad eo y a la


E L M ÁS N O T O R IO Y U N IV E R S A L M E N T E D E S P R E C IA D O de todos los
sanidad de Abgar.-^
d isc íp u lo s es Judas Iscario te, el traid o r. Su nom bre aparece al fin a l en to d a s las
El sím b o lo ap o stólico trad icio nal de Judas Lebeo Tad eo es una cach ip o rra lista s b íb lica s, excepto en la de H e c h o s 1, donde su nom bre no aparece. Cada
porque la trad ició n dice que, a causa de su fe, con ese instrum ento fue vez que Judas es m encionado en la E scritu ra enco ntram o s una referencia a su
golpeado hasta m o rir.
c o n d ició n de traido r. Él es el fra ca so m ás c o lo sa l en toda la h isto ria de la

De esta m an era, esta alm a tierna sig u ió a su Seño r fielm ente hasta el fin . Su hum an id ad . Com etió el hecho m ás horrib le y atroz que in d ivid u o alguno haya

testim o n io fue tan poderoso y alcanzó tan lejos co m o el de cu alq uiera de los podido com eter ja m á s. T ra ic io n ó , por un puñado de m o n ed as, al H ijo de D io s

d isc íp u lo s m ejo r co n o cid o s y m ás elo cuen tes. É l, com o e llo s, es una prueba de perfecto, sin pecado, san to . Su o scu ra h isto ria es un ejem plo patente de las

cóm o D io s usa a gente c o m ú n y corriente en fo rm as ad m irab les. pro fundid ades a las que el co razó n hum ano es cap az de caer. Pasó tre s años

con C risto , pero durante todo ese tiem po su co razó n so lo se endureció y se

llenó de odio.

Los otros once ap ó stoles so n un gran aliciente para no so tro s porque

eje m p lifican cóm o las p erso nas co m u n es y co rrien tes, co n defectos típ ico s,

pueden ser u sa d as por D io s en fo rm as extrao rdinarias y ad m ira b les. Ju d as, por

otra parte, perdura com o una ad vertencia sobre el potencial que tiene el m al

cu an d o hay descuido e sp iritu a l, oportunidades m algastadas, lu ju ria y d u reza de

co ra zó n . Judas fue un h o m b re que estuvo tan cerca del Salvador com o es

hum anam ente p o sib le estar. D isfru tó de cada privilegio que C risto puede

ofrecer. Fue íntim am ente fa m ilia r con to d a s las en señ a n zas de Je sú s. Sin

em bargo, se m antuvo incréd ulo y fue a una eternidad sin esp eran za.

Judas era tan co m ú n y co rrien te com o el resto, sin cred en ciales terrenales y

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sin ninguna ca ra cte rística que pudiera d estacarlo del grupo. Em pezó del grupo, es p o sib le que se haya visto a s í m ism o com o un ad venedizo , lo que

exactam ente co m o lo s otros habían co m en zad o . Pero nun ca se apoderó de la pudo haberle ayudado a ju s tific a r su traició n .

verdad por fe, por lo que no fue tran sfo rm ad o co m o el resto. M ientras que los
La poca fam iliarid ad de los d is c íp u lo s gal íleo s con Ju d as pudiera haber
otros cre cía n en su fe com o h ijo s de D io s, él se tran sfo rm ab a m ás y m ás en un
co n trib u id o , en cierto sentido, a su decep ció n. Los otros sab ían poco sobre su
hijo del infiern o .
fa m ilia, su trasfondo o su vid a antes que llegara a ser d isc íp u lo . Por eso le fue

El N uevo T e stam e n to no s dice m u cho sobre Ju d a s, suficie n te com o para fácil actuar con h ip o cresía. S ab em o s que llegó a un lug ar de co n fian za, porque

lograr d o s c o sa s: Prim ero, la vida de Judas nos recuerda que es p o sib le estar fue el tesorero del grupo y u só esa p o sició n para sustra e r de los fo ndo s (Juan

cerca de C risto y aso ciarse con Él estrecham ente (aunque en fo rm a su p e rficia l), 1 2 .6).

y aún a s í estar com p letam ente endurecido por el pecado. Segundo, Judas nos
El padre de Ju d as se llam aba Sim ó n (Juan 6 .7 1 ). Este Sim ó n es igualm ente
recuerda que no im porta cuán pecadora sea una p ersona, no im porta qué
d e sco n o cid o para n o so tro s. Sim ó n era un nom bre co m ú n , o b viam ente, porque
traició n pueda intentar com eter co n tra D io s, el p ro p ó sito de D io s no puede ser
d o s de los d isc íp u lo s (Ped ro y el Zelote) tam b ién se llam ab an S im ó n . M ás allá
fru stra d o . Aun el peor acto de traició n obra h acia el cu m p lim ie n to del plan
de eso, no sab em o s nada de la fam ilia de Judas ni de su trasfo n d o so cial.
d iv in o . El plan soberano de D io s no puede ser desb aratado ni siquiera por el
Com o los o tros, Ju d as era igualm ente un h o m b re co m ú n y co rrien te. Es
ardid m ás astuto de los que lo odian.
interesante notar que cu an d o Je sú s p redijo que uno de e llo s hab ría de
SU N O M B R E
entregarlo, nadie so sp e ch ó de él señalán d o lo con el dedo (M ateo 2 6.2 2-2 3 ). Era

El n o m b re Judas es una fo rm a de Ju d á . El nom bre sig n ific a «Jeho vá g u ía », lo tan experto en su h ip o cresía que nadie parecía d e sc o n fia r de Ju d a s. Pero Je sú s

co n o cía su co razó n desde el p rincip io (Juan 6.6 4 ).


que ind ica que cuando él nació su s pad res deben de haber tenido grandes

esp eran zas de que fuera guiado por D io s. La iro n ía del nom bre es que ninguna SU LL A M A D O
persona fue ja m á s guiada m ás claram ente por Satanás que Ju d as.
El llam ado de Judas no está registrado en la E sc ritu ra . Es obvio, sin em bargo,
Su segundo n o m b re, Iscario te, se refiere a la región de donde p ro cedía. Está
que d ecid ió seg uir a Je sú s vo lu n tariam en te. V ivía en un tiem po de gran
derivado del térm in o hebreo ish (« h o m b re » ) y el n o m b re de un pueblo,
expectativa m e siá n ica y, co m o la m ayoría en Israel, tam bién esperaba con ansias
Q u e rio t, «h o m b re de Q u erio t ». Probablem ente, Judas venía de Q ueriothezron
la ve n id a del M e sía s. Cuando oyó de Je sú s, debe de haberse co n ven cid o de que
(cf. Josué 1 5 .2 5 ), un pueblo h u m ild e en el su r de Judea. Aparentem ente era el
este te n ía que ser el verdadero M e sía s. C o m o los otros once, abandonó
ú nico de los ap ó stoles que no procedía de G alile a. C o m o sa b em o s, m u ch o s de
cu alq u ie r asunto en el que haya estado in vo lu crad o y em pezó a seg uir a Je sú s a
los otros eran h e rm an o s, am igos y co m p añ e ro s de trab ajo aun antes de
tiem po co m p le to . Y d ecidió p erm anecer junto a Je sú s cuando algunos
enco ntrarse co n Jesú s. Judas era una figura so litaria que vin o de lejo s. Aunque
d isc íp u lo s m enos devo tos em p ezaron a ab ando nar el grupo (Juan 6.66-71).
no hay e vid en cia de que haya sido excluido o m irad o con d e sp recio por el resto
H ab ía dado su vid a por seg uir a Je s ú s , pero nun ca le dio su co razó n a Je sú s.

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Probablem ente, Ju d as era un jo ven y celo so patriota ju d ío que no quería que que ju n to s co m u n icá b a m o s dulcem ente los se cre to s, y andáb am o s en am istad

los ro m a n o s gobernaran en Israel, y que esperaba que C risto derrotara a los en la casa de D io s » . Ese pasaje tam bién an ticip a la traició n de Ju d as. Zacarías

o p reso res extranjeros y restaurara el reino a Israel. O b viam e n te , veía que Je sú s 11.12-13 d ice : « S i os parece bien, dad m e m i salario; y si no, d ejadlo . Y pesaron

tenía poderes co m o nin g ú n otro h o m b re. H ab ía , por tanto, m u chas razo nes por m i salario treinta piezas de plata. Y me dijo Jehová: Échalo al teso ro ;

para que alguien com o Judas se sin tiera atraído por eso. ¡h erm o so precio co n que me han apreciado! Y tom é las treinta piezas de plata, y

las eché en la ca sa de Jehová al te so ro » . M ateo 27:9-10 identifica ese pasaje


Es igualm ente obvio, sin em bargo, que Judas no se sin tió atraído por C risto
com o otra p ro fecía sobre Ju d a s. De m odo que el papel de Judas estaba
en un sentido esp iritu al. Sig uió a Je sú s por un deseo de ganancias egoístas,
estab lecido de antem ano.
am b icio n es m u n d an as, avaricia y co d ic ia . Percib ía el poder de Je sú s y quería un

poder igual para él. No estaba interesado en el reino por la sa lva ció n o por In clu so la E sc ritu ra dice que cu an d o Jesú s escog ió a Ju d a s, Él sabía que Judas

C risto , sin o que estaba interesad o so lo en lo que podía obtener para beneficio se ría el que daría c u m p lim ie n to a las p ro fecías sobre la tra ic ió n . Lo escog ió a

p ro p io. La riqueza, el poder y el prestigio eran lo que alim entab an su s sab iendas para c u m p lir el plan.

am b icio n es.
Sin em bargo. Judas de ninguna m anera fue obligado a hacer lo que h izo .

Por un lado, es claro que escogió seg uirlo . Y co n tin u ó siguiéndo le aun cuand o N inguna m ano in v isib le lo forzó a tra ic io n a r a Je sú s. A ctuó librem ente y sin

seg uir a Je sú s se hizo d ifíc il. C o ntinuó sig u ié n d o lo aun cu an d o el hacerlo p resió n externa. Era re sp o n sab le de su s propias accio n e s. Jesú s dijo que él

requería que aguzara su h ip o cresía para cu b rir la realidad de lo que era. cargaría co n la cu lp a por su s accio n es a través de la eternidad . Su propia

co d ic ia , su propia am b ició n y su s propios m alo s d e se o s fueron la ún ica fuerza


Por otro lado, Je sú s tam b ién lo escog ió a él. La te n sió n entre la so b eranía
que lo em pujó a tra ic io n a r a Je sú s.
d ivina y la elección hum an a se m anifiesta en el llam ado de Ju d a s, com o se

expresa tam b ién en el llam ado de los otros ap ó sto les. T o d o s ellos había elegido ¿C ó m o podem os re co n cilia r el hecho de que la traició n de Je sú s estuvo

a Je sú s, pero Él lo s había elegido p rim ero (Juan 1 5 .1 6 ). Judas había igualm ente profetizada y predeterm inada co n el hecho de que él actuó por su propia

elegido seg uir a Je s ú s . Y aunque él tam b ién había sido elegido p o r Je sú s, no fue vo lu n tad ? No hay necesid ad de re co n ciliar eso s d o s he ch o s. No hay

para re d e n ció n . Su papel de traid o r estaba ordenado desde antes de la co n tra d icció n alguna en e llo s. El plan de D ios y la m ala acción de Judas

fu n d ació n del m u ndo , y aun estaba profetizado en el A ntiguo Testam ento . c o in cid ie ro n perfectam ente. Ju d as hizo lo que hizo porque su co ra zó n era m alo.

D io s, quien ejecuta todas su s obras de acuerdo con el co n sejo de su propia


El Salm o 4 1 .9 , una profecía m e sián ica , d ice: « A u n el hom bre de m i p az, en
voluntad (E fe sio s 1 .1 1 ), había preordenado que Je sús fuera traicio n ad o y que
quien yo co n fiab a, el que de m i pan c o m ía , alzó co n tra m í el c a lc a ñ a r» . En Juan
m u riera por lo s p ecado s del m u ndo . En Lucas 22.22 Je sú s m ism o corrobora
13.18 Je sú s cita ese ve rsícu lo y dice que su c u m p lim ie n to ven d ría en su propia
tales verd ad es: « A la verdad el H ijo del H o m b re va, según lo que está
tra ic ió n . El Salm o 55.12-14 d ice : « P o rq u e no me afrentó un enem igo, lo cual
determ inad o ; pero ¡ay de aquel hom bre por quien es entregado!» Spurgeon dijo
hab ría so p ortad o; ni se alzó contra m í el que me aborrecía, porque me hubiera
esto sobre la te n sió n entre la so b eranía d ivin a y la d e c isió n hum an a:
ocultado de él; sin o tú , h o m b re, al parecer ín tim o m ío, m i guía, y m i fa m ilia r;

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S i... encuentro en una parte de la B ib lia que se enseña que todo está boda (M ateo 2 2 .1 1 -1 4 ); el m en saje contra el am or al d inero (M ateo 6 .19-24);

predeterm inado, eso es verd ad ; y s i en cu en tro , en otra E sc ritu ra , que el contra la avaricia (Lu ca s 12.15-21) y contra el o rgullo (M ateo 2 3.1-12). In clu so

hom bre es re sp o n sab le por todas s u s accio n es, eso es verd ad ; y es so lo mi Je sú s había dicho francam ente a lo s D o ce: « U n o de vo so tro s es diablo » (Juan

in sen satez la que me lleva a im aginar que estas dos verd ad es pueden 6 .7 0 ). Les advirtió sobre el d o lo r que vend ría sobre aquel que lo traicio nara

co ntrad ecirse entre sí. Yo no creo que puedan fu n d irse en una so la sobre (M ateo 2 6 .2 4 ). Ju d as e scu ch ó todo eso sin in m u tarse. N un ca aplicó aquellas

ningún yunque terren al, sin o que serán una en la eternidad. So n dos líneas le ccio n es a su v id a . Se m antuvo en su engaño.

p aralelas que corren tan cerca la una de la otra que la mente hum an a que las
SU D E S IL U S IÓ N
sigue m uy le jo s, nun ca d e scu b rirá que convergen, pero s í convergen y de

alguna m anera se encontrarán en la eternidad, cerca del tro n o de D io s, M ientras tanto , Judas se sentía cada v e z m ás d e silu sio n ad o de C risto . No hay

desde donde fluye toda verdad.~ duda de que al p rin c ip io , todos lo s ap ó stoles p ensaron en el M esías ju d ío co m o

un m onarca o riental que d errotaría a lo s enem igos de Judea, que barrería de


D ios ordenó los eventos por los cu ales Je sú s hab ría de m o rir, pero Ju d as llevó
Israel la o cup ació n pagana, y que restablecería el reino d a víd ico con una gloria
a cabo su m aldad según su propia d e c isió n , s in p re sio n e s ni co a cció n de fuerza
sin precedentes. Sabían que Je sú s hacía m ilag ro s, y era obvio que tenía poder
externa alguna. A m b as c o sa s so n verd ad . La vo lu n tad perfecta de D io s y los
sobre el reino de la s tin ie b la s. T a m b ié n tenía autoridad sobre el m u nd o físico .
p ro p ó sito s perversos de Judas co in cid e n para que o curra la m uerte de C risto .
N adie enseñó ja m á s co m o É l, ni nadie habló com o É l, ni vivió en la fo rm a en
Judas lo hizo por m ald ad , pero D io s tran sfo rm ó aquello para bien (cf. G é n e sis
que Él v iv ió . En cuanto a lo que los d is c íp u lo s co n cern ía , Él era el obvio
5 0 .2 0 ). No hay con trad icció n .
c u m p lim ie n to de la s p ro m esas m esiá n ica s del A ntiguo T e stam e n to .
D esde una p ersp ectiva h u m an a, Judas ten ía el m ism o potencial que lo s o tros.
Pero Je sú s no siem p re cu m p lió las expectativas ni las am b icio n es perso nales
La diferencia es que él nun ca fue de verdad atraído hacia la Persona de C risto .
de ello s. Para ser perfectam ente sin ce ro , la s expectativas de e llo s no eran todas
Lo vio so lo co m o un m edio para llegar a un fin . La m eta secreta de Ju d as era la
m o tivadas esp iritualm ente. De tanto en tanto ve m o s evidencia de esto, co m o
prosperidad p e rso n al, ganancias para s í m ism o . N un ca abrazó por la fe las
cu an d o Jacobo y Juan pidieron los lugares p rin cip a les en el reino. La m ayoría de
e n se ñ an zas de Je sú s. N un ca tuvo ni siq uiera un gram o de verdadero am o r por
e llo s había esperado v e r un reino terren al, m aterial, p o lítico , m ilitar y
C risto . Su co razó n nun ca cam b ió y, por lo tanto , la luz de la verdad so lo lo
e co n ó m ico . A unque lo habían dejado todo para seg uir a Je sú s, lo hab ían hecho
endureció.
con la esperanza de que habrían de se r recom p en sados (M ateo 1 9.27). El Señor
Judas tu vo m u ch a s oportunidades de vo lv e rse de su pecado, tan tas co m o
les aseguró que serían reco m p en sad o s, pero su re co m p en sa plena y final la
cu alq u ie r otra p erso na. E sc u c h ó n u m e ro so s llam ad o s de C risto urgiéndolo a no
recib irían en el siglo venidero (Lu ca s 18.29-30). Si p e rsistía n en esperar una
hacer lo que planeaba hacer. E sc u ch ó m u ch a s leccio nes que Je sú s enseñó reco m p en sa m aterial e inm ediata, se iban a d e silu sio n a r.
durante su m in iste rio . M uch as de tales leccio n es se ap licab an directam ente a él:
El resto de los ap ó stoles había em pezado a cap tar lentam ente que el
la parábola del m ayo rd o m o infiel (L u c a s 16.1-13); el m en saje sobre el ve stid o de

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verd adero M esías no era lo que al p rincip io e sp e raro n . Y aceptaron la Poco desp ués de la resu rrecció n de Lázaro y ju sto antes de la entrada triu n fal de

co m p ren sió n su p e rio r de las p ro m esas b íb licas que Je sú s había desplegado para Je sú s en Je ru sa lé n , Je sú s y su s d isc íp u lo s vo lviero n a Betania, en las afueras de

e llo s. Su am o r por C risto ve n ció s u s am b icio n es terren ale s. R ecib iero n su la ciud ad . Este era el lugar donde Lázaro había sido resucitad o y donde vivía

enseñanza sobre la d im e n sió n espiritual del reino y g usto so s se tran sfo rm aro n con su s h e rm an a s, M aría y Marta. Je sú s había sido invitado a una cena en casa

en p articip antes de ese reino. de un tal « S im ó n el le p ro so » (M ateo 2 6 .6 ). Su querido am igo Lázaro estaba

presente con M aría y Marta, y esta últim a ayudaba a se rvir la co m id a . Juan


Ju d a s, entretanto, sim p lem en te se d e silu sio n ó . La m ayo r parte del tiem po
12.2-3 registra lo que o cu rrió : « Y le hicieron a llí una cena; M arta servía, y Lázaro
e sco n d ió su decep ció n bajo el m anto de la h ip o cresía, probablem ente porque
era uno de los que estaban sentados a la m e sa con él. En to n ce s M aría tom ó
esperaba encontrar la m anera de obtener algún dinero por los años que había
una lib ra de perfum e de nardo puro , de m u cho p recio, y ungió lo s pies de
pasado con Je sú s. N un ca logró c o n q u ista r la m undanalid ad de su co razó n .
Je sú s, y los enjugó co n s u s cab e llo s; y la casa se llenó del olor del p erfum e».
N un ca aceptó el reino esp iritu al de C risto . Se m antuvo ajeno a todo eso, aunque

secretam ente. Este acto es im p resio n ante por su extravagancia. No so lo fue un acto p ú b lico

de adoración sin o que tam bién tuvo la ap ariencia de un d e rro ch e. El perfum e,


Las pocas referencias a Ju d a s que de cu an d o en cu and o se nos dan en los
esp ecialm ente un producto tan caro, es para u sa rse en pequeñas cantidades.
E van g elio s sugieren que desde h acía tiem po que había venid o d e silu sio n án d o se
U na vez que se ha d erram ad o, no se puede v o lv e r a recoger. D erram ar una libra
y am arg ánd o se, pero que todo eso lo m antuvo en secreto. En Juan 6, durante el
de un aceite tan co sto so para ungir lo s pies de alguien da la ap ariencia de un
m in iste rio de Je sú s en G alilea, Él se refirió a Judas com o «d ia b lo » . Je sú s sab ía
exceso eno rm e.
lo que nadie m ás sab ía: Ju d as ya se había tran sfo rm ad o en una persona

d esco ntenta. Seguía sin cre er, sin arrep en tirse y sin alcanzar la regeneración. « Y dijo uno de su s d isc íp u lo s, Ju d as Iscario te, hijo de S im ó n , el que le había

C o n cada día que pasaba, su co razó n se ponía m ás duro . de entregar: ¿P o r qué no fue ese perfum e ven d ido por trescien to s denario s, y

dado a los p o b res?» (vv. 4-5). C o m o sea que se m ire, trescien to s d enario s era
Cuand o Je s ú s y los ap ó sto les fu ero n a Jeru salén para la fie sta de la Pascu a, en
una gran su m a de dinero para un perfum e. Recuerde que un denario era
el ú ltim o año de su m in iste rio terren al, el d esencanto espiritual de Judas era
básicam ente la paga d ia ria de un trab ajad o r (M ateo 2 0 .2 ). T re sc ie n to s denarios
com p leto . En algún punto de aq uello s po co s d ías fin a le s, su d e silu sió n se
era el salario de un hom bre durante un año (sin co ntar lo s d ías de reposo y los
vo lvió odio, un o dio m ezclad o con avaricia que finalm ente se expresó en
d ías de fie s ta s ). Yo le he com p rado p erfum es c o sto s o s a m i e sp o sa, pero nunca
tra ic ió n . Probablem ente, Judas se c o n v e n ció a s í m ism o que Jesú s le había
podría gastar el salario de un año en un p erfum e. Este fue un acto sorprendente
robado su vid a, le había robado d o s años de ganar dinero. T a l fo rm a de p ensar
de generosidad de parte de una fa m ilia que debió de haber tenido re c u rso s.
llegó a d o m in arlo , al punto que fin alm en te se tran sfo rm ó en el m o n stru o que

traicio n ó a Je sú s. La reacción de Judas fue una astuta estratagem a. Aparentó p reo cup ació n por

los pobres. D a la im p re sió n de que su protesta pareció razonable a los otros


SU A V A R IC IA
ap ó stoles porque M ateo 26.8 dice que e llo s se hicieron eco de la ind ignació n de

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Ju d as. ¡Q u é experto había llegado a se r Ju d as en su h ip o cresía! El apóstol Juan a s í co m o unos d o s kiló m etro s h asta Jeru salén , se reunió co n los p rin cip ales

reflexionando años m ás tarde sobre este incidente, escrib ió : «P e ro dijo esto, no sace rd o te s y vendió a Je sú s a su s enem igos por un puñado de m o ned as. Trein ta

porque se cu id a ra de los p o bres, sin o porque era ladrón, y teniendo la bolsa, piezas de plata. Fue todo lo que pudo obtener. Según Éxodo 2 1 .3 2 , este era el

su stra ía de lo que se echaba en ella» (Juan 1 2 :6 ). Por su p u e sto , ni Juan ni precio de un e sclavo . No era m u cho d in e ro . Pero no pudo neg o ciar el precio.

ninguno de los otros ap ó stoles vio a través del engaño de Judas en ese
El contraste es so rp rend ente: Je sú s es ungido con un am or rebosante por
m o m ento , pero Juan , al m irar hacia atrás, cu an d o e scrib ía su libro bajo la
M aría y al m ism o tiem po es traicio n ad o co n un odio rebosante por Judas.
in sp ira c ió n del E sp íritu Santo, nos dijo directam ente cuál había sid o el m otivo
N ótese que esta es la prim era v e z que a Judas se le ve haciendo algo so lo .
de Ju d as: avaricia pura.
H a sta ese p u n to , se había m ezclad o perfectam ente con lo s d em ás del grupo. Es
En lo s v e rs íc u lo s 7 y 8 se registra la resp uesta de Je sú s a Ju d a s: « D é ja la ; para
la p rim era vez que habla com o in d ivid u o y es la p rim era vez que se hace
el d ía de m i sep ultura ha guardado esto . Porque a los pobres siem p re los
acreedor de una cen su ra directa por parte de Je s ú s . Aparentem ente, aquello fue
tendréis co n vo so tro s, m as a m í no siem p re me te n d ré is» . Dadas las
todo lo que se necesitó para p ro vo car su tra ic ió n . H ab ía m antenido em botellada
c ircu n sta n c ia s y puesto que Je sú s co n o cía perfectam ente bien el co ra zó n de
su am argura y su d e silu sió n todo el tiem p o que le fue posible. A hora su traició n
Ju d as, esta parece m ás bien una cen su ra suave. Pudo hab erlo atacado co n una
secreta se haría patente.
fu rio sa co n d e n ació n , y haber expuesto su s verd aderos m o tivo s, pero no lo h izo .
SU H IP O C R E S ÍA
De todas m aneras, la gentil rep rim enda parece que hizo que Judas se

resin tiera aun m ás con Je sú s. No se arrep intió. Ni siquiera exam inó su co razó n . En Juan 1 3 .1 , el apóstol Juan co m ie n za su largo relato sobre lo que su ced ió en

De hecho, este incidente parece haber sid o el punto en el que su p ensam iento el apo sento alto la noche del arresto de Je sú s. D esp u és de haber recib ido el

cam b ió . T re sc ie n to s d enario s hab ría sid o una trem enda su m a para agregar al dinero que le pagaron por tra ic io n a r a Je s ú s , Ju d as vo lv ió , se m e zcló con el

te so ro , o freciéndole una excelente oportunid ad para traslad a r dinero a su propio grupo y actuó com o si nada anorm al hubiera su ce d id o . Juan dice que fue el

b o lsillo . Debido a la d isp o sic ió n de Je sú s de recib ir esa adoración tan pródiga, diablo el que p u so en el co ra zó n de Judas tra ic io n ar a Je sú s (v. 2 ). E so no es

Judas perdió una oportunidad ideal de apoderarse de m ás dinero que no era sorprendente. De nuevo, Ju d as hizo lo que hizo vo lu n tariam en te, sin nin g ú n tipo

Suyo. de c o a cció n . Satanás no podía forzarlo a traicio n ar a Jesú s. Pero a través de

ciertas c ircu n sta n c ia s, le su g irió el p lan , lo tentó para que lo h icie ra , y plantó la
Esta parece haber sid o la gota que reb asó el vaso , porque inm ed iatam ente
se m illa de la tra ic ió n en su co ra zó n . Debido a que su co ra zó n era tan ho stil a la
desp ués de co ntar la h isto ria del ungim iento de Je sú s, M ateo d ic e : « En to n ce s
verdad y estaba tan lleno de m aldad, Ju d as se co n virtió en un in stru m e n to fácil
uno de los d o ce , que se llam ab a Judas Iscario te, fue a los p rin cip ales
para Satanás.
sacerd o tes, y le s d ijo : ¿Q u é rne q ueréis d ar, y yo os lo entregaré? Y ello s le

asig naron trein ta piezas de plata. Y desde enton ces b uscab a oportunidad para Fue en ese p reciso m om ento que Je sú s les dio a los ap ó sto les una lecció n de

entregarle » (M ateo 26.1 4-1 6 ). Judas se e scab u lló , salió de Betania, cam inó algo hum ild ad al lavarles lo s p ie s. Les lavó lo s pies a lo s d o ce, lo cual quiere d ecir

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que in c lu so le lavó los pies a Ju d a s. Sentado allí, Ju d as dejó que Je sú s le lavara S e ñ o r?» In clu so Ju d a s, siem p re preocupado por m antener la ap ariencia para

los p ie s. Se m antuvo im p asib le. El peor pecador del m undo era tam b ién el parecer com o cualq uiera de lo s o tros, preguntó: « ¿S o y yo, M aestro?» Pero en su

m ejo r hip ó crita del m undo. caso no había habido un autoexam en sin cero . H iz o la pregunta so lo porque

estaba preocupado de que los otros se d ieran cuenta; él ya sabía que él era
Pedro, por su parte, estaba p ro fundam ente co n m o vid o por el acto de
aquel a quien se estaba refiriendo Je sú s.
hum ild ad de Je sú s. Al p rin cip io sin tió vergüenza y se negó a que Je sú s le lavara

los p ies. Pero cu an d o Jesú s le d ijo : « S i no te lavare, no tend rás parte c o n m ig o » El apóstol Juan co ncluye a s í su relato de este incid ente:

(v. 8 ), Pedro le resp o n d ió : «S e ñ o r, no só lo m is p ies, sin o tam b ién las m a n o s y


Y uno de su s d isc íp u lo s, al cual Je sú s am aba, estaba recostado al lado de
la cabeza » (v. 9).
Je sú s. A éste, p ues, hizo se ñ a s Sim ó n Pedro, para que p reguntase quién era

Je sú s le resp o nd ió : « E l que está lavad o, no necesita sin o lavarse los p ies, aquel de q uien hab lab a. Él e n to n ces, recostado cerca del pecho de Je s ú s , le

pues está todo lim p io ; y vo so tro s lim p io s e stá is, aunque no todos» (v. 10, d ijo : Se-ñor, ¿quién es? R e sp o nd ió Je s ú s : A quien yo diere el pan m o jad o,

énfasis a ñ ad id o ). U n m u rm u llo tiene que haber co rrid o por el cuarto cu an d o les aquél es. Y m o jando el pan, lo dio a Ju d as Iscariote hijo de S im ó n . Y

dijo eso. Ello s eran so lo doce y Jesú s estaba d icien d o que alguien en el grupo desp ués del b o cado, Satanás entró en él. Ento n ces Je s ú s le d ijo : Lo que vas

no estaba lim p io . Juan agrega: «Po rq ue sab ía quién le iba a entregar; por eso a h a cer, hazlo m ás pronto. Pero ninguno de lo s que estaban a la m esa

d ijo : no estáis lim p io s to d o s » (v. 11). entendió por qué le dijo esto. Porque alguno s p ensab an, puesto que Judas

tenía la b o lsa, que Je sú s le decía: Co m p ra lo que n ecesitam o s para la fiesta;


En los v e rs íc u lo s 18-19 Je sú s habló aún m ás directam ente: « N o hablo de
o que diese algo a lo s p o b res. Cuando él, p ues, hubo tom ado el bocado,
to d o s vo so tro s; yo sé a quienes he elegido; m as para que se cum p la la
luego sa lió ; y era ya de noche (Juan 1 3.2 3-3 0 ).
E sc ritu ra : El que com e pan c o n m ig o , levantó co n tra m í su calcañ ar. D esd e ahora

os lo digo antes que suced a, para que cu an d o suced a, c re á is que yo so y» . Por El día de la sa lva ció n se había cerrado para Ju d a s. La m ise rico rd ia d iv in a dio

sup u e sto , Él estaba d iciend o que el acto de Ju d as era el cu m p lim ien to del Salm o lugar al ju icio d ivin o . En esencia, Judas había sido entregado a Satanás. El

41.9. pecado había triu n fad o en su co ra zó n . Satanás se había instalado allí.

T o do aquello parecía ser dem asiado d ifícil de entender para la m ayoría de los N ótese, sin em bargo, que aun cu an d o Jesú s había hablado del traidor y había

ap ó sto les. A s í que en el ve rsícu lo 2 1, Jesú s hace una p red icció n aún más dado a Judas el pan m ojado para id en tifica rlo , aquello todavía no entraba en la

explícita sobre el inm inente acto de tra ició n : « H a b ie n d o dicho Je s ú s esto , se cabeza de los a p ó sto le s. N adie parecía darse cuenta de que Ju d as sería el

co n m o vió en e sp íritu , y declaró y d ijo : De cierto , de cierto os digo, que uno de traid o r. T a n experto era este en su hip o cresía que h asta el m ism o fin los engañó

vo so tro s me va a entreg ar». T o d o s los d is c íp u lo s , excepto Ju d as, quedaron a to d o s, excepto a Je sú s.

p erp lejo s y p ro fundam ente co n m o v id o s con esas p alab ras. Aparentem ente,
Je sú s lo m andó a que se fuera. Esto es fácil de entender. Je sú s es p u ro , sin
em p ezaron a exam in ar su s propios c o ra z o n e s, porque M ateo 26.22, d ic e : « Y
pecado, sin m ancha, santo . A quí estaba este d esd ich ad o , esta m ala p re se n cia en
e n tristecid o s en gran m anera, co m en zó cada uno de ello s a d e cirle: ¿Soy yo,

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quien Satanás literalm ente había entrado. Je sú s no iba a tener el p rim er se rvicio M ientras tan to , había co ntinu ad o su cam p aña de d e sfa lco , m anteniendo la

de santa cena co n el d iab lo y Judas presente en el cuarto .¡Fuera! fachad a h ip ó crita, y yendo co n el resto de los ap ó stoles com o si en verdad fuera

uno de e llo s. Pero ahora Je sú s le s había hab lado abiertam ente a los otros
Solo desp ués que Ju d as hubo salido nuestro Seño r instituyó la cena del
d isc íp u lo s sobre el c o m p lo t de Ju d as para traicio n arlo . Ju d as había sido casi
Seño r. H a sta el d ía de hoy, cu an d o no s acercam o s a la m esa del S eñ o r, se nos
d e sen m ascarad o frente a los o tros. Era hora de actuar.
instruye a exam in a m o s a no so tro s m ism o s para no participar h ip ó critam ente y

traer ju icio sobre no so tro s m ism o s (1 C o rin tio s 11.27-32). ¿Q ué había estado esperando Ju d as? Según Lucas 22.6, había venido

b uscan d o una oportunidad «p ara entregárselo [a Je sús] a espaldas del pueblo»


El apóstol Juan dice que a lo largo de todo este episo dio , hasta que Judas
(é n fasis a ñ ad id o ). Era un cob arde. C o no cía la popularidad de Jesú s. T e m ía a la
hubo dejado la co m p añ ía de los ap ó sto les, Je sú s estaba profundam ente
m u ltitud . C o m o cu alq u ie r h ip ó crita , le o b se sio n ab a la p reo cup ació n sobre lo que
co n m o vid o en esp íritu (Juan 1 3 .2 1 ). ¡P o r su p u e sto que estaba co n m o vid o ! La
la gente p ensaría de él, de modo que estaba esperando traicio n ar a Jesú s en la
p resencia de aquel d e sd ich a d o , in ic u o , poseído por Satan ás, estaba
fo rm a m ás callad a p o sib le . Esp erab a la puerta al infiern o que fuera m ás
co n tam in an d o la c o m u n ió n de los ap ó sto les. La ingratitud de Ju d as, su rechazo
conveniente. Y cu an d o la enco ntró , la trasp u so de una ve z .
de la bondad de Je s ú s , el odio que secretam ente sentía Ju d as por Je s ú s , lo

rep ulsivo de la p re sen cia de Satanás, lo atroz del pecado, lo s ho rrores de saber Por eso, en el m om ento en que Je sú s estaba instituyend o la san ta cena en el

que las m a n d íb u las abiertas del infierno estaban esperando a uno de s u s m ás aposento alto, Judas estaba haciendo arreglos para Su captura. Él sab ía que

cerca n o s aco m p añ antes, todo eso atribulaba y agitaba a Je sú s. No es de extrañar Je sú s iba con regularidad a G e tse m a n í para orar co n s u s d is c íp u lo s . Lucas 22.39

que le haya ordenado a Ju d as que se fuera lo m ás pronto posible. dice que era co stu m b re de Je sú s ir allí. Juan 18.2 dice que Judas « c o n o cía aquel

lugar, porque m u ch a s veces Jesú s se había reunido a llí con s u s d isc íp u lo s» . A s í


SU TRAICIÓ N
es que Ju d as co n o cía exactam ente el lugar al cual llevar a las autoridades para

Aparentem ente, Judas fue directam ente desd e el apo sento alto al Sanedrín. Les cap turar a Je sú s.
dijo que el asunto estaba arreglado y que ahora sabía dónde podrían arrestar a
La sigu iente vez que vem o s a Ju d as es en Juan 1S, cuando su c o n sp iració n de
Jesú s bajo el am paro de la o scu rid a d . Secretam ente, y desde que había hecho el
traició n alcanza su punto cu lm in an te . Em p ezab a a o scu rece r. Jesú s había ¡do
trato con el Sa n e d rín , Judas había ve n id o b uscan d o una oportunidad
desde el apo sento alto al lugar donde aco stu m b rab a o rar en el pequeño huerto
conveniente para tra ic io n a r a Jesú s (M arco s 1 4 .1 1 ). A hora, había llegado la hora.
de o livo s co n o cid o com o G e tsem an í. A llí d erram ó su co razó n ante el Padre en

Recuerde, Ju d as no actuó en un m om ento de lo cu ra. Esto no resp o nd e a un agonía tal que su su d o r era com o grandes gotas de sangre. H a b ía dejado a ocho

im p u lso repentino. No fue un hecho nacid o de la p asió n . Esta acción tenebrosa de s u s d is c íp u lo s a alguna d ista n cia y se había internado en el huerto co n

fue planeada y prem editada d elib eradam ente. Él había estado planeando eso Pedro, Jacobo y Juan (M arco s 14.32-33).
durante d ías, tal vez sem anas o in c lu so m ese s. Ya había to m ad o el dinero que
«Ju d as, p ues, tom ando una co m p añ ía de so ld a d o s, y alguaciles de los
le habían pagado (M ateo 2 6 .1 5 ). Solo había estado esperando la hora oportuna.
p rin cip a les sacerdotes y de los fa rise o s, fue allí co n lin tern as y a n to rch as, y co n

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a rm a s» (Juan 1 8 .3 ). La « co m p a ñ ía de so ld a d o s» era seguram ente un al H ijo de D io s . Profanó el lugar de o ració n. T ra ic io n ó a su Seño r co n un b eso .

destacam ento de so ld ad o s rom anos de la Fo rtaleza A nto nia, adyacente al


SU M U E R T E
tem p lo . U n destacam ento estaba fo rm ad o por u n o s se iscie n to s h o m b re s. No se

no s d an n ú m ero s exacto s, pero todos los e scrito re s de los Evan g elio s co in cid e n Judas vendió a Jesú s por una cantidad ín fim a . Pero tan pronto co m o hubo

en que era una gran m u ch ed u m b re (M ateo 2 6.47; M arcos 1 4 .4 3 ; Lucas 2 2 .4 7 ), com p letado el trato , su co n cie n cia despertó. Se encontró a s í m ism o en un

probablem ente cien to s de so ld a d o s. Era obvio que esperaban lo peor, porque infierno de su propia creació n , sin poderse sacar de la m ente lo que había

llegaron arm ados hasta lo s d ientes. hecho . El d in ero , algo que hasta ese m om ento había sido tan im portante para él,

ahora no sig n ificab a nada. M ateo 27.3-4 d ice : « E n to n ce s Ju d as, el que le había
« P ero Je sú s, sabiendo todas las c o sa s que le hab ían de so b reven ir, se
entregado, viendo que era co nd en ad o , d evo lvió arrepentido las trein ta piezas de
adelantó y les d ijo : ¿A quién b u sc á is ?» (Juan 1 8 .4 ). No esperó a que Judas
plata a lo s p rin cip a les sacerdotes y a lo s a n cia n o s, d icie n d o : Yo he pecado
vin ie ra por él. No trató de e sco n d erse. Les salió al paso p resentánd o seles y
entregando sangre ino cente » .
d icié n d o le s: «Y o so y» (v. 5 ).

Su rem o rdim iento no fue lo m ism o que arrepentim iento, co m o los


Judas había escogido una señal para identificar a Je sú s. «A l que yo besare, ése
sub sig u ien tes h e ch o s lo d em u estran. Lo sentía, no porque hubiera pecado
es; p ren d ed le» (M ateo 2 6 .4 8 ). ¡Q ué d iab ó lica fo rm a de se ñ alar a Jesús! Pero su
contra C risto , sin o porque su pecado no lo satisfacía en la fo rm a que él había
infam ia era tan profunda y su h ip o cresía tan m a licio sa que aparentem ente no
esperado.
tenía co n cien cia. Por otra parte, ya que Je sú s se adelantó y se id en tificó , la señal

resultab a in n ecesaria, pero Ju d as, c ín ico y m alvado co m o él solo, lo besó de Los p rin cip a les sacerd o tes y los a n cia n o s fueron cortan tes. « M a s ellos d ije ro n :

todas m aneras (M arco s 1 4.4 5). ¿Q u é no s im porta a no so tro s? ¡Allá tú !» (v. 4 ). Ello s ya tenían lo que querían.

Judas podía hacer lo que q u isie ra con el dinero. A hora nada podría d e sh ace r su
« E n to n ce s Je sú s le dijo: Ju d as, ¿con un beso entregas al H ijo del H o m b re ?»
tra ició n .
(L u c a s 2 2.4 8). El beso es una señal de ho m enaje, am o r, afecto, ternura, respeto

e in tim id ad . Los sentim iento s fin g id o s de Judas por C risto so lo hiciero n su M ateo d ice : « Y arrojando las piezas de plata en el te m p lo , s a lió , y fue y se

hecho m u cho m ás ten e b ro so . Era una so lap ada h ip o cresía. Judas trató de ah o rcó » (v. 5 ). Ju d as ya estaba en un in fiern o de su propia c re a c ió n . Su

m antener la ap ariencia de respeto hasta el am argo fin al. co n cie n cia no quedaría s ile n c io sa , y esa es la m ism a e sencia del infierno . El

pecado trae culpa, y el pecado de Judas le trajo un su frim ie n to inso p o rtab le. De
Je sú s, siem p re cortés, in c lu so se dirigió a é co m o « A m ig o » (M ateo 2 6 .5 0 ).
n u e vo , su rem o rd im iento no era arrepentim iento genuino. Si tal h ub iera sido el
Je sú s siem p re había sido el am igo de Ju d a s, pero Judas no era un amigo
c a s o , él no se hab ría quitado la v id a . Era sim p lem ente pena porque no le gustó
verd adero de Je sú s (cf. Juan 1 5 .1 4 ). Él era un traid o r y un engañador. S u s b esos
lo que sentía. T riste m e n te , no b u scó el poder de D io s. No pidió m iserico rd ia .
eran los b eso s de la peor clase de traició n .
No b u scó liberarse de Satanás. En lugar de eso, trató de sile n cia r su co n cien cia
Aquella no ch e, Ju d as profanó la Pascu a. Profanó al Cordero de D io s. Profanó
su icid á n d o se . Esa fue la angustia de un loco que había perdido el control.

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M ateo co ncluye su relato sobre Ju d as, d icie n d o : « L o s p rin cip a les sacerd o tes, to d o s m o d o s, m u rió .

tom and o la s piezas de plata, d ije ro n : No es lícito ech arlas en el teso ro de las
Esta es virtu alm en te la últim a vez que la E sc ritu ra m en cio na a Ju d a s: « S u s
o frend as, porque es precio de sangre. Y desp ués de c o n su lta r, co m p raro n co n
entrañas se d erram aro n ». Su vid a y Su m uerte fueron trag ed ias gro tescas. Él fue
ellas el cam p o del alfarero , para sep ultura de lo s extranjero s. Por lo cual aquel
un hijo del in fiern o y un hijo de p e rd ició n , y fue al lugar al que pertenecía. Je sú s
cam p o se llam a hasta el d ía de hoy: C am p o de sangre» (M ateo 27.6-8).
dijo estas palabras escalo fria n tes: « B u e n o le fuera a ese hom bre no haber

H e ch o s 1.18-19 añade una nota final a la tragedia de Judas con m ás detalles nacido » (M arco s 1 4 .2 1 ).

sobre su m uerte y la a d q u isició n del Cam po de sangre: « E s te , pues, con el


LA M O R A LE JA D E SU V ID A
salario de su iniquidad adquirió un ca m p o , y cayendo de cab eza, se reventó por

la m itad, y to d a s su s entrañas se d e rra m a ro n . Y fue notorio a to d o s los Pod em o s sa ca r im portantes leccio n es de la vid a de Ju d a s. Prim ero, Ju d as es un

habitantes de Je ru salé n , de tal m anera que aquel cam p o se llam a en su propia ejem plo trágico de las oportunid ades perdidas. Él oyó a Je sú s enseñar d ía tras

lengua, A céld am a, que quiere d ecir, C a m p o de san g re». día por u n o s d o s añ o s. Pudo haberle hecho a Je sú s las preguntas que hubiese

q uerid o . Pudo haber pedido y recib ido de Je sú s la ayuda que hubiese


A lguno s han im aginado una co n tra d icció n entre M ateo y H e c h o s, pero
necesitado . Pudo haber cam b iad o la carga o p resiva de su pecado por un yugo
cu alq u ie r d iscrep an cia aparente es fá cilm en te re co n cilia b le . M ateo ind ica que los
fá cil. Jesú s extendió a todos una am able in vitació n para hacerlo (M ateo
sacerd o tes co m p raro n el cam p o con el dinero de sangre de Ju d a s. A s í, es
11.28-30). Pero al fin a l, Judas se condenó por su propio fracaso al no p restar
verdad que Judas adquirió el cam p o « c o n el salario de su in iq u id a d » . Fue
atención a lo que oyó.
com p rado para él por los p rin cip a le s sacerd o tes, pero la co m p ra se hizo co n su

dinero. El cam p o llegó a ser su p o se sió n . Su s herederos, si es que los tenía, Segundo, Ju d as es el epítom e de los p rivileg io s d e sp re ciad o s. Se le dio el m ás

habrían de heredar el cam p o . Por eso es co rrecto d ecir que « co n el salario de su alto lugar de privilegio entre todos lo s seguidores de Je sú s, pero d e sp ilfarró ese

iniquidad adquirió un c a m p o » aun cuando la co m p ra haya sido hecha para él, p rivilegio , cam b ián d o lo por un puñado de m o nedas que, d e sp u é s de todo,

por apoderado. d ecid ió que no la s quería. ¡Q ué negocio m ás necio!

¿Por qué ese cam p o en p articu lar? Porque fue el lugar donde Judas se ah orcó . Tercero, Judas es la ilu stra ció n clá sica de có m o el am o r al dinero es la raíz de

Aparentem ente, él escog ió un árbol que estaba en una saliente del terreno que toda c la se de m ales (1 Tim o teo 6 .1 0 ).

quedaba sobre algunas ro cas filo sa s. (H ay un lugar que p recisam ente co in cid e
C uarto, Judas ejem p lifica lo horrib le y peligroso de la traició n esp iritual.
con esa d escrip ció n en el cam p o en Jeru salén donde la trad ició n dice que Judas
Q u isié ra m o s que Judas h ub iera sido el ú nico h ip ó crita que traicio n ó al Seño r,
se ah o rcó .) O la soga ced ió o la ram a del árbol se ro m p ió , el caso es que Judas
pero no es a s í. H ay Ju d as en to d a s las ép ocas, p e rso n as que parecen ser
cayó cabeza abajo sobre las ro cas. La d e scrip ció n b íb lica es gráfica y fuerte: « S e
verd adero s d is c íp u lo s y cerca n o s seg uidores de C risto pero que se vu elven
reventó por la m itad, y to d a s s u s entrañas se d erram aro n » (H e c h o s 1 .1 8 ). Judas
contra Él por razo nes sin ie stra s y ego ístas. La vida de Judas es un recordatorio a
fue una figura trágica que ni siquiera pudo m atarse com o había q uerid o. De
cada uno de no so tro s sobre la necesidad de exam inar n u estro s co ra zo n e s (c f. 2

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C o rin tio s 1 3 .5 ). o fic io » (v. 2 0 ). M atías fue elegido porque había estado con Je sú s y los otros

ap ó stoles « co m en zan d o desde el b autism o de Juan hasta el d ía en que de entre


Q uinto, Judas es una prueba de la p acien cia, bondad generosa y b enevo lencia
no so tro s fue recibido arrib a» (v. 2 2 ).
am o ro sa de C risto . « B u e n o es Jehová para co n to d o s, y su s m ise rico rd ia s sobre

todas s u s o b ras» (Salm o 1 4 5 .9 ). El Seño r in c lu so m u estra su benevolencia Aparte de eso, nada se sabe de M atías. Su n o m b re aparece so lo d o s veces en

am o ro sa a un reprobado com o Ju d a s. R ecuerde, Jesú s lo siguió llam ando la E scritu ra, am bas en H e ch o s 1 donde se relata cóm o fue elegido. D e este

« A m ig o » , aun en m edio de la tra ició n . Je sú s nun ca m ostró a Ju d as algo que no m odo al fin a l, se eligió a otro hom bre perfectam ente co m ú n y corriente para que

fuera am abilidad y am o r, aun cuando sabía lo que este estaba planeando hacer. ocupara el lugar de aquel m alvado extrao rdinario . Y junto con los otros once,

Y en ningún sentido fue Ju d a s im p u lsa d o por C risto para hacer lo que h izo . M atías llegó a ser un testigo p o d ero so de la resu rrecció n de Je sú s (v. 2 2 ), un

hom bre co m ú n y corriente m ás a quien el Seño r elevó a un llam ado


Sexto, Judas d em u e stra cóm o la voluntad so b erana de D io s no puede se r
extrao rdinario .
im pedida por ningún m edio. Su traició n p arecía, a prim era v ista , co m o el triu n fo

m ás grande de Satan ás. Pero en realidad , señaló la com pleta derrota para el

diablo y todas su s o b ras (H eb reo s 2.14; 1 Juan 3 .8 ).

Sép tim o , Ju d as es una d em o stració n vivid a de la falsedad y lo in fru ctu o so de

la h ip o cre sía . Es la ram a o pám pano de que habla Juan 15.6 que no perm anece

en la Vid Verdadera. E sa ram a no p ro duce fru to , es cortada y echada al fuego

para que se destruya. Judas fue tan experto en su hip o cresía que ninguno de los

otros once ja m á s so sp e ch ó de él. Pero no pudo engañar a Je s ú s , ni tam po co

puede engañarlo ningún hipócrita. Y C risto es el Ju ez ju sto que pagará a cada

uno según lo que m erece (Juan 5 .2 6 -2 7 ). Los hip ó critas co m o Ju d as no podrán

cu lp ar a nadie m ás que a s í m ism o s por la d estru cció n de s u s alm as.

Cuand o Judas cam b ió la vid a de Je sú s por dinero, lo que en realidad estaba

haciendo era vender su propia alm a al d iab lo. La tragedia de su vid a fue una

tragedia que él m ism o creó . Pasó por alto la luz a la que había estado expuesto

eso s añ o s, relegándose a s í m ism o a las o scu rid ad es eternas.

D esp ués de la re su rrecció n de Je s ú s , M atías o cup ó el lugar de Judas (H e ch o s

1 .16-26). El apóstol Pedro d ijo : «Po rq ue está escrito en el libro de los Sa lm o s:

Sea hecha desierta su h a b ita ció n , y no haya quien m ore en e lla ; y: T o m e otro su

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NOTAS 2- E u se b io , Ecclesiastical Church H istory 2.9.2-3.

C A P IT U L O 9
IN T R O D U C C IÓ N

2- Jo se fo , A n tiquities 18.6.
2- Alexander Balm an Bruce, The Training o f the Tw elve (New Y o rk: Doubleday,

1 92 8 ), 29-30. 2. Jo se fo , W ars c f the Je w s 4.3.9

C A P IT U L O 2 3. Eu seb io , Ecclesiastical H istory 1.13.5

C A P IT U L O 10
2- Cita J. R. M iller en el libro de John C. M axw ell. The 27 Irrefutable Law s o f

Leadership (N a sh v ille : T h o m a s N e lso n , 1 99 8 ), 71. 2- C harles H . Sp u rg eo n , « A D efense o f C a lv in is m » ; Su san n ah Spurgeon y

2. Las ve rsio n es King Jam es y Nueva King Jam es parecen su g e rir que este Joseph H a rra ld , e d s., The Autobiography c f Charles H . Spurgeon, 4 vo ls.

evento o currió desp ués de la co m id a . « H a b ie n d o acabado la c e n a ...» Otras (P h ilad elp hia: A m erican Bap tist Pu b licatio n So ciety, 1 8 9 5 ), 1:177.

versio n es d icen que ocurrió «durante la c e n a ...» o, m ien tras « la cena se

se rv ía » . La p alab ra griega trad u cid a «acab ad o » es ginom ai, un verb o con un

am plio rango de sig n ific a d o s, incluyen d o « s e r e n sam b lad o , ser aprobado,

estar te rm in a d o » . El contexto hace claro que fue la preparación de la cena y no

cuando se estaba co m ie n d o , que « fin a liz ó » cu an d o Jesú s se levantó para lavar

los pies. O b viam ente, fue desp ués que Je sú s m ojara el pan y se lo diera a

Judas (v 2 6 ). De modo que el lavam iento de pies obviam ente ocurrió (co m o el

protocolo lo exigía) antes de la co m id a, no d esp u és.

3. E u se b io , Ecclesiastical H istory, 3:1, 30.

C A P IT U L O 3

2- John C . P o llo ck , M oody: A Biographical Portrait c f the Pacesetter in M odem

Evangelism (N ew Y o rk: M a cm illa n , 1 9 6 3 ), 13.

2. Richard Ellsw o rth D ay, Bush A glow : The L 'fe Story o f D wight Lym a n M oody

(P h ilad elp hia: Ju d so n , 1 9 3 6 ), 65.

C A P IT U L O 4

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ACERCA DEL AUTOR

El D r. John F. M acA rthur, auto r de m u ch o s éxitos de librería que han bendecido

a m illo n e s de p erso nas, es p asto r y m aestro de G race C o m m u n ity C h u rch en

Su n V alley, C alifo rn ia, y presidente de T h e M aster’ s College and Sem inary.

T a m b ién es p residente de G race To Y o u , un m inisterio que produce G racia a

V o so tro s, un program a de radio sin d icad o ¡n tem acio n alm en te, y m u ch o s

re cu rso s im p reso s, au d itivo s y de la Internet. A d em ás, es el auto r de las notas

en The M acA rthur Study B ib le, que ganó el prem io « G o ld M edallion » . John y

su e sp o sa, Patricia, tienen cuatro h ijo s adultos y doce nie to s. Para más

in fo rm a c ió n , póngase en contacto con G race to Y o u llam and o al 1-866-G RACIA

o visitan d o el sitio W eb: w w w .g ty.o rg .

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