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Autopublicación: carencias y urgencias del arte en Venezuela

Por Félix Suazo

1.- La autopublicacion constituye uno de los segmentos más prolíficos del arte
contemporáneo, generalmente utilizada para los "libros de artista", "fotolibros" y
“fanzines”. La proliferación de este género artístico experimental tiene varias
motivaciones, entre las que prevalecen la autogestión por falta de apoyo, la
exploración de nuevos medios, la necesidad de editar procesos o etapas del
trabajo con fines divulgativos y la búsqueda de soluciones alternas para la
circulación y venta de las obras. Los precedentes se remontan a las
vanguardias artísticas de inicios del siglo XX que, a contracorriente de los
cánones establecidos, publicaron textos, manifiestos y folletos de talante
singular por cuenta propia. 

En la Venezuela del siglo pasado se distinguen de manera significativa las


Ediciones de El Techo de la Ballena, agrupación artístico cultural que entre
1961 y 1967 realizó afiches, postales, manifiestos y libros con medios muy
rudimentarios, pero de diseño y factura excepcionales. También destacan los
libros de grabado acometidos por Gego y Luisa Palacios, así como las
producciones de arte postal que emprendieron Dámaso Ogaz con fotocopias y
Diego Barboza con impresos de bajo costo. Del lado de la fotografía, varios
autores desplegaron una sobresaliente actividad en el ámbito de la autoedición,
entre ellos Paolo Gasparini, Bárbara Brandly y Thea Segall, por solo anotar
unos pocos ejemplos. Igualmente, se realizaron ediciones excepcionales
consagradas al diseño de autor como Visibilia (1969) y Nenias (1969) de Gerd
Leufert e Imposibilia (1968) realizado conjuntamente por Nedo MF y el citado
Gerd Leufert. 
El investigador y poeta Alejandro Salas, quién tuvo un papel pionero junto a
Nélida Mosquera en la elaboración y conceptualización del "libro de arte" a
través de la editorial S&M (1988-1995), catalogó algunas de estas
publicaciones (sobre todo las de gráfica y diseño) bajo la denominación de
"Bello Libro", a propósito de una exposición homónima presentada en la
Galeria de Arte Nacional en 2001. Salas distinguía en estos materiales la
excelencia técnica y  cuidadosa conjunción de imagen y escritura,
diferenciándolas del libro de estampas tradicional.
 
Algunas definiciones de la autopublicacion sostienen que estas no cuentan con
la mediación de un editor, lo cual en realidad quiere decir, que están  fuera del
sistema convencional de producción, distribución y consumo editorial. Lo cierto
es que, al menos en el caso de Venezuela, la autopublicación comporta la
alianza circunstancial de curadores, artistas, críticos, diseñadores y,
ocasionalmente, galerías y editoriales pequeñas. A veces, el autor es a la vez  
editor, productor y diseñador del proyecto. En otras ocasiones, la edición recae
sobre un curador o un editor independiente. Esto significa que las publicaciones
concebidas bajo este modelo de emprendimiento, incluyen todos los cuidados
necesarios para garantizar la calidad conceptual, visual y material de la obra,
aún cuando están fuera de los mecanismos convencionales del mundo
editorial.

Su premisa experimental, factura artesanal y limitada cantidad, no excluye los


criterios de excelencia para la diagramación de los contenidos, la escogencia
del soporte, la definición  del formato, el tipo de reproducción, la técnica de
encuadernación o modo de presentación. No obstante a ello, su singularidad
radica en que las decisiones descansan sobre la propuesta del autor y no sobre
las prescripciones  estándarizadas de la industria editorial. "La autopublicacion
—según afirmó el fotógrafo Alexis Pérez Luna en 2017 durante un foro sobre el
fotolibro en la Sala TAC— te garantiza que te arruinas, pero el libro queda
como te gusta".

Aún en medio de la ambigüedad de las definiciones, las autoediciones de arte


en cualesquiera de sus modalidades, siguen siendo uno de los ámbitos más
prolíficos de la escena artística contemporánea.  En concordancia con esta
orientación el Centro de Bellas Artes Ateneo de Maracaibo en alianza con la
Galería  Carmen Araujo Arte presentó en 2016 el 3er Encuentro de Ediciones
de Arte y Libros de Artista, donde se presentaron trabajos de Consuelo
Méndez, Armando Ruiz, Paolo Gasparini, Camilo Barboza, Esmelyn Miranda,
Juan Iribarren, Hernán Alvarado, Luis Lizardo, Isabel Cisneros, Víctor Hugo
Irazábal, Ricardo Benaim, Corina Briceño, Rafael Castillo-Zapata, Florencia
Alvarado, Ricardo Peña y la revista Pulgar concebida y coordinada por Luis
Romero, entre otros. La diversidad de autores y propuestas convocadas
evidenció un panorama vigoroso pero heterogéneo que difícilmente podría
identificarse con una definición única de lo que es o debería ser la autoedicion,
un modelo que además está siendo empleado por organizaciones e
instituciones alternativas para suplir la necesidad de estimular y documentar
procesos del arte contemporáneo.
En lo que a este comentario respecta, nos centraremos en la nociones de
autopublicación y autoedición como estrategia de producción y
experimentación artística, basadas en la idea del libro como referencia. Aquí
entran fotolibros, libros de artista, libros objeto, libros instalados, libros gráficos,
fotonovelas y fanzines. Su producción, prentación y visibilidad se ha
intensificado durante la década actual, fundamentalmente entre 2014 y 2017.
En todos ellos, la autpublicación va de la mano con las urgencias del arte y la
sociedad en Venezuela.

2.-

Libros de artista

Enmarcado en dicha circunstancia, Muu Blanco ha producido tres trabajos en


esa dirección, con diseño y recursos propios, todos en 2015. Modernismo
anacrónico (collage y dibujo), New compositional Thinking y New compositional
Thinking (2) son sus titulos. En ellos se condensa parte de sus indagaciones
creativas en las cuales confluyen la historia del arte, el cuestionamiento del
poder y la revisión crítica de la modernidad. Tales nociones enmarcan las
contradicciones del arte, la vida y las representaciones. Modernismo
anacronico (collage y dibujo) se sustenta en la fricción semiótica entre
imágenes diversas (publicidad, arte, historia, etc.) y trazos abigarrados. New
Compositional Thinking, basado en imágenes del fotolibro de Paolo Gasparini
Retromundo (1986), contrapone fármacos de colores e imágenes en blanco y
negro de un mundo de realidades contrastadas. En New Compositional
Thinking 2 el artista intervino con un hilo rojo varios registros fotográficos de la
historia de la industria petrolera publicados originalmente en la revista
Extracamara. 

Coreotopías (2017) de Miguel Braceli es una publicación flexible, con páginas


apaisadas, dispuestas de manera continua, cuyo despliegue excede el "cuerpo"
del libro. Los textos de Lorena González Inneco, Gerardo Savarce y Félix
Suazo están dispuestos en un cuadernillo inserto que no interrumpe la
secuencia consecutiva de las imágenes. El diseño y producción de la
publicación —a cargo del propio artista— recrea la dinámica  espacial de sus
intervenciones en espacios naturales, urbanos y arquitectónicos, en las cuales
utiliza bandas de plástico, tubos y mangueras, materiales que en lo sucesivo se
exhiben como la memoria "editada" de su trabajo. 

Fotonovela y novela gráfica

Siguiendo el patrón narrativo de la fotonovela, Deborah Castillo ha realizado


los proyectos El extraño caso de la sin título (sf), El secuestro de la ministra de
la cultura (2013) y La dama profunda (2016). La saga enmarca sus peripecias
en los bordes del mundo del arte, el contrabando, el sexo y la politica. Los
actores —además de la autora— son artistas y personas vinculadas a la cultura
que encarnan a funcionarios, delincuentes, curadores, policías y hasta un
presidente.

En las entrañas de la bestia (2017), novela gráfica de Ángela Bonadies y


Juan José Olavarría, es una alegoría sórdida de la situación del país que
recrea la experiencia de los autores en la Torre de David, un rascacielos
inconcluso ubicado en Caracas que fue invadido por más de setecientas
familias sin vivienda, convirtiendo el monumental edificio en una suerte de
"fabela vertical". Los textos y dibujos que componen el trabajo —aún inédito—
reconstruyen un ambiente de depauperación, anomia y situaciones absurdas,
donde palabras e imágenes conforman una especie de arqueología jurásica de
una sociedad que se debate entre la quimera y la descomposición.

Libro objeto y libro instalado


Dianora Pérez ha llevado al extremo el concepto de autopublicacion al generar
solo ediciones únicas, a medio camino entre la estampa, la instalación y el
expediente forence, sustentandose en un arduo trabajo de investigación en
fuentes periodísticas que tratan el tema de la violencia y el narcotráfico.
Recortes de prensa y textos en braille, guantes de tela mediante, permiten
visibilizar diferentes casos del crimen organizado que aún siguen impunes en la
Venezuela actual, tal como se advierte en El Narcolibro (2017), compuesto por
14 cuadernillos que abordan el tráfico de estupefacientes y el lavado de dinero
entre 2007 y 2015. En 2018 la artista reunió cinco libros artesanales (El Libro
Rojo, El Libro Blanco, El Libro Azul, El Libro Sordo y El Narcolibro) en la
exposición Perversiones, Colección F (Dimensión Fractal), presentada en Sala
Mendoza. La tersura de los libros, su cuidadosa factura, su pulcritud gráfica e
incluso la austeridad de los materiales empleados, no aminoran la gravedad de
las situaciones referidas. Son versiones de hechos, sustentadas en información
hemerográfica de dichos casos. Todo es para tocar con guantes —¿blancos,
rojos, de seda?— como se indica en las instrucciones de manipulación  de los
libros, en parte por razones de conservación (después de todo, son ejemplares
únicos); en parte porque nadie se quiere "ensuciar las manos". 
Teresa Mulet, diseñadora y artista visual, ha desarrollado varias proposiciones
de autoedición sobre acetato, plástico y papel, donde establece un contrapunto
entre lenguaje y poder, confrontando la vacuidad del discurso demagógico.
Basada en la creación de un alfabeto doble donde los caracteres y las palabras
de sentido contrario se superponen para dar lugar a frases sin sentido, la
autora ha experimentado con la idea del libro en diferentes formatos y soportes.
Ha hecho libros que son columnas de papel maculado (Ejercicio volumen 1999
2016), libros transparentes de legibilidad ambigua (Libro oxímoron 2014 /
Ejercicio de atención 2014), libros que son rollos o secuencias contables
(Ejercicio contable 1996 2016) y libros que son mortaja (Informe 24.764
víctimas, 2015). 

En la frontera entre la fotografía, el objeto y la instalación, Carolina Muñoz ha


producido los trabajos Mío (2009), integrado por imágenes de 25 objetos rojos
de uso personal, y Diván (2009-20012), compuesto por 40 imágenes de
pañuelos desechables. Una vez expuestas, ambas series se envuelven
cuidadosamente en una tela y se depositan en cajas de factura sencilla, donde
también se encuentran guantes para su manipulación. Dichos trabajos están
concebidos para transitar del objeto al espacio y, consecuentemente, de la
intimidad a la extroversión. Así mismo, el acto de revisar cada uno de los
pliegos, permite sopesar la densidad psíquica de la propuesta y su efecto
autoreflexivo. 
Libro alterado, libro de grabados y máculas

Bajo la noción de "libro alterado" como "transgresión de una publicación


editada", el artista y diseñador Víctor Hugo Irazabal, quién tiene a su cargo
una copiosa producción de cuadernos de apuntes y libros de artista, intervino
50 ejemplares de la revista Comunicación (UCAB, Caracas, 2015), doblando
algunas de las páginas consagradas a su proyecto Frágil y firmándolas en la
contraportada. Igualmente, emitió un certificado indicando su autoría y
"originalidad', lo cual representaba una limitacion paradójica del modelo
reproducibilidad impresa. 

En 2016 Corina Briceño realizó el proyecto Ciudad Ausente. 12 meses, un


libro hecho a mano compuesto por 13 grabados sin tinta elaborados por la
artista y 5 textos de Lorena González Inneco. La propuesta está sustentada en
informes sobre muertes violentas en la capital venezolana durante ese año. Las
imágenes y cifras en relieve que recorren la obra no tienen color; solo son
improntas vacías, presencias sin cuerpo, que apenas han dejado su silueta
sobre el papel.
A propósito de la exposición In-macula-das (El Anexo / Arte Contemporáneo,
Caracas, 2017), el fotógrafo Nelson Garrido reunió 40 maculaturas impresas
sobre papel correspondientes al libro antológico sobre su obra, realizado por
La Cueva. Casa Editorial en diciembre de 2016. De ese material también surgió
una pequeña edición de 7 ejemplares, encuadernada de manera artesanal,
diseñada y elaborada por Gisela Viloria y el fotógrafo Ricardo Gómez Pérez.
Por esos días, el autor argumentaba que en un país donde la gente come de la
basura, es necesario recuperar cualquier desecho, incluso las pruebas de
impresión de su propio libro para convertirla en una herramienta creativa. Los
errores de registro, las yuxtaposiciones azarosas, la acumulación de
impresiones previas, configuran para Garrido un sugerente repertorio de
asociaciones y nuevos sentidos que ingresan a su discurso.

Fanzine
El colectivo Historiografía Marginal del Arte Venezolano (2012), inicialmente
integrado por Luis Arroyo, Iván Candeo, Deborah Castillo, Rodrigo Figueroa,
Federico Ovalles-Ar, Gerardo Rojas y Luis Poleo, trabajó contenidos
relacionados con la precariedad de la memoria local, utilizando una plataforma
crítico performática que integraba el sonido, la imagen y la acción. Uno de sus
trabajos fue un fanzine, concebido como cancionero y presentado como un
palimpsesto lleno de tachaduras, repeticiones y omisiones. En síntesis, se trató
de un libelo aspero, a ratos lúdico, donde conviven el dibujo, la fotocopia, la
superposición de imágenes y los textos recortados.

Ediciones Bestialo Colapsus (2010) y Las injurias (2013) constituyen sendos


catálogos de fanzines que mantienen su actividad de publicación independiente
en cantidades limitadas y a pedido, apoyándose en el soporte digital y la
fotocopia. Ediciones Bestialo Colapsus de Abraham Araujo Díaz y Gustavo
Dao se afinca en el diseño tal como se aprecia Yummy: signos de destrucción
masiva (2016), una pieza monográfica sobre el fin del mundo. Entre tanto, Las
injurias de Reynaldo Vázquez Rodríguez da protagonismo a lo literario,
cualidad que distingue unos de sus primeros trabajos dedicados a ediciones de
poesía y arte en Caracas bajo el título de Flores y Fantasmas (2013-2014).
Ambos proyectos constituyen ejemplos de ingeniosidad y  perseverancia 
dentro del género del fanzine.  

Fotolibros

Luis Molina-Pantin, autor de varios fotolibros, presentó en 2015 Lectura


cinética, una autoedición de 24 páginas, en las que se suceden imágenes de
portadas de libros con historias penitenciarias y tramas geométricas. Los
barrotes dan la pauta gráfica  de la propuesta, estableciendo una caprichoso
esquema de clasificación visual, aparentemente ajeno al contenido de los
volumenes. El libro de Molina-Pantin, producido en colaboración con Henríque
Faria Gallery, editado por Sagrario  Berti, con diseño de Ricardo Báez, podría
verse tambien como un catálogo o colección de publicaciones encontradas de
apariencia similar, estrategia frecuente en la obra del artista. 
 [Expedientes] Fragmentos de un país (2015), fotolibro de Juan Toro Diez,
reúne un extenso inventario fotográfico donde el artista registra, a manera de
un archivo, distintos momentos de la sociedad venezolana, relacionados con la
violencia, la emigracion, el cierre de empresas, la escacez de insumos y el uso
de antidepresivos. Las series allí incluidas —Etiquetas, Plomo, Fragmentos,
Llaves, Blisters, Sillas, Productos— funcionan como indicadores silentes de
una realidad en crisis, asediada por carencias y excesos de todo tipo. La
publicación, bajo el sello de Ediciones B, fue diseñada por Abraham Sánchez e
incorpora textos de Nelson Garrido, Félix Suazo, María Isoliett Iglesias, Alberto
Asprino, Lourdes Peñaranda, Gerardo Zavarce, Salvatore Elefante, Carla
Balbuena, María Colombo y Luis Vicente León.
Testigos del desarraigo (2018) de Marylee Coll es una publicación de 100
ejemplares (85 de los cuales están numerados y firmados), diseñada por Gisela
Viloria, conceptualizada por la curadora Ruth Auerbach con la colaboración de
la Galería Beatriz Gil. Contiene fotografías de algunas viviendas en la ciudad
de Caracas, cuyos propietarios han puesto a la venta sus muebles, vajillas,
ropas, obras de arte, antigüedades, libros y objetos ornamentales. Lo que
queda al interior de esas casas y apartamentos, es el abandono y la melancolía
que suceden a la partida, la mayor parte de las veces a causa de viajes sin
regreso. Cierra el libro la imagen de una persiana semiabierta por la que se
cuela el resplandor de fuera, acaso el pais acaeciendo furiosamente, mientas
adentro todo se ha detenido a la espera de alguien que quizá nunca volverá.

En marzo de 2019 se presentó el libro Fotografía impresa en Venezuela, un


panorama de lo aparecido en esta materia en el país desde 1945 hasta el
momento de su edición, siendo sus focos de atención el fotolibro, las revistas,
los desplegables, los catálogos y los carteles. El volumen de 500 ejemplares,
560 páginas y 372 imágenes, estuvo a cargo de la investigadora Sagrario Berti,
con diseño de Ricardo Báez y el auspicio de La Cueva Casa Editorial. Fue
impreso y encuadernado en Exlibris (Caracas). Alejandro Sebastiani Verlezza,
editor de contendos de La Cueva, lo definió como "un libro sobre libros que
aparece en un momento de aparatosa crisis para el oficio editorial, por las
condiciones de limitación material en el que se desenvuelve" 1.

Una labor encomiable en lo referido a la edición de fotolibros es la que


desarrollan las dos editoriales independientes que a continuación reseñamos.
MonroyEditor, activo desde 2014, ha circunscrito su labor a la publicación de
fotolibros de algunos representantes de la fotografía en Venezuela, destacando
Carlos Germán Rojas, Alexis Pérez Luna, Renato Donzeli, Peter Maxim, Daniel
González y el propio editor Douglas Monroy. Además de su calidad impresa,
dichas publicaciones se sostienen en la cuidadosa selección de imágenes y
textos.

1
Cfr. https://www.lacuevacasaeditorial.com/sobre-la-fotografia-impresa-en-venezuela-i/
1 de marzo de 2019
Joaquín Cortez, Antolín Sánchez, Ricardo Armas, Paolo Gasparini, entre otros
fotógrafos venezolanos forman parte de las publicaciones que desde 2013
realiza La Cueva Casa Editorial, con sedes en Caracas, Panamá y USA, bajo la
conducción de Diana Vilera. También publican la revista SUR, dedicada al
fotolibro latinoamericano y portafolios fotograficos, así como producciones
conjuntas entre las que se distingue la coedición del libro ya citado Fotografía
impresa en Venezuela (2019).

3.- Tal como sugieren los ejemplos reseñados, la autopublicación artística no


es un estilo, sino un modelo de gestión y experimentación creativa, de la cual
se desprenden diversos formatos, usos y sentidos de la idea del libro. Por su
singularidad, las autoediciones de arte pueden ser objetos de colección donde
se engranan lo háptico y lo visual en un intento por redimensionar los hábitos
de apreciación y lectura. Su destinatario ideal es un lector-espectador. Sin
embargo, su alcance y efectividad depende de los intereses de cada autor y del
contexto en el cual se produce su presentación o exhibición. 

Hay ocasiones en que la autopublicación funciona como estrategia discursiva,


sustentando parte de su significado en un género o modalidad preexistente que
le sirve de referencia; por ejemplo, el cómic (Bonadies & Olavarría), la
fotonovela (Deborah Castillo), el expediente policial (Teresa Mulet, Juan Toro,
Dianora Pérez) y el fanzine (Historiografía marginal del arte venezolano), entre
otros.

Llegado a este punto, es inevitable preguntarse por qué durante la década en


curso en Venezuela se ha incrementado la autopublicación de libros de artistas,
fotolibros, libros objeto y otras variantes de los mismos. La primera razón a la
vista, recae sobre los aspectos económicos y materiales: por un lado, los
costos de impresión en el país son cada vez más altos; mientras por otro lado,
escasean el papel y otros insumos requeridos para esta actividad, todo ello a
causa de la catastrófica política económica implementada por el gobierno
desde 1998. Consecuentemente, esta situación ha afectado de manera
drástica al sector editorial y, más específicamente a todo lo relacionado con las
publicaciones de o sobre las artes visuales, ya sean revistas especializadas,
catálogos de exposiciones o textos de análisis, investigación y divulgación
consagrados a la materia. Las editoriales que solían dedicarse a ello han
desaparecido o han cambiado de enfoque hacia ámbitos de mayor
rentalibilidad, buscando mantenerse a flote.

En medio de tales restricciones, la autopublicación ha sido la única vía a la


mano para registrar y poner en circulación una serie de iniciativas creativas que
no sólo no encajan en los estándares de la industria editorial sino que corren el
peligro de no encontrar ningún auspicio o patrocinio que las haga posibles.
Acometer este tipo de emprendimiento en la Venezuela actual, implica trabajar
"con las uñas" y hacer lo mejor con muy pocos recursos, cualidad dominante
en la casi totalidad de las publicaciones autoeditadas que se han producido en
el país. Los procedimientos son mixtos, poco ortodoxos en lo técnico y en lo
estético, generalmente basados en un modelo colaborativo al que concurren
artistas, curadores, diseñadores, galeristas y hasta pequeñas editoriales. Las
fuentes de financiamiento son generalmente heterogéneas, incluyendo ahorros
propios, donativos, aportes parciales de personas y entidades independientes
e, incluso, intercambio de servicios.

En cuanto a los contenidos, gran parte de las autopublicaciones que han


aparecido entre 2010 y 2019 tocan o recogen aspectos cruciales del arte y la
sociedad venezolana, lo que reafirma su doble carácter de urgencia en cuanto
medio de experimentación artística y en cuanto recurso de reflexión sobre el
contexto. El arte, como el país, es un territorio de tensiones, incertidumbres y
búsquedas promisorias, en cuyo ámbito las autoediciones constituyen
paliativos de emergencia para solventar algunas de las carencias informativas y
documentales que afectan a la escena artística nacional.

Marzo de 2019

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