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I. SITUACIÓN GEOGRAFICA 1
La posición geográfica de Sonora ha dado a esta vasta provincia una autonomía
constante y casi completa. Situada al fondo del Golfo de California, que la limita hacia
el Oeste, Sonora se encuentra separada de Chihuahua, al Este, por la gran Sierra Madre;
por el Sur confina con Sinaloa, que también ha vivido casi por completo independiente.
Por el Norte, está limitada por línea fronteriza mal definida, con los Estados Unidos,
hacia los cuales parece unirse de una forma peculiar.
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Véanse como obras que describen parte del territorio las de Juan Mateo Monge, Luz de la Tierra
Incógnita en la América Septentrional y Diario de las Exploraciones en Sonora, México, Talleres
Gráficos de la Nación, 1926: Publicaciones del Archivo General de la Nación, X); Eusebio Francisco
Kino, Historia de las Misiones en Sonora y Arizona, México, Talleres Gráficos de la Nación, VIII). Más
tardías pero importantes por revelar una mentalidad diversa a la de los primeros, tenemos las de R. W. H.
Hardy, Travels in the interior of Mexico in 1825, 1826, 1827 & 1828, London, Henry Calburn and
Richard Hentley, 1829 y Ernest Vigneaux, Souvenirs d’ un prisioner de guerre au Mexique, 1854-1855,
París, Libraire de L’Hachette et Cie, 1863, la cual se ocupa solamente de una parte del Estado.
Una dotación regular de navíos de vapor realiza desde hace algunos años un
servicio de comunicación mensual entre Guaymas y San Francisco. Igualmente existe
un servicio de cabotaje bastante frecuente entre Guaymas, Muleje, La Paz, Ajiavampo,
Altata, Mazatlán y, algunas veces, con San Blas. Las comunicaciones con Sonora no
van más allá de lo mencionado, por lo cual hasta estos últimos tiempos era poco
conocida.
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Siguen teniendo validez para el conocimiento del Estado, las publicaciones de F. T. Dávila, Sonora
histórico y descriptivo, Reseña Histórica de los sucesos más importantes acaecidos en Sonora desde la
llegada de los españoles hasta nuestros días y una descripción de sus terrenos de agricultura y pasturaje,
su minería y cría de ganado, sus bosques, ríos, montañas y valles, sus ciudades, pueblos, clima, etc.
Nogales, Arizona. Tipografía de R. Bernal, 1894, Agustín Escudero. Noticias estadísticas de Sonora y
Sinaloa, y Atanasio Zuñiga, Rápida Ojeada al Estado de Sonora, 1838. El Artículo “SONORA”,
publicado en el Diccionario Universal de Historia y Geografía de M. Orozco y Berra, T. 3 del Apéndice
p 413-429 y el cual está firmado por Manuel Moteverde, contiene aportaciones importantes, muchas de
las cuales aun son válidas.
explotadas. El clima de Sonora varía con la altitud y la configuración del suelo.
Demasiado sano en su conjunto, es excesivamente cálido durante el verano en las
regiones del Noroeste y del Sur; en tanto que la región montañosa del Noreste, goza en
esta época de una temperatura más bien templada. Desde comienzos de noviembre hasta
fines de febrero, el frío azota con violencia en los distritos montañosos de Arizpe,
Oposura y Sahuaripa, los cuales se cubren a menudo de una espesa capa de nieve. En las
planicies bajas del Oeste y del Suroeste, el invierno menos riguroso, se hace sentir, sin
embargo, por sus pobladores, que lo temen exageradamente. Las orillas del mar y las
partes bajas del distrito de Álamos no son nunca molestadas por el frío.
Menos largo que el precedente, el río de San Ignacio, de acuerdo con el decir de
los habitantes de la región, tiene un régimen más regular; no se deseca jamás
completamente y sus crecidas son menos importantes. Tiene su fuente en el Oeste de
Arizpe, baña San Ignacio y la Magdalena, corre de Este a Oeste y va a perderse en las
dunas, cerca del mar. Recibe a su derecha un afluente muy importante que pasa en
Altar.
Dos ríos permanentes, el río Grande o de Soyapa, y el río de Batepito, forman
por su reunión cerca de San Antonio de la Huerta el río Yaqui, el más importante de
Sonora. El rio Grande irriga Oposura, y uno de los afluentes del de Batepito pasa por
Sahuaripa. El Yaqui corre hacia el Suroeste, pasa por Comuripa, Buenavista y Torin,
tres oposiciones militares importantes, tuerce hacia el Oeste y se arroja después en el
mar. Alimentado por numerosos afluentes que brotan de la Sierra Madre, el Yaqui
presenta durante todo el año un volumen de agua considerable. Infranqueable en la
época de lluvias, aun en la de secas constituye una barrera bastante seria, y aun se
podría hacer navegable en su parte inferior. Los pasos mejores y más frecuentados son
los de Buenavista y los de Torin, en donde, así como en algunos otros lugares, se
encuentran barcas para atravesarlo en la época de grandes lluvias.
El río Mayo brota igualmente de la Sierra Madre, pero es menos importante que
el Yaqui, y, sin embargo, no es fácil atravesarlo durante las lluvias, desde su comienzo
hasta fines de octubre. Corre de Noreste a Suroeste.
Otras dos corrientes de agua permanentes, pero con pequeño volumen, existen
en Sonora: la primera es el río de Matapé, cuya fuente se encuentra no lejos de Ures, y
corre entre el rio de Sonora y el Yaqui desembocando en el mar, cerca de Rancho Viejo
de Guaymas. La segunda es el río de Álamos.
Como no es del todo imposible dar una idea acerca del valor de las minas, citaré
el hecho siguiente referente a la minas de los Bronces, propiedad de los señores Cabillas
y Calvo, que pasa por ser una de las mas ricas del país. Esta mina, hasta hoy, no ha
rendido a sus propietarios beneficio alguno, aun cuando hay que hacer notar que desde
hace muchos años importantes trabajos de mejoramiento han sido hechos para su
explotación, sin que éstos hayan representado ninguna aportación nueva para sus
accionistas.
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El libro de Santiago Ramírez, La Minería en México, el de Velasco, Noticias Estadísticas y el de
Gamboa, Tratado de Minería, son insustituibles para un estudio relativo a la riqueza minera de Sonora
Los americanos establecidos en Sonora realizan de ordinario el comercio de
minas, las denuncian o compran a bajos precios; las que funcionan defectuosamente las
hacen producir y las venden tan pronto entran una ocasión favorable.
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Román Beltrán Martínez: Las Casas de Moneda en los Estados de Sonora y Sinaloa, México, Dirección
de Estudios Hacendarios, 1952. Representa esta obra el más moderno trabajo sobre este tema elaborado
con material de primera mano y el cual completa la obra anterior de Pradeau, circunscrita a Álamos y
Hermosillo, A. F. Pradeau, The Mexican Mints of Alamos And Hermosillo, Nueva York, 1934.
prosperidad de la población sonorense, que no posee sino sólo ese puerto marítimo, la
hará crecer aún más.
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Es interesante comparar la descripción escueta de Guillet con la que más literariamente hizo un paisano
suyo, Vigneaux, en su obra mencionada, p. 166-173. Las restantes publicaciones ofrecen igualmente
contrastes muy marcados en obras que se ocuparon de Sonora y las cuales perciben con claridad su
evolución. El caso de Arizpe es clásico, ya que hacia esa época está en franca postración de la cual no se
levantará.
Gobierno, generalmente, haya estado establecido en otros lugares. La prosperidad de
Hermosillo se explica por su proximidad relativa al puerto de Guaymas y por la
facilidad de sus relaciones con el resto del país, ya que varios caminos que de ahí salen,
van directamente a El Altar, Magdalena y de ahí a Tucson, San Miguel, Ures, Arizpe,
Oposura y Sahuaripa, así como al distrito minero de San Marcial y Álamos. La riqueza
de algunas haciendas situadas en las partes más fértiles del valle inferior de Sonora, y el
gran número de molinos de trigo que ahí se encuentran establecidos, contribuyen a
aumentar esa prosperidad.
El agua, fruta, legumbres, harina, carnes, grasas, en fin, recursos de todo género
abundan en Hermosillo. Un solo defecto lo perjudica, la discontinuidad de relaciones
con Guaymas durante la época de lluvias, ya que el río de Sonora, en esa época, es
infranqueable para todos, aun para los convoyes de carros de comercio. Además, a siete
leguas de Hermosillo, sobre el camino a Guaymas, cerca de la hacienda de La Posa, el
terreno pantanoso intercepta la circulación durante las aguas. Un puente sobre el rio, o
una calzada bastante ancha a la Posa, son trabajos de extrema urgencia para esas
poblaciones.
Hermosillo no se podría convertir en una base militar sino ocupando los flancos
del cerro de la Campana, enorme bloque de mármol blanco de 60 metros de alto por 2
kilómetros lo menos de circunferencia, y el cual se encuentra en buena parte dentro de
la población, así como bordeado por el río. Del otro lado se elevan a pico algunas
colinas de la misma altura que el cerro de la Campana.
Ures cuenta con un inmenso edificio que domina la población, y el cual está
destinado a casa correccional. En un principio se le construyó para penitenciaria, más
tarde se le dedicó a Colegio y finalmente a cuartel. Pesqueira lo había fortificado con
gran cuidado para resistir a los indios. Esos trabajos de defensa completados y
mejorados por el coronel Garnier, hacen de la casa de corrección un excelente reducto
en el cual se podría instalar cómodamente un medio batallón de tropas francesas, con
sus víveres de reserva y el material de artillería necesario. Un poco de agua excelente se
encuentra en el patio de este edificio. Como Ures está construida en medio de una vasta
planicie, este reducto no se puede dominar por parte alguna.
VI. POBLACIÓN
Hay en Sonora de 110 a 120,000 habitantes cuando más. Alrededor de la mitad
pertenece a la raza blanca o mestiza y la otra mitad a la india casi pura, pero formada
por diferentes tribus. Los extranjeros no son muchos; en casi todo el estado hay
alrededor de 200 franceses, los cuales, salvo algunas excepciones, se encuentran en una
situación bastante precaria. Los alemanes que ahí residen son menos numerosos, pero
más ricos que los franceses; en su mayor parte radican en Guaymas. Algunos españoles,
muy pocos ingleses e italianos y un reducido número de emigrados de América del Sur
se han fijado también en Sonora, pero son principalmente los Estados Unidos los que
proporcionan el mas grande contingente de extranjeros en Sonora; y lo dan en una
proporción que excede al de toda, las otras naciones reunidas, esto es, en número 100 a
500, los cuales, en su mayor parte, viven en las minas.
VII. TRIBUS INDIGENAS ESTABLECIDAS EN SONORA. 6
Opatas-Onavas. De todas las tribus de indios fijadas en el territorio de Sonora, la más
importante, por su inteligencia y energía es, sin género de duda, la de los Opatas, la cual
es también la más sociable y con mayores tendencias a fusionarse con las razas
civilizadas. Los Opatas y los Onavas, indígenas del mismo origen, fueron convertidos al
cristianismo desde los primeros años de la conquista, y ocupaban casi las mismas
regiones que hoy, esto es, los valles superiores del río Yaqui y sus afluentes, desde sus
fuentes hasta Tecoripa.
Es muy difícil determinar la importancia numérica de esta tribu, a causa de los cruces
raciales, bastante numerosos, que han tenido con otras tribus vecinas, particularmente
con los mexicanos. Sin embargo, puede admitirse que los Opatas de raza pura o casi
pura cuentan actualmente con 5 o 6,000 representantes de toda edad y sexo.
Los Opatas y los Onavas son agricultores y viven en ranchos. En sus pueblos o
pequeñas poblaciones del Noreste se les encuentra frecuentemente mezclado, con los
mexicanos. Esta tribu ha conservado el gusto de la guerra y se podría formar con ella,
así como con los Opatas, el núcleo de tropas de Sonora para emplearle contra los
Apaches, a los que detestan por tener que sufrirlos.
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La bibliografía referente a los grupos indígenas de Sonora a cerca de las cuales el interés norteamericano
se ha volcado, es inmensa. Como guías generales tenemos el libro de Carl Lumboltz, El México
Desconocido, 2 vols. Nueva York, Charles Scribner’s Sons, 1904. Acerca del problema del indio rebelde,
aun cuando más tardíamente, ya cuando el gobierno Porfirista emprendió la pacificación, contamos con el
estudio del Dr. Fortunato Hernández, Las Razas indígenas de Sonora y la Guerra del Yaqui, México
Talleres de la casa editorial J. de Elizalde 1902. El estudio de Alfonso Favila, Las tribus yaquis de
Sonora, México, taller de la Escuela Industrial Rafael Dondé, 1910. La más moderna publicación con
valiosos estudios monográficos es la titulada El Norte de México y el Sur de los Estados Unidos, Tercera
Reunión de Mesa Redonda sobre Problemas Antropológicas de México y Centro América. Sociedad
Mexicana de Antropología, México, D.F., 1943.
Pápagos. Los Pápagos están establecidos en la vasta zona arenosa situada en la parte
inferior del río de Sonora y el Río del Altar, aun cuando algunas de sus rancherías se
encuentran más allá de este río. En su ribera derecha, hacia el Este, sus límites pueden
fijarse por una línea recta trazada entre Hermosillo y la Magdalena. Si bien nunca han
querido convertirse y están relaciones con los blancos y con otros indios, los Pápagos
son de un carácter extremadamente dulce. Están consagrados a la caza y a la pesca más
que a la agricultura, y viven en guerra constante con los Apaches. Los hacendados han
sabido aprovechar la pereza de los Pápagos y la antipatía que profesan a los Apaches
para convertidos en defensores contra éstos, para lo cual les dan un poco de maíz y
algunos efectos de primera necesidad a condición de que vivan en sus haciendas. Jamás
les han podido hacer que desempeñen algún trabajo. Su número oscila entre 10 y 12,000
individuos.
Seris. Los Seris, originarios del pueblo del mismo nombre cerca de Hermosillo, han
estado en guerra constante con los blancos, que no han podido reducirlos, pero sí casi
destruirlos. Su número se eleva hoy día a 300 o 400. Empujados hacia la playa, los Seris
se establecieron en la Isla de Tiburón y en las costas ve permanecen completamente
salvajes viviendo de la caza y de la pesca. Algunas veces llegan a Guaymas o a
Hermosillo para cambiar pescado seco por algunos géneros para vestirse. De ellos no se
puede sacar ningún provecho.
Los Yaquis. La más numerosa de todas las, tribus establecidas en Sonora es la de los
Yaquis. Un promedio entre los pareceres extremos nos lleva a admitir que existen más
de 20,000 individuos. Los Yaquis son los más infatigables trabajadores de Sonora: se
les encuentra por todos lados, en las explotaciones agrícolas, en las minas, por las
ciudades en donde sirven como cargadores y criados, y aun se dedican a la pesquería de
[especies] en el Golfo de California.
Los ocho pueblos Yaquis que existen remontando el río, son: Belén, Hiurivis, Kahun,
Potam, Torin, Bícam, Bacum y Cocorit. A pesar de que los Yaquis se encuentran
dispersos en todo el territorio sonorense, es muy raro que ellos no vengan por lo menos
una vez al año a visitar sus pueblos. Es principalmente la fiesta de San Juan la que les
hace venir en masa al río. Los Yaquis son muy celosos de su valle, cuya propiedad les
fué dada por los jesuitas y confirmada por el General Gándara. Sus autoridades locales
están formadas por un gobernador y un capitán de milicia en cada pueblo. Antiguamente
había un capitán general y un alcalde mayor para toda la tribu. Todos ellos, con
excepción del alcalde mayor, pertenecían a la tribu.
Mayos. Los Mayos parece que tienen el mismo origen que los Yaquis, son más dulces y
les repugna menos mezclarse con las tribus vecinas, inclusive la de los mexicanos.
Frecuentemente han estado en guerra con los Yaquis, pero hace algunos años se aliaron
con ellos para devastar las regiones circunvecinas. Como soldados no valen más que los
Yaquis, pero pueden ser tan útiles como ellos a causa de su situación entre Sonora y
Sinaloa. Los Mayos poseen en el curso inferior del río Mayo ocho pueblos, que son,
partiendo del mar: Santa Cruz, Echogoa, Cuiriapo, San Pedro, Tocia, Havayoa. Camoa
y Conicarit. El derecho de propiedad a este río les fué dado y confirmado en la misma
época que se confirmó el derecho del Yaqui para los Yaquis. Su administración es la
misma y su número parece que llega a los 10,000. Fueron convertidos al mismo tiempo
que los Yaquis y son, como ellos, dóciles y trabajadores.
La residencia de los Apaches se encuentra fuera del territorio de Sonora, en los valles
altos que se levantan al pie de la gran cordillera occidental de los Estados Unidos. Los
Apaches hacen sus incursiones en grandes bandas de 100 a 300 hombres, los cuales
atraviesan la frontera en Fronteras. Llegados al centro de la región que pretenden
saquear, se subdividen en pequeños grupos; concertando una cita general. Cada fracción
se dirige al punto que pretende desvalijar y se apodera de todo: efectos, víveres,
caballos, mulas, bueyes, corderos y masacra a los individuos aislados que pretenden
oponerse a sus depredaciones. Una vez terminada la razzia, los Apaches regresan a toda
prisa a sus casas, viviendo de los productos de sus rapiñas, mientras les duran; cuando
las terminan, inician nueva expedición. Así cada año, por diferentes bandas, se efectúa
una docena de pequeñas invasiones. A pesar de las más exageradas apreciaciones, el
número de Apaches que penetra anualmente al territorio de Sonora no es considerable.
Tal vez no exceda de 2,000. Desde hace algunos años ha aumentado a causa de la guerra
que activamente se les hace en los Estados Unidos, la cual los empuja hacia México.
Sin embargo, es imposible que los habitantes de los campos estén actualmente en
posibilidad de defenderse contra los Apaches. Esa necesidad no existe para los de
Hermosillo y algunas otras poblaciones de Sonora. Ahí nada se debe temer de los indios
salvajes, pero si mucho de una parte de la población. Por esto existe el interés de
desarmar a las poblaciones, en cuanto se pueda, y a mantener en ellas el orden por
medio de algunas fuerzas reclutadas exclusivamente en los ranchos. Se podría alcanzar
este fin, sin recargar demasiado a los rancheros, mediante una organización mixta de
tropas pagadas y permanentes, en las cuales se encuadrarían los contingentes
temporales, organización que el coronel Garnier había ya adoptado para algunas tribus.
La fuerza de una compañía indígena es generalmente de 50 a 60 hombres, mandados
por dos oficiales; el escuadrón no es mucho más numeroso y llega solamente a tener 80
hombres de a caballo. Más cara y más difícil de reclutar que la infantería es la
caballería, la cual es menos buena en Sonora, en donde el indígena es
fundamentalmente peatón. La persecución contra los apaches se ha hecho casi siempre
por la infantería, que es bastante móvil y puede transitar por cualquier lado.
Los lugares que creo sea necesario ocupar son: Altar, La Magdalena, Arizpe, Oposura,
Ures, Hermosillo y Álamos, en donde la población es mayor; y en donde viven más
malos elementos, es indispensable exista una compañía permanente de 50 hombres .
Cada población debería tener dos o tres compañías de guardias nacionales fijos, no
pagados y reclutados cuidadosamente. Los ranchos, divididos por sus circunscripciones,
proporcionarán las compañías de guardias rurales móviles. Finalmente, las dos
compañías creadas por el coronel Garnier y colocadas bajo el mando de Tanori,
continuarán el servicio especial para el cual fueron instituidas: hacer la guerra a los
Apaches y asegurar la tranquilidad en la parte superior del Yaqui y en Sahuaripa, en
donde no se hace necesaria la presencia de una fuerza permanente. De acuerdo con los
convenios verbales que se hicieron, Tanori está encargado de reunir fácilmente, y en
ocho días, 200 hombres en el Alto Yaqui, pudiendo reclutar hasta 500 auxiliares.
Hombres
Guarda permanente de jefes Yaquis y Mayos 40
Cinco compañías de 30 hombres cada una (en Altar, Magdalena Arizpe,
Oposura y Ures) 150
Dos compañías de 50 hombres (Hermosillo y Álamos) 100
Tres secciones de montaña de 15 hombres (Altar Ures, Álamos) 45
Dos compañías de 50 hombres a las órdenes de Tanori 100
Dos escuadrones de 40 hombres (Altar y Hermosillo) 80
En total, 435 más 80 de caballería 515
El partido Gandarista tiene por jefe al General Gándara quien supo poner su fuerza y
contar con el apoyo de la raza vencida. Los indios y mestizos, los viejos propietarios del
país que se ven actualmente arrojados palmo a palmo, en ocasión de cada mala cosecha,
por sus poderosos adversarios, son los que componen este partido. Éstos habitan las
poblaciones del Norte y del Este y los ranchos en los que están también expuestos a los
ataques incesantes de los Apaches.
Los hombres que mayores servicios nos han prestado en Sonora y sobre cuya fidelidad
se puede contar, Terán y Barrios, Moreno, Salvador, Vázquez, etc., son todos
Gandaristas. Ellos comprendieron instintivamente que no podían sino perder todo con
sus opresores naturales, y así ganaban colocándose de nuestra parte. De todo ese
partido, solamente Gándara podría representar algún peligro, pues ejerce bastante
influencia sobre él y podría lanzarlo por un mal camino.
Si la situación se redujera a esos problemas, la solución sería aún, así, bastante difícil,
pero ello se complica debido a otros elementos que se presentan, y son: el partido
anexionista y el de Pesqueira.
El partido anexionista se compone casi únicamente de americanos y es poco numeroso,
aun cuando tiende a aumentar cada día. Es en los distritos mineros en donde progresa, y
al presente cuenta con pocos partidarios entre los agricultores. Juan Robinson, de
Guaymas, el jefe de ese partido, es, sin embargo, uno de los más ricos terratenientes de
Sonora. El nombre de este partido indica suficientemente su tendencia. Los anexionistas
aparentan oficialmente pertenecer al partido de Aguilar con el cual han hecho causa
común, pero sus fines no son nada dudosos.
Guaymas. Campillo Podría ser útil en algunos puestos y aun cuando carece de suficiente
juicio, sabe desempeñar a conciencia lo que se le encarga. Es dominante, duro y a
menudo grosero con sus inferiores, siempre dispuesto a usurpar las atribuciones de los
demás; es un avaro perdido. Poco a poco se ha convertido en una de las criaturas del
General Gándara, al cual no podía aguantar en un principio y obtuvo ese resultado
aprovechando hábilmente todas las faltas cometidas por Campillo.
Alzua, hermano del cónsul del Ecuador en Mazatlán es uno de los comerciantes más
ricos de Guaymas. Como casi todos los extranjeros de los puertos del Pacífico, es
nuestro enemigo declarado.
Iñigo es el propietario agrícola más rico de Sonora, donde goza, merecida o no, de una
pésima reputación. Pertenece al partido Aguilarista y es uno de sus hombres más
influyentes. Jamás ha tenido ningún puesto político oficial, pero ocultamente ha estado
mezclado en todos los negocios del estado. Todos los gobernadores han contado con él,
de lo cual está bastan le orgullo· so. En la actualidad comienza a envejecer, pero uno de
sus hijos, Juan Iñigo comienza a heredar la influencia, las cualidades y defectos de su
padre.
Los dos hermanos Ortiz, de los cuales uno es Cónsul de España, son riquísimos
banqueros españoles establecidos desde hace mucho tiempo en Sonora. Han realizado
con Pesqueira muchos negocios y nos son muy hostiles, a pesar de que actúan en forma
muy cortés.
Souza, medio campesino, medio hombre de ciudad, debe haber sido bandido en el curso
de su existencia. Puede, sin embargo, ser muy útil, puesto que es enemigo personal de
algunos de los hombres más malos de Sonora, especialmente del jefe de banda, Aguirre.
Corona es un ranchero, bastante pobre, que nos ha prestado buenos servicios. Él mandó
la escolta que se proporcionó a nuestros prisioneros para regresar de Oposura a
Guaymas, una vez que fueron liberados. Tiene una cierta fineza de agente de policía y
es hombre de completa confianza de Gándara.
Los hermanos Corella, dos de entre los cuatro, pertenecen a las fuerzas de Pesqueira,
son groseros, maleducados y dados a la embriaguez. Varias veces pidieron la
autorización para entrar a Hermosillo, pero nunca vinieron ni se someterán jamás
sinceramente.
Ures. Aguilar (el cojo), primo de los dos anteriores tiene todo el tipo de bandido,
aunque no carece de valor. Sin embargo, no es apreciado en Ures y parece ser que es
muy ambicioso.
Los tres hermanos Morales de los cuales conozco dos, Lauro y Manuel, son dos
comerciantes de muy buena posición. Sin tener demasiado espíritu, podrían convertirse
en muy buenos funcionarios municipales, pues son bastante estimados de sus
conciudadanos.
Salazar Arregui, originario de México, es un poco ampuloso. Tiene una mano de hierro
cuando está encargado de un empleo. Los habitantes de Ures le temen, sin embargo de
lo cual la Junta de Notables lo nombró para ejercitar las funciones municipales después
de Quijada. Las autoridades francesas no guardan hacia él sino agradecimiento. Tiene
bastantes ideas y ambición, pero también la debilidad de querer aparentar no aceptar
puesto alguno sino media una gran insistencia.
Noriega es un pobre diablo que ha sido perseguido por Pesqueira, por lo cual ha tenido
que pasar los tres o cuatro últimos años oculto en la Sierra. Cumplió con sacrificios el
puesto de Mayor de Órdenes de Terán y Barrios a raíz del levantamiento de Sonora y se
puede contar con él. Desgraciadamente está muy necesitado.
Tanori, indio Opata de raza pura es el espíritu del mal del General Gándara. Su padre, al
cual se llama todavía en Sonora el Gran Tanori, prestó grandes servicios mediante una
guerra sin tregua contra los Apaches, habiendo muerto en un encuentro tenido con ellos.
Tanori heredó una parte de las cualidades de su padre: es valiente y activo como aquel,
pero poco inteligente. Goza de un gran prestigio entre los indios. Proscrito por
Pesqueira, quien ordenó el fusilamiento de dos de sus hermanos, tiene un odio mortal a
aquel, así como a lodo aquello que tiene que ver con su gobierno. Tanori permanecerá
fiel al Imperio a menos que Gándara no se pronuncie contra él. Habita ordinariamente
Álamos, lugar situado a doce leguas de Ures, mas está siempre pronto a levantar
muchos hombres al primer llamado que se le haga. Es muy susceptible, pero bastante
sensible a los buenos tratos que se le dan.
Un cuñado del General, llamado Escalante, habita también cerca de Ures pero no parece
ser peligroso, y además, esta bastante comprometido por la simpatía que nos profesa.
Una hermana del general, doña Encarnación es muy estimada y parece trata de
permanecer alejada de todas las intrigas de los partidos.
Oposura. Terán y Barrios es un ranchero muy importante que recibió una mediana
educación. Ha prestado grandes servicios a la intervención en ocasión de la sublevación
de Sonora, durante la cual el poder civil y militar del noroeste del estado se concentró
en sus manos durante más de un mes, sin dar lugar su administración a queja alguna. Su
carácter es tímido y poco susceptible. Tanori y algunos otros jefes partidarios de
Gándara sienten celo de él y sufren su autoridad sin que la acepten de buen grado. Tal
vez hayan sido predispuestos por Gándara, que no desaprovecha ninguna ocasión para
denigrar habitualmente a Terán y Barrios. A pesar de ello o tal vez por ello, Terán y
Barrios me parece ser uno de esos hombres sobre cuya lealtad puede perfectamente
contarse.
Salvador Vázquez, ranchero indígena, quien fué el primero que se rebeló dejando a
nuestros prisioneros en Oposura en libertad, es aún uno de nuestros más fieles
partidarios. Poseedor de cierta educación, ama las formas y las costumbres teatrales.
Detesta al Gobierno de Pesqueira, cuyos representantes le han hecho sentir numerosas
veces la inferioridad de sus orígenes. Ha estado sumamente agradecido y se ha sentido
muy halagado por haber sido invitado una vez a comer por el comandante superior
francés en Ures.
GUILLET.
Nota Numero 5.- Es interesante comparar la descripción escueta de Guillet con la que
más literariamente hizo un paisano suyo, Vigneaux, en una obra mencionada, p. 166-
173. Las restantes poblaciones ofrecen igualmente contrastes muy marcados en obras
que se ocuparon de Sonora y las cuales perciben con claridad su evolución. El caso de
Arizpe es clásico, ya que hacia esta época está en franca postración de la cual no se
levantará