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ERNESTO DE LA TORRE VILLAR

LAS NOTAS SOBRE SONORA, DEL CAPITÁN GUILLET


(1864-1866)

Sobretiro de YAN, Vol. 1, núm. 1

MÉXICO, D.F., 1953


NOTAS SOBRE SONORA

I. SITUACIÓN GEOGRAFICA 1
La posición geográfica de Sonora ha dado a esta vasta provincia una autonomía
constante y casi completa. Situada al fondo del Golfo de California, que la limita hacia
el Oeste, Sonora se encuentra separada de Chihuahua, al Este, por la gran Sierra Madre;
por el Sur confina con Sinaloa, que también ha vivido casi por completo independiente.
Por el Norte, está limitada por línea fronteriza mal definida, con los Estados Unidos,
hacia los cuales parece unirse de una forma peculiar.

En el momento actual, la vía marítima representa la sola comunicación


económica, y constantemente abierta hacia Sonora, ya que por el Sur el tránsito por
tierra a través de Sinaloa resulta muy costoso a causa de lo largo del trayecto y del mal
estado de los caminos, que se convierten en intransitables desde el comienzo de Julio,
hasta fines de Noviembre, época durante la cual las avenidas de agua, que son
numerosas, interceptan completamente la circulación. Por el Este no existen sino
brechas para mulas, insuficientes para atravesar la gran cordillera, la cual no tiene sino
un punto cómodo de pasaje entre Fronteras y Janos por donde pasaba el camino
carretero de Arizpe a Chihuahua, desde hace mucho tiempo abandonado a causa de las
bandas de Apaches que infestan la región.

Al Norte, el territorio Norteamericano de Arizona, fértil y comenzado a poblar,


está separado de San Francisco y de Santa Fe por regiones inhospitalarias, en las que
escasea el agua, y no obstante contar con excelentes caminos, que unen Arizona a esas
dos poblaciones, los americanos prefieren hacer su comercio a través de Sonora, de lo
que resulta que Arizona es más un territorio dependiente de Sonora que éste una
avanzada natural de los Estados Unidos hacia el Sur.

1
Véanse como obras que describen parte del territorio las de Juan Mateo Monge, Luz de la Tierra
Incógnita en la América Septentrional y Diario de las Exploraciones en Sonora, México, Talleres
Gráficos de la Nación, 1926: Publicaciones del Archivo General de la Nación, X); Eusebio Francisco
Kino, Historia de las Misiones en Sonora y Arizona, México, Talleres Gráficos de la Nación, VIII). Más
tardías pero importantes por revelar una mentalidad diversa a la de los primeros, tenemos las de R. W. H.
Hardy, Travels in the interior of Mexico in 1825, 1826, 1827 & 1828, London, Henry Calburn and
Richard Hentley, 1829 y Ernest Vigneaux, Souvenirs d’ un prisioner de guerre au Mexique, 1854-1855,
París, Libraire de L’Hachette et Cie, 1863, la cual se ocupa solamente de una parte del Estado.
Una dotación regular de navíos de vapor realiza desde hace algunos años un
servicio de comunicación mensual entre Guaymas y San Francisco. Igualmente existe
un servicio de cabotaje bastante frecuente entre Guaymas, Muleje, La Paz, Ajiavampo,
Altata, Mazatlán y, algunas veces, con San Blas. Las comunicaciones con Sonora no
van más allá de lo mencionado, por lo cual hasta estos últimos tiempos era poco
conocida.

II. ASPECTO GENERAL. CLIMA2


Sonora presenta tres regiones perfectamente marcadas. La región del Noroeste, que
comprende en general, los distritos de Altar y de la Magdalena, es árido, falto de agua,
exceptuando el estrecho valle del río San Ignacio, en donde se encuentran algunas muy
buenas haciendas. El suelo es muy arenoso y la zona ofrece grandes planes cortados por
colinas. Las montañas son poco elevadas y de contornos redondeados. La pob1ación se
halla dispersa, y probablemente jamás progresará en esta región estéril, a pesar de la
existencia de arenas auríferas en algunos sitios.

Los distritos de Ures, Hermosillo, Guaymas y Álamos componen la segunda


región, esto es, la del Sur, la cual es la más rica de Sonora, no obstante que encierra
algunas porciones desérticas condenadas probablemente a seguirlo siendo por carecer de
agua. Esta región presenta fértiles valles y extensas planicies interrumpidas por
numerosas cadenas de montañas y peñascos poco elevados, pero bastante abruptos, y a
medida que se acerca uno al Este de la Gran Sierra, los valles se reducen y las
montañas se elevan.

Al Noreste, los distritos bastante montañosos de Sahuaripa, Oposura y Arizpe,


forman la tercera región; ahí abunda el agua, mas los valles demasiado encajonados,
encerrados entre montañas muy altas, ofrecen pocas tierras propicias a la agricultura.

Las lluvias son demasiado raras, a no ser cerca de la frontera americana, en


donde se han encontrado grandas sabanas deshabitadas que podrían ser ventajosamente

2
Siguen teniendo validez para el conocimiento del Estado, las publicaciones de F. T. Dávila, Sonora
histórico y descriptivo, Reseña Histórica de los sucesos más importantes acaecidos en Sonora desde la
llegada de los españoles hasta nuestros días y una descripción de sus terrenos de agricultura y pasturaje,
su minería y cría de ganado, sus bosques, ríos, montañas y valles, sus ciudades, pueblos, clima, etc.
Nogales, Arizona. Tipografía de R. Bernal, 1894, Agustín Escudero. Noticias estadísticas de Sonora y
Sinaloa, y Atanasio Zuñiga, Rápida Ojeada al Estado de Sonora, 1838. El Artículo “SONORA”,
publicado en el Diccionario Universal de Historia y Geografía de M. Orozco y Berra, T. 3 del Apéndice
p 413-429 y el cual está firmado por Manuel Moteverde, contiene aportaciones importantes, muchas de
las cuales aun son válidas.
explotadas. El clima de Sonora varía con la altitud y la configuración del suelo.
Demasiado sano en su conjunto, es excesivamente cálido durante el verano en las
regiones del Noroeste y del Sur; en tanto que la región montañosa del Noreste, goza en
esta época de una temperatura más bien templada. Desde comienzos de noviembre hasta
fines de febrero, el frío azota con violencia en los distritos montañosos de Arizpe,
Oposura y Sahuaripa, los cuales se cubren a menudo de una espesa capa de nieve. En las
planicies bajas del Oeste y del Suroeste, el invierno menos riguroso, se hace sentir, sin
embargo, por sus pobladores, que lo temen exageradamente. Las orillas del mar y las
partes bajas del distrito de Álamos no son nunca molestadas por el frío.

Las lluvias comienzan en julio y terminan en septiembre. Muy abundantes en la


sierra, disminuyen de intensidad en las regiones bajas y son bastante raras en las tierras
vecinas al mar. En Guaymas, por ejemplo, no se producen sino dos o tres chubascos
muy violentos durante toda la estación de lluvias.

III. CORRIENTES DE AGUA


Cuatro ríos principales riegan la sierra. El río de Sonora tiene sus fuentes en territorio
americano, corre de Noreste a Suroeste, irrigando Arizpe, Ures, Hermosillo y se pierde
en la arena antes de llegar al mar. Recibe a la derecha, un poco arriba de Hermosillo , el
río de San Miguel, torrente insignificante durante casi todo el año, El lecho del río de
Sonora, demasiado encajonado en la parte superior de su curso, se ensancha
considerablemente al desembocar en la planicie de Ures; en Hermosillo tiene más de
cuatrocientos metros de ancho. Este río de fuente permanente ofrece lejos de ella un
fenómeno singular, pues a partir de Ures sus aguas se pierden poco a poco en la arena y
no conserva sino unas cuantas gotas al llegar a Hermosillo, a no ser en la época de
grandes lluvias. Entonces, su lecho se llena y constituye un obstáculo infranqueable, lo
que dura solamente algunos días, pues desde el mes de septiembre el río readquiere sus
proporciones normales.

Menos largo que el precedente, el río de San Ignacio, de acuerdo con el decir de
los habitantes de la región, tiene un régimen más regular; no se deseca jamás
completamente y sus crecidas son menos importantes. Tiene su fuente en el Oeste de
Arizpe, baña San Ignacio y la Magdalena, corre de Este a Oeste y va a perderse en las
dunas, cerca del mar. Recibe a su derecha un afluente muy importante que pasa en
Altar.
Dos ríos permanentes, el río Grande o de Soyapa, y el río de Batepito, forman
por su reunión cerca de San Antonio de la Huerta el río Yaqui, el más importante de
Sonora. El rio Grande irriga Oposura, y uno de los afluentes del de Batepito pasa por
Sahuaripa. El Yaqui corre hacia el Suroeste, pasa por Comuripa, Buenavista y Torin,
tres oposiciones militares importantes, tuerce hacia el Oeste y se arroja después en el
mar. Alimentado por numerosos afluentes que brotan de la Sierra Madre, el Yaqui
presenta durante todo el año un volumen de agua considerable. Infranqueable en la
época de lluvias, aun en la de secas constituye una barrera bastante seria, y aun se
podría hacer navegable en su parte inferior. Los pasos mejores y más frecuentados son
los de Buenavista y los de Torin, en donde, así como en algunos otros lugares, se
encuentran barcas para atravesarlo en la época de grandes lluvias.

El río Mayo brota igualmente de la Sierra Madre, pero es menos importante que
el Yaqui, y, sin embargo, no es fácil atravesarlo durante las lluvias, desde su comienzo
hasta fines de octubre. Corre de Noreste a Suroeste.

Otras dos corrientes de agua permanentes, pero con pequeño volumen, existen
en Sonora: la primera es el río de Matapé, cuya fuente se encuentra no lejos de Ures, y
corre entre el rio de Sonora y el Yaqui desembocando en el mar, cerca de Rancho Viejo
de Guaymas. La segunda es el río de Álamos.

IV. AGRICULTURA, INDUSTRIA y COMERCIO


Realmente no se cultivan en Sonora sino las partes más fértiles de sus valles. Nadie
duda que se pueda aumentar grandemente el dominio de la agricultura; sin embargo, no
es posible hacerse ilusiones; el agua falta para transformar en campos de algodón o de
trigo ciertos terrenos incultos que poseen una capa espesa de tierra laborable. Al Norte y
al Oeste de Ures, por ejemplo, se encuentran magníficas propiedades en plena
producción. Al Sureste de la población una planicie, que se extiende hasta perderse de
vista, permanece sin cultivo, ya que el río no tiene agua suficiente para irrigarla. La
planicie de Hermosillo está en el mismo caso que la de Ures. Allí donde no se pueda
regar abundantemente el algodón y el trigo tres veces después de su siembra hasta el
momento en que espiga, es preciso renunciar a estos cultivos. El maíz de invierno, que
se produciría bastante bien en Sonora, debe ser regado en la misma forma.
Fuera de los valles, el terreno es generalmente pedregoso y terriblemente árido
durante nueve o diez meses del año. En la época de lluvias se cubre rápidamente de un
pasto muy alto, mas disperso. La parte de territorio comprendida entre Guaymas y
Hermosillo ofrece ese aspecto y no se encuentran más de veinte hectáreas susceptibles
de cultivo. Estos enormes espacios incultivables están consagrados a la cría de ganado.
Toda la región del Norte y del Noroeste de Sonora está en este caso, con algunas
excepciones.

Los terratenientes se dedicaban antiguamente a la producción de trigo. Desde


hace algunos años el cultivo del algodón se introdujo en Sonora, generalizándose y
dando magníficos resultados. Una fábrica de tejidos establecida recientemente en San
Miguel (Horcasitas) emplea, según creo, la totalidad del algodón que se produce en la
región. La caña de azúcar prospera perfectamente en algunos lugares; de ella numerosos
particulares obtienen azúcar bruta, más un gran ingenio establecido en Hermosillo no
tuvo éxito y fué abandonado. Se cultiva también muy poco el tabaco.

En toda la región del Oeste y Suroeste de Sonora no existen bosques, sino


malezas bajas y escasas. Los bosques se encuentran en la gran Sierra, pero no se les
explota. Las maderas para construir que se emplean en Sonora vienen generalmente ya
trabajadas desde San Francisco.

Además de la fábrica de hilados dé San Miguel, la industria comprende la


molienda de trigo y la explotación de las minas de plata.3

Como no es del todo imposible dar una idea acerca del valor de las minas, citaré
el hecho siguiente referente a la minas de los Bronces, propiedad de los señores Cabillas
y Calvo, que pasa por ser una de las mas ricas del país. Esta mina, hasta hoy, no ha
rendido a sus propietarios beneficio alguno, aun cuando hay que hacer notar que desde
hace muchos años importantes trabajos de mejoramiento han sido hechos para su
explotación, sin que éstos hayan representado ninguna aportación nueva para sus
accionistas.

3
El libro de Santiago Ramírez, La Minería en México, el de Velasco, Noticias Estadísticas y el de
Gamboa, Tratado de Minería, son insustituibles para un estudio relativo a la riqueza minera de Sonora
Los americanos establecidos en Sonora realizan de ordinario el comercio de
minas, las denuncian o compran a bajos precios; las que funcionan defectuosamente las
hacen producir y las venden tan pronto entran una ocasión favorable.

Sobre el Yaqui, a una treintena de leguas de su desembocadura, hacia Cumuripa,


existe una mina de hulla, que informan es de buena calidad, y está inexplotada. Sería,
sin duda alguna interesante, hacer un estudio de ese yacimiento, ya que el carbón de
tierra en México cuesta bastante caro, y la mina de Cumuripa, ligada al mar por una
corriente de agua bastante importante, podría proporcionar un gran servicio.

El comercio de Sonora comprende el tránsito de las mercaderías destinadas a


Arizona, o el de importación de géneros y objetos manufacturados que vienen en gran
parte de San Francisco, así como el comercio interior de objetos producidos, o
fabricados en el país. La exportación está representada exclusivamente por la harina de
trigo y los pesos de plata. Sonora realiza pocos negocios con Chihuahua.

La Casa de Moneda de Hermosillo acuña un promedio de 80,000 pesos, y la de


Álamos 60,000 por mes. Toda esa plata se envía a China, la India, Estados Unidos e
Inglaterra. Paga la plata, a más del derecho de acuñación, un derecho de circulación, que
es el origen de una multitud de fraudes, así como un derecho de exportación, que
origina un contrabando incesante.4

En un momento de necesidad, el Gobierno del Estado de Sonora hizo acuñar en


Hermosillo 70,000 pesos de vellón. En varias ocasiones se ha recogido parte de esa
emisión, la que descendió un 25% de su valor nominal, valiendo menos en la actualidad
Esto llevaría a suponer que en parte ha desaparecido, pero lejos de eso se estima que
hoy día existen aún 18,000 pesos en circulación.

V. INFORMES ACERCA DE ALGUNAS POBLACIONES


Guaymas. En 1820 no existía en el sitio que hoy ocupa Guaymas, sino una sola casa.
Juan Robinson, que vino a fijarse en ese lugar hacia esa época, construyó la segunda. La
villa progresó lentamente y cuenta hoy día con 5,000 habitantes. El crecimiento y

4
Román Beltrán Martínez: Las Casas de Moneda en los Estados de Sonora y Sinaloa, México, Dirección
de Estudios Hacendarios, 1952. Representa esta obra el más moderno trabajo sobre este tema elaborado
con material de primera mano y el cual completa la obra anterior de Pradeau, circunscrita a Álamos y
Hermosillo, A. F. Pradeau, The Mexican Mints of Alamos And Hermosillo, Nueva York, 1934.
prosperidad de la población sonorense, que no posee sino sólo ese puerto marítimo, la
hará crecer aún más.

La rada de Guaymas es la más bella de todas las de la costa occidental de


México. Está por completo al abrigo de las tempestades más fuertes; los fuertes vientos,
sea cual fuere su dirección, no afectan en modo alguno a las embarcaciones allí
ancladas. Es muy espaciosa y su paso podría ser fácilmente defendible por tres o cuatro
baterías construidas en la Isla de Pojacas y las dos puntas rocosas que rodean la bahía.
Desgraciadamente carece de profundidad. Los navíos o grandes fragatas de guerra no
pueden penetrar a su interior. La marina piensa que, en razón de su fondo limoso,
podría, mediante el dragado, llegar a dotarla de la profundidad necesaria.

La escasez de agua se hace sentir vivamente en Guaymas. No existen


actualmente sino tres cisternas en la ciudad. Los pozos productores de agua potable se
encuentran todos en la extremidad del barrio, por el cual pasa la única calle que conduce
a su interior. A partir del 15 de junio, y a menudo hasta fines de julio, esos pozos están
casi secos. Los habitantes se han preocupado vivamente de esta situación, cuya solución
consiste en construir un gran tanque de reserva al final de una cañada situada al Noreste
y cerca de la localidad.

Desde el punto de vista militar, Guaymas se encuentra en condiciones


desfavorables. Está dominada al Norte y al Oeste por cerros muy elevados colocados a
tiro de fusil, o cuando mucho de carabina. Hacia el Sur las montañas que cierran la
bahía están a buen alcance, para coronar la ciudad. Las defensas que sería necesario
hacer para fortificar seriamente esas puntas de roca, no serían, en verdad, de gran
consideración. Se deben construir cuando menos cinco recintos sobre puntos
dominantes. Contra las bandas aun provistas de artillería, los cinco recintos construidos,
ligados por un cerco continuo y protegidos en su parte posterior por un reducto podrían
considerarse como un obstáculo infranqueable.5

Hermosillo. Es la única población de Sonora que merece el nombre de ciudad.


Cuenta con 15,000 habitantes y es en realidad, la capital del Estado, aun cuando el

5
Es interesante comparar la descripción escueta de Guillet con la que más literariamente hizo un paisano
suyo, Vigneaux, en su obra mencionada, p. 166-173. Las restantes publicaciones ofrecen igualmente
contrastes muy marcados en obras que se ocuparon de Sonora y las cuales perciben con claridad su
evolución. El caso de Arizpe es clásico, ya que hacia esa época está en franca postración de la cual no se
levantará.
Gobierno, generalmente, haya estado establecido en otros lugares. La prosperidad de
Hermosillo se explica por su proximidad relativa al puerto de Guaymas y por la
facilidad de sus relaciones con el resto del país, ya que varios caminos que de ahí salen,
van directamente a El Altar, Magdalena y de ahí a Tucson, San Miguel, Ures, Arizpe,
Oposura y Sahuaripa, así como al distrito minero de San Marcial y Álamos. La riqueza
de algunas haciendas situadas en las partes más fértiles del valle inferior de Sonora, y el
gran número de molinos de trigo que ahí se encuentran establecidos, contribuyen a
aumentar esa prosperidad.

Casi todo el comercio de Sonora está monopolizado por Hermosillo y Guaymas.


Los grandes comerciantes de esas localidades tienen representantes o comisionistas en
casi todas las restantes poblaciones y regulan todo el pequeño comercio.

El agua, fruta, legumbres, harina, carnes, grasas, en fin, recursos de todo género
abundan en Hermosillo. Un solo defecto lo perjudica, la discontinuidad de relaciones
con Guaymas durante la época de lluvias, ya que el río de Sonora, en esa época, es
infranqueable para todos, aun para los convoyes de carros de comercio. Además, a siete
leguas de Hermosillo, sobre el camino a Guaymas, cerca de la hacienda de La Posa, el
terreno pantanoso intercepta la circulación durante las aguas. Un puente sobre el rio, o
una calzada bastante ancha a la Posa, son trabajos de extrema urgencia para esas
poblaciones.

Hermosillo no se podría convertir en una base militar sino ocupando los flancos
del cerro de la Campana, enorme bloque de mármol blanco de 60 metros de alto por 2
kilómetros lo menos de circunferencia, y el cual se encuentra en buena parte dentro de
la población, así como bordeado por el río. Del otro lado se elevan a pico algunas
colinas de la misma altura que el cerro de la Campana.

La casa de Moneda de Hermosillo posee una fundición de cañones bien provista


y dotada de una máquina para rayarlos.

Ures. Ures es una población artificial que se convertiría prontamente en una


ranchería sí la sede del actual gobierno fuera cambiada. Sus habitantes lo saben, y a mi
llegada a esta ciudad me preguntaron si Ures continuaría como capital de acuerdo con el
decreto que establece una nueva división del territorio mexicano. Para ello invocaron la
autoridad del Sr. de Humboldt. La ciudad cuenta con cerca de 5,000 habitantes, entre los
cuales abundan los indígenas. La población es pobre, aun cuando en sus alrededores
existan algunas haciendas ricas y su comercio es casi nulo. Las comunicaciones entre
Ures, situado a la izquierda del río Sonora, y Hermosillo colocado a la derecha, se
imposibilitan en la época de lluvias. Un camino directo para carros, que sería excelente
a poca costa, puesto que no atraviesa ningún río, existen entre Ures y Guaymas.

Ures cuenta con un inmenso edificio que domina la población, y el cual está
destinado a casa correccional. En un principio se le construyó para penitenciaria, más
tarde se le dedicó a Colegio y finalmente a cuartel. Pesqueira lo había fortificado con
gran cuidado para resistir a los indios. Esos trabajos de defensa completados y
mejorados por el coronel Garnier, hacen de la casa de corrección un excelente reducto
en el cual se podría instalar cómodamente un medio batallón de tropas francesas, con
sus víveres de reserva y el material de artillería necesario. Un poco de agua excelente se
encuentra en el patio de este edificio. Como Ures está construida en medio de una vasta
planicie, este reducto no se puede dominar por parte alguna.

VI. POBLACIÓN
Hay en Sonora de 110 a 120,000 habitantes cuando más. Alrededor de la mitad
pertenece a la raza blanca o mestiza y la otra mitad a la india casi pura, pero formada
por diferentes tribus. Los extranjeros no son muchos; en casi todo el estado hay
alrededor de 200 franceses, los cuales, salvo algunas excepciones, se encuentran en una
situación bastante precaria. Los alemanes que ahí residen son menos numerosos, pero
más ricos que los franceses; en su mayor parte radican en Guaymas. Algunos españoles,
muy pocos ingleses e italianos y un reducido número de emigrados de América del Sur
se han fijado también en Sonora, pero son principalmente los Estados Unidos los que
proporcionan el mas grande contingente de extranjeros en Sonora; y lo dan en una
proporción que excede al de toda, las otras naciones reunidas, esto es, en número 100 a
500, los cuales, en su mayor parte, viven en las minas.
VII. TRIBUS INDIGENAS ESTABLECIDAS EN SONORA. 6
Opatas-Onavas. De todas las tribus de indios fijadas en el territorio de Sonora, la más
importante, por su inteligencia y energía es, sin género de duda, la de los Opatas, la cual
es también la más sociable y con mayores tendencias a fusionarse con las razas
civilizadas. Los Opatas y los Onavas, indígenas del mismo origen, fueron convertidos al
cristianismo desde los primeros años de la conquista, y ocupaban casi las mismas
regiones que hoy, esto es, los valles superiores del río Yaqui y sus afluentes, desde sus
fuentes hasta Tecoripa.

Es muy difícil determinar la importancia numérica de esta tribu, a causa de los cruces
raciales, bastante numerosos, que han tenido con otras tribus vecinas, particularmente
con los mexicanos. Sin embargo, puede admitirse que los Opatas de raza pura o casi
pura cuentan actualmente con 5 o 6,000 representantes de toda edad y sexo.

Los Opatas y los Onavas son agricultores y viven en ranchos. En sus pueblos o
pequeñas poblaciones del Noreste se les encuentra frecuentemente mezclado, con los
mexicanos. Esta tribu ha conservado el gusto de la guerra y se podría formar con ella,
así como con los Opatas, el núcleo de tropas de Sonora para emplearle contra los
Apaches, a los que detestan por tener que sufrirlos.

Pimas. Los Pimas estuvieron establecidos en el Noroeste de Sonora, hacia Altar.


Cuando las misiones penetraron entre estos pueblos, una parte de ellos recibió el
bautismo y conservó su nombre. Los que rehusaron convertirse fueron denominados
Pápagos. Los Pimas bien pronto entraron en conflicto con los Pápagos. Menos
numerosos que estos últimos, se acercaron a los Opatas, por quienes fueron bien
recibidos, estableciéndose cerca de ellos. En la actualidad, los Pimas no forman sino una
sola tribu con los Opatas y los Onavas, y tienen las mismas cua1idades. Su tribu,
establecida en las cercanías de Ures y de San Marcial cuenta entre 2 y 3,000 individuos.

6
La bibliografía referente a los grupos indígenas de Sonora a cerca de las cuales el interés norteamericano
se ha volcado, es inmensa. Como guías generales tenemos el libro de Carl Lumboltz, El México
Desconocido, 2 vols. Nueva York, Charles Scribner’s Sons, 1904. Acerca del problema del indio rebelde,
aun cuando más tardíamente, ya cuando el gobierno Porfirista emprendió la pacificación, contamos con el
estudio del Dr. Fortunato Hernández, Las Razas indígenas de Sonora y la Guerra del Yaqui, México
Talleres de la casa editorial J. de Elizalde 1902. El estudio de Alfonso Favila, Las tribus yaquis de
Sonora, México, taller de la Escuela Industrial Rafael Dondé, 1910. La más moderna publicación con
valiosos estudios monográficos es la titulada El Norte de México y el Sur de los Estados Unidos, Tercera
Reunión de Mesa Redonda sobre Problemas Antropológicas de México y Centro América. Sociedad
Mexicana de Antropología, México, D.F., 1943.
Pápagos. Los Pápagos están establecidos en la vasta zona arenosa situada en la parte
inferior del río de Sonora y el Río del Altar, aun cuando algunas de sus rancherías se
encuentran más allá de este río. En su ribera derecha, hacia el Este, sus límites pueden
fijarse por una línea recta trazada entre Hermosillo y la Magdalena. Si bien nunca han
querido convertirse y están relaciones con los blancos y con otros indios, los Pápagos
son de un carácter extremadamente dulce. Están consagrados a la caza y a la pesca más
que a la agricultura, y viven en guerra constante con los Apaches. Los hacendados han
sabido aprovechar la pereza de los Pápagos y la antipatía que profesan a los Apaches
para convertidos en defensores contra éstos, para lo cual les dan un poco de maíz y
algunos efectos de primera necesidad a condición de que vivan en sus haciendas. Jamás
les han podido hacer que desempeñen algún trabajo. Su número oscila entre 10 y 12,000
individuos.

Seris. Los Seris, originarios del pueblo del mismo nombre cerca de Hermosillo, han
estado en guerra constante con los blancos, que no han podido reducirlos, pero sí casi
destruirlos. Su número se eleva hoy día a 300 o 400. Empujados hacia la playa, los Seris
se establecieron en la Isla de Tiburón y en las costas ve permanecen completamente
salvajes viviendo de la caza y de la pesca. Algunas veces llegan a Guaymas o a
Hermosillo para cambiar pescado seco por algunos géneros para vestirse. De ellos no se
puede sacar ningún provecho.

Los Yaquis. La más numerosa de todas las, tribus establecidas en Sonora es la de los
Yaquis. Un promedio entre los pareceres extremos nos lleva a admitir que existen más
de 20,000 individuos. Los Yaquis son los más infatigables trabajadores de Sonora: se
les encuentra por todos lados, en las explotaciones agrícolas, en las minas, por las
ciudades en donde sirven como cargadores y criados, y aun se dedican a la pesquería de
[especies] en el Golfo de California.

Al principio de su dominación, los españoles hicieron numerosos intentos para


reducirlos por fuerza, lo cual fué infructuoso. Los jesuitas tuvieron mayor éxito a
proverbios del siglo XXVII, habiéndolos convertido al cristianismo y agrupándolos en
pueblos colocados a lo largo del curso inferior del rio Yaqui, de donde nunca más se
han querido alejar. Sus costumbres, bastante rudas en principio, se dulcificaron poco a
poco y se entregaron al cultivo de su valle, el más fértil de toda Sonora, en el cual
crearon enormes rebaños. Los Yaquis vivieron en paz hasta el final de la dominación
española; pero, a partir de la Guerra de Independencia, los numerosos intentos que se
hicieron para despojados de su rico territorio los condujo a sublevarse nuevamente, y en
ese estado de hostilidad se han mantenido para con los gobernadores de Sonora, que han
hecho todo lo posible para arruinarlos y despojarlos. Solamente el General Gándara los
ha favorecido. Tratándolos bien se puede obtener sean aliados útiles a pesar de ser
malos soldados; ya que ellos pueden cortar toda comunicación entre Sonora y Sinaloa.

Los ocho pueblos Yaquis que existen remontando el río, son: Belén, Hiurivis, Kahun,
Potam, Torin, Bícam, Bacum y Cocorit. A pesar de que los Yaquis se encuentran
dispersos en todo el territorio sonorense, es muy raro que ellos no vengan por lo menos
una vez al año a visitar sus pueblos. Es principalmente la fiesta de San Juan la que les
hace venir en masa al río. Los Yaquis son muy celosos de su valle, cuya propiedad les
fué dada por los jesuitas y confirmada por el General Gándara. Sus autoridades locales
están formadas por un gobernador y un capitán de milicia en cada pueblo. Antiguamente
había un capitán general y un alcalde mayor para toda la tribu. Todos ellos, con
excepción del alcalde mayor, pertenecían a la tribu.

Mayos. Los Mayos parece que tienen el mismo origen que los Yaquis, son más dulces y
les repugna menos mezclarse con las tribus vecinas, inclusive la de los mexicanos.
Frecuentemente han estado en guerra con los Yaquis, pero hace algunos años se aliaron
con ellos para devastar las regiones circunvecinas. Como soldados no valen más que los
Yaquis, pero pueden ser tan útiles como ellos a causa de su situación entre Sonora y
Sinaloa. Los Mayos poseen en el curso inferior del río Mayo ocho pueblos, que son,
partiendo del mar: Santa Cruz, Echogoa, Cuiriapo, San Pedro, Tocia, Havayoa. Camoa
y Conicarit. El derecho de propiedad a este río les fué dado y confirmado en la misma
época que se confirmó el derecho del Yaqui para los Yaquis. Su administración es la
misma y su número parece que llega a los 10,000. Fueron convertidos al mismo tiempo
que los Yaquis y son, como ellos, dóciles y trabajadores.

VIII. LOS APACHES


Los Apaches se convierten, día tras día, en un peligro cada vez más temible para los
habitantes de Sonora. Durante la dominación española, las compañías presidiales y los
indios de las misiones hacían una guerra continua a los Apaches y habían llegado a
preservar a este Estado de ellos. Gracias a la protección que dispensaban compañías
presidiales e indios de misiones, se habían establecido haciendas por todas partes, las
cuales estaban consagradas a la cría de ganado. Inmensos rebaños recorrían su territorio,
y rancherías, pueblos y villas se levantaban hasta en los más extremos límites de la
provincia. Como consecuencia de la expulsión de los jesuitas y de la Guerra de
Independencia, las misiones se desorganizaron, los indios aliados, abandonados a ellos
mismos, con frecuencia engañados y perseguidos por los mexicanos, dejaron de
prestarles su ayuda permanente para someter a los bárbaros. Aun las compañías
presidiales fueron desapareciendo. Desde ese momento la audacia de los Apaches creció
en razón de la facilidad que encontraban para realizar sus robos. Cierto es que durante
mucho tiempo el gobierno mexicano les hizo la guerra, algunas veces muy cruel, con
tropas regulares auxiliadas por tribus de indios allí establecidas; pero esta protección
intermitente, que variaba en razón de los recursos del país y de la energía de los
gobernadores, fue casi siempre insuficiente para detener el progreso del mal. Desde
hace algunos años cesó y desde entonces los Apaches se convirtieron en los verdaderos
amos de los campos, particularmente los de la región del Noreste.

Arizpe, antigua capital de la provincia, en otra época muy floreciente, es, en la


actualidad, un villorrio miserable, abandonado en sus tres cuartas partes, y en el cual las
casas se convierten en ruinas. Algunas otras pequeñas poblaciones, principalmente la
Magdalena, Oposura y Sahuaripa, resistieron mejor, pero un gran número de pueblos se
encuentran hoy día completamente destruidos. El camino de Arizpe a Chihuahua, por
Janos, no se transita a causa de los peligros que presenta a los viajeros. Los habitantes
viven constantemente armadas y bajo el "¿quién vive?", y no se atreven a alejarse del
centro de sus poblaciones. Los rebaños que constituían la fortuna de Sonora, en el
Norte, han casi desaparecido y año con año la despoblación aumenta en el Sur.

La residencia de los Apaches se encuentra fuera del territorio de Sonora, en los valles
altos que se levantan al pie de la gran cordillera occidental de los Estados Unidos. Los
Apaches hacen sus incursiones en grandes bandas de 100 a 300 hombres, los cuales
atraviesan la frontera en Fronteras. Llegados al centro de la región que pretenden
saquear, se subdividen en pequeños grupos; concertando una cita general. Cada fracción
se dirige al punto que pretende desvalijar y se apodera de todo: efectos, víveres,
caballos, mulas, bueyes, corderos y masacra a los individuos aislados que pretenden
oponerse a sus depredaciones. Una vez terminada la razzia, los Apaches regresan a toda
prisa a sus casas, viviendo de los productos de sus rapiñas, mientras les duran; cuando
las terminan, inician nueva expedición. Así cada año, por diferentes bandas, se efectúa
una docena de pequeñas invasiones. A pesar de las más exageradas apreciaciones, el
número de Apaches que penetra anualmente al territorio de Sonora no es considerable.
Tal vez no exceda de 2,000. Desde hace algunos años ha aumentado a causa de la guerra
que activamente se les hace en los Estados Unidos, la cual los empuja hacia México.

IX.- ORGANIZACIÓN MILITAR


En un país en el cual su población está muy dispersa y constantemente amenazada por
las incursiones de las tribus bárbaras que viven del pillaje, es preciso que los habitantes
puedan defenderse por si mismos contra sus enemigos cotidianos, ya que el gobierno no
puede concederles la protección efectiva mediante una guerra de exterminio contra los
devastadores. Es, en virtud de este principio de legítima defensa, por lo que en Sonora
las poblaciones se han armado sucesivamente, y a medida que la protección oficial se
debilitaba. Actualmente, en los ranchos, no hay ningún indio, ni mestizo, que no posea
un fusil y cartuchos suficientes, y privarlos de ellos sería condenarles a una muerte
segura. Los Yaquis y los Mayos han sido menos molestados por los indios salvajes a
causa de su alejamiento de la frontera, y, por tanto, toman menos precauciones contra
ellos y poseen menos armas.

En numerosos lugares de México, el armamento que tienen los rancheros ha sido


perjudicial para nosotros; en Sonora, por el contrario, nos ha favorecido. La población
campesina oprimida sistemáticamente por Pesqueira, tomó espontáneamente partido por
la intervención e hizo causa común con nosotros. Esa población tuvo la dicha de
encontrar nuestro apoyo para rebelarse. Después que el gobernador vencido partió, esa
población volvió a su trabajo llevando consigo sus fusiles, pero sin cometer el menor
desorden.

Sin embargo, es imposible que los habitantes de los campos estén actualmente en
posibilidad de defenderse contra los Apaches. Esa necesidad no existe para los de
Hermosillo y algunas otras poblaciones de Sonora. Ahí nada se debe temer de los indios
salvajes, pero si mucho de una parte de la población. Por esto existe el interés de
desarmar a las poblaciones, en cuanto se pueda, y a mantener en ellas el orden por
medio de algunas fuerzas reclutadas exclusivamente en los ranchos. Se podría alcanzar
este fin, sin recargar demasiado a los rancheros, mediante una organización mixta de
tropas pagadas y permanentes, en las cuales se encuadrarían los contingentes
temporales, organización que el coronel Garnier había ya adoptado para algunas tribus.
La fuerza de una compañía indígena es generalmente de 50 a 60 hombres, mandados
por dos oficiales; el escuadrón no es mucho más numeroso y llega solamente a tener 80
hombres de a caballo. Más cara y más difícil de reclutar que la infantería es la
caballería, la cual es menos buena en Sonora, en donde el indígena es
fundamentalmente peatón. La persecución contra los apaches se ha hecho casi siempre
por la infantería, que es bastante móvil y puede transitar por cualquier lado.

En lugar de formar compañías permanentes de 60 hombres, podría haber tan sólo 30


permanentes y pagados regularmente, y treinta, cuarenta o cincuenta proporcionadas por
los ranchos vecinos y designados con anterioridad, estarían en cualquier momento
dispuestos a sumarse a sus cuerpos a la primera llamada y regresarían a sus hogares tan
pronto como su presencia fuera innecesaria. Este sistema que funcionó perfectamente en
Sonora durante el verano pasado, es preferido por la generalidad de los indios, bien
dispuestos a partir sin murmurar, cuando las necesidades lo requieren, pero también
ansiosos de no abandonar sus intereses privados.

Los lugares que creo sea necesario ocupar son: Altar, La Magdalena, Arizpe, Oposura,
Ures, Hermosillo y Álamos, en donde la población es mayor; y en donde viven más
malos elementos, es indispensable exista una compañía permanente de 50 hombres .

De acuerdo con estas ideas, el Estado se dividió en cuatro circunscripciones militares,


que comprenden la primera Altar y la Magdalena; la segunda Oposura y Arizpe; Ures y
Hermosillo la tercera, y la cuarta Álamos, situación que existe más o menos hoy día. Se
encontraron buenos comandantes militares que han "'tendido buenos y leales servicios,
como Moreno en Altar, Salvador Vázquez en Oposura, Terán y Barrios en Ures y
Almada en Álamos. Dos escuadrones compuestos de tres oficiales y 40 hombres
permanentes, los cuales se completaron en la misma forma que la infantería, se crearon
y pusieron, el primero a disposición del comandantes de Altar, para vigilar la frontera,
el segundo al mando del comandante de Ures, para el servicio especial de Hermosillo y
alrededores. La organización debe contar, además, con tres secciones de artillería de
montaña, compuestas cada una por 15 hombres y provistas de todo cuanto necesitan.
Las mulas no se requisarán sino en el momento que la movilización se haga necesaria.

Cada población debería tener dos o tres compañías de guardias nacionales fijos, no
pagados y reclutados cuidadosamente. Los ranchos, divididos por sus circunscripciones,
proporcionarán las compañías de guardias rurales móviles. Finalmente, las dos
compañías creadas por el coronel Garnier y colocadas bajo el mando de Tanori,
continuarán el servicio especial para el cual fueron instituidas: hacer la guerra a los
Apaches y asegurar la tranquilidad en la parte superior del Yaqui y en Sahuaripa, en
donde no se hace necesaria la presencia de una fuerza permanente. De acuerdo con los
convenios verbales que se hicieron, Tanori está encargado de reunir fácilmente, y en
ocho días, 200 hombres en el Alto Yaqui, pudiendo reclutar hasta 500 auxiliares.

Las fuerzas permanentes indígenas en Sonora como prenderán, pues:

Hombres
Guarda permanente de jefes Yaquis y Mayos 40
Cinco compañías de 30 hombres cada una (en Altar, Magdalena Arizpe,
Oposura y Ures) 150
Dos compañías de 50 hombres (Hermosillo y Álamos) 100
Tres secciones de montaña de 15 hombres (Altar Ures, Álamos) 45
Dos compañías de 50 hombres a las órdenes de Tanori 100
Dos escuadrones de 40 hombres (Altar y Hermosillo) 80
En total, 435 más 80 de caballería 515

Estas fuerzas podrían aún, y más tarde, disminuirse de la compañía de Arizpe y de la de


Altar, cuando no haya nada que temer por parte de los refugiados del anterior gobierno.
Con los contingentes auxiliares las tropas indígenas se compondrán de un poco más de
1,000 hombres, y cada uno de los cuatro comandantes militares podría contar con cerca
de 300 hombres de guardias rurales móviles, a más de las guardias nacionales
establecidas en cada población.

Un solo punto de Sonora sí necesita una guarnición de tropas regulares y ése es


Guaymas. En él predomina la población extranjera, sus habitantes son, en lo general,
hostiles, y la tribu indígena vecina, la de los Yaquis, no proporciona sino muy malos
soldados. La permanencia en Guaymas de una fuerza europea que proteja la salida y
entrada más seria de las mercancías de exportación e importación, aseguraría al mismo
tiempo de las veleidades de los pronunciamientos, que no tardarán en producirse en
Hermosillo, la única población inquieta del Estado. De acuerdo con la mayor o menor
tranquilidad que exista, la guarnición de Guaymas deberá componerse de dos a cuatro
compañías.
X. LOS PARTIDOS
La rivalidad de los intereses particulares y las antipatías de raza, han dividido a los
sonorenses en dos campos; el primero es conocido por el partido Aguilarista y el
segundo por el partido Gandarista.

El Aguilarismo comprende a los más ricos comerciantes de raza blanca, mexicana y


extranjera, los cuales viven en las ciudades y poseen grandes haciendas. El gran
comercio y todos los con él relacionados, los propietarios de minas y los grandes
terratenientes son Aguilaristas. Este partido tiene su centro principal en Hermosillo y es
más potente por sus fortunas que por su número. Siempre ha tendido a llevar al poder a
gobernadores sin personalidad y sin crédito, de cuya situación precaria se aprovechan
para realizar buenos negocios financieros. Los Aguilaristas explotan hábilmente a los
campesinos, adelantándoles dinero y mercancías, y comprándoles, al final, a precios
muy reducidos, sus cosechas aún sin recolectar, cuando la miseria los obliga a venderlas
anticipadamente, lo que sucede casi todos los años. Este procedimiento, bastante
simplista en su aplicación, hace pasar muy suavemente la propiedad rural a las manos
de los negociantes.

El partido Gandarista tiene por jefe al General Gándara quien supo poner su fuerza y
contar con el apoyo de la raza vencida. Los indios y mestizos, los viejos propietarios del
país que se ven actualmente arrojados palmo a palmo, en ocasión de cada mala cosecha,
por sus poderosos adversarios, son los que componen este partido. Éstos habitan las
poblaciones del Norte y del Este y los ranchos en los que están también expuestos a los
ataques incesantes de los Apaches.

Los hombres que mayores servicios nos han prestado en Sonora y sobre cuya fidelidad
se puede contar, Terán y Barrios, Moreno, Salvador, Vázquez, etc., son todos
Gandaristas. Ellos comprendieron instintivamente que no podían sino perder todo con
sus opresores naturales, y así ganaban colocándose de nuestra parte. De todo ese
partido, solamente Gándara podría representar algún peligro, pues ejerce bastante
influencia sobre él y podría lanzarlo por un mal camino.

Si la situación se redujera a esos problemas, la solución sería aún, así, bastante difícil,
pero ello se complica debido a otros elementos que se presentan, y son: el partido
anexionista y el de Pesqueira.
El partido anexionista se compone casi únicamente de americanos y es poco numeroso,
aun cuando tiende a aumentar cada día. Es en los distritos mineros en donde progresa, y
al presente cuenta con pocos partidarios entre los agricultores. Juan Robinson, de
Guaymas, el jefe de ese partido, es, sin embargo, uno de los más ricos terratenientes de
Sonora. El nombre de este partido indica suficientemente su tendencia. Los anexionistas
aparentan oficialmente pertenecer al partido de Aguilar con el cual han hecho causa
común, pero sus fines no son nada dudosos.

Pesqueira, exaltado al poder por los grandes comerciantes, y queriéndose mantener en


él, ha tenido que buscar un punto de apoyo fuera de ellos. No podía contar con los
rancheros fieles a Gándara, su enemigo, por lo cual se tuvo que rodear poco a poco de
individuos tarados, de condición oscura, de escasos recursos y muchas necesidades,
salidos de aquí y de allá, de los cuales formó su Estado Mayor, al que dominó lo
necesario para atraérselo sin inutilizarlo, y al cual habituó a vivir al día una vida fácil y
brillante. Su sistema prosperó rápidamente, de manera que cuando los que lo elevaron
abrieron los ojos, era demasiado tarde. Pesqueira era el amo de la situación, y
numerosos pronunciamientos para desalojarlo fracasaron uno tras otro. Estos
moviinstigados por el gran comercio eran realizados por los indígenas que pudieron
llegar hasta las puertas de Hermosillo, originando con esto que Pesqueira comenzara a
combatirlos haciéndolos fusilar, proscribiendo a sus jefes principales y arruinándolos
sistemáticamente. Creo que los indígenas, que alguna vez pertenecieron al partido
Pesqueirista no lo hicieron sinceramente, puesto que nunca el gobierno regular les ha
querido devolver lo que perdieron.

XI. ALGUNOS PERSONAJES NOTABLES


Antiguos Gobernadores. El General Gándara ex-gobernador expulsado por Pesqueira,
volvió a Sonora como consecuencia de la ocupación francesa. A pesar de su larga
ausencia mantiene una enorme influencia sobre los indios. Fina y engañosamente,
Gándara pretende que no tiene otro deseo que el volver a ocupar sus bienes confiscados,
y evita, o al menos ha evitado precisar, su línea de conducta frente al nuevo gobierno y
trabaja muy discreta y ocultamente a sus partidarios. Ha prestado muy buenos servicios
a la intervención y puede prestar mayores, pero también puede ser muy peligroso o al
menos muy embarazoso.
El licenciado Aguilar, de Hermosillo, antiguo gobernador, trabajador y muy taimado,
alejado de todas las intrigas del estado, maneja en alto grado las escapatorias posibles
para salir de dificultades. Fué él quien, el momento en que Sonora se rebeló,
comprometió a los jefes del movimiento a pronunciarse no por el Imperio sino en contra
de Pesqueira. Él aceptará cuanto se quiera.

Pesqueira. ex-gobernador, pertenece a una familia muy obscura, muchos de cuyos


miembros aún habitan los alrededores de Arispe. Pesqueira hizo durante mucho tiempo
la guerra a los Apaches en el norte de Sonora. Con los éxitos que tuvo se hizo de una
buena reputación como soldado. Los ricos comerciantes le llevaron a poder creyendo
podían servirse de él como de un maniquí político y conservar ellos la dirección de
todos los negocios, pero apenas instalado, encontró buena esa situación en la que se
afirmó, manteniéndose en ella a pesar de algunos intentos de pronunciamiento. Dotado
de cualidades indiscutibles, las amengua por su deseo de desorbitado de dinero, y falta
algunas veces a la dignidad. Jamás ha podido estar al nivel de su fortuna política, pues
el hombre que es, desluce al gobernador que debía ser.

Cubillas es otro ex-gobernador. No lo conozco, pero se dice que es bastantes inteligente


y parece ser que ha renunciado a la política. Vive constantemente en su mina de los
Bronces, en la cual se encuentra asociado con su cuñado el señor Calvo, vice cónsul de
Francia en Guaymas.

Guaymas. Campillo Podría ser útil en algunos puestos y aun cuando carece de suficiente
juicio, sabe desempeñar a conciencia lo que se le encarga. Es dominante, duro y a
menudo grosero con sus inferiores, siempre dispuesto a usurpar las atribuciones de los
demás; es un avaro perdido. Poco a poco se ha convertido en una de las criaturas del
General Gándara, al cual no podía aguantar en un principio y obtuvo ese resultado
aprovechando hábilmente todas las faltas cometidas por Campillo.

Aguilar, hermano del licenciado Aguilar de Hermosillo, es un hombre nulo ya que, a


partir del día de la ocupación de Guaymas por los franceses y hasta el día en que
partieron para Hermosillo, permaneció invisible, bien escondiéndose en los ranchos,
bien encerándose en un cuarto obscuro de su casa de Guaymas, temiendo por él y por
sus rebaños de los que le amenazó despojarlo Pesqueira si entraba oficialmente en esa
ciudad. Aguilar es el marido de una mujer célebre en Sonora, María Amparano, la cual
tuvo ciertos extravíos en su juventud. En la época de las intentonas de Raousset-
Boulbon, ella jugó un papel principal. Posée en exceso la decisión y la energía de que
carece su marido y es bastante querida en Guaymas.

Robinson es un americano establecido desde hace cuarenta y cinco años en Sonora. Es


un rico insatisfecho que posée grandes propiedades, que no le producen beneficio
alguno. Jefe del partido anexionista americano, y poseedor en alto grado del espíritu
emprendedor que caracteriza a su nación, Robinson había concebido inmensos planes
especulativos para el futuro. Guaymas le pertenece en una buena parte y posée por
entero el puerto de la Libertad, totalmente deshabitado, y en el cual quería crear una
ciudad y un buen puerto marítimo con dos líneas férreas que lo ligaran directamente con
Tucson. Fleivry Robinson, su hijo, muerto últimamente en Sonora, había hecho
imprimir el plan de la ciudad proyectada en la Libertad.

Alzua, hermano del cónsul del Ecuador en Mazatlán es uno de los comerciantes más
ricos de Guaymas. Como casi todos los extranjeros de los puertos del Pacífico, es
nuestro enemigo declarado.

Hermosillo. Dionisio González, prefecto municipal de Hermosillo es el personaje más


extraño, pero al mismo tiempo uno de los más importantes de Sonora. No se conoce a
su familia y se dice que es indio pápago, mas lo que sí es cierto es que es indio de
sangre pura. González comenzó su fortuna en los placeres de Sacramento,
estableciéndose más tarde en Hermosillo, en donde prosperó su establecimiento. Es
hombre inteligente, enérgico y adepto al partido de la intervención. Expulsado el año
pasado por Pesqueira, volvió a Sonora hace pocos meses, y no ha parecido conmoverse
ni un solo momento a causa de la evacuación de Hermosillo por las tropas francesas. A
pesar de su origen indiscutible, su casa es una de las más confortables de la ciudad y
sabe perfectamente comportarse.

Iñigo es el propietario agrícola más rico de Sonora, donde goza, merecida o no, de una
pésima reputación. Pertenece al partido Aguilarista y es uno de sus hombres más
influyentes. Jamás ha tenido ningún puesto político oficial, pero ocultamente ha estado
mezclado en todos los negocios del estado. Todos los gobernadores han contado con él,
de lo cual está bastan le orgullo· so. En la actualidad comienza a envejecer, pero uno de
sus hijos, Juan Iñigo comienza a heredar la influencia, las cualidades y defectos de su
padre.
Los dos hermanos Ortiz, de los cuales uno es Cónsul de España, son riquísimos
banqueros españoles establecidos desde hace mucho tiempo en Sonora. Han realizado
con Pesqueira muchos negocios y nos son muy hostiles, a pesar de que actúan en forma
muy cortés.

Los hermanos Camon, súbditos franceses originarios de los Pirineos, campesinos


enriquecidos y sin educación, son tan vanidosos como todos los nuevos ricos. Habiendo
hecho muy buenos negocios con Pesqueira, a su caída, fueron los primeros en
denigrarlo y tratar de aprovecharse de sus despojos, son en suma, poco recomendables.

Espino, exoficial de la armada regular pertenece al partido conservador y sin embargo


ha permanecido fiel a Pesqueira hasta el momento en que partió para la frontera. Se
sometió al Coronel Garnier pocos días después de su entrada a Hermosillo. Es, en suma,
un hombre honesto aun cuando de poca capacidad.

Souza, medio campesino, medio hombre de ciudad, debe haber sido bandido en el curso
de su existencia. Puede, sin embargo, ser muy útil, puesto que es enemigo personal de
algunos de los hombres más malos de Sonora, especialmente del jefe de banda, Aguirre.

Corona es un ranchero, bastante pobre, que nos ha prestado buenos servicios. Él mandó
la escolta que se proporcionó a nuestros prisioneros para regresar de Oposura a
Guaymas, una vez que fueron liberados. Tiene una cierta fineza de agente de policía y
es hombre de completa confianza de Gándara.

Los hermanos Corella, dos de entre los cuatro, pertenecen a las fuerzas de Pesqueira,
son groseros, maleducados y dados a la embriaguez. Varias veces pidieron la
autorización para entrar a Hermosillo, pero nunca vinieron ni se someterán jamás
sinceramente.

Ures. Aguilar (el cojo), primo de los dos anteriores tiene todo el tipo de bandido,
aunque no carece de valor. Sin embargo, no es apreciado en Ures y parece ser que es
muy ambicioso.

Carrillo, conocido de Campillo, es audaz, intrigante y de una moralidad dudosa. Conoce


a todo el mundo y todas las intrigas de Sonora. Se expresa fácilmente y con gran
lucidez. Le gusta proporcionar informes, pero debe uno desconfiar de sus apreciaciones.
Es un hombre al que hay que consultar con reservas y al que se puede emplear
vigilándolo.

Jesús Quijada, republicano moderado, demasiado apegado a sus opiniones, es el


personaje más inteligente y considerado de Ures. Consintió en encargarse
provisionalmente de la prefectura municipal al llegar el Coronel Garnier. Fácilmente le
podría uno convertir a la causa pero desgraciadamente su salud es bastante precaria, ya
que sufre un comienzo de parálisis.

Los tres hermanos Morales de los cuales conozco dos, Lauro y Manuel, son dos
comerciantes de muy buena posición. Sin tener demasiado espíritu, podrían convertirse
en muy buenos funcionarios municipales, pues son bastante estimados de sus
conciudadanos.

Salazar Arregui, originario de México, es un poco ampuloso. Tiene una mano de hierro
cuando está encargado de un empleo. Los habitantes de Ures le temen, sin embargo de
lo cual la Junta de Notables lo nombró para ejercitar las funciones municipales después
de Quijada. Las autoridades francesas no guardan hacia él sino agradecimiento. Tiene
bastantes ideas y ambición, pero también la debilidad de querer aparentar no aceptar
puesto alguno sino media una gran insistencia.

Noriega es un pobre diablo que ha sido perseguido por Pesqueira, por lo cual ha tenido
que pasar los tres o cuatro últimos años oculto en la Sierra. Cumplió con sacrificios el
puesto de Mayor de Órdenes de Terán y Barrios a raíz del levantamiento de Sonora y se
puede contar con él. Desgraciadamente está muy necesitado.

Tanori, indio Opata de raza pura es el espíritu del mal del General Gándara. Su padre, al
cual se llama todavía en Sonora el Gran Tanori, prestó grandes servicios mediante una
guerra sin tregua contra los Apaches, habiendo muerto en un encuentro tenido con ellos.
Tanori heredó una parte de las cualidades de su padre: es valiente y activo como aquel,
pero poco inteligente. Goza de un gran prestigio entre los indios. Proscrito por
Pesqueira, quien ordenó el fusilamiento de dos de sus hermanos, tiene un odio mortal a
aquel, así como a lodo aquello que tiene que ver con su gobierno. Tanori permanecerá
fiel al Imperio a menos que Gándara no se pronuncie contra él. Habita ordinariamente
Álamos, lugar situado a doce leguas de Ures, mas está siempre pronto a levantar
muchos hombres al primer llamado que se le haga. Es muy susceptible, pero bastante
sensible a los buenos tratos que se le dan.

La familia Gándara es muy numerosa en Ures, en donde tiene bastante influencia.


Francisco Cándara, hermano del general, es una nulidad, pero su hijo, joven de 24 a 25
años parece estar dotado de toda la audacia y ambición de su tío. Es falso como él y
maneja ya a la juventud de esa ciudad.

Un cuñado del General, llamado Escalante, habita también cerca de Ures pero no parece
ser peligroso, y además, esta bastante comprometido por la simpatía que nos profesa.
Una hermana del general, doña Encarnación es muy estimada y parece trata de
permanecer alejada de todas las intrigas de los partidos.

Oposura. Terán y Barrios es un ranchero muy importante que recibió una mediana
educación. Ha prestado grandes servicios a la intervención en ocasión de la sublevación
de Sonora, durante la cual el poder civil y militar del noroeste del estado se concentró
en sus manos durante más de un mes, sin dar lugar su administración a queja alguna. Su
carácter es tímido y poco susceptible. Tanori y algunos otros jefes partidarios de
Gándara sienten celo de él y sufren su autoridad sin que la acepten de buen grado. Tal
vez hayan sido predispuestos por Gándara, que no desaprovecha ninguna ocasión para
denigrar habitualmente a Terán y Barrios. A pesar de ello o tal vez por ello, Terán y
Barrios me parece ser uno de esos hombres sobre cuya lealtad puede perfectamente
contarse.

Salvador Vázquez, ranchero indígena, quien fué el primero que se rebeló dejando a
nuestros prisioneros en Oposura en libertad, es aún uno de nuestros más fieles
partidarios. Poseedor de cierta educación, ama las formas y las costumbres teatrales.
Detesta al Gobierno de Pesqueira, cuyos representantes le han hecho sentir numerosas
veces la inferioridad de sus orígenes. Ha estado sumamente agradecido y se ha sentido
muy halagado por haber sido invitado una vez a comer por el comandante superior
francés en Ures.

Stern es un alemán avecindado hace ya mucho tiempo en Oposura, en donde Vázquez lo


nombró sub-prefecto en ocasión de su pronunciamiento. Fue despojado de este empleo
por el prefecto político de Sonora, por lo cual se disgustó, ya que desempeñaba bastante
bien la plaza. Stern es un hombre pequeño, flemático y simple, que encierra una gran
fineza bajo su llaneza alemana.

Altar. A Moreno no lo conozco personalmente, Parece ser hombre inteligente y resuelto,


a quien estimaba el Coronel Garnier. Es valioso si se considera que se encuentra en un
país en donde no existe vigilancia alguna y donde se está sometido a la presión moral de
los americanos, lo cual no le ha impedido conducirse correctamente. Tiene como
ayudante a un jefe indígena llamado Eugenio, que parece ser una segunda edición de
Tanori.

Álamos. Almada que se distinguió en ocasión del pronunciamiento de Ajamos, y


durante el combate en el que Rosales pereció, me es desconocido. Se que pertenece a
una de las mejores familias de esa ciudad.

Arizpe. No conozco a García Morales, cuñado y brazo derecho de Pesqueira, a quien


temen los sonorenses. Parece ser que es un hombre pequeño, audaz, duro y perseverante
que tratará de hacer todo lo imposible antes de abandonar el partido tomado.

El Capitán de Estado Mayor.

GUILLET.

Nota Numero 5.- Es interesante comparar la descripción escueta de Guillet con la que
más literariamente hizo un paisano suyo, Vigneaux, en una obra mencionada, p. 166-
173. Las restantes poblaciones ofrecen igualmente contrastes muy marcados en obras
que se ocuparon de Sonora y las cuales perciben con claridad su evolución. El caso de
Arizpe es clásico, ya que hacia esta época está en franca postración de la cual no se
levantará

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