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Para transitar una ancianidad activa y placentera es necesario prepararse y diseñar un plan de acción
basado en nuestras potencialidades y en la aceptación de nuestras limitaciones. De esto se trata
desarrollar una “estrategia de envejecimiento”. Envejecer puede resultar, por sí mismo, una
experiencia traumática o por el contrario puede significar un estado de bienestar, es decir, que una
vejez resiliente es posible.
Prestigiosos científicos nacionales y extranjeros arribaron a esta conclusión la semana pasada en la 2°
Jornada Internacional de la Sociedad Argentina de Psicoinmunoneuroendocrinología
sociedad científica que nuclea a los principales referentes en la materia de nuestro país. En dicha
jornada, los disertantes abordaron diferentes temas vinculados con la salud y la enfermedad. Los ejes
temáticos que fueron materia común en las distintas exposiciones tuvieron relación con dos aspectos de
particular relevancia y de mucha actualidad: “epigenética” y “resiliencia”.
Epigenética
Es una rama de la investigación científica que estudia todos aquellos factores que pueden incidir
sobre la expresión génica. Analiza aquellas variables medioambientales (clima, exposición a tóxicos),
psicosociales (pobreza, aislamiento social, soporte vincular, afectividad), culturales e incluso
espirituales que impactan sobre la salud y la enfermedad. Desde el punto de vista de la epigenética, la
salud y la enfermedad son vistas como un proceso bidireccional sometido a un interjuego permanente.
La activación o el apagamiento de genes inclinarán la balanza hacia uno y otro lado. Se puede enfermar
o curar en relación con la expresión (encendido) o la silenciación (apagado) de diferentes partes del
ADN.
Las investigaciones científicas demuestran que más de la mitad de las personas mayores
de 70 años se sienten felices
Dr. Eduardo Silvestre (M.N. 57.969) Divulgador Científico de Grupo Medihome
La resiliencia
Es la capacidad que tienen algunas personas de continuar con su desarrollo psíquico luego de haber
sufrido un trauma. Para que ello ocurra deben confluir factores biológicos, psicológicos y sociales. Y
sobre todo, vinculares. Es necesario que alguien vuelva a dar confianza y apoyo incondicional y que se
le dé un sentido al dolor. Cada uno de nosotros se enfrentará alguna vez con una situación de
profundo dolor que amenazará con romper nuestro equilibrio emocional y corporal. Una experiencia
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traumática significativa producirá un “impacto”, un golpe, una marca, una huella, un cambio en
nuestra manera de pensar y de sentir. A partir de ella –la experiencia traumática- nuestra biología y
nuestro psiquismo serán diferentes. Ya no seremos los mismos, nuestro organismo tendrá,
necesariamente, que adaptarse. Será mandatorio construir un “nuevo equilibrio” para evitar caer en la
enfermedad.
Estos mecanismos adaptativos son de tipo cognitivo-conductual , vinculares y psicoafectivos. Si son
eficientes, producirán cambios bioquímicos protectores. Se reestablecerá así un nuevo equilibrio
emocional que tendrá su correlato biológico. Por el contrario, si los recursos de afrontamiento no son los
adecuados, la respuesta biológica será “disfuncional” –enferma-. Se producirán cambios en los niveles
de hormonas y diversos mediadores químicos (cortisol, adrenalina, serotonina, entre otros) que
resultarán perjudiciales para cada una de nuestras funciones fisiológicas –la circulación, la respiración,
la digestión, la inmunidad, etc.).
Dicho de manera más sencilla, enfermar o mantenerse sano a partir de una experiencia traumática
–una amenaza o una situación que pone en peligro la propia vida o la de un ser querido, por
ejemplo- dependerá de la estrategia que utilicemos para elaborar la pérdida, del soporte afectivo con
el que contemos en ese momento y de la historia vincular de soporte de los primeros años de la vida. La
resiliencia es, finalmente, una construcción intersubjetiva.
Estrategia de envejecimiento
Durante la 2° Jornada Internacional de la SAPINE, diferentes expositores abordaron la temática de la
vejez y la resiliencia. A partir de su experiencia clínica y de investigaciones en la materia, resaltaron la
importancia de desarrollar una “estrategia de envejecimiento”, en la cual es necesario prepararse y
planificar acciones con base en nuestras potencialidades y en la aceptación de nuestras limitaciones.
Pretender compararnos con el muchacho que fuimos a los 20 nos conducirá, irremediablemente, a
la decepción. La vida aún podrá sorprendernos, surgirán nuevas oportunidades, nuevos proyectos –
quizás aquellos forzosamente relegados durante la juventud-, cosecharemos nuevas amistades,
dispondremos de más tiempo para descansar, en fin, las ventajas pueden ser muchas. Solo es cuestión de
ponerlas en práctica.
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Herramientas para una vejez resiliente
Los expositores aportaron valiosas herramientas para la construcción de una vejez resiliente. Destacaron
la necesidad de construirse un relato, de “hablarse a uno mismo”, convencerse de que todavía
podemos hacer muchas cosas gratificantes a pesar de la edad, generar cambios respecto de uno mismo,
buscar otros lugares donde pueda ser yo, inventarse otros “yoes” (el músico, el pintor, el artista plástico;
tantas veces relegados por las obligaciones cotidianas), buscar nuevas aspiraciones que no compitan con
el que yo era, compararse con otros viejos, no con los jóvenes. “Para mi edad estoy bien” es un objetivo
a lograr.
Recomendaciones
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Construir una vejez resiliente es posible. Los hábitos que adoptemos serán fundamentales para alcanzar
el bienestar en esta etapa de la vida que nos sigue ofreciendo nuevos desafíos.
Por el Dr. Eduardo Silvestre (M.N. 57.969) Divulgador Científico de Grupo Medihome