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Los imperativos del exilio

(A propósito del centenario de María Zambrano)


ANTOLÍN SÁNCHEZ CUERVO
Instituto de Filosofía del CSIC, Madrid

RESUMEN. Pocas trayectorias vitales e ABSTRACT. Few vital and intellectual tra-
intelectuales han estado tan ligadas a la jectories have beenso bound to the ex-
experiencia del exilio como la de María perience of the exile like that of María
Zambrano (1904-2004). Lejos de agotarse Zambrano (1904-2004). Far from being
en una mera circunstancia biográfica, fue drained in a simple biographicalcircums-
esta experiencia el abono constante de tance, it was this experience the constant
toda una reflexión desde y sobre el mar" nourishment of an entire reflection from
gen, en respuesta a la crisis de la subjetivi- and on the margin, in answer to the crisis
dad occidental. La memoria, entendida of the western subjectivity. The memory,
como un rescate interpelador de sus ros- understood as an interpolating rescue of
tros perdidos, velados bajo la violencia their lost faces, veiled under the overpo-
avasalladora de la historia europea, y a wering violence of the European history,
contrapelo siempre de toda comprensión and against the grain always of all objecti-
lineal, objetiva o discursiva del pasado, ve or discursive understanding of the past,
desempeña un papel singularmente rele- plays a part singly inside this reflection. It
vante dentro de esta reflexión. Es por ello is for it that centennials as that of María
que centenarios como el de María Zam- Zambrano invites, not already to remem"
brano invitan, no ya a rememorar una de ber one of the most important philosophi-
las obras filosóficas más importantes del cal works in the Spanish exile of 1939, but
exilio español del 39, sino también a revi- also to revise the same sense of the anni-
sar el sentido de las efemérides. A descu- versaries. To discover, under the objecti-
brir, bajo la objetividad de las mismas, vity of the same ones, something more
algo más que historia. than history.

Si toda efeméride invita a revisar, no ya y funda expectativas sobre el futuro más


un determinado pasado, sino también las inminente. Tal es el caso de los exilios, y
diversas miradas que se proyectan sobre pocas trayectorias vitales e intelectuales
él, mayormente lo hace cuando señala han estado tan ligadas al exilio como la de
ausencias, silencios u olvidos cuya actuali- María Zambrano (1904-2004). Ni mucho
dad decide sobre la tradición más reciente menos se agota la amplia y compleja sig-

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NOTAS Y DISCUSIONES

nificación del exilio zambraniano en una mero, redujo a un objeto metafísico, y el


simple circunstancia biográfica, aun cuan~ positivismo, despues, a una noción de la
do encontrara en ella, en medio de geogra- psicología científica. Es decir, como hilo
fías diversas y a lo largo de casi medio conductor de un «saber más amplio» que
siglo, un abono constante. La experiencia sea «Razón de toda la vida de hombre» y
biográfica del desarraigo condicionó sin responda a esa «llamada a los poderes cós-
duda el rumbo de no pocos itinerarios filo- micos que hace el hombre cuando le due-
sóficos de María Zambrano, pero al mis- len las entrañas de la vida» 3.
mo tiempo desahogó toda una reflexión Asimismo, si el retomo a España de
desde y sobre el margen, ya palpable en María Zambrano en 1984 supuso un acon-
sus primeros escritos. Por ejemplo, en tecimiento en la cronología de su vida,
Horizonte de liberalismo (1930), en donde quizá no lo fuera tanto en la evolución de
la pregunta por la raíces de la política obli- la misma por dentro -en esos mismos
ga a prolongar la razón vital de Ortega términos intrahistóricos que pudo encon-
hacia veredas que el maestro divisó sin trar en sus lecturas de Unamuno~, pues
llegar a transitar por ellas, más próximas a biografía y pensamiento habían madurado
ciertos itinerarios schelerianos, hasta dar ya, entrelazados., bajo el signo del desa-
con la misma condición de posibilidad de rraigo. Aún es más, sólo tras el regreso
todo pensamiento lógico o analítico: la parece la experiencia del exilio irradiar su
intuición, en el más amplio sentido del tér- significación más plena. «Hay ciertos via-
mino, como el recurso epistemológico de jes» ~afirmaráen este sentido la propia
una razón integral o como una revelación Zambrano- «de los que sólo a la vuelta
no dogmática, semejante a una «avenida se comienza a saber», y es «desde esa
de lejana perspectiva» 1, desde la que se mirada del regreso» que el exilio adquie-
van despejando las contradicciones del re una significación «esencial», pues es
liberalismo racionalista. Este, bien es cier- «como una dimensión de una patria des-
to, libera al hombre como individuo o conocida [u.] que una vez se conoce, es
como un sujeto de derecho, pero a costa de irrenunciable», suscitando su evocación
asolarlo, de confinarlo en el ámbito de una «una sensación ininteligible, pero que
razón aséptica, disgregadora y pragmática es» 4. O es también asimilación -sugeri-
que ha roto vínculos con su misma vitali- rá en otro lugar- de un «saber de expe-
dad radical --de orden tanto "suprahuma- riencia» cuyo fruto se asemeja a ,da pure-
no» como «infrahumano»: da fe, el za de los racimos de uvas» por su
amor», «los apetitos, las pasiones» 2_, y «tersura», su «transparencia» y su «per-
termina por erigirse en agente de domina- fección» 5. Saber que en algo recuerda a
ción social y económica, así como de legi- esa síntesis de verdad y vida que la propia
timación de una humanidad escindida en Zambrano había trazado en La confesión,
élites y masas. Frente a lo cual se van género literario y método (1943), como
asimismo despejando claves de un «nuevo respuesta a las carencias del género filo-
liberalismo», arraigado en ese mismo Sen- sófico convencional, siempre oscilante
tir originario y total avasallado por la entre la dispersión de la una en el relati-
moral ilustrada, cuyo trasunto político es vismo de los hechos y ~sobre todo- la
la democracia radical asumida en términos humillación de la otra a manos de una
de una unidad elástica en la que caben razón ensoberbecida. Es entonces el exilio
todas las diferencias. Y tal es el caso, tam- vocación y destino reconciliados, reunión
bién, de Hacia un saber sobre el alma de las vivencias opacas e incomunicables
(1934), entendida ésta, precisamente, de una existencia a punto de ser engullida
como esa conexión vital de lo humano con por la historia bajo la legibilidad de una
lo divino y lo natural que el idealismo, pri- libertad a punto de lograrse.

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NOTAS Y DISCUSIONES

Una singular lucidez propia del cono- una elucidación de lo divino abocada a la
cimiento consumado, una cierta visión de disolución secular, dejando así al descu-
atardecer que en algo recuerda a la tópica bierto los abismos de lo sagrado en su
imagen hegeliana del búho de Minerva, expresión más bruta. Proyecta la existen-
cuyo vuelo recoge las contradicciones de cia humana en una historia de libertad
la lucha diurna transformándolas en espí- sometida, al mismo tiempo, a una inercia
ritu, pareciera entreabrirse en la retrospec- sacrificial imparable. Tal es, para Zam-
tiva zambraniana del exilio. Pero sólo brano, el signo bajo el que ha transcurrido
aparentemente, pues señala en realidad el humanismo occidental desde Platón
este exilio un saber «auroral» propio de la hasta Nietzsche, cuyo nihilismo desen-
madrugada más que del atardecer, que mascarador anuncia la recaída en lo más
sigue el rastro de lo aún no nacido o naci- hermético y opaco de la realidad y con
do sólo a medias, del constante renacer ello, no ya la crisis, sino el mismo suici"
desde una finitud siempre irresuelta -ras- dio de Occidente.
go fundamental del hombre mismo, según Toda la obra de Zambrano es una res-
la antropología zambraniana-. En defini- puesta a esta «noche obscura de lo hu-
tiva, de las entrañas no esclarecidas y de mana» --dirá en La agonía de Europa
las esperanzas enredadas en las ruinas de (1945) 7_, más allá de toda resignación
la historia, frente al reduccionismo identi- cínica o posmoderna. Aquella vocación de
ficante inscrito en toda pretendida recon- descentramiento incipiente en los escritos
ciliación entre razón y realidad. No en de juventud encontrará, al unísono con el
vano evocaba Zambrano el exilio en tér- largo exilio que se inicia en 1939, ricos
minos de una sensación «ininteligible, cauces para su desarrollo. Desde «San
pero que es», o -añade en el mismo tex- Juan de la Cruz: de la noche oscura a la
to- «como de quien ha sido despelleja- más clara mística» (1939) hasta «Notas de
do, como San Bartolomé»: apunta la filó- un método» (1988), pasando por El hom-
sofa hacia un saber del despellejamiento, bre y lo divino (1955) y Persona y demo-
por así decirlo, que comprenda y asimile cracia (1956) -obras gemelas, y radian-
toda aquella realidad ilegible bajo la mira- tes dentro de la trayectoria zambraniana-
da reductora y excluyente del sujeto occi- se irá perfilando toda una crítica de la
dental. Fruto de una salida precipitada del razón occidental y un abismamiento con-
mundo trágico, se ve la razón filosófica secuente en sus márgenes, en busca de su
abocada, desde sus mismos orígenes --des- alma y su rostro, sus ínferos y sus som-
de sus primeras expresiones sistemáticas bras; de esas mismas «formas íntimas de
al menos, y salvando siempre ciertas in- la vida» o categorías zambranianas del ser
tuiciones presocráticas 6_, a una ambi" --el tiempo, el amor, el rencor, la piedad,
güedad radical, pues lleva dentro de sí la nada, la muerte, la carne, los bienaven-
indicios de esa misma violencia arcaica turados 8_, largamente anegadas bajo la
de la que está llamada a librarse, preser" noción falsificadora de experiencia que ha
vándola y reproduciéndola una y otra vez imperado en Occidente.
de manera velada. Supone así claridad y No se limita, por tanto, Zambrano a
ceguera, despliegue de toda una mirada perfilar una mera reforma de la razón, sino
que, sin embargo, ha dejado de ver las que apunta más bien hacia todo un saber
cosas. Ordena y legisla la realidad, pero a de salvación capaz de condescender ante
costa de sojuzgarla mediante la pregunta las penumbras de la realidad, de rescatar
por el ser, de reducirla a un núcleo esen- aquello que el sujeto occidental abandonó
cial y unitario que ahoga la experiencia a las puertas de la caverna en su prematura
vital. Media con la naturaleza a través de salida de la misma y de atemperar, en fin,

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la claridad cegadora del racionalismo. Lo propia «fe humanista»: en respuesta al


cual requiere la articulación de una razón destino ciego y opaco inscrito en todo
no dialéctica, ni representativa ni discursi" orden mítico, éste ha proyectado su ser en
va, ni siquiera narrativa, pues ninguna de la historia bajo un afán de orden, dominio
ellas despeja cauces suficientes para una y claridad que olvida aquellas dimensio-
reconciliación, no de la razón consigo nes del tiempo ajenas a la voluntad racio"
misma, sino con lo otro de sí, con aquellas nalista. La historia, como realidad y como
experiencias vitales originarias de las que saber, discurre así bajo la coacción del
un día brotó para luego avasallarlas. Tien- tiempo unívoco y opresivo de la razón.
de por ello Zambrano un constante ir y Recoge falsamente los tiempos subjetivos
venir entre la filosofía, la poesía y la reli- e irreductibles de la esperanza bajo una
gión, a lo largo del cual se va despejando pretensión racionalizadora y un afán obje-
una razón abiertamente heterodoxa, siem- tivador abocado a la cerrazón, al absolu-
pre en el límite entre la «otra ilustración» tismo. He ahí el germen del utopismo
y el llamado, en su día, por Hans Jonas moderno, el cual no hará sino recoger la
«síndrome gnóstico» 9. abolición secular de lo divino para reab-
Una cierta tensión entre memoria e sorberlo en la historia humana bajo la pre"
historia, en tanto que miradas más o tensión de realizar en ella el trasmundo
menos antagónicas del pasado, podría en cristiano de la «Ciudad de Dios». Es por
cualquier caso distinguirse en medio de ello que la historia de Europa transcurre
estos itinerarios, como un hilo conductor bajo el signo del endiosamiento y la deifi-
de la condescendencia zambraniana y lo cación, de una especie de enajenación
que a partir de ella se transluce. Como se enmascaradora de lo divino que encuentra
podrá adivinar, señala esta memoria aque- su mayor apogeo en las teorías ilustradas
llos tiempos sumergidos y latentes propios del progreso y muestra signos de consu-
de las formas íntimas de la vida -tanto mación en la nietzscheana voluntad de
individual como colectiva-, cuyo núcleo poder. Tiene esta historia una constitución
originario no es otro que la esperanza, y a idolátrica que exige la producción ince-
contrapelo, siempre, de toda comprensión sante de víctimas en prenda por el cumpli-
objetiva, lineal o discursiva de la tempora- miento de su esperanza exasperada. Es, en
lidad; del tiempo conciencialista de la fe- definitiva -argumentará Zambrano a lo
nomenología -salvo excepciones como largo de Persona y democracia-, una
la durée bergsoniana-; del historicismo historia sacrificial, en la que no hay «pala-
-así el del propio Ortega, del que Zam" cio renacentista, ni castillo medieval, que
brano comienza a desmarcarse en sus no tenga prisiones bajo sus salones» lO.
primeros escritos~; o de las teorías del La memoria zambraniana despeja
progreso, que Hegel, Marx y Comte han entonces los cauces de una suerte de filo"
formulado de manera paradigmática. A sofía negativa de la historia en la que se
contrapelo, en definitiva, de la filosofía de trasluzcan los motivos de su condición
la historia como tal, en tanto que saber sacrificial y se alumbren las condiciones
canónico de la modernidad, pues lejos de de posibilidad de su desencantamiento.
rastrear las raíces íntimas de la temporali- Los cauces, en definitiva, de «un conoci-
dad, ha permanecido fijada a su dimensión miento purificador de las entrañas que
exclusivamente racional. De ahí su condi- engendran la historia», de «sus acciones
ción netamente reductora, pues tiende a más íntimas» y sus «ensueños escondi-
agotarse en una justificación más o menoS dos». En línea con su perspectiva «auro-
elaborada de la fatalidad en la que se halla ral», persigue Zambrano una historicidad
inmerso el sujeto occidental, víctima de su capaz de albergar el carácter radicalmente

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incipiente del hombre en tanto que ser vocación de certidumbre. Precisamente la


condenado a padecer la trascendencia de tentación de existir es uno de los motivos
su incesante despertar, en el límite, siem- que bien podrían centrar la ambigua sinto"
pre, entre el sueño y la vigilia, entre la nía de Zambrano con Heidegger. La voca-
oscuridad de sus entrañas. y la claridad de ción de exilio invita sin duda a transitar
su libertad. Pasión fecunda en la medida por ciertas sendas perdidas, pero también
en que pueda liberar aquellos tiempos a retirarse de ellas cuando ofrecen dema-
latentes e irreductibles que conforman el siadas señales: el «Dasein» está tocado por
núcleo mismo de la esperanza, proyectán- la llama del ser, es su interlocutor y está
dolos en una existencia no opresiva, en traspasado por la luz de su pregunta, es
una historia cuyo protagonista no sea «este mediación con el mundo desplegada en el
pobre niño atormentado, ni ese pobre tupido análisis de su condición existencial.
hombre, ni ese fantasma agobiado, ni ese Por eso dicha vocación no se colma tanto
monstruo, sino simplemente el hombre en un estar en el mundo como en un estar
mismo, sin máscaras y con una carga fuera de él ~n un afuera que también es
apropiada a sus fuerzas» 11. adentro, ínfero-, en ese lugar sin media-
Son abundantes y diversos los momen- ción ninguna, siquiera el firmamento, que
tos de la obra zambraniana en los que aflo- es «desierto sin fronteras» pero también
ra este sentido «purificador» de la memO- «sin espejismos» 14, y cuyo vaciamiento
ria, en busca, siempre, del rostro perdido. se desliza entre las categorías de la
El exilio, y su denso simbolismo, aglu- fenomenología existencial, reconociéndo-
tina algunos de ellos. El exiliado ---dirá se mayormente en la transparencia de la
Zambrano en la «Carta sobre el exilio» mística.
(1961)- es «el que, a fuerza de penas y Pero afronta también el exiliado la ten-
trabajos, de renuncia, parece haberse sali- tación de salvar las circunstancias, de
do de la historia y está en su orilla», redu- renunciar a su exilio por mor de ellas. Un
cido «a [oo.] lo irreductible: a la verdad de cierto adiós a Heidegger, y también a Orte-
su ser, de su ser-así, despojado de todo». ga, se va despejando en la fenomenología
Figura del despellejamiento, «está más zambraniana del exilio. En realidad, las
cerca de ser criatura de la verdad queper- diferentes posturas que maestro y discípula
sonaje de la historia». Se ha despojado de sostuvieron durante y después de la guerra
sus razones y justificaciones, de sus ídolos no hicieron sino desahogar y acentuar las
y sus máscaras para quedarse «desnudo y divergencias -tanto políticas como filo-
desencarnado» 12 a la intemperie del de- sóficas- que ya se habían ido destilando a
sierto, bajo una ausencia radical de toda lo largo de la década anterior. Latían, en el
mediación con el mundo: la casa, la patria fondo, dos concepciones reñidas de la cri-
y hasta el propio firmamento, más allá del sis, tanto de España como de Europa y, en
amparo que le brinda toda «tentación de definitiva, de Occidente: ese temple en
existir». Tentación ~dirá Zambrano en definitiva «ilustrado» que persiste bajo la
alguna de sus reflexiones más maduras razón histórica cuando ésta apuesta por la
sobre el exilio, recogidas en Los bienaven- continuidad de la historia y por el papel
turados (1990)- «de ser el existente en reformador que las élites intelectuales
medio de esa soledad dejada por el desam- están llamadas a desempeñar en ella, y que
paro y aun por el abandono» 13, pues es la teóricamente justificaría el regreso de
existencia reducto de la subjetividad mo- Ortega a España en 1945, no podía menos
derna aun cuando se ha desprendido de su que colisionar con el talante trágico de su
sustancia idealista para reducirse a un puro discípula. Tan proclive, ella, al abisma-
estado de arrojo, al preservar, como tal, su miento en los márgenes de esa misma his-

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toria, a duras penas podrían sus exilios la que el exiliado se adentra una y otra vez
medirse en las categorías orteguianas. Para para rescatar ~<lo rescatable, 10 irrenuncia-
Zambrano, el paso por las armas de la legi- ble» 16: el sueño sumergido, fracasado o
timidad republicana y la subsiguiente dic- «mal soñado» de toda una época, toda una
tadura, o el no intervencionismo de inte- tradición y hasta de la historia misma, con-
lectuales de adentro y gobernantes de densado en un instante de suspensión, en
afuera, no sólo son circunstancias insopor- un «pasado que se ha quedado quieto» y
tables que hacen inevitable el exilio e «que eS pura presencia» 17. En un tiempo,
imposibilitan el regreso; son, además, pre- por así decirlo, desubicado, «utópico» en
cisamente eso y «nada más~~ que eso: «cir- un sentido nada moderno ni convencional,
cunstancias», o lo que es igual en términos aunque sí muy literal del término. No
zambranianos, máscaras, superficies de la como oclusión racionalista de la historia,
historia deificada de Occidente cuya vio- resultante de una proyección exasperada
lencia, largamente incubada en el meollo de la esperanza, sino de más bien todo 10
de la subjetividad moderna, insta igual- contrario, como transparencia de 10 que no
mente al exilio, a la salvación en el mar- tiene tópos: ~<la ciudad no habitada, la his-
gen. Exilio es entonces algo más que una toriaque desde el principio quedó borra-
circunstancia. O es, cuando menos, confín da», que el exiliado «vislumbra» 18 y,
de la misma y trascendencia de su límite. sobre todo, trasluce, pues es, antes que
y en todo caso, desmarque de su restric- cualquier otra cosa, una figura de la
ción filosófica: si Ortega eludió .el exilio mediación. Su ser consiste así entranspa-
apelando a las circunstancias, María Zam- rentar. Es por sí mismo ~~una especie de
brano lo abrazó apelando a la realidad que revelación». Sin casa ni patria, anda
se vela tras ellas. El modo pleno de verlas «librado a la visión proponiendo el ver
-dirá en este sentido en Los bienaventu- para verse». Es presencia escandalosa,
rados- «sería el verlas del otro lado, el objeto de visión antes que sujeto de la mis-
darlas la vuelta invirtiendo así la situación ma. O es el sujeto de un tiempo que, por
entre ellas y el sujeto, que en vez de estar su condición desnuda e irreductible, es
por ellas cercado las rodearía él». Median- «dios sin máscara» y, más aún, «Dios de la
te este «movimiento de circunambula- visión» 19. Entre el ver y el ser visto, deja
ción», el sujeto vencería la resistencia que el exiliado al descubierto esa historia siem-
levanta su propia afirmación en términos pre borrada que es la utopía de una «histo-
de «Razón Vital», es decir, «como el ria ética», misma que asoma en la tercera y
punto de partida dado radicalmente en la última parte de Persona y democracia. Ha
realidad que es su vida», pues antes de arrancado un poco de verdad a los ínferos
afirmarse como tal, «trata con la realidad de la pólis y es por ello -dirá Zambrano a
sintiéndola y sintiéndose despojarse de su propósito de Antígona- «revelación de
afirmación [...]». Las circunstancias dejan «la Nueva Ley» 20, «vida y visión en el
entonces de mostrarse como un cerco, speculum justitiae» 21. Su ser, en realidad,
pues desde más allá de ellas «se llama al no consiste sólo en transparentar, sino
que busca el conocimiento, que es simple" también en donar. Si se ha quedado al bor-
mente el que no abandona, el que no sus- de de la historia, «en un indecible olvido»,
pende el sentir originario, el que no desoye no ha sido «para que lo salven a él [...],
ni desatiende la presencia no objetiva de sino para que quien lo recoja en el
algo, de un centro que a sí mismo y a su momento en que deba ser, reciba algo que
contorno trasciende» 15. sólo él tiene»: una «palabra diáfana» como
Ese centro descentrador es el imán de «prenda que un día dará, que se despren-
todo exilio, entraña misma de la historia en derá de él sin violencia, de la misma

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manera que él se ha desprendido de todos da anamnética que en algo recuerda las


sus ropajes y figuras, incluso de las más tesis sobre la historia de Benjamín-, es
legítimas» 22. Toda una ética de la desnu- en el olvido y no en la memoria donde
dez y la desolación se va tejiendo en torno anida el fantasma de la violencia, pues el
a la experiencia zambraniana del exilio. exiliado se ha llevado consigo un pasado
Es en estos mismos términos cómo que pide ser reconocido en su verdad, no
Zambrano reivindicó la transparencia del para realizar anacrónicamente aquello que
propio exilio. En la ya citada «Carta sobre pudo ser y no fue -en este caso, aquella
el exilio» hizo suya la piedad de Antígona. singular plenitud enarbolada por la gene-
Escrita en 1961, cuando las expectativas ración de 1930, cuyas expectativas repu-
de una pronta caída del régimen se han blicanasse vieron ahogadas en la guerra
quedado ya muy atrás y el exilio es pasto civil-, sino más bien para liberar al pre-
del olvido, está dirigida no tanto a los ene- sente de su indigencia. Para traspasar, pre-
migos de siempre como a las nuevas gene- cisamente, ese umbral trágico de la guerra
raciones antifranquistas. A los «anticon- bajo el que permanecen detenidos tanto
formistas de hoy», quienes consideran los partidarios del régimen como sus críti-
«que la suerte y el destino de España cos de adentro, y bajo el que la misma his-
deben estar y estarán determinados sólo toria de España permanece hechizada des-
por la acción y aun por el pensamiento de de hace siglos. Es ésta la prenda -afirma
ellos, los que están en España», y piden, Zambrano hacia el final de la carta- «que
por tanto, al exiliado que renuncie a su el exiliado conserva entre sus manos,
exilio «hasta el punto de casi ignorarlo, mientras mira el cielo sin interrogación y
olvidarlo y desconocerlo», pues para ellos sin llanto». Désele, por ello -prosigue-,
«el exiliado ha dejado de existir ya, vuelva «voz y palabra», pues «no pide otra cosa
o no vuelva» 23. Temen que el pasado que sino que le dejen dar, dar lo que nunca
encarnan convoque al fantasma de la gue- perdió y lo que ha ido ganando: la libertad
rra civil y quieren, por ello, que sea elimi- que se llevó consigo y la verdad que ha
nado del horizonte actual y se confunda ido ganando en esta especie de vida póstu-
con el presente. Presos de su propia visión ma que se le ha dejado» 24.
sacrificial de la historia, piensan que el fin Centenarios como el de María Zam~
de la dictadura sólo puede lograrse en tér- brano no sólo invitan, en fin, a rememorar
minos de progreso o de continuidad. Es una trayectoria vital e intelectual amplia-
decir, al margen de un pasado que, por mente significada, sino también a darle un
muy doliente que fuera, no cabe en un pre- sentido a las efemérides. A descubrir, bajo
sente que sólo debe mirar hacia el por- la objetividad de las mismas, el desahogo
venir, guiado por las élites que han en- de tiempos utópicos, el comienzo de una
contrado acomodo en él. Sin embargo historia siempre borrada, la fidelidad a una
-dirá Zambrano entreabriendo una mira- vida póstuma.

NOTAS

1 Horizonte de liberalismo, edición y estudio 4 ABC, 28 de agosto de 1989, p. 3. Cf. también La


introductorio a cargo de Jesús Moreno Sanz, Madrid, otra cara del exilio: la diáspora del 39, El Escorial,
Morata, 1996, p. 227. Universidad Complutense, curso de verano de 1989,
2 Ibid., p. 244 pp. 7 s.; María Zambrano, Las palabras del regreso
J Hacia un saber sobre el alma, Madrid, Alianza, (artículos periodísticos, 1985-1990), ed. de Mercedes
2000, pp. 29 ss. Gómez Blesa, Salamanca, Amarú, 1995, pp. 13 s.

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NOTAS Y DISCUSIONES

5 «El saber de experiencia (notas inconexas)>>, 10 Persona y democracia, Madrid, Siruela, 1996,
Diario 16, núm. 23 (sup. «Culturas»), Madrid, 15 de pp. 56 s.
septiembre de 1985, p. III; Maria Zambrano, Las 11 [bid., p. 88.
palabras del regreso, pp. 15 ss. 12 Cf. Cuadernos del Congreso por la Libertad de
6 Como la que recoge Empédocles bajo la máxima la Cultura, núm. 49, Paris, pp. 66 s.
«repartir e1lógos por las entrañas», muy recurrida por 13 Los bienaventurados, Madrid, Siruela, 1990,
zambrano en diversos lugares de su obra. p.39.
7 Maria Zambrano, La agonía de Europa, ed. de 14 [bid., p. 36.
Jesús Moreno Sanz, Madrid, Trotta, 2000, p. 15 1bid., pp. 60 s.

8 Zambrano formula y expone estas fromas en 16 «Carta sobre el exilio», p. 69.


varios lugares de su obra. Cf. los textos reunidos en el 17 1bid., p. 67.
apartado VIII de la antología crítica Maria Zambrano, 18 Los bienaventurados, p. 35.
La razón en la sombra, ed. de Jesús Moreno Sanz, 19 [bid., pp. 32 ss.
Madrid, Siruela, 2004, pp. 615-671. 20 Senderos, Barcelona, Anthropos, 1986,p. 204.
9 Sobre esta cuestión, en el contexto de una amplia 21 [bid., p. 213.

y completa panorámica de los itinerarios zambrania- '2 «Carta sobre elexilio», p. 67.
nos, cf. la Introducción de Jesús Moreno Sanz a la 23 1bid., p. 68.
antología de textos citada en la nota anterior. 24 [bid., p. 70.

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