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Hermenéutica histórica

El concepto de comprensión, categoría metodológica cen-


Lral en la investigación histórica del siglo xrx y comienzos del xx,
tia perdido prestigio en los últimos tiempos. Los historiadores
modernos, que tienden a acentuar la historia social, ya no dan
1.1rioridada las intenciones, motivos e ideas de los actores de la
historia. Buscan, más bien, determinar las tendencias y presio-
nes de las cuales éstos dependían. Así como se ha demostrado
que la interpretación de intenciones no basta para fundamen-
tar la historiografía, también debería resultar indiscutible la
necesidad de comprender el sentido de una acción para analizar
de manera causal o funcional las circunstancias en lag cuales se
produjo.
La teoría de la comprensión histórica, tal como se desarro-
lló en el siglo XIX, partía de la idea explícita o implícita de un
diálogo imaginario sostenido por el historiador con los actores
de la historia, cuyos motivos y objetivos procuraba entender. Y
un diálogo que no degenere en charla ni se convierta en
interrogatorio o en un intercambio de monólogos exige ciertos
requisitos que no está de más mencionar, ya que a pesar -o
justamente a causa- de su trivialidad suelen pasarse por alto.
Ese diálogo supone un lenguaje común, el entendimiento sobre
una cosa determinaday ponerse en lugar del otro como persona,
es decir, teniendo en cuenta que él también tiene una identidad
y no es un simple objeto de observación.
Las características constitutivas de un diálogo dependen
de unay otra parte, según el caso. Las dificultades que ofrece la
explicación de un término técnico, al exigir que uno demuestre,
al mismo tiempo, el manejo práctico de los asuntos en cuestión,
revelan hasta qué punto la comprensión verbal está ligada a la 11t i sospechoso se considora culpable hasta que no demuestre lo
práctica. A la inversa, un fragmento de realidad al que se c~ontrario,es donde mhs crudamente se pone de manifiesto el
pretende acceder está ya premoldeado por el lenguaje en cuyas c~spíritude la época.)
categorías se descubre y se interpreta. Por un lado, es difícil No haría falta decir que la capacidad de ponerse en el lugar
aclarar a un oyente -en cuya cultura las diferencias de fre- t lcl otro y no permanecer encerrado en sí mismo y en los propios
cuencia se designan o perciben, en primer lugar, como grados iiroblemas forma parte del bagaje psíquico del historiador,
de luminosidad o como diferencias en el volumen de sonido- mientras que reviste poca importancia en el caso del filósofo. Y
el concepto de altura de tono. Por otro lado, no es facil para iio haría falta mencionarlo si la exigencia de que el historiador
nosotros reconocer el fenómeno tonal más allá de las categorías se "coloque" en el lugar de los actores históricos de una época
que tenemos incorporadas, es decir hacer abstracción de la ;interior -exigencia que hasta hace pocas décadas se conside-
relación metafórica en la cual nos hemos formado. raba lógica y natural- no se hubiera visto expuesta a dudas de
A veces existe una complicada dialéctica entre el acuerdo principio y a sospechas ideológicas.Los historiadores modernos
sobre el objeto y el ponerse en el lugar de la otra persona. Sería y a no creen en el "yo general" de la humanidad, del que hablaba
erróneo y hasta inhumano observar y analizar únicamente a la Ilroysen. Parten, más bien, del supuesto de que existe un
persona que se tiene frente a uno a través de sus manifestacio- ;ibismo insalvable entre las épocas y entre los grupos étnicos y
nes acerca del asunto en cuestión. En otras palabras, no buscar sociales. Es dudosa la ingenuidad que cree reconocer, como
lo acertado o desacertado de las descripciones y argumentos, objeto de romántica empatía, "al hombre en sí" en todo actor de
sino atender exclusivamente a los indicios a través de los cuales I;i historia. Pero también es paralizante un escepticismo cuya
el que habla revela algo acerca de sí mismo. De la misma sensibilidad histórica sólo se-tranquilizacuando se ha destrui-
manera, puede ser indispensable colocarse en el lugar del otro tio todo rastro de comprensión y lo pasado se presenta como
y reconstruir sus motivos para entender qué tiene que decir 1 I cjanía inabordable.
sobre el asunto en cuestión. La orientación objetiva y la perso- En una disciplina en la que el tema central es la música
nal constituyen una especie de círculo hermenéutica. A partir iirtificial, la controversia sobre la comprensión y la explicación,
de las manifestaciones sobre el tema, se extraen conclusiones sobre la interpretación interna y externa -ya concluida en par-
acerca de la persona que habla para luego, a su vez, entender le, pero de ninguna manera resuelta-, puede suavizarse si se
mejor las manifestaciones acerca del tema y estimar su conte- hacen conscientes las profundas transformaciones históricas
nido de verdad. La relación fin-medio entre el acuerdo acerca de que ha experimentado aquello que debe entenderse o explicarse.
un objeto y el ponerse en el lugar de una persona es recíproca, El discutido postulado según el cual un historiador debe compe-
y resulta decisivo mantener el equilibrio, sin permitir que se netrarse de las intenciones de los actores históricos para enten-
incline en una u otra dirección. der la historia desde adentro en lugar de describirla como cró-
En una época de desconfianza -como lo es, sin duda, el nica, desde afuera, presupone -en tanto máxima estética de la
presente en el que vivimos- no es facil defender la tesis de que música- que la intención del compositor, surgida de inquietu-
la posibilidad de conocimiento brindada por la simpatía, es des individuales, es, en última instancia, la que decide la forma
decir, por la entrega a los demás, es mayor que la brindada por adoptada por la música y la importancia que adquiere. Pero la
la desconfianza. El disgusto como punto de partida de las premisa no es tan sencilla y lógica como podía parecerles a los
investigaciones históricas es tan característico de un positivis- historiadores formados en los principios estéticos del "período
mo que se orienta según el modelo del interrogatorio a testigos, del arte", una época que se extendió d e n t r o de la historia de la
como de una crítica de la ideología que no descansa hasta música- desde fines del siglo XWII hasta comienzos del xx. El
reducir las nobles ideas a mezquinos intereses que, dicho sea de objeto de la comprensión o de la explicación (la creación sonora
paso, se mantienen latentes. (En aquellos tribunales en los que como objeto de un intercambio y de una percepción cuyos
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sistemas de referencia pertenecen por completo al "asunto
música") se ha acentuado y caracterizado de diferentes mane- puede entender y reconstruir. Es, más bien, un conjunto de
ras. Este cambio de acentuación se produjo incluso en la música icglas del género mediante el cumplimiento -y no mediante la
artificial de la modernidad, para no hablar de lo remoto desde el violación- de las cuales un compositor procura demostrar su
punto de vista histórico, social y étnico. Tanto es así que uno está ingenio. Para definirlo escuetamente, la historia de la música
tentado de equiparar el método histórico con los cambios expe- iisume la forma de una transmisión de normas -y no la de un
rimentados por los fenómenos que éste debe abarcar. progreso de obra en obra- que regulan la relación entre la
Para simplificar, puede establecerse una distinción entre función y las técnicas de composición.
las concepciones funcional, objetiva, personal y estructural de Con la teoría de la imitación, aparece como estructura
lo que constituye la sustancia primaria de la música, es decir, primaria la relación entre objeto y copia en lugar de la relación
lo que representa el objeto central de la historia de la música. fin-medios. La concepción objetiva de la música -que primero
Esa distinción demuestra que en la historia de la música más se impuso en un género avanzado como el madrigal y, finalmen-
reciente el acento se ha desplazado. No significa, sin embargo, te, alcanzó un género tan ligado a la tradición como el de la "obra
que el enfoque más antiguo haya sido suprimido por los más sacra" (las cantatas de Bach no entran dentro del concepto de
nuevos sin dejar su huella. El elemento funcional de la música música funcional)- considera la creación musical como exposi-
artificial del siglo XIX no perdió importancia bajo el predominio ción, y las diferencias entre pintura tonal, descripción de
de la idea de originalidad. Sin embargo, fue relegado a la emociones y alegoría, que a fines del siglo xvrr~se agudizaron
periferia (la música ligada a una función corrió el peligro de hasta convertirse en antítesis, eran totalmente secundarias
descender al nivel de música trivial). Tampoco el enfoque durante el predomino del principio de mímesis. (El concepto de
objetivo del sentido o contenido de la música desapareció en la "hipotiposis" abarcaba una multiplicidad de fenómenos diver-
época regida por el principio de la expresión, aunque sí perdió gentes, de acuerdo con la concepción más nueva.) La poética
el prestigio estético de que gozaba en el siglo m n . El "género musical, o teoría de la música, se orientaba más por la poesía y
pictórico" (que incluía, además de la pintura musical, la alego- la pintura que por la arquitectura. El elemento fwicional perdió
ría y la figura barroca) se volvió obsoleto. importancia. Por otra parte, la descripción de emociones no
El concepto funcional de la música que predominaba en el debe malinterpretarse como expresividad. Entender un pieza
siglo x v ~y aun en el (mientras se insinuaba una estética musical no significa interpretarla como documento biográfico,
objetiva basada en la teoría de la mímesis de la Antigüedad: sino ponerse de acuerdo con el compositor acerca del contenido
primero en el madrigal, y más tarde en la monodia y en el de verdad de una exposición objetiva. El diálogo que el oyente
concierto) se manifestó en una poética musical que partía del sostiene con el compositor apunta al objeto o al contenido de la
género como lo verdaderamente sustancial de la música. Por música y no a la empatía con una persona que se expresa a sí
género se entendía una firme relación entre el objetivo que misma. Y un historiador que tomara en serio la máxima de que
debía cumplir la música y los medios de composición adecuados una época debe entenderse por sí misma, debería extraer la
a ese objetivo. (Laprimaprattica era un estilo de música sacra; consecuencia de que, en la historia de la música de comienzos
la seconda prattica, un estilo de ópera.) De acuerdo con ello, la del siglo MII, es preciso partir de la relación entre los conteni-
historia de la música es, por una parte, historia de las institu- dos descubiertos en la música y los medios de exposición. Su
ciones y, por otra, historia de la técnica; y una metodología que procedimiento no sería la comprensión de las intenciones del
pone el acento en la comprensión, si bien no yerra el tiro, compositor, sino la interpretación de los contenidos.
tampoco da en el blanco. Porque lo que sobrevive históricarnen- Desde la época de la sensibilidad, el interés objetivo por la
te y constituye la historia no es tanto la obra aislada y la música se fue alejando de lo personal. Así como durante el siglo
MI y comienzos del m11una emoción o un impulso ético
intención del compositor que la objetivó y conservó, algo que se
constituían un objeto de exposición proporcionado por la natu-
raleza, a fines del siglo xvrrI y durante el xix aparece el compo- (4 estadode concienciti dcl ~igloxx,
no esotracosaque larelación
sitor como sujeto de la expresión musical. La interpretación del filrma-materia según una terminología "materialista". En lu-
contenido de la música es desplazada por una comprensión gar de una comprensión que saca conclusiones acerca del sujeto
empática de la personalidad del compositor. Quien describía que se encuentra detrás del fenómeno musical y cuya expresión
una emoción según la estética de la imitación, no hablaba de sí y autoexposición confiere sentido a la obra, en el siglo xx se
mismo; describía un fragmento de la realidad que era intersub- ospera del análisis estructural información acerca de la raison
jetivo y repetible. El oyente no procuraba penetrar en la interio- tl2tre de la música, por lo menos de la nueva música. (Hasta el
ridad del compositor por la vía de los sonidos; juzgaba la público que no entiende el análisis estructural respeta esa
semejanza o la desemejanza de la imitatio naturae. La autoex- actitud como instancia válida; prefiere apartarse de la música
posición sonora -idea que dominó la época de la sensibilidad y en sí a desconfiar del método de información.) Las relaciones
la romántica- encierra la paradoja de un hablar de cosas en que descubre un analista no tienen por qué haber sido plantea-
realidad indecibles: de un sentido oculto que no se abre al das por el compositor para ser aceptadas; lo decisivo es el texto
common sense, sino exclusivamente a la empatía. escrito por un autor, no la intención de la cual parte. La persona
Sin embargo, debe tenerse en cuenta que la teoría de las es una fiinción de la composición musical y no - c o m o en el siglo
emociones no excluye la autoexposicióndel compositor, desde el XIX-, la composición una función de la persona.
punto de vista psicológico; sólo la declara irrelevante desde el Explicación, interpretación, comprensión y análisis -la
punto de vista estético. Se trata de un asunto privado que al explicación de una obra a partir de las normas del género al que
público no le interesa. Por otra parte, el sujeto que se encuentra representa; la interpretación del contenido, cuya formulación
detrás de la música sensible y romántica no tiene por qué ser el sonora lo representa; la comprensión del autor que está por
propio compositor, sino que puede tratarse de un sujeto estéti- detrás; el análisis de las relaciones a través de las cuales las
camente imaginado. En la descripción objetivante de las emo- partes se reúnen en un texto- son métodos que corresponden a
ciones penetra, a veces, el elemento subjetivo. Por su parte la los diferentes principios por los cuales la música de esa mitad de
expresión de sí mismo suele ser expresión de alguien imaginado milenio ha adquirido un sentido y se ha constituido en arte.
y no de la propia personalidad. La estética no se agota en la Como ya lo señaláramos, los principios no se excluyen, pero se
psicología. suceden en cuanto al predominio. El hecho de que en el siglo XIX
La afirmación de que en el siglo xx la concepción personal se subrayara el factor personal, la comprensión del autor, no
de la sustancia de la música es reemplazada, paulatinamente, significa, de ninguna manera, que la función del género, la
por una concepción estructural puede ser exagerada en lo que densidad de la estructura o el sentido objetivo de la exposición
se refiere al público. Se justifica, sin embargo, si se parte de la de un texto o de un programa se hayan considerado con indife-
poética del compositor y de aquellos analistas cuyas premisas rencia. Significa que el elemento verdaderamente "poético" de la
estéticas se guían por el estado de conciencia en materia dt música, la característica por la cual se constituye en arte, se
composición. En lugar de las categorías de esencia y apariencia buscaba en la originalidad con que el compositor se expresaba a
de tinte platónico o neoplatónico, que constituían la base de la sí mismo y demostraba estar capacitado para enfrentar la pa-
metafísica de los artistas, el centro de la moderna teoría del arte radójica exigencia de hacer sentir lo indeciblemente individual.
es ocupado por los conceptos aristotélicos, más sobrios, de forma Si bien es cierto que la comprensión es un método cuyo
y materia. (La relación forma-materia -elemento secundario privilegio respecto de otros procedimientos que competían con
en el siglo X I Xque
, se daba por sentado sin subrayarlo- sc él se basó en la perplejidad del historicismo ante determinadas
convirtió en el principal objeto de reflexión estética e histórico, circunstancias de su época, la noción de que el método tiene
filosófica.) La "tendencia del material", que Theodor W. Adorno limitaciones históricas no debe inducir a exageraciones. Por
declara la principal categoría de una historiografía basada en ejemplo, no se debe considerar que la teoría de la comprensión,
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tal como se la desarrolló en el siglo XIX, es hoy un fragmento de cluc el conocimiento hietórico se eleve al autoconocimientode la
tradición que ha perdido toda validez y que debe ser soslayado i.iizón. La racionalidad no se eleva como norma e instancia
por una teoría moderna de la historia. No será fácil aceptar, sin ribstracta por encima de la historia ni - e n tanto razón instru-
escrúpulos intelectuales, las soluciones a las cuales llegó la iiiental- es una simple herramienta de autoafirmación del
filosofía de la historia. Pero el problema de entender a otro, a u n Iiombre en un transcurso histórico que, en su conjunto, es
desconocido, seguirá interesando a la estética y a la historia de irremediablemente irracional. "En nuestro idioma, la palabra
la música, siempre que la música romántica clásica - e n t r e 'tiistoria' reúne la parte objetiva y la subjetiva, y significa tanto
cuyas premisas se halla la idea de la originalidad y el principio Iti historiam rerum gestarum, como la misma res gestae ... No
de la expresión- siga conservando un lugar destacadotanto en debemos considerar la unificación de ambos significados como
la historiografía como en la práctica musical, lugar que hasta el una coincidencia externa: pensemos que la narración de la
momento no parece peligrar. historia aparece simultáneamente con los verdaderos hechos y
Las reflexiones sobre la comprensión histórica se caracte- circunstancias históricos; un fundamento interior común los
rizan, casi siempre, por el esfuerzo de eludir los extremos: la une... El tiempo transcurrido ante los pueblos -podemos
imposición abstracta de normas racionales y la irracionalidad imaginar que han sido siglos o milenios- antes de que se
imposible de captar. La filosofía o teoría de la historia del siglo i nciara la historiografía y colmado de revoluciones, migraciones
xoc:buscó un criterio o un punto fijo más allá de la idea de una y los más profundos cambios, no tiene historia objetiva porque
razón universal e idéntica, en la cual ya no se creía, y de una carece de una historia subjetiva, no hay narración histórica"
intuición sólo legitimada por la empatía, en la cual se prefería í Hegel: Die Vernunft in der Geschichte [La razón en la historia]
no confiar sin reservas. compilado por Georg Lasson, Leipzig 1917,144-146).La histo-
"El requisito necesario para comprender una cosa es que ria no existe si no se tiene conciencia de ella; la propia historio-
quien entiende guarde cierta analogía con lo que luego se grafía puede considerarse como un hecho histórico. La tesis de
entenderá realmente. Debe existir una coincidencia previa, Hegel fue formulada en la época de la historiografía arqueoló-
original, entre el sujeto y el objeto. Comprender no es, de gica, basada en los restos y no en los informes; por eso puede
ninguna manera, un simple desarrollo a partir del sujeto; pero parecer curiosamente obsoleta. Pero no pretende expresar
tampoco una simple deducción a partir del objeto; es ambas desprecio hacia los pueblos "sin historia"; su intención es definir
cosas a la vez... Para comprenderse, uno tiene que haberse lo que puede llamarse historia, a diferencia de los simples
entendido ya en otro sentido. En la historia, ese proceso fiunda- acontecimientos. Si la consideramos desde el punto de vista
mental de la comprensión es evidente, ya que todo lo que actúa metodológico y no desde el metafísico, la audaz idea de que en
en la historia universal se mueve también en el interior del la "historia universal se ha procedido racionalmente" -idea
hombre" (Wilhelm von Humboldt: Uber die Aufgabe des Ges irritante para un historiador escéptico como Jacob Burckhardt-
chichtsschreibers, en Werke in fünf Banden, Darmstadt 1960 señala una condición necesaria para que la historia se pueda
tomo 1, 596 s.). De acuerdo con Humboldt, en la comprensión conocer y no sólo se la anote a modo de crónica y se haga de ella
histórica desaparece la división entre sujeto y objeto, en la objeto de empatía o de contemplación estética. No se pretende
medida en que el sujeto que conoce se reconoce en el actor: este afirmar que todo lo sucedido haya sido racional, sino que sólo se
último -como actor histórico y no casual- engendra la razón puede hablar de historia cuando ha estado presente la razón. Y
en la historia y el sujeto que conoce, la reconstruye. Humboldt la razón incluye la reflexión sobre sí misma, así como la historia
traza una doble delimitación respecto de la racionalidad supone la conciencia de la razón.
ahistórica y de la historicidad irracional. De esa manera procu- "Por remoto que sea un suceso - e n tanto se trate del
ra anclar la razón en la historia -no como algo dado y de género humano- nos resultará comprensible porque podemos
contornos fijos, sino como algo que surge y se crea-, de modc penetrar en él mediante el pensamiento.. . aunque no con la
totalidad de nuestras peculiaridades individuales, sino de una de la vida. Un texto CH expresión de un "momento de la vida" y
manera determinada, general. Ya que no todo nuestro yo em- ctsemomento de la vida, objetivado en el texto, debe concebirse
pírico, sino sólo aquella parte que es lo esencial y perdurable, lo como parte de un todo, de una vida coherente. El método
no efímero, es capaz de moverse de ese modo fuera de sí t~iográficoque predominó en la historiografía del siglo XIX
mismo... Cuanto más rico sea nuestro yo empírico, es decir, representa - e n el caso de Schleiermacher y Dilthey- una
cuanto mayor sea la cantidad de experiencias que haya vivido consecuencia de la máxima hermenéutica según la cual todo lo
en todos los ámbitos morales, más amplio será, dentro de él, el que es único -una obra, una acción, una frase únicas- debe
yo genérico" (Johann Gustav Droysen: Texte zu Geschichts- interpretarse teniendo en cuenta el contexto del cual proviene
theorie, compilado por Günter Birtsch y Jorn Rüsen, Gotinga y en el cual cumple una función. De modo que una creación
1972,14). Los párrafos citados pueden despertar nuestra des- musical no queda en un aislamiento estético; a través de la
confianza. Porque parecería que la convicción de que cualquier hermenéutica, aparece como exteriorización de un momento de
hombre puede entender a otro, juzgarlo y aconsejarlo, fuera un la vida, y éste, como parte de un contexto de vida, como
prejuicio europeo nacido de la falta de respeto ante el extraño fragmento de la "obra de una vida". Por otra parte, en el enfoque
y el diferente. Ese prejuicio h e sustentado por el historicismo de la filosofía de la vida se verifica el esfuerzo por penetrar
y, a su vez, contribuyó a la afirmación de éste. Pero no debemos desde el ergon, la obra acabada, hasta la energeia oculta detrás
dejar de advertir que el "yo genérico" al cual se refiere Droysen de ella. Se procura dar fluidez a la creación sólida y remontarla
no es algo directamente dado -una sustancia común o un resto al elemento del cual proviene. En las últimas décadas, el
que queda luego de abstraer las diferencias históricas, étnicas "espíritu de la época" desconfía de una intuición histórica que
y sociales-, sino algo que debe ser adquirido. El "yo genérico", se considera empática, cuando, en realidad, está procediendo
más rico que el "empírico", se constituye por una progresiva con arbitrariedad. En cambio, es evidente la tendencia actual a
diferenciación, y no por la reducción a un common sense como partir de la realidad de una obra concluida, para remontarse a
supone la ingenuidad ahistórica. Además, el principio de com- las posibilidades que, en algún momento, estuvieron abiertas:
prensión concebido por Droysen no pretende que toda expresión la tendencia a partir de la forma dada, para remontarse a su
humana resulte comprensible al referirla a una interioridad génesis, y de los textos comprensibles, para remontarse a las
accesible a nosotros por semejanza. Droysen, a quien nadie estructuras de conciencia latentes o a los estados del incons-
puede tildar de ingenuo, no ignoraba la resistencia que ofrecen ciente. No se habla de filosofía de la vida, pero se la practica.
ciertos fenómenos a la intervención del historiador. Más bien La explicación de Dilthey acerca de la comprensión histó-
sugiere que para no agotarse en el registro de los anales, la rica se basaba en el concepto de "vivencia*. La vivencia como
investigación histórica debe partir, en principio, de una com- categoría sobria, nada enfática, apuntaba - e n primer lugar-
prensión de lo que los hombres hacen y crean, aunque, ca- hacia el simple hecho de que, en las ciencias naturales, las
sualmente, algunas acciones y obras permanezcan incompren- experiencias directas, cotidianas, acuñadas por el "mundo de la
sibles. El "yo genérico" es una hipótesis antropológica para vida", son referidas a construcciones hipotéticas, a relaciones
apoyar un postulado metodológico. Droysen buscó refugio en entre espacio, tiempo, masa y movimiento. De modo que se
una "metafísica de las costumbres" porque se sentía obligado a puede imaginar una ciencia complementaria. Esa ciencia com-
definir las condiciones para que la investigación histórica sea plementaria recorrería el camino inverso y concebiría las expe-
posible. riencias ("vivencias") a partir del contexto vital al que pertene-
En Schleiermacher y, más tarde, en Dilthey, quien adhirió ' cían antes de ser enfocadas con el método de abstracción de las
a las teorías de aquél, la referencia de los hechos u obras a una ciencias naturales. Y Dilthey denominaba "comprensión" al
interioridad, a través de cuya exteriorización se hacen com- retorno de la "vivencia" a la "viday7.Pero la vida, en cuyo
prensible~,adquiere un nuevo significadobasado en la filosofía contexto cobran sentido las vivencias, un sentido que las hace
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comprensibles, lleva el cuño de lo histórico. La atilrupología se
convierte en investigación histórica. De modo que la compren-
1 propio historiador sea quien fije los valores para estructurar la
historia que narra. Simplemente afirma que el historiador
sión, tal como la concibe Dilthey, no debe considerarse un describe hechos, parte de cuyo sentido es estar referidos a
proceso místico, una internalización directa e intuitiva de la valores. Sin relaciones axiológicas, los hechos que constituyen
sustancia de la vida, Se refiere, más bien, a una captación del el material de la historia serían simple escoria que ha dejado
sentido que se atribuye a un momento de la vida como parte de atrás el pasado: una caótica masa amorfa. Pero los valores que
un contexto vital. La hermenéutica surgió de la filología, no de transforman el caos de sucesos y situaciones en una historia
la mística. relatable y coherente, no están construidos por el historiador e
La controversia sobre la comprensión y la explicación impuestos desde fuera, sino que ya se hallaban presentes y son
puede parecer obsoleta. Sin embargo, subsiste en la disputa descubiertos. La estructura de valores que hace posible una
entre historiadores y sociólogos, acerca de las interpretaciones historia rerumgestarum ya se encuentra prefigurada en las res
intencionales, causales y funcionales. Los malentendidos, que gestae. (Pero parece ser que la diferenciaciónentre los juicios de
tienen su origen en una mezcla de ardor polémico y de lectura valor en cuanto objetos y en cuanto premisas de la historiogra-
superficial, suelen desembocar en un diálogo entre sordos. fía no resulta tan clara en la práctica como en la teoría postu-
Característico de esta situación es el mal uso de las categorías lada por Rickert: construcción y reconstrucción no muestran
"nomotético" e "idiográfico". La distinción propuesta en 1894 límites precisos.)
por Wilhelm Windelband postula que el objetivo del conoci- Actuar -y, de manera análoga, producir obras- es, según
miento de la investigación histórica es describir y hacer com- Max Weber, una conducta que está ligada a un sentido subjeti-
prensibles sucesos y circunstancias irrepetibles; pero no impli- vo. Y es al historiador a quien corresponde reconstruir el
ca, de ninguna manera, que las hipótesis sobre leyes económi-
sentido de las acciones pretéritas. Por otra parte, nadie niega
cas, sociológicaso psicológicas deban excluirse de las explicacio- que la acción humana no sea exclusivamente intencional, sino
nes históricas. Por ende, es un gran error utilizar las categorías
que siempre depende de condiciones que pueden explicarse por
de Windelband para privilegiar apriori un determinado méto-
vía causal o funcional. Lo único discutible es si -y en qué
do en lo que respecta a un hecho cualquiera, por ejemplo un
medida- las estructuras en las cuales se encuadra la acción
hecho musical. A qué disciplina corresponde un fenómeno s i intencional deben esbozarse superficialmente o constituirse en
a una disciplina nomotética o a una idiográfica- no depende
centro y en verdadero objeto de la investigación histórica. Lo
del hecho como tal, sino del objetivo del conocimiento. "La controvertido entre los "historicistas"y los "sociologistas"no es
diferencia entre investigación de la naturaleza e historia sólo la dialécticadel acontecimientoy la estructura: el hecho eviden-
comienza allí donde se trata de valorar el hecho con fines de
te de que las acciones son regidas por instituciones y, a la
conocimiento" (Windelband: "Geschichte und Naturwissen-
inversa, que las instituciones se actualizan en acciones. Lo que
schaft", en: Praludien 11,1924,149).La intención de la diferen-
está en discusión es el objetivo del conocimiento: el acento en el
cia es metodológica, no ontológica.
proceso aislado, que da por sentado el sistema, o en el sistema,
Después de Windelband, Heinrich Rickert expuso la tesis que cobra forma en los procesos. Una interpretación intencional
de que el objeto de las "ciencias de la cultura", de las disciplinas
-como descripción de motivos y objetivos conscientes- es una
filológicas, era "el ser de las cosas". .. "en la medida en que esté explicación "de adentro hacia afuera"; una interpretación causal
determinado por valores" (Kulturwissenschaft und Natur- o funcional - e s decir una reconstrucción de los mecanismos
wissenschaft, 1926, 78). La expresión "valor" -que suena
económico-sociales, casi siempre inconscientes- es una obser-
extrañamente hueca, sobre todo en plural- puede resultar vación "desde afuera". Sería absurdo y dogmático afirmar que
irritante para los metodólogos que se aferran al principio de la
uno de los métodos es prioritario en principio y rechazar al otro
"libertad de valores" de Max Weber. Pero no significa que el
por desacertado y superfluo. Por otra parte, no es posible
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contentarse con la idea de que está permitido cambiar de pocas veces es advertida por los historiadores que la practican.
procedimiento según el interés del conocimiento. Más bien Por el momento, no se avizora un acuerdo básico, es decir,
cabría preguntarse en qué medida son adecuadas y diferencia- iilgo que vaya más allá de los esfuerzos casuales por salvar
das, o inadecuadas y confusas, las comprobaciones de los diferencias. Por un lado, sería absurdo convertir en punto de
fenómenos musicales a las que se llega por uno u otro camino. partida de un juicio histórico sobre fenómenos de la cultura
No hay por qué vacilar ante el argumento de la teoría de la musical de la Antigüedad, por ejemplo la opinión del Iluminismo
ciencia según el cual el objeto de la investigación está consti- (Aufizlarung) sobre el carácter ilusionista de la magia o la
tuido por el método (es decir, que la "música" es una cosa para convicción de la física moderna de que las cifras ideales plató-
un "sociologista", que recurre a un procedimientogeneralizador, nico-pitagóricas representan una frágil construcción metafísi-
y otra, para un "historicista", que recurre a un procedimiento ca. Por otro lado, al observar relaciones de sentido histórico
individualizador). Porque no se puede discutir seriamente la descubiertas posteriormente, es difícil descartar que se trate de
existencia de un acervo básico que pertenece a la música y en el relaciones reales, sólo porque la época investigada no tenía
cual debe demostrarse la eficacia de un método. A manera de conciencia de ellas. Es casi imposible imaginar la evolución de
experimento mental, podría imaginarse una controversia entre la teoría musical sin recurrir a argumentos que datan del siglo
un historiador, que sólo acepta como "música del siglo m"las xx y que arrojan dudas sobre la "fisicidad" de la armonía de los
obras esotéricas de la Nueva Música, que descifra mediante siglos XVIII y m (al punto de que uno se siente impulsado a pasar
análisis estructurales inmanentes, y un sociólogo que sólo 1 de la explicación interna de la historia de la armonía a una
declara históricamente importantes y dignos de una investiga- explicación externa basada. en la historia social, para que
ción "nomotética" a los fenómenos que llegan a un público resulte concebible esa extraña dependencia de unas ciencias
masivo. Esa controversia sería un diálogo entre sordos en el naturales mal entendidas).
cual ninguno de los dos se escucha, pero en nada alteraría el Además, no se sabe a ciencia cierta dónde han de trazarse
acuerdo tácito sobre el hecho de que sólo una historiografía de I
los límites dentro de los cuales una opinión históricamente
la música que tome en cuenta la dicotomía entre los ámbitos transmitida continúa siendo criticable "en las circunstancias de
tiene la posibilidad de ser la adecuada. la época actual" (sin exponerse al reproche de estar cometiendo
Como ya se señaló, la relación entre comprensión histórica una arbitrariedad anacrónica). ¿Es legítimo o criticable tildar,
"desde dentro" y observación "desde afuera" - e s decir, entre no sólo de errónea sino de históricamente inadecuada, la convic-
interpretación intencional y explicación causal o funcional- ción a la cual se aferraban algunos teóricos de la música, aún en
puede ser complementaria y, si hay una mutua tolerancia, el siglo XVIII? Nos referimos a la creencia de que una cifra
hasta puede constituir un recíproco apoyo. Sin embargo, tiende representaba un principio eficaz y la simplicidad de una propor-
a enturbiarse y a transformarse en desconfianza no bien se ción era el motivo real del efecto de una consonancia. Repeti-
discute el postulado de que una época debe entenderse a partir mos: ¿es legítimo formular esa crítica basándose en la metodo-
de sí misma si se la quiere captar en forma histórica y no logía y en el grado de conocimiento de las ciencias naturales de
anacrónica. Considero oportuno aclarar que una explicación esa época? ¿Dónde encontrar el "verdadero" espíritu de la época,
funcional se distingue de la causal en que se limita a establecer cuando en ella reina un caos de opiniones que procuran impo-
una correlación entre dos hechos (por ejemplo un hecho psico- nerse o se oponen entre sí? ¿Cuál es la conciencia "predominan-
lógico y un hecho sociológico), sin decidir cuál de los dos es te" de la cual debe partir el historiador cuando quiere caracte-
fundamento y causa del otro. rizar un período? ¿La conciencia más avanzada, la más difun-
La ironía que significa el reconocer a cualquier época dida o la de los influyentes desde el punto de vista político y
pasada el derecho a interpretarse a sí misma y la tendencia a social? ¿Es misión del historiador el tomar partido a favor de
derivar y explicar el propio presente a partir de su prehistoria, aquellos grupos que determinaron la perdurabilidad de una
época en la conciencia histórica, porque ellos dictaban lo que se
escribía?
Según parece, la problemática es laberíntica y casi sin
salida. Para no ser víctima de ella, la historiografía apenas si
puede hacer algo más que convertirla en tema.
El juicio de valor como objeto
y como premisa

Una de las contradicciones en las cuales caen, indefecti-


blemente, los historiadores según la opinión de sus críticos
filosóficos podría reducirse a una fórmula: en la misma medida
cn que un historiador se esfuerce por lograr una exposición
objetiva de un fragmento del pasado, recaerá en juicios subje-
tivos. Por un lado, intenta reconstruir "lo que sucedió realmen-
te", sin apasionamientos y tomando distancia de su propio
partidismo. Por otro lado, se verá en la obligación de distinguir
lo esencial, lo que "corresponde a la historia", de lo no esencial,
lo que puede omitirse. Para eso se basará en criterios comple-
tamente subjetivos, cuyo fundamento está en su origen y papel
social, en sus convicciones y experiencias. (El supuesto de que
el sujeto de la historiografía es colectivo y no individual poco
altera el problema.)
Pero las formulaciones que expresan las dudas filosóficas
acerca de la idea de la objetividad histórica oscilan entre dos
extremos. Un extremo es la burda sospecha de un resentimiento
y el otro es un sutil escepticismo llevado a sus últimas conse-
cuencias. El escepticismo deja abierta, por lo menos, la posibi-
lidad de que la dialéctica de "conocimiento e interés" -la
dificultad de que un momento subjetivo insuperable constituya
tanto una condición para el conocimiento histórico como una
barrera para éste- sea salvada por una reflexión progresiva,
, una reflexión que mantenga en jaque el problema, al tomar
cada vez más conciencia de él.
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Quien no confunda la idea de la objetividad con la ceguera
ante los problemas, no podrá negar que la decisión a favor de un
Ii tema, la elección de un punto de vista y la selección de los
i materiales están ligadas a intereses que echan raíces en la v.ida

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