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BETTY J. MEGGERS
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Figura I
Mapa del Siglo XVI mostrando el Lago IJanma en el medio de la GUiarla, supuesta sede de Manoa, la
capital de El Dor¿¡do, y un dibUJO de la C1ud¿¡dpublicado en i 603 (Alexander 1976: 172, Bettex i 960: 152)
326 fktlyl MeqclCr<., / [¡meo Th rv~¡:llc¡
Metodología
Metodología de Campo
1987), Tapajós (Perota ms); Madeira (Simóes & Lopes 1987, Miller 1992, 1999), jamarí
(Miller et al. 1992), Guaporé (Miller 1983), juruá (Dias ms), Purus (Perota ms), Negro
(Simóes 1974, Simóes & Kalkmann 1987) y Uatumá-jatapu (Simóes & Correa 1987, Simóes
& Machado, Miller et al. 1992; mapas se encuentran en Kern et al. 2003). Ellos hicieron
recolecciones no seleccionadas de la cerámica de superficie en todos los sitios encontrados
y una o más excavaciones estratigráficas de 2 x 2 m en niveles de 10 cm en diferentes partes
de los sitios grandes.
Clasificación y Seriación
Como los tiestos sin decoración normalmente constituyen entre 90 y 100 por
ciento de una muestra no seleccionada, representan una fuente significativa de información.
Visto que las diferencias en el tratamiento de la superficie frecuentemente son obliteradas
por erosión, se clasifican los tiestos sin decoración en base del antiplástico, que puede ser
arena, cariapé, cauixí, cariapé y cauixí, concha triturada o tiestos triturados. La frecuencia
relativa de cada tipo en cada nivel se calcula en base del total del nivel y los resultados son
dibujados en orden estratigráfico para cada excavación (Figura 2). La existencia de diferencias
Figura 2
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Cambios en las frecuencias relativas de tipOS ordinarios y decorados en dos cortes del sitio RO-PV-
de la localidad
328 Betty J Mcggers / funco Th Mlilcr
significativas entre niveles consecutivos, aún en los raros tipos decorados, sugiere que 10
cm aproxima la acumulación durante un solo episodio de ocupación (d. Zeidler 1983: 182).
Niveles con tendencias y frecuencias relativas compatibles se interdigitan para producir
una secuencia seriada, que representa una cronología relativa. Los sitios incluidos identifican
Consideraciones Teóricas
tipos mayores no decorados son el producto de la deriva evolucionaria inconsciente (Amold 111
2003:36, Abbot 2000). Aunque la deriva ha recibido menos atención que la selección natural,
neutral. L.a interacción entre los miembros de una comunidad humana endógama mantiene
de la misma tradición cultural y filiación lingüística. Si se rompe la interacción entre los miembros,
los segmentos no poseen la misma representación de los rasgos ancestrales y este efecto
antecedentes comunes como consecuencia del aislamiento social (e.g., Bellier 1991, Colson
1983-84, Gross 1983, Henley 1982, Seeger 1981, Conklin 200 1, Wagley 1977). Aunque los
detalles de decoración y forma de las vasijas pueden ser intencionales (Bowser 2000), la
misma tradición cerámica y entre mujeres aisladas por residencia matrilocal (Amold 1993, Roe
1981, Wüst 1994, Graves 1985, L.ongacre 1985, Reina & Hill 1978, Meggers 2001 J08).
(Para más discusiones, ver Araujo & Marcelino 2003, Barros 1982, Duff 1996, L.ipo et al.
Evidencia Arqueológica
Las regiones con la evidencia arqueológica más detallada son el1ocantins, el tributario
oriental del lado derecho del bajo Amazonas, y el Jamarí, un tributario del lado derecho del alto
Madeira en el suroeste. Ambas son regiones de tierra firme drenados por ríos de agua clara.
Río Tocantins
del embalse hidroeléctrico en Tucuruí (Simóes & Araujo Costa 1987: I 1-27, Miller et al. 1992).
La clasificación de la cerámica de recolecciones de superficie y excavaciones estratigráficas en 35
Evidenciaarqueológica 329
sitios identificó cinco fases restringidas a sectores diferentes del río (Figura 3). La publicación una
década después del análisis arqueológico, de las características físicas del cauce, cambios estaci6nales
en el volumen del agua, productividad de los recursos acuáticos y densidad demográfica reveló
diferencias regionales significativas correlacionadas con los límites de los territorios prehistóricos.
implicando que las medidas para maximizar la explotación de los recursos en cada región no
funcionaban con el mismo éxito en las regiones adyacentes (Merona 1990).
La inspección de la secuencia seriada de la Fase Tucuruí reveló una fluctuación errática en
la frecuencia relativa de algunos de los tipos decorados que no se puede explicar por error del
muestreo. Separando las muestras en base de la presencia de más o menos 5 por ciento de
Tucuruí Pintado produjo dos seriaciones contemporáneas y la inspección de la localización de los
sitios reveló que todas menos dos fueron ocupados y reocupados exclusivamente por una de
las sub-fases (Figura 4). En los sitios compartidos. la localización de la aldea fue diferente. La
Figura 3
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Secuencias seriadas de las fases Tauarí, Itupiranga y Marabá del río Tocantins y los territorios
correspondientes. Aunque los mismos tipos ordinarios y decorados ocurren en las tres fases, las
tendencias y frecuencias relativas no permiten su interdigitaci6n, Las fronteras de los territorios se
correlacionan con diferencias significativas en las características del río y los recursos acuáticos de
subsistencia (Revisado de Simóes & Araujo-Costa 1987)
330 Betty J. Meggers / Eurico Th. Miller
Figura 4
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Las seriaciones de las Mitades A y B de la Fase Tucuruí del Tocantins y la ubicación de los sitios
correspondientes. La frontera con la Fase Tauá en el norte coincide con el primer rápido y la
máxima penetración del agua blanca amazónica con sus abundantes y variados recursos proteínicos
Evidenciaarqueológica 331
Río Jamarí
La evidencia más detallada sobre el patrón precolombino de establecimiento está
suministrada por la prospección intensiva del Jamarí (Figura 5). Se registraron 121 sitios en una
distancia de 260 km arriba del primer rápido, representando 16 ocupaciones precerámicas, 16
talleres líticos, 89 habitaciones cerámicas, 8 campamentos con cerámica y 2 habitaciones
neobrasileñas. Muestras de cerámica no seleccionadasexisten de 42 recolecciones de superficie,
nueve excavaciones estratigráficas en 22 sitios (total de 593 niveles de 10 cm). La clasificación
identificó tres fasesprecerámicas y cinco fasescerámicas. La cronología relativa se complementa
con 137 fechados de carbono-14 (Miller et al. 1992).
Figura 5
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URUCURI-A URUCURI- B
El río Jamarí, un tributario del lado derecho del alto Madeira, la ubicación de los sitios de la Fase
Urucurí, la primera fase cerámica en el río Jamarí y las seriaciones de las Mitades A y B
332 Bctty J Mcgqcrs / tumo Ih Mdb
La Ocupación Precerámica
La primera ocupación está representada por la Fase ltapipoca en seis sitios con cuatro
fechados de carbono-14 que se extienden desde 8230± 100 hasta 6970±60 años AP
(fechados no calibrados). El inventario lítico consiste en bifaces grandes, raspadores laterales y
terminales. martillos. nLJCleosagotados y lascas con y sin retoque. La siguiente Fase Pacatuba se
identificó en cinco srtios con cuatro fechados extendiéndose desde 6090± 130 hasta 521 O± 70
AP. Los artefactos líticos consisten en raspadores pequeños, martillos. núcleos. lascas y
microlascas. Los campamentos de ambas fases se encuentran en barrancos por sobre el nivel
de inundación y no muestran cambio del color del suelo (Miller et al. 1992:36-37).
La Fase Massangana se identificó por depósitos de terra preta con artefactos líticos
debajo de ocupaciones cerámicas en 20 sitios distribuidos por toda el área prospectada.
Treinta fechados de carbono-14 se extienden desde 4880±60 hasta 2500±90 AP.Además
de lascas. raspadores. núcleos y martillos, el inventario lítico incluye piedras de yunque.
morteros y manos. muelas impregnadas con hematita y hachas. La presencia de hachas y
morteros indica un cambio en la subsistencia y la existencia de terra preta implica la
adopción del comportamiento habitacional semi-sedentario asociado con la agricultura
de roza y quema. Esta interpretación está apoyada por la evidencia genética (micro-
satélite) de la domesticación de la mandioca en la región (Olsen & Schaal 1999. 200 1).
Fases Cerámicas
La cerámica fue introducida ca 2400 Ap,dos mil quinientos años después de la adopción
de la agricultura. Las secuencias seriadas y fechados de carbono-14 identifican cinco fases de la
misma tradición cerámica con distribuciones territoriales y duraciones temporales diferentes.
Todas se dividen en dos mitades matrilocales que ocupaban sitios diferentes.
La Fase Urucurí (2400-1500 AP). La Fase Urucurí se ha identificado en 18 sitios,
13 por la presencia de cerámica y 5 por medio de fechados de carbono-14 (Figura 5).
Trece son reocupaciones de sitios de la Fase Massangana, lo que sugiere que la cerámica
pudiera haber sido adoptada por la población existente en vez de ser introducida por
inmigrantes. Elcomplejo cerámico consiste en dos tipos no decorados. uno con antiplástico
de arena y el otro con antiplástico de cariapé. y dos tipos decorados. uno con baño rojo
y el otro con incisión. La presencia o ausencia de incisión divide la secuencia seriada en
dos mitades. ambas distribuidas en todo el territorio. Cinco sitios fueron ocupados
exclusivamente por la Mitad A, seis solamente por la Mitad B y dos por ambas mitades (la
filiación de cinco sitios identificados por fechados se desconoce).
La Fase jamarí (1500-750 AP). Cerca de 1500 AP, la Fase Urucurí fue suplantada
por la Fase jamarí en el norte y la Fase Cupuí en el sur (Figura 6). Se identificaron 14 sitios
de la Fase jamarí. 12 de los cuales reocuparon sitios de las fases Massangana o Urucurí.
Evidencia arqueológica 333
Figura 6
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Sitios de lasfasesJamarí y Cupuí que ocuparon territorios contiguos con diferencias en la abundancia
de los recursos acuáticos. y las secuencias seriadas de las Mitades A y B de la FaseJamarí
Los dos tipos principales no decorados tienen antiplástico de arena o cariapé. pero el cauixí
existe en menor frecuencia o solo o combinado con cariapé, La decoración más común es baño
rojo, seguidapor engobe rojo. Pintura, incisiónfina y ancha, roletes no apagados y excisión ocurren
erráticamente en menor frecuencia durante toda la secuencia. Lasdiferencias en lasfrecuencias
relativas del baño rojo y engobe rojo identifican dos mitades matrilocales. Cinco sitios fueron
ocupados exdusivamente por la Mitad A 6 solamente por la Mitad B Ydos por ambas mitades (una
se identificó por un fechado de carbono-14).
La Fase Cupuí ( 1400-730 AP). Aproximadamente a los 1400 AP, la Fase Urucurí fue
suplantada por la FaseCupuí en la parte sur del territorio (Figura 6). Once de los 14 sitios están
en nuevos lugares,dos reocupan sitiosde la FaseMassanganay uno un sitio de la FaseUrucurí. Los
334 Betty J. Meggers / Eunco Th. Miller
tipos principales no decorados tienen antiplástico de arena o cariapé, pero lastendencias y frecuencias
relativas son opuestas a las de la Fase jamarí. La escasa decoración consiste en baño rojo o incisión.
La presencia o ausencia de cerámica con antiplástico de cauixí o cauixí + cariapé identifica dos
mitades. Cinco sitios fueron ocupados por la Mitad Ay 8 por la Mitad B (uno se identificó por un
fechado de carbono-14).
La Fase Matapí (700-400 AP). Aproximadamente hacia el 700 AP, la Fase jamarí fue
suplantada por la Fase Matapí en el norte (Figura 7). Se la identificó en 22 sitios, nueve están
en nuevos lugares, 10 reocupaban sitios de la Fase jamarí. dos reocupaban sitios de la Fase
Urucurí y uno un sitio de la Fase Massangana. Las tendencias y frecuencias relativas de los
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Sitios de las fases Matapí y Topazlo, que reemplazaron las fases Jamarí y Cupuí en los mismos
territorios y las secuencias seriadas de las Mitades A y B de la Fase Matapí
EVidencia arqueológica 335
dos tipos mayores, con antiplástico de arena o cariapé, son semejantes a la FaseJamarípero no
existe decoración. La presencia o ausencia de dos tipos menores con antiplástico de cauixí o
cauixí+cariapé identificandos mitades. Cinco sitiosfueron ocupados exclusivamente por la Mitad
A, I I solamente por la Mitad B ydos por ambas mrt:ades(4sitiosse identificaron por fechados de
carbono-14).
La Fase Topazio (800-400 AP). Hacia el 800 AP, la Fase Cupuí fue suplantada por
la Fase Topazio en la parte sur de la región (Figura 7). Se identificaron 8 sitios, cuatro
reocuparon sitios de la Fase Urucurí, 2 re ocuparon sitios de la Fase Cupuí y dos son
nuevos. Lastendencias de los tipos no decorados son al revés de las de la Fase Cupuí y las
frecuencias relativas del antiplástico de arena y del baño rojo son mayores que en cualquiera
de las otras fases. Dos mitades se distinguen por diferencias significativas en la frecuencia
relativa del tipo con antiplástico de cariapé. Tres sitios fueron ocupados exclusivamente
por la Mitad A y cuatro solamente por la Mitad B; la afiliación de un sitio identificado por
un fechado de carbono-14 no se conoce.
Comportamiento Habitacional
La existencia de un armazón temporal y espacial detallado permite la reconstrucción
del comportamiento residencial y social a lo largo del río Jamarí después de la adopción
de la cerámica hacia el 2400 AP Solamente la Fase Urucurí, la más temprana, se distribuye
en toda la región. La diferenciación de las fases Jamarí y Cupuí cerca de 1500 AP identifica
dos comunidades contemporáneas con territorios contiguos. La correlación de la frontera
entre sus territorios con diferencias en la abundancia y variedad de los recursos acuáticos
implica el desarrollo de adaptaciones especializadas, como ocurrió en el Tocantins. Aunque
existe una pequeña superposición entre los territorios de las fases Jamarí y Cupuí, que
refieja la transición ecológica más gradual, la frontera general se mantenía entre las fases
Matapí y Topazio subsiguientes.
Reocupación.
Una comparación de las ubicaciones de los sitios de las fases cerámicas revela que
solamente 6 de los 49 fueron ocupados durante tres fases seguidas. Diecisiete fueron
ocupados por dos fases y 26 fueron ocupados intermitentemente por una sola fase (Figura
8). Las fases se diferencian en la permanencia de aldeas y frecuencia de reocupación de
sitios anteriores. Por ejemplo, mientras que todos los sitios de la Fase Jamarí menos dos
reocupaban sitios de la Fase Urucurí. la mitad de los sitios de la Fase Matapí están en
nuevos lugares.
Durante cadafase, la mayoría de los sitiosfue ocupada y reocupada por la misma mitad.
Algunos fueron ocupados por ambas mitades de la misma fase o reocupado durante una fase
posterior. En ambos casos, la aldea típicamente se ubicó aliado en vez de sobre la basura
anterior. Por ejemplo, nueve excavaciones en RO-PV- 26, un sitio de la FaseJamarí midiendo
336 Betty J. Meggers / Eurico Th. Miller
Figura 8
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Ubicaciones de los sitios reocupados por tres fases consecutivas y los sitios ocupados durante una
sola fase. Se nota que los sitios reocupados se ubican cerca de las fronteras de los territorios
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Figura 9
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algunos episodios
Evidencia arqueológica 337
500 X 200 m, identifican ocupaciones de la Mitad A en los Cortes I hasta7 Yde la Mitad B en
los Cortes 8 y 9 (Figura9). La secuenciaseriadasugiere que laocupación de la Mitad B fue más
temprana y menos intensiva.Lasfrecuenciasrelativasde algunosde los nivelesen laseriación de
la Mitad A son suficientemente semejantes para sugerir lapresencia de dos o tres casasdurante
algunos episodios, mientras que las diferencias entre los niveles de la Mitad B sugieren
discontinuidad.
Una segregación espacial semejante ocurre en los sitios reocupados por fases
diferentes. Seis excavaciones en RO-PV-54, midiendo 260 x 180 m, indican que fue
ocupado primero por la Mitad B de la FaseJamarí en los Cortes 2, 3, 4 Y 6 (Figura 10).
Una reocupación posterior por la Mitad B de la Fase Matapí, identificada en los Cortes I
y 5, aumentó significativamente las dimensiones de la terra preta.
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Las ubicaciones de seis cortes estratigráficas en RO-PV-54 y las secuencias seriadas que identifican
ocupaciones, primero por la Fase Jamarí en los cortes 2, 3, 4 Y 6 Y después por la Fase Matapí en
Duración de la Ocupación
La interdigitación de los niveles de los cortes en RO-Pv'- 54 en lasecuencia seriadacompleta
de la Mitad B sugiere que la zona del Corte 6 fue ocupado intermitentemente durante la mayor
parte de la FaseJamarí, que tenía una duración de casi750 años, mientras que lasocupaciones en
los Cortes 2 y 3 se concentraron durante la segunda mitad de lafase y la ocupación en el Corte 4
Figura 11
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años. La separación entre los niveles iniciales de los cortes 6, 4 Y 2 sugiere ocupaciones cortas de
una sola casa. El agrupamiento de niveles de los cortes 2, 3, 4 Y 6 en la parte media de la secuencia,
en cambio, sugiere la existencia de varias casas o una ocupación más prolongada del sitio, La
fue esporádica (Figura I 1). Elcontraste entre lasdistribuciones aisladasde los niveles en la parte
inferior y el agrupamiento de niveles de cortes diferentes en la parte media de lasecuencia sugiere
un aumento en el tamaño y laduración de laaldea. Se han identificado otros 6 sitioscon ocupaciones
por la Mitad B que parecen tener duraciones menos prolongadas, pero se tiene que tomar en
cuenta que son representados por menos cortes estratigráficos.
Composición Estratigráfica.
La evidencia cerámica de una discordancia entre el tamaño de laaldea y lasdimensiones de
laterra preta está apoyada por lasdiscrepancias en laantigüedad de losfechados de carbono- 14de
la misma profundidad a través del sitio. Nueve fechados de cuatro excavaciones en RO-PV-35
muestran diferencias horizontales y verticales significativas,al contrario de lo que se debe esperar de
una aldea grande y permanente (Figura 12). Fechados de niveles consecutivos de 10 cm difieren
por 1500, 900 Y 120 años y fechados de la misma profundidad en excavaciones diferentes
también difieren por cientos de años.
Figura 12
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misma profundidad en cortes diferentes en RO-PV-35, que apoyan la evidencia cerámica para una
ocupación discontinua del sitio por aldeas pequeñas
340 Bctty J Mcggcrs / Eunco Th Mi1lcr
Existen diferencias marcadas entre las duraciones de las fases, el total de sitios
ocupados y la proporción entre sitios reocupados y sitios nuevos. La existencia de 14
sitios para las fases Jamarí y Cupuí, que perduraron unos 700 años, y 22 para la Fase
Matapí con una duración de 300 años, implica menor permanencia de la aldea durante la
Fase Matapí. Otro desacuerdo existe en la frecuencia de reocupación de sitios de fases
anteriores. Mientras que solamente un sitio de la FaseJamarí está en un nuevo lugar, 9 de
los sitios de la Fase Matapí son nuevos.
Analogías Etnográficas
Territorios Endógamos
La existencia de territorios contiguos bisectados por ríos y ocupados por
comunidades endógamas, se ha registrado entre los Akawaio (Figura 18; Colson 1983-
84), Achuar (Uriarte 1985), Cubeo (Goldman 1979 186) Y Siona-Secoya (Vickers 1983).
Los límites frecuentemente son estables y coinciden con tributarios o rápidos. La explotación
de los recursos se restringe a la comunidad y los derechos son respetados o defendidos
por sanciones sobrenaturales en vez de por guerra (Arhem 1981 :90, Basso 1973). Entre
los Akawaio, "los derechos de usufructo de los ocupantes son respetados por otros hasta el
punto que muchas veces prefieren negociar por una mercancía en vez de tratar de conseguirla
directamente" (CoIson 1983:84-1 10). Entre los Cubeo, "El río es siempre una ruta abierta para
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viajar y los viajantes pueden pescar y cazar libremente. No tienen el derecho de construir
instalacionespermanentes, como presaso mostrar otras señalesde residencia como pescando
regularmente en el mismo lugar sin permiso. No existen fronteras en el lado de lafloresta afuera
del claro mismo" (Goldman 1979:45, Conklin 200 1). Entre los Kalapalo, "los miembros de la
aldea tienen derechos exclusivos a los recursos del territOriO. Solamente ellos pueden cortar la
vegetación para plantacionesde mandioca, cosecharcaña,colectarfrutas salvajesy otros productos
vegetales, y explotar recursos acuáticos" (Basso 1973 :43).
Residencia Matrilocal
La residencia matrilocal es característica a través de toda la terra firme y el desarrollo
de variaciones menores en la producción de la cerámica como consecuencia del aislamiento
entre las mujeres y deriva evolucionaria se ha observado repetidamente. Entre los Shipibo,
"existe una interacción intensiva dentro de las residencias o grupos de casas matrilocales y
poca entre ellos. Como resultado de los patrones residenciales que aseguran que las niñas
aprenden de sus madres y otras mUjeres co-residentes, cada comunidad se hace el foco de
un micro estilo permanente" (Roe 1981 :65). Entre los Bororo, la aldea está divida entre
dos mitades que muestran diferencias menores en decoración y formas de vasija (Wüst
1987-9). Entre los ceramistas tradicionales de Guatemala, donde la unidad de producción es la
casade familia, lasmuchachasaprenden de un pariente más viejOcon el resu~ado que cadagrupo
local tiene un estilo distintivo (Reina & Hill 1978:21).
342 Betty J Meqqers I tlJWO Ih M,lIer
Comportamiento de Cacería.
La conservación de otros rasgos generales del comportamiento residencial y social
entre grupos contemporáneos sugiere que aspectos de la cacería también pueden ser
una herencia del pasado. Estos incluyen: 1) concentración en pocas de las especies
aprovechables; 2) disminución de la intensidad con el aumento de la distancia de la aldea,
y 3) desplazamiento temporal de todos o algunos miembros de la comunidad hasta una
parte distante del territor-io (Leeuwenberg & Robinson 2000, Johnson 1989, Sponsel
1986, Vickers 1988, 1989). Aunque la mayoría de estos rasgos son intangibles, se puede
evaluar la existencia del patrón concéntrico de intensidad de explotación decreciente con
el aumento de la distancia de la aldea observado entre los Yanomami (Good 1987),
Siona-Secoya (Vickers 1991) Y Yuquí (Stearman 1990).
El poblado Yuquí en el oriente de Bolivia se fundó hace 22 años, durante los cuales
la población ha aumentado desde 73 hasta 103 personas (Figura 13). Su territorio consiste
en un núcleo con un diámetro de 10 km y una ampliación circundante de 5 km, todo
bisectado por el curso ondulado del Río Chimoré Todos de los 358 episodios de cacería
durante 1983 menos dos y todos de los 371 durante 1988 menos 19 se realizaron dentro
del núcleo. Durante este período, una reducción en la caza preferida dentro del núcleo
se compensó por un consumo aumentado de roedores. Esta disminución se atribuye a la
intrusión de colonos dentro de laextensión, que aumentó significativamente la mortalidad de la
fauna y eliminó la región como una fuente de reemplazo en el área nuclear.
EVidencia arqueológica 343
Figura 13
f:ltell'torlO eJeuna comunidad Y,Jqul en el onente de Bolivia, que consiste en una zona nuclear (A)
mil un diámetro de unos 10 km. donde se realizan la rllilyoría de las cacerías, y una extensión
CllumdzHlte m) Stealman 1990)
Aunque la distribución de los sitios ocupados durante la Fase Jamarí da la impresión que
el territorio fue sub-poblado, la proyección de un área nuclear con un diámetro de 10 km
produce una superposición entre la mayoría de los sitios (Figura 14), Una explotación sostenible
hubiera dependido de la existencia de una densidad humana compatible con la productividad del
núcleo y el acceso a la región circundante para la rotación de zonas de cacería y el reemplazo
natural del área nuclear.
Una estimación independiente de la capacidad de carga humana sostenible fue suministrada
por los biólogos preocupados por el impacto creciente de la cacería comercial. La combinación de
la edad de reproducción, número de progenie, longevidad, impacto de otros predadores, muerte
natural y otras variables para cada especie permite calcular el número máximo de individuos por
kilómetro cuadrado que se puede extraersosteniblemente, Convirtiendo el resultado en biomasa
y dividiendo el total por el requisito nutricional de un consumidor humano establece el tamaño de
la población del núcleo que se puede sostener (Alvard et al, 1997),
344 Betty J fv10qqers I EurlCO Th Mili"
Varios enfoques, empleando criterios diferentes llegaron a la conclusión que una densidad
humana mayor que I;km2 no es sostenible y que la capacidad de carga verdadera es probablemente
0.2/km2 o menos (Slade 1998, Clark & Uhl 1984, Robinson 2000, Robinson & Bennett
2000:24, Milner-Gulland etal. 2003, Milner-Gulland &Ak~akaya 200 1:692, Alvard etal. 1997,
Hill & Padwe 2000, Pires 2000). No es probable que el acuerdo entre este resultado y las
densidades de una docena de comunidades indígenas que mantienen adaptaciones sostenibles,
10 de los cuales varían de 0.03 hasta 0.5;km2 y 2 que son menos de 2;km2, sea una coincidencia
(Tabla 1), especialmente en vista de las numerosas prácticas biológicas y culturales que impiden
un aumento demográfico (Meggers 1996: 178-180). La rigidez de este límite se refieja también
en la rápida degradación ambiental que sigue al abandono de las prácticas tradiciona!es y el
establecimiento de aldeas permanentes, mismo con menos de 200 habitantes (Henley 1982,
Yost 1981, Descola 1981, Triana 1987, Kane 1995, Eden 1974, Correa 1987).
Fluctuaciones Climáticas
Figura 14
lJ
.• A
• 8
LLJ...LLL __ • A+8
Tabla I
Densidad humana sostenible de grupos amazónicos.
Densidad Referencia
Observada
0.087;km2 Piaroa: Zent 1998
0.17;km2 Achuar (Interior): Descola 1981 :628
0.9-1.8;km2 Runa: Irvlne 1989:225
< l/milla2 Ye'kwana, Yanomamo: Hames 1980:33
0.2;km2 Siona-Secoya: Vickers 1991:77
0.5;km2 Huaorani: Mena et al. 2000:58
0.03;km2 Aché: Hill & Padue 2000:56
0.2;km2 Tucanoan: Jackson 1983:21
0.3/km2 Machiguenga: Johnson 1989:215
0.025;km2 Waorani: Yost & Kelly 1983: 192
1.5;km2 Yukpa-Yuka: Ruddle 1974:28
0.2;km2 Ka'apor: Balée: 1994:2
sufrido sequías intermitentes con duraciones e intensidades variadas durante los últimos cinco
mil años como resultado de episodios del fenómeno de El Niño. Observaciones de los impactos
de conflagraciones provocadas por los episodios relativamente suaves registran la devastación a
corto plazo de la biota y de las poblaciones humanas dependientes (Carvalho 1952, Foster
1982, Carvajal etal. 1998, Saldarriaga & West 1986:363, Meggers 1994, Wright etal. 1999).
Durante el episodio breve de 1972, ladestrucción por incendio de losjardines de una comunidad
Yanomami los forzaron de abandonar la aldea y seguir una existencia nómada de cazadores y
recolectores hasta que lascondiciones se normalizaran (Lizot 1974).
Sequíassuficientemente prolongadas para cambiar lavegetación son atribuidas a episodios
mega-Niño ca 1500, 1000,700 Y 400 AP.Una muestra de polen del Lago Ararí en el centro de
Marajó en la boca del Amazonas registró el reemplazo de foresta por savana durante estos
periodos (Absy 1982). La existencia de discontinuidades contemporáneas en las secuencias
arqueológicas desde Bolivia a través de lastierras bajashastael Orinoco indican que comunidades
humanasadaptadasafluctuaciones menores en los recursos de subsistenciano pudieron mantener
su modo de vida tradicional (Figura 15). Estetrastorno se refleja también en los fechados léxico
estadísticospara ladiversificación de lafamilia lingüísticaArawaca y los otros idiomas amazónicos
(Migliazza 1982).
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Conclusión
Figura 15
II ORINOCO
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BAJO I N
AÑOS LLANOS DE JAMARI BAJO MARAJO I ::'5
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