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Cap tul o 20

EVIDENCIA ARQUEOLÓGICA PARA


EL COMPORTAMIENTO SOCIAL Y HABITACIONAL
EN LA AMAZONíA PREHISTÓRICA

BETTY J. MEGGERS
',rnrlhsor1lan Instrtutron. Washington Oc. USA
Betty(cilNMNH.SI.EDU

EURICO TH. MILLER


ELETRONORTE. Brasilia DF. Brasil
etmrller@eln.gov.br

Desde la llegada de los primeros europeos, la Amazonía ha permanecido como


objeto de fascinación. Empezando con las descripciones de Carvajal y Ralegh en el siglo
XVI, la ilusión que laforesta exuberante esconde riquezas sin igual ha persistido, no obstante
el fracaso de todos los esfuerzos por encontrarlas. Cientos de personas perdieron sus
vidas buscando El Dorado, pero fue solamente a fines del siglo XVII que el gigantesco
Lago Parima en el medio de las Guianas, que fue la ubicación de la ciudad de Manoa, fue
eliminado de los mapas (Figura 1).

Figura I
Mapa del Siglo XVI mostrando el Lago IJanma en el medio de la GUiarla, supuesta sede de Manoa, la

capital de El Dor¿¡do, y un dibUJO de la C1ud¿¡dpublicado en i 603 (Alexander 1976: 172, Bettex i 960: 152)
326 fktlyl MeqclCr<., / [¡meo Th rv~¡:llc¡

Aunque la exploración, colonización, recolección de caucho, actividad misionaria,


construcción de líneas de energía y carreteras, senso remoto y deforestación masiva fallaron
en encontrar evidencia de poblaciones densas precolombinas, ha surgido entre los
antropólogos la confianza en la credibilidad de las crónicas antiguas, Están apoyando la
existencia de grandes establecimientos permanentes a lo largo de los tributarios, de ciudades
con millares de habitantes en el Medio Amazonas y la isla de Marajó y un nivel estatal de
complejidad social en las Guianas, Según Heckenberger (1992), "es posible que la várzea
amazónica fuera una de las áreas más densamente pobladas de las Américas antes del
contacto europeo" (Whitehead 1994, Roosevelt 1993, Stah12002, Balée 1994, Myers et
al. 2003, Heckenberger et al, 2003, Neves et al. 2003, Erickson 2003),
Paraevaluar la credibilidad de estas interpretaciones, arqueólogos brasileños hicieron
reconocimientos sistemáticos a lo largo de los principales afiuentes del río Amazonas
durante las últimas tres décadas bajo el Programa Nacional de InvestigaCionesArqueológicas
en la BacíaAmazónica (PRONAPABA), La existencia de datos comparables de zonas muy
separadas, cronologías relativas detalladas y fechados radiocarbónicos numerosos permite
identificar comunidades prehistóricas, reconstruir su comportamiento residencial y social
y correlacionar sus distribuciones temporales y espaciales con rasgos ambientales y
fiuctuaciones climáticas, Estos datos indican que aldeas pequeñas igualitarias, semejantes a
las comunidades indígenas tradicionales sobrevivientes, se desarrollaron al menos tres mil
años antes del contacto europeo y que constituyen una adaptación sostenible a las
limitaciones ambientales inherentes y fiuctuantes,
Después de una breve explicación de los procedimientos de campo, criterios de
clasificación y perspectivas teóricas, vamos a describir el comportamiento residencial y
social reconstruido desde la evidencia arqueológica en dos regiones de la terra firme
ampliamente separadas, Después, vamos a resumir datos ambientales que explican el
desarrollo y la persistencia de este comportamiento, Queremos enfatizar que las
interpretaciones se basan en las prospecciones y clasificaciones de todos los participantes
del PRONAPABA, Ondemar Dias, Eurico Miller, Mario Simoes y Celso Perota, quienes
también hicieron las identificaciones preliminares de las fases,

Metodología

Metodología de Campo

Al comienzo del PRONAPABA, la mayor parte de la BacíaAmazónica era desconocida


y la primera tarea fue la construcción de una armazón temporal y espacial de las culturas
precolombinas, La prospección se concentró en los tributarios principales que han servido
como rutas de comunicación hasta y desde las regiones vecinas, Existe ahora información en
sectores del Tocantins (Simoes & Arauja Costa 1987), Xingu (Perota 1992, Perota & Botelho
EVidencia arqueológica 327

1987), Tapajós (Perota ms); Madeira (Simóes & Lopes 1987, Miller 1992, 1999), jamarí
(Miller et al. 1992), Guaporé (Miller 1983), juruá (Dias ms), Purus (Perota ms), Negro
(Simóes 1974, Simóes & Kalkmann 1987) y Uatumá-jatapu (Simóes & Correa 1987, Simóes
& Machado, Miller et al. 1992; mapas se encuentran en Kern et al. 2003). Ellos hicieron
recolecciones no seleccionadas de la cerámica de superficie en todos los sitios encontrados
y una o más excavaciones estratigráficas de 2 x 2 m en niveles de 10 cm en diferentes partes
de los sitios grandes.

Clasificación y Seriación

Como los tiestos sin decoración normalmente constituyen entre 90 y 100 por
ciento de una muestra no seleccionada, representan una fuente significativa de información.
Visto que las diferencias en el tratamiento de la superficie frecuentemente son obliteradas
por erosión, se clasifican los tiestos sin decoración en base del antiplástico, que puede ser
arena, cariapé, cauixí, cariapé y cauixí, concha triturada o tiestos triturados. La frecuencia
relativa de cada tipo en cada nivel se calcula en base del total del nivel y los resultados son
dibujados en orden estratigráfico para cada excavación (Figura 2). La existencia de diferencias

Figura 2

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Cambios en las frecuencias relativas de tipOS ordinarios y decorados en dos cortes del sitio RO-PV-

I I del Rio Jamarí y su interdigitación. Las diferencias significativas de un nivel de 10 cm al siguiente


en la presencia o frecuenCia relativa de muchos de los tipOS Implican discontinuidad de ocupación

de la localidad
328 Betty J Mcggers / funco Th Mlilcr

significativas entre niveles consecutivos, aún en los raros tipos decorados, sugiere que 10
cm aproxima la acumulación durante un solo episodio de ocupación (d. Zeidler 1983: 182).
Niveles con tendencias y frecuencias relativas compatibles se interdigitan para producir

una secuencia seriada, que representa una cronología relativa. Los sitios incluidos identifican

una fase, que corresponde a una comunidad endógama (Meggers 1990).

Consideraciones Teóricas

Las tendencias paulatinas de aumento o disminución en las frecuencias relativas de los

tipos mayores no decorados son el producto de la deriva evolucionaria inconsciente (Amold 111
2003:36, Abbot 2000). Aunque la deriva ha recibido menos atención que la selección natural,

es un proceso significativo de cambio en rasgos biológicos y culturales con valor adaptivo

neutral. L.a interacción entre los miembros de una comunidad humana endógama mantiene

un conjunto de elementos genéticos y lingüísticos distinto de las otras comunidades endógamas

de la misma tradición cultural y filiación lingüística. Si se rompe la interacción entre los miembros,

los segmentos no poseen la misma representación de los rasgos ancestrales y este efecto

fundador se aumenta por la deriva evolucionaria independiente. Se ha documentado muchas

veces la diversificación inconsciente en mitos, ritos, canciones, preparación de comida y otros

rasgos culturales sin significación adaptativa entre comunidades amazónicas endógamas de

antecedentes comunes como consecuencia del aislamiento social (e.g., Bellier 1991, Colson

1983-84, Gross 1983, Henley 1982, Seeger 1981, Conklin 200 1, Wagley 1977). Aunque los

detalles de decoración y forma de las vasijas pueden ser intencionales (Bowser 2000), la

existencia de variación inconsciente se ha demostrado por experimento (Hodges 1965) y se

ha observado en los productos de ceramistas tradicionales en comunidades autónomas de la

misma tradición cerámica y entre mujeres aisladas por residencia matrilocal (Amold 1993, Roe

1981, Wüst 1994, Graves 1985, L.ongacre 1985, Reina & Hill 1978, Meggers 2001 J08).
(Para más discusiones, ver Araujo & Marcelino 2003, Barros 1982, Duff 1996, L.ipo et al.

1997, Neff 1992, Purdy 1996, Zeidler 1983).

Evidencia Arqueológica

Las regiones con la evidencia arqueológica más detallada son el1ocantins, el tributario

oriental del lado derecho del bajo Amazonas, y el Jamarí, un tributario del lado derecho del alto

Madeira en el suroeste. Ambas son regiones de tierra firme drenados por ríos de agua clara.

Río Tocantins

El reconocimiento del Tocantins se limitó al sector sujeto a inundación por la construcción

del embalse hidroeléctrico en Tucuruí (Simóes & Araujo Costa 1987: I 1-27, Miller et al. 1992).
La clasificación de la cerámica de recolecciones de superficie y excavaciones estratigráficas en 35
Evidenciaarqueológica 329

sitios identificó cinco fases restringidas a sectores diferentes del río (Figura 3). La publicación una
década después del análisis arqueológico, de las características físicas del cauce, cambios estaci6nales
en el volumen del agua, productividad de los recursos acuáticos y densidad demográfica reveló
diferencias regionales significativas correlacionadas con los límites de los territorios prehistóricos.
implicando que las medidas para maximizar la explotación de los recursos en cada región no
funcionaban con el mismo éxito en las regiones adyacentes (Merona 1990).
La inspección de la secuencia seriada de la Fase Tucuruí reveló una fluctuación errática en
la frecuencia relativa de algunos de los tipos decorados que no se puede explicar por error del
muestreo. Separando las muestras en base de la presencia de más o menos 5 por ciento de
Tucuruí Pintado produjo dos seriaciones contemporáneas y la inspección de la localización de los
sitios reveló que todas menos dos fueron ocupados y reocupados exclusivamente por una de
las sub-fases (Figura 4). En los sitios compartidos. la localización de la aldea fue diferente. La

Figura 3

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Secuencias seriadas de las fases Tauarí, Itupiranga y Marabá del río Tocantins y los territorios
correspondientes. Aunque los mismos tipos ordinarios y decorados ocurren en las tres fases, las
tendencias y frecuencias relativas no permiten su interdigitaci6n, Las fronteras de los territorios se
correlacionan con diferencias significativas en las características del río y los recursos acuáticos de
subsistencia (Revisado de Simóes & Araujo-Costa 1987)
330 Betty J. Meggers / Eurico Th. Miller

diferencia cuantitativa en la presencia de decoración roja se explica por deriva evolucionaria


independiente e implica el aislamiento de las mujeres por residencia matrilocal. La existencia de
dos seriaciones contemporáneas indica que cada mitad mantenía el derecho de reocupar sus
sitios anteriores.
La permanencia de la frontera entre los territorios de las fases Tauá y Tucuruí, a pesar de la
proximidad entre los sitios, es significante porque coincide con el primer rápido en el Tocantins y
constituye el límite sur de penetración del agua amazónica con su fauna acuática variada y abundante.
Aunque los recursos acuáticos del territorio de la Fase Tucuruí son menores y sujetos a fluctuaciones
estaciónales, no existe evidencia de esfuerzos para expansión a través de la frontera. Al contrario, la
concentración de los sitios en el norte y la existencia de algunos tiestos de cerámica con la decoración
característica de la FaseTauá en sitios de la FaseTucuruí implican que lasrelaciones entre lascomunidades
fueron amistosas y que la reciprocidad fue un remedio para escasez más viable que la invasión (á. Kelly
1995: 194).

Figura 4

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Las seriaciones de las Mitades A y B de la Fase Tucuruí del Tocantins y la ubicación de los sitios

correspondientes. La frontera con la Fase Tauá en el norte coincide con el primer rápido y la

máxima penetración del agua blanca amazónica con sus abundantes y variados recursos proteínicos
Evidenciaarqueológica 331

Río Jamarí
La evidencia más detallada sobre el patrón precolombino de establecimiento está
suministrada por la prospección intensiva del Jamarí (Figura 5). Se registraron 121 sitios en una
distancia de 260 km arriba del primer rápido, representando 16 ocupaciones precerámicas, 16
talleres líticos, 89 habitaciones cerámicas, 8 campamentos con cerámica y 2 habitaciones
neobrasileñas. Muestras de cerámica no seleccionadasexisten de 42 recolecciones de superficie,
nueve excavaciones estratigráficas en 22 sitios (total de 593 niveles de 10 cm). La clasificación
identificó tres fasesprecerámicas y cinco fasescerámicas. La cronología relativa se complementa
con 137 fechados de carbono-14 (Miller et al. 1992).

Figura 5

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El río Jamarí, un tributario del lado derecho del alto Madeira, la ubicación de los sitios de la Fase
Urucurí, la primera fase cerámica en el río Jamarí y las seriaciones de las Mitades A y B
332 Bctty J Mcgqcrs / tumo Ih Mdb

La Ocupación Precerámica

La primera ocupación está representada por la Fase ltapipoca en seis sitios con cuatro
fechados de carbono-14 que se extienden desde 8230± 100 hasta 6970±60 años AP
(fechados no calibrados). El inventario lítico consiste en bifaces grandes, raspadores laterales y
terminales. martillos. nLJCleosagotados y lascas con y sin retoque. La siguiente Fase Pacatuba se
identificó en cinco srtios con cuatro fechados extendiéndose desde 6090± 130 hasta 521 O± 70
AP. Los artefactos líticos consisten en raspadores pequeños, martillos. núcleos. lascas y
microlascas. Los campamentos de ambas fases se encuentran en barrancos por sobre el nivel
de inundación y no muestran cambio del color del suelo (Miller et al. 1992:36-37).
La Fase Massangana se identificó por depósitos de terra preta con artefactos líticos
debajo de ocupaciones cerámicas en 20 sitios distribuidos por toda el área prospectada.
Treinta fechados de carbono-14 se extienden desde 4880±60 hasta 2500±90 AP.Además
de lascas. raspadores. núcleos y martillos, el inventario lítico incluye piedras de yunque.
morteros y manos. muelas impregnadas con hematita y hachas. La presencia de hachas y
morteros indica un cambio en la subsistencia y la existencia de terra preta implica la
adopción del comportamiento habitacional semi-sedentario asociado con la agricultura
de roza y quema. Esta interpretación está apoyada por la evidencia genética (micro-
satélite) de la domesticación de la mandioca en la región (Olsen & Schaal 1999. 200 1).

Fases Cerámicas
La cerámica fue introducida ca 2400 Ap,dos mil quinientos años después de la adopción
de la agricultura. Las secuencias seriadas y fechados de carbono-14 identifican cinco fases de la
misma tradición cerámica con distribuciones territoriales y duraciones temporales diferentes.
Todas se dividen en dos mitades matrilocales que ocupaban sitios diferentes.
La Fase Urucurí (2400-1500 AP). La Fase Urucurí se ha identificado en 18 sitios,
13 por la presencia de cerámica y 5 por medio de fechados de carbono-14 (Figura 5).
Trece son reocupaciones de sitios de la Fase Massangana, lo que sugiere que la cerámica
pudiera haber sido adoptada por la población existente en vez de ser introducida por
inmigrantes. Elcomplejo cerámico consiste en dos tipos no decorados. uno con antiplástico
de arena y el otro con antiplástico de cariapé. y dos tipos decorados. uno con baño rojo
y el otro con incisión. La presencia o ausencia de incisión divide la secuencia seriada en
dos mitades. ambas distribuidas en todo el territorio. Cinco sitios fueron ocupados
exclusivamente por la Mitad A, seis solamente por la Mitad B y dos por ambas mitades (la
filiación de cinco sitios identificados por fechados se desconoce).
La Fase jamarí (1500-750 AP). Cerca de 1500 AP, la Fase Urucurí fue suplantada
por la Fase jamarí en el norte y la Fase Cupuí en el sur (Figura 6). Se identificaron 14 sitios
de la Fase jamarí. 12 de los cuales reocuparon sitios de las fases Massangana o Urucurí.
Evidencia arqueológica 333

Figura 6

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Sitios de lasfasesJamarí y Cupuí que ocuparon territorios contiguos con diferencias en la abundancia
de los recursos acuáticos. y las secuencias seriadas de las Mitades A y B de la FaseJamarí

Los dos tipos principales no decorados tienen antiplástico de arena o cariapé. pero el cauixí
existe en menor frecuencia o solo o combinado con cariapé, La decoración más común es baño
rojo, seguidapor engobe rojo. Pintura, incisiónfina y ancha, roletes no apagados y excisión ocurren
erráticamente en menor frecuencia durante toda la secuencia. Lasdiferencias en lasfrecuencias
relativas del baño rojo y engobe rojo identifican dos mitades matrilocales. Cinco sitios fueron
ocupados exdusivamente por la Mitad A 6 solamente por la Mitad B Ydos por ambas mitades (una
se identificó por un fechado de carbono-14).
La Fase Cupuí ( 1400-730 AP). Aproximadamente a los 1400 AP, la Fase Urucurí fue
suplantada por la FaseCupuí en la parte sur del territorio (Figura 6). Once de los 14 sitios están
en nuevos lugares,dos reocupan sitiosde la FaseMassanganay uno un sitio de la FaseUrucurí. Los
334 Betty J. Meggers / Eunco Th. Miller

tipos principales no decorados tienen antiplástico de arena o cariapé, pero lastendencias y frecuencias
relativas son opuestas a las de la Fase jamarí. La escasa decoración consiste en baño rojo o incisión.
La presencia o ausencia de cerámica con antiplástico de cauixí o cauixí + cariapé identifica dos
mitades. Cinco sitios fueron ocupados por la Mitad Ay 8 por la Mitad B (uno se identificó por un
fechado de carbono-14).
La Fase Matapí (700-400 AP). Aproximadamente hacia el 700 AP, la Fase jamarí fue
suplantada por la Fase Matapí en el norte (Figura 7). Se la identificó en 22 sitios, nueve están
en nuevos lugares, 10 reocupaban sitios de la Fase jamarí. dos reocupaban sitios de la Fase
Urucurí y uno un sitio de la Fase Massangana. Las tendencias y frecuencias relativas de los

Figura 7

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Sitios de las fases Matapí y Topazlo, que reemplazaron las fases Jamarí y Cupuí en los mismos
territorios y las secuencias seriadas de las Mitades A y B de la Fase Matapí
EVidencia arqueológica 335

dos tipos mayores, con antiplástico de arena o cariapé, son semejantes a la FaseJamarípero no
existe decoración. La presencia o ausencia de dos tipos menores con antiplástico de cauixí o
cauixí+cariapé identificandos mitades. Cinco sitiosfueron ocupados exclusivamente por la Mitad
A, I I solamente por la Mitad B ydos por ambas mrt:ades(4sitiosse identificaron por fechados de
carbono-14).
La Fase Topazio (800-400 AP). Hacia el 800 AP, la Fase Cupuí fue suplantada por
la Fase Topazio en la parte sur de la región (Figura 7). Se identificaron 8 sitios, cuatro
reocuparon sitios de la Fase Urucurí, 2 re ocuparon sitios de la Fase Cupuí y dos son
nuevos. Lastendencias de los tipos no decorados son al revés de las de la Fase Cupuí y las
frecuencias relativas del antiplástico de arena y del baño rojo son mayores que en cualquiera
de las otras fases. Dos mitades se distinguen por diferencias significativas en la frecuencia
relativa del tipo con antiplástico de cariapé. Tres sitios fueron ocupados exclusivamente
por la Mitad A y cuatro solamente por la Mitad B; la afiliación de un sitio identificado por
un fechado de carbono-14 no se conoce.

Comportamiento Habitacional
La existencia de un armazón temporal y espacial detallado permite la reconstrucción
del comportamiento residencial y social a lo largo del río Jamarí después de la adopción
de la cerámica hacia el 2400 AP Solamente la Fase Urucurí, la más temprana, se distribuye
en toda la región. La diferenciación de las fases Jamarí y Cupuí cerca de 1500 AP identifica
dos comunidades contemporáneas con territorios contiguos. La correlación de la frontera
entre sus territorios con diferencias en la abundancia y variedad de los recursos acuáticos
implica el desarrollo de adaptaciones especializadas, como ocurrió en el Tocantins. Aunque
existe una pequeña superposición entre los territorios de las fases Jamarí y Cupuí, que
refieja la transición ecológica más gradual, la frontera general se mantenía entre las fases
Matapí y Topazio subsiguientes.

Reocupación.
Una comparación de las ubicaciones de los sitios de las fases cerámicas revela que
solamente 6 de los 49 fueron ocupados durante tres fases seguidas. Diecisiete fueron
ocupados por dos fases y 26 fueron ocupados intermitentemente por una sola fase (Figura
8). Las fases se diferencian en la permanencia de aldeas y frecuencia de reocupación de
sitios anteriores. Por ejemplo, mientras que todos los sitios de la Fase Jamarí menos dos
reocupaban sitios de la Fase Urucurí. la mitad de los sitios de la Fase Matapí están en
nuevos lugares.
Durante cadafase, la mayoría de los sitiosfue ocupada y reocupada por la misma mitad.
Algunos fueron ocupados por ambas mitades de la misma fase o reocupado durante una fase
posterior. En ambos casos, la aldea típicamente se ubicó aliado en vez de sobre la basura
anterior. Por ejemplo, nueve excavaciones en RO-PV- 26, un sitio de la FaseJamarí midiendo
336 Betty J. Meggers / Eurico Th. Miller

Figura 8

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Ubicaciones de los sitios reocupados por tres fases consecutivas y los sitios ocupados durante una
sola fase. Se nota que los sitios reocupados se ubican cerca de las fronteras de los territorios

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Figura 9
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por la Mitad A aumentó el -
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algunos episodios
Evidencia arqueológica 337

500 X 200 m, identifican ocupaciones de la Mitad A en los Cortes I hasta7 Yde la Mitad B en
los Cortes 8 y 9 (Figura9). La secuenciaseriadasugiere que laocupación de la Mitad B fue más
temprana y menos intensiva.Lasfrecuenciasrelativasde algunosde los nivelesen laseriación de
la Mitad A son suficientemente semejantes para sugerir lapresencia de dos o tres casasdurante
algunos episodios, mientras que las diferencias entre los niveles de la Mitad B sugieren
discontinuidad.
Una segregación espacial semejante ocurre en los sitios reocupados por fases
diferentes. Seis excavaciones en RO-PV-54, midiendo 260 x 180 m, indican que fue
ocupado primero por la Mitad B de la FaseJamarí en los Cortes 2, 3, 4 Y 6 (Figura 10).
Una reocupación posterior por la Mitad B de la Fase Matapí, identificada en los Cortes I
y 5, aumentó significativamente las dimensiones de la terra preta.

Figura 10

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Las ubicaciones de seis cortes estratigráficas en RO-PV-54 y las secuencias seriadas que identifican

ocupaciones, primero por la Fase Jamarí en los cortes 2, 3, 4 Y 6 Y después por la Fase Matapí en

los cortes I y 5. Como en el caso de RO-PV-26, la semejanza de las frecuencias relativas en


algunos niveles sugiere la existencia de dos casas durante la Fase Jamarí
338 Betty J. Meggers / Eurico Th. Miller

Aquí también, la semejanza en lasfrecuencias relativas de algunos niveles (e.g" Cortes 3 y


6, YCortes 3 y 4) sugiere laexistencia de casascontemporáneas, Otra posibilidad es laconstrucción
de una nueva casadentro del sitio cuando la casaanterior dejó de funcionar.

Duración de la Ocupación
La interdigitación de los niveles de los cortes en RO-Pv'- 54 en lasecuencia seriadacompleta
de la Mitad B sugiere que la zona del Corte 6 fue ocupado intermitentemente durante la mayor
parte de la FaseJamarí, que tenía una duración de casi750 años, mientras que lasocupaciones en
los Cortes 2 y 3 se concentraron durante la segunda mitad de lafase y la ocupación en el Corte 4

Figura 11

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Una comparación de la secuencia seriada de RO-PV-54 con la seriación completa de la Mitad B de


la Fase Jamarí, que indica que el sitio fue ocupado durante casi toda la fase, que duró unos 750

años. La separación entre los niveles iniciales de los cortes 6, 4 Y 2 sugiere ocupaciones cortas de

una sola casa. El agrupamiento de niveles de los cortes 2, 3, 4 Y 6 en la parte media de la secuencia,
en cambio, sugiere la existencia de varias casas o una ocupación más prolongada del sitio, La

ausencia de ocupaciones contemporáneas en los otros sitios de la Mitad B es notable


Evidenciaarqueológica 339

fue esporádica (Figura I 1). Elcontraste entre lasdistribuciones aisladasde los niveles en la parte
inferior y el agrupamiento de niveles de cortes diferentes en la parte media de lasecuencia sugiere
un aumento en el tamaño y laduración de laaldea. Se han identificado otros 6 sitioscon ocupaciones
por la Mitad B que parecen tener duraciones menos prolongadas, pero se tiene que tomar en
cuenta que son representados por menos cortes estratigráficos.

Composición Estratigráfica.
La evidencia cerámica de una discordancia entre el tamaño de laaldea y lasdimensiones de
laterra preta está apoyada por lasdiscrepancias en laantigüedad de losfechados de carbono- 14de
la misma profundidad a través del sitio. Nueve fechados de cuatro excavaciones en RO-PV-35
muestran diferencias horizontales y verticales significativas,al contrario de lo que se debe esperar de
una aldea grande y permanente (Figura 12). Fechados de niveles consecutivos de 10 cm difieren
por 1500, 900 Y 120 años y fechados de la misma profundidad en excavaciones diferentes
también difieren por cientos de años.

Figura 12

~3'i¡' ~;::"Q""';::::"':;;:¡;"~"';:;;'''=~~~=IZC:::¡¡¡R1.:o::~O.PClV:¡::-3::::::~~It.¡.o1

310t60 70t60 500t90


190t60 510t80
1050t60
5250t80 3130t110
2500t90

..... ......-------------- .•.......•.


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I CORTE 1 CORTE 3 CORTE .e CORTE 2 \
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......... -----------

BOSQUE

o 10 SOm
LI...LI__ --JI

Discrepancias en los fechados de carbono-14 en niveles consecutivos de 10 cm y niveles de la

misma profundidad en cortes diferentes en RO-PV-35, que apoyan la evidencia cerámica para una
ocupación discontinua del sitio por aldeas pequeñas
340 Bctty J Mcggcrs / Eunco Th Mi1lcr

Además de confirmar laocupación discontinua del sitio. lamagnitud de estasdiscrepancias


llama laatención a una característicaimportante de laestratigrafíanatural de los sitiosamazónicos,
que consiste en laausenciade una acumulación de suelo estéril durante períodos de abandono, al
contrario de lasituaciónen lasregionestempladas.Como consecuencia.el carbón de campamentos
precerámicos se ha incorporado en las ocupaciones iniciales de comunidades ceramistas,
produciendo fechados demasiado tempranos para lacerámica. Discrepanciasentre una fecha y el
contexto resultantambién de laintrusiónde carbón de ocupacionesposterioresen nivelesanteriores.
Estasituación complica lascorrelaciones entre los fechados y lassecuenciasseriadas.

Algunas diferencias entre las Fases.

Existen diferencias marcadas entre las duraciones de las fases, el total de sitios
ocupados y la proporción entre sitios reocupados y sitios nuevos. La existencia de 14
sitios para las fases Jamarí y Cupuí, que perduraron unos 700 años, y 22 para la Fase
Matapí con una duración de 300 años, implica menor permanencia de la aldea durante la
Fase Matapí. Otro desacuerdo existe en la frecuencia de reocupación de sitios de fases
anteriores. Mientras que solamente un sitio de la FaseJamarí está en un nuevo lugar, 9 de
los sitios de la Fase Matapí son nuevos.

Analogías Etnográficas

Una revisión de las publicaciones etnográficas indica que aspectos del


comportamiento residencial y social reconstruido a partir de la evidencia arqueológica se
mantienen entre comunidades indígenas que conservan sus modos de vida tradicionales.
Estos incluyen: 1) territorios contiguos ocupados por comunidades endógamas que
mantienen derechos exclusivos a los recursos; 2) cambio periódico de la localización de la
aldea con prioridad de reocupación de sitios anteriores; 3) residencia matrilocal y 4)
evitación de los sitios de grupos anteriores.

Territorios Endógamos
La existencia de territorios contiguos bisectados por ríos y ocupados por
comunidades endógamas, se ha registrado entre los Akawaio (Figura 18; Colson 1983-
84), Achuar (Uriarte 1985), Cubeo (Goldman 1979 186) Y Siona-Secoya (Vickers 1983).
Los límites frecuentemente son estables y coinciden con tributarios o rápidos. La explotación
de los recursos se restringe a la comunidad y los derechos son respetados o defendidos
por sanciones sobrenaturales en vez de por guerra (Arhem 1981 :90, Basso 1973). Entre
los Akawaio, "los derechos de usufructo de los ocupantes son respetados por otros hasta el
punto que muchas veces prefieren negociar por una mercancía en vez de tratar de conseguirla
directamente" (CoIson 1983:84-1 10). Entre los Cubeo, "El río es siempre una ruta abierta para
tVlclrnCI<1 (lrr:¡uc'ologl({J 341

viajar y los viajantes pueden pescar y cazar libremente. No tienen el derecho de construir
instalacionespermanentes, como presaso mostrar otras señalesde residencia como pescando
regularmente en el mismo lugar sin permiso. No existen fronteras en el lado de lafloresta afuera
del claro mismo" (Goldman 1979:45, Conklin 200 1). Entre los Kalapalo, "los miembros de la
aldea tienen derechos exclusivos a los recursos del territOriO. Solamente ellos pueden cortar la
vegetación para plantacionesde mandioca, cosecharcaña,colectarfrutas salvajesy otros productos
vegetales, y explotar recursos acuáticos" (Basso 1973 :43).

Traslado y Reocupación de Aldeas


Lasaldeas típicas amazónicas consisten en una sola casacomunal, circular o extendida,
que cambia de lugar cada 10 años aproximadamente por varias razones que incluyen el
deterioro de la casa, el agotamiento de las presas o de la tierra de cultivo o la muerte de un
ocupante. El piso es tierra y aunque barrido frecuentemente. tiestos y carbón son implantados
por pisoteo. La investigación de una casa Achuar recientemente abandonada reveló una
acumulación hasta una profundidad de siete centímetros durante unos cuatro años de
ocupación (Zeidler 1983, Stahl & Zeidler 1990, Evans & Meggers 1960:248).
Los residentes originales y sus descendientes conservan los derechos de explotar
sus sitios anteriores de habitación y cultivo, así mismo cuando no los utilizan durante varias
generaciones (Ruddle 1974, Basso 1973:44-45, Butt 1977:5, Zent 1992). La reocupación
de sitios anteriores se ha reportado entre los Kalapalo (Basso 1973:44-45), Tapirapé
(Wagley 1977); Cubeo (Goldman 1979), Akawaio (Butt 1977), Piaroa (Zent 1992),
Yanomami (Hames 1980), Waiapi (Gallois 1981) Y Trumai (Murphy & Quain 1955). Los
Siona-Secoya siguen un circuito durante unos 50 años (Vickers 1983). Los Cubeo reocupan
sitios anteriores después de 10-15 años (Goldman 1979). Los Akawaio "dicen que les
gusta vivir en un lugar porque sus padres o abuelos estaban ahí" (Butt 1977:9) y los Waiapi
quieren regresar donde se han enterrado sus antepasados (Gallois 1981: 16).

Residencia Matrilocal
La residencia matrilocal es característica a través de toda la terra firme y el desarrollo
de variaciones menores en la producción de la cerámica como consecuencia del aislamiento
entre las mujeres y deriva evolucionaria se ha observado repetidamente. Entre los Shipibo,
"existe una interacción intensiva dentro de las residencias o grupos de casas matrilocales y
poca entre ellos. Como resultado de los patrones residenciales que aseguran que las niñas
aprenden de sus madres y otras mUjeres co-residentes, cada comunidad se hace el foco de
un micro estilo permanente" (Roe 1981 :65). Entre los Bororo, la aldea está divida entre
dos mitades que muestran diferencias menores en decoración y formas de vasija (Wüst
1987-9). Entre los ceramistas tradicionales de Guatemala, donde la unidad de producción es la
casade familia, lasmuchachasaprenden de un pariente más viejOcon el resu~ado que cadagrupo
local tiene un estilo distintivo (Reina & Hill 1978:21).
342 Betty J Meqqers I tlJWO Ih M,lIer

Diferencias menores en la frecuencia relativa o la distribución de rasgos cerámicos se


han utilizado por arqueólogos norteamericanos para inferir residencia matrilocal en un sitio
Mohawk prehistórico en el este de América del Norte (Brumback 1985) Y un pueblo prehistórico
en el sudoeste (Longacre 1964).

Evitación de Sitios de Grupos Anteriores.


Aunque se ha prestado poca atención al hecho de evitar sitios antiguos por los
grupos recientes, existen algunos ejemplos. Los Kalapalo no reocupan los sitios de habitación
de los Trumai, que ellos reemplazaron en el alto Xingu (Basso 1973). Entre los Tukano del
oriente de Colombia, "los campos de cultivo o sitios de habitación antiguos, aunque no se
conocen los dueños, constituyen una categoría muy especial del ecosistema. Los Tukano
modernos tienen conciencia que fueron ocupados una vez por 'otra gente' [yJ los aproximan
con admiración reverente. Ninguna de las plantas comestibles debe ser comida: su consumo
provocaría disentería severa, pero se puede usar todas las semillas. Consecuentemente,
tienen que tomar precauciones durante una visita a un sitio antiguo, tienen que decir un
encanto [yJ observar restricciones dietéticas antes que se pueda aprovechar de la herencia
de los ancianos" (Reichel-Dolmatoff 199680-100).

Comportamiento de Cacería.
La conservación de otros rasgos generales del comportamiento residencial y social
entre grupos contemporáneos sugiere que aspectos de la cacería también pueden ser
una herencia del pasado. Estos incluyen: 1) concentración en pocas de las especies
aprovechables; 2) disminución de la intensidad con el aumento de la distancia de la aldea,
y 3) desplazamiento temporal de todos o algunos miembros de la comunidad hasta una
parte distante del territor-io (Leeuwenberg & Robinson 2000, Johnson 1989, Sponsel
1986, Vickers 1988, 1989). Aunque la mayoría de estos rasgos son intangibles, se puede
evaluar la existencia del patrón concéntrico de intensidad de explotación decreciente con
el aumento de la distancia de la aldea observado entre los Yanomami (Good 1987),
Siona-Secoya (Vickers 1991) Y Yuquí (Stearman 1990).
El poblado Yuquí en el oriente de Bolivia se fundó hace 22 años, durante los cuales
la población ha aumentado desde 73 hasta 103 personas (Figura 13). Su territorio consiste
en un núcleo con un diámetro de 10 km y una ampliación circundante de 5 km, todo
bisectado por el curso ondulado del Río Chimoré Todos de los 358 episodios de cacería
durante 1983 menos dos y todos de los 371 durante 1988 menos 19 se realizaron dentro
del núcleo. Durante este período, una reducción en la caza preferida dentro del núcleo
se compensó por un consumo aumentado de roedores. Esta disminución se atribuye a la
intrusión de colonos dentro de laextensión, que aumentó significativamente la mortalidad de la
fauna y eliminó la región como una fuente de reemplazo en el área nuclear.
EVidencia arqueológica 343

Figura 13

f:ltell'torlO eJeuna comunidad Y,Jqul en el onente de Bolivia, que consiste en una zona nuclear (A)

mil un diámetro de unos 10 km. donde se realizan la rllilyoría de las cacerías, y una extensión
CllumdzHlte m) Stealman 1990)

Aunque la distribución de los sitios ocupados durante la Fase Jamarí da la impresión que
el territorio fue sub-poblado, la proyección de un área nuclear con un diámetro de 10 km
produce una superposición entre la mayoría de los sitios (Figura 14), Una explotación sostenible
hubiera dependido de la existencia de una densidad humana compatible con la productividad del
núcleo y el acceso a la región circundante para la rotación de zonas de cacería y el reemplazo
natural del área nuclear.
Una estimación independiente de la capacidad de carga humana sostenible fue suministrada
por los biólogos preocupados por el impacto creciente de la cacería comercial. La combinación de
la edad de reproducción, número de progenie, longevidad, impacto de otros predadores, muerte
natural y otras variables para cada especie permite calcular el número máximo de individuos por
kilómetro cuadrado que se puede extraersosteniblemente, Convirtiendo el resultado en biomasa
y dividiendo el total por el requisito nutricional de un consumidor humano establece el tamaño de
la población del núcleo que se puede sostener (Alvard et al, 1997),
344 Betty J fv10qqers I EurlCO Th Mili"

Varios enfoques, empleando criterios diferentes llegaron a la conclusión que una densidad
humana mayor que I;km2 no es sostenible y que la capacidad de carga verdadera es probablemente
0.2/km2 o menos (Slade 1998, Clark & Uhl 1984, Robinson 2000, Robinson & Bennett
2000:24, Milner-Gulland etal. 2003, Milner-Gulland &Ak~akaya 200 1:692, Alvard etal. 1997,
Hill & Padwe 2000, Pires 2000). No es probable que el acuerdo entre este resultado y las
densidades de una docena de comunidades indígenas que mantienen adaptaciones sostenibles,
10 de los cuales varían de 0.03 hasta 0.5;km2 y 2 que son menos de 2;km2, sea una coincidencia
(Tabla 1), especialmente en vista de las numerosas prácticas biológicas y culturales que impiden
un aumento demográfico (Meggers 1996: 178-180). La rigidez de este límite se refieja también
en la rápida degradación ambiental que sigue al abandono de las prácticas tradiciona!es y el
establecimiento de aldeas permanentes, mismo con menos de 200 habitantes (Henley 1982,
Yost 1981, Descola 1981, Triana 1987, Kane 1995, Eden 1974, Correa 1987).

Fluctuaciones Climáticas

La existencia de "limitaciones ecológicas persistentes" sobre la agricultura intensiva se ha


documentado extensivamente y confirmada por el fracaso repetido de esfuerzos recientes de
intensificación sostenible de la agricultura (e.g., Alvim 1980, Fearnside 1987, Leopoldo 2000,
Moran 1984, Northcliff & Dias 1988, Perelra & Salinas 1982, Weischet & Caviedes 1993).
Además de las limitaciones de suelo y clima sobre la capacidad de carga humana, la Amazonía ha

Figura 14

lJ

.• A
• 8
LLJ...LLL __ • A+8

Los SitiOS de la Fase Jamari del río

de 10 km el modelo de los YlJqul. La


pobi;-¡Clórl
EVidencia arqueológica 345

Tabla I
Densidad humana sostenible de grupos amazónicos.

Densidad Referencia

Estimada con base en la cacería sostenible


< l;km2 Bennett & Roblnson 2000: 14
0.2;km2 Hill & Padwe 2000
< l/km2 Milner-Guiland et al. 2003: 351
<0.2;km2 Phlllips 1993 :30-31

Observada
0.087;km2 Piaroa: Zent 1998
0.17;km2 Achuar (Interior): Descola 1981 :628
0.9-1.8;km2 Runa: Irvlne 1989:225
< l/milla2 Ye'kwana, Yanomamo: Hames 1980:33
0.2;km2 Siona-Secoya: Vickers 1991:77
0.5;km2 Huaorani: Mena et al. 2000:58
0.03;km2 Aché: Hill & Padue 2000:56
0.2;km2 Tucanoan: Jackson 1983:21
0.3/km2 Machiguenga: Johnson 1989:215
0.025;km2 Waorani: Yost & Kelly 1983: 192
1.5;km2 Yukpa-Yuka: Ruddle 1974:28
0.2;km2 Ka'apor: Balée: 1994:2

sufrido sequías intermitentes con duraciones e intensidades variadas durante los últimos cinco
mil años como resultado de episodios del fenómeno de El Niño. Observaciones de los impactos
de conflagraciones provocadas por los episodios relativamente suaves registran la devastación a
corto plazo de la biota y de las poblaciones humanas dependientes (Carvalho 1952, Foster
1982, Carvajal etal. 1998, Saldarriaga & West 1986:363, Meggers 1994, Wright etal. 1999).
Durante el episodio breve de 1972, ladestrucción por incendio de losjardines de una comunidad
Yanomami los forzaron de abandonar la aldea y seguir una existencia nómada de cazadores y
recolectores hasta que lascondiciones se normalizaran (Lizot 1974).
Sequíassuficientemente prolongadas para cambiar lavegetación son atribuidas a episodios
mega-Niño ca 1500, 1000,700 Y 400 AP.Una muestra de polen del Lago Ararí en el centro de
Marajó en la boca del Amazonas registró el reemplazo de foresta por savana durante estos
periodos (Absy 1982). La existencia de discontinuidades contemporáneas en las secuencias
arqueológicas desde Bolivia a través de lastierras bajashastael Orinoco indican que comunidades
humanasadaptadasafluctuaciones menores en los recursos de subsistenciano pudieron mantener
su modo de vida tradicional (Figura 15). Estetrastorno se refleja también en los fechados léxico
estadísticospara ladiversificación de lafamilia lingüísticaArawaca y los otros idiomas amazónicos
(Migliazza 1982).
346 Bctty J MrqCJers! [urreo lh Mrller

Conclusión

La evidencia arqueológica que los indígenas amazónicos conserven comportamiento


residencial y social adoptado hace por lo menos cuatro mil años cuestiona el consenso general
entre los antropólogos que son remanentes diezmados, quienes sub-explotan significativamente
sus recursos de subsistencia (Allen & Tizon 1973, Arhem 1976, Descola 1994, Lizot 1980,
Wagley 1977). Evaluaciones ecológicas y biológicas de la capacidad de carga humana indican que

Figura 15

II ORINOCO

I
BAJO I N
AÑOS LLANOS DE JAMARI BAJO MARAJO I ::'5

I--_A_P_+-_M_O_X_O_S_-t-
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BISLIOTECA
fue alcanzada una adaptación sostenible a las condiciones climáticas normales, pero las
discontinuidades arqueológicas y lingüísticasindican que las medidas no fueron suficientes para
superar lasrarassequíasde largaduración (Lizot 1993, Price 1990, Schultes 1977). La existencia
de una fuerte presión selectiva para que medidas contra las infrecuentes crisis severas sean
incorporadasen ritualesy mitos y desarrollenramificacionesdentro del sistemasocialseha enfatizado
repetidamente (Halstead & O'Shea 1989, Hill 1984, Posey 1993, Zent & Zent 2002, Eden
1974, Ceron Solarte 1988, Baksh&Johnson 1990, Gross 1975:539, Naikiai 1987:29, Reichel-
Doimatoff 1976, 1990). En resumen, laevidenciaarqueológica, etnográfica, lingüística,ecológica y
biológicarefuer7-'luno aJotro en lareconstruccióne interpretaciónde laadaptaciónculturaJprehistórica
en laAmazonía.
Mientras que nuestra reconstrucción se basa en patrones inferidos de la evidencia
arqueológica e interpretados en el contexto de teoría evolutiva, comportamiento etnográfico
y limitaciones ambientales, la "premisa básica" de los proponentes del Paradigma Revisado
es "que los nativos amazónicos no se adaptaron a la naturaleza, sino que crearon el mundo
que querían" (Erickson 2003 :457). En base de la hipótesis que las dimensiones de la terra
preta son correlacionadas directamente con el tamaño y la duración de la aldea, ellos
concluyen que "las sociedades urbanas pre-colombinas inventaron métodos exitosos y
eficientes para sostener poblaciones grandes y densas, producir excedentes y manejar basura"
(Erickson 2003: 466. 487). Aunque la terra preta se considera el producto de residencia
permanente, la proponen como la solución de agricultura intensiva. También consideran
que el combustible fue abundante y disponible, aunque reconocen que "esto es extraordinario
en vista de las poblaciones grandes y densas que habitaban los establecimientos
precolombinos" y la probabilidad de deforestación extensiva alrededor de los sitios.
Del mismo modo, aunque la cantidad de material orgánico contribuida a la
formación de la terra preta por la descomposición de cientos de casas se considera
"asombrosa," su origen no se toma en cuenta (Erickson 2003 :478.480). Un establecimiento
permanente de cientos de casas hubiera necesitado una provisión continua de material
para construcción y combustible para cocción. La magnitud de esta demanda está ilustrada
por una sola casa comunal de los Barí en la cuenca del Maracaibo, que contenía 750,000
frondas cortadas de 125,000 palmeras de Geonomo spp., obtenidas de una región midiendo
40 km2 (Beckerman 1977). El techo de una casa Pumé, que contenía 13.498 frondas de
Mouritio ~exuoso, tenía que ser renovado cada 2-3 años (Gragson 1995). La escasez de
palmeras para renovar el techo provoca el abandono de la casaAchuar después de unos doce
años (Descola 1996:60). El mantenimiento de cientos de casas en una sola aldea durante
cientos de años hubiera necesitado un abastecimiento constante de millones de palmeras,
simultáneamente agotando una fuente significativade subsistencia.
Tampoco se puede asumir simultáneamente que el combustible fue abundante y accesible
y que la selva primaria y secundaria alrededor de la aldea fue remplazada por cultivos y huertas
(Erickson 2003). Esinteresante notar lasugerenciaque ladeforestación y consecuente significante
348 Bctty J MCYC¡C'ls / tunco Th Mlllel

disminución en la provisión de leña fue un factor en el abandono de la ciudad Maya de Copán,


que tenía una población máxima de unos 12,000 personas (Abrams & Rue 1988, Webster
1997: 149), También, en base de un inventar-io de los árboles en un área de 314 km alrededor
de la ciudad de Cahokia en el valle del Mississippi, se sugiere que la escasez de leña y madera para
construcción fue un factor significativo en su declino (Lopinot& Woods 1993, Milner 1998: 123),
Estas y otras contradicciones tienen que ser resueltas antes que la existencia de poblaciones
densas y sedentarias en la Amazonía pueda ser aceptado,
La reconstrucción del desarrollo cultural en laAmazonía representa un desafio excepcional
para los arqueólogos, comparable al desafío enfrentado por los habitantes indígenas para conseguir
una explotación sostenible de la complejidad ambiental, La escasez de la evidencia arqueológica
hace necesaria la extracción de la mayor cantidad de información posible de las características de
la cerámica y su distribución temporal y espacial. El análisis cuantitativo y la seriación constituyen
un enfoque: los detalles de decoración y forma de vasija proveen un segundo: la teoría de deriva
evolutiva representa un tercero, Una comparación de las interpretaciones resultantes con la
evidencia ambiental, biológica y climática llama la atención a correlaciones que no son evidentes
desde la perspectiva local. Esperamos que los arqueólogos sean incentivados de aceptar el
desafío de refinar los métodos y elaborar las interpretaciones que hemos desarrollado,

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