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Universidad Abierta Para

Adultos

ASIGNATURA
Historia Dominicana III

TEMA
Tarea I

PARTICIPANTE
Felix Joel Crucey Crucey

MATRICULA
15-9044

FACILITADORA
Yomali Jiménez
El país Tras la muerte de Rafael Leónidas Trujillo Molina

La muerte violenta de Rafael L. Trujillo, el 30 de mayo de 1961, no significó el


derrumbe inmediato de la dictadura. De hecho, Ramfis, el hijo mayor del tirano, junto
con sus tíos Héctor Bienvenido y José Arismendy Trujillo, la alta jerarquía militar así
como algunos políticos e intelectuales que durante muchos añ os le habían servido
fielmente a su familia, hicieron todo lo posible por conservar el control del gobierno al
precio que fuera necesario.

Una de las primeras medidas del gobierno conformado por Ramfis Trujillo y Joaquín
Balaguer fue gestionar que los Estados Unidos colaboraran para que la Organizació n
de Estados Americanos levantara las sanciones econó micas impuestas al país desde
agosto de 1960.

Para atraerse las simpatías de la administració n de John F. Kennedy, el gobierno


dominicano desplegó una estrategia de apertura política, permitiendo el retorno de
los exiliados y, al mismo tiempo, propiciando un ambiente favorable para el
nacimiento del partidismo político.

En el plano político, por primera vez después de 30 añ os de férrea tiranía, los


dominicanos comenzaron a disfrutar las ventajas de la libre expresió n del
pensamiento y del pluralismo político a través de la existencia de varios partidos
políticos. Se rompía así la obligatoriedad, que imperó a lo largo de la dictadura, de
pertenecer a un partido ú nico, que es una de las características de los regímenes
totalitarios, como el que implantó Trujillo en Repú blica Dominicana.

Así, durante las primeras semanas de julio de 1961 tres organizaciones políticas
iniciaron sus actividades pú blicas: el Partido Revolucionario Dominicano, fundado en
Cuba en 1939, cuyo líder principal era el escritor Juan Bosch; el Movimiento
Revolucionario 14 de Junio, dirigido por el doctor Manuel Aurelio Tavá rez Justo, y
cuyo nuevo nombre fue Agrupació n Política 14 de Junio; y la Unió n Cívica Nacional,
institució n mayormente integrada por la clase media y alta, presidida por el doctor
Viriato A. Fiallo. Poco después surgieron otros partidos minoritarios que
contribuyeron a la educació n política de los dominicanos en el ejercicio de las
libertades pú blicas al tiempo de darles la oportunidad de escoger por su propia
voluntad al candidato de su preferencia para dirigir los destinos nacionales.

Los Trujillo abandonan el país

Los seis meses transcurridos entre junio y noviembre de 1961 fueron turbulentos y
traumá ticos. Mientras, por un lado, el Gobierno trujillista aplicaba una política de
terror y violencia en plena luz del día, por el otro, la naciente oposició n política
comenzaba a perder el miedo frente a los organismos represivos (como el Ejército, la
Policía Nacional y sobre todo el Servicio de Inteligencia Militar, SIM). Las protestas
pú blicas, cada vez má s masivas, fueron multiplicá ndose en todo el territorio,
exigiendo la salida del país de los Trujillo, la renuncia de Balaguer y de los principales
colaboradores del antiguo régimen.

Los días 18 y 19 de noviembre de ese añ o constituyeron el punto final para los


remanentes del trujillismo. En la Base Aérea de Santiago, el general Pedro Ramó n
Rodríguez Echavarría se pronunció contra los Trujillo y lo mismo hizo el general
Andrés Rodríguez Reyes en la capital. Pero ya Ramfis Trujillo había decidido
abandonar Santo Domingo con destino a París, Francia, cosa que hizo el día 18, siendo
seguido por sus tíos y otros familiares, que se dirigieron hacia otros países. Pero antes
de viajar al extranjero, Ramfis Trujillo, en persona, se trasladó a una finca propiedad
de su familia llamada Hacienda María (en las proximidades de Haina), y allí, junto con
algunos de sus má s cercanos colaboradores, asesinó a los seis héroes de la conjura del
30 de Mayo que desde junio guardaban prisió n en las cá rceles de la dictadura, donde
padecieron las má s espantosas torturas. Ellos fueron Salvador Estrella Sadhalá , Luis
Manuel Cá ceres Michel (Tunti), Roberto Pastoriza Neret, Huá scar Tejada, Pedro Livio
Cedeñ o y Modesto Díaz Quezada.

Tan pronto la població n se enteró de que la familia Trujillo y algunos de sus


colaboradores má s cercanos habían huido del país, la alegría fue colectiva. A lo largo
del territorio nacional muchedumbres se lanzaron a las calles a festejar la
trascendental noticia, mientras otros grupos se dedicaron a derribar bustos, estatuas,
letreros, en fin, todo lo que simbolizara al dictador Trujillo y a su familia. Muchas
propiedades de los Trujillo también fueron objeto de la furia del pueblo que, durante
tantos añ os, había tenido que reprimir sus deseos de libertad. La capital de la
Repú blica recuperó su antiguo nombre de Santo Domingo y se inició el período que
entonces se llamó “la destrujillizació n”. Los dominicanos fueron prepará ndose
gradualmente para una nueva forma de convivencia en sociedad y mucha gente del
pueblo comenzó a utilizar vocablos que antes no formaban parte del léxico cotidiano,
tales como: libertad, amnistía, derechos civiles, justicia social y democracia, entre
otros.

El proceso de democratización

En 1961 Repú blica Dominicana mostraba notables transformaciones en diferentes


aspectos. La població n superaba los tres millones de habitantes; la divisió n territorial
y política del país también había cambiado considerablemente, y de doce provincias
que había en 1930, ahora, tras la desaparició n del tirano, el país contaba con 25
provincias y un Distrito Nacional.
Asimismo, una moderna infraestructura vial comunicaba las diferentes regiones del
territorio nacional, que ya no estaban tan distanciadas como en los tiempos anteriores
a la Primera Ocupació n Militar Norteamericana de 1916, lo que posibilitaba un mayor
intercambio comercial y social entre diferentes pueblos.

Aun cuando todavía la mayor parte de la població n vivía en zonas rurales, lo cierto es
que a partir de la desaparició n de la tiranía trujillista la nació n dominicana entró en
un acelerado proceso de urbanizació n y modernizació n política, econó mica y social
inspirada en el modelo de la democracia representativa.

El Consejo de Estado

Un gobierno colegiado, integrado por siete personalidades, llamado Consejo de


Estado, fue creado con el fin de preparar la transició n hacia la nueva etapa política que
anhelaba la colectividad. El Consejo de Estado inició su gestió n el primero de enero de
1962 y su principal misió n, ademá s de promulgar una amnistía general y de propiciar
una Asamblea Constituyente para redactar una nueva Carta Sustantiva, consitía en
organizar elecciones generales para elegir los nuevos mandatarios de la nació n. La
consulta electoral fue fijada para el 20 de diciembre de 1962 resultando electo
presidente Juan Bosch, líder del Partido Revolucionario Dominicano.

Juan Bosch se juramentó el 27 de febrero de 1963 como el primer Presidente


dominicano libremente electo en elecciones libres después de 30 añ os de dictadura.
Su gobierno apenas duró siete meses; sin embargo, durante ese breve período se
lograron importantes conquistas en el plano democrá tico, como fue la de impulsar la
aprobació n de una nueva Constitució n Política, que resultó ser la má s avanzada del
siglo XX dominicano.

El golpe septembrino

En la madrugada del 25 de septiembre de 1963, un grupo de militares encabezados


por el entonces Secretario de las Fuerzas Armadas, mayor general Víctor Elby Viñ as
Romá n, derrocaron el gobierno constitucional presidido por Juan Bosch, a quien
apresaron y luego obligaron a salir del país con destino a Puerto Rico. Los militares
golpistas, que contaron con el apoyo de poderosos sectores empresariales y políticos,
disolvieron el Congreso, restablecieron la Constitució n de 1962, ordenaron la
formació n de un Gobierno Provisional y declararon fuera de la ley a los partidos
políticos calificados de comunistas o pro comunistas. Terminó así el primer ensayo
democrá tico en la Repú blica Dominicana después de la tiranía trujillista.
La insurrección de Manaclas

El derrocamiento de Bosch tomó por sorpresa a mucha gente. La mayoría del pueblo,
empero, rechazó de plano el desatino de los militares golpistas, pero las medidas
represivas del gobierno defacto fueron efectivas impidiendo una reacció n escalonada
de las masas que deviniera en una revuelta civil. Sin embargo, al cabo de casi dos
meses tendría lugar un levantamiento armado con el fin de restituir a Juan Bosch al
poder.

El 29 de noviembre el Movimiento 14 de Junio, con su principal líder a la cabeza, el


doctor Manuel Aurelio Tavá rez Justo, declaró la guerra al Triunvirato tras sublevarse
en diferentes montañ as del norte, este y sur del país.

En poco menos de un mes, el ejército del gobierno de facto logró derrotar a los
revolucionarios, quienes se fueron a las montañ as sin haber recibido un riguroso
entrenamiento militar y sin haber hecho la coordinació n necesaria para que en las
ciudades, mientras ellos combatían al ejército en las montañ as, se llevaran a cabo
acciones de guerrillas urbanas. La gran mayoría de los revolucionarios fue hecha
prisionera, pero Manolo Tavá rez Justo y má s de diez de sus compañ eros que
decidieron entregarse a las autoridades, luego de reconocer que su causa estaba
perdida en el plano militar, fueron fusilados el 23 de diciembre de 1963.

Después de esos acontecimientos luctuosos, la caída del Triunvirato era cuestió n de


tiempo. Pero transcurriría poco má s de un añ o para que surgieran las condiciones
objetivas y subjetivas que hicieron posible deponer al Triunvirato. Así, en la
madrugada del 25 de abril, Donald Reid Cabral, presidente del gobierno de facto se vio
forzado a renunciar, siendo sustituido por José Rafael Molina Ureñ a, como Presidente
provisional. Molina Ureñ a había sido presidente de la Cá mara de Diputados en el
gobierno de Juan Bosch y como el presidente del Senado, que lo era Juan Casasnovas
Garrido, no estaba en el país, de acuerdo con la Constitució n de 1963 le correspondía
al primero desempeñ ar la Presidencia hasta que su titular constitucional regresara al
país.

La nueva crisis política que surgió a raíz del golpe que depuso al Triunvirato dividió a
las Fuerzas Armadas en dos bandos irreconciliables: el de los constitucionalistas, que
en principio lideraba el Coronel Rafael Tomá s Ferná ndez Domínguez (quien se
encontraba en el exilio), y el de los adictos al Triunvirato, que ademá s se oponían al
retorno de Bosch. Este ú ltimo grupo, con asiento en la Base Aérea de San Isidro, donde
operaba el poderoso CEFA, lo dirigía el Coronel Elías Wessin y Wessin.

Los militares constitucionalistas, entre los que se destacaban Francisco Alberto


Caamañ o, Manuel Nú ñ ez Noguera, Hernando Ramírez, Héctor Lachapelle y otros,
decidieron distribuir armas entre la població n civil a fin de oponer resistencia al
grupo militar de San Isidro y también al grupo de San Cristó bal, que habían designado
una Junta Militar que apenas duró tres días. En cuestió n de horas, estos dos bandos
militares iniciaron una serie de enfrentamientos bélicos que desencadenaron en lo
que se conoce como Revolució n de Abril.

La guerra patria

El presidente de los Estados Unidos, Lyndon B. Johnson, atendiendo a una petició n


que le hizo la Junta Militar de San Isidro, ordenó el envío a la Repú blica Dominicana de
tropas de la Infantería de su país con el propó sito de proteger las vidas de ciudadanos
norteamericanos que “supuestamente estaban en peligro”. Fue la segunda ocasió n en
que, durante el siglo XX los Estados Unidos ocupaban militarmente Repú blica
Dominicana; pero, a diferencia del período 1916-1924, la ocupació n militar de 1965,
que comenzó el 28 de abril, no abarcó todo el territorio nacional, sino que se limitó a
la ciudad capital.

En cuestió n de días, aproximadamente 42,000 soldados norteamericanos, apoyados


por una imponente escuadra naval que incluía portaaviones, tanques de guerra,
helicó pteros y los má s sofisticados armamentos, ocuparon la ciudad Primada de
América y de inmediato establecieron un corredor de seguridad que dividió en dos
zonas la capital de la Repú blica.

La guerra de 1965 (que a raíz de la intervenció n americana devino en Guerra Patria)


arrojó má s de 5,000 muertos y cientos de heridos. Asimismo, agudizó la crisis
econó mica de la nació n y reavivó el antagonismo tradicional entre los sectores
liberales y conservadores que desde la fundació n de la Repú blica se han enfrentado
tratando de controlar el poder político.

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