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Las lecturas recomendadas de Santiago Gamboa

Por Luis Eduardo Arango S. [Mqc] Pozo de «Agua», Noviembre 26 de 2019


En una entrevista radial al escritor, filólogo y periodista
colombiano Santiago Gamboa - a propósito de las legítimas
movilizaciones sociales en el país-, éste se propuso
recomendarle al presidente la lectura de dos libros; palabras
más palabras menos, expresó: El primero de ellos, “Los
Miserables” de Victor Hugo, para que comprendiese lo difícil
que fue haber conseguido los logros laborales que los
trabajadores de hoy, más o menos, tienen en todas partes del
mundo; y para que notase las consecuencias de una sociedad sin
ese apoyo, y sin esos logros de los trabajadores, y hacia el
trabajo en general. Y el segundo, es un libro de economía que
se lleva por título “El capital en el siglo XXI”, del
importantísimo economista francés Tomas Pikkety; a la luz de
la lectura de este libro, el presidente, podría darse cuenta
de en qué consiste una sociedad injusta. Una sociedad injusta,
y Piketty lo explica muy bien, es una sociedad en la que la
masa salarial es inferior a los réditos del patrimonio. Es
decir, que es mucho mejor tener propiedad, y mantenerlas, que
trabajar. Entonces, estas lecturas resultan ser muy importantes
para que él comprenda estos estallidos sociales. Concluye el
escritor.

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Bien. En lo personal, y con rigor de humildad, me atrevería
a recabar un poco más en los méritos explícitos de los textos
recomendados por Gamboa.
Con respecto al primero: “Los Miserables” de Víctor Hugo,
la invitación a su lectura la haría extensiva a la sociedad en
general, no sólo por la magnífica reseña que hizo el escritor
de esta obra, en tanto a las conquistas laborales, sino también
porque en mi parecer esta obra magna de la literatura
universal, entre otras tantas dimensiones que aborda, hay una
que pienso también bien vale la pena tomar en consideración,
no solo para ilustrar las complejas situaciones actuales, sino
para trascender en otras dimensiones, y es la de la determinada
condición de su protagonista, Jean Valjean, de redimirse a sí
mismo a pesar de las vicisitudes propias de una cotidianidad
que le era totalmente adversa; y por otro lado, la de su
antagonista el inspector Javert, y su fanática inclinación
hacia el legalismo extremo, asfixiante y fetichista. Aunado a
esto poner de relieve el consecuente desenlace de la novela,
que lleva a la liberación verdadera del primero, y al suicidio
del segundo.
Sobre el asunto del legalismo asfixiante y caduco, del que
tanto alarde hace la escuela positivista del derecho, hasta el
punto de elevar a la categoría de dogma el anacrónico aforismo

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latino que reza: “Dura lex sed lex” (Dura es la ley, pero es
la ley), y que algunas corrientes iusnaturalistas han intentado
superar, quisiera se me permitiera exponer la siguiente
metáfora que atiende a la necesidad imperante de darle un giro
a tan odioso dogma positivista. En la trilogía Justicia-
Derecho-Ley –dimensiones que suelen confundirse- podemos
pensar en la Justicia como esa vía de posibilidad que se
constituye, como en Aristóteles, en aquella estrella polar que
insiste, y persiste, en servir de guía al navío del Derecho,
«capitaneado» por su máxima autoridad: el «ser» del ser humano,
prevalido de todos los instrumentos propios para mantenerlo a
flote, dirigiendo, coordinando y controlando todas las
actividades propias de sus funciones y operaciones que hacen
posible que surque las profundas y oceánicas aguas de la Ley.
De una Ley, que el mismo ser humano en su recto andar por el
Mundo decide poner a su propio servicio, elevando su espíritu,
como posibilidad de anticipación a su posición originaria, en
el mundo, de Libertad-Responsabilidad y Dignidad por encima de
cualquier consideración que le impida desarrollarse de manera
decente y solidaria en sociedad y, desde luego, en armonía con
el medio ambiente: su entorno vital. La ley al servicio del
ser humano y del medio ambiente, y nunca al contrario.
En cuanto al texto de Piketty “El capital en el siglo XXI”,
la recomendación de su lectura la haría extensiva a todos los
mandatarios locales y regionales, legisladores, jueces,
académicos e intelectuales, y a todo ciudadano que esté
dispuesto a enfrentarse a un texto con mucho rigor técnico,
pero definitivamente revelador. En fin, como quiera que se
trata de hacer conocer estas nuevas ideas y perspectivas, lo
ideal sería que académicos e intelectuales se dieran a la tarea
de divulgar tan esmerada obra. En este orden de ideas, quisiera
avanzar un poco más en la apreciación que del mismo hiciera,
con bastante tino, el insigne novelista Santiago Gamboa;
arguyendo que uno de los asuntos que más acusa el economista
francés es el que refiere- ya me corregirán los economistas-,
a la desigualdad aritmética entre dos variables económicas,
esenciales a la hora de estimar la estructura de las
desigualdades sociales. Estas son: la variable que indica la
tasa de rendimiento del capital, representada con la letra «r»,
y la tasa de crecimiento de la economía, simbolizada con la
letra «g». Así, pues, que la desigualdad social que impera en
momentos en la que la especulación financiera ha tomado la
delantera en el ámbito mundial, la cual se ve reflejada en la

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también desigualdad aritmética «r>g», de la que tanto se queja
el autor del texto referido, nos indica que la especulación,
la manía de una sociedad dedicada a que el dinero produzca más
dinero, en lo que se conoce como la sociedad rentista y
especulativa, esté llevando al traste a la economía real,
puesto que el «rentismo» está provocando, como se ha
evidenciado en las crisis financieras globales o de burbujas
especulativas, a que la economía real, termine pagando los
platos rotos, y que se desplome tal cual fichas de dominó.
Entonces, podemos ver como el trabajo improductivo destruye al
trabajo productivo.
P.S. Permítaseme publicitar, e invitar a que leamos, la más
reciente novela del escritor colombiano Santiago Gamboa
intitulada “Será larga la noche”.

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