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La importancia de entender nuestra Luna Natal

El signo en el que se encuentra la luna y el elemento al que pertenece, proporcionan una


información muy valiosa para favorecer la armonía en todo tipo de relaciones, en las que el
intercambio afectivo está muy presente; sobre todo en las relaciones de padres e hijos y
entre las parejas. La Luna indica qué necesitamos para sentirnos seguros, confiados y
emocionalmente nutridos, por lo que es de gran utilidad comprender y tener en cuenta las
necesidades de cada uno.

La luna en un signo de aire -Géminis, Libra y Acuario- necesita espacio, comunicación y


un medio adecuado en el que se pueda expresar abiertamente.

En un signo de tierra -Tauro, Virgo y Capricornio- requiere de mucho contacto físico y


libertad para expresar su naturaleza sensual.

En un signo de agua -Cáncer, Escorpio y Piscis- requiere de mucha intimidad y empatía


tanto en el dolor como en la alegría. En un signo de fuego -Aries, Leo y Sagitario- necesita
aventura, juego y expresión creativa.

Imaginemos a un niño con una Luna en un signo de agua -Cáncer por ejemplo- que busca
intimidad y cercanía afectiva con una madre que la tiene en un signo de aire. Es muy
probable que la madre crea que la mejor manera de acercarse a su hijo para establecer una
buena relación de confianza y complicidad, sea hablándole y preguntándole por sus cosas
(si además, tiene la Luna en Géminis, probablemente estará ocupada con otras cosas
mientras habla con él). Esto puede generar mucha frustración en el niño, pues puede sentir
que la madre no lo comprende o lo que es peor, que no lo ama. Evidentemente no le
corresponde al hijo, por orden generacional y por capacidad, adaptarse a las necesidades de
la madre, sino todo lo contrario.

En términos muy generales, y teniendo en cuenta que cada signo tiene sus características
particulares, los padres que tienen la Luna en signos de aire, se relacionan mejor con sus
hijos cuando están lo suficientemente crecidos para mantener una conversación. Los que
tienen la Luna en signos de fuego, se pueden sentir bien en su papel mientras este no le
reste demasiada independencia. Los que tienen su Luna en signos de agua, al contrario, se
suelen sentir más cómodos mientras los hijos son pequeños, apegados y dependientes. Los
que tienen la Luna en signos de tierra, suelen tener el sentido de la responsabilidad muy
marcado, pero tienden a incomodarse si los hijos les trastocan el orden, o les quitan tiempo
para ocuparse de sus asuntos materiales.

Entre las parejas, aparte de la atracción erótica y la actividad sexual -reflejadas por Venus-
la Luna también tiene un papel muy importante. Hay mucho tiempo que se comparte en la
convivencia y muchas situaciones en las que se manifiestan las necesidades afectivas por
ambas partes. Imaginemos a un hombre con la Luna en un signo de fuego, que siempre
anda buscando aventuras, y le gusta sorprender a su compañera. Si esta tiene la Luna en un
signo de tierra y lo que necesita es tranquilidad, orden y estabilidad, con los menos
sobresaltos posibles, pueden surgir muchas tensiones.
Concretando un poco más, supongamos que él tiene a la Luna en Leo y le guste jugar con
ella de vez en cuando para sacar su niño interior, y a ella, con su Luna en Capricornio, eso
le parezca que es perder el tiempo o hacer el ridículo.

Imaginemos otra pareja, en la que ella tiene a su Luna en un signo de agua -por ejemplo,
Escorpio- y espera que su compañero le muestre su amor acariciándola y dándole muestras
de profundo afecto todo el tiempo, mientras que él, con su Luna en un signo de aire
-Acuario -, lo que necesita mayormente es hablar de sus reflexiones y compartir sus ideas
como lo haría con su mejor amigo. Esto, probablemente lo que despierte en ella, sean las
dudas con respecto al amor de él, y por lo tanto agudice su necesidad de controlarlo. Lo que
indudablemente resultará asfixiante para un hombre con la Luna en Acuario. Estas
situaciones son bastante habituales en parejas que tienen las lunas en signos muy diferentes,
o lo que es lo mismo, con necesidades muy contrastadas. Si no se hacen conscientes de lo
que está pasando, estas situaciones pueden llegar a generar mucha frustración, soledad,
conflictos, y con el tiempo, desembocar en separación. Algunas parejas, aun reconociendo
que se aman, tienen que separarse porque “no pueden vivir juntos”.

Si queremos evitarlo, es muy importante que haya una toma de conciencia por ambas partes
de lo que cada uno necesita. Merece la pena esforzarse por encontrar un término medio
equilibrado, en el que cada uno trate de acercarse al mundo de las necesidades del otro, no
como un sacrificio, sino como oportunidad para el enriquecimiento mutuo. Si se elige a una
pareja -aunque sea de forma inconsciente- con necesidades muy diferentes a las propias, no
es por casualidad o mala suerte, sino porque se busca el crecimiento y la posibilidad de
experimentar otras formas de nutrición emocional.

Hay que observar con detalle la posición de la Luna y sus aspectos para comprender las
necesidades de cada uno y los bloqueos afectivos si los hay, representados habitualmente en
los aspectos tensos con otros planetas. Es importante llevar a cabo un trabajo de atención
cuidadosa y reflexionar honestamente en nuestra dinámica inconsciente lunar, pues esta nos
proporciona información muy clara de nuestra naturaleza instintiva y de las pautas
inconscientes que están profundamente arraigadas y cristalizadas desde antes del
nacimiento, quizás desde varias encarnaciones atrás. La Luna tiene un componente
regresivo en el sentido de que si no reconocemos y trabajamos la dinámica psicológica de
los aspectos tensos, estos nos pueden dificultar mucho el camino.

Simbólicamente, son las actitudes del niño interior que se resiste a crecer, entorpeciendo de
esta forma el avance solar.

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