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Hace unos días me levanté un poco inspirado. ¿Cómo explicarte...? Me dio la "venada" y se me
ocurrió dedicar la mañana a interrogar a la gente de la calle. Me lo pasé bomba, como en
Disney World pero con gente seria, peripuesta y de todos los gustos y colores.
Mi primera víctima vestía un traje oscuro, corbata exótica y gafas. Por el maletín presumí que
sería alguien importante, tal vez un empresario o ingeniero. Me crucé con él y le caí con la
pregunta, imitando el tonillo de un buen periodista: "¡Oiga!, perdone la molestia, ¿usted ha
vivido una vida antes de ésta?". Nada... ésta era su primera vida. Mientras se alejaba, no
dejaba de mirar hacia atrás con cara de interrogante. Seguramente me tachó de loco. Yo
también hubiera pensado igual.
Me pasé la mañana preguntado a unos y a otros. Recogí impresiones de todo tipo. "Pero ¿de
qué vas tío?" - me dijo uno -. Sin embargo, llegué a una conclusión: nadie había tenido una
vida anterior. Todos estrenaban su primera vida.
Para completar la encuesta, me faltaría preguntar a los cactus, a los naranjos, a las hormigas y
canarios, por eso de la reencarnación. Lástima que no hayan aprendido a hablar. Y si hablan a
ver dónde consigo un traductor simultáneo.
El mismo asombro de las víctimas matutinas me corrió por las venas este verano, cuando cayó
entre mis manos un folleto con este título: "Sugerencias para matar el tiempo".
Si te dedicas a matar el tiempo durante el verano, te dedicarán un epitafio como éste: "Aquí
descansa fulanito de nada, que al morirse, dejó vacíos unos pantalones".
La vida es una oportunidad y hay que aprovecharla, como hay que aprovechar cada minuto del
año, también los veranos y los fines de semana. No mates el tiempo, acabarás con tu felicidad,
destruirás tu futuro, y se te irá de las manos un tiempo precioso para disfrutar tu única vida.
Invierte tu tiempo en algo útil para ti y para los demás, y asegura tu vida eterna.