No es posible separar la educación de la ética puesto que es precisamente la ética la que
distingue la acción educativa de la adoctrinadora, pues esta última entiende a la «formación» como «conformación». «Conformar» es adaptar algo o alguien a un original. Mientras que una pedagogía desde el punto de vista literario y ético, no entiende básicamente la formación como «conformación» sino como «transformación». No hay un modelo a imitar, si no que se basa en la ética y en los valores que esta ofrece.