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La Risa en tiempos de Terror

La mayoría de las personas sentimos miedo. El miedo es como una enfermedad que –
mantenido en el tiempo - causa daño en la calidad de vida, disminuye la capacidad de
entendimiento y dificulta nuestra adaptabilidad y respuesta.

Aunque por lo expuesto, el miedo sea algo indeseable en estos tiempos de mayor
civilización, es respetable que nuestros semejantes vivan sus propios procesos de superación del
miedo.

Por ejemplo, la muerte es un hecho inherente en la vida de todos. Sin embargo, casi todos
le tememos de alguna manera; más aún si este proceso tiene añadido un contexto de sufrimiento
y desamparo.

El nuevo virus está desafiando todos nuestros ámbitos, todas nuestras dimensiones
experienciales; porque nos ha llevado a cernir de nuestro día a día, qué es lo que podemos y no
podemos hacer, considerando cada momento el bienestar de nuestro prójimo tanto como el
propio.

El sentido del humor requiere una sensibilidad respecto a relaciones entre conceptos que
se pueden exacerbar para caricaturizar algo que nos identifica. Podemos reír de nosotros mismos,
de chascarros, ironías, juegos de palabras, payasadas, etc.

Pero, ¿cuál es el límite? ¿Existe ese límite?

Sí existe.

Se trata del respeto al otro y su circunstancia; como un igual.

No es aceptable ni apropiado encontrar gracioso algo que caricaturiza una relación de


precariedad, dolor, miedo o sufrimiento.

Enfrentando hoy como humanidad el miedo generalizado a la muerte dolorosa, enajenada


e indigente, es más importante que nunca apreciar y respetar los miedos, dolores, miserias y
complejos de todos, como si fuesen nuestros. No hacerlo, supondría una mirada de superioridad
propia de los tiempos que ya estamos –por fortuna- dejando atrás.

Estamos todos con elevados niveles de angustia, preocupación y temor. El humor,


poderoso medio de escape a estas presiones, también está siendo sometido a una depuración,
purgándola falta de respeto y amor.

La cultura de la risa fácil referida a una situación de sufrimiento de cualquier ser, se diluirá
en el momento que recuperemos el sentido de igualdad con los demás habitantes del planeta.

No debe haber espacio para relativizar este asunto. Todos somos merecedores de respeto
y compasión; en todo momento, en toda circunstancia, pública o privada.

Si aprendemos la lección, nuestra risa será cristalina, a veces compartida y mucho más
contagiosa que el nuevo virus.

Paihuano, miércoles 08 de abril de 2020.

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