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Creo que soy bastante inconsciente con respecto a mis influencias y prefiero
permanecer así. Me han fascinado desde chica versos de poetas muy diferentes. Me
ha ocurrido releer a algún poeta y descubrir de qué manera me impactó y dejó
huellas en mi escritura. Siento más o menos lo que el hijo crecido al descubrirse
rasgos de los padres: algo de impotencia, pero también una especie de orgullo. Y
podría argüir lo que se suele decir en estos casos de familia: lo que se hereda no se
hurta.
5- Cual es el pacto que estableces con el lector? ¿Es populista hacerse entender?
El virtuosismo, es soberbia?
El pacto que se establece con el lector es un misterio para mí y quisiera que lo siga
siendo. Me vinculo a través de la emoción, que considero un importante motor de la
poesía y de la vida, tanto en lo que elijo para leer como en lo que produzco. Elijo
para leer aquello que me hace “sentir”. Soy feliz cuando descubro que el lector
“siente” con algo que he escrito. Claro que entiendo que “sentir” y “pensar” son dos
caras de la misma moneda. Uno escribe, sin duda, para “pensar”: para preguntarse,
para intentar dar cuenta.
6- ¿Creés que el poeta, como tal, tiene un compromiso social particular, o más
bien se trata de una sensibilidad más expuesta a los males de la sociedad?
No creo nada de eso. Creo que el que escribe, poesía por ejemplo, ejercita una
capacidad de comunicación particular con sus semejantes. Creo que lograr
comunicación no es algo sencillo en las relaciones humanas, así que descubrir, elegir
y practicar un modo tal como la poesía puede ser una especie de salvación para
algunas personas. Hablo tanto de quien escribe como de quien lee y me incluyo
completamente en ambos bandos.
Puede decirse que toda poesía es política porque ocurre necesariamente en el seno
de las relaciones de poder en que se encuentran “sujetos” tanto quien lee como
quien escribe. En este marco, cada poesía es política a su manera. Y aquí me gustaría
recordar que lo privado también es político, porque suelen asociarse sólo las
instancias “públicas” con el carácter “político” de las relaciones. Esto quiere decir,
en concreto, que cuando el ámbito “privado” aparece en el discurso poético, es
susceptible de ser leído desde esta concepción de todo discurso como político.
Soy muy anárquica para leer y, desde que aprendí, leo salteado y variado. Me aburro
enseguida y como leo en busca del placer que me da la emoción, salteo muchísimo y
me la paso rastreando “perlas”. En general, me deslumbro con construcciones
breves, sencillas, potentes. He perdido toda la paciencia para la narrativa, que leí
con avidez en la adolescencia. Y además de un tiempo a esta parte leo mucho en
pantalla, me resulta muy cómodo. Leo de todo, todo el tiempo.
Escritura sobre la carne caliente del asunto y luego relectura y correcciones. Disfruto
mucho corrigiendo y, cuando era más joven, corregía muchísimo más. Tengo la
impresión de que ahora corrijo menos, pero no es algo que haya elegido:
sencillamente siento menos necesidad de hacerlo.
10- Según tu criterio. ¿Qué poeta vivo que habría que releer en la actualidad?
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*Abril del 2013
Carina Sedevich nació en 1972 en la ciudad Santa Fe y reside en Villa María, Córdoba.
Ha publicado en 1998 la plaqueta “Una nube decapitada y grave” (Plaquetas Del
Herrero, Editorial Radamanto, Villa María) y el libro “La violencia de los nombres”
(Ediciones Fe de Ratas, Santa Fe). En 2000 publicó los libros “Nosotros No” y
“Cosas dentro de otra cosa” (Ediciones Lítote, Santa Fe) y en 2012 el libro "Como
segando un cariño oscuro" (Llanto de Mudo Ediciones, Córdoba), también editado en
España y en Chile. Recientemente apareció su quinto libro, “Incombustible” (Alción
Editora, Córdoba). Parte de su obra ha sido incluida en diversas antologías del país. Es
docente universitaria en comunicación y semiótica.