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Universidad Nacional de Colombia

Facultad de Ciencias Humanas


Escuela de Estudios de Psicoanálisis y Cultura
El Niño sus Síntomas y el Inconsciente Jorge Willian Pabon Salcedo

“El deseo es el deseo del Otro” y “El inconsciente está estructurado como un lenguaje infantil”

Partiendo de la obra de Peusner intentaremos establecer una cierta relación entre las categorías enunciadas
anteriormente (en el título del presente texto). Retomando primeramente la diferenciación entre el lenguaje
infantil y el lenguaje adulto, podemos articular el carácter normativo presente en el lenguaje adulto;
separándole así del infantil en tanto la responsabilidad de lo verbalizado deja de atender a lo más importante
del asunto, transitando de esta manera a la pura palabra investida de significación. La razón, que anuncia por
tanto un orden de oralidad pertinente a la realidad de la cual los individuos forman parte, dificulta la
tramitación al aparente sin-sentido del cual el lenguaje infantil se sirve para anclar la verdad del sujeto a un
estadio imperativo fuera de la “normalidad”.

Para explicar un poco la acepción anterior, ruego al lector ubicarse en un lugar enunciativo abierto a la
infantilización, por tanto, el lenguaje permite la superación de la contextualización por el sobre entendimiento
de la materialización del entendimiento infantil. Pues en esencia, la mente del niño no ubica pues la
discontinuidad de los eventos por los cuales transita permitiéndole articular de manera continua diversas y
extensas cadenas significantes a las cuales parece ajeno el adulto (Si bien en el texto de Peusner se advierte
que el adulto posee la facultad de ingresar a un lenguaje infantil no por el hecho de haber sido infante, sino
por la estructura propia de dicho lenguaje; es interesante establecer que en la reducción de dichas cadenas
significantes pueden ubicarse mecanismos de censura, decimos censura puesto que no encontramos que
aquello ignorado haga parte de lo reprimido. Por otro lado, se entiende la cadena al hacerla parte de un
contexto más amplio al cual el adulto es reacio debido al mal-habito de recortar y ordenar sus experiencias).

Suponiendo que la explicación ha sido suficiente (Cuando realmente se entiende que ninguna explicación
basta para “hacerse entender”) atenderemos a la posición irruptora del lenguaje infantil; resulta importante
debido a la suposición de un sentido adyacente a lo enunciado o a la postura desde la cual se enuncia. Dentro
del lenguaje adulto (y debido a su cercanía con el discurso del derecho y la responsabilidad) la comprensión
de los sentidos en la acción es absolutamente necesaria, mientras que en el orden del lenguaje infantil
(dinámica que aplica igualmente al inconsciente) el sentido y la comprensión de la acción no se encuentra de
manera univoca en la racionalización del sujeto, pareciera más bien pasarse por alto o relegado a un error,
vaciado de contenido. Nuestra intención no es por tanto señalar tal pensamiento como intromisión fantasmal.
Es, sin duda, señalar la relevancia del contenido latente en la verbalización de lo enunciado lo cual capta
nuestra atención. Alejándole de la incertidumbre del sin sentido y dando como lugar una posición fundante de
la cual el sujeto ajeno se hace consciente de la presencia de un saber no-sabido.

En tanto el deseo, el infante toma un lugar de reconocedor, pues su deseo aunque verbalizable, no halla
expresión posible en el mundo del lenguaje. Pues en los designios del Otro la posibilidad de alcanzar el deseo
fundante esta tachado por la cultura y divide al sujeto. Le introyecta una serie de responsabilidades propias
adjudicadas a su palabra y a su acción, es decir, lo inscribe en el discurso de la ley con tal de preservar un
orden de normalidad propuesto por una sociedad de codificara en él su deseo. El deseo propio de sus
lineamientos culturales imperantes.

Bibliografía

- Peusner, Pablo. “Fundamentos de la clínica psicoanalítica Lacaniana con niños”. Capítulos III – VI.
2006.

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