Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
El Evangelio de hoy nos presenta a nuestro Salvador, que en los primeros días de su vida
pública, busca a estos hombres para ser sus Apóstoles, para enviarlos a predicar el Reino de Cristo.
Y los busca habituados al trabajo, acostumbrados al esfuerzo y lucha constantes. Elige unos
pobres pescadores para colaborar en su obra divina. La desproporción humana es patente, pero ello
no fue obstáculo para una entrega generosa y libre. La luz encendida en sus corazones fue suficiente
para abandonarlo todo. La simple invitación al seguimiento bastó para que se pusieran
incondicionalmente a disposición del Maestro. Es Jesucristo quien elige, es Él quién se metió en la
vida de los Apóstoles... y también en la nuestra sin pedir permiso 2.
2. Este Evangelio nos lleva a reflexionar acerca del llamado que Nuestro Señor hace a todos
III durante el Año (B) - 1 /5
los cristianos a entregarse al apostolado.
Nos decía el Papa Juan Pablo I al comienzo de su breve pontificado: Queremos recordar a toda
la Iglesia que la evangelización sigue siendo su principal deber… evangelización animada por la fe,
alimentada por la caridad y sostenida por el alimento celestial de la Eucaristía… si todos los fieles
de la Iglesia fueran misioneros incansables del Evangelio, brotaría una nueva floración de santidad
y de renovación en este mundo sediento de amor y de verdad 3.
3. Se cuenta en la vida de Alejandro Magno, que una vez supo que entre sus soldados había
uno, llamado Alejandro, que no quería permanecer en el ejército porque tenía miedo a la guerra. El
emperador lo hizo llamar y le dijo "Tú deshonras mi nombre. Si quieres llevar el nombre de tu rey,
debes ser como él, valiente; como él, lanzarte a la batalla y seguirlo donde quiera que vaya. De lo
contrario deberás cambiar ese nombre glorioso, que no te cuadra, y tomar otro".
Una reprensión, quizá más dura, podría hacernos Jesucristo. Cristianos nos llamamos y ¿por
qué no seguimos a Cristo que es nuestro rey? ¿por qué tenemos miedo de sufrir lo que Él primero ha
sufrido? ¿por qué despreciamos lo que Él ama y amamos lo que Él desprecia? Si somos verdaderos
cristianos hagamos las obras de Cristo, sigámoslo a donde Él vaya. Siendo tantas las almas que viven
alejadas de Dios, tantos los que corren peligro de condenación, nosotros, que llevamos el nombre de
Cristianos, no podemos permanecer indiferentes 5.
III durante el Año (B) - 2 /5
4. Todo bautizado debe ser Apóstol de Jesucristo, todo cristiano debe predicar con o sin
ocasión. El Señor nos lo ha dicho: Vosotros sois sal de la tierra… levadura que hace fermentar la
masa… Vosotros sois luz del mundo,…Estas imágenes con que el Señor instruía a sus discípulos nos
enseñan qué significa ser Apóstol de Cristo.
El Apóstol debe ser sal de la tierra. El mensaje que Jesucristo nos comunica va destinado, no
sólo a nosotros, sino a todos los hombres. Él no pone límites a nuestro apostolado. Él no nos envía a
dos ciudades, o a diez, sino a todo el mundo, y a un mundo por cierto muy mal dispuesto. Para este
mundo insípido, para este mundo corrompido por el pecado nosotros debemos ser sal 6. Y, como la
sal que cae en la herida la hacer arder, nosotros tenemos que estar dispuestos a la contradicción, a la
oposición y persecución que desatará el mundo cuando prediquemos a Cristo tratando de curar su
herida abierta por el pecado. Para ser verdaderos apóstoles debemos armarnos de fortaleza, y estar
dispuestos incluso a entregar nuestras vidas por Cristo en el martirio. No menos nos pide el Señor.
El Apóstol debe ser levadura en la masa. La levadura hace fermentar la masa cuando está
mezclada con la harina. Del mismo modo nosotros debemos buscar a los hombres que viven alejados
de Dios, mezclándonos, identificándonos con ellos, como la levadura que, escondida, no desaparece,
sino que, poco a poco, va transformando toda la masa en su propia calidad 7. O sea que sólo
reafirmando nuestra identidad católica podremos transformar este mundo renegado en un mundo
cristiano. Y, para ser levadura para este mundo, si queremos transformarlo debemos primero
formarnos y profundizar nuestra fe con el estudio de la doctrina cristiana.
5. Debemos ser luz, sal, levadura, debemos atraer las almas a Dios por dos caminos. En primer
lugar con las buenas obras, dando al prójimo ejemplo de vida cristiana. Porque, como bien sabemos,
en vano enseña la doctrina cristiana quien la contradice con sus obras 10.
Lo que más nos atrae de nuestro Señor es que Él vivió -y hasta las últimas consecuencias- todo lo
que predicó. ¡Qué gran responsabilidad la de nuestra conducta! No hacemos las obras para que las
contemplen los demás, pero sabemos que, de hecho, muchas veces las verán. 11 Y, si están bien
hechas, serán un eficaz medio de apostolado.
7. ¡A cuántos hombres es preciso llevar todavía a la fe! -nos dice Juan Pablo II-, cuántos
hombres es preciso reconquistar para la fe que han perdido, siendo a veces esto más difícil que la
primera conversión a la fe. Sin embargo la Iglesia, consciente de aquel gran don, del don de la
Encarnación de Dios, no puede detenerse, no puede pararse jamás 14.
1
Pbro Dr. Juan Colombo, Nuevas homilías dominicales; pgs. 175 y 182; Ed. Olivieri y Dominguez; La Plata; 1947.
2
Santos Evangelios; EUNSA; 3º ed, 1995. Nota a Mc 1, 16-20.
3 Juan Pablo I; Homilía 27-8-78 citado en Antología de Textos, voz: Apostolado, Ed. Palabra, 1990
4 Concilio Vaticano II; Decreto Apsotolicam Actuositatem nº 6.
5 Pbro Dr. Juan Colombo; Nuevas homilías dominicales; pgs 184; VI Domingo después de Pentecostés; Ed. Olivieri y
Dominguez; La Plata; 1947.
6 San Juan Crisóstomo Homilía sobre san Mateo nº 15,6 citado en Antología de Textos, voz: Apostolado, Ed. Palabra, 1990
7 San Juan Crisóstomo Homilía sobre san Mateo nº 46 citado en Antología de Textos, voz: Apostolado, Ed. Palabra, 1990
8 San Juan Crisóstomo Homilía sobre san Mateo nº 15 citado en Antología de Textos, voz: Apostolado, Ed. Palabra, 1990
9 Plática Apóstoles II; Retiro Mensual de Miles Christi.
10 San San Atonio de Padua; Catena Aurea 6 pg 101 citado en Antología de Textos, voz: Apostolado, Ed. Palabra,
1990.