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El existencialismo en la filmografía temprana de Antonioni

Héctor Julián Rojas Cuéllar.


Septiembre 2020.
Universidad Nacional.
Facultad de Artes
Sensibilidad y pensamiento cinematográfico.
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1. El grito según Mitry:

Michelangelo Antonioni (Ferrara, 1912) fue un director de cine y autor destacado

en el cine mundial durante su dilatada carrera, donde atraviesa diferentes etapas y va a

desarrollar un estilo personal con unas particularidades que le son propias y reconocibles

al ver sus películas aún hoy, a más de una década de su fallecimiento.

Se suele dividir la filmografía del italiano en varias etapas, la primera de ella, que

es la que nos ocupa, comprende desde su debut en 1945 con Crónica de un amor, hasta El

grito (1957), aunque algunos suelen incluír a Desierto Rojo dentro de éste mismo

universo temático, denominado de la “incomunicación”.

El hilo conductor de ésta serie de filmes son emociones humanas profundas y

trágicas como la soledad, la desilusión, el desasosiego. En cada una de ellas, sus

personajes trastornados, perturbados, o simplemente indiferentes por tenacidad o

ignorancia, se van arrastrando sutilmente, a veces sin darse cuenta, al abismo de la

muerte, la violencia, o el desengaño.

Pero llama la atención que todas éstas temáticas, que bien pueden explotarse hasta

el tedio en el cine por su carácter melodramático, son expuestas con magistralidad y sin

adornos, de una forma que impresiona por su sencillez. Uno bien podría pensar que a

simple vista las películas no tienen mucho carácter expresivo, pero termina

sorprendiéndose al descubrir en cada plano una poesía casi intrínseca, la imagen sola se

muestra como verdad desnuda, sin artificios.

Antonioni, deudor de la nueva ola francesa y pionero en la construcción de lo que


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se llamaría posteriormente neorrealismo italiano, imprime a su obra una personalidad

única, alejándose de los arquetipos recurrentes del cine de la época, que presentaba el

dilema de las clases sociales como unidireccional, plano, como si no tuviera los matices

que explora el director, que nos hace ver una realidad más cruda de lo que parece, donde

burgueses son víctimas del materialismo pero también dejan ver compasión, y obreros

que tienen una vida material sencilla pero suficiente, se ven empujados al abismo de la

desesperanza por las complejas situaciones emocionales que los aquejan.

En El grito (1957), nos encontramos en un pequeño pueblo obrero, en plena

posguerra, donde las dinámicas sociales están cambiando a un ritmo acelerado como las

máquinas que se construyen. Allí conocemos a Aldo, un mecánico que un día se entera

que su amada Irma no le corresponde y que después de 7 años, decide abandonarlo.

Desde aquí empieza el viacrucis de nuestro personaje, que entonces emprende un

viaje desesperado en busca de una explicación a sus penurias, sin encontrar consuelo en

ninguna parte. Así, tiene que retornar al sitio donde lo perdió todo para concluir de

manera radical con su tortura.

Para Mitry (1986), el tema de una película no es más que su significado implícito,

algo que es connotado a través de la representación, y que permanece constante y

progresivo sobre el tiempo. Así, podemos pensar que el tema (o contenido latente) de El

grito de Antonioni parece ser la desilusión y el vacío que produce el desarraigo por una

pérdida afectiva, que se dibuja durante el éxodo del personaje principal. Cada mujer, cada

escenario, cada intento por buscar algo a lo que aferrarse siempre conducía al mismo

desenlace trágico: la desilusión, la marginación, la melancolía.


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Durante la película, que es un preludio de su trilogía de la incomunicación,

observamos el peso que provocan en el espíritu del protagonista las relaciones efimeras

que terminan súbitamente y sin razón aparente, acentuando la sensación de desasosiego.

El paisaje solitario dominado por el frío invierno, llanuras agrestes y niebla,

describe el interior exhausto de Aldo qué viaja a la deriva en una búsqueda sin frutos,

sólo encuentra tristeza y preocupación, parece perturbado cada vez más, como si la carga

que lleva no lo dejara permanecer quieto en un sólo sitio y lo obligara a permanecer

errante para mititgar de aguna forma su insoportable existencia.

Al inicio de la película, en la confesión de Irma, Aldo muestra una ingenuidad

penosa fruto de su sincero amor por ella, y divaga tratando de encontrar las razones

lógicas de aquella traición. Sin embargo, Irma es contundente y le hace saber que se irá

con otro hombre, a lo que el protagonista reacciona con una profunda desilusión,

cuestionándose si todo el tiempo que ha pasado, siete años, ha sido en vano,

derrumbándose su ilusión y cayendo en la amargura de la soledad.

Hacia el final del filme, Aldo, que reflexiona en cada instante si de verdad quiere

estar con cada una de las mujeres con las que se relaciona, vuelve a desilusionarse

cuando entiende que Andreína no sólo es prostituta, sino que aguarda en el fondo de su

corazón amarguras similares a las del él. Es también un ser que se encuentra sin

esperanza, obligado a transitar por el mundo, dejando transcurrir el tiempo con total

indiferencia.

Ella parece ocultarlo muy bien al principio, cuando todo es apariencia, pero en la

escena donde Aldo la sigue al restaurante, le confiesa que ella no es lo que él cree, y
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aunque hace un intento por detener la nueva partida, resulta siendo un esfuerzo en vano,

ya Aldo escapa de nuevo, hacia su destino final.

En cuanto a la forma de la película, Antonioni trata de encontrar la manera

adecuada de representar a cada instante el viaje de Aldo, entonces construye un universo

donde todo lo que ocurre conduce a la misma sensación de ahogo. Cada elemento que

conforma el cuadro, y la narración en si misma, está dispuesto de tal forma que uno se da

cuenta que no podría ser contada de diferente manera, que está allí obedeciendo a una

razón objetiva pero también de fondo (o subjetiva), construyendo así la cualidad

engrandecedora a la que Mitry se refiere en el texto.

La narración se desarrolla de manera simple, cronológica y sin mayores artificios,

lo que en razón al tema de la película da una sensación de vacío, provoca una

instrospección en el espectador, que aunque puede adivinar el desenlace que

inevitablemente se acerca, se deja seducir por la progresión rítmica del film.

Antonioni destaca por su sutileza, casi ascetica, sin melodramas ni

sentimentalismos, construye símbolos que connotan soledad pero que por sí mismos en su

realidad desnuda no aparecen con mayor acento, ni son extravagantes o deformados, por

el contrario, la lógica que constituye el universo de la película tiene sentido completo sin

distraer al espectador en abstracciones o conceptos demasiado elaborados o muy

literarios, como critica Mitry (1986) a Bergman en su film “El silencio”:

... y el problema se plantea menos en términos de realismo o de irrealismo que en

términos de un modo de significación contrario al ejercicio de las imágenes

animadas. Este no consiste en ilustrar conceptos, en introducir símbolos


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preestablecidos o ideas hechas en un drama cualquiera, sino en conmover con

hechos concretos por medio de los cuales se expresan las ideas, con o sin

metáforas, con símbolos o con metonimia. (p.472)

La fotografía está desarrollada para dar una sensación de realidad pero resulta

también altamente expresiva, sirve como atmósfera melancólica. Antonioni se vale de

recursos pictóricos para mostrarnos incomunicación, extrañeza, lejanía, contraste,

impresión, etcétera. Antonioni, de acuerdo con Mitry (1986), expone su punto de vista

siguiendo las pautas de un testimonio y no como si fuera una lección moral, sin embargo

podemos evidenciar rasgos estilísticos en la composición del cuadro en el uso de la

perspectiva, jugando con la sintáxis de la imágen (usando símbolos como las puertas

abiertas o los obstáculos en medio del protagonista y alguna de las mujeres) o los paisajes

desoladores que presenta.

En una de las primeras escenas, cuando Irma y Aldo se encuentran a las afueras de

la casa y ella está a punto de confesar que está enamorada de otro hombre, el cuadro

muestra la cabeza de Irma oculta tras un árbol, mientras sólo se ve su cuerpo y a su lado

Aldo, desconcertado, tratando de entender lo que Irma quiere decirle. No es gratuito que

la cámara deje ver la cara oculta tras el árbol: es la señal de que algo está fragmentado,

connota incomunicación, desbalance, la imagen anticipa la ruptura que está a punto de

suceder.
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Por otro lado, en cuanto a la música del filme, se puede comprender fácilmente

(cualidad única en la música) el tema de la película, las notas del piano evocan soledad y

tristeza, aunque en momentos pareciera que emergen notas alegres, la sensación

provocada es más de extrañeza que de comodidad, como si el autor quisiera transmitir por

medio de aquellos desconcertantes sonidos, la perturbación que sufre Aldo.

El tema musical central de la película, anticipa desde el inicio el carácter que se va

a desarrollar en adelante. El sonido melancólico mientras Irma camina por las calles, con

su cara angustiada, denota que algo la aterra, mientras la música que tiene un “compás

marchante”, deja entrever al espectador que la realidad que está a punto de conocer, está

marcada por la tragedia.

La música nos advierte que la calamidad es inminente, y desde allí en adelante la

compenetración junto con la imagen nos va llevando en un vaivén de sonidos tristes, que

desembocan en el abismo de la muerte.

Como plantea Mitry (1986), y como hemos ya mencionado, en El grito el objeto

representado no es bello por sí mismo, los elementos no están allí sólo para cumplir una
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función estética, lo cual sería sólo “arte funcional” y tampoco están allí sólo como motivo

de una composición pictórica, sino que los objetos aparecen traducidos, se muestran a

través de la pantalla desnudos, con sus cualidades intrínsecas.

Es así que se concibe como tal la obra de arte para Mitry (1986): cuanta más

riqueza y profundidad de detalles haya en los matices de cada cosa representada con

respecto a la idea abstracta que se tiene de ello, mayor es la cualidad engrandecedora, y

por tanto también podemos que según lo planteado por el autor no existe un formalismo

evidente en la película y que es una obra que conmueve profundamente con elementos

sencillos, austeros.

La escena de la carrera de botes, a simple vista parece trivial, casi que puede

provocar extrañeza al espectador, que puede pensar que es un hecho sin relevancia y que

sólo se justifica en la acción donde Elvia y Aldo apuestan una salida a la discoteca en la

noche. Sin embargo, podemos pensar que la velocidad y el vértigo que emanan de la

carrera, se compaginan con el momento emocional que atraviesa Aldo, que aunque

dinámico (porque se está moviendo) está más bien hecho un caos, parece que los botes

atraviesan la pantalla con punzante energía, desgarrando el cuadro, penetrando con

violencia en el agua.
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2. Análisis según Sanchez: La materia prima en El grito se constituye de poesía

en sus diálogos cuidadosamente escritos, aunque no saturados, de sonidos de un piano

melancólico, incluye emociones como la tristeza y la desolación, cubre la traición, el

vacío. Se vale de los paisajes desolados que muestran al personaje como un ser

insignificante incrustado en un universo extraño y hostil, un universo dominado por la

incomunicación.

En la facultad imaginativa de Antonioni, que elabora cuidadosamente cada escena,

se teje una realidad sutilmente ordenada, de tal forma que cada elemento plástico está

dispuesto para completar un todo que nos lleva a percibir cada imagen como triste, opaca,

sombría, pequeños personajes ahogados en paisajes inmensos, y atrapados en no lugares.

Ésta resonancia afectiva que crea el autor por su inteligencia creadora, se muestra

de tal forma que uno reconoce en la película un tratamiento que privilegia la emoción, el

afecto, antes que las ideas que éstas emanan, es decir que al director lo que le interesa no

es tanto hablar de la sociedad como conjunto, sino del individuo despojado de lo material,

único con sus afectos.

Según el planteamiento de Sánchez (1991): “Unidad se refiere a la obra total, a

ese todo cerrado y completo que debe ser cada obra artística, como también al carácter, a

la finalidad, al rasgo repetido y familiar con que cada elemento de la obra aparece

ordenado dentro de un plan o contribuyendo a la expresión de un orden que nace y se

manifiesta progresivamente” (p.35). Es así como podemos ver que El grito goza de

unidad argumental y unidad plástica, la obra aparece como un todo que se complementa y

se sostiene en sí misma, cada objeto representado existe sólo para poder dar a entender lo
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que el autor plantea, su tema o conflicto.

Ésta unidad que se da por medio de una repetición unificante se construye a través

de las vivencias que atraviesa Aldo en cada escena con diferentes mujeres, cada una

distina, con sus propias preocupaciones. Irma, su único amor, ha encontrado a alguien

más, lo que arroja contra el suelo emocionalmente a nuestro protagonista, abismo al que

ya no podrá evitar caer.

Elvia, lo ama más de lo que ella misma (y él) quisiera. El desinterés de él, quien

ama a Irma, y el inminente Romance con Edera, hermana de Elvia, lo persuaden a seguir

su rumbo solitario con Rosina (su hija).

Un caso especial es la relación con la pequeña, que se va desarrollando y

complicando en la medida que Aldo se encuentra con otras mujeres, lo que al principio

parece caer bien a Rosina, que se lleva bien con Elvia, y que incluso llega a entablar una

relación de amistad con el padre de Virginia.

Más adelante la relación padre-hija tiene un momento de profunda emotividad,

cuando durante una escena espeluznante, él la maltrata, y ella, al alejarse de su camino, se

encuentra con unos enfermos mentales.

La relación llega a su punto de inflexión cuando la pequeña descubre a su padre

con Virginia a punto de tener sexo a la orilla de un camino, y todo conlleva a que al final

de la película, Aldo se de cuenta que también se ha vuelto prescindible para su propia

hija, sucede que a pesar de su inocencia ella aprende a vivir sin él, provocando su rotundo

fracaso.

Es así como el autor expone su tema, pero Antonioni no recae en monotonía, y por
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el contrario, nos cuenta la historia desde diferentes perspectivas, en espacios abiertos que

dejan ver la inmensidad de la soledad, en espacios cerrados que agobian la existencia.

Pero según aquella variedad también se encuentra contemplada en las

personalidades de aquellas mujeres que por sus propias razones terminan fracasando en

su intento por entablar alguna relación con Aldo. Irma es infeliz y se siente obligada,

Elvia es una mujer aplomada que quiere un compromiso serio con el hombre del que

siempre ha estado enamorada, y sin embargo no es correspondida. Rosina es una niña

inocente que acompaña a su padre ignorando mucho de lo que él está padeciendo.

Virginia es una mujer bella que lleva a cuestas un negocio por mantener y un padre

alcohólico, de los que quiere desprenderse, y Andreína es una prostituta con vacíos

existenciales casi que equivalentes a los de Aldo.

Éste contraste entre lo que ellas quieren y lo que él desea, acrecenta aún más el

desasosiego que percibe el espectador, que busca en el fondo de su propio espíritu las

razones para comprender las decisiones del protagonista.

Durante la historia el autor nos va dejando comparar situaciones, espacios y

emociones: por un lado tenemos a las mujeres que se presentan como seres que tratan de

sobrellevar el peso de su vida de la mejor manera posible, mientras Aldo sólo puede dejar

que pase el tiempo sin inmutarse, su reflexión es interna, no puede articular palabras para

describir lo que su cuerpo manifiesta, en su mente sólo existe una mujer: Irma.

El espacio en el que se desarrolla la acción también presenta contraste y variedad,

primero tenemos el espacio desolado y fantasmagórico del pueblo para después pasar a

un lugar más tranquilo y soleado que es donde se encuentra Elvia, podríamos decir que
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éste es el espacio más neutral que se consigue.

Después nos encontramos a la deriva en una estación de gasolina que pareciera

estar en el medio de la nada, en un lugar desierto, poco habitado, aislado, sordo.

Finalmente el pequeño espacio que Aldo comparte con Andreína se manifiesta como un

lugar personal, íntimo, que refleja el interior de los dos personajes que se encuentran

atrapados en sus mismas preocupaciones.

Según lo planteado por Sánchez (1991) y analizando detenidamente la película

como un todo, encontramos que la historia lleva consigo una progresión, en cada escena

se van acumulando las emociones vacías que el protagonista experimenta hasta llegar a

puntos álgidos en donde existe un cambio en el personaje. Si bien los puntos de inflexión

más evidentes son al principio y al final de la película durante su transcurso se van dando

sutiles progresiones con respecto a la destrucción emocional que sufre.

Al principio su esposa le confiesa que no lo ama y que tiene otro hombre,

entonces él tiene que emprender un viaje lejos de ella, sin un destino claro. Aquí Aldo

inicia su viacrucis, despojado del ímpetu que tenía mientras vivía con su amada, aún

siendo consciente que era una mujer casada, era feliz. Ahora deambula solitario con sus

penas.

Con Elvia parece que Aldo recupera un poco su compostura, ella es una buena

mujer, y lo ama, pero él no está preparado para ésto y paradójicamente, en vez de

encontrar con ella un consuelo, o un lugar donde permanecer mientras pasa la tormenta,

advirtiendo que es lo mejor (en vez de una aventura con la hermana de Elvia) termina

alejándose sin previo aviso.


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En éste punto ya podemos considerar a Aldo un vagabundo, alguien sin un norte

claro, que titubea siempre que está a punto de dar el siguiente paso, y sin embargo nunca

se detiene, permanece nómada, como si buscara algo que entiende que nunca va a

encontrar.

Con Virginia parece asomarse el optimismo, ella es una mujer llena de vida y que

necesita de un hombre, su trabajo en la estación de gasolina le parece tortuoso y sólo lo

hace porque no tiene más remedio, ningún hombre le ha ofrecido lo que ella desea y por

tanto se encuentra atrapada, “aguardando su príncipe azul”. Lo inesperado sucede cuando

Aldo, que también parece sentirse atraído por la mujer, la abandona sin mediar palabra,

justo después de haber despedido a su hija con rumbo a casa de su madre. Entonces nos

queda la sensación de incertidumbre, ahora nuestro protagonista, despojado de la única

persona que lo ataba, comienza su último camino hacia el ostracismo.

Finalmente, con Andreína Aldo reconoce que no puede encontrar en ninguna otra

parte lo que ha buscado desde su partida, y al encontrarse con un alma similar a la suya,

entiende su destino, y regresa derrotado al lugar de donde intentaba escapar.

Hay un punto de quiebre con su hija en dónde podemos ver la naturaleza agreste

del personaje principal que nos revela algunas razones por las cuales podría sufrir aquella

soledad, tal vez Aldo simplemente no es capaz de despojarse de sus miedos. Al final, al

regresar a su casa, Aldo tiene su punto final, su quiebre total, y cae derrumbado ante el

peso de su existencia, completando así el ciclo total de la historia.

En cuanto a los elementos formales que se componen en su obra, la austeridad y la

complejidad cinematográfica con la que el director va narrando es un claro ejemplo de


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maestría, la sutileza con la que aborda la emoción sin caer en sentimentalismos dejan

entrever las relaciones efimeras en escenarios aislados sin sobrecargarse de elementos,

manteniendo su equilibrio, yendo casi al minimalismo, con auténtica elegancia.

La composición del cuadro, que en Antonioni es de calidad superlativa, juega con

los elementos formales clásicos de la pintura para acentuar su dramaturgia. El horizonte

lejano que muestra al personaje solitario ante la incertidumbre es una imagen recurrente

de todo el film, la perspectiva da dinamismo al cuadro y la cámara danza con los actores,

quienes dentro de su propio movimiento son ubicados en la pantalla siempre de la forma

más adecuada posible.

Antonioni usa la proporción aurea para ubicar a cada elemento en el lugar

indicado, en búsqueda del equilibrio, de la unidad y la variedad en el cuadro, es como si

cada fotograma fuera una pintura con su propia historia por narrar.

El grito Generalmente muestra planos generales o incluso panorámicos, lo que

hace pensar que Antonioni busca representar la soledad y la desolación y que la falta de

primeros planos se ha debido a que busca conmover al espectador por medio del
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distanciamiento enriqueciendo así aún más las composiciones de cuadro.

Sin usar recursos literarios demasiado metafóricos o incluso abstractos, nos

muestra la realidad desnuda de Aldo, a todo lo que se enfrenta a diario en su entorno,

cambiando constantemente de sitio, divagando y titubeando por todos lados sin rumbo

concreto.

En las puestas en escena en donde los personajes interactúan se usa el two shot,

por lo general en planos medios para que podamos captar toda la información corporal de

los personajes que generalmente aporta información valiosa sobre la acción.

Los personajes “danzan” de un lado a otro en el lugar donde están, provocando

reencuadres de la cámara que lo sigue en su movimiento y entonces se enriquece la

acción matizando las relaciones entre Aldo y las mujeres y el espacio que habitan.

En la escena de Aldo con Elvia de fiesta, cuando van a bajar a bailar ella va

delante de él y empieza a bajar la escalera, mientras él, que se ha detenido, deja algo en la

mesa antes de empezar a bajar, en ese instante Elvia lo mira amorosamente mientras en la

música del lugar suena una canción de amor.

3. Análisis comparativo de las películas de la primer etapa: Como hemos visto


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hasta ahora durante esta primera etapa de la filmografía de Antonioni podemos decir que

se encuentran varios temas en común. En primer lugar en los vencidos vimos una

celebración de la violencia que se irá repitiendo en otros filmes, algunas veces no tan

literal, con la recurrente aparición de la muerte, y en especial el suicidio.

Ésto nos lleva a pensar sobre la naturaleza de la temática que expone Antonioni,

que no se enfoca en las casualidades de la vida, sino que va a atacar sus causas, sus

motivaciones, es entonces cuando vemos que la violencia que explora no es de tipo

externo.

Las primeras películas de Antonioni buscan reflexionar acerca del interior del ser

humano, de sus preocupaciones y anhelos, pero sobre todo de sus desdichas, y la

violencia constante que el autor nos muestra vislumbra la infelicidad y el vacío.

Otro tema recurrente es la soledad, que se permea en cada personaje, desde los

italianos hasta Elvia, vemos almas con penas muy grandes que escapan a su propia

capacidad de control, que no ven otra escapatoria sino en el suicidio, o como en el caso

de Elvia, en otra persona.

En la dama sin camelias, la protagonista padece una profunda soledad aunque la

apariencia nos engañe, aunque tiene su alrededor colmado de cosas materiales, y además

ha logrado cultivar la fama, es una mujer dominada, que quiere rebelarse porque se

encuentra demasiado apartada del mundo que la rodea, aunque su ingenuidad la lleve a

pensar que la solución es escapar con otro hombre. El fracaso en su cometido, se

vislumbra cuando observa que el hombre que ella creía su amor, en realidad era un

cobarde disfrazado de Don Juan.


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El fracaso como tema recurrente en Antonioni nos invita a explorar la frustración

que conlleva el no poder llevar a cabo las intenciones que uno tiene en mente, la

fragilidad del ser ante el desvanecimiento de las ilusiones conlleva a decisiones radicales

como Claudio (Los vencidos) que termina muriendo desangrado en su propia casa antes

que afrontar las consecuencias de sus acciones criminales.

Las relaciones amorosas, y el amor en sí mismo, es otro tema que permanece

constante durante las películas estudiadas, aunque la mayor parte de las veces es desde

una perspectiva no tan optimista, manteniéndose fiel a la reflexión existencialista en éste

momento del director.

Para Clelia (Las amigas) el hecho de haber encontrado el amor, no le bastó para

decidir quedarse viviendo en el pueblo, sino que su carácter estuvo por encima y prefirió

irse, después de todo lo que había tenido que vivir en aquel sitio. Uno puede dudar de si

la decisión era la correcta o no, pero lo que más importa en éstos casos de aparente

confusión o “extrañeza argumental” es que es totalmente creíble, es diegética, el

espectador reflexiona y trata de buscar las explicaciones que aunque nunca aparecen

evidentes, en el fondo todos de alguna manera encontramos.


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La desesperación, aparece impregnada en cada instante de película, es uno de los

temas más profundos y palpables, que evidencia la profundidad psicológica de la que son

proveídos los personajes, que resultan en actuaciones contenidas pero de una

expresividad majestuosa.

En el grito, Aldo desesperado busca la forma de hacer entender a Irma que debe

volver con él, al punto de perder la compostura y en un ataque de ira, la cachetea

violentamente y en varias oportnunidades en la plaza del pueblo. Sin embargo al terminar

la faena, él le pide que regrese a casa con él, a lo que ella no accede, acabando de

derrumbar lo poco que le quedaba de dignidad, frente a todo el mundo.

Dentro de las similitudes formales de la serie de películas podemos encontrar el

uso de la cámara en movimiento que hasta el momento aunque era ya frecuente no era

dominado aún por la mayoría de realizadores, el plano secuencia, que será marca

registrada del autor, se manifiesta como el vehículo narrativo por excelencia, ya que

permite una sensación orgánica, contínua.

El movimiento que genera la cámara es en cualquier caso más imperceptible para

el espectador que el corte directo, y de ésta manera Antonioni lo utiliza en las escenas de
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más carga emocional con los personajes, de tal forma que podemos percibir a “tiempo

real” sus sensaciones.

Los planos panorámicos también son un sello personal, figurando como

verdaderos cuadros de paisajes, con una composición delicadamente obtenida y que

contienen una gran carga sentimental, lugares desolados, horizontes lejanos, perspectivas

que muestran personajes alejándose, adentrándose a la incertidumbre de la neblina.

Como curiosidad y contra cualquier pronóstico superficial que uno pudiera

pretender a simple vista, no encontramos muchos planos cerrados y detalles, ésta

curiosidad tal vez se explica por el hecho que Antonioni prefiere mostrar a sus personajes

en su entorno, donde paradojicamente se muestran “desnudos” en la inmensidad del lugar.

Otra característica de las películas hasta aquí es su carácter coral, manifestado en

los personajes (o grupos de personajes) que representan diferentes aspectos de la

psicología humana, algunos cómplices, otros enamorados, algunos grupos compenetrados


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(Los amigos en Los vencidos) o desfragmentados (Aldo y las mujeres en El grito) van

aportando al ciclo de la historia, contrastando y repitiendo los planteamientos de

Antonioni sobre los temas que más lo inquietan.

Finalmente el ritmo en Antonioni es fundamental, yo diría que su característica

formal más elevada, ya que logra mantener la atención en cada momento, sin presentar

una intriga propiamente dicha al estilo clásico, sino que de manera sutil nos va

introduciendo en los estados psicológicos de seres atormentados de deambulan en una

realidad fragmentada y extraña, alienada, hasta sucumbir en la desgracia.

El cine de Antonioni se configura desde temprano en su carrera con elementos

formales cuidadosamente ordenados, lo que ha de preparar el terreno para lo que más

adelante vendrá: la consagración artística ante la crítica y el público.

Los temas que abarca durante su primer etapa van a seguir siendo determinantes al

momento de cultivar más su filmografía, tomando una mayor sofisticación en los años 60

´s y extendiéndose hacia la primera década del siglo XXI, dejando un legado práctico

para futuros realizadores, acudiendo siempre a la sencillez, con un estilo depurado, que

no es ostentoso sino que dialoga con el espectador, buscando conmover por medio de

elementos sublimes, universales pero cuidadosamente seleccionados, magnificando el

objeto representado en algo realmente bello no sólo por su valor estético sino por el

nuevo significado que adquiere al observarse desde una perspectiva totalmente nueva.

El cine de Antonioni en ésta primer etapa, lejos de ser un epítome del arte, es una

introducción a la personalidad del director Italiano, que en aquellas épocas tiene

cuestionamientos de tipo existencialista sobre la naturaleza humana, tema que lo


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acompañará como rasgo distintivo de su estilo.

webgrafía

https://elgabinetedeldoctormabuse.com/2012/01/02/el-grito-il-grido-1957-de-

michelangelo-antonioni/

https://cinemaesencial.com/peliculas/el-grito

https://www.filmaffinity.com/co/user/rating/996980/229932.html

https://www.filmaffinity.com/co/user/rating/178257/229932.html

https://www.filmaffinity.com/co/user/rating/797803/229932.html

https://www.filmaffinity.com/co/user/rating/720406/229932.html

https://www.filmaffinity.com/co/user/rating/998396/229932.html

https://www.filmaffinity.com/co/reviews2/1/229932.html

https://www.euppublishing.com/doi/full/10.3366/sound.2018.0113

https://cinehastaelamanecer.com/2017/03/27/il-grido-el-grito-de-1957-dirigida-po-
michelangelo-antonioni/

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