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El sistema circulatorio está formado por vasos sanguíneos que transportan sangre desde el
corazón y hacia el corazón. Las arterias transportan la sangre desde el corazón al resto del cuerpo,
y las venas la trasportan desde el cuerpo hasta el corazón.
El sistema circulatorio lleva oxígeno, nutrientes y hormonas a las células y elimina los productos de
desecho, como el dióxido de carbono. El recorrido que sigue la sangre siempre va en la misma
dirección, para que las cosas sigan funcionando como deben funcionar.
Estructura general
Vasos capilares: Pequeños ramales de la red sanguínea que llegan hasta los más ocultos recodos
del cuerpo. Ningún tejido del organismo queda al margen del flujo de sangre. Algunos capilares
pueden ser más delgados que un cabello humano.
Arterias: Uno de los dos tipos de conductos sanguíneos mayores, se caracteriza por llevar la
sangre recién oxigenada de los pulmones al corazón y de allí al resto del cuerpo. Contienen la
sangre más roja (debido a un pigmento llamado hemoglobina). Una lesión en una arteria puede
resultar grave, ya que el volumen de sangre que se transporta por ellas es muy grande, y no da
siempre tiempo a reparar la herida para prevenir el desangrado.
Venas: Al contrario de las arterias, estos conductos mayores contienen sangre sin oxigenar, es
decir, la que emprende el viaje de regreso hacia el corazón y luego hacia los pulmones, para
retomar el ciclo. Al igual que las arterias, son ductos voluminosos y un corteo una obstrucción en
las venas suele ser letal.
Funcionamiento y actividad
Las funciones del sistema circulatorio pueden dividirse en tres áreas amplias: transporte,
regulación y protección
Patologías Generales
Aneurisma: se trata de una pequeña cavidad globosa que aparece en las arterias del
cuerpo humano. No es típico de ninguna zona en concreto y puede surgir de forma más o
menos espontánea en lugares tan dispares como el cerebro, los pulmones o el corazón.
Estos problemas tienen mayor incidencia entre los mayores y son más susceptibles de
padecer el problema aquellos con una presión arterial elevada o que no practiquen
deporte en absoluto.
Entre los síntomas que permiten detectar que se está sufriendo un accidente
cerebrovascular están la pérdida de fuerza en las extremidades, el habla impedida, la
merma de la compresión, la pérdida del equilibrio o de la coordinación, los mareos y la
pérdida de visión entre otros.
En muchos casos se trata de arritmias no malignas que si bien pueden ser molestas para el
paciente no suponen ningún peligro para su salud.
En otros casos pueden indicar un problema de mayor profundidad, como por ejemplo, la
predisposición a sufrir un infarto agudo de miocardio.
Infarto agudo de miocardio o ataque al corazón: Esta dolencia requiere una actuación
veloz. Si existe una obstrucción en el corazón que impide el correcto funcionamiento de
este hay que canalizar por un camino alternativo el flujo vascular de forma que se evite la
muerte del tejido cardíaco.
Ocurre más en varones a partir de los cuarenta años, especialmente si están sometidos a
altos niveles de estrés y padecen obesidad. Haber sufrido problemas de corazón
anteriores o alteraciones del ritmo cardíaco aumenta el riesgo de padecer uno de estos
ataques.
Cabe destacar que el ataque al corazón es una de las principales causas de muerte súbita
que existen, pero con una desfibrilación a tiempo se puede revertir. Algo que no ocurre
con otras enfermedades menos frecuentes.
Bibliografía:
https://www.tusaladeespera.es/enfermedades-del-sistema-circulatorio/
http://www.ebooks7-24.com.bibliotecavirtual.unad.edu.co/stage.aspx?il=5348&pg=&ed=