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“Me mata lo que estás haciendo, yo no he hecho nada y es precisamente lo que me está
matando” Marwan (los amores imparables)
juegos olímpicos intercolegiales; entre los mejores colegios rivales de la zona, Julio
Gabancho Enríquez y mi queridísimo José Macedo Mendoza, colegio identificado con los
colores blanco y rojo, el cual tiene dos campus, el primero al frente de una pequeña plaza
del Barrio Túpac Amaru, donde asisten los cachimbos hasta el tercer grado, y el otro, por la
salida de Macusani, para alumnos de cuarto a quinto grado. Los campus son extensos y
llevan el mismo nombre de la persona de quien las donó “Don José Macedo Mendoza”, un
reconocido hacendado de la provincia quién se fué a vivir al extranjero, los salones eran
fríos, pero con la decoración de los concursos que cada año se realizaba, quedada re lindo,
carpetas y sillas marcadas por los anteriores alumnos “aquí estuvo Luis maz nah – 2012”, y
la fachada de color crema con rojo. Por fin, llegó el último día de los juegos olímpicos y
todos tuvimos que asistir al estadio para alentar a nuestro equipo, era el deporte más
esperado, no solo por los estudiantes, también por los profesores y padres de familia. Si se
ganaba este deporte, es como si te hubieras llevado la copa de todas las disciplinas, “el
fútbol”.
Sí el fútbol, mi salón desde ese año empezó a recaudar fondos, fuimos muy
organizados para las actividades y más si se trataba de generar ingresos para nuestro
promoción “Bodas de Oro”, sentía ya toda esa emoción mezclada con adrenalina de solo
pensar en ello; así, nos organizamos para vender algunos bocaditos, y no dejaríamos pasar
esta oportunidad de negocio, puesto que habría bastante concurrencia de alumnos, padres y
docentes. Luego terminamos con la venta del día, casi todos los bocaditos los compró un
hablamos, y en ese momento noté su mirada, con desdén de deseo o tal vez será mi
pompones, los chicos su batuca, las chicharras y en lo más alto del estadio nos acompañaba
la bulla era a todo pulmón, las chicharras, la banda iniciaba con una tonada de tinkus, todos
bailábamos, alumnos, profesores y algunos padres, que se dejaron llevar por la emoción,
pues era la danza con la que cada año nos presentamos en la veneración de la Virgen
contrario, hicieron estallar las batucas con pica pica de papel, unos minutos después inició
el partido, no era una rivalidad de solo fútbol, también de barra e iniciamos los del Macedo,
luego te da en el cu……lo ¡
´uro¡¡k´uro¡- como maldiciendo y no pasaba nada, era efectivo. Pero en el fútbol nada está
dicho hasta que el árbitro dé por finalizado el partido. Llegó el último tiempo, sentía
frustración, desesperación, las ansias me carcomían por dentro para que ya haya un
se entonó la banda, tocó el pito y finalizó el partido. Nos quedamos hasta el final para que
los muchachos de la selección se incorporen a la barra y rumbo a la plaza con ritmo y baile
de tinkus. Hasta las 7 p.m. y luego todos a nuestras casas. Solo se quedaban los profesores
Una semana después, en clases ya no era el tema de las olimpiadas o de los chicos
profesora Roció, era hermosa, labios gruesos usualmente estaba pintado de color rojo mate,
cabello corto lacio color castaño, ojos pardos enormes, cuerpo de sirena, pobre del que no
hiciera la tarea y más del que no entendiera, porque al finalizar de cada clase siempre nos
preguntaba, pero la mayoría lo hacía por miedo, tenía el carácter del demonio, estricta, esa
tarde tuvimos seminarios del autor William Skeaspeare, uno de sus preferidos de la
profesora, finalizó y dejó la tarea para el día siguiente, de Cesar Vallejo, poema Trilce.
Seis de la tarde yo, Ronald, Edu, Meredith, Marvin y Arminda, como todas las
tardes después del seminario, solemos ir a la cafetería, poner chanchita para el pan y cada
despedimos, yo y Armida vivíamos por Cenepa (Patapampa) y el resto por el centro, así
que siempre me iba con ella, pero, alguien nos seguía, entre la oscuridad, le dije a Armida
que aceleráramos el paso, él hizo lo mismo, me asusté y me detuve, lo mire bien y era el
amigo de mi hermano, Erick, enseguida me despreocupe, llegué a casa, dónde vivíamos yo,
mi hermana Denis, Javier mi hermano y un tío, primo de mamá; entre a la cocina y solo vi a
Salió Javier y lo hizo pasar, subí a mi cuarto y mi hermana que estaba a lado con su
Quince minutos después trajo una taza de té, me lo tomé de un solo sorbo, todo se
Abrí los ojos, escuché una respiración cerca de mí, sentí mi cuerpo entumecido por
el peso de alguien que no me dejaba respirar, sentí las manos pesadas para poder quitarlo de
encima, recorrí mentalmente mi cuerpo de abajo para arriba, antes de sentir su piel desde la
cintura para abajo, un frío fugaz paso por todo mi cuerpo, entre las piernas algo mojado, su
hermano.