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Lectura 3 - Las Funciones Del Derecho de Daños, La Responsabilidad Por El Hecho Propio, Ajeno y de Las Cosas. Responsabilidades Especiales PDF
Lectura 3 - Las Funciones Del Derecho de Daños, La Responsabilidad Por El Hecho Propio, Ajeno y de Las Cosas. Responsabilidades Especiales PDF
9.1.1. Concepto
La reparación del daño consiste en “el cumplimiento de una obligación a cargo del
responsable y a favor del damnificado, que tiene por objeto resarcir el daño injustamente al
acreedor”1. En este sentido, la reparación constituye, en una perspectiva netamente jurídica, el
restablecimiento del equilibrio preexistente que fuera alterado por el evento dañoso, y el
cumplimiento de la justicia y la equidad. Por medio de la misma, se intenta colocar al damnificado
en la misma situación en la que se encontraba antes del hecho dañoso, en cuanto esto sea
posible, desmantelando los efectos del ilícito.
El fundamente del resarcimiento está dado por el principio de justicia que impone dar a
cada uno lo suyo, debiendo restablecer el equilibrio alterado por el perjuicio causado.
9.1.3. Caracteres
Cuando la indemnización intente reparar el daño derivado de la ejecución de un acto ilícito
en sentido estricto, la reparación tiene carácter de obligación autónoma y reconoce su fuente en el
acto ilícito.
1
PIZARRO, RAMON DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, Ob. Cit. T. III. Pág. 162.
Del mismo modo que no hay plena identificación entre el concepto jurídico de daño y el
daño efectivamente sufrido por el individuo, el resarcimiento jurídico es diferente al quantum
verdaderamente sufrido. El contenido jurídico se determina por medio de la relación de causalidad
adecuada existente entre el hecho generador y el perjuicio, que tiene entre sus funciones la de
determinar hasta dónde llega la obligación resarcitoria, de acuerdo a un régimen predeterminado
de imputación de consecuencias.
En ese sentido, según nuestra ley el daño imputable al autor de un ilícito es por regla el
que se haya en conexión causal adecuada con ese acto, o sea las consecuencias normales, y
previsibles de su acto (art. 903 y 904 C.C.) Como se puede observar, existe una fuerte vinculación
entre el principio de reparación plena e integral y el régimen predeterminado de imputación de
consecuencias consagrado por nuestro Código Civil.
En cuanto al principio de la reparación plena o integral del daño y la medida del contenido
del daño, podemos decir que una cosa es determinar la existencia del daño y hasta dónde se
extiende, y otra es medir ese daño a fin de traducirlo en una indemnización. En efecto, una vez
determinado el daño resarcible, el principio de la reparación plena o integral es utilizado a fin de
lograra la razonable equivalencia jurídica entre el daño y la reparación.
El principio de reparación plena e integral es uno de los grandes pilares sobre los que se
asienta el derecho moderno de daños, en la búsqueda de una justa y plena reparación del daño
causado. En esta tarea, se intenta que la víctima sea resarcida en forma plena o integral, y a la
vez asegurar al responsable que no asumirá una obligación mayor al daño que ha causado.
VENTAJAS DESVENTAJAS
2
PIZARRO, RAMON DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, Ob. Cit. T. III. Pág. 183.
3
PIZARRO, RAMON DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, Ob. Cit. T. III. Pág. 183 y ss.
Esta norma funcionó por décadas sin dificultades, de suerte que aún luego de la reforma
de 1968 la cultura jurídica argentina mantiene arraigado dicho régimen.
La ley 17.711, sin embargo, inspirada en los art. 249 Cód. Alemán, el art. 2058 del Cód.
Italiano y las recomendaciones propiciadas por el III Congreso Nacional de Derecho Civil (1961),
modificó el art. 1083 que actualmente reza: “El resarcimiento de daños consistirá en la reposición
de las cosas a su estado anterior, excepto si fuera imposible, en cuya caso la indemnización se
fijará en dinero. También podrá el damnificado optar por la indemnización en dinero.”
Pese a que la norma no lo menciona, Pizarro y Vallespinos4 nos recuerdan que en otros
supuestos tampoco procede la reparación en especie, ante la excesiva onerosidad de la misma
que importe un ejercicio abusivo del derecho por parte del acreedor a la reparación (art. 1071
C.C.) o sea procedente la reducción de equidad que prevé el art. 1069 C.C.
La interpretación que compartimos del art. 1083 C.C. es que el mismo consagra una
obligación alternativa irregular (art. 635 C.C.) con lo cual el acreedor podrá optar por la forma y
4
PIZARRO, RAMON DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, Ob. Cit. T. III. Pág. 211.
c) Que no importe un ejercicio abusivo del derecho (art. 1071 C.C.) La doctrina
mayoritaria admite que la reparación en especie no opera cuando la misma importe un ejercicio
abusivo del derecho (art. 1071 C.C.). En tal caso, se podrá solicitar la indemnización pecuniaria.
Corresponde al deudor alegar y probar dicha onerosidad excesiva.
1. Daño patrimonial directo: El mismo es el que recae ´´directamente´´ sobre las cosas o
bienes. En este caso se deberá el valor ordinario del bien más el valor subjetivo (material o
espiritual) en función de las circunstancias del caso. Es decir que si bien el valor indemnizatorio
coincide con el valor del bien en plaza o mercado, en el caso concreto podría aumentarse el
mismo en función del valor subjetivo del mismo.
Excepcionalmente, la ley sólo toma en cuenta el valor objetivo (vgr. art. 173 Cód. Com.)
2. Daño patrimonial indirecto (art. 1068 C.C.): El daño patrimonial indirecto recae en la
persona, los derechos o facultades de la víctima. El principio del interés tiene un sentido aun más
5
PIZARRO, RAMON DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, Ob. Cit. T. III. Pág. 216 y ss.
c) Valoración y cuantificación del daño: La valoración y cuantificación del daño son dos
operaciones diferentes. La valoración del daño implica constatar su existencia y entidad cualitativa
(aestimatio) del daño. Se constata la existencia en el mundo de los hechos. Posteriormente se
produce la cuantificación del daño (taxatio) que implica traducir y liquidar dicho perjuicio en una
indemnización. (Ver Pizarro y Vallespinos6)
a) Concepto
Nuestro Código Civil define a la cláusula penal como “aquella en que una persona, para
asegurar el cumplimiento de una obligación, se sujete a una pena o multa en caso de retardar o
de no ejecutar la obligación.” (art. 652 C.C.)
La cláusula penal es una estipulación de carácter accesorio, que tiene por finalidad
asegurar el cumplimiento de la relación principal, ya que media la imposición de una pena privada
a la que se somete el deudor en caso de operar el incumplimiento de su prestación. En tal sentido,
posee una función compulsiva, ya que implica la procedencia de la penalidad en caso de
inejecución absoluta o relativa de la prestación comprometida. Sumado a ello, posee una función
resarcitoria, ya que importa una predeterminación convencional y anticipada de los daños y
perjuicios que se pagarían en caso de incumplimiento. Esto tiene sus ventajas prácticas, ya que
dejan clara la existencia y cuantía del daño anticipadamente.
6
PIZARRO, RAMON DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, Ob. Cit. T. III. Pág. 220 y ss.
b) Caracteres
Los caracteres de la cláusula penal son:
a) Voluntaria
b) Accesoria
c) Condicional
d) Preventiva
e) Subsidiaria
f) Definitiva
g) Relativamente inmutable
h) De interpretación restrictiva
7
PIZARRO, RAMON DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, Ob. Cit. T. III. Pág. 47 a 50.
8
PIZARRO, RAMON DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, Ob. Cit. T. III. Pág. 196.
Existen otros modos de reducción que no tienen vinculación directa con el principio de
reparación plena o integral:
a) Exclusión de la legitimación activa a determinados damnificados (vgr. art. 1078 C.C.)
b) Exclusión de ciertas categorías de daños.
c) Aumento de requisitos para dificultar el ejercicio de la acción resarcitoria (vgr. doctrina de la real
malicia en materia de prensa)9.
10.1.3. Derecho Comparado
9
PIZARRO, RAMON DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, Ob. Cit. T. III. Pág. 195 y ss.
La mayor parte de los recientes proyectos de reforma al Derecho Privado, al igual que en
el Derecho Comparado, adoptan con firmeza el principio de prevención del daño. En concreto lo
hacen el Proyecto de Código Único de 1987, el Proyecto del Poder Ejecutivo de 193 y el Proyecto
de 1998.
10
PIZARRO, RAMON DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, Ob. Cit. T. III. Pág. 247y 248.
El instituto de los daños punitivos ha sido definido como “sumas de dinero que los
tribunales mandan a pagar a la víctima de ciertos ilícitos que se suman a las indemnizaciones por
daños realmente experimentados por el damnificado, que están destinados a punir graves
inconductas del demandado y a prevenir hechos similares en el futuro” 11
En los Estados Unidos la implementación de penas privadas se ha dado a través de los
“punitive damages” o daños punitivos en su traducción al español. Para la concepción
anglosajona, no cualquier acto ilícito es dable de generar aplicación de los daños punitivos. En
efecto, para que procedan se requieren una particular subjetividad en la conducta del dañador.
Esto es mucho más que la mera negligencia, se requiere temeridad, malicia, mala fe, malignidad,
etc. La falta debe ser grave y debe manifestar un carácter objetivamente antisocial en la conducta.
Veamos ejemplos en los cuales se considera aplicable esta pena:
a) Cuando el productor o proveedor de servicios ha tenido información respeto a los riesgos o
vicios de un producto y aun así, los comercializó.
b) Cuando teniendo esa información no remedió el peligro, ni procuró reparar o reemplazar
dichos productos, comercializándolos en el estado en que se encontraban.
c) Cuando conociendo los peligros del producto los ocultó tratando de engañar a los
consumidores o usuarios.
d) En cualquier supuesto que demuestre una obtención dolosa o culposa de beneficios
derivados de tales inconductas
e) En supuestos en los cuales el costo social generado por la conducta antijurídica es
superior respeto del daño individual causado al perjudicado.
En nuestro país tenemos una sola experiencia respecto de los daños punitivos y está
contemplado en el art. 52 bis de ley 24.240 (modif. por ley 26.361 B.O. 07.04.2008) que reza:
"Daño punitivo. Al proveedor que no cumpla sus obligaciones legales o contractuales con el
consumidor, a instancia del damnificado, el juez podrá aplicar una multa civil a favor del
consumidor, la que se graduará en función de la gravedad del hecho y demás circunstancias del
caso, independientemente de otras indemnizaciones que correspondan. Cuando más de un
proveedor sea responsable del incumplimiento responderán todos solidariamente ante el
consumidor, sin perjuicio de las acciones de regreso que les correspondan. La multa civil que se
imponga no podrá superar el máximo de la sanción de multa prevista en el art. 47, inc. b de esta
ley".
Tal como veremos seguidamente y dada la deficiente redacción de la norma, esta
incorporación de la figura, lejos de dar un cierre al tema, lo ha intensificado. Es inapropiada la
11
PIZARRO, RAMON DANIEL., “Daños Punitivos, en Derecho de Daños, Segunda Parte, La Rocca, Buenos Aires, 1993, p. 291.
12
LIBRIZZI, MARÍA FLORENCIA “Reflexiones sobre las vías idóneas para desmantelar los efectos del ilícito lucrativo en el ámbito del
derecho del consumidor: Los daños punitivos y el enriquecimiento sin causa.” en Revista Jurídica Será Justicia, Noviembre 2009.
El proyecto de 1998, con muy buen criterio, regula los daños punitivos en su art. 1587 que
prescribe: “MULTA CIVIL. El tribunal tiene atribuciones para aplicar una multa civil a quien actúa
con grave indiferencia respecto de los derechos ajenos o de las intereses de incidencia colectiva.
Su monto se fija tomando en consideración las circunstancias del caso, en especial los beneficios
que aquél obtuvo o pudo haber obtenido con su conducta, y tiene el destino que le asigne el
tribunal por resolución fundada.”
La norma ha sido revolucionaria y ha tenido gran apoyo, ya que podría alcanzar el pleno
desmantelamiento de los efectos de numerosos ilícitos, y convertirse en un instrumento eficaz y
realista de prevención del daño por medio de la sanción de inconductas graves13.
13
PIZARRO, RAMON DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, Ob. Cit. T. III. Pág. 258.
a) Contenida en el art. 907 C.C. se funda en el principio del enriquecimiento sin causa. La
norma textualmente reza: “Cuando por los hechos involuntarios se causare a otro algún daño en
su persona y bienes, sólo se responderá con la indemnización correspondiente, si con el daño se
enriqueció el autor del hecho, y en tanto, en cuanto se hubiere enriquecido.”
14
PIZARRO, RAMON DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, Ob. Cit. T. IV .Pág. 208 y ss.
En efecto, para que se configure el segundo supuesto regulado por el art. 907 C.C.
(equidad) es necesario:
Una doctrina, apegada a un subjetivismo excesivo sostiene que los hechos ilícitos que no
son delitos serían los cuasidelitos, entendiendo al cuasidelito como el acto ilícito logrado con
culpa, pero no con dolo. De acuerdo con esta línea de pensamiento, quedarían fuera de
explicación dónde ubicaríamos los supuestos de responsabilidad objetiva.
Otra tesis, con mejor criterio, sostiene que la locución ´´hechos ilícitos que no son delitos´´
debe ser interpretada laxamente e incluiría todo hecho ilícito no delictual que genere obligación de
resarcir sin importar el factor de atribución. En consecuencia tanto se trate de supuestos de
responsabilidad con factor subjetivo de atribución (culpa) o supuestos con factor objetivo de
15
PIZARRO, RAMON DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, Ob. Cit. T. IV .Pág. 200 y ss.
La extensión del resarcimiento en caso de un delito es más extenso que en el caso de los
ilícitos que no son delitos. Concretamente, si bien el módulo básico de reparación, en ambos
supuestos, incluye las consecuencias inmediatas y mediatas previsibles (Ver Módulo II), en caso
de los delitos, pueden extenderse a las consecuencias causales cuando “debieron resultar, según
la mira que tuvo al ejecutar el hecho” (art. 905 C.C.) Hay que tener en cuenta que las
consecuencias casuales son imprevisibles y sólo excepcionalmente son imputables al autor del
hecho, cuando medie previsibilidad subjetiva concreta del autor.
En caso de delitos civiles, la obligación de reparar el daño es solidaria sobre “… todos los
que hubieran participado en él como autores, consejeros, o cómplices, aunque se trate de un
hecho que no sea penado por el derecho criminal” (art. 1081 C.C.) Por el principio de que no es
posible alegra su propia torpeza, la ley no les reconoce acción recursoria entre los dañadores (art.
1082 C.C.), convirtiéndose ésta en una solidaridad categórica y absoluta.
En el caso de los responsables de un ilícito culposo que no es un delito (art. 1109 C.C.) la
regla es la responsabilidad solidaria. Existen sin embargo supuestos de mancomunación simple
(art. 1121 y 1135 C.C.) De todos modos, la principal diferencia que existe entre éstos y los delitos,
es que la ley les reconoce a los participantes del ilícito culposo la posibilidad de entablar acción
recursoria contra los demás (art. 1109 C.C.)
Cuando el supuesto sea un hecho ilícito que no sea delito con factor objetivo de atribución,
podemos encontrarnos antes responsabilidades solidarias (art. 40 Ley 24.240), meramente
concurrente (art. 1113 párr. 2 últ. Parte). Se les reconoce, asimismo, la acción de regreso.
c) Reducción de equidad:
16
PIZARRO, RAMON DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, Ob. Cit. T. IV .Pág. 204 y ss.
11.2.3. Delitos
Nos remitimos a lo analizado en el apartado anterior (11.2.2.) y a la bibliografía obligatoria
allí señalada.
11.3.1. Caracterización
La responsabilidad por el hecho ajeno normalmente gravita en la responsabilidad del
principal por el hecho del dependiente, y de los padres, tutores y curadores por los daños
causados por los hijos, pupilos e incapaces.
a) El deudor por los auxiliares que utiliza para cumplir con la obligación.
c) Los padres por el hecho de los hijos menores que viven con ellos.
17
PIZARRO, RAMON DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, Ob. Cit. T. IV .Pág. 424 a 428.
18
PIZARRO, RAMON DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, Ob. Cit. T. IV .Pág. 424 a 488.
b) Puede estar atrapada por un factor subjetivo de atribución (vgr. responsabilidad de los
padres, tutores y curadores) u objetivo (vgr. responsabilidad del principal por el hecho del
dependiente). En el primer caso, existe una presunción de culpabilidad iuris tantum, que permite al
demandado probar que no existió culpa de su parte (art. 1114 y 1117 concs.) En el segundo caso,
la presunción es inexcusable, por lo cual sólo se admite la prueba de la ruptura del nexo causal
(art. 1113, 1118 y 1119 C.C.)
c) Encontramos supuestos de responsabilidad por el hecho del otro en los que el único
legitimado pasivo es el responsable indirecto (vgr. responsabilidad de los padres por los daños
causados por hijos menores de diez años), y otro en los cuales frente a la víctima deben
responder en forma indistinta el autor material del daño (vgr. el dependiente o el menor mayor de
diez años), o el responsable indirecto (vgr. los padres del menor, el principal).
12.1.1. Caracterización
Se han realizado diferentes formulaciones respecto a qué debe entenderse por el hecho de
la cosa19. La autorizada opinión de Pizarro y Vallespinos indica que para la configuración del
´´hecho de la cosa´´ es necesario que la misma haya intervenido activamente en la producción del
daño, escapando del control del guardián.
Veamos en detalle la distinción entre el hecho del hombre y el hecho de la cosa:
19
Ver PIZARRO, RAMON DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, Ob. Cit. T. IV .Pág. 530 a 533.
20
PIZARRO, RAMON DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, Ob. Cit. T. IV .Pág. 527 y ss.
De una atenta lectura del artículo 1113 C.C. en su versión actual, contemplamos dos
supuestos diferentes:
a) Daños causados ´´con´´ la cosa, en donde rige una presunción ´´iuris tantum´´ de culpa
sobre el guardián y el dueño.
b) Daños causados ´´por el riesgo o vicio de la cosa´´, en la cual los sindicados como
responsables deberán demostrar la ruptura del nexo causal para eximirse.
Existen diversas interpretaciones del art. 1113 C.C. Las analizaremos a continuación:
a) Doctrina mayoritaria:
La reforma había mantenido la diferenciación entre los daños causados ´´con´´ la cosa y
´´por´´ las cosas. En ese sentido esta posición sostiene que la reforma no sólo mantiene la
distinción entre ´´hecho del hombre´´ y ´´hecho de la cosa´´ sino que en realidad lo impone.
Conforme a estas ideas se deben distinguir tres supuestos:
1. Los hechos puros del hombre sin utilización de cosas (vgr. golpe de puño). Estos
supuestos quedan englobados dentro del art. 1109 C.C. debiendo la víctima probar la culpa del
agente.
2. Los perjuicios causados ´´con´´ las cosas (art. 1113, párr. 2, parte 1 C.C.) Se trataría de
un hecho del hombre en el cual utilizaría una cosa como instrumento o medio para causar un
daño. En este supuesto la culpa del guardián o dueño de la cosa sería presumida iuris tantum, y
podría ser desvirtuada por ellos mediante la prueba de la no culpa.
3. Los daños causados por el ´´riesgo o vicio´´ de la cosa, que derivarían de la acción de
una cosa sin autoría humana.
a) De acuerdo a ella se produce un vaciamiento del art. 1109 C.C. que contemplaría
magros supuestos como son los daños causados por el hombre sin utilización de cosas (vgr.
injurias, golpe de puños, etc.)
1. Daños producidos por el hecho del hombres sin utilización o empleo de cosas (art. 1109
C.C.)
2. Daños causados por el hombre ´´con´´ las cosas (art. 1113, parte 1ra., ap. 2)
3. Daños causados por el riesgo o vicio de la cosa (art. 1113, parte 2da, ap. 2)
b) Opinión de Dr. Alfredo Orgaz: De acuerdo a esta postura habría que distinguir dos
supuestos:
1. Daños causados por el hecho del hombre, con o sin utilización de cosas, siempre que
sea un mero instrumento (art. 1109 C.C.)
2. Daños ´´con´´ las cosas: Manifiesta que la ley sólo hace alusión a las cosas que sin
riesgos o vicios, deben ser ´´guardadas´´ para que causen peligro y no a las cosas que son
inofensivas y que sólo pueden dañar como instrumentos pasivos del hombre. Dentro de los
ejemplos utilizados por este maestro están la humedad de las paredes contiguas por causas
evitables, la caída de una maceta colocada en una ventana, etc.
Por último, agrega Orgaz, que la norma establece una distinción entre cosas que
normalmente no ofrecen peligro (daños con las cosas) y cosas que sí son peligrosas por sí
mismas (explosivos, etc.)
1. El hecho del hombre sin necesidad de diferenciar si ha utilizado una cosa o no (art. 1109
C.C.)
2. Daños causados por cosas inofensivas en sí mismas (art. 1113, 2do. Párr. 1ra Parte)
3. Daños derivados de cosas intrínsecamente peligrosas o en mal estado (art. 1113, 2do.
Párr. 2da. Parte).
Sin embargo, señala que el art. 1113 C.C. no regula en daño causado por la cosa riesgosa
o viciosa, sino el ocasionado por el riesgo o vicio de la cosa y que en consecuencia es
intrascendente la autonomía o dependencia de la cosa en relación a la conducta humana.
1. Daños causados por el hecho del hombre sea que se cause con el empleo de una cosa
que actúa dócilmente en sus manos o sin ella (art. 1109 C.C.)
2. Daños causados con las cosas (art. 1113, párr. 2, parte 1ra.) Es el supuesto de daño por
el hecho de la cosa, que actúa activamente escapando del control del guardián. Sin embargo,
estas cosas son normalmente inofensivas. Ejemplos de esto encontramos en el supuesto de la
caída de un árbol por causas ordinarias, la humareda excesiva del horno sobre casas vecinas,
humedades en paredes por causas evitables, etc.
3. Daños causados por el riesgo o vicio de la cosa (art. 1113 C.C., párr 2do. Parte 2da.)
Esta categoría abarca los supuestos de daños causados por hechos de la cosa, que interviene
activamente, pero que por su naturaleza, estado o modo de utilización encierra riesgos a terceros.
4. Daños causados por actividades riesgosas con o sin cosas (art. 1113 C.C.) De acuerdo
a estos juristas el artículo referido rectamente interpretado permite incluir a las actividades
riesgosas. Consideran que una interpretación flexible de este artículo es armónica al espíritu de la
ley que asienta su seno en la idea de riesgo creado, más que en la cosa, el dueño y el guardián.
Si bien es lo esperado para todos los contenidos de la materia, dada la importancia de esta
temática y los distintos ribetes a tener en cuenta, recalcamos la importancia de un estudio
profundo de la bibliografía obligatoria21.
La reforma producida en el año 1968 por medio de la Ley 17.711 introdujo formalmente al
Código Civil a la responsabilidad civil por riesgo o vicio de la cosa, con fundamento en el riesgo
creado (art. 1113 C.C.). De tal modo, se consolidó el proceso de aproximación entre el régimen de
la responsabilidad civil por riesgo o vicio de la cosa inanimada y la responsabilidad civil por los
daños causados por los animales.
21
PIZARRO, RAMON DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, Ob. Cit. T. IV .Pág. 527 a 609.
d) Otros posibles legitimados pasivos: En ciertos casos, la ley pone en cabeza de los
legitimados pasivos dichas responsabilidades, sin que las mismas sean excluyentes de
responsabilidades de otros agentes. Según una importante doctrina y jurisprudencia, las empresas
concesionarias de peaje y el propio Estado por incumplimiento de su deber de policía pueden ser
responsabilizados antes los daños causados por animales sueltos en la ruta22.
22
PIZARRO, RAMON DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, Ob. Cit. T. IV .Pág. 579 a 591.
Con respecto a la diferenciación entre animal doméstico y feroz, la reforma introducida por
la ley 17.711 al art. 1113 C.C. ha causado que la misma pierda toda importancia. Esto es así, ya
que en todos los casos el fundamento de la responsabilidad radica en el riesgo creado.
23
PIZARRO, RAMON DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, Ob. Cit. T. IV .Pág. 587 a 597.
24
PIZARRO, RAMON DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, Ob. Cit. T. IV .Pág. 590..
La otra opinión, considera que la letra y espíritu de la ley no promueve una responsabilidad
objetiva subsidiaria y excepcional, sino que se encuentran en igual jerarquía que la culpa. Esta
conclusión lleva a suponer que se puedan realizar interpretaciones extensivas del art. 1113 C.C.
Autores de la jerarquía de Pizarro y Vallespinos, sostienen que el art. 1113 párr. 2do.
Segundo supuesto del Código Civil contempla la responsabilidad civil por actividades riesgosas
con cosas o sin ellas25.
12.3.2. Fundamento
El fundamento de la responsabilidad por daños causados por actividades riesgosas radica
en el riesgo creado o de empresa (art. 1113 C.C.)
La actividad riesgosa se puede proyectar espacial y temporalmente de modo tal que sean
varios los obligados a resarcir concurrentemente. En caso que la legitimación pasiva sea plural (de
modo simultáneo, compartido o sucesivo) todos responden concurrentemente frente al
damnificado (art. 1113 C.C.) salvo que la solidaridad esté establecida por ley (art. 40 Ley 24.240).
12.3.4. Eximentes
Las eximentes que rigen esta responsabilidad son las del sistema de responsabilidad
objetiva: Caso fortuito, hecho de un tercero por quien no se debe responder, hecho de la víctima.
(ver Módulo 2) Sin embargo podemos agregar algunos aspectos puntuales, siguiendo las
enseñanzas de Pizarro y Vallespinos27:
25
PIZARRO, RAMON DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, Ob. Cit. T. IV .Pág. 600.
26
PIZARRO, RAMON DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, Ob. Cit. T. IV .Pág. 602.
27
PIZARRO, RAMON DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, Ob. Cit. T. IV .Pág. 603.
c) Es inapropiado el criterio que propicia el Proyecto de 1998 por cuanto sólo admite la
eximente de culpa del damnificado. Se deben admitir el hecho de un tercero por quien no se deba
responder y el hecho de la víctima.
c) La responsabilidad del principal por el hecho del dependiente puede experimentar una
mutación desplazándose a l ámbito de los daños causados por el hecho propio. Quien utiliza un
dependiente amplia su esfera de acción, respondiendo por sus actos en forma objetiva.
f) La responsabilidad por daño ambiental queda atrapada por estas normas, más allá de la
plena vigencia de la normativa específica.
g) Los daños sufridos en espectáculos públicos deportivos, al igual que otro tipo de
espectáculos públicos (conciertos, etc.) caen en la esfera de las actividades riesgosas.
Los Códigos de Portugal, Hungría de 1959, Méjico, Perú de 1984, Bolivia de 1975 y
Paraguay contemplan asimismo regulaciones expresas sobre esta problemática. Algunos de estos
En Argentina, diversos Proyectos de Reforma han regulado de uno u otro modo el tema.
Veamos los principales:
a) Proyecto de 1954:
Regula por primera vez en el derecho argentino la responsabilidad proveniente del ejercicio
de la actividad peligrosa sea por su naturaleza o por los medios empleados. Asimismo, agrega
que aunque no se obre ilícitamente, el obligado deberá responder, salvo que obre culpa
inexcusable de la víctima o caso fortuito. El Proyecto de la Comisión designada por dec. 468/92
del Poder Ejecutivo mantiene la tendencia del Proyecto de 1954.
Su art. 1665 reza: “Quien realiza una actividad especialmente peligrosa o se sirve u
obtiene provecho de ella, por sí, o por terceros, es responsable del daño causado por esa
actividad. Se considera especialmente peligrosa a la que, por su naturaleza o por las sustancias,
instrumentos o energía empleados, o por las circunstancias en las que es llevada a cabo, tiene
aptitud para causar daños frecuentes o graves. Queda a salvo lo dispuesto por la legislación
especial.”
Cabe destacar que dentro de los productos defectuosos se distinguen normalmente tres
tipologías básicas de peligrosidad: a) Los vicios de fabricación, b) Los vicios de concepción
(diseño, proyecto y construcción) c) Los vicios de comercialización (instrucciones o
28
PIZARRO, RAMÓN DANIEL, ´´Responsabilidad Civil por Riesgo Creado y de Empresa´´ T. II. Edit. La Ley. Pág.
295 y ss.
a) Defectos de fabricación:
Aparecen de modo aislado en una o varias unidades de una serie, son regulares y pueden
producirse por falla de alguna máquina o por error humano durante la producción. Normalmente el
producto se desvía del diseño previsto en virtud de estas deficiencias que no son detectadas y
que lo tornan inepto para su destino. Estas fallas son habitualmente previsibles estadísticamente
dentro de los índices de falibilidad de un proceso de producción. En tal sentido, también son
difícilmente evitables en tanto están incluidas en el porcentual de riesgo no susceptible de ser
eliminado en términos de eficiencia económica. Ejemplos de estos tipos de daños son los que se
producen durante las etapas de fabricación, montaje, manipulación o acondicionamiento de
productos.
b) Defectos de diseño:
Los mismos no afectan a una unidad individual, sino a toda la serie, obedeciendo a
deficiencias en el proceso de diseño y proyecto del producto. Normalmente involucran fallas de
decisión empresarial previa a la fabricación del producto, ensamblado del producto y control de
calidad. Dado que los proveedores de bienes y servicios son profesionales, se espera de parte de
ellos la conducta de expertos. Este tipo de defectos son evitables, pero difícilmente previsible
estadísticamente.
Estos defectos se suelen presentar en productos que pese a haber sido fabricados para el
uso al que se destinan, por tener determinadas características peligrosas, previsibles para
terceros, por su complejidad o por cualquier otra razón deben ir acompañados con instrucciones
sobre el modo de empleo a fin de prevenir daños al destinatario del producto. Cuando el producto
no advierte adecuadamente los riesgos que su uso implica, o el modo de utilización seguro y
adecuado, causando un daño al usuario o consumidor, el proveedor profesional podrá ver
comprometida su responsabilidad.
29
PIZARRO, RAMÓN DANIEL, ´´Responsabilidad Civil por Riesgo Creado y de Empresa´´ T. II. Edit. La Ley. Pág.
352 y ss.
30
PIZARRO, RAMÓN DANIEL, Ob. Cit. T. II Pág. 354 y ss.
12.4.5. Prueba
Respecto de la prueba, como regla quien tiene una pretensión debe demostrar la
existencia del daño, el defecto del producto y la relación de causalidad entre el daño y la conducta
del sindicado como responsable. Ya que se trata de supuestos de responsabilidad objetiva, no
corresponde probar la culpa de los legitimados pasivos.
Rigen en esta cuestión todos los principios generales de la carga probatoria, y se admite
todo medio de prueba e inclusive presunciones. En ciertos casos, la teoría de las cargas
probatorias dinámicas posee un papel protagonista conduciendo en numerosas ocasiones a la
inversión de la carga probatoria. En ese sentido se ha dicho que una vez demostrada la
intervención activa de la cosa y su conexión causal con el daño, se puede presumir que el
detrimento se ha generado por el riesgo o vicio de la cosa (presunción de adecuación causal).
Riesgo de Desarrollo:
Se entiendo por riesgo de desarrollo a aquél que surge del defecto de un producto que al
tiempo de su introducción al mercado era considerado inocuo, de acuerdo al estado de los
conocimientos técnicos y científicos existentes en ese momento, resultando su peligrosidad
indetectable pero cuya nocividad es puesta de manifiesto posteriormente31.
Se discute si el proveedor profesional debe responder por los daños causados en tales
circunstancias o si por el contrario dicha circunstancia constituye una eximente.
Este tema es por demás complejo y opinable y ha dado lugar a una seria controversia aún
no terminada en Estados Unidos y Europa.
31
PIZARRO, RAMÓN DANIEL , Ob. Cit. T. II Pág. 391 y ss.
Este estado actual de las cosas nos obliga a reflexionar sobre los fundamentos de la
eximente y a analizar las bondades de su aceptación o rechazo. Debemos considerar que el
derecho de daños visto desde su faz resarcitoria, está encaminado a determinar la justa
distribución de las cargas económicas del daño ya causado, mas no puede suprimir los efectos
nocivos de éste en la sociedad32.
32
LIBRIZZI, MARÍA FLORENCIA – PASINI, MARIANO JOSÉ ´´Riesgo de desarrollo como eximente en la responsabilidad
por daños causados por productos´´, AABA, UBA, 2007.
Con respecto a las condiciones de la oferta y la venta, el art. 7 de dicha ley establece que
“La oferta dirigida a consumidores potenciales indeterminados, obliga a quien la emite durante el
tiempo en que se realice, debiendo contener la fecha precisa de comienzo y de finalización, así
como también sus modalidades, condiciones o limitaciones. La revocación de la oferta hecha
pública es eficaz una vez que haya sido difundida por medios similares a los empleados para
hacerla conocer. La no efectivización de la oferta será considerada negativa o restricción
injustificada de venta, pasible de las sanciones previstas en el artículo 47 de esta ley.”
Tal como nos recuerda el Dr. Pizarro33, el contrato de concesión de peaje “es aquél por el cual la
administración pública contrata a una empresa para que realice determinados trabajos de
construcción de caminos nuevos o de reparación, ampliación, conservación o mantenimiento de
vías ya existentes, y remunera al concesionario mediante el otorgamiento de la explotación de la
obra construida, durante un plazo determinado.”
El marco normativo que regula esta figura está compuesto por las disposiciones de las leyes
17.520, 23.696 de Emergencia Administrativa y Reestructuración del Estado, su decreto
reglamentario 1107/90, Decr. 823/89 de Reorganización de la Dirección Nacional de Vialidad,
Decr. 2039/90, decr. 41/91 y la ley nacional de tránsito 24.449.
Esta doctrina es sostenida mayormente por la doctrina administrativista con apoyo de la Corte
Suprema en las causas “Colavita” y “Bertinat”. Según ella, la relación entre el concesionario y el
usuario es de tipo extracontractual y regulada por las reglas del derecho público.
33
PIZARRO, RAMÓN DANIEL , Ob. Cit. T. II Pág. 333 y ss.
Un criterio opuesto, sostenido mayormente por los iusprivatistas, considera que la relación
existente entre la empresa concesionaria y el usuario des de tipo contractual y alcanzado por las
normas de Derecho Privado. En consecuencia, el usuario se convierte en usuario o consumidor en
los términos prescriptos por la ley 24.240 y la relación es de tipo contractual.
En ese sentido, la relación jurídica entre la empresa y el particular no tiene los caracteres
distintivos y propios de una relación negocial de Derecho Privado, ni tiene un objeto escindible de
la relación de Derecho Administrativo.
e) La opinión de Pizarro
Sin perjuicio de ello, señala que las distintas posiciones no son tan drásticas como parecen,
salvo que se lleven las posturas a soluciones extremas, colocando la cuestión en un ´´plano de la
irrealidad o la ficción´´.
Dada la complejidad del tema y sus diferentes aristas, sugerimos la lectura de la bibliografía
recomendada34.
34
PIZARRO, RAMÓN DANIEL, Ob. Cit. T. II Pág. 331 a 372.
a) Plena admisión de la responsabilidad del fabricante por productos defectuosos por los
daños ocasionados a consumidores, usuarios o terceros.
Otras cuestiones están más divididas en el Derecho Comparado. Entre las más
controvertidas encontramos:
35
PIZARRO, RAMÓN DANIEL , Ob. Cit. T. II Pág. 295 y ss.
Tradicionalmente se consideró que el conductor debía responder por su hecho propio, con
factor de atribución subjetivo basado en la idea de culpa probada (art. 1109 C.C.) o presumida
(art. 1113 C.C. Párr. 2 Part 1ra.)
Actualmente otra doctrina considera que la responsabilidad objetiva que emerge de dicha
normativa es aplicable al propio conductor ya que el mismo realiza una actividad riesgosa. De
admitir esta interpretación el conductor deberá probar para liberarse la causa ajena.
Dentro de esta categoría queda incluida la responsabilidad del principal por el dependiente
(art. 1113 Párr. 1ro. C.C.) y la responsabilidad de los padres, tutores y curadores por los daños
causados por los menores de edad sujetos a patria potestad, o a tutela por insanos y otros
incapaces (art. 1116 y concs.) Nos remitimos a lo estudiado en el módulo correspondiente.
36
PIZARRO, RAMON DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, Ob. Cit. T. IV .Pág. 615 y ss.
37
PIZARRO, RAMON DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, Ob. Cit. T. IV .Pág. 621 a 629.
Es común y lo era en aquel momento también, que el titular del automotor comprometa al
mismo en venta mediante un instrumento privado o público, entregando la posesión del mismo, sin
realizar la transferencia en el Registro. Esto genera problemas y riesgos que se aumentan cuando
las ventas son sucesivas formando una cadena de sujetos. En estas circunstancias la cuestión de
la responsabilidad adquiere gran importancia en tanto el automóvil puede causar daños a terceros.
Antes de la reforma introducida por ley 22.97 la doctrina y jurisprudencia se encontraba dividida.
La primera opinión (compartida por el Dr. Pizarro) consideraba que el titular registral del automotor
que había transmitido su posesión a un tercero sin efectuar la registración debía responder frente
a los terceros que sufrieran daños. La solución era la que imponía la ley, apegada a la inscripción
constitutiva de dominio. Otra postura consideraba que el titular registral podía eximirse de su
responsabilidad como dueño si acreditaba que había vendido la unidad sin concretar la
transferencia registral. Esta última postura era desde la postura del Dr. Pizarro, deformante del
sistema legal, disvaliosa e injusta en sus consecuencias.
La reforma introducida por la ley referida puso fin a la distorsión intentando conciliar
posiciones antagónicas. El resultado de ello es un sistema híbrido e insatisfactorio.
38
PIZARRO, RAMON DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, Ob. Cit. T. IV .Pág. 632.
Por otro lado, la responsabilidad civil y la ley 22.977 muestran también otras aristas que
debemos analizar. El art. 1 mantuvo el principio que ya existía en el decreto ley 6582/58 (art. 27)
al disponer que: “Hasta tanto se inscriba la transferencia el transmitente será civilmente
responsable por los daños y perjuicios que se produzcan con el automotor, en su carácter de
dueño de la cosa…”. Esta norma guarda coherencia con el art. 1113 C.C. que responsabiliza
concurrentemente al dueño y al guardián del automotor por los daños causados y sin perjuicio de
las acciones de regreso correspondientes. Sin embargo, esta normativa se desvirtúa totalmente
con una desafortunada causal de liberación dispuesta en la norma: “… No obstante, si con
anterioridad al hecho que motive su responsabilidad, el transmitente hubiere comunicado al
Registro que hizo tradición del automotor, se reputará que el adquirente o quienes de este último
hubiesen recibido el uso, la tenencia o la posesión de aquél, revisten con la relación al
transmitente el carácter de terceros por quines él no debe responder, y que el automotor fue
usado en contra de su voluntad. La comunicación prevista en este artículo, operará la revocación
de la autorización para circular con el automotor, si el titular la hubiese otorgado, una vez
transcurrido el término fijado en el art. 15 sin que la inscripción se hubiere peticionado, e importará
su pedido de secuestro, si en un plazo de treinta días el adquirente no iniciare su tramitación…”
39
Cit. en PIZARRO, RAMON DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, Ob. Cit. T. IV .Pág. 635.
d) El asegurador:
Otro supuesto diferente es cuando el peatón cruza fuera del área de seguridad (senda
peatonal). Aquí la doctrina se abre, por lo cual encontramos dos diferentes opiniones. La primera
considera que en ese caso el peatón incurre en grave negligencia que es apta para eximir de
responsabilidad total o parcialmente al sindicado como responsable.
Otra doctrina, más flexible considera que “… el peatón distraído, inclusive imprudente, es
un riesgo común inherente al tránsito y, por lo mismo, todo conductor de un rodado está obligado
a permanecer atento a las evoluciones imprevistas de la circulación, entre las que se cuenta una
conducta tal de los transeúntes”41. La jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación
se ha pronunciado al respecto afirmando que “el cruce de la calzada realizado por un peatón fuera
de la senda de seguridad, cuando no estaba habilitado el paso, no tiene entidad para interrumpir
totalmente el nexo de causalidad entre el riesgo de la cosa y el perjuicio (art. 1113 C.C.)”. En
algunos casos el comportamiento del peatón que irrumpe indebidamente en la calzada puede
configurar culpa o hecho de la víctima, eximiendo total o parcialmente al sindicado como
responsable.
41
Mosset Iturraspe cit. PIZARRO, RAMON DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, Ob. Cit. T. IV .Pág. 646 y ss.
De todo esto surge que el dueño o guardián de cada uno de los vehículos debe responder
por los daños causados al otro, salvo que acredite una eximente idónea para desvirtuar la
presunción en su contra.
42
. PIZARRO, RAMON DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, Ob. Cit. T. IV .Pág. 624 a 630.
43
LIBRIZZI, MARÍA FLORENCIA – PASINI, MARIANO JOSÉ ´´ La relación de causalidad en la responsabilidad por daño
ambiental´´ en “Ambiente Sustentable - Jornadas Interdisciplinarias” Edit. Orientación, CADJM, 2009. ISBN 978-98709260-
67-8, Buenos Aires 2009. Pág. 209 y ss.
Al tiempo que define las nociones referidas, excluye los residuos biopatógenos,
domiciliarios, radioactivos y los derivados de operaciones normales de buques y aeronaves del
régimen por ella previsto.
Esta ley, al igual que la ley anterior 24.051 de residuos peligrosos, establece una
responsabilidad objetiva con basamento en el riesgo de empresa. Este principio surge claramente
del art. 40 que expresa que se “presume, salvo prueba en contrario, que todo residuo definido
según los alcances del art. 2 es cosa riesgosa en los términos del segundo párrafo del art. 1113
del Código Civil, modificado por la Ley 17.711”
La ley presume iuris tantum que los residuos definidos supra son cosa riesgosa. Sin
embargo esta presunción no es absoluta y puede ser desvirtuada demostrando el ´´no riesgo´´ o
su inocuidad conforme el curso normal y ordinario de las cosas y de acuerdo a las circunstancias
de persona, tiempo y lugar44.
La legitimación pasiva recae sobre el dueño y guardián de los residuos. La ley determina
que el generador de residuos, o sea “la persona física o jurídica, pública o privada que genere
residuos industriales y de actividades de servicio, conforme lo sancionen las distintas
jurisdicciones” responde en calidad de dueño por los daños producidos por aquellos.
44
PIZARRO, RAMÓN DANIEL , Ob. Cit. T. III Pág. 536 a 545.
Las eximentes que pueden ser opuestas son las propias del sistema de responsabilidad
objetiva.
La ley 24.804 expresamente determina en el art. 9 lo que se entiende por daño nuclear de
acuerdo a la Convención de Viena “la pérdida de vidas humanas, las lesiones corporales y los
daños y perjuicios materiales que se produzcan como resultado directo o indirecto de las
propiedades radiactivas o de su combinación con las propiedades tóxicas, explosivas u otras
propiedades peligrosas de los combustibles nucleares o de los productos o desechos radiactivos
que se encuentren en una instalación nuclear o de las sustancias nucleares que procedan de ella,
se originen en ella o se envíen a ella: o de otras radicaciones ionizantes que emanen de cualquier
otra fuente de radiaciones que se encuentren dentro de una instalación nuclear.”
Las eximentes admisibles son muy limitadas, solamente el dolo o culpa grave del
damnificado y daño originado por conflicto armado o hecho semejante. Sí es causal de
45
PIZARRO, RAMÓN DANIEL , Ob. Cit. T. III Pág. 546 a 550.
13.1.1. Concepto
La responsabilidad de las personas jurídicas es aquella que comprende a todas las
personas de existencia ideal o personas jurídicas enumeradas en el artículo 33 del Código Civil,
las cuales se encuentran asimiladas, en principio, en sus relaciones con los terceros, a las
personas de existencia visible (art. 41).
c) la Iglesia Católica.
a) las asociaciones y las fundaciones que tengan por principal objeto el bien común, posean
patrimonio propio, sean capaces por sus estatutos de adquirir bienes, no subsistan
exclusivamente de asignaciones del Estado, y obtengan autorización para funcionar;
b) las sociedades civiles y comerciales o entidades que conforme a la ley tengan capacidad para
adquirir derechos y contraer obligaciones, aunque no requieran autorización expresa del Estado
para funcionar.
Las asociaciones que no tienen existencia legal como personas jurídicas, son
consideradas como simples asociaciones civiles o religiosas, según el fin de su institución. Son
sujetos de derecho siempre que la constitución y designación de autoridades se acrediten por
escritura pública o instrumentos privados de autenticidad certificada por escribano público (art. 46
C.C.). En consecuencia, las simples asociaciones en los casos del artículo citado, como sujetos
de derecho, quedan comprendidas en las disposiciones sobre responsabilidad civil aplicables a las
personas jurídicas46.
13.1.2. Evolución
Nos remitimos a la evolución legal señalada en el apartado 13.1.5.
46
BUSTAMANTE ALSINA, JORGE. Ob. Cit. Pág. 477 y ss.
Nos remitimos al apartado 13.1.2. y a los requisitos para la responsabilidad por daños
contractual o extracontractual allí señalados.
13.1.4. Fundamento
Nos remitimos al apartado 13.1.2. con respecto a las diferentes teorías de la personalidad.
a) La responsabilidad contractual
En la esfera contractual, la responsabilidad de las personas jurídicas no ha generado
mayores problemas. El artículo 42 establece el principio general cuando dispone: "Las personas
jurídicas pueden ser demandadas por acciones civiles, y puede hacerse ejecución en sus bienes".
En consecuencia, las personas jurídicas son responsables contractualmente, pudiéndose ejecutar
sus bienes del mismo modo que si fueran una persona física, sometiéndose a las mismas
consecuencias en caso de incumplimiento de las obligaciones contraídas por sus representantes
legales. El dolo o la culpa de sus órganos en el cumplimiento de los contratos se proyecta sobre la
persona jurídica.
En tal sentido, la Corte Suprema de Justicia de la Nación, sostuvo que el dolo o la culpa
contractual son inherentes al contrato mismo (obligación principal), de suerte que la persona
jurídica responde por él ya que su voluntad es tan indiferente como la de una persona natural cuyo
apoderado hubiese incurrido en falta al ejecutar un contrato.
b) La responsabilidad extracontractual
En la esfera extracontractual, la cuestión no es tan simple. En materia de responsabilidad
aquiliana, la responsabilidad de las personas jurídicas ha sido calurosamente debatida,
constituyendo una temática tradicional sobre la que se han desarrollado diversas construcciones
teóricas.
Las doctrinas que han indagado sobre la naturaleza de las personas jurídicas, han postulado
distintas soluciones a la pregunta acerca de la responsabilidad extracontractual de la persona
jurídica, cuya entidad ideal presenta perspectivas que no son comunes con las personas naturales
o de existencia visible.
El artículo 43 del Código Civil en su redacción original establecía: "No se puede ejercer
contra las personas jurídicas, acciones criminales o civiles por indemnización de daños, aunque
sus miembros en común, o sus administradores individualmente, hubiesen cometido delitos que
redunden en beneficio de ellas". Las fuentes que utilizó Vélez Sarsfield en esta cuestión fueron
Savigny y Freitas. La Teoría de la Ficción fue la que inspiró el sistema del Código respecto de las
personas de existencia ideal. En consecuencia, resultaba lógico el rechazo de la responsabilidad
por actos ilícitos que proclamaba el artículo 43. A partir de dicha norma se interpretaron diversas
soluciones: a) Irresponsabilidad absoluta de la persona ideal, b) Irresponsabilidad limitada
(solamente respondía por cuasidelitos); c) Responsabilidad amplia. Esta última tendencia,
implicaba que se respondía por delitos del derecho criminal, y que las acciones relacionadas con
cuasidelitos o delitos civiles no eran contempladas por dicha norma.
La reforma de 1968 redactó un nuevo art. 43 C.C. que dispone: "Las personas jurídicas
responden por los daños que causen quienes las dirijan o administren, en ejercicio o con ocasión
de sus funciones. Responden también por los daños que causen sus dependientes o las cosas, en
las condiciones establecidas en el título `De las obligaciones que nacen de los hechos ilícitos que
no son delitos´". Asimismo, el artículo 1720 C.C., dispone: "En el caso de los daños causados por
los administradores son aplicables a las sociedades las disposiciones del título `De las personas
jurídicas´". La reforma de esos artículos ha merecido, la aprobación de la doctrina, ya que se
eliminaron los textos anteriores que eran inoperantes ante la evolución jurisprudencial señalada.
En la actualidad se distinguen en el art. 43 C.C. los daños que causen sus órganos
(directores o administradores), los daños que se causen por el hecho de otro (dependientes) y los
daños producidos con o por las cosas que tengan en propiedad o guarda. Esta distinción, que
también ha sido realizada por la jurisprudencia francesa. En efecto, aunque la condición legal de
los administradores o directores de la persona jurídica es diferente a la de sus dependientes, no
Tal como señalamos en el apartado 13.1.5., la reforma de 1968 redactó un nuevo art. 43
C.C. que dispone: "Las personas jurídicas responden por los daños que causen quienes las dirijan
o administren, en ejercicio o con ocasión de sus funciones. Responden también por los daños que
causen sus dependientes o las cosas, en las condiciones establecidas en el título `De las
obligaciones que nacen de los hechos ilícitos que no son delitos´". Asimismo, el artículo 1720
C.C., dispone: "En el caso de los daños causados por los administradores son aplicables a las
47
ALTAMIRANO, CLAUDIO ALEJANDRO ´´Responsabilidad tributaria de los administradores de los entes desde la perspectiva del
actuar en lugar de otro´´.
13.2.1. Concepto
La responsabilidad del Estado es una especie dentro de la responsabilidad de las personas
jurídicas, tal como lo contempla el art. 33 C.C. que menciona en su inciso a) como persona
jurídica de carácter público al Estado Nacional, a las Provincias y a los Municipios. Asimismo,
todas ellas se hayan, en principio asimiladas en principio a las personas de existencia visible en
sus relaciones con los terceros (art. 41).
13.2.3. Fundamento
Uno de los fundamentos por los cuales es dable responsabilizar al Estado por los daños
que causare a terceros es su calidad de sujeto de derecho. Nos remitimos a lo analizado en el
apartado de responsabilidad de las personas jurídicas.
La función legislativa del Estado puede ocasionar supuestos de responsabilidades por los
daños causados en virtud de la misma. Se suele señalar el supuesto de declaración de
inconstitucionalidad de una norma, luego de un proceso judicial. En este caso, además del
derecho de reparación del damnificado por los daños ocasionados, nos situaríamos en un caso de
función legislativa realizada en forma ilegítima, de acuerdo a algunos autores ya que se habría
violado el ordenamiento jurídico previsto en el art. 31 de la Constitución Nacional que dispone
“Esta Constitución, las leyes de la Nación que en su consecuencia se dicten por el Congreso y los
tratados con las potencias extranjeras son la ley suprema de la Nación; y las autoridades de cada
provincia están obligadas a conformarse a ella, no obstante cualquiera disposición en contrario
que contengan las leyes o Constituciones provinciales, salvo para la Provincia de Buenos Aires,
los tratados ratificados después del pacto del 11 de noviembre de 1859.”
En ese sentido, en esta opinión el art. 31 C.N. permitiría conducir al resarcimiento de un
afectado que demuestre un daño causado, relación de causalidad, antijuridicidad y el factor de
atribución.
En un comienzo, se negaba la posibilidad de indemnizar, ya que se entendía que el Estado
Legislador actuaba como soberano, y como tal los agravios que el soberano realizaba no se
reparan, pues como sostuvo Mayer "Los actos legislativos están fuera y por encima de toda
a) Derecho Francés
El primer precedente en el cual se consagra la obligación del Estado en reparar el daño
manteniendo la licitud de la norma que produjo el daño, fue el llamado ´´Arrêt La Fleurette´´, del
Consejo de Estado Francés. En el caso señalado, una empresa fabricaba un producto ("Gradine")
y el Estado resuelve prohibir su fabricación. En 1934 se dictó en Francia una ley que monopolizó
la producción del producto mencionado a favor del Estado prohibiendo su fabricación a los
particulares. El Consejo de Estado resolvió el caso condenando al Estado por las consecuencias
del expresado acto legislativo. Al respecto, manifestó que "nada, ni el texto mismo de la ley o en
sus antecedentes, ni dentro de todas las circunstancias del asunto, permiten pensar que el
legislador ha querido hacer soportar al interesado una carga que no le incumbía normalmente; que
esta carga, que fue creada dentro del contexto general, debe ser soportada por la colectividad",
que será el pago por la reparación del perjuicio causado por el Estado. Para ello también
consideró que el producto fabricado no afectaba la salud pública.
En consecuencia, a partir del “arrêt La Fleurette” se delinearon los requisitos para la
reparación del perjuicio por leyes dictadas, de indiscutible licitud, que por el texto mismo de la ley,
por los antecedentes o por el conjunto de circunstancias, se pueda afirmar que el legislador no ha
entendido excluir al particular afectado del derecho a la reparación del perjuicio. Esta
interpretación, respecto de la voluntad del legislador ha sido tomada en consideración cuando:
a) La ley persigue la reprensión de actividades fraudulentas o sujetas a reproche.
b) La ley persigue poner fin a una actividad peligrosa o perjudicial a la salud pública.
c) La ley tiene una finalidad intervencionista que intenta aminorar el alza del costo de vida.
Respecto al carácter del daño, la jurisprudencia francesa ha considerado resarcible
solamente los daños directos. Las condiciones de resarcibilidad se pueden resumir en los
siguientes:
a) Que el perjuicio sea particular del peticionante entendido a éste como único.
b) Que el daño sufrido sea anormalmente grave.
b) Derecho Alemán
El art. 14 de la Ley Fundamental de Bonn, de 1945, garantiza:
a) El derecho a la propiedad y el derecho sucesorio. Su contenido y límites serán determinados
por las leyes.
b) La propiedad obliga. El uso de la misma debe servir al mismo tiempo al bienestar general.
c) La expropiación sólo es lícita cuando lo requiere el bienestar general. Para ello, se requiere ley
que regule la naturaleza y cuantía de la indemnización. Se deberán ponderar los intereses
generales y los del particular. En caso de litigio sobre la suma de la indemnización, se podrá
accionar por vía ordinaria.
En consecuencia, por aplicación directa o analógica de dicha norma, la jurisprudencia
determinado el sistema de indemnización pública tanto por actividad lícita e ilícita actualmente
vigente.
Otra interesante construcción desarrollada por la jurisprudencia alemana es la intervención
ilícita semejante a la expropiación, tomada del art. 14 apart. 3. En base al desarrollo de esta
teoría, la Corte Suprema garantiza la indemnización cuando por medio de un acto o un reglamento
que son declarados inconstitucionales se ha perjudicado a un particular. La Corte no otorga este
derecho a los afectados por una ley declarada inconstitucional basándose en la inmensa carga
financiera que ello significaría para el Estado Alemán. Cabe recalcar, entonces, la diferencia de
d) Derecho Argentino
48
ABERASTURY, PABLO ´´La responsabilidad del Estado por la actividad normativa´´
Lo analizado nos permite determinar que en Argentina para que sea procedente la
indemnización del Estado por un obrar lícito normativo, deben concurrir las siguientes
circunstancias:
a) Debe constatarse la privación de un derecho de propiedad de un particular.
b) La privación ya sea total o parcial, e implicar la imposibilidad real de ejercer el derecho en la
medida que se lo venía ejerciendo.
c) La norma no debe haber sido dictada con el objetivo de enervar la propia conducta del
particular o por su condición propia o la de las cosas de su patrimonio.
d) La lesión debe provenir de un trato desigualitario.
e) Debe existir un nexo de causal adecuado entre el obrar del Estado y el daño causado.
Una vez demostrados los extremos señalados, deberá proceder la condena del Estado a la
indemnización pertinente, sin que sea necesaria norma expresa que autorice dicha reparación.
En un país republicano como el nuestro, adoptado por nuestra Constitución (art. 1), le
corresponde al Poder Judicial administrar la justicia. La justicia es "la constante y perpetua
voluntad de dar a cada uno lo suyo". El Poder Judicial es la rama del Estado que cuenta además
con una potestad jurídica fundamental, cual es la facultad de declarar la inconstitucionalidad de las
leyes, asignando a la Corte Suprema, como el más alto tribunal de la República, el carácter de
intérprete final de la Constitución.
El Poder Judicial, al igual que los demás poderes del Estado, se integra por funcionarios
por intermedio de los cuales se desarrollan las actividades que la Constitución ha asignado. En el
Poder Judicial esos funcionarios están investidos de la autoridad de los magistrados para
administrar la justicia.
La responsabilidad del Estado es directa ya que el resultado dañoso es causado por uno
de sus órganos. Se trata de una responsabilidad de tipo objetiva. El fundamento de la
responsabilidad extracontractual del Estado, reposa en la concepción del Estado de Derecho, que
implica la necesaria sujeción de aquél al orden jurídico instituido49. Como persona jurídica de
carácter público (art. 33 C.C.) el Estado debe responde por los daños ocasionados tanto por actos
ilícitos de comisión u omisión imputados a sus órganos (art. 43 C.C.) con basamento en el deber
de garantía de buena administración de justicia.
La responsabilidad del Estado por acto ilícito del funcionario es concurrente con la
responsabilidad personal del funcionario.
Distinto es el caso de la actividad del Poder Judicial, cuya función es realizar la justicia.
Los jueves no tienen mucho margen de discrecionalidad ya que se deben atener a la ley. En
ciertos casos, sobre todo en el derecho penal, a los fines de preservar la investigación y
asegurarse la concurrencia del presunto culpable, deben dictar medidas restrictivas de la libertad y
de la disponibilidad de los bienes durante el curso del proceso. Tales consecuencias normalmente
deben ser soportados por quienes los padecen, siendo el costo inevitable de una adecuada
administración de justicia, siempre que sean dictadas dentro de un razonable criterio judicial y en
el marco de una apelación provisional de los hechos que les sirven de fundamentación. Cuando
esto no fuese así, se podrá considerar que la medida fue arbitraria, y eventualmente generar la
responsabilidad correspondiente.
49
BUSTAMANTE ALSINA, JORGE. Ob. Cit. Pág. 498.
50
BUSTAMANTE ALSINA, JORGE. Ob. Cit. Pág. 500 y ss.
Para que el Estado deba responder es necesario que concurran las siguientes
circunstancias:
a) La cuestión prejudicial, previa al "error judicial" no debe haber sido consentida por la parte a
quien perjudica, ni debe haber pasado en autoridad de cosa juzgada, pues en tal caso goza de la
presunción de verdad (res iudicata pro veritate habetur).
b) La existencia del "error judicial" debe ser constatada en el mismo juicio en el que se habría
cometido.
Tal como vimos al momento de estudiar la antijuridicidad (Módulo II), en ciertos supuestos
se justifica que el Estado responda aún ante actos lícitos. El fundamento de esta responsabilidad
se halla en un factor objetivo de atribución (solidaridad social, equidad, etc.). Para poder
comprender estos supuestos imaginemos el caso de una playa que está ubicada en pleno Nueva
Córdoba, centro de la Ciudad de Córdoba. La misma tiene un caudal de clientela habitual que le
significa un rédito considerable. La Municipalidad de Córdoba, en ejercicio de sus facultades, y
con miras en el bien común de la sociedad, decide cerrar la calle en la cual está ubicada la playa
referida. ¿Parece lógico que la Municipalidad pueda tomar esa decisión? Así es. ¿Es lógico que la
empresa acarree con los costos de este beneficio que la sociedad cordobesa va a obtener? No,
no lo es. Por tal razón, aún ante este acto lícito, se debe el resarcimiento del daño ocasionado.
En este sentido, algunos juristas consideran como factor objetivo de atribución a la
igualdad ante las cargas públicas con fundamento en el art. 16 C.N. Este factor de atribución
justificaría la responsabilidad civil del Estado por actos lícitos.
13.3.1. Concepto
El funcionario público puede ser sometido a diferentes tipos de responsabilidades.
Ciertos funcionarios por la índole del cargo que ejercen están sujetos a una
responsabilidad política, pudiendo ser sometidos a juicio político por mal desempeño de sus
funciones o por violación de las leyes y de la Constitución Nacional51.
c) Responsabilidad Penal:
En caso que incurrieren en alguno de los delitos penales tipificados por el Código Penal o
leyes complementarias el funcionario deberá responder penalmente. Hay que tener en cuenta que
diversos son los delitos que se refieren específicamente al funcionario público (vgr. cohecho,
prevaricato, abuso de autoridad, malversación de caudales públicos, negociaciones incompatibles
con la función pública, exacciones ilegales, denegación y retardo de justicia).
Los funcionarios públicos están sujetos a la responsabilidad civil por los daños que
causaren en su carácter de tales.
En nuestro país, habría dos explicaciones posibles para responder a tal interrogante:
a) Afirmar que el mismo principio de responsabilidad del artículo 1109 C.C. se refiere a los
funcionarios públicos,
51
BUSTAMANTE ALSINA, JORGE. Ob. Cit. Pág. 486 y ss.
Bustamante Alsina52 considera que el art. 1112 C.C. tiene un sentido y alcance propio
respecto de la responsabilidad de los funcionarios públicos, por los cuasidelitos que solamente
ellos pueden cometer, precisamente por el carácter de la tarea que realizan. En consecuencia, el
hecho dañoso ejecutado por un funcionario es esencialmente un cuasidelito cuando el funcionario
actúa con culpa. No hay razones para realizar un distingo con la figura de ilicitud civil, pues se
hallan allí reunidos todos los elementos propios del cuasidelito. La diferente condición del agente
que causa el daño no modifica al cuasidelito, que se define por los elementos que lo configuran,
con prescindencia de la condición que inviste el agente. Esto no quiere decir que las condiciones
en que funciona esa responsabilidad, para atribuir sus efectos al autor del cuasidelito, sean
siempre las mismas. Las distintas calidades o condiciones en que ejercen su actividad,
determinan responsabilidades especiales por los cuasidelitos que cometan, pero lo que constituye
el elemento de diferenciación es la distinta valoración de sus respectivas culpas. Lo expuesto
sucede en relación a los funcionarios públicos. Como sujetos de derecho, tienen aptitud genérica
para ser imputados, dentro del régimen legal de imputabilidad, por los daños que causan
culposamente (art. 1109 C.C.). Como funcionarios, por su parte, tienen además una
responsabilidad especial por los cuasidelitos que cometan en tales funciones. Dicho régimen
surge del art. 1112 C.C. La particularidad de su responsabilidad se justifica en su dependencia del
Estado, del mismo modo que en los profesionales liberales se asienta en su autonomía y
experticia científica.
El funcionario público tiene una esfera de actuación a su cargo, dentro de ella tiene poder
de decisión, facultad de revisión, o en ciertos casos simplemente la mera ejecución de una orden.
Dependiendo de tales características se le trazarán los límites de sus funciones, lo cual será
decisivo al momento de juzgar su responsabilidad.
La responsabilidad del funcionario se produce cuando actúa como "órgano del Estado", es
decir cuando lo hace en el "ejercicio de sus funciones".
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BUSTAMANTE ALSINA, JORGE. Ob. Cit. Pág. 489
El hecho del funcionario debe haber sido cometido con culpa. De de otro modo, no existiría
un cuasidelito, y aquél no sería responsable.
Esta cuestión es clara respecto de los administrados, pero se discute si los funcionarios
tienen también legitimación pasiva para reclamar ante el daño propio causado por otro funcionario.
Se negado que el artículo 1112 C.C. pueda ser aplicado entre funcionarios o empleados entre sí.
Sin embargo, la ley no hace referencia alguna como para llegar a dicha conclusión.
b) En caso en que el funcionario actúa irregularmente, fuera del ejercicio objetivo de la función:
sólo el funcionario será responsable.
c) El caso en que el funcionario actúa irregularmente, dentro del ejercicio objetivo de su función: el
funcionario y el Estado responden concurrentemente. El primero, por haber actuado
irregularmente, y el segundo, porque un órgano suyo cometió un daño ejerciendo la función a él
encomendada.
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BUSTAMANTE ALSINA, JORGE. Ob. Cit. Pág. 496