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La nueva relación Cuba-EEUU, o el final de una era político

militar

Por: Luís Chaparro | Domingo, 29/03/2015 10:55 AM | Versión para


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Tengo la ligera percepción que se está gestando en el seno de la izquierda
venezolana un discurso triunfalista sobre los acontecimientos actuales
que llevaron a Estados Unidos a establecer una nueva relación con Cuba,
adjudicando a la Isla estrategias políticas certeras que lograron doblegar
el deteriorado discurso imperialista y expresar su error de bloquearla
económicamente y agredirla de manera terrorista. Creo que una serie de
antecedentes nos podrían permitir una visión más certera de esta realidad
y realizar análisis muy próximos a la verdad política que caracteriza las
posturas del Imperialismo Norteamericano y su oportunismo permanente
para ajustar su política internacional a las realidades del actual mundo
multipolar.

Recordemos que frente a las agresiones del imperio, iniciadas desde el


año 1959 y que comienzan a hacerse efectivas desde que el 5 de julio de
1960 el presidente Eisenhower oficializa el embargo parcial a Cuba, que
culmina con el embargo total que Jhon Kennedy impone el día 3 de
febrero de 1965. Por otra parte, la Ley Torricelli (1992) y la Ley Helms
Burton (1996) establecen el cuerpo jurídico que justifica la totalidad de las
medidas arbitrarias de los distintos gobiernos de EU contra Cuba, el
gobierno cubano frente a esta realidad de agresiones y en la necesidad de
promover movimientos revolucionarios solidarios con los propósitos de
cambios y transformaciones presentes en ese momento histórico acepta y
podría decirse promueve, basada en la victoria del movimiento
guerrillero, la tesis de la lucha armada como expresión concreta, de la
continuidad de la guerra como continuidad de la política por otros
medios (Clausewitz en 1832) y con el planteamiento trotskista que define
“que un ejército es la continuación y la culminación de toda la
organización social y estatal, pero con la bayoneta a la vista” (León
Trotsky, “Doctrina militar o doctrinarismo seudo-militar”, 1921),
aplicable a las políticas de los estados, pero igualmente aceptada como
premisa estratégica universal para la guerra de guerrillas.

La guerra de guerrilla pasa entonces en los años 60 y 70 a tener un papel


motivante y relevante en los movimientos revolucionarios del mundo y
en el caso de Latinoamérica, se expresa en lo concreto en la posibilidad de
lograr, a corto plazo, triunfos resonantes al igual que los logrados por la
Revolución Cubana contra la dictadura de Fulgencio Batista e igualmente
para definir y aplicar una estrategia alternativa frente a los partidos
comunistas pro soviéticos que expresaban su respaldo pacífico y solidario
al pensamiento estalinista de revolución en un solo país y en consonancia
con las tesis trotskistas de revolución mundial permanente lo cual
permitiría, principalmente en Latinoamérica, romper cualquier
aislamiento al que Cuba pudiera someterse. La tesis política de
aislamiento se concretiza en una primera estrategia con el argumento
imperialista de los Estados Unidos cuando en enero de 1962 la
Organización de los Estados Americanos (OEA) expulsa de su seno a
Cuba por la “incompatibilidad” del marxismo-leninismo con la unión
interamericana de naciones.

Frente a la tesis imperialista de incompatibilidad del marxismo leninismo


con el Sistema Interamericano la revolución responde de manera
contundente con los movimientos guerrilleros en todo el continente;
ejemplo de ello, la Guerrilla Guatemalteca, el ELN colombiano, la FARC
como expresión armada de militantes radicales del Partido Comunista
Colombiano, el MIR peruano, las Ligas Campesinas y la organización
“Acción Libertadora Nacional” (primera expresión de guerrilla urbana)
en Brasil, el movimiento guerrillero de Salta Argentina en Argentina y en
el caso venezolano la FALM que propicia, entre otras, la realización de
“La Conferencia de la Montaña” y la actividad urbana en la Unidades
Tácticas de Combate (UTC), el Frente Guerrillero “El Bachiller” en el
Oriente Venezolano y otros de carácter internacional de gran
envergadura como la Guerra de Vietnam y demás países asiáticos, los
cuales coinciden estratégicamente en el año 1996 con la convocatoria a la
Primera Conferencia de Solidaridad de los Pueblos de África, Asia y
América Latina, denominada igualmente la Tricontinental.

La Tricontinental puede considerarse como la máxima expresión de


convalidación a la praxis de lucha armada mundial de la izquierda
revolucionaria contra el Imperialismo Norteamericano. En su revista
aparece en el año 1967 aparece la consigna revolucionaria de "crear dos,
tres, muchos Vietnam", basada en los éxitos de guerra logrados por la
guerrilla de Vietnam contra el ejército invasor militar de los Estados
Unidos, ya concretada esta premisa en 1966 por el Che Guevara cuando
en la selva de Bolivia comanda el movimiento guerrillero.

Sin embargo, para evitar cualquier posibilidad de éxito del movimiento


revolucionario en América Latina, el Imperialismo Norteamericano
profundizó su política de consolidación de los ejércitos de los gobiernos
de las oligarquías a su servicio. Para ello puso en práctica programas de
formación y adiestramiento en una organización de la post guerra
denominada Instituto del Hemisferio Occidental para la Cooperación en
Seguridad conocido también hasta la actualidad por su nombre inicial,
Escuela de las Américas, el cual funcionó desde 1946 hasta 1984 en la
Zona del Canal de Panamá administrada por los Estados Unidos en el
que se graduaron, aproximadamente, más de 60.000 militares y policías
de 23 países de América Latina en tácticas antiguerrilleras, de tortura,
asesinatos selectivos y represión de movimientos sociales de inclinación
marxista. Todo ello bajo la premisa de la denominada “Doctrina de la
Seguridad Nacional” en la cual la fuerzas armadas debían de modificar
su papel y convertirse en fieles defensoras del orden interno y combatir
cualquiera de las “desviaciones ideológicas”, organizaciones o
movimientos que pudiesen orientarse a favorecer las “políticas
comunistas” dentro del contexto de la Guerra Fría y legitimar las
actuaciones de hecho para la toma del poder político y el control de las
actuaciones de sus gobiernos.
Para los años 70, la mayoría de los movimientos armados de la izquierda
revolucionaria habían fracasado en su intento de tomar el poder político
por esa vía. La inversión imperialista de gran monto en dólares para
combatir a la Revolución Latinoamericana había logrado reprimir por la
violencia, persecuciones, crímenes y represión selectiva y colectiva la
alternativa armada. Frente a esta nueva realidad, Cuba, como faro
inspirador de los movimientos de liberación antiimperialista tuvo que
reconsiderar las estrategias de continuidad para la consolidación de su
revolución y definir una nueva visión internacional que le permitiera,
principalmente, el desarrollo del modelo económico socialista propuesto
por el gobierno revolucionario. Para ello plantea la necesidad de llegar
acuerdos con la Unión Soviética y de apariencia acoge, entre otras,
algunas premisas relacionadas con la “coexistencia pacífica” que
planteaba Moscú para esos momentos, sin dejar de apoyar y orientar la
resistencia política de la izquierda revolucionaria de Latino América
contra el Imperialismo Norteamericano.

Ejemplo de ello, los apoyos al movimiento guerrillero Tupamaros en


Uruguay, la Revolución Pacífica y Antiimperialista de Salvador Allende
en 1970, la Revolución Sandinista, la Salvadoreña (FMLN) y la FARC en
Colombia.

Se inicia entonces un nuevo ciclo en la política internacional de la


Revolución Cubana en la consolidación de su alianza estratégica con la
Unión Soviética que la asume como parte importante del equilibrio
mundial en la guerra fría dada la influencia cubana en los movimientos
revolucionarios de Latinoamérica hasta la auto disolución de este País en
los años 80, con la negación histórica de su propio gobierno acerca de las
posibilidades del denominado socialismo real de dar respuestas
significativas a las exigencias de bienestar y desarrollo de su población y
que culmina con la caída del Muro de Berlín y la disolución del Pacto de
Varsovia que mantenía el equilibrio militar entre este y oeste durante la
Guerra Fría, lo cual afecta de manera económica significativa a la
Revolución Cubana trayendo, igualmente, efectos negativos en el campo
de la izquierda revolucionaria que se nutría, fundamentalmente, con su
orientación estratégica.

Paralelamente el resto de Latinoamérica se mueve entre revolución y


contra revolución; reforma y contrarreforma, militarismo y democracias
representativas, tal como es el caso de los Sandinistas y su derrota
electoral a manos de la derecha nicaragüense y a nivel mundial el inicio
del viraje de la Revolución China del pensamiento de Mao Tse Tung
hacia un pragmatismo económico a raíz de las grandes reformas que se
llevan a cabo a partir de 1978, cuando fueron formuladas por Deng
Xiaoping y que son ahora continuadas por una tercera generación de
gobernantes lideradas por Jiang Zemin y que en lo fundamental se
resumen en la tésis “Un País y Dos Sistemas” adaptada a los
requerimientos de Hong Kong, luego de la entrega de esta colonia a
China por parte de los británicos.

El viraje de las dos grandes potencias socialistas (China y URSS) hacia


posiciones conciliatorias con el pensamiento político-económico liberal
alienta las esperanzas del Imperialismo Norteamericano de convertirse en
la alternativa hegemónica unipolar y a tratar de demostrar que las
economías exitosas son aquellas que permiten la movilidad del capital
privado dentro de un proceso globalizador de mercados autónomos en
los cuales el estado interviene mínimamente, solo con la intención de
garantizar un marco jurídico que beneficie las posibilidades de
incrementar el crecimiento del capital en beneficio de los grandes
consorcios y corporaciones. Fukuyama (1992) se atreve entonces a afirmar
que “la Historia, como lucha de ideologías, ha terminado, con un mundo
final basado en una democracia liberal que se ha impuesto tras el fin de la
Guerra Fría”; esto significaría la perpetuidad del capitalismo y el fin de
las luchas por la liberación nacional y la democracia socialista en los
distintos países del mundo.

Para ese año (1992) ya Cuba, por medio de Fidel, había afirmado la no
existencia de condiciones para una revolución en Centro América dado
que las guerrillas de Guatemala y El Salvador firmaron acuerdos de paz
con sus gobiernos, lo que debilitó la correlación de fuerzas en beneficio de
los Estados Unidos que aumentaron su influencia en una América
dominada casi que totalmente por la derecha, con la sola excepción de
Colombia en la que su gobierno, apoyado por Estados Unidos, seguía
enfrentado militarmente a una guerrilla que aún mantenía vigente la
práctica de la lucha armada como forma de obtener el poder político del
estado. Podría afirmarse, tal como lo expresa Basirruque (2006), que la
oleada del 70 dejó por herencia la más grande derrota sufrida por el
movimiento revolucionario en siglo y medio y se clausura un largo
período de luchas puntuales, aisladas, bajo el absoluto predominio del
capital imperialista.

En el contexto anteriormente descrito la Revolución Cubana deja de


representar un peligro estratégico para el Imperialismo. sin embargo
emerge en 1992 la figura mítica de Chávez que aunque fracasa en el
primer intento de toma del poder político en Venezuela, logro una
significativa incidencia en los veteranos de izquierda de los años 60 y 70,
en los excluidos desde la rebelión popular del año 1989 y en general en
una mayoría de la población venezolana cansada de la corrupción del
bipartidismo y sus aliados y se inicia entonces el resurgir del movimiento
revolucionario en Latinoamérica y El Caribe sustentado en las tesis del
Socialismo Bolivariano del Siglo XXI. Se inicia entonces, tal como lo
aprecia Basirruque (2006): “El lugar indiscutido de privilegio que hoy
ocupa el gobierno bolivariano después del masivo apoyo electoral, para
dar continuidad y orientar a este bloque que se erige frente a las políticas
norteamericanas, facilitarán la consolidación de proyectos como
PETROAMERICA, que ayudará al conjunto de los pueblos latinoame-
ricanos a encontrar alternativas distintas a las burguesías locales.

Podríamos concluir, aunque es necesario análisis complementarios sobre


el Socialismo Bolivariano del Siglo XXI, que existe en la actualidad un
nuevo faro político ideológico representado, en lo fundamental por el
pensamiento y acción que legó Hugo Chávez Frías con el cual se alumbra
intensamente el movimiento revolucionario nacional e internacional, con
pocas posibilidades de ser chantajeado por los grandes consorcios y
carteles imperiales, dada su fortaleza económica basada en el Petróleo,
capaz de orientar los cambios y transformaciones necesarios en los
distintos países, lo que puede ser considerado como fortaleza que debe
tratar de derribar el imperio y sus aliados de la oligarquía nacional para
el logro de una dualidad estratégica en la que se derrote por igual el
pensamiento bolivariano y la apropiación de las cuantiosas reversas
petroleras de Venezuela. Es por ello que Cuba dejó de ser el faro rector
del movimiento revolucionario de la América Latina y el Caribe y una
amenaza para los norteamericanos que proponen un acuerdo estratégico
con la Isla, para sacar provecho de la neutralidad política que puede
representar, evitar gastos para combatir su gobierno , lograr ventajas de
las posibilidades de inversiones del capital financiero en áreas diversas de
la economía cubana y orientar todos los recursos políticos militares y
financieros a combatir su principal y apetecible enemigo: La República
Bolivariana de Venezuela.

Por último, puede afirmarse que en Cuba se inicia en los sesenta una era
política militar que culmina totalmente en el 2014 con las posibilidades de
un acuerdo de paz FARC-EP y el Gobierno Colombiano. El poderío
político militar del Imperio y sus aliados se enfoca contra Venezuela
como nueva gestora de la Revolución Socialista a nivel de Latinoamérica
y el Caribe. Combatamos revolucionariamente en el 2015 por hacer
efectiva la lucha contra el agresor imperial de los pueblos del continente y
del mundo. Patria Socialista. Viviremos y Venceremos.

chaparrol@gmail.com
Colectivo ANROS

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