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Proyecto de Tesis: Gorbea- 3


Tema: Contacto
Escala Espacial: Localidad de Gorbea/ Sitio Gorbea-3
Escala Temporal: Colonial/ Republicano
Escala Material: Cementerio

Antecedentes

La relación entre los españoles y los mapuches ha sido definida por los cronistas
e historiadores a través de variados enfrentamientos, debido a la invasión de los
europeos en las tierras indígenas hacia el sur. Al respecto Benjamin Vicuña
Mackena señala: los cronistas compañeros de Valdivia (“primitivos
conquistadores”, con emcargos jesuitas, escribían de grandes hazañas
impulsados por personajes como Hernan Cortez. Quimera de una guerra
defensiva.Mas la valentia Española, no con cien mil combatientes, sino
conciento y sesenta, penetró toda la tierra y a costa de muchos rencuentros y
reñidas batallas pobló ciudades en toda ella, enfrenando al indomito Araucano,
al Imperial altivo y al Valdiviano soberbio. Pero su altivez nativa, mal sufrida;
su indomita cerviz, nunca sugeta al yugo; su natural inquieto, mal hallado con el
nuevo imperio, ovió siempre guerra, intentando sacudir el yugo y echar de sus
tierras al exercito Español (aunque pequeño) como abia echado de ellas al
numeroso del Inga.

Esta pugna liderada principalmente por los araucanos y los españoles es


conocida como la “Guerra de Arauco”, la cual estaría caracterizada por una
sucesión de guerras y guerrillas. Así Carlos Ortiz dice; : “Difícilmente los
peninsulares pudieron mantener la defensa de las sistemáticas acometidas de las
reguas sin la presencia de un ejército profesional, pues debían enfrentar a los
mapuche, cuidar sus cultivos y animales, además de proteger sus vidas y las de
sus familias.
En el caso de la ciudad de Valdivia la situación fue distinta, ya que la población
aborigen que habitaba las cercanías no manifestó hostilidades contra los
españoles en los meses siguientes a su fundación en 1552, lo que facilitó su
asentamiento en la zona, permitiendo que se constituyera en un eslabón
importante para las expediciones marítimas, especialmente hacia el estrecho de
Magallanes4. Sin embargo, la gran rebelión de fines de 1553, provocó un
cambio importante en la percepción inicial que tuvieron los peninsulares de
dichos indígenas, quienes al vincularse con otros linajes arremetieron contra los
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ibéricos, llevando a estos últimos a cuestionarse su permanencia en esas


latitudes.
Si bien lo que se puede destacar de esta guerra es la intención de despojar de sus
territorios a los mapuches en busca de riquezas, como también la liberación de
espacios al enfrentar a los españoles. Pero no solo eso es relevante al analizar
este conflicto, sino que también en necesario poner cierto énfasis en la Iglesia
católica que como institución cumple un rol fundamental en la conquista de
América, aportando grandes sumas de dinero a las campañas con el fin último
de evangelizar y expandir su poder, con la excusa de civilizar a estos indígenas:
“Para Marino y el P. Escobar [historiadores] la Guerra de Arauco es una guerra
de titanes, de héroes, sean cristianos o ‘bárbaros’, aunque para los cronistas la
‘razón’ la llevan los primeros, precisamente por ser cristianos, que en dicha
época y lugar era sinónimo de ser civilizado.”(Casanueva, 1993)
Un aspecto igual de importante durante este periodo de conflicto, son las
instancias llamadas “parlamentos”, en las cuales ambos bandos se juntaban
según acuerdos políticos (asociado también a rituales) a compartir e
intercambiar bienes y creencias (Zavala y Dillehay, 2010). En este sentido, el
contacto se vuelve algo fundamental, ya que, aunque sea en instancias belicosas,
de subordinación o encuentros diplomáticos se vuelve algo cotidiano entre
grupos tan diferentes. Es así como los mapuches se ven expuestos a un diferente
escenario desde la cultura material hasta las nuevas costumbres traídas por los
europeos católicos.
El impacto de la llegada de los españoles se ha visto no solo en razón de la
radicalización de los mapuches y el aumento de enfrentamientos, en razón a su
territorio, ya que este no solo es visto como un sustento económico y espacio
donde habitar, sino que el territorio forma parte de su identidad y religión.

El siglo XVII fue un periodo de complejas dificultades para los españoles que
estaban en Chile. En sus intentos por sujetar la totalidad del reino, adoptaron
distintas medidas enmarcadas en el contexto de la guerra, con su consecuente
derramamiento de sangre.
En este proceso iniciado en la centuria anterior, se destinaron diversos recursos
humanos, económicos y tecnológicos, acompañados de perspicaces pero no
siempre asertivas estrategias diseñadas por gobernadores y maestres de campo,
implementadas inicialmente con las huestes y posteriormente con el
rudimentario ejército profesional.
En relación con lo anterior, es que se han realizado trabajos sobre el impacto
cultural que tuvo este “encuentro de dos mundos”, y por sobre todo lo
relacionado con lo ritual, en donde se espera que los cambios sean más
evidentes. Los sitios funerarios proveen una gran cantidad de información para
dar cuenta de variaciones en la cultura de las sociedades, puesto que las
manifestaciones expresadas un cementerio comprenden una entrada única a la
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cultura de aquella sociedad: “Death is the origin and centre of culture”


(Assmann, 2005 in Fahlander and Terje 2008). Teniendo en cuenta que estos
sitios se asocian a una ritualidad especifica que refiere a la religión del grupo, la
cual es la que le dota de sentido la perdida física del ser humano (Geertz, 2002).

Al respecto Ulloa señala ue existieron mediadores entre ambas sociedades, por


cantidad de información, control de la misma, influencias y capacidad de concertar alianzas
así como el generar odiosidades, fueron al menos en este periodo los “españoles
araucanos”. Individuos que por un lado, levantando las banderas de La Patria o El Rey,
enarbolaron en el fondo el pendón propio que les permitió seguir operando en un territorio
cuyos mecanismos conocían de sobra, fruto de siglos de asentamiento, contacto, conflicto y
mediación.
El control de la palabra fue la llave que permitió a estos mediadores, el “cerrar la
puerta por dentro” y refugiarse ellos en un mundo mapuche que se les había
mostrado generoso, aunque no por ello carente de riesgos.
Su estrategia resultó exitosa. Prueba de ello fueron las mujeres mapuche que con los
años se casaron con sus descendientes, las relaciones de parentesco surgidas a partir
de estos vínculos y el renombre alcanzado por algunos caciques que se ligaron a
ellos. Desaparecer del panorama fue el riesgo del periodo.
El fin de la institución fue el obstáculo que como se vio, salvaron. La mediación fue
la clave del éxito y el conflicto –hecho aparentemente contradictorio- la vía para
legitimarse.

Por otro lado, Andrade et al.1685 dice que, uno de los actos de desarraigo más
importantes en la historia colonial de Chile: el destierro desde la Isla Mocha de más
de 500 mochanos hasta las cercanías de la ciudad de Concepción. Hombres, mujeres
y niños fueron trasladados a la fuerza por parte de los conquistadores, negándoseles
la posibilidad de tener contacto con su territorio ancestral y con sus familias,
quedando bajo la tutela de los jesuitas en la Misión San José de la Mocha
(Goicovich y Quiroz, 2008), ubicada a 11 km de Concepción, situada en ese
entonces en la actual ciudad de Penco.
Des una perspectiva religiosa, Lucero, 2016: Uno de ellos es el de Foerster (1993),
en donde describe a grandes rasgos la cosmología de la sociedad mapuche,
posicionándola en un principio dualista y en una estructura binaria debido a una
serie de oposiciones complementarias cuyo simbolismo está asociado a la
religiosidad. Respecto a los ritos, el autor condensa dos grandes argumentos que
defienden la necesidad de practicarlos en la sociedad mapuche. El primero de ellos,
es que actualizan los sistemas de creencias; y el segundo, que el rito es el encuentro
o conexión entre lo sagrado –ámbito de poder y plenitud– y lo profano –ámbito de
la carencia e impotencia-

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Por su parte, en el artículo de Rodríguez y Saavedra (2011) Cosmovisión mapuche y


manifestaciones funerarias, los autores realizan un contexto histórico situando a la
sociedad mapuche hasta la actualidad. Además describen y analizan la cosmología
de dicha sociedad, en tanto universo y concepción presente en diversos espacios
simbólicos, tales como el kuel, el eltun y los cementerios híbridos entre la sociedad
colonizadora europea y la mapuche. El artículo también muestra la concepción de
muerte mapuche como un proceso que se defi ne en el momento del funeral o
eluwün

Desde un punto de vista ritual, Andrade et al. :La cosmovisión mapuche no ha sido
uniforme a lo largo del tiempo y del espacio, con creencias y deidades que
presentan variaciones locales y regionales, las que se conciben a partir de las
experiencias de linajes específicos (Dillehay, 1986), vinculando la sabiduría del
mundo sobrenatural a los ancestros (Carbonell, 2003).
Andrade et al : En un breve resumen, Campbell (2004; véase también Bahamondes,
Silva y Campbell, 2006) da cuenta de las modalidades de entierro desarrolladas en
esos momentos, las que presentamos a continuación (ver Figura 2):
Urnas funerarias: descritas por Bullock (1955), se caracterizan por la
inhumación del fallecido en posición flectada o hiperflectada dentro de una gran
vasija cerámica, acompañada de ofrendas, para luego ser dispuesta bajo tierra.
Son posibles de encontrar en la zona de Angol, Arauco, Temuco, Imperial, Los
Ángeles y Cañete (Navarro y Aldunate, 2002; Bahamondes et al., 2006),
teniendo una extensión temporal entre los años 1200 y 1550 d.C., e incluso
después de la llegada de los europeos (Campbell, 2004, p. 38).
Cistas: corresponde a un tipo de entierro donde el fallecido se dispone
extendido, rodeado de piedras que conforman un espacio delimitado de
inhumación (Sánchez, Inostroza y Mora, 1985). Se han registrado en las cuencas
del Cautín, Imperial, Golfo de Arauco, Tirúa y Concepción (Bahamondes et al.,
2006; Valdés, Sánchez e Inostroza, 1985). Su extensión temporal no es clara,
aunque se cree que iría desde momentos prehispánicos hasta tiempos históricos
(Campbell, 2004, p. 38).
Canoas funerarias: también conocidas como wampo o trolof (Campbell, 2004,
p. 34), las primeras descripciones fueron realizadas por Menghin (1962) en la
zona del lago Calafquén, siendo asociadas inicialmente a tiempos históricos por
los materiales coloniales encontrados en este tipo de contextos (Gordon, Madrid
y Monleón, 1972-1973; Valdés, Sánchez e Inostroza, 1985; Inostroza y Sánchez,
1982). No obstante, un fechado de 1280±80 d.C., reportado por Gordon (1978),
ha permitido asociar este tipo de entierros al complejo El Vergel. En cuanto a la
dispersión espacial, su presencia se observa en toda la Araucanía, incluyendo las
zonas cordilleranas y exceptuando los sectores insulares (Campbell, 2004, p. 8).
Inhumaciones directas: corresponden a aquellas donde el cuerpo es dispuesto
directamente en una fosa, sin contenedor o delimitador. Esta modalidad presenta
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una larga data en la zona (Bahamondes, Silva y Campbell, 2006), aunque las
inhumaciones directas del Periodo Alfarero Tardío se caracterizan por
individuos dispuestos en posición decúbito dorsal y extendidos, con ofrendas
cerámicas y textiles (Seguel, 1968; Chizelle, Coronado y Seguel, 1969;
Berdichewsky y Calvo, 1972-73; Gordon, 1975). Su extensión temporal va
desde tiempos prehispánicos hasta históricos, en distintos ambientes
geográficos, incluyendo las zonas insulares (Constantinescu, 1997; Campbell,
2004, p. 38).
Túmulos funerarios: también llamados kuel, se conocen principalmente por los
trabajos de Dillehay (1986; 1995; 2007) en la zona de Purén-Lumaco. Este tipo
de entierros monumentales posee funciones que van más allá de lo meramente
funerario, sacralizando el paisaje y transformándose en articuladores con una
función social de congregación, reforzando materialmente en un espacio
geográfico el sentido de unidad social (Dillehay, 2011). Además, se plantea que
la dimensión vertical de los túmulos indicaría una mayor posición social de
quien se encuentra sepultado en ellos (Dillehay, 1986). La mayoría de ellos se
encuentran en las cuencas de Malleco-Biobío y Cautín-Imperial (Dillehay,
2007), aunque en los últimos años se ha reportado la presencia de uno de estos
monumentos funerarios en la Isla Mocha (Campbell y Pfeiff er, 2017),
situándose el inicio de estas manifestaciones hacia el 1000 d.C. y hasta
momentos históricos
(Campbell, 2004, p. 39).

Valenzuela: Los aucaes e «infieles traídos de la guerra del sur» fueron


conformando, de esta manera, una proporción significativa de la sociedad
colonial
chilena, marcando con su traumática experiencia un devenir de larga duración.
Devenir que se vio refrendado por la cédula que en 1608 autorizó una
desnaturalización esclavista que ya no necesitará eufemismos conceptuales y
que se desplegará con toda su violencia de captura, tráfico y usufructo laboral a
lo largo del siglo XVII.

Rojas, 2016 : El descanso es un rito fúnebre mapuche ampliamente practicado


en la zona cordillerana y precordillerana de la Región de Los Ríos de Chile. Su
ejecución se efectúa luego del velorio y antes del traslado del ataúd al
cementerio para el entierro. Es fruto de una ceremonia en donde participan
humanos (autoridades ancestrales mapuche, la familia y la comunidad del
difunto, y las comunidades vecinas) y no humanos (antepasados)1. Su
materialidad –denominada igualmente descanso– se expresa en un altar
(generalmente una cruz y/o una pequeña casa de madera y zinc), ubicado a
metros de la vivienda en donde se lleva a cabo el velorio y al pie de un árbol;
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lugar donde se deposita el ataúd el tiempo en que se desarrollan las acciones


principales del rito: un discurso al püllü2 (espíritu) del difunto con objeto de
propiciar su separación del plano de los humanos y una ofrenda sacrificial (kare
kare) destinada a coadyuvar su agregación al plano de los alwe3 (antepasados).
El árbol, en tanto, con el tiempo, se transforma en la referencia principal del
difunto, pues se convierte en morada de su püllü.

Latcham realiza trabajos etnohistóricos y arqueológicos, en los que indica que en nuestro
país no hay una regla común para el ritual funerario, los araucanos, comprenden una
variedad de tipos de entierros en los que se denotan un orden político o social (Dillehay
1986). Dentro de la variabilidad funeraria en los pueblos araucanos se plantean cuatro tipos:
urna funeraria, cistas, canoa funeraria e inhumanaciones directas; y los objetos fúnebres
presentes más características son textiles, vasijas (metawes, challas), elementos
metalúrgicos, etc. (Andrade, Fonseca, Lyton, López, Pacheco, Dalenz y Martínez, 2018).
A la llegada de los colonos, los rituales fúnebres cambiaron y se hicieron de acuerdo a los
mandatos de la Corona Española, en relación a los espacios sagrados delimitados por la
Iglesia Católica (Barros Arana, 1911).
El sitio Gorbea-3, trabajado en los años ‘70 por principalmente por Gordon y Monleón, es
considerado uno de los cementerios mapuches más grandes del país, un eltún reconocido y
activo en tiempos coloniales y republicanos. En este sitio de la provincia de Cautín,
aparecen tumbas de todo tipo, orientadas de manera intencional dentro del espacio y con
materialidades propias de los araucanos (cerámicas tipo Vergel- Valdivia, pipas, tupus,
aros, etc.). Sin embargo, también se pueden evidenciar cambios en las materialidades, como
la cerámica Valdivia con inclusiones de cerámica enlozada, presencia de vidrio e incluso la
aparición de una cruz, dan cuenta de la aparición colona en las practicas funerarias. Julia
Monleón en su tesis (1976) plantea, la posibilidad de un proceso de transculturación/
aculturación, dada el tiempo de uso del sitio en relación a los indicadores colonos dentro
del este.
DESDE LA NATURALEZA MAPUCHE MOSTRADA EN GO-3 ¿ES FACTIBLE QUE
LOS RESTOS MATERIALES Y SU DISPOSICIÓN EN EL LUGAR, DEN CUENTA DE
LA EXISTENCIA DE UNA RESISTENCIA IDE NATURALEZA RELIGIOSA E
IDEOLÓGICA POR PARTE DEL PUEBLO MAPUCHE HACIA EL NUEVO ORDEN
CRISTIANO TRAIDO POR LOS ESPAÑOLES?

Biblografia
1985 Cuel. Observaciones y comentarios sobre los túmulos en la cultura Mapuche.
Chungara 16-17:181-193.
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Para buscar
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Foerster, R. 1992. Los mapuches y su religión. En Religiones Amerindias. 500 Años
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