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Corrupción

Stephen C. Perks.

¿Cómo te has convertido en ramera, oh ciudad el? Llena estuvo de


justicia, en ella habitó la equidad; pero ahora, los homicidas. Tu
plata se ha convertido en escorias, tu vino está mezclado con agua.
Tus príncipes, prevaricadores y compañeros de ladrones; todos aman
el soborno, y van tras las recompensas; no hacen justicia al huérfano,
ni llega a ellos la causa de la viuda. Por tanto, dice el Señor, Jehová
de los ejércitos, el Fuerte de Israel: Ea, tomaré satisfacción de mis
enemigos, me vengaré de mis adversarios; y volveré mi mano contra
ti, y limpiaré hasta lo más puro tus escorias, y quitaré toda tu
 
impureza. Restauraré tus jueces como al principio, y tus consejeros
como eran antes; entonces te llamarán Ciudad de justicia, Ciudad
el. (Isaías 1:21-26)

En este pasaje de la Escritura, Isaías describe el estado de


corrupción e inmoralidad en el cual la gente de Jerusalén había
caído, y él contrasta este deplorable estado caído con la gloria de
Jerusalén de tiempo atrás. Jerusalén era la ciudad de David, y de
Salomón, el más famoso de todos los jueces. La administración de
justicia de Salomón, su juicio, habían sido legendarios en su vida.
La reina de Sabá visitó a Salomón en Jerusalén porque ella había
oído de su reputación, y ella se maravilló con la sabiduría de
Salomón por los juicios rectos que él había hecho (1 Reyes 10:1-
13). El caso del niño en disputa es el juicio más famoso de
Salomón (1 Reyes 3:16-28). Pero la sabiduría de Salomón era un
regalo por parte de Dios. Salomón oró: “Da, pues, a tu siervo
corazón entendido para juzgar a tu pueblo, y para discernir entre lo
bueno y lo malo; porque ¿quién podrá gobernar este tu pueblo tan
grande?” (1 reyes 3:9) Y Dios respondió a Salomón:

Y le dijo Dios: Porque has demandado esto, y no pediste para ti


muchos días, ni pediste para ti riquezas, ni pediste la vida de tus
enemigos, sino que demandaste para ti inteligencia para oír juicio, he
aquí lo he hecho conforme a tus palabras; he aquí que te he dado
corazón sabio y entendido, tanto que no ha habido antes de ti otro
como tú, ni después de ti se levantará otro como tú. Y aun también te
he dado las cosas que no pediste, riquezas y gloria, de tal manera que
entre los reyes ninguno haya como tú en todos tus días. Y si
anduvieres en mis caminos, guardando mis estatutos y mis
mandamientos, como anduvo David tu padre, yo alargaré tus días.”
(1 Reyes 3:11-14)

Por lo tanto, la habilidad para juzgar sabiamente fue un regalo de


Dios a Salomón porque como rey de Israel no buscó su propia
gloria o riqueza, sino más bien sabiduría por parte de Dios para
gobernar, es decir, para juzgar a la gente, sabiamente. Y esta es la
forma que siempre debe ser con los gobernantes. Autoridad,
monarquía, presidencia, etc., no es un negocio para el bene cio de
uno con el propósito de acumular riqueza o ganar poder. Más bien
es un servicio, un ministerio. El gobernante está para servir a Dios
administrando justicia de acuerdo con la sabiduría bíblica, de
acuerdo con la ley de Dios. El gobernante es un siervo de Dios en
esto. (Romanos 13:4). En la ley de Dios, el gobernante tiene
especí camente prohibido usar su o cio con el n de acumular
riqueza y poder para sí mismo, en cambio se le manda buscar
sabiduría en la ley de Dios para juzgar apropiadamente a la gente
(Deuteronomio 17:16-20).

Además, la Biblia tiene mucho que decir no solo acerca del o cio
de gobernante, es decir, el propósito o función del gobernante (en
el caso del gobernante político, o magistrado, esta es la
administración pública de justicia o juicio), sino también acerca
del carácter del gobierno, la naturaleza o el tipo de gobierno que
Dios espera de aquellos que ejercen autoridad sobre otros. Esto es
lo que Jesús nos enseñó acerca de aquellos que gobiernan:

“Entonces Jesús, llamándolos, dijo: Sabéis que los gobernantes de las


naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre
ellas potestad. Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera
hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que quiera
ser el primero entre vosotros será vuestro siervo;” (Mateo 20:25-27).

Aquí Jesús no estaba hablando solamente acerca de los líderes de


la Iglesia. Él está hablando acerca de todo gobierno y autoridad,
acerca de la mera naturaleza del gobierno cristiano en cualquier
esfera que el gobierno sea ejercido.

La doctrina cristiana del gobierno es la antítesis de la doctrina y


práctica del gobierno que es abrazada y adherida en el mundo. El
gobernante debe ser un sirviente y un esclavo para aquellos sobre
quien tiene autoridad. Él debe ver su ministerio como un encargo
sagrado, y él mismo como responsable delante de Dios.

Salomón cuando ascendió al trono y empezó su ministerio como


rey de Israel, epitomizó esta doctrina cristiana o bíblica del
gobierno. Como resultado, se convirtió en el juez más famoso de
su tiempo, de hecho, el juez más famoso de todos los tiempos, así
como la Escritura predijo que lo haría (1 Reyes 3:12).
Pero solo mira lo que pasó. La ciudad de Jerusalén, ella que estaba
llena de justicia, “en ella habitó la equidad”, había caído a un
estado de corrupción total. Y esta caída empezó en el mismo
tiempo de Salomón; de hecho, Salomón mismo causó que la gente
cayera por su propio ejemplo. El levantó ídolos y santuarios a
dioses falsos para sus esposas extranjeras y adoró a Astoret, diosa
de los sidonios, y a Milcom, ídolo abominable de los amonitas (1
Reyes 11:1-14). En su vejez, dio la espalda a los principios que le
guiaron en su juventud. Y al alejarse de Dios y al desobedecer Su
Ley de esta manera, guio a la nación a la ruina. En los doscientos
años más o menos del tiempo de Salomón al tiempo de Isaías, la
nación de Israel continuamente fue declinando, hasta que la
nación quedó hundida en un ciclo de corrupción moral y religiosa
que puso todo de cabeza. Los gobernantes y los líderes religiosos
también le dieron la espalda a Dios, corrompieron su adoración y
abandonaron Su Ley, y la gente les siguió en su injusticia. Este es
el estado de las cosas que Isaías describe.

Esta situación era un problema social. No era solo que algunos


líderes de la nación o una minoría eran injustos en su trato con
otros. No, lo que Isaías describe es la apostasía de toda la nación.
Era un problema de toda la sociedad, era apostasía cultural. Mira
como Isaías describe la situación:

“Tu plata se ha convertido en escorias, tu vino está mezclado con


agua. Tus príncipes, prevaricadores y compañeros de ladrones; todos
aman el soborno, y van tras las recompensas; no hacen justicia al
huérfano, ni llega a ellos la causa de la viuda.”  (Is 1.22–23).

Aquí vemos descrito el estado entero de corrupción de la sociedad.


Primero se describe la corrupción económica; segundo, la
corrupción política; tercero, la injusticia y las acciones y actitudes
corruptas de la gente, generalmente en su búsqueda de sobornos y
su negligencia hacía los pobres, los débiles y miembros
necesitados de la sociedad. Isaías comprara a Israel con una
ramera, una prostituta, y nos dice que el asesinato había
reemplazado a la justicia como el “ethos” de la comunidad. ¡Que
caída tan terrible! La ciudad el se había vuelto completamente
corrupta. Veamos más de cerca en qué consistía esta corrupción.

1. Primero, hubo corrupción económica: “Tu plata se ha


convertido en escorias, tu vino está mezclado con agua.” (v.22). A
lo que Isaías se re ere es primeramente al desabastecimiento de
dinero. La práctica de alterar la plata era un proceso en el cual la
plata se mezclaba con metales base, por ejemplo, el latón, y la
aleación resultante era pasada por plata en el mercado. Aquellos
que recibían esta plata alterada en el intercambio de bienes y
servicios no eran conscientes de que recibían en parte plata.
Alguien podrá acceder a entregar cierto envío de vino por un ciclo
de plata, por ejemplo, en lugar de recibir plata pura recibiría plata
degradada, una aleación de parte plata con latón. En este caso el
recibiría solamente parte del pago, pero no está consciente, por lo
menos al principio, de que ha sido engañado por su cliente. Así
que, al degradar su plata en esta manera, aquellos que practicaban
este tipo de corrupción económica, podrían obtener bienes y
servicios por medio del engaño, pagando menos del precio
requerido sin que fueran conscientes aquellos con quienes
negociaban que estaban siendo engañados.

Pero por supuesto que este tipo de corrupción solo puede seguir
hasta que la gente empiece a darse cuenta de lo que está
sucediendo. Y cuando se dan cuenta de lo que está sucediendo,
ellos empiezan a dar pasos para ahora engañar a aquellos que los
quieren engañar con dinero degradado. ¿Qué sucederá cuando el
mercader de vino eventualmente se dé cuenta que aquel con quien
está negociando lo está engañando? ¿qué hará? Bueno Isaías nos
lo dice aquí. El empezará a diluir su vino con agua. El empezará a
engañar también. Entonces la corrupción se esparcirá a través de
toda la economía. Nadie podrá con ar en el mercado, y todos
tratarán de sacar ventaja de su prójimo.
Ahora, lo que Isaías describe, la degradación de la moneda es muy
común, y lo ha sido a través de toda la historia. De hecho, la
degradación de la moneda ha sido y continúa siendo una práctica
común de los bancos y gobiernos alrededor del mundo. Y las
consecuencias son devastadoras para la economía. Es la
degradación de la moneda lo que usualmente causa la in ación.
Cuando los bancos y los gobiernos se meten en este tipo de cosas,
arruinan la economía de la nación y empobrecen a la gente. Pero
los banqueros y la gente del gobierno normalmente se bene cian a
expensas del resto de la sociedad. Esta es una forma de
corrupción, y la Biblia la condena en términos no inciertos.
Cuando los gobiernos actúan de esta manera, permiten o dan
licencia a otros (por ejemplo, los bancos), para actuar de esta
manera, no están sirviendo a Dios administrando justicia, el cual
es su verdadero llamado bajo Dios; en cambio, ellos se sirven a
ellos mismos defraudando a otros. Esto nos lleva, entonces, a la
segunda parte de la descripción de la corrupción moral de
Jerusalén.

2. Segundo, Isaías nos dice que los gobernantes de Israel son


rebeldes, que se han alejado de Dios y se han rebelado contra Su
palabra y se han hecho “compañeros de ladrones”, y cada uno ama
“los sobornos” y “van tras las recompensas”. El mismo llamado y
deber de los gobernantes, es decir, la administración de justicia, se
vuelto en una oportunidad de actuar corruptamente, de pervertir
la justicia en cambio de un soborno, de robar a aquellos que
buscan justicia. ¿Porqué? Para que los gobernantes puedan vivir
lujosamente de sus ganancias mal habidas, bajo la apariencia de
ser jueces y que están sirviendo a la gente. La corrupción política
se había apoderado de Jerusalén.

Bueno, no mucho ha cambiado desde los días de Isaías. Este tipo


de corrupción política continua y es abundante en muchas partes
del mundo. El o cio político es prostituido y usado como medio de
engrandecimiento personal para aquellos que están en el poder.
Aquellos que obtienen poder político usan su posición para
mejorar ellos mismos o el grupo al que pertenecen; pero nunca se
cansan de decirnos que todo lo que hacen es un acto desinteresado
en servicio o en bene cio de otros. Ellos aman el poder de hacer a
un lado a los demás, y la riqueza que el poder político a menudo
trae consigo. ¿Pero cuántos de estos políticos ven este o cio como
un llamado de Dios obedeciendo su ley y administrando justicia
según Su Palabra? Muy pocos. La corrupción política es un gran
lazo para aquellos que gobiernan, y es, estoy tentado a decir la
condición predominante de la política, y lo ha sido a través de
toda la historia. Sin embargo, tal corrupción es condenada por
Dios en los términos más severos. No se supone que los políticos
gobiernen con el n de bene ciarse a sí mismos. Dios les ordena a
arrepentirse de sus pecados, de la misma manera que manda a
arrepentirse de sus pecados a todos los hombres en todo lugar
(Hechos 17:30), y Él demanda que gobiernen justamente de
acuerdo con Su Palabra. Sin embargo, debemos apuntar algo más
aquí. A pesar de que esta corrupción política, se ha extendido a tal
grado que parece casi que la política inevitablemente está ligada a
la corrupción del poder, Isaías no condena el o cio de gobernante,
él condena la corrupción del o cio. No es la política per se la falla
cuando la corrupción política prevalece. No hay nada impío ni
pecaminoso acerca del llamado y el o cio de gobernante. Por lo
tanto, la política no es un área a la que los cristianos deban
temerle por que parezca muy contaminada por el mundo. Mas bien
lo contrario es cierto. La política, como cualquier otra área de la
vida, debe ser redimida para Cristo, y esto inevitablemente
signi ca que los cristianos deben involucrarse con los procesos
políticos, no para que puedan asegurar riqueza ni poder para ellos
mismos participando en la corrupción del o cio político de la
manera que el mundo lo hace, sino para que la justicia pueda
aplicarse y la ley de Dios prevalezca en la sociedad. Los cristianos
deben mostrar al mundo el ejemplo de cómo los políticos deben
comportarse. Ellos deben perseguir la justicia y negarse a recibir
sobornos. Deben buscar el o cio político no por las recompensas,
no para su engrandecimiento personal, sino para servir a Dios y a
la gente que se la ha dado para gobernar sobre ellos. Lo que Isaías
condena son los corazones malvados y rebeldes de los gobernantes
que buscan su propio bene cio del o cio político, no en si el o cio
político, que es una institución ordenada por Dios que debe
valorarse como esencial para el buen orden de lo social.

3. Tercero, esta corrupción no es limitada a los gobernantes. Ya


hemos visto como esta corrupción ha tenido su raíz en el mercado.
Claro está, que “cada uno” de los que Isaías se re ere en primer
lugar, son los príncipes; por ejemplo, cada príncipe ama el
soborno y persigue las recompensas. Esto no son solo algunas
malas manzanas, sino toda la clase gobernante que se ha
degenerado a este nivel de corrupción. Pero esto no pasa en
aislamiento del resto de la sociedad. Tiene consecuencias para el
resto de la sociedad. No solo son los príncipes, la clase
gobernante, quienes han caído a este estado de inmoralidad y
corrupción. La crítica de Isaías aplica igualmente al resto de la
sociedad. Por ejemplo, ¿Quién está sobornando? No son los
gobernantes. Por supuesto, ellos se están bene ciando de este
soborno y corrupción. Pero ellos no son los únicos. Aquellos que
pervierten el curso de la justicia sobornando a los jueces también
se bene cian. La corrupción se propaga como una enfermedad a
través de toda la sociedad. Los políticos rara vez la guardan para sí
mismos. Por su propia corrupción del o cio político fomentan un
clima o un ethos dentro de la sociedad en general, entonces la
corrupción se propaga y permea en toda la sociedad.

Esto tiene efectos bastante serios y dañinos en la sociedad. Por


ejemplo, obstaculiza el desarrollo económico racional y esto lleva
a la retirada de la inversión. Este punto es especialmente relevante
a los países pobres del Tercer Mundo. Aunque la asistencia externa
tiene un rol legítimo en ciertas circunstancias, no puede crear una
sociedad rica. Solamente puede aliviar la crisis. Cuando se usa
fuera de una situación de crisis, en realidad obstaculiza y atrasa el
desarrollo de una economía de mercado viable que permitirá
convertirse a un país en un país económicamente independiente.
La asistencia no hace el trabajo que la inversión si, y es la
inversión la que se necesita para el crecimiento económico. La
asistencia es irracional desde el punto de vista económico, aunque
por supuesto no lo es desde el punto de vista humanitario,
siempre que esté correctamente orientada. Pero donde la
asistencia no es orientada correctamente fomenta la servidumbre
económica y esto es muy perjudicial para la economía y por lo
tanto la nación. Esto es particularmente cierto del gobierno a
ayuda gubernamental. La asistencia no creará una economía
próspera. Sin embargo, cuando el libre mercado le es permitido
operar bajo las bases de principios justos y morales, es decir,
cuando el Estado cumple con su propia función de hacer cumplir
la justicia de acuerdo al estándar cristiano, proveerá la inversión
necesaria, donde aquellos con la iniciativa económica necesaria
para desarrollar la economía se les permita. Esta es la única
manera estable y segura para la prosperidad económica. ¿Pero que
pasa cuando la corrupción y el soborno se apoderan de una
nación? Aquellos con capital no invertirán. Si ellos han invertido
en este tipo de sociedad, su inversión será retirada entre más
corrupta se vuelva la sociedad, porque la corrupción di culta la
racionalización de la economía.

Cuando la corrupción se apodera de la sociedad, convierte el


desarrollo racional de la economía, imposible. La inversión se
agotará, porque los inversionistas no tolerarán tanta corrupción, y
no porque tengan altos principios morales, sino simplemente
porque la prevalencia de la corrupción en la sociedad es
económicamente desastrosa. Si los inversionistas pueden encontrar
un mejor retorno para su capital en cualquier otro lado, entonces,
ellos retirarán sus inversiones e invertirán en economías que no
están en el proceso de ser arruinadas por la corrupción. El
crecimiento económico se ve severamente obstaculizado por el
predominio de la corrupción en la economía. Y el Estado no puede
reemplazar efectivamente a la iniciativa privada en la economía.
No es posible para el Estado simplemente tomar el lugar de la
iniciativa privada cuando ésta abandona el país a causa del
predominio de la corrupción. Las industrias nacionalizadas no
pueden crear crecimiento económico, es decir, ellos no guían
hacia el crecimiento en la creación de la riqueza. En cambio, ellos
hacen que este crecimiento sea más difícil. En la historia nunca a
habido un gobierno socialista exitoso. Todos los experimentos
económicos socialistas han fallado o están fallando. En última
instancia el socialismo no comparte la riqueza en la sociedad;
simplemente comparte la pobreza. La igualdad económica es en
un sentido el n último del socialismo; pero no es igualdad de
riqueza. El socialismo simplemente asegura que al nal todos los
hombres sean igualmente pobres, excepto, por supuesto los
políticos, quienes ocupan su poder para su engrandecimiento
personal a expensas del pueblo.

Y cuando los gobiernos corruptos han ahuyentado todas las


inversiones fuera del país, y saqueado a su propia gente, y en el
proceso arruinando a la economía, ¿Qué será de los débiles e
indefensos en la sociedad? Serán olvidados. Por consiguiente,

4. Cuarto, donde la corrupción se apodera de la sociedad, donde


todos aman el soborno y van en busca de recompensas, la sociedad
se deteriora económicamente, y los miembros más débiles de la
sociedad son aquellos que más sufren. Aquellos que no tienen el
musculo político y poder económico para ayudarse, o aquellos que
no son capaces de jugar el juego de corrupción y soborno para
proveer para ellos mismos, son empujados hacia el fondo de la pila
social. Y esto es lo que Isaías dice “no hacen justicia al huérfano,
ni llega a ellos la causa de la viuda”. Los desamparados, por
ejemplo, los huérfanos y viudas son aquellos que sufren más. Esto
no es aceptable para Dios. El no permitirá que esta situación
continúe inde nidamente. Él nos ordena a cuidar de los débiles y
necesitados entre nosotros: “La religión pura y sin mácula delante
de Dios el Padre es esta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en
sus tribulaciones” (Santiago 1:27). Nuestro cuidado por los débiles
y necesitados no solamente signi ca que debemos ayudarles en su
necesidad, en su hora de crisis, sino que la sociedad debe
mantener un orden económico justo en el que los débiles y los
necesitados no se vean forzados a infortunios ni pobreza a causa
de un orden económico basado en corrupción y soborno, en la
habilidad de aquellos que son fuertes para explotar injustamente a
aquellos que son débiles.

El soborno y la corrupción son grandes enemigos de la


prosperidad. La gente piensa que se están volviendo más ricos
cuando se enganchan en la corrupción y el cohecho, cuando
toman “mordidas”, Pero al nal esto es una ilusión. ¿Por qué?
Porque la corrupción destruye los valores y la virtud que hacen
que el progreso económico sea posible, honesto, de trabajo duro y
ahorrativo. Sin estas virtudes, de honestidad, trabajo duro y
ahorro, ninguna sociedad puede prosperar, y precisamente estas
virtudes son las que la corrupción destruye.

Una sociedad en las garras de este tipo de corrupción está en una


situación peligrosa. Si no se trata con la corrupción, la sociedad se
derrumbará hacia la anarquía, y la historia enseña claramente que
la anarquía es comúnmente seguida por un duro régimen
totalitario. Y así fue la mayor parte del tiempo en la antigüedad.
De la misma manera en el mundo moderno donde la luz del
evangelio de Jesucristo no ha iluminado o se ha extinguido. O bien
la anarquía con pobreza extrema prevalece, una situación en la
que el progreso económico a menudo se rechaza; o un gobierno
totalitario, dictadura y opresión por una élite política poderosa,
nuevamente con pobreza para las masas, se vuelve en la orden del
día.

Solo el cristianismo puede acabar con estos problemas, creando


un panorama diferente, un conjunto diferente de valores que
crean el gobierno por la ley, ayudando a nuestro vecino, el ethos
predominante de la sociedad, en vez de corrupción y de
explotación injusta del débil. La historia carga con esto. Solo
donde la cosmovisión cristiana se ha vuelto dominante, estos
problemas se han superado en medida su ciente para facilitar el
desarrollo del crecimiento económico racional, y en consecuencia
una signi cante mejora social a través de toda la sociedad.

¿Pero qué pasa cuando un país cristiano, o nación clama ser


cristiano, o en el pasado ha sido cristiano, y le da la espalda a la
Ley de Dios por la corrupción y el soborno? ¿Cómo trata Dios con
naciones apóstatas? Isaías nos lo dice aquí:

“Ea, tomaré satisfacción de mis enemigos, me vengaré de mis


adversarios; y volveré mi mano contra ti, y limpiaré hasta lo más puro
tus escorias, y quitaré toda tu impureza. Restauraré tus jueces como
al principio, y tus consejeros como eran antes; entonces te llamarán
Ciudad de justicia, Ciudad el.” (v.24-26)

En estos versículos Isaías dice a la gente que Dios restaurará sus


jueces como al principio, la justicia será restaurada y la ciudad
será salvada de su corrupción. En esto Dios muestra Su
misericordia. Pero nótese bien los medios por los cuales la
salvación se da. Dios ejecuta esto por medio de una “purga” o
fundiendo la escoria (v.25). No hay fundición sin fuego. Para que
las impurezas de un metal puedan ser removidas, fundidas, el
metal tiene que calentarse a una gran temperatura para que la
escoria pueda removerse. Y así es como el Señor es que removerá
la escoria, la corrupción, de Jerusalén. El Señor se vengará de Sus
enemigos, purgando a Jerusalén, de la misma manera que se purga
un metal de sus impurezas. El pondrá Su mano en contra de
aquellos que volvieron la corrupción y el soborno en una virtud. Él
se volverá en contra de aquellos que se han hecho compañeros de
ladrones, en contra de los que aman el soborno y van tras las
recompensas. Él se volverá en contra de aquellos que engañaron a
su prójimo en el mercado, y El pondrá su mano en contra de
aquellos gobernantes que abusaron de su posición de poder y
autoridad.
Este proceso de purgar el pecado y la corrupción de la gente es un
proceso de poner a prueba por medio de fuego, un proceso de
remover la escoria de la nación al elevar la temperatura hasta que
la plata pura es separada de las impurezas que la han degradado.
Cuando una nación llega al estado de apostasía que describe Isaías
en este pasaje de la Escritura, la única manera de remover la
corrupción y restaurar la justicia es a través de fuego, es decir, a
través del juicio del Señor en contra de Sus enemigos. En este
proceso de juicio, el malo es quitado, destruido, para que la
justicia pueda orecer otra vez. Pero la plata es calentada a la
misma temperatura que la escoria. Todo el pedazo de aleación
debe ser sujeto al fuego. Solo cuando la pieza completa de metal,
plata, y latón mezclados se calientan a la temperatura requerida es
que la escoria puede ser fundida. Por lo tanto, la nación completa
debe atravesar este proceso de prueba bajo fuego, este proceso de
juicio. Eventualmente, Israel fue llevado cautivo a Babilonia, y la
gente tuvo que sufrir bajo la mano de aquellos que los habían
conquistado. Simplemente, mi punto es este, que este proceso de
ser probados por fuego, de juicio en el que las impurezas son
removidas de la sociedad, no son vacaciones alegres para nadie en
la sociedad. La calamidad nacional, no es nada menos que el
medio en el que Dios ejecuta Su propósito al purgar naciones
apóstatas del mal y la corrupción que han venido a caracterizar a
sus culturas. Tiene que ser de esta manera, si no, ¿cómo sería
removido el mal? Purgando, fundiendo la escoria ya sea de la plata
o de las naciones, tiene que ser hecho por medio del fuego.

Ahora, no quiero que nadie piense que estoy apuntando mi dedo


hacia África solamente. Este mensaje de Isaías es altamente
pertinente para el Reino Unido y otras naciones occidentales
también. Como dice el proverbio “si te queda el saco, póntelo”. El
punto es que donde sea que estemos, y donde sea que vivamos,
necesitamos atender al mensaje y aprender la lección antes de que
sea muy tarde y nuestra nación sea arrojada al fuego fundidor. Si
tú eres una persona corrupta que toma sobornos, si tú engañas a
tu prójimo en el mercado, si tu abusas del poder y la autoridad que
se te ha dado sobre otros para tu propia ganancia, o si tú eres un
político envuelto en corrupción en el más alto nivel, tu única
esperanza es arrepentirte, es decir, dar la espalda a tu pecado e ir a
Cristo en fe, buscando perdón de tus pecados a través de Su
muerte sacri cial en la cruz. Cristo es la única esperanza para ti y
para tu sociedad. Y volverse a Él es volverse en contra de la
corrupción, de perseguir las recompensas; signi ca no aceptar más
sobornos, o estar pidiendo “mordidas”, y signi ca ayudar a
aquellos débiles y oprimidos, ayudar a tu prójimo. Debemos poner
en primer lugar la justicia y la misericordia. Dios requiere esto de
todos, políticos incluidos, ya que es el deber del o cio político
asegurar que la justicia prevalezca en la sociedad. La petición de la
viuda y del huérfano debe llegar a nosotros, y no debemos poner
nuestra ganancia personal antes que la justicia hacia otros.
Debemos buscar vivir vidas rectas, es decir, vidas dedicadas a la
justicia y a la misericordia. Este no es un mensaje privado al
devoto solamente. Es el mensaje de Dios a toda la nación. El
evangelio es una verdad publica dirigida a todos los hombres y a
todas las naciones como naciones.

Si hacemos esto, si nos arrepentimos, Dios restaurará nuestros


jueces, y nuestros consejeros, y nuestras ciudades serán llamadas,
ciudades de justicia, ciudades eles. Arrepiéntete mientras hay
tiempo. Si, el Reino de Dios será establecido, nada en la historia es
más certero que este hecho. El Señor de los ejércitos cumplirá
esto. El Reino de Dios será establecido incluso en Inglaterra y en
Zambia, pero a menos que nuestras naciones se arrepientan de sus
pecados, el proceso en el que Dios establecerá Su Reino será a
través de fuegos de fundición de su ira en contra de toda impiedad
e injusticia de todos los hombres y naciones, que se rehúsan a
someterse a Jesucristo en humilde fe y en obediencia a Su Palabra.

 
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