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AEspA. 68. 1995. págs. 215 a 224.

NOTICIARIO

ARQUEOLOGÍA DEL PAISAJE:


DE LA REFLEXIÓN A LA PLANIFICACIÓN
POR

ALMUDENA OREJAS
Universidad Alfonso X. Facultad de Historia del Ane y Patrimonio

RESUMEN Arqueología del paisaje exigen una reflexión con-


junta de historiadores y arqueólogos, que nos haga
La reciente aparición de un buen número de proyectos y tomar conciencia de los aspectos conflictivos, debi-
publicaciones sobre territorios y paisajes antiguos constituye
un motivo de reflexión sobre los derroteros que está tomando lidades, dudas y perspectivas de trabajo, superando
la construcción de esta línea de investigación. No solamente falsas oposiciones - conceptuales, metodológicas,
es urgente evaluar el desarrollo teórico y metodológico y el etc.- y compartimentaciones cronológicas casi siem-
papel jugado por las técnicas aplicadas, sino también anali-
zar sus conexiones con el tan debatido mundo de la «arqueo- pre ficticias. El mundo teórico desarrollado en este
logía de gestión» y con las revisiones del concepto de patri- campo -sobre todo el anglosajón- resulta farra-
monio goso, con frecuencia cargado de una retórica que
provoca «la huida» (Hemando 1992, 12), sin em-
bargo, no cabe duda de la necesidad de conceptuali-
SUMMARY
zación. Hay aún otro aspecto que necesariamente
The recent apparition of a good number of projects and
tenemos que tener en cuenta: es imprescindible la
publications about ancient territories and landcapes constitu- elaboración de proyectos de investigación coheren-
tes a motiv of thougt on the direction tbis line of reseach is tes con estas reflexiones, con los planteamientos
taking. The is not only a need to evaluate the theoretical and
methodological dcvelopment, the place that applied tecniques
teóricos y metodológicos y que esta coherencia se
are playing, but also to analise its conexion with the so much extienda al mundo de la gestión y conservación.
debated «survey archaelogy» and the new approachcs to the Los puntos de vista expuestos aquí han nacido
concept of historical heritage. de los trabajos llevados a cabo en e l Departamento
de Historia Antigua y Arqueología del CSIC en la
En los últimos años los denominados genérica- línea de investigación sobre Estructura social y
mente «estudios territoriales» han experimentado un
territorio en la que se inscriben varios proyectos,
notable auge que se manifiesta en un incremento entre ellos el de la Zona Arqueológica de las Médu-
del número de trabajos y en una mejor calidad de
las dentro del que ha surgido una re fl exión en estos
los mismos, pero también ha dado lugar a la adop- ámbitos, siempre en la perspectiva del análisis his-
ción de esta etiqueta en una serie de investigacio-
tórico. Dentro de esta necesidad de pensar la Ar-
nes que poco tienen en el fondo de novedosas. Sin queología del paisaje resultaría pretencioso tratar
duda el análisis territorial en el mundo antiguo y la
de sistematizar de una forma global el tema ya que
las formaciones y trayectorias actuales de los in-
1
Estas páginas han sido redactadas a partir de dos trabajos vestigadores son muy diversas y el panorama en que
anteriores: una intervención en el Congreso Internacional La nos movemos se resiste a una clasificación simplis-
Península Ibérica en la Antigüedad: la imagen de un territorio
(Toledo, mayo de 1993), con el título «Territorio, análisis terri- ta, oscilando entre la riqueza de planteamientos y la
torial y arqueologla del paisaje» y la participación en un ciclo amenaza de la dispersión absoluta.
de conferencias sobre El paisaje rural en la Antigüedad, orga- En primer lugar, y aunque parezca una cuestión
nizado por el Depto. de Historia Antigua de la Univesidad de
Sevilla en mayo l 99S («Arqueología del paisaje: balances y obvia, creo que es necesario considerar por qué tos es-
perspectivas»). tudios territoriales que conciernen al mundo anti-

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guo atraen cada vez a más investigadores y agluti- más dilatada (Darvill y otros 1993, 563-74 ). incor-
nan un número creciente de perspectivas. Esto supo- porando aspectos como la tecnología, la explotación
ne pensar en nuestro origen reciente, haciendo refe- de recursos y los mecanismos puestos en marcha
rencia a dos aspectos en absoluto disociados. Por para ello, la simbolización del espacio, etc. Es de-
una parte a lo que podríamos denominar el contex- cir, subrayando en la idea de patrimonio no la yux-
to científico, es decir la evolución de la Hi storia taposición de elementos. sino la articulación que entre
Antigua y de la Arqueología en los últimos años, ellos existe, como reflejo de la dinámica social que
desde las aportaciones de la Nueva Arqueología o la dio lugar a su construcción y uso.
ecología histórica a las revisiones radicales más re-
cientes. En el caso concreto de la Arqueología, a lo El cambio global que ha tenido lugar queda plas-
largo de la década de los ochenta la Arqueología del mado de una forma significativa en la terminología
paisaje ha ido suplantando en nuestros estudios a la empleada: del vocablo espacio (marcado por su ca-
Arqueología espacial y agrupando los análisis terri- rácter neutro o concebido como espacio físico mar-
toriales sobre el mundo antiguo; este cambio termi- co de la actividad humana) se ha pasado al uso ge-
nológico - pese a que en ocasiones no pase de ser neralizado de los términos paisaje y territorio, el
una simple cuestión de estética o moda- responde primero de ellos destacando la integración de «lo
a una nueva realidad científica y social desde que, natural» y «lo cultural» y el segundo con un sentido
en los primeros años de la década pasada, se senta- eminentemente jurídico-político. En ambos casos
ron las bases de la superación tanto de los enfoques queda claro que estamos ante categorías culturales.
fenomenológicos como de los derivados de la Ar- En los ámbitos teórico y metodológico nos en-
queología procesual. En España durante algunos años frentamos a una serie de cuestiones de base, cau-
la confusión general fue grande ya que, en el marco santes en buena medida de la dispersión a la que
de una tradición más ligada al regionalismo, irrum- nos referíamos al principio y de las desiguales ten-
pieron simultáneamente las propuestas de la Nueva dencias bajo títulos muy parecidos. Ante todo tene-
Arqueología y las críticas que empezaron a dar for- mos que afirmar que no se ha elaborado una teoría
ma al postprocesualismo, en un ambiente marcado propia, ya que hasta hace pocos años no ha existido
en cualquier caso por las corrientes anglosajonas 2• en este campo una reflexión efectuada por historia-
Evidentemente nada de esto es ajeno al contex- dores y arqueólogos. Progresivamente se han ido
to social. Baste con mencionar un aspecto sobrada- incorporando con desigual éxito enfoques, teorías,
mente significativo: a lo largo de la segunda mitad conceptos y métodos de otros ámbitos, en especial
del siglo XX asistimos a una reivindicación del es- de la Geografia 3 y de la Antropología, dando más
pacio y de determinados recursos como bienes es- una impresión de acumulación de ideas que de au-
casos y caros. Relacionados con este ambiente se téntica asimilación. A esto hay que añadir una esca-
detectan un buen número de movimientos y postu- sa receptividad por parte de los investigadores de-
ras, y en él reside una buena parte del éxito de las dicados al mundo antiguo. Todo ello genera una falta
propuestas ecologistas (en sus múltiples vertientes de definición que ha sido Ja principal causa del ca-
y «calidades»). Del mismo modo podemos recono- rácter restrictivo de una buena parte de los trabajos:
cer una especie de bucolismo hacia el mundo rural la limitación de los estudios a análisis morfológicos
y sus formas de vida y trabajo tradicionales (estre- descriptivos o a la inclusión de apéndices dedica-
chamente ligado a su extinción), con un fuerte po- dos a exponer datos medioambientales que poco tie-
der de evocación, generando lo que se ha deno- nen que ver con el resto de la investigación.
minado como «eco-antropología». Dentro de este
contexto adquiere un papel singular la nueva con- Nuestro objeto de estudio puede resultar escu-
cepción de patrimonio cultural que rompe con la tra- rridizo y llevar rápidamente al escepticismo si no
dicional idea de «lo antigum> ligado a «lo monu- empezamos por hacer explícitos algunos puntos de
mental» y adquiere progresivamente una significación partida a veces no tan evidentes. Si se toma como
punto de partida a) que, en sentido estricto, nunca
llegaremos a reconstruir el paisaje antiguo, b) que
los actualismos nos impiden acceder a las raciona-
2
No hay que insistir en que desligar la Historia Antigua y la
Arqueologla del resto del mundo cientlfico es empobrecedor.
Baste recordar que ·algunas de las tendencias que rápidamente
he citado están estrechamente ligadas al auge de la Ecologla o a
3 M. de Bolós (dir.), Manual de Ciencia del Paisaje. Teorías,
la evolución de la Geografla y a la irrupción de la planificación
del espacio como una neceaidad primaria. métodos y aplicaciones, Barcelona, 1992.

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lidades espaciales del pasado (plasmadas en deter- v1s1ones 1ineales y se plaga de discontinuidades,
minadas decisiones locacionales) y c) que el paisa- rupturas, i nes tabi 1idades.
je se reduce a su superficie visible, entonces el pai-
saje será un objeto de estudio inasible. Por el contrario, Para acceder al estudio del paisaje contamos con
para obtener una auténtica conceptualización del diversas fuentes y herramientas que en cualquier
paisaje como objeto histórico, podemos asumir que: caso han de considerarse de forma integrada. La me-
1. El uso del espacio -en sentido amplio- todología ha de garantizar el paso de los datos y
está estrecha y directamente relacionado con s u documentos (el registro arqueológico, las fuentes)
morfología (afirmación que no implica asumir rela- al análisis del paisaje como síntesis social, median-
ciones automáticas entre formas y funciones ) y esta te la definición de categorías y parámetros y de
morfología puede ser estudiada con metodología ar- relaciones entre ellos que permitan el análisis mor-
queológica. fológico «dirigido» . Hay diversos tanteos y algunas
2. De aquí podemos pasar a estudiar la socie- largas experiencias: en el análisis de morfología agra-
dad, cómo y por qué actuaron así las comunidades ria contamos con Ja trayectoria desarrollada en el
que pensaron, materializaron y usaron ese espacio: Centre de Recherches d'Histoire Ancienne de Be-
su nivel de complejidad, su imbricación en instan- san~on . Otros casos, por citar dos ejemplos de la
cias superiores, su grado de autonomía, su compor- Prehistoria/ Protohistoria española son la definición
tamiento en diversos ámbitos. Es decir, expresado a de la ya citada categoría «visibilidad» en los traba-
la inversa, se trata acceder al análisis de la sociedad jos coordinados por Felipe Criado (Criado 1991 y
a través del conocimiento de sus conductas (racio- 1993), o la definición de factores y componentes
nalidades) espaciales, integradas en una racionali- tomada de la Geografía agraria propuesta por J. Vi-
dad (aunque sea una racionalidad limitada) y en unas cent (Vicent 1991, 31-117). En el caso del proyecto
pautas globales de conducta plasmadas en la mor- Zona Arqueológica de las Médulas hemos optado
fología de ese espacio. por la definición de una serie de parámetros (cuali-
A partir de este momento dejamos de hablar de tativos y cuantitativos) que combinados nos permi-
espacio (como ténnino neutro o como objeto de con- ten efectuar un análisis morfológico de detalle de
templación), y nos estamos refiriendo ya a paisaje y ocupación y explotación del área estudiada (Femán-
territorio, de forrna que podemos -y esta es una de dez-Posse - Sánchez-Pelencia 1988, 83-228; Orejas
nuestras tareas- fijar las bases metodológicas para 1993 en prensa).
la investigación: definición de categorías, paráme- El diseño de una metodología específica está li-
tros, etc. Ese paisaje y ese territorio tienen ante todo gado a la forma de acercamiento al paisaje. No
un carácter sintético: es el espacio usado, diseña- entraremos ahora en la abundante literatura genera-
do, pensado, apropiado, sacralizado, abandonado... da por la teoría del espacio (Bermejo 1992; Sanz
no es tan sólo un reflejo plano y estático de las co- 1993 ), tema que desborda con mucho nuestro cam-
munidades. La sociedad conforma ese espacio po de trabajo, sin embargo puede resultar esclare-
generando paisajes pero a su vez el paisaje se con- cedor resumir en cuatro grandes apartados las di-
vierte en un elemento activo en esa sociedad. Los versas aproximaciones al terna:
conceptos y la tenninología empleados en algunos a) Las que simplemente consideran el paisaje
trabajos recientes subrayan esta visión compleja y como algo dado, en cuyo análisis, por lo tanto, no
la necesidad de integración: es necesario entrar. La superación de la oposición
- El título de un artículo publicado hace unos entre lo natural y lo cultural da al traste con este
meses por J. McGlade (McGlade 1995) es «Ecodi- tipo de visiones. Esta propuesta es la asumida tradi-
námica de los paisajes modificados por el hombre». cionalmente en los estudios que daban por zanjado
En estas páginas el autor llega a afirmar que no hay el tema con una «introducción geográfica» al estilo
medioambiente, no hay ecosistemas, sólo sistemas regionalista o con un capítulo dedicado al «medio
socio-naturales. físico».
- La definición de categorías que subrayan b) Las apoyadas en el funcionalismo y en los
aspectos perceptivos, simbólicos: es el caso de la enfoques ecológicos, desarrolladas a partir de la de
categorla «visibilidad» propuesta por F. Criado finición de cultura como una «forma de adapta-
(Criado 1993). ción extrasomática al entorno», de forma que la
- La idea de «ritmos», causantes de aparentes complejidad social se mide directamente a través
contradicciones, como alternativa a Jos marcos cro- del grado de diferenciación funcional en el seno de
nológicos fijos y estandarizados (Orejas 1993 en una comunidad. Aquí encontramos las propuestas
prensa). La idea de evolución se distancia de las surgidas desde la revolución que supuso la Nueva

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Arqueología. en especial la Arqueología Espacial des, junto al estudio de la red de comunicaciones.


(apoyada en el análi sis locacional) y el análisis de Entre otras cosas, la Arqueología agraria ha tenido
captación económica. Por encima de las múltiples que luchar. en los últimos veinticinco años. por sol-
críticas y revisiones no podemos negar que su he- tar un lastre arrastrado desde la década de los trein-
rencia es importante, ya que a ellas debemos la acep- ta: Ja consideración de que el paisaje -entendido
tación en el análisis histórico de la dimensión espa- como paisaje agrario- era una creación medieval.
cial y de las relaciones sociedad/ entorno en términos A su avance han conlribuido tanto los estudios so-
económicos, así como el desarrollo de un importan- bre restos de estructuras agrarias fosi lizados o reuti-
te volumen de herramientas y de técnicas de trabajo lizados como sobre el poblamiento, así como el aná-
(modelos espaciales, técnicas de cuantificación). Pero lisis de potenciales de explotación y captación cuando
también estas tendencias dieron forma y difundie- no es posible detectar formas antiguas. Sólo más
ron la idea de un «espacio científico y moderno» recientemente se van incorporando sectores más
reductible a modelos. cuantificable, básicamente desatendidos, como es el caso de las explotaciones
económico y regido por lazos funcionales 4 • Esta idea mineras, el papel de la captación de recursos o la
ha sido centro de muchas de las críticas realizadas integración de las formas de comercio. Aquí han
por enfoques posteriores. entrado en juego no sólo las mejoras indudables en
e) Un acercamiento que parte básicamente de una las herramientas y metodología de los arqueólogos
noción de paisaje como expresión de la nación, muy e historiadores, sino también las aportaciones de los
bien representada desde el siglo pasado en las ar- estudios paleoambientales: la paleoecología y la
queologías nacionales y en algunos trabajos loca- arqueología medioambiental han permitido el acce-
listas que pretenden descubrir plasmada en el pai- so a técnicas analíticas - análisis de restos vegeta-
saje una conciencia nacional , racial, étnica. En este les y animales, paleosuelos, etc.-y a proyectos dia-
enfoque el paisaje está caracterizado por su atem- crónicos (Guilaine 1991 ; Harris - Thomas, 1991;
poralidad y la supervaloración de las permanencias Balaam - Rackham, 1992; Beck - Delort, 1993; Au-
que materializan ese espíritu. douze - Fiches 1993 ).
d) Las posturas más recientes resultan menos fá- Sin embargo, estos avances nos hacen correr el
ciles de sistematizar: en general tienen en común la riesgo de entrar en una inflación de documenta-
consideración del paisaje como resultado de la acti- ción, de catálogos e inventarios de unos «obje-
vidad humana, subrayando los aspectos relaciona- tos» hasta ahora ignorados por la Arqueología y la
les e interpretativos frente a los formaless. Historia, pero que, si no se integran en una estrate-
A excepción de la primera postura -y en algu- gia global de investigación, no pasarán de ser obje-
nas ocasiones la tercera-, en los enfoques citados tos y sólo habremos conseguido un cambio de esca-
tenemos que reconocer una intención común: la su- la. El análisis morfológico procede habitualmente
peración de un descriptivismo complejo apoyado en por jerarquización de formas: desde M. Bloch el
una yuxtaposición de datos de diverso origen, es decir, paisaje agrario es estudiado desde su unidad míni-
la superación de la Arqueología objetual. ma, la parcela. Al margen de pretender considerar
el paisaje como unas muñecas rusas en el que cada
Uno de los campos que mayor desarrollo ha ex- forma queda incorporada a una forma superior, lo
perimentado en los últimos años es el estudio de la interesante es reconocer que la forma de relacionar-
morfología de los paisajes antiguos. Dentro de ella se los distintos elementos (sea o no una jerarquía)
los ámbitos de desarrollo tradicionales son el espa- nos hace entrar de lleno en el estudio de la articula-
cio agrario, que hizo entrar en la historia a comuni- ción de diferentes niveles: la organización propia
dades campesinas, a lo no monumental, y las ciuda- de la comunidad, la aparición de planificaciones, el
grado de autonomía .. . Estas relaciones no pueden
abordarse dentro de un análisis lineal , sino recono-
ciendo la existencia de ritmos diversos, eliminando
' P. J. Watson -S. A. LeBlanc- Ch. L. Redman. El método
científico en Arqueología, Madrid, 1974, pp. 116-119 y 135-138. la idea de tiempos y espacios absolutos incapaces
s En la investigación espai\ola contamos con una interesante de explicar muchas de las contradicciones con las
serie de investigaciones: los trabajos ya citados de J.M. Vicent, que el historiador y el arqueólogo se encuentran con
en especial el publicado en 1991 (paisaje agrario como sintesis
de relaciones socjales, analizadas mediante un enfoque arqueo- tanta frecuencia 6• Del mismo modo el análisis de
geográfico) y de F. Criado (desde una visión que el autor califi- las formas per se, sin tener en cuenta su génesis, se
ca como «culturaliata») o loa de F. Noccte en los que el paisaje aleja muy poco de las posturas que consideran el
se considera como base y efecto de una sociedad, entendiendo
que «la territorialidad que adquiere una sociedad no es nunca su paisaje como algo dado. El paisaje, como ya hemos
reflejo, sino su bate y efecto» (Nocete 1988). dicho, no es yuxtaposición, pero tampoco su evolu-

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ción ha de leerse en términos de superposiciones, sentido cuando va acompañado de una lectura del
sino como dinámica histórica, como síntesis. individuo o de la comunidad, que genera determi-
La incorporación de enfoques sobre la percep- nados comportamientos, actitudes y formas de per-
ción y el comportamiento, enunciados bace más de cepción, que a su vez influyen en la modelación fí-
dos décadas en las ciencias sociales (conductismo, s ica del espacío.
etc.), han permitido descubrir una nueva perspecti-
va: el hombre es un ser que actúa con una racionali- ¿Qué implicaciones tiene todo esto a la hora de
dad limitada, interferida por procesos cognitivos (que proponer un proyecto de trabajo concreto? Fijar la
incluyen la percepción), y esta racionalidad es ob- bisagra que articule las n~tlexiones que aquí hemos
servable mediante su conducta, en el caso que nos propuesto - o muchas otras posibles- con las ex-
ocupa la conducta espacial. Así surge la reivindica- periencias reales no es tarea fácil, pero es impres-
ción de la imagen (por ejemplo un «mapa mental») cindible abordarla, es una de las labores urgentes
como nexo entre lo real y la conducta del individuo pendientes en la construcción de una teoría y una
o grupo y que a su vez actúa modelando esa reali- metodología específicas del paisaje como un au-
dad y pasa a formar parte de ella, interfiriendo en téntico objeto de estudio histórico.
las planificaciones (Plácido 1993 en prensa)7. Entrar de lleno en los estudios de paisaje y terri-
En la crítica global aJ funcionalismo, al procesua- torio exige tanto superar el análisis de los mapas
lismo en Arqueología se han incorporado estos con- de puntos (me refiero a la ubicación del hábitat an-
ceptos y vías de análisis. A partir de ellos se han tiguo fundamentalmente) como de sus relaciones
planteado algunas cuestiones que no podemos per- planas (limitadas a las vías de comunicación por
der de vista, por ejemplo la necesidad de incidir en ejemplo), y hacer entrar en el juego relaciones es-
que los paisajes antiguos son el resultado de racio- paciales tridimensionales y temporales, de forma que
nalidades antiguas y por lo tanto estamos cometien- no quedemos bloqueados en una visión estática y
do un fallo de base si los analizamos desde nuestra podamos acceder a las articulaciones de las diver-
racionalidad (de sociedad capitalista, con un con- sas formas, su origen y evolución. En este sentido
cepto de espacio-consumo, de rentabilidad, etc). hay que entender el interés por el tema de las fron-
Lógicamente esto tiene sus implicaciones en el ni- terasR, o por el estudio de las relaciones centro-peri-
vel metodológico, a la hora de definir parámetros y feria que citábamos más arriba.
categorías, y al adoptar un determinado concepto Ya nos hemos referido en otro momento a los
de espacio. Es en esta línea en la que se plantea la análisis morfológicos y precisamente en este cam-
necesidad de recuperar junto a la explicación (que po hay una serie de aspectos a los que hay que pres-
en los sesenta caracterizaba a la Arqueología «real- tar atención. Si admitimos - como ya hemos apun-
mente científica») la comprensión. La comprensión tado- que el paisaje no es únicamente su superficie
supone la incorporación del paisaje imaginario, y visible sino que es resultado de una racionalidad,
las relaciones entre el paisaje material y el paisaje a partir de un análisis morfológico del paisaje (rea-
mental (lo construido y lo vivido como se ha enun- lizado con metodología histórica y arqueológica)
ciado en muchas ocasiones): el espacio sólo adquiere podemos acceder al estudio de esa racionalidad, de
prácticas y relaciones sociales, del comportamiento
de las comunidades que estamos estudiando y su
percepción de la realidad (incluyendo la forma en
• En esta linea hay que considerar los trabajos centrados en el que esta percepción actúa sobre lo material). Es de-
estudio de las relaciones centro-periferia establecidas entre el cir, detrás de una morfología agraria determinada,
mundo bárbaro y el Mediterráneo (T. C. Champion Centre &
periphery: comparari11e studies in Archaeology. Londres, 1989;
correctamente analizada y contextualizada, se pue-
B. Cunliffe, Greeks. Romans & Barbarlans. Spheres of interac- den leer prácticas agrarias, evolución de fuerzas pro-
tion, Londres, 1988; M. Rowlands. J. M . Larsen K. Kristiansen ductivas, grado de desarrollo, formas de tenencia y
(eds.), Centre and periphery in the Ancient World, Cambridge,
1987. En las investigaciones sobre el período imperial romano
propiedad. usos del suelo, jerarquización, etc.
es necesario avanzar en este sentido al analizar las relaciones Indudablemente esto está ligado a la supe-
con el mundo provincial: las soluciones adoptadas sobre el te· ración de las áreas geográflc11 reducidas como
rreno, los espacios regulados o planificados, el impacto sobre
las anteriores si tuaciones, las formas de apropiación y su ges-
tión, con las contradicciones que generan las nuevas relaciones
pollticas, sociales y económicas.
7 D. Ley, Geography without Man. A Humanístic Critique, 1 Los dos últimos volúmenes (13 y 14) de Arqueologia Espa·

Oxford, 1980; Tuan, Y. f., Topophilia. A Study of Envlronment cial están centrados en el estudio de las fronteras (Teruel, 1989
Perception. Altitudes and Values, Nueva York, 1974: Tuan, Y.F., y 1993 respectivamente). Ver también A. Ruiz M. Molinos 1993,
Space and place. Tire perspecti11es of experience, Londres, 1979. 258-282.

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marco único de la investigación. y a la adop- entramos en e l problema de la crisis de uno de los


ción de perspectivas globales. En relación con apoyos más tradicionales del arqueólogo: la cro-
esto hay que considerar la puesta en entredicho nología. Este debate tiene muchas implicaciones
de los niveles micro, semi-micro y macro sur- concretas en el análisis de la permanencia y la mo-
gidos de la Arqueología Espacial -acusados de vilidad de los rasgos del paisaje o de las visiones
favorecer visiones estáticas por la falta de arti- estratigráficas, en las que lo vertical como lectura
culación en1 re ellos- . y de los lím ites y fron- del tiempo y lo horizontal como lectura del espacio
teras considerados como datos ex istentes o priori debe de ser superado.
destinados a encuadrar una investigación. y no Un aspecto más que todos nos planteamos de una
como una cuestión abierta. En este mismo sen- forma más o menos explícita en alguna ocasión (y
tido, ampliar el espacio fí sico del estudio no no sólo en los est udios territoriales y de paisaje) es
implica a utomáticamente esta r haciendo es- el peligro de cometer anacronismos y actualismos,
tudios te rritoriales ni arqueología del paisa- que se convierte en una cuestión metodológica cuando
je: si las hipótesis de trabajo y la metodología la selección de determinadas categorías y paráme-
no han cambiado en absoluto lo único que he- tros puede subrayarlos. Esto ocurre con frecuencia
mos logrado es un cambio de escala. en la aplicación de conceptos como el de rentabili-
Un peligro inmediato lo constituyen los automa- dad, o al reflejar en la investigación las valoracio-
tismos: la relación directa entre formas y funciones nes actuales, por ejemplo de la propiedad. En este
que evita abordar un verdadero análisis. Algunos sentido hay que mencionar trabajos como el ya cita-
rasgos morfológicos se asocian tradicionalmente a do de Juan Vi cent (Vicent 1991 ). basado en una re-
determinadas funciones, como el caso de conside- interpretación del site catchment ana~vsís inspirada
rar que la existencia de elementos de delimitación en: o) los p lanteamientos de Tchainov: el campesi-
destacados en un asentamiento implica necesaria- no precapitalista no tiende a maximizar el beneficio
mente un carácter defensivo del mismo, sin tener cuando el excedente es inútil en su sistema. Su ra-
presente, por ejemplo, la posibilidad de interpretar- cionalidad es hacer sólo el esfuerzo necesario, y b)
los como rasgos externos de la cohesión del grupo. en un modelo factorial del paisaje a nivel regional.
Por otro lado, es relativamente frecuente constatar en el que intervienen elementos (tiempos ... ) y fac-
que un aspecto morfológico por sí mismo no tiene tores (suelos, clases agrológicas... ).
sentido, y que puede pervivir durante un prolonga- La diacronía es consustancial a este tipo de in-
do período de tiempo por inercia, con un carácter vestigaciones. El paisaje es diacrónico, en el de hoy
residual o reutilizado para una nueva función. Al vemos el de siglos. Sin embargo. una auténtica lec-
asumir directamente estos nexos - a veces avala- tura diacrónica es muy dificil y exige el concurso
dos por su reiteración en las publicaciones - blo- de informaciones de diverso origen. Algunas apa-
queamos cualquier posibilidad de hacer un auténti- rentes contradicciones entre documentación literaria,
co análisis de las formas . epigráfica y arqueológica desaparecen al considerarlas
Otro de los temas insistentemente planteados a desde este ángulo de la diacronía (Ruiz-Molinos 1993,
raíz de la expansión de los estudios territoriales es 258-82). De nuevo estamos ante un problema surgi-
la relación entre el tiempo y el espacio, con algu- do de la falta de un desarrollo metodológico: la cues-
nas posturas extremas que llegan a la negligencia tión está en evitar hacer del origen de la informa-
de uno u otro (la consideración de que todo lo que ción un criterio de jerarquización a la hora de evaluar
no está articulado fundamentalmente en el tiempo su credibilidad, basado en que lo más explícito es
es ahistórico, o propuestas en la línea de realizar más fiable. Desde este punto de vista se daría siem-
lecturas exclusivamente espaciales). Habitualmen· pre prioridad a lo escrito y, a la hora de estudiar el
te estos temas no están a nuestro alcance, ya que registro arqueológico, a los datos de excavación sobre
nuestra formación en este campo es francamente los de prospección.
pobre, por ello, y salvo honrosas excepciones, re- Por otro lado, los documentos y técnicas de tra-
sulta pretencioso y arriesgado ir más allá de algu- bajo recientemente incorporados (teledetección, tra-
nas reflexiones globales que sirvan para arropar la tamiento infonnático de datos e imágenes, etc.), nos
visión adoptada en una investigación. En cualquier hacen asomarnos a un mundo que con frecuencia
caso debemos huir del falso debate que opone tiem- da la sensación de ser inabarcable (entre otras cosas
po y espacio: h_o son reductibles el uno al otro, y por su rápida evolución) y, sobre todo, nos hace correr
para un historiador es tan imposible un análisis a- el riesgo de convertimos en técnicos especializa-
espacial como a-temporal. Ni espacial ni temporal- dos, perdiendo la perspectiva general. Esto nos obliga
mente son operativas las visiones lineales, por ello a hacer un esfuerzo por reinstrumentalizar esos úti-

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les de trabajo, por otra parte garantes de una buena cos, habría que hablar mejor de análisis histórico de
parte de los avances. El acceso a más información y paisajes.
a un tratamiento de los datos más adecuado puede h) En sentido más restringido - y esto enlaza
ser fuente de confusiones si no no se logran insertar con las cuestiones patrimoniales, de conservación,
en un marco teórico y metodológico. Dando un paso etc ...- nos referirnos a paisajes con restos materia-
más, sólo si los datos tienen sentido la proyección les del pasado. que deben cumplir una serie de re-
patrimonial será coherente. quisitos.
La fijación de estas condiciones ha sido aborda-
Volviendo a la idea inicial de que nuestro autén- da ya en algunos proyectos, es e l caso de las que
tico centro de interés es el estudio de los procesos proponen Darvill y su equipo (Darvill y otros J 993,
sociales, es fácil asumir que las barreras temporales 564) para la definición de relict cultural lands-
no tienen sentido, y al no hablar de un medio fisico capes:
en abstracto sino de un paisaje, estamos asumiendo l. Un espacio limitado y fosilizado, teniendo
la posibilidad de actuar desde el presente, de in- en cuenta que una unidad topográfica determinada
tervenir. Aquí estamos en esa bisagra que articula es dificil que coincida con un espacio social, fun-
las llamadas arqueología de investigación y arqueo- cional y cognitivo. La determinación de este espa-
logía de gestión (Ruiz Zapatero 1991, 7; Hemando cio exige subrayar los elementos internos de articu-
1992, 12 y 3 1; Casal 1995) y que permite abrir la lación (naturales como los ríos, artificiales como las
puerta de las planificaciones, la previsión de ries- vías. recursos, etc ... ).
gos, etc . Pero es también en este punto en el que el 2. La existencia de una evidencia arqueológi-
paisaje de los arqueólogos entra en conflicto con el ca -en el sentido de restos materiales- suficiente,
de los constructores, gestores, ingenieros, geólogos ... pero no entendida como una yuxtaposición de mo-
La clave de estas oposiciones está en la falta de cla- numentos, de hitos.
ridad en las relaciones entre los diferentes niveles 3. La necesidad de ligar diversidad y coheren-
de la investigación arqueológica y su repercusión cia en estos espacios.
en las intervenciones patrimoniales. 4. · Tener en cuenta una serie de factores esen-
Las grandes obras de infraestructura, e l abando- ciales a la hora de definir estos paisajes culturales,
no y empobrecimiento de algunas regiones tradicio- entre otros la globalidad y articulación. la escala y
nalmente agrarias, los procesos de desertización ... la visión sincrónica/ diacrónica.
están obligando a la realización de estudios de im-
pacto, de planificación del territorio en términos de Una de las primeras necesidades que hay que
«desarrollo sostenible»~. Es evidente que cualquier cubrir es contar con un marco global legal que sea
espacio tiene restos arqueológicos, más o menos la base de iniciativas y desarrollos de proyectos
evidentes, que han contribuido y contribuyen a su y sobre la que se pueda trabajar. La ley del Patri-
evolución y configuración presente: evolucionan pero monio española propuso en el año 1985 una de
hay una memoria fosilizada de una u otra forma. El las concepciones más modernas de ese momento:
tipo y grado de evidencia de los restos es muy va- en ella no se considera ya el patrimonio como
riable, desde abundantes, llamativos y contextuali- sinónimo de «lo antiguo», ni de Jo «monumental»'º·
zados a pobres e inconexos, no obstante en muy En esta misma tendencia, la ley incluye también la
contadas ocasiones constituyen un conjunto global definición de Zona Arqueológica: «es el lugar opa-
e integrado. raje natural donde existen bienes muebles o inmue-
Por lo tanto, al hablar de paisajes arqueológicos bles susceptibles de ser estudiados con metodo
estamos usando una expresión ambigua que se pue- logía arqueológica, hayan sido o no extraídos y
de referir a: tanto si se encuentran en la superficie, en el sub-
a) En sentido amplio a cualquier paisaje. Qui-
zás haya que sustituir en este caso la expresión: puesto
que todos los paisajes son históricos/ arqueológi-
'º <<. •• forman parte del Patrimonio Histórico Espai\ol los bie-
nes muebles e inmuebles de carácter histórico susceptibles de
ser estudiados con metodología arqueológica, hayan sido o no
extraldos y tanto si se encuentran en la superficie o en el sub-
suelo, en el mar territorial o en la plataforma continental. Forman
~ La expresión «su.stainable development» surgió en la Comi- pa.rtc, asimismo, de este patrimonio, los elementos geológicos y
sión Mundial para el Medio Ambiente y el Desarrollo de 1987, paleontológicos relacionados con la historia del hombre y sus
y se difundió en el texto conocido como Informe Brundtland orígenes y antecedentes» (Ley de Patrimonio Español 16185, art.
(Riechmann 1995). "º· /).

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222 ARQUEOLOGÍA DEL PAISAJE: DE L A REFLEX IÓN A LA PLANIFICACIÓN A EspA , 68, 1995

suelo o bajo las aguas territoriales españolas» (art. nes y propuestas de trabajo, que esbozan líneas más
15.5). Diez años después los problemas que han sur- avanzadas, apoyando claramente una concepción más
giendo en situaciones concretas, las dificiles rela- dilatada del patrimonio, que rompe con la limita-
ciones de esta ley con otras normativas sobre me- ción de la obra, del objeto, y que tiene una tenden-
dioambiente, ordenación urbana, etc. y la evolución cia claramente integradora: con fu sión de lo natural-
de la Arqueología exigen una revisión y mati za- antrópico, usos tradicionales del s uelo en sentido
ciones11. diacrónico 13• Desde esta perspectiva, no es suficiente
El debate en torno a la concepción del patrimo- la elaboración de catálogos e inventarios, ya que la
nio aparece reflejado también en la documentación aproximación social, económica, cultural, no debe
redactada desde el Consejo de Europa y la UNES- ser diferente a la patrimonial y no está en absoluto
CO. En el caso de la CEE el interés se centra (hasta desligada de la investigación.
ahora) casi exclusivamente en comercio y tráfico El borrador de la recomendación del CE sobre la
de obras de arte (Derout 1993) y las definiciones conservación de paisajes culturales de 1994, subra-
que se barajan tiénen a veces un tono decimonóni- ya la necesidad de formar técnicos, profesionales
co: por ejemplo, la consideración de los bienes cul- en este ámbito, que sigan una formación específica,
turales protegidos como «tesoros nacionales, con e incluso se propone un esbozo de plan de estudios.
valor artístico, histórico y arqueológico», implica Se trata de profesionales capaces de ligar investiga-
por un lado la excepcionalidad («tesoros») y por otro ción, divulgación, conservación, gestión, de poner
lado una dudosa adjudicación nacional. a punto procesos de identificación y evaluación, así
Sin embargo está ya sobre la mesa el problema como los métodos y herramientas de intervención.
de la definición y gestión del «patrimonio común Efectivamente, uno de nuestros problemas es el abis-
europeo», así como la consideración de los paisajes mo entre la verborrea de la conceptualización, por
como parte de ese patrimonio común' 2 : ¿es el patri- un lado, la construcción de una metodología especi-
monio europeo igual a una selección de esos «teso- fica, por otro, y los problemas de gestión: podemos
ros nacionales»? ¿Cómo resolver los posibles con- escribir páginas y páginas y, al llegar un proyecto a
flictos entre legislaciones (patrimoniales, del suelo, nuestras manos, hacer un análisis convencional, en
medioambientales ... ) nacionales?. Hasta el momento un marco regionalista.
los documentos más útiles son las recomendacio- Es imprescindible tener presentes las «otras con-
cepciones del paisaje»: el de Jos constructores, el
de las administraciones ... Abordar la cons.ervación
y gestión exige medir por un lado el valor arqueoló-
" Otra categoría contemplada (dentro de los bienes inmue- gico global y el grado de coherencia que existe en-
bles) en la l ey del Patrimonio histórico español de 1985, den- tre los objetivos y otros intereses. Es decir, no tiene
tro de esta misma intención es la de Sitio Histórico, definido
como «el lugar o paraj e natural vinculado a acontecimeintos o sentido un conservacionismo radical, ni una mitifi-
recuerdos del pasado, a trad iciones populares, creaciones cultu- cación de los restos con el único argumento de su
rales o de la Na1uraleza y a obras del hombre, que posean valor cronología. Estamos ante un objeto de estudio co-
histórico, etnológico, paleontológico o antropológico». Tanto
en el caso de las zonas arqueológicas como en el de los sitios mún a múltiples djsciplinas, en el que confluyen
históricos, la declaración de Bien de Interés Cultural (BIC) pása intereses, puntos de vista, tradiciones académicas y
por la elaboración de un Plan Especial de Proteción municipal de investigación y técnicas diferentes: esta realidad
(art. 20). Hay que observar que en estas figuras , al superar el
nivel objetual, la disociación entre la na1uraleza y la actividad no puede ser ignorada por el historiador-arqueólo-
humana ae hace imposible. La relación entre estos párrafos y los go que puede convertirse en sinónimo de reaccio-
textos sobre espacios naturales protegidos - en los que en buena nario.
medida se inspiran- es evidente (ley f 511974 de espacios natu-
rales protegidos y R.D. 267611977, ley 411989 de conserva-
ción de espacios naturales y de la flora y fauna silvestres, art.
16 y 17 entre otros). ·
En la Ley sobre régimen del suelo y ordenación urbana ( 1986), u Entre los documentos y actuaciones más recientes y centra-
en el articulo 12 se indica que los Planes Generales Municipales dos en el tema que nos ocupa podemos c itar la recomendación
de Ordenación deben procurar la «defensa del paisaje». El ar- de 1980 del comité de ministros del Consejo de Europa sobre la
ticulo 19 de dicha ley se centra en los elementos que hay que formación especializada de arquitectos, urbanistas, ingenieros y
tener en cuenta al plantear «la protección del paisaje para con- paisajistas, la campaila del Consejo de Europa en 1986-87 sobre
servar detenninadoa lugares o perspectivas». Sin embargo en ella el medio rural, la convención de Malta de 1992 sobre el patri-
se aíguen privile¡i111do las «belleza• naturales» , lo pintoresco, monio arqueológico, la directiva de la Comunidad Europea so-
lo singular. ·. bre la conservación de hábitats naturales y semi-naturales de
12
Atl se plantea en la acción COST G2 PASTA, Paysages 1992 y la recomendación de Consejo de Europa ( 1994) sobre la
antlques et slructures rurales: textes ei archéologie, en la que conservación de los paisajes culturales. A todo ellos hay que
se inte8f'n una decena de paises con variot equ.ipoa que traba- ailadir los escritos sobre medioambiente, estrechamente relacio-
jan en esta linea de hMlltlaación. nados con todo lo anterior.

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AEspA, 68, 1995 ALMUDENA OREJAS 223

El patrimonio no sólo no es una rémora para el mas de comunicación e integración entre el pasado
desarrollo, sino que puede convertirse en su prota- y el presente.
gonista, en un recurso de primer orden, en especial Nos enfrentamos ya a una serie de problemas
en zonas marginales y con escasos posibilidades de y preguntas específicas, síntoma evidente de eman-
otro tipo 14 • Los proyectos de parques arqueológicos cipación, pero nunca de autosuficiencia. contra-
y culturales - superando la idea de yacimientos vi- ria al análisis de las dinámicas históricas y a la
sitables o yacimientos-museos- , museos. ecomu- síntes is .
seos, itinerarios son potenciales dinamizadores eco-
nómicos, sociales y culturales de las zonas en que
se instalan'~. La puesta en marcha de estas activida- BIBLIOGRAFÍA
des pasa por aclarar y desarrollar algunas cuestio-
nes clave: ALONSO IBÁÑEZ, M. R.: El patrimonio histórico. Des-
1. Dentro del mundo arqueológico: a) es nece- tino púh/ico y valor cultural, Madrid, 1992.
sario acabar con la tradicional actitud de «ensimis- Analyse des paysagcs, Ana~vse des paysages: de la
mamiento» y abordar la proyección social de las terre au ciel. Table-Ronde lnternational del 'Uni
investigaciones y b) romper la identificación arqueó- versité de Besanfon (Besan~·on, 1993). París,
logo-excavador, contradictoria con las tendencias 1995.
más recientes y las concepciones patrimoniales ac- AuoouzE, F., y FtCHES, J. L.: «L ' Archéologie fran\:aise
tuales. et les paléo-environnements», Annales ESC. 1993,
2. En otro terreno son necesarias legislaciones l . 1993, pp. 17-41.
nítidas y no contradictorias. tanto entre los diferen- BALAAM, N., y R At'KAM, J. (Eds.): /ssues in Environ-
tes niveles de la administración, como entre las le- mental Archaeology. Perspectives 011 its Public
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servación y no-destructivas (non-destructive survey). gion, Londres (British School at Rome. Archaeo-
4. La creación, la imaginación de nuevas for- logical Monographs), 1991 .
BECK, G., y DELORT, R. (Eds.): Pour une histoire de
l 'environnement. Travaux du programme inter-
14
La relación del medio ambiente con el desarrollo económi- disciplinaire de recherche sur / 'environnement,
co ha suscitado hasta ahora un interés mucho mayor que las po- París, 1993.
sibilidades del patrimonio histórico. No obtante. las siguientes BERMEJO, J. C.: «Des dimensions significatives de
palabras de Na redo son reveladoras en ambos terrenos: «En suma.
que junto a los empeños de estudiar el «medio ambiente» desde l'espace historique», Dialogues d'Histoire An-
la economía standard, se observa también un repensar la econo- cienne. 18, 2, 1992, pp. 29-49.
mía desde el «medio ambiente», que está por primera vez abriendo BoLOs, M. de (dra.): Manual de ciencia del paisaje.
el viejo universo de lo económico, trasladando su centro de gra-
vedad y relativizando sus categorías básicas. El desplazamiento Teorías, métodos y aplicaciones, Barcelona, 1992.
sordo de las preocupaciones hacia aspectos patrimoniales. físi- CASAL GARCIA, R.: «Arqueología y política», Actas
cos e institucionales exteriores al un iverso de la economía .~tun­ del XXII Congreso Nacional de Arqueología (Vigo
dard, ha inducido también a abrir Ja «caja de Pandora» del mer-
cado, que se creía siempre portadora de soluciones «Óptimas». 1993), vol. J, Vigo, 1995, pp. 239-240.
Se vio entonces con sorpresa que tras la supuesta «mano invisi- CHOUQUER, G.: «Que reste-t-il de 3000 ans de créa-
ble» del mercado se encuentra la mano bien visible de las íns1i- tion paysagere?», Études rurales. 121 -1 24, 1991,
1uciones que determina sus resultados, desatando así un proceso
general de revisión y relativización de la capacidad explicativa pp. 45-58.
de los viejos enfoques y categorlas de los económico, recogido CHOUQUER, G.: «Chronique. Parcellaires, cadastres
recientemente en una de las publicaciones internacionales más et paysages», Revue Archéologique du Centre de
prestigiosas que informa sobre la evolución del pensamiento cien-
tífico» (se refiere a: W. B. Arthur, «Pan dora 's marketplace», New
Fran ce. 32, 1993, pp. 205-230.
Scientist, 6-2. 1993"). CHOUQUER, G., y FAVORY, F.: Les paysages de /'An-
is Como proyecto sobre un yacimiento es interesante el traba- tiquité. Terres et cadastres de l 'Occident ro-
jo realizado en Flag Fen por el equipo de F. Pryor (Pryor 1989).
La figura del Parque Arqueológico - para el que se han pro-
main (!Ve s. av. J.-C.I lile s. ap. J.-C.), París,
puesto definiciones muy diversas- ha generado en los últimos 1991.
años una abundante literatura y ha sido protagonista de reunio- COSTALES, M. T.: «Los parques arqueológicos en
nes y seminarios: Seminario de Parques Culturales (Mad'rid. España», Actas del XXII Congreso Nacional de
1989), Madrid, 1993 (en especial las intervenciones de M. A.
Querol y de C. Martln de Guzmán); A. Garcla L. Caballero 1991; Arqueología (Vigo 1993) , vol. 1, Vigo, 1995, pp.
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